Sepia Officinalis Una Experiencia De Cria En Acuario

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SEPIA OFFICINALIS UNA EXPERIENCIA DE CRÍA EN ACUARIO Texto y fotografías: José Luis Bello Arranz.

sin igual, siguiendo los mismos criterios que los utilizados para los vertebrados.

SISTEMATICA El grupo de los cefalópodos, a cuyos animales suele conocerse como "cabezas con patas", era muy amplio, contando con más de 10.000 especies de las que solo quedan en la actualidad unas 760 repartidas en dos subgrupos: TETRABRANCHIATA. Eran los primeros cefalópodos que poblaron los mares y como su nombre indica disponían de 2 pares de branquias. A este subgrupo pertenece el conocido Nautilus, auténtico fósil viviente. DIBRANCHIATA. Cefalópodos con un solo par de branquias y que en mayor número pueblan actualmente las aguas de nuestro planeta. Este subgrupo está dividido en tres órdenes:

Sepia officinalis. Foto: José Luis Bello Arranz ©. Por extraño que parezca, las sepias tienen más parentesco con los caracoles marinos y babosas que con los peces, con los que solo tienen en común el medio marino que les sirve de hábitat. Estos insólitos invertebrados pertenecen al grupo de los cefalópodos al que también pertenecen animales tan conocidos como los pulpos y calamares. Extraordinariamente curiosos, las sepias han llegado a cautivar a los más prestigiosos investigadores debido no solo a su lenguaje corporal compuesto por los más inverosímiles dibujos y cambios cromáticos, sino por su cerebro bien desarrollado que le permite una inteligencia

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-Decapoda- con unas 550 especies repartidas en dos subórdenes: Sepioida (sepias) y Teuthoida (calamares). -Vampyromorphacon una mínima representación compuesta solo por dos especies. -Octopoda- que engloba aproximadamente 200 especies y cuyos representantes son los conocidos pulpos.

MORFOLOGIA Las sepias no son buenas nadadoras. Se desplazan lentamente gracias a la acción de un pequeño velo a modo de aleta que realiza un movimiento

ondular y que le recorre el cuerpo a todo su alrededor quedando cortado solo en su parte posterior. De todos modos están preparadas para en caso de peligro, desplazarse velozmente gracias a la acción de un chorro de agua a propulsión expulsado al exterior del cuerpo a través del infundíbulo. Algunas veces esta acción, va acompañada por una nube de tinta que el animal genera y acumula en una cavidad especial. Todos los que hayamos tenido la ocasión de encontrarnos en nuestras inmersiones con una sepia o pareja, hemos podido comprobar que en el fondo son animales tremendamente curiosos y que en caso de toparse con algún buceador, no solo son capaces de detenerse para observar al "intruso” de sus dominios sino que incluso se vuelven y se acercan a mirarlos detenidamente como si intentaran comunicarse con el extraño. Por desgracia, muchas veces su curiosidad se vuelve contra ellos y al final son víctimas de los pescadores deportivos. De la cabeza parten diez tentáculos, todos ellos muy flexibles, ocho de los cuales están recorridos por hileras regulares de ventosas. Para cazar utilizan los otros dos que están especialmente modificados para este respecto pudiendo alargarlos y contraerlos a voluntad con una rapidez extrema. La punta de los mismos se ensancha y dispone de unas ventosas capaces de adherirse a su presa con mortífera precisión. Con la misma rapidez con que estos se han alargado vuelven a retraerse como si de una goma elástica se tratase, quedando la presa inmersa en el resto de los brazos y recibiendo un mordisco mortal con su poderosa dentadura a modo de pico de loro

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2 que posee en el centro de la corona tentacular. Es curioso el observar a estos animales cuando se disponen a capturar una presa como puede ser un camarón (que por otra parte si bien no es un buen nadador, sí es capaz de efectuar rápidos y cortos desplazamientos gracias a la acción de su potente telson) al que antes miran con especial atención pareciendo que sus miradas se cruzan y al que se acercan con suma lentitud calculando la distancia del animal y lanzando certeramente su arma. Peces, camarones y cangrejos constituyen su dieta, alimentándose en especial por la noche.

Sepia al acecho en acuario. Foto: José Luis Bello Arranz ©.

Sus ojos cristalinos tienen una potente visión y al contrario de todos los demás invertebrados, son capaces de transmitir expresión como si los de un vertebrado se tratase, el motivo puede ser su sorprendente similitud. Iris, cornea y retina parecen haber seguido el mismo camino durante el desarrollo evolutivo, de hecho solo los vertebrados

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y cefalópodos disponen de ojos con estas características. Pero su aparato óptico aún dispone, aparte de un mayor número de células visuales (en la Sepia officinalis 70 millones frente a los 50 millones de los humanos) de otra característica que los hace incluso más perfectos, sus pupilas tienen la facultad de abrirse o cerrarse independientemente la una de la otra en función de la intensidad lumínica que reciba cada una de ellas y procesando su cerebro esta información para obtener una visión perfecta. En contrapartida, sus ojos son incapaces de detectar los distintos colores. Pero quizá la facultad más llamativa a simple vista que caracteriza a las sepias, es la facilidad que tienen para cambiar de color e incluso de textura corporal. Efectivamente estas insólitas y extrañas criaturas son capaces de efectuar los más sorprendentes cambios de color y tan solo en unos segundos, independientemente del estado anímico del animal. Probablemente el color más llamativo sea el denominado "nube pasajera" en el que barras de color recorren el cuerpo del animal de la parte posterior a la anterior en solo segundos, con ello logran despistar a sus enemigos el tiempo suficiente como para permitirles la huida o también es utilizada para aturdir a la posible presa haciéndose invisible a sus ojos. Estas señales han despertado la curiosidad de numerosos investigadores, haciendo que desde hace años se estén realizando estudios para lograr determinar que significan estos cambios y dibujos. Los científicos creen que este acopio de brillantes y cambiantes colores son la base de un lenguaje visual cuyo significado solo estamos empezando a interpretar. De todos modos, es el brillo y la definición de sus dibujos lo que realmente utilizan

para intercambiar mensajes ya que de hecho, como comentábamos antes, los cefalópodos son "ciegos" al color.

Secuencia de sepia cazando. Foto: José Luis Bello Arranz ©.

En estado de reposo los cambios cromáticos suelen ser mínimos, intensificándose estos si el © Todos los derechos reservados.

3 animal realiza un ataque. Incluso su cuerpo puede experimentar cambios considerables adoptando los tentáculos una posición inusual e incluso erizándose la piel de un modo espectacular que confiere al animal un aspecto extraño como si de otra criatura se tratase. Pero... ¿cómo y qué les confiere estos fantásticos cambios de color? Bien, el color es generado por unas pequeñas células denominadas cromatóforos. Estos cromatóforos son en síntesis unos sacos elásticos que contienen un determinado pigmento y que gracias a la acción de unos controles nerviosos, pueden expandirse o contraerse a voluntad cambiando a una velocidad realmente sorprendente. Unas células subyacentes añaden el color. Si las células pigmentadas están expandidas por la piel, el animal tiene una coloración oscura, en cambio si se contraen el animal se vuelve más claro.

de sus tentáculos a modo de periscopio llamando así la atención de la posible hembra. Si el otro animal alza también los tentáculos, el encuentro será infructuoso ya que se trata de dos machos; pero en cambio, si permanecen todos sus tentáculos bajos, se trata de una hembra lo cual indicará que acepta al macho y acercándose ambos animales efectuarán un abrazo mutuo con sus tentáculos, momento en que el macho con uno de los brazos modificado para este fin, introducirá un pequeño saco o cápsula seminal en la cavidad interna de la hembra. Por regla general el macho suele acompañar a su pareja y no la abandonará hasta su muerte. En época de apareamiento los animales poseen una bella coloración a base de rayas que recuerda a las cebras.

En los cefalópodos, la dermis está formada por dos capas de cromatóforos: la primera y más superficial, está constituida por células contráctiles controladas por el sistema nervioso. La segunda capa más profunda, está formada por iridóforos elípticos llenos de guanina que le confieren a las sepias el característico color anacarado en el momento en el que los cromatóforos se contraen.

REPRODUCCION

Sepia con unos días de vida. Foto: José Luis Bello Arranz ©.

El apareamiento tiene lugar en invierno, en aguas profundas y en primavera la hembra se dirige a la costa para depositar los huevos. Cuando dos sepias adultas se encuentran, el macho alza dos

Llegado el momento de la puesta, la hembra siempre en aguas poco profundas y protegidas de las corrientes, deposita los huevos fecundados en pequeños racimos adheridos a salientes o incluso

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sobre fanerógamas y gorgonias. A partir de este momento la hembra abandona la puesta a su suerte.

EN ACUARIO Las corrientes y temporales suelen arrastrar racimos de huevos hasta la orilla donde son fácilmente reconocibles por su forma y coloración negra. Parece ser que este color es debido a que la hembra, una vez depositados, arroja sobre ellos un chorro de tinta, tiñendo la cubierta. Muchas veces he encontrado estos huevos en la orilla, sobre todo en los meses de verano y siempre con la típica coloración negra, hasta que un día mis buenos amigos Fco. Ouviñas y su hijo Javi, a los que desde estas líneas quiero darles las gracias, me proporcionaron un pequeño racimo depositado en un esqueleto de gorgonia, en los que curiosamente podían observarse a las pequeñas sepias revolviéndose en su interior. Muchas horas pasé contemplándolos, después de tantos años, el espectáculo merecía considerablemente la pena. Los alojé en un acuario tipo arrecife de trescientos litros, con gran cantidad de invertebrados sésiles y algunos pequeños peces, en el que como es de suponer, reinaban unas condiciones óptimas de mantenimiento a excepción de la temperatura que era algo elevada en comparación con la del agua de la que procedían y que hacía que me asaltara la duda de su futuro nacimiento. Todo parecía ir bien y pasados 6 días empezaron a eclosionar sobre las 19 horas. Para ello comenzaban a girar sobre si mismos como si estuviesen cogiendo impulso, para a continuación

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4 lanzarse sobre la cubierta del huevo y atravesarla como si de un papel de fumar se tratase.

Sepia en el interior del huevo. Foto: José Luis Bello Arranz ©.

Los pequeños, de apenas 10 mm, eran réplicas con todo detalle de una sepia adulta y capaces de cambiar de color, textura de piel e incluso estaban listos para lanzar su protector y minúsculo chorro de tinta. Eclosionaron siete de los cuales tres desaparecieron en los primeros días y solo cuatro siguieron desarrollándose y creciendo a una velocidad vertiginosa probablemente debido a su voraz apetito, duplicando su tamaño en aproximadamente un mes. Su dieta consistía en artemias adultas vivas, alevines de peces y pequeños camarones vivos. Transcurrido el primer mes de vida, los pasé a otro tipo de acuario acondicionado específicamente para ellos ya que los compañeros de su

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alojamiento anterior comenzaban a correr riesgo de ser devorados. El acuario tenía 70 l y disponía de un filtro seco/húmedo con 12 l de biobolas, separador de proteínas a contracorriente y bomba de recirculación de 800 l. La decoración estaba formada a base de roca viva y el fondo por una capa de gravilla de concha molida, de unos 3 cm. de espesor que permitía a los animales enterrarse cómodamente. Los cambios de agua eran realizados cada 10 días en los que se sustituía el 10%, siempre con agua natural. La iluminación estaba compuesta por dos tubos de 15 w. Siguieron creciendo y debido al espacio del que disponían, puse en libertad a tres de ellos y tan solo me quedé con el ejemplar de mayor tamaño. Prácticamente permanecía la totalidad del tiempo descansando en el fondo, perfectamente camuflado, y era curioso el observar que solo cuando yo me acercaba al acuario, se despegaba lentamente del fondo cambiando de color y mirándome, probablemente esperando la comida, que ya con este tamaño consistía en camarones vivos, cangrejos y peces, añadidos directamente al acuario, administrados con una pinza o incluso con la mano. Bajo estas condiciones, su crecimiento era espectacular y cada mes aumentaba su tamaño aproximadamente 10 mm alcanzando en los seis primeros meses unos 70 mm, momento en el que decidí devolverlo a su medio natural Los animales criados desde pequeños o nacidos en cautividad a partir de huevos, se acostumbran rápidamente a su cuidador y en muy pocas ocasiones expulsan tinta, a no ser que se sientan realmente amenazados, por lo general tan solo experimentan cambios de color. Si hay que

capturarlo, lo mejor es introducir un recipiente de vidrio transparente en el que entrará solo o atraído por una presa. Si utilizamos la red, con toda seguridad nos teñirá el acuario con una "hermosa" nube de tinta.

Sepia recién nacida. Foto: José Luis Bello Arranz ©.

Los animales capturados en libertad de una talla considerable, son más reacios a dejarse criar y además son más recelosos lo que hace que arrojen tinta más a menudo. Por suerte esta es eliminada por el sistema de filtración y no causa ningún daño al animal. Si quieres tener tu propia experiencia con la Sepia officinalis, los meses de primavera y verano son los ideales para hacerte de huevos o bien capturar pequeños ejemplares de pocos cm, para lo cuál te aconsejo que lo hagas en horas nocturnas sobre fanerógamas y en aguas superficiales, con la ayuda de una pequeña red.

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5 Ojala podáis disfrutar esta bonita experiencia y si no es así, aquí tenéis estas fotos que os ayudarán a recrearla.

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