En la octava novela de la serie de aventuras y misterio protagonizada por los detectives adolescentes, Sherlock, Lupin e Irene, la acción se sitúa en Londres, donde ahora viven. En los días previos a la Navidad, el macabro hallazgo del cadáver del director del British Museum dentro de un antiguo sarcófago egipcio capta la atención de los tres jóvenes y, como en otras ocasiones, se lanzan de lleno a la investigación de tan siniestro suceso. La excelente ambientación conseguida con pinceladas descriptivas, precisas y sugerentes, envuelve la trama en un clima marcadamente sombrío, al moverse por escenarios tan lúgubres como salas misteriosas del museo, cementerios a la luz de la luna y alguna tétrica y aislada mansión. Asesinatos relacionados con una maldición del dios Horus y una antigua expedición arqueológica conforman el eje del misterio que, aunque interesante y bien construido, cede protagonismo a la relación de amistad entre los tres inseparables amigos. Estos singulares personajes, de rasgos psicológicos casi tan definidos como se mostrarán después cuando sean adultos, proporcionan la escenas más entrañables y divertidas del libro, a las que contribuye la extraordinaria personalidad del mayordomo Horace y su complicidad con Irene. Inteligentes, casi temerarios en sus actuaciones y muy empáticos para el lector, no es la sinceridad uno de sus valores destacados, ya que se sirven de componendas e ingeniosas mentiras domésticas para realizar sus pesquisas e introducirse en los escenarios del crimen