Metodología de la lectura “Cuchillos de combate”
Recordaba el día que la vi. por primera vez, su sonrisa amplia, dientes muy blancos, cabello castaño claro, ojos cafés llenos de vida, falda corta mostrando piernas que me parecieron atractivas. -“¿No quiere pollo?, ya está pelado…” Revisaba su cuerpo haciendo inventario mientras le contestaba: -“No gracias, no sé cocinar nada, no sabría que hacer con él…” Ella trabajaba en un rastro de pollos, aunque no lo sabía entonces, su amante casado era el padre de su hija más pequeña, y también era el que le pagaba los pollos que ella mataba, y que cuando alguno no le parecía bien ejecutado se lo cobraba a ella. Por esto tardé en entender porqué me había ofrecido pollo. Llamaba a mi casa “Early Vietnam”, porque la decoración y terminados evocaban una posta militar en el Vietnam de los años sesentas. Además la música que escuchaba era Rock de la misma época, mis días transcurrían haciendo ejercicios con cuchillos, pesas y aparatos, como lo he hecho toda mi vida… Una mañana fui a la tienda de abarrotes más cercana y vi. el trasero y las piernas de una mujer que me parecieron motivantes, me acerqué a la dueña del cuerpo y al voltear ella y sonreír comenzó a escribirse la historia de ambos. Una noche, ya muy avanzadas las horas, se me terminaron los cigarrillos, además de lamentar mi suerte recordé que ella fumaba de la misma marca, fui al rastro a pedirle uno. Comenzamos a platicar, con atención observaba la maestría con la que abría el pico de los pollos y con un giro del cuchillo, al estilo del Kris malayo mataba a los animales. Horas y horas pasaron, ambos teníamos tema para seguir hablando…, y así serían todas las noches por casi dos años… Al poco tiempo de comenzar nuestras conversaciones diarias ella apareció una mañana pidiéndome usar la regadera para bañarse, mientras ella lo hacía preparé café y continué levantando pesas. -“”¿Porqué tan pesadas?” – dijo ella tratando de levantarlas. -“ “Gee, I´ve never heard that one!”- pensé sonriendo. -“si no lo hago así el ejercicio no me sirve, en español castizo: me hago pendejo…” Jorge García Carregha Junio de 2005
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Metodología de la lectura “Cuchillos de combate” Y ella me observaba ejercitándome, con tan solo botas militares y shorts puestos, sentía que a ella le gustaba lo que veía por la atención que prestaba a sus movimientos. Por las noches, antes de conocerse ella me observaba desde su trabajo escribiendo en mi laptop, utilizando la misma indumentaria, tal vez le gustaba mi sastre… Sobre la mesa vio varios cuchillos y estrellas de combate -“¿Para qué quieres esto?” -“Desde niño entreno con ellos, pocas veces he tenido que utilizarlos, pero siempre han sido útiles” -“¡Aaahhh!”- dijo ella turbada y mirando hacia el piso. En una ocasión ella se puso a observarme ejercitándome, se tendió en la cama y se levantó la falda -“Creo que llegó el momento”- pensé Dejé las pesas en el piso y me recosté junto a ella, por arriba del vestido le acaricié el pubis y me acerqué a besarla. -“me estás excitando”- dijo ella por no saber decir otra cosa. -“¡”Qué bueno!”- le contesté con sonrisa malévola y sin dejar de hacerlo. Cuando el desempleo acabó con mi dinero guardado ella me traía de comer y me regalaba las alas de pollo rechazadas por tener magulladuras, cada que las manos grandes y fuertes de ella le entregaban comida mi corazón se agitaba. -“Se ha creado “giri”, no hay duda”- pensé y sentí. *Giri.- los samurais tenían algo más que la obligación, la lealtad, el gusto y el honor, que los ligaba a su señor, esto era “giri”. -“Soy libre, el padre de mi hija me dejó hace tiempo” Y yo no pregunté nada…, tal vez no quería saberlo. -“Que me cuente lo que ella me quiera contar” Una de tantas noches en el rastro èl notó que un chofer lo miraba con insistencia. -“De seguro es uno de sus admiradores y ya notó que hay algo entre nosotros”- pensé sin darle importancia. -“Es el padre de mi niña…”-dijo ella sonriendo nerviosamente. Ella vivía en una colonia ejidal, y por algún motivo tenía problemas con sus vecinos, su padre los había tenido con los mismos tiempo atrás, y durante una disputa se habían herido a machetazos (leí el parte policiaco), y uno había perdido una mano, todos habían terminado presos. Con miedo a perder su propiedad pidió ayuda al padre de su niña y a todos sus “amigos”, todos se negaron a ayudarla, todos menos yo, que tenía “giri” con ella… Ella muy nerviosa, con miedo, pero enfrentando las cosas con valor se apresté a encarar lo que fuera, la admiré aún más por esto. Jorge García Carregha Junio de 2005
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Metodología de la lectura “Cuchillos de combate” -“Para mí es otro entuerto más en mi vida, para ella es algo nuevo, va a enfrentar lo desconocido…” Fui con ella a hablar con el Comisario Ejidal, ella tenía razón en lo que alegaba y así también lo vio el Comisario, se notificó a los ejidatarios involucrados y se les citó en el sitio en cuestión al siguiente día. -“¿No tienes miedo?”- me preguntó ella -“¡Claro!, no hay nada de malo en tener miedo, lo malo es dejarse dominar por él” -“¿En verdad no me vas a dejar sola?”- preguntaba ella fumando nerviosamente. Escogí dos cuchillos de combate japoneses, mis favoritos, uno Cho y otro de doble filo, los afilé mientras pensaba que tendría que cubrirla a ella si había trifulca, y me preocupé por ella. -“Si tuviera otra mano llevaría un cuchillo más, el código Bushido tiene razón, siempre hay que tener ambas manos armadas” Al día siguiente fuimos al sitio, me recosté en un árbol fingiendo dormitar mientras observaba el terreno, al poco rato aparecieron el Comisario y los ejidatarios, los segundos portaban machetes u uno de ellos una hoz… -“Ahí está el de la hoz, el del martillo debe estar oculto”- pensé -“Ni en estas situaciones pierdo mi pinche sentido del humor”- volví a pensar sonriendo. Localicé al que tenía la mirada más loca y me dirigí a él, con el cuerpo ladeado, vista fija en sus ojos, ademanes lentos y voz pausada, expliqué lo que habíamos comentado con el Comisario, me extrañé cuando noté que me escuchaban, y más cuando estuvieron de acuerdo. Firmaron y se fueron. -“Tú sabías que no iba a pasar nada, por eso estabas tan tranquilo”- me dijo ella sonriendo ampliamente. -“Sí, creo que sí”- dije mirándola con admiración, exhalé un suspiro, mezcla de alivio y enamoramiento. -“Creo que no estoy tan viejo, todavía siento muy intenso” Algunos meses pasaron, promesas y juramentos que ella quería escuchar fueron hechos por el padre de la niña. Ella decidió volver a él. -“No te preocupes, esto es la historia de mi vida, ve con Dios, ya sabes que mi puerta siempre estará abierta para ti, aunque estés ahora más lejos que más nunca” Y caminé del rastro a mi casa. -“Valió la pena, por una mujer así mataría, moriría y hasta viviría, la voy a extrañar…, tal vez cuando caiga, su nombre brotará de mis labios de guerrero como el último y eterno adiós”. Al entrar a mi casa le dije a mi perro. -“Chuequi: ya no veremos más a tu tía güerita, ni a las alitas de pollo” Jorge García Carregha Junio de 2005
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Metodología de la lectura “Cuchillos de combate” *”El samurai debe ser tan diestro con la pluma como con la espada, ambas se complementan” Código Bushido “La soledad del samurai es tan solo comparable a la del tigre en la jungla” Código Bushido “…Y lo digo sin dolo Que no he estado nunca solo Que tengo a mi soledad”
Jorge García Carregha Junio de 2005
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Metodología de la lectura “Cuchillos de combate”
Jorge García Carregha Junio de 2005
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