Trastornos gastrointestinales En general, los trastornos gastrointestinales en los niños son dolorosos. Muchos de ellos, como la enfermedad celíaca y la intolerancia de la lactosa, también derivan en desnutrición y diarrea. El dolor puede empezar de repente y ser grave, como en la apendicitis aguda, o puede ser menos grave y aparecer y desaparecer. Los trastornos gastrointestinales, en los cuales el dolor típicamente aparece y desaparece, comprenden dolor abdominal reiterado, úlcera péptica y divertículo de Meckel.
Dolor abdominal recurrente El dolor abdominal recurrente es el que se manifiesta tres o más veces durante un período de, por lo menos, tres meses. Más del 10 por ciento de los niños en edad escolar padece dolores abdominales recurrentes. Es más frecuente entre los 8 y los 10 años y menos en niños menores de 4 años. El dolor abdominal recurrente es algo más frecuente en las niñas que en los niños, sobre todo al principio de la adolescencia.
Causas El dolor es causado por una enfermedad orgánica en el 5 o 10 por ciento de los niños con dolor abdominal recurrente. Las enfermedades que pueden causar dolor abdominal recurrente varían mucho e incluyen trastornos genitourinarios, intestinales y enfermedades generales. A veces, el dolor abdominal recurrente está causado por el funcionamiento anormal de los órganos interiores. Por ejemplo, el intestino puede funcionar anormalmente si la dieta del niño no es apropiada, sobre todo si el niño no puede tolerar ciertos alimentos, como la leche y los productos lácteos. Otra razón del funcionamiento anormal del intestino es el estreñimiento debido a la disminución de la actividad del colon, a veces, como reacción a una enseñanza deficiente de los hábitos higiénicos. En las adolescentes, el dolor abdominal puede deberse a calambres musculares en el útero durante el período menstrual doloroso (dismenorrea). Ocasionalmente, la liberación de un óvulo del ovario durante el ciclo menstrual es dolorosa. En un 80 o 90 por ciento de los casos, el dolor abdominal recurrente no se produce por un trastorno físico o funcional, sino psicológico. El dolor derivado de un trastorno psicológico parece activarse o agudizarse por la tensión, la ansiedad o la depresión.
Síntomas Los síntomas del dolor abdominal recurrente varían según la causa. El dolor provocado por la enfermedad orgánica habitualmente no desaparece, o puede manifestarse en ciclos, a menudo ocasionado por ciertas actividades o determinados alimentos. El dolor tiende a aparecer en un sitio específico del abdomen, habitualmente no en la zona del ombligo, y puede llegar hasta la espalda. Una infección del aparato urinario, generalmente, no causa dolor de espalda como ocurre en el adulto, sino dolor de abdomen o de la pelvis inferior. Con frecuencia, el dolor puede despertar al niño. Según la enfermedad orgánica que tenga el niño, pueden aparecer los siguientes síntomas: pérdida del apetito, pérdida de peso, fiebre persistente o recurrente, ictericia, cambios en la forma y en el color de las heces, estreñimiento o diarrea, presencia de sangre en la defecación, vómitos de alimentos o de sangre, inflamación del abdomen y dolor o inflamación de las articulaciones.
Los síntomas de dolor abdominal recurrente causado por el funcionamiento anormal de los órganos varían según la causa subyacente. Por ejemplo, si el niño no tolera la lactosa, el dolor puede aparecer unos minutos o dos horas después de beber leche o de comer un producto lácteo. Si el niño tiene una enfermedad de vesícula, el dolor abdominal puede empezar brevemente después de ingerir alimentos grasos. El dolor causado por factores psicológicos puede aparecer todos los días o esporádicamente. A veces, el niño no padece dolor durante semanas o meses. Habitualmente, el dolor no es muy fuerte, y es descrito en términos vagos, a veces como calambres. Este tipo de dolor raramente despierta a un niño durante la noche, pero puede hacer que se despierte antes de lo normal. El dolor abdominal por causa psicológica, a menudo se percibe alrededor del ombligo. Cuanto más lejos del ombligo se manifiesta el dolor, mayores son las probabilidades de que la causa sea física. El dolor psicológico, a veces, se parece al causado por un trastorno físico pero, generalmente, no cambia ni empeora. Un cambio significativo en la naturaleza del dolor puede indicar que el niño padece también un trastorno físico.
Diagnóstico Para determinar la causa del dolor, el médico formula algunas preguntas al niño o a los padres: cómo es el dolor, cuándo aparece, dónde está localizado, qué es lo que lo provoca, qué es lo que lo empeora o lo alivia. El médico pregunta por otros síntomas que acompañan al dolor, como náuseas, vómitos, fiebre o erupción. El diagnóstico de un dolor por causa psicológica puede ser difícil. El médico se asegura primero de que un trastorno físico no esté causando el dolor. El niño puede estar afectado por tensión en el hogar debido a una enfermedad reciente en la familia, por problemas económicos o por la separación o pérdida de un ser amado. Los niños que se encuentran bajo tensión tienen las mismas probabilidades que cualquier otra persona de enfermar físicamente.
Prevención y tratamiento El tratamiento del dolor abdominal recurrente por un problema físico o funcional depende del trastorno subyacente. Por ejemplo, un cambio en la dieta puede ser útil si el dolor es provocado por la ingestión de algunos alimentos. Los calmantes como el ibuprofeno pueden aliviar los dolores menstruales. El dolor abdominal recurrente por causa psicológica no es imaginario, es una forma de dolor causado por factores como el estrés y la tensión. Para aliviar el estrés del niño, los padres harán lo posible para motivarlo a que continúe asistiendo a clase a pesar del dolor. Al mismo tiempo, los profesores pueden colaborar ayudando al niño a resolver los problemas relacionados con el colegio. En la escuela, al niño que necesita un recreo de 15 a 30 minutos debe permitírsele ir a la enfermería escolar a descansar. Con el permiso de los padres, en caso de ser necesario, la enfermera puede dar al niño un calmante suave, como ibuprofeno o paracetamol (acetaminofén). En algunos casos, la enfermera puede permitir al niño llamar a sus padres, los cuales pueden entonces alentar al niño a quedarse en la escuela. Por lo general, el niño pedirá ir a la enfermería
una o más veces al día durante la primera o segunda semana de tratamiento. Este comportamiento, por lo general, desaparece pronto. Habitualmente, cuando los padres dejan de tratar al niño como si fuera diferente o como si estuviese enfermo, el dolor que tiene causas psicológicas empeora inicialmente para mejorar luego. El médico habitualmente examina a un niño que tiene dolor abdominal de orden psicológico a intervalos regulares: semanal, mensual o bimestralmente, dependiendo de las necesidades del niño. Después de que el problema se haya resuelto, el médico puede someter al niño regularmente a revisiones durante algunos meses. El tratamiento no siempre es efectivo. Algunos niños desarrollan otros síntomas físicos o dificultades emocionales. Si el dolor persiste a pesar de todos los esfuerzos, sobre todo, si el niño está deprimido o si existen problemas matrimoniales o psicológicos en casa, el niño puede requerir la asistencia de un psicólogo o de un psiquiatra.
Úlcera péptica La úlcera péptica es una herida bien definida, circular u oval, causada porque el revestimiento del estómago o del duodeno ha sido lesionado o erosionado por los ácidos gástricos o los jugos duodenales. En el recién nacido, el primer síntoma de úlcera péptica puede ser la presencia de sangre en las heces. Si la úlcera perfora el estómago o el intestino delgado, el bebé puede mostrar síntomas de dolor. Es probable que el bebé tenga fiebre. En bebés mayores y en niños pequeños, la presencia de sangre en las heces puede estar acompañada por vómitos o por dolores abdominales repetidos. Frecuentemente, el dolor se agudiza o mejora al comer y puede también despertar al niño durante la noche. Aproximadamente el 50 por ciento de los niños con úlcera en el duodeno, la parte del intestino delgado que se encuentra cerca del estómago, tiene familiares directos con el mismo trastorno. Muchos niños con úlcera crónica están infectados con un tipo de bacteria llamada Helicobacter pilorii. No está claro si las bacterias son la causa de la úlcera o si simplemente evitan su cura, pero se ha observado la influencia de la erradicación de las bacterias en la curación de las úlceras recurrentes.
Diagnóstico y tratamiento Las úlceras pépticas en los bebés y en los niños pequeños son difíciles de diagnosticar, posiblemente porque los niños pequeños no pueden describir los síntomas de manera precisa. Los niños en edad escolar pueden indicar la localización del dolor, describirlo y explicar si el dolor se produce en un momento específico del día y si está relacionado con la alimentación. Si se piensa que un niño tiene una úlcera péptica, un estudio radiográfico con bario puede confirmar el diagnóstico. En este procedimiento, el niño bebe un líquido que contiene bario, sustancia que delimita el estómago al observarlo en una radiografía. Si la radiografía es normal y el médico sigue sospechando la presencia de una úlcera, puede realizarse una endoscopia del estómago. Un niño menor de 8 años recibe normalmente anestesia general para minimizar el movimiento y el dolor durante el procedimiento. El tratamiento de una úlcera péptica es el mismo para los niños que para los adultos. Habitualmente consiste en bloqueadores H2, como la ranitidina, la famotidina y la cimetidina. En lugar de someter al niño al trauma y a la incomodidad de los procedimientos del diagnóstico, el médico puede dar por sentado que el niño tiene una úlcera péptica y empezar el tratamiento con bloqueadores H2. Si los síntomas desaparecen después del tratamiento, el diagnóstico se confirma. Para los niños que tienen Helicobacter pilorii, varias semanas de terapia dual con amoxicilina y metronidazol o con amoxicilina y bismuto deben erradicar la bacteria. En algunos casos, se utiliza la triple terapia con amoxicilina, metronidazol y bismuto.
Divertículo de Meckel El divertículo de Meckel, un defecto de nacimiento, es una protuberancia parecida a una bolsa situada en la pared del intestino delgado. El divertículo de Meckel es un defecto congénito bastante frecuente. La enfermedad se detecta por casualidad en aproximadamente el dos por ciento de los pacientes adultos que son operados del abdomen por otras razones.
Síntomas y diagnóstico El divertículo de Meckel no presenta síntomas habitualmente, pero las protuberancias pueden secretar ácido y formar úlceras, provocando una hemorragia rectal indolora. Los niños con divertículo de Meckel suelen presentar heces de color ladrillo o de color negro. En adolescentes y adultos, el divertículo es más propenso a causar obstrucción intestinal que a provocar calambres y vómitos. Una inflamación súbita en el divertículo, enfermedad denominada diverticulitis aguda, puede producirse a cualquier edad. La inflamación hace que una persona tenga fuertes dolores y sensibilidad abdominal, a menudo, acompañados por vómitos. El diagnóstico del divertículo de Meckel es difícil. Los análisis de laboratorio no siempre son útiles y, excepcionalmente, el divertículo de Meckel puede observarse en una radiografía del intestino delgado efectuada con bario. El mejor análisis es el examen de Meckel con radionúclidos, con el que se logra el diagnóstico en aproximadamente el 90 por ciento de los casos sospechosos. Muchas veces se llega al diagnóstico de la enfermedad en el transcurso de una intervención quirúrgica practicada por otras razones.
Tratamiento No es necesario ningún tratamiento para un divertículo que no presente síntomas. Un divertículo sangrante se extirpa quirúrgicamente, junto con cualquier zona cercana de intestino lesionado. En las personas que tienen síntomas pero no daño intestinal cercano, se extirpa sólo el divertículo. Si en el transcurso de una operación practicada por razones diferentes, se encuentra un pequeño divertículo, normalmente no se extirpa, a menos que presente síntomas.
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