Vasquez Carlos 7 Claves Ignacianas Para La Lectura De La

  • Uploaded by: Jesus María Pastoral Argentina Uruguay Jesus Maria
  • 0
  • 0
  • October 2019
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Vasquez Carlos 7 Claves Ignacianas Para La Lectura De La as PDF for free.

More details

  • Words: 4,980
  • Pages: 14
7. CLAVES IGNACIANAS PARA LA LECTURA DE LA AUTOBIOGRAFIA Carlos Vásquez S.I. PRESENTACIÓN Acercarse a la Autobiografía Ignaciana a través de una lectura pausada y orante, suscita en nosotros muchas reflexiones. Unas tienen que ver con la persona de Ignacio de Loyola a quien uno mismo termina por admirarlo y sentirse animado a acompañarlo en su propuesta apostólica, en su camino, en su peregrinación… Otras reflexiones tienen que ver con el propio camino espiritual. Nos cuestiona seguramente sobre si hemos o no tomado en serio el camino de nuestra vida interior. Varias claves de lectura parece necesario ir haciendo a medida que nos introducimos en el Relato del Peregrino. Tomaremos ahora las más relevantes que surgen como complemento a la lectura que hemos realizado. 1. LAS ETAPAS DE SU ITINERARIO HUMANO Y ESPIRITUAL Desde los inicios en Loyola hasta sus últimos días en Roma, Ignacio ha recorrido un verdadero itinerario no solo físico sino, sobre todo, interior. Sinteticemos ese doble recorrido, etapa tras etapa, en un rápido resumen: 1. Las lecturas y reflexiones, la diversidad de espíritus y la visión de la Virgen en Loyola. 2. La confesión general y la noche de su vela de armas espirituales en Monserrate. 3. En Manresa su vida de mendigo, sus penitencias increíbles, sus tentaciones y escrúpulos y sus gracias místicas que culminan en la ilustración del Cardoner. Fruto de todo esto son, al menos en sus partes sustanciales, los Ejercicios Espirituales. 4. La peregrinación a Tierra Santa y sus pretensiones de quedarse allí en oración y actividad apostólica. 5. Los largos y difíciles años de sus estudios, la reunión de compañeros y planes de apostolado en Montmatre. 6. La ordenación sacerdotal en Venecia y la definitiva visión de la Storta, camino de Roma. 1

7.

En los años de Roma hasta su muerte, el trabajo de las Constituciones, la maravilla de su Diario Espiritual y su voluminoso Epistolario1.

2. EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL COMO IMPRESCINDIBLE PARA LA COMPRENSIÓN DE PEREGRINACIÓN.

LA SU

CLAVE DOBLE

Ignacio nos relata que en esos primeros tiempos de su conversión “no sabía qué cosa era humildad, ni caridad, ni paciencia, ni discreción para reglar ni medir estas virtudes…”(n. 14). La discreción espiritual o el discernimiento es la herramienta fundamental de su peregrinar físico y espiritual. En sus años de madurez se ha convertido ya como en el aire que respira. El discernimiento espiritual ignaciano es mucho más que la sabiduría humana o el sentido común. Llega a ser una virtud que, en cualquier ocasión, permite “distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rom. 12,1). Abarca, pues, desde el discernimiento de las mociones interiores hasta el de las realidades exteriores y aparentemente insignificantes de la vida. La palabra discreción, que aparece en los Ejercicios, se convierte en las Constituciones en un instrumento imprescindible para el jesuita formado y para todos aquellos que sigan el camino ignaciano. Se la cita más de cuarenta veces, sin contar los sinónimos, que también son abundantes…2 Ampliaremos estas notas sobre el discernimiento cuando tratemos la eximia ilustración del Cardoner más abajo. 3. LA VIDA MÍSTICA. El camino espiritual cristiano. Nos referimos ahora a la vida mística y a los fenómenos particulares que acompañaron la experiencia espiritual de Ignacio. Ante todo, a las visiones e ilustraciones tenidas sobretodo en Manresa pero que le seguirán hasta el final de su vida. Nos referimos también al don de lágrimas que es prácticamente único en toda la historia de la espiritualidad cristiana y, finalmente, nos referimos a algunos dones muy especiales como la ilustración del Cardoner, 1 2

Cfr. Granero Jesús María, S.I., Espiritualidad Ignaciana, Madrid 1987, pp. 377 y ss. Cfr. Rambla Josep María, S.I., El Peregrino, Sal Terrae, 1983, p. 37., nota, 3. 2

a la manera de percibir y ver la acción de la Trinidad en él y en el mundo, y a la gracia confirmante de La Storta. Estos dones tan particulares muestran a Ignacio como alguien que ha recibido el don de la vida mística o contemplación infusa. Nos detendremos en este punto decisivo un momento. La vida mística no es algo extraño a nuestro camino espiritual. La vida mística es el desarrollo natural de la vida espiritual que evoluciona sucesivamente en diversos grados y algunos fenómenos que la acompañan. Su punto de partida es el bautismo. De allí, sumergidos e insertados en Cristo, como expresa San Pablo, estamos llamados a desarrollar esa semilla de vida divina que hay ya en nosotros. Es, por tanto, una vida y una vida interior magnífica, que necesita y supone el desarrollo que toda vida supone si se quiere desplegar en plenitud. La finalidad del desarrollo de la vida interior es la unión con Dios, sentido de toda nuestra vida, “principio y fundamento”, diría Ignacio, de la visión cristiana de la existencia. Es importante aclarar que “místico” significa misterioso… De hecho, todo encuentro con Dios posee esa característica. No es, pues, algo extraño sino lo natural del encuentro del hombre y la mujer con Dios3. Fijémonos en esto: todos hemos sido creados para vivir la plenitud del amor de Dios. Si desarrollamos en nosotros la gracia del bautismo, iremos logrando la intimidad divina, el encuentro íntimo con Dios. Este proceso, obviamente, es un camino, tiene sus grados y supone que entramos hacia nuestro interior con decisión. Los autores espirituales llaman a este paso, la conversión. Y hay, como en todo en la vida, diversos grados de interiorización… En este contexto, aunque la vida mística es un don de Dios éste la concede a quienes se “preparan y disponen” (EE. n., 5), como pide San Ignacio a quien empieza los Ejercicios Espirituales. De esta manera, los Ejercicios deben mirarse como un camino para introducirnos en la vida interior y para convertirnos y avanzar sucesivamente, ya equipados, en los diversos grados de esa vida interior. Los autores de la vida interior están de acuerdo en que Dios concede la vida mística a quien quiere, como quiere y cuando quiere pero, sin embargo, coinciden también en que si de nuestra parte hay una respuesta de entrega generosa al llamado de Dios a la intimidad, esta gracia especial de la vida mística no faltará en nuestras vidas. Los fenómenos que usualmente la acompañan no son sistemáticos ni se dan en todos los grados de oración ni por 3

Santa Teresa, Moradas, I, 1,1; Vida, V, 5, 9 3

igual a todos. Inclusive, en algunos hombres y mujeres de altísima vida mística, no aparecen externamente estos fenómenos especiales4. Notemos claramente que la oración es el camino para encontrarnos con Dios, para estar con El, para vivir su intimidad, para amarse mutuamente. Por esta razón hay grados de intimidad, grados de amor, grados de unión con Dios. Lo normal sería que fuéramos avanzando en esos grados de oración… pero muchas veces nos quedamos en alguno o simplemente no avanzamos o, lo peor, no entramos en lo que se supone es el proceso fundamental de desarrollo de la vida interior5. “Dios está en el fondo de cada ser, y está dentro de nosotros mismos –dice Ernesto Cardenal6. Para encontrarlo a Él no es necesario caminar lejos, ni salir de uno mismo. Y no es necesario caminar lejos para encontrar la felicidad sino que basta encontrarse a uno mismo. Basta descender al fondo del propio ser y descubrir la propia identidad (que es Dios)…pero los hombres modernos tratan de huir siempre de ellos mismos. No pueden estar nunca ni solos ni callados porque eso sería estar con ellos mismos, y por eso los lugares de diversión y los cines están llenos de gente. Y si alguna vez quedan solos y están a punto de enfrentarse con Dios, prenden la radio o la televisión”. Estos autores espirituales describen a la oración como un encuentro personal en el amor entre Dios y el hombre y la mujer7. Se dice en el libro del Exodo que Moisés “hablaba con Dios como un amigo habla con otro”. Esto es exactamente la oración y esta relación interpersonal que allí se desarrolla posee grados, como decíamos, y es necesario un acompañamiento particular pues uno entra a un mundo verdaderamente novedoso, interior, el mundo de Dios8. 4

Cfr. Arintero Juan G. O.P., Grados de Oración y principales fenómenos que les acompañan, editorial Fides, Salamanca, 1950, Conclusiones, pp. 260 y ss. El autor hace un análisis profundo sobre lo que sería lo “ordinario” y lo “extraordinario” en la vida espiritual. Para el P. Arintero, lo ordinario es que todo cristiano pueda desarrollar a plenitud la vida divina que se ha iniciado con el Bautismo. Todo va a depender de nuestra generosidad y respuesta al llamado a la intimidad del amor divino que Dios nos hace y que a nadie negará. 5 Cfr. Arintero Juan G.,O.P., Grados de Oración y principales fenómenos que les acompañan, Editorial Fides, Salamanca, 1950, artículo II. Cfr. también, Lagrange Garrigou, O.P., Las tres vías y las tres conversiones, Editorial poliglota, Barcelona, 1936, pp. 68 y ss. Cfr. Green Thomas, S.I., Abrirse a Dios, Sal Terrae, España, 1997, toda la primera parte. Cfr. Green Thomas, S.I., Cuando el pozo se seca, Sal Terrae, España, 1999, del conocimiento al amor, pp.pp. 35 y ss. 6 Cardenal Ernesto, Vida en el Amor, editorial Trotta, 1997, p. 26 7 Cfr. Santa Teresa, Las Moradas, “Moradas cuartas”, c.I. 8 Cfr. Green, Thomas, Abrirse a Dios, pp. 61-62. 4

“La oración no es más que establecer contacto con Dios. Es una comunicación con Dios, y no necesita ser con palabras ni aun con la mente. Uno puede comunicarse con la mirada, o la sonrisa, o los suspiros, o con actos… todo lo que hacemos podemos hacerlo oración. El trabajo es una oración existencial…”9 “Puesto que Dios está en el fondo de cada alma, el fondo del alma es infinito, y no se puede llenar con nada sino con Dios. Un vino que sacie tendría que ser infinito. Y sólo sacia el agua que Cristo ofreció a la Samaritana junto al pozo, y que es ese vino….”10 Existen unas ETAPAS en este proceso de evolución de la vida interior y que en toda la historia de la espiritualidad cristiana se han distinguido como un momento purgativo en el cual la persona busca irse purificando progresivamente de todo aquello que le impide el encuentro con Dios; es como la primera conversión. Segundo, un momento iluminativo, en el cual la persona va iluminándose progresivamente en todo lo referente a la vida espiritual, a las relaciones consigo mismo, con los demás, con su mundo y su entorno. Es como la segunda conversión. Y, finalmente, un momento unitivo, o sea, un estado de unión profunda con Dios11. Es como la tercera conversión. Este último estado es un umbral de la vida eterna y, definitivamente, la plenitud de este proceso de unión con Dios sólo se alcanza en la vida eterna, en la gloria. “La presencia de Dios es inefable, velada, y se va haciendo más inefable conforme Dios se acerca más. Es como una especie de film transparente, delicadísimo, que se interpone entre la percepción y la realidad. Y nosotros no debemos tratar de forzar esa inefabilidad, de romper ese velo… estamos tan cerca de El que no le vemos… La razón por la cual la gente no suele experimentar la presencia de Dios es porque estamos acostumbrados a que toda experiencia nos venga de afuera, y esta experiencia es de dentro. Estamos volcados hacia el exterior, pendientes de las sensaciones de afuera, y entonces se nos pasan inadvertidos los toques y las voces de dentro… Creemos que si Dios nos hablara sería con una voz material, que nos entrara desde fuera por los oídos… Y Dios está en todas partes pero su voz sólo se oye en el silencio.”12 9

Cardenal Ernesto, Vida en el amor, editorial Trotta, 1997, p. 27 Ibíd., o.c., p. 44 11 Cfr. Arintero, O.P., o.c., artículos III, IV, VII, VIII y IX Cfr. Lagrange Garrigou, O.P., o.c., capitulos I., II y III. 12 Cardenal, Ernesto, o.c., p. 28 10

5

“Todo nuestro ser está diseñado para amar a Dios, y para poseerlo y gozarlo, como el cuerpo de la macarela está diseñado para nadar en el agua y el de la gaviota para volar sobre el mar..."13 Las referencias bibliográficas que hemos hecho aquí complementarán y enriquecerán este camino espiritual del que conocemos, desafortunadamente, muy poco. En este camino espiritual la acción de Dios se expresa a través de los dones del Espíritu Santo14 y Él va tomando cada vez más, la iniciativa. San Juan de la Cruz afirma “que en este negocio –de la vida de oración- es Dios el principal agente y el mozo del ciego que la ha de guiara por la mano a donde ella no sabrá ir, todo su principal cuidado ha de ser mirar que no ponga obstáculo al que la guía según el camino que Dios le tiene ordenado en perfección de amor…. Y este impedimento le puede venir si se deja llevar y guiar de otro ciego”15. Los Ejercicios Espirituales Ignacianos son un camino para introducirnos y equiparnos muy seriamente en este camino espiritual. Allí recorremos en alguna forma, las tres etapas de la vida interior. Pero, sobre todo, nos equipamos con el discernimiento espiritual, imprescindible en este camino interior, y podemos llegar a vivir la experiencia del encuentro con Dios. Ernesto Cardenal expresa, en este sentido, que “una vez que uno ha probado una gota de Dios queda loco para siempre… ya no puede seguir llevando la misma vida de antes, asistir a su oficina todos los días y mantener las convenciones sociales, sino que es un hombre que se vuelve loco y hace disparates: puede salir a la calle en harapos o con un cucurucho en la cabeza para que se rían de él, o predicar en las calles, o encerrarse por el resto de sus días en una celda, o besar a los leprosos…. Es lo que la gente llama una conversión”16. A modo de ilustración para nosotros y sin profundizar en ello pero ubicándonos así para el análisis de la mística ignaciana, proponemos el proceso de los 9 grados de la oración y las referencias necesarias bibliográficas.

13

ibíd., p.44 Arintero, Juan, O.P., o.c., pp. 12-13 y 265. 15 San Juan de la Cruz, Llama de Amor viva, canción 3ª, verso 3, número 4. 16 Cardenal, Ernesto, o.c., p.46 14

6

1. Oración ascética o aquella en la cual predomina nuestro esfuerzo. Momento de purificación. 1.1 Oración vocal. Recomendada por San Ignacio en su autobiografía y en los Ejercicios Espirituales. 1.2 Oración mental, discursiva, meditación (la oración predominante en la primera semana de los Ejercicios Espirituales). 1.3 Oración afectiva (donde suele ubicarse la contemplación ignaciana, la repetición, el resumen… de la segunda semana de los Ejercicios Espirituales). 2.

Grados de transición a la vida mística en los cuales predomina lo afectivo y la simplicidad en la oración. Momento iluminativo.

2.1 La oración afectiva. 2.2 La oración de simplicidad o de simple vista amorosa. En todo el proceso anterior se ha ido realizando la noche activa del sentido en la cual uno hace la purificación con su esfuerzo y disciplina. 3. Grados de oración mística 3.1 Grados de la oración conformativa: 3.1.1 Oración de recogimiento infuso. Unión del entendimiento con Dios. Fenómenos que pueden acompañarla: admiración, suspensión, silencio espiritual. 3.1.2 Oración de quietud. Unión de todas las facultades humanas con Dios. Facilidad para encontrar a Dios en todas las cosas. Fenómenos que pueden acompañarla: toques y halagos divinos, dardos de fuego, éxtasis, arrobamientos, raptos de amor, vuelos del espíritu, levitación, bilocación, estigmatización. Se da la noche pasiva del espíritu. Purificación interior para someter todos los sentidos a la razón. 3.2

Grados de unión transformativa. Momento unitivo.

3.2.1 Desposorio místico. Ocurren éxtasis y raptos. Se recibe el místico anillo. 3.2.2 Matrimonio espiritual. Grandes raptos y vuelos del espíritu. Dardos divinos. La transformación dolorosa como en el Huerto de los Olivos. 7

Toques sustanciales. Ocurre la noche del espíritu: prolongada y terrible purgación pasiva17. 4.

LAS GRACIAS O DONES ESPECIALES QUE IGNACIO RECIBIÓ DESDE LOS COMIENZOS DE SU VIDA INTERIOR. ALGUNAS SUGERENCIAS PARA SU COMPRENSIÓN.

4.1

EL DON DE LÁGRIMAS: es una realidad que desde los comienzos de su vuelta a Dios, Ignacio le dio una importancia decisiva en su vida espiritual. En los Ejercicios y en su Diario Espiritual las menciona con frecuencia y las considera como un gran don de Dios. En los Ejercicios, por ejemplo, quiere que el ejercitante las busque y las fomente y las pida a Dios: “demandar lo que quiero, será aquí pedir crecido e intenso dolor y lágrimas por mis pecados”(n.55). Lo mismo indica en las contemplaciones de la Pasión, tercera semana de los Ejercicios (n. 155 y 203).

Para Ignacio el don de lágrimas es uno de los efectos de la consolación divina. “Asimismo, cuando lanza lágrimas motivas a amor de su Señor, ahora sea por el dolor de sus pecados o de la pasión de Cristo nuestro Señor o de otras cosas derechamente ordenadas en su servicio y alabanza” (EE., n.116). Existe una carta muy particular en la cual le aconseja al Duque de Gandía, San Francisco de Borja, que en lugar de acudir más a penitencias exteriores para buscar las lágrimas y, por tanto, la consolación (como indicaba el mismo Ignacio en los Ejercicios) busque “más inmediatamente al Señor de todos, es, a saber, sus santísimos dones, así como una infusión o gotas de lágrimas, ahora sea primero sobre los pecados propios o ajenos; ahora sea segundo en los misterios de Cristo N.S. en esta vida o en la otra; ahora sea tercero en consideración y amor de las Personas divinas. Y tanto son de mayor valor y precio cuanto son en pensar y considera más alto. Y aunque en sí el tercero sea más perfecto y el segundo más que el primero; aquella parte es mucho mejor para cualquier individuo, donde Dios N.S. más se comunica mostrando sus santísimos dones y gracias espirituales…”18 17

Cfr. Santa Teresa de Jesús, Las Moradas. Cfr. San Juan de la Cruz, El Cántico Espiritual. Llama de Amor viva. Subida al Monte Carmelo. Cfr. Arintero Juan, O.P., Grados de Oración y principales fenómenos que les acompañan. Evolución Mística, editorial San Esteban, Salamanca, 1989. Cfr. Lagrange, Garrigou, O.P., Las tres vías y las tres conversiones. 18 Epistolae, II, 236. Citado por Granero S.I., Espiritualidad Ignaciana, o.c., p. 283 8

Es valioso anotar que el mismo Ignacio escribió al Padre Nicolás Guadano quien se lamenta de no sentir esta clase de consolación espiritual lo siguiente: “el don de lágrimas no se puede pedir absolutamente, porque no es necesario, ni es del todo bueno y conveniente para todos… a quienes Dios N.S. da tal resolución de lágrimas…no por eso los tales tienen mayor caridad ni son más eficaces que otros que no tienen tales lágrimas… Y le digo además que, si yo tuviese en mis manos el darles lágrimas a algunos, no se las daría, porque no les ayudarían para la caridad y les dañaría el cuerpo y la cabeza, impidiendo cualquier ejercicio de caridad… así que V.R. no se apure por la falta de lágrimas y conserve esa buena y eficaz voluntad que muestra en sus obras, que esto basta para la propia perfección y ayuda de los otros y para el servicio divino”19. En el relato del peregrino aparecen las lágrimas con frecuencia. En los números 28, 33, 98, 100 y 101. En su Diario Espiritual, como veremos, anota la efusión de lágrimas hasta 175 veces en los primeros cuarenta días… Dice el P. Ignacio Iparraguirre S.I., que en ellas nosotros podemos percibir que Ignacio tenía “una vivencia sabrosamente sentida de la íntima comunicación de Dios a su alma… el eco de la voz de Dios… el rebosar del desbordamiento producido por la catarata de dones particulares…”20 Para Ignacio, las lágrimas más que un don gratuito de Dios y un gozar de su presencia, eran una manera de confirmar la voluntad de Dios sobre algo concreto que él estaba discerniendo, como veremos en el Diario Espiritual. Ignacio veía en ellas ordinariamente y según el caso, la señal de que Dios le confirmaba algo que era su voluntad, meta de todas sus aspiraciones. 4.2 LA ILUSTRACIÓN DEL CARDONER (Autob., n.30). Hemos hablado varias veces de ella. Pero es imprescindible ubicarla ahora dentro de las gracias místicas especialísimas que recibió Ignacio. Conocemos su influjo en su vida espiritual, en la fundación de la Compañía de Jesús, en la elaboración de los Ejercicios Espirituales, en su visión del mundo, de la vida y, en general, de ver todas las cosas. Como hemos mencionado antes, todo le parecía nuevo, “como si fuese otro hombre”. Se ha llamado en la Compañía a esta gracia especial como la “eximia ilustración del Cardoner” y el santo le atribuyó un influjo definitivo durante toda su vida. El P. González de Cámara nos cuenta que Ignacio, al responderle 19 20

Epistolae, V, 714. Citado por el P. Rambla, o.c., p. 46, nota 17. 9

a preguntas que le había planteado sobre unos puntos de las Constituciones le dijo: “a estas cosas todas se responderá con un negocio que pasó por mí en Manresa” (FN., I, 610). La ilustración del Cardoner, en efecto, abarca toda la amplitud de la realidad: “las cosas de la vida espiritual”, es decir, los movimientos del Espíritu en nuestra vida; “las cosas de la fe”, es decir, las verdades reveladas en su armónica relación; “las cosas de las letras”, o sea, todo lo que constituye el objeto del conocimiento natural, tanto los objetos particulares como su conjunto… una visión sintética y orgánica.21 Los grandes comentaristas de la Compañía sobre el tema de la ilustración del Cardoner afirman, en conjunto estas cosas: 1. Que fue una ilustración eximia del entendimiento. Esta ilustración le dio un visión sintética y orgánica de muchas cosas de su vida. 2. Que la lección recibida fundamental fue la de poseer la plena capacidad del discernimiento espiritual. Polanco decía que “esta gracia le permitía penetrar con unos nuevos ojos del espíritu todas las cosas divinas y humanas” (FN., II, 256). 3. Que esa mirada nueva y totalizante que recibe Ignacio constituye uno de los rasgos distintivos de la espiritualidad Ignaciana. 4. Que a la luz de todo lo anterior podemos comprender cuál es el fundamento de la tradición que sitúa el origen de los Ejercicios y de la Compañía de Jesús en la ilustración del Cardoner. Comenta el P.Rambla que “con un don tan precioso de discernimiento, dispone Iñigo de un instrumento para interpretar la rica experiencia propia e irla convirtiendo en el método de búsqueda evangélica que son los Ejercicios. Así puede afirmarse que los Ejercicios proceden substancialmente de la experiencia del Cardoner. Por lo que se refiere a la Compañía transcurrirán muchos años e Iñigo no sabrá del todo adónde quiere conducirle Dios con aquella nueva visión… pero la luz del Cardoner fue el foco con el que se desvanecieron tantas oscuridades hasta el momento de ver con claridad la fundación de la Compañía de Jesús”22. Los autores de la vida mística anotan que estas ilustraciones intelectuales son fenómenos espirituales que acompañan con frecuencia y de diversas maneras a aquellos que ya están en la contemplación. Las sustanciales, como la del 21 22

Cfr. Rambla S.I., o.c., p. 48, nota 23. Ibíd, p. 49 10

Cardoner en Ignacio, consisten en la repentina infusión de una idea mental simplicísima, tan fecunda y luminosa como compendiosa en que el alma descubre a veces toda una larga serie de misterios tan superiores al alcance humano, que ni siquiera después de conocerlos encuentra las más de las veces ninguna suerte de palabra o símbolos con que expresarlos o representarlos23. San Juan de la Cruz afirma que son de un valor inapreciable y que en ellas no cabe el menor engaño. El efecto que producen no es variable o pasajero, ni menos incierto o inconstante. Son seguras y eficaces y nunca se borran de la memoria. Se realizan inmediatamente y el alma siente plena conciencia de la luz y energía que con ellas recibe para cumplirlas.24 4.3

LA VISIÓN DE LA STORTA (Autob., n. 96). Es esta gracia una visión unida a una locución particular, como podemos leer en el texto de Ignacio. La visión consiste en que Iñigo “vio claramente que Dios Padre le ponía con Cristo, su Hijo, que no se atrevería a dudar de esto, sino que Dios Padre le ponía con su Hijo”. La locución consiste en que Inigo sintió cómo el Padre le imprimía en el corazón estas palabras: “Yo os seré propicio en Roma”… ambos fenómenos místicos son explicados por los autores que hemos estado analizando a lo largo de este documento.

Los comentaristas de la Compañía de Jesús son unánimes en manifestar que la gracia recibida en la Storta, pequeña capilla a 40 kilómetros de Roma, tiene características muy precisas: 1. La confirmación del nombre de la Compañía de Jesús. Tanto que el P. Polanco afirmaba “que en esto del nombre tuvo tantas visitaciones y tantas señales de su aprobación y confirmación deste apellido, que le oí decir al mismo P. Maestro Ignacio que pensaría ir contra Dios y ofenderle, si dudase que este nombre convenía” (FN., I, 204). 2. Una unión íntima con Cristo que le confirmaba una especial protección de Dios y una llamada al servicio de Jesucristo. 3. Además, la gracia de Iñigo se abre a dimensiones que desbordan la vida individual del mismo santo: el futuro y la Compañía de Jesús. La referencia a Roma indica ya un viraje del camino de Jerusalén hacia la ciudad del Papa, centro de expansión del cristianismo25.

23

Cfr. Arintero, Juan O.P., Evolución Mística, p.363-368. Cfr. San Juan de la Cruz, Subida 2, c. 31; Arintero, ibíd., p.364; Santa Teresa, Vida, c. 25 25 Cfr. P. Rambla, S.I., o.c., p. 97, nota 13. 24

11

Los autores de la vida mística anotan, por su parte, que las locuciones formales, como explica Santa Teresa26, tocan al alma sin que ella en nada contribuya a dispararlas. Siempre vienen con gran eficacia y suma claridad. Las oye distintamente sin perder una sola sílaba. Así nota y siente claro que es Dios quien le habla, y no puede tener ello la menor duda, pues que Él se deja sentir con plena evidencia. Por esto no se le olvidan ni se le confunden jamás. Y siempre resultan verdaderas en sí mismas, aunque a veces quepa algún error en entenderlas o interpretarlas. Cuando se refieren a asuntos futuros, se verán fielmente cumplidas, aunque no siempre del modo que se espera. Estas, pues, son en sí mismas seguras27. Recordemos que al año siguiente de la visión y locución de la Storta el Papa Paulo III, desconcertado y lúcido a la vez, exclamaría: “Por qué suspiráis tanto por ir a Jerusalén? Buena y verdadera Jerusalén es Italia, si deseáis hacer fruto en la Iglesia de Dios” (FN., III, 327). 5. ORIENTACIÓN IGNACIANA.

TRINITARIA

DE

LA

ESPIRITUALIDAD

El misterio trinitario parece que deslumbra a Ignacio y le apasiona tanto o más que aquellos primeros días de Manresa. Cuando uno se sumerge en la lectura del Diario Espiritual y reflexiona sobre lo que va leyendo, es inevitable sentirse como suspenso, encogido y maravillado hasta el extremo ante las incesantes mociones espirituales que tiene el santo en su contacto no interrumpido con lo divino. Ignacio va pasando de la inmersión en la esencia divina hasta el misterio trinitario. De la Trinidad beatísima descendía a la persona de Jesucristo y alternativamente volvía a remontarse de nuevo hasta la Trinidad. Las menciones de la Trinidad que hace Ignacio en su Autobiografía y luego en el Diario Espiritual serán el objeto de nuestro próximo estudio. Iremos directamente a las fuentes. Es imprescindible una comprensión clara de todos nosotros de este aspecto distintivo de la espiritualidad ignaciana. Volveremos sobre él en las próximas semanas. Por ahora, se hace imprescindible que conozcamos más a fondo cómo la Comunidad Primitiva y la Iglesia de los Santos Padres llegaron a formular el dogma de la Trinidad. Es 26 27

Santa Teresa, Vida, c. 25 Cfr. Arintero, Evolución Mística, p. 363-364 12

una invitación a que retomemos esta semana el libro que tenemos colocado en la Red y lo leamos y reflexionemos de modo orante e interiorizándolo. En efecto, cómo acogieron y comprendieron las verdades de la fe los cristianos de los primeros siglos? Cómo entendieron la gran realidad central de la nueva religión: Dios Uno y Trino, y sus consecuencias en la vida personal y social? El autor del libro LA TRINIDAD, hechos que llevaron hasta la formulación del dogma, Silvano Cola, logra recrear una historia en la que confluyen cálculos políticos, especulaciones intelectuales, grandes pasiones y el choque entre culturas diferentes; pero, sobre todo, la experiencia de unos hombres y mujeres fascinados por el Dios-Amor. Avanzaremos también en la comprensión de la espiritualidad ignaciana desde la mística particular, carisma suyo por excelencia. Una mística de la acción con dones específicos que la distinguen de otros caminos de intimidad con el Dios trinitario y que en su Hijo llama a su seguimiento. BIBLIOGRAFIA Ignacio de Loyola, Autobiografía, por Rambla Josep María, S.I., Editorial Sal Terrae, Santander, 2ª. Edición, 1993. Granero Jesús María, S.I., Espiritualidad Ignaciana, Casa de Escritores, Madrid, 1987. Santa Teresa de Jesús: - Vida - Las Moradas San Juan de la Cruz: - Subida al Monte Carmelo - Cántico Espiritual - Llama de Amor viva Arintero Juan, O.P.: - Evolución Mística, Editorial San Esteban, Salamanca, 1989. - Grados de Oración, principales fenómenos que la acompañan, editorial Fides, Salamanca, 1950.

13

Lagrange Garrigou, O.P., Las Tres vías y las Tres conversiones, editorial Poliglota, Barcelona, 1936. Green Thomas, S.I.: - Abrirse a Dios, Editorial Sal Terrae, Santander, 1997 - Cuando el Pozo se seca, Editorial Sal Terrae, Santander, 1999 Cardenal Ernesto, Vida en el Amor, Editorial Trotta, Madrid, 1997.

14

Related Documents


More Documents from ""

Enrique Dussel
October 2019 64
Curso_tv_chinas
May 2020 22
Cartas Del Tarot.
June 2020 27
Rec 4
November 2019 57