Editorial Revista Aguaita(1).docx

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EDITORIAL. REVISTA AGUAITA No. 2. 1999. OBSERVATORIO DEL CARIBE. CARTAGENA DE INDIAS “Recuerde, me dijo una dama bogotana con evidentes muestras de afecto por el escritor, Gabo salió de un ‘pueblucho de mierda’ de la costa y fácilmente hubiera podido terminar como esos muchachos que venden gafas de sol en la playa”. No pienso que la intención del comentario fuese mala, pero si es del tipo de observación condescendiente que los bogotanos siempre han hecho en relación con la gente de la costa caribe”.

Al día siguiente de aparecer publicado en la prestigiosa revista norteamericana The New Yorker el perfil de Gabriel García Márquez, -cuyo aparte es el epígrafe de este editorial-, escrito por el conocido periodista Jon Lee Anderson, en el diario capitalino El Tiempo del 28 de septiembre salió publicada, a cuatro columnas en la segunda página, la noticia sobre “el mejor ‘pichón’ de medico” del país. El pichón tiene 24 años y ganó en concurso de la Asociación Nacional de Facultades de Medicina, entre 1.800 estudiantes de 28 facultades de universidades públicas y privadas. El ganador, Kalil Kafuri Benedetti, estudia en la universidad de Cartagena, de una sólida y larga trayectoria de prestigio nacional y de donde han salido otros ganadores del mismo premio en años anteriores. Sorprendente sin embargo, la presentación de la noticia: “Tiene 24 años y a pesar de ser cartagenero, en su agenda no hubo espacio en los últimos dos años para la rumba, la novia ni, mucho menos, para los amigos”. He ahí nuevamente, nítido, destacado, el estereotipo que nos marca, cuya perversa lógica indica que las gentes del Caribe colombiano son alegres, parranderas, simpáticas, pero muy poco dadas al cultivo de la inteligencia, el conocimiento, el estudio y la investigación. El estereotipo tiene la macabra virtud de pasar por encima de las razones y riquezas históricas de una cultura, de sus pautas de creación y desarrollo, de sus incontables contribuciones a la unidad y el desarrollo nacionales, para convertirse en comentario de calle, gracejo de científicos sociales desenfocados, pero lo más grave: convicción de la memoria nacional y estrategia estructural de discriminación, con consecuencia directas en las posibilidades del propio desarrollo costeño. Termina el siglo XX y los medios de comunicación se han puesto de acuerdo para reconocer a Gabriel García Márquez, nacido en Aracataca, ese “pueblucho de mierda”, como el personaje colombiano de la centuria. Es Valledupar, la ciudad sorpresa del Caribe, como bien la llaman con orgullo los vallenatos, y de toda Colombia, por su exitoso proceso de urbanización planificada. Desde el Caribe colombiano las artes plásticas, la danza, la música, las letras, el periodismo, el béisbol, el fútbol, han mostrado creadores y practicantes de la más alta condición humana. Termina el siglo y dos de los cantantes pop de moda en el mundo nacieron en esta región. Un sinceano, Adolfo Mejía, está considerado uno de los mejores compositores clásicos de este siglo en el país, y un cartagenero, Guillermo Espinosa, uno de los mejores directores de orquestas del continente. Otro más, de El Carmen del Bolívar, Lucho Bermúdez, ayudó a renovar profundamente el gusto musical nacional, pese a las discriminaciones de algunos despalomados cronistas de la capital. Según la critica literaria nacional e internacional, los tres introductores de la modernidad narrativa en el país, nacieron en tres “puebluchos de mierda” de la costa, García Márquez en Aracataca, Rojas Herazo en Tolú y Cepeda Samudio en Ciénaga. Un cuarto, aún injustamente valorado, Zapata Olivella, viene de otro pueblito similar, Lorica. Un poeta bizco, nacido a fines del siglo pasado en Cartagena, Luis Carlos López, está considerado uno de los tres renovadores poéticos básicos del ingreso a este siglo que acaba, y su fama se extendió por el extranjero. Dos de las experiencias de divulgación literaria y cultural más avanzadas de los primeros 40 años, superiores al retraso capitalino, ocurrieron en la costa: la revista Voces, que incluyó, entre otros, a Ramón Vinyes, Manuel García Herreros y Enrique Restrepo, y el suplemento del diario La Nación, orientado por Clemente Zabala. Varios pintores costeños (Grau, Rojas Herazo, Cecilia Porras, Obregón, Morales, Cogollo, Barrios) introdujeron a la plástica nacional formas y sentidos. El arquitecto que diseña la ampliación del Estado de Mónaco nació en Barranquilla, como también lo hizo uno de los más grandes empresarios del país. Un joven de 35 años nacido a orillas del Sinú obtuvo el premio nacional de ciencia en Canadá. Una geóloga nacida en la Puerta de Oro hace ciencia en la NASA. El diario Portafolio otorgó el premio al ejecutivo del año 1999 a un egresado de la Universidad

del Atlántico. Si se recorren los pasillos de la banca multilateral y de los organismos internacionales en Washington, Nueva York o Ginebra encontramos hombres y mujeres de estas tierras ocupando posiciones destacadas a escala global. También han ocupado altos cargos públicos en el gobierno central, en la dirección del Banco de la República, en las cúpulas del Congreso de la República y de las Fuerzas Militares, en la administración de empresas multinacionales y nacionales. Y ninguno de ellos ha transado la esencia de su ethos caribe, su eficaz desenfado creativo, su disciplina real pero distinta por otros comportamientos que corresponden válidamente a otras culturas. ¿Porqué entonces insistir en ese falso, lastimoso y finalmente indignante estereotipo sobre la costeñidad? Se ha insistido tanto que hasta los propios costeños han terminado convencidos de ello. Contrario a lo que se piensa, el atraso regional. A pesar de las profundas deficiencias en recurso humano, no es producido por sus gentes. La academia y los centros de investigación explican- y deben seguir haciéndolo hasta la saciedad y la real transformación de este trauma, con mayor objetividad y claridad- las causas estructurales del subdesarrollo, la pobreza y la estrechez económica. Y sin quedarse allí, solamente en la exaltación de los valores. Casi siempre individuales, deben contribuir, aprovechando la inteligencia y el talento de las gentes de aquí en un sano intercambio universal, a la construcción colectiva de la sociedad del próximo siglo. Y para construir el futuro es necesario conocer científicamente el pasado y el presente de la Costa. Conocer a los demás, reconocer las esencialidades y los lazos naturales, establecer principios básicos para la orientación de las propuestas y las acciones, contar con una masa crítica que someta a revisión viejas concepciones del desarrollo y se atreva a construir, con independencia, nuevas estructuras teóricas que desbaraten las ideas erróneas y se desprendan de ellas para lograr un cambio acelerado y sostenido hacia el desarrollo orientado al bienestar de toda población. Sobre la base de dar y recibir en sano y enriquecedor intercambio comercial, científico, tecnológico y cultural en el que se beneficien, igualmente, todas las partes, los costeños podrán mostrar todas sus virtudes, reconocer y tratar sus limitaciones, erosionar el estereotipo, aprender de otras culturas regionales y poner las riquezas de la cultura propia al servicio del desarrollo regional y la unidad nacional.

TALLER 1. La Editorial de la Revista Aguaita No 2 afirma: “El estereotipo tiene la macabra virtud de pasar por encima de las razones y riquezas históricas de una cultura, de sus pautas de creación y desarrollo, de sus incontables contribuciones a la unidad y el desarrollo nacionales, para convertirse en comentario de calle, gracejo de científicos sociales desenfocados, pero lo más grave: convicción de la memoria nacional y estrategia estructural de discriminación, con consecuencia directas en las posibilidades del propio desarrollo costeño”. En relación con esto señalar: 



¿Qué aspectos de la historia y de la riqueza cultural del Caribe colombiano se ignoran cuando se hace uso del estereotipo para designar al hombre y a la mujer del Caribe colombiano? Señale por lo menos dos situaciones reales, de la vida cotidiana, en las cuales el estereotipo se convierte en estrategia de discriminación o desvalorización hacia los habitantes del Caribe colombiano?

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