Traducción GEANJUDA KANE
Revisión Final KATH
Diseño MORELINE
SINOPSIS _______________________________ 5 1 _____________________________________ 6 2 _____________________________________ 9
3 _____________________________________ 12 4 _____________________________________ 15 5 _____________________________________ 18
6 _____________________________________ 21 7 _____________________________________ 24 8 _____________________________________ 29
9 _____________________________________ 35 10 ____________________________________ 39 PRIMER EPÍLOGO __________________________ 42 SEGUNDO EPÍLOGO ________________________45 SOBRE LA AUTORA_________________________49
Para Bryn Stafford, la perspectiva de ir a su casa para la extravagante boda del día de San Valentín de su hermana, terriblemente soltera… otra vez, suena como el infierno en la tierra. Siempre tiene miedo de presentarle a alguien al desorden que es su familia exagerada, detestable, rica y bien educada, pero los tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Después de ver un anuncio del principal servicio de acompañantes de la ciudad, Elite Fling, Bryn se encuentra haciendo una cita para contratar una cita falsa muy atractiva y muy costosa para el gran día. Cuando la mujer de los sueños de Brodie Merrick entra en Elite Fling, el servicio de “citas” ligeramente inmoral, pero increíblemente exitoso de su hermano, Brodie tiene dos pensamientos a) qué diablos hace una chica como ella en un lugar como este y b) ¿cómo se sentirían esos tacones de aguja rojos brillantes envueltos alrededor de su cuello? Le ruega a su hermano que le dé el trabajo, a pesar que solo es el tipo de sistemas y definitivamente no es un acompañante, pero debido a que Brodie tiene suerte, pronto se encuentra con un muy sexy y falso San Valentín. Cuando se reúnen el día de la boda, Bryn asume que él es el acompañante que ha contratado para ser su cita, pero Brodie tiene otros planes, planes que los involucran a ella, a él y un futuro orgásmico muy largo y afortunado juntos. ¿Puede ganar el corazón de su falso San Valentín o su química se desvanecerá más rápido que un subidón por azúcar? Advertencia: Olvídense de los corazones de caramelo y las flores con volados, Brodie es un hombre en toda regla: ve lo que quiere, toma lo que necesita, reclama lo que es suyo. Es todo un alfa, todo el tiempo y está determinado a darle a Bryn orgasmos felices, hermosos bebés y el apellido Merrick. ¡Sujétate las bragas, Valentine For Hire es un juego picante con un extraño alfa y sexy en el día de San Valentín!
1 Bryn
G
olpeé la elegante invitación de borde festoneado en el mostrador, sintiendo la familiar fosa de miedo arder en mi estómago. La boda.
¿Estaría mal no asistir a la boda de mi única hermana? Mi hermana, perfectamente preparada, irritantemente hermosa y elegante. Gemí, tirando la invitación sobre el mostrador y levantando mi teléfono. No había visto a mi hermana en meses a propósito. Se había convertido en la madre de todas las noviazillas. Afortunadamente, había elegido a su mejor amiga como su dama de honor, por lo que no tuve que atenderle todos los caprichos. Porque tenía muchos de ellos. Por suerte, se me permitiría ver el espectáculo desde la audiencia, mi hermana de pie junto a sus cinco amigas favoritas de la hermandad en la universidad. Sí, ella era esa chica. Brittany pudo haber sido mi hermana mayor, pero había sido el dolor en mi trasero desde el día en que nací. La vida era una competencia, y si no competías en su implacable carrera para seguir el ritmo de los Joneses, entonces eras una perdedora. Ahí entro yo. La oveja negra. La hija que se preocupó más por la injusticia social que por los cotillones sociales. Temía la idea de asistir a su extravagante boda, y me estremecí aún más ante la perspectiva de ir sola. Descolgué mi teléfono, desesperada por una distracción y repasando mis últimas notificaciones distraídamente. Videos para cocinar, avances de películas, anuncios, anuncios, anuncios y más anuncios. Hasta que uno me llamó la atención. Un hombre y una mujer vestidos de forma elegante, ella bajando hacia él por una escalera oscura. La vida es corta. Ten una aventura
A pesar de mi buen juicio, o tal vez debido a un retorcido sentido de desesperación, hice clic en este. El sitio web de Elite Fling era limpio, simple y muy elegante. Eso me sorprendió. La elegancia de este. ¿Los servicios de acompañamiento no atendían a personas adineradas, pervertidas y sucias a quienes les gustaba acostarse con extraños? El sitio web parecía muy profesional y moderno, claramente dirigido a un profesional más joven, lo que en realidad me hizo reconsiderar mi opinión sobre toda la industria. Tal vez Elite Fling atendía a gente como yo. Personas que necesitaban una cita para impresionar a su familia pesada y pretenciosa. Para mantener a raya las miradas de juicio cuando llegara: soltera, recién graduada del posgrado y otra vez sola. Mi familia prefería cosas como herederos y linajes a las discusiones sobre mujeres independientes que se interesaban por sus carreras y querían cambiar el mundo. Una mujer que pasaba sus días estudiando en lugar de ordenar al personal para cenas importantes no valía la pena. No hace falta decir que destaco como un pulgar adolorido durante las fiestas, así que en lugar de ser vista, trato de desaparecer entre los muebles para que nadie me note. La navidad pasada había sido tan horrible, que de hecho, me había escapado temprano y no había regresado. En ocho meses. Logré mucho en esos ocho meses, comencé un nuevo proyecto de investigación, trabajé hasta que mis ojos se llenaron de lágrimas con algunas propuestas basadas en nuevos resultados obtenidos. Me encantaba con todo mi corazón, pero eso no me había dejado con mucho. Como, nada. Pasé el cursor sobre el botón Solicitudes Especiales y salió un número local. Elite Fling tenía sus oficinas aquí en la ciudad. Una picazón de miedo quemó mis palmas cuando cerní mi pulgar sobre el botón de llamada, inhalando profundamente y haciéndolo rápido antes que pudiera pensarlo más. Tenía una boda de élite a la cual asistir. Podría usar un acompañante para ir. Elite Fling se sentía como la solución perfecta. Podría obtener una cita por unas horas, evitar la compasión de mis padres, primos segundos y tías mayores, y tal vez incluso sentirme deseada, en realidad atractiva por un tiempo. —Elite Fling, ¿cuál es su placer? —Sonó una dulce e increíblemente joven voz de mujer.
—Eh… hola —balbuceé—. Supongo… bueno, tengo una solicitud especial. —Sí, esta es la línea de solicitudes especiales, cariño —dijo. —Correcto. —Me tragué el nudo en mi garganta—. Tengo una boda este fin de semana… —No hay problema, cariño. Solo déjame revisar el horario… —Hizo una pausa y escuché sus dedos tocar el teclado—. Oh, por lo general tenemos la agenda llena durante semanas, pero parece que tenemos algo de tiempo mañana por la noche. ¿Puedes estar aquí alrededor de las seis? La ansiedad se apoderó de mí cuando pensé en ir a donde fuera aquí para reunirme con un acompañante. —¿Dónde? —Justo saliendo de Monroe. —Hizo una pausa—. En el distrito financiero… —Se detuvo de nuevo, como si intentara reunir el valor para preguntarme algo—. Atendemos a una clientela profesional de muy alto nivel… —Su voz se suavizó un poco, como una mejor amiga que susurra de forma secreta, antes de continuar—. ¿Conoces nuestra tarifa por hora, cariño? Tragué, la idea de realmente pagar una cita para la boda de mi hermana de repente no me sentaba tan bien después de todo. Pero la idea de ir a esa maldita boda me enfermaba del estómago. Al menos así me divertiría un poco, conocería a alguien nuevo… un casanova profesional. La idea sonaba demasiado intrigante para dejarla pasar. —No es un problema. Tengo ahorros que no he tocado en años… esta es la primera vez que gastaré dinero en mí misma… desde siempre. —Las últimas palabras se escucharon suavemente, mi triste existencia sonaba un poco más miserable cuando decía las palabras en voz alta. —Cariño, todos merecemos un poco de diversión de vez en cuando. Te pondré en agenda para las seis. Asentí, agarrando el teléfono con mi mano antes de darme cuenta que en realidad no podía verme. —Gracias. —Me alegra de ayudar, querida. Estamos muy felices de ayudarte. —La línea telefónica se cortó. ¿En qué diablos me había metido?
2 Brodie
—E
l disco duro está jodido. Vas a necesitar uno nuevo. —Le di una palmada a mi hermano en la espalda. Me lanzó una mirada oscura, cerrando la computadora portátil y empujando la computadora muy cara y rota sobre el escritorio—. Lo siento hermano. —¿Sabes cuánto me costó ese hijo de puta? —Un montón con toda esa RAM extra, sí, lo sé. —Fácilmente más de tres mil. Pero ese era mi hermano, siempre queriendo lo mejor, deseando gastar más que todos los que conocía. Mierda como esa lo hacía sentir bien. Dios, realmente no podríamos ser más diferentes. La verdad era que apenas podía soportar estar cerca de mi hermano, pero me enseñaron que la sangre es más espesa que el agua, y por eso estaba aquí cuando me necesitaba, llueva, truene o relampaguee. —Sabes, no tienes que gastar un montón de dinero en una computadora. Compra algo más rentable, contrata a alguien que sepa qué demonios está haciendo para manejar tu sistema, luego la mierda funcionará a la perfección. —¿Por qué no vienes a trabajar para mí, entonces? —Me lanzó una mirada. Me había ofrecido esa posición exacta varias veces, y aunque no me importaba ayudarlo, me importaba pasar todos los días con el bastardo arrogante. —No a mí, Danny. Gracias de todos modos. —Metí mi propia computadora portátil, que había estado usando para probar su sistema, debajo de mi brazo. —Oye, ¿por qué no te quedas por un rato? Tengo una cita, pero puedo cancelarla. —La punzada de pesar en su voz me golpeó en el estómago. —¿La vejez te está afectando ahora, hermano? Creo que has olvidado que no salimos. De todos modos, creo que tu próxima cita está aquí. —Hice una pausa en el espejo unidireccional que daba a un área de recepción íntima.
—Solo otra mujer solitaria que busca una cita para una boda. Terminaré en cinco minutos. Solo tengo que hacerle algunas preguntas, asegurarme de entender cuál es su tipo antes de asignarle a alguien. —¿Su tipo? —Mis ojos se dirigieron hacia la mujer más hermosa y sexy que jamás había visto. Las suaves ondas de cabello oscuro que se enroscaban alrededor de sus enormes tetas como cascadas sedosas, una cintura de reloj de arena como una chica pin up, caderas que rogaban por mis manos. Y esas piernas. Piernas largas y curvilíneas posadas en un par de tacones rojos sensuales, altísimos y brillantes. Si un par de zapatos podía simultáneamente dar a un hombre una erección y un ataque al corazón, eran esos. Lo sabía porque mi corazón estaba acelerado y mi polla estaba dura. —Ya sabes, alto, oscuro y guapo, manos grandes, un man bun, no creerías algunas de las solicitudes que recibimos hoy en día. —Son puras tonterías. —¿Tonterías? —dijo mi hermano, caminando hacia mí. —Las mujeres no se enamoran de los tipos, se enamoran del hombre que les da ese sentimiento. —¿Ese sentimiento? ¿Eres un romántico? —Mi hermano se rio sin humor. —Haces que una mujer se sienta amada, deseada, como si estuviera en tu mente veinticuatro siete… eso es lo que quieren las mujeres. Quieren a un hombre que sepa lo que valen y pase cada día mostrándoles que nunca las tomarán por sentado. —Bueno, según nuestro cuestionario, la mayoría de ellas quieren que un hombre con un traje de negocios las ate. Ya se vuelve aburrido. —Jesús. Ella se dio la vuelta, se sentó en una silla de terciopelo y cruzó las piernas, con un tacón rojo en el aire. —Déjame tomarla —espeté. —¿Qué? —preguntó mi hermano. —Solo quiere una cita para una boda, ¿verdad? Yo la llevo. ¿Cuándo es? —Este fin de semana, el día de San Valentín, y de ninguna manera, no la vas a llevar. Este es mi negocio, hombre. ¿Qué crees que te enviaré a ti, alguien que ni siquiera ha tenido una cita en más de un año, con una de mis clientas? Mis ojos se arrastraron por las elegantes curvas de sus pómulos antes de aterrizar en sus cálidos y oscuros ojos. Algo me golpeó en el estómago entonces.
Algo que nunca antes había sentido atravesar mi cuerpo, destrozando cada nervio y dejándome con ganas, no, necesitando más. —No estoy haciendo nada el día de San Valentín. Puedo hacerlo. Ella no es tu cliente normal, Danny. Puedo verlo por toda su cara. Apuesto a que compró esos zapatos hoy solo por esto. Es joven, es nueva, se ve jodidamente inexperta. No la envíes a los lobos. Solo déjame llevarla a la boda, dale unas horas de lo que necesita, alguien que la cuide, y eso es todo. Los ojos de Danny se estrecharon en mí antes de lanzarse de nuevo hacia ella. Lo vi observar la forma en que sus dedos se movían, ese tacón alto y rojo balanceándose de un lado a otro. —Está nerviosa, Danny. Le daré una cita real. Nadie tiene que saber nada. Demonios, ni siquiera le quitaré su dinero. Dile que das muestras gratuitas del producto antes que se requiera la compra. —Vi que mi broma se había desvanecido cuando miré a mi hermano, que siempre estaba malhumorado—. Es una boda. ¿Cómo podría joder eso? ¿Alguna vez te he pedido algo en mi vida? Arqueó una gruesa ceja. —¿Alguna vez? —No —respondió finalmente, cruzando los brazos—. Bien. Bien, puedes llevarla a la boda. Te enviaré los detalles después que se haya ido. Pero no le digas una palabra de esto a nadie, Brodie. Este es mi sustento. Mi reputación está en juego. —Palabra de explorador, hermano. —Levanté mi mano, con una sonrisa triunfante extendiéndose por mi rostro —Borra esa fea sonrisa de tu cara y sal por la puerta trasera para que no te vea. —Entendido, hermano. —Le di una palmada en el hombro—. Gracias de nuevo. —La familia es un dolor en mi trasero. —Le oí mascullar antes de salir por la puerta de atrás y salir al estacionamiento trasero. Esa mujer, cualquiera que sea su nombre, me dejó hambriento por más de ella. No pertenecía a un lugar como ese. El horrible “servicio de citas” de mi hermano, como le gustaba llamarlo, no era un lugar para alguien que tenía ese tipo de emoción conmovedora irradiando de sus ojos. Tal vez estaba un poco equivocado en mi deseo de salvarla, pero también sabía que podía ser el hombre que estaba buscando. Olvida su tipo, yo era el tipo que estaba a punto de sacudir su mundo.
3 Bryn
R
evisé las últimas notificaciones, ansiosas olas de bilis corrían por mi estómago mientras esperaba.
Esperé a que mi tabú, prohibido y sucio acompañante me llevara a la boda de mi hermana. Dios, mamá y papá tendrían un derrame cerebral por esto. Brittany, también. Pero no tenían que saberlo. Nadie tendría que saberlo. Este era mi pequeño secreto. He estado en algunas citas a lo largo de los años, pero si has estado en una mala cita, has estado en todas ellas. No podía soportar la escena de citas en este momento, y tal vez nunca. Así que esto tendría que servir por ahora, y luego, mañana, todos podrían continuar con sus vidas, sin compromisos. Sin emociones caóticas ni sentimientos heridos. Solo dos adultos, divirtiéndose en una cursi y extravagante… —¿Esperando una cita? —Una cálida palma descansó en la inclinación de mi espalda y envió escalofríos corriendo a través de mí. —Eh. —Me giré para encontrar un par de ojos azul hielo mirándome, algo parecido a la diversión brillando en sus profundidades—. ¿Eres el…? —Brodie, vengo de Elite… —Sí —intervine antes que alguien pudiera escuchar—. Sí, te he estado esperando. Casi me atraganto con mi propia lengua. Este chico era devastador. La palabra guapo no era suficiente para describirlo. Era alto, tenía los hombros tan anchos como los de un gladiador, el traje azul marino de tres piezas no hacía nada para disimular que hacía ejercicio. Mucho. Su sonrisa se curvó entonces, mis ojos fueron a unos labios llenos y sensuales que estaba desesperada por presionar contra mi piel. Espera, ¿de dónde vino ese pensamiento?
Ni siquiera conocía a este tipo. Podría ser un… bueno, era un…acompañante. —Soy Bryn. —Extendí una mano antes de sentirme como una idiota total y bajar la mirada. —Es un placer conocerte, Bryn. —Tomó mi mano entre las suyas, la levantó y le dio un suave beso en los nudillos. Mierda, esto debe ser para lo que está entrenado, encantar a las mujeres. Dios, odiaba que fuera tan bueno en eso. Odiaba tener que recordarme a mí misma que le estaban pagando para que me dijera cosas así, no porque las sintiera. Sacudí el pensamiento tonto de mi cabeza entonces, forzando una sonrisa y retrocediendo un paso. —Deberíamos irnos. Nos llevará más de una hora llegar a la casa de mis padres sin tráfico. —Yo conduciré. —Sus palabras fueron fáciles, confiadas, como si no fuera una pregunta o incluso una oferta. Fue una orden. —No, en serio, me sé el camino. Puedo llevarnos allí más rápido. —Saqué mis llaves del pequeño bolso que llevaba. —Lo dudo. —Enganchó mi mano en la suya y me llevó por la acera y doblando la esquina. Con el toque de un botón, un Porsche negro azabache cobró vida. —¿Este es tu auto? —Me lo prestó un amigo. Una princesa necesita su carruaje. Me quedé inmóvil, mis ojos se posaron en él, antes que dijera: —¿Hablas en serio este momento? Sus cejas se alzaron y estalló en una sonrisa de lado. —Muy en serio, cariño. —Cariño. —Asentí, mirando de él al auto—. Todo esto es tan cursi, ni siquiera puedo… —Que no te importe si es cursi, Bryn. —Apretó una palma sobre mi codo y me atrajo hacia él. Lo suficientemente cerca como para que nuestros cuerpos se rozaran—. Planeo mostrarte cómo un hombre trata a una mujer. Tal vez la próxima vez no tengas que volver a ese servicio para encontrar una cita. Mis músculos se tensaron ante sus palabras. —No sabes nada de por qué llamé…
—No necesito saberlo, Bryn. Una mujer solo llama a un servicio… como el mío… cuando no ha sido tratada de la manera correcta por un hombre de verdad. Voy a cambiar eso esta noche. Lo digo de verdad. No hablé, dejando que sus amplias declaraciones fueran asimiladas. ¿Tenía razón? Sé que nunca me habían tocado como me estaba tocando en este momento, y eso se sintió muy bien. —¿Vas a ser tan mandón toda la noche? —Finalmente puse mi codo fuera de su alcance. Una pequeña risita cayó de sus labios antes que respondiera. —Probablemente. Mejor que te acostumbres ahora. Abrió la puerta, permitiendo que me deslizara sobre los fríos asientos de cuero del auto. —Te advierto —le dije mientras se deslizaba detrás del volante—. No me gusta que me digan qué hacer. Sus ojos se clavaron en los míos antes que el motor cobrara vida. —Vamos a verlo.
4 Brodie
—¿A
dónde nos dirigimos? —Miré a través del asiento hacia ella. La forma en que la ceñida tela del vestido color champaña acariciaba sus suaves muslos hacía que mi
polla palpitara. Era mucho más decadente, mucho más sensual de lo que mi débil memoria podría haber recordado. Era malditamente hermosa. —Toma la I-90 norte. Sal en la 374 —murmuró, con los ojos fijos en el parabrisas. —¿Te comió la lengua el gato? —Cambié de carril, no pude encender mis intermitentes antes de pasar otro auto y apenas llegué a la rampa de la autopista. —Más como el acompañante —bromeó, alejándose aún más de mí. No está bien. Nada bueno en absoluto. Si esto iba a funcionar, tenía que creer que yo era un acompañante. Tenía que mantener la fachada. ¿Verdad? ni siquiera había considerado las implicaciones de decirle, porque le había prometido a mi hermano que no lo haría. ¿Pero qué demonios importaba si lo hacía? No es como si fuera a derrocar todo el negocio o dejara una mala crítica en Yelp. No, no es así como funciona. —Así que… —Le lancé otra mirada—. ¿Qué te hizo levantar el teléfono y hacer la cita? Una ceja se arqueó hacia mí, y luego su boca se abrió. —Mi hermana se va a casar y no puedo soportar ni un poco el juicio en sus ojos. Es como esta extraña mezcla de lástima y desprecio. Y luego comenzó a salir
con Max. Max Kennedy, eso es todo de lo que habla. Y cuando están juntos, sus manos están sobre ella todo el tiempo. Me dan ganas de vomitar. —¿Por qué el hecho que tu hermana haya encontrado a alguien que la ama hace que quieras vomitar? —le pregunté. —¡Porque no se lo merece! No lo merece, la forma en que la mira, como si no pudiera hacer nada mal... ¡se equivoca todo el tiempo! Empezando por la forma en que me trata. —Parece que estoy entrando en una situación familiar muy saludable aquí. —Ja —se burló—. Lo siento, debería haberte advertido. Como un descargo de responsabilidad en el cuestionario, alguien que pueda soportar cómodamente la presión familiar. —Se rio con tristeza. —Está bien. —Deslicé una mano por el asiento, agarrando su rodilla con un suave apretón—. Lo entiendo. Mi hermano es un imbécil. —¿Un imbécil? —Se rio, cubriéndose la boca mientras sus mejillas se volvían de un tono rojo. Fue lindo. Todo sobre ella era cautivadoramente lindo. Quería follar todo lo lindo de ella. —Puedo manejar bien a familiares difíciles. Es posible que desees preocuparte por ti misma. Negó, desviando los ojos a la carretera. Mi mano aún descansaba sobre su rodilla y la mantendría allí todo el maldito tiempo si me lo permitía. —Estaré bien. Siempre estoy bien. Nadie pregunta nunca cómo está Bryn, así que no hablo. Solo me quedo el tiempo necesario y me vuelvo a ir. Lo hace más fácil. Mi hermana pelea con todos. Ni siquiera puedo soportar escuchar su voz después de una hora con ella. —Suena como un encanto —intervine. —Lo es. Y no tienes que mirar muy lejos para averiguar de dónde lo sacó. Mis padres son… —Su cara bonita se volvió hacia abajo con el ceño fruncido. —Lo que sean tus padres no puede ser tan malo. Te educaron, y no eres como describiste a tu hermana. Sus ojos se movieron por el interior del auto y se clavaron en mí. Por un largo rato miré la carretera por delante, mi mano agarrando el volante como si mi vida dependiera de ello mientras mi polla palpitaba dolorosamente contra mis pantalones. Mierda, ¿qué me estaba haciendo esta chica? —Gracias por dejarme… soltar todo.
—Aprecio la sesión informativa. No me sorprenderé mucho cuando tu hermana comience a tirar platos y grite a los del servicio de catering. —Bryn se rio entre dientes, sus ojos se arrugaron adorablemente cuando volvió la mirada hacia la ventana—. Iba a preguntar por qué no tuvimos una cena de ensayo a la cual asistir, pero ahora tengo la sensación de que lo sé. —Sí, falté a esa mierda. Les dije que tenía un compromiso al que simplemente no podía faltar. —Se encogió de hombros y me lanzó una sonrisa irónica. La forma en que lo dijo me sorprendió. Era diferente a cualquier mujer que hubiera conocido en mi vida. Era mucho más dulce de lo que podría haber imaginado, mucho más divertida, y la forma en que olía… podía bañarme en ella todos los días y ser un feliz hijo de puta. —Te ves hermosa, Bryn. —Puse la palma de mi mano sobre su rodilla, el meñique cerniéndose en el dobladillo de su pequeño y delgado vestido de cóctel. —Gracias —susurró, moviendo su rostro hacia mí antes de bajar a mi garganta—. ¿Cómo supiste que debías usar rojo? —¿Qué? —pregunté, mirándola rápidamente antes de volver mis ojos a la carretera. —Tu corbata roja, coincide con mis zapatos. —Hizo un gesto hacia los brillantes tacones rojos en sus pies. —Suerte, supongo. —Me encogí de hombros, restándole importancia a mi mentira. Tenía la sensación que ella usaría esos zapatos esta noche. Ninguna mujer consigue un par de zapatos como esos y no los usa en el único lugar donde querría lucir lo mejor posible. —Pareces un tipo bastante suertudo, Brodie —comentó, con una sonrisa irónica en sus bonitos labios. —De hecho lo soy, Bryn. —Deslicé un dedo debajo del dobladillo de su vestido—. Soy el hijo de puta más afortunado que hayas conocido
5 Bryn
N
os detuvimos frente a la hacienda de mis padres, un valet contratado asintió mientras tomaba las llaves del Porsche de Brodie. Los arreglos de rosas de color rojo sangre, de dos metros por lo menos, daban la bienvenida a los invitados a la boda. Los lazos de satén rojos atados alrededor de los pilares majestuosos y las mesas cubiertas con encaje rojo llenas de elegantes regalos blancos y rosados casi me hicieron vomitar. Esta era mi hermana, todo era extravagante. Por supuesto, no tendría una boda en el día de San Valentín sin corazones rojos y flores sobre todo. Esta boda ya era digna de admiración. —Bienvenida a casa, princesa. —Brodie abrió la puerta y me tendió una mano con una ceja levantada—. Será mejor que alguien esté de ánimos para una fiesta. Me puse de pie, alisando mi vestido. —No puedo soportarlo. Soltó una carcajada. —No me tientes a borrar ese ceño fruncido de tu rostro. —¿Y cómo harías eso? —Le devolví el comentario. Sus ojos se entrecerraron, miré fijamente su mandíbula cincelada, la sombra más suave de una incipiente barba, cerniéndose justo fuera del alcance de mis labios. ¿A qué sabría un pequeño beso de sus labios? —Involucra a mis manos debajo de ese vestido. —Sus palabras me sacaron de la fantasía y produjo una descarga entre mis piernas. —¿Oh? —La palabra salió de mis labios antes que pudiera contenerla. —Mm…. no me mires así, cariño. —Su mano rodeó mi cintura, acercándome un poco más. Su nariz se deslizó por la curva de mi cuello, susurrando en el lóbulo de mi oreja antes de respirar—. Esa mirada me dice que lo deseas. —Su mano se enrolló alrededor de mi garganta, la yema de su pulgar deslizándose a través del hueco en la base—. Que lo necesitas. Tragué, ni un solo pensamiento en mi mente.
La mano de Brodie empujó a través de mi cabello, su pulgar aun descansando en mi garganta antes que sus labios tocaran los míos en un beso dolorosamente suave, lento y provocador. No estaba pidiendo permiso, me estaba dando tiempo para ajustarme. Porque después de eso, su lengua estaba en mi boca y sus manos agarraron mi cintura, y era algo bueno, porque me hubiera caído si sus gruesos brazos no me envolvieran. —Me encanta besarte para que todos y Dios lo vean, pero creo que alguien viene —murmuró, mirando rápidamente por encima de mi hombro. Me di la vuelta, la mano de Brodie todavía en mi espalda, para encontrar la pared gigante de metro noventa de mi padre. —Hola, papá. —¿Quién es este? —masculló y tiró de la corbata rosa clara que tenía en el cuello. —Este es Brodie… —Brodie Merrick, señor. Encantado de conocerlo. —Brodie le tendió una mano a mi padre. Por primera vez en mucho tiempo, vi cómo la sorpresa se apoderaba del rostro de John Stafford antes que asintiera y le diera la mano a Brodie. —John Stafford. ¿Hace cuánto tiempo conoces a Bryn? Mierda. Papá iba directamente por los detalles. ¿Por qué no pensé en arreglar esto con Brodie en el auto antes que llegáramos? —Los mejores pocos meses de mi vida. —Brodie sonrió a mi papá—. Vi un campo de práctica cuando entramos, ¿juega golf? Las cejas de mi padre se alzaron hasta su línea del cabello, como si lo tomara por sorpresa… la confianza de Brodie. Su hombría. Brodie no estaba intimidado por mi padre; lo enfrentó cara a cara. Hablo con él en el mismo nivel. Nadie había podido lograr eso con mi papá. Excepto Max. Max Kennedy había descifrado a mi padre desde el principio y se encontró metido pulcramente en el interior del bolsillo trasero de él rápidamente. Creo que Max cumplió el deseo olvidado de mi padre de tener una progenie masculina. De hecho, creo que si me hubiera podido intercambiar, lo habría hecho. —¿Juegas? —Así es, señor. Estaba practicando mi swing la semana pasada en Turnberry. —¿Florida? ¿Pasas tiempo allá?
—Tan a menudo como puedo. El mejor clima para jugar al golf en el país. Seguido de Hawái, por supuesto. —Maui tiene buenos campos. Aunque siempre quise ir a Kauai. —Oh, no ha visto nada hasta que haya estado en el campo en Kauai. Mi hermano tiene una casa allí. A él no le importaría un par de zapatos extra en el campo. —Brodie le dio una palmada en el hombro a mi padre como si hubieran sido viejos amigos durante décadas. Fruncí el ceño, sintiendo los efectos secundarios del beso de Brodie en mis labios mientras él y mi padre se alejaban. La mano de Brodie se entrelazó con la mía en el último segundo y me jaló con ellos, acercándome a su lado. Me lanzó un guiño rápido, apretando su mano con la mía antes de responder a algo que mi padre había dicho. Mi estómago se llenó de emoción ante la idea de pasar las siguientes horas atada a Brodie. Ciertamente había maneras peores de pasar una noche. Tal vez Brodie no fue el único desgraciado con suerte aquí.
6 Bryn
B
rodie se sentó a mi lado en la cena, con el brazo sobre el respaldo de mi silla casi todo el tiempo. Nos reímos por los manteles rosados y escarchados salpicados de corazones carmesí, resoplamos durante el discurso del padrino en el brindis y casi nos caemos al suelo cuando Max dibujó capas de fondant rosa en el rostro de mi hermana. Se lo merecía. La mejor parte fue que Brodie actuó como el novio cariñoso. Jugó bien su papel, le concederé eso. En realidad casi empecé a creerle. Casi comencé a creer que realmente le gustaba y que podía verme enamorada de alguien como él. Y luego recordé lo que le pagaban por hacer, al menos durante las siguientes horas, y le di a ese obstinado cupido en el culo. Brodie había deslizado su mano en mi muslo durante el baile padre e hija. Me retorcí, los nervios zumbaban de excitación mientras pensaba en todo el increíble talento que Brodie debía haber adquirido como acompañante. Ciertamente no contrataban a personas sin experiencia para este trabajo. Solo podía imaginar la piel de sus pesadas manos moviéndose a lo largo de mi cuerpo, la forma en que me susurraría al oído todas las cosas sucias que quería hacerme. Tal vez le gustaban las cosas pervertidas: azotes, látigos, juegos de roles. Quién sabía… pero, de repente, la posibilidad de explorar todas las fantasías que alguna vez había tenido era embriagadora. Como una oportunidad demasiado emocionante para dejarla pasar. Me hizo sentir temeraria, salvaje de deseo. Los dedos de Brodie avanzaron un poco más arriba de mi muslo interno, y mi respiración se disparó otra muesca. —Debes estar intentando matarme. —Suspiré entre dientes. —Quiero que te desarmes primero en mi mano. —Un dedo largo conectó con el encaje de mis bragas. —Brodie… —Respiré, agarrando el cojín de la silla. Mis pezones se tensaron obstinadamente bajo su toque, probablemente muy visibles bajo la tela endeble de
este vestido. Un dedo se deslizó por debajo del borde de mis bragas y tocó la carne abrasadora de mi coño—. Oh. Dios. —Lo siento, no puedo dejar de pensar que te conozco de alguna parte. — Max, el nuevo esposo de mi hermana, apareció sobre el hombro de Brodie. Lo miré a los ojos, el miedo y la excitación golpeaban mi sistema mientras Brodie se daba vuelta, su mano izquierda seguía moviéndose entre mis muslos. —No estoy seguro de dónde podría ser eso. Dirijo mi propia empresa de consultoría desde casa. Es raro que esté en un sitio de trabajo —explicó Brodie sin problemas. —¿Hace cuánto que has estado saliendo con Bryn? —Max inclinó la cabeza, con los ojos todavía mirando a Brodie con interés. —Pocos meses. —El dedo de Brodie hizo contacto con mi clítoris, girando y presionando el pequeño botón hasta que pensé que podría explotar—. ¿No es así, cariño? Nos conocimos fuera de una cafetería en el distrito financiero. Casi me atraganté con la lengua. Estaba tan jodidamente cerca de acabar que pensé que podría morderme mi propia lengua. Y luego darle un puñetazo a Brodie en la garganta. La forma en que sus dedos me tocaron, la forma en que mantuvo la conversación como si su mano no estuviera a punto de hacerme venir… No sabía si podría soportarlo. Brodie estaba friendo mis células cerebrales. Dejándome sin sentido. Caliente. Tan. Cerca… —¿Cuál dijiste que era tu apellido, Brodie? —insistió Max con el tema aún más. Brodie pellizcó mi clítoris entre su pulgar y su índice, mis músculos se desgarraron en todas direcciones mientras las estrellas se disparaban en cada rincón oscuro de mi cerebro. Apreté los labios mientras mi respiración ardía en mis pulmones y el sexo se derramaba por mis venas. —Merrick. Brodie Merrick. Agarré la muñeca de Brodie bajo el lino blanco que cubría la mesa, mis ojos se abrieron lentamente. —Brodie Merrick… —Max me miró—. ¿Estás relacionado con Danny Merrick? Los ojos de Brodie se alzaron, su mano se deslizó fuera de mis bragas y se entrelazó con la mía. —Sí, ese es mi hermano.
Los ojos de Max se abrieron conmocionados antes de asentir. —Sí, tal vez nos presentaron a través de él. Hace mucho tiempo. Parece que la canción está por terminar, así que debería volver allí. Brodie asintió, observando cómo Max se daba la vuelta y se alejaba, con las manos metidas en los bolsillos. —¡Idiota! —le susurré a Brodie. —¿Te sientes bien? —Su mano apretó mi rodilla, una sonrisa arrogante llenó su rostro. —Tan bien que no sé si debería besarte o abofetearte. —Se rio, acercando un poco más mi silla a la de él—. ¿De qué crees que estaba hablando Max? —No tengo idea. —Brodie se encogió de hombros y sacó nuestras manos unidas de debajo de la mesa, presionando mis nudillos contra sus labios y colocando un suave beso allí—. Mmm… me encanta tu olor en mis dedos. Pude sentir el rubor arrastrándose por mi rostro. La forma en que mis pezones se apretaron. La forma en que hizo que las mariposas se estrellaran en mi caja torácica. Si así es como se siente una cita con Brodie, pronto sería adicta. Palabras cálidas inundaron mi piel. —Vamos a caminar. —Está bien —le contesté, levantándome de mi asiento.
7 Brodie
T
an pronto como Bryn y yo rodeamos la esquina y nos sumergimos en la oscuridad, la atraje contra mi cuerpo, atrapándola entre la pared de la casa y yo.
—Me has estado tentando toda la noche. Parece que no puedo apartar mis manos de ti, Bryn. Su respiración salió fuerte y rápida. —Tus dulces y pequeños pezones han estado tentándome en este vestido toda la noche. Dime, ¿te vestiste como una pequeña provocadora en la boda de tu hermana para mí? —Presioné mis labios contra los suyos, enredando nuestras lenguas. Con pequeños lamidas, se sometió a mi toque. Exactamente como sabía que haría. Pude ver la sumisión saliendo de ella en oleadas toda la noche. Mostraba la fachada de una mujer fuete e independiente, pero quería ser tomada. Cuidada. Reclamada. —No puedo esperar para saborearte, niña bonita. —Empujé una mano por la parte delantera de su vestido, presionando entre sus muslos y deslizando dos dedos a través de la humedad de su delicioso coño. Provoqué su pequeño botón caliente antes de agarrar sus caderas y girarla—. Me encantaría verte en cuatro, el culo levantado en el aire, marcas de mordidas en tus nalgas. Quiero escucharte suplicándome que te posea, que te folle cuando quiera. Donde sea y cuando lo desee. Levanté su trasero en el aire, planté sus manos en la pared de la casa y me arrodillé. Deslizando mis palmas por la parte posterior de sus muslos, un estremecimiento la recorrió. —¿Quieres eso, princesa? Un suave gemido salió de sus labios. Empujé la tela del vestido sobre sus caderas y deleité mi vista con su exuberante y cremoso culo por primera vez.
—Déjame escucharte, Bryn. Golpeé con fuerza su culo, disfrutando de la forma en que saltó y gritó. —Sí, por favor. Lo quiero. Te deseo a ti, Brodie. —Buena chica. —Puse un dedo en el elástico de las sexy bragas de encaje rojo—. Dime, cariño, ¿compraste estas para mí como lo hiciste con los tacones? Gimió, balanceando la cabeza. —No te puedo oír, dulce niña. Golpeé la otra mejilla de su culo, amando la forma en que la carne temblaba con la presión de mi golpe. —Sí, Brodie. —Mmm, tienes un lado pícaro, ¿verdad? Te ves lo suficientemente deliciosa como para comerte, Bryn. —Me puse de pie, agarrando la delgada tira de encaje en la mano y rasgándola—. Pero quiero estar dentro de ti primero. Jadeó entrecortadamente, su cremoso coño goteando en la suave luz de la luna como una maldita visión. —¿Qué pensaría papá si supiera que un extraño está follando a su pequeña niña? —Deslicé una mano por la grieta de su trasero. Sus manos arañaron la pared lisa, tratando de agarrarse, gemidos suaves caían en cascada de sus labios—. Estás muy mojada, ¿verdad, princesa? —dije mientras me levantaba rápidamente, quería ver su rostro. Asintió ferozmente, y coloqué una mano alrededor de su cuello y la atraje hacia mí. Mi pecho se apretó contra su espalda, deslicé un dedo en el coño caliente y húmedo que había estado bailando en mi mente toda la noche. Un suave gemido cayó de sus labios, y sus ojos se cerraron cuando su cabeza se apoyó contra mi hombro. —Sííí… —Tu coño está ansioso por mí —murmuré contra su cabello, usando mi pulgar para presionar el apretado capullo de su culo—. ¿Alguna vez alguien te tocó aquí? ¿Alguien ha tenido alguna vez lo que es mío? Negó, sus muslos empezaron a temblar mientras se tambaleaba en el precipicio de otro orgasmo. —Bien. Una vez que te posea, Bryn, todo cambiará. —Incliné su cabeza para encontrar sus ojos, presionando nuestros labios en un beso profundo—. ¿Estás lista para eso? Se apartó, arrastrando los dientes a través de mi labio inferior antes de apretar, mordisqueando solo lo suficiente para causar dolor. —Estoy lista. ¿Tú lo estás?
Mi polla vibraba detrás de la cremallera de mis pantalones. Mis dedos entraban y salían de ella, más profundos, más rápido, ferozmente. —He estado lista para ti desde el momento en que puse mis ojos en ti. — Empujé la yema de mi pulgar contra el apretado anillo de músculos en su entrada trasera, disfrutando de la forma en que se sacudió y gimió, los dedos agarrando mi antebrazo mientras rogaba por más Deslicé un tercer dedo en el agujero caliente y húmedo de su hermoso cuerpo, enganchando mis dedos en sus profundidades hasta que estaba temblando y aferrándose por más. Con un movimiento suave, presioné mi pulgar contra su culo, llenándola por ambos extremos, follándola con movimientos veloces y rápidos. Mis labios se unieron a su cuello, abrazándola mientras enganchaba su otro pulgar en su boca—. Quiero ser dueño de cada pedazo de ti, Bryn. Tomo lo que es mío, doy más de lo que recibo y estoy a punto de hacerte sentir cosas que nunca antes sentiste. Cosas intensas. —Por favor, sí, por favor. Fóllame, Brodie. Lo necesito. Te necesito. Sus palabras catapultaron a mi cuerpo en acción, mi único objetivo era hacer que se corriera rápido y con fuerza y luego otra vez incluso más rápido y más duro la segunda vez. Podría pasar toda una vida complaciendo a esta mujer y no sería suficiente. —¿Te gusta estar llena por mí, Bryn? Asintió en respuesta. —Bien. — Mordí el lóbulo de la oreja—. No puedo esperar para llenarte aún más, hasta que estés goteando con mi semen. Sus piernas temblaron y se doblaron debajo de ella cuando un orgasmo golpeó su cuerpo. La atrapé en un abrazo, y se aferró, acariciando mi cuello mientras su pecho se alzaba con jadeos satisfechos y laboriosos. —Oh Dios mío. Empujé uno de los dedos que acababan de llevarla a un orgasmo en su boca, obligándola a chupar. —Eres toda una visión. Cubrí sus labios con un beso, acercándola mí, probándola, mostrándole cómo un hombre debería besar a una mujer. Con toda su alma. —¿Podemos hacer eso otra vez? —Los ojos de Bryn brillaron con malicia. Me reí a carcajadas, sintiendo que algo dentro de mi corazón se aflojaba y se liberaba mientras lo hacía. —Se está haciendo bastante tarde, deberíamos estar volviendo a la ciudad.
La deslicé por mi cuerpo, asegurándome que podía sostenerse sobre sus propios pies. Presionó sus manos sobre su vestido, enderezando el dobladillo antes de girarse. —De acuerdo. —Necesito devolver el auto esta noche… —Fruncí el ceño cuando comenzó a alejarse. —Supongo que no mencioné esto, pero me quedaré aquí esta noche. En mi antigua habitación. Mi padre tiene planeado este estúpido brunch mañana, así que puedes volver a la ciudad si… bueno, si tienes otro trabajo o algo así. Casi me atraganté con mi propia lengua cuando dijo eso. Otro trabajo. De acuerdo. Todavía estaba asumiendo que era un acompañante. En algún momento del camino, confundí las líneas y olvidé que no era quien ella creía que era. —No hay un trabajo. Solo el auto. —Bryn se detuvo junto a una puerta lateral que conducía a la gran casa. Si se escapara ahora nunca la encontraría. Y tal vez no querría que lo hiciera. Después de todo, pensaba que era un acompañante. ¿Y el sexo no tenía ese poder? La sensación de ser deseado, atraído, incluso la fiebre después del aumento de las endorfinas por un orgasmo, todo conduce a sentimientos de unión y amor. Y eso ciertamente no es lo que era. No como ella se sentía por mí… —Gracias por la cita de esta noche, Brodie. —Todavía estaba mirando sus zapatos. Maldita sea, ¿cómo esta noche había dado un giro tan drástico? —Sí. —Me pasé una mano por el cabello, sintiéndome jodidamente desesperado porque no podía leer la mente de esta hermosa chica. —Conduce con prudencia esa trampa mortal —bromeó, con la mano en el pomo de la puerta. Mi corazón latía con fuerza en mi caja torácica mientras retrocedía un paso, luego otro. —Es un clásico. —Suspiré, sin sonar nada alegre como lo había querido. Girando, alejándome de ella en este momento se sentía demasiado. Demasiado pronto. —Adiós, Brodie. —Se despidió con la mano, pero estaba jodidamente seguro que vi lágrimas brillando en sus ojos. —Adiós, Bryn. —Hice un gesto con la mano, deteniéndome de correr hacia ella. No debería correr hacia ella, ¿verdad? Debería dejarla ir. Debería hacer muchas cosas.
Pero hacer lo correcto no siempre coincidía con lo que quería y lo que quería era ella. Esta noche. Mañana. Y cada noche después de eso. Bryn se dio la vuelta y abrió la puerta de la casa. Bryn. Bryn. Bryn. Me lancé hacia delante y la giré en mis brazos. —¡Brodie! —chilló, pero sus brazos rodearon mi cuello al instante. Bajé mis labios a los suyos, chupando su labio inferior antes de deslizar mi lengua más allá de su comisura, derritiéndola. —Olvidé agradecerte por la fantástica cita.
8 Brodie
—P
ensaba que tenías que volver a la ciudad. —Suspiró. Una sonrisa ladeada inclinó mis labios. —Estoy fuera de horario, cariño. Somos solo tú y
yo ahora.
Sus dedos dibujaron círculos alrededor de mis anchos hombros, y de repente estaba desesperado por descubrir cómo se vería ese vestido en el suelo. —Ven arriba conmigo —dijo. —Te sigo. —Con las manos en su cintura, la seguí a través de la casa donde incluso el personal se había ido después de la elaborada cena que habían servido en el jardín trasero más temprano. Colé una mano por la parte de atrás de su vestido mientras subíamos las escaleras al segundo piso. Rocé su coño mojado con mis nudillos, sintiendo que más humedad bajaba por sus muslos. —Oh… Dios… —gimió y sus pasos vacilaron. La atraje hacia mí, hablándole al oído. —Cuando un hombre toca a una mujer como voy a tocarte, todos en un radio de cinco kilómetros saben que la están follando. ¿Puedes guardar silencio, Bryn? Se estremeció, atrapando su labio inferior entre sus dientes. —Fuiste mía en el momento que te toqué. Está escrito en todo ese sexy rostro tuyo. —Tomé su barbilla entre mis dedos—. Considérate reclamada. Su labio inferior se volvió de un tono rosa claro cuando sus dientes se cerraron contra este. —¿A cuántas mujeres le has dicho eso? —A ninguna, Bryn. Eres la única mujer que me ha hecho querer algo más allá de lo que ya tengo. Cada parte de esta cita ha sido real. —Toqué su mejilla con mis labios. Sus ojos brillaban en la tenue luz del pasillo.
—Necesito estar dentro de ti. —La guie unos pasos hacia atrás, salvándola de esos tacones imposiblemente altos levantando su cuerpo curvilíneo contra el mío mientras caminaba, con sus muslos rodeando mis caderas mientras su cabello caía en un halo de ondas a nuestro alrededor. Era un ángel Era mi ángel —Este es el dormitorio de mi infancia. —Hizo un gesto hacia una puerta cerrada y casi me volví loco dentro de mis pantalones. Capté sus ojos, cálidas profundidades brillando hacia mí… absorbiéndome. Justo como lo habían hecho la primera vez que la vi en esa área de recepción. Tenía de decírselo. No podía seguir viviendo esta mentira. No creía que se enojaría. Bryn era una persona indulgente, ¿verdad? Bueno, el hecho era que no lo sabía. Pero estaba a punto de averiguarlo, porque besar sus labios una vez más sin sincerarme sobre todo se sentía como permitir que algo venenoso echara raíces entre nosotros. —¿Bryn? —Me paré en el umbral de su habitación, mi mano tomando la suya. —Hola. —Puso su otro brazo alrededor de mi cuello y me llevó a su habitación con ella. Pateé la puerta para cerrarla justo cuando sus labios se encontraron con los míos. —Cielos. —Rocé sus labios—. No puedo pensar con claridad a tu alrededor. —Entonces deja de pensar. —Retrocedió, bajando una tira de su vestido por su hombro. Mi polla ardía en mis pantalones, suplicando su liberación. Apenas había mantenido la calma acariciándola debajo de la mesa, ¿cómo diablos iba a decirle lo que tenía que decir ahora? —Bryn, tengo que decirte algo. —Avancé, cerrando la distancia entre nosotros. No podía evitar tocarla si estaba cerca, eso ya lo había aprendido. Mis manos se dirigieron a la suave curva de sus caderas, inclinando su cabeza mientras me contemplaba. —Escúpelo, Casanova. —Sus manos se hundieron en los botones del abrigo de mi traje, liberándolos con la mano y luego deslizando la prenda de mis hombros.
—Está bien. —Mi polla palpitaba. Sus manos estaban trabajando en mi cinturón ahora, era una cosita traviesa—. No te vi por primera vez hoy. Sus manos cayeron de mi cinturón. Oh mierda, ¿qué estaba pasando? —¿Qué? Estaba retrocediendo ahora. Mierda. —Mi hermano, es el dueño de Elite Fling. Todavía estaba retrocediendo, tirando la tira de su vestido de vuelta sobre su hombro. No. Todavía necesitaba lamer ese precioso, cremoso y recién descubierto lugar. —¿Así que trabajas para tu hermano? —Sus ojos se estrecharon. Mierda, mi cerebro no estaba funcionando bien. —Sí. —Dios, la forma en que se veía de pie a la luz de la luna era increíble—. No. Realmente no trabajo para él, no. —Cerré los ojos, pensando que todo estaba saliendo mal, pero de repente estaba completamente mudo a su alrededor. ¿Por qué? Tal vez porque me había escondido detrás del papel que había tenido que desempeñar, el hombre que cortejaba a la mujer, que la hacía pasar el momento de su vida, pero la verdad era que no había jugado ningún papel. Cada momento había sido solo ella y yo, todo este tiempo. —Escúpelo, Brodie. Espera, ¿es ese tu nombre real? —Se cruzó de brazos y luego se alejó aún más. —Sí, ese es mi verdadero nombre. Danny es mi hermano. Es dueño de Elite Fling, lo ayudo con los ordenadores de vez en cuando. Estaba allí el día que entraste. Te vi a través de la ventana. —Me acerqué, ansioso por sacar esta última parte y poner mis manos sobre ella de nuevo—. Le rogué que me dejara llevarte a la boda. No quería que fueras con un acompañante. Te mereces más que eso. —¿Y tú eres mejor? —Inclinó la cabeza hacia un lado, todavía fulminándome con la mirada. —Muchísimo mejor. —Deslicé mis palmas por sus brazos, deslizándolas debajo las delgadas tiras de su vestido. —¿Así que todo eso ahí fuera? —Señaló el jardín donde una banda seguía tocando y los invitados aún se mezclaban—. ¿Eso fue real? ¿O no? Quiero decir, acabo de pasar toda la noche aceptando el hecho que sentía algo por un prostituto. Tendrás que explicarme esto un poco más. Me reí. Su sarcasmo era tan agudo como siempre.
—Fue real. Todo fue real. No puede no ser real, especialmente contigo, Bryn. Soy el hombre que soy, el hombre que viste. Soy sencillo. Trabajo con ordenadores, arreglo tonterías, hackeo de vez en cuando, bebo demasiada cerveza. Pero Bryn, sé cómo tratar a una mujer. Su mirada se suavizó cuando acuné sus mejillas, y mi sonrisa se hizo más profunda cuando acaricié el cabello oscuro en sus sienes. —Eres tan jodidamente hermosa que duele mirarte, y después de verte en el área de recepción, no pude resistirme. Su boca se frunció entonces, algo que casi parecía una sonrisa. Definitivamente felicidad. —Quiero quedarme contigo esta noche. Conseguiremos un hotel cercano o regresaremos a la ciudad. Quiero lo que quieras. —Besé un párpado, luego el otro. —Te quiero a ti. —Suspiró, presionándose contra mí—. ¿Qué pasa con el auto? —Al diablo con el auto. —Deslicé las tiras de su vestido por sus hombros y lo vi amontonarse en suaves pliegues a sus pies. Tomé suavemente una de sus hermosas tetas en mi palma, ansioso por envolver mis labios alrededor del pezón y escuchar su grito. —Brodie… —Se aferró a mi cabello mientras mis labios cubrían su pezón, su espalda presionada contra la fría ventana que daba a la parte delantera de la propiedad. —Shh… no quiero que todos sepan cómo suenas cuando te vienes, princesa. Me incliné sobre una rodilla y aseguré su pierna sobre mi hombro, empujándola más arriba por la ventana mientras le daba un largo lengüetazo a través de sus labios empapados. —Hacer que te corras se acaba de convertir en mi nuevo deporte favorito. — Tomé su clítoris entre mis dientes, pellizcando y tirando antes de girar para aliviar la punzada que quedaba de mi asalto—. En el momento en que vi estos tacones, me pregunté cómo se sentirían alrededor de mi cuello. Las manos de Bryn se clavaron en mi cabello. —¿Lista para venirte, cariño? —arrullé, arrastrando los dedos por mi cinturón y deslizándolo alrededor de sus muñecas, envolviéndolo suavemente mientras le sonreía. —Sí. —Dime quién es tu dueño. —Apreté el cuero y observé cómo mordía sus muñecas. —Tú. Tú eres mi dueño, Brodie.
—Mmm. ¿Qué pasa si te envío a desayunar mañana con mi semen en tus labios? Sus ojos se volvieron ardiendo hacia mí. —Te pertenezco, Brodie. —Sus labios tocaron los míos—. Haré cualquier cosa que me digas. —Esa es mi chica. —Fundí mi boca en su coño en un codicioso beso. Deslizándome y bailando, chupé y lamí hasta que me satisfice de ella. Sus manos se aplastaron en mi cabello, sus gemidos aumentaron mi necesidad, la follé con mi lengua hasta que estuvo temblando justo al borde de la liberación. Aplastando su cuerpo contra el mío, me puse de pie y la llevé a la cama matrimonial con volantes—. Follar en tu cama de la infancia, eso es perverso, cariño. Mordió mis labios, sus manos trabajando torpemente con el botón de mis pantalones antes de arrastrar la cremallera más allá de la cresta de mi polla. —Dios, no tengo condón, pero estoy limpio. —Chupé el hueco de su cuello, desesperado por enfundarme dentro de ella sin mirar hacia atrás. Plantar mi polla, enterrar mi semilla, reclamar su coño una y otra vez, pero amarla es lo primero. —Estoy limpia. Me hicieron la prueba a principios de este año, pero Brodie… —Me chupó la curva de la oreja. —No estoy tomando la píldora. Casi solté mi carga por centésima vez esta noche. Maldita sea, algo sobre Bryn sacaba al hombre de las cavernas dentro de mí. —Dios. —Apoyé mi frente contra la suya, tratando de controlar mi corazón martillando—. No puedes simplemente decirle cosas así a un tipo como yo. Sus dedos dulces y suaves se enredaron en mi cabello. —¿Un tipo como tú? —Un chico que quiere todo contigo. Pasar el día de hoy contigo me hizo sentir como nunca me he sentido antes. Me hizo querer cosas. Cosas como primeros bailes, y bebés, y furgonetas. Decirme que estás desprotegida, decirme que puedo embarazar este bonito coño tuyo —gruñí contra sus suaves labios—. Eso le hace cosas a un hombre. Bryn agarró mi polla en sus suaves manos. —¡Santo Dios! —Bajé a toda prisa mis pantalones por mis piernas y luego me arranqué la camisa por los hombros. —Has dicho eso unas cuantas veces y ni siquiera estás dentro de mí. —Se rio de mí. Su cabello se derramó alrededor de la almohada rosa suave, sus tetas hermosas, pesadas y redondas suplicando mi boca. —Eso está cambiando ahora mismo —gemí mientras mi polla se acurrucaba perfectamente entre sus piernas.
Pasé la punta por su hendidura empapada, arrastrando círculos sobre su clítoris y empapándome en sus jugos. —Espero que estés lista para nosotros, cariño. Las manos de Bryn, todavía atadas con mi cinturón, se enroscaban alrededor de mi cuello, arrastrando mis labios a los suyos y deslizando su lengua más allá de ellos. Coloqué mis caderas, arrastrando mi polla una vez más a través de sus pliegues empapados antes de pasar la punta más allá de su entrada. —Oh Dios —gimió en mi oído, sus caderas moviéndose contra las mías mientras empujaba más y más dentro de ella—. Oh, Dios mío, eres tan grande, Brodie. Empujé de nuevo, incapaz de controlarme antes de enterrarme hasta el final de ella. Tragué su grito por mi penetración con mi boca. Apoyando mi frente contra la piel caliente de su pecho, suspiré. —Te sientes tan jodidamente bien, Bryn. Sus dientes rozaron la curva de mi oreja, enviando un rayo directamente a mis bolas. Nuestro ritmo se sincronizó en un ritmo furioso, nuestros cuerpos golpeando juntos, suaves gemidos, sofocados solo por el ocasional recordatorio de permanecer en silencio, haciendo eco en las paredes que nos rodeaban. —No puedo creer que estemos haciendo esto —dijo contra mi oído. —¿Qué? ¿Follar en tu habitación? —Le chupé el cuello—. ¿En la cama donde solías tocarte cuando eras más joven? —Empujé un poco más fuerte, la imagen de ella entrelazando sus dedos entre sus muslos y sacándose un orgasmo casi era demasiado para que mi frágil mente pudiera manejarlo—. Creo que te gusta ser un poco temeraria. Creo que moja tu coño, Bryn. El peligro, la idea de ser atrapada, todas esas personas afuera mientras mi polla está enterrada dentro de ti. Sus labios se estrellaron contra los míos, y sin una sola palabra tuve mi respuesta. Moví una mano entre nosotros, deslizando la yema áspera de mi pulgar contra su pequeño clítoris. —Córrete, princesa. Déjame escuchar lo que se siente ser poseído. Gemidos suaves cayeron de sus labios. Sus piernas temblaron cuando sus muslos se cerraron alrededor de mis caderas. Su orgasmo chocó con el mío cuando clavé mis dedos en la suave carne de sus caderas y bombeé hasta el último gramo de semen que tenía en ella. Recubriendo su útero dulce y desprotegido, me corrí en chorros violentos, más fuerte de lo que jamás me hubiera corrido en mi vida. Me dolía el pecho, me temblaban los muslos, mi visión nadaba con su sonrisa, su cabello, sus ojos, ella. Bryn me poseía. Estaba completamente perdido.
9 Bryn
M
e desperté a la mañana siguiente con un brazo pesado y bronceado alrededor de mi cintura.
Me froté los ojos, girándome para mirar a los ojos al hombre que había sacudido mi mundo la noche anterior. Y esta mañana. Dos veces. Sonreí. El toque de sus manos ardía en la carne de mi cuerpo. Esperaba tener moretones. Quería sus marcas. Quería cualquier cosa que Brodie estuviera dispuesto a darme en el arrebato de la pasión. —Buen día. —Brodie arrastró las palabras, su sonrisa caprichosa robó todo el aire de mis pulmones. ¿Cómo es que tenía este efecto sobre mí? —Buenos días. —Suspiré, presionando un suave beso en sus labios—. Son más de las diez. —Tracé el arco de su gruesa ceja con la punta de mi dedo. Si no estuviera acostado en mi cama en este preciso momento, nunca hubiera creído que Dios podría crear un hombre tan hermoso—. Deberíamos prepararnos para el brunch. Brodie tomó mi mano, tirando de mí hacia su pecho y metiendo mi cabeza en el hueco de su cuello. —Me gustaría tenerte a ti para el brunch. —Papá se enojará si llegamos tarde. Odia la impuntualidad. —Las manos de Brodie subieron por mi desnudo torso mientras hablaba, distrayéndome, tirando de mí hacia abajo.
—Por casualidad sé que, el mejor comienzo para una mañana es un orgasmo. —Sus dedos se deslizaron entre mis muslos, y las yemas de sus fríos dedos se encontraron con mi piel caliente. —Oh… —Me arqueé, apretando mis caderas contra él. —Cierra la boca o la llenaré con mi polla, princesa. —Inclinó mi barbilla para cerrarla y colocó un beso en mis labios mientras su mano trabajaba con confianza— . Quiero tu esencia en mis dedos. —Brodie... —Me aferré a su brazo, los músculos se contrajeron mientras la excitación llenaba mis nervios. —Así es, cariño. Dilo un poco más fuerte y todos te escucharan. —Sus palabras dispararon una lujuria desenfrenada a través de mi cuerpo, sus dedos rozaron mi clítoris, presionando, girando y masajeando hasta que un orgasmo ardió a través de mi centro. —Brodie, Brodie —supliqué, cubriéndome los ojos con el antebrazo. —Ojos, Bryn. Necesito tus malditos ojos. —Sus manos guiaron mi rostro hacia el suyo, y mi brazo cayó sobre la almohada sobre mi cabeza—. Cuando bajemos las escaleras, tendremos que decirle a tu padre que te vas a casar. Su palma se detuvo entre mis muslos, el pulgar solo acarició la carne demasiado sensible. —¿Q-qué? —¿Quieres venirte, princesa? —Sus palabras transpiraban sexo. —Sí, por favor. —Empujé una mano por la parte delantera de su cuerpo, ansiosa por envolver mi puño alrededor de su polla y atraerlo para sexo rápido. —Tendrás tu orgasmo después de prometer que vas a decirle a tu padre que pronto serás una novia. —¿Una novia? Brodie, ¿de qué estás hablando? —tartamudeé mientras intentaba luchar a través de la excitación que empañaba mi cerebro. —Tú y yo, princesa. Está sucediendo, más temprano que tarde. —Sus dedos aceleraron en mi clítoris de nuevo, mi cerebro mareándose y perdiendo control de la realidad. El bastardo lo planeó así. Me estaba sobornando al matrimonio con un orgasmo—. Voy a querer un anillo en tu dedo antes que mi bebé esté en tu vientre. —Brodie… bebés… boda… —Aspiré una bocanada de aire cuando deslizó un dedo por mi entrada—. No puedo pensar con claridad. —Ese es el plan. Solo di que sí. —Me mordió la oreja, agregando otro dedo mientras su pulgar continuaba asaltando mi clítoris. —Sí, sí, ¿a qué… exactamente? —Me estremecí cuando los primeros sofocos de mi orgasmo me recorrieron.
—Sí a ser mi esposa. Ya dijiste que sí a ser mía. Ahora lo hacemos oficial. — Su voz ronca en mi oído casi me enloqueció por completo. —¿Oficial? Oh Dios, Brodie… —Me tomó la muñeca y se la llevó a los labios. En lentas y delicadas lamidas, arrastraba su lengua sobre una zona erógena que me volvía loca. —Di que sí y te correrás, Bryn. —Mi cerebro luchaba con mi corazón. Luchó con sus manos. Sus palabras—. Quieres correrte, ¿verdad, cariño? —Sí, oh Dios, sí. —Tortura. Este imbécil me estaba torturando. —Entonces dame un sí más, uno más, y enterraré mi rostro entre tus piernas todas las noches por el resto de nuestras vidas. —¡Sí, Brodie! ¡Sí! —Mi cerebro chisporroteaba cuando mil fragmentos de éxtasis se liberaron apasionadamente a través de mí. Sus dedos se enterraron profundamente, mi coño se sentía tan lleno de él, su mano tomó mi muñeca, sosteniéndome mientras me retorcía y gemía, sintiéndome completamente a su merced. Deliciosamente a su merced. —Esa es la cosa más hermosa que he visto. —Sonrió y me dio un lento beso en los labios, robándome los últimos alientos que tenía—. Ahora di, gracias. Mis ojos se abrieron de repente, y la sonrisa expectante en su rostro me llevó un poco más al límite de la razón. —Gracias, Brodie. —Buena chica. —Se sentó en la cama, girándose para levantarme contra su duro cuerpo—. Ahora nos vamos abajo. —Voy a ir a la ducha primero. —No, no. —Me tomó del brazo—. Quiero que huelas como yo el resto del día. Golpeó mi culo, sacando un chillido de mi garganta. —Eres un bastardo, Brodie. Usaste tus habilidades sexuales contra mí. —Y es justo como te gusta. El minuto en que te aburras es el momento en que soy un hombre con problemas. —Me atrajo hacia él, con las manos envolviéndome y ahuecando las mejillas de mi trasero—. Una cosa más. Arqueé una ceja, bastante segura que no estaba preparada para lo que viniera de sus labios a continuación. —¿Oh? —Te conozco, y necesitarás un recordatorio para compartir la noticia con tus padres durante el brunch, ¿verdad? Estreché mis ojos hacia él y crucé mis brazos.
—Abre las piernas. —Su tono tenía una entonación, algo sexy que me hizo su prisionera. Hice lo que me ordenó, separando mis pies sobre la lujosa alfombra. —Cada vez que te muevas, quiero que pienses en lo que hicimos aquí — pronunció en mi oído, sus dedos extendiendo mis sedosos pliegues. Con una mano, levantó la ropa interior de encaje de tiras de la noche anterior, con una sonrisa maliciosa curvando sus labios. —Brodie... —Compraste esto para mí, ¿verdad? —La forma en que tocó el encaje entre sus largos dedos, recordándome cómo se sentían esos dedos entre mis piernas… — Quiero asegurarme que huelan a ti. Deslizó la mano con las bragas entre mis muslos y suavemente arrastró la tela entre mis labios empapados. Si no hubiera estado tan mojada desde el primer orgasmo que ya me había dado, podría haber sentido más vergüenza, pero no la sentía. Era erótico, todo lo que hacía era increíblemente afrodisíaco. —Ahí vamos. —Empujó la tela contra mi sensible clítoris, provocando un estremecimiento a través de mi cuerpo. Su mano trabajó entre mis piernas, deslizando la tira a través de mi montículo, antes de aplastar las bragas en su mano deslizándolas a lo largo de la comisura de mi boca—. Sabes más dulce que los dulces, Bryn. —Inhaló el aroma de las bragas húmedas y luego las metió en su bolsillo—. Ahora ve a vestirte. Tenemos un brunch al que asistir. No lo podía creer. No podía creerle. Ahora tenía que encontrar algo que ponerme que fuera con el mismo tono carmesí de mis mejillas. —No sé si te amo o te odio, Brodie. Su sonrisa se abrió un poco más. —Un poco de ambos, cariño. Eso es lo que lo mantiene interesante. Me dio una palmada en el culo cuando me di vuelta para prepararme. Maldita sea Brodie y sus manos pícaras, su temeraria sonrisa, sus salvajes labios. No tenía una oportunidad de superar el brunch con él.
10 Brodie
B
ryn se retorció a mi lado, con una pequeña sonrisa en su rostro. Malditas bragas.
Se sentía bien saber que no llevaba nada debajo del pequeño vestido blanco virginal que llevaba, y aún mejor saber que sería lo único que tocaría su perfecto coño. Arrastré un dedo por su rodilla, amando la forma en que un estremecimiento pasó a través de ella. Sus labios llenos e hinchados por mis besos, parecía que la habían follado toda la noche. Bueno, así era. Gracias a mí. —Le dije a Max que podía emplearlo en la compañía, creo que encaja bien. Dice que tiene experiencia con los ordenadores. —El padre de Bryn siguió hablando, pero mis oídos se agudizaron cuando escuché el nombre de Max. Todavía no podía olvidar lo que había dicho la noche anterior, sobre resultarle familiar. Ordenadores. Mi hermano. Elite Fling. —Mierda. —Comencé a atragantarme con el Bloody Mary que nos habían entregado a todos. —¿Todo bien por allí? Asentí al padre de Bryn. —Simplemente bajó por la tubería equivocada. Lo siento. —No te preocupes, hijo. —El padre de Bryn empezó a hablar sobre acciones e inversiones. —¿Qué pasa? —Bryn se inclinó, su mano apoyada en mi muslo debajo de la mesa.
Pasé los ojos alrededor de la mesa para asegurarme que nadie nos estaba prestando atención. —Sé dónde Max y yo nos conocimos antes. Sus cejas se alzaron, animándome a continuar. Bajé la voz aún más. —Elite Fling. Sus ojos se ensancharon cuando lo comprendió. —¡¿En serio?! Asentí. —Muy en serio. Hace unos años le dijo a Danny que podía encargarse del sistema de red, que tenía experiencia. —¿Y… tu hermano no lo contrató? —Sus dedos se enlazaron con los míos mientras hablábamos en voz baja. Asentí. —Lo contrató, efectivamente. —Hice una pausa, sin saber qué hacer con esta nueva información—. Trabajó… con clientas. —¡¿Qué?! —Bryn casi salió disparada de su silla. —Bryn, cariño, ¿qué está pasando allí? —Nada, papá. —Bryn apretó mi mano debajo de la mesa—. Acabo de recordar que traje algo para ti. Voy a subir y traerlo. Brodie, ¿puedes ayudarme? — Me sonrió dulcemente. Casi me partió el jodido corazón. Cielos, no sabía que alguien pudiera enredarse alrededor del corazón de alguien tan rápido como ella había hecho con el mío, pero era un hecho. Era un esclavo de Bryn. Mientras siguiera mirándome, confiando en mí, amándome, pasaría mi vida dedicándome a hacerla feliz. —Claro. —Me levanté de mi silla, pensando que tal vez hubiera sido mejor si hubiera mantenido la boca cerrada en este caso. Pero no creía en vivir con mentiras. Ya había jodido eso con Bryn una vez, no volvería a cometer ese error. Seguí a Bryn por las escaleras, con las manos entrelazadas, antes que se lanzara detrás de la primera puerta abierta que encontramos y nos encerrara en un baño. —¿Estás bromeando, Brodie Merrick? Negué. Las manos en su cintura. —Ojalá así fuera. —¿Sabes a ciencia cierta que era un acompañante?
Asentí, incapaz de decir las palabras que ella acababa de decir. —Así que… —Saltó sobre el tocador, plantando su culo en el borde y los pies colgando—. No puedo creer que la esnob de hermana acabe de casarse con un acompañante de lujo. Apoyé mis manos en su cintura, acomodando mis caderas entre sus muslos. —Eso parece. —Bueno, maldita sea… —Enroscó sus manos alrededor de mi cuello—. ¿Crees que lo sabe? —Podría haberlo conocido allí —ofrecí. —¡Oh, Dios mío! —Cubrió su boca adorablemente—. Tienes razón. Sus ojos se abrieron tanto que tuve la necesidad de besar la expresión de asombro de su rostro. —¿Qué dije acerca de llenar esa boca abierta? —Incliné su boca cerrada, la oferta demasiado tentadora. Arqueó una ceja juguetona antes de continuar. —No creo que lo sepa… entonces… ¿deberíamos decírselo? —¿Nosotros? —La acerqué un poco más al borde, deslizando una mano debajo del dobladillo de su vestido—. Solo soy el mensajero. Haz con la información lo que quieras. —Eres terrible, Brodie. Mis dedos hicieron contacto con su coño caliente. —Soy adicto. Empujé mis dedos, cubriéndome con sus dulces jugos, pasándolos por mis labios. —Mmm. Nunca lavaré el aroma de tu dulce coño de mis dedos. Sus ojos me miraron ardiendo, brillando con algo que no pude ubicar. —Me mantienes alerta, Brodie, de eso no hay duda. —Y te mantengo gritando con orgasmos. Yo diría que tenemos algo bueno en marcha. Ahora terminemos con el brunch para poder volver a la ciudad. Tenemos que conseguirte un anillo. —¡¿Un anillo?! ¡Brodie! —chilló cuando tomé su rostro, cubriendo sus bonitos labios con un beso para llenar su boca. Callándola. Recordándole que era mía. —¿Qué dije sobre llenar esa bonita boca?
Primer epílogo Bryn
L
os días se convirtieron en semanas, las semanas en un mes, antes que Brodie y yo estuviéramos de pie en nuestro propio altar. Aunque no se parecía en nada al de mi hermana.
Brodie y yo fuimos a las montañas, rentamos una cabaña y nos casamos con vistas a un lago resplandeciente. No fue el gran evento que mi hermana había tenido, pero ni Brodie o yo éramos así. Queríamos que el día en que intercambiáramos nuestros votos nos reflejara a nosotros, a nuestra relación, solo a nuestro amor. Y lo hizo. Brodie se aseguró de eso. Había empleado todos los medios, contratando a un fotógrafo, a un violinista e incluso a un capitán de barco para que nos llevara en las suaves olas e intercambiara nuestros votos. Fue la experiencia más increíble de mi vida. Aunque al principio hablamos de fugarnos, finalmente decidí que aunque mi familia me irritaba al máximo, no sería lo mismo sin ellos, y al parecer Brodie lo sabía, porque se había complicado la vida para colar a mis padres y abuelos en la ceremonia. Nuestros únicos testigos fueron la docena de personas que más amábamos y apreciábamos. Y luego los enviamos a casa y tuvimos esta cabaña de montaña para nosotros. Creo que ese había sido el plan de Brodie todo el tiempo. Rápidamente me enteré que cuando ponía su mente en algo, no se detenía ante nada hasta conseguirlo, y eso me había incluido. Pero por suerte para él, me encantaba ser suya. Me encantaba la forma en que hacía sentir mi cuerpo. Me encantaba la forma en que hacía sentir mi corazón. Me encantaba la forma en que me hacía sentir, punto.
¿Y qué habían dicho mis padres cuando confesé que Brodie y yo nos íbamos a casar? Bueno, nunca lo dije ese día en el brunch como se suponía que tenía que hacerlo, y Brodie me había castigado por eso después, con seis deliciosos azotes en mi trasero una vez que regresamos a mi habitación ese día, justo como esperaba. Pero poco después, Brodie dijo que no decir nada era mejor. De esa manera podría hacerlo de la manera correcta, la forma tradicional. Tradicional. Nunca soñé que escucharía esa palabra saliendo de la boca de Brodie. Pero resulta que cuando se trataba de ciertas cosas, su amor por mí, sobre todo, era muy tradicional. Tan tradicional que le pidió a mi padre mi mano en matrimonio. Escuchar la historia después me hizo derretirme, asegurándome más que nunca que era el hombre para mí. Luego estuvo la situación con mi hermana. Nunca le hablé de Max. No porque no le creyera a Brodie; de hecho, tenía más sentido que nunca, y sabía que solo tenía que pedirle la prueba al hermano de Brodie. Pero no quería hacer eso por el bien de mi hermana. No pensé que pudiera manejar saberlo. Y si lo sabía, y lo había conocido allí, entonces supuse que no quería que yo ni nadie se enteraran de todos modos. Y tal vez Max había dejado atrás esa vida. Obviamente, estaba tratando de mejorarse a sí mismo trabajando en el campo de las computadoras. Max y mi hermana tenían esa cosa entre ellos. Esa cosa que los hacía creer que eran intocables, que estaban por encima de todos los demás. Inseguridad disfrazada de arrogancia, juntándose con narcisismo, pero la dejé vivir la vida que había elegido. La acepté y la amaba por quien era. Porque a pesar de todo, había conseguido la vida que siempre había deseado. Encontré al hombre de mis sueños que me mantiene satisfecha, inspirada y completamente enamorada. Por eso, en el último día de nuestra luna de miel, mientras navegábamos por el Caribe en un yate rentado, me alegré muchísimo al decirle el secreto que había estado llevando. El pequeño milagro que habíamos hecho. —Cielos, cariño —dijo, tirándome a sus reconfortantes brazos—. Ahora tenemos todo. Y lo teníamos. Este era el comienzo de nuestro para siempre: novias, bebés, furgonetas y todo.
De alguna manera, el encuentro con Brodie había llenado instantáneamente un agujero vacío en mi corazón. Una que había estado al acecho durante mucho tiempo y que nadie podía llenar excepto él. —Lo tenemos todo, cariño —murmuré, atrapando sus labios con los míos. —Eres lo mejor que jamás me pasará. —Mordió mi labio inferior, las manos ahuecando mi mandíbula como siempre lo hacían cuando sus labios tocaban los míos—. Te dije que era un hijo de puta afortunado. Sonreí a pesar de mí misma, recordando el día en que nos conocimos, esas mismas palabras que salieron de su boca. —Debería haberte escuchado desde el primer día, ¿eh, Merrick? —Envolví un brazo alrededor de su cuello, acercándome un poco más. —Claro que sí, hermosa. La mejor decisión de tu vida fue decir que sí. Sus manos se deslizaron en la parte de abajo de mi bikini, sus palmas de las manos ahuecando mis nalgas. —No puedo esperar para enterrarme dentro de ti esta noche. —Su dedo se deslizó entre mis mejillas, deslizándose más allá del apretado anillo de músculos en mi parte trasera. —Oh Dios. —Me arqueé, agarrando su cuello—. ¿Por qué esperar? —Me gusta su mente sucia, señora Merrick. —Su dedo presionó un poco más profundo, la cresta de su polla chocando con la tela húmeda de mis bragas—. No necesitarás estas. Su dedo atrapó el lazo y tiró. Las bragas cayeron de mi cuerpo y las arrojó sobre la cubierta reluciente. —Te amaré por siempre, Brodie Merrick. —Besé sus labios, gimiendo cuando sentí el endurecimiento en su bañador. Su polla se deslizaba contra mi carne dolorida un momento después. La punta presionando en mí. Su polla me estiraba. Su amor me llenaba. —Te amo, Bryn —masculló, asentándose completamente dentro de mí—. Te amo tanto que duele. Asentí, abrazando la sensación. Gracias a Dios, el destino nos puso en el mismo camino, porque pasar un solo día sin él se sentía como la peor forma de tortura. —También te amo, cariño. Siempre te amaré.
Segundo epílogo Brodie DIEZ AÑOS DESPUÉS
—¡P
apá! —La voz aguda de mi hija resonó en nuestro jardín trasero—. ¡Gavin me lanzó un perrito caliente! —Jesús. —Tomé otro largo trago de mi cerveza—. Será
mejor que contenga eso. El rostro de mi hermano esbozó una sonrisa cuando se levantó de la mesa de picnic en la que habíamos estado tomando cervezas. —Deja que el tío Danny haga los honores. —¡Espera! —Bryn llamó desde la puerta de atrás. Danny siguió caminando, recorriendo las mesas de picnic llenas de nuestros amigos y amontonados en una barbacoa—. ¿Te parece buena idea? Levanté la vista hacia mi bella esposa, con su rostro aun bellamente desgarrador, sus ojos todavía cortando profundamente en mi alma. —No puede hacer daño. —Podría traumatizarlos —pronunció Bryn, parándose a mi lado. Sus dedos rozaron la tela de mi camiseta, enviando unos escalofríos desesperados por mi espina dorsal. Tan pronto como pudiera sacarla de la vista de todos y tenerla sola, mi mano definitivamente estaba metiéndose entre sus piernas. Me había estado provocando con esa pequeña falda todo el día, si esperara una hora más, estallaría. —Ven acá. Mis manos fueron a sus caderas y la senté en mi regazo. —¿Piensas que podemos escabullirnos de aquí? —¿Irnos de nuestra propia barbacoa del cuatro de julio? —Se rio—. No lo creo, señor Merrick.
—Mmm… dilo otra vez. —Le mordí los labios, apretando mi entrepierna contra la curva caliente de su culo. —Shh. —Trató de alejarse, pero la agarré con más fuerza. De ninguna manera Bryn se me estaba escapando—. Mira los ojos del tipo, no saben qué pensar. Eso era cierto. Mis hijos no habían pasado mucho tiempo con mi hermano, no porque no lo hubiéramos intentado, sino porque su maldita agenda se había mantenido tan ocupada en Elite Fling. Sí, todavía estaba en el negocio, no había nada ilegal, pero se había alejado, había dejado de gestionar los entresijos diarios y, finalmente, tenía más tiempo para pasar con la familia. A mis hijos les encantaba el tío Danny, pero nunca se podía predecir lo que podría salir de su boca. Tampoco habían necesitado muchas reuniones familiares para que el secreto de que Danny y Max se conocían se escapara. La hermana de Bryn no parecía estar muy enterada, de modo que Bryn había elegido no explicar exactamente cómo Max y Danny se conocieron. Bryn y Brittany se habían acercado un poco más a lo largo de los años, y Max y Brittany ahora tenían un bebé, por lo que ahora estaba más cerca de lo que nunca había estado. Era bueno para los niños, incluso si era un poco desafiante para nosotros. La familia de Bryn siempre era bienvenida en nuestra casa, pero sus padres solo venían de vez en cuando para estar con los nietos antes de irse a su próximo destino de retiro exótico. Bryn se movió en mi regazo, su falda subía más arriba de su muslo. —¿Estás usando bragas aquí debajo, mamá? —Las yemas de mis dedos se deslizaron entre sus piernas. —¿No te gustaría averiguarlo? —Guiñó un ojo, cruzando las piernas y bloqueando mi entrada—. Ahora, compórtate. Ya llegó allí. —Bryn señaló a mi hermano al otro lado del jardín—. No puedo decir lo que está diciendo, pero ha sacado el dedo. ¡Está moviendo su dedo de arriba abajo hacia ellos! Comenzó a carcajearse, la forma en que sus ojos brillaban y sus mejillas se sonrojaban me hizo enamorarme cada vez más de ella. Mi cabello se había vuelto canoso alrededor de las sienes en los últimos diez años, las líneas de risa se profundizaron, pero mi amor por Bryn también había crecido. Verla dar a luz a nuestros cuatro bebés no había sido nada más que ser testigo de un milagro, verla educarlos, criarlos y amarlos, llenó mi propia alma de felicidad. No pasó un día sin que dudara de ser el hijo de puta más afortunado del planeta. —Oh, ya viene de regreso —susurró Bryn mientras Danny caminaba entre la multitud. Llegó casi a la mitad antes que alguien lo detuviera. Un destello de cabello oscuro, una cálida sonrisa, un rápido toque de la mano. —Mira lo que está pasando allí. —Le di un codazo a Bryn.
—No… ¿Sophia? ¿La trabajadora social? —Es agradable. —Incliné mi cabeza, observando cómo interactuaban. Viendo la forma en que mi hermano se inclinaba, con las manos suspendidas en su codo, con una sonrisa anormalmente amplia. Y luego una risa. El cabrón se echó a reír—. Acaba de hacerlo reír. —¿Qué crees que dijo? —Bryn ladeó la cabeza hacia un lado, con las cejas fruncidas. —Debe haber sido muy chistoso, no he visto a Danny reír así desde que metió gusanos en mis pantalones frente a mi enamorada cuando tenía ocho años. —¿Gusanos? Oh Dios, eso es asqueroso. —Solo espera, cuando Larson sea un poco mayor, él y Will se torturarán mutuamente. Es una cosa de chicos. —Le toqué la nariz. —¿Cosa de chicos? —resopló, sus ojos se deslizaron hacia atrás a través de la multitud comiendo y riendo en nuestro patio trasero—. Me alegro que también tengamos chicas. Sonreí, deslizando mis manos por su cuello para ahuecar sus mejillas. —Me diste cuatro hermosos hijos, Bryn. Y tú, y ellos, son mi mundo entero. —Lo sé, chico rudo, me lo dices todos los días. —Nunca quiero que lo olvides. El día que deje de decírtelo es el día en que fallé como tu esposo. —El día que dejes de hacerme la mujer más feliz del planeta es el día en que el infierno se congele, Brodie Merrick. —Mmm, ¿crees que se darán cuenta si te secuestro ahora? —Tomé sus labios en un beso, suave y lento, saboreando el sabor único y embriagante de ellos. Mi chica. —Que alguien me ponga al tanto, necesito todos los detalles que tengan sobre la señorita Sophie Watkins. —Mi hermano me dio una palmada en la espalda, interrumpiendo nuestro beso y sentándose en una silla junto a nosotros. —¿De vuelta tan pronto? —Dijo que era bueno con los niños, creo que esa es mi oportunidad. ¿Puedo pedir prestado a uno de los niños, tal vez establecer una cita para jugar en el parque? Los ojos de Bryn se abrieron como platos mirando a mi hermano. No pude evitar reírme cuando dije: —No tienes que utilizar a mis hijos para conseguir una cita, he oído que hay un sitio web para eso. Danny entrecerró los ojos, antes de estirar el cuello de su camisa y levantarse.
—Voy a ir a buscarle una bebida, deséenme suerte. —¡Nada de fluidos corporales en mi casa, Danny! —dije a su espalda. Se giró, esa sonrisa que recordaba de mi infancia se plasmó en su rostro, antes de enseñarme el dedo. Bryn y yo nos echamos a reír. Diez años después, cuatro niños, dos autos y una hipoteca más tarde, Bryn y yo estábamos más felices de lo que nunca habíamos estado. Las cosas habían encajado en su sitio cuando nos conocimos, tan inesperado como había sido. Entonces, ¿qué les diríamos a nuestros hijos algún día cuando preguntaran cómo nos conocimos? Como el destino lo quiso, mamá necesitaba una falsa cita de San Valentín y papá era un hijo de puta con suerte.
Aria Cole es el seudónimo de la escritora más vendida de USA Today, Adriane Leigh. Fanática de la literatura clásica y los romances de Harlequin de la vieja escuela, las novelas de Aria Cole cuentan con hombres alfa posesivos y las heroínas descaradas que los aman, junto con una dosis saludable de amor instantáneo y finales felices muy dulces. Prometo que sus dientes dolerán. Para una historia segura, locamente caliente, y siempre con un final feliz que no toma toda una vida leer, ¡piérdete en un libro de Aria Cole!