Los miedos en la infancia forman parte de lo que en numerosas ocasiones consideramos normal. A medida que van creciendo los niños abandonan gran parte de esos temores y van adquiriendo estrategias de afrontamiento ante ellas. Por desgracia, esto no ocurre siempre, y vemos como niños y niñas ven su vida personal, social y escolar afectada por la imposibilidad de hacer frente a sus temores. Este es el momento donde debemos plantearnos que algo no va bien, y acudir a un especialista de la psicología infantil que pueda redirigir el problema. Los miedos infantiles propios del momento evolutivo por el que atraviesan, son en líneas generales: miedo a las alturas, a los extraños, monstruos, oscuridad, fantasmas… irán variando en función de la edad, como veremos a continuación. Este tipo de miedos, llamados “miedos evolutivos” son normales y no deben de preocuparnos siempre que no empiecen a condicionar la vida del niño o personas que le rodean. Estos miedos se mantienen en nosotros desde los inicios de la especie humana, ya que cumplen una función adaptativa, convirtiéndonos en personas menos arriesgadas y cuidadosas ante ciertos estímulos que pueden poner en peligro la vida de los pequeños. Es tal el arraigo en nuestros genes que son comunes a diferentes culturas. A medida que vamos adquiriendo mayores capacidades cognitivas, el foco de estos “miedos evolutivos” va variando, con una clara tendencia a desaparecer, excepto en aquellos casos donde estos miedos se convierten en desadaptativos y se trasforman en “miedos patológicos”, o como los conocemos habitualmente miedos, fobias y ansiedad. Podemos entender como miedo podría ser entendido como una actitud cuidadosa ante ciertos estímulos que le lleva a mantenerse alejados o evitarlos, siempre que le sea posible. Un niño puede temer a los perros y evitar acercarse a ellos, pero puede estar junto a ellos aunque no le agrade. En la fobia, el estímulo temido causa tanto malestar que no hay posibilidad de estar junto a él, o si se está las condiciones de ansiedad son excesivamente elevadas, genera creencias irracionales ante el estímulo y piensa que va a ocurrir lo peor. Si el niño al ver un perro corre, llora desconsoladamente y tras su visión continua pensando en el perro con altos niveles de ansiedad, hablamos de fobia. Las fobias son vividas como situaciones muy desagradables, que pueden llevar a perder el control de la situación, esto se debe a que a nivel interno se está produciendo una sobreexcitación del sistema nervioso, por ello los síntomas que aparecen son: sudores, palpitaciones, tensión muscular…el cuerpo se prepara para huir de la situación temida, en el caso de que no pueda la ansiedad será manifiesta y aparecerán las rumiaciones cognitivas, que alimentaran el circulo vicioso por el que las fobias se mantienen en el repertorio conductual. Es interesante conocer la evolución de los miedos normales en los niños, en la siguiente tabla encontramos un breve resumen de ellos:
EDAD 0-6 meses 7-12 meses 1 año
2 años
3 años
4 años
5 años
6 años
7-8 años
9-12 años
12 años-en adelante
MIEDOS EVOLUTIVOS HABITUALES
Pérdida de la base de sustentación (soporte) Ruidos fuertes Personas extrañas Objetos que aparecen de forma inesperada Separación de los padres Objetos o maquinas grandes Cambios en el entorno personal Ruidos fuertes Animales Oscuridad Separación de los padres Objetos o maquinas grandes Cambios en el entorno personal Mascaras Oscuridad Animales Separación de los padres Separación de los padres Animales Oscuridad Ruidos Animales Separación de los padres Oscuridad Gente “mala” Lesiones corporales Seres sobrenaturales Lesiones corporales Truenos y relámpagos Oscuridad Dormir Estar solos Separación de los padres Seres sobrenaturales Oscuridad Temores de sucesos escuchados en TV Estar solos Lesiones corporales Exámenes Rendimiento académico Lesiones corporales Aspecto físico Truenos y relámpagos Muerte Oscuridad (poco frecuente) Exámenes Rendimiento académico Lesiones corporales Aspecto físico Relaciones interpersonales Reconocimiento social
TRASTRNOS DE ANSIEDAD
ANSIEDAD POR SEPARACIÓN ANSIEDAD POR SEPARACIÓN FOBIAS ESPECÍFICAS
ANSIEDAD POR SEPARACIÓN FOBIAS ESPECÍFICAS ANSIEDAD POR SEPARACIÓN FOBIAS ESPECÍFICAS ANSIEDAD POR SEPARACIÓN FOBIAS ESPECÍFICAS ANSIEDAD POR SEPARACIÓN FOBIAS ESPECÍFICAS
FOBIAS ESPECÍFICAS
FOBIAS ESPECÍFICAS
FOBIAS ESPECÍFICAS
Los miedos patológicos pueden ser adquiridos a través de diferentes mecanismos, pueden ser agrupados en:
Aprendizaje directo: ante una situación traumática con el estímulo temido, se desencadena una fobia que se puede concretar en ese mismo estimulo o generalizar a otros que comparten con él similitudes. Un niño puede quedarse un día encerrado en el ascensor y vivirlo como algo muy desagradable, desencadenado a partir de ese momento una fobia a los ascensores, o generalizarlo a espacios cerrados, llevándolo a una claustrofobia. Aprendizaje no directo: los niños son esponjas que absorben toda la información de su entorno, sus padres y familiares más cercanos son tomados como modelos de conductas a seguir, información negativa por parte de estos ante ciertos estímulos (p.e. no te acerques al perro porque te puede morder) o a través del modelaje de estos (p.e. la madre teme a los perros y cuando ve uno junto a su hijo cruza rápido de acera) son mecanismos que dan lugar al inicio de fobias específicas en niños sin necesidad de experiencia previa traumática a los acontecimientos temidos.
Consejos para ayudar a nuestros hijos a enfrentar sus miedos: o o
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Mostrarnos tranquilos y serenos ante situaciones que generen ansiedad al niño o a nosotros mismos. Los niños aprenden a través del modelado de los padres. No exponer de forma directa al niño a su estimulo temido, sino que será necesario iniciar aproximaciones sucesivas a dicho estimulo que irán desde las menos temidas a las más temidas por el niño. Existen diferentes técnicas para ello, que siempre deberán ser controladas y dirigidas por un profesional de la psicología. Ser modelos de valentía ante la situación temida por el niño, haciéndole ver que nosotros no tememos a dicha situación. Evitar películas o juegos donde aparezcan escenas de agresividad, violencia o terror. Enseñarle alguna técnica de relajación. Siempre que los miedos empiecen a afectar a la calidad de vida del niño y sus familiares habrá que acudir a un profesional.