UNIVERSIDAD DEL MUSEO SOCIAL ARGENTINO Cátedra: Metodología del Servicio Social Tema: Socialización y equidad social Fuente: Mate amargo 19/02/2002. Editorial (AM 990 lunes a viernes de 11 a 13 hs.) La tierra está en silencio, los algarrobos apenas se sacuden con la brisa caliente de la tarde de 35 grados a la sombra, doña Eva, arrastra el balde remachado con agua amarronada para la única vieja mula de la familia. Don Roque esta perdido en el campo, juntando ramas desprendidas del algarrobal, prepara el fuego para fabricar el carbón que en una semana habrá de recolectar el camión municipal de la intendencia catamarqueña de Andalgalá. Una radio portátil descuajeringa el silencio. Desde el informativo cuentan que los presidentes latinoamericanos llegaron a Buenos Aires, se reunieron con el presidente Duhalde y a coro pidieron piedad para la Argentina. Como quien ruega al padre mayor del mundo, amo del universo que no aplique el castigo divino sobre nuestras cabezas. Evita que tiene seis años juega con una ramita, mastica el polvo de la soledad más sola y como una cenicienta espera la carroza que traerá tiempos de prosperidad. Sus padres llegaron a ese paraje impenetrable hace veinticinco años. Trabajan de sol a sol, para que cada quince días venga el camión recolector de carbón. Cien bolsas a cambio de dos paquetes de yerba y harina, uno de leche en polvo y un litro de aceite. A veces, la bondad alcanza a desprender fideos o algo más. Evita juega ahora con los dos únicos chanchos, flacos, y de ojos tan tristes como ella. Evita no imagina que este país se divide entre los hijos ricos que tienen tristeza y los chicos pobres que tienen hambre de justicia. Sus padres sí imaginan, pero, la resignación les comió la lengua y entumeció los sentidos. Ahí, la Patria se retuerce en medio de la siesta catamarqueña, en el feudo de los Saadi y los Barrionuevo. Casi como todo este país arado de miseria, como la Corriente chamiga de los Romero Ferís, del King Ranch y los Nosiglia, oligarquías terratenientes, multinacionales y políticos patrones de estancia. Evita juega con la nada mientras la radio comenta que aumentará la nafta y se dice que el gobierno reconoce que puede dar marcha atrás 1
con las retenciones a las exportaciones petroleras, tal lo reclaman las poderosas empresas extranjeras. A esa hora, cuando el sol no tiene piedad, el hijo de un petrolero argentino toma lecciones de tenis en un club de Palermo. A Evita le apreta el estómago y su carita amarilla empalidece. El hambre tiene colores, igual que la muerte, igual que la moral, igual que la Justicia. La radio sigue parloteando y el locutor cuenta que el hermano del ex presidente se agarró a las piñas en un avión, con un pasajero que lo insultó. Don Roque machetea una rama solitaria de algarrobo. La radio parece la única voz humana en todo el paraje; el locutor cuenta que ahorristas desesperados rompen vidrieras y asaltan cajeros. La mujer del carapintada Seineldin pidió a la esposa del presidente Duhalde que lo dejen en libertad. La esposa del presidente apodada Chiche puso como ministra de desarrollo social a su amiga apodada Chichi. La pequeña Evita ya no juega y menos comprende qué es eso de desarrollo social. Su dolor de estómago la está matando. Mamá Eva le pone en la boca un pedazo de pan casero rodeado de moscas. El dolor es llanto y solo la voz de la radio lo tapa por momentos. Cuenta el locutor que en la ciudad de Azul los vecinos descubrieron que más de tres mil cajas de leche del plan vida, que deberían entregar gratis a familias carenciadas fueron vendidas a dos heladerías. Evita se pone morada y doña Eva pega un grito que conmueve al silencio. Don Roque suelta el hacha y corre hacia el rancho. La niña esta tiesa, su cabeza gacha se quedó mirando su tierra y su ramita de algarrobo. Los padres la sacuden como un muñeco al que se le voló el alma, como un país al que se le voló la justicia, como una sociedad a la que se le volaron las ideas. Evita acaba de morir y con ella la Patria. El hijo de un banquero practica con pulcritud su inglés. El hijo de un petrolero y su maestro de tenis perfeccionan el gran juego, igual que los políticos en nombre del país de los olvidos. Esta semana no habrá carbón en el pueblito de Andalgalá. Con esa maderita zurcieron un cajón don Roque y doña Eva, hicieron una cruz, para dar sepultura a Evita, en el fondo oscuro de la patria más árida y seca que nunca.
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