LA VANGUARDIA 17
OP I NI ÓN
MIÉRCOLES, 1 OCTUBRE 2008
Baltasar Porcel Pilar Rahola
Carta indirecta a Jordi Pujol
E
l título es sugerente y muy actual: “¿Políticos sin ideas, intelectuales sin poder?”, reza la convocatoria que, bajo los buenos auspicios de Miquel Roca, reúne a Felipe González y a Jordi Pujol en una misma mesa. Vistos así, con ese aire de sabios que bajan del Olimpo para aleccionar a los pobres mortales, parecen los tres magníficos. Alejados de la política activa, pero con el bagaje que acumulan sus décadas de líderes indiscutibles, tanto Felipe González como Jordi Pujol son buenos de oír, no en vano tienen las cabezas bien amuebladas, una capacidad de observación aguda y una lengua sagaz. Personalmente siempre me ha interesado más el Pujol de los grandes análisis, que el líder de los pequeños tactismos, y la jubilación, en términos intelectuales, le sienta bien. Felipe se prodiga menos y, a veces, calladito estaría mejor, pero continúa siendo un tipo muy importante. Sin embargo, y más allá del color de la mesa organizada y del interés de sus protagonistas, lo escuchado en ella me suena a hueco, a banal y, lamento decirlo, me suena a hipócrita. Por supuesto, hago esta reflexión desde el tamtam de la crónica periodística, atrapada en los titulares y sin los matices pertinentes. Pero Alfred Rexach firma la crónica de este periódico, y su firma es garantía solvente de no haber olvidado ningún detalle fundamental. Y esa crónica pone el acento en dos aspectos críticos: la falta de liderazgo de los políticos actuales, y la falta de valores “y emociones” de la sociedad actual. Por un lado Felipe alerta de la falta de liderazgo que convierte a los líderes locales en muñecos rotos de los grandes problemas globales que los afectan y los sobrepasan. Por el otro, Roca se apunta al mazazo fácil a la sociedad mediática, y finalmente Pujol, en su versión más trascendente, carga contra el relativismo moral, habla de carencia de valores y reclama ideas “sólidas, claras y sencillas” para recuperar la confianza del personal. Leída la crónica en estos términos, una no tiene duda que, después de ellos, llegó el diluvio. Ciertamente, no hay nada más bueno para la
autoestima que una jubilación dorada. Sin embargo, y estando de acuerdo con las bases del diagnóstico, me parece pertinente hacer una reflexión crítica, no tanto respecto al qué, sino al quién ha dicho lo dicho. Sinceramente, creo que resulta algo impudoroso que los líderes que gobernaron este país durante décadas se suban al atrio, cual vírgenes impolutas, y riñan
época, y los escándalos de corrupción de la era González significaron el punto de inflexión más alto del descrédito de la política. Si hablamos de crisis de valores sociales, ¿nada de lo que ellos hicieron, durante años y años de poder casi absoluto, incidió en esa erosión de los valores? Los dos mantuvieron un control férreo en sus partidos políticos, convertidos en meros apéndices del poder político que regentaban. Los dos tuvieron la tentación de someter la prensa a sus dictados, bonitas listas negras incluidas. Y, además, los dos intentaron grandes movidas periodístico-económicas. By the way, los dos incumplieron promesas electorales, sin perder los anillos. Los dos ningunearon a sus respectivos parlamentos cuando lo consideraron necesario. Los dos interpretaron el liderazgo como una especie de homenaje personal al despotismo ilustrado. Y en ambos dos hubo, bajo las faldas, notables escándalos de corrupción política, sin que ninguno se despeinara. Finalmente, y no es menor, los dos sucumbieron a la tentación de mantenerse en el poder durante décadas. Por supuesto, sus mandatos también presentan grandezas notables, y aún vivimos de algunas de ellas. Pero tanto Felipe González como Jordi Pujol fueron los líderes absolutos durante muchísimos años, y no pueden sustraerse a la responsabilidad que tienen en la degradación de los valores de la sociedad ASTROMUJOFF actual. ¿O es que pretenden deciralegremente al personal. Primero, porque nos que una sociedad se desvaloriza de un las miserias de sus herederos nacen del le- día para otro? Si, además, constatamos gado que ellos les han dejado, y de las ca- que todos los líderes actuales llevan mil rencias que representaron. Además, en ca- años en la política, y que la mayoría ya los sos como el de Convergència, cuyo líder, acompañaban por el camino, no sólo lo Artur Mas, fue decidido a dedo por el pro- que ocurre viene de lejos. Lo que ocurre, pio Pujol, es curioso plantear la “falta de además, es culpa de los mismos. Es eviliderazgo de los políticos actuales”. Tanto dente que el ámbito político no es responFelipe como Pujol fueron presidentes con sable del relativismo ético actual, pero una gran personalidad, pero también fue- tampoco es ajeno a él. Por ello, más que ron los artífices de décadas de poder mag- discursos morales de jubilados áuricos, mático, que intentó controlar todos los una agradecería un poco de incómoda ausectores sociales, desde la prensa hasta tocrítica. Felipe y Pujol no nos dejaron el los parlamentos, pasando por la economía diluvio tras su paso. Pero nos dejaron el y la justicia. El avui no toca de Jordi Pujol, desconcierto.c se convirtió en uno de los latiguillos más antipáticos del control periodístico de su www.pilarrahola.com
DEBATE. Retos energéticos / Manuel Ludevid
A
Un vecino desconocido
porta de forma continua más de la mitad de la electricidad consumida en Catalunya y no contribuye al cambio climático. Pronto vamos a importarla masivamente de Francia a través de la línea de muy alta tensión (MAT). Y, a pesar de ello, sabemos muy poco de la energía nuclear. Más allá de reconocer sus ventajas, deberíamos abordar los principales interrogantes que hoy cuestionan su futuro. El primer interrogante es su competitividad económica respecto a las centrales eléctricas de carbón y de gas natural de ciclo combinado. Un estudio del Massachusetts Institute of Technology (MIT) concluía en el 2003 que “la electricidad nuclear tiene costes en todo el ciclo de vida más elevados que la obtenida con gas M. LUDEVID, economista
natural en centrales de ciclo combinado o con carbón”. Destacaba que las nucleares requieren más y muy elevada inversión inicial, aspecto relevante en épocas de restricciones financieras. Convendría saber si las centrales nucleares de nueva generación mejoran esta competencia en costes. El segundo interrogante es la seguridad. Se han producido avances significativos en este terreno, pero su aplicación en España puede ser mejorada en mantenimiento, formación del personal, adecuación de plantillas y coordinación institucional. Sería oportuno comparar los accidentes en todo el ciclo de vida de las centrales nucleares respecto al resto de fuentes energéticas. En cualquier caso, no hay que olvidar que los ciudadanos han visto las fotos de los niños enfermos de Chernobil, pero no han podido ver foto alguna sobre los efectos supuestamente devastado-
res de un posible cambio climático. Y estas representaciones mentales son decisivas en la configuración del miedo social. En tercer lugar, está el problema de los residuos. Sería muy interesante dar a conocer las más recientes investigaciones del Ciemat sobre la transformación de los residuos radiactivos más activos en otros de menor intensidad (transmutación) y sobre el almacenamiento en condiciones más seguras. Finalmente, habría que explicar todas las medidas tomadas por el sector para evitar la proliferación nuclear, o sea, su uso indebido por parte de terroristas o mafias de distinto signo. El necesario debate sobre la continuidad y la eventual ampliación de la energía nuclear en España requiere abordar con transparencia todos estos aspectos. Es demasiado importante como para que continúe siendo un vecino desconocido.c
Mucho Mucha y más localismo
P
aul Newman ha sido despedido en Estados Unidos con unánimes elogios. Los merecía, su noble porte y su calidad artística, incluso moral, fueron ejemplares. Insisto en que hay en aquel país una valerosa pugna por la autenticidad y el realismo, más allá de sus discordancias. El a veces repelente Bush fue, en su discurso casi de despedida en la ONU, de una veracidad y voluntad de viraje que la gobernación española ni imagina. Y el Congreso le marcó con igual severidad. Aquí ha habido otra señalada muerte fílmica, la del productor, guionista, etcétera, Pedro Masó. Al que se ha colmado de plácemes empresariales y artísticos, cuando meritorio profesional sólo lo fue del peor cine, y si dio trabajo a muchos adocenó a los más. Y no se vean mis palabras como una diatriba elitista, pues Masó se impuso igual con grosera prepotencia. Hacia 1970 efectué una entrevista a la actriz Teresa Gimpera, en el auge de su inteligencia y belleza. Y entre otras ácidas y juiciosas cosas sobre el cine y España, me dijo: “La mayoría de películas que he hecho son malas, y ha sido con Pedro Masó, que realiza un cine horroroso, con guiones terribles que escribe él mismo, para el
Alphonse Mucha admira por la alta sensibilidad y maestría con que encarnó el ‘art nouveau’ peor público”. Bueno, pues el hombre saltó, la atacó, exigió pleitesía y la persiguió profesionalmente. Pero ahora Masó es un genio, y Zapatero en la ONU aseguró que tenemos la mejor situación crediticia del mundo. El engreído localismo no sólo nos inmoviliza, sino que nos margina en la globalización, ahí queda nuestro déficit exportador. Así, contemplar en CaixaForum la muestra de Alphonse Mucha admira por la alta sensibilidad y maestría con que encarnó el art nouveau, a la vez que nos avergüenza haber otorgado la gloria nacional y original al modernismo catalán, cuando desde A. de Riquer se abrevó a mansalva en Mucha. Y recordemos la reciente exposición en Caixa de Girona sobre el cartelismo de Ramon Casas, que reveló también las “mucha” copiadas de este. Aunque uno y otro fueran buenos. Mucha, además, anduvo tras la teosofía, la masonería, la identidad eslava, la lucha social. Y con su refinado quehacer y su poética alentó la valoración artesana, la obra personal, frente a los estragos de la industrialización incipiente. Luego, contribuyó a la nueva conjugación de arte, arquitectura y decoración. En Catalunya fue Gaudí su mayor artífice. De ahí que su abrupto genio se imponga, mientras el localismo nos emboba. Como pasa con el cine español, sólo a ratos ambicioso y así competitivo. Y es que si el magnificado círculo de amics i coneguts deleita en Barcelona y Madrid, en el mundo nos deja colgados. Eugene O'Neill ya describió el fenómeno: “Grandes ranas en pequeños charcos”. Es lo que Espriu satirizaba en Som els millors! Pero Gaudí, Dalí inicial, Miró, lo fueron. Y de España, Picasso, Gris y cía.c