Cuchillos De Combate

  • Uploaded by: Jorge Daniel Garcia Carregha
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  • December 2019
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Hace un momento recordaba a un viejo desamor en Cuautla. Frente a mi casa la vi varias veces, a ciencia cierta no sabía que era lo que hacía, la veía a veces por la mañana en una bodega, veía que llegaban camionetas, algo cargaban, muy temprano por la mañana, y luego no se veía ni oía nada. Una mañana en la que me encontraba tratando de arreglar mi jardín apareció ella, me ofreció pollo, como yo no tengo afición a la cocina le dije que no podía comprarle. Delgada, bajita, de buenas formas, cabello castaño claro ondulado y corto, -“se ve de no malos bigotes” – pensé Unos meses después me la encontré en la tiendita de la colonia, la vi de espaldas y pensé: -“bonito cabús” y me acerque a hacerle platica. Entonces me dijo que frente a mi casa era un matadero de pollos, y que el trabajo se hacia durante la noche para por las mañanas ir a distribuirlo a los mercados. Una semana después, misma en la que procuré encontrármela y no lo logré, me quedé sin cigarrillos por la noche, me decidí a irla a buscarla y pedirle uno. Llegué al lugar y la vi matando pollos, desplumándolos y acomodándolos, me regaló media cajetilla y me quedse´fumando y platicando con ella, así, cada que no tenia que hacer iba a platicar con ella por las noches. Un día me fue a ver a mi casa, nos tomamos unos tequilas y me contó su historia. Me dijo que era libre, cosa que no era muy cierta, y que derivaría todo en un enredo colosal. Ella tenía 38 años, varios hijos, una casa en las afueras de Cuautla, un río cruzaba por su propiedad. En una de tantas de mis visitas nocturnas observé que uno de los polleros me veía muy feo -“de seguro es un admirador”-pensé, y no le di importancia Una mañana, mientras levantaba pesas ella llegó de visita, había salido de trabajar y llevaba un vestido vaporoso, creí detectar que traía buenas intenciones, pero seguí entrenando -“¿porqué tan pesadas?” – "gee! I´ve never heard that one before” Se recostó en mi cama y se extendió luciendo su anatomía todavía vestida. Cuando terminé de entrenar me coloqué a su lado y comenzamos a platicar, poco a poco nos comenzamos a desvestir, creo que hasta estaba entrenando tanga. Y ahí comenzó el romance. Yo la acompañaba a su casa y convivía con ella y sus hijos, la pasaba muy contento. Un día me confesó que seguía viendo a su no finiquitada pareja, que era el pollero que me miró feo, y que le había dicho que quería arreglar las cosas con ella, todo obedeciendo a que en la colonia (pueblo chico, infierno grande) ya le habían advertido que algo había entre nosotros, y a partir de entonces comenzó un churrigueresco rosario de eventos jocosos, bueno, para mi, y una aventura enfrentando ejidatarios que le querían invadir su propiedad. Esto será parte de siguiente capítulo… Una noche de tantas llegó ella desesperada, un grupo de ejidatarios le habia invadido su terreno y el de su padre, le pidio ayuda a su “peor es nada” y éste tuvo miedo y le dijo que no la iba a ayudar, pero como yo era su “mejor es mucho” le dije que la ayudaría. Al dia siguiente fuimos a ver al comisario ejidal, ahí vi unos partes policiacos donde a uno de los participantes en un enredo anterior le habian volado la mano de un machetazo, varios heridos y todos encarcelados, ¡con razón el “pero es nada” se hizo el occiso!, ella me preguntaba si no la iba a dejar a su suerte, al siguiente dia iriamos al lugar con el delegado ejidal, el cual estaba de acuerdo con lo que argumentaba ella, pero había que arreglarse con los ejidatarios… Por la noche preparé mis cuchillos de combate, uno para cada mano, recordé a los samurais, quienes no usan escudo, usan dos armas blancas, ambas manos deben de ir armadas, lamenté no ser pulpo… y recordé aquella frase del codigo Bushido –“la soledad del samurai es tan sol comparable a la del tigre en la jungla…” Al otro dia fui con ella al lugar, llegamos temprano, estudie el lugar, llevaba mis cuchillos bajo mi chaleco de campaña, me coloqué donde pudiera verlos llegar, me coloqué mi gorra con lentes oscuros como si dormitara, ella estaba muy nerviosa, me preocupaba el que tal vez no pudiera defenderla lo suficiente, por sus hijos… total, tantas he pasado que esto era una raya más para el tigre… Por fin aparecieron los ejidatarios, llevaban machetes y un ellos una hoz –“si hay uno con una hoz , debe haber otro con un martillo”- me dije sonriendo, nunca pierdo mi sentido del humor … Uno de ellos tenia mirada de loco, sobre ese me fui, a ese tenia que dominar y seria al primero que tendria que atacar, cosa extraña, escucharon mi exposición y estuvieron de acuerdo, me sorprendió, firmaron y todos se fueron conformes. Del susto ella tuvo su periodo. De aquellos dias recuerdo a su hijita, la niña era muy cariñosa conmigo, me endulzaba y alegraba los dias, después lamentaria el no verla más, fue como si me rompieran un hueso, y no llore por ser insensible o por hacerme el de hierro, yo simplemente no lloro cuando me quiebran un hueso… Cuando los juegos de guerrillas entre el ex de ella y yo estuvo muy divertido para mi. En varias ocasiones ella observaba desde mi casa, en mi compañía, a su ex buscándola, ella se reia de él, pese a esto luego decidiria volver con él. En determinado momento ella me pidio que dejáramos de vernos, que queria que su ex le registrara a su hija, y que fueran felices, etc. , a la voz de –“él va a cambiar por todo el amor que le doy” – se lanzó al vacío. Como soy de la idea de que si no quieren mi música aquí, mejor irse a otro lado…, me despedí de ella. Pero cuando notaba que él la buscaba por la colonia ponía música, y hacía movimientos dentro de mi casa para aparentar que ella estaba conmigo, y él se la tragaba, se subía al techo de su pick up tratando de asomarse…, seguramente ella estaba en algún coloquio amoroso y por esto no la encontraba. Y es que era una chica popular, con grandes dotes para las artes amatorias, aún suspiro… Poco tiempo después las vecinas le preguntaban por mí para molestarle, en una ocasión estaba recargado en un poste, con mi gorra militar cubriéndome los ojos, y soñando despierto con la muerte o el olvido. Las vecinas le dijeron, describiendome, que si no le gustaria un hombre alto y fuerte, ella molesta me volteó a ver y dijo -no, porque mientras más grandotes más tarugos…” -“Bueno, para que te haga cosas ricas…”- le dijo una de las vecinas -“¿para que lo quiero si tengo manos?”- dijo ella} Yo no moví un músculo, pero tenía ganas de reírme. Una noche estaba sentado en el quicio de mi puerta y ella pasó por ahí, me recordó a aquel tango que dice –“te vi pasar tangueado altanera con un compás hermoso y sensuaL…” Derrochaba estilo, casi flotaba, veía hacia el cielo ignorándome, y… metio el pie en un charco de lodo, iba con sandalias…

Tuve que contener la risa, sus maldiciones cruzabn los aires, si me he reído me saca los ojos… Y como suponíamos todos , menos ella, el ex no volvió, ni registró a la niña… Pero hubo aún más cosas… Durante muchos años estudié artes marciales, entre otras cosas me enseñaron a manejar cuchillos de combate, a la fecha continuo practicando con ellos, son una buena rutina de ejercicio muy entretenida. Como e ex de la chica antes mencionada profirió amenazas de muerte en contra mia volvi a portar dos cuchillos conmigo. En la colonia me veian practicar, sobre todo a los niños les gustaba ver, y para algunos yo era bandera de miedo al viento. Por momentos pensaba que me habia metido en u lio por algo que no valía la pena, luego pensaba y repetia la frase de Osacar Wilde –“mas vale haber amado y perdido que nunca haber amado”, a momentos me ponia shakesperiano y decia –“si no recuerdas haber hecho alguna locura por amor es que nunca has amado”, y ya encarrerado en teatro isabelino la obra de Geoffrey Chaucer , “it´s a pitty she´s a whore”. Una mañana de Domingo el ex se plantó frente a mi con una camioneta y tres amigos -“Ha llegado la hora, al menos me llevo a dos de ellos conmigo” Pero él no acertaba a bajar, los amigos lo miraban, y no hizo nada, ni sus amigos tampoco… se fueron de ahí como llegaron, rechinando llanta de camioneta… Sin embargo él siguió diciendo que me iba a matar, nunca espero que fuera a buscarlo a su trabajo, se agachaba y miraba el piso, yo no le dije nada, solo lo miré y estuve frente a él por media hora… sus amigos cuchicheaban… De cualquier manera pasaron los años y como las piedras que caen al mar, se agitó el agua, luego se calmó y después ya no hubo quien se acordara. Pero aún no terminaba todo, en la colonia le encontraron parecido a la hija conmigo, se lo decian al ex burlandose, una de las que mas decia era una amiga, no amor, aunque ella pensaba que era amor, y a ella no le gustó. La esperó y a mansalva le dio con la reja de su trabajo en la cara (del trabajo de mi amiga), la estrelló contra la pared, la otra reaccionó y cual si fuera Irma Serrano le colocó entre ceja , oreja y jefa severos mamporros, ambas se sacaron sangre, no contentas tomaron cuchillo y cincel y se trenzaron… ambas fueron curadas en hospital… Bueno, estas fueron mis andanzas de amores cuautlenses, a la voz de –“no lo vuelvo a hacer” me quede como samurai, y lo digo sin dolo, que nunca he estado solo, que tengo a mi soledad…

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