Psi Punset - El Suicidio

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Entrevista CON COLIN PRITCHARD

Eduard Punset: En tu libro “suicidio, el rechazo final”, hay una historia de un joven, un griego que se suicidó a los 17 años porque parece ser que lo rechazó su amada, este es el primer rechazo; y entonces la familia también sintió esta especie de rechazo, ya que por el hecho de suicidarse los abandonó. El estado también sintió un rechazo por el propio acto de suicidio, y el muchacho tuvo que ser enterrado en un lugar no sagrado, y para complicarlo todo más, todo el pueblo en masa acudió al funeral aunque no se ofició en el cementerio oficial. Pero ¿por qué tanto rechazo? Parece como si el suicidio provocara mucho más rechazo que cualquier otra tragedia. ¿Qué opinas? Colin Pritchard Pritchard: Sí, es así. No debemos olvidarnos de que ha habido un estigma cultural sobre el suicidio. En la Iglesia Cristiana del siglo IV era como un pecado mortal, y tanto en la fe católica actual como en la fe ortodoxa se sigue considerando un pecado mortal. El motivo por el cual mi libro se titula “El último rechazo” es porque la persona que muere no sólo se siente muy rechazada, sino que además todos los que sobrevivimos al difunto nos sentimos rechazados por él. No hay nada peor para nosotros, como padres, que nuestros hijos mueran antes que nosotros. ¿Te puedes imaginar cómo se debe sentir un padre cuando su hijo, incluso cuando es un adulto, se mata a si mismo? Igualmente si nuestros padres se mataran a si mismos pensaríamos que los habíamos abandonado. Y por supuesto si es tu marido o tu esposa... me acuerdo de un paciente, una señora muy mayor, que no se había dado cuenta de que su

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marido había intentado suicidarse, y nunca olvidaré sus palabras cuando se enteró: “cómo se ha atrevido a dejarme aquí sola”. De manera que el suicidio nunca es un acto normal: está muy estigmatizado y hace mucho daño. Eduard Punset: Hay tantas cosas sorprendentes acerca del suicidio... Por ejemplo, debo confesar que no sabía que el índice de suicidios es quizá 8 o 10 veces más alto que el índice de homicidios; más gente muere por suicidio que por muerte en la calle. ¿Es así? Colin Pritchard: Es cierto en todos los países occidentales. Un ejemplo dramático de esto es el del 11 de septiembre, en que 3.074 personas perdieron la vida de forma trágica. Cada año en EEUU se suicidan 30.000 personas, que es 10 veces la cantidad de personas que murieron el 11 de septiembre. Eduard Punset: Y los EEUU no es uno de los países con el índice más alto ¿no? Es increíble. Eduard Punset: Y ¿por qué crees que la gente que habla en los medios suelen comentar cosas como los homicidios y el abuso de menores, y hablan tan poco de las causas y lo extendido que es el suicidio? Colin Pritchard: Es una buena pregunta. De alguna manera, muchas de las causas del suicidio, y hay muchas, nos hacen avergonzarnos, por ejemplo a los políticos no les gusta hablar del paro o de los suicidios. A Margaret Thatcher, cuando era primer ministro, no le gustó mi investigación, que demuestra que en la sociedad occidental,

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cuando en un país aumenta el paro, también lo hace el índice de suicidios.

Eduard Punset: Si analizamos las cifras obtenidas en tu investigación, hay un aumento sorprendente de suicidios de gente joven, sobre todo en España, y ya me explicarás por qué. En España la cifra es de ... es increíble. Parece ser que en los últimos 20 o 25 años el índice de suicidios de chicos jóvenes de 15 a 24 años se ha doblado... Colin Pritchard: Se ha cuadruplicado. Eduard Punset: Se ha cuadruplicado. Colin Pritchard: Cuando te pusiste en contacto conmigo, porque querías que habláramos del suicidio, me puse a analizar a España en particular. Habíamos analizado España al igual que todos los países occidentales, pero no me había fijado de forma especial en España. Y en efecto, en España en los últimos 25 años ha habido el aumento más grande en todo el mundo occidental. Esto es posible que sea debido, en parte, a que anteriormente bajo el régimen de Franco sospecho que el suicidio no era algo de lo que se podía hablar fácilmente. Hemos descubierto que en otros países donde también había un estado con un sólo partido político, el suicidio era algo de lo que no era fácil de informar. Eduard Punset: Pero Colin Pritchard, estamos hablando del año 75, y el final del régimen de Franco fue dos años más tarde, de manera que

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realmente el incremento es principalmente durante la época de la democracia. Colin Pritchard: Y también hubo un índice enorme de paro. Eduard Punset: Al principio. Colin Pritchard: ¿Puedo explicarte algo muy interesante? El suicidio va y viene como en oleadas, y cuando se tiene un cambio en el modelo de muertes en la población, hay que preguntarse qué sucede en la sociedad. Después de la última recesión a mediados de los años 90 en el mundo occidental, el índice de suicidios comenzó a descender con respecto a los picos existentes a principios de los 90. Pero si tomamos un índice anterior, como es el de los años 70, antes de que se produjera la primara oleada de paro, lo que vemos en todos los países europeos es que el suicidio de hombres jóvenes en particular – y en ocasiones también de chicas jóvenes – sigue siendo el 50 o 60% más alto de lo que era 20 años antes, y desgraciadamente el índice de suicidios en España es el que ha sufrido un aumento más grande en el mundo occidental. Eduard Punset: Colin Pritchard, ¿es correcto resumir las causas diciendo que lo primero son las enfermedades mentales? También se ha mencionado el aislamiento, la soledad y el sufrimiento del dolor. La tercera es el paro, el cambio social. ¿Cuál sería la cuarta causa, si es que existe? ¿Sería una causa biológica o psicológica? Colin Pritchard: Lo has resumido increíblemente bien, Eduardo, sobre todo teniendo en cuenta que no es tu especialidad, estoy muy 4

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sorprendido con el resumen. Las tres primeras están muy bien: las enfermedades psiquiátricas, que suman un 80%, luego los ancianos, y luego las sociales. También hay relación con las enfermedades físicas, como por ejemplo la infección de HIV. Cuando empezó la infección de HIV en el mundo el índice de suicidios era increíblemente alto – y esto tenía que ver con el hecho de que no hubiera un tratamiento adecuado y un control sobre el dolor. Otro desarrollo interesante, considerando el cambio que hemos experimentado – y no se si es lo mismo en España –, es que la libertad sexual nunca ha sido mayor que en la actualidad. Ahora los homosexuales y los heterosexuales tienen una igualdad que es muy bienvenida, y sin embargo en países como el Reino Unido, Australia y Canadá, y sobre todo en EEUU, donde la homosexualidad está aceptada, sobre todo en esta generación, sin embargo el índice de suicidios de homosexuales de jóvenes que se dan cuenta de su condición de homosexuales es todavía más alto de lo que debería ser. Es otro de esos factores. Parece ser que es debido a una presión social particular en un momento en que esas personas son más vulnerables. Si pensamos en nuestra literatura: Cervantes, Shakespeare, también hay personajes que se morían de un amor no correspondido, y en cierta forma todavía sucede lo mismo: a un joven lo rechaza su novia, se enfada, y su actitud es de macho: “estoy furioso, le voy a enseñar...” y actúa de forma impulsiva. Y si su intención era morir, no importa como... tenía un coche, un tejado, se ahorcó, si era un granjero tenía una pistola y de repente se disparó. Son momentos impulsivos, momentos de desesperación. Si hubiera vivido una semana más, se habría repuesto como todos lo hacemos. Eduard Punset: Vamos a hablar de algo muy parecido al suicidio, pero que no es exactamente lo mismo, que es cuando alguien intenta matarse a si mismo y no lo consigue, y ahí la tendencia de los hombres y las mujeres es completamente al revés: primero son las mujeres y luego los hombres. ¿Por qué es así? Colin Pritchard:

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Los jóvenes a veces se matan con un rifle. Muy pocas chicas se matan con un rifle. La forma en que el hombre intenta matarse es más violenta que las mujeres, ellas toman drogas... (Eduard: formas menos efectivas...), lo interesante es que las mujeres, cuando tienen problemas, están más dispuestas a comunicarse, intuyen más las emociones y buscan ayuda, y entonces se les puede diagnosticar depresión o ansiedad, se les proporciona un tratamiento y se les salva la vida. Pero los hombres se deprimen, tienen ansiedad... Eduard Punset: Pero las mujeres ¿intentan matarse tanto como los hombres? Colin Pritchard: Sí, en España estoy observando que.. y también en Europa... bueno, en el continente, ya que me gusta la idea de decir que todos somos europeos, si nos fijamos por ejemplo en Guipúzcoa, en España, cada hombre que se mata ... Eduard Punset: Quieres decir la provincia de Guipúzcoa, es decir elegimos una ciudad, o una región. Colin Pritchard: En Guipúzcoa, por cada 84 hombres que mueren por suicidio – el índice es de 84 por millón – hay 1160 que intentaron suicidarse. Para las mujeres el índice es sólo de 19 por millón, de las 1120 que intentaron suicidarse. El índice de intento de suicidio de las mujeres de esa provincia es 59 veces más alto que el propio índice de suicidio. Eduard Punset: ¿Hay algún motivo? ¿Por qué las chicas jóvenes intentan suicidarse sin conseguirlo? 6

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Colin Pritchard: Creo que es una cuestión de cómo lo definamos. Lo que ahora decimos en el Reino Unido no es “intento de suicidio”, ya que eso es predestinar. Vemos “el intento de suicidio” como una forma de escapismo, una forma de escapar que uno se auto inflinge, sobre todo con los jóvenes; ellos en realidad no quieren morirse, lo que quieren es escapar del trauma. Mientras que con los ancianos, en los dos países, de cada persona que se suicida sólo tres han hecho un intento de suicidio. De manera que el intento de suicidio en las personas de 50 años para arriba es un indicador serio, mientras que con los jóvenes demuestra algún transtorno psicológico, o problemas de emotividad. Cuando yo era joven y estaba ejerciendo, creía que existía el llamado “suicidio racional”, lógico de entender. Pero ahora a través de la experiencia me he encontrado ante muchas situaciones en que hubiera afirmado “esta es una persona que no debía haber muerto”. Por ejemplo, un hombre con cáncer terminal, con el hijo en la cárcel por fraude, su hija se acababa de morir en un accidente de coche, y su mujer estaba tan destrozada por todo que lo abandonó. Este hombre intentó suicidarse, era un hombre inteligente y sabía cómo hacerlo; pero por una casualidad increíble fue descubierto y se salvó. El hombre estaba furioso, indignado, recuerdo que se peleó con mi profesor y le dijo: “cómo te atreves a interferir en mi vida”. Mi profesor le dijo: toma estas pastillas, estos antidepresivos, y ve a ver a uno de mis jóvenes médicos – yo era uno de ellos en esa época. Le dijo que si prometía tomar las pastillas y acudía al médico – que era yo – le daría el alta del hospital en dos semanas. Seis meses después recibimos una carta suya que decía que el dolor era soportable, que le diéramos unas semanas más, y que la vida era dulce, que debía haber estado loco. Cuando se analiza un suicidio, que parece completamente racional, siempre existen algunas fomas en que se podría haber aliviado el dolor y el sufrimiento.

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