MIÉRCOLES, 10 DICIEMBRE 2008
LA VANGUARDIA 15
O PINIÓ N
Baltasar Porcel Pilar Rahola
Marcando paquete republicano
J
ordi Pujol sabía hacerlo con clase. Durante la semana imitaba a Cambó, y era un tipo pragmático, nada estridente y, sobre todo, poco retórico. Algunos fines de semana, en cambio, iba a Queralbs y se transformaba en un Macià encendido, capaz de alentar a los más aguerridos de su familia a emular a los almogávares. De Bismarck a Bolívar, el president Pujol sabía modular los tiempos del seny i la rauxa, y así fue trampeando durante dos décadas, entre una política de severo pragmatismo, y una retórica de altos vuelos épicos. Nadie podrá decir que Jordi Pujol no fuera un nacionalista convencido. Y, sin embargo, tampoco nadie podrá negar su decidido compromiso con España. Recuerdo que los analistas de la época valoraban especialmente esta capacidad de navegar en las traicioneras aguas de la ambigüedad, y así consiguió ser un auténtico oxímoron de la política: tan referente para tirios catalanes, como para troyanos hispanos. Sin embargo, si algo no hizo nunca fue disparar insensatamente hacia arriba, sabedor de que la saliva tirada contra el viento rebota siempre en la propia cara. Como Felipe González o Duran i Lleida, o el mismísimo Zapatero, también Pujol supo mitinear con la inteligencia de los zorros, donde tocaba, hasta donde tocaba y sólo contra quien tocaba. Por supuesto, en sus partidos ha habido bocas arrabaleras, tentadas de conseguir votos con la palabra gruesa, pero sus liderazgos respectivos nunca se basaron en esa irresponsable estrategia. De hecho, Zapatero basó parte de su carisma precisamente en militar en el estilo contrario. En ERC ocurre a la inversa: más que una anécdota extemporánea, la tentación arrabalera deviene un signo identificador de su personalidad. Cada cierto tiempo los líderes de ERC necesitan subir a la montaña, gritar “Desperta ferro!” y montar un grandilocuente, ruidoso e inútil cirio. Como si fueran una especie de revolucionarios de fin de semana, eternamente atrapados en el síndrome de Peter Pan, parecen de verdad algunos días, y otros se desmelenan y se convierten en protagonistas de la novela ru-
ral catalana. Generalmente ello ocurre cuando las previsiones electorales van a la baja y sus votantes muestran el cansancio de un poder ejercido con poca seriedad. Cuanto peor le va a la Esquerra oficial, más aparece la Esquerra antisistema, que es la otra alma que habita, con sorprendente normalidad, en la vieja alma republicana. Por supuesto, el grito de Joan Tardà es, en el peor de los casos, un simple ejemplo de imbecilidad. Uno puede estar en con-
gura Joan Culla, ni la historia avala el grito. Segundo, lanzar un graznido como este en un país donde existe el terrorismo y donde la familia borbónica en cuestión es objetivo natural de dicha lacra, es una falta muy seria de sensibilidad. Y tercero, nada de esto ayuda ni a los catalanes, ni a su imagen, ni, por supuesto, a sus legítimas aspiraciones. Solo es un balón de oxígeno para que los cafres del otro lado, que haberlos hailos y tienen micrófonos, disparen nuevamente su bilis contra Catalunya. Es decir, los catalanes tendremos que agradecerle al señor Tardà y a sus calenturas dialécticas unos cuantos centenares de insultos más. Y no porque Tardà sea culpable de las miserias anticatalanas de otros, sino porque les da una inestimable, inútil e inesperada munición. De hecho, algún miembro ilustre de la Brunete mediática debe estar tentado de enviarle, hoy mismo, un pata negra de Jabugo. Y todo, ¿por qué? En parte porque, como he dicho, Esquerra vive en un permanente síndrome de Peter Pan, con una alergia casi patológica a la seriedad política. Y lógicamente, esta doble vocación de gobierno y oposición permanente trae sus estropicios. Además, cuanto más gobierno es, más necesita chillar en la arena de los mítines, quizás para hacerse perdonar, una y otra vez, que se ha manchado con el poder. Como si el coche oficial no casara con la República independiente. Y finalmente, en esa Esquerra con vocación saturniana, que devora a sus líderes ASTROMUJOFF con persistente voracidad, todos tra de la institución monárquica –como los que aspiran a mantenerse en la primemuchos estamos–, e incluso recuperar de ra línea necesitan marcar paquete ante la las telarañas de la memoria algún que multitud, convencidos de que no es más otro exabrupto, pero chillar una soflama popular el más sensato, sino el más chulesincendiaria como es “mori el Borbó!”, en co. “Sacar pecho” ante los Borbones, adepleno acto de las juventudes, y luego in- más, es uno de los ejercicios espirituales tentar salvar el trasero apelando a la histo- preferidos. Por supuesto, Tardà es un ria, es un ejercicio de infantilismo irres- buen tipo y seguro que no quiere la muerponsable harto deplorable. Primero, signi- te de nadie, pero está dispuesto a consefica que los referentes republicanos del se- guir votos haciendo de pirómano, y esa ñor Tardà no son los propios del republi- bondad política resulta una auténtica malcanismo del siglo XX, sino los violentos dad. Es lo que dijo Chesterfield: “El estilo de la Revolución Francesa, lo cual dice po- es el ropaje de los pensamientos”.c co de sus lecturas y mucho de sus carencias. En el caso catalán, además, como asewww.pilarrahola.com
DEBATE. 60 años de derechos humanos / Sylvia Giménez-Salinas
H
El compromiso por un ideal
oy, 10 de diciembre del 2008, se conmemora el 60.º aniversario de la declaración de los Derechos Humanos; un manifiesto que aprobaron los miembros de la ONU tras la Segunda Guerra Mundial como un compromiso necesario por parte de gobiernos y civilizaciones para dejar atrás los conflictos y luchar juntos por la paz y los derechos de las personas. Ese 10 de diciembre de 1948 se consiguió un logro: marcar un objetivo y una dirección. Si reflexionamos sobre la situación de estos derechos fundamentales, vemos que pese al indudable avance de nuestras sociedades, o tal vez por eso, hoy los desprotegidos no son menos, sino más: inmigrantes, mujeres agredidas, menores, preS. GIMÉNEZ-SALINAS, decana del Colegio de Abogados de Barcelona
sos, discapacitados… Los medios de comunicación nos cuentan cada día noticias de violaciones de derechos humanos en medio mundo, pero también en nuestra ciudad, e incluso en nuestro barrio. Cuando estos problemas no eran un clamor social, el Colegio de Abogados de Barcelona y el resto de colegios del Estado pusimos en marcha servicios de orientación y asistencia jurídica, es decir, pusimos las bases para la garantía del derecho de defensa. El Estado, las comunidades autónomas, las diputaciones y los ayuntamientos han asumido después la carga económica de estos servicios para hacer posible una sociedad más justa. Para los abogados, el derecho a la defensa, al consejo, al asesoramiento es el primer derecho, la llave que abre cualquier otro. Sin el derecho a la defensa, todos los demás decaen y quiebran. Por todo ello, los abogados estamos
convencidos de que ese esfuerzo y compromiso por este ideal que proclama la declaración de los Derechos Humanos es indispensable para que los hombres y mujeres gocen plenamente de derechos, libertad y justicia. Para contribuir, tal y como la ONU pidió en su día, a que el texto de la declaración fuera “distribuido, expuesto, leído y comentado”, el Colegio de Abogados de Barcelona ha querido que la exposición itinerante Caravana de los Derechos Humanos, se ubique unos días –hasta el 15– en la plaza Universitat de Barcelona para dar a conocer la situación actual de los derechos humanos. Sólo concienciándonos todos los profesionales del ámbito jurídico, todas las entidades y gobiernos, todas las personas y en definitiva toda la sociedad lograremos reaccionar y seguir luchando en la consecución de ese ideal de todos y para todos.c
Entre aplausos o con el arnés
S
iento no sumarme al agradable coro de la llamada sociedad civil catalana, de nuevo protagonista de un ritual efímero y mustio por ineficaz, ahora relativo a la educación. Aunque se entienda que su finalidad no reside en aportar soluciones, sino en su estricto ceremonial. De entrada, quienes están al frente del manifiesto, desde Joan Rigol a Narcís Serra, se han hartado de ostentar cargos oficiales donde hubieran podido actuar en este y muchos asuntos, pero ahí pasaron de puntillas, y ufanos, ¿despiertan buscando protagonismo perdido? Así, Rigol ha repetido siempre su imagen de alfil del floripondio, nunca refrendada por una acción concreta y rotunda. Además, presidía la reunión la plana mayor de la Generalitat, otra vez los responsables directos del desaguisado elevados a homenajeados indirectos. Y esto en Esade, institución cuya tarea diaria reside en proyectar la excelencia que ahora es presentada como un correctivo excepcional. Con ello se suceden ante la problemática el loable sentido común y la habitual y mutua cortesía de los amics i coneguts indígenas en mansa apoteosis convencionalista. Sin duda ajena a la realidad
El mismo manifiesto de la asamblea ya revela esa feliz ambigüedad de la sociedad catalana conflictiva, a sus soluciones, como ha ocurrido con el aeropuerto y tal. El mismo manifiesto de la asamblea, ya revela esa feliz ambigüedad catalana, reza: “En Catalunya la situación del proceso educativo, pese a tener una buena base, no es satisfactoria”. El eterno sí y no, la prudencia como supervivencia. Sin contar con que aquí la murga pedagógica ha sido la más engallada y caudalosa de España. Y esto pasa al tiempo que ERC, con el intermitente concurso de otras fuerzas políticas, anuncia que si el Estatut y compañía no se producen a su gusto, convoca una manifestación gigantesca. O sea, que dicho partido como tal, y en el Govern, es incapaz de llevar adelante su función, por la que cobra, para en el momento de tirar del carro tener que seguir siendo la gente la que se ajuste el arnés. Y mientras dichos president y conseller de Educació eran aplaudidos en Esade, tenían la universidad revolucionada por la reforma de Bolonia, que en la Unión Europea parece sensata y que en Catalunya es tenida por maléfica, pues no responde al feudalismo abstencionista del sistema nacional o regional. Pero acaso valga más instruirse que continuar lloriqueando, ya que hablamos de cultura. Y, entonces, que todos los rimbombantes implicados en la mentada hipótesis ilustrada aprendan de memoria el veraz retrato que ya dedicó a la venerable obviedad educacional un jocoso vate, Baltasar del Alcázar, y que repiquetea: “Admiróse un portugués / de que todos los niños en Francia, / desde su más tierna infancia / supieran hablar francés. / Arte diabólica es, / se dijo atusando el mostacho, / que un hidalgo en Portugal / llega a viejo y lo fabla mal, / y aquí lo habla un muchacho”.c