Briznas de hierba Sobre la tetera de lava azul Llegan con su altura de antorchas En un momento para el día De borrones bajo el cielo de leños Donde por la sonrisa alargada de los papagayos encinta por el fuego torturado a la vista del hielo de la nieve primeriza en aludes a cuya estancia llego pleno de alas de libélulas sobre la frente oscura al contacto con arenas debajo del cascarón reventado por árboles en su acción de salvar su amistad con los benditos hongos las amables salamandras y las silenciosas cataratas cercanos a un par de inviernos olvidados por los ojos de una muchacha dulce y sola A quien veo lavarse el mandil Arañado por las agallas del cordero Pues ahora se puede dormir Sobre él Cielo de espejos dentro de todos los crisantemos cultivados sobre las alas de los pastores ciegos Y entenderás por qué el peregrinaje Termina en el fragor de las raíces Cuando rasgas El cristal verdadero 4 de Enero de 1996