Crecimiento, Naturaleza y Equidad Social El resultado de la destrucción sistemática de capital social es inevitablemente la cesantía, la marginación social y finalmente la indigencia y la delincuencia forzada. Por Manuel Gross Osses La economía clásica define que los tres principales componentes de un sistema económico son el Capital, los Recursos Humanos y los Recursos Naturales. Históricamente las oligarquías dominantes financiera y políticamente han permitido e incentivado la acumulación de capital financiero mediante la explotación de la fuerza de trabajo y por la expoliación de los recursos naturales y de los ecosistemas en general. Empero, modernamente los países han comprendido que la fuente de toda riqueza es la actividad humana y desde hace décadas han generado políticas públicas que tienden a mejorar la calidad de vida de las personas. Por otro lado, es evidente que la explotación indiscriminada de los recursos naturales está llevando a todo el planeta a la destrucción, sin que haya todavía conciencia colectiva acerca de la urgencia que merece la protección del medio ambiente. En Chile, A pesar de la copiosa, aunque bastante obsoleta, legislación ambiental, no ha habido mayores impedimentos para que poderosos grupos económicos sigan obteniendo millonarias utilidades privadas mediante la transformación del capital natural (digamos naturaleza o ecosistemas) en capital financiero, como es el emblemático caso de la destrucción del Santuario de la Naturaleza del río Cruces, que se suponía protegido por un convenio internacional, debido al funcionamiento de la planta de celulosa de la empresa Celco, y que finalmente causó la mortandad de miles de cisnes de cuello negro. Ríos y mares son contaminados en la región de Aysén por los desechos de las plantas salmoneras. Ríos y lagos son contaminados por las pisciculturas de la Araucanía Lacustre que proveen de “materia prima” a las salmoneras. Anticuadas y venenosas plantas de tratamiento de aguas servidas están exterminando los ecosistemas fluviales y humedales de la Araucanía con sus desechos que contienen cloruro de fierro y compuestos organoclorados. Gigantescas explotaciones mineras destruyen glaciares y dejarán sin agua de regadío a comunidades agrarias en la región de Atacama. En cada caso hay aumento de riqueza privada y extinción de recursos naturales públicos. Lo que es más triste, porque no se está considerando, es que la destrucción de capital natural inevitablemente lleva también a la destrucción de capital social, que es definido en un diccionario ambiental como sigue: “Este capital está constituido por el cúmulo de conductas y actitudes de la sociedad, tendientes a favorecer la actividad económica y la calidad de vida. Es elemento de identificación común respecto a las formas de gobierno, de expresión cultural y de conducta social, que hace de la sociedad algo más que la suma de un grupo de individuos. Sin este capital es imposible concebir un orden social funcional.” (www.cipma.cl). En Chile estamos viendo como modestos barrios de trabajadores, poblados rurales, comunidades mapuches, pescadores, boteros y pequeños agricultores, comunidades agrarias completas, entre otros, se están descapitalizando socialmente, día a día, debido a la acción depredadora que perpetran muchos empresarios insensibles en contra de ríos, mares, lagos, bosques, humedales, caletas pesqueras, glaciares, playas y muchos otros bienes naturales que supuestamente pertenecen a todos los chilenos. En la capital del país se ha puesto en marcha precipitadamente el proyecto Transantiago sin que la infraestructura esté terminada, generando una notable dismunución de la calidad de vida de la gente que vive en los barrios y poblaciones periféricas debido a que han visto aumentar el tiempo de viaje
entre sus hogares y sus trabajo, en buses con cobertura, frecuencia y capacidad insuficientes y además elevando el costo del transporte público. Los diseñadores de este proyecto, olvidados totalmente de que el objetivo principal debería haber sido el mejoramiento del transporte público para los usuarios, pareciera que desconocen las bases fundamentales del desarrollo sustentable: el crecimiento económico, la protección del medio ambiente y la Equidad Social. El resultado ha sido la destrucción de los sistemas de movilización construidos en décadas de vida comunitaria en los barrios, lo que se traduce simplemente en la pérdida del capital social de las clases más desposeídas. El resultado de esta destrucción sistemática de capital social es inevitablemente la cesantía, la marginación social y finalmente la indigencia y la delincuencia forzada. (Publicado en el diario El Correo del Lago, de Villarrica, el viernes 23 de febrero de 2007. Disponible en línea, en http://www.atinachile.cl/node/22326).