Relato De Un Perro Amando

  • Uploaded by: Oscar Mauricio Ardila Suárez
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  • May 2020
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  • Pages: 3
Ella me mira con indiferencia desde el otro lado de la mesa, con la misma mirada que se dirige a una silla vacía o peor aún, al vacío absoluto. Tal y como si fuera más importante para ella un pensamiento vago y sutil que dejarse acaparar mínimamente su atención de mi parte, así transcurre el día. Son iguales todas las mañanas, todas las tardes, y las pocas noches que se alargan algunas horas en pequeñas conversaciones con ella. Odio mi carne transparente. Odio ser observado sin humanidad alguna. Hablar de amores perros sentado en una escalera se convirtió en un alivio para mis represiones, en una cura temporal que me otorga algo de personalidad, una pequeña importancia a mis palabras, la suficiente para que merezcan ser escuchadas. ¿Pero quién las escucha, Mauricio? ¿No es ella la misma Tatiana con la que hablas desde hace cuatro años y que se ha convertido en la princesa sin reino de todos aquellos que conoce? ¿La misma que tiene a sus pies decenas de hombres, al alcance de su mano el corazón de muchos otros y en el horizonte de sus ojos un futuro rebosante de alegrías? Parece ser la misma. Pudiera ser ella. A veces pienso que sería mejor no hablarle. No hablar con nadie. Pensar y escribir. Si… pensar y escribir. Nadie puede quitarme ese privilegio de plasmar mis ideas en el teclado. Con sólo algunas teclas puedo trasnformar mis puritanas ideas en afirmaciones al público. ¿Te alegraría eso, Mauricio? ¿Darle a conocer a los demás lo que piensas de tu vida, tu tendencia ultra-derechista y tus sentimientos reprimidos? ¿Qué pensarían de Melisa? ¡Que deliras por ella! ¡Por supuesto que sí! Deliras por aquella muchacha radiante de sonrisas y nido de alegrías para quienes la rodean. Te mueres por abrazarla, por conversar a solas con ella, por compartir tus más sinceros deseos y tristezas con aquella chica blanca que se hace la difícil nunca contestando tus llamadas. Pero si soy yo mismo el que escribo esto, ¿Por qué tienen los demás que enterarse de asuntos tan privados? ¡Déjalos para ti mismo, son el combustible que alimenta tu vida! ¿Y qué más da si se enteran o no? La quiero. Eso no me convierte en criminal. Ella lo sabe. Sabe que la quiero más de lo que cree, que la estimo y la respeto como a muy pocas personas en la vida. Sabe la pura verdad, que no está al acceso de todos: la quieres, pero no la amas. Te casarías con ella, pero no puedes amarla si no aprendes a amarte a ti mismo. Ella debe estar durmiendo en este momento, no existes para ella en el presente. Mañana quizá cambie ese presente. Mañana puede que alegre tu día con solo una sonrisa. Y los demás pensarán que sigues delirando por ella. Sólo tú sabrás que la quieres tanto que eres incapaz de hacerle daño, como sería enamorarte de ella. Así vuelvo a mis amores perros y a mis palabras en próxima decadencia. Vuelvo a la escalera fría en la cual hablo de cosas incongruentes para muchos pero claras en mi mente, como casi todo lo que ven los demás en tu personalidad: ¡No puedes dar una razón! ¡Simplemente eres así! Sigo hablando de infidelidades, pasiones desenfrenadas, generaciones en decadencia y personas que no valen la pena. Entre otras pocas que si valen, pero llegan a

valer tanto que exceden tu capacidad. Encuentras al ser perfecto, a la mujer digna de admirar… y sientes morir cuando te conviertes en una silla vacía cuando ella te mira. Ha pasado, pasará y seguirá pasando, ¿Qué más esperas Mauricio? ¿No te dijo Narda que terminarás solo en un ancianato? Es posible. Ni modo. No puedo dejar de seguir respirando, llevo demasiado impulso de 20 años como para parar de un momento a otro. Sigo mirando a Tatiana mientras ella toma la palabra y te devuelve aquel discurso de las generaciones y los amantes y los infieles y los perros y esa larga y triste lista de etcéteras. Sabes con certeza que todo lo que le digas se le olvidará en algún momento, más temprano que tarde. ¿Qué puedes decirle a ella que nunca se le olvide? Piensa, Mauricio, piensa. Ahora que estás sentado digitando en un teclado deberías saber que es lo que debiste decirle antes de despedirte. Te estaban esperando, debías irte…. ¡Pero te olvidaste de hablarle a ella! ¡Le hablaste tanto de cosas ajenas que dejaste de hablar con TU AMIGA! Sigue pensando Mauricio, sigue pensando… te llega a la mente Andrés Caicedo. Se tomó 60 secobarbitales y se dispuso a escribir una última carta antes que le hicieran efecto. Se te acaba de ocurrir algo sincero, algo que quisieras poder decirle cada día, pero que te niegas a hacerlo por timidez y temor. ¿Temor de qué? ¿Piensas que si le dices esto de frente pensará mal de ti y se alejará? ¿Hace cuánto que no la abrazas? Te mueres de ganas por hacerlo, tú lo sabes. Te mueres de ganas de decirle todo esto que viene a tu mente ahora que tienes tiempo de pensar y que olvidaste decirle esta mañana al levantarte de ese frío escalón: NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES, NO ME DEJES…..TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIERO, MI FLACA, TE QUIERO. . . ¿Sabes que pensará ella cuando lea esto? ¿Qué le estás ofreciendo amor con disimulo? ¿Que tu modo de escribir es extraño y desordenado? Sólo puedo adivinar un detalle. Sonreirá o hará algún gesto extraño cuando se entere de esta compulsividad de decir las cosas tantas veces en un papel y no ser capaz de decirlas personalmente. Quizá lo tome a mal, quizá ni le preste atención. Puede que las letras que tanto te esfuerzas en plasmar sobre un papel sean tan transparentes para ella como lo eres sentado en esa silla vacía. Pero no hay modo de saberlo. Sólo tienes claro que ella cuando llegue a este punto entenderá lo mucho que la estimas. Que si luces tan serio y tan parco, tan reservado y tacaño para los detalles, besos y abrazos es porque no tienes el valor de hacerlo, pero no porque te falte la intención. ¡Pero que beso le vas a dar, si ella tiene que inclinarse para que tu alcances! ¿Cómo pretendes abrazar si tu brazo es corto? Esperas que ella entienda bien todo esto. Desearía que así

fuera. Y desde ya empiezo a extrañarla. La ví hace algunas horas y de nuevo me hace falta. Es una buena persona, merece ante todo respeto. ¡Te estás volviendo adicto, Mauricio! Así es. Soy un adicto. Y prefiero vivir en mi mundo de ilusiones y adicciones que encerrarme de nuevo en mi mismo, que tomarme 60 pastillas y escribir alguna carta que no sé quien pueda leer. Mañana será otro día. Espero sea bello. Porque si una chica blanca tiene la capacidad de alegrarme el día con una sonrisa, otra mujer de cabello largo y negro tiene el poder de hacerlo tan sólo con un abrazo. Los “te quiero” valen más de lo que ella pueda creer. Ojalá lleguen esos bellos días. Eldanior - 13/04/09 - 22:17.

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