Título: Elina y la torre Autor: Ignacio Pérez Jiménez Personajes: Elina Rey Rescatador ACTO I Época medieval. Una mujer joven esta asomada a la ventana de una torre. Se llama Elina. Después de observar, se sienta frente a una mesa donde está colocada una máquina de hilar. La habitación es reducida y circular. Parece triste. Elina: Otra vez están mis hermanas disfrutando de los juegos que les preparan en primavera y yo continúo aquí encerrada sin que haya indicios por parte de mi padre de liberarme de mi castigo. Que padre más cruel tengo. No puedo pasarme la vida hilando. (Entra el padre, el Rey) Rey: ¿Otra vez descansando con tus habituales distracciones? Esos hilos deben de estar perfectamente acabados antes de la semana siguiente así que te recomiendo que las termines cuanto antes. No podemos permitirnos ninguna perdida. Viene gente de muy lejos a recogerlas. Elina: ¿Padre, cuando me levantarás el castigo? Ya han pasado prácticamente dos meses desde que me obligaste a estar aquí. Necesito respirar el aire puro y tonificante de esta estación. Rey: No, así aprenderás. Todavía me pregunto cómo fuiste capaz de encararte con una de las primas en una de sus visitas. Me dejaste tan ridículo delante de los otros monarcas. Elina: Pero es que esa prima es tan frívola y tan entrometida y tan ofensiva…era normal, padre. Rey: No expongas excusas injustificables. Tu castigo consiste en permanecer en la torre el tiempo que yo disponga y se acabó. Me retiro a cenar. ACTO II Elina está cosiendo cuando oye un ruido. Se levanta y se asoma por la ventana para descubrir de quien se trata. Por la ventana asoma un hombre joven que entra dentro de la sala. Rescatador: Ah, por fin conseguí subir. Subir esa escalerilla portátil ha sido una de las tareas más complicadas con las que me he tenido que enfrentar en la vida. Elina: Por fin, viene a alguien a rescatarme. Estaba deseándolo.
Rescatador: Por supuesto, para eso he venido. Rápido, dese prisa. Tiene que agarrarse muy bien a mi cintura, Princesa de Meradoria. Elina: ¿Meradoria? Me temo que ese es el título de una de las primas, pero no soy yo. Rescatador: ¿Me estás diciendo que me he equivocado? No puede ser. He seguido el mapa con total atención, la ruta adecuada sin desviarme nada. Elina: ¿Entonces no me va a rescatar? Rescatador: Por supuesto que no. Me he confundido Elina: ¿Y no puede otra persona venir a ayudarme? Rescatador: Soy el único rescatador en esta nación. Existen otros pero están en otros países y hablan un lenguaje extraño que yo no sé entender así que no les puedo expresar tu ayuda. Elina: Por favor, ayúdeme. Le prometo que no se lo contaré a nadie que ha sido usted. Mentiré si es preciso. Rescatador: Los espías de los Reinados son gente muy intuitiva. Se cerciorarían del engaño más tarde o más temprano. Elina: Le cocinaré lo que le plazca siempre que lo quiera. Cualquier tipo de comida. Le lavare, le planchare. Seré una esposa fiel y obediente hasta la muerte. Rescatador: Imposible. Tengo muchas otras actividades que hacer durante el día. Estar al servicio de mi Reinado implica muchas responsabilidades. Afortunadamente, desperdiciaría mucho tiempo con frivolidades. Elina: Soy la hija de un monarca. Puedo proporcionarle mucho dinero si me ayuda. Puedo hacer los contactos necesarios para conseguir ese propósito. Rescatador: No creo que esas actividades algo fraudulentas pasarán desapercibidos por su padre. Además, podría tratarse de una acción que implicara un mayor castigo que el que ya tiene y no conviene. Veamos, seguir el rio, detrás de la roca… Elina: Esta bien. Si no me ayuda pronunciaré tal encantamiento que la Muerte le perseguirá hasta el final. No podrá librarse de ella. Rescatador: No creo que alguien de su nobleza se haya relacionado con brujas y demás gente de mal calaña. Además, su Rey no les permitiría tener esos contactos. Elina: En la biblioteca principal que mide muchos metros y contiene un millar de libros hay un libro muy viejo de encantamientos. Solo uno y lo leí cuando era niña. Rescatador: No me venga con insensateces. Todo el mundo sabe que la brujería es tema de las categorías más bajas. Me voy a salvar a la Princesa de Meradoria, que es lo que corresponde antes de que anochezca más. (El Rescatador baja. Elina pronuncia el encantamiento y unos perros guardianes atacan y se comen al hombre. Ella ríe malévolamente. Después se hizo el silencio) Fin
Título: Los vampiros de hoy Autor: Omar Rejón Personajes: Víctor William Elizabeth Damián Conductor de noticiero Narrador Narrador: En una fábrica abandonada a las afueras de la ciudad viven Demian, Elizabeth y Victor un grupo de jóvenes vampiros. Un día un amigo suyo mucho mayor que ellos los fue a visitar. Esto es lo que sucedió. (William entra en escena y encuentra a sus 3 amigos sentados viendo la televisión) William: ¡Por Drácula! Mírense, es plena noche y ustedes están acurrucados viendo televisión como mugrosos humanos. Somos vampiros, la noche es nuestra, deberían estar ahí afuera... Elizabeth: No es lo que parece William, estamos esperando... Víctor: Silencio, silencio que ya empieza. (Se escucha la cortinilla del noticiero y luego el conductor dice) Conductor: Últimas noticias, se ha encontrado el cuerpo sin vida de la actriz Carolina Villarosa en su apartamento esta noche a las 12:35 am. Nos informan que el cuerpo presentaba extrañas marcas en el cuello, los brazos y además mostraba claros signos de tortura... Un segundo por favor... Nos acaban de hacer llegar las fotos del lugar del crimen. En un momento vamos a enseñárselas, se les advierte que las siguientes imágenes son muy fuertes... Y aquí están (Damián, Víctor y Elizabeth instantáneamente se levantan de sus asientos, gritando de alegría, abrazándose y celebrando como si su equipo de fútbol favorito acabara de meter un gol, William los ve confundido) Como pueden ver, el asesinato es similar al de otros dos realizados en los últimos 2 meses, todas las víctimas han sido jóvenes actrices que... (William se acerca al televisor y lo apaga) Damián, Víctor y Elizabeth: (molestos) ¡Hey! William: ¿Alguien puede explicarme qué diablos fue eso? Elizabeth: ¿Qué fue? ¡Fue genial! Víctor: ¿Pero lo notaron? Aún no le han otorgado un nombre al “asesino serial” William: ¡Esperen! ¿Me están diciendo que ustedes mataron a esas actrices?
Damián: ¡Por supuesto! ¿Qué no es obvio? las marcas (dice esto mientras se toca los dientes), la tortura... Jajaja, de seguro la policía piensa que los asesinatos tienen algo que ver con rituales satánicos. ¡Tontos! William: Pero.. Pero... ¿Por qué? Elizabeth: ¡Por diversión tontuelo! (echa una risita) ¿Qué otra razón habría de haber? (William se pone a caminar molesto de un lado a otro mientras que Viktor felizmente dice) Víctor: Todo surgió el otro día que estábamos platicando, Elisa preguntó cuántos asesinatos tenía uno que realizar para ser considerado un asesino en serie. Yo dije que un par, Damián dijo otra cosa y al final no podíamos ponernos de acuerdo... Así que investigamos en internet. Resulta que la Wikipedia dice una cosa pero un sitio de fanáticos de asesinos seriales dice otra cosa... Y por eso decidimos comprobarlo por nosotros mismos. Ya cada uno de nosotros mató a una persona, elegimos actrices porque eso nos pondría en las noticias rápidamente. Hasta el momento aún no han dicho que el causante de las muertes sea un asesino en serie pero creo que nos acercamos. En fin (empieza a hablar más emocionado que antes) ¿Verdad que suena divertido? (muestra una gran sonrisa) ¿No te apetece participar? Sería tu turno de matar a alguien y... William: (Muy molesto y casi gritando) ¡Basta! Son tonterías, me dan vergüenza... (una pausa corta) ¿Llaman a eso diversión? Salir en la televisión, comprobar quien está en lo correcto, emular a humanos... ¡Son patéticos! En mis días masacrábamos pueblos completos, las torturas de nuestros enemigos duraban días y no nos escondíamos en fábricas abandonadas. A cualquier asesino de hoy en día se le revolvería el estómago si supiera lo que hacíamos en ese entonces. Elizabeth: Pero William, las cosas han cambiado, el mundo ha cambiado y si ahora hiciéramos algo tan llamativo como eso, nos... William: (interrumpiendo a Elizabeth) ¡Bah! ¿para qué hablo con ustedes? Obviamente son una bola de cobardes, le rezo a Drácula para que ni uno de ustedes llegue a engendrar... Sino la próxima generación terminará sustituyendo la sangre humana por la de animales y... (dice asqueado) Oh, espero que no... Tratará de convivir con esas mugrosas bestias del día.... (dice de forma normal) Mejor me largo de aquí, este es el mes con mayor número de nacimientos en el año, es una buena época para darse un festín en el hospital. (William sale de escena sin mirar a ver a los demás) Viktor: ¿Acaso le escuché decir que va a comer bebés? ¡Qué asco! Demian: ¡Lo sé! Es horrible... Su sangre es tan mala, no tiene sabor. Elizabeth: Sí, es como tomar agua. (mira a ver al público) En fin, ¿qué se le va a hacer? Hay gente en este mundo que nomás no se puede adaptar a los nuevos tiempos. Fin.
Título: Pacto entre dos Autora: Maria Adelina Garcia Corea Personajes: Luis Mamá Escenografía: El parque rodeado de inmensos árboles. En la escena: Luis empieza a platicar lo que ocurrió en el parque el día que corrió a subirse a los columpios; los cuales estaban un poco retirado de donde estaba la mamá charlando con una señora. Luis: Una vez mamá charlaba con una amiga en el parque mientras yo feliz jugaba. Contento me columpiaba, cuando vi que allí a escondidas, insistente me llamaba, alguien que no conocía. (Detrás de un árbol se esconde un hombre haciéndole seña que vaya con él) ¡Asustado yo grité! A mi mamá yo quería; y ella pronto llegó, porque no estaba muy lejos, y sus brazos me alargó. (Su mamá lo abraza) Le dije lo que yo vi. Que era un hombre que me hablaba pero que mejor corrí. Y mi mamá muy feliz a mí me felicitó. Y me dijo: (La mamá abrazando a Luis y caminando con él hacia una banca del parque)
Mamá: “Mira Luis, hiciste bien en no ir con alguien que no conoces y mejor de él huir”… “Porque si alguien te llama sin que nadie mas lo vea… es que algo malo trama”. “Si se esconde para hablarte quiere decir que no es bueno sólo quiere lastimarte”… “Y es por lo que no te dejo que vengas tú al parque solo; ni que te vayas tan lejos.” ¡Por eso hagamos un pacto! (Los dos se dan la mano) “No te vas lejos de mí… Ni yo mis ojos te aparto.” Fin
Título: El amor no basta Autor: Fabián Choque Personajes: Dalía Edwin (Aparece Dalia en su sala con un sobre en la mano algo nerviosa caminando de un lado a otro. En eso, tocan a la puerta. Ella se asusta pero inmediatamente se calma tocando su pecho) Dalia: ¡Ya llegó! (Levanta un poco las manos) Ya, tranquila Dalia, todo saldrá bien (Va caminando hacia la puerta haciendo una pausa en cada paso que da. Al llegar, toma la perilla quedándose un momento en silencio. Finalmente, abre la puerta) ¡Edwin! (Lo abraza muy fuerte) ¡Pasa por favor! (Los dos van caminando abrazados a la sala) Edwin: ¡Vine lo más pronto que pude! ¿¡Qué pasa!? (Se sientan en el sofá. Acaricia su rostro mirándola a los ojos) Todo el camino me la pasé pensando que te habría pasado algo malo. Dalia: Bueno, algo pasó pero… (Mira a un costado algo temerosa) Edwin: ¡Ey! (Coge su mentón con los dedos y le levanta la cabeza) ¿Qué pasa? Dalia: Hoy fui al médico a hacerme un chequeo y… (Le muestra el sobre) Edwin: (Mira el sobre muy sorprendido y extrañado. Luego mira a Dalia) ¿Qué es esto? (Lo comienza a abrir) Dalia: Será mejor que lo veas tú mismo (Lo sigue mirando muy nerviosa) Es algo que he querido decirte desde hace unos días pero no he tenido el valor de hacerlo. (Edwin comienza a leerlo y su expresión cambia radicalmente) Edwin: Dalia (Se ríe sarcásticamente) ¿Es una broma esto? Dalia: (Toma sus brazos) Claro que no, es totalmente serio ¡Vas a ser papá! (Edwin quita la mano de Dalia de su hombro, se pone de pie muy molesto y con las manos en la cintura, camina hacia el público) (Voltea y mira muy serio a Dalia. Ella se asusta un poco y se queda parada viéndolo fijamente. Camina lentamente hacia ella con la misma mirada seria y se para a pocos centímetros de su rostro) Dalia: (Asustada) ¿Qué pasa? (Sonríe ligeramente y nerviosa) ¿No te agrada la noticia? (Edwin arruga el papel mientras mira a Dalia muy molesto y luego de estrujarlo, lo tira al suelo) Edwin: ¿¡Pero qué diablos te pasa!? ¡Cómo no se te ocurrió protegerte! (Dalia lo mira muy sorprendida y mueve la cabeza de un lado a otro) (Edwin mira hacia arriba con las manos en la cintura y camina de un lado a otro) Dalia: Esperaba que te sintieras… (Se queda en silencio unos momentos)
Edwin:(Muy molesto) Qué ¿¡Feliz!? ¿¡Saltando de alegría!? (Se acerca a ella muy rápido) ¡No tienes ni idea de lo que has hecho! ¿¡Verdad!? Dalia: (Con cara de indignación) ¿¡De lo que he hecho!? ¡Pero, si estuvimos juntos! ¡Es nuestra responsabilidad! Edwin: ¿¡Nuestra responsabilidad!? (Le mueve el dedo índice en señal de negación y le sonríe sarcásticamente) No “mamita”, (Le señala su barriga) ese ahora es tu problema y ahora tú, ve cómo te las arreglas (Va hacia la puerta caminando rápido) Dalia: ¡No! ¡Edwin! ¡¡¡Edwin!!! (Corre tras él antes que él llegue a tocar la perilla, lo detiene) ¡No puedes hacerme esto! (Comienza a llorar) ¡También es tu hijo! (Edwin la toma bruscamente de sus brazos y la mira fijamente a los ojos) Edwin: Solo diré esto una vez (Acerca su cara a la de ella) No me importa, ese bastardo que llevas en tus entrañas (La empuja tirándola al suelo mientras se va) (En el suelo, Dalia comienza a romper en llanto y a golpear el piso) (Se cierra el telón) (Se vuelve a abrir y aparece Dalia con su hijo en brazos) Dalia: Ya hijito ya (Le sonríe al bebe) ¿Quién es el más lindo? ¿Quién es el más lindo? (Va a sentarse al sofá) Vamos a sentarnos porque mami está algo cansadita ¿Ya? (Se sientan y comienza a moverlo para que no llore) (En eso, comienzan a tocar a puerta) ¡Uy, tocan a la puerta! Vamos a ver quién es (Se pone de pie y va hacia a puerta. Al abrirla, ve nuevo a Edwin y pone una expresión de asombro) Edwin: (Con voz nerviosa) Hola Dalia, ¿Cómo estás? Dalia: (Con una mirada muy molesta) ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? Edwin: Vine a hablar un momento contigo (Ve a bebe) ¿Ese es él? (Acerca su dedo a la cara del bebé pero antes que lo toque, ella lo aleja) Dalia: Te hice una pregunta. Edwin: Mira Dalia sé que estás molesta por lo… Dalia: ¿¡Molesta!? ¿¡Molesta!? Me abandonas cuando te di la maravillosa noticia que serías padre, no te veo después de muchos meses ¿¡Y me dices que sabes que estoy molesta!? (Sonríe sarcásticamente) Creo que para ser broma, es algo pesada. Edwin: Merezco todo lo que me dices y sé que más… Dalia: Definitivamente. Edwin: …Pero he cambiado (Se acerca a ella) Quiero que seamos una familia, ¿Qué dices? Dalia: (Se queda en silencio por un momento. Luego, va a dejar al bebe en su corral y regresa con Edwin) ¿Quieres que ahora seamos una familia? ¿De verdad? (Le tira una bofetada y comienza a llorar) “No me importa ese bastardo que llevas en las entrañas” ¿Te suenan esas palabras? (Le levanta el dedo índice) Tú no mereces tener este hijo, es más, no mereces llamarte padre. Creí que podría formar una familia contigo ¡Una feliz familia! Pero creo que me equivoqué, y doy gracias a Dios por eso.
Edwin: Sé que he sido muy duro al hablarte así y te pido perdón. ¡Dame otra oportunidad! ¡Por favor! Dalia: Te rogué de la misma manera hace meses, pero tú me tiraste al suelo, como a un trapo viejo, ¿Crees que mereces una oportunidad? (Va hacia a puerta y la abre) Ahora quiero que por favor te retires de mi casa. Edwin: Dalia yo… Dalia: ¡¡¡Vete!!! (Edwin hace un suave suspiro mientras agacha la cabeza. Va caminando lentamente hacia a puerta; a llegar, voltea y ve a Dalia, se queda en silencio por un momento y se retira) (Dalia cierra la puerta cuando en eso, su hijo comienza a llorar e inmediatamente va con él) ¡Ya tranquilo, tranquilo! Fue solo una pesadilla que ya pasó (Lo ve fijamente) Jamás estarás solo, siempre me tendrás a mí, por siempre y para siempre. Fin
Título: Conversación con un fantasma Autor: Ignacio Perez Jimenez Personajes: Mujer Hombre Fantasma Primera escena: Una habitación abandonada reducida y oscura. Entran dentro un hombre con una linterna y una mochila en la espalda. Detrás aparece una mujer mayor con una vela encendida. Mujer: Aquí es donde se dicen que se producen los ruidos. Seguro que es un fantasma. Hombre: Me gustaría que descartara esa palabra de su vocabulario hasta que no tengamos una certeza absoluta. Mujer: Qué miedo. Me horripilaría ver a un fantasma aparecer de repente en mi dormitorio. Hombre: Será mejor, mujer, que se vaya de aquí. (La mujer desaparece y se queda el hombre solo) Fantasma: Vaya, por fin alguien con el que poder hablar. Hombre: ¿eres el fantasma? Fantasma: No soporto la soledad, sobre todo en una habitación tan oscura. No me han designado ningún acompañante. Hombre: ¿A qué persona perteneciste cuando vivías? Fantasma: Bueno, no creo que eso interese demasiado ahora pero era empleado de un teatro, pero fui escalando posiciones hasta convertirme en estrella de la profesión. Tendría que escuchar que atronadores eran los aplausos cuando intervenía en alguna obra. El auditorio se ponía de pie. Hombre: ¿Que actor era usted? Perdone, pero nunca me interesó tanto el teatro como a mi mujer. A mí me va más el cine. Ya sabe, Apocalipsis Now, Los siete magníficos… Fantasma: Rodríguez Beltrán. Estoy muy triste. Nunca volveré a pisar un escenario. Los de Este Lado me han dicho que mi próximo destino es reencarnarme en flor. Una fisiluis magna. Bueno, seguiré emitiendo belleza, no con mi arte sino con mi hermosura. Lo malo es que no voy a poder andar mucho y me cansaré de ver la misma panorámica. Hombre: ¿Y no le dan la opción de transformarse en otra cosa? Fantasma: Hay tanta competencia. Todos los fallecidos quieren aspirar a los mejores puestos. Ser duques, playboys millonarios, modelos…mira por donde nadie quiere ser pobre, todo el mundo quiere algo relacionado con el dinero.
Hombre: Dígame, señor Beltran, ¿tuvo usted esposa e hijos? Fantasma: Por supuesto. Conocí a mi esposa trabajando precisamente en el teatro. Un día tuvimos que hacer una función donde encarnábamos a una familia de ricos. Ella era mi esposa y yo era el marido. Nuestra hija se dedicaba a plantar flores y nuestro hijo a ligar continuamente recorriendo todo el mundo. Entonces me enamoré de ella y durante un descanso de los ensayos me declaré. Hombre: ¿Y cómo lo hizo usted, le regalo flores, le dedico algún poema?…lo digo para saber qué hacer si alguna vez llega el momento. Fantasma: Yo era muy tradicional. Le regalé un ramo de flores rojas en la floristería más cara de la ciudad. Casi me gaste todo mi sueldo de artista de tantas flores que compré, si viera usted que olor desprendían esas flores, era una auténtica delicia. Hombre: ¿Su mujer aún continua viva? Fantasma: Lurdes murió hace mucho, mucho tiempo. Estoy intentando encontrarla en el Deposito de Almas, pero hay tantas y tan antiguas. Si recordara la fecha de su muerte, podría encontrarla más fácilmente. De todas maneras le he enviado un comunicado que espero no tarde mucho en recibirlo, hay tanta demanda. Hombre: ¿Y qué fue de sus hijos?, ¿aún viven? Fantasma: Sí, pero viven en perpetuo enfrentamiento. A Berta le tocaban todas las desgracias. Suspendía todas las asignaturas, le expulsaron del trabajo, tantas calamidades, cuando tuvo un hijo se volvió ciega y no pudo conocerlo. Hombre: ¿Y qué paso después? Fantasma: Pues que se invirtieron los papeles. La maldición cambio de lugar para afectar a Berto. Mientras Berta recobraba la vista, Berto terminó en la calle pidiendo limosna y durmiendo por las noches en la intemperie. Su novia le dejó para siempre. Hombre: Es usted un fantasma interesante. Como hay personas interesantes hay fantasmas interesantes. Fantasma: Creo que tengo que dejarle. Me van a asignar un nuevo destino. En una casa encantada. Una casa enorme... Qué bien me lo voy a pasar asustando a los inquilinos. Otro fantasma me va a reemplazar, puede hablar con él si quiere. Hombre: ¿pero no iba a transformarse en flor? Fantasma: Más adelante, me voy. (El fantasma desaparece y el hombre abandona la habitación) Hombre: Aquí no hay fantasmas, sino mucha superstición y tontería. Que la gente que quiera venga aquí a habitar la casa. Fin
Título: Juan y el hombre cucaracha. Autor: Alan Rejón Personajes: Juan El hombre cucaracha Narrador Gabriel Diego Victor Señora ACTO I Narrador: Nuestra historia comienza en las calles de una ciudad como la nuestra, una ciudad que ha olvidado la naturaleza, que ha olvidado el olor del rocío sobre el césped en la mañana, en esta ciudad vive “El hombre cucaracha”, un ser que la gente con solo ver corre despavorida de miedo y repugnancia. En esta ciudad también vive Juan un niño de 12 años que suele jugar con sus amigos en la esquina donde el “Hombre cucaracha” vive dentro de su alcantarilla. (Juan y sus amigos juegan con una pelota, “El hombre cucaracha” aparece en escena, dos de los niños lo ven y se alejan, Juan y Víctor siguen con la bola, Juan la patea y cae junto al “Hombre cucaracha” este toma el juguete y llama a Juan con un gesto de la mano) Hombre cucaracha: ¡Hey niño, ven por tu pelota! Víctor: Juan no vayas, te raptará. Juan: ¿Quién es ese? Hombre cucaracha: ¿No la quieres? Diego: Es el hombre cucaracha, es toda una leyenda urbana, dicen que dentro de su alcantarilla tiene cadáveres de gatos que caza para comer durante las noches. (El hombre cucaracha comienza a acercarse, los niños dan un grito y corren, Juan se queda petrificado) Hombre cucaracha: Hey, te estaba hablando ¿No me escuchaste? Juan: No… Bueno, sí. Hombre cucaracha: ¿Por qué se fueron tus amigos? Juan: Ah, ah, no sé, tienen, mi…mi…mi… Hombre cucaracha: ¿Miedo?
Juan: Eso… Sí, eso. Hombre cucaracha: ¿Creen que desayuno niños? Juan: Ga… Gatos. Hombre cucaracha: No me gusta la comida china. (Juan se queda mudo, no sabe que contestar y ambos se quedan en silencio durante unos segundos) Hombre cucaracha: Bueno, no tengo todo el día, aquí tienes tu pelota, ten más cuidado la próxima vez, no deberías jugar en la calle, pueden atropellarte. (El hombre cucaracha le da su pelota a Juan, se despide con un gesto y sale de escena, los niños regresan con Juan quien sigue mirando hacia donde se fue ese extraño hombre) Gabriel: ¿Qué paso? ¿Qué te dijo? Víctor: ¿Estás bien? ¿Te hizo algo? Diego: ¿Es cierto que tiene colmillos y que sus ojos son solo negros? Juan: No, solo me dio la pelota, que raro es ese señor. Diego: ¡Claro que sí, es el hombre cucaracha! (Los niños jalan a Juan quien sigue con la mirada en el mismo lugar y se alejan con él) FIN DE ACTO. ACTO II Narrador: Varios días pasaron y Juan no se podía sacar de su mente al hombre cucaracha, ¿Por qué todos le temen? Se preguntaba una y otra vez, cuando la duda era demasiado grande para su cabeza decidió ir y preguntárselo al mismo “Hombre cucaracha”. (Juan llega a la misma calle donde jugaba con sus amigos y justamente en ese momento “El hombre cucaracha” está llegando, una señora pasa a su lado y lo ve con odio) Señora: ¡Vete de esta ciudad! ¡Asqueroso! (El hombre cucaracha sigue de largo sin prestarle atención y cuando alza la mirada ve que Juan se está acercando) Hombre cucaracha: ¡Hola pequeño amigo! ¿Ya puedes hablar? Juan: Hey… Hola, esa señora fue muy grosera contigo. El hombre cucaracha: ¿Quién? Sabes, mis oídos nunca se dan cuenta de las cosas malas porque mi mente siempre está pensando en cosas buenas ¿Entiendes? Juan: Creo que sí, ¿Cómo te llamas?
Hombre cucaracha: Tú ya sabes mi nombre, yo soy el hombre cucaracha, así es como los amigos me llaman. Juan: ¿Por qué hombre cucaracha? Hombre cucaracha: Porque estoy sucio, sucio, sucio y vivo en una alcantarilla como una cucaracha. Juan: Pero ¿Cuál es tu nombre? El que te pusieron tus papás. Hombre cucaracha: Fíjate que hace tantos años que la gente me llama así que ya no recuerdo mi nombre real, pero me gusta cómo me llaman, va con mi personalidad… Por cierto, no es que te esté corriendo amiguito pero ¿Por qué venias a verme? Juan: Quería hacerte una pregunta. Hombre cucaracha: Me gustan las preguntas, todas tienen una respuesta, así que dime ¿Cuál es tu pregunta? Juan: ¿Por qué la gente te tiene miedo? Hombre cucaracha: Dime ¿Cómo te llamas? Juan: Juan. Hombre cucaracha: Juan además de mi ¿Cuántas personas conoces que vivan en una alcantarilla y que siempre estén sucios? Juan: Pues tengo una amigo que ha pasado hasta tres días sin bañarme pero así, así como tú no conozco a nadie más. Hombre cucaracha: Todos estos años he entendido una cosa Juan, la gente le tiene mucho miedo a lo que es diferente y yo soy muy diferente, así que la gente me teme ¿Tu me temes? Juan: No, ya no. Hombre cucaracha: Ven conmigo quiero mostrarte mi casa. (Juan y el Hombre cucaracha salen de escena juntos) FIN DE ACTO. ACTO III (Juan baja con el hombre cucaracha a la alcantarilla, el lugar está lleno de bellísimas plantas de múltiples colores) Juan: ¡Guau! Qué bonito lugar, nunca había visto tantas flores juntas en un solo lugar. Hombre cucaracha: Es cierto, las flores son muy bonitas, todas han logrado crecer dentro de la basura que la gente tira en las calles, es casi imposible que estén vivas pero lo están y eso es lo más hermoso de todo.Juan: Entonces no estás loco por vivir aquí.
Hombre cucaracha: ¿Loco? No, solo he visto muchas veces “Alicia en el país de las maravillas.” Juan: Si les mostraras esto a más personas te dejarían de tener miedo. Hombre cucaracha: Tal vez. Juan: ¡Vamos a llamar a todos para que lo vean! Hombre cucaracha: Oh, no, no, no. Juan: ¿Por qué no? ¿No quieres que te dejen de tratar mal? Hombre cucaracha: Ya te dije que no me doy cuenta de los malos tratos, además hay personas que sirven para vivir con otras personas, y hay personas como yo, que sirven para estar solos y crear este tipo de cosas. ¿Quieres ayudarme? Juan: Sí. Hombre cucaracha: Entonces toma un poco de esas semillas que están sobre la mesa y planta algo en una maceta en tu casa, y dile a tus amigos que lo hagan también y que todos pongan esas flores en sus ventanas, así en la noche cuando paseé por la ciudad sabré que gracias a ti la gente tiene belleza en su casa, y yo seré feliz. (Juan corre hacia la mesa y toma un saco de semillas) Hombre cucaracha: Llévatelas todas. Juan: Le diré a todos que no eres mala persona, que no estás loco. Hombre cucaracha: Gracias Juan, pero ya es hora de que te vayas, ya va a anochecer. Juan: Adiós, Hombre cucaracha. Hombre cucaracha: Hasta luego Juan. (Juan sale de la alcantarilla, el hombre cucaracha se sienta en una silla que está junto a la mesa. Se queda ahí durante unos segundos y de pronto se escucha un maullido) Hombre cucaracha: ¡Es hora del almuerzo! (El Hombre cucaracha sale de escena del lado contrario de donde salió Juan) FIN.