Los miedos de comunicación (I y II) Víctor J. Sanz Impresiones mías
Que época tan terrible esta en que unos idiotas conducen a unos ciegos (William Shakespeare) Seguramente más de uno tenga que leer el título de nuevo. Dice así “los miedos de comunicación” y no “los medios de comunicación”. Quienes estén acostumbrados a leer entre líneas, indistintamente de cómo esté escrita la frase, leerán siempre “los miedos de comunicación”. Hoy en día, resulta poco menos que imposible alcanzar a conocer la verdad a través de los “miedos de comunicación”, ya no una “verdad” entera y verdadera, eso sería impensable además de peligroso para la salud, sino ni tan siquiera podemos aspirar a conocer una pequeña parte de ella. La verdad permanece (y permanecerá) oculta por los siglos de los siglos. Los “miedos de comunicación” se ocuparán de ello. Ya lo están haciendo, ya lo vienen haciendo, siempre ha sido así. La misión única de los “miedos de comunicación” es ensuciar, esconder, enterrar, dispersar, difuminar, mancillar, atropellar, deshonrar, ocultar, profanar, violar, vilipendiar, atropellar, contaminar, desacreditar, ultrajar, distorsionar, tergiversar, hollar, degradar, corromper, quebrantar, envilecer, descomponer, pudrir, pervertir, degenerar, deteriorar, desbaratar, arruinar, desfigurar, mutilar (y otros cincuenta y tantos sinónimos más) la VERDAD. La verdad les asusta, la verdad les preocupa, la verdad les descubre. A través de los “miedos de comunicación”, los que manejan los hilos de la marioneta nos colocan ante los ojos las “realidades” que “debemos” conocer, las “realidades” que beneficia a sus intereses que conozcamos.
Siempre hay un huequito en los “informativos” para “informarnos” de los gramos de peso que ha perdido la supermodelo de moda, y para presentarnos la última paranoia de un artista conceptual que nos vende una exposición cuyo tema principal es el “espacio”; naturalmente la exposición es una sucesión de espacios vacíos. Y, por supuesto, siempre hay un hueco para informarnos de la marcha de las bolsas de valores de las principales ciudades del mundo, tal y como ordena AlQaeda de Wall Street. Digo yo, ¿a qué porcentaje de la población le puede interesar directamente las noticias relacionadas con las bolsas de valores?, pues más o menos al mismo porcentaje que le interesa la noticia del peso de la supermodelo o el tic paranoide del artista conceptual. No será más bien que este espacio económico de los informativos es un canal, un vial, para introducirnos en vena el miedo con que necesitan que vivamos. Cada vez que oigo que tal empresa ha perdido no se cuántos enteros, me parece escuchar inmediatamente después: “y alguien tiene que pagarlo” y me miran a mí, a nosotros. Cada vez que oigo que en tal país la bolsa ha perdido no se cuántos puntos, me parece escuchar a continuación: “y después va tu país”, y aún más “y alguien tendrá que pagarlo”, y me miran a mí, a nosotros. Los “miedos de comunicación” han querido equiparar a la mentira con la verdad. Cuando se dice “verdad”, se dice que es única, y se dice que nadie la puede conocer en su totalidad ni a ella ni su origen. Hoy, los “miedos de comunicación” pretenden equiparar una cosa con la otra, buscando la unicidad de la mentira, cada “miedo de comunicación” (cada tv, cada radio, cada periódico), escupe invariablemente la misma mentira, pretendiendo hacerle ver al ciudadano que la
ubicuidad de una mentira la convierte en realidad. Asimismo, los “miedos de comunicación” se ocupan, y mucho, de que no pueda conocerse toda la “mentira”, y mucho menos su origen, esto es lo más importante, su origen, o lo que es lo mismo, el otro extremo del hilo de la marioneta “mass media”. Si los “miedos de comunicación” ocultan pequeños detalles de cada mentira que disparan contra nosotros, el ciudadano se entretendrá en hacer gala de su sagacidad fijándose en ellos, o en su falta; pero será una investigación fútil, cuando no completamente inútil desde el punto de vista práctico, ya que esto le consumirá el poco tiempo que una noticia suele tener de protagonismo y no será capaz de darse cuenta, nunca, de si le están engañando o no. Ellos, los “miedos de comunicación”, están en posesión de la “mentira” y la disparan contra nosotros como si fueran misiles tierra-inteligencia. Que cada cuál despierte cuanto antes y avive su inteligencia, no nos dejemos engañar. Yo lo intento cada día y, por ejemplo, cada vez que la noticia dice “…el magnate del petróleo llegará a nuestro país…” entiendo “el mangante del petróleo llegará a nuestro país…” y, claro, me llevo la mano a la cartera inmediatamente. Quien esté acostumbrado a leer entrelíneas sabe a qué me refiero. Puede que solo sea una impresión mía, pero creo que los “miedos de comunicación” deberían llevar un aviso del Ministerio de Sanidad que previniera acerca de lo perjudicial de su contenido. Como primera idea sugiero que los aparatos de televisión traigan de fábrica una pegatina llamativa de aviso: “No encienda la tele, tengo una mentira y no dudaré en usarla”. O quizás: “Todo lo que vea y escuche a través de este aparato será utilizado en su contra”. Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. (Joseph Goebbels)
TRILEROS El trile de tres cubiletes y una bolita es un juego-estafa realizado, a la vista de todo el mundo, normalmente en la calle, lo que facilita la huída de la policía llegado el caso. El jugador-víctima es retado a adivinar donde se encuentra la bolita, una vez que el trilero maneja los cubiletes cambiándolos de posición repetidas veces a velocidades endiabladas. El trilero vive de su habilidad para engañar a su incauto cliente que, inexplicablemente, va una y otra vez a morder un anzuelo cada vez más sangrante para su bolsillo. Si no tiene a ninguna víctima potencial a tiro, el trilero cuenta en ocasiones con la ayuda impagable del denominado gancho, palo o palero, que representa el papel de jugador que gana fácilmente, y que anima a otros a jugar atraídos por la asombrosa, pero solo aparente, facilidad para ganar. Si se da el caso de que la policía, la pasma, la bofia, los polizontes, los maderos, los pitufos, los picoletos, los botones, un cana, o un federico… se aproxime inoportunamente, el vigilante “da el cante” y el trilero levanta el tenderete en menos que engaña a un incauto. Generalmente se clasifican dos tipos de trileros, los que trabajan en la calle, a la vista de todo el mundo y los que trabajan escondidos tras los grandes grupos de comunicación, también conocidos como “mass media” o simplemente como “miedos de comunicación”.
Ya hemos hablado del primer grupo. Hablemos ahora del segundo grupo. En el segundo grupo de trileros, el uniforme suele incluir la corbata, siendo esta la única diferencia visible que no escapa a nadie. Pero existen otros grandes detalles que diferencian a un trilero del primer grupo de uno de uno del segundo grupo, y que solo un ojo entrenado puede distinguir. Los trileros del segundo grupo suelen utilizar a los “miedos de comunicación” para confundir, para engañar a su cliente-víctima. El proceso es insultantemente sencillo, veamos cómo se produce: Se toma un suceso artificial, es decir, provocado por la mano del hombre; se analiza, se desbasta de asperezas que lleven al clientevíctima a pensar nada malo acerca del trilero; se le añaden detalles creíbles que involucren en la parte que generó el problema a los rivales políticos, económicos o ideológicos del trilero; y por último se le añaden detalles creíbles (pero también falsos) que involucren al trilero en la parte de la solución. Por último se difunde la misma noticia por los distintos “miedos de comunicación”, que a ojos del clientevíctima no son sino representaciones de idearios contrarios entre sí, de tal modo, que el cliente-víctima tiende a pensar inconscientemente “si el periódico rojo y el periódico azul dicen lo mismo…, tiene que ser verdad”… et voilà! ¿Dónde está la bolita?, ¿Dónde está la verdad?, el trilero ha ganado una vez más. Observación número uno : Según estudios recientes el espectro de colores de la información no se reduce al rojo y al azul. Hay muchos otros colores más saludables donde informarse. Observación número dos : La opinión mayoritaria no tiene porqué ser la más acertada. Observación número tres : La información más repetida no tiene porqué ser la más verdadera. Observación número cuatro : La opinión no es información.
Algunos ejemplos:
CUBA En este asunto, el trilero toma cada noticia sobre Cuba y le aplica el tratamiento descrito anteriormente. El producto final y oficial es que: —Cuba está bloqueada económicamente por sus propios dirigentes, y no por los Estados Unidos de forma unilateral y vergonzante para el resto del mundo. —Los dirigentes cubanos solo procuran el malestar, el sufrimiento y la penuria de su población. Ocupando en este fin la mayor parte de su presupuesto, quedando los gastos sociales relegados a un segundo plano. La realidad, la bolita de realidad que el trilero pretende esconder es que en Estados Unidos existe un sistema sanitario completamente antisocial y excluyente que generalmente no contempla la asistencia no retribuida. O lo que viene a ser lo mismo, un sistema que convierte la mezcla pobreza-enfermedad en algo explosivo y, seguramente, mortal. La bolita de esta gran verdad desaparece bajo los cubiletes del trilero con inusitada habilidad.
—Los dirigentes cubanos se afanan en coartar la libertad de expresión a sus ciudadanos evitando que accedan libremente a Internet. La realidad, la bolita que el trilero se empeña en ocultar bajo sus cubiletes, es que quien provee el servicio de acceso a Internet es Estados Unidos, y lo hace de forma miserable y con unas capacidades y anchos de banda verdaderamente ridículos, mucho más que infinitamente mejorables.
VENEZUELA Y HONDURAS Mientras que la victoria en unas elecciones democráticas es para el trilero un golpe de estado en Venezuela. Un golpe de estado en Honduras perpetrado por la derecha internacional, derrocando a un presidente electo, es cumplir la voluntad del pueblo. La guinda del pastel, la otra bolita que el trilero esconde es el título del nuevo gobernante, que pasa de dictador interpuesto a presidente de facto. Este es uno de los campos donde más éxito está consiguiendo el trilero. No ocurre lo mismo en la denominación del presidente electo de Venezuela, al que siguen empeñados (inútil y puerilmente), en denominar dictador. No hará mucho, hablando con una persona muy inteligente me decía: —Víctor, no sé cómo puedes defender a Chávez, con todo lo que está haciendo a su pueblo… —Y, ¿qué les está haciendo de malo?, si puede saberse —Eh!, mmm…, mmm…, mmm…, la verdad…, no lo sé. El trilero le tenía bien cogido a este cliente-víctima, espero que su propia contestación le haya abierto un poco los ojos. Y la próxima vez, antes de acercarse a la mesa del trilero se lo piense dos veces.
HAITÍ Bolita: “La ayuda humanitaria a Haití está encabezada por Estados Unidos”. El trilero intenta aquí eliminar de todas las estadísticas de ayuda a países considerados enemigos, como son Cuba o Venezuela, que prestaron su ayuda en mayor medida y con mayor prontitud que la mayoría de los países. La única clasificación real que encabeza Estados Unidos es la de soldados y medios militares desplazados a la zona. La tozudez de esta gente es verdaderamente impresionante, si no consiguen arreglar una cosa por la fuerza y la sangre (de los demás), lo intentan manipulando datos, gráficas y estadísticas.
IRAQ Los intentos del trilero en los asuntos referentes a este país le dejan en no pocas ocasiones en el pantanoso terreno del ridículo más evidente. La insurgencia, según parece, es uno de los principales problemas que se dan hoy en día en el país. El trilero oculta el hecho, simple y evidente, de que la mal
llamada insurgencia 1, existe contra ellos, porque ellos están allí, invadiendo un país donde nadie les ha llamado. La presencia de “la comunidad internacional” garantiza, según el trilero, la convivencia tranquila en la zona. No en vano, el trilero denomina esta invasión como “Operación Libertad Iraquí”. No se puede faltar más a la verdad y a la inteligencia del cliente-víctima. En este caso el trilero no ha conseguido esconder la bolita suficientemente rápido. En este sentido la última bolita que pretende esconder es el hecho oficial de que el país iraquí quedan 50.000 soldados, por si acaso, pero nada más y nada menos que 50.000 soldados. Otra bolita que pretende esconder el trilero es la del número de víctimas inocentes causadas por la invasión del país por tropas estadounidenses. El trilero estadounidense lanza al mismo tiempo cifras muy inferiores de muertes en otros países, incluso inferiores a las muertes en su propio territorio, para despistar, engañar y distraer al cliente-víctima.
AFGANISTÁN Para este tema me remito a mi artículo “Sociedad Talibán”, donde este asunto queda tratado con voz alta y clara.
ISRAEL En este asunto los esfuerzos y la habilidad del trilero han de multiplicarse, ya que la bolita es de un tamaño muy superior al normal. La bolita es tan grande que apenas si cabe en el cubilete. El trilero mueve ágilemente los cubiletes por encima de la bola, pero su gran tamaño le deja en evidencia cada vez que lo intenta, y ya no consigue engañar a nadie. El trilero ha vuelto ha fracasar.
ECONOMÍA Con la economía ocurre algo muy parecido. En este caso, el trilero pretende ocultar a su cliente-víctima a los verdaderos responsables de la crisis y, por supuesto pretende hacer ver al cliente-víctima que, sea quien fuere el culpable o los culpables, quien realmente debe pagar el desaguisado es el propio cliente-víctima, que queda aturdido y con la mirada perdida en el suelo, preguntándose qué habrá hecho él mal para que la crisis sea tan gorda y tan cara. Cuando el trilero levanta el tercer cubilete, el cliente-víctima puede ver los estrafalarios e insultantes beneficios de la banca y del resto de especuladores internacionales. Para rematar su faena sobre el cliente-víctima, el trilero le envía en ese mismo momento un clarísimo mensaje subliminal: “si no nos va mejor a los ricos es por tu culpa, que no consumes, pobre de mierda”.
PUBLICIDAD Y CONSUMO
En relación con el punto anterior, el trilero realiza en este campo un esfuerzo colateral buscando el efecto pinza sobre su cliente-víctima. El trilero elabora complejos mensajes publicitarios que tienen por finalidad que reine el aturdimiento, la confusión y el desatino en la mente del cliente-víctima. El mejor ejemplo es el llamamiento a la población a consumir desenfrenadamente, lo que es presentado al cliente-víctima como la mejor fórmula para que las cosas mejoren, para salir de la crisis. El cliente-víctima en muy pocas ocasiones se da cuenta del engaño y piensa que gastando lo poco que tiene mejorará su economía. No se da cuenta de que la única economía que mejorará será la de quien vende y no la de quien compra. Para este cliente-víctima el fin de mes es un acontecimiento que ocurre cada vez más temprano. Y aún sonríe, y aún hecha la culpa a otros de sus desgracias. Este cliente-víctima es uno de los que más ayuda profesional precisa para salir de su abotargamiento.
CINE y TV En este campo, el trilero cuenta con la ayuda impagable de una legión de aprovechados que ven una oportunidad de negocio en cada gota de sangre ajena derramada por el imperio. El trilero, al mover los cubiletes, oculta la bolita de los asesinados o torturados por los militares estadounidenses a lo largo y ancho de su rancho. En su lugar nos deja ver series de televisión, como por ejemplo “Army Wifes” que, increíblemente va ya por su cuarta temporada. La serie narra la vida cotidiana de las esposas de militares estadounidenses destinados fuera de los Estados Unidos “para intervenir en un conflicto bélico”, así de aséptico. Además, las imágenes se empeñan en mostrarnos lo sufrido que es estar fuera de tu país produciendo víctimas colaterales o army widows o army orphans o army victims. Puede que solo sea una impresión mía, pero creo que los trileros son una especie que, de no ser extinguida inmediatamente, tiene capacidad más que suficiente para extinguir a la odiosa raza humana a la que cada vez le resulta más difícil engañar. Los trileros socavan muchos de nuestros derechos, empezando por el derecho a la información y concluyendo por el derecho a la libertad. Confunden su derecho a la libertad de expresión con nuestro derecho a estar informados (de la verdad), confunden opinión con información. Si increpamos a quien se nos cuela en la cola del cine porque nos causa un perjuicio y un menosprecio, ¿por qué no íbamos a increpar a estos trileros?. Increpémosles. El mundo de hoy es de los trileros, no dejemos que el mundo de mañana siga estando gobernado por ellos. Estamos a tiempo. Que nadie tenga miedo de estos “miedos de comunicación”, su mejor arma es nuestra credibilidad y, por suerte, eso es algo que está en nuestro poder y depende enteramente de nosotros. Dejemos huella de nuestro paso por este mundo, y no me refiero precisamente a la huella de nuestro culo en el sofá mientras nos atiborran a mentiras. Cuando menos nos es exigible que dejemos la huella de nuestra suela en el culo del trilero.