Los montes Apeninos fueron fundamentales para el desarrollo de los primeros pueblos que habitaron en la península itálica. Gran parte de ellos se ubicaron en la ladera occidental de los montes, ya que este lugar se caracteriza por la gran cantidad de llanuras que facilitan el poblamiento humano. Asimismo, la existencia de una cantidad importantes de volcanes ayudó con sus cenizas a que la tierra adquiriera una mayor fertilidad y con ello la actividad agrícola. Por otro lado, el río Tíber también marca un referente para entender cómo los romanos se relacionaron con su entorno natural. Dado que cruza los montes Apeninos, da origen a diversos valles que fueron utilizados por los romanos para la práctica de la agricultura; también, facilitó el intercambio comercial y el contacto con otros pueblos gracias a la navegación fluvial que se practicaba a través de sus aguas.
El clima se caracteriza por la influencia del factor latitudinal y cercano al mar, su ubicación subtropical le otorga el carácter de templado, teniendo una variedad climática inspirada en el mismo mar que lo rodea, el Mediterráneo. El clima Mediterráneo : se caracteriza por una estación seca y calurosa y un invierno frío y con presencia de precipitación, aunque esta es la etapa del año más breve, habiendo en ocasiones largos meses de sequía. A pesar de ello la presencia de este tipo de clima sumado a las naturales fuentes de agua dulce, enriquecidas por la existencia de cadenas montañosas, permitieron que Roma gozara de una amplia ventaja agropecuaria, pues lo cultivos crecen en estas condiciones casi sin dificultades e incluso de manera excepcional, destacándose los olivos y las vides,
pues la vegetación que mejor se da son árboles y arbustos de mediana altura
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