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PATOLOGÍAS CAUSADAS POR FACTORES FÍSICO-QUÍMICOS Valores extremos de pH y temperatura y la enfermedad de las burbujas Texto y fotografías:: Ángel Garvía
Los peces rojos presentan una gran tolerancia térmica, pero con frecuencia viven en rangos de temperatura forzados. Foto: Ángel Garvía ©
Las principales patologías de origen físicoquímico en peces de acuario posiblemente sean las intoxicaciones, pero existen otras. Las lesiones originadas por valores extremos de pH y temperatura son igualmente muy habituales en acuario y, aunque mucho menos frecuente, también está la llamada “enfermedad de las burbujas”. De estas tres últimas vamos a tratar a continuación. www.AcuarioProfesional.com
TEMPERATURA. La mayoría de los peces no son capaces de regular su temperatura interna (poiquilotermia), es decir su calor corporal depende directamente de la temperatura del agua que les rodea. La temperatura influye de modo importante sobre la reproducción, la ingestión de la comida, el crecimiento y en general sobre cualquier actividad fisiológica de los peces. Como norma se puede decir que las temperaturas altas aceleran el ritmo metabólico y las lentas lo ralentizan. La sintomatología más frecuente en peces de acuario sometidos a temperaturas extremas es la siguiente: •
Temperatura alta: boqueo en superficie (pues aumenta la demanda de oxígeno), nerviosismo y posterior agotamiento.
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Temperatura baja: retraimiento, palidez corporal y natación lenta y por el fondo. En los estanques y piscifactorías se producen casos de congelación. Si la situación no se ha prolongado excesivamente, los peces presentan inflamaciones, manchas rojizas, daños en las branquias y aletas con bordes descoloridos y deshilachados.
Los ictiólogos reconocen varios rangos de temperatura, de valores diferentes en cada especie, en los que los peces reaccionan de modo diferente, pero en la práctica sólo se trabaja con las temperaturas óptima y letal. Los valores para el caso concreto de la carpa se muestran en el cuadro adjunto. Se sabe que no todos los peces tienen la misma tolerancia térmica o capacidad de adaptarse a
cambios de temperatura en el agua circundante. Depende principalmente de la especie, edad y estado fisiológico del pez, pero también intervienen factores externos. Por ejemplo se sabe que concentraciones altas de CO2 y/o contaminantes la reducen. Estudios realizados han confirmado que el cambio de temperatura óptima conlleva cambios en las temperaturas letales: peces dorados adaptados a vivir a 2,2º morían al sobrepasarse los 28º, mientras que otros ejemplares, adaptados a vivir a 36º, soportaban más de 40º C. En general es alta si no se modifica más de 1º C. por hora. Los ejemplares sometidos a saltos bruscos de temperatura, más de 5-7º C., suelen presentar pérdida de equilibrio y espasmos. Los saltos de más de 10º C se consideran muy peligrosos y, como prevención, se recomienda no variar más de tres grados de una sola vez. Además de los posibles daños ocasionados directamente por temperaturas extremas, este parámetro físico tiene una gran influencia en la salud de los peces de acuario. La toxicidad de muchas sustancias disueltas en el agua aumenta conforme sube la temperatura. Algunas enfermedades y parásitos únicamente aparecen a temperaturas determinadas, como por ejemplo la mixobacteriosis de aguas frías. Las defensas naturales de los peces descienden mucho tras un salto brusco de temperatura, lo que suele ser aprovechado por los patógenos oportunistas, como los protozoos productores del llamado “punto blanco”. En agua dulce está provocado por Icthyophthirius multifillis, mientras que en agua salada está originado por Crytocarion irrtians. Es habitual su aparición tras saltos de más de tres grados centígrados en la temperatura del agua.
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2 La fabricación de anticuerpos, esenciales para la lucha inmunitaria en las defensas naturales de los peces, se detiene por debajo de los 15º C. El único tratamiento posible, si es que aún no se han producido lesiones irreparables, es reajustar gradualmente, poco a poco, la temperatura a los valores adecuados a cada caso.
ACIDOSIS Y ALCALOSIS El pH óptimo de la inmensa mayoría de las especies de peces propias de acuario oscila alrededor de 7. Algunas tienen un pH óptimo ligeramente ácido, entre 7-6; otras ligeramente básico o alcalino, entre 7-8. Como en el caso de la temperatura, la tolerancia a variaciones de pH depende de la especie y las condiciones particulares de cada ejemplar. Cuando el valor de pH difiere mucho del requerido por la especie que puebla el acuario, los peces sufren lesiones e incluso pueden morir. Técnicamente si el pH es demasiado bajo se da una situación de acidosis; y si el pH es demasiado alto se produce una alcalosis. Estos valores extremos suelen ir asociados a desequilibrios en las concentraciones de las diferentes formas químicos del amoníaco, anhídrido carbónico y otros compuestos disueltos en el agua. Los ejemplares sometidos a valores extremos de pH suelen presentar los siguientes síntomas: respiración nerviosa, boqueo en superficie, comportamiento intranquilo, branquias irritadas y piel enrojecida, enturbiada y con excesiva secreción de mucosidad. Una alcalosis también suele producir deshilachamiento de las aletas.
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Esta damisela presenta las aletas deshilachadas como consecuencia de una mala calidad del agua. Foto: Ángel Garvía ©
El tratamiento consiste en realizar un cambio parcial de agua y corregir el valor de pH. Esto se puede realizar con la adición al agua de soluciones tampón o preparados correctores comerciales. Estos últimos son sin duda más cómodos y realmente eficaces. Para un aficionado, por muy exigente que sea, serán seguramente la mejor opción. Ciertos compuestos químicos pueden resultar muy útiles para reajustar el pH, pero hay que conocer la concentración y calcular perfectamente la dosis en función del volumen de nuestro acuario, cosa no siempre tan fácil como pueda parecer a simple vista. Por citar algún ejemplo: el ácido ortofosfórico corrige la alcalosis y el bicarbonato sódico, en solución al 1%, la acidosis.
Cíclido con lesiones cutáneas graves como consecuencia de una acidosis. Foto: Ángel Garvía ©
Actualmente existen el mercado infinidad de sistemas, colorimétricos o electrónicos, eficaces al cien por cien para medir el pH y poder así prevenir y/o confirmar el diagnóstico, si es que ha aparecido alguno de los síntomas antes descritos.
ENFERMEDAD DE LAS BURBUJAS La llamada “enfermedad de las burbujas” es un fenómeno similar a la embolia gaseosa que sufren los buceadores. Su aparición esta asociada a aguas con sobresaturación gaseosa, principalmente oxígeno y/o nitrógeno, que desaparecen bruscamente por un cambio repentino en algún parámetro físico-químico (presión, temperatura, etc.). Los líquidos internos del pez son más lentos que el agua circundante en
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3 modificar la capacidad de disolución y, como consecuencia de esto, el gas disuelto se desprende en forma de burbujas en el interior corporal del pez.
plantas, controlar las poblaciones de algas y evitar los cambios bruscos de temperatura.
BIBLIOGRAFIA
Fue descubierta por primera vez en peces de acuario en 1898 por Gorham. Es muy temida en las instalaciones piscícolas de cría intensiva. En los acuarios caseros tiene menos repercusión, aunque se producen casos con relativa frecuencia. Por el contrario existen pocas citas de la enfermedad en peces en libertad. Las causas de la sobresaturación gaseosa del agua pueden ser varias: excesiva producción de oxígeno por plantas o algas verdes, sobrecalentamiento del agua, inyección excesiva en el agua de aire a presión, etc. Presenta una elevada tasa de mortalidad, dependiendo la gravedad de las lesiones de la edad del ejemplar y la situación, número y volumen de las burbujas. Una de las zonas donde con más frecuencia tienden a formarse burbujas es debajo de los ojos y se puede producir exoftalmia, también conocida como ojos saltones o fuera de la órbita. Se reconoce rápidamente, pues el globo ocular parece literalmente salirse hacia el exterior. Si las burbujas son grandes y persisten por mucho tiempo, el ojo puede perder su funcionalidad. La presión ejercida por estas puede llegar a reventar los vasos sanguíneos. Como en otros muchos procesos patológicos, los alevines parecen ser los más afectados.
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La sintomatología externa más frecuente es la aparición de burbujas de gas en la superficie corporal y/o las aletas del pez, cuyo tamaño varia desde la cabeza de un alfiler a un guisante. Un método para confirmar el diagnóstico es la disección de uno de los ejemplares afectados, buscando burbujas internas en sangre, vejiga natatoria y otras vísceras.
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CONROY, D. “Las enfermedades de los peces y su curación”. Vida Acuática. 1974. GARVIA, A. “Peces de acuario. Guía práctica de enfermedades” Ediciones Mundi-Prensa. 1992. ROBERTS, R.J. “Patología de los peces”. Ed. Mundi-Prensa. 1981. SCHUBERTS, G. « Diagnostic et traitement des maladies des poissons d’aquarium ». T.F.H. 1983. UNTERGASSER, D. “Handbook of fish diseases”. T.F.H. Pbl. 1989. BASSLER, G. “Colorguide of Freshwater Fish Diseases”. Pbl. Bassler Biofish. 1983. ANDREWS Y COLS. “Como prevenir y curar las enfermedades de los peces de acuario”. Libros Cúpula. 1996.
El tratamiento más efectivo es cambiar al pez enfermo a un agua limpia o, si son muchos los peces afectados, renovar el mayor volumen posible de agua del acuario. La recuperación de los peces afectados es factible, pero en muchos casos los daños son ya irreversibles. Es aconsejable como prevención mantener en perfecto estado el sistema de aireación, no superpoblar el acuario de
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