MIÉRCOLES, 21 ENERO 2009
LA VANGUARDIA 21
O PINIÓ N
Baltasar Porcel Pilar Rahola
T
rágica, triste, durísima guerra. Incluso para aquellos que habíamos avisado del enorme cansancio de la sociedad israelí, de su soledad en la lucha contra Hamas, y de la posibilidad de que ello derivara en una acción armada; incluso así, la guerra nos ha dejado conmocionados. Sin duda, la falta de sorpresa no nos vacuna del dolor por la tragedia. Pero tampoco nos convierte en autómatas que repetimos la vacuidad al uso, para reducir la complejidad del conflicto, a una simple consigna. Esta guerra contiene tantas guerras en su interior, que limitarse a maldecir a Israel sólo sirve para liberar el estómago. Pero no ayuda para nada al análisis. Espero reflexionar sobre todo ello en algún otro artículo en la sección de Internacional. Hoy, sin embargo, me parece pertinente reflexionar sobre esta extraña y tensa semana que hemos vivido en nuestra propia sociedad, no sé si a tenor de Gaza, o con la excusa de Gaza. Como han sido muchos los que han escrito al respecto –y agradezco desde aquí su apoyo y su compromiso con el debate democrático–, no abundaré en las dificultades de algunos de nosotros para opinar contra corriente. Sólo recordaré lo que escribió Francesc-Marc Álvaro en “Los pantanos de la opinión”: “Cuando alguien, en Catalunya, se aparta de la opinión dominante sobre Oriente Medio es porque ‘está a sueldo de Israel’. No falla. No se concede que se pueda pensar distinto por criterios puramente intelectuales y morales, el adversario es demonizado como un mercenario de la opinión”. Y añade: “Todo no vale. No vale expulsar del debate al que piensa distinto...”. Sinceramente, gracias. Más allá de este desagradable asunto, esta semana han ocurrido otros hechos que necesitan una seria y urgente reflexión, no en vano apelan directamente a la salud democrática de nuestra sociedad. Los hechos han ido goteando uno a uno, casi sin pausa, pero sólo han adquirido un carácter preocupante cuando han sido observados en su conjunto. Recordémoslos
La resaca en titulares: manifestación contra Israel con la presencia del conseller de Interior, responsable de la seguridad; en dicha manifestación, presencia de un encapuchado con pistola –que ningún policía ha tenido en sus manos–, gritos a favor de Hamas, criminalización de Israel, panfletos con el careto de seis ciudadanos de Catalunya, etcétera; insultos y amenazas posteriores contra algunos de ellos; rueda de prensa de Saura, asegurando que sólo va a las manifestaciones “antiterroristas”, y que la pistola es una performance; pintadas y pedradas contra una sinagoga en Barcelona; manifestación en Girona con la presencia del segundo cargo de Interior, el señor Boada; nuevamente, asimila-
ción de Israel al terrorismo, y al nazismo; grave desencuentro con la comunidad judía, a tenor de la actitud del Memorial de Saura de no hacer actos en la calle, en recuerdo del holocausto; artículos en el Corriere della Sera hablando de la “vergüenza” de este hecho; rueda de prensa de ICV asegurando que sufren una campaña de linchamiento mediático, y finalmente, carta del embajador de Israel al presidente Montilla preguntándose qué está ocurriendo en Catalunya. No es poco, para una sola semana, y sobre todo no es nada inofensivo, para tan delicada materia. Después de estos hechos, ¿realmente no pasa nada en Catalunya? O diría mejor: ¿qué está pasando? Sinceramente, creo que lo que está pa-
sando es de orden político y que el epicentro del problema reside en el comportamiento del propio Joan Saura, líder de uno de los tres partidos del tripartito, responsable del orden público en Catalunya y, hoy por hoy, el elemento más desestabilizador del Gobierno. Ríanse ustedes de las épocas graciosas de Carod. Por mucho que Iniciativa perpetre ruedas de prensa lastimosas por la crítica que reciben –¿se imaginan a Felipe González o a Aznar, en sus épocas duras, quejándose de “persecución política”–, no podrán evitar la creciente sensación de que no están a la altura de su responsabilidad política. Y no sólo por la insensatez de encabezar una manifestación donde mucho de lo ocurrido era previsible –hasta Moratinos le ha afeado el gesto a Saura...–, sino por todo lo que ha venido después. Un gobernante puede pensar lo que quiera sobre un conflicto, pero tiene que tener sentido institucional, no insultar a un Estado aliado, no molestar gravemente a una comunidad entera (y menos con algo tan comprometido como el holocausto), y sobre todo preocuparse de que el debate público no alimente la confrontación. Lo resumo con la frase que me dijo el diputado Joan Ferran, en una misiva de apoyo: “Podemos discreASTROMUJOFF par, pero no dejaremos que nos rompan las reglas del juego”. De eso se trata, de consolidar las reglas de juego, para poder continuar confrontándonos. Pero para ello, necesitamos líderes que se preocupen más de gobernar un país que de garantizar, vía pancarta, los cuatro votos que tienen. Y, sobre todo, necesitamos líderes que no connoten a todo un gobierno con gestos inmaduros e irresponsables. Ya sé que Montilla necesita a Saura, y que esa necesidad es una pesada carga. Pero el president, que habla poco pero asegura que hace mucho, algo tendrá que hacer realmente. Catalunya está en el punto de mira. Y no parece que lo esté para bien.c www.pilarrahola.com
Josep-Maria Puigjaner
Probablemente, Dios sí existe
H
ay que ponderar en los promotores de la campaña “Probablemente, Dios no existe”, una cierta prudencia. En ese “probablemente” aparece una notable sinceridad y un asomo de duda, ambas indispensables cuando uno se las ve con la trascendencia que nos desborda. Con todo, si probablemente Dios no existe y hay que descartar las ayudas de la fe a la convivencia, habrá que rearmarse de humanidad, de bondad inteligente, para que el mundo no acabe en la autodestrucción. Los teólogos y los jerarcas de las religiones monoteístas replicarán a ese provocativo reto con argumentos teológicos y referencias a los libros sagrados y a los grandes creyentes de la historia. A mí me basta con decir que ese Ser Supremo, situaJ.M. PUIGJANER, teólogo y periodista
do, según la tradición cristiana, en un más allá inquietante, inimaginable e inaccesible, se ha dado a entender a través de un personaje histórico, Jesús de Nazaret, que dice algunas cosas, las necesarias, sobre Dios. Uno de los mayores méritos, entre bastantes deméritos históricos, de la Iglesia católica, es haber transmitido el mensaje de los Evangelios. En ellos está la regla básica –el amor con carácter universal– sin el cual no hay posible regeneración de la vida del espíritu humano. Probablemente, los ateos oficiales que han conseguido el anhelado reclamo publicitario basan su ateísmo en la imagen de Dios que presentan hoy ciertas jerarquías de las tres religiones monoteístas. El Dios de esas jerarquías es un Dios que, por así decirlo, se ha vuelto inútil. En cuanto al catolicismo, la transmisión del mensaje cristiano usa un lenguaje ya obso-
leto. Es poco inteligible para una mente actual, que se mueve en un campo científico-técnico en perpetua progresión, o en un campo humanístico en continua acción creativa. La jerarquías eclesiásticas no han sido capaces de concebir el cristianismo como eje de progreso y de orientación ante las mutaciones del mundo y de la sociedad, y lo han encerrado en un sistema de creencias inmovilista y desangelado. No han advertido todavía que hemos llegado a un punto de la evolución en que la única salida airosa hacia delante es un proyecto de solidaridad total –compartido por todas las religiones– sobre la suerte de la humanidad. Ese proyecto tiene posibilidades inmensas en un mundo que se va globalizando, que busca y que necesita encontrar puntos de convergencia que despierten la fe en el hombre que, en última instancia, resulta ser la fe en Dios.c
Europa, unión y dispersión
L
a República Checa empieza a presidir la UE y ha ocasionado algún resquemor entre los asociados. Acaso por imprudente, a la par que Europa es de un formalismo exangüe, ahora mismo está la ministra francesa Dati levantando protestas por incumplir su baja de maternidad a cambio de trabajar. Y en Madrid y Barcelona, al menor o mayor traspié se piden dimisiones gubernamentales. Lo que podría estar bien, pero nadie se va, rabian sólo de pensarlo. Se trata de rituales baldíos. Se prefiere el sillón a la eficacia. Me pregunto, luego, si no se entenderá que los checos también insuflan humor al protocolo. Siempre hemos visto sombríos o lejanos los pueblos del Este, cuando por ejemplo su literatura rebosa jocosidad. Así el escritor emblemático de Praga, Kafka, es tenido por el más trágico y abstracto de Europa, cuando muchos de sus relatos fueron pergeñados con intención satírica y para sonreír, con sus castillo, juicio, escarabajo, como alegoría de la condición humana. Igual pasa con Dostoyevsky, aquí visto como tenebroso autor de Crimen y castigo y tal, pero su surrealismo resulta de cáustico ingenio. Como cuando
Kafka es tenido por el más trágico de Europa aunque muchos de sus relatos eran satíricos aquel cocodrilo se come a un funcionario y se lucubra que estos animales pueden propiciar el desarrollo ruso. Bien, pues los checos han llevado a Bruselas un amplio mosaico o collage –lo han colgado de la pared– que representa a una UE espectral. Con Alemania emblematizada en su red de autopistas, que dibujan la esvástica nazi. A la par, Francia aparece cuajada de elementos, pero bajo la palabra huelga. Holanda es vista como inundada, de la que sobresalen minaretes de mezquitas. Y España es cubierta por una absoluta construcción ladrillera. Humor ácido, sin duda, aunque la República Checa no siempre se haya mostrado muy europeísta. Pero también acertado. Y es que con la Unión Europea ocurre algo curioso: la hemos convertido en paradigma ideal, y desde luego resulta mucho mejor que nuestros envarados estados nacionales. Con la confederación activamos la economía, la libertad ciudadana, y parece que hemos capeado el viejo monstruo continental de la guerra. Pero, a la vez, cada país nos sentimos como protagonista y encarnación de dicho ideal colectivo, cuando no es verdad. Al menos hoy por gracia divina, y si llegamos a ello será trabajando mucho. De ahí que el cuadro artesano o artístico de los checos a la vez guste poco y se revele agudo. Últimamente, varios episodios revelan la escasa predisposición nacionalista a la causa. Así, falta cohesión y peso en política exterior, entonces Rusia con el gas nos tiene acogotados. Y en Oriente Medio sólo somos comparsas. Ni vamos al unísono ante Latinoamérica encrespada, y si vamos manejando la crisis económica, también China está ganando terreno en cuanto a desarrollo a la propia Alemania, nuestra guía.c