1 Leslie Crawford
LESLIE CRAWFORD
URUGUAY ATLANTICENSE
Y LOS DERECHOS A LA ANTÁRTIDA
Versión digitalizada y corregida Edición original de 1974 Libreros‐Editores: A. MONTEVERDE & CÍA. S. A. — "Palacio del Libro” 25 de Mayo 577 — Montevideo – Uruguay CMLXXIV
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URUGUAY ATLANTICENSE Y LOS DERECHOS A LA ANTÁRTIDA Digitalizado por Tte. Cnel Waldemar Fontes Email:
[email protected] Nota: se incluyeron las correcciones que figuran en la fe de erratas de la edición original.
Con el objeto de difundir la historia del Uruguay en la Antártida Año Polar Internacional 2007 - 2008 Edición original en papel, 1974 Libreros‐Editores: A. MONTEVERDE & CÍA. S. A. — "Palacio del Libro" 25 de Mayo 577 — Montevideo ‐ Uruguay MCMLXXIV
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Leslie T. Crawford Docente, escritor e historiador, trabajaba en la Administración Nacional de Puertos como gerente. Participó en la Primera Convención Nacional Antártica (1970) Integró el Consejo Directivo del Instituto Antártico Uruguayo desde 1970 hasta 1976. Fallecido en Montevideo, el 22 de febrero de 1994.
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Contenido PROLOGO ..................................................................................................... 7 INTRODUCCIÓN ............................................................................................ 8 CAPITULO I .................................................................................................. 12 EL EJERCICIO EFECTIVO DE SOBERANÍA ..................................................... 12 CAPITULO II ................................................................................................. 26 LA JEFATURA SUPREMA DEL ATLÁNTICO SUR ........................................... 26 CAPITULO III ................................................................................................ 32 LA AUTONOMÍA DEL APOSTADERO DEL PARALELO 32 AL POLO ANTARTICO32 CAPITULO IV ............................................................................................... 37 EL DISPOSITIVO OFENSIVO‐DEFENSIVO.......................................................... 37 CAPITULO V ................................................................................................ 47 "LA ÉPOCA MAS FELIZ PARA MONTEVIDEO" .................................................. 47 CAPITULO VI ............................................................................................... 56 MONTEVIDEO Y LA INTEGRIDAD HISPÁNICA LOS TEATROS BÉLICOS ........ 56 CAPITULO VII .............................................................................................. 69 RULE OF SEA ‐ EL MAYOR INCITADOR DE RESPUESTAS ............................. 69 CAPITULO VIII ............................................................................................. 83 FACTORES ECONÓMICOS Y FENÓMENOS BIOGEOLOGICOS ...................... 83 Índice Bibliográfico ................................................................................... 100
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PROLOGO A mediados de 1973, el Instituto Antártico Uruguayo ha, constituido los Grupos de Trabajo Científico, conforme él ordenamiento del S. C. A. R. (Comité Científico de Búsqueda Antártica) y entre los cuales se destaca hoy el Grupo de Trabajo Arqueológico‐Histórico a cargo del Prof. Leslie T. Crawford. Es con honor para nosotros presentar URUGUAY ATLANTICENSE, a la consideración de los lectores de habla española, así como a la comunidad de investigadores de las disciplinas históricas, fundamentalmente universales. Esta obra puede considerarse primera en su clase, por cuanto pone vivísima luz sobre' todo el proceso histórico de descubrimiento geográfico, radicación de poblaciones y esfuerzo de navegación exploratoria en la inmensa área marítima soberana de España, cuyo centro de operaciones, radicado en el Montevideo del siglo XVIII, consolidó los incipientes accesos marítimos a la Tierra Austral Incógnita o Antártida, poniendo vigencia en las rutas por el Cabo de Hornos y Estrechos Magallánicos, hasta la época‐misma de la apertura del Canal de Panamá en 1913 y fin histórico de la navegación vélica. URUGUAY ATLANTICENSE es pues, una obra de base y consulta para especialistas, cuales para docentes, así como texto importante para la Enseñanza Media y Superior en los niveles universitarios del país. Importa destacar que el Instituto Polar Scott, de Cambridge, Reino Unido, que al celebrar la creación del Grupo de Trabajo Arqueológico del I. A. U., dice: "En la actualidad, los estudios en este campo presentan grandes lagunas y no habrá oportunidad de avanzar en nuestros conocimientos del primer período de la historia de la Antártida, si no existe mayor conciencia de la evidencia y testimonios que deben ser documentados. Por intermedio del S.C.A.R. esperamos que se pueda lograr algún adelanto en este campo ‐ H. G. R. King". Por nuestro intermedio, el Instituto Antártico Uruguayo felicita cálidamente al Prof. Leslie T. Crawford por el acierto, oportunidad y vigencia de estos extraordinarios testimonios, que ayudan a las más amplias formulaciones del Derecho Internacional Contemporáneo. Prof. Julio C. Musso
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INTRODUCCIÓN El origen y desarrollo de URUGUAY ATLANTICENSE constituye una relación viva de derecho histórico, ejercido en nombre del ecúmene hispano (Comunidad de Reinos Españoles Europeos y Americanos) Primero, como un asiento de poder de ejercicio de ocupación adquisitiva de áreas terrestres continentales, insularias y marítimas, homologadas por cesión Imperial Papal: luego, como único causahabiente de los títulos de España, que omitimos ejercer, transmitidos de conformidad al Decreto de las Cortes Españolas de 4 de diciembre de 18 3 6 y, mediante el cual S. M. la Reina Isabel II firmó el reconocimiento y cesión soberana a la República O. del Uruguay en sucesivos tratados, el primero de los cuales es del 9 de octubre de 1842, posterior de 26 de marzo de 1846, etc. Las tierras emergidas, aguas continentales y oceánicas, de la Corona de Castilla, originarias del Tratado de Tordesillas, reconocidas con vigencia legal en la transacción de Utrecht, Tratados de Paris 1763, de El Escorial 1790, San Lorenzo El Real 1795, Paris 1814 y Viena 1815 no fueron bienes ab-intestato que quedaron discrecionalmente a disposición de los buscadores de espacios resnullius. Estos títulos dejados en depósito en la Capitulación del Mariscal Vigodet (Montevideo 1814), revirtieron por acto de cesión española, en las áreas pertinentes, a la República O. del Uruguay, Los impulsos históricos determinantes del Montevideo histórico, eje del poder neptúneo, abarcan períodos de las dos corrientes del Derecho de Gentes que privaron en la distribución de dominio del mundo que Occidente descubriera, explorara, poblara y configurara a su manera, fuere bajo impronta española, lusitana, danesa, inglesa, francesa, etc. Dichas corrientes del Derecho de Gentes se individualizan: I — Derecho Internacional Medioeval Europeo Tierras y mares bajo soberanía otorgada por el Papado, en su condición de "órgano central de la comunidad internacional medioeval" (Verdross), comprendían el centro montevideano, antes de 17*24, como clave en el período de las líneas meridianas de proyección imaginarias, operadas por el Tribunal Arbitral Europeo (Papado). Corresponde en España al período de los Trastamara y Austria y pertenece a la consideración iusnaturalista. II — Derecho Internacional Público Europeo Tierras y mares ya no son donados o sometidos a soberanía. La ocupación de las áreas libres se hace por determinaciones del principio del equilibrio políticoeuropeo y en base de reivindicación de descubrimiento geográfico, basándose en pruebas de señalización cartográfica. La transacción de Utrecht legaliza las penetraciones inglesas, holandesas y francesas, así como danesas, sobre espacios de dominio soberano español, particularmente en el Mar Caribe y extremo norte-este del Continente Sudamericano (Guayanas inglesa, holandesa y francesa). En el extremo sur de la Banda Oriental Montevideo, en su carácter de llave navalmilitar por sus fortificaciones, puerto y bahía del Río de la Plata y Atlántico Sur occidental de la línea de Tordesillas, constituyó centro fundamental y de 8
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maniobra, en el período en que las latitudes se establecían con mayor precisión cartográfica. En España corresponde al período de los Borbones y pertenece a la consideración positivista del Derecho de Gentes. La densidad y heterogeneidad de los servicios de apoyo brindados por Montevideo desde el día mismo de su fundación, militares, navales y mercantiles, es difícil de concebir en nuestra contemporaneidad, fundamentalmente civil y mediterránea nacional. No obstante, aquélla fue su función primera y quebrada a la fecha de la apertura del Canal de Panamá en 1913/14. Uruguay Atlanticense evoca e ilumina ese período que, si bien perdido por irrevocable decisión histórica, apunta hacia el futuro, particularmente al momento de la radicación humana permanente en el Continente Antártico. El primer evo responde a la atracción peruana-mexicana, llevando el plano de la imaginación mercantilista (producción oro-plata) a la línea Guadalajara-Potosí. Montevideo representó, desde los viajes de Magallanes - Elcano y Martín Alfonso de Souza, el hito que contenía y rechazara penetraciones extra-hispanas. Es importante establecer que no había aparecido en campos de la Banda Oriental, indeterminada aún, la riqueza que en el siglo XVIII atraería más que la minería, cuando Hernandarias escogió esta Bahía como puerto ideal de futuro. La proposición del "gran criollo" quedó en "conserva" esperando el hecho que la plasmara en realidad. La fundación de la Colonia del Sacramento no representó un motivo actualizador, porque todavía privaba el recurso del arbitraje papal, de fracasar negociaciones directas entre las Cortes. La Colonia y la Recopilación de Leyes de Indias son coetáneas (1680). España se sentía segura de ser asistida en su derecho y no imaginaba recurrir a la invención de una fortaleza para sustituir la decisión pontificia. No apostó tropas ni emplazó cañones en ese período, ya de transición. Su delegación (Autoridad) en tierras uruguayas de hoy y, riograndenses, estuvo representada por la comunidad de pueblos de la Missionalia jesuítica denominada Provincia Uruguaya del Tape, con encargo cumplido acabadamente, con gloria y martirio por la sociedad india aculturada en la fe y en el saber hacer de los jesuitas. En el segundo evo Montevideo es más inmediato. Una realidad de carácter geopolítico económico. Un punto de estrategia militar y naval que debía hablar con reciadura, porque la voz de Roma ya no tenía arte y ni parte. La cuestión se dilucidaba entre Reinos Nacionales Católicos y Reinos Nacionales Protestantes. La Guerra de Sucesión española, a su vez, esfuminaba la misión ecuménica tridentina que cumplieran España y Portugal. El tratado de Methuen (1703) subordinó la corte Católica de Lisboa a la Inglaterra antipapista. La ascensión de un Borbón al trono de la Austria colocó a España dentro de la órbita espiritual francesa y en función del galicanismo (regalismo). Otra es la óptica del Derecho Internacional Público. No son decisorias bulas ni breves. La última bula con efecto en América fue la de Inocencio XI Romanis Pontífices, del 22 de noviembre de 1676. Campea la fuerza dentro del "principio del equilibrio político". El mundo se redistribuye de acuerdo con conceptos económicos y capacidades de explotación (ocupación adquisitiva) de áreas aún inexplotadas por España y Portugal. El Mar Inglés que había comprendido las rutas tradicionales de los vikingos (la carrera a Islandia, Groenlandia, Vinlandia, más transitadas en tiempos de Colón que lo que se puede imaginar); mar que respetara la decisión de Tordesillas 9 Leslie Crawford
admitiéndolo desde la línea baja del Atlántico Norte ( viajes de descubrimientos, de conquista y colonización en dirección horizontal, iniciadas en 149 6 por Juan Cabot) rompió en el XVII esa línea de contención invadiendo el paralelo del Atlántico Medio (o carrera de las Indias). La jurisdicción de ese Mar Inglés no perforó el Atlántico Sur, que permaneció núbil durante los siglos XVI - XVII. Pero desde el momento que Inglaterra se puso de protectora de Portugal, desechó meridianos, líneas preferidas del medioevo: bajó a saltos de paralelos, círculos equidistantes del Ecuador. La Era Filibustera había dejado paso a la Era Corsaria. Los mares adquirieron dimensiones, atrajeron, despertaron y desarrollaron el interés científico (entonces ligado a la fuerza expansionista de las talasocracias). Los portulanos y cartas planas se volvieron arcaicos, porque la posesión de los mares concede títulos sobre las costas. Las gobierna quien gobierna los mares, Tal el axioma político del XVIII al XX inclusive. Pero el Atlántico Sur, incluido el Mar Epicontinental, ofreció resistencia a los desbordamientos Ingleses, holandeses, daneses y franceses. Montevideo y su área marítima de influencia comenzó a formar coraza, frenando las pretensiones de los imperios marítimos. En el XVIII impidió el establecimiento de un "segunda Jamaica" y la conversión del Río de la Plata en otra Tierra de Peregrinos. La violencia armada repetida en 1806-1807 y en el período llamado Guerra Grande reveló al poder económico inglés, que lo que se necesitaban eran medios sutiles. Conocida es la historia de esa penetración suave y por retaguardia. La creación en la Bahía de Montevideo de un puerto-fortaleza anunció en el siglo XVIII el surgimiento de la gran fuerza político-económica de la Cuenca del Plata, con manifestaciones unitivas, por más de tres cuartos de siglo. En el período de auge del Derecho Internacional Público-Europeo con sus hermeneutas de la civilización industrial, Montevideo fue el eje diamantino sobre el que descansó y giró el mundo hispánico occidental. Mientras caían India, Indonesia, Melanesia y por último África y China, la Nueva Cristiandad o ecúmene hispano territorial conservó su integridad rodeada de un halo de aguas patrulladas por una flota que resurgía del pasado, más potente que la Invencible de Felipe II. Flota también más venturosa, porque era vencedora en el Mediterráneo, en las Antillas, e imponía su presencia en el archipiélago filipino asegurando la ruta del Pacífico Medio y Norte (Acapulco - Manila - Nootka - Marianas). El océano Austral (Antártico) no podía tener mejor cancerbero que Montevideo. Como dijera Altamira, el XVIII es la época de confianza en las fuerzas nacionales. El milagro marítimo español de la segunda mitad del siglo XVIII se logró gracias a la posición estratégica de Montevideo para defender el Atlántico Sur. Primero como tapón del Río de la Plata y basamento del nacionalismo económico, que existió aunque se niegan reconocerlo los historiógrafos de líneas clásicas (interpretación del liberalismo) como el materialismo histórico (interpretación marxista), ambos desacomodados por los insólitos de la formación uruguaya. Luego como puerto de concentración o surtidero de las naves que aseguraban las rutas del comercio libre regulado por España, que tuvo por resultado el "boom" económico de fines del XVIII. Montevideo es anterior a la creación del Virreinato del Río de la Plata. Su Apostadero, como base naval precede a esa división política. Buenos Aires no tenía aún virreyes y desde la rada de Montevideo partía la flota que recuperó las Malvinas de los franceses, empresa repetida frente a los ingleses. Dominado el 10
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Atlántico Sur, y lanzando por los mares naves de registro armadas que hostigaban a los ingleses, Montevideo garantizó la libertad de acción de las flotas española y francesa aliadas de los revolucionarios de las Trece Colonias. Debilitando el poder marítimo inglés frente a los puertos del Atlántico Norte, la Declaración de Filadelfia pudo ser una realidad. Ese Montevideo de la verticalidad, hechura política del Meridiano de Tordesillas, y consecuencia económico-militar del Tratado de Utrecht, fue la yusera donde giró el eje del desarrollismo de la Cuenca del Plata, ligándola directamente al proceso de la civilización industrial, como proveedora de las materias primas más importantes. Habló fuerte en los hechos y participó de empresas transoceánicas, anexando a Fernando Poo y Annobón a la comunidad de reinos hispánicos. Lo hizo en tiempos antes de la Constitución de Cádiz de 1812, que proclamara el Estado Español como sucesor de una conjunción de reinos hispánicos, motivando el debilitamiento y luego la rotura del juramento de fidelidad al monarca por parte de la naciente burguesía mercantil criolla americana. A través de esta quiebra invadió paulatinamente el incipiente régimen republicano de gobierno, originalmente desdeñoso del origen y transmisión de los títulos territoriales soberanos donde se asentaron, de hecho, los Estados esbozados, hoy conjunto de Repúblicas Hispano-Americanas, soberanas por pleno reconocimiento internacional. Este proceso, que reabre Uruguay Atlanticense, constituye un sector de historia universal, por los actores intervinientes, así como por la utilización de espacios que soportaron trascendentales episodios que desbordan los marcos de la historia nacional. Por otra parte, tenemos presente el juicio de Toynbee quien con referencia a la Unificación del Mundo y el cambio en la perspectiva Histórica, decía: "Sugeriría, primero, que debemos reajustar nuestra propia perspectiva histórica en la manera en que lo que han hecho los representantes cultos de nuestras sociedades hermanas durante estas generaciones últimas. Nuestros contemporáneos nooccidentales han visto el hecho de que, por consecuencia de la reciente unificación del mundo, nuestra historia pasada se ha vuelto parte vital de la suya. Recíprocamente, nosotros los occidentales, intelectualmente dormidos todavía, hemos de caer en la cuenta, por nuestra parte, de que en virtud de la misma revolución —una revolución al fin y al cabo, producida por nosotros mismos— el pasado de nuestros vecinos llegará a ser una parte vital de nuestro propio futuro occidental". Nuestra historia nacional, de territorios inclusive, no es de generación espontánea como han pretendido los historiógrafos de moda en cada generación. Responde al proceso histórico universal en sus raíces, orígenes y desarrollo, el cual y en cierto nivel de decisión, es ya historia nacional uruguaya.
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CAPITULO I EL EJERCICIO EFECTIVO DE SOBERANÍA El ejercicio efectivo de soberanía española, en lo que posteriormente fue América del Sur, sigue de norte a sur, el trazado del Meridiano de Tordesillas, a cuyo occidente se estableció. Los continuos corrimientos del meridiano, provocaron fricciones permanentes hispano - lusitanas y ulteriormente divergencias con los sucesores de una u otra corona, en esta parte geográfica del otrora mundo hispánico, así como lusitano. Importe saber que en el extremo norte del meridiano de Tordesillas la línea también se proyectó hasta el Ártico, cayendo en otro teatro de operaciones históricas de gran envergadura. Sin embargo, consideraremos este Meridiano desde el extremo norte de la hoy América del Sur hasta su proyección sobre el Polo Sur Geográfico Antártico, observando en primer término la división territorial trazada sobre territorio de Brasil hasta las playas oceánicas del Atlántico Sur Occidental. Se entiende que al oriente de dicho meridiano se hallaba territorio continental lusitano y a occidente, territorio continental castellano, omitiendo, por razones obvias, los desplazamientos lusitanos continuos. El Meridiano de Tordesillas que se inserta en playa atlántica sur y hasta su proyección Antártica, constituyó el área oceánica bajo soberanía española, cuyo centro de poder naval se asentó en el Montevideo fortificado, luego de 1724. Las áreas del Pacífico, así como las del Mar Caribe o Antillas, corresponden a otro teatro de operaciones, que si bien se señalan, no se consideran en extensión, en esta obra, sino los Estrechos y proyección hasta Chiloé. ÁREA OCEÁNICA El espacio que comprendió esta área oceánica bajo responsabilidad de Montevideo tuvo su vértice en las costas del hoy Uruguay proyectándose hasta el sur (la culata Antártica). Caen pues, en esta inmensa área, el occidente Antártico, las aguas del Estrecho de Drake al sur del Cabo de Hornos y todas sus islas, el Estrecho de Magallanes en su totalidad, Islas Malvinas y costas Patagónicas, plataforma continental y alta-mar océano. Tal es, en breve, el área de soberanía española ejercida y detentada efectivamente hasta 1814. Este magno territorio marítimo, ignorado por los historiógrafos nativos, salvo excepciones, ocultado por los historiadores nacionales de otros países, como por la historia universal, tenía como centro de poder y maniobra a Montevideo en su versión de Apostadero Naval y asiento de autoridad legítima, nominalmente Almirantes de Flota o alter ego navales del rey español. Este Mar Interior Hispánico, fue resistido por Inglaterra, Francia y Holanda. No obstante, la penetración legal de esos pabellones en el área, fue posible únicamente a través de estipulaciones en Tratados, cuyas cláusulas limitaban la acción. Luego de 1814, esta área marítima fue muy disputada internacionalmente. 12
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ÁREA FLUVIAL Los ríos Paraguay, Paraná y Uruguay dependían, por ser cursos interiores, directamente del virrey con asiento en Buenos Aires, quien tenía facultad de pedir asistencia y cooperación del Apostadero Naval de Montevideo. Todo el Río de la Plata y resto del área oceánica, con la sola excepción del puerto de Buenos Aires y desembarcadero de La Ensenada, estaba bajo directa supervisión, vigilancia, contralor y responsabilidad del Apostadero de Montevideo. Ese territorio marítimo inmenso, es el que vitalizó históricamente a Montevideo. Importa consignar, que el desarrollo del comercio marítimo convirtió Buenos Aires en puerto seco de gran envergadura, por cuanto en el mismo se concentraban las producciones mediterráneas de todo el Virreinato, desde el Alto Perú hacia el Sur y con destino hacia otros dominios españoles de Hispano América, así como hacia España y Europa, según lo permitían las Ordenanzas bajo vigilancia del Consulado, o, inversamente, transformó tempranamente a Buenos Aires en Aduana obligada para todas las importaciones requeridas por las poblaciones bajo su contralor y que llegaban hasta el norte de la actual Bolivia. El enlace de este comercio requería de adecuado cabotaje hacía o desde Montevideo, que operaba como escala terminal de los navíos de alto bordo. Es por ello, que Montevideo resultaba el puerto único de ultramar para los servicios de carga y descarga. La distinción entre Puerto Seco de concentración de caravanas de carreteras y otros vehículos de transporte y Puerto Ultramarino, surgido desde el primer momento de la; fundación 'de Montevideo, no ha sido suficientemente investigado por los historiógrafos, preocupados en estigmas y enojosas diferenciaciones. Por otra parte, no se puede silenciar que Montevideo también operó por muchísimo tiempo como Puerto Seco para las producciones de la Banda Oriental, así como de poblaciones lusitanas y aborígenes situadas al filo terrestre del Meridiano de Tordesillas. ÁREA LACUSTRE Desde la firma del Tratado de San Idelfonso, las Lagunas de los Patos, y Merím habían dejado de ser lagos interiores del territorio español. La primera y su cuenca pasó a jurisdicción de Portugal y la segunda quedó en zona neutralizada, por más que sus aguas y costas de poniente cayeron bajo dominio español. Si bien la región señalada de esta laguna estaba comprendida en la jurisdicción de la Banda Oriental, a partir de 1777 la parte estrictamente defensiva-ofensiva del sureste, dependió militarmente de Montevideo (Fortificaciones de Santa Teresa y San Miguel,) así como la fortificación de Santa Tecla y, por ende, a partir de 1796, del Jefe del Apostadero que reunió, además, el título de Gobernador de San Felipe y Santiago de Montevideo. La soberanía lacustre era sostenida con embarcaciones menores artilladas. En 1791 patrullaba la Laguna Merím una lancha corsaria tripulada por indios al mando del patrón Vicente Suárez. (1). 1 — El dominio del Río de la Plata. A) UBICACIÓN ESTRATÉGICA Y CONDICIONES DEL PUERTO DE MONTEVIDEO 13 Leslie Crawford
I— Pedro de Ceballos a Julián de Arriaga, el 26 de enero de 1765 decía: "regularmente en Montevideo alijan los navíos que van a España para subir al surgidero (Buenos Aires) y cuando regresan, toman una gran parte de su carga en aquella ciudad". (2) II— La Guía de Forasteros del Virreynato de Buenos Aires para el año de 1803, en el capitulo Apostadero del Río de la Plata, al hacer mención de los bergantines de la plaza de Montevideo: "Estos buques se emplean en las atenciones de la costa patagónica e Islas Malvinas y en las ocurrencias del servicio dentro del río, como asimismo en otros: y dos faluchos y tres místicos (3) en conducir la correspondencia entre Buenos Aires y la Colonia". III— Carlos Creus, encargado de negocios de España en Montevideo, el 22 de noviembre de 18 46: "El puerto de Montevideo ofrece un cómodo y seguro abrigo, al paso que en la ciudad de Buenos Aires ocurren desastres en casi todos los años". (4) B)
TESTIMONIOS HISTORICOS DE EJERCICIO DE DOMINIO
I — Período Hispano. a) El 14 de junio de 1806 el Gobernador de Montevideo y jefe del Apostadero hizo salir un falucho al mando del práctico mayor José de la Peña para reconocer el mar desde Maldonado a la Bahía de San Borombón y Cabo San Antonio. Esta embarcación avistó la flota inglesa de invasión. El práctico cumplió la orden y se refugió en Ensenada después de tocar el Cabo San Antonio. A fines de ese año correspondió al ayudante del Apostadero teniente de navío Andrés de Oyarvide, vigilar los movimientos de la flota inglesa de la segunda invasión, desde las proximidades del Banco Inglés. Conocido es el trágico fin del marino y de su barco, vencidos por el pampero, insuceso que permitió a los atacantes presentarse súbitamente delante de los puntos marítimos fortificados. El 15 de setiembre de 1811 Juan Manuel Berruti decía que embarcaciones de Montevideo, al mando de Michelena, aparecieron súbitamente en las balizas de Buenos Aires (5) estrechando el bloqueo naval de la ciudad. Este bloqueo había sido reconocido formalmente en 1810 por Inglaterra, a pesar que la medida afectaba los intereses de sus súbditos, Mitre admitió que Montevideo tuvo el "dominio absoluto de las aguas que le aseguraban sus buques mayores en el Río de la Plata y su escuadrilla sutil en los ríos superiores". (Historia de Belgrano, tomo I). Hasta 1813 Buenos Aires sólo podía oponer a las fuerzas navales de Montevideo "una balandra y una lancha de la Capitanía del Puerto". (6) El 3 de noviembre de 1813 en convoy con fuerzas de desembarco de Montevideo, custodiado por cuatro navíos de guerra, ocupó Martín García levantando construcciones y fortificaciones. (7) El 17 de febrero de 1814 la escuadrilla fluvial comandada por Romarate sube el Uruguay, ocupa la localidad de Arroyo de la China (Concepción del Uruguay) y luego se aposta en la desembocadura del Río Negro. Desde allí entorpeció los esfuerzos bélicos porteños. (8) Es a fines de 1813 que por iniciativa de Larrea con la influencia de Alvear y el apoyo financiero de varias logias masónicas que Buenos Aires reorganizó una 14
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flota para disputar el dominio español de las aguas que cesó con el triunfo de Brown en el combate del Buceo. (Mayo 1814) (9) II — Período Independiente. De 1815 a 1820 el dominio fluvial y marítimo es ejercido por el Artiguismo, situación reconocida por Inglaterra al signar convenios de comercio y navegación con el prócer (1817). En el área marítima los corsarios, y en la fluvial, (ríos interiores), las flotillas artiguistas, garantizaron la unión de las provincias interiores y frustraron agresiones de aliados del unitarismo. "Si los portugueses logran posesionarse de la Banda Oriental, con Montevideo y la Colonia tendrán en sus manos los puntos llaves del Río de la Plata, Río Paraná y Río Paraguay, y este territorio (Buenos Aires) quedará expuesto constantemente a la invasión y bloqueo de los canales del Plata y las desembocaduras de los demás ríos". (Thomas Lloyd Halsey, cónsul de los EE. UU. de N. A. en Buenos Aires, a John Quincy Adams, el 26 de agosto de 1818). Posesionados los portugueses de Montevideo logran con él, lo que no consiguieron en 1680 con la fundación de la Colonia del Sacramento. Obtienen a través de Montevideo: Aislar Artigas de las provincias y estorbar todo apoyo que se le pudiera prestar para realizar con éxito la campaña en suelo misionero oriental (Río Negro al Ibicuy). Efectuar expediciones punitivas sobre las Misiones Occidentales, proveedoras de soldados artiguistas. Retener el esfuerzo bélico de las provincias para recuperar la Banda Oriental y Montevideo. La decisión argentina de una guerra contra Brasil surgió después que la expedición de los 33 Orientales burlara el bloqueo del Paraná y del Uruguay impuesto por el Brasil, y consiguiera en Sarandí y Rincón de las Gallinas, dos victorias terrestres decisivas, neutralizando la superioridad naval brasileña. Por vez primera, la política rioplatense se decide en áreas mediterráneas (Ituzaingó). Asegurar e) gobierno de la Provincia Cisplatina porque su sede en Montevideo, es amparada por la flota brasileña dueña del estuario. En 1827 Brasil y Argentina se dirigen a Inglaterra para que se "dignase garantirles" el uso y la libre navegación de las aguas del Río de la Plata, de convertirse Uruguay en Estado libre (Convención García del 24 de Mayo de 1827. Aspiración consagrada en Artículo adicional de la Convención de 1828). Los temores revelaban, entonces, el derecho de Montevideo de imponer, por lo menos hasta la línea media su soberanía. Debemos a Salgado la afirmación que el Uruguay nacía como Estado con propiedad sobre las aguas del Plata quedando para Argentina y Brasil el uso libre de las mismas (Historia Diplomática de la Independencia Oriental p. 358-359). Inglaterra aquietó esos temores con la verdad que ha jugado papel contrario al Uruguay. "Por algún tiempo los Orientales no tendrán marina y no podrán copar, aunque quisieran, el comercio libre en el Plata" (Ponsomby. comunicación del 18 de enero de 1828). c) El bloqueo naval anglo-francés del Rio de la Plata se apoyó en Montevideo. Mantuvo Buenos Aires en un encierro de varios años, comprometiendo su 15 Leslie Crawford
comercio y debilitando económicamente la influencia de Rosas sobre las provincias con ríos interiores navegables. La Vuelta de Obligado es un episodio épico de los rioplatenses, pero no destruye el hecho de que quien tuviera flota con punto de apoyo en Montevideo poseía la llave del Plata y de sus afluentes navegables. Así se facilitaron las incursiones corsarias de Garibaldi en los Ríos Uruguay y Paraná. El 15 de julio de 1842, con una barca, un bergantín y una goleta remontó el Paraná, llegando a la Bajada (frente a Santa Fe). Ni Buenos Aires (Estado) ni la Confederación (reunión de 13 provincias con capital Paraná) tuvieron fuerza suficiente para mantener la vieja teoría de la soberanía nacional sobre los ríos navegables, (tratado con Brasil (1851), con Inglaterra, Francia y Estados Unidos (1853) sobre libre navegación ni para impedir la entrada de Paraná de una flota de 23 buques de guerra yanquis para amenazar al Paraguay (1859), Hasta pasado 1870 la Argentina no adquirió seguridad de dominio del Río de la Plata, excediéndose en los planteamientos, con el principio de la "costa seca". En 1831, cuando la cuestión se situaba en la Aduana (asunto fiscal), ni Buenos Aires tenía títulos de dominio marítimo, ni las provincias interiores se lo reconocían. En los documentos publicados por el Gobierno de Corrientes para refutar los del gobierno y prensa periódica de Buenos Aires, expresaba Manuel Leiva delegado de Pedro Feré: "No se cual (dominio) pueda tener (Buenos Aires sobre los ríos de la Plata y Paraná". Refutaba la tesis bonaerense sobre derechos exclusivos de "costas de mar, puertos, ensenadas, radas y balizas". (10) Más a fondo. El tratado de Paz, Amistad y Cesión signado por España en 1857 con la Confederación Argentina se hizo en estas condiciones: 1) Sólo pudo ser válido para trece provincias sin costas sobre el Río de la Plata y aguas oceánicas: 2) Fue rechazado por el Estado de Buenos Aires, con la enmienda incluida en el Art. 31 de la Constitución de Mayo de 18 53 reformada en 1860. El aditivo establecía que Buenos Aires no estaba obligado por ningún tratado firmado antes del 11 de noviembre de 1859 (Pacto de San José de Flores, firmado el 10 y ratificado el 11). Buenos Aires no se consideraba heredera de España y sus títulos soberanos, sino poseedora de facto pero todavía sin ejercicio de dominio, de las aguas del Río de la Plata y del Mar Epicontinental. Los títulos saneados sobre áreas marítimas tordesilleranas o más reducidas sanildefonsinas los posee el Uruguay desde 1842. Bastó que el 5 de Mayo de 1972 naufragara un buque en el Canal del Indio para que Buenos Aires quedase aislada del Atlántico Sur por el paralelo 35 (colisión entre el Royston Grange, inglés y el liberiano Tien Chee en área donde sólo pudo operar con eficiencia la marina uruguaya). C) COMO SE DIVIDIERON ENTONCES LAS ÁREAS DE PODER EN EL RIO DE LA PLATA
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Ya no es un río indiviso, regido por aquel status impuesto progresivamente polla Argentina para hacer valer el principio del uti possidetis. No es este el lugar y momento para analizar las doctrinas manejadas por los argentinos después de 1852, ni las impugnaciones uruguayas también centenarias, con punto final en el acta de Noviembre de 1973. Interesa saber aquí que el 30 de Enero de 1961 las dos naciones acordaron con protesta universal de las talasocracias, que el límite extremo del Río de la Plata es "la línea imaginaria que une Punta del Este con Punta Rasa del Cabo de San Antonio". De esa fecha hay que mirar atrás y comprender el por qué del valor, histórico de la tesis del Contralmirante Aguiar que establecía el límite fluvial por una recta tirada de Punta Yeguas (Montevideo) hasta Punta Piedras (comienzo de la bahía de San Borombón). (11) Es una forma de ir empujando las cosas a sus reales expresiones históricas. Porque, si nos ceñimos al criterio privante en el período hispano, que no concebía en el Río de la Plata y aguas oceánicas superposición de poderes (fallas comunes en la administración territorial pero desconocidas en materia de aguas) sino facultades de soberanía impuestas a determinados órganos de poder delegados, la jurisdicción del Apostadero de Montevideo en el Rio de la Plata sería la siguiente: I— Resultante de situaciones hidrográficas. Buenos Aires sólo podía aspirar a una costa seca sobre el Río de la Plata y a las aguas de los ríos interiores, cuya defensa delegaba en las fuerzas sutiles de Montevideo ("ocurrencias del servicio dentro del Río de la Plata, como asimismo en otros".) Con criterio más elástico: la responsabilidad de poder del Apostadero, a partir de su institución en 1776, llegaba hasta donde sus naves podían maniobrar frente a la costa de Buenos Aires sin riesgos de varadura. No menos de una legua de la costa. Fray Pedro José de Parras decía en 1753 que las fragatas apenas podían acercarse hasta esa distancia, por ser el puerto de Buenos Aires malísimo para los navíos. Aguirre, en su Diario de 1793, estableció los lugares de descarga a una legua de la costa. En 179 9 Francisco Xavier Curado decía que sólo se podía operar a una legua o dos de la costa (Misión Secreta). II— Resultante de jurisdicciones administrativas. La región de Montevideo terminaba por el Oeste en el arroyo Cufré. La imaginaria de responsabilidad de poder correría desde la desembocadura del Cufré en el Río de la Plata hasta la Ensenada. Aquí nos referimos pura y exclusivamente a aguas y no territorios; porque la jurisdicción costera del Apostadero en la región pampero-patagónica comenzaba de hecho donde se tendía la línea de los fortines del sud de Buenos Aires. Esta línea iba de Chascomús (paralelo a Punta Piedras) en dirección noroeste buscando los apoyos de San Luis y Mendoza hasta la cordillera. De Punta Piedras hasta Tierra de Fuego y Adyacencias, la costa continental estaba de hecho bajo jurisdicción de Montevideo. III— Resultante del tardío empuje elástico bonaerense. Las aguas desde Buenos Aires hasta la línea Cufré - Ensenada pudieron quedar bajo responsabilidad de poder de la ciudad virreinal a partir de la creación del Apostadero de la Ensenada de Barragán (1805) con embarcaciones tripuladas por granaderos y dragones. Ese Apostadero se mostró estático en el momento que los ingleses desembarcan en Quilmes, pocos kilómetros al norte. Su inoperancia originó el gravísimo error de 1806-1807 de hacer permanecer frente a Buenos Aires los navíos de Montevideo, necesarios para frustrar la segunda operación invasora inglesa. 17 Leslie Crawford
Aunque en asuntos del Río de la Plata finalmente se ha jugado con buena voluntad, no creemos un exceso, Ordenanzas Navales por medio, establecer la línea que marcaba hacia el este la responsabilidad de Montevideo sobre el Río de la Plata y hacia el Oeste la de Buenos Aires con su Apostadero de la Ensenada. Entiéndase bien que estamos hablando de áreas de responsabilidad establecidas en el período histórico, muy válidas para el momento que Buenos Aires se autoanula en su condición de sede virreinal. 2 — El dominio del Atlántico Sur. Se ejerció por el Apostadero en aguas y costas oceánicas, islas y canales interoceánicas, asentándose sobre costas e islas donde funcionaba un dispositivo defensivo-ofensivo muy vasto y poderoso para la época y tiempo de formación del Apostadero. En un lustro alcanzó sus dimensiones proclamando los títulos que anulaban toda mención de tierra no poseída. En el Uruguay. La función de Prefectura se cumplió sobre los puertos de Maldonado y Colonia, uno oceánico y el otro fluvial. El Apostadero no gobernaba la región de Montevideo: tampoco la Banda Oriental y, mucho menos, la provincia misionera uruguaya (Río Negro hasta el Ibicuy según la rectificación de fronteras hecha en 1777). La indeterminación de funciones de las jerarquías oficiales, militares o navales en las provincias, intendencias, gobernaciones, con costas marítimas provocó confusiones, en otras regiones americanas entreverándose actos de clara autonomía naval, con los que respondían a disposiciones virreinales o bandos de gobernadores civiles o militares. En el caso de Montevideo, la cuestión intrincada se clarificó con la reunión de los cargos de gobernador de la región de Montevideo y la de jefe del Apostadero. Pivel Devoto dice que un lustro antes del siglo XIX el Gobernador de Montevideo era la segunda jerarquía del Río de la Plata. (12). Agreguemos que la primera del Atlántico Sur, En territorio Argentino. 1) Costa bonaerense. Simplemente soberanía oceánica desde el Sur de Ensenada, pasando por Punta Piedras y la Bahía de San Borombón, hasta la desembocadura del Río Negro, sin perjuicio de ejercer funciones de prefectura en los puntos de la costa comprendida entre los paralelos 35° a 4 0° si lo exigieran las necesidades. El gobierno interno quedaba de cargo de la Intendencia de Buenos Aires, contenido por las presiones de sur a norte de los nómades ancáes, tehuelches, ranqueles, puelches y patagones, a su vez reprimidos por la línea interior de fortines que marcaban la verdadera frontera humanal, desde Chascomús y Monte (1779), Ranchos (1781) en la parte oriental: Loreto, San Fernando (1783) en el centro: San Carlos (1772) sobre el contrafuerte andino, dependientes los tres últimos de la Intendencia de Córdoba. Importa señalar la coetaneidad de esta línea defensiva (frontera del desierto) con la institución del Apostadero de Montevideo para la defensa de las aguas, de los avances ingleses, holandeses y franceses y, las fundaciones patagónicas bajo el amparo de Montevideo: Carmen de Patagones (1779) San José (1779), Puerto Deseado (1780) y San Julián (1780).
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2) Costa patagónica. En las poblaciones levantadas con colonización dirigida (luego fracasada, en parte, por imprevisión surgida de la urgencia de responder con población la pretensión de potencias europeas de ocupar térra militas), la jurisdicción se extendía tanto sobre el puerto y poblado como sobre el interior hasta una distancia de 30 leguas de la costa (interpretación de la cédula de 1684). (13) Carmen de Patagones es una población interior, a casi medio centenar de kilómetros de la costa; San José estuvo a más de 70 Kms. del extremo oriental de la Península de Valdez. No hubo fracaso poblador absoluto, porque a las excepciones señaladas debemos agregar Puerto Soledad (Malvinas). Los actos de dominio no dejaron de ser permanentes hasta en la austral Isla de los Estados. Puerto Deseado, que cesó como colonia en 1784, era en 1795 un puerto militar (14) y establecimiento ballenero y pesquero (con barracones) bajo dominio del Apostadero y administración y explotación de la Real Compañía de Pesca, con sede en Maldonado. Entre una u otra población o puerto, duradero o no, la jurisdicción se extendía "desde lo más interior de el de su destino, hasta las puntas salientes a la mar, con todas sus conchas, calas o ensenadas que hubiere en el intermedio, haya o no población (Art. 17. Tratado 5º título VII de las Ordenanzas Navales de 1793, recopilación de las varias generales de la Armada Naval Española). Ligada directamente a la línea de costas y a la profundidad de las poblaciones, la soberanía terrestre ejercida desde el mar era configurativa. Esta posesión y dominio de las costas patagónicas es anterior, casi un siglo, a la ocupación oficial de su interior por la República Argentina. En efecto, aunque dependiendo teóricamente de la Intendencia de Buenos Aires, el interior patagónico quedó en reserva, opción que no obligó a España ejercer soberanía posesional (excepción hecha de las costas) salvo expediciones punitivas, (Guerra Justa) no muy profundas, sin determinación de quedar en las zonas penetradas. La expulsión de los iñiguistas frustró la misionología en la Tebaida sudamericana (las dos tentativas de formación de la reducción de Poyas 1670 y 1767 a la altura del paralelo 46°), por otra parte, sin perspectivas favorables por la creciente invasión de indios araucanos en la Pampa y la Patagonia, ínterin esa frustrada missionalia mediterránea aparecen los intentos de 1764 de los jesuitas y de dominicos en 1768 por levantar misión en costas patagónicas. La empresa ocupacional de ese hinterland comenzó en 1833 con la expedición argentinochilena que empujó las fronteras argentinas interiores del Salado al Colorado (muy arriba aún de la ubicación de la montevideana Carmen de Patagones) y que en el lado chileno fracturó la histórica línea del Bío-Bío, término del verdadero Chile Nuevo continental. En 1867, catorce años después de la Constitución de 1853 y siete de su reforma de 1860, que fijaba el espacio organizado argentino, el Congreso sancionó la ley que trasladaba la frontera sur hasta los ríos Negro y Neuquén. Sólo se haría efectiva en 1878 (4 de agosto y 5 de octubre) con la concesión de recursos para realizar la Campaña del desierto, acción militar de Roca contra los sobrevivientes de las razas australoides, con un decenio de miles de años de permanencia en la Patagonia: fuéguidos y pámpidos.) La Argentina no habla perforado la línea del Salado, y Sarmiento se encargaba de justificar los derechos de Chile sobre el Estrecho de Magallanes con los mismos 19 Leslie Crawford
argumentos que podían concurrir en favor del Apostadero de Montevideo por su función marítima de 1776 a 1811. 3) Territorios insulares. La marina de Montevideo, con base en las Malvinas, (15) ejercía dominio sobre éstas y las islas y tierras del Sur, sobre todo en las diez leguas de aguas que las rodearon. Buenos Aires no recibió de España a título de cesión ni la Patagonia ni las Malvinas el islario antártico y todos sus territorios y aguas adyacentes (Capitulación de Vigodet). En ningún momento la Metrópoli cedió esos derechos a la Argentina. Menos podía hacerlo en 1857 porque en 1842 lo había hecho en favor del Uruguay. El convenio del 21 de Junio de 1814, que consta de 24 artículos, dejaba la plaza de Montevideo en "calidad de depósito", no pudiendo entregarse a ningún otro poder. El convenio se extendía a los establecimientos de la costa patagónica. Depósito no es cesión. Ni renuncia. No se dieron en 1814 las circunstancias que suponía el traslado legal de soberanía en favor del gobierno de Buenos Aires (Cf. VERDROSS Alfred. Derecho Internacional Público, págs. 224-227). 3 — El ejercicio pendular de soberanía. Patagonia, región de dos océanos. A) DEL CABO VÍRGENES O DEL ESTRECHO DE LE MAIRE A CHILOE En estas áreas el ejercicio responsabilidad era pendular, compartida por el Apostadero da Montevideo y el Apostadero del Callao con su base en Chiloé, según dirección seguida por las naves que utilizaban los pasos del Sur y precisaban ser convoyadas. Es lógico que por esa responsabilidad compartida al solo efecto de la navegación comercial española, la acción de custodia de las naves de Montevideo y la apostada en Malvinas fuera más frecuente, en razón que los peligros marítimos acechaban desde el Atlántico Sur y que resultara más intenso el tráfico de naves por los pasos en dirección ESTE/OESTE. (19) El Diario de Viaje de Francisco Xavier de Viana pone de evidencia la combinación de naves. Partiendo de Montevideo con las que patrullaban el Pacífico Sur, extendían la asistencia, alternando la misión científica, a las aguas de los hipoglosos (Halibut). Por mayor frecuencia de patrullaje, equivalente a mayor lapso de ejercicio de responsabilidad, nos inclinamos por Montevideo. El Apostadero de El Callao (Virreinato del Perú) y no la Capitanía General de Chile (ligada al virreinato del Río de la Plata) compartió, repetimos, esa responsabilidad pendular con el de Montevideo. Para ambos, el ejercicio de soberanía era configurativo (prefectura). El Montevideo oceánico se prolongaba desde el Estrecho de Drake hasta el Golfo Corcovado. Motivaciones estratégicas, concentración de fuerzas navales y cuestiones políticas internas poco tenidas en cuenta por la historiografía clásica (la paz necesaria con los araucanos posesionados del interior patagónico, que podían extender su irritación hasta la frontera sur de Buenos Aires, Córdoba del Tucumán y Mendoza) "agregaron" esas costas chilenas a la responsabilidad de poder del Apostadero Naval de Montevideo. Concluía en Chiloé, desde donde la armada del Callao, en virtud de un régimen especial, contraloreaba el Pacífico Sur, (17) con 20
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bases insulares en Juan Fernández (las Malvinas del Pacífico Sur occidental). Teórica y prácticamente, las aguas de y costas chilenas desde el Estrecho de Drake al paralelo 44º (entrada del golfo Corcovado), caían dentro de la imaginarias de responsabilidad del Apostadero Naval de Montevideo. Sobre esa particularidad pendular entendemos sugestiva la afirmación de títulos hasta la Península de San José (península Valdés) hecha por O'Higgins el 20 de Agosto de 1831, en nota dirigida al capitán de la Marina real inglesa Coghlan. Invocando para Chile funciones que había ejercido alternativamente el Apostadero de Chiloé, dependiente del Callao, sostuvo que los derechos chilenos sobre el Pacífico Sur, se extendían de la Bahía de Mejillones (paralelo 21) hasta Shetland del Sur; por el Atlántico desde Shetland del Sur hasta la península de San José, en paralelo 42°. Proclamaba una soberanía de 3.900 millas geográficas, que abarcaban prácticamente el área patagónica del Apostadero de Montevideo, las Islas Malvinas, la Isla de los Estados y otras tierras insulares. Incluía el sector Antártico hasta el polo sur. "Chile posee evidentemente la llave del Atlántico desde el grado 30 de latitud sur (Puerto de Río Grande) hasta el Polo Antártico y la de todo el gran Pacífico". (18) Muévase el péndulo con impulso desde Montevideo y la argumentación respaldará funciones históricas del Apostadero rioplatense. Retrocedamos aún más en el tiempo. Para explicar por qué el Apostadero, por división de funciones, podía extender su responsabilidad hasta el Pacífico (parte de las costas meridionales de Chile) damos estos otros testimonios de rancio pasado. I— Capitulación del 21 de mayo de 1534 con Pedro de Mendoza. Se le daba licencia y facultaba extender su jurisdicción desde el Río de Solís "que llaman de la Plata hasta el Mar del Sur donde tengáis doscientos leguas de luengo de costa de gobernación, que comience desde donde se acaba la gobernación que tenemos encomendada al mariscal don Diego de Almagro hasta el Estrecho de Magallanes". Pedro de Mendoza recibía la costa Chilena comprendida entre los paralelos 25° 31' y 36° 35' de altitud sur, versión actualizada de GREENWICH. La cédula del 19 de Julio de 1535 determinaba que las 200 leguas se hallaban al sur del límite de la gobernación de Almagro. Hay errores descomunales respecto de las mediciones, pero el hecho incuestionable es que la costa chilena, en una distancia extensa, caía bajo jurisdicción de Pedro de Mendoza. II— En las Capitulaciones con Alvar Núñez Cabeza de Vaca del 18 de marzo de 1540 se reiteraba: "Desde el dicho Río de la Plata hasta el Mar del Sur, con más doscientas leguas de luengo de la costa en la dicha mar del Sur". — La R. C. de 1548 fijó el límite de la Gobernación de Chile del grado 26º al 41º latitud meridional. En 1778, la Capitanía General de Chile, tuvo por límite sur el paralelo 41º. — Azara resumió esa cuestión, con gran claridad en Descripción e Historia del Paraguay y del Río de la Plata: comenzaba en Santa Catalina "siguiendo la costa del mar, dando vuelta el Cabo de Hornos y doscientas leguas más en el Mar Pacífico" (pág. 442).
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Tómese una patrón y esas 200 leguas del cabo de Hornos al Norte llegan, prácticamente, a Chiloé. B) RAZONES PARA LA AGREGACIÓN DE CAMPOS DE RESPONSABILIDAD: No es cosa dejar el asunto así no más. Se imponen interpretaciones, marginadas hasta el momento de consideraciones por olvido de las grandes tradiciones marineras. No están escritas expresamente, pero emergen de delimitaciones de jurisdicciones de puertos en el Pacífico Sur, y de estimaciones políticas (Mantenimiento de la paz con los araucanos y disminución de obligaciones bélicas en tierras sureñas. ¿Por qué no tener en cuenta el cansancio guerrero del chileno del final del período hispano?). I — Jurisdiccionales En defensa de títulos argentinos sobre la Antártida, Diego Luis Molinari aporta lo que es fundamental para establecer la proyección pacifícense del Uruguay Atlanticense, y dice que las dos Intendencias de Chile tenían esta jurisdicción: Intendencias de Santiago, desde el Salado hasta el Maule (Chile Viejo:), Intendencia de Concepción, desde el Maule hasta el Blo-Bío (Chile nuevo). En la línea del Bío-Bío, con función defensiva, resguardaban Concepción los fortines de Arauco y Tucapel. El puerto de Valdivia, más al sur, era una enclavadura neutralizada en Arauco, sin conexiones terrestres con Concepción (19). La Araucania era región desmilitarizada. Llamábasele "tierra de misión". Iba desde el Bío-Bío hasta lo que es hoy Puerto Montt y también algo más al sur por suelo continental. Para Chiloé había un régimen especial, que comprendía las Islas Juan Fernández (20). Francisco Xavier de Viana relató que ese gobierno peruano de Chiloé era militar y político, dependiente del virrey del Perú y de la Audiencia de Lima. La aduana del Callao costeaba los gastos de la tropa regular. El comercio de Chiloé con Europa se hacía vía Callao (21). Allí Malaspina y los comandantes de la Descubierta y Atrevida, recibieron los mapas de la isla y sus costas, entregadas por orden del Virrey del Perú. (22). La tesis de Molinari y el relato de Viana coinciden con la descripción de Jorge Juan y Antonio de Ulloa (1735-41), hecha antes de la creación del Virreinato del Río de la Plata y de las Intendencias. Los autores de Noticias Secretas de América pusieron Concepción último punto de la región hispana de Chile, y Valdivia enclavadura en Arauco; saltan a Chiloé, cuyo puerto español era Chacao (población trasladada luego a tierra firme con el nombre de San Carlos). Chiloé tenía comunicaciones marítimas directas con el puerto de Juan Fernández, cuyo comercio exterior se hacía vía Callao (23). II — Políticas La frontera con Arauco estaba marcada por el Bío-Bío. Toda presencia de españoles chilenos al sur despertaba prevenciones y resentimientos, cuando no réplicas violentas, de los belicosos araucanos. No hubo una Guerra de Arauco sino varias. La primera duró de 1553 a 1641, y la paz que le siguió dio origen a un capítulo particularísimo de la Recopilación de 1680 (Leyes de Indias).
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El tratado de paz de 1641 fijó la frontera en el Bío-Bío. De éste al sur comprometía al pueblo araucano no permitir en sus costas el desembarco de hombres de ninguna nación extranjera. Violaciones de parte de españoles chilenos (españoles se denominaban todos los americanos blancos, mestizos de alcurnia o indios altamente aculturados) renovaron guerras. La última finalizó con el Tratado de 1773, roto en 1833 por el gobierno republicano. Esa mentalidad anti araucana, adquirida en el exilio, se reflejó en el pensamiento de Sarmiento. En Conflicto y Armonía de las Razas, llamó a los araucanos "animales más recios, menos aptos para la civilización", burlándose del respeto español por la línea del Bío-Bío como frontera aceptada por el miedo. El "régimen peruano" sobre Chiloé se asentaba en el orden interno, en la actitud pacífica frente al "español" y hostil al araucano de la población isleña india (cazadora-mariscadora) (24). 4 — Fundamentos de la talasocracia montevideana a) Comienzan por estratégicos (elección como puerto ideal); b) Se afirman en triunfos terrestres y marítimos (expulsión del lusitano de la Colonia y de las aguas del Río de la Plata y desplazamiento de franceses e ingleses de las Islas Malvinas); c) Se desarrollan con el fomento del intercambio comercial de Montevideo y Buenos Aires con puertos del ecúmene hispano y de países neutrales (libre comercio de 1778), fortalecido con la colocación de excedentes de producción por vías del contrabando; d) se respaldan en el relleno demográfico leucoderma (ex colonizadores de la Patagonia establecidos en pueblos dentro de la Cuenca del Santa Lucía, inmigración calificada), y e) se consagran jurídicamente con la transferencia de facultades virreinales a los jefes del Apostadero. De hecho Montevideo ejerció almirantazgo del Atlántico Sur (25) con facultades vedadas a los tribunales de derecho común (Audiencias y Consulados) para intervenir en conflictos suscitados en alta mar. De derecho fue Capitanía General Marítima no nominada (aplicación por analogía de las Ordenanzas sobre Departamentos Navales) en el período de choque de intereses económicos entre Buenos Aires y Montevideo y los actos formales de posesión en tierras y aguas patagónicas, fueguinas y malvinenses. Nominada en el tránsito de sede virreinal (Elío) a Capitanía General (Vigodet) encarnando la representación directa de la autoridad central reconocida (26). Hizo posible esa proyección marítima real no adventicia, el enorme desarrollo de la marina mercante y de guerra de la comunidad de reinos hispanos, al punto de recuperar, en el último tercio del siglo XVIII, el dominio de los mares obliterando la agresiva Rule Brittania. Con Montevideo como cancerbera del Atlántico sur, el mundo hispano estableció prioridades frente a la doctrina de Monroe impidiendo que potencias ajenas establecieran nuevas Guayanas, Jamaicas y Belices en el Hemisferio Occidental. ¿Por qué no decir que la doctrina del cinturón de las 200 millas (zócalo o aguas continentales) y el área de seguridad adyacente de las Repúblicas americanas 23 Leslie Crawford
fijada en la declaración de Panamá de Octubre de 1939) están añejadas por hechos enraizados en el evo hispano y de lo que fue principal ejecutor el Apostadero Naval de Montevideo? Los momentos de grandeza del Uruguay Atlanticense se siluetan en los períodos más trascendentales del Derecho Internacional Marítimo. Se adunan con episodios de excepción en la lucha por el dominio de los mares, como las dos Neutralidades Armadas, el Bombardeo de Copenhague, destrucción de la flota danesa heredera de la hostilidad holandesa, y la acción de Trafalgar que borró de las aguas europeas la marina de guerra española. Aún habrían de pasar uno y dos años (1806-1807), y Montevideo, Buenos Aires y los rioplatenses dieron una lección soberana al imperialismo inglés, postergando su pretensión de privar a todas las naciones del uso de la superficie del mar (hipertrofia de la Navigation Act de 1651 con el rótulo Dominion and Sovereignty of the Seas: el mar universal como propiedad pública de la corona de Inglaterra).
NOTAS DEL CAPITULO I (1) En 1777 las milicias indias auxiliares se dividían en tres cuerpos: 1º) milicias indias de Maldonado; 2 º ) milicias indias del Río Grande y 3º) milicias indias del Real de San Carlos. (2) PASTELLS, Pablo, S. J. — Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia de Paraguay, tomo VIII, 2ª parte, p. 102. Desde su segunda fundación hasta la aparición de grandes navíos en mitad del siglo XVIII, Buenos Aires había sido puerto único y cimero del Río de la Plata y del Atlántico Sur. Determinantes de navegación lo arrinconaron. Sobre la importancia menos que secundaria de Buenos Aires y la Ensenada de Barragán para operaciones de la marina mercante y de guerra Cf. SCHURMANN PACHECO Y COOLIGHAN SANGUINETTI, Historia del Uruguay, p. 81. Lobo y Ruidavets explican que habilitados los puntos de Montevideo y Maldonado se abandonó completamente la navegación de la costa meridional del Río de la Plata. Manual de navegación del Río do la Plata y de sus principales afluentes, pp. 12‐13. El Cabo San Antonio fue poco conocido de los navegantes que llegaron a tener una idea muy confusa de su configuración y situación geográfica, Ibid., p. 132. En tanto eran conocidas y frecuentadas las costas al sur del paralelo 40; las de San Borombón fueron exploradas satisfactoriamente por Oyarvide. Otro navegante español del siglo XIX, Manuel Sánchez Núñez, dijo que en un principio la Ensenada había sido "surgidero habitual de la marina mercante española", pero que en el XVIII el comercio ultramarino tenía por centro Montevideo y del comercio de cabotaje éralo Buenos Aires. Ojeada sobre la parte argentina de la región hidrográfica del Río de la Plata, pp. 84 y 8 5. (3) Embarcaciones de cabotaje con velas latinas. (5) RH. T. XXXIX p. 189. (6) PIVEL DEVOTO, Juan E. — Martín García, p. 81. En el período de bloqueo (1810/12) el C/F José Primo de Rivera efectuó los sondajes y rectificó bancos del R. de la Plata. Las notas se guardan en el Archivo General de Marina Don Álvaro Bazán (España). (7) BOSGH, Felipe. — Historia Naval Argentina p. 85. (8) PIVEL DEVOTO. — Op. cit. p. 31. (9) Allí le sorprende la Capitulación de Vigodet, (junio de 1814). Flavio A. García opina que el dominio de los ríos ejercido por Montevideo retrasó el triunfo revolucionario. La reacción contrarrevolucionaria ante el Armisticio Rademaker ‐Herrera "Los realistas quedaron dominando totalmente el Río de la Plata y los ríos interiores". BOSCH, Felipe, Historia Naval Argentina, pp. 36‐37. (10) MARTÍNEZ MONTERO, Homero. — El Río Uruguay, RH, T. XXI ü. 295, Sin quitar méritos a la victoria de Brown, creemos que la ausencia de combatividad de la flota española se debió en parte al impacto espiritual sufrido por su oficialidad ante el conocimiento de la apertura de un abismo entre las ideas liberales de las Cortes del 12 y la posición de Fernando VII tendientes a la imposición del absolutismo, maniobra en la que recibió apoyo singular de Elio. La constitución gaditana fue muy cara a la marina española. Lo que no habría logrado la derrota de Las Piedras lo conseguiría la variante política peninsular. Cosas de la "historia interna" del régimen hispano en la América del período juntista. (10) Documentos liara la Historia Argentina. T. XVII p. 241. (11) El Río de la Plata y el Mar Territorial, pp. 103 ‐ 10 7. José Serrato defendió esta posición. Jurisdicción sobre el Río de la Plata, p. 14. (12) Raíces históricas de nuestro sentimiento nacionalista. Revista Militar y Naval Nos. 321‐3 23, p. 9. En la persona del comandante del Apostadero se hicieron coincidir la autoridad marítima y el gobierno político y militar de la ciudad. Gobernador y Comandante fueron una misma persona. El Director General de la Armada (equivalente a Lord del Almirantazgo inglés), aconsejó la bivalencia el 1º de setiembre de 1796. La Real Orden del 13 de ese mes designó para ambas funciones a Bustamante y Guerra, marino eminente. Esta determinación señala la autoridad emanada de la dirección naval española en asuntos relacionados con la mayor eficiencia del Apostadero de Montevideo, superponiéndose el Director General de la Armada al virrey de Buenos Aires, no consultado en esta materia para previo asentimiento. (13) La cédula del 21 de mayo de 1684 prohibió levantar poblaciones de indios patagónicos a no menos de 30 leguas de la costa "por ser conveniente esté despoblada dicha costa, para nunca hallen abrigo extranjeros enemigos,
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ya 3 le no es posible fortificarlas con Armas Reales". La evolución del Derecho Internacional Marítimo como del Derecho Internacional Público modificaron esas concepciones ligadas al sentido de mediterraneidad que privaba en la organización del Nuevo Mundo entre los siglos XVI y XVII. En el período del Apostadero de Montevideo las Armas Reales estaban en condiciones de cumplir sus cometidos. "La ocupación de aquel territorio es un gravamen de la corona, como lo son otros, a trueque de que no los tengan nuestros enemigos" (Gálvez a Vertiz el 26 de junio de 1780). (14) "Sirven actualmente de barreras, atalayas y observatorios, así para los indios infieles de aquellas cercanías, con quienes a las veces se logra una regular correspondencia, como para los ingleses, que de cuando en cuando no dejan de hacer sus tentativas". Memoria de Virreyes, citada por Juan A. Apolant en Operativo Patagonia, p. 193. (15) En 1766 se creó el gobierno de las Malvinas, subordinado a Buenos Aires. Al ser instituido el Apostadero diez años después, la prerrogativa recayó en el Jefe de la Marina Española apostada en Montevideo. Gobernador de Malvinas pasó a ser entonces todo comandante de la nave principal apostada en la isla y destacada especialmente desde Montevideo. (16) No sólo se realizaron cruceros a la costa patagónica sino patrullajes y convoyes de embarcaciones mercantes que hacían el tráfico con el Perú, vía Callao. GARCÍA, Flavio A. José de Posadas y Castillo. Apuntes biográficos, p. 67. Estaba explícitamente determinado por las Ordenanzas Navales. La de 1793 imponía a los comandantes de Apostaderos, de escuadras o de navíos, la obligación "de proteger por todos los términos la seguridad de las navegaciones de los del comercio". (Art. 85 títulos VII tratado 6 º ) . (17) Humboldt fijó el límite extremo sur chileno. Viaje a las regiones equinocciales, p, 1089. M. Sánchez Núñez llamó injustificada la fundación chilena de Punta Arenas, op. cit. p. 22. (18) PINOCHET DE DA BARRA, Oscar. — La Antártica Chilena, pp. 88‐89. Parker y Fitzroy llegaron a extender esas posibilidades chilenas hasta 3 0 millas del Rio Negro, situándolas en el entonces denominado puerto de San Antonio. "Está llamado a ser el término de las comunicaciones que un día se establezcan entre la República de Chile y la hoy estéril costa de Patagonia". Derrotero de las costas de la América Meridional, p. 36. (19) Orígenes de la frontera austral Argentino ‐ chilena, Patagonia, Islas Malvinas y Antártida, p. 25. (20) JUAN. Jorge y ULLOA, Antonio de. — Noticias Secretas de América. Página 126. (21) Diario de Viaje. T. I pp. 123, 124, y 133. (22) IBID, pp. 114‐115. Se dio importancia a las observaciones de Malaspina en el trayecto Montevideo ‐ Puerto Deseado ‐ Cabo de Hornos ‐ Chiloé. Las cartas marinas fueron publicadas por Pedro Novo en Madrid ( 1 8 8 5 ) . (23) Op. cit. pp. 45 a 53. (24) IBID, pp. 48. (25) Aunque el cargo fue proyectado por las Ordenanzas Navales del XVIII, en particular las de 179 3, nunca se consagró por ellas persona alguna. La dignidad existió en Castilla desde tiempos de San Fernando y Alfonso X el Sabio. Sobre el Almirantazgo Mayor de Castilla, sus prerrogativas y jurisdicciones, véase FERNANDEZ NAVAREETE, M., TI p. 47» a 543. Es uno de los antecedentes más antiguos, aparte de los romanos, de la organización naval occidental. El juramento del Almirante Mayor establecía la latitud de poderes y autonomía de acción: ". . .guardando Dios de tormenta presurosa la Mar y de enemigos adversarios de mi Señor el Rey". El primer almirantazgo español, como corporación consultiva de asuntos de la marina fue creado por Felipe V en 1737 para el infante heredero. En 1748 se le suprimió y en su lugar se creó la Dirección General de la Armada. En 1836 el Ministerio Calatrava, de la Regencia Espartero, restableció por ley el Almirantazgo de la Marina ( 2 4 de octubre). De 1868 a 1912 se denominó Almirante al Capitán General de la Armada. (26) Vigodet se dio por insatisfecho con el cargo de Capitán General. Apuntes históricos de Larrañaga y Guerra. BHEME. Nº 96‐97, p. 137.
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CAPITULO II LA JEFATURA SUPREMA DEL ATLÁNTICO SUR I. El Apostadero con personería REAL. Las facultades y potestades del Apostadero Naval de Montevideo, analizadas con óptica bonaerense —carriles seguidos por nuestra historiografía clásica— parecen cosa muy batallona. Precisamente, por bocetarse en documentaciones contradictorias y asincrónicas, la cuestión se hizo ambagiosa. Sin embargo, entreveros y sutilezas, son dispersados por interpretaciones basadas en elementos no tenidos en Cuenta. Abregos y no pamperos, despejan el cielo histórico. La cuestión de las áreas de responsabilidad del Apostadero se debe basar en otra clase de documentos —los que otorgaron las herramientas de poder con libertad de acción necesaria en una época en que ni siquiera se preanunciaban los telemandos— y engarzarse con los acontecimientos más trascendentes del siglo XVIII, que cambiaron el estilo de vida del hombre de cultura occidental y modificaron la geografía política mundial. Aunque corridos de los océanos los "perros del mar", no se ofreció para el esfuerzo naval español ninguna intermisión. Las jaurías fueron sucedidas por manadas de corsarios, "guerrilleros del mar", como avanzadas del poder naval inglés y francés, sucesores de Portugal y Holanda. España, potencia de primer orden, debió extremar esfuerzos para mantener su superioridad en los mares. Del afán participaron los reinos unidos de la península y de ultramar (Europa - América) para no quedar atrás en la carrera armamentista de las naciones enemigas, perfeccionar la agonística naval y reactivar la dinámica guerrera de sus marinos. La comunidad hispana que, desde el período de la conquista y población no había conocido más que milicias nacionales, comenzó a pensar en ejércitos regulares y en naves de gran poder ofensivo-defensivo. Aplicó en la jurisdicción marítima el orden de división que habría de imponer en tierra con el sistema de Intendencias. Descentralizó el poder marítimo creando centros de autonomía para las respuestas elásticas inmediatas. Sin ostentar en la documentación rango de virreyes, los comandantes de armadas fueron de hecho alter egos del rey, procediendo en su nombre con encargo de rendir cuenta de las acciones espontáneas provocadas. La lejanía del comando central determinaba esa libertad de decisión, como las que evidenciaron en el XIX los almirantes ingleses y franceses, cuyos actos precedieron a las intervenciones diplomáticas. No en vano la Home Fleet copió la organización naval hispana. Donde el mar era ancho y propio del ecúmene hispano, las decisiones las tomaban los jefes de escuadra, con menos ataduras cuanto más lejos se hallaban de los departamentos navales (almirantazgos). Se podrá cuestionar la afirmación que, allí donde los actos soberanos debían ejercerse en áreas oceánicas, ninguna autoridad terrestre podía coartarlas o anularlas. En este orden Montevideo se empinó a la condición del otro-yo real, sobre todo en las aguas atlánticas meridionales. Diego Luis Molinari sostiene que la parte austral del continente "caía por sus costas e islas bajo la jurisdicción de la Metrópoli". (1) Homero Martínez Montero afirma que, al crear el virreinato del Río de la Plata por razones administrativas, la metrópoli "no delegó en él ni se despojó en su beneficio, voluntaria e involuntariamente, de la más mínima porción de jerarquía". (2). La afirmación debe ser tenida en cuenta para la interpretación de la cláusula clave del Art. 1 del Tratado Hispano Uruguayo de 1842, que hace referencia de "todos los derechos de soberanía y de dominio que los monarcas españoles han tenido anteriormente sobre el mencionado territorio". Una opinión argentina y otra uruguaya. Equivale decir que no había intermediario, virrey o intendente, en acciones de exclusiva materia naval. La Capitulación de 1814 es de una evidencia mayúscula. Se dejaba en Depósito lo que no era dominio de Buenos Aires. II.
El Teatro del Mar.
Acostumbramos medir el esfuerzo español por los hechos memorables realizados en tierra. Sin embargo, la comparación de esfuerzos sobre dimensiones donde jamás se ponía el sol, hace 26
Uruguay Atlanticense y los derechos a la Antártida
meditar acerca de lo que pudo suceder si España no hubiese contado con bases estratégicas, con naves bien marineras, con armamento potente y con oficialidad y tripulación avezadas y valientes. Sin incluir las áreas de los mares secundarios, la superficie de los océanos es de 313.068.170 Kms2. (3) Se distribuye así: Océano Pacífico
126.872.590 Kms2.
Océano Austral
85.564.580 Kms2.
Océano Atlántico
58.251.700 Kms2.
Océano Indico
42.379.000 Kms2.
La distancia de las bases metropolitanas y la mayor vastedad de los océanos determinó que la libertad de acción de los jefes navales estuviera en razón directa con lejanía e inmensidad. (4) El área marítima que interesa es la que caía bajo la responsabilidad de poder de Montevideo. No tan solo vastísima sino también llena de asechanzas meteóricas, terror de los navegantes, que hicieron que el Océano Austral, tocado en sus bordes por Magallanes, quedase prácticamente en desuso por tres siglos. Montevideo rompió con ese misterio oceánico al asegurar a la navegación que no tendría otros peligros que los fenómenos de la naturaleza. Barridos los piratas y contenidos los corsarios, el Escila-Caribdis se representaba por los roaring forties (los rugientes cuarenta), por ocurrir estos vientos O/E tipo ciclónico, y por las lluvias de 270 días con 70 de nieve que caracterizan al Cabo de Hornos o de las Tormentas. Escenarios de tal dimensión, en que los improvisos son la regla, tenían que imponer con toda razón elasticidad en las decisiones y respuestas. Los jefes navales españoles eran expertos de todas las aguas donde el pabellón rojigualda apellidara títulos históricos. (5) Los gobernadores - comandantes de Montevideo fueron navegantes fogueados en campañas navales europeas y asiáticas y adiestrados en cuestiones de política internacional. Hacedores de historia y no intérpretes ciegos de mandos distantes. (6) III.
La Conciencia marítima del ecúmene hispano.
El XVIII fue el siglo de los grandes marinos españoles. Contrariamente a lo divulgado la carrera no fue exclusiva de los nativos de la península. Estuvo abierta a todos los indianos que tenían vocación y reunían los mismos atributos sociales que se exigían a los conciudadanos de Europa. Muchos alcanzaron los más altos grados, como José Pareja, limeño, que llegó a Teniente General de la Armada; Álvarez de Toledo, de la Habana, Jefe del Apostadero de Veracruz; Juan Michelena, nativo de Maracaibo, de preponderante actuación en Montevideo y en los episodios juntistas, fue jefe de escuadra. Otros ocuparon las más altas dignidades del gobierno español: Pedro Agar, de Santa Fe (Colombia), integró en 1810 el Consejo de Regencia. Varios alcanzaron honores de héroes de Trafalgar, como José Padilla, (colombiano), Matías Irigoyen y Benito Lynch (porteños), Francisco de Gurruchaga (Salta), Cándido Lasala (porteño), atravesó el Estrecho de Le Maire en bote y murió como teniente de fragata en la segunda invasión inglesa, después de participar en la primera Reconquista de Buenos Aires. Las escuelas de guardiamarinas de Cádiz y del Ferrol no crearon instrumentos ciegos, sino que formaron oficiales con nociones plenas de política, historia y sentimientos autonómicos. Lo revela la participación de ex cadetes de esas escuelas en la organización de las marinas de las nuevas Repúblicas. En Argentina: Francisco de Gurruchaga, miembro de la Junta de 1810 tuvo por misión organizar la primera escuadrilla de Buenos Aires; Matías de Irigoyen, compañero de armas de Cisneros en Trafalgar cuya destitución votó en mayo de 1810, fue comandante general de la Marina de Buenos Aires en 1815 y redactor del reglamento de corsarios al servicio de Buenos Aires (1817); Francisco Seguí, Martín Thompson y Benito Lynch, de relevante actuación luego de los sucesos de Mayo. En Chile, Manuel Blanco Encalada, (porteño) almirante, hecho en la escuela de Cádiz; en Venezuela, Lino de Clemente, alumno gaditano, vice almirante en su patria; como capitán de navío, otro condiscípulo y coterráneo, Felipe Estévez. En la marina mercante española se formó el contralmirante venezolano Matías Padrón: en Colombia jefe de la escuadra revolucionaria fue José Padilla, otro de los héroes de Trafalgar, etc., etc. En nuestro país basta la mención de Francisco Xavier de Viana, marino insigne de la armada española y probado patriota, hombre que conoció y vivió la grandeza del Apostadero Naval de Montevideo. Existió en la dimensión hispana del XVIII y principios del XIX una clara conciencia marítima. La de raigambre castrense se completó con la de función comercial. 27 Leslie Crawford
IV.
El Código Naval Hispano.
Una minuciosa reglamentación estableció las pautas para la marina española. Se le conoce por Ordenanzas Navales. Las primeras dictadas por Patino en 1717, son coetáneas del resurgimiento naval español y de la preparación de la nueva oficialidad. Las siguen las de 1748, consideradas en su época, superiores a las que regían las marinas de todas las naciones, "incluso a las de Inglaterra de 1749, tenidas por muy buenas": las de 1793, redactadas por Mazarredo y Escaño, son las más completas. "En ellas están recogidos todos los principios básicos de la organización militar de la Armada y su organización y su espíritu son aplicables al de una Marina de Guerra moderna". (7) Por ese código se comprende cómo y por qué el Apostadero de Montevideo ejerció el señorío del Atlántico Sur y del Glacial Antártico y tuvo la llave de acceso al Pacífico; por qué los jefes de la Marina de Montevideo, sin ser administrativamente pares de virreyes, procedieron con facultades soberanas ajustadas a normas legales estrictas; por qué en áreas marítimas el Apostadero resolvió como delegado real y por qué, en el instante de definición juntista, la oficialidad de Montevideo ajustó su conducta a las Ordenanzas Navales y a la Constitución Marítima, que llenó en el ámbito oceánico el vacío de poder y legalidad producido por la abdicación de Bayona (la mayor transgresión a la legislación indiana, que prohibía, desde tiempos de Isabel la Católica, Carlos I y Felipe II, toda cesión renuncia o transferencia de soberanía terrestre y marítima). En el análisis del por qué de las acciones autonómicas y del ejercicio de soberanía a título real, nos ceñiremos, porque son inmediatas de los hechos culminantes del Uruguay Atlanticense, a las disposiciones navales de 1793. (8) V.
Grados equivalentes de la Marina y del Ejército. Capitán General de la Armada
Capitán General de los Ejércitos
Teniente General
Teniente General
Jefe de Escuadra
Mariscal de Campo
Brigadier
Brigadier
Capitán de Navío
Coronel
Capitán de Fragata
Teniente Coronel
Teniente de Navío
Capitán
Teniente de Fragata
Ultimo Capitán en Ejercicio
Alférez de Navío
Teniente
Alférez de Fragata
Alférez
El Art. 1 del Título I, Tratado 1º estableció la sucesión de mandos por correspondencia de grados. El Capitán General de la Armada (o Director General) tenía bajo su autoridad todas las fuerzas navales, extendiéndose a cualquier paraje, en que se hallaran escuadras, bajeles, cuerpos o individuos de la marina (Art. 1 título II tratado 2º) En los casos no previstos por las Ordenanzas resolvía por sí, pero sus decisiones quedaban pendientes hasta la aprobación del Rey, al que debía consultar. (Art. 5 título II tratado 2º). Es de evidencia la autonomía con que operaba la marina española en las postrimerías del XVIII. Si la elasticidad era menor para el Capitán General de la Armada comparada con la de los jefes de escuadra en mares lejanos, se debió a la proximidad de su "oficina" con la Corte, de la que podía recibir respuesta inmediata. El lapso de la proposición y resolución de reunir en un cargo la gobernación de Montevideo y la Comandancia del Apostadero va del 1 al 13 de setiembre de 1796). VI.
División de Flotas.
El Art. 1 del título III tratado 2º dividía las fuerzas navales en tres departamentos peninsulares: Cádiz, Ferrol y Cartagena. No se mencionan departamentos de Ultramar, aunque se reconocía la existencia de Comandantes de Estación en La Habana, Callao, Buenos Aires y Cartagena, (el de Buenos Aires con asiento en Montevideo).
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Uruguay Atlanticense y los derechos a la Antártida
Los departamentos navales de la península no tenían jurisdicción sobre ningún Apostadero de América. Esto surge de la delimitación de términos: Ferrol: toda la costa norte y occidental de España desde la desembocadura del Bidasoa, hasta la del Miño: Cádiz costa meridional hasta el Cabo Gata; Cartagena: la costa oriental, del Cabo Gata hasta Francia, con las islas del Mediterráneo (Baleares). Hágase esta observación: con Felipe V habían desaparecido de España los virreinatos tradicionales del evo de los Habsburgos, con costas marítimas; sólo duraba como reliquia el virreinato interior de Navarra. En consecuencia, ninguna otra autoridad delegada interfería las facultades decisorias de los departamentos navales de la península. Esta es otra evidencia de la independencia de la marina española frente a poderes políticos y judiciales delegados. VII.
Institución del Apostadero.
En 1766 se creó en La Habana el primer Apostadero Ultramarino con las mismas facultades que los Departamentos de la Península. Entre las causas internacionales que motivaron su institución deben ser citadas las necesidades defensivas del Golfo de México y del Mar de las Antillas, afectadas por la cesión a Inglaterra de la Florida y del otorgamiento a súbditos de ese país, del derecho de corte de palo campeche en Belice (Tratado de París de 1763). La Habana era el punto ideal logístico para acudir en defensa de todo el sector hispano del Atlántico Norte. No sorprende que la política norteamericana, desde temprano, buscara poseer Cuba, y que en Guantánamo hallara finalmente el punto ideal para su gran Apostadero de la Cuenca Norteamericana del Atlántico. En 1776 España prepara una gran campaña naval y terrestre, la mayor de cuantas se conocen en América del Sur. Los mejores marinos y las naves más potentes participan de la ofensiva que llegó frente a la Isla Santa Catalina: 97 transportes escoltados por 19 naves de guerra con 632 cañones y 8.500 hombres de tropa. El punto ideal para el apoyo naval fue Montevideo y no Buenos Aires. Era natural que la dirección marítima española lo escogiera para eje de las acciones y reacciones en el Atlántico Sur. No es el azar el que fija en Montevideo el otro departamento naval de ultramar. Se instituye por Real Orden dada en San Ildefonso el 9 de Agosto de 1776. "Surgió, dice Homero Martínez Montero, respondiendo a un plan estratégico general; su organización fue el resultado de una planificación local. Se reguló por las Ordenanzas Generales y en 1793 era toda una institución orgánica". Nació como dependencia directa del Rey a través de la dirección General de la Marina para eliminar la "marinita particular" que tenía cada virrey formada sin principios, regida sin preceptos oportunos". MARTÍNEZ MONTERO, H. El Apostadero de Montevideo, Anexo 1. La Real Ordenanza de Intendentes de 1782 no afectó su autonomía. La base territorial, económica y humanal, quedó en condición de Gobernación de la misma forma que las Repúblicas Indias de Misiones, Moxos y Chiquitos (organizaciones misioneras autónomas). VIII.
Montevideo, Departamento Naval de Ultramar.
El Apostadero de Montevideo venía ser el departamento Naval del Río de la Plata, la Patagonia, Islas Malvinas, Aguas Atlánticas, Tierra del Fuego y tierras con sus islas por descubrir, y del Estrecho de Magallanes, incluyendo la ruta del Cabo de Hornos. Si se le mira del punto de vista político, estaban dados todos los elementos para ser considerado provincia marítima española. Los sucesos del período liminar del Uruguay Atlanticense dijeron claramente que se actuó con visión de Departamento Naval. Además, por analogía dispuesta en las Ordenanzas: "Prescrito en el Art. 98 que en La Habana ha de observarse todo lo que se practica en los Arsenales de Europa, se entiende que las reglas de este título son propiamente para otros Apostaderos y para los puertos de mansión occidental de las escuadras o bajeles en las ocurrencias de sus expediciones". (Art. 125 título VII tratado 6º). En otras materias las normas disponían que no se haría "diferencia alguna de puertos de Indias a los que Europa en cuanto se ordena en el título de Comandantes de Escuadra desde el Artículo lio hasta el 127 del título V tratado 2º (art. 78 título VII tratado 6º). A partir de 1796, fecha de reunión del poder naval y del político y militar de la ciudad en una persona, el Apostadero fue de facto Departamento Naval con todos los derechos y obligaciones.
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Tal unidad duró hasta 1809. El capitán de Navío Salazar no aceptó el cargo de gobernador. La Institución del Apostadero entonces estaba desmembrada y anarquizada por las diferencias juntistas entre Montevideo y Buenos Aires. La intención de Salazar era reintegrarla a las funciones específicas y poner la oficialidad al margen de la lucha civil. AZARA. "En Montevideo residía el jefe de la Marina del Río de la Plata": (9) LUCAS OBES: "Departamento muy respetable en Montevideo". (10) Los dos poderes en uno diéronle capacidad de iniciativa que logró acreditar el título Reconquistador. IX.
La Jefatura suprema del Río de la Plata.
El gobernador y jefe del Apostadero dispuso la reconquista de Buenos Aires (1806). Sin dilaciones ni papeleos. Cual mandaban las leyes de Indias en materia de soberanía. Con la velocidad de respuesta exigida por la ofensa inglesa. Sin sufrir desautorizaciones "para la galería" que en 1770 se impusieran al gobernador de Buenos Aires para aplacar a Inglaterra por la cuestión de Malvinas. En ausencia del virrey o cese de su autoridad, el Comandante del Apostadero y Gobernador de Montevideo, asumía la jefatura Suprema del Río de la Plata hasta tanto el rey designara nuevo virrey. (Poder Territorial). Llegada la ocasión de manifestarlo se hizo con notable identificación con la soberanía popular radicada en el Cabildo. Ruiz Huidobro decidió la expulsión de los ingleses de Buenos Aires. Aprestó una expedición que será gloria para Liniers. La junta de Guerra aprueba la decisión y el Cabildo también apoya el 18 de Julio de 1806, con elocuencia de revelación innegable: "En virtud de haberse retirado el virrey para el interior del país, de hallarse en suspenso el Tribunal de la Real Audiencia y juramentado el Cabildo de Buenos Aires, era y debía respetarse en todas circunstancias al precitado gobernador D. Pascual Huidobro como JEFE SUPREMO DE ESTE CONTINENTE". (11) En Mayo de 1810 no se dieron en Buenos Aires las mismas condiciones con la deposición del virrey Cisneros, la neutralización de la Real Audiencia y la decisión del Cabildo juramentándose no reconocer otra autoridad legítima que la emanada de la Junta del 2 5. X.
La otra base del orgullo autonómico
La victoria sobre los ingleses reavivó el orgullo de los hombres de la región de Montevideo (cuenca del Santa Lucía) nacido de la fuerza económica creciente que les hacía disputar con Buenos Aires. Con la convicción que en el mar el Apostadero era centro de soberanía, quisieron obtener mayor dominio territorial mediante la transformación en Intendencia de los dos gobiernos de Montevideo y Misiones, con un consulado independiente de Buenos Aires. Se procuraba obtener para los hombres dedicados al aprovechamiento agrícola-ganadero la autonomía de acción que sólo se observaba en las fuerzas navales. Pero, se pretendía en el momento que la ciudad con visión mediterránea inmediata busca, ¡craso error!, separar la región de las facultades y dimensiones del Apostadero. Como si el aeróstato pudiera desprenderse de la barquilla de comando. "En premio de haber sido la reconquistadora de Buenos Aires" los diputados-hacendados proponían una unidad administrativa territorial con estos límites: "la parte oriental del Río de la Plata desde Montevideo a Santa Teresa por el Este; por el Oeste hasta el Paraná, Uruguay, barra del Ibicuy grande; y desde la laguna Merím por los ríos Yaguarón y Santa María hasta su confluencia con el mismo Ibicuy, con sus costas y puertos, cuya circunferencia no sirve a Buenos Aires" "...la extensión de su gobierno hasta los límites del territorio portugués e Intendencia del Paraguay y la independencia del de Buenos Aires será un medio seguro de aumentar su población riqueza y defensa". (12) Las pretensiones se reavivan en 1813. El Cabildo Montevideano instruyó al diputado a Cortes Rafael Zufriategui, reclamar título de Provincia o Capitanía General, con los territorios tradicionales más la Banda Oriental, el Entre Ríos y "los pueblos de Misiones que no están sujetos al gobierno del Paraguay". (13) El hecho de tener diputados en Cortes ya habla de otra arista de autonomía. Representaban a Montevideo y no a un virreinato, como se dio en el caso del resto de Hispanoamérica. NOTAS DEL CAPITULO II
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(1) Op. Cit. p. 28. (2) El Río Uruguay, op. cit., p. 392. Recuerda, apoyándose en Un po piu di luce de Lorenzo Barbagelata, que desde la Edad Media hasta la Revolución de 1789 los ríos y mares eran propiedad exclusiva de los reyes y no de los Estados. (3) VALLAUX, Camile. — Geografía General de los Mares, p. 34. (4) Las Ordenanzas de 1793 establecieron que las escuadras tenían libertad de acción en "dominios remotos" (Art. 54, tit. VII tratado 6º). (5) Las Ordenanzas imponían: a) la gratificación para mesas de oficiales: 6 meses para los Mares del Sur y Oriente, 4 para el Río de la Plata y 3 para la América Septentrional (Art. 48); b) la alternativa también se hacía para evitar el arraigo y el efecto de influencias locales. Este cuidado de apartar la autoridad suprema de los intereses locales se evidenció desde los primeros años de la formación de América española. Vid en Recopilación de Leyes de Indias las prohibiciones impuestas a virreyes, oidores, alcaldes, gobernadores, etc. (6) La marina mantuvo esta tradición, aún en el período más opaco del siglo XIX. El Encargado de Negocios en el Uruguay Carlos Creus recomendaba a su gobierno la independencia de criterio y la acción del comandante de la estación naval española en el Río de la Plata, frente a las presiones del gobierno de Montevideo por impedir el desembarco de Rivera (Oficio del 4 de abril de 1846). RH, T. XXXVIII p. 310. (7) Enciclopedia General del Mar T. V pp. 91‐92. (8) Ordenanzas Generales de la Armada Real, dos tomos. Madrid 179 3. Impreso en la Imprenta de la Viuda de Joachim Ybarra. Recopilación de las varias adiciones de las Ordenanzas con el añadido de "otros preceptos que no comprendía y son ahora necesarios para su acertado gobierno y dirección". (9) Descripción e Historia del Paraguay y del Río de la Plata. (10) Apuntes. BHEME Nos. 96‐97 p. 31. (11) La identificación se manifestó nuevamente con la formación de la Junta de Setiembre de 1808 y acuerdo del 21 de agosto de 1810, al rechazar las proposiciones de la Princesa Carlota. (12) Nota 17 de la Introducción de Rogelio Brito Stéfano a Noticias sobre los campos de la Banda Oriental. RH, T. XXIII pp. 307‐313. (13) RH. T. XXIV p. 164. CF. La Diplomacia de la Patria Vieja, p. 68 (Montevideo 1943). También viejos sueños anteriores al Apostadero. El 1 de noviembre de 1738, con la noticia que los portugueses perforaban el límite NE de la región tape ocupando Vacaría, el Cabildo de Montevideo pretendió extender su jurisdicción sobre la Banda Oriental que entonces se prolongaba hasta más allá de la Laguna de los Patos. (La Vanda del Norte del Río de la Plata) RH. T. XVIII p. 307.
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CAPITULO III LA AUTONOMÍA DEL APOSTADERO DEL PARALELO 32 AL POLO ANTARTICO Se dejó sentado que cuanto más remoto el punto donde se hallara la flota, el jefe, asistido de una junta de guerra tenía potestades para resolver según aconsejaran las circunstancias, pero ad referéndum (bajo condición de informar). La comandancia se basaba, además de las Ordenanzas Navales, en las Recopilaciones y en códigos y principios de Derecho Internacional Marítimo aprendidos en las Academias Navales. Es preciso tener presente que, a partir de 1717, España se esmeró en formar oficiales competentes para no encomendar los mandados a improvisados o jefes que tenían experiencia militar únicamente en tierra. Sólo marinos de escuela podían comandar las flotas y apostaderos. Bustamante y Guerra, gobernador de Montevideo y jefe del Apostadero de 1797 a 1804, fue segundo comandante de la Atrevida en la famosísima expedición científica de Malaspina que tocó Montevideo en viaje de ida (1789) y de vuelta (1793). De ese gobernador y de Ruiz Huidobro, ha dicho Bauza: como "hombres de mar tenían una noción más exacta de las necesidades" y "costumbres del mando en gran escala". Autoridades únicas del mar. En el mar nadie era más que el jefe de escuadra y comandante de barco. Ante él, cedían otras preeminencias. Las tropas embarcadas quedaban bajo su autoridad si se navegaba en convoy. Aunque la nave transportara un virrey el mando correspondía al comandante (Art. 77 título VII, tratado 6º). Un episodio notable en el Río de la Plata revela esta supeditación. En 1777 Casa-Tilly negó el saludo a Ceballos por ser privativo del jefe de la escuadra hacerlo, rechazando también la satisfacción pedida, porque consideraba las naves separadas de las provincias gobernadas por el virrey. "Si alguna vez se hizo el saludo fue contrariando las ordenanzas". (RAVIGNANI, El Virreinato del Río de la Plata, pág. 69). En los apostaderos la autoridad militar, o política debía prestar toda ayuda que pidiera el comandante general o jefe de escuadra: menos impedir que fuera del recinto de las plazas obraran "según su inteligencia", aún cuando se tratara de establecer baterías en tierra con artillería (Art. 114 título V tratado 2º). En el caso montevideano esta situación correspondió al período 1776-1796, obviada a partir de la reunión de mandos. Otras disposiciones —entre muchas— otorgaban amplia autoridad para decisiones inmediatas, aun cuando no mediara la gran lejanía que nos hemos referido. No había, por tanto, reacciones ciegas (tactismo agonístico), inconsultas, como respuesta de incitaciones (amagos o agresiones)". Si se avistasen enemigos, o con noticia de haberlos en las cercanías del puerto, podrá (la comandancia de departamento) hacer salir las divisiones o bajeles sueltos, armados, que hubiere en el o en la parte necesaria... y habiendo escuadra lo acordará con el comandante de ella..." (Art. 38 título III tratado 2º). En peligro de ataque contra el puerto, tomaría las medidas defensivas "pidiendo al gobernador el auxilio que necesitare, quien le deberá dar todo lo que pidiere y no embarazar sus providencias" (Art. 39 título III tratado 2º). Debemos recordar aquí, que la autonomía es una de las condiciones del Derecho Marítimo. En plazas o puertos secundarios También los mandos inferiores tenían facultades de decisión. Cualquier puerto o simple puerto (continental o insular) se regía por autoridades navales dependientes de apostaderos. En el caso de Montevideo, los de Malvinas y Patagonia respondían directamente del Jefe del Apostadero. Las obligaciones relativas a defensa del punto, como también la extensión territorial de su .jurisdicción y, potestad de designar sustitutos interinos en casos de muerte, son detalladas en el tratado 5º título VII de las Ordenanzas Navales. También el puerto de Maldonado y otros que pudieran establecerse del paralelo 35 al Norte. Es claro lo que establece el Art. 31 del Reglamento del Resguardo del Río de la Plata, citado por Ravignani: "El comandante de todo el Resguardo del Río de la Plata residirá permanentemente en Montevideo y desde allí cuidará y vigilará no sólo el mar sino también el casco de la ciudad, los puertos de la costa norte del Río de la Plata y frontera con los portugueses" (op. cit. pág. 111). 32
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Autonomía religiosa de Apostaderos y Dependencias En el alta mar cada flota tenía su parroquia independiente de obispados terrestres. Esta autonomía no perdía intensidad de manifestación hallándose los barcos en puerto cuyo territorio interior estuviese bajo obispalía. La máxima autoridad religiosa naval era el Vicario General Castrense, con dignidad arzobispal, y sede en la península. La Patrona de la Marina era la Virgen del Carmelo, consagrada en 1768. Establecía el Art. 112, título IV, tratado 5º que cada escuadra o bajel constituía una parroquia a cargo del capellán; sujeto a jurisdicción gubernativa del comandante (Art. 16). La cuestión podía tener apariencia intrincada en el caso de Montevideo. En el orden religioso, la región de Montevideo dependía de la obispalía bonaerense, no así el Apostadero y sus dependencias. El tema aparenta no tener importancia, pero si se analiza minuciosamente surge la evidencia que el gobierno español liberó a la marina de las trabas que en tierra oponía el poder judicial (Audiencia) y el religioso, a los movimientos de ejércitos (privanza del principio vitoriano de la Guerra Justa que no había logrado eliminar el regalismo borbónico) Zabala no fue autorizado en 173 0 declararla contra los charrúas-minuanos porque el Consejo de Indias reconoció que la causa de la sublevación india fue provocada por un portugués vecino de Montevideo. La marina no luchaba contra indios. Por consiguiente, los famosos descargos de conciencia (complejo inhibitorio manteista-complutense) no participaban de los hechos de mar frente a potencias europeas. Si había barco de estación en las Malvinas el capellán era el párroco insular. Así sucedió de 1776 a 1810 (BRUNET, José. La Iglesia en las islas Malvinas durante el período hispano. MISSIONALIA HISPÁNICA Nº 77). Párrocos de las transitorias poblaciones patagónicas fueron los capellanes de barcos que transportaron inmigrantes y no curas dependientes del obispo de Buenos Aires. Que estos capellanes actuaban con facultades que entendían no ser trabadas por la autoridad religiosa virreinal, se pone de evidencia por actos de comercio de cosas espirituales. Los de la Real Armada del Río de la Plata fueron acusados de simonía en 1795. El expedientillo se encuentra en el Museo de Historia Nacional (Montevideo). La "provincia marítima o Departamento Naval ultramarino constituida por el Apostadero, Malvinas y Patagonia y aguas atlánticas no dependió del obispado de Buenos Aires. Un argumento menos para la teoría americana de derechos sucesorios sobre áreas marítimas del evo hispano, invocando diócesis como base de la reorganización administrativa. No hace al caso que el obispo Lúe se titulara en 1804 Teniente Vicario General Castrense de los Ejércitos y Armadas (ARREDONDO. El fuerte de San Miguel (pág. 264). Competencia judicial independiente de Buenos Aires La Armada gozó de fueros de guerra que la ponían al margen de interferencias. Las inmunidades llegaron alcanzar a familiares y criados de los oficiales. El Comandante de Apostadero, como justicia Mayor del mar, conocía en primera instancia en todas las demandas civiles y criminales (MARTIRE, Eduardo. La organización judicial indiana pág. 63) y podía determinar qué fueros habrían de juzgar finalmente a los reos. Los fueros civiles o contenciosos figuran en los Arts. 78 a 92 del título VII, Tratado 6º. En 1776 el jefe del Apostadero Capitán de navío Juan A. Camino sentenció a dos marineros a trabajos forzados en la Ciudadela. En 18 05 la jefatura los arrestaba en el fuerte San José. La facultad judicial se imponía también, sobre los navíos mercantes surtos en puertos civiles y criminales, Art. 83).
(causas
Independencia administrativa En materia de gastos de mantenimiento el Apostadero y sus dependencias no estuvo trabado por el tentaculado consulado de Buenos Aires, contumaz resistidor de la autonomía "hacendística" de la región montevideana (no en vano los unitarios fueron los hombres del Consulado de Buenos Aires). De acuerdo con las Ordenanzas de 1793 y, en particular, el "Reglamento para el manejo de fondos y contabilidad de los Apostaderos de Cartagena de Indias, Montevideo y San Blas de California", dictado en Aranjuez el 20 de marzo de 1793 (MARTÍNEZ MONTERO, op. cit. Anexo 5) los gastos eran manejados por la Marina, con la única condición de rendir cuentas anualmente a los Tribunales de Cuentas virreinales, previo análisis y aprobación por la Junta de Marina. Cada Apostadero tenía su tesorería formada con fondos para urgencias y necesidades de las 33 Leslie Crawford
escuadras. Los virreyes "sin excusa ni pretexto alguno" podían negarse entregar solicitados por el Apostadero.
los fondos
Algo más. En materia hacendística las facultades de los virreyes estaban aminoradas porque los Intendentes dependían de la Junta de Guerra y Hacienda subordinada a la Secretaria de Indias, con Sede en la Metrópoli (GARBINO GUERRA, Eduardo. Introducción al Estudio del Derecho, Tomo II pág. 227). Recordar que Montevideo - Gobernación no dependía de Intendente alguno. El presupuesto del Apostadero de Montevideo ascendió en 1795 a 674.377 reales de plata; en 1798 subió a 3.349.253; en 1800 a 2.081.064. La misma libertad en la materia tenía el gobierno naval de las Malvinas. En tanto Liniers, como virrey de Buenos Aires, no ha quedado libre de culpa por retención de fondos de ayuda a España para sostener la guerra contra Napoleón, los directores marinos de Montevideo brillaron por su diligencia en el apoyo, por la honestidad del manejo de dineros públicos y por el desinterés material. Bustamante y Guerra envió desde Montevideo a España en 1797 las fragatas Medea, Fama, Mercedes y Clara con un millón y medio de pesos y un rico cargamento, que constituían el auxilio de los montevideanos y orientales a la guerra que en ese momento España, juntamente con Francia, libraba contra Inglaterra (1) José M. de Salazar decía el 11 de 1810 que los oficiales del Apostadero hacía 14 meses no recibían sueldos y que otros los habían cedido al tesoro público por el tiempo que durara la guerra. (2) "Algunos de los ejércitos españoles que peleaban contra Napoleón, debieron su alimento al tasajo uruguayo, y los armamentos navales de la Península recibieron el modesto refuerzo de nuestros buques" (3). Los Arts. 163 a 112 título V, tratado 2º determinaron que los arsenales y pertrechos estuvieron en los Apostaderos como también los almacenes de aprovisionamientos de naves. La gran atarazana del Río de la Plata estuvo en Montevideo, de forma que, por ningún concepto, la flota española tenía que acercarse a Buenos Aires para completar preparativos. Con símbolos propios La marina española tuvo bandera propia, la de colores rojo y amarillo. El ejército la blanca con la cruz de Borgoña (decreto de Carlos III de 1785 (4). A la Marina, casi invicta en los teatros de guerra americanos, le pertenece la honra de fijar los colores de la bandera nacional española (decreto de 18 4 3 del gobierno provisional). La enseña naval fue otra representación de autonomía de los poderes territoriales (virreyes), diferenciación que alcanzó a los barcos de corso y de comercio. Conclusión: el Uruguay Atlanticense tuvo un único pabellón, con excepción del utilizado territorialmente por las milicias nacionales y las tropas de guarnición (5). El Art. 1, título I, tratado 4º estableció, por bandera de guerra y de las fuerzas marítimas y bastiones costeros, la de tres listas, en el medio amarilla y alta y baja encarnadas, con los escudos de Castilla y León y la corona imperial en la franja amarilla. El mismo pabellón tuvieron los correos marítimos orlando el escudo una palma y un ramo de olivo entrelazados con una cinta con los colores de la Banda Real Orden Española de Carlos II (azul y blanco). El Art. 4 dispuso que en tiempo de guerra los corsarios usaron la misma bandera que la Armada. El Art. 5 fijó la de la marina mercante: cinco fajas. La del medio amarilla ocupando un tercio, la de los extremos también amarillas, de un sexto cada una y encarnadas las intermedias de igual anchura, No llevaban escudo de armas. Los buques de las Reales Compañías tenían pabellón rojigualda que penetró el islario antártico. La bandera izada en la puerta de entrada de Montevideo, en el momento de cruzarla Alvear con sus fuerzas, fue la de la Marina de guerra. La misma que flameara en las Malvinas y que en los establecimientos de la Patagonia indicaron a Inglaterra y Francia que allí era otra la soberanía. Independencia frente al virrey Las oposiciones de la ciudad de Montevideo a las acciones bonaerenses de 1808 a 1810 no fueron ilegales. Déjase de lado al debatido derecho popular histórico de formar Juntas para tomar las razones establecidas en las Ordenanzas Navales de 1793. No quitamos del platillo los enconos
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por rivalidades económicas. Pero la actitud del Montevideo Marítimo (no el interior fluvial, santalucense) surge de un ejercicio de autonomía practicado por los jefes de Apostadero. Analicemos la escasa o nula influencia de los virreyes de Buenos Aires sobre la Marina de guerra y su área de dominio sobre el Atlántico sur. 1º) Aunque las escuadras debían ponerse a las órdenes de los virreyes (acción protocolar) para guardar las costas o realizar otras operaciones, aquéllos no podían inmiscuirse en el engranaje naval, que sería siempre privativo de los comandantes (art .93, tít. V tratado 2º) (6). 2º) Los comandantes obedecerían a los virreyes "en todo lo que mire a los destinos en que se hayan de emplear sin que los sea facultativo despachar embarcación con fin alguno fuera del puerto en que hagan su residencia ordinaria, sin su orden o consentimiento ni variar sin preciso y urgente motivo las instrucciones que hubiesen recibido de ellos para las expediciones a que se destinaren" (Art. 94). Pero "a fin de que las órdenes y disposiciones de los virreyes para expediciones o destinos de escuadras o bajeles que se hubieren puesto a su orden, no contravengan a las instrucciones particulares expedidas a sus comandantes, se les remitirán copias de éstas: y por acaso no prevenido pareciere conveniente a mi servicio alterarlas, podrán los virreyes determinarlo con parecer del Comandante de Marina, quedando responsable por las razones con que se tomase semejante deliberación" (Art. 95) 3º) Las responsabilidades por impericia política (el "engranaje naval" era de competencia exclusiva de los mandos marinos) tenían su agravante si las decisiones, aun con el parecer del comandante, contrariaban opiniones de la Junta de Oficiales. El Art. 99 había establecido que en cada Apostadero hubiera una Junta compuesta, a más del comandante, de los tres oficiales de guerra más antiguos y del oficial real encargado de las cuentas de la marina, "como está establecido en Cartagena, Buenos Aires y Lima, debiendo residir los de estos dos últimos dominios en los puertos de Montevideo y El Callao". Aunque hubiera un solo bajel en el Apostadero, la formación de junta era obligatorio. La integrarían el Capitán con los dos oficiales más antiguos y el Contador (Art. 100). Es de toda lógica que ningún virrey hubiera procedido contrariando la opinión avezados en guerra y cosas políticas.
de
marinos
La defensa del Rio de la Plata fue estudiada por las Juntas de Guerra reunidas en Montevideo el 6 de setiembre de 1794, 7 de diciembre de 179 6 y 17 de julio de 17 97 (MONFERINI, La Historia Militar durante los siglos XVII y XVIII, pág. 260). La eliminación más absoluta de cualquier vestigio de subordinación de Buenos Aires desapareció con la destitución de Cisneros. Esa independencia marítima se afianzó con el traslado de la sede virreinal a Montevideo en 1811 (consubstanciación de poderes). Fue la dirección marina la que condujo la guerra de Montevideo contra Buenos Aires hasta la Capitulación de Vigodet. La marina española en Montevideo la que dirigió la acción diplomática de 1810 a 1814, en el Atlántico Sur. El por qué de la libertad de acción política La óptica porteña ha condenado como acto de censura inconsulta la retención por Montevideo, de noticias provenientes de Europa, en el momento más comprometido de la soberanía española. Otro error. La autoridad naval de Montevideo estaba facultada para proceder así. Lo preceptuaba el Art. 81, título III, tratado 2º: debían ser leídas ante la oficialidad las "gacetas extranjeras que se remiten de mi cuenta a los departamentos (navales) haciéndolas circular por las Brigadas para la instrucción que facilitan muchas de sus noticias". Como se dijera, la oficialidad española estaba al día en política hispana internacional y podía desenvolverse sin contrariar posiciones y causar conflictos innecesarios. Las contingencias de tales resoluciones estaban ligadas a la mala fe con que se manejaran las naciones ofendidas por actos de auto-defensa de la soberanía española (V. gr. La Guerra de la Oreja de Jenkins y la reocupación de las Malvinas de los ingleses en 1770). El Art. 87 facultaba a todo oficial hacer sus reflexiones sobre materias no comprendidas en la logística naval, pero ante su jefe. El Art. 83 alentaba las reflexiones útiles al servicio. Era clarísima la facultad de análisis y autocrítica que eliminaba la automatización de los mandos. El Art. 121 tit. V tratado, 2º decía: "En tiempo de guerra podían incomunicar embarcaciones portadoras de noticias que pudieran perturbar el orden, acordando lo conveniente con la autoridad militar de la plaza". 35 Leslie Crawford
El siguiente no exceptuaba los correos marítimos reales con nuevas de importancia (caso del bergantín Filipino). El capitán del barco correo pasaba a bordo de la nave insignia para considerar la incomunicación. Por otra parte no incurría en algo nuevo. La Real Orden del 7 de diciembre de 1770, aún antes de la institución del Apostadero, dispuso que el arribo y expedición de la correspondencia se hiciera por los únicos puertos entonces habilitados para la entrada y salida de los correos; Montevideo, en el Río de la Plata. La Coruña, en España. Montevideo conservaba su situación de privilegio postal y no la habría de variar la creación del Virreinato. La retención de informaciones, su análisis en junta de oficiales y su "procesamiento" respondió a rutina naval y no a una posición arbitraria. También respondió al derecho y obligación de interpretaciones y decisiones políticas, pecado que habría de inficionar más tarde las fuerzas armadas españolas a partir del movimiento de Riego (1820), pero que ya había dominado totalmente en las milicias nacionales americanas, en camino de convertirse en ejércitos profesionales (Militarismo del XIX de trasfondo popular). Otros efectos de esa autonomía sobre reacciones populares. Álvaro Teixeira Soares afirma que Montevideo fue "una especie de ciudad libre hanseática. Independiente de tutelas, pudiendo dedicarse enteramente al florecimiento de su comercio". (La significación internacional del Río de la Plata en los siglos XVIII y XIX). Para Martínez Montero los episodios de 1808 - 1810 tal vez tengan el germen de la nacionalidad Uruguaya (8). En nuestra manera de ver el nacionalismo surgido en torno de la explotaciónexportación ganadera, halló en la autonomía de acción del Apostadero los elementos combinables para las representaciones económico-políticas que marcaron la disyunción de Buenos Aires y determinaron el lanzamiento de Montevideo y los Pueblos de la Banda Oriental hacia las realizaciones autonómicas. El ejercicio de decisión sin trabaduras, el "entrenamiento" en la réplica inmediata a las incitaciones que la distinguió de la reacción tórpida de Buenos Aires ante las maniobras previas de los invasores ingleses, el peso naval y militar en los actos de soberanía marítima y terrestre, dieron a Montevideo y su zona mediterránea de influencia, el ethos y el pathos de la autonomía que habría de llegar a las manifestaciones más empinadas con el Artiguismo que, aunque terrestre en su reflejo popular, no ignoró que la Provincia de la Cuenca del Plata tenía por diestra el tenante marítimo (flotillas fluviales provinciales, concesión de patentes de corso, apertura de los puertos del Río de la Plata y del Uruguay) y por tenante izquierdo al comercio internacional regido por leyes locales (hispanas).
NOTAS DEL CAPITULO III. (1) Estas naves en convoy fueron sorprendidas por los ingleses en Cabo San Vicente (SO de Portugal), el 14 de febrero de 1797. Otros auxilios prestados por Montevideo y la Banda Oriental en 1809 CP. BAUZA, Francisco. Historia de la dominación española en el Uruguay, T. III Doc. de prueba 15. (2) Vindicación de Salazar ante el libelo de Cavia publicado en la Gazeta de Buenos Aires el 5 de julio de 1810. BAUZA, Op. Clt. T. III Doc. de prueba 1. El panfleto fue quemado por el verdugo según disposición del Cabildo de Montevideo. (3) IBID, T. II, p. 614. "Alimento saludable y sustancioso a los defensores de la patria", declaró reconocida la Junta Central de España e Indias, el 29 de julio de 1809. (4) En tiempos de Carlos I la bandera de la infantería era blanca con el águila negra austríaca en el centro, y en el reinado de Felipe II amarilla con la cruz de Borgoña encarnada al centro. En 16 68 roja con el aspa de San Andrés blanca (5) Sin embargo, en la expedición reconquistadora de Buenos Aires la marinería de desembarco de Montevideo, al mando del C/F Gutiérrez de la Concha, se habría distinguido de las otras fuerzas por el pabellón tricolor: azul, blanco y encarnado. NUÑEZ, Ignacio. Noticias Históricas, T. I. pág. 90. (6) No siempre los virreyes aceptaron esa independencia de los jefes navales. Por ese rodeo Liniers interfirió los actos de Ruiz Huidobro, quien se apresuró denunciar al gobierno central, recibiendo más tarde toda la razón. "Ni en el ramo de la navegación, ni en matrículas de buques mercantes, ni en el respectivo de guardacostas, se me ha dejado libre ejercicio de mi jurisdicción por el Virreynato de Buenos Aires desde que me posesioné del mando de este Apostadero". MARTÍNEZ MONTERO, H. El Apostadero, etc. Anexo 4. El tono de la queja revela la ilegalidad de la interferencia. Elío tuvo conflicto con Salazar por impartir órdenes a capitanes de barcos, ignorando al Jefe del Apostadero.
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CAPITULO IV EL DISPOSITIVO OFENSIVODEFENSIVO "El dispositivo ofensivo-defensivo de este Apostadero poseía apoyo de tierra mediante fortalezas y ciudades amuralladas, tal los casos de Santa Teresa, San Miguel, Isla de Lobos, Gorriti y Flores, puertos de Maldonado y Montevideo, asiento en el Real de San Carlos, Colonia del Sacramento, Isla Martín García, Puerto de Buenos Aires, Puerto Deseado y Puerto Egmont en las Islas Malvinas y fortificaciones en los Estrechos Fueguinos, cual el malogrado Puerto Hambre. Este dispositivo probó su eficacia a la época de las invasiones inglesas de 1806 y se mantuvo hasta 1814, fecha en la cual el Mariscal Vigodet hizo entrega de la ciudad de Montevideo" — Julio C. Musso ANTÁRTIDA URUGUAYA. "Faluchos y barcos con asiento en Maldonado que recorrían las costas hasta Rio de Janeiro, con diversos pretextos" (MONFERINI, op. cit., pág. 261). Santa Teresa, una de las más principales fortalezas de América del Sur. (ARREDONDO, op. cit., pág. 3 23). Esa logística ofensiva-defensiva, enraizada en las experiencias bélicas, fue provocada. Es decir, resultó de las incitaciones de potencias que pugnaban perforar el Atlántico Sur más allá del paralelo 35, con títulos válidos expedidos en Tratados o por la insistencia de la teoría geográfica lusitana de empujar la línea divisoria entre España y Portugal en América hasta la Colonia del Sacramento. Verdad es que si entre los años 1775/76 las expediciones portuguesas a la costa atlántica no arribaron a resultados positivos, refijando la frontera en el linde de cesión de 1750 se debió en gran parte a la falta de asistencia militar inglesa, comprometida en la Guerra de Independencia de las Trece Colonias. El Tratado de San Idelfonso de 1777, que restituía parte de los límites verdaderos de la región hispana del Plata, denotó un aflojamiento de posiciones lusitanas y también, porque no, hispanas hasta entonces irreductibles. Pombal justificó la nueva actitud portuguesa en la distancia que separaba el Plata de los puertos meridionales del Brasil, y en la potencia militar alcanzada por las posesiones españolas de la Banda Oriental. También es cierto que el debilitamiento de la ayuda inglesa no fue la única causa del retroceso lusitano. En el año de 1777 Montevideo había alcanzado jerarquía como Apostadero y Aduana (creada la última por cédula del 12 de octubre) y la marina española alcanzado su potencial que la ponía a tono con la inglesa, y quizás superior momentáneamente. El estado de indefensión en que se hallaban las plazas fuertes americanas, según denunciaran los autores de Noticias Secretas de América, había provocado la reacción de los directores de guerra hispanas, adecuando el sistema defensivo de costas oceánicas a las últimas exigencias de las guerras marítimas. No obstante deficiencias y críticas formuladas por entendidos en fortificaciones, Montevideo, El Callao, Acapulco, etc., fueron los últimos bastidores españoles en la América del Sur en el siglo XIX. La visión hernandariana reservada para ocasión oportuna, la que creyó conveniente el Virrey del Perú para imponer a Buenos Aires la creación de fortaleza-poblado en la Bahía de Montevideo, alcanzaba otra dimensión. No sólo era punto defensivo, sino también agresivo de pedírsele repuestas. V. gr., la conversión en fortalezas hispanas de las construcciones iniciadas por los portugueses en San Miguel, Santa Teresa y también Santa Tecla y las tres reocupaciones de las Islas Malvinas. La historiografía rioplatense ha omitido ligar el destino de la ciudad de Zabala a los procesos militares y navales europeos. Se limitó considerarla una fundación. Sin embargo, repetimos, fue una consecuencia, un efecto del cambio radical de la mentalidad política hispana que tiró por la borda el entusiasmo evangelizador de la Casa de Austria. Cambio que, si tuvo sus interludios (Tratado de Madrid de 1750 y Guerra contra la Provincia Uruguaya del Tape 1754-57), varió sustancial-mente la representación de soberanía en costas y aguas oceánicas. Aquellas Indias limitadas en los siglos XVI y XVII a defenderse con medios precarios de los golpes piratescos, empeñolándose en la mediterraneidad, se trocaron en la América respondona, que defendía con tesón la encomendadura civilizadora. Proyectado oficialmente en 1717 (1) Montevideo es coetáneo: 1) de la reforma de la marina de guerra española; 2) de la creación de los Cuerpos de Guardiamarinas, de Ingenieros de la Armada y de Infantería de Marina, y 3) de la fundación del Observatorio de Astronomía de la Marina, que 37 Leslie Crawford
tanto influyó en el perfeccionamiento de la navegación ultramarina y de la estrategia naval, sustituyendo los marinos portulanos y de cartas planas por los navegantes de cartas esféricas. En el campo continental sudamericano aparece otro paralelismo en torno de Montevideo. El año de 1724 es clave para la definición de la "doctrina geográfica" lusitana. En tanto las primeras baterías terrestres de la península proclamaban que el Río de la Plata y sus costas pertenecían a la soberanía hispana, se "creaban los ejércitos de mojos y mosquitos para formar la línea defensiva india, con apoyo en las Misiones de la Provincia Uruguaya del Tape, para cerrar el camino a Potosí. Hay simultaneidad de rotura de esa línea, al caer en 1737, las dos Vacarías, la de Matto Grosso y la de Río Grande. Trácese la vertical desde ese campo misionero y la línea llegará a Montevideo luego de pasar por el centro de resistencia militar de las Misiones Orientales. También es coetáneo de la implantación del sistema de corso, que en 1718 era casi la única fuerza naval española (2) después de los desastres de la Guerra de Sucesión y la paralización de las construcciones navales. Igualmente de la atlantización de la Casa de Contratación que, en 1717, dejara su ubicación fluvial (Guadalquivir) para trasladarse de Sevilla a Cádiz. Con ella el Consulado y otros Departamentos relacionados con las Indias Occidentales. Por ser los Reinos peninsulares y americanos "pares entre sí", correspondía a cada parte la carga de responsabilidad. Primero comenzó en el Atlántico Sur por decisión del Perú pacifícense, que envió dineros de la ceca potosina hasta tanto Montevideo pudiera sostenerse por si misma. Los beneficios del comercio de cueros (Tratado de Utrecht y Asiento de las Vacas) hicieron de Montevideo zona autosuficiente. Un tercio de la corambre vendido a la South Sea Company se invertía en el mejoramiento de defensas y pago de la tropa regular de guarnición. El desarrollo del comercio, con sus manifestaciones de incuestionable nacionalismo económico y la combinación de plaza fuerte con puerto de salida de la producción de la Cuenca del Plata y del interior argentino (la variadísima industria revelada por Levene en Investigaciones acerca de la Historia Económica del Virreinato del Plata y hábilmente manejada por José María Rosa (h) en Defensa y pérdida de nuestra independencia económica para demostrar la caída vertical de aquella potencia económica al solo canto de sirena del liberalismo inglés), hicieron de Montevideo la única puerta de entrada y salida. Condición derivada de su posición geo-oceánica. Importancia reconocida por las autoridades con asiento en Buenos Aires (ya no era dependencia perulera) que sin celos ni egoísmos sino atendiendo realidades irrebatibles, orientaron la corriente comercial hacia y desde Montevideo. (3) Un efecto, también, aunque de tardanza secular, del establecimiento de la Aduana Seca de Córdoba (1622), que impuso la disyunción económica argentino-peruana. En capítulo siguiente se analizará el fenómeno económico que elevó a Montevideo a condición de puerto más importante del Océano Atlántico al Sur de la línea ecuatorial, palideciendo en el este la visión afrohenriqueña. La concentración demográfica calificada de la Cuenca del Santa Lucía con colonizadores europeos (resultado feliz del fracasado Operativo Patagonia apodado por Apolant, ensayado con imprevisión Olavideña) dio potencial humano en retaguardia de Montevideo, unido a la inauguración de la civilización agrícola complementaria de la ganadera de la Banda Oriental y territorio misionero. Ambas se desarrollaron oportunamente coincidiendo la ganadería con el nacimiento de la Revolución Industrial, y la agricultura con el gran desenvolvimiento maquinista, que dieron a las poblaciones europeas alto poder adquisitivo. Montevideo nunca brilló más que entre 1776 y 1806, dejando a Buenos Aires en condición de puerto seco de maniobra - cabotaje estricto. (4) El flan de barro que forma el arrastre de las aguas del Paraná intensificado por la deforestación (erosión) de las áreas de alimentación de ese río, ya había dictado su sentencia que se opila, desde el esfuerzo de Madero, con los recursos mecánicos de un dragado a la desesperada y costosísimo. Buenos Aires se trocaba en puerto de balizas mientras Montevideo se revelaba como puerto de faro, anunciado en 1802, y de muelle. Con protesta de Aguirre en 1783 Buenos Aires no tuvo muelles en el XVIII, pese al ensayo de Ceballos en 1777. La previsión española cuidó de Montevideo, haciéndole el más popular en Europa y Norteamérica. Punto de reabastecimiento favoreció la navegación por el Cabo de Hornos, con ahorro de fletes. Las naves que cobraban por cargamento el 70% de anticipo y los aseguradores el 20%, bajaron 38
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sus exigencias al 35% y 15% respectivamente, cuando Montevideo comenzó a prestar total seguridad a la navegación abierta en 1740. Una tragedia de 1785 revela la importancia de Montevideo para la seguridad de la navegación marítima. La Limeña zarpó de Cádiz en marzo de 1784 en viaje a El Callao y al cruzar el Cabo de Hornos sufrió graves daños en su arboladura. En lugar de refugiarse en la costa patagónica o en las Malvinas cercanas, tanto el mando como la tripulación y el pasaje se obsesionaron por retornar a Montevideo. Lo lograron después de peripecias y muerte de numerosas personas víctimas del escorbuto. En junio de 1785 reemprendía viaje a Lima después de armar su arboladura y jarcias en el Apostadero, al costo de 85.000 pesos. Otro caso de retorno directo desde el Cabo de Hornos había ocurrido en 1781 a la fragata de guerra Santa Balbina, en viaje de Cádiz a El Callao. Un mejor conocimiento de la navegación por el Atlántico Sus y el posterior establecimiento de hospital y astilleros en las Malvinas, desde luego rudimentarios, hicieron de estas islas punto de refugio y reabastecimiento indispensable. En la medida que se hacían progresos náuticos, científicos, comerciales y militares, Montevideo acompasaba su adelanto representándose una realidad. La bahía comenzó por llenarse de naves del tráfico entre puertos españoles y los de América del Sur incluidos los del Pacífico (apertura en 1740 de la navegación directa por la ruta del Cabo de Hornos y concesión de libre comercio de puertos del Pacífico en 1788), rutas que se hacían seguras, además con la solución del problema de las longitudes que fue "durante tres siglos el escollo de la navegación de altura". (5) El ardor de la cacería de focas y ballenas fue empinándolo todavía más, aunque compartiendo con Maldonado los beneficios de la actividad. Llega a su clímax naval-militar-económico-político con la reinauguración del canal de Magallanes para las comunicaciones interoceánicas (6) activando la formación de marinas mercantes americanas para el transporte de productos que no caían bajo el monopolio de las compañías estatutarias. Tadeo Haenke en Descripción del Reino del Perú escribió sobre el tráfico marítimo intenso de los puertos americanos del sur conectados por rutas interoceánicas. En 179 0 Xavier de Viana halló en El Callao 6 embarcaciones del comercio de Cádiz y 17 del país. Constituían su número mayor barcos de gran porte. (Diario de Viaje, T.I. pág. 200. Por raro signo el Río de la Plata creció en importancia al reactivarse la producción de plata y cobre del Perú y Chile (segunda mitad del siglo XVIII). La región sin minas de plata se transformó en "exportadora" de moneda acuñada en las cecas transandinas a impulsos de un tráfico comercial entre el Continente americano y africano facilitado por la corriente de Benguela (corriente de enlace) y los vientos alisios del sudeste (VALLAUX, Op. cit. pp. 258/66) ('). Es de lamentar que la ocupación de Fernando Poo por una flota española salida de Montevideo maculara al empresario montevideano. Sustituto de los traficantes negreros ingleses, franceses y holandeses, estableció un "nacionalismo" de explotación de la mano de obra esclava. (8) La incorporación de Fernando Poo y Annobón incluyó ese sector africano en el área económica política del Río de la Plata. Tal la disposición real al encomendar a una empresa preparada en Montevideo y puesta al mando del Brigadier Conde de Argelejo: "Y le manda que aplique las leyes de Indias en lo referente a la administración de justicia en lo criminal, civil y político, y que el valor de las monedas de oro y plata sea el mismo que tiene la ciudad y provincia de Buenos Aires". (9) Tal concesión lusitana en África se hizo en el momento que la flota inglesa estaba comprometida en guerra con sus colonias americanas. El Atlántico Sur encoge su área. No era lo mismo controlar el Atlántico Sur desde el Departamento Naval de Cádiz, que desde un punto estratégico del hemisferio austral. Mucho menos en un periodo en que la marina inglesa era la primera en número de naves y se sentía cómoda en el nec plus ultra fijado en el artículo VIII del Tratado de Utrecht. Los principismos, fuertes en unas naciones y débiles en otras, iban dejando paso a las prioridades económicas y con éstas no se caía en remilgos. Hacía treinta años que Inglaterra llamara al orden a Rusia por invadir las aguas australes hispanas, cuando Lord North declaraba en la Cámara de los Comunes (13 de febrero de 1771) que su país necesitaba un lugar en el Atlántico Sur para aprovisionamiento de sus naves y seguridad de su comercio. La afirmación tajante anunció la determinación de quedarse en ese sitio ocupado un año antes. Pero en 1753 el Parlamento inglés había aprobado un mapa en el que aparecían las Malvinas, la Patagonia y Tierra del Fuego como adscritas a la soberanía de SMB.
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Surgió así la "Cuestión del Pacífico", retenida por espacio de tres siglos en razón de que hasta entonces "el poder marítimo, capaz de decidir en las políticas oceánicas, no existía fuera del Atlántico. (KOSSOK, Manfred. El virreinato del Río de la Plata, p. 52 y PANIKKAR, K.M., Asia y la Dominación Occidental, pág. XIV). El Atlántico Sur empezó a ser área disputada. Apenas alterado por las incursiones clandestinas holandesas en el siglo XVII, dejaba lugar a una navegación intensa de descubrimiento, comercio y explotación de riquezas marinas. Hoy otra vez despoblado por la apertura del Canal de Panamá y de la desaparición de los veleros. "Sólo queda el lánguido cabotaje de su punta meridional de América del Sur". (VALLAUX, Op. cit., pp. 127 y 561). En 1935 navegaban por el mundo únicamente diez grandes veleros. La institución del Apostadero Naval de Montevideo acortó esa área. Se achicó más con los establecimientos patagónicos. La ubicación estratégica de Malvinas impidió que se hicieran efectivos desembarcos ingleses en las costas patagónicas, so pretexto de actividades de pesca y caza de focas y ballenas. Las batallas navales se librarían en el Río de la Plata y siempre con resultado adverso para las Potencias agresoras de las naciones americanas. La Home Fleet había recibido serias advertencias en todos los mares y el Almirantazgo se cuidaba no reincidir en errores tácticos, sobre todo en puntos tan remotos. Hay que pensar que la única batalla en el Atlántico Sur Occidental se libraría entre las flotas británica y alemana en las proximidades de las Malvinas, el 8 de diciembre de 1914. La cercanía de un centro de abastecimiento determinó que la Armada española apostada en Montevideo representara garantía de integridad de costas y mares australes. Y también un antemural del Perú. La ciudad-puerto impuso su presencia con fama de inexpugnable y no extraña que las invasiones inglesas imaginadas en 1790 por Pitt el Joven y proyectadas en 1803, se postergaran hasta 1806. Inglaterra se hizo dueña de los mares después de Trafalgar (1805). La marina española pasaba por el momento más crítico de su historia, peor aún que en el día que los elementos y las naves inglesas en el Canal de la Mancha destruyeron la Invencible de Felipe II. Los informantes de las cosas americanas (los espías de la City) decían darse las condiciones favorables para el cambio de soberanía, sin pasar por el gran chasco sufrido en Venezuela con la expedición de Francisco de Miranda. La estructura montevideana en el período de gloria. Asistida por el contrafuerte de Maldonado, puerto ideal para las naves ultramarinas (no se debe olvidar ni empequeñecer la función de ese puerto altamente fortificado y tan apetecido por Inglaterra (10) en el decurso del siglo XIX y comienzos del XX). Desde 1778 Montevideo representaba una "estructura" que reunía las tres condiciones que Pablo de Rousiers establece como sine qua non para los grandes centros de comercio marítimo: a) función regional de abastecimiento, b) función comercial o de redistribución y c) función industrial. (VALLAUX, Op. cit. p.560) Efectivamente, tenía arsenales y almacenes de aprovisionamiento de las naves de guerra; su bahía ofrecía amparo a las naves comerciales y los accesos para la navegación y las instalaciones portuenses de la época eran las apropiadas para la carga y descarga de mercancías. "Convencido al fin de que Montevideo era la llave de la navegación del Plata (la Corte de Madrid) dispuso la creación de un faro en la Isla de Flores y en ese concepto envió un ingeniero de la Coruña" (BAUZA, tomo II, pp. 331/32). Este acto oficial levantó protestas en Buenos Aires. Aunque desestimadas se resolvió, por razones económicas, instalar la luz en el cerro de Montevideo. También contó con el primer muelle comercial del Río de la Plata construido por particulares a instancias de Bustamante y Guerra, fácilmente reconocible en el plano de Montevideo de la Expedición Malaspina (1794), que tuvo un precursor en el precario instalado por la sociedad de Alzaibar, por la altura de la calle Misiones. Grandes flotas fueron abastecidas sin pedir mayor complementación de Buenos Aires. En Montevideo se descargaba en tránsito para el Virreinato del Río de la Plata (incluida la Capitanía General de Chile) y se recibía en tránsito la producción de la Cuenca del Plata para su reembarco a puertos españoles. La sólida economía ganadera de la región montevideana, de la Banda Oriental y también de las Misiones Orientales, que aún destellaban, reforzaban la textura de gran puerto. El sentido logístico, que no pudo opugnar la óptica bonaerense por más que lo intentara, impuso Montevideo sobre Buenos Aires, y está determinado por estos otros testimonios: los cálculos para 40
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la navegación de altura se hacían desde el puerto y en la ciudad existía el hospital de marina más importante del Atlántico Sur. Si bien las murallas de la ciudad no tenían la perfección deseada y la ubicación de los cañones no facilitaba el fuego, Montevideo con su testera roquera y las naves que defendían las costas, adquiría fuerza ofensiva. Señoreó en el Atlántico Sur como puerto único de guerra y de comercio. Escogido para esto por la visión mercantil de los Borbones y la ligazón de los asuntos americanos con la política europea (efectos del Pacto de Familia, entre otros). Claramente se vio con la elección de marinos como últimos virreyes y principalmente de gobernadores de Montevideo, unificadores de mando político-naval. Pedro de Abarca y Bolea, Conde de Aranda, equivocó sus temores sobre la integridad americana. Lector, quizás sin actualización, no obstante su Enciclopedismo, de Noticias Secretas de América propuso el abandono, por estorboso, del sector Atlántico hasta el Cabo de Hornos (carta de París del 18 de marzo de 1786), lo que motivó la respuesta terminante de Floridablanca: "Nuestras Indias están mejor ahora que nunca". (Carta desde El Pardo del 6 de abril de 1786). El hombre que dio su nombre a la última ciudad española fundada en la Cuenca del Santa Lucía, reconocía la inexpugnabilidad del Río de la Plata y la eficiencia del Apostadero de Montevideo. En efecto, en 17 88 se presentaba con todo su esplendor económico y militar, que mantuvo hasta 1805 (batalla de Trafalgar) no sin dejar de compartir con Buenos Aires la gloria de vencer a los invasores de 1806-1807. Coincide con esta apreciación de inexpugnabilidad el informe de la Misión Secreta de Joaquín Xavier Curado. En 1799 analizó el estado de las fuerzas navales y terrestres del Río de la Plata y su excelente preparación. Por mar se corría riesgo del fracaso de la empresa portuguesa que se estaba gestando contra las posiciones hispanas del Plata. (12) Los datos desviaron el esfuerzo bélico lusobrasileño sobre las Misiones Orientales (1800) entonces indefensas e incapaces de responder como en la gesta gloriosa de Mbororé (16 41). Por paradoja política pero bien lógico desde el punto de vista militar, la ocupación de Montevideo en 1816 permitió al portugués defender sus costas del Río Grande del Sur y bloquear las desembocaduras de los Ríos Paraná y Uruguay, actos consentidos por los políticos rivadavianos. Duele decirlo, pero el centralismo bonaerense con sus resistencias al establecimiento de un Consulado en Montevideo, su oposición a Artigas y la adhesión a una política contraria al nacionalismo económico, fue el ablandador de la coraza montevideana a la segunda invasión lusitana. No en vano el Consulado porteño dio la clase dirigente del unitarismo. Finalmente, no en vano se disputaban este Apostadero de Montevideo Inglaterra y Francia, provocando bloqueos y guerras contra Rosas y Oribe. La flota española en resurrección. Priva como idea generalizadora que España careció de fuerzas navales para defender en el mar la soberanía de Indias. Se toman por base dos hechos que forman punta: 1) la desaparición de la Armada al servicio de España, con la guerra de Sucesión (1702-1711) y el consiguiente aislamiento de América por años, 2) el desastre de Trafalgar que dejó inerme a España en el mar. Son los paréntesis de un período que superó esas situaciones deplorables. No se tiene en cuenta que en ese siglo Inglaterra experimentó caídas y derrotas que por lapsos, ciertamente no muy breves, la pusieron a la zaga de España y sus aliados. Lo cierto es que el mundo hispano del XVIII procuró acompasar sus fuerzas navales a la inglesa. Cuando se excedió en los planes constructores la ocasional influencia británica en la Corte de Madrid provocó la caída del Ministro Ensenada, imaginador de una nueva Invencible. Todo comenzó con el año de 1717 que transmitió otros ímpetus, esta vez mejor orientados desde la creación en 1714 de un Departamento Ministerial para la Marina e Indias, que si no quedó entonces bien configurado abrió caminos para la organización naval. La transacción de Utrecht forzó a España a dotar de defensas móviles sus áreas en el hemisferio austral, reconocidas por el ya mencionado artículo VIII de la Paz con Inglaterra. La actitud expectante de ésta, su "celo" porque otras naciones no violasen el espacio marítimo español más allá del paralelo 35, política de espera que mantuvo hasta pasado 1740, hicieron que España no se apurase por llevar su flota a las proporciones que exigían sus obligaciones defensivas y ofensivas. Las guerras con Inglaterra y los ataques de esta contra territorios indianos, la sacaron del dejarse estar para ponerse nerviosamente a la tarea casi olvidada. 41 Leslie Crawford
Ensenada decía en su Memoria de 1751 que frente a los 100 navíos y 188 embarcaciones menores que contaba Inglaterra, España sólo podía oponer 18 navíos y 15 embarcaciones menores. Propuso elevar la flota española a 60 navíos de línea y 75 fragatas y embarcaciones menores. En eso estaba cuando el proyecto sufrió las pruebas y trabas conocidas (oposición Inglesa y destitución del ministro). Pero poco a poco España fue desprendiéndose de aquellas inhibiciones anglófilas, y de la adinamia constructora pasó a la febril actividad de sus astilleros, concebidos con amplia visión en 1717. ASTILLEROS AMERICANOS: No quedaron detrás de los peninsulares en el número de naves botadas y potencial ofensivo. El más conocido fue el de La Habana, que dio el mayor número de barcos, entre ellos el más grande del mundo, el Santísima Trinidad, perdido en Trafalgar, con cuatro puentes y 140 cañones. También los hubo en Puerto Rico, Guayaquil, El Callao y Acapulco. Debemos incluir en el área americana, por depender del Virreinato de México, el de Cavite (Filipinas). En Lima llegó a funcionar en 1790 una Escuela Náutica, preparadora de marinos y grandes carpinteros de ribera y arquitectos navales americanos. TÉCNICA NAVAL AVANZADA: No solamente la cantidad sino calidad caracterizó las construcciones. España fue la primera en utilizar fragatas veloces, de fáciles maniobras y fuerza ofensiva excepcional para la época. Hubo una verdadera revolución en la arquitectura naval provocada por España, quizás de las primeras potencias en construir barcos de guerra en serie y de tonelaje desconocido en el siglo XVII. Ningún barco inglés logró superar El Salvador del Mundo, con 112 cañones y 2.398 toneladas, y mucho menos el "superdreagnougt" Santísima Trinidad. Esta técnica respondía a una rancia tradición naval. Castilla fue la primera en usar artillería en el mar (Combate de la Rochela en 1371), como también en utilizar barcos forrados de metal y usar bombas de metal para achicar las naves y emplear alambiques para desalar el agua en alta mar. Estos hechos, como la invención del primer barco impulsado por motor, La Trinidad, en 1543, cuyo inventor fue el español Garay, son recordados por Martín Fernández de Navarrete en el tomo I de su conocida obra sobre la navegación española. AÑOS DE SUPERIORIDAD NAVAL ESPAÑOLA: En 1761 España contó con 3 7 navíos de línea y 30 fragatas, en 17 70, 51 navíos, 22 fragatas y 29 buques menores; en 1774 con 64 navíos, 26 fragatas y 31 buques menores; en 1778 con 67 navios, 32 fragatas y 62 buques menores; en 1783 con 62 navíos, 40 fragatas, 14 paquebotes, 25 bergantines, 12 urcas, 13 balandras y gran cantidad de buques menores. En 1783, año de gloria montevideana, España tenia una flota superior a la Armada Invencible. POTENCIAL HUMANO: España no padeció problemas de tripulaciones que, aunque parezca absurdo, afectaron el esfuerzo inglés. La novela Peter Simple es reveladora de esas dificultades y de la brutalidad de las levas en ciudades portuenses inglesas. La oficialidad española peninsular como la española americana, fue preparada en las escuelas de guardiamarinas, y la tripulación se formaba de voluntarios de regiones marítimas. El voluntariado fue el contingente que mejor se prestó en la primera hora de la marina española (BENEYTO, pág. 480) y además se cumplían quintas y levas. Anualmente se efectuaban redadas en las ciudades principales, en cumplimiento de la Ordenanza de Vagos 1770-1775. Escogían los que tenían edad y aptitud para el servicio de las armas. La abundancia de marinería permitió rebajar el límite de edad para el servicio activo, de 60 a 40 años. Se debe tener presente que España, en el último tercio del siglo XVIII fue una de las naciones más pobladas de Europa, con once millones y medio de habitantes y que en América, tanto Cuba como México y el Perú, contaban con población de gran tradición marinera y descubridora, y que Montevideo, después de 1784 tuvo como reserva humana una colonización escogida. EL APOYO TERRESTRE: Las fuerzas navales españolas fueron asistidas por un ejército regular de cien mil hombres, sin contar con las leales milicias nacionales de América y Filipinas. A fines del XVIII la Armada Española representaba en conjunto más de 300 buques, 7.162 cañones y una tripulación de cien mil hombres en mar. ¡Qué absurdo creer, como se ha pretendido acuñar, que España en el período finisecular, era una nación postrada — la Gotosa de Feijoo— viviendo por la conmiseración ajena! En materia naval, frente a las Potencias del XVIII, no fue cero a la izquierda. Hasta en literatura naval de ese siglo, España formó escuela, seguida al pie de la letra por Inglaterra y luego por la Confederación Americana surgida de las Trece Colonias. Todos aprendieron a navegar en libros y cartas españolas. Basta mencionar un personaje, Martín 42
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Fernández de Navarrete, cuya Colección de los Viajes y Descubrimientos desde fines del siglo XV, fue juzgada por Humboldt "uno de los monumentos más importantes de los tiempos modernos". Esta marina española, distribuida en flotas, recibió respaldo hacendístico, es decir, acomodado a las posibilidades, tanto de recursos originarios de la península, como de América. En 1772 destinábase para las Capitanías Generales de El Ferrol, Cádiz y Cartagena 78:035,809 reales. Conocemos el aporte del Virreinato del Río de la Plata para la expedición del Conde de Argelejo. Sabemos, también que las tesorerías de los Apostaderos enviaron auxilios a la Península durante la Guerra contra Napoleón. Se cuidaban todos los aspectos para que no ocurrieran las inquietudes experimentadas en tierra con el retraso de pago a los tercios, penurias harto repetidas aún en el reinado de Felipe II. La alta preparación técnica de la oficialidad y las buenas relaciones humanas con la tripulación, hicieron imposible episodios que conmovieron a la opinión pública inglesa (caso Bounty, y el motín de la flota en 1797). Fue de evidencia que ese potencial marítimo resultó de planificaciones. Nada quedó librado en el XVIII a la improvisación. Lo dijo Carlos III en la Instrucción Reservada para la Junta de Estado: "Siendo como es, y debe ser España Potencia Marítima por su situación, por la de sus dominios ultramarinos y por los intereses generales de sus habitantes y comercio activo y pasivo, nada conviene tanto y en nada debe ponerse mayor cuidado que en adelantar y mejorar nuestra marina". Entonces asistió el mundo a la primera gran carrera naval armamentista, que sólo ha tenido su réplica en el siglo actual, forzando ensayos de desarme tan hipotéticos, que el año de 1939 presentó a los beligerantes preparados para la más destructora guerra naval de todos los tiempos. Es de rigor señalar, que ese período de grandeza enlaza con el momento que España deja de tener primeros ministros extranjeros (Esquiladle, Grimaldi, etc.), y pone españoles al frente (1766) de la dirección política, diplomática y militar; y coincide por algunos años, con la eficiencia que pudo proporcionar la unificación de la Secretaría de Indias en la Marina, con poderes semejantes a la que luego se llamó de Ultramar. (BENEYTO, op. cit. „ pág. 461). Liniers destacaba en 179 0 (plan de defensa del Río de la Plata) que España había llegado al punto deseable en potencia marinera, pero que era preciso completarla en el Atlántico Sur: "es axioma conocido, que siendo dueños del mar, lo somos de la tierra". Montevideo fue hija de un plan político (1717-1724) y del esfuerzo de la España bélica (17661778). En nada emparentada con la obra de la España Misional. El apostadero y su potencial. Con relación a la flota, su distribución y extensión de los mares, las naves de estación en Montevideo fueron las necesarias para ejercer el dominio de las aguas del Río de la Plata y Mar Epicontinental y realizar el avituallamiento de los puertos militares de Malvinas, y Patagonia. Comencemos con esta presentación que evalúa, por método inductivo, la importancia naval de Montevideo desde la institución del Apostadero, a estación inglesa del Río de la Plata, sucesora de la española, contaba en 1819 con la fragata Oreóle de 40 cañones, la corbeta Tain y un aviso goleta. Sólo tres naves al mando del comodoro Bowles. Aunque esta flotilla tenía su punto de apoyo en Rio de Janeiro, su cometido se extendía hasta las costas de Chile, dependientes del mando de Bowles. (13) Se subraya esta prolongación de funciones en el Pacífico porque coincide con las que indicamos como ejercicio de soberanía configurativa de Montevideo. Si con tan pocas naves Gran Bretaña regía el Atlántico Sur y el Estrecho de Drake (ruta del Cabo de Hornos), es aceptable que los navíos del Apostadero de Montevideo alcanzaran para el cometido asignado. Fueron aumentando de acuerdo con las necesidades bélicas. No tomamos por base de juicio las concentraciones excepcionales de naves para las reocupaciones de Malvinas, reconquista del Río Grande del Sur y expedición a las islas africanas. En 1787 decía Pérez Castellano: "Hay habitualmente en este puerto una armadilla compuesta de una fragata grande de guerra y de dos corbetas que son como fragatas pequeñas. Estas dos últimas se alternan todos los años en ir a las Malvinas con guarnición, víveres y dinero para las pagas. El comandante de la que se va y se mantiene allí un año es de algún tiempo el gobernador (de la Isla)". (14) A estas naves se sumaban las embarcaciones mercantes, a las que en caso de guerra se armaba con cañones del Arsenal del Apostadero. 43 Leslie Crawford
Surge la pregunta: ¿cómo con tales fuerzas Montevideo cayó por empuje inglés desde tierra? Se tendrá en cuenta que primero se cometió un grave error de no cumplir la orden de Sobremonte que las fuerzas navales retornaran al Apostadero después de la reconquista de Buenos Aires. Por presión del Cabildo de Buenos Aires quedaron en las balizas del puerto asistiendo impotentes a los desembarcos ingleses en Ensenada y Conchillas, por no poder maniobrar en esas aguas pocos profundas. Ese error sirvió de experiencia para hechos posteriores, pero ha valido para demostrar que el Río de la Plata no se defendía embotellando barcos en Buenos Aires sino concentrándolos en Montevideo y su área inmediata. Las pocas naves (cañoneras) que quedaron en Montevideo, resistieron la flota inglesa de cien barcos, optando los marinos de Montevideo, después de hundir dos barcos enemigos, incendiarlas junto con la goleta La Atrevida. La histórica frase sobre honor sin barcos se pergeñó en sus primeras palabras en nuestra bahía. Las aventuras corsarias del artiguismo, seguidas de similares porteñas después de 1811, mostraron que el Río de la Plata debe tener sus avanzadillas en la verdadera costa Atlántica. Esta visión había sido la que determinara la creación del Apostadero después que los marinos de la flota más poderosa enviada por España fuera de Europa, comprendieran la ubicación ideal y la función de Montevideo para señorear aguas fluviales, del estuario y oceánicas. En 179 8 las naves ascendían a once, siete bergantines del rey y cuatro de plaza: Fragata Magdalena, bergantín N. S. del Belén, IV. S. del Carmen y San Antonio, San Julián el Gálvez y corbetas Descubierta y Atrevida. Las cuatro de plaza eran: fragata Santa Leocadia, Santa Clara y Astrea y Corbeta Santa Escolástica. En 1805 la flotilla se componía de una fragata, dos corbetas, un bergantín y una goleta, con 104 cañones. Además, el falucho Paraná y 25 cañoneras y obuseras, cuya construcción dispusiera Bustamante y Guerra en 1789. Estas embarcaciones se llamaban: Aragonesa, Asturiana, Atrevida, Canaria, Castellana, Catalana, Extremeña, Granadilla, Invencible, Reina Luisa, Murciana, Montañesa, Navarra, Paraguaya, Paraná, Por-teña, Valenciana y Valerosa. Son los 18 nombres de las 2 5 que proporcionara Martínez Montero. Una flotilla de 4 de esas cañoneras asistía a Montevideo desde Mal-donado. El último destello de poderío naval montevideano se presentó de 1808 a 1810. La alianza angloespañola contra Napoleón permitió a España concentrar una gran flota para bloquear el Río de la Plata luego de los sucesos de mayo en Buenos Aires. Felipe Bosch presenta un cuadro completo que sirve para imaginar las concentraciones en períodos expedicionarios: 23 naves, con 237 cañones y más de 2.000 tripulantes. (15) El ocaso de ese poderío naval se consumó en 1814 con la Capitulación de Vigodet, procedido por la nueva adinamia marítima experimentada por España durante la guerra de Independencia. NOTAS DEL CAPITULO IV (1) En 1609 Hernandarias proponía levantar poblado en Montevideo; en 16 26 el gobernador de Buenos Aires resucitaba la iniciativa que volvió a morir con la lápida puesta por el Consejo de Indias: "Sobre lo del puerto de Montevideo no se le responda"; en 1717 Felipe V urgía a Zabala fortificar y poblar Montevideo y Maldonado. En 1719 recibió los planos españoles de la costa y ensenadas montevideanas. Esto y la decisión de considerarlo punto ideal para atraques de galeones indica una premeditación española. RH Nº 36, págs. 978, 982, 984, 986, 989, 1001, 1005, 1007 y 1009. (2) ATAMIRA, Rafael. Historia de España, T. IV l>. 18. Por la importancia enorme que el corso ha tenido en la función montevideana consideramos imprescindible aportar otros detalles sobre su evolución. Su aparición fue acompañada de la extinción de la piratería y del filibusterismo. Dura siglo y medio largo. Se le extingue teóricamente por la Declaración de París del 16 de abril de 1856, aunque muchas naciones, entre ellas España, siguieron dando patentes para actuar en guerra hasta principios del siglo XX. No es del caso tratar aquí la guerra corsaria de 1914‐1918 y de 1939‐1943. La piratería antillana desapareció prácticamente aplastada por la escuadra combinada anglo‐española que la atacó en Cartagena en 169 7. El corso, instituido por España, se define así: "Campaña que hacen por la mar los buques mercantes con patente de gobierno para perseguir a los piratas o a las embarcaciones enemigas" (Real Academia). Se le reglamentó por las Ordenanzas de la Real Armada de 1748, 1751 y 1801. La tripulación de los buques corsarios gozaba del fuero de la marina. (3) Un bando virreinal del 7 de marzo de 1792 revela que los cueros almacenados en el puerto de Barracas eran traídos a Montevideo y de aquí a España. Otro del 19 de mayo de 1795 indicaba que la producción cuereña misionera y entrerriana también era reembarcada por Montevideo. (4) Montevideo "venía a ser el centro de contratación para la navegación de Ultramar; Buenos Aires éralo de la circulación por los ríos". SÁNCHEZ NUÑEZ, Manuel, op. cit. (5) VALLAUX, Op. Cit. p. 9. Añádase la invención de cronómetros marinos (John Harrison en 1736) que, unidos al sextante permitieron fijar la situación del buque con la precisión necesaria para la buena navegación. Consideramos
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a Newton uno de los precursores del perfeccionamiento de la ciencia náutica. La oceanografía se convirtió en ese siglo en una disciplina avanzada, como también la cartografía náutica. Episodios aparentemente paradojales de la expedición científica de Malaspina en 1789, consistían: a) elección de Montevideo para mediciones astronómicas; b) el viaje por tierra a Buenos Aires, con traslado en barcos de cabotaje desde Colonia, del segundo comandante de la Atrevida, por impedir los vientos contrarios el viaje por agua desde Montevideo. (6) Hasta entonces los puertos del Pacífico (Callao y Acapulco) habían sustituido la ruta Magallanes como punto de entrada en ese océano para empresas de descubrimiento y colonización insulares. El Callao para la frustrada colonización de las Islas Salomón y Acapulco para el gobierno y comercio del archipiélago filipino. En el siglo XVII Inglaterra se había desentendido oficialmente de toda empresa seria en el Atlántico Sur y Pacífico Sur, obsesionada por hallar un camino de E a O en el Ártico (Martín Frosbisher) vanamente buscado de O a E por la Compañía Moscovita. La paz de Utrecht vedó a Inglaterra navegar el Pacífico. Influían, también, las cuestiones religiosas que obligaban considerar la América del Norte como depósito de disidentes que, por su excesivo número, pudieran afectar el dominio de la religión oficial (anglicana). Atraíanle, asimismo, los humos del tabaco virginiano y el sabor de la melaza de la reglón antillana. Distraían su atención por los mares australes las ventajas que iba obteniendo en Asia. CF. MORRISON y COMMAGER. Historia de los Estados Unidos de Norteamérica, T. I p. 68‐69. Reminiscencia de la vieja afección inglesa por las rutas árticas O a E es el convenio de pesquerías anglosoviético de 1930, modificado en 1956 y en vigor en 1957. Por él se permite a los barcos matriculados en Gran Bretaña pescar en el Mar de Barentz a lo largo de la península de Kola. La rivalidad marítima con Holanda y Dinamarca fijó aún más el interés inglés por el Atlántico Norte. La nación bátava fue Infeliz en sus pretensiones sobre la parte continental del Nuevo Mundo. Era el castigo por la osadía de disputar supremacías en el Mar Inglés y establecer una enclavadura en territorio continental (Nueva Amsterdam rebautizada Nueva York). Por esos motivos la ruta magallánica quedó "hibernada" por casi todo el siglo XVII para despertar en el XVIII, con el desarrollo de una nueva "conciencia marítima". La apertura del Canal de Panamá cambió la orientación geográfica de la navegación mercante y redujo el tráfico marítimo por Montevideo, Los proyectos cumplidos de Lesseps fueron de consecuencias desastrosas para los puertos estratégicos del Atlántico Sur (Montevideo y Ciudad del Cabo). La última revive con el bloqueo del Canal de Suez. (7) Comercio con antecedentes seculares. En agosto de 160 2 Felipe III autorizó a los de Buenos Aires exportar a Guinea y Brasil hasta 2.000 fanegas de granos, 500 arrobas de sebo y 25 toneladas de tasajo, en barcos con matrícula en aquél puerto. ( 8 ) L a cédula de noviembre de 1791 habilitó a los rioplatenses ejercer el comercio de esclavos negros. En tres años Montevideo recibió casi tres mil que vendió gran parte en Buenos Aires, con ganancias enormes. (9) CENCILLO DE PINEDA, Manuel. El brigadier Conde de Argelejo y su expedición militar a Fernando Poo en 1788, publicación del Instituto de Estudios Africanos (Madrid 1948). Héctor Ratto considera que con esta expedición las islas africanas fueron anexadas al virreinato del Río de la Plata. La expedición de Malaspina, p. 9. El arsenal montevideano entregó cuatro cañones, la plaza varios tripulantes (levas) y soldados y los asentistas alimentos para 15 meses. De los 547 hombres de tropa y marina que salieron de Montevideo 241 fallecieron en las islas. Parte de la flota regresó a Montevideo en 1783. Se sostiene que entre 1778 y 1779 se produjo un gran contrabando de monedas de plata y oro vía Buenos Aires. ROMANO, Ruggiero. Una economía colonial. Chile en el siglo XVIII. La expedición de Argelejo rectifica esa suposición. Hubo una salida estrictamente legal. Se han hallado en Fernando Poo monedas de curso legal en el Río de la Plata. La ocupación de las islas fue el determinante de la "evasión de divisas". Romano considera que las monedas de acuñación reciente y buena aleación eran necesarias para el comercio con España. Agregamos que también tenían que serlo para transacciones con los proveedores de esclavos (ingleses y portugueses instalados en la costa africana). El mismo autor se encarga de ofrecer los datos reveladores que el contrabando presunto de monedas coincidió con la expedición de 1788. La ceca chilena acuñó entre 1776 y 1779 los siguientes volúmenes: Año 1776 1777 1778 1779
Monedas de OroMonedas de Plata Total 6 9 2 . 1 0 4 pesos 2 4 . 0 8 0 pesos 6 9 8 . 0 8 8 pesos 3 3 . 3 2 8 pesos 7 1 3 . 7 2 8 pesos 1 2 0 . 0 2 8 pesos 7 3 8 . 3 4 4 pesos 1 2 4 . 0 0 6 pesos
716.184 pesos 731.416 pesos 833.756 pesos 8 6 2 . 3 5 0 pesos
(Op. Cit. Cuadro III de la pág. 15). (10) Ceballos dio en 1765 el espaldarazo a Maldonado sin parar en los intereses de Buenos Aires: "A la entrada del Rio de la Plata se halla la ensenada del Río Maldonado, con una aguada admirable, con bastante fondo para entrar navíos gruesos y sirve de escala para los que van a remontar el Cabo de Hornos, como ha sucedido en estos tiempos a los señores Pizarro y Orozco, de suerte que siendo imposible subir los navíos de guerra a Buenos Aires por el Banco Ortiz, etc." Comunicación a Julián de Arriaga del 2 6 de enero de 17 65. PASTELLS, Op. Cit. T. VIII, 2» parte pp. 1052‐ 1053. (11) Decía Pérez Castellano en su carta de 1787: "Hay un hospital de más de cien camas de largo con las piezas y oficinas necesarias, en que se curan los enfermos de marina". El establecimiento respondía a la vieja tradición hospitalaria iniciada por los Reyes Católicos e impulsada en América por los monarcas de la Casa de Austria. Los marinos formados en la alta escuela de matemáticas realizaron observaciones astronómicas desde Montevideo. El observatorio de la expedición Malaspina fue instalado en una casa próxima del fuerte San José. Entre los marinos científicos de ese año se encontraba Dionisio Alcalá Galiano, quien escribió su Diario Astronómico de Montevideo. La fuente neptúnea de poder montevideano tiene su simbolismo en las observaciones de Alcalá Galiano. Permitieron al astrónomo francés Leverrier descubrir el planeta Neptuno. Vicente de Doz observó desde California ( 1 7 6 9 ) el paso de Venus por el disco solar; Ciscar representó España en el Congreso de París (1800) que eligió la unidad del nuevo sistema de pesas y medidas. Durante mucho tiempo la marina internacional para hacer la derrota de Europa al Río de la Plata se guió por las instrucciones del Jefe del Apostadero de Montevideo José Salazar, citado permanentemente por Lobo y Riudavets. 45 Leslie Crawford
Lo dicho no va en detrimento de los marinos y militares del evo austríaco. En el "año científico" de 1581 participaron todos los españoles en América, sin exceptuar los de la recién fundada Buenos Aires. Por cédula del 3 de junio de 1580 Felipe II ordenaba al gobernador observar "las cantidades de sombras y el tiempo y hora del eclipse de luna que ha de haber por el mes de julio del año que viene". (12) Advirtió que la flota del Apostadero contaba con una fragata de 3 6 piezas calibre 18, con 200 hombres de tripulación y 100 plazas de desembarco. BHEMEN 100‐103 PP. 43‐44. (13) MOLINARI, Op. Cit., p. 86. Cítase el informe del marino francés Druault, del 15 de junio de 1819. (14) En Noticias relativas a Montevideo (1781) el teniente de navío José de Espinosa y Telles, de la expedición Malaspina, decía haber hallado veinte embarcaciones, incluidos dos correos marítimos y los buques de la armadilla. El dibujo hecho por Branvilla al regreso de la expedición Malaspina muestra numerosos barcos en la bahía, varios de gran porte. (15) Historia Naval Argentina, p. 18. Para los datos de Montevideo entre 1798 y 1805 Vid. MARTÍNEZ MONTERO, H. El Apostadero, etc., pp. 78 a 80.
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CAPITULO V "LA ÉPOCA MAS FELIZ PARA MONTEVIDEO" El "dispositivo" económico que aseguró el desarrollo de Montevideo, haciéndole eje de los movimientos comerciales, tuvo sus piezas en la Cuenca del Plata y en las zonas centrales andinas de la hoy Argentina. Un aflojamiento o liberación de las trabas impuestas para el tráfico de mercancías entre Buenos Aires y el Alto Perú había volcado el interés de exportar por el Río de la Plata, salida menos trabajosa que la de la ruta Lima-Portobelo (1). El empuje productor, derivado del cambio producido en Europa y América como consecuencia de la aplicación de los tratados de Utrecht (2) dio por tierra con los tabúes históricos, aceptándose como ineluctables las salidas o entradas naturales por el área occidental. La presión era tan fuerte que sólo el contrabando pudo impedir fracturas legales mayores. Los volúmenes cada vez superiores del movimiento intérlope indicaron cambios futuros (3). Las "rutas prohibidas" iban siendo obliteradas por las aceptaciones de la Corte de Madrid, que echaba por la borda el aparente dogmatismo de la Casa de Austria, más preocupada de las cosas espirituales de América que de sus simulacros materiales (4)• Este "nacer" del Río de la Plata a la economía mundial no fue prematuro ni tardío. Ocurrió en su hora, cuando aconteceres de Europa aconsejaron variaciones de pautas de política comercial y determinaron fenómenos de crecimiento demográfico con alza de la demanda de alimentos y materias primas. Aunque Montevideo se empinara con el libre comercio entre el ecúmene hispano (5), es de justicia decir que su valorización es anterior. Teóricamente comenzó con Utrecht y cristalizó en el momento que los opimos resultados del comercio de trueque con la South Sea Co. (Asiento de las Vacas) abriera grandes posibilidades para las actividades comerciales de americanos y españoles. La nacionalización del comercio de cueros y carnes secas —los ingleses y franceses fueron apartados de las operaciones— el auge de la actividad ganadera y la posición geográfica de Montevideo, que facilitaba embarques en naves de gran tonelaje (ahorro de tiempo y de fletes) lanzaron la ciudad-puerto a las grandes proporciones. El otro impulso excepcional, casi medio siglo después, fue dado por la Cédula de 177 8, abriendo los puertos del Río de la Plata al comercio con todos los mercados de la Península. Coincidentemente se completaron los sistemas viales que harían afluir hacia Montevideo las producciones tradicionales no competitivas de todo el Virreinato del Río de la Plata (6). Según el informe de Francisco Ortega y Monroi de 1784, Montevideo habla exportado el año anterior 1.400.000 cueros, con precios en alza. A su vez, el autor de Noticias sobre los campos de la Banda Oriental exaltaba el potencial exportador de Montevideo, colocando la riqueza agrícola-ganadera por encima de los frutos de la explotación minera. Montevideo llevó su mejor parte de aquel gran despertar económico. "Se multiplicó la navegación entre España y su Imperio. Afirmase que el intercambio global con toda la América Hispana incrementóse en un 700%" (7). Montevideo fue hijo de los tiempos. No con mayéutica sino con la naturalidad de un ser asistido por buena gestación. No debemos dejarnos llevar por la idea que el comercio ultramarino entre España y América sólo alcanzó volúmenes importantes con el libre comercio dentro del área hispana. En el XVII, siglo de dinámica hispanoamericana, el intercambio entre los virreinatos llegó a proporciones que hacen que las relaciones de cambio mutuo en este tercio del siglo XX sean relativamente inferiores, comparadas las épocas y poderes adquisitivos de las poblaciones respectivas. Es preciso mostrar la realidad histórica del continente durante el evo hispano trisecular, para desvanecer el prejuicio que Montevideo fuera resultado ajeno de las reacciones naturales de la sociedad hispana. Aún cuando se señalará que, como ciudad fue respuesta a las pretensiones lusitanas (terrestres) y como Apostadero a las incitaciones inglesas (marítimas), como también, un pretexto de soberanía en su condición de punto distribuidor-receptor, resultó reflejo de lo que en los siglos XVI y XVII fueron los puertos de El Callao, Guayaquil y Acapulco en el Pacífico y Portobelo, Cartagena de Indias, La Habana, Santo Domingo y Veracruz en las Antillas y en el Atlántico. 47 Leslie Crawford
En el período de la popularidad de México y Perú (siglo XVI) y de la utilización frecuente de las rutas colombinas del Atlántico Medio, se registró un incremento en el intercambio comercial muy importante entre los reinos peninsulares y los reinos americanos. La escuela historiográfica, en especial la rioplatense, todavía se empecina por afirmar que no hubo tal cosa, debido al monopolio en favor de la Península. Haring es de la idea que los Habsburgos afirmaron el principio del exclusivismo colonial. Si esto fuera critica contraria, se respondería que no hicieron otra cosa que aplicar las ideas de la época, defendidas ferozmente, y en su favor, por los Estados alineados en la Protesta. Si el grave pecado español consistió en imponer el monopolio comercial sobre América, convengamos de antemano, que la culpa cubrió a todas las talasocracias europeas, principalmente inglesa y holandesa. Si alguna región del Nuevo Mundo sufrió los efectos más severos de la política monopolista esa fue la América Inglesa, aherrojada en su cinturón costero por la Navigation Act. (8) La primera área comercial transoceánica Los Austria fueron campeones del exclusivismo. No en favor de un sector reducido heredero del Nuevo Mundo (Castilla) sino en beneficio del campo imperial (Carlos V) o de la asociación de pueblos en torno de la persona real (Felipe II). Antes de producirse el fenómeno de la América autósita, la corona castellana, por grados, fue dando sentido europeo al exclusivismo comercial. No sólo pudieron gozar del privilegio de comerciar todos los reinos españoles, sino aquellos que tenían por soberano al monarca español. Fue así como, en el reinado de Carlos de Habsburgo participó de ese comercio el gran cuerpo vertebrado del Rin y que hoy constituye el núcleo más sólido del Mercado Común Europeo. Extendiendo el mapa de Europa con el Imperio de Austria a la vista se advertirá que el área de mercados de intercambio era mayor que el de los que ahora conforman los llamados mercados tradicionales de muchas Repúblicas Hispanoamericanas. En 1526 se dio un edicto abriendo el comercio americano a todos los súbditos comprendidos en el imperio Habsburgo. Tenía por antecedente las Capitulaciones de 1522 en favor de Jacobo Fugger para que buques alemanes interviniesen en el comercio de Especiería por la ruta magallánica y de 1525 con los Welser para establecer factorías en Santo Domingo y Sevilla. En 1528 se autorizó a los Ehinger colonizar Venezuela (9). En 1526 abdica Carlos V; Felipe II recibe la Corona de España y otros reinos europeos, sin la dignidad imperial. En ese año Venezuela revierte a la corona castellana y se prohíbe a los alemanes tener contactos comerciales con Indias. Con Carlos V la Europa industrial del siglo XVI comerció con América; con Felipe II lo hizo la parte aquella que se mantenía unida al soberano español abarcando una vasta extensión del Viejo Mundo. A partir de 1580 se dio entrada a los portugueses, aunque se mantuviera en las posiciones ganadas antes por Portugal la prohibición de comerciar quien no fuera portugués. Sin perjuicio de esas exclusivas, hombres de otras naciones participaron del comercio entre América y España. V. gr., griegos, ingleses y franceses. (10) El nacimiento de las industrias americanas que funcionaron con obreros americanos - voluntarios o de servicios personales compulsivos - transformó el prohibicionismo oficial, ley teórica hasta 1765, en proteccionismo, que tuvo por arista la libertad de comercio interamericano como hecho anterior a la libertad de comercio con los puertos españoles. El intercambio interamericano o la autarquía del Nuevo Mundo. El traslado de técnicas de trabajo y cultivos produjo en el siglo XVI una actividad económica repentina e intensísima. Aumentó en el XVII con la recuperación demográfica india (adquisición de defensas biológicas contra enfermedades transmitidas por el europeo y el africano) y la elevada tasa de natalidad registrada en la sociedad hispana y mestiza. A mediados del XVI se podía hablar de una autosuficiencia. El Nuevo Mundo producía casi todos sus suministros, satisfaciendo hasta necesidades de lujo y gustos artísticos (11). La simbiosis económica indiana fue completa y hasta el XVIII, inclusive, los intereses de las regiones americanos estuvieron tan entrelazados, afirma Arcila Farias, que el comercio entre virreinatos resultó más importante que con Europa. Los volúmenes no pueden ser medidos por la mayor o menor frecuencia de las comunicaciones entre España e Indias sino por la actividad constructora de naves en astilleros americanos para atender un intenso cabotaje y un tráfico de relativa importancia entre los sub-continentes del Nuevo Mundo.
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Es imposible negar que, juntamente con las vías de comunicaciones terrestres y fluviales, las flotas americanas hicieron posible la vertebración económica de Hispanoamérica del XVI al XVIII. Adquirieron fama los astilleros cubanos (los primeros del Nuevo Mundo), peruanos y mexicanos, que botaron naves de comercio y de guerra. Rechácese la creencia que las armadillas defensoras de las Antillas, Golfo de México, costas de Chile a Panamá y de ahí a California, se constituyeron de naves llegadas expresamente de España. Se les construyó en América y se les aparejó con velamen y cabos fabricados con producción americana. La tripulación se formó, su mayor parte, de americanos (hispanos, indios, mestizos, negros y mulatos). Los mayores descubrimientos en Oceanía se hicieron con naves construidas en puertos del Pacífico. Con las de la costa mexicana se descubrió las Marianas y se colonizó las Filipinas (expediciones de 1564 a 1595), incorporada con su Audiencia como territorio americano al Virreinato de México y, sostenida por comunicaciones marítimas con Acapulco. Barcos construidos en Perú y Ecuador partieron de descubierta revelando la existencia de las Islas Marquesas, Nuevas Hébridas, Salomón, etc. Llegan a reconocer Nueva Guinea y, posiblemente, la costa norte australiana al cruzar el estrecho de Torres en 1595. Las expediciones de Pedro Hernández de Quirós y Vaez de Torres les valieron virtualmente los títulos de descubridores de la legendaria Antártida, Vizcaíno reconoció la costa californiana en los inicios del XVII. En mitad del XVIII naves botadas en Acapulco descubrieron y recorrieron Alaska luego de hacer conocer al mundo las islas Reina Carlota y Príncipe de Gales. Esas naves de guerra y exploración abrieron horizontes económicos y aseguraron el tráfico comercial por rutas indefendidas por las flotas que sólo navegaban los itinerarios colombinos. Cuando se habla de la existencia de un intercambio interamericano tan voluminoso entre los siglos XVI y XVII, (12) no se debe presuponer que de él participaron capitalistas peninsulares como aquellos fundadores de Compañías del siglo XVIII. Los armadores dedicados al comercio interamericano fueron nativos en su mayoría de los Virreinatos de Indias. Con esa actividad hicieron grandes fortunas como las que lograron americanos descendientes de españoles con la exportación de minas de oro y plata. Un egoísmo que benefició a América La política comercial española del XVI-XVII dirigida por los intereses estrechos de la burguesía urbana, a la que la Casa de Austria siempre contempló en Cortes, como transacción de Villalar a cambio de tener libertad de acción en la política europea, resultó en beneficio de América. El temor de escaseces por exportaciones abundantes a Indias empujó a los procuradores de Cortes reclamar y obtener la prohibición de enviar productos elaborados o materias primas. Aducían que las Indias ya producían como para satisfacer las necesidades más elementales, y que era preciso defender al consumidor de la Península, de los males del encarecimiento por insuficiencia de oferta. Creyeron alejar así el peligro de la inflación, sin apreciar que el exceso de importaciones procedentes de otros países europeos era lo que hacía desaparecer el oro y la plata indianas, para reaparecer en las arcas de los negociantes ingleses, flamencos, alemanes y holandeses, y también en las del Gran Turco. Esta política económica llevada con miopía de burgueses contenidos por la moral católica que condenaba la usura, terminó empobreciendo a España, porque no se equilibraba el nivel de la balanza comercial con el aumento de la producción manufacturera española y su exportación. Esa errada economía política española de los siglos XVI-XVII hizo el milagro indiano. Transformó la expresión económica de precolombina en europea, cambiándola con la velocidad de mutación que sólo tiene un símil: la occidentalización del Japón en la última mitad del siglo XIX. América se enriqueció porque produjo, industrializó, consumió, exportó y, lo que es más importante, retuvo dentro de fronteras la mayor parte de la riqueza metálica extraída, que volcó en la construcción de grandes templos, hospitales, asilos, escuelas, asistencia técnica y económica de comunidades indígenas, etc. Economías pobres no podían hacer aquel milagro americano que revelara al mundo que en el XVII México y Lima eran más importantes que las capitales de varios Estados Europeos, cediendo solo en importancia a Londres, París y Roma. Y que un centro misionero del XVIII, Yapeyú, llegase a tener más población que muchas de las ciudades industriales de la costa americana poblada por las XIII Colonias Inglesas. Se va viendo, paso a paso, que Montevideo no resultó de episodios exteriores. Que no hubo entre su fundación y creación a puerto mayor del Atlántico Sur, un vacío de realidades americanas, sino un continuum de creación, que en mediados del XVIII, muestra una variante de dirección de reflejos de potencial económico. Al emitir Montevideo sus destellos fuertes, palidece Perú. La Ciudad de los Reyes quedó retenida empezando a dormir su larga siesta sobre colchón de 49 Leslie Crawford
laureles después de haber dado fama a América y creando con el esfuerzo de sus hijos emprendedores -—los del mestizaje cimero— las otras ciudades importantes de Sud América. Por otra parte, ¿olvidaremos que Maldonado y Montevideo fueron hechura del Virreinato del Perú? La tiranía comercial española, un mito Durante siglo y medio largos, América ha pensado en inglés y hablado en español y creído que la falta de liberalidad en el comercio fue causa de estagnación y decadencia del siglo XVIII. El argumento es simplista, avaro de fundamentos. Las causas que América no se acompasara a la revolución industrial tuvieron otros motivos que sólo se pueden explicar con la interpretación católica de la vida. Pero de ninguna manera dependió de la no adopción prematura del libre comercio. No nos equivocamos si decimos la contraria. La doctrina sugerida desde las columnas de la Estrella del Sur, llevó al Nuevo Mundo a retener su fuerza creadora interior, cayendo a simple exportadora de materias primas. El comercio interamericano se derrumbó. Considérense estos hechos: I — Política común de todos los imperios comerciales del XVI al XVIII, II — Antes de las invasiones inglesas y la apertura de los puertos americanos al comercio con todos los países industrializados, Hispano-América tuvo su libertad comercial y sostuvo con su esfuerzo la condición de España como potencia mundial de primer orden hasta 1805. III — Inglaterra negó libertad de comercio a sus XIII Colonias de América hasta el mismo instante de su independencia. Portugal la concedió a Brasil en 1808 por la razón del traslado de la Corte a Río de Janeiro. (13) Planteadas las cosas en estos términos, podemos llamar mito la tiranía comercial española. El régimen comercial desarrollado en el ecúmene hispano en nada se diferenciaría de los que se aplican en nuestros días, estableciendo áreas de comercio de monedas permitidas y áreas de comercio y monedas prohibidas. El comercio se limita más aún dentro de cada área y no sale del principio de reciprocidad (comprar a quien compra). Inglaterra levantó banderas de libre comercio introduciendo en el ámbito de la historiografía clásica y de la política afrancesada un paralogismo que engañó a las sociedades del Nuevo Mundo. Sin embargo, mientras inducía a posesiones ajenas reclamar libertades, mantenía en un puño sus Colonias (.carne y espíritu netamente inglesas) Impidió celosamente que traficaran con otras regiones, que no fueran la propia Inglaterra. Tal era el concepto privante. Se le aplicó como norma legal, sin que significara transgredir el Derecho Internacional Público. Cada cual guardaba lo suyo. La norma era penetrar en terreno ajeno e incorporar el área conquistada. En ese sentido España siempre estuvo a la defensiva, limitándose a mantener la integridad de la concesión papal. Y cuando poseyó el imperio portugués (1580-1640) no se aprovechó de él. Ni Francia con la política de Colbert, ni Holanda hasta la transferencia de sus Indias Orientales a la soberanía Indonésica, toleraron que otros participasen de lo que entendían su exclusiva. En este sentido el "pecado" inglés no fue mayor que el de sus rivales en el siglo XVIII. El Acta de Navegación inglés de 1651 (Navigation Act) establecía el monopolio de transporte de mercancías de y para las colonias, en naves matriculadas en puertos de la isla. Suspendida durante la restauración fue renovada por otras varias entre 1660 y 1672. Por restrictivas que tales normas suenen a los oídos modernos, estaban de completo acuerdo con las ideas económicas de entonces, y en los cien primeros años de su aplicación resultaron económicamente beneficiosas para las colonias inglesas. Gran Bretaña derogó todas sus antiguas leyes de Navegación a mediados del siglo pasado. (COLOMBOS, op. cit., 260-26l). Estados Unidos de Norteamérica procuró heredar derechos marítimos limitando el comercio a barcos norteamericanos (Leyes del Congreso de 1789-1817). Eliminación de trabas aduaneras El libre comercio español tiene, dentro del área hispana, una antigüedad de dos siglos. El inglés apenas llega al siglo. A partir de 1763 (16 de octubre), el prohibicionismo comercial empezaba a ser derogado por sectores geográficos. En 17 89 alcanzaba a todo el ecúmene hispano. En 179 5 se llegó a permitir 50
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que América hispana comerciara con las colonias inglesas y francesas de las Antillas, según variaciones de la política comercial internacional. En años de alianza anglo-española, era intensísimo entre puertos colombianos y Jamaica y otros puertos bajo dominio británico. (14) Esa libertad fue completada con la eliminación o rebaja de aranceles aduaneros en la Península. Fueron beneficiados el añil, algodón, azúcar, madera, pimienta, cera, carey, etc., procedentes de América. (15) Se aplicaban sobre producciones no tradicionales de la península, que no provocaban competencia desfavorable para productores e industriales españoles. Ese levantamiento de trabas tuvo otra expresión notable para una época en que privaba el más cerrado egoísmo. Hemos de referirnos al trigo, cuya importación en España se declaró libre de derechos acallando protestas de los agricultores peninsulares. No fue una apertura a la manera de la tardía escuela de Manchester, puesto que se dio en 1765 con la exigencia de no almacenar los cereales ni acapararlos, ni realizar maniobras agiotistas. Esta política con los granos de América tenia precedentes. Se dictaron pragmáticas en 1669, 1707, 1756 y 1757 facilitando importaciones. La posterior de 1765 es la de 1790. (16) Estas medidas se tomaron frente a fenómenos de superproducción de cultivos americanos. ¿Cuándo levantó Gran Bretaña las barreras infranqueables que prohibían la entrada de trigo de sus colonias de América o de las regiones colonizadas o libres que entraban en el área de su influencia económica? Después de enconada lucha entre proteccionistas (tories) y librecambistas (wighs). estos últimos portavoces de los intereses del industrialismo concentrado en las nuevas ciudades fabriles. La oposición dividió al país al punto de transformar su vida política. Una medida habilísima, dirigida a mantener los tories en el poder a costa de quemar banderas principistas en el altar utilitario de la política, pudo hacer que la campeona del liberalismo aboliese las tarifas sobre el trigo. Se trata del famoso viraje de Sir Robert Peel. Las últimas medidas librecambistas se sucedieron entre 1850 y 1875. Desde entonces, dice Maurois, "la libertad económica fue, pues, en Inglaterra, un artículo de fe". (17) Los resultados del libre comercio hispanoamericano fueron espectaculares, fijados por Lynch en un 700% en el decenio 1778-1788. Como efecto correspondiente se produjo en América la mayor acuñación de monedas de plata y oro de su historia, y apareció abundante la moneda fraccionada para agilitar las compras que se hacían en mayor cantidad por el crecimiento del poder adquisitivo de la población de las ciudades americanas, fenómeno no extendido a la población campesina que siguió teniendo su moneda imaginaria para el trueque de bienes y mercancías. Ese desarrollo espectacular de la economía se refleja en las ciudades portuarias sobre rutas marítimas naturales. "¿Qué eran Buenos Aires y Montevideo? Dos pueblos miserables y sin nombre que, por el reglamento de comercio libre, empezaron a hacer papel en el Teatro del Mundo". (18) Antes de establecerse el Virreinato del Rio de la Plata, el comercio peruano advirtió el fenómeno de desarrollo que se produciría en el antemural atlántico y buscó neutralizar los efectos negativos para su economía. En 1774 el Consulado limeño envió una consulta y representación a Carlos III pidiendo la suspensión total de los permisos de entradas de mercaderías de Buenos Aires y Chile al Alto Perú. Tales resultados palpables, señalados por las estadísticas, robustecieron la tesis del Virrey de México Revillagigedo, de que las Indias redituarían más a España con el libre comercio que con los aumentos de nuevas gabelas. Volvemos al punto clave. Mientras América Hispánica se liberaliza económicamente, Inglaterra aprieta más las tuercas del exclusivismo económico imponiendo a las XIII Colonias condiciones que pronto derivaron en la guerra de independencia. Como las Indias no eran colonias, la política iniciada en 1765 conduciría a un reparto igualitario de oportunidades para todos los reinos hispanos. Tal resultado debía conformar a los hombres de empresa del Nuevo Mundo con intereses establecidos en los puertos. En el fondo fue una afirmación de nacionalismo económico, porque el comercio debía hacerse dentro del mundo hispánico. (19) Afirmación de nacionalismo económico: Cancelación de los privilegios acordados a los comerciantes ingleses establecidos en Cádiz para comerciar con las Indias (Apertura conseguida como consecuencia de Utrecht). Imposición de trabas a los comerciantes franceses, entonces numerosos en los puertos de la Península (accesión gala al comercio de Indias con el advenimiento de la dinastía Borbón y posteriormente con el Pacto de Familia); 51 Leslie Crawford
establecimiento del monopolio hispano de fletes, idea impuesta rápidamente con la comprobación del extraordinario movimiento de intercambio. Los beneficios redituados por el transporte se reflejaron en el nacimiento de grandes fortunas, ajenas a la propiedad de la tierra, y por el desarrollo de la marina mercante americana y española en las postrimerías del siglo; (20) determinación del área española para el comercio internacional: I) puertos americanos con puertos españoles, II) puertos americanos con puertos americanos, (21) y d) imposición de la unidad monetaria española para las transacciones comerciales, estimándose monedas blandas las corrientes de Inglaterra, Francia y Holanda. (22) América halla sus Indias en España Analizados fríamente los números se concluirá que el empuje económico finisecular significó prosperidad general. No fue así. América se empobreció en el orden interno (nacional) al producirse las concentraciones de riquezas en pocas manos, por lo que se debe hablar de un retroceso en el uso social de las riquezas del Nuevo Mundo, hasta entonces mejor repartidas. Pero, de cualquier manera hubo concentración de riquezas en manos americanas. En el orden del trato comercial entre los dos continentes la situación se invirtió al extremo que, a fines del siglo XVIII, los comerciantes indianos encontraban en España el campo de aprovechamiento. (23) Los documentos registran lamentaciones por esta inversión de situaciones y pintan elocuentemente los resultados materiales de la libertad de comercio. "No parece sino que se lleva por objeto hacer mejor la suerte del americano y aniquilar al europeo. El hacendado y el vecino de América vinieron a hallar sus Indias en España y el español se vio reducido a un sirviente del hacendado y del vecino". (24) El Río de la Plata, que no tuvo círculo de potentados mineros, formó una clase plutócrata mediante la combinación de las funciones comerciales, industriales y marítimas con las de productores ganaderos. En 1760, según una relación, "por lo común, los ciudadanos son ricos". (25) En esa época el imperio económico de los Alzáibar se había esfumado, cediendo paso a los nativos del Uruguay, que constituyeron un poder económico rivalizador con ventaja del que tenían los europeos. En Buenos Aires se apellidaban Basavilbaso, Lezica, Matorras, Escalada, Azcuénaga, Sarratea, (26) en Montevideo, Berro, Carrió, Medina. (27) También eran americanos nativos los señores del Gran Cacao que tenían buena parte de las acciones de las Compañías de Guipúzcoa y Barcelona. Peruanos y ecuatorianos, con varias generaciones americanas, poseedores de minas y haciendas, estaban en gran número ostentando títulos de Condes y Marqueses. También eran de rancio abolengo mexicano la mayoría de los dueños de las minas de plata, galardonados con condados y marquesados. El período de 1763 a 1810 fue el más brillante para el comercio de los hispanoamericanos. También el de Hispanoamérica en materia económica, poderío que perdió de 1810 a 1825, con la transmisión del poder director de la economía a manos de ingleses, franceses, alemanes y los recientes ciudadanos de la Confederación de los Estados Unidos de América. La minería americana se desnacionalizó. (28) "Es casi vengarse de la Metrópoli exagerar el estancamiento del comercio, en la paz exterior que precedió en doce o quince años a la revolución española. Era entonces cuando el comercio de La Guaira estaba en su más grande esplendor. (HUMBOLDT. Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, pp. 1072 y 1099)". "Al final del período colonial las provincias españolas de América gozaban de mayor prosperidad y bienestar que nunca. Las colonias españolas poseían riquezas mucho mayores que las colonias inglesas del norte de América y adquirieron todos los símbolos exteriores de opulencia, como importantes edificios públicos, universidades, catedrales y hospitales, en ciudades bien pobladas que eran centro de lujo, de enseñanza y de cultura. (HARING. El Comercio y la navegación entre España y las Indias, en época de los Habsburgo). De exportadores de oro a importadores de monedas de oro. El potencial económico manejado por los americanos era el arbotante que sostenía el empinamiento continental americano y, por ende, determinaba la importancia de las ciudades portuenses mejor situadas para el tráfico de importación y exportación. Montevideo había de ligar su importancia a ese período. Las causas de su decadencia derivaron del proceso ocurrido luego de la formación de Juntas y del estallido de las guerras civiles y de independencia. Montevideo cayó junto con España. ¿Qué era en 1814 a la Capitulación de Vigodet? Una ciudad vegetante, sin
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espíritu nacional, dada a las intrigas y a los odios. Una sombra de lo que fuera un lustro antes, alegre, vigorosa, empeñada en prosperar. El proceso descendente español se produjo primero por el impacto espiritual de la derrota de Trafalgar, la conmoción causada por la invasión napoleónica, la desarticulación de la economía por la ocupación y la resistencia y, finalmente, por los tremendos gastos de guerra que no llegaron a equilibrar las generosas ayudas de dinero y especies enviadas por los distintos virreinatos americanos (aportaciones populares espontáneas). Tanto la invasión como la respuesta popular hicieron hondo el desequilibrio entre importaciones y exportaciones, acrecentó los impuestos, quitó mano de obra a las manufacturas. A todo esto, como efectos imponderables para un estancamiento y caída, se adunaron la subordinación militar a Gran Bretaña que hizo perder al español autonomía de decisiones, luego transmitida al campo económico financiero con la "importación" de Mendizábal, y el afrancesamiento de los intelectuales que torcieron el alma llevándola a bizantinismos políticos. Liberales y absolutistas, contradiciéndose, se complementaron para ayudar a acabar con el prestigio español. La Generación del 9 8, con casi un siglo de retraso, trató de rescatar aquel pasado glorioso, que su fuente ideológica había destrozado. Se cumplía con España el destino de todos los imperios, aunque su curva descendente se diferenciara de la línea casi vertical que marca el ocaso británico al término de la última guerra mundial. Supremacías de más de un siglo han desaparecido en menos de un lustro. América fue el reflejo. Las mismas causas con iguales efectos. La teoría inglesa de libre comercio hizo tantos estragos como las guerras entre virreinatos, con el agravante que impidió restañar las heridas sufridas por las industrias americanas que complementaban los altos beneficios obtenidos con las exportaciones de minerales, carnes, cueros, trigo, maderas, fármacos, azúcares, cacao, tabacos, etc. La guerra y los empréstitos y los déficit de la balanza de pagos hiciéronle perder las reservas metálicas. En 1825 el Río de la Plata importaba monedas de oro. (29). La importancia de Montevideo resbaló por esa curva descendente convirtiéndose en simple ciudad portuaria. La que fuera rectora y conservadora de soberanía de áreas marítimas y terrestres del levante hispanoamericano se reducía a la condición de receptora de tutorías europeas, callando, tantas veces, ante desplantes verbales de simples agentes consulares. El ocaso del Apostadero no pasó por la etapa senescente. Llegó de improviso, empujado por los vientos solanos, que soplaban en favor de las potencias industriales europeas. El ritornelo: Montevideo se empinó por impulso americano, por efectos naturales y no prestados por una asistencia foránea. Decayó acompañando las declinaciones del continente de habla hispánica. Llegaba "la época más infeliz de Montevideo".
NOTAS DEL CAPITULO V (1) El gobernador de Buenos Aires Rodríguez Valdés de la Banda señalaba el acortamiento de distancias y la disminución de fletes de llegar a utilizar el Río de la Plata como punto comercial. Hernandarias, el "hombre muy platico", contradijo y retardó la apertura. (2) E] Tratado también ejerció influencia sobre colonias francesas e inglesas de América del Norte. La Compañía del Misisipí, con monopolio de compra de pieles en 1717, alcanzó gran prosperidad, derivando en la fundación de Nueva Orleans. "La industria y el comercio coloniales prosperaron como no habían prosperado nunca durante el medio siglo que siguió al tratado de Utrecht. La razón fue un aumento en los precios de los productos coloniales en las Islas Británicas y en Europa continental. Esa elevación trajo consigo el aumento de producción. MORRISON y COM‐MAGER, op. cit. I pág. 104 ‐ 105. Promovieron ese desarrollo las leyes proteccionistas‐monopolistas de 1733; ley de azúcar y las melazas; el crecimiento de la cultura agrícola (exportación de granos y harina), el aumento de la pesca y la suba de precios del tabaco (que habían bajado en el XVII) por la difusión alcanzada por el vicio de fumar. Los beneficios tocaron a la República India (Las Seis Naciones del Oeste), cuyas arcas comunitarias se engrosaron con los resultados de la exportación de pieles por Nueva York. Pareciera que el mundo occidental hubiese estado retenido hasta Utrecht, y que entonces se le abriesen las puertas del progreso. Señala claramente el ocaso del mercantilismo que se basó exclusivamente en la riqueza metálica. Después de Utrecht la mejor moneda fue la fundada en el trabajo, la producción y la venta. (3) Cf. VILLALOBOS, Sergio. Comercio y contrabando en el Río de la Plata y Chile (1700 ‐ 1811); SIERRA, Vicente D. Historia de la Argentina T. II; MARTÍNEZ MONTERO. Geopolítica del Plata. (4) Una de estas rutas partía de Buenos Aires, pasaba por Tucumán y Potosí y concluía en Lima. Avanzado el siglo XVII fue abierto en cierto modo con la creación de la Aduana Seca de Córdoba, con restricciones suficientes para desanimar a los traficantes. Fue usada por los peruleiros, comerciantes que procedían del Brasil (bandeirantes del comercio). Cf. PARRY. J. H. El imperio español de Ultramar p. 104. En el siglo XVIII las trabas desaparecieron y el obstáculo cordobés apenas incidió en el encarecimiento de las mercancías importadas. A partir de la segunda mitad del dieciocho Buenos Aires se convirtió en la Aduana Seca o puerto seco de toda esa vasta región interior sudamericana. 53 Leslie Crawford
(5) El Cap. de Navío Diego de Albear decía en su Diario ( 1 7 8 4 ) que la ciudad había adelantado sensiblemente con el repunte del libre comercio. "Esta es la época más feliz para Montevideo". (6) Las largas columnas de muías que habían servido para difundir por Sudamérica las mercancías desembarcadas en Panamá y distribuidas desde Lima, invirtieron la corriente en el siglo XVIII. Transportaron del interior o del Pacífico cruzando la cordillera, hacia Buenos Aires y Montevideo para la exportación, las producciones locales. Y llevaron al interior del virreinato peruano las mercancías descargadas en Montevideo y reembarcadas para Buenos Aires. Tal desviación de dirección de fuerza ejercida por el comercio rioplatense hizo de Salta (centro argentino) el mayor mercado de muías del mundo. JOHN MAWE dijo que por Montevideo se exportó cobre chileno en bruto. BHEME, N* 912‐95, pág. 66. (7) LYNCH, John. La Administración colonial española, p. 28. El 5 de marzo de 1781 salió de este río una flota de 24 naves cargadas hasta el tope, con un desplazamiento total de 6.89 7 tns., y conduciendo principalmente 4 09.8 23 cueros. De 1792 a 1796 el promedio anual de exportaciones fue de dos millones y medio de pesos. En 180 2 entraron en Montevideo procedentes de España 188 buques de alto bordo; salieron para allá 166. El movimiento de cabotaje dio estas cifras: entrados 648, salidos 640. El fenómeno se espejó en España. V. gr. en 1774 entraron en Alicante 714 naves, de las cuales 164 españolas, 249 inglesas, 147 francesas, 118 holandesas y el resto de banderas varias, H.H. Tomo XXVI, pág. 935. (8) En el área marítima del medioevo la expresión más egoísta correspondió a Génova y Venecia, rivales empeñadas de hacer del Mediterráneo un mar cerrado. Esto coadyuvó al debilitamiento de los reinos cristianos de Oriente y del Imperio Bizantino y a la ascensión de Turquía al rango de potencia terrestre y naval al alborear la Edad Moderna. (9) Aunque estas concesiones se dieron a particulares en pago de deudas contraídas por la compra de votos de electores del Imperio Germánico, empezaron a ser negadas secretamente (Carta de Carlos I al Consejo de Indias del 3 0 de junio de 1549), a fin de no levantar resistencias entre los príncipes protestantes que, vencidos en Mulberg ( 1 5 4 7 ) debían en 1548 aceptar el ínterin que los ponía nuevamente dentro de la Iglesia Romana con ciertas condiciones. Así se explica que hubieran alemanes en México gozando de privilegios industriales, como Micer Enrique y Alberto Cuen, autorizados para plantar y exportar azafrán. Había en toda Nueva España muchos ingleses, alemanes, genoveses, franceses, flamencos, griegos y portugueses, dueños de imprenta, mercería, quincallería y lienzos preciosos. Vino también desde el XVI una colonia de chinos, muy numerosa (Hispano filipinos). CUEVAS. Historia de la Iglesia en México. T. III pp. 27 y sig. En 1603 muchos de estos chinos estaban ocupados como trabajadores (artesanos) en la industria textil fina. ZAVALA, Silvio y CASTELO, María. Fuentes para la historia del trabajo en Nueva España, T. V p. 81. (10) ALTAMIRA, T. III p. 481. El porcentaje de franceses se elevó en tiempo de los Borbones. En Cuyo (Argentina) llegaron a ser numerosos, alistándose en las banderas españolas para escapar del destierro. ESPEJO, Juan L. La Provincia de Cuyo del Reino de Chile. T. II pp. «46, 630 a 601. (11) "La corona fomentó en Indias la agricultura y la producción de metales y materias primas (1500‐ 1550)". LARRAZ, José. La época del mercantilismo en Castilla (1500‐1700). pp. 21‐212. (12) Sólo de 1563 a 1584 de 56 naves que llegaron a La Guaira, Coro, Burburata y Caraballeda 33 procedían de La Española, 3 de España y 8 de las Canarias. El volumen de exportaciones de cacao venezolano a México era superior al enviado a España. ARCILA FARIAS, Eduardo. Comercio entre España y Venezuela en los Siglos XVII y XVIII. pp. 65, 358, 2»~>9, 370, 439 y 445. M. Prezier viajero francés que visitó Sudamérica de 1712 a 1714 dijo que el intercambio entre virreinatos era muy intenso. ZAVALA, Silvio. América en el espíritu francés del siglo XVIII, p. 1 (17. (13) Juan VI decretó la apertura de los puertos brasileños el 2 8 de enero de 1808, aunque fijando en un 2 4 % los derechos de importación. (14) OTS y CAPDEQUI, J. M. Las Instituciones de Nueva Granada al tiempo de la Independencia, p. 178. (15) ARCILA FARIAS, pp. 273 ‐273. (16) ALTAMIRA, T. IV pp. 281 a 283. (171 Historia de Inglaterra y los Ingleses. Lib. VII Cap. III. (18) Informe de Liniers del 16 de marzo de 1809. Archivo General de Indias. Buenos Aires legajo 96. (19) También se había robustecido el comercio interamericano. En 180 2 entraron en Veracruz 291 buques; 148 de España y 143 de distintos puntos de América. Salieron 267, de ellos 112 para España y 153 para puertos del continente americano. En 1803 entraron 214: de España 103 y de América 111. Salieron 205: 8 2 para España y 123 para puertos americanos. Cualquier amago de trabar ese comercio interamericano fue frustrado por la Corona. La cédula del 18 de setiembre de 1803 dispuso que en los reinos de Nueva España, Nueva Granada, Perú y Guatemala se observaran "las Reales Ordenes sobre fomento del comercio y navegación recíprocos entre los puertos del Mar del Sur". Se estaba a tres años de las invasiones inglesas al Río de la Plata, con su novedosa bandera de libertad comercial... (20) El flete anual del transporte de cueros desde Montevideo rendía en 1795 alrededor de un millón de pesos. Noticias sobre los campos de la Banda Oriental, p. 369. "Un comercio pacífico que nadie venga de afuera a disfrutar". IBID, 395. (21) No alteraron estos principios las concesiones aisladas para dar salida de producciones americanas que corrían riesgos de estancamiento. V.Gr. la venta de tabaco venezolano en puertos holandeses y el comercio ocasional (períodos de paz o de neutralidad) con las colonias inglesas, francesas, danesas y holandesas. (22) Las restricciones inglesas para el uso de moneda acuñada en Londres hizo que el signo español de las cecas americanas fuera usado para todo tipo de transacciones. El siglo XVIII presenta una Norteamérica incrustada en el área de los pesos y doblones. (23 Antes de 1765 el comercio ultramarino se hallaba en buena parte en manos americanas. Los autores de Noticias Secretas de América escribían: "Si volvemos los ojos a los puertos del mar veremos que tanto comercio hacen ellos (los criollos) como los europeos..., que no hay duda que ahora lo hacen en parte, mayormente cuando siéndoles entonces más considerables las ganancias por ser menos, su atractivo inclinaría toda su atracción más a ellas", pag. 328. (24) Noticias sobre los campos, etc. pp. 420 ‐ 421. "Podemos decir, con verdad, que los Americanos tienen sus Indias en Europa". IBID, 430 ‐ 431. 54
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En México hubo de producirse un fenómeno similar, extendiéndose sus efectos al interior. En Saltillo, "entre los comerciantes de la villa se han hecho dos partidos: criollos y gachupines, que perturbaban la paz pública, y como los primeros en mayor número y de mejores caudales tienen oprimidos a los últimos, los mortifican cuanto pueden". MORFI, Juan A. Viaje de Indias y Diario del Nuevo Mundo, p. 391. (Visita pastoral de 1777 a 1778). (25) Breve relación Geográfica y Política de la Gobernación del Río de la Plata, que envió en 1760 a pedido del Rey de España. Archivo del Museo Mitre, Armario BC 18 p. 2 Buenos Aires. Estos comerciantes opulentos habían introducido "mucho número de coches y calesas". Sus fortunas se multiplicaron con el libre comercio al punto que la plutocracia porteña de principios del siglo XIX, casi su totalidad, se formaba de nativos de América. (26) LAFUENTE MACHAIN, R. Buenos Aires en el siglo XVIII, T. II p.7. (27) Las naves de Medina atendieron el tráfico con Malvinas y la Patagonia. (28) El editor de Noticias Secretas de América en la nota de la pag. 459 da la lista de las compañías inglesas que remplazaron a los dueños de minas de México, Perú y Río de la Plata, formadas en Londres "en el espacio de poco más de un año". En total eran veinticuatro. Otro autor mexicano se ocupa de ese traspaso de explotación metalífera que habían monopolizado condes y marqueses mexicanos del XVIII. ZAVALA. Silvio, LA Revolución, la Independencia, la Constitución de 1824. (29) Ese año los bergantines ingleses Julie y Wevel Par desembarcaron en Buenos Aires 10.9 91 onzas de oro de los empréstitos contraidos en Gran Bretaña.
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CAPITULO VI MONTEVIDEO Y LA INTEGRIDAD HISPÁNICA LOS TEATROS BÉLICOS La trascendencia del Apostadero como pieza decisoria en el juego militar y diplomático del siglo XVIII, se comprende mejor con una relación de hechos de guerra y acuerdos internacionales. Muestran un mundo hispánico en permanente milicia, enfrentándose, a menudo con desigualdad de fuerzas, a la conjunción enemiga. No siempre vencedor ni siempre vencido, cantó muchos péanes. Los celos forjados por supremacía de los siglos XVI y XVII lo llevaron a soportar combinaciones de antagonistas que fueron escomiendo su potencial tanto sustancial como de sobrefaz. No perdió vertiginosamente su condición de superpotencia. Consideramos un error, en el cual hemos caído tantos, alucinados por el esplendor de la obra misional de los siglos XVI y XVII. sin parangón en la historia de la humanidad, colocar la asociación hispana en plano de inferioridad en el siglo XVIII. Perdió parte, si, de su alma, viniendo a menos en la tarea misional por trabazones políticas y doctrinarias importadas. Pero en los padrones de la mecánica militar y económica de ese siglo no cedió lugar a los que en el XIX serian sus sucesores. Tuvo grandes horas que coincidieron con las grandes derrotas inglesas. Con reciedura enfrentó golpes combinados. Su pavés defensivo no sufrió daños que tantos diagnosticaran, ni se ablandó la cascara ferreña del pueblo para las reacciones de soberanía. Recién entrado el siglo XIX manos inexpertas y mentes mediocres la desvistieron de poder y enturbiaron su visión política. Influencias imponderables reñidas con el espíritu hispano diluyeron la fuerza acumulada en tradición multisecular. Mas que las armadas y los ejércitos enemigos hicieron las tendencias ideológicas reimportadas con rótulo liberal desnaturalizador. La francofilia primero y la anglofilia después, prefiguraron la "España de Pandereta" que, por paradoja la generación liberal del 98 ha tratado de borrar para lograr la emersión del pasado glorioso. La exposición cronológica de hechos bélicos y diplomáticos, dividida por teatros, presenta el mejor diagrama, tanto de una América del Sur como un Montevideo proyectados sobre Europa.
TEATRO BELICO MARÍTIMO A) En Europa (Atlántico y Mediterráneo) 1702-1711 Guerra de Sucesión Española. 1702 Fracasa ataque inglés a Cádiz. Incendio en la Bahía de Vigo, de la flota española procedente de América. Expedición Española a Nápoles. 1704 Frustrado desembarco anglo-holandés en Barcelona. Los ingleses se apoderan de Gibraltar, pero no de Ceuta. 1705 Sitio español de Gibraltar y bloqueo inglés de Cádiz. Ocupación de Barcelona por los ejércitos del Pretendiente austríaco. 1708 España pierde la plaza marítima de Oran. 1709 Cerdeña y Menorca ocupada por los ingleses. 1714 Los españoles reconquistaron Barcelona, abandonada por los ingleses y holandeses (compromiso de Utrecht). 1717 España reconquista Cerdeña. Felipe V organiza la marina española. 1718 Reconquista de Sicilia. La flota inglesa vence la española en Cabo Passaro. Cuádruple alianza (Austria, Francia, Inglaterra y Saboya) contra España. 1719 Un temporal destruye la flota española en Cabo Finisterre. Fracaso de la expedición española sobre Escocia y Bretaña francesa. Ataques combinados anglo-franceses en el Cantábrico. Una flota inglesa ataca, ocupa y saquea Vigo. 1720 España evacúa Sicilia y Cerdeña. Expedición punitiva española contra Marruecos. 56
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1724
Fundación de Montevideo.
1727 Sitio español de Gibraltar. 1731 Expedición anglo-española a Liorna. Revierten a la Corona española los Ducados de Parma y Toscana. 1732 Grande Armada española contra Marruecos (600 embarcaciones y 26.000 hombres al desembarco). Oran reconquistada y España neutraliza el dominio inglés sobre el estrecho de Gibraltar y el Oeste del Mediterráneo C1). 1734 Expedición española a Nápoles. Reconquista de Sicilia. Los Borbones españoles en el trono del sur de Italia. 1738 Guerra naval anglo-española. Corsarios españoles acosan la navegación inglesa. La flota de Indias burla el bloqueo de las aguas de la Península. Se amplía a América el teatro de guerra. 1740 Sitio español de Gibraltar. Amagos españoles de desembarco en Menorca e Irlanda. Fracasado ataque inglés contra El Ferrol. 1741-1742 Campaña de los tres Borbones en Italia. Una flota española apoya las operaciones terrestres. 1749 Fin de la campaña naval española en Italia. 1750-1760 Decenio de Paz. La inquietud seria tiene por escenario América. Ejércitos Hispanolusitanos libran la Guerra contra la Provincia Uruguaya del Tape (1754-1757) en aplicación del Tratado de Madrid (1750). (2) Hostilidades corsarias inglesas contra naves españolas neutrales. Recrudece la represión española de la actividad corsaria argelina. De 1752 a 1769 José de Córdoba y Ramos y de 1760 a 1764 Antonio de Córdoba y Laso, como jefes corsarios españoles barren las aguas mediterráneas de corsarios argelinos. 1761 Pacto de Familia. Alianza defensivo ofensiva naval entre los Borbones de Francia (Luis XV), de España (Carlos III) y de Nápoles (Fernando IV) para combatir el creciente poderío inglés. 1774-1775 Fracaso de la expedición española contra plazas fuertes de Marruecos (Meli-11a, Ceuta, Oran, Gomera y Alhucemas). (3) 1776-1777 Guerra marítima contra Portugal. Principales acciones en el Atlántico Sur de la, más poderosa flota enviada por España a ultramar. Institución del Apostadero Naval de Montevideo 1778 La escuadra combinada franco-española, de 68 navios, al mando de Luis de Córdoba, domina el Canal de la Mancha. 1779-1783 Guerra marítima de Francia y España contra Inglaterra en favor de las XIII Colonias; 1780, triunfo de la española sobre la inglesa en las Azores; rechazo de ataques ingleses en Antillas y América Septentrional; en Cabo Santa María la escuadra española vence a la inglesa apresándole 55 naves del convoy; 1781 nueva derrota naval inglesa en el Canal de la Mancha con pérdida de 24 velas; 1783 combate favorable a España en Cabo Espartel y reconquista de Menorca. La flota inglesa barrida del Mediterráneo. Paz con Turquía y compromiso de la Sublime Puerta de no auxiliar a los berberiscos; 1788: bombardeo español de Argel y neutralización de los corsarios argelinos. 1780-1781 Primera neutralidad Armada. Rusia, Suecia, Austria, Dos Sicilias, Holanda, Dinamarca y Prusia unidas contra los abusos del Almirantazgo inglés sobre los buques neutrales. (4) Dominio franco-español del Mediterráneo, Atlántico y Pacífico.
1780-1790
Decenio del apogeo marítimo español.
1784 Piratas berberiscos derrotan una escuadra española. 1785 Alianza familiar hispano-lusitana. (5) 1787 Se formaliza la creación del Ministerio de Marina Español. 1783-1793 La marina española orienta su actividad en la paz a la investigación oceánica y astronómica y a exploraciones de costas e islas en los océanos Atlántico, Pacífico e Indico. 1792-1795 Guerra Franco-Española. Desembarco anglo-español en Tolón. 57 Leslie Crawford
1795 España rompe sorpresivamente su alianza con Inglaterra y retorna al compromiso con Francia, en respuesta a las violaciones inglesas del derecho de navegación comercial español. España y la Confederación Americana de los EE. UU. de N. A., unen esfuerzos para frustrar las "visitas" inglesas en alta mar. 1796-1797 Se intensifica la guerra marítima. Derrota de la flota española en Cabo San Vicente, Mazarredo vence a Nelson frente a Cádiz. Nuevo fracaso de Nelson en Tenerife (Canarias). 1798 Nápoles conquistada por Napoleón. Menorca otra vez en manos inglesas. Presión rusa sobre España para que rompa su alianza con Francia. Una armada española rechaza la inglesa en la cesta Atlántica peninsular. Nelson aniquila la flota francesa en Abukir, una de las más completas de la historia naval. Recae sobre España el peso de la resistencia en el mar. 1799 Grave crisis económica española detiene el esfuerzo armamentista naval. Napoleón impone mando único a la flota combinada hispano-francesa. Resistencia de los mandos españoles encabezada por Mazarredo. 1800 Los ingleses son rechazados en Ferrol y Cádiz. El bloqueo inglés inmoviliza fuerzas navales hispano-francesas en puertos atlánticos y mediterráneos. Segunda Neutralidad Armada: Rusia, Suecia, Dinamarca y Prusia combinan sus esfuerzos. Ocupación inglesa de Malta. La Home Fleet señora del mar del Norte Océano Atlántico del Norte y Mar Mediterráneo. 1801: España y Portugal en guerra. Inglaterra recobra influencia en la Corte de Lisboa, a la que asiste en sus operaciones contra España. Batalla de Algeciras y derrota naval francoespañola. Sorpresa de Copenhague y destrucción de la flota danesa por Nelson. Inglaterra neutraliza el Báltico y el Mar del Norte. 1804 Inglaterra intensifica el bloqueo continental de Europa. 1805 Batallas de Finisterre y Trafalgar. destrucción de las flotas española y francesa. Inglaterra dueña de los mares. 1806-1807 Bloqueo continental impuesto por Napoleón con el apoyo español. Primera invasión inglesa al Plata. Ocupación de .Maldonado y Gorriti. Desembarco en Buenos Aires, reconquista de Buenos Aires por fuerzas combinadas de Montevideo y Buenos Aires. 1807 Segunda Invasión Inglesa. Asalto y ocupación de Montevideo. Fracaso del ataque a Buenos Aires. Rendición incondicional Inglesa y retirada militar conforme los términos de capitulación con cláusula de restitución de todo lo alzado. Omisión inglesa de restituir archivos, documentos y materiales de la Real Compañía Marítima de Maldonado. 1808
Junta de Montevideo.
1810 Junta de Buenos Aires. 1811 Alzamiento de la Banda Oriental y población de la región de Montevideo. Sitio de la plaza. 1812 Montevideo jura la Constitución Española de Cádiz. 1813 Artigas reclama los límites de 1777 (sector mediterráneo) y rompe formalmente vínculo político con España. 1814 Derrota de Napoleón. Capitulación de Vigodet en Montevideo y Tratado de París. 1815 Congreso de Viena. La Santa Alianza. Los territorios hispánicos de ultramar en reserva. 1816 Invasión militar de Portugal a la Banda Oriental y territorios misioneros. Reclamación española en el Congreso de Viena.
B)
ATLÁNTICO NORTE
1702-1711 Guerra de Sucesión Española. Ataques ingleses contra Florida. Ocupación de San Agustín y destrucción de Panzacola. 1724 Fundación de Montevideo 1742 Una flota de 32 barcos españoles fracasa en su intento de conquistar Georgia (América. Inglesa).
58
Uruguay Atlanticense y los derechos a la Antártida
1750-1760 Corsarios ingleses infestan el Atlántico Norte atacando naves españolas, exigiendo esfuerzos navales de consideración a los mandos hispanos. 1766 Institución del Apostadero Naval de Montevideo (6) 1779-1780 España e Inglaterra en guerra (7) Gálvez invade Florida occidental y ocupa Mobile. Colapso naval inglés en la bahía de Chesapeake. 1781-1782 España reconquista Florida Oriental y las plazas de San Agustín y Panzacola. 1796 Disuelta la alianza naval anglo-española de 1792 a 1795, una flota hispana destruye más de cien naves mercantes inglesas en aguas de las XIII Colonias y Canadá.
C)
MAR ANTILLANO — GOLFO DE MEXICO
1702-1711
Guerra de Sucesión Española.
1707-1708 Ataque inglés a La Habana y golpe sobre la flota de Tierra Firme. Operaciones contra Tabasco (México), Puerto Rico y Trinidad. Ocupación inglesa de Bahamas. Corsarios ingleses bloquean puertos españoles de México y Antillas. 1724
Fundación de Montevideo
1739 Ataque Inglés a Portobelo y La Guaira. Ocupación y retirada. Fracaso de Vernon frente a Cartagena. Anson acomete las costas occidentales sudamericanas y fracasa ante Panamá y Acapulco. 1762 Guerra contra Inglaterra. Ocupación inglesa de La Habana. 1766 Institución del Apostadero de Montevideo 1781-1782 Expulsión de los ingleses de Belice, Providencia y las Bahamas. Ataques ingleses frustrados contra Puerto Rico y victoriosos en Trinidad. 1783-1785 Gestiones de Miranda por sublevar Venezuela y Colombia con apoyo inglés. 1805 La armada franco-española frustra una operación de Nelson contra posesiones antillanas. (Ultima acción favorable frente a Inglaterra). Batalla de Trafalgar, 1806-1807 Doble fracaso y capitulación inglesa en el Río de la Plata.
D)
OCÉANO PACIFICO
1702-1711
Guerra de Sucesión Española.
1709 Los ingleses atacan Guayaquil, saqueándola. Apresan naves de la carrera AcapulcoFilipinas. Recrudece la actividad corsaria en el Pacifico e Indico. 1723-1730 Blas de Lezo limpia de corsarios las aguas de Chile y Perú y captura seis navios de línea ingleses. 1724
Fundación de Montevideo
1740 Anson cruza el Cabo de Hornos y se presenta ante las Islas de Juan Fernández. Fracasa ante Valparaíso. Saquea Paita y es rechazado en Panamá y Acapulco. 1743 Armadilla inglesa derrotada en Cabo de Hornos. 1762 Ocupación inglesa de Manila. Resistencia española en el interior. La piratería musulmana se asocia a los corsarios ingleses. Por años distrae fuerzas navales españolas en el área de la región marítima Filipinas Maluco y Célebes. 1776
Institución del Apostadero de Montevideo.
1781 Fracaso inglés de apoyo a Tupac Amaru. 1784 Desembarcos rusos en la costa norte de Alaska. 1789 Naves españolas desalojan ingleses de Nootka Sound (Vancouver). 59 Leslie Crawford
1790-1796 Expediciones pesqueras inglesas con apoyo naval a las costas occidentales de América del Norte. (8) Se extienden a Sudamérica Occidental.
E)
ATLÁNTICO SUR
1702-1711 Guerra de Sucesión Española. Conflictos con Portugal e Inglaterra en el Río de la Plata. (Colonia del Sacramento). 1713 Tratados de Utrecht y devolución de la Colonia a Portugal. Apertura del Atlántico hasta el paralelo 35, para Inglaterra.
Sur,
1720 batalla de Maldonado y derrota de la piratería francesa. 1723, Los portugueses que desembarcan en la Bahía de Montevideo son expulsados de inmediato. 1724
Fundación de Montevideo
1737 Comienzo de la ocupación portuguesa de la costa atlántica. Rotura de la línea de Vacaría y avance hacia la región de las Lagunas. 1739 Anson recorre la costa atlántica, cruza el Río de la Plata, invade el Mar Epicontinental y pasa por el Estrecho de Drake (Ruta del Cabo de Hornos) hacia el Pacífico. La presencia inglesa alienta operaciones marítimas portuguesas. Una flotilla lusitana apoya la operación de penetración terrestre realizada por Silva Paes pero fracasa ante Maldonado. 1762 Ceballos ocupa la Colonia del Sacramento y apresa 26 naves inglesas. Primera, liquidación de planes ingleses de ocupación militar del Río de la plata. (La aventura de penetración comercial liquidada en 1750). 1764 Francia desembarca en una de las Malvinas. 1766 Inglaterra ocupa otra de las Malvinas. 1767 Expedición Ruiz Puente. Recuperación española de las Malvinas, con partida desde Montevideo. 1770 Los ingleses son expulsados de las Malvinas por otra acción naval dirigida desde Montevideo. Retornan al poco tiempo. 1774
Inglaterra abandona las Malvinas.
1776 La flota portuguesa ataca la española en el Río San Pedro. Guerra contra Portugal. La más brillante expedición naval española llega a Montevideo al mando de Casa-Tilly. Nueva conquista de la Colonia. Paseo militar y naval hasta Santa Catalina. Institución del Apostadero de Montevideo. Tratado de San Ildefonso. Fijación de la frontera marítima y lacustre hispanolusitana en la América del Sur, entre Chuy y la margen oriental de las lagunas. Montevideo base de operaciones futuras sobre la costa africana. (Incorporación de Fernando Poo y Annobon al área del Río de la Plata). La definición de San Ildefonso representa un trueque de uti possidetis. El de la región filipina, por el reciente de la zona oriental de la Provincia Uruguaya del Tape. 1780-1784 Fundaciones de pueblos portuarios en la Patagonia por el Apostadero de Montevideo. 1787 Tensión hispano-holandesa por la navegación por el Cabo de Buena Esperanza y revalorización de la ruta del Cabo de Hornos y Estrecho de Magallanes. 1790 Naves del Apostadero de Montevideo al mando de Antonio de Córdoba y Laso rechazan incursiones navales francesas. Protección de las comunicaciones del Río de la Plata hacia el Perú por la vía marítima del Cabo de Hornos y Estrechos. 1801 Guerra hispano-lusitana. Naves del Apostadero alejan corsarios ingleses y hacen muchas presas. Corsarios montevideanos extienden operaciones al Océano Indico. Fuerzas irregulares portuguesas invaden las Misiones Orientales, ocupando los Siete Pueblos. Portugal desiste atacar Montevideo y Maldonado por el lado del mar, reconociendo su poderío y artillería. 1805
Batalla de Trafalgar.
1806-1807 Doble fracaso inglés de ocupar el Río de la Plata. 60
Uruguay Atlanticense y los derechos a la Antártida
1S08 La marina española de Montevideo mantiene su lealtad a la Junta Peninsular y rechaza incitaciones de la Princesa Carlota. 1810-1814 El Apostadero de Montevideo y el Gobierno Militar asumen la responsabilidad de mantener la ciudad, fuerzas navales y Banda Oriental dentro del Estado Español. El pronunciamiento artiguista reduce el área de poder Territorial del N. del Río de la Plata a la ciudad amurallada. En junio de 1814 por Pacto con Buenos Aires, el Apostadero, las Malvinas y la Patagonia pasan en depósito a Buenos Aires, con compromiso de su reintegración.
A) TEATRO BÉLICO TERRESTRE EN EUROPA 1702-1711 Guerra de Sucesión Española. Inglaterra, Austria. Holanda firman en La Haya una alianza en 1702 para sostener al pretendiente austríaco. Se unen en 1703 en Ratisbona, Portugal, Saboya y la Dieta Imperial. 1702 Felipe V desembarca en Nápoles y aplasta la rebelión contra el Virrey español. Asistido por un ejército francés derrota en el Po las fuerzas imperiales y asegura el Milanesado para España. 1703 Tropas españolas en Italia expulsan a los alemanes de Vercelli. Derrotan un ejército angloholandés en los Países Bajos. 1704 Desembarco de 8.000 ingleses y 6.000 holandeses en Lisboa, para apoyar el frente lusitano pro austríaco. Un ejército español opera en el Rin. Se extiende la guerra en suelo español. Tropas españolas invaden Portugal y ocupan Alentejo, Castelho Branco y otras localidades. 1705 Rebelión en varias provincias españolas contra Felipe V. Valencia y Cataluña ocupadas por ingleses y holandeses. Aragón se pronuncia por el Austríaco. 1706 Fracasa ataque de Felipe V contra Barcelona. Otro ejército anglo-portugués invade España, Caen Alcántara y Ciudad Rodrigo. Ocupación momentánea de Madrid. 1707 Inglaterra vence en Ramilliers y rinde Malinas, Bruselas y el Brabante Español. España pierde Flandes. Triunfos parciales españoles en Italia. Los imperiales ocupan el Milanesado. Nápoles reconoce al Pretendiente. Batalla decisiva de Almansa en España y reconquista de Valencia Zaragoza y Ciudad Rodrigo. Retirada anglo-lusitana hacia la frontera. 1708 Éxitos favorables de Felipe V, neutralizados por la caída de Oran en poder de los argelinos asistidos por ingleses, alemanes y holandeses. 1709
Continúa la guerra en los Países Bajos, Italia, Alemania y España.
1710 Derrota castellana en Zaragoza. El austríaco entra en Madrid que abandonó bajo presión popular. Victorias de Brihuega y Villaviciosa. 1711 Paz de Urtrecht. Felipe V reconocido Rey de España por las Potencias enemigas. Sumisión de Barcelona y fin del conflicto. 1718 España recupera Sicilia. 1719 Francia declara la guerra a España, se apodera de las provincias vascongadas e invade Cataluña, 1724 Fundación de Montevideo 1733 España en guerra con Austria expulsa los imperiales de Nápoles y Sicilia. (establece la línea de reyes borbónicos de las Dos Sicilias. 1740-1748 Guerra de España (contra Austria e Inglaterra. Escenario: Italia. Paz de Aquisgrán. 1750-1760 Diez años de paz y neutralidad. 1761 Pacto de Familia. España asume responsabilidad en guerras de Francia. 1762 Guerra contra Inglaterra. España. invade Portugal aliado de Inglaterra y ocupa Almeida. Las acciones con Inglaterra se libran en el mar. 1766 Motines de Madrid, Zaragoza, Guipúzcoa, Andalucía, Aragón y Navarra debilitan el esfuerzo bélico español.
61 Leslie Crawford
1767 Expulsión de los Jesuitas. Campaña publicitaria contra España. Recrudece la Leyenda Negra. Inglaterra inicia en 1767 la política de atracción de los detractores hispanos católicos. 1774-1775
Guerra contra Argel.
1792-1795 Alianza con Inglaterra y guerra contra Francia. Invasión del Rosellón, toma de Hendaya y otras poblaciones francesas. Derrota francesa en Aragón. Cambia la suerte de las armas y Francia se apodera de Rosas y Figueiras, en Cataluña, San Sebastián y Tolosa, en las Vascongadas. Reacción española en 1795. Avance en Cataluña y derrota en Vasconia. Nueva alianza con Francia. 1801 España invade Portugal. Triunfos limitados (Guerra de las Naranjas). 1802-1807 España unida a Francia se compromete en guerras terrestres. 1808 Los ejércitos napoleónicos en marcha sobre Portugal ocupan España. Motín de Aranjuez. Murat entra en Madrid. Abdicación de Carlos IV. José Napoleón, Rey de España. Levantamiento del pueblo madrileño. La revolución independentista incendia toda España y contagia los reinos ultramarinos.
II)
EN AMERICA
1702-1711
Guerra de Sucesión Española.
1701-1708 Conflictos con Portugal motivan el traslado de Santo Domingo Soriano como bastión de sitio de la Colonia del Sacramento, tomada en 1705 y devuelta en 1716. 1715 Agentes comerciales ingleses se establecen en el Río de la Plata. (Las Vacas). 1723 Fugaz ocupación portuguesa de la Bahía y accesos de Montevideo. 1724 Fundación de Montevideo 1730-1731 Indios minuanos y charrúas instigados por Portugal hacen la guerra a los pobladores montevideanos. 1735-1737 Invasión portuguesa del Río Grande del Sur. Llega hasta la región lacustre y campos misioneros. Fortificaciones portuguesas en el oeste de la Laguna Merín. Paes Leme llega hasta Maldonado y se retira. 1739-1740 Ataques ingleses contra puertos y costas americanas movilizan lis milicias nacionales de todo el Nuevo Mundo. 1754-1757
Guerra hispano lusitana contra los pueblos Tapes.
1762-1763 España retoma la Colonia del Sacramento. 1776-1777 Guerra contra Portugal. Conquista definitiva de la Colonia. Un gran ejército y una poderosa flota española vencen las fuerzas invasoras lusitanas y avanzan hasta Santa Catalina. Institución del Apostadero Naval de Montevideo Paz de 1777. 1778-1784 Fundación de poblaciones en la Patagonia y posterior abandono con excepción de Carmen de Patagones y San José. Conversión de Puerto Deseado en establecimiento de pesca y caza pelágica. Pragmática de Libre Comercio en favor de Buenos Aires y de Montevideo (1778). 1781-1782
España expulsa los ingleses de Belice y reconquista la Florida.
1801-1804 Guerra contra Portugal. Ocupación lusitana de las Misiones Orientales y del territorio neutralizado, por bandas irregulares. 1806-1807
Doble derrota inglesa en el Río de la Plata.
1811 Invasión portuguesa de territorio uruguayo para expulsar fuerzas bonaerenses y orientales que sitiaban Montevideo. Armisticio de 1811. 1814 Por Pacto (Capitulación) con Alvear, Vigodet entrega Montevideo, así como los establecimientos patagónicos, en depósito al Gobierno Bonaerense insurgente.
TEATRO DIPLOMATICO (10) 62
Uruguay Atlanticense y los derechos a la Antártida
1709 Conflicto de la Corte de Felipe V eos Roma. En represalia por el reconocimiento del pretendiente austríaco, es cerrada la Nunciatura en Madrid. Expulsión del represéntame del Papa. Ruptura de relaciones. Triunfo del regalismo y fin del poder político universal del Papado. (11) 1711 Inglaterra abandona la alianza con el austríaco el 8 de octubre y firma en Londres la Paz con Francia el 29 de enero de 1712. Se inician en Utrecht negociaciones a las que se adhieren Holanda, Portugal, Saboya y Prusia. 1712 Tratado de tregua y armisticio franco-español con Inglaterra (19 de agosto) Felipe V renuncia la Corona de Francia (5/XI). 1713 Inglaterra y España negocian Tratado por el que se concederá a la primera el Asiento de Negros. Otro tratado provisional de paz se firma el 19 de mayo. Tratado entre Inglaterra y Saboya con España (11 abril). Se firman con Inglaterra tres actas en Madrid, 26 de marzo sobre asiento de negros en el Río de la Plata, 27 de marzo sobre paz y amistad y 1 de julio, preliminar de Comercio. 1714 Tratado entre España y Holanda (26 de junio). 1715 Tratado entre España y Portugal (6 de febrero). Se establece en las Vacas el Asiento inglés. 1717 Se proyecta la fundación de Montevideo. Reapertura de la nunciatura en Madrid y nuevo cierre. 1718 Inglaterra declara la guerra a España (28 de diciembre). Traslado del Asiento inglés a Buenos Aires. 1719 Francia en guerra con España (9 de enero). 1720 En La Haya España firma la paz con Inglaterra y Francia. 1723 Intento portugués de ocupar la península de Montevideo. 1724 Fundación de Montevideo, 1725 Tratado de paz entre España y Austria. El emperador renuncia sus derechos sobre el trono español (10 de abril). Tratado de comercio y navegación hispanoaustríaco (1 de mayo). 1727 Tratado de París. Alianza franco española y paz con Inglaterra (31 de mayo). Confiscación del Asiento en el Plata. 1729 Tratado de Sevilla de paz, unión, amistad y alianza defensiva entre Francia, España e Inglaterra. Restitución del Asiento. 1730 Extinción del Asiento. 1731 Tratado hispano inglés con Austria. 1733 Primer Pacto de Familia (7 de noviembre). Instauración de la dinastía borbónica en las Dos Sicilias. 1737 Concordato con Roma. 1738 Tratado de Paz de Viena (18 de noviembre). 1739 Inglaterra declara la guerra a España (30 de octubre). 1748 Tratado de Aquisgrán. Fin de la guerra continental (Guerra de los Siete Años) España y Francia contra Inglaterra y Austria (1740-1748). 1750 Tratado anglo español complementario del de Aquisgrán. España paga reparaciones por la anulación del Asiento y otorga ventajas comerciales. (12) Tratado de Madrid por el cual se ceden a Portugal territorio de Río Grande del Sur y las Misiones Orientales. 1756
Nuevo concordato con Roma.
1761 Anulación del Tratado de Madrid. Revierten a la corona española las tierras cedidas en 1750. Reconocimiento del uti possedetis precario y tardío de Portugal en tierras de la Provincia Uruguaya del Tape de 1735 en adelante. Renovación del Pacto de Familia. (13) El bloque borbónico representa la alianza ofensiva-defensiva más poderosa del siglo, agregando prestigio a la posición española. 1762 Inglaterra aliada de Portugal declara la guerra a España y Francia (2 de enero). 63 Leslie Crawford
1763 Tratado de Paz de París (10 de febrero). Inglaterra se obliga destruir instalaciones en Belice conservando el derecho de tala de palo campeche. Desocupa Cuba y Filipinas. España renuncia derechos de pesca en Terranova, cede a Inglaterra la Florida y Bahía de Panzacola. Retorna la Colonia a Portugal, Francia compensa a España cediéndole la Luisiana. 1767 Tratado Hispano marroquí (28 de Mayo). (14) Expulsión de los jesuitas de España, América y Filipinas. Recrudecimiento de la literatura antiespañola (leyenda negra de fuente católica que completa la de inspiración protestante). 1776 Institución del Apostadero de Montevideo. Declaración de Filadelfia. Independencia de Norteamérica. 1777 Tratado de San Ildefonso. Portugal y España fijan los límites de sus posesiones en América. 1778 Tratado de amistad, garantía y comercio hispanoportugués. La Colonia entregada a España. Portugal cede, además, Annobón y Fernando Poo y renuncia títulos sobre Filipinas, Marianas y otros archipiélagos de Oceanía 1779 Guerra contra Inglaterra en apoyo de la Revolución americana por cuestiones de navegación (23 de junio).
1782 Tratado de Paz con Turquía. 1783 Tratado de Paz de Versalles entre Francia y España con Inglaterra. 1784 Tratado de España con el rey de Trípoli. 1786 Tratado con Marruecos. Cese del corso y la esclavitud de prisioneros cristianos; apertura de un consulado español en Argel y libertad do culto para católicos. 1787 Alianza anglo-española contra la pretensión holandesa de estorbar la navegación por el Cabo de Buena Esperanza. 1790 Tratado de El Escorial, del 28 de octubre. Inglaterra y España acuerdan que sus súbditos no fueran perturbados ni molestados en los mares del Sur y Pacífico y en desembarcos en tierras no ocupadas. Inglaterra se compromete no navegar ni pescar a distancia de 10 leguas de las tierras ocupadas por España, ni forzar establecimientos en ellas (Renuncia inglesa de títulos sobre Malvinas y Patagonia basados en ocupaciones temporales). 1791 La Convención francesa declara la guerra a España (7 de marzo). España declara la guerra a Francia (23 de marzo). Alianza anglo española (29 de diciembre. 1794 Convenio anglo español declarando puerto libre a Nootka. Compromiso conjunto de no establecer allí bases permanentes. 1795 Paz de Basilea (22 de julio). Francia devuelve a España todos los territorios ocupados y esta entrega a Francia la parte occidental de Santo Domingo. La paz se extiende a Holanda. España re separa de la alianza con Inglaterra y se asocia ofensiva y defensivamente con Francia. Tratado de San Lorenzo el Real entre España y los Estados Unidos de América. Facilidades de navegación y asiento de consulados norteamericanos en ciudades y puertos de Hispanoamérica. 1796 Tratado de San Ildefonso. Ratificación de la paz de Basilea. España y Francia se garantizan mutuamente los territorios, plazas e islas que poseyeran. 1800 Tratado de San Ildefonso. Francia cede Luisiana a cambio de ayuda naval. Tensión entre los mandos francés y español. Napoleón exige apoyo para socorrer Malta y ocupar Egipto. Masarredo reclama prioridades para la reconquista de Menorca. 1801 Francia presenta ultimátum a España para que declare la guerra a Inglaterra (29 de enero). Tratado de Luneville (9 de febrero). Acuerdo sobre los ducados de Parma y Toscana. España y Francia convienen formar cuatro escuadras combinadas (13 de febrero). Una para operar en costas brasileñas y las restantes en Irlanda, Trinidad-Bahamas y bloqueo del Mediterráneo. Tratado de Londres (1 de octubre) España cede Trinidad a cambio de Menorca. 1802 Tratado de Amiens. Ratificación del de Londres (27 de marzo). 1803 Ruptura de los tratados de Amiens y Londres.
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1805 Ratificación de la alianza franco española (4 de enero). Desastre de Trafalgar. Las logias masónicas instaladas en puertos americanos se entienden directamente con Inglaterra (rito escocés) separándose de la línea pro francesa del Gran Oriente de España y de las Indias. 1806 Napoleón establece el bloqueo continental para neutralizar el bloqueo marítimo de Inglaterra. Tratado de Fontaneibleau. Invasión de Portugal. 1807 Convenio entre Francia y España para la partición de Portugal. La corte de Lisboa se traslada a Río de Janeiro. 1808 Un ejército francés de 100.000 hombres entrados bajo pretexto de la alianza contra Portugal ocupa España. Abdica Carlos IV en favor de Fernando VII. Este a su vez lo hace en Bayona en favor de Napoleón. Alzamiento popular del pueblo español. Formación de Juntas. La primera en América es la de Montevideo (20 de setiembre). 1809 Se instala la Junta Suprema que en 1810 pasa a Cádiz. 1810 Consejo de Regencia. 1811 Alzamiento de Artigas. Es retirada la guarnición española de Malvinas, permaneciendo el grupo poblador. 1812 Constitución de Cádiz. Se jura en toda América. 1814 Derrota napoleónica en España. Retorno de Fernando VIl Abolición de la Constitución de 1812. instauración del absolutismo. Vigodet entrega Montevideo a Buenos Aires en condición de Depósito. Tratado de París. Congreso de Viena. (1815)
CONSIDERACIONES BÁSICAS La intercalación de la fecha de fundación de Montevideo e Institución del Apostadero en cada Teatro es revelación que el punto geográfico y la jurisdicción oceánica constituyen piezas fundamentales del juego diplomático y de la mecánica bélica de España. Pertenecen a ese engranaje. Si engazan con procesos del Virreinato posteriores a la creación de este, será por necesidades de reacciones sincrónicas y armónicas. Es equivocación mayúscula confundir como una sola expresión Gobernación de Montevideo (jurisdicción territorial bajo dependencia judicial y administrativa del virrey de Buenos Aires) y Apostadero Naval de Montevideo, Patagonia e Islas Malvinas (jurisdicción ligada directamente al rey español a través de la jerarquía naval). Los acontecimientos marítimos, terrestres y diplomáticos muestran el Apostadero en función de esos procesos. No así Buenos Aires erigida en virreinato por necesidad administrativa y reestructuración militar territorial. Un acto real indicado por el desarrollo de la sociedad hispana del interior argentino, al que se llegaba con o sin el proceso internacional que fue la razón de ser del Apostadero Naval de Montevideo. II El Apostadero respondió a una logística superior. Se le indicó como institución permanente por las planas más selectas de la dirección militar y naval española, participantes de la más memorable expedición que España enviara al Nuevo Mundo en toda su historia. La precariedad de creación del virreinato del Río de la Plata por cédula del 1? de agosto de 1776 precisó la confirmación para su estructura permanente de la cédula del 27 de octubre de 1777. La institución del Apostadero es del 9 de agosto de 1776. El verdadero primer virrey fue Vertiz, nombrado en junio de 1778. Sobre provisionalidad del virreinato, cf. RAVIGNANI, op. cit. págs. 5 9 a 6 2. III Buenos Aires era bisecular en el año de la creación del Virreinato. La plaza marítima de Montevideo contaba medio siglo en el momento de la institución del Apostadero, con sus facultades absolutas para proceder en la alta mar del área hispana: como Virreina del océano. IV
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De 1766 a 1776 las Malvinas dependieron del virreinato del Perú a través del gobierno del Río de la Plata. No hubo una tradición añejada de virreinato rioplatense en el ejercicio del dominio insular. De 1766 a 1776 transcurren diez años; de 1776, año del Apostadero, a 1814 año de la Capitulación de Vigodet, pasaron 3 8 años.
LAS FECHAS CLAVES PARA MONTEVIDEO 1766 Institución del Apostadero de La Habana como departamento naval ultramarino. 1776 Concentración naval en el Río de la Plata; campaña marítima contra la Colonia e Isla Santa Catalina. Institución del Apostadero Naval de Montevideo, Patagonia e Islas Malvinas, con todas las manifestaciones de un departamento naval ultramarino. Creación del virreinato del Río de la Plata. 1778 Ordenanzas del Libre Comercio. 1778—1798 Cuatro lustros luminosos de poderío de Montevideo. Montevideo centro director de poblamiento de la costa patagónica. 1796 Reunión en una sola persona de las potestades de gobernador y jefe de Apostadero. Momento culminante de la guerra entre España e Inglaterra. 1810-1814 Depositaría de los últimos títulos españoles en el Atlántico Sur.
LAS FECHAS CLAVES DEL DESCUBRIMIENTO ANTARTICO Tomamos de MUSSO, Antártida Uruguaya, pág. 74, las fechas decisivas de la penetración antártica. Revelan que Montevideo fue punto de partida de las más profundas y que marinos españoles precedieron a Cook. FORMACIÓN TETRARQUINA SINÓPTICA De Viana 1757 De Molina 1784 Bustamante 1797 Beresford 1806 De Courey 1810 Jewit 1837
de Madariaga 1770 Metcalf 1786 Huidobro 1804 Auchmuty 1806 Romarate 1812 Smith 1819
Kerguelen 1771 Oyarbide 1786 Bristol 1805 Browne 1807 Brown 1813 Bellinghausen 1819
Cook 1772 Malaspina 1789 Vigodet 1807 Hasselbourgh 1810 Campbell 1814 Palmer 1820
EL, MONTEVIDEO TEMIBLE DEL SIGLO XVIII Todos estos acontecimientos son libro abierto para demostrar que la sociedad de reinos hispanos desarrolló una estrategia naval perfeccionada en todos los océanos. En lo particular de Montevideo ejerció el Poder Naval (Sea Power) sustentado, de acuerdo con la concepción marítima privante en el XVIII-XIX, en esta fórmula de sumandos: Marina de Guerra + Marina Mercante + Bases + Posición geográfica + Aptitud social = Producción + Tráfico Marítimo + Mercados + Función pobladora + Tarea de descubrimiento. Todo bajo el impulso y dirección de una oficialidad calificada, con alta preparación y experiencia en todos los mares. El Apostadero conoció los mejores marinos de la época que alcanzaran las más altas jerarquías de la Armada Real Española. PUNTO DE APOYO PARA LA EXPERIENCIA NAVAL MAS GRANDE DEL XVIII En 1776 llegó la más brillante expedición española que sentó bases en el Apostadero. Presentamos algunos de los más altos jefes que comandaron o sirvieron en las naves de la
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escuadra del marqués de Casa-Tilly (Francisco Xavier Everardo Tilly y García de Paredes), que llegó a Capitán General de la Armada: Ignacio de Olaeta, que más tarde mandó el Ardilla, de servicio entre Montevideo y Patagonia. Héroe de Trafalgar y Jefe de Escuadra; Pedro Pablo Sanguinete, en 1796 viajó al Cabo de Hornos y Patagonia. Comandante de las Malvinas; Federico de Gravina, su fragata Clara naufragó en el Banco Inglés, Héroe de Trafalgar; Ramón Topete, en 1778 tuvo comando en la expedición a Fernando Poo, Jefe de Escuadra ; Diego Albear, gobernador de las Malvinas, miembro de la comisión de límites de 1777, realizó trabajos cartográficos y observaciones astronómicas en el Plata; Domingo de la Nava; gobernador de Malvinas, Jefe de Escuadra; Francisco Xavier de Melgarejo, reocupó Malvinas en 1766; en 1763 frente a Colonia había combatido heroicamente con su nave Victoria contra un navío inglés y una fragata portuguesa, Teniente General de la Armada; Juan A. Gutiérrez de la Concha, combatiente en distintos mares, integró la Expedición Malaspina, volvió a Montevideo como integrante de la comisión demarcadora de límites en 1804, condujo tropas de infantería para la reconquista de Buenos Aires, Intendente de Tucumán, fusilado junto con Liniers; Julián de Retamoso, Teniente General de la Armada; José Rodríguez de Arias, héroe de Trafalgar, Capitán General de la Armada; Sebastián Ruiz de Apodaca, Teniente General de la Armada; Antonio Osorno y Herrera, Teniente General de la Armada. Tales algunos de los marinos testigos del nacimiento oficial del Apostadero de Montevideo. TEATRO DE EXPERIENCIA NAVAL Ofrecemos otra lista de marinos de significación que actuaron en Montevideo: Antonio Rodríguez Valcárcel, viajó al Plata en el África, Teniente General de la Armada; José Rojas y Recaño, teniente General de la Armada; Jacinto de Romarate, Jefe de Escuadra; Juan de Dios Topete, Teniente General; José Primo de Rivera, dirigió el bloqueo de Buenos Aires de 1810 a 1812, Teniente General; Francisco de Paula Osorio, mandó en Montevideo la urca Amalia, Jefe de Escuadra; Andrés Reggio, siciliano, Teniente General; Joaquín Ibáñez de la Corbera, sirvió en Malvinas, realizó trabajos hidrográficos en el Plata, Héroe de Trafalgar; Antonio de Escaño, desempeñó en Montevideo destino en tierra (1774-1777), Teniente General, Ministro de Marina y miembro del Consejo de Regencia de 1810; Fernando de Bustillo, comandó en Montevideo la urca Amalia y posteriormente la fragata Cabeza, cuyo último destino fue El Callao; Alejo Berlinguiero de la Marca, viajó a Patagonia con Perlier, profesor de pilotos de El Ferrol. Hubo otras figuras de primerísimo orden. Los Jefes-Gobernadores Bustamante y Guerra (en 1770 en Filipinas, en 1783 en México y en 1789 al comando de la Atrevida) y Ruiz Huidobro. Es singular que los virreyes clave de la base terrestre occidental del Plata (puerto seco de Buenos Aires) fueran Liniers y Cisneros en el siglo XIX. Y que los responsables del cinturón oceánico Pacifico del Sud en el período de fuerza montevideana, Manuel de Guirior, virrey de Nueva Granada (1771) y de Perú (1775); Gil de Taboada y Lemos, en el Perú (1796) fueron todos marinos. Antecedentes más que sobrados para demostrar que la creación de Montevideo, su estructuración naval, las funciones de sus mandos, etc., no fueron fruto de improvisaciones ni proyectos basados en referencias (datos de segunda mano). Ese mando con sentido de poder temible transmitió un espíritu a nuestra marina incipiente, con pivot en la escuela gaditana. Trascendió al período de la Independencia. Las mediciones se hacían en 182 8 por el meridiano de Cádiz. El de Greenwich lo anulará en el momento que en materia marítima y política naval se comience a pensar en inglés en el ecúmene hispano.
NOTAS DEL CAPITULO VI (1) España había tenido libres las aguas mediterráneas desde Gibraltar hasta Italia, apoyada por Génova. Dominio marítimo iniciado en el siglo XIII con la conquista aragonesa de las Baleares y en el XV por la ocupación de Italia. Con los navegantes catalanes y almogáraves había extendido en el XIII su dominio sobre el Mediterráneo levantino, ocupando Grecia y el Mar Egeo (Roger de Flor). Con la asistencia de la Orden de Malta dominó, con intervalos cortos, la cuenca occidental hasta 18 00, año en que los ingleses se apoderan de la isla. (2) Influencia anglo portuguesa en la corte matritense. Se inicia la recuperación naval a instancias del marqués de Ensenada, cuya máxima fue: a flota inglesa igual flota española. Advertida Inglaterra obligó su renuncia paralizando el proyecto en mitad de ejecución. (3) Tentativa española para dominar la costa noroccidental de África explotando la concentración naval inglesa en los puertos de América del Norte. (4) El principio fundamental que inspiró esta Primera Neutralidad Armada: "Ningún barco neutral será detenido, salvo por causa justa y en virtud de claras pruebas". Estados Unidos de Norteamérica y España reconocieron 67 Leslie Crawford
estos principios pero no se alinearon con la alianza. Inglaterra quedó desprovista de amigos y auxiliares. Gran conmoción causó en las Islas Británicas la pérdida de prestigio y la gran crisis económica y financiera derivada de la exclusión de aquella fuente de materias primas. (5) La infanta Doña Carlota casó con el infante Juan de Portugal, y el infante Gabriel de España con la infanta Ana María Victoria. Eclipse de la influencia británica sobre Portugal, iniciada en 1703. (6) El Apostadero de La Habana fue el primero que hubo con las mismas atribuciones que los Departamentos de la Península. (7) Inglaterra retiró en 1774 sus naves del Atlántico Sur y Norte para concentrarlos frente a Nueva Inglaterra en rebeldía fiscal. Es el período de la frase de Jorge III en respuesta de la petición cuáquera de Filadelfia (Setiembre de 1774). "La suerte está echada; las colonias deben someterse; no deseo apelar a medidas más severas, pero no podemos retroceder". (8) Conducta enjuiciada por cédula del 7 de octubre de 179 6, conocida por Manifiesto contra la Inglaterra. "No me dejaron duda de la mala fe con que procedió la Inglaterra, las frecuentes y fingidas arribadas de buques ingleses a las costas del Perú y Chile para hacer el contrabando y reconocer aquéllos terrenos bajo la apariencia de la pesca de la ballena". (9) Las guerras hispanoamericanas tan frecuentes en el mar en la península ibérica no tuvieron siempre su reflejo en América. Fuera de las acciones bélicas sobre la Colonia del Sacramento y la gran expedición de Ceballos no hubo otras de importancia. Los avances portugueses se hicieron por translimitación, convertida en principio de uti possidetis. (10) La imposibilidad de España de ejercer una ocupación efectiva de vastos territorios y la liquidación de la línea de Tordesillas como principio de garantía determinaron que los convenios internacionales fueron en su mayoría colusorios para España. Hubo, en efecto, una democión de derechos que produjo una crasis territorial y un angostamiento oceánico. En el campo continental americano cedió posiciones ante Portugal y en la constelación insular antillana lo hizo en provecho de Inglaterra, Francia y Holanda. En el campo europeo el principio del equilibrio que hemos referido determinó que España cediera regiones vasallas. (11) "Que nadie vaya a Roma" comenzaba el punto 5 del Memorial de Macanaz del 19 de diciembre de 1713; "que nadie sea osado alegar la autoridad de las bulas La Coena Domini y Unam Sanctam, en el punto 4. (12) Resultó un acto de debilidad española por cuanto el escándalo financiero de 17 20 con la South Sea Co. fue provocado por la locura especulativa. Millares de ahorristas ingleses se arruinaron y hubo que indemnizarlos. España pagó 100.000 libras esterlinas. (13) Este pacto no fue propicio para España. Años de aplicación abrieron los ojos de dirigentes peninsulares. En la Instrucción Reservada de 1787 Floridablanca decía que Francia se consideraba "el mejor vecino y aliado de España", pero también "más grande, más temible y más poderoso enemigo", porque trataba de debilitar o frustrar los esfuerzos marítimos y comerciales españoles. (14) Los tratados de Marruecos, Turquía y Trípoli aliviaron las presiones piráticas que retenían fuerzas españolas en aguas mediterráneas y costas del NO Africano.
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CAPITULO VII RULE OF SEA EL MAYOR INCITADOR DE RESPUESTAS En capítulo anterior ofrecimos los cuadros de las guerras marítimas y terrestres libradas por la comunidad hispana en el siglo XVIII. Es difícil presentar un parangón para la duración del esfuerzo, que sólo tuvo un respiro de diez años frente a noventa de continuo batallar. Más, todavía, si se tiene presente que al tocar el noveno decenio su potencia alcanzaba una intensidad que no cedía preeminencias en cualquier campo de fuerzas. Déjese de lado la opinión vulgarizada que el ecúmene hispano había entrado en decadencia aún antes de la apertura del siglo XVIII. El espíritu militante, cuya andadura se iniciara en Covadonga no había colgado las armas al consumar la hazaña del Descubrimiento, conquista, poblamiento y transculturación del Nuevo Mundo. Poco o ningún descanso gozó por tres siglos. Lo que ocurrió en el XVIII marcó una variante fundamental en la dirección u orientación del esfuerzo y propósitos. La política de América reservada a la tarea encomendada por el Papado dejaba de tener su representación particular aislada de las cuestiones europeas del XV y XVII, para entrar de lleno en los compromisos europeos extendidos por toda la superficie del globo. No es ese momento que aparece la imagen equivocada de España, que irritara soberanamente a Menéndez Pelayo (Heterodoxos Españoles) apostrofando al siglo XVIII, " el más perverso y amotinado contra Dios" y al Regalismo borbónico "herejía administrativa". Ocurría en el dieciocho que otras naciones habían crecido y le disputaban por igualdades a la sociedad hispánica. Después de Portugal Francia, luego Holanda, finalmente Inglaterra. De todas, la que obligó a más respuestas y determinó mayores y profundas transformaciones fue Inglaterra, apuntalada por la Revolución Industrial. Para enfrentarla España tuvo que dejar quijoterías para andar sanchopancesca fueron cuales fuesen los campos de choque. MEMENTO Antes de penetrar en este capítulo, a modo de Momento para comprender las variantes de las ideas europeas sobre división de los mares y ejercicios de soberanía, exponemos los principales períodos de la política internacional. I. Tratado de Tordesillas (1494). Fija la línea divisoria vertical del "polo ártico al polo antártico" a 370 leguas, al Oeste de las Islas de Cabo Verde, perteneciendo las aguas del oeste de la raya a España y del este a Portugal. II. Tratado de Madrid (1670). Establece en el Art. 7 que España conserva en el Nuevo Mundo todos sus derechos, e Inglaterra aquellos puntos que poseía a la firma del tratado. Se acordaba una no interferencia de las áreas de statu quo reconocidas por el anterior Tratado de Madrid (1667). III. Tratado de Madrid (1713). ligado a los de Utrecht Art. 14: "Su Majestad Británica ha convenido en promulgar las más fuertes prohibiciones y debajo de las más rigurosas penas a todos sus súbditos, a fin de que ningún navío de la marina inglesa se atreva a pasar a la -Mar del Sur ni a traficar en otro paraje alguno de las Indias españolas". IV. Tratado de Utrecht (1713). Recoge el principio del de Madrid, reconociendo como español el Atlántico Sur, de la línea de Tordesillas al Oeste. Francia admite esa exclusiva en el Tratado de Sevilla (1729) y acto seguido lo hacen los Países Bajos. V. Tratado de Madrid (1750). El reconocimiento del uti possidetis lusitano de tierras del Río Grande del Sur, iniciado en 1735, empuja la divisoria marítima hacia el oeste, línea oscilante que se detendrá en el Chuy en 1777. Paralela con Portugal avanza por mar Inglaterra. VI. Pacto de Familia (1761). Alianza hispano francesa. Defensa solidaria de áreas terrestres y marítimas amenazadas por enemigos de España y de Francia. VII. Tratado de Versalles (1783). España concede con carácter de usufructo la explotación de madera de Belice a Ingleses. En esta área centroamericana o, mejor dicho antillana, gran número de islas habían pasado a dominio efectivo de Inglaterra, Holanda y Francia, dejando de ser el 69 Leslie Crawford
Caribe mar español exclusivamente. Esta elasticidad frente a advierte en el Atlántico Sur.
hechos
consumados
no
se
VIII. Tratado de El Escorial (1790). Los ingleses se comprometen respetar no menos de 10 leguas marinos de las costas ya ocupadas por España en el Pacífico y en el Atlántico. También admiten no levantar establecimientos en las islas y costas de soberanía española en esos océanos LAS DOS TRADICIONES España dividió sus esfuerzos desde el momento mismo del Descubrimiento de América. I - En el teatro europeo la vieja política barcino aragonesa siguió contemplando las cuestiones europeas, con Italia por la niña de los ojos, manteniendo el compromiso bélico frente a la corona francesa. La obligación se amplió al suceder la Casa de Austria a la nacional castellana de los Trastamara. Los asuntos italianos ya eran asuntos españoles y los asuntos del Imperio RomanoGermánico incluían regiones inimaginadas jamás por ningún rey de España antes del advenimiento de Carlos V. Inglaterra, entonces isla convulsionada, sin proyección continental ni ultramarina peligrosas, poco o nada importaba. La exigencia venía del Turco, de Francia reclamando la herencia germánica de Carlomagno, de los príncipes-mercaderes de Flandes y Países Bajos que buscaban áreas mercantiles en los mares hispano lusitanos, y de los electores imperiales metidos en los asuntos políticos de Italia, Borgoña y región flamenca. Esta política tenía su credo; el de Maquiavelo. El juego diplomático valía tanto como la fuerza de los tercios invictos en los siglos XVI y XVII. Provocadora de soberanía-fe la Protesta le exigió respuestas espirituales (religiosas) que tuvo que hacerlas oír con ruidos de armas. Tributos de vasallaje (estados satélites) y necesidades de mantener la unidad de credo (encomendadura tridentina) abrieron frentes diversos en el continente y motivaron la recreación de ejércitos profesionales dirigidos por jefes de excepción y de flotas mandadas por los más notables guerreros de la época. Las campañas de Italia, Francia, Flandes e Imperio Germánico constituyeron los episodios más trascendentales del teatro terrestre. Lepanto y la malograda aventura de la Invencible fueron los hechos más notables de la supremacía naval de la España Bélica de los siglos XVI-XVII. II - La continuación ultramarina de la mística de Reconquista determinó que la tarea de Indias se nutriese de la tradición castellanoleonesa desentendida de lo europeo. Miró las tierras de Descubrimiento como campo misional donde ganar más almas para la Cristiandad. Los primeros años fueron de pasmo descubridor, pero, poco a poco y después, se convirtieron en años de fábrica espiritual. Vertebró la Nueva Cristiandad con los padrones culturales de Occidente, asociándola a la comunidad de reinos españoles de la península. La integridad del conjunto determinó un traspaso de respuestas. Las Indias se auto defendieron con sus milicias nacionales, tropas auxiliares indias y flotas construidas en los astilleros del Pacífico, Atlántico y Antillas. Sus réplicas fueron haciéndose cada vez más duras en la medida que aumentaban las penetraciones holandesas, francesas e inglesas en aguas del Atlántico Occidental y Pacífico Oriental. Y en la proporción en que se desvanecían sus escrúpulos de conciencia frente a la duda de la donación papal. (1) Este proceso interno (autocrítica) trajo más peligro a la integridad de las Indias que los ataques de la piratería combinada. Llegó a superarlos con las Leyes Nuevas de 1542, recortadas sobre el Derecho de Gentes surgido de la discusión teologal de dominicos salmantinos y complutenses, con doctores y administradores laicos de igual formación universitaria. Ese período creador que se expresa con sociedades europeizadas, universidades creadas a semejanza de las de Salamanca y Repúblicas Indias aculturadas, exigió más sacerdotes mártires que soldados muertos en expediciones conquistadoras. Esta fase corresponde a la España Apostólica. Con tal que la dejaran tranquila en su tarea misional el sector de España proyectado hacia occidente aceptó del sector anglo francés la división horizontal (sin arbitraje pontificio) del Atlántico Norte y la ocupación de sus costas occidentales. (La América Inglesa con sus Trece Colonias y la América Francesa con el Canadá y la proyectada Luisiana). La verticalidad de Tordesillas quedaba para la disputa con Portugal Atlántico abajo. (2) Nacía el sur. No queremos dejar la impresión, como si fuera un absoluto, de una Castilla medioeval talasofóbica. Magnífica tradición lucía. En 1279 Alfonso X el Sabio creó la Orden de Santa María de España para premiar "hechos de mar" y dictó las primeras Ordenanzas Navales Castellanas. En el XIV se consideraba a Castilla la potencia naval de Europa Occidental, dominadora del 70
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Estrecho de Gibraltar después de su victoria en 1342, y también del Mar Cantábrico hasta el Canal de la Mancha. Fuera de las incursiones piráticas inglesas, holandesas y francesas el Nuevo Mundo vivió casi ajeno a los conflictos europeos, excepción hecha de la empresa frustrada de crear el Brasil Bátavo en el XVII como venganza ultramarina de los excesos del Duque de Alba (religiosos), y de la dimensión (comercial) alcanzada por el ecúmene hispano con la incorporación del Imperio de Portugal a la corona castellana (1580-1640). Y a principios del XVIII con la frustrada repetición de una France Antarctique en el paralelo 35º con el asiento concebido por Felipe V a Francia y anulado por los compromisos de Utrecht. En el XVI la amenaza mayor la constituyó la piratería inglesa que atacó sin finalidades posesorias, terrenos continentales, excepción hecha de Raleigh con su ensayo en Venezuela. En el XVII el enemigo mayor fue el holandés empegado en tener sus Indias Occidentales, sueño que tras repetidos fracasos, se hizo realidad en las Indias Orientales a expensas de Portugal. Pero todos los esfuerzos de ingleses y bátavos apenas si mellaron la integridad de la América Hispana. A veces un grupo de españoles o comunidades indias se encargaban de castigar ejemplarmente a los agresores europeos. La historia habla de naves españolas repletas de oro, plata y productos americanos tomados como rico botín por los piratas. Es una verdad a medias si esos episodios del mar se tomaran como expresión absoluta (bloqueos y presas), porque lo irrebatible es que causaron más daño a la navegación hispana los peligros del Atlántico (asechanzas meteóricas y oceánicas) que las correrías filibusteras. Más víctimas cobraron las aguas (naufragios) que las guerras de conquista, las rebeliones indias y los ataques esporádicos de los gangsters del Mar. (3) Y más que estos, también, los terremotos y los ciclones. Ese no-peligro fue la razón de la innecesaridad de un Montevideo ofensivo-defensivo en el Plata entre los siglos XVI y XVII, inclusive. SURGE LA AMERICA BÉLICA El siglo XVIII se anuncia con exigencias de cambio. América se vuelve respondona. Primero con manifestaciones navales y, finalmente, con determinaciones militares. Hasta el último tercio de ese siglo el continente no conoció ejércitos regulares trasladados de España europea. Se defendió con sus milicias nacionales. Ejércitos indios que, en 1680 tomaron la Colonia del Sacramento, vuelven a reconquistarla en la primera mitad secular y participan de la instalación del aparato bélico defensivo-ofensivo del Río de la Plata y costa oceánica uruguaya. La guerra de Sucesión introdujo la primera variante que relegó al pasado a la España Apostólica (sector occidental del ecúmene). El mundo hispánico poseedor de océanos tuvo que dar contraseña a otras marinas comerciales para pasar las puertas del Atlántico Sur (Paralelos 34º y 35º) que indican el primero el Asiento de las Vacas y el segundo las rutas de acceso al Río de la Plata y desembocadura del Uruguay y Paraná. (4) Por cuestión de familia recibieron permiso los franceses para su asiento negrero (1701-1712); por imposición de Utrecht los ingleses a partir de 1715. Si estos no presionaron más en el primer tercio del XVIII sin dudas se debió a la atracción de la India, coeva del Asiento de las Vacas (la pedrería alucinaba más que el trueque de cueros por esclavos negros) y al contrabando que era otra válvula de escape. Esta última actividad facilitó que Inglaterra tolerase la exclusiva de España sobre el Atlántico Sur, irritándose sólo en el momento que se le traba el tráfico intérlope y que la South Sea Co., entra en bancarrota llevándose los ahorros de los accionistas. Aliviaron presiones las existencias de cardúmenes de cetáceos en las aguas árticas, atrayendo más el paralelo de Spitzbergen hasta que se produjo el fenómeno de desaparición casi súbita de la población pelágica de esas regiones. Las primeras estrofas del himno talasocrático Rule, Britania (Gobierna Bretaña), comenzaron entonarse como respuesta a la bajada de cortina contra los excesos del contrabando inglés en el Río de la lata (1736). La Cámara de los Comunes declaró en 1738 "derecho inalienable de los súbditos ingleses enviar sus barcos a cualquier parte de los mares de América". Se pretendía abrir camino a la iniciativa privada sin que el Estado se viese obligado gestionar patentes como sucediera en Utrecht y con las distintas renovaciones del permiso para el asiento de la South Sea. Fue este el preludio de la Guerra de la Oreja de Jenkins, apodo ridiculizador que en realidad ocultó un plan perfectamente preparado por hombres de la City, verdaderos directores del esfuerzo naval y militar inglés desde la proclamación de la Navigation Act. 71 Leslie Crawford
Fortalecido económicamente por compensaciones comerciales, por las primicias de la Revolución industrial (adelanto de la técnica de fundición) (1708) aprovechamiento del coque metalúrgico (1709), nacimiento de la industria textil con la lanzadera volante (1733) y la mecanización del hilado (1738) y empujada por la mística protestante de la ganancia material sin limitaciones morales (abandono de la ley cristiana contra la usura), Inglaterra sintió el llamado de señorear en los océanos sin reconocer divisorias. Francia, por su parte, dejando de lado la mentalidad transcontinental de Colbert redujo su impulso imperial a la obsesionante divisoria renana sin desprenderse de las complicaciones itálicas. Preanuncio de la política europeísta de Napoleón, que tanto habría de dañar el poderío ultramarino español. Con el pretexto de la negativa española de "compartir" mares y ayudaba por la pérdida de empuje transatlántico francés, Inglaterra volcó sus esfuerzos más allá de la línea prohibida (el Nec Plus Ultra hispánico) enviando en son de guerra grandes flotas asistidas en todas partes por corsarios que ennobleció por sus éxitos favorables. (5) Disputó áreas marinas en nombre de la libertad de los mares (Groccio), ocupó islas y tentó sentar establecimientos en tierra continental con el principio de térra nullius. Cuando Anson, perseguido vanamente por Pizarro, traspuso el paralelo 35º en 1739 y luego cruzó el Estrecho de Drake, no lo hizo con el convencimiento de que realizaba una operación ajustada al Derecho Internacional vigente. Dos siglos de escrúpulos contenidos (digamos más bien una necesidad de mantener el statu quo oceánico que la favorecía en el Norte) todavía hacían privar en el espíritu inglés el derecho de España sobre los mares australes. (6) Y esta no se metía en los mares árticos, fuera de los ya declinantes operaciones bacaladeras de los marinos vascuenses, a título particular. Lo cierto es que, después de la iniciación de la guerra de los Siete Años, debieron pasar dos decenios (de 1750 a 1760 España vivió su década de paz, en alegre y confiada anglofilia deformadora de la teoría geográfica hispana, V. Gr. Tratado de 1750), para que Inglaterra echara a un lado obstáculos jurídicos sobrevivientes del Derecho Internacional Medioeval y se pusiera cortar todo el espacio marítimo meridional. El factor decisorio fue el Pacto de Familia que Pit el Viejo, director del esfuerzo comercial y bélico inglés, considerara una mojadura de oreja. Aceptó el reto. Desde ese momento el Board of Trade, órgano rector de la política marítima y comercial, y el Almirantazgo, como Ministerio de Marina de guerra conjuntaron su acción al punto que, en las decisiones del último tercio del XVIII y primera mitad del XIX, no se pudo deslindar competencias muy particulares. Era cuanto se precisaba para alcanzar la talasarquía. Inglaterra se sintió segura para andar firme sobre las aguas y para comprimir a los viejos imperios marítimos a tierras con bordes de "aguas territoriales", impuestos por la razón de los cañones, "sistema métrico" que privó durante siglo y medio para definir los límites de los mares territoriales. Tenía en ese momento, 1760 los elementos fundamentales para iniciar la carrera final hacia el Sea Power: bases en el Mediterráneo, en el Atlántico Norte, en las Antillas, en el Indico, en África, en Asia, Oceanía, poseía Canadá, Australia y la India. Sólo le faltaban para completar el dispositivo ofensivo-defensivo bases en los puntos de comercio oceánico; Malvinas para garantizar el dominio del paso S. E. O. y el Cabo de Buena Esperanza para señorear la ruta S. O. E. Una vez poseídos desaparecerían los antiguos señores feudales de los océanos. Así fue. Pero para llegar a este término hubo que librar guerra de colosos en el mar. El primer Annus Mirabilis inglés fue el de 1759, que señaló el momento en que podía disputar a España y su aliada las áreas marítimas occidentales de tradición tordesillerana. (7) Las Orientales ya las poseía como personero de Portugal después del brindis con oporto en Methuen (1703).Anuncio de ese poderío fue la institución de la Medalla de Oro Naval, en recuerdo del Glorious First Of June (1794). El segundo Annus Mirabilis inglés que inicia el oficio del XIX sin soluciones de continuidad, fue 1805, el de la victoria de Trafalgar que barrió de los mares a España y Francia. Dueña de las aguas era señora de las tierras. Per Mare et Terram lucía como lema el Glasgow Reglament que en 1806 ocupó la Isla de Gorriti. (8) Dueña de los mares y asistida por Eolo según la expresión de Canning en 1826, mantuvo su despotismo marítimo (expresión de Hautefeuille T. I pág. XIII) hasta 1850, fecha de resurgimiento de las marinas comerciales europeas que luego impusieron las normas del derecho marítimo internacional en el Congreso de París el 16 de abril de 1856. EL CONTINUUM NAVAL INGLES El esfuerzo inglés por señorear los mares no fue una manifestación expansionista exclusiva del siglo XVIII. Su condición insular le imponía el mar como espacio vital, sobre todo después de las invasiones de anglos, jutos y daneses y la conquista definitiva por el grupo vikingo (varego) de 72
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Guillermo de Normandía. Quedó en el alma de la clase directora (política y comercial) la vista tradición aventurera por las aguas, pacto entre caballeros y los burgueses. Inclinación de clase dominadora que se trasmitió a la raza dominada mediante el pacto idiomático: la vocación mercantilista anunciada con el idioma único, el de los vencidos, dejando para los actos jurídicos la lengua de los romanos. Raza definida por Oswald Spengler, no pudo reprimirse a la insularidad y se lanzó con Ricardo Corazón de León a la empresa popularísima de reconquista del Santo Sepulcro, siguiendo itinerarios normandos del Mediterráneo. Comerció con el área Escania y nutrió los telares flamencos con vellón de su ganadería ovina. Necesitó, por cierto, de una flota comercial numerosa. Rumbeó también para el norte buscando la lejana Islandia y en la ruta incluyó las Oreadas y Shetland, de recuerdo indeleble en la tradición marinera para apellidar ínsulas antárticas. Tanto andar y rolar le hicieron sentir el Mar Inglés, que defendió con fuerza nacional instintiva. Ese Mar Inglés que en la tradición de la Navigation Sancti Brandam llegara hasta la legendaria Isla Brazil. Tres siglos de ejercicio de soberanía sobre esos mares afirmaron su conciencia marítima. La empresa colombina la despegó del imán continental donde se iban cerrando puertas finalizada la guerra de los Cien Años. Esta y la Guerra de las Dos Rosas deseitropeizaron el esfuerzo inglés. En 1497 el rey inglés lanza a Juan Cabot (Gaboto) en busca de las Indias Occidentales sin traspasar la paralela austral del Mar Inglés. Isabel antipapista ardorosa, fue la primera en romper el compromiso centenario patrocinando las aventuras de Raleigh sobre tierra firme en Sudamérica (Guayana) y de Drake en los mares del Sur (Sector Magallánico). Fue el primer soberano que se negó a admitir otro principio que el de Cambden (1580): "el uso del mar como el del aire es común a todos" (Primera Declaración de libertad de los mares). Tuvo por instrumento para la protesta la Royal Navy cuyos cimientos fueron puestos por Enrique VIII al organizar el primer ministerio de marina, y por doctrinario a Selden en 1636, con su consejo que los cuatro mares que rodean las Islas forman mare clausum, teoría impugnada por Groccio. La mentada libertad de los mares exigió sin embargo, un tributo de vasallaje en favor del soberano de las islas. Se impuso para el uso de los mares el saludo del pabellón inglés, ceremonia que comenzara mucho antes en el Mar del Norte. Los Estuardos llevaron a extremos la exigencia, como forma de establecer soberanía oceánica. La Navigation Act. (1651) la intensificó particularmente con Holanda los tratados de 1654, 1662, 1667, 1674 y 1684 provocando la reacción de las demás potencias marítimas. En 16 89 Luis XIV promulgó una ordenanza exigiendo la prioridad de saludo aunque ya le precedían las ordenanzas de Enrique II (1543) y Enrique III (1584). España la sigue en las primeras Ordenanzas Navales del siglo XVIII. A partir de 1805 el Reglamento del Almirantazgo facultó a todos los barcos ingleses tomar represalias si no recibían el saludo. Se aprovechaba de los shocks sufridos por las grandes marinas enemigas tanto en el Báltico (bombardeo de Copenhague), como en el Mediterráneo (Abukir) y en el Atlántico (Trafalgar). Después de 1805 Gran Bretaña era incuestionablemente la dueña de los mares, no sin creer razonable hacer partícipe de su poderío a la Providencia (El Consejo Británico, el 10 de noviembre de 1807). Quedó en sus manos una incomparable cadena de puertos marítimos, que ella aumentó considerablemente durante los años de paz europea que siguieron a las guerras napoleónicas. Abandonó en silencio su pretensión de jurisdicción sobre los mares que rodean sus costas" y se convirtió en "paladín de la emancipación de todos los océanos, de toda reclamación de dominio por cualquier Estado". (COLOMBOS, op. cit. pp. 37-40). Así llegó a campear sobre mares y a dominar continentes y sus ríos interiores, con indiscutible dominio en el siglo XIX. Tuvo en Guillermo IV (1830-1837) la expresión soberana del segundo período de supremacía naval inglesa: el Key Marino. Pero llegó a esta situación no sin pasar por vicisitudes, sufrir derrotas y reservar aspiraciones para tiempos mejores. PERIODOS DE GRANDEZA Y DECADENCIA De 1712 a 1776 Inglaterra logró equilibrar y hasta superar el dominio de los mares enfrentando con variado éxito las flotas de Francia y España. El período 1778-1790 marca un colapso del que se recuperó en 1795 para no decaer hasta la Segunda Guerra Mundial que la rebajó a potencia naval de segundo orden. La Guerra de Independencia de sus colonias americanas asestó un duro golpe a la hegemonía alcanzada en 1770. Sólo cuatro años pudo invocar soberanía neptúnea. Las manifestaciones 73 Leslie Crawford
inquietantes de los súbditos de las Trece Colonias (1764-1774) la obligaron concentrar todas sus fuerzas navales en las costas norteamericanas. Simultáneamente movilizó grandes efectivos navales afectando las levas para la formación de marinería. Recurrió al enganche de tropas alemanas que tuvo que pagar con gran sacrificio económico. Su comercio ultramarino sufrió grave deterioro. Cundió el desánimo nacional con la quiebra de empresas y la elevación brusca de la deuda nacional. La impopularidad de la guerra contra los colonos sublevados y la porfía de Jorge III de dirigir como soberano absoluto la política interior y exterior (1761-1783), se hizo mayor por las derrotas en tierra y en la región de los lagos. Manadas de corsarios yanquis con base de operaciones en Baltimore acosaron las naves de transporte y comerciales inglesas y cortaron la línea de abastecimiento de la flota bloqueadora de los puertos norteamericanos. El escocés John Paul Jones lavó en el océano ofensas contra su nación cometidas a la debelación del alzamiento de los clanes en 1745. La participación naval francesa apoyada luego por la española consumó la virtual liquidación de la Home Fleet en el Atlántico. El desastre de Chesapeacke fue para Inglaterra lo que más tarde habría de ser para España y Francia el desastre de Trafalgar. Las Islas Británicas quedaron prácticamente bloqueadas. Y en el campo neutral europeo se debilitaron las ayudas que pudieron asistirle en la resistencia contra los nuevos golpes navales de Francia, de España y de los norteamericanos. La situación exterior e interior se tornó insostenible, al punto que la Paz de Versalles de 178 3 fue en los hechos un acto de rendición incondicional. La paz humilló a Inglaterra. Tuvo que reconocer formalmente la independencia de las colonias de América aunque se reservara para la revancha frustrada en 1812; devolver Menorca a España perdiendo el dominio del Mediterráneo Occidental; entregar a Francia las islas de San Pedro y Miquelón frente a la costa canadiense "El sol do la Gloria inglesa a su ocaso" lamentábase Pitt. El Atlántico Sur quedó libre de la armada de guerra inglesa, que no retornó a las Malvinas hasta 1833. El área oceánica fue en ese lapso de dominio absoluto de la marina española. La corriente de Benguela fue ruta española y los vientos alisios aire español. Entre 1778 y 1790 el dispositivo ofensivo-defensivo de Montevideo y del Atlántico Sur lo constituyeron estos puntos geográficos estratégicos: Montevideo -Malvinas - Fernando Poo. La humillada de 1783 cooperó en el mantenimiento prestándose al deseo español de neutralizar la pretensión holandesa de estorbar la navegación por el Cabo de Buena Esperanza (Tratado de 1787). No imposible, entonces, porque la marina holandesa era una sombra apenas de aquella que un siglo antes alcanzara la mitad del tonelaje de toda la marina de Europa. Un aspecto naval que tenía por "simulacro" el Holandés Errante, que la superstición hacía ver en días de mal tiempo en aguas del Cabo de Buena Esperanza. Ese período de decadencia inglesa corresponde al de mayor hegemonía naval española no sólo en el Atlántico sino también en el Pacífico, Índico y Mediterráneo Occidental. Mayor densidad de gloria, imposible. Inglaterra no se dio por vencida. El impacto espiritual de 1783 no la llevó al colapso espiritual. Por lo contrario. Tocada hondamente empezó a recrear fuerzas. La City y la burguesía de las nuevas ciudades industriales se juntaron al deseo popular de reivindicación. Todos se pusieron a trabajar intensamente "calafateando" la gran nave para lanzarla de nuevo a la revancha. Pitt el Joven es el hombre de este período. Primero reparó la economía tremendamente afectada. La deuda pública que en 1739 había llegado a 54 millones de libras esterlinas, ascendía a 146 millones al término de la Guerra de los Siete Años y a 237 millones en 1803. Todas las rentas estaban absorbidas por el pago de los intereses de los empréstitos, sufriendo además el crédito público. Se produce el milagro levantándose el país de la postración económica. La deuda pública se consolidó. Por Bill del 7 de febrero de 1792 se estableció un fondo especial de amortización del 1 % para cada nuevo empréstito. Renació la confianza y con ella el crédito. Pitt introdujo otros factores imponderables que aseguraron el concurso de un pueblo aguerrido y que habría, de entonces, pelear en primera fila. Obtuvo la ayuda de los escoceses devolviéndoles las leyes municipales y los privilegios de clanes (entre ellos el uso del traje nacional) quitados como castigo por la rebelión de 1746, El paralelismo de estos aportes humanos invalorables se puede establecer en España en el momento que la corona de título de hidalguía, con carácter universal, a los nativos de las provincias vascongadas, en remedio de la anulación general de fueros en 17 07 y en reconocimiento del esfuerzo iniciado en 174 6 por la Sociedad Vascongada Amigos del País que cambió la ruta a Bayona (Francia) por el camino matritense. Así como Inglaterra consiguió con los escoceses los mejores soldados y arrojados marinos, España recibió de toda Vasconia magníficos marinos y valientes soldados.
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El comercio inglés se recuperó y las industrias volvieron a ocupar más brazos aplacando la irritación de sectores populares sin ocupación. El proletariado inglés se acompasó con el espíritu revanchista de los grupos industriales directores de la política nacional. Uno para todos y todos para uno en favor de la Rule Britania. Las exportaciones subieron vertiginosamente de 1784 a 1793. Durante tres años y medio (de diciembre de 1791 a julio de 1795) Inglaterra recibió protección naval de España. A su sombra renació la Home Fleet. De 1795 a 1805 pudo equilibrar el dominio de los mares, a pesar de la conmoción provocada en 1797 por la sublevación de la marinería inglesa en Plymouth y Portsmouth que neutralizó por un momento los efectos de la victoria naval de Cabo San Vicente. La afección napoleónica por las resultancias bélicas y políticas en canino continental vinieron a fortalecer la posición inglesa. Napoleón no creía en la eficiencia de un poder marítimo como decisorio, desoyendo el axioma válido hasta la Segunda Guerra Mundial, de que quien domina las aguas domina las costas y gana las batallas finales en el campo continental. Dejó caer sobre España el peso del esfuerzo naval, cediéndole en compensación la Luisiana (1796). En este momento España con misión decisoria en el mar, empezó a desarrollar un complejo de inferioridad diplomático ante Francia. Descuidó gran parte del esfuerzo político por asegurar el dominio del mar obsesionado por el brillo de los acontecimientos en los históricos campos del Occidente europeo. Entretanto Inglaterra, con habilidad y sin trabas espirituales (finis coronat opus) se dedicó ganar por amigo en tierra enemigo de Napoleón y destruir gradualmente en el mar la fuerza resistente de naciones de segundo orden que pudieran respaldar los planes napoleónicos. Primero quitó del medio Holanda, que en 1780 había logrado recuperarse de los tremendos golpes que afectaron su potencial, postrándola por varios lustros. En 1730 ocurrió la quiebra de grandes compañías a causa de los daños en puertos e inundaciones (invasión del mar por brechas abiertas por el teredo traído de las Indias Orientales, que destruyó las estacas de madera de los diques). En 1781 la marina inglesa aplastó la holandesa en las acciones de Dogger Bank, Eustace, Malabar y Coromandel. Luego eliminó la danesa (1800) en acción similar a la aplicada contra la flota francesa de Vichy en la Segunda Guerra Mundial. El tratado de Looz con Prusia y Holanda le aseguró no ser agredida desde el Báltico. El vulcanisnio que hizo su parte en Holanda había actuado en 1755 también en favor de Inglaterra, postrando a su aliada Portugal e impidiéndole un resurgimiento que aliviara la pesada carga impuesta por el Tratado de Methuen. El impacto producido por ese fenómeno sísmico remató la obra destructora del poder lusitano por Holanda a principios del siglo XVII. Causó tal desmoralización que Pombal proyectó trasladar la corte de Lisboa a América. El fenómeno geológico incidió en la historia interna del afrancesamiento administrativo (regalismo) de Portugal. Acaso la expulsión de los Jesuitas de ese país estuviera ligada a la necesidad de distraer la atención pública de los problemas espirituales, sociales y económicos derivados del descuaderna miento nacional por el sismo. En áreas continentales las cosas se presentaron favorables por reacción contra la Revolución francesa primero, y contra la agresividad napoleónica después. Más no sólo por esto sino por respuestas de otro orden (transformaciones) ocurridas en las grandes potencias terrestres. Sobre todo en el espacio alemán, el Deutschtum (comunidad de los que sienten y hablan como alemanes, expresión más espiritual que territorial) donde la Enciclopedia había ejercido, desde tiempos de Voltaire, efectos corrosivos para la formación espiritual militar. Opina La Fue, que Federico Guillermo III abandonó la concepción tradicional del Deutschtum sustituyéndolo por el significativo de Aufklarung (Filosofía de las luces) que resultaba en un evidente proceso de desnacionalización, cuyo centro de influencia estaba en Francia e Inglaterra. En el área católica del Deutschtum (Imperio Austríaco) José II dejaba de lado la política anti-francesa y agresiva de María Teresa, para ponerse a filosofar, imaginando reformas: "Desde el momento en que he subido al trono he convertido la filosofía en legisladora de mi Imperio" (1781). Este debilitamiento de la conciencia nacional germana y del Imperio Central facilitó los paseos militares napoleónicos y a la postre resultó el mejor elemento para la posición inglesa, porque los vencidos buscaron en su poderío naval el apoyo que ya no les daba la sólida formación que habían presentado antes de la Revolución Francesa y la Primera Neutralidad Armada. El Enciclopedismo fue el bumerang que golpeó el esfuerzo bélico francés por neutralizar Inglaterra, cuyo precepto priman vivere no contradijo la filosofía del entendimiento humano (Locke) 75 Leslie Crawford
¿Por qué no añadir que el quietismo que invadiera a España a partir de 1795 (año de reencuentro con Francia) fue la única ganancia espiritual de la Enciclopedia como centro del pensamiento, que ya avergonzara al alma hispana con la traicionera imagen del "salvaje bueno" (Rousseau). España quedó paralítica y en perjuicio de los intereses napoleónicos antes del violento despertar del 2 de mayo de 1808. Poco valor se ha dado al desarme espiritual de los enemigos de Inglaterra para mostrarlo como de los factores decisorios del resurgimiento inglés. Francia hizo la revolución, Napoleón la proyectó sobre Europa, pero Inglaterra la aprovechó. La disquisición no es excéntrica. Sirve para aclarar mejor en qué período Montevideo contó con todos los elementos materiales y espirituales de apoyo para ser señora absoluta del Atlántico Sur Occidental. EL AVANCE EXTRA HISPANO POR EL SUR Señalamos los avances sobre el Atlántico sur entre 1715 y 1739. Son paralelos de la marcha (roteiros) portuguesa a lo largo de la costa atlántica de la Provincia Uruguaya del Tape (Río Grande del Sur) iniciada en 1735 frente a Vacaría y culminada en 1737 con el establecimiento lusitano en la Laguna de los Patos. El tratado de Methuen garantizaba a Inglaterra bases terrestres en territorios portugueses. Importó, en cierto modo, una de las causas de la retención inglesa de buscar puntos geográficos más al sur del paralelo 35º. Tanto los puertos atlánticos del Brasil como la Colonia del Sacramento sirvieron de bases a la navegación inglesa. ¿Para qué sumar complicaciones si se iba cumpliendo ineluctablemente la teoría geográfica portuguesa de fijar el límite sur occidental en los Ríos de la Plata y Uruguay? La expedición Anson de 1739 tuvo el carácter de una razzia marítima para neutralizar la asistencia económica de América a España. La presencia en la Colonia (1762) de una armada inglesa protegiendo una flota comercial de esa bandera respondió a compromisos contraídos con Portugal con la alianza defensivo-ofensiva de ese año contra Francia y España como respuesta al Pacto de Familia (1761). Cruzar la raya del 35" al sur era como atravesar el Rubicón. Tirada la suerte todos los escrúpulos se desvanecieron como por arte de encantamiento. El acto francés de 1763 de establecerse en las Malvinas precipitó la decisión inglesa de ubicarse favorablemente en las aguas australes. En 1764 se realizó el primer acto planificado de penetración (Expedición marítima de Byron) dando por invalidado el Art. VIII del tratado anglo español de Utrecht. El statu 1750-1760 había dependido de la neutralidad estática española, decenio que Inglaterra aprovechó para evaluar la importancia de España en el mantenimiento del equilibrio europeo. Anteriormente y a titulo de proyecto realizable en el instante oportuno, se trazaron en el parlamento inglés las áreas de "ocupación ideal. Aranda se refirió a denuncias, sobre todo a la proposición que en 1753 los Comunes prohijaron: un mapa señalando con encarnado lo que se entendía pertenencia inglesa (Las tierras despobladas de la Patagonia del Atlántico al Pacífico incluyendo las Malvinas). El Pacto de Familia desató los elementos contenidos. Inglaterra dejó de tener inhibiciones. La Paz de París (1763) fue violada por primera vez en el Atlántico Sur con la expedición de Byron (1764). En 1766 los ingleses ocuparon la Segunda Malvina y asistieron, espectadores, al abandono francés de la otra Malvina (1767). En 1770 España respondió expulsando a los ingleses. La dualidad francesa la colocó en posición difícil y se obligó admitir (subterfugio) que la acción de Bucarelli no había respondido a una decisión de la corona. Retornan los ingleses y en 1771 Lord North afirma en los comunes el derecho de su país a la posesión de un puesto en el Mar del Sur (Malvinas) para aprovechamiento y escala de sus buques. Anunció asimismo la iniciación de una nueva era de descubrimientos e investigaciones científicas en el Atlántico Sur y Pacífico Sur, concretada con expediciones navales que reanunciaron la existencia de nuevas tierras oceánicas y la posible presencia del continente antártico. Nada nuevo si se consideran las exploraciones españolas de Salomón, Nuevas Hébridas, Australia y la presencia de la Antártida (Tierra Incógnita) en las primeras cartas planas. Podemos decir que la posibilidad de un continente helado al sur no estaba descartado, sobre todo porque los icebergs desprendidos de la Antártida avanzaban frecuentemente hasta el Cabo de Hornos. Esto indicaba a los marinos, que también conocían los mares del norte, la existencia de algo compacto al sur (tierras o aguas cubiertas de hielo) cuyos desprendimientos perturbaban la navegación como los témpanos del Ártico. Es posible que esas montañas de hielo verdoso
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brillante fueron las que intimidaron a los navegantes, junto con los violentos vientos, realizar penetraciones en aguas más tenebrosas que las del Ártico. Si en 1774 Inglaterra dejó Malvinas, se debió a la situación que se creaba en las Trece Colonias. El colapso naval inglés de 1780 a 1790 devolvió a España el dominio absoluto del Atlántico Sur, supremacía que se mantuvo hasta 1806-1807, fechas en que se producen las invasiones del Plata (9). Hasta la reocupación de Malvinas en 1833 las expediciones inglesas corrieron de cuenta de particulares; balleneros y foqueros que, con establecimientos sumamente precarios, pretendieron imponer un uti possidetis en favor de la nación cuya bandera registraran. Se sumaban a esa frecuencia de navegación los barcos ingleses dedicados al comercio del opio (droga que "cura pero mata como un sable", al decir de un médico chino del XVI) en virtud del Privilegio concedido en 1767 por el emperador chino. Fueron esas naves las iniciadoras de las rutas que luego harían más famosas los clippers del opio, descritos tan crudamente por Basil Lubbock en The Oppium Clippers. La alianza naval anglo española de 1792 a 1795, la nueva asociación contra Napoleón iniciada en 1808 y la expectativa por la dilucidación del proceso revolucionario de la América hispana postergaron las acciones oficiales inglesas de ocupación territorial, excepción hecha de las fracasadas invasiones de 1806 y 1807. Una vez reconocidas por el gobierno inglés las nuevas naciones americanas, a Inglaterra bastóle mantener su estación naval en el Río de la Plata, con bases móviles en Montevideo y Maldonado, dejando de lado la aspiración de ocupar las costas de Argentina y Chile en Patagonia. Sus balleneros y loberos tenían nuevas bases insulares (Shetland y Oreadas del Sur) donde operaban sin llamar demasiado la atención de las naciones reunidas frecuentemente en Viena. La agresión contra la soberanía rioplatense de las Malvinas se produjo en 183 3 y esto obvió la cuestión patagónica. La estación naval Inglesa con apoyo logístico en las bahías de Montevideo y Maldonado (bases móviles) y Malvinas (base fija insular) proclamó que Gran Bretaña se consideraba y actuaba como soberana de las aguas australes. No necesitaba más para imponerse en pleno desarrollo de la Civilización Industrial. Por paradoja el interior patagónico comenzó a poblarse con súbditos de S. M. B. (galeses, escoceses e irlandeses) dedicados a la cría de ganado lanar. FRANCIA ESTELA LOS MARES DEL SUR Se ha expuesto con grandes rasgos la política de penetración inglesa del Mar del Sur. Para completar el cuadro lo haremos con la abortada aspiración francesa nacida de la transferencia de un Borbón a los reinos españoles. La guerra de Sucesión hizo renacer las esperanzas de una France Antarctique, pero esta vez del paralelo 35º al sur. Comenzó con el Asiento francés que precedió al inglés y las penetraciones con permiso hasta las Islas Malvinas, con el compromiso de llevar pabellón español (autorizaciones de Felipe). Fueron las primeras expediciones legales científicas, comerciales y de experiencia ictiológica realizadas por país extrahispano. La historia del Río de la Plata recuerda, con noción clara, la penetración gala, como anticipo de accesiones prefiguradas en el Pacto de Familia de 1761. El proyecto Ceballos de fortificar Maldonado en 1758 obedeció a la necesidad de rechazar expediciones francesas al Atlántico Sur (R. H. Tomo XXXVI, doc. 28 y 32). Manuel Moreno en la protesta del 17 de junio de 1833 dirigida a Palmerston por la ocupación inglesa de las Malvinas trajo a la memoria las visitas a las islas realizadas entre 1700 y 1708 por varios buques que salieron de Saint Malo. De ahí nació el objetivo de esos pescadores corsarios, conocedores del valor de las islas estratégicas - su razón de sobrevivencia - de establecer en aquellas bases de descanso para los buques mandados al Pacífico. Fue Bougainville el primero en levantar barracas en 1764, al término de la expedición partida de Saint Malo el 15 de setiembre de 1763. La más notoria de las expediciones francesas al Plata anteriores a Utrecht (1713) fue la que partió en el Saint - Jean Baptiste de Marsella en 1707 al mando de Jean Doublet y llegó a estas latitudes en 170 8 para realizar, como pretexto principal, observaciones marítimas y astronómicas por el P. Luis Feuillée. En el estuario se cruza con varias naves inglesas que tenían su base en la Colonia del Sacramento, y otras francesas que realizaban la trata de negros. En 1717 Jean David, marino bretón, sube el río Uruguay hasta Santo Domingo Soriano obteniendo una visión clara de lo que representaba la explotación de la ganadería. (Asiento inglés de las Vacas y exportación por Buenos Aires). El apogeo del corambre atrajo la piratería gala en gran escala. En 1720 Etienne Moreau cayó vencido en Maldonado. 77 Leslie Crawford
Numerosos barcos corsarios bretones con base en Saint Malo, siguieron recorriendo las aguas del Atlántico Sur, vulgarizando el nombre de las Malvinas. Completaban así la información brindada por los navegantes ingleses y holandeses sobre las existencias de peces, cetáceos y pinnípedos en las aguas australes (la gran reserva que comenzó a ser explotada a mediados del XVIII y alcanzó su punto culminante en el último decenio del siglo). Se debe tener presente la especialización de los marinos bretones en la pesca del bacalao y la caza de cetáceos en el Atlántico Norte y Círculo Polar Ártico. El Pacto de Familia reavivó el interés francés por las bases insulares (instalación de las barracas por Boungainville). España recordó a la Corte de París que el pacto no le daba derechos para ocupar regiones en las que tenía títulos de descubrimiento, Las islas fueron devueltas en 1760 bajo presión naval española, ejercida desde Montevideo. No es exacto que Francia volcara todo su interés por las islas de Oceanía, rodeadas más de romanticismo que de realidades económicas. En 1800 Bougainville instaba al gobierno francés ocupar las Malvinas y ubicar una colonia de 3 0.000 franceses, estableciendo allí una Terranova ballenera. Napoleón pretendió jugar las Malvinas en los preliminares de la Paz de Amiens (1802). Como también La Corte de París durante la guerra contra Rosas, prometiendo a España reconquistar el Virreinato del Plata a cambio de "los derechos a colonizar el país de los patagones". (Proyecto de visconde de Venancourt, comandante de la flota del Atlántico). Es de evidencia que Francia mantenía pretensiones sobre áreas españolas, donde podía penetrar sin entrar en choque frontal con Inglaterra, y que pasada la mitad del siglo XIX aún privada el interés comercial de los centros bretones de explotación ballenera y pesquera. En 18 61 el bergantín de guerra Beaumanoir cumplía la doble misión que habla recibido del contralmirante Du Bouzet de visitar los puntos de la costa patagónica donde se hacía la casa de animales marinos. En 1860 un bergantín francés al mando del capitán Luís C. Bertín, que se hallaba pescando frente a la Isla Nueva (Malvinas) fue apresado por el bergantín inglés Tigre. En descargo Bertín declaró "que no habla creído que el grupo de las Malvinas pertenecía legítimamente a Inglaterra" (Informaciones Comerciales del Representante de Francia en el Uruguay) M. MAILLEFER (1861 1864). R. H. T. XXXVIII pp. 370 a 382). Tan fofos eran los títulos de Inglaterra a las Malvinas, y entonces de Argentina a la costa de la Patagonia.... LAS FUERZAS INTERIORES QUE EMPUJARON Inglaterra (el Reino Unido fue proclamado en 1801 con la incorporación de Irlanda) no procedió únicamente por motivos diplomáticos y estratégicos. Otras fuerzas interiores la empujaron derramarse por el Octano español. Buscó puntos de apoyo en áreas ajenas por no nacer su condición imperial de cesiones gratuitas y pacíficas, como Castilla y Portugal. El desarrollo industrial y el vertiginoso aumento del producto bruto nacional creaba fortunas competidoras de las amasadas con los frutos coloniales (América inglesa e India). La flota mercante crecía con igual ritmo exigiendo su presencia en estas regiones las materias primas que el standard de vida del ciudadano medio inglés iba adoptando. Los británicos abandonaron los zuecos de madera por los zapatos y botas de cuero, prefirieron las velas de cebo de focas y ballenas que tenían más poder lumínico que los candiles "accionados" con aceite, gustaron de los abrigos de piel de foca más baratos y más "térmicos" que las pieles finas que aportaban los cazadores de la frontera norteamericana (canadienses, norteamericanos y pieles rojas). Por otra parte, la urgente colocación de capitales en industrias extractivas y producciones de consumo creciente en el Viejo Mundo fortalecieron la "mecánica" de expansión inglesa. Estos factores materiales fueron apuntalados más tarde por factores imponderables cuales el espíritu de revancha por la pérdida de América inglesa y el temor de una victoria total de Napoleón en el continente que revirtiera la Unión Jack a una etapa de sub desarrollo y dependencia económica. Se sumó otro elemento que siempre aparece en períodos cruciales de las grandes revoluciones: el hombre providencial, los Pitts padre e hijo, verdaderos directores de la política internacional inglesa orientada al dominio de los mares y continentes, aprovechada con la fórmula posterior de Disraelí. Hubo una conciencia nacional detrás de la política oficial inglesa de la última mitad del siglo XVIII. Ya no era arte de pocos ni manejada en salones palaciegos. Era una empresa de todos, sentida hasta por el más explotado de los obreros industriales. En esas causas radicó gran parte de la fuerza expansiva representada por los Clives (India siglo XVIII) y Rodhes (África siglo XIX) más felices que las cooperativas burguesas de la City, especuladoras con papeles (acciones). Inglaterra cerró el siglo XVIII e inició el XIX con un catecismo económico nutrido por la esencia 78
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luterano calvinista: La Riqueza de las Naciones de Adam Smith que ganó más adeptos en el mundo occidental que la missionalia wesleyana (Metodismo) en África y Asia. LAS RESPUESTAS DE ESPAÑA (MONTEVIDEO) La política española ha sido estudiada a través de las conclusiones de sus críticos más negativos. Sin embargo, todo fue diferente de la presentación historio-gráfica. Nunca fue ciega, o, por lo menos, jamás dejó de mirar y accionar. En el proceso del plan de penetración de los mares australes avisoró bien lo que estaban estelando las naves inglesas. En 1739 envió la flota de Pizarro, con apoyo logístico en Maldonado y Montevideo para las operaciones en el Atlántico Sur contra el almirante Anson. En 1766 ocupó las Malvinas quitándole todo matiz de inocupada. En ese año, 29 de julio, Arriaga anunció que el propósito español de posesión efectiva de las Malvinas era precaver que ni ingleses, ni ninguna otra nación, se apropiaron de esos parajes australes. Era una afirmación de soberanía que comprendía aguas del sur y tierras por descubrir. La R. Orden del 9 de agosto de 1776 creó el apostadero de Montevideo, Patagonia y Malvinas para terminar con la costumbre de extranjeros de "dirigirse a las muchas calas y puertos de ellas (Malvinas) para hacer acopio de grasa y pieles de lobos marinos". El Tratado de San Ildefonso (1777) proclamó como línea inviolable e inamovible el paralelo 34º y aguas vedadas las que de allí al sur quedaban bajo la custodia del Apostadero de Montevideo. En 1796 (24 de agosto) año de unificación de mandos naval y político de Montevideo el Ministro de Guerra e Indias Pedro Várela, llamó la atención que la potencia comercial inglesa habíase convertido en el verdadero peligro de estas latitudes: "Los inmensos gastos hechos por esos (los ingleses) en Puerto Egmont, Bahía Botánica, Jackson, Nootka, Isla Sandwich y otras partes, no han tenido por objeto las utilidades del terreno ni las glorias de su conquista: todos sus conatos se han dirigido siempre a extender y abrir nuevos canales a su comercio marítimo, reputándole y con razón, el manantial de su poder y opulencia". (10) Tal visión política clara no se cegó por la fraseología de la España de Pandereta. Consciente de que el principio del uti possidetis podía acarrearle restricciones soberanas oceánicas, no aguardó que el derecho histórico amparara las áreas reservadas para evangelización (poblamiento). El principio de terca nullius apuntaba peligrosamente en el área marítima. Entonces dirigió sus fuerzas a la ocupación efectiva de las áreas australes tenidas en reserva. En 1746 recurrió a la "técnica" misionera sobre costas. Este primer operativo patagónico no se plasmó en realidad por la imposibilidad de reducir a población fija los indios nómadas (cazadores) con ilimitado campo de retroceso a regiones de refugio. Consideramos de importancia establecer una cronología de expediciones de poblamiento y estudio de costas patagónicas e insulares, que tuvieron su base de operaciones casi exclusivamente en Montevideo y Maldonado. También participó la estación naval de Malvinas dependiente del Apostadero de Montevideo. 1746 La fragata San Cristóbal con los padres Cardiel, Quiroga y Strobel parte de Montevideo para establecer una Misión Jesuítica en la Costa Patagónica. Se busca lugar adecuado en San Julián y Bahía de Camarones. Se desiste por estimar inapropiada la naturaleza del suelo y faltar indios suficientes que justificasen el esfuerzo evangelizador. 1752 Un bergantín propiedad de Domingo de Basavilbaso parte de Buenos Aires y establece en San Julián una base pesquera. Regresa en 1753 dejando tres voluntarios que sólo soportan tres meses. Dos perecen y uno regresa a Buenos Aires. 1700
España ocupa las Islas Malvinas. Expedición de Ruiz Puente que parte de Montevideo.
1767 Perlier en el chambequín Andaluz sale de Montevideo, recorre la Patagonia y Tierra de Fuego, llega al Cabo de Espíritu Santo. Toca las Malvinas para reabastecerse y retornar a Montevideo. 1768 Manuel Pando parte de Maldonado con el bergantín San Francisco de Paula con cuatro dominicos para formar una reducción patagónica. Llega hasta el Estrecho de Lemaire, Retorna por las mismas causas que frustraron el intento de 1746. 1768 Otra vez Pando con su bergantín acompañado de la goleta San Rafael parte de Montevideo. Explora la costa patagónica hasta Puerto Deseado.
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1701 Llega a Puerto Deseado la fragata Santa Rosa comandada por Francisco Gil Lemes. Había partido de Buenos Aires, en viaje al Estrecho de Magallanes. Le acompañan en esta expedición la balandra San Carlos y la goleta San Fernando. Tocan Puerto Deseado, continúan viaje hasta el Estrecho, pero llegando al Cabo Barreras la Junta de Oficiales de la expedición aconsejó el retorno por las condiciones precarias de navegabilidad de las naves. 1770 José Goicochea parte de Montevideo con el bergantín San Francisco de Paula. Reconoce Punta Valdez, Golfo Nuevo, Punta Ninfas, Puerto Deseado, San Julián y toma rumbo a las Malvinas para unirse a la expedición de Rubalcaba que intimó el retiro de los ingleses. 1778 Real Cédula del 24 de marzo, Carlos III dispone fundaciones en la Patagonia para evitar "que se adelanten los ingleses". Se escogen Bahía Sin Pondo, Puerto Deseado y San Julián. El 1'5 de diciembre parte de Montevideo la escuadrilla compuesta del paquete Santa Teresa, la zuniacá San Antonio la Olivera y el bergantín Nuestra Señora del Carmen. El 7 de enero de 1779 desembarcan colonos en San José. Es abandonada el 1 de agosto retornando la fracasada colonia a Montevideo. 1780 Parte de Montevideo la expedición de Antonio Viedma. El 13 de enero se funda Puerto Deseado. En octubre parte de Montevideo la expedición que fundó San Julián. Poco después se le traslada a Puerto Deseado, que a su vez es abandonada como población, no como establecimiento, el 24 de enero de 1784. Parte de Montevideo otro grupo de inmigrantes peninsulares, en los bergantines Nuestra Señora de la Piedad, Nuestra Señora del Rosario y Gálvez, para hacer población en torno del fuerte. Carmen de Patagones. 1786 Entre este año y 1784 se realiza intensísimo tráfico marítimo y patrullaje naval entre Montevideo, Patagonia y Malvinas. 1783 Las fragatas Venus y Santa Balbina realizan un crucero por el Atlántico Sur operando contra cuatro fragatas inglesas y tres francesas dedicadas a la pesca de ballenas. Apresan una nave inglesa y ahuyentan las restantes. Ambas partieron de Montevideo. Expedición de Malaspina. Exploración de la costa patagónica y de las Malvinas. Partió de Montevideo, Ramón Clairac desde Malvinas, desaloja dos naves inglesas que operaban en la zona de Puerto Deseado. Expedición de Juan Elizalde a la costa oriental de Tierra de Fuego. Parten dos naves desde Montevideo. Expulsión de la fragata inglesa Teen Brothers de las cercanías de Puerto Deseado y varias embarcaciones balleneras y foqueras en cumplimiento de lo acordado con Inglaterra sobre pesquerías (Tratado de El Escorial). También es expulsada de la bahía oeste de Malvinas la goleta norteamericana Peregrina, señalando las primeras apariciones marítimas de la ahora Confederación de los Estados Unidos de América. 1791 Parten de Montevideo la corbeta Santa Eulalia y el bergantín Nuestra Señora del Rosarlo. Expulsión de ingleses de la Isla de los Estados. El Gobernador de Malvinas Ramón de Clairac había escrito al virrey Loreto que en 1788 los ingleses habían ocupado la isla y fundado en las inmediaciones de Cabo de Hornos la base llamada Nueva Irlanda. 1793 El 29 de julio el gobernador de las Malvinas, Sanguinete reunió Junta de Oficiales para proceder contra loqueros norteamericanos. Se acordó armar en guerra el bergantín San Julián de Gálvez. En el Puerto de los Desvelos se procedió a destruir las instalaciones levantadas por aquéllos. En esa expedición son expulsados siete bergantines norteamericanos y uno francés. Lo mismo se hizo con los bergantines Ark y Governor Brown, operando en las inmediaciones de Puerto Deseado. Ante reclamaciones y consultas Godoy declara en 1797 que los buques de guerra de la Confederación Americana también caían, como todos los de las demás naciones, en las prohibiciones impuestas por el Tratado de 1790. 1794 Sale de Montevideo la expedición de Juan Gutiérrez de la Concha. Releva-miento de la costa patagónica. En febrero de 1795 regresa a Montevideo. 1802 Se expulsa desde las Malvinas la fragata norteamericana, de la Confederación, Juno que por allí operaba y de la desembocadura del Río Negro la balandra Diana, del mismo pabellón. 1803. Son decomisadas en Puerto Deseado pieles de lobo faenadas por un bergantín inglés capturado. 1804-1808 Convoyes por el Atlántico Sur y Cabo de Hornos, destacándose la corbeta Fuerte.
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Refiriéndose a los episodios de 1791 a 1803 el Gobierno Argentino dijo que de esa manera se anularon los "derechos usuales de pesca en los Mares del Sur". Tales episodios fueron presentados para refutar títulos aducidos por Inglaterra y los Estados Unidos de América sobre las Islas Malvinas (Cambios de notas de 1886-1887 entre el Ministro argentino en Washington Vicente G. Quesada y el Secretario de Estado F. J. Bayard). Los actos de posesión hispana son irrefutables. "Creemos que a principios del siglo XIX España había satisfecho con creces el requisito de la efectividad de ocupación según el Derecho de Gentes de la época". (PUIG, Juan Carlos). La Antártida Argentina ante el Derecho Internacional, pp. 122. Antes de la institución del Apostadero partían de Montevideo las expediciones reafirmadoras de soberanía marítima asignada. También es significativo que la operación de poblamiento de la Patagonia sea contemporánea de la expedición a Fernando Poo y Annobon. Trácese el triángulo Montevideo-Tierra del Fuego-Fernando Poo y se tendrá la idea del área de responsabilidad del Apostadero de Montevideo. Decimos responsabilidad y no de soberanía porque las aguas oceánicas al este de la línea de Tordesillas (y luego al este de la fijada por el tratado de San Idelfonso, que tiene el Chuy por eje) eran de la exclusiva portuguesa. Pero se puede hacer referencia a un Montevideo Ecuatorial, lamentablemente maculado por la esclavitud. Puerto único para la introducción de esclavos negros que se distribuían para Chile, Perú y todo el Río de la Plata, piezas adquiridas en el Golfo de Guinea (Cédula del 24 de noviembre de 1791). A las expediciones y poblamientos orientadas a eliminar todo pretexto de térra nullius se deben agregar, como elementos de ejercicio de soberanía efectiva de aguas y tierras emergidas: a) La ocupación y posesión efectiva de las Malvinas con gobernador-residente-miembro de la Armada Española y dependiente del Apostadero de Montevideo; b) Los viajes semestrales de naves de guerra entre Montevideo y las Malvinas (rutina naval y de patrullaje) y las comunicaciones con naves mercantes tanto desde Montevideo como de Maldonado con las Malvinas y Puerto Deseado; c) El patrullaje periódico en aguas australes por la nave apostada en Puerto Soledad; d) La frecuencia de uso de la ruta Callao-Valparaíso con puertos españoles por la ruta del Cabo de Hornos y Estrechos y viceversa con recalada obligada en Montevideo. El 16 de noviembre de 1776 se hacía obligatorio a los capitanes de buques en viaje de El Callao a puertos españoles, recalar en Montevideo para recibir órdenes e instrucciones; e) Las operaciones de balleneros y foqueros españoles tanto desde bases chilenas como de Montevideo y Patagonia antes de la fundación de la Real Compañía Marítima; (12) f) La actividad de las embarcaciones de la Real Compañía Marítima que desde 1790 a 1806, con bases en Maldonado, Islas Gorriti y Lobos, tenía por punto de apoyo en las costas patagónicas el Establecimiento de Puerto Deseado, sin perjuicio de operar circunstancialmente en islas más cercanas del círculo polar Antártico; y g). Hasta 1800 los foqueros de pabellón extranjero no habían traspasado en operaciones planificadas la línea meridional alcanzada por los foqueros y balleneros españoles de la Real Compañía Marítima, cuyas cartas de navegación, rutas y marcaciones fueron incautadas por los ingleses al tiempo de la invasión y saqueo de Maldonado.
NOTAS DEL CAPITULO VII (1) No hay en la historia de la humanidad proceso de autocrítica más profundo que el que conmovió reyes, juristas y teólogos sobre derechos de la corona castellana a poseer y evangelizar el Nuevo Mundo. El tema es de enorme vastedad para ser tratado en pocas líneas. Las dudas legales y los actos de contrición que enzarzaron por medio siglo largo a los hombres de pensamiento españoles. Cf. VITORIA, Francisco, AVALA, Baltasar, SOTO, Domingo de, SUAREZ, Francisco, BAEZ Domingo, MOLINA, Luis de, LAS CASAS, Bartolomé. También las Leyes Nuevas de 1542, Política Indiana de Juan de Solórzano Pereira y la Recopilación de las Leyes de Indias, de 16 8 0. (2) Tratado de Madrid (18 de Julio de 167 0 ) : Inglaterra y España se reconocieron mutuamente: a) el derecho inglés a las tierras "que tienen y poseen al presente", b) el derecho español a las posesiones del continente americano australes. No, alteró esta transacción la ocupación inoficial de Puerto Deseado (1680) por Sir John Narbrough, que apenas duró cinco meses. (3) Cf. PARRY, J. H. El Imperio Español de Ultramar, Cap. 13, HARING, C. H. Comercio y Navegación entre España e Indias en tiempo de los Habsburgos. 81 Leslie Crawford
(4) La transacción de Utrecht, debe ser considerada un triunfo inglés y una victoria de la Reforma. Inglaterra entraba con navicert en zonas hasta entonces vedadas. Todo era comenzar. Los hechos sucesivos son clarificadores. Pitt el Joven se equivocó al negarse a acuerdos que no significaran total imposición inglesa: "Ningún nuevo tratado de Utrecht manchará nuestra historia". (5) Willians Phips, corsario nacido en Maine, fue elevado al rango de caballero (Sir) en mérito de apoderarse de un galeón cargado de oro y plata al norte de La Española. No se debe enfatizar en el carácter "corsario" porque la actividad respondía a reglas del Derecho Internacional Marítimo. Una nave corsaria equivalía a buque de guerra privado. El corso comenzó en el Mediterráneo en el siglo XIII. Las más antiguas letters of marque son las de Pisa ( 1 2 9 8 ) y Genova (1313). No se le consideraba negocio desdoroso (COLOMBOS, Op. cit., p. 3 52). (6) En 1740 los ingleses se cruzan a los rusos que hacían su aparición en los Mares del Sur, explicándoles que violaban el derecho español reconocido en el Art. VIII del Tratado de Utrecht entre Inglaterra y España. MOLINARI, op. cit. 17. Se agrega como factores de respeto por esa área tabú: a) las ventajas concedidas por España en Utrecht b) la política de equilibrio mantenida por el ministro Walpole (a) El Dr. Equilibrio, quien procuró la amistad con Francia y la paz con España de 1712 a 1739, período alterado de 1718 (28 de diciembre) a 1720 (20 de mayo) por la guerra anglofrancesa contra España. (7) La presciencia que se lograrían los propósitos de reinar sobre las aguas, se anunció en las leyes contra la piratería, cuando esta se volvió contra los intereses ingleses en 1700. (8) Distintivo de bronce hallado en la isla. Se conserva en el Museo Histórico Nacional (Montevideo). (9) Esa operación combinada sobre el Río de la Plata estaba en los grandes proyectos expansionistas (1790) de Pitt el Joven. MOLINARI, op. cit. p. 48. (10) MARTÍNEZ MONTERO. El Apostadero etc. (Anexo 9). (11) Continúa siendo escala ideal de exploraciones a la Antártida. Shackleton partió de Montevideo en el Erebus, primero, y en el Quest, después, V. Fuchs en el Theron deja Montevideo en 1955 rumbo a Georgia del Sur; en 1960 el Kista Dan, nave polar inglesa sale de Montevideo rumbo a Malvinas y Georgias, etc. (12) Gritwiken, puerto de la bahía de Cumberland (Georgias del Sur) y centro de la industria ballenera, significa en noruego "bahía de las ollas", por la gran cantidad abandonadas en la costa, seguramente usadas por balleneros españoles de la Compañía de Maldonado. Las Islas fueron descubiertas en 1756 por el buque español León de Lima rumbo a Cádiz. En aguas próximas fue sepultado el Conde de Poblaciones Domingo Ortiz de Rozas. Fueron conocidas de los españoles por Islas de San Pedro. SAN MARTIN, C. Argentinos en la Antártida, p. 31. No es razonable que el nombre Bahía de las Ollas parta de ese acontecimiento, porque el León no estaba destinado a la caza de ballenas. Es de lógica suponer que los útiles perteneciesen a naves de la Compañía Marítima con bases en Puerto Deseado. Y que fueran de larga data en el momento de su hallazgo. Otro detalle de interés. En 1790 el Principessa visitó las Georgias del Sur para realizar una temporada de caza mayor. Los vestigios de establecimientos en la Isla Gorriti y los grandes caudales que llegó atesorar, despertando la avidez de Popham, indican que la actividad alcanzó dimensiones extraordinarias. Era de vieja la actividad ballenera desde estas regiones. El montevideano Francisco de Medina se dedicó a la caza en 1776‐1783 hasta que la desaprobación virreinal orientó su actividad al campo saladeril. También importa mucho la opinión científica. Charcot dijo de las Shetland y Decepción situadas frente a la Península Antartica y rodeada de los mares Bellinghausen y Weddell: "No estoy lejos de creer que eran conocidas de los españoles". Vallaux cita la opinión de Douglas Mawson: "Los mares australes fueron antaño más frecuentados que ahora. En los tiempos de la caza de focas se hicieron numerosos viajes en secreto, en busca de nuevas islas de focas, y de estos no quedan relación alguna". Op. Cit. 121. Esta afirmación sobre omisiones puede ser terminante considerando que los ingleses no devolvieron la documentación incautada en la isla de Gorriti. Ahí están muchas revelaciones relativas a la progresión de vinculaciones entre el Uruguay y la Antártida (Operaciones pesqueras). Es válido el concepto siguiente: "los foqueros y balleneros españoles fueron omisos de información de sus travesías por aguas australes y antárticas. FITTE, Ernesto. El Descubrimiento de la Antártida, p. 291. Como también la protesta de mentalidad ganaderil (mediterránea) del autor de Dos noticias sobre el estado de los campos de la Banda Oriental, quitando importancia a la pesquería en la región de Cabo de Hornos, donde "una banca de nieve ha hecho zozobrar más de un buque español", p. 5 01.
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CAPITULO VIII FACTORES ECONÓMICOS Y FENÓMENOS BIOGEOLOGICOS Parte de estos factores fueron presentados desperdigadamente en capítulos anteriores. Es conveniente reagruparlos, para formar conciencia clara del por qué y lo que fue el Uruguay Atlanticense, porque son las otras concausas que tuvieron desarrollo en tierra y agua. La punta del ovillo vuelve a aparecer en Utrecht (1) al abrir camino a la participación inglesa en los provechos de la ganadería y al convertir posteriormente al gremio de los hacendados (fuerza económico-política mediterránea con proyección marítima: armadores-exportadores), en porcioneros de las grandes utilidades de la riqueza pecuaria. El proceso de desarrollo económico está bien marcado por tipos de producción: a) Comienza con la exportación corambrera; b) se afirma con las carnes saladas o secas y la producción triguera, y c) se consuma con la explotación pelágica. Concurren a la evolución: I. La moda masculina, cada vez más exigente de productos exóticos; II. el aumento demográfico europeo y la elevación del standard de vida de las clases burguesa y media por su participación creciente en la Revolución industrial, que también aumenta las posibilidades de la clase proletaria "adscrita" a ese proceso; III. cambios de la dieta alimentaria del Viejo Mundo, y IV. libre comercio entre puertos españoles y americanos. 1.
La Era del Cuero-Carne
Son sus figuras, por orden cronológico, la South Sea Co o South Sea Bubble (bubble, en inglés engañifa, por la burla que significó a los pequeños accionistas), los faeneros porteños y santafecinos, las comunidades misioneras, Alzaibar, sus socios y descendientes, el primer grupo de hacendados de la región de Montevideo y parte de la Banda Oriental; y, finalmente, el neocapitalismo uruguayo de origen corambrero orientado a la exportación unida a la función armadora (marina mercante). +
EL CUERO
La gran demanda internacional (de otra manera no se explican los enormes sacrificios de empresarios-corsarios ingleses, franceses y holandeses de participar del corambre de los campos uruguayos) estuvo bajo el signo de la Civilización Industrial, el cambio de la representación exterior de la población de las ciudades europeas y la complementación de hábitos alimentarios. La ganadería del Río de la Plata se valorizó por causas aparentemente simples, pero que constituyeron la base de una gran demanda (colocación sin el esfuerzo que significa buscar mercados para lograr compradores), abandono de los zuecos de madera y uso de zapatos y botas de cuero, empleo acrecentado con la formación de ejércitos profesionales y predominio de la infantería adiestrada para las grandes Paradas y maniobras que gastaban el calzado, amén de los hechos para la guerra. La abundancia de oferta fue acompañada por la existencia de mercados de colocación, donde se desarrollaba la técnica del cuero; la guarnicionería (talabartería) que lo usaba en "cantidades industriales". Se superó la etapa de la guardamacilería (artesanía de cueros estampados, labrados, dorados y plateados). El desarrollo de esta industria motivó en España la cédula del 18 de marzo de 1783, incluyendo los oficios de curtidor, zapatero, herrero y carpintero en calidad de "honestos y honrados". Para romper esa barrera era preciso un añejamiento de oficio, y a la vez única forma de romper la tradición de las Corporaciones. Se agregan al uso el impulso de la industria editorial y el gusto por la encuadernación con cuero de libros; el desarrollo del sistema de diligencias (2) como consecuencia de la política carretera europea del siglo XVIII (3) y la sustitución de los viejos arcones de madera por arcones de cuero. La Revolución Industrial exigió mayores cantidades de cuero para la construcción de partes móviles de máquinas, amortiguadores de coches, envases, etc. (4) Las "materias primas" del Río de la Plata eran las adecuadas para la tecnología del siglo XVIII, y España, a partir de las reformas impuestas por la administración francesa, culminadas con la 83 Leslie Crawford
política de Carlos III, estaba en la misma edad tecnológica que la Europa protestante (industrial). (r) Desde mediados del siglo XVIIT era el Río de la Plata el mejor proveedor de cueros para el mercado peninsular por la declinación sufrida por la Mesta (Institución de la crianza de ganado transhumante que feneció en España, —como en América la cría cimarrona con la aparición de las zanjas, cercas y alambradas— con la afirmación del principio de. propiedad inviolable: términos intraspasables). El fenómeno interior uruguayo es descrito por el autor de Noticias sobre los Campos de la Banda Oriental diciendo que la demanda de cueros fue enorme a partir de 1778: "Hoy se ocupan muchos de recorrer la campaña buscando cueros con plata en mano de Estancia en Estancia; y de cien mil que salían para España cada año (cuando habían buques que los condujesen) hoy salen un millón" (P. 360). +
LAS CARNES
La región, exportadora de cueros y sebos hasta 1750, se eleva a la condición de proveedora de carnes saladas o secas. Inciden en este proceso fenómenos alimentarios, laborales y de explotación ganadera. Las carnes saladas o secas se vendían a distintos mercados americanos y españoles. Se unió a esto el constituir la carne así preparada el alimento de la población negra esclava o empleada en plantaciones, en aumento creciente en el siglo XVIII. Concurrió a la cuestión de la dieta alimentaria el desarrollo de la estancia,, donde el ganado, hasta entonces cimarrón, de carnes durísimas y magras, comenzó tenerlas más blandas y gordas (aceptables para la comida que reemplazaría regímenes en base de peces y vegetales: el europeo agregó un plato más a su lista). Favoreció la actividad saladeril la importación de sal venezolana. (HUMBOLDT, Viaje a las regiones equinocciales pág. 699) y el descubrimiento de las grandes salinas del sur de Buenos Aires. En el año de la Institución del Apostadero (1776) se instalaron en el Río de la Plata los primeros establecimientos. Comienzo de una gran exportación de carne salada llevada en barriles con salmuera. Saladerista y armador llegaron ser funciones inseparables, como lo había sido antes el corambrero. Un sucesor industrial-ganaderil de Alzáibar, el opulento Francisco de Medina, nacido en el Uruguay, armó una flotilla de seis barcos con los que en cierto momento abasteció la Patagonia, Malvinas y las plantaciones cubanas. Sus continuadores fueron los asentistas, proveedores de la armada española de los departamentos navales europeos, como también de las naves mercantes y de guerra que hacían escala en Montevideo. Así comenzó la exportación tradicional que se afamó con el descubrimiento de la conservación por el frío (transporte marítimo y establecimientos frigoríficos elaboradores). El consumo de la carne seca o salada dio el golpe de gracia a las especies (los adobos que hacían ingeribles los alimentos perecederos), y también un nuevo sentido al Asia. No obsta decir que la marina mercante española reemplazó las bodegas del Asiento inglés (South Sea Co), y que Montevideo montó guardia conservando para la comunidad de reinos españoles la fabulosa dehesa del ulterior Uruguay y Argentina. +
EL TRIGO
El cambio dietético europeo y la mayor capacidad adquisitiva de las poblaciones con rápido crecimiento impusieron la civilización agrícola próxima de los centros de elaboración y exportación. El Río de la Plata (el Uruguay después de la fracasada colonización de la Patagonia tuvo su granero en la cuenca del Santa Lucía), se inició, aunque tardíamente, en la exportación de granos y harina, completando la carga de naves que llevaban cueros y carnes elaboradas. El Río de la Plata (Argentina, Chile y región de Montevideo) tuvo su parte en la problemática europea del siglo XVIII. Los volúmenes crecientes de importación de trigo ultramarino impulsaron a los capitales europeos crear en el área del Viejo Mundo los centros occidentales de producción similar y participar de los frutos de ese comercio. Los capitales formados con las ganancias en las industrias se volcaron a la tierra. Los ricos, fisiócratas aparte, colocaban su dinero en tierras (nevvlandlords o burguesía rural con intereses manufactureros). Junto con los campos trigueros se desarrollaron las cabañas (crianza de ganado de raza). Sin llegar a proveedora de carnes Inglaterra se convirtió en la campeona de la preparación de las mejores especies (pedigree), que luego habría de importar el Río de la Plata pagando precios increíbles por los ejemplares más hermosos. Ese interés de los industriales ingleses (historia interna del capitalismo industrial) derivó en la formación de una 84
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conciencia nacional proteccionista, luego bisecada y convertido un sector en opositor de leyes arancelarias sobre el trigo para atender reclamos de la clientela nacida de la reforma de las leyes elementales. Mientras existieron "burgos podridos" (Rottenborgs) el proteccionismo fue axioma económico inglés, con doctrinarios en el landlordismo. Tuvo su arista positiva en el período del gran endeudamiento nacional. La cultura agrícola de la Isla frenó la "evasión de divisas" y evitó que los neoterratenientes sufrieran tan severamente los golpes de los cracs fabriles. Al punto que en tiempos de Jorge III la isla fue el granero de Europa. En ese lapso desaparecieron las tierras comunales y se acentuó la emigración campesina (landless) hacia los grandes centros fabriles como asalariados, o como emigrantes a las colonias o ex posesiones ultramarinas. Antes que Italia, Inglaterra exportó masas de emigrantes pobres. El estanciero inglés del Río de la Plata no pertenece al período hispano. Se presentó como el segundón de grandes cabañeros o industriales que no pudieron adquirir en la Isla el espacio adecuado para continuar la actividad de sus mayores. El lector extrañará la relación de este proceso inglés de introversión de la actividad económica con el desarrollo y grandeza de Montevideo como punto de salida de una economía agrícola y ganadera pujantes. Pertenece a una de las tantas aristas que hicieron de Montevideo - Puerto parte íntima de la Revolución Industrial, en su aspecto positivo: aplicación de la ciencia al proceso productivo. 2.
Las Nuevas Compañías Comerciales
Son sus figuras el Estado (la corona), los capitalistas españoles (burguesía enriquecida y reunida en gremios poderosos) y accionistas americanos luego ennoblecidos por su actividad comercial. Al fin y al cabo todos integrantes del ecúmene hispano (nacionalización del comercio y la exportación). El cambio estructural del comercio europeo post Utrecht determinó el florecimiento de las corporaciones (compañías) comerciales, con otros estatutos. El neocapitalismo no gozó de la libertad de acción de la burguesía de raigambre medioeval para actuar en áreas apartadas del ámbito nacional (centro de concentración del dinero o circulante o ciudad-metrópoli). (6) En cambio recibió el respaldo nacional que lo colocó al socaire de los grandes quebrantos económicos, como aquellos del siglo XVII hicieran peligrar las economías locales y conmovieron los cimientos del sistema colonial de Inglaterra, Holanda y Francia. El interés nacional engazó perfectamente con el del grupo económico rector, sirviéndose mutuamente. (7) Se amplió el campo de actividades. Participaron juntamente con los países de compañías clásicas (Inglaterra, Holanda y Francia) países de mares interiores (Suecia, Alemania, Austria y Dinamarca) y las ciudades Hanseáticas, aunque en período más tardío y cuando el "equilibrio europeo" necesitaba agregar pesas en cada platillo para ponerlos a nivel. Sólo más tarde inquietarían a Inglaterra al pretender la formación de un "tercer mundo marítimo". (Neutralidad Armada). La preocupación se desvaneció con el bombardeo de Copenhague y la destrucción de la flota danesa en 1801 por los mismos ingleses. El mundo occidental comenzó a crecer dibujando en corto lapso el armazón de la Civilización Industrial. El globo se estrechó en el área marítima por la concurrencia de naves comerciales que iniciaban rutas apartadas de las de larga tradición. La habilitación del Cabo de Hornos para la navegación entre el Atlántico y el Pacífico impulsó la actividad de la marina mercante española (no necesariamente peninsular). Alcanzó tal volumen que en el último tercio del siglo XVIII no cedió la derecha a la afamada inglesa, regida por cartabones más utilitarios. En el período finisecular el Atlántico Sur se convirtió en caldera hirviente de los intereses internacionales de accesiones a las fuentes alimentarias oceánicas y concentración de materias primas pelágicas. Por consecuencia lógica Montevideo había de ser el centro de todas las actividades marítimas y eje de todas las acciones represivas de intentos extranjeros de explotar las riquezas de las aguas australes invadiendo u ocupando territorios hispanos. Sobre todo, cuando la línea tordesillerana con eje en la Cananea se traslada en 1777 a la sanildefonsina con eje en el Chuy, con compensación asiática en 1778. La cronología de formación de compañías estatutarias españolas monopolizado-ras de áreas o tipos de producción (combinación de esfuerzo de los armadores marítimos) es otro de los más claros informes de cómo creció Montevideo en importancia internacional de todo orden. 1728. Real Compañía Guipuzcoana de Caracas. En ella se asentó el poder del neocapitalismo venezolano (aristocracia del Gran Cacao revolucionaria de 1810). Se constituyó con 300 acciones 85 Leslie Crawford
200 que tomó la Corona y 100 los comerciantes de esa región indiana, de 7.500 reales cada una. Altamira dijo de esta sociedad mixta: "La historia de esa compañía es, durante casi todo el siglo, la historia de Venezuela, donde dominó como ama y señora" (8). Primera Real Compañía de Filipinas. Fracasó por mala administración y competencia en las Indias Orientales.
extranjera
Real Compañía de Galicia. Dedicada al comercio con Campeche para neutralizar el de madera preciosa realizada por Inglaterra desde Belice. (1740). Habilitación del Cabo de Hornos para la navegación interoceánica. La actividad comercial marítima se proyectó al sur. Montevideo convertido de hecho en puerto único de escala de la ruta magallánica y del Cabo de Hornos. 1740. Real Compañía de La Habana. Con flota de gran tonelaje. Atendió el comercio entre puertos españoles y americanos y sobrevivió a la revolución hispanoamericana (9). 1751. Real Compañía de Barcelona. Tuvo de su cargo el comercio con Puerto Rico, Cumaná y Margarita. Empresistas catalanes comenzaron a participar de la actividad pesquera en el Atlántico Sur y Pacífico Sur. Llegaron tener bases en Patagonia y Chiloé, aunque efímeras. Entre 1770 y 1780 abastecieron de pescado seco y salado a los mercados del Alto Perú. (1778). Apertura de los puertos del Río de la Plata al libre comercio con los puertos españoles. 1785. Segunda Real Compañía de Filipinas. La de mayor capital. Tuvo el privilegio, por veinticinco años, de "todas las expediciones que hiciese a Filipinas y otras partes de Asia y para el retorno de esos frutos y efectos a los puertos habilitados de la península, donde podría introducirse libremente todos los frutos y mercaderías de la Asia". "Merced a los trabajos de esta Compañía se desarrollo notablemente el comercio del Archipiélago y aumentó mucho el cultivo del índigo, caña de azúcar, algodón, pimienta y otras plantas" (10). En 1818, como sucesora de la Compañía de Caracas participaba del comercio en las Antillas e introducía allí "géneros de algodón asiáticos y europeos" (11). No obstante conectarse con el Atlántico por la ruta Acapulco - Veracruz, fatigoso camino terrestre para la distribución de mercancías filipinas en los mercados locales americanos, y exportación a la Península, empleó con más frecuencia la ruta del Cabo de Hornos. Los tesoros de esta Compañía acumulados en el Río de la Plata fueron codiciados por Pitt el Joven (12). 1789. Real Compañía Marítima. Con base en la Bahía de Maldonado e instalaciones en las Islas Gorriti, Lobos, Malvinas, Pengüin (De los Reyes), puerto Deseado (Patagonia) y con toda seguridad en las Georgias del Sur (Bahía de las Ollas) y Shetlands del Sur. Duró hasta la ocupación de los ingleses de la Isla Gorriti y la destrucción de sus instalaciones (1806). (1795). Apertura de los puertos hispanoamericanos a los yanquis, conforme el Tratado de San Lorenzo el Real, de ese año. (1797). Apertura de los puertos americanos a los barcos neutrales. Se agregaran las naves de simples armadores o de sociedades menores que intervinieron en el tráfico comercial. En otro capitulo hemos presentado la marina mercante americana y la actividad naviera rioplatense. Diremos, también, que a partir de 1763 surcaron con gran frecuencia las aguas australes, tocando Montevideo, barcos de la Compañía General de los Cinco Gremios Mayores de Madrid, cuyo capital en 1777 llegaba a los 210 millones de reales. Las Reales Compañías fueron sociedades anónimas mixtas con estas funciones: a) fomento del tráfico comercial; b) introducción del comercio español en los principales mercados del mundo; c) construcción de naves mercantes (armadores). Constituían sociedades dinámicas, agresivas en cuanto a asegurar la expansión comercial. Pese a la extensión de las áreas asignadas, las Compañías sólo tuvieron finalidad comercial. En la Instrucción de 1787 Floridablanca recordaba que la de Filipinas era de "comercio y no de dominación y conquista". Razones que abundan para elevar la función de Montevideo en el ejercicio del uso comercial del océano español. 3.
Valorización del pasaje del Sur
Las exigencias cada vez mayores de la navegación, cuyas unidades aumentaban de tonelaje y superficie para acortar tiempo, aumentaron de importancia los pasos del Sur (13). En 1740 entraron en estado auroral y en 1780 tocaron su albedo, respondiendo así la pregunta formulada 86
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por Jorge Juan y Antonio de Ulloa antes de la mitad del siglo XVIII, de si convenía más la vía regular de Porto-Belo o la del Mar del Sur, pasando por el Cabo de Hornos (14). Agregó valor a este pasaje austral el empeño holandés por estorbar la navegación a las Indias Orientales desde el Cabo de Buena Esperanza, obstáculo recién naturalizado en 1802 (Paz de Amiens, Art. 6). Con el intenso ir y venir de naves de uno a otro océano Montevideo se fue asegurando la condición de porcionero mayor, como decíamos, de las posibilidades del comercio de exportación y la actividad de proveedora marítima. Esa posición estratégica (geopolítica) le impuso la obligación de patrullar las costas patagónicas y los pasos del Sur, convoyar las naves mercantes en períodos de conflictos armados. Así fue insistimos, como proclamó y ejerció soberanía efectiva sin declinaciones hasta mucho después de Trafalgar. Después de 1811, año de retiro de la estación naval de las Malvinas, aunque no de la población malvinense en su mayoría oriunda de la región montevideana y de la Banda Oriental, el comercio inglés y tras él el de otras naciones, comenzó a realizarse por los pasos del sur sin otros problemas que los creados por fenómenos meteorológicos y oceánicos al hundirse el dominio soberano de España en el Atlántico Sur en 1814 (15). La frecuencia de navegación, la presencia más al sur de barcos dedicados a la caza pelágica fue acercando los nautas a las regiones antárticas. 1819 es el año del descubrimiento público del continente austral realizado por el carguero inglés Williams al mando del capitán John Smith en viaje desde Montevideo. Sin embargo, no se puede rechazar la hipótesis de que balleneros y foqueros, entre ellos españoles, traspasaran antes las Orcadas del Sur y navegaran por el hoy llamado Mar de Weddell (16). Tampoco la de viajes formales anteriores a 1819, pero mantenidos en secreto, porque hasta 1818 España contó con el asentimiento de las grandes naciones continentales para defender su derecho al Atlántico Sur (desde luego también sobre todas las "colonias" en rebeldía). Política de la Santa Alianza. Lo cierto es que en el período de gloria de Montevideo cada milla más navegada hacia el sur ampliaba el campo de responsabilidad de Montevideo, en lo que se refiere a acciones definitorias. El desarrollo del tráfico marítimo por el sur constituyó uno de los sucesos más notables de la Edad Contemporánea, porque abrió de par en par el libro de los descubrimientos que faltaban hacer. Los españoles iniciaron ese camino en el XVIII, sirviendo Montevideo de apoyo en escala obligada hasta 1913/1914, fecha de apertura del Canal de Panamá. El despertar en el XIX por las viejas ideas españolas de los siglos XVI y XVII de hender Centroamérica para unir el Atlántico con el Pacífico, respondió a la necesidad de acortar distancias y ahorrar gastos. Es el momento de la revalorización de Panamá y de la declinación de Montevideo. También caerá la ruta Cabo de Buena Esperanza con la apertura del Canal de Suez. Estados Unidos de Norteamérica se benefició con el Canal de Panamá, acortando de más de 11.000 kilómetros en la navegación de Nueva York a San Francisco (17). Las costas patagónicas volvieron estar tan solitarias como en el XVI y XVII, visitadas solamente por barcos de cabotaje. El ferrocarril, la carretera y el avión aceleraron el despoblamiento del Mar Epicontinental. Hasta la navegación Montevideo-Malvinas se debilita después de dos siglos largos de comunicaciones (18). "Estas grandes navegaciones australes parecen terminadas... el Océano Austral escapa a la influencia del hombre, que allí nunca fue grande. El Océano se despuebla, no sólo porque los barcos mucho más grandes son menos numerosos —lo que puede verse en todos los mares— sino porque las derrotas quedan abandonadas o retroceden hacia el Norte". VALLAUX. p. 128). Véase la importancia adquirida por los puertos panameños en las puntas del Canal y evóquese el Montevideo del Dieciocho para comprender, considerando épocas, la trascendencia alcanzada como centro de la marina mercante y eje de poder naval hispánico. ¿Decirle ¡Adiós! a ese pasado? Lo creemos prematuro. Montevideo emergerá otra vez no sólo por ser puerto clave de la Cuenca del Plata sino por fenómenos que ya atraen la atención de un mundo angustiado por la contaminación destructora del aire y de las aguas, (19) la explosión demográfica y el déficit alimentario, sobre las incalculables posibilidades de la Antártida como región de reserva de la humanidad. La clausura de los programas espaciales en 1972, que no volverán a poner hombre en la luna hasta pasado el siglo XXI, y la intensificación de las investigaciones científicas en la Antártida realizadas por naciones de tecnología más avanzada, reabren oportunidades para Montevideo. El tiempo dirá. Por ahora se deben eliminar retrasos en declarar el interés uruguayo por la Antártida y evitar que se nos saque de la Troya por omisión de 87 Leslie Crawford
refirmar títulos asistidos por una tradición histórica de ejercicio efectivo sobre las aguas del Sur y una posición geográfica (20). 4-
Acontecimientos biológicos que incidieron en Atlántico Sur en el XVIII
El tema no es excéntrico. Pertenece a la serie de determinantes que hicieron de Montevideo y su área marítima el centro de atención desde la mitad del siglo XVIII. El lector los aplicará a los puntos relacionados con la explotación de los recursos vivientes de aguas australes. Un estado semejante ocurre en esta década con la aparición en las aguas del Atlántico Sur de naves europeas y asiáticas para dedicarse a la pesca legal o clandestina. Cambios de dieta alimentaria o insuficiencia de las reservas pesqueras en el Atlántico Norte motivan la revalorización de las carnes del Río de la Plata y la reactualización de la gran fama de la fauna pelágica del Atlántico Sur. Se representa fundamentalmente, por fenómenos de desglaciación o modificación del clima polar, y emigraciones, fugas y exterminaciones de especies, tanto por causas climáticas o por actos humanos. A)
VARIACIONES CLIMÁTICAS. RECALENTAMIEXTO.
El área tradicional de pesca y caza del Mundo Occidental fue el Atlántico Norte donde, desde los siglos VIII al XIII se asistió a un proceso de colonización de las tierras insulares en torno del círculo polar ártico. El Lartnamabok, compuesto hacia 120 0 refiere que, según la tradición islandesa de fines del siglo VIII, con más precisión hacia el 765 de nuestra era, Islandia se hallaba cubierta de bosques entre las costas y las montañas, habitada por irlandeses (erígenas). Es un indicio de que la isla tenía un clima favorable y que a ella llegaban aguas tibias. El período templado facilitó los desplazamientos de noruegos c islandeses casi paralelamente al círculo polar ártico (P. Ej. desde Trondheim-Thule a Reikiavik, desde ahí a Groenlandia y desde esta a Vinland (América del Norte) .El fenómeno climático representado por el retroceso de los hielos y el avance de los bosques hacia el norte pueden ser explicación del período de descubrimientos, población y evangelización tan ligados al desprendimiento de excedentes demográficos (empresa noruega) y a la leyenda de San Brandan (empresa irlandesa). Sobre todo cómo en Groenlandia, que significa tierra verde, que conocemos por suelo climático agresivo, se desarrolló una civilización agrícola-ganadera viquinga (sistema de explotación granjera) que duró del XI al XV, proceso sólo explicable con un clima propicio. En ese Ínterin aparecen en las aguas nórdicas los pescadores de Saint-Malo (bretones) especializados en la pesca del bacalao, la merluza y el salmón. Luego de ellos los vascos, especializados en la pesca del bacalao y caza de cetáceos. Audaces los últimos no es imposible que llegaran levantar establecimientos en la costa de Terranova, en el período final de las aguas tibias. (Sobre la actividad vasca Vid. IRIART, Michel. Corsarios y Colonizadores vascos, Cap. II). Tanto más si se considera que ese pueblo fue uno de los más capacitados en la explotación pesquera de la Edad Media, obteniendo por ese concepto reconocimiento de privilegios. Por ej. el Fuero de San Sebastián dado por Sancho VI de Navarra a mediados del siglo XII, referido a esa actividad. De los bretones Juan Gaboto habría recogido la tradición de que viajando por el Paso del NO se llegaba a la Isla de los Bacalaos. Sebastián Gaboto en 1497 habría llegado hasta los 67 ½º de latitud rechazándolo los fríos intensos y en 1500 el portugués Gaspar de Cortezar no pudo pasar los 56º. Período el primero que indicaría que no existían en aquellas aguas heladas las barreras o represas de hielo que levantaría la glaciación del XIV al XVI, clausurando todos los pasos y cambiando áreas de concentración o rutas de emigración de los peces. Fue indudable que los bretones precedieron a los vascos. Claro testimonio resulta de que la expedición descubridora que partiera en 1511 al mando de Juan de Agramonte llevara obligatoriamente (sobre-carta de Doña Juana como reina) "pilotos bretones o de otra nación que allá hayan estado" (Terranova). El pleito de la ciudad de San Sebastián en 1561 con los capitanes de los barcos pesqueros permite establecer la tardía presencia vasca en Terranova, "hallada y usada de pocos años y tiempo a esta parte", por lo que "han dejado (los pescadores y barcos mercantes de la región) y dejan de hacer y seguir otros viajes de Flandes, Inglaterra, Andalucía y Levante". Navegaban por el Canal de la Mancha y Mar del Norte con salvoconductos expedidos por los reyes de Inglaterra (Concesión iniciada en tiempos de Eduardo III). En el siglo XIV se habría producido el primer avance de los hielos (glaciares en Groenlandia, Islandia y Escandinavia con repetición de efectos en los Alpes y pack en el interior ártico tocando las costas continentales) empujando al sur las líneas de circulación del salmón, arenque y bacalao 88
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y hábitat (aguas libres frías) de cetáceos, acortando las distancias a las zonas de pesquería y haciendo más económica su explotación. Lamentablemente estas fluctuaciones no fueron analizadas en sus momentos (las observaciones más antiguas se habrían iniciado en Utrecht en 1706), pero no hay dudas que incidieron en la ampliación del horizonte geográfico (descubrimientos colombinos) al acercarse a los trópicos la línea de corrientes favorables marinas (Gulf Stream, Antillas y Ecuador) aéreas (vientos alisios). Se iluminaron los trópicos y se entenebrecieron las áreas polares árticas. Vinlandia, Groenlandia y la avanzada Spitsbergen (o Svalbard) entre los mares de Groenlandia y Barentz fueron rutas menos recorridas y las dos primeras cayeron en el olvido por paralización de operaciones de explotación. (21) Entre el Mar de Barentz y la isla de Nueva Zembla los hielos se tocaron en la costa formando muro infranqueable. Así queda cerrado el avance de la navegación por el norte de Rusia iniciada por los viquingos (rusyi) en el período de las aguas tibias. Allí habrían de estrellarse también los esfuerzos ingleses del XVI-XVII por abrirse paso hacia el Este. También fracasó un intento español de 1525 (expedición de Sebastián Gómez) en esa dirección. Las "espaldas de Castilla del Oro" no pudieron ser halladas por la vía norteña; pero es lógico suponer que el intento, posterior a la empresa magallánica, se originara en la creencia que por ese lugar podía haber paso abierto entre los hielos. El lapso comprendido entre los siglos XIV y XVII registra el enfriamiento del clima que impuso las variantes en la actividad humana en los mares del Norte. En ese período la explotación pelágica encuentra las líneas de peces y cetáceos a la altura de los paralelos 40 y 41, cuando entre el IX y el XIII debieron hallarse entre el 50 y el 60. Estabilizada la temperatura en el XVI o por lo menos producida una disminución de intensidad de enfriamiento, y sin cambios de posición de las rutas de desplazamientos de la fauna marina, el Atlántico Sur todavía no podía ser área de atención de las sociedades pescadoras de la costa atlántica europea. El siglo XVII es el siglo de los rindes magníficos de pesca y caza entre los paralelos 40 y 41. En 1697. 121 barcos holandeses, 50 hamburgueses, 15 de Bremen y 2 de Einden cazaron en poco tiempo 1950 ballenas. (CANTU, César. Historia Universal, T. XXVI, pp. 155-156). En principios del XVIII se inicia el fenómeno observado en forma dispersa, de recalentamiento de la tierra. Sobre ese cambio climático cabalgará la nueva popularidad del Atlántico Sur, no tanto por la evocación magallánica como por la explotación de riquezas semejantes a las que en el Atlántico Norte parecieron desaparecer sin explicación aparente. El lector ya estará sacando conclusiones: MONTEVIDEO LIGADO CON FENÓMENOS POLARES, TANTO DEL NORTE COMO DEL SUR. Paul Hermann en “La aventura do los primeros descubrimientos” dice que el verano de 1721 fue ardiente y seco; los hielos se habían retirado hacia el norte y con ellos las focas, mucho más que de costumbre. Desaparecieron los campos de hielo que frenaran en el siglo XVII a los capitanes ingleses Davis y Baffin. La retirada en Groenlandia dejó a la vista las áreas de colonización viquinga, revelando lo dicho antes, que entre el XI y el XIV se había realizado una civilización agrícola-ganadera donde ya en el XVII sólo podía corresponder un estilo de vida esquimal. La montaña helada (casquete glacial) en su retroceso iba dejando visibles las ruinas de Eystribyggd (colonia oriental) y de Vestribyggd (colonia occidental) cubiertas en el XVI por los hielos. Las tumbas que allí se han encontrado revelan que no se excavaron en suelo permanentemente helado (pp. 268 a 306). Raymond Puron reúne estos otros testimonios: a) durante el siglo XX en Groenlandia, Islandia, Spitsbergen. Noruega y Alaska, los glaciares se han alejado en forma marcada. Este alejamiento debió comenzar incluso antes de haber sido observado, aunque entiende que hay autores que lo citan a mediados del siglo XVIII; b) en la isla de Kodiak (Alaska) un bosque progresó 4.500 metros hacia el norte en tres siglos; c) en la URSS el límite meridional de los suelos permanentemente helados se desplazó 4 0 Kms. hacia el norte en un siglo; d) el Océano Glacial Ártico que era prácticamente infranqueable es ahora accesible. En el Mar de Barentz el límite sur de los hielos flotantes se desplazó 120 Kms. hacia, el norte y el Mar de Kara se libera de los hielos a finales de verano. (La distribución de los seres, pp. 155-156). Sólo así se explicaría la cierta facilidad del viaje por el Ártico desde el Mar de Noruega hasta el Estrecho de Behring realizado por Nordenskyold en 1878-18 79. Y que la comentada "rotura" del 89 Leslie Crawford
Estrecho de Behring en el XVIII se produjera no sólo por causa de un fenómeno volcánico sino muy posiblemente por la quiebra de la gran barrera helada, provocando la circulación tumultuosa de aguas contenidas del Atlántico y Pacífico alimentadoras del Océano Glacial Ártico. Las más audaces ideas de la tecnología actual confirmarían que hubo rotura de un dique de hielo cimentado sobre el rosario Insular entre Siberia y Alaska. Hoy día se proyecta la construcción de una presa en el Estrecho de Behring, con un costo no diferente del que exigieran muchas levantadas en tierra, para contener el agua derivada de la fusión del hielo ártico y humedecer las regiones esteparias de Canadá y Siberia. (SKOLNIKOPF, Eugene B. Science, Technology and American Foreign Policy). B)
CONSECUENCIAS BIOLÓGICAS DEL RECALENTAMIENTO
Ocurrieron desplazamientos voluntarios al norte de las líneas de especies. Los peces y plancton fueron en busca de las aguas nuevas con iguales índices térmicos. Los cetáceos y las focas los siguieron, con retornos incompletos. La fauna pelágica fue la primera en "redescubrir" el paso por el norte de Asia y el norte de América, rellenando la depresión norte del Pacífico, donde halló un hábitat menos batido por la acción humana. En el XVIII se notó en el Mar de Behring y Pacífico Norte una existencia abundantísima de cetáceos y pinnípedos, favorecidos por una fauna numerosa y abundante vegetación marina. (VALLAUX p. 1S8). Respecto de la cuenca interior del Ártico, nueva ruta de éxodo o emigración de cetáceos y pinnípedos, no sería exacta la afirmación de Nansen de que se le debe considerar un desierto en el Océano. Vallaux sostiene que allí hay gran riqueza de plancton costero. Habla de un desbordamiento de vida, que ha hecho posible la abundancia de ballenas y focas en Behring y Nueva Zembla, (op. cit. 404). El retiro de los hielos de la costa y la apertura natural de la senda oceánica actuó de bomba de succión sobre el Atlántico Norte determinando el desplazamiento de la fauna pelágica. (22) La atracción por las rutas colombinas (ya de rutina náutica) impidió que los cosechadores del mar conocieran hacia dónde se retiraban las especies (fugas al Pacífico o ascenso de paralelos de las líneas de emigración) enfrentándose, quizás por esa inercia en renovar rutas boreales, con el misterio insoldable de la disminución de las existencias de peces, cetáceos y pinnípedos. Si el siglo XVIII hubiera estado asistido por la ciencia oceanográfica no se habría convertido en caldera hirviente la región de las islas Peroer, Spitsbergen y Osos. Se hubiera ida más arriba, encontrando la región de refugio (hábitat nuevo) de los cetáceos y focas o las rutas de sus desplazamientos por el Océano Glacial Ártico, adelantándose al hallazgo de las concentraciones entre Alaska y Siberia realizadas por navegantes del Pacífico. Pero se había estado confundiendo el fenómeno cierto de disminución de existencias con el de extinción de especies preferidas. Spitsbergen, en el límite mismo donde se refugiaran las ballenas y las focas o donde comenzara su itinerario por aguas árticas libres durante los procesos de emigración con retorno, cayó como centro ballenero. Todo por no descubrir la razón geológica que hacía variar el paradero y la línea de emigración de la fauna pelágica. Ya muy avanzado el siglo XVIII los establecimientos de Spitsbergen, principalmente los de Smereemburgo o Nueva Amsterdam, fueron demolidos por antieconómicos después de haber dado prosperidad. Entonces otras ballenas y focas se hacían ver por los mares del sur, juntamente con peces de la familia de los bacalaos. El ocaso de Spitsbergen, como centro ballenero, corresponde cronológicamente al ascenso de Gorriti (Maldonado) a la categoría de centro más importante de la caza pelágica, respaldada en sus avanzadas (establecimientos) de Puerto Deseado y Georgias del Sur. El estado auroral de Nootka (caza pelágica en el Pacífico Norte) es sincrónico del apogeo de Montevideo y Maldonado. Retomemos el hilo. "Este recalentamiento ha tenido consecuencias biológicas. En 1917 se pescaba el bacalao hasta los 60º de latitud norte en las costas de Groenlandia. En 1941 se pescaba en los 72º latitud norte de la costa occidental. En la costa oriental se observa con el arenque, salmón, capellán, una medusa y una estrella de mar. En el Pacífico las caballas, que no pasaban de los 48º, se aventuran hasta las costas de Alaska". (PURON p. 157). Aparece otro fenómeno relacionado con ese desplazamiento de la flora y fauna hacia el norte, y éste es el incremento de los grupos humanos en el litoral ártico, con boom demográfico. El empuje humano hacia el norte desde la tundra, el avance de la línea del reno, derivan del recalentamiento del clima y de la repoblación o poblamiento del Mar Glacial Ártico con fauna pelágica. C)
EXPLOTACIÓN IRRACIONAL DE LA FAUNA MARINA
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Juntamente con la emigración o éxodo de especies incidió otro factor para ralear las existencias con rindes redituables. Nos referimos a la caza irracional, a la carnicería indiscriminada de ballenas y focas, que impidió el repoblamiento de especies en la proporción que exigía la demanda. Esta acción humana jugó su papel importante. No sólo redujo las manadas sino que ahuyentó los cetáceos por el empleo de proyectiles arponeros (el estampido del cañón ballenero es factor de excitación y huida) o de las armas de caza de loberos. Más razones para que se debilitara la "adhesión" de esas especies al hábitat tradicional correspondiente al período de las aguas tibias del VIII al XV, y las invitara participar de las aguas nuevas que se ofrecían en los extremos árticos. Natural, entonces, que razones económicas hallaran su fundamento (cálculo de rendimientos) en las aguas australes, reproduciendo en estas regiones las escenas de siglos antes en el Ártico, con Montevideo, Maldonado, Malvinas, Georgias y Patagonia centros de defensa, dirección y explotación de la riqueza pelágica. Si en el siglo XX renació el interés por los recursos vivientes de nuestras aguas continentales, el Uruguay debe poner énfasis en la defensa de existencias, juntamente con Brasil y Argentina, por si llegara a convertirse en verdad la previsión de que en la década de 1980 se alcanzaría el punto crítico. El alerta de Cousteau de febrero de 1973 sobre el estado del hígado de los pingüinos es indicio de que el envenenamiento de las aguas se aliará con los cazadores sin medida. Cuídese esta ecología de la manera celosa con que el Montevideo histórico defendió derechos del mar. 5.
Montevideo y la caza pelágica
I.
LOS CETÁCEOS
La gran demanda europea de grasas, aceites y pieles en el XVIII impulsó la gran actividad ballenera y lobera. Como en la Era del Cuero también fueron las modas, pero esta vez las femeninas, la comodidad hogareña y el adelanto edilicio (iluminación de las calles) los factores fundamentales del impetuoso desarrollo de la actividad pelágica. Las barbas de los cetáceos sirvieron para la corsetería y la botonería: el aceite o esperma para la fabricación de velas y trabajos aplicados a las artes y al funcionamiento de las maquinarias (la función de lubricantes); el ámbar gris (secreción de los cachalotes) en sustitución del ámbar vegetal agotado en las costas bálticas, era requerido por la perfumería. La demanda extraordinaria impulsó la actividad de explotación de la riqueza viviente oceánica a niveles internacionales. Las operaciones se activaron en las regiones tradicionales, pero a mediados del XVIII se empezó a notar la disminución sensible de ballenas en todo el Atlántico Norte. (23) Exterminio y emigración eran sus causas. De 1754 a 1776 las ballenas dejaron de pasar por las aguas entre Peroer e Islandia. Lógicamente las miradas debían ser dirigidas hacia donde habían manadas anfibias que hicieron económica la explotación. Las operaciones clandestinas o legales del Atlántico Sur señalaban que más abajo de la línea ecuatorial las manadas de cetáceos eran abundantes y las concentraciones de lobos en las islas de número incontable. Los holandeses se acostumbraron hallar ballenas nadando en aguas frente a Brasil y casi en la divisoria ecuatorial. Los mapas del XVI y XVII, sobre todo holandeses, incluyen ballenas desde el paralelo 0º hasta La Cananea. Desde ahí al Cabo de Hornos la existencia tenía que ser excepcional pues se acercaban a las aguas frías. Las dificultades de caza en el norte y la oferta abundante en el sur impusieron el cambio de ruta de la navegación pesquera. El alargamiento de las distancias y el cálculo de rendimiento introdujeron otros cambios revolucionarios en la arquitectura naval. La conciencia marítima amplía sus horizontes. Las aguas debajo del paralelo 34º sur fueron entonces el escenario de un vasto campo de explotación que no ha tenido hasta ahora períodos de detención, excepto las pausas de las dos Guerras Mundiales. Al punto que, amenazadas las especies, se ha limitado el número de piezas a obtener cada nación. Otras han desistido temporalmente de la caza. Así han podido tener respiro estos gigantes habitantes del Océano Austral, aun cuando siga pendiente la espada del deterioro de las aguas, por la persistencia ruso-japonesa en continuar la caza. En mitad del siglo XVIII ya no son barcos transportadores de esclavos negros y conducidores de cueros, sebos y carnes secas o saladas, los que navegan hacia el sur. Son flotillas balleneras que atraviesan el paralelo 35º, porque la reactualización del Atlántico Sur empieza a codificar las leyes internacionales. Los cazadores y pescadores se aventuran más y más hacia el sur en dirección del mar o continente ignoto, al modo de batidores de las empresas de navegación científica (Bougainville, Malaspina, Cook). Los foqueros y balleneros fueron los apellidadores de la geografía 91 Leslie Crawford
Antártica. También ellos los popularizadores de las aguas del sur y ensanchadores del conocimiento geográfico y oceanográfico del Pacífico S. E. (21) La región magallánica dejó de ser punto de discusión de círculos reducidos para plebeyizarse con la rudísima actividad, convirtiéndose en tema de conversación de los pueblos pescadores. A las actividades balleneras inglesas, holandesas, francesas, yanquis y escandinavas se unieron las españolas. La actividad hispana se cumplió bajo protección directa de la marina de Montevideo y de los mercantes artillados de Maldonado. Lógicamente fue la más intensa y productiva por contar con bases terrestres e insulares permanentes y cercanas de las áreas de concentración o líneas de circulación de las especies. En capítulo precedente se expuso cómo Montevideo dispersó las flotillas extra hispanas que operaban ilegalmente en aguas y costas prohibidas. Así el área de poder marítimo montevideano tuvo otra expresión publicitada en Europa, que siguiera a la de la riqueza pecuaria de la Banda Oriental y campos misioneros. Inglaterra halló en las aguas australes y en sector lusitano (la ocupación de las Malvinas y su posterior abandono, como las penetraciones clandestinas de 1776 a 1819 apenas tuvieron duración) las bases firmes para desarrollar su industria pelágica, al punto que en 1786 el complejo de fábricas inglesas se independizaba de la importación de aceites y esperma (25). Los balleneros de Bretaña (Saint Malo) encontraron en el Atlántico Sur recursos que habían empezado a faltarles en el Atlántico Norte en mitad del XVIII (26); como ellos, los de Escania (Noruega) (27). Los balleneros yanquis, aunque no tuvieron en el XVIII la participación excepcional que en el XIX los pondría a la cabeza de todas las naciones (28) también frecuentaron las aguas antárticas y epicontinentales. En buen número llegaban que en 1778 despertaron los temores de España. La R. O. de 24 de febrero de ese año, dictada por Carlos III, con destino a la fundación del pueblo San Julián, bajo patrocinio montevideano decía que se debía hacer "con el fin de impedir que los ingleses o sus colonos insurgentes piensen establecerse en la Bahía de San Julián o sobre la misma costa para hacer la pesca de ballenas en aquellos mares, a que se han dedicado con mucho empeño". En 1792 habían translimitado el Pacífico llegando hasta los parajes de Nueva Amsterdam (al oeste de Australia). Entre 1788 y 1796, 26 veleros con bases en Boston recorrieron la costa chilena, entre 1797 y 1804 llegaron a 206. Maldonado fue el gran puerto ballenero de Sudamérica. En la isla de Gorriti funcionaron las instalaciones permanentes más importantes del mundo cazador de cetáceos y pinnípedos. Ahí los cimientos de su fábrica y almacenes proclaman grandeza incuestionable para la época. Las otras bases de explotación permanente estaban en Malvinas y Patagonia sin excluir las otras en tierras insulares más australes. El escudo protector de esta industria (su equivalente actual sería la de los derivados del petróleo), entonces la mayor del Atlántico Sur, era Montevideo. Si la historia y las novelas de caza de ballenas refieren la participación de gran número de embarcaciones, piénsese en la cantidad de naves españolas de escaso porte afectadas al arponado, transmitiendo provechos .económicos para Montevideo, que complementarían los brindados por la producción de la Cuenca del Plata. En la revelación de hechos cumbres no hay comparaciones odiosas. Tantas veces la esencia de las cosas debe ser mirada con otros cristales. II. — LOS PINNIPEDOS Juntamente con los cetáceos las focas y elefantes marinos fueron el otro objetivo de la actividad cazadora pelágica. El aceite de foca tenía gran colocación en los mercados europeos, y las pieles eran disputadas en el momento que había insuficiencia de oferta de pieles finas (mamíferos carniceros del Canadá, Norteamérica y Rusia, determinada no sólo por la retirada de la línea de las especies sino también por la guerra de Independencia de los Estados Unidos que puso en pie de guerra a los tramperos). También focas y elefantes marinos fueron víctimas de carnicerías sin medida. Los ingleses las habían intensificado en 1766, persiguiendo las especies que tenían estación en Malvinas. (29) Cazadores norteamericanos abrieron los mercados de Oriente revendiendo las pieles en Cantón, donde su uso en las casas comenzó a ser signo de distinción entre la numerosa clase mandarina. Las primeras partidas colocadas en el mercado asiático procedían de las Malvinas y Juan Fernández; habían seguido la vieja ruta sur del comercio chileno con los mercados chinos durante la era colonial (también siglo XVIII). Es hecho conocido que la moneda de intercambio (divisa) fue la acuñada en la ceca chilena y sobremarcada con caracteres chinos. Más tarde entraron en esa 92
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competencia las pieles obtenidas por norteamericanos, rusos e ingleses en las costas de Alaska. La Real Compañía Marítima con asiento en Maldonado tuvo grandes beneficios con la actividad lobera en la costa e islas uruguayas, en Malvinas y en la Patagonia. EL DERECHO INTERNACIONAL MARÍTIMO Y SU RELACIÓN CON LOBERÍAS Más que la cacería y explotación de ballenas que podía realizarse en alta mar, fuera de las aguas jurisdiccionales (soberanía oceánica anterior de la libertad de los mares) fue la cacería de focas que tuvo más trascendencia en el Derecho Internacional Marítimo, por tener lugar en islas o costas de territorios con ocupación efectiva. Por ende, puntos estratégicos como Montevideo fueron llamados a ejercer funciones de custodia de soberanía afectada por los cazadores de focas, lobos y elefantes marinos. El choque más grande ocurrió en el Pacífico Noroccidental cuando barcos españoles, salidos de puertos mexicanos, realizaron operaciones represivas que afectaron embarcaciones inglesas en aguas del canal de Nootka (Isla de Vancouver, frente a la Columbia Británica) y en Alaska ya exploradas por españoles en 1767 (30). La increíble acumulación de focas en esa región apenas descubierta atrajo la atención de los empresistas ingleses y rusos. La zona se convirtió en punto de discordia internacional (31). Un fenómeno inverso tenía los mismos efectos. La escasez de especies en la otra punta del Ártico enconaba los cazadores de Escandinavia, Inglaterra y Holanda. Los ingleses que encontraban seria resistencia en sus vecinos del Mar del Norte trasladaron gran parte de su interés por las existencia del Pacífico Noroccidental. En 17 84 alejan a los rusos de la región de Alaska instalándose como dueños. Los rusos retornan más tarde a las islas adyacentes de Alaska, reincidiendo en la cacería excesiva y por tanto inútil, perjudicial (32). Lo hacen justamente en el momento que España tenía que desentenderse de esa zona al volver a la alianza ofensivodefensiva con Francia (Tratados de Basilea, 1795 y Luneville, 1801). En 1790 Inglaterra pidió reparaciones y en Tratado de El Escorial se llega a un acuerdo; con aflojamiento español en el Pacífico Norte por inexistencia de una posición geográfica-militar ideal para ejercer la defensa de soberanía; con endurecimiento español en el Atlántico Sur por contar con Montevideo y su dispositivo ofensivo-defensivo. Un cambio se produce en aguas atlánticas debido a la obliteración de la decisión tordesillerana (Papal-Imperial) y a la consagración del principio de libre navegación por los océanos, excepción hecha del Mar Epicontinental. La caza de la ballena está ligada a la libre navegación por ser posible su aprovechamiento en alta mar; el lobeo está ligado al ejercicio de posesión de islas y costas con su halo de aguas territoriales. Las áreas marítimas se estrechan comparándoseles con el principio hasta entonces prevaleciente. En consecuencia e) oficio naval de Montevideo estará regido, fundamentalmente, por el Tratado de 1790. Resulta de evidencia que el último tercio del XVIII fue el período de mayor densidad de tratados de derechos marítimos convenidos entre países europeos, estos con Norteamérica y los reinos islámicos. Las delimitaciones de 1790 A partir de 1790 no se puede hablar de exclusiva compacta de soberanía oceánica. Se debe hablar, si, de reconocimiento formal de derechos originados en el Descubrimiento y cesiones papales de tierras continentales e insulares, protegidas por un escudo de aguas jurisdiccionales con un alcance de 10 millas. La "transacción" de 1790 se aproxima a la situación de tacto reconocida por el Tratado de Madrid de 1670, por el que España e Inglaterra se garantizaban las posesiones, ya históricas, logradas con los primeros descubrimientos. Ahora se reconocen las obtenidas entre la Paz de Versalles (1783) y la Convención de Londres (1786) referidas al usufructo de la tala de palo campeche o caoba en Belice. Los principios de 1790 son aplicados enérgicamente por Inglaterra en el Atlántico Norte. En tiempos de Jorge III y Jorge IV prohíbe a otras naciones pescar en aguas de Terranova y en tierras de esquimales, como Labrador y Hudson, que todavía no conocían el dominio efectivo británico (33). Debe ser opinión general que el Tratado de 1790 fue causa del aplazamiento, entre otras, de una invasión inglesa del Río de la Plata, proyectada en tiempos de Pitt el joven. El tratado contiene dos cláusulas VI. Una es pública y la otra secreta. CLAUSULA PUBLICA: "Se ha convenido, también, por lo que hace a las costas tanto orientales como occidentales de la América Meridional y las islas adyacentes, que los súbditos respectivos no formarán en lo venidero ningún establecimiento en las partes de esas costas situadas al sur de 93 Leslie Crawford
las partes de las mismas costas y de las islas adyacentes ya ocupadas por España. Bien entendido que los dichos súbditos respectivos conservarán la facultad de desembarcar en las costas e islas así situadas, para los efectos de su pesca, y de levantar cabañas y otras obras temporales que sirvan solamente a esos objetos". Era una cláusula para "consumo exterior" (dar la sensación de que Inglaterra no cedía ante España en el Atlántico Sur) y de "consumo interior" (garantizar a la opinión pública inglesa que España no levantaría establecimientos en el Pacífico Norte, donde los ingleses ya estaban explotando loberías). En el fondo era el reconocimiento de un nuevo statu quo de uti possidetis (sajón en el norte, hispano en el sur. CLAUSULA SECRETA: "Como por el Art. 6 del presente convenio se ha estipulado por lo que mira a las costas así orientales como occidentales de la América Meridional e islas adyacentes, que los súbditos no formarán en adelante ningún establecimiento en las partes de estas costas situadas al sur de las partes de las mismas costas ya ocupadas por España (34), se ha convenido y determinado por el presente artículo, que dicha estipulación no entrará en vigor más que entretanto no se forme algún establecimiento en los lugares en cuestión por súbditos de otra potencia." El tratado obligaba a una y otra nación no navegar ni pescar a distancia de 10 leguas de las tierras ocupadas por las signatarias. (35) Correspondió al Apostadero Naval de Montevideo la aplicación del principio en el Atlántico Sur (sostener los establecimientos existentes a 1790 y redistribuir la población retirada en la Patagonia en la Región de Montevideo, formando nuevas poblaciones en área descartada del tratado). Tocó al Apostadero de San Blas su observancia en el Pacífico Norte. (36) Para esa fecha España favorecía su posesión austral con la Real Compañía Marítima. El 23 de marzo de 1849 Lord Palmerston inquiría al Foreign Office qué documentos existían para fijar el límite sur del antiguo virreinato del Río de la Plata. Los asesores respondieron que además del Descubrimiento nadie, salvo España, fundó establecimientos en la costa de Patagonia. Aún cuando omitía el caso Malvinas, la Reina de los Mares, que actuaba en función de una conciencia marítima, todavía sentía la fuerza histórica de aquel ejercicio de dominio de cargo del Apostadero de Montevideo, incrustado hasta lo más hondo en el Tratado de 1790. Montevideo y la aplicación del Tratado de 1790: Testimonios: a) período hispano: I.- 1790: Expedición de Elizalde y expulsión de foqueros ingleses de Tierra del Fuego; II. - 1791: expulsión de foqueros ingleses de la Isla de los Estados; III.- 1783: expulsión de foqueros norteamericanos y destrucción de instalaciones levantadas en la costa patagónica; IV.-: 1802: expulsión de las Malvinas de corsarios pesqueros norteamericanos; V. 1803: decomiso en Puerto Deseado de pieles de focas cazadas por ingleses; b) período independiente: I. - 1820: Daniel Jewit marino norteamericano al servicio de Entre Ríos y Buenos Aires expulsa de Puerto Soledad barcos balleneros y foqueros norteamericanos e ingleses; II.- 1829: el gobernador civil y militar de las Malvinas Luis "Vernet, en cumplimiento del Art. 3 del decreto del 10 de junio de ese año dictado por el gobernador Martín Rodríguez, cuidó de "la ejecución de los reglamentos sobre pesca de anfibios", apresando 4 naves foqueras norteamericanas. (37) El más claro testimonio de la memoria rioplatense de los principios de 1790 que con tanta rigurosidad había hecho cumplir el Apostadero de Montevideo, ocurre en el período de la Provincia Cisplatina, cuando Francisco Aguilar reclama contra la faena de lobos realizada por ingleses en costas e islas del territorio uruguayo sin permiso de las autoridades cisplatinas. (38) IV. — LOS PALMIPEDOS Las bandadas incontables de pingüinos sirvieron de complemento de la actividad lobera y ballenera. Estas aves también proporcionaron el aceite codiciado por el mercado europeo, no obstante lo caro que salía su obtención. Eran presas perseguidas fracasando la zafra lobera o ballenera. Fue de evidencia que la abundancia de avifauna antártica facilitó las operaciones, pero no las provocó. Más, entran en la lista de atractivos económicos. En 1860 se produjo un entredicho anglo francés en las Malvinas por la caza de pingüinos. V. — LA PESCA 94
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Europa no estaba toda hecha para la dieta de carne. Marginaban sus costas poblaciones que tenían el pescado de base alimentaria. El crecimiento demográfico, sobre todo en las ciudades próximas de las costas marítimas, exigió del mar más alimento, sobre todo en el momento que se producía el fenómeno ya estudiado de cambio de líneas de emigración de las especies. Se alejaban de las áreas tradicionales. Y así como hubo en la segunda mitad del siglo XVIII una aparente disminución de cetáceos en el Atlántico Norte, período que se fija entre 17 54 a 1776, se habría producido un desplazamiento de peces cuya nueva línea no se localizó hasta pasados tres lustros. Nos referimos al bacalao, arenque y merluza, las especies preferidas para conservar saladas (39). Es importante señalar que entre 1760 y 1776 ocurrió la intensificación de operaciones pesqueras de corsarios de Saint Maló. (40) En parte por la reducción de especies motivada por los fenómenos climáticos ya analizados, y en parte por la creciente rivalidad anglofrancesa en el Atlántico Norte que llegó a su punto culminante en 1760 (Guerra de los Siete Años 1756-63) y 1763 con la ocupación inglesa de Canadá y limitación de los derechos de pesca franceses en Terranova (41). Tras los pescadores bretones aparecerán los pesqueros españoles, principalmente catalanes, persiguiendo los besugos del Atlántico Sur (42). De 1770 a 1780 esas empresas pesqueras españolas, operando en Chiloé, enviaban a mercados peruanos los excedentes resultantes de las bodegas llenas por exportación a Europa. La participación de "españoles europeos" en la pesquería del Pacífico provocó en 1777 un conflicto con los pescadores indios proveedores tradicionales de los mercados peruanos. La Audiencia de Lima falló en favor de los pescadores indios. El fenómeno se está repitiendo. A partir de 1950 las aguas continentales sudamericanas están siendo invadidas por flotas pesqueras europeas y asiáticas en busca de lo que no se les da con tanta generosidad en las aguas del Atlántico Norte o Pacífico Norte. Conflictos y más conflictos se suscitan con las naciones soberanas de las aguas oceánicas extendidas hasta las 200 millas, tanto porque las del Atlántico Sur y Océano Antártico son todavía muy ricas en especies y apropiadas para la mayor duración de las mismas, lo que determina una notable variedad de coexistencia (43). El ciudadano rioplatense se podrá hacer una idea de lo que ocurría en estas aguas en el período de las mayores incitaciones del XVIII. Pesada carga de responsabilidad para el Apostadero de Montevideo, llevada con eficiencia y sentido de poder soberano. El crecimiento demográfico europeo revuelve su interés por el Río de la Plata y sus praderas, pagando más por sus carnes, porque la insuficiencia de oferta de pescado de las aguas árticas y noratlánticas se repite. Obliga un cambio de dieta alimentaria de gran parte de la sociedad europea. Pero también se revuelve, como en el XVIII, el interés por la riqueza pesquera concentrada entre los paralelos 35º y 37º, zona de exclusiva soberanía oceánica uruguaya. El libro Nuestra Política Pesquera del SOYP marca esos puntos como los más ricos en rendimiento de merluza por hora de pesca en todo el Atlántico Sur. Y lo que se dice de la merluza se debe decir de la anchoíta, el gran rubro de la economía peruana. También entre los paralelos 35º y 37º —sector uruguayo el rendimiento de pesca es excepcional. Estos datos coinciden con los aportados por Argentina. (Cf. Derrotero de pesca, Servicio de Hidrografía Naval Argentino H. 210 Público, p. 88, fig. 22). 6.
La Real Compañía Marítima
Sería incompleto el trabajo si no lo cerráramos con consideraciones sobre la Real Compañía Marítima, que de 1790 a 1806 fue el puntal marítimo de la economía de la región montevideana y auxiliar bélico de la defensa de soberanía hispana sobre costas y aguas del Atlántico Sur y Glacial Antártico. Fue creada por Carlos IV, (R. Cédula del 24 de marzo de 1778) con un capital de 6.000.000 de reales para explotar la caza de la ballena y focas y pesca de gádidos. La instalación de Maldonado es coetánea del Tratado de 1790. (44) Las primeras naves llegaron a Maldonado en aquel año, siguiendo a Puerto Deseado a fundar un establecimiento pesquero donde ya había población y que en 1829 aún mostraba vestigio de su antigua importancia. (45) La Compañía exportó grandes volúmenes de aceite, esperma y grasa de cetáceos y pinnípedos, testimoniándolo sus grandes almacenes en la Isla de Gorriti. También surtió el Río de la Plata de cebo para fabricación de velas y cirios y aceite para las maquinarias (aparejos) de la marina del Apostadero, como de "bacalao nacional". Alcanzó su esplendor en el quinquenio 1790-1795 (el lustro de la alianza anglo española) pero como consecuencia del acercamiento con Francia perdió empuje por insuficiencia de personal idóneo. En efecto, en 1795 se exigió de los tripulantes y 95 Leslie Crawford
arponeros extranjeros, en su mayor parte ingleses, noruegos, islandeses y yanquis, hacer profesión de fe católica y juramento de vasallaje a España. Los rudos marinos protestantes se negaron, abandonando de inmediato la región. (40) En 1800 continuaba su actividad utilizando la isla Gorriti (BHEME, Nº 33, pág. 23). El simbolismo del rubro más importante de su actividad comercial se ha reflejado en el escudo de Maldonado. En el período que las loberías eran explotación Real (oficial) el escudo dado en 1784 tenía un lobo marino. Alcanzados los más altos rendimientos con la caza de cetáceos, la ballena nadante fue el símbolo (1803), "como caracteres propios de la ciudad donde tiene V. M. la famosa pesca del aceite de Ballena, que faena la Real Compañía Marítima". (47) Los aconteceres del siglo XIX dirán de la importancia de Gorriti en la logística inglesa de señorío del Atlántico Sur, como sucesora de la talasocracia española. Los ingleses no se lanzaron a la ocupación última de las Malvinas (1833) sin antes neutralizar y luego poseer, por vías indirectas, como estación naval, (48) aquel bastión del Uruguay Atlanticense, luego de secuestrar toda la documentación, cartas náuticas e informes de Pilotos, al efectuar el bombardeo de Maldonado, desartillada la isla Gorriti. (49) NOTAS DEL CAPITULO VIII (1) No es fatigoso insistir en Utrecht como colección de tratados particulares o contratos mercantiles entre naciones. "Los plenipotenciarios parecían representantes de grandes casas de comercio, encargados de hacer transacciones para repartirse las ganancias del mercado del mundo". LAFUENTE, Modesto. Historia de España T. XIV p. 71. (2) En 1771 se concedió el privilegio a una compañía catalana de un servicio de coches diligencias de Barcelona a Madrid y de Madrid a Cádiz. Luego a otra entre Vitoria y Bayona. Las ventajas de viajes interiores desarrolló la pasión por visitas de ciudades y excursiones campestres a largas distancias (turismo interior) motivando un creciente empleo de valijas y maletas de cuero. Con ellas los postillones, grandes gastadores de botas de campana. (3) Floridablanca mejoró mucho las carreteras españolas. En nueve años invirtió 90.000.000 de reales en la construcción de 195 leguas de carreteras, mejoramiento de caminos, 3 22 puentes y 1.049 alcantarillas. Paralelamente creció la arriería, gran consumidora de cueros. (4) PARRY, Op. Cit. p. 281. El XVIII fue el siglo de los carruajes como el XX lo es de los automóviles. (6) Todavía se sigue con la cantilena del atraso de España en el comienzo de la Revolución industrial. Las estadísticas destruyen las afirmaciones caprichosamente repetidas por la leyenda negra contemporánea: 1787 1797 Fabricantes ‐ artesanos ........................ 310.739 533.769 Militares ............................................ 77.884 149.340 Eclesiásticos ...................................... 182.425 168.248 Criados ............................................. 280.029 174.095 (ALTAMIRA Op. Cit. T. IV pág. 255) Se trata de censos efectuados con intensificación de las guerras internacionales, pero de ello surge: disminución de religiosos en 14.177 individuos y de criados en 105.997 y aumento de la mano de obra en la industria y el número de industriales y comerciantes en 223.030 individuos en sólo diez años. ¿Dónde la España de pandereta? Por más chorizos y polacos, toros y cafés, que tanto escandalizaron a los más avinagrados de la mojigatería, España era en el último tercio del XVIII una verdadera colmena y los dulces resultados eran compartidos por América. Y aquel país en despoblamiento, que en tiempos de Felipe V contaba siete millones y medio de almas, tenía once millones al finalizar el siglo. En 1800 Gran Bretaña tenía 9.200.000 frente a 11.500.000 de España, 2 6 . 90 0 . 0 0 0 de Francia, 24.500.000 de Alemania, 2.100.000 de Holanda y 3.100.000 de Portugal. (FRIEDLANDER ‐ OSER. Historia Económica de Europa, cuadro de la pág. 35). A partir de 1802 Gran Bretaña logra alcanzar a España en cantidad de marinería. En ese año pudo contar con 100.000 hombres. (6) Como excepción "sublimada" del liberalismo inglés se halla la East India Co., con dimensión y expresiones insólitas. Representó por sí el "Estado inglés", conquistó la India, realizó tratados diplomáticos y comerciales con los soberanos hindúes y sostuvo ejércitos hasta la Guerra de los Cipayos (1858). Tuvo su propia administración postal. Disraelí colocó la East India Co. bajo la protección económica de Victoria Emperatriz. (7) Prueba cabal de esa asistencia mutua se halla en el Tratado de 1750 por el cual España, a modo de reparaciones, indemnizó a la South Sea Co. de las pérdidas sufridas por mala administración, primero, y por la nacionalización del comercio con la riqueza pecuaria del Río de la Plata. Entendemos aquí por nacionalización la exclusiva concedida a los comerciantes de la comunidad de reinos hispanos. (8) Op. Cit. T. IV p. 297. Cf. ARCILA FARIAS, op. cit. (9) Cf. Catálogo de los Pondos Cubanos del Archivo General de Indias (Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Hispanoamérica) tomos XI y XII. (10) ALTAMIRA, T. IV p. 297. Cf. PARRY, pp. 260‐201. (11) Catálogo de Fondos Cubanos, etc. T. XII doc. 2345. El 6 de octubre de 1818 el gobierno español declaró que la prohibición no se aplicaba a los privilegios de la Compañía de Filipinas. (12) ASTOLFI, José C. Las invasiones inglesas en el cuadro de la política británica. Suplemento de La Nación, Buenos Aires, 5 de agosto de 1956. (13) A medida que se descubrían los secretos de las longitudes se alargaron y afinaron los vélidos, desarrollando velocidades inimaginables en el XVII, a impulso de los vientos recogidos en muchos cientos de metros más de paño. La perfección se alcanzó en el XIX con clippers. Así se obtuvo la velocidad económica, que permite equilibrar en menos los gastos de una travesía. VALLAUX p. 558. Téngase presente que esta velocidad económica incidió en la baja de precios de los artículos europeos importados por las provincias de América del Sur, hasta entonces encarecidos por el empleo de la ruta de Panamá.
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(14) Noticias Secretas, pp. 174 a 177. Sin embargo, adelantaron la opinión que la ruta del Cabo de Hornos habría de ser "la más acertada" si se escogía marinería de costa cantábrica y gallega, acostumbrada a incomodidades marítimas (p. 178). (15) Constituyó una simple declaración teórica el tratado argentino‐chileno del 23 de junio de 1881, estableciendo el pasaje de Magallanes abierto a la "libre navegación de los pabellones de todas las naciones". Los imperios marítimos se habían tomado la libertad de cruzarlo y recruzarlo sin preocuparse de soberanías ajenas. Es importante tener presente este hecho y esa fecha, porque son reveladores de la despreocupación tanto argentina como chilena, de opositar el libre uso del pase. Sarmiento fue el primero en desarrollar la tesis de los derechos de Chile sobre toda la costa del norte y sur del Estrecho. (Editoriales del 11 al 2 8 de noviembre de 184 2, publicados en El Progreso de Santiago de Chile, Ricardo Font Ezcurra los reprodujo textualmente en el Apéndice de la Unidad Nacional, a los 99 años (1941). Refutó la tesis de Sarmiento el publicista italiano Pedro de Angelis, en Memoria Histórica (1852) acreditando para la Argentina los derechos "al Estrecho de Magallanes en toda su extensión". Inglaterra y Francia prefirieron, para evitar choques, que el canal quedara, aunque neutralizado, bajo dominio de país sudamericano. Con gran visión Maillefer advertía en 1858 que si los EE.UU. de Norteamérica se adueñaran del Cabo de Hornos y del istmo de Panamá, sería "el fin de la raza latina, y no habrá más que una potencia americana que realizará así el ambicioso pronóstico de su nombre". Contribuciones Documentales. R. H. T. XVIII pág. 254. (16) Ya en el siglo XV la Antártida era presentida. Se le menciona como polo antártico en el Tratado de Tordesillas. Antonio de Herrera en Descripción de las Indias Occidentales (1601‐lfil5) refiere que en el Mar del Sur, al poniente de la raya, Mar de Castilla y de León "todo lo demás que está por descubrir en este mar, desde la línea equinoccial hasta el polo Antártico, que es el del polo sur, asimismo pertenece a la Corona de Castilla". Esa Antártida, como tierra firme helada aparece con el nombre de Terra Incógnita ‐ Terra Australis, en los mapas confeccionados a partir del cruce interoceánico de Magallanes en 1520, por Pinne (1531), Mercater (1538), Descelliers (1546), Ortelius (1570), Sgrothenus (1588). Para completar este presentimiento de la existencia de un continente helado véase Monumenta Cartografica. (17) Humboldt estimó que canalizando el istmo de Tehuantepec (México ‐Guatemala) la ruta Filadelfia ‐ Nootka Sound a través del Cabo de Hornos se acortaba en tres mil leguas náuticas. Viaje, etc. op. cit. pág. 1105. (18) Las comunicaciones con los isleños se hacen a partir de 19 7 2 vía aérea. Así acabó el tránsito comercial entre Montevideo y Port Stanley en naves regulares, sustituyéndose por viajes especiales. (19) En la Conferencia de la O.N.U. realizada en 1972 en Estocolmo, y en el Club de Roma y en la Universidad de Massachusetts (1973), se abordó seriamente este problema que será la mayor amenaza para la humanidad hacia el año 2.000. Sobre las agresiones contra el mundo oceánico cf. AUBERT. M. El Cultivo del Océano, pp. 20‐21 dice: "El medio océano se ha convertido en receptáculo de las aguas residuales de la civilización, que destruyen la fauna y flora en las proximidades de las cloacas, o la ahuyentan..." ..."creado una verdadera zona azoica en torno a los puntos de contaminación". La Humanidad deberá reconocer a Jacques Cousteau y a la investigación oceanográfica del Museo de Mónaco la seria advertencia lanzada sobre la explotación irracional (saqueo y destrucción de las reservas en vez de capturar sin despoblar) de los océanos y la acción letal del petróleo y residuos químicos lanzados al mar. Principalmente, si se considera que la vida pelágica está representada por el 75% de las formas vivientes, de las cuales tan sólo un 25% se adaptan al agua dulce o a la vida terrestre. En febrero de 1973 Cousteau ha declarado, después de realizar investigaciones de la Antártida, que allí todavía se puede descubrir la clara atmósfera de nuestra infancia, con visibilidad hasta distancias de más de 300 kilómetros, pero que la contaminación de las aguas era un fenómeno que estaba acercándoseles. (20) La opinión pública nacional debe acreditar al Instituto Antártico Uruguayo el título de pionero de los derechos históricos al aprovechamiento científico de la Antártida y de Accesión al Tratado Antártico de 1959. (21) A principios del siglo XV estaba anulada prácticamente la vinculación entre Islandia y Groenlandia y también la 'línea oficial de navegación a Groenlandia" explotada por el Hansa y no ocupaban la diócesis de Groenlandia los últimos obispos nombrados por Alejandro VI y León X ( 1 4 9 2 ‐ 1 5 2 0 ) . (22) La creación de pasos es fundamental para el desplazamiento de especies. Obsérvase que los canales de Panamá y Suez fueron distribuidores de existencias de océanos aislados desde el pleistoceno. PURON. Op. cit. pp. 32 ‐ 33. (23) Habría empezado por la desaparición del golfo de Vizcaya de la especie Bizcayensis, de generoso rendimiento del IX al XVI; luego de la zona de las Peroer, Islandia y Groenlandia y, finalmente, de las aguas de Spitsbergen. Las existencias en las aguas árticas apenas alcanzaron para ser compartidas entre balleneros ingleses, daneses, holandeses y noruegos. España fue de las primeras en explotar la ballena. El Fuero de Guipúzcoa, ya mencionado, indica la antigüedad. En 1550 Carlos I y Doña Juana dispusieron que los balleneros vascos fueran protegidos en operaciones de alta mar por buques de guerra castellanos. Holanda presentó más decisión en el XVII en las penetraciones balleneras. Fue muy adentro del Ártico. Empujó esa actividad la quiebra de las Compañías Comerciales por sus fracasos en Molucas, Brasil y América del Norte. Las flotas para las especies y el azúcar dejaron paso a las que debían almacenar toneles (toneladas) de productos extraídos de los cetáceos. En 16 70 salieron con destino al Ártico 139 buques de esa bandera. Entre 1676 y 1782 los Países Bajos armaron 5.886 embarcaciones para la actividad cazadora. (24) La persecución de la ballena y de la foca levantó el telón del Pacífico. Los grandes resultados obtenidos en 1788 por James Swan con la fragata Amelia, operando en aguas de Iquique a Arica develó la riqueza marítima de esas costas e incluyó las Galápagos en el destino manifiesto norteamericano marítimo. Bougainville, años antes, exploraba más al sur, encontrando en la Bahía de Tejada o Puerto Jack maderas en tierra y focas en la costa. PARKER KING, Phillip y FITZROY, Robert. Derrotero de las costas de la América Meridional, etc. p. 179. (25) En 178 8 sus foqueros obtuvieron en aguas australes 4 0.000 pieles de foca y 2.800 toneladas de aceite de elefante de mar. En 1791, a un año del Tratado de San Lorenzo que los apartaba 10 millas de los rockerys, el objetivo pareció ser la ballena. No menos de 102 veleros de 200 tns. promedio, operaban ese año en el Atlántico Sur. (26) Fueron los primeros en dedicarse a la actividad en las aguas de Malvinas. Retornarían al Océano Austral después de la Paz de 17 83. Entre 1784 y 1789 salieron 17 expediciones balleneras. (27) Los pioneros de la participación noruega que tuvo su estación invernal en Montevideo hasta que ese país se retrajo de la caza en la tercera década del XX. Noruega no opera actualmente. (28) De 1835 a 1872 (lapso de 37 años) se alistaron en puertos del Atlántico 19.943 naves balleneras. Obtuvieron un rendimiento de 3.671.772 Tns. de esperma y 6.553.014 de aceite. (29) En 1812 estaba casi extinguido el Arctocephalus Australis. Luego se le persigue por las Georgias del Sur y las Shetland, más tarde por las Oreadas del Sur, Chile e Islas de Juan Fernández. Medidas especiales de protección permiten la recuperación de la especie. VAZ FERREIRA, Raúl. Observaciones sobre la isla de Lobos.
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(30) La región costera y las islas fueron bautizadas con nombres españoles de los que sobreviven a la apellidación posterior anglorrusa Juan de Fuca, Valdéz,, Zeballos, Vargas y Tofino, en Vancouver y Columbia; Lángara, Laredo, Revillagigedo, Camaño, etc. en Alaska. No solamente la toponimia ha revelado la posesión efectiva de esa zona por España sino también el valioso testimonio lingüístico revelado en 180 5 por Lewis y Clark. Al llegar al mar, siguiendo el Río Columbia, "oyeron en boca de los indios de la costa ciertas expresiones tan elegantes como "izar el escándalo" e "hijo de puta". MORRISON Y COMMAGER. Op. CSt. T. I pág. 381. El bilingüismo o comunicación sin intérprete con indios patagones fue otra prueba de posesión efectiva con fondo de aculturación. (31) En 1785 salieron de Inglaterra los capitanes Portlock y Dixon en los paquebotes de comercio Rey Jorge y Reina Carlota. "Su objetivo principal era el comercio de la peletería en la costa N. O. de la América". VIANA, T. II, p. 31 Cf. MORRISON Y COMMAGER, T. I. p. 337. (32) En las islas Pribyloff y Unalaska los rusos llegaron a recoger en 1803 unas 80 0.000 pieles. Unas siete octavas partes hubo que destruir para mantener los precios internacionales. Demasiadas para la demanda industrial. (33) En 1818 Inglaterra lo llevó a extremos obligando a EE. UU. por tratado de 20 de octubre, no pescar dentro de tres millas de las costas o puertos de la América Inglesa. (34) Era una reserva de derechos ingleses reconocidos en el Art. VI de la Paz de Versalles de 178 3 y Convención de Londres de 1789 (Ampliación, explicación o modo de hacer efectivo el Art. VI). Se prohibía en Belice toda actividad de súbditos ingleses que no fuera la tala del campeche (se impedían los cultivos de café, cacao o azúcar) y el establecimiento de aserraderos que pudieran originar población. Tampoco apostar naves de guerra o tropas inglesas en la región y establecer el menor asomo de gobierno civil o militar. En 1786 Pitt declaró Belice "fuera de territorio y dominio de Su Majestad Británica". Este usufructuó, sin derecho a derivar en posesión definitiva, fue reconocido nuevamente por Inglaterra en el Tratado de Madrid de 1814. Para subsistencia de los hacheros ingleses se permitió la pesca con la condición de no establecerse en ninguna de las islas. No es extemporáneo traer al tapete el asunto Belice pues guarda relación con las Malvinas. Allí ni a título de usufructo pudieron operar los foqueros y balleneros ingleses entre 1790 y 1814 ni se reconocieron como válidas las instalaciones dejadas por ellos en su retirada (1774). (35) Rusia se excedió en 1821. Por úcases del 4 y 16 de setiembre el zar Nicolás I impidió toda pesca que no fuera rusa en aguas de Alaska a menos de 100 millas italianas, so pena de confiscación. (36) La oficialidad de San Blas (California) fue la apellidadora de la región de la Columbia británica y de Alaska e hizo efectiva la posesión. De 1790 a 1791 el teniente de navío Francisco Elisa "sistematizó" en Nootka un uti possidetis hispano levantando establecimiento permanente y principiando la aculturación de los indígenas de la región. En 1791 se hallaba de estación una escuadrilla formada de la fragata Concepción, paquebote San Carlos y la goleta Saturna. Malaspina halló una compañía suelta de voluntarios de Cataluña. "Veíamos —refiere Viana— en el fondo del puerto los edificios de madera construidos para los diferentes usos de la vida y abrigo de la tropa y otros individuos que habitaban en tierra". Había panadería, se cultivaban huertas y funcionaban herrerías" que hacían ver la actividad y buen orden de nuestros oficiales". Mantenían comunicación pacífica con los naturales que habían aprendido algunas palabras españolas. El comercio de intercambio se hacía con el pueblo de Tasis que servía de intermediario con otras tribus Diario etc. T. II. pág.19 y 86 a 89. (37) En represalia el gobierno norteamericano ordena a la corbeta Lexington atacar las Malvinas, lo que así hace bombardeando la base tomando prisionera la guarnición. (38) El cónsul inglés Hood respondió que ignoraba que las islas del lado norte de Punta del Este estuvieran bajo restricciones. Adjuntó las cláusulas públicas VI y VII de la Convención de 1790, aduciendo que nunca había sido renovada. SEIJO Carlos. Maldonado y su región p.419. (39) De 1921 a 1925 la pesca total en el Mar del Norte disminuyó el 23% con relación al periodo 1909 ‐ 1913, sobre todo de arenques. VALLAUX p. 484. (40) Recuérdese que las aguas del Atlántico Sur fueron navegadas frecuentemente de 1700 a 1713 por naves francesas dedicadas al comercio y la esclavatura. Por esas incursiones que traspasaron el paralelo 35º y llegaron hasta el Estrecho de Drake cruzándolo, adquirieron nociones de toda la riqueza contenida en esas aguas. También del riquísimo lugar de encuentro de especies en el Paralelo 35º y Meridiano 54º, de aguas uruguayas oceánicas. Este puchero ictiológico que tantos han estado mirando con sumo interés. (41) Las aguas de Terranova son las más pobladas de bacalao. Por el tratado de Utrecht Francia cedió esa "costa francesa" a Inglaterra. Posteriormente se reservaron para los pescadores de Saint‐Maló y Paimpol las bases de las islas de San Pedro y Miquelón. Se colige que, para compensar los obstáculos opuestos por Inglaterra, los pescadores malvinos pusieron su interés también en la riqueza del Atlántico Sur. No escapará tampoco el fenómeno de mudanza de la línea de emigración, que confundió a los grupos de pescadores del Atlántico norte. En el siglo XVIII en las costas noruegas no se recogían más que 600 piezas de bacalao cuando en el mismo lugar y en el XVII se sacaban hasta 6.000. (42) Determinante de esta ampliación de horizontes pesqueros españoles además de los fenómenos biológicos anotados fue la presión inglesa sobre la pesca en Terranova. Por el Tratado de París (1763) España renunció derechos de pesca en Terranova. Para operar en esas aguas debió pagar a Inglaterra un tributo de 48.000.000 de reales. En 1783 Antonio Romero y Alberto Capdevila obtuvieron permiso para pescar bacalao y sardinas en las costas patagónicas. Acto seguido el virrey Loreto declaró libre esa actividad a todos los nacionales. (43) VALLAUX, Op. Cit. p. 95. (44) De 1774 a 1791 la caza de lobos se efectuó por cuenta de la corona. De 1792 a 1806 por la Real Compañía y de 180 8 por cuenta de particulares hasta la estatización de la actividad (SOYP) Cf. SEIJO, Carlos op. cit. FAJARDO TERAN, Florencia. Historia de San Carlos, pp. 1121 a 125. (45) PARKER Y FITZROY: "Puerto Deseado... Hace tiempo se fundó en este puerto una colonia española. . . Las ruinas de los edificios, que son de piedra, y los restos de un jardín de árboles frutales que aún en 18 29 producían membrillos y cerezos, indican distintamente la localidad". Op. Cit. p 59. En el plan de 1790 de fortificar Gorriti, Lobos y Punta del Este, decía Liniers que la Compañía debía hacer de la isla punto de mantenimiento de Puerto Deseado. "A el pasarían en el verano un cierto número de buques a seguir la pesca". En ese establecimiento la Compañía realizó una obra de aculturación y pacificación de las tribus patagónicas. Viana visitó el establecimiento a dos años de hacerse cargo de la ex colonia Puerto Deseado dicha Compañía, observando que había comercio con los indios que trocaban pieles de guanaco y leopardos (pumas) por arreos de caballos, armas y vestidos, y que los naturales habían adquirido rudimentos de idioma español en el trato armónico con los pobladores y pescadores de Puerto Deseado. Op. Cit. T. I. pp 71 a 84. Contrasta esta actitud pacífica del patagón araucano en sus relaciones con el español de Montevideo y Maldonado con sus violencias contra los pobladores de Buenos Aires, Mendoza, Córdoba y San Luis. Quizás el sentido defensivo transmitido por el mando naval del Apostadero hubiera despertado, desde las primeras poblaciones del perfil patagónico, la hostilidad india hacia el inglés. La misma actitud pacífica del araucano frente al español del Mar. (46) Hubiera tenido otro desenlace si España aplicara entonces el principio del Art. 2 8 del Tratado de Utrecht que prohibía molestar por motivos religiosos personas dedicadas al comercio. La resolución de tolerancia tuvo carácter 98
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universal el 28 de julio de 1798. La actitud española no fue extraña de una línea de reacción: la que no admitía protestantes en los Países Bajos y judíos en la Península, pero dejaba pasear hebreos por toda América con ciudadanía portuguesa, a disidentes en los períodos de alianza de España con naciones protestantes, y vivir en gentilidad los grupos indios que no aceptaran voluntariamente la doctrina cristiana. Consúltese para este último aspecto la Recopilación de Leyes de Indias de 1680. (47) En el ecúmene hispano sólo la villa de Lequeitio ostenta una ballena, que aparece tirada por una lancha. Extinguida la Real Compañía de Pesca en 180 8 se concedió permiso para lobear a José Braña y Juan Fernández. Un tercio de las ganancias era para la iglesia de Maldonado, otro para las familias pobres de la ciudad y el restante para los cazadores. (48) Los portugueses que la ocuparon en la Segunda Invasión (1816), la evacuaron en octubre de 1825. Hasta 1841 quedó de cargo de Francisco Aguilar. De 1858 a 1895 fue explotada por Enrique Burnett, inglés. La renovación de la concesión provocó en 1860 encendidos clamores populares, por no haber sido sometida la decisión del Poder Ejecutivo a ratificación parlamentaria. Vid. Actas de la Cámara de Diputados (1860). También la pretendieron en 1858 Francia y Norteamérica, como depósito naval para dominar la desembocadura del Plata. MAILLEFER, Contribuciones documentales. RH. t. XVIII, pp. 227 y 237‐238. A fines del siglo XIX las naves inglesas efectuaban ejercicios de tiro sobre la isla y baterías. SEIJO, p. 387. Como estación naval inglesa la Bahía de Maldonado e Isla de Gorriti terminaron de hecho en 1921. (49) Antártida Uruguaya. Visión de la Isla Gorriti en su relevamiento arqueológico y notas conexas.
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