Universidad Sergio Arboleda EIAM Administración de Empresas Lectura y escritura académica Juan Sebastian Zuluaga Giraldo 13 de marzo del 2019
El cataclismo de Damocles Gabriel García Márquez, en su discurso titulado “El cataclismo de Damocles” muestra como la codicia por el poder, conlleva al hombre a hacer cosas que hacen desaparecer la verdadera esencia del ser humano; menciona los numerosos desperdicios que se han hecho durante mucho tiempo para satisfacer y llenar la envidia que hay de estado a estado. Su discurso inicia con una breve descripción de cómo sería realmente el mundo que las personas estamos construyendo, lleno de muerte, polvo, humo, soledad, tristeza e innumerables sinónimos de soledad. Todo el dinero dedicado a la carrera armamentista de las naciones, genera vacíos incontrolables a la población mundial más vulnerable; la avaricia del hombre ha sido tan grande que logro doblar la industria nuclear más que cualquier otra industria desde su creación. Por ejemplo, en el campo de la asistencia infantil, la UNICEF calculo un programa para resolver los problemas de más de quinientos millones de niños junto con sus madres que consistía en brindar el agua potable y la alimentación necesaria y esto genera un costo que no es ni siquiera la cuarta parte del dinero que invierte Estados Unidos en armamento; en el campo de la salud, con un poco más de la mitad del dinero que invertirá Estados Unidos en el año 2000, se podría proteger por 15 años a la población mundial de la enfermedad de paludismo; aparte de estados unidos, también esta Europa que con un poco más de la mitad de su inversión en armamento, se podría lograr el promedio calórico
indispensable para vivir en toda la población más necesitada del mundo y como si no fuera suficiente, el sueño de muchas personas de alfabetizar a la población mundial sería posible si Estados Unidos renunciara a comprar solo 2 de los submarinos atómicos que planean fabricar en unos años. Desafortunadamente, en la carrera de las armas es casi imposible llegar a un acuerdo, actualmente, un minuto que pasa, es igual a una fracción construida de una ojiva nuclear. Tal vez en vez de ser el planeta que todos imaginamos, solo seamos una simple aldea olvidada por los grandes dioses; todo esto lo digo con esperanza, con la esperanza que, en algún día, cuando el mundo en el que vivimos sea destruido por completo a causa de la soberbia de los gobernantes, quede algo de vida y que esta vez, el nuevo mundo que se genere, sea mejor de lo que fuimos.