Buenos días a todos. Aunque casi no os hayáis dada cuenta hemos llegado al final de la primera semana. Ya se han terminado los juegos. Tenemos que empezar a trabajar con ganas e ilusión. Recordad que la ilusión que no se usa, se pierde. Y, como dice mi abuela, no están los tiempos como para perder nada. Estoy segura de que este va a ser un curso precioso en el que TODOS nos vamos a reír mucho y vamos a trabajar más. Para terminar la semana déjame que te cuente una última leyenda de este camino mágico que es el de Santiago. Verás: Llegó a Pamplona un peregrino francés con su familia. Hicieron alto en esta ciudad para descansar y recobrar fuerzas y se alojaron en un hostal. La mujer del peregrino enfermó y tuvieron que quedarse en el lugar más tiempo de lo calculado, hasta que finalmente murió. El hostelero entonces, viendo que su huésped ya podía partir, le reclamó una buena cantidad de dinero alegando que la estancia había sido larga. El peregrino no tenía suficiente para pagar pero le dejó en prenda su asno. Así es que se puso en camino a pie con sus dos hijos de corta edad, no sin antes pararse a rezar a Santiago y pedirle ayuda. A la salida de Pamplona se encontró con un anciano venerable que le preguntó por su historia. Al escucharla el anciano le prestó un precioso burrito para que le ayudara en su andadura. Cuando por fin llegaron a Santiago, el peregrino tuvo una visión del Apóstol a quien reconoce como el anciano venerable de Pamplona. De regreso, para de nuevo en esta ciudad se entera de que al mesonero le había dado un patatús de repente. Algunos dijeron que fue un castigo por haber sido tan egoísta, otros que el mesonero ya estaba muy delicado de salud… ¿Quién sabe? Ya ves, amiguito. Nunca sabes lo que se esconde detrás de una buena acción. Lo importante es hacer el bien a los demás sin mirar si estos son blancos, verdes, amarillos, pobres, ricos o de otro sitio. Hazme caso y recuerda. SI CAMINAS CONMIGO… BUEN CAMINO