Xavier Batalla. Historia Sin Fin

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4 LA VANGUARDIA

INTE RNACIO NAL

DOMINGO, 15 FEBRERO 2009

La nueva Casa Blanca Xavier Batalla

Historia sin fin

V HASAN SARBAKHSIAN / AP

La cara amable. El ex presidente iraní Jatami aparece al fondo a su llegada, ayer, a un mitin en Teherán, uno de los primeros que celebra tras anunciar que se presenta de nuevo a las elecciones

A Irán le basta con mostrarse capaz de fabricar la bomba La caída del petróleo puede forzar a Teherán a aceptar un pacto >> VIENE DE LA PÁGINA ANTERIOR

más intransigentes, la estrategia de Obama se ve abocada al fracaso. “No creo que vaya salir nada –declaró a La Vanguardia Michael Ledeen, de la Fundación para la Defensa de las Democracias, un think tank muy conservador–. Hemos hablado con los iraníes desde hace treinta años, todos los presidentes desde Carter, y sin éxito. Irán es un régimen dedicado a la destrucción de EE.UU. Lo anunciaron el día de la revolución y

no han dejado de decirlo y de actuar en consecuencia”. En el equipo de Obama también son conscientes de los peligros. Consideran que el proyecto nuclear iraní es “casi imparable”, pero merece la pena intentarlo. Un factor clave es la espectacular caída del precio del petróleo, que castiga a la economía iraní. En estas condiciones, a Teherán puede serle más tentador aceptar un pacto, pues las sanciones adicionales serían muy dolorosas. La ambigüedad siempre ha sido

Washington cumple el desarme ]La Federación de Científicos

Estadounidenses y el Congreso confirmaron por separado el pasado jueves que EE.UU. ha cumplido ya, con más de dos años de antelación sobre el plan previsto, el pacto firmado en Moscú entre Bush y Putin, en el 2002, para la reducción de las cabezas nucleares desplegadas. Se trata de un importante logro en el camino hacia el desarme atómico que la anterior Administración hizo posible y que Barack Obama quiere consolidar mediante nuevos acuerdos con Rusia. Según el presidente norteamericano, las superpotencias de-

ben dar ejemplo para ser creíbles en su lucha contra la proliferación. EE.UU. tiene ahora menos de 2.200 cabezas nucleares desplegadas. Aún quedan varios miles en reserva y otras tantas pendientes de desmantelar. Pero la reducción ha sido sustancial frente a las más de 20.000 que poseía al final de la guerra fría. Obama envía también señales a Moscú de que, a cambio del apoyo ruso para presionar de verdad a Irán a que renuncie al arma nuclear, Washington podría abandonar sus planes de instalar un sistema antimisil en Europa oriental.

el gran aliado de Irán en su negociación con Occidente sobre la cuestión atómica. Para lograr el objetivo de blindar su régimen ante un ataque exterior y conseguir la influencia a que cree tener derecho en el golfo Pérsico, a Irán puede bastarle con demostrar que tiene la capacidad para obtener la bomba en un plazo muy corto. Algunos expertos ven ahí el modelo japonés. Oficialmente es una potencia no nuclear, pero se sabe que contaría con la capacidad tecnológica para fabricar muy pronto la bomba en caso necesario. Corea del Norte y China toman nota. Bush obtuvo un éxito muy relevante –aunque sin cobrarse nunca el rédito que mereció– cuando en el 2003 logró un pacto con la Libia de Gadafi para que desmantelara sus instalaciones nucleares, renunciara al terrorismo y pagase indemnizaciones a las víctimas de varios atentados aéreos. Hoy el material nuclear libio está a buen recaudo en instalaciones estadounidenses. El caso iraní es de una envergadura mucho mayor. No está claro qué haría Obama si los iraníes, pese al cortejo diplomático, no renuncian al programa atómico. ¿Se aceptaría la coexistencia, mediante un vigoroso sistema de contención y sanciones? ¿O estaría EE.UU. dispuesto a una acción armada, directa o mediante el intermediario israelí? El envite está en una fase con todos los interrogantes abiertos.c

einte años se cumplen hoy de la retirada soviética de Afganistán. Moscú envió sus tropas para eliminar la amenaza islamista en el bajo vientre de su imperio. Posiblemente, el Kremlin creyó en una victoria rápida, pero los soldados permanecieron en Afganistán un decenio, antes de emprender la humillante retirada que se completó el 15 de febrero de 1989. Dos años después, la Unión Soviética desapareció. La situación ha dado un vuelco dos decenios más tarde. Rusia se declara ahora dispuesta a cooperar activamente en materia de defensa con el presidente afgano, Hamid Karzai. “Como amiga de Afganistán, Rusia está dispuesta a cooperar”, rezaba un comunicado del presidente Dimitri Medvedev hecho público a mediados del mes pasado. Y Karzai advirtió la semana pasada que si Estados Unidos no cumple el programa de ayuda a las fuerzas armadas afganas, el trabajo lo podrán hacer otros países. Karzai ha sido un estrecho aliado de Washington, pero parece haber caído en desgracia para la Administración Obama, que ha hecho de la guerra de Afganistán su gran reto exterior. Hillary Clinton, secretaria de Estado, lo dijo en enero, cuando fue confirmada en su cargo: Afganistán es un “narcoestado” con un gobierno “de capacidad limitada y una corrupción galopante”. No parece, pues, que Karzai vaya a ser el candidato de Washington en las elecciones presidenciales previstas para el próximo agosto. Los estadounidenses se felicitaron cuando derrocaron en pocas semanas a los talibanes en el otoño del 2001. Pero se precipitaron, como ha

Veinte años después de la derrota soviética, Afganistán es el gran reto exterior de Obama acostumbrado a ocurrir con los extranjeros en Afganistán. Aaron Sorkin, el celebrado guionista de El ala oeste, lo ha explicado en La guerra de Charlie Wilson. Para escribir el guión de esta película, Sorkin echó mano de la historia de un maestro zen que observa a los habitantes de su aldea que están locos de alegría porque a un muchacho le han regalado un caballo. Ante la alegría de todos, el maestro, prudentemente, les dice: “Ya veremos”. Poco después, el muchacho cae del caballo y se rompe una pierna, lo que el pueblo interpreta como una maldición. El maestro, sin embargo, les dice: “Ya veremos”. Más tarde, estalla una guerra y el joven, a causa de su pierna herida, no es reclutado, lo que los aldeanos entienden como una señal de que, después de todo, el caballo fue un regalo maravilloso. Pero el maestro zen les dice: “Ya veremos”. En Afganistán, la historia tampoco tiene fin. Los islamistas derrotaron a los soviéticos, lo que Washington interpretó como un regalo maravilloso. Pero las guerrillas musulmanas se enfrentaron más tarde en una guerra que desembocó en la victoria de los talibanes. A continuación, el régimen talibán dio refugio a Osama bin Laden y Washington se embarcó en el 2001 en otra guerra afgana interminable y que Newsweek compara con Vietnam. Ya veremos.

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