Los tres nudos de la guerra colombiana: Un campesinado sin representación política, una polarización social en el marco de una institucionalidad fracturada, y unas articulaciones perversas entre regiones y centro
María Emma Wills Obregón, asesora del Centro Nacional de Memoria Histórica, publica su ensayo en el año 2015 para La Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, donde plantea que nuestro enfrentamiento es consecuencia de imposiciones establecidas por intereses privados y partidistas, debido a que son los principales encargados del problema agrario por la propiedad de tierras, el manejo de las fuerzas militares y el centralismo. Además, detrás de todo esto, están los campesinos que piden ser incluidos en la toma de decisiones de la política pública del país. Wills hace la analogía con nudos porque estos, así como los problemas, se aprietan de forma que es muy difícil que se deshagan por si solos, y que, si se hala de alguno de los dos extremos, más apretado y difícil de desatar va a quedar. En el primer nudo, “un campesinado sin representación política”, se puede analizar que los campesinos después de ser ignorados por el Estado, deciden crear grupos armados para atraer su atención y poder tener voz y voto en las decisiones públicas debido a que estas afectan directamente su futuro.
En el segundo nudo, “una polarización social en el marco de una institucionalidad fracturada”, observamos el bipartidismo donde, a diferencia de nuestros países vecinos, el Estado - Nación se constituyó a la sobra de los partidos políticos, es por eso que en el siglo XIX no existía más institucionalidad aparte de la implantada por liberales o conservadores. Cuando los dos partidos se enfrentan, influyen en la población civil haciendo que entre ellos también luchen y al darse cuenta que provocaron el incremento de la violencia, deciden crear un pacto, el Frente Nacional, donde se alternan el poder, para que puedan participar conservadores y liberales por igual, sin embargo, esta medida fue muy excluyente porque no aceptaban opiniones, como las de izquierda, diferentes a las de ellos mismos. Esto terminó degenerando la democracia y, por lo tanto, haciendo parte de las causas de la guerra contemporánea. Otra de estas causas fue que, a partir del paro motivado por la gran inflación en 1977, el gobierno prohibió las manifestaciones y censuro la radio. Igualmente, tomó medidas de seguridad muy drásticas donde el ejército estaba en la calle con armas de guerra. En el tercer nudo, “unas articulaciones perversas entre regiones y centro”, se evidencia el centralismo en Colombia, donde las zonas periféricas son las que menos atención reciben por parte del Estado. En estas regiones, las autoridades políticas disfrazan el clientelismo político con el voto para posesionar a los cómplices aparentemente por la vía legal, por lo tanto, la democracia cada vez es menos para los lugareños. Otra consecuencia del abandono estatal es que a los campesinos no les pagan lo justo por su trabajo con la tierra y sufren por la presencia de la guerrilla, es en estos momentos difíciles cuando llega el narcotráfico y se ofrece a pagar mejor por sus cultivos, y a darles mayor seguridad, así es como pasan de cultivar alimentos a coca y a estar vigilados por paramilitares.
María Emma Wills termina con la conclusión de que Colombia ha sufrido una guerra que parece tener un principio, pero no un fin, porque cada vez son más las víctimas del conflicto armado, a pesar de los esfuerzos por acabarlo. En consecuencia, no solo basta con escuchar sus historias y sentir lástima o empatía por ellas, sino también es deber de todos tratar de desenredar los nudos de esta guerra interna, fortalecer la democracia en todas las regiones del país y dejar de convertir en nuestros enemigos a muerte, a las personas que piensen diferente a nosotros.