6 LA VANGUARDIA
INTE RNACIO NAL
L A N UE V A AGE N D A
SÁBADO, 20 DICIEMBRE 2008
Xavier Batalla
Un escenario apolar De una potencia a muchas Después de 1918, el orden se hizo internacional, no sólo europeo.
Woodrow Wilson, presiden-
te de Estados Unidos, se las vio con dos grandes, Francia y Gran Bretaña. Y una vez derrotada Alemania, los tres trataron de reorganizar el mundo. El resultado fue el tratado de Versalles, que con sus duras condiciones a Alemania allanó el camino hacia otra guerra, y la Sociedad de Naciones, que fracasó.
B
arack Obama será el primer presidente de Estados Unidos que tendrá que vérselas con una realidad multipolar global. Woodrow Wilson tuvo que discutir en Versalles con dos grandes, el británico David Lloyd George y el francés Georges Clemenceau; Harry Truman se las tuvo con Yosif Stalin, líder máximo soviético, en una guerra fría que se prolongó hasta la caída del muro de Berlín, y George H.W. Bush fue el primer presidente estadounidense de un mundo globalmente unipolar. Cuando Obama entre en la Casa Blanca el próximo 20 de enero, tendrá que romper con la mentalidad unipolar de Bush hijo, quien, paradójicamente, le legará un mundo cada vez más multipolar. ¿Multipolar o apolar, como prefieren decir quienes temen que un repliegue estadounidense desemboque en un vacío de poder y no en un equilibrio de poder? La multipolaridad no ha sido muy frecuente en la historia. El paralelismo más próximo lo encontramos en el siglo XIX, cuando la multipolaridad era un fenómeno europeo. Entonces, el poder lo compartían el imperio austrohúngaro, Francia, Gran Bretaña, Prusia y Rusia, una pentarquía que hizo la paz durante muchos años pero que acabó como el rosario de la aurora. El siglo
Barack Obama
Tras la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, el orden internacional se hizo bipolar. Con Harry S. Truman como presidente estadounidense y Yosif Stalin como líder máximo de la Unión Soviética, las dos superpotencias, enfrentadas política, militar y económicamente, libraron una guerra fría que duró más de cuarenta años, hasta la caída del muro de Berlín.
XX empezó con el ingreso en el club de las primeras potencias no europeas: Estados Unidos, cuyo poderío se consolidó con la victoria sobre España en Cuba, y Japón, que al imponerse a Rusia materializó la primera victoria de un pueblo no blanco sobre una potencia occidental. Y la Primera Guerra Mundial cambió la clasificación, que quedó reducida a Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Japón y, para fines limitados, Italia. El resto de la historia ha sido un asunto entre dos (Estados Unidos y la Unión Soviética) y, finalmente, de una sola superpotencia. Pero ¿cómo es el mundo que ahora recibirá Obama? La actual escena internacional es una sociedad, no una comunidad. Y la Administración Bush, con su unilateralismo, ha sido un magnífico ejemplo de cómo actúa un miembro de esta sociedad. Los miembros de una sociedad permanecen aislados a pesar de su asociación. Los miembros de una comunidad están unidos a pesar de su existencia individual. Para utilizar un símil de Schopenhauer, una sociedad puede compararse a una asamblea de puercoespines. Los puercoespines viven en un clima que los empuja a amontonarse para calentarse, pero tienen un instinto de repulsión que procede de su característica estructura anatómica. Es decir, como los estados. A finales de 1990, un año antes de la
El hundimiento del muro de Berlín (1989) y la desaparición de la Unión Soviética (1991) dejaron un mundo unipolar. El primer presidente estadounidense de este orden fue George H.W. Bush, a quien sucedió Bill Clinton. Bush hijo militarizó la política exterior y pretendió prolongar la unipolaridad, pero dejará la presidencia cuando el escenario del futuro se anuncia multipolar o, quizá, apolar.
desaparición de la Unión Soviética, Charles Krauthammer publicó un ensayo, The unipolar moment, con el que lanzó la idea del mundo unipolar. Krauthammer dijo que se equivocaban quienes, después de la guerra fría, pronosticaban una escena multipolar, con una dispersión del poder, y situó la influencia en Estados Unidos, que sería capaz de cambiar el mundo. Niall Ferguson, autor de Coloso y nada entusiasta de la multipolaridad,
El mundo unipolar no dura mucho porque la historia, dice Niall Ferguson, no soporta una hiperpotencia afirmó hace cuatro años que la unipolaridad no duraría, pese al empeño de Bush, por la simple razón de que “la historia no soporta una hiperpotencia”. Thomas L. Friedman, un entusiasta de la globalización, considera que el mundo que recibirá Obama es plano gracias a la globalización y multipolar por culpa del petróleo. Según Friedman, el mundo es multipolar porque el poder estadounidense es contestado desde todas las esquinas del mapa: por un lado,
será el primer presidente estadounidense que se las tenga que ver con una realidad multipolar global. El orden del siglo XIX fue multipolar, sólo con potencias europeas (Austria, Francia, Inglaterra, Prusia y Rusia). En el siglo XXI, la multipolaridad será global, con China e India como grandes potencias emergentes.
desde China e India, porque son gigantes que trabajan duro, y, por otro, desde un eje, integrado por Rusia, Venezuela e Irán, que usa el petróleo como arma política. Pero ¿cómo será esta escena: multipolar o apolar? Ferguson se remonta a los siglos IX y X para anunciar qué pasará si se impone la apolaridad. Hace diez siglos, el liderazgo en Occidente estaba dividido entre el Papa y los hijos de Carlomagno, que se repartieron el imperio; el califato se deslizaba por un plano inclinado, y China se la disputaban dos dinastías. El resultado fue un mundo, entonces la antítesis de la globalización, fraccionado en civilizaciones. Pero no hace falta retroceder tanto para ver qué pasa cuando la multipolaridad deja paso a la apolaridad: el fracaso de la Sociedad de Naciones condujo al desastre. ¿Qué pasará con la presidencia de Obama? Unos se dicen convencidos de que más multilateralismo reforzará a la ONU, que entonces podría actuar como un sujeto. Pero otros prefieren seguir viendo a la ONU como un objeto, ya que consideran que más multilateralismo sólo hará que la organización sea irrelevante. El problema, pues, sigue siendo el de siempre: cómo hacer una comunidad de una asamblea de puercoespines.