Tarea 4 Licenciatura en lengua y literatura modernas, Universidad Modelo. Curso: La ética en el mundo contemporáneo El utilitarismo – John Stuart Mill Alumno: David Mayoral Bonilla Profesor: Julián Zárate Fecha de entrega: 21 de febrero, 2019
Respondo a la pregunta ¿qué es el utilitarismo? con una imagen que puede servir para ilustrar, en su mayoría, los pormenores de tal conjunto de pensamientos. Propongo que el utilitarismo es un ciempiés cuyo destino es la búsqueda de su bienestar. Y lo expando: el mecanismo de lo que pueda llamarse utilitarismo –según parece, hay variantes (muy de acuerdo, como ha de verse aquí, con su espíritu laxo, mas no ligero) – puede traducirse en los ‘pies’ del bichito mencionado. Más allá del hipnotismo de este polípodo al caminar, fijemos la atención es el conjunto de sus patitas. Todas, en conjunto, laboran como un oleaje bichístico, del cual se desprende un propósito sencillo: el desplazamiento del animal. ¡Y a la humanidad, al referirse a su transcurrir por la historia, se le dice que camine! ¿A dónde caminar? La pregunta es productiva. Conocemos que los ciempiés, como el humano, no camina por siempre guiado por la misma dirección. Habrá veces que deseé alimentarse; otras, buscará sombra para su resguardo o escapatoria de algún depredador. Volquemos, entonces, la atención no al propósito de su caminar, sino a las patas. Después volveremos al carácter de su tránsito. Decía que las patas del ciempiés son el mejor agente metafórico para vislumbrar –de manera parcial, en coincidencia con el espíritu de la doctrina que manoseamos ahora– el ser del utilitarismo. Cada extremidad diminuta trabaja por sí misma y en relación con las demás. El buen funcionamiento del conjunto permite transportar el cuerpo regordete del bicho, tal como el consenso de las acciones humanas le llevará a la satisfacción de sus carencias. Y en la ambición del utilitarismo, ese consejero patal, el propósito es el de proporcionar la mayor felicidad al mayor número de personas posibles. Los miembros del ciempiés rara vez son circunstanciales. Cosa distinta es el humano. Mill comprende que no nos involucramos como unidos unívocamente a un exoesqueleto. Por el contrario, el utilitarismo es capaz de acentuar la posibilidad de actuar conforme a lo beneficioso en cada situación específica (no confundamos esto con lo útil como asidero del bienestar material inmediato. Si esto fuera, las patas de los ciempiés que deseen bailar salsa en tiempo de hambre confinarían, con su interés egoísta, al resto del organismo a la inanición). Y debe decirse –retorno al carácter deambulatorio del ciempiés– que las patas caminan distintos senderos, y todos ellos llevan al bienestar. Pues habrá días en los que las hojas se encuentren más distantes, o el agua viaje con sus respectivos pies; el ciempiés debe caminar siempre con el propósito fijo a través de senderos variables. En algunos de ellos perderá un par de miembros, o deberá escoger entre dejar morir otros insectos con ponzoña y salvarse él. Lo que importa es el transitar hacia Edenes que pueden culminar como espejismos, siempre con la mira de sorber la felicidad al final del día. Pero el consenso de los asuntos humanos, se sabe, es tan complicado como cortarle las uñas a un ciempiés. REFERENCIA J.S., Mill. (2014). El utilitarismo. (1ª ed.) Madrid: Alianza Editorial.