Transformaciones En Psicoanálisis Contemporáneo.docx

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TRANSFORMACIONES EN PSICOANALISIS CONTEMPORANEO Esteban Ferrández Miralles En las Diez posibles razones para la tristeza del pensamiento (2007)1 dice Steiner: “Como he observado, no contamos con ninguna manera segura de comprender los pensamientos ajenos… Esta es la octava razón para la tristeza del pensamiento”. No obstante y desde Freud algunos tratan de hacer de este objetivo imposible y precario una profesión.

En los inicios del psicoanálisis parece que Freud tenía mucho miedo de los efectos producidos por la extraordinaria proximidad que la relación terapéutica implicaba para ambos partenaires, pues como dice Volnovich: “La neutralidad

analítica

supone

una

proximidad

casi

hasta

la

incandescencia”2. Quizá el desenlace del caso de Anna O. estaba muy presente, aunque probablemente no fuera la única razón que le llevó a insistir en sus Escritos Técnicos sobre la objetividad del médico, en el hecho de que este debía actuar con la frialdad del cirujano, debía convertirse en una pantalla en blanco donde el paciente pudiera escribir sus fantasías, o en un espejo que devolviese sin error, aquello que el paciente proyectaba en él. Algunos discípulos de la primera generación como Ferenczi optaron por una relación terapéutica mucho más intersubjetiva, democrática y abierta en la cual el terapeuta no se instalaba en ese lugar paternalista común al psicoanálisis ortodoxo clásico, impregnado de positivismo y objetividad3. Ferenczi, llevado por su espíritu apasionado y trágico4, corrió muchos riesgos, lo que le llevó a la desconfianza y la marginación en el movimiento psicoanalítico. Sin embargo su pregunta nos parece de completa actualidad en 1

Steiner, G.: Diez posibles razones para la tristeza del pensamiento. Siruela. Madrid, 2007. 2 Volnovich, J. C.: Contratransferencia a lo largo de la historia. Rev.Topia. Internet 3 Orange, D. Et als: Trabajando intersubjetivamente. Agora Relacional. Madrid, 2012. 4 Abadi, S.: la cura en Ferenczi y Winnicott…. Artículos recientes.

el campo de la práctica psicoanalítica: ¿Cómo comprender al otro más allá de una posición de superioridad benevolente?5 De hecho su figura ha subido muchos enteros en las filas psicoanalíticas durante los últimos años. La concepción del lugar del analista propuesta por Freud descansa en una visión positivista del saber, amparada en la objetividad, continuará hasta Lacan pasando por Melanie Klein. Como nos recuerda Volnovich: “durante las décadas del 50 y 60 el predominio kleiniano contribuyó a reforzar sobre la figura de la neutralidad valorativa del científico, la figura del analista neutral, pantalla en blanco sobre la que construía en la sesión de análisis un campo experimental al estilo de Kurt Lewin dónde las “variables intervinientes” eran aportadas por el analizado y visualizadas como tales en función de las “constantes” que sostenía el analista”.6

Se

tardará

40

años

para

poder

contemplar

los

primeros

cuestionamientos de la modalidad de relación terapéutica imperante, que se había extendido hasta convertirse en un “standard”. Esa modalidad inaugurada por Freud cuando propone que el terapeuta: "debe ser

opaco

a sus

pacientes y, como un espejo, no debería mostrar nada más que lo que se muestra a él"7. Son precisamente un grupo de analistas mujeres Margaret Little, Lucy Tower y Paula Heimann, en la órbita kleiniana, las que a finales de los 50 destacan por primera vez el valor de la contratransferencia en el campo de la relación terapéutica, no solamente como un escollo, sino precisamente al contrario, como una baliza en un mar encrespado. Aún pasarán años hasta que la subjetividad del terapeuta se convierta en elemento imprescindible en la relación terapéutica. Se le atribuye a Lacan la primera reivindicación de un concepto de sujeto en el campo del psicoanálisis concebido de modo no meramente descriptivo. De hecho en algunos de sus primeros escritos llega a preguntarse por la intersubjetividad. Pero Lacan plantea una idea de sujeto que afecta solamente al analizante, no al analista. El sujeto lacaniano, definido en torno a la falta en ser, dividido entre dos significantes y descentrado de la concepción de persona, no tiene nada que ver con la reivindicación de la subjetividad que aparece en el psicoanálisis 5

Id. 6 Volnovich, J. C.: Contratransferencia a lo largo de la historia. Revista Topia. Internet 7 Freud, S.: Consejos al médico…. 1912. Amorrortu. Buenos Aires….

contemporáneo, a partir de los años 90. Sin embargo, podríamos preguntarnos si fue la condición necesaria para que esto ocurriese. Esta reintroducción de la subjetividad del terapeuta es precedida y favorecida precisamente por la recuperación de la contratransferencia a cargo de ese pequeño grupo de analistas kleinianas. Aunque no sería justo olvidar la contribución de Racker, psicoanalista argentino de origen polaco que murió tempranamente, cuyo trabajo “Observaciones sobre la contratransferencia como instrumento técnico"8 coincide de modo notable con las ideas de Heimann, con la

particularidad de que Racker continuó investigando el tema mientras que Heimann tardó diez años en poder volver sobre la cuestión, quizá por exigencias institucionales. Racker, sin embargo, murió pocos años después, truncando una carrera muy prometedora. De

hecho

hay

autores

que

consideran

la

contratransferencia

precisamente como la subjetividad del analista. Así por ejemplo lo refiere Alejandro Vainer en un número conmemorativo de la revista Topia : “La contratransferencia, en sentido extensivo, es la forma en que la subjetividad del analista se pone en juego en la situación clínica”9.

En mi opinión tanto Lacan como Kohut vislumbran con claridad las limitaciones del lugar tradicional asignado por el psicoanálisis al terapeuta, e introducen conceptos que rompen la visión clásica del analista como pantalla en blanco donde se proyectan las fantasías del pacientes. El sujeto supuesto saber10 de Lacan y la función empática del analista en Kohut testimonian de las limitaciones de la visión positivista y objetivista en la que estaba anclado el analista. Lacan parece continuar esa visión positivista del analista clásico cuando subraya al principio de La dirección de la cura que “El psicoanalista sin duda dirige la cura”11, pero es solo un espejismo, en lo que Lacan era un maestro pues a

continuación añade: “Volveré pues a poner al analista en el banquillo, en la medida en

8 Racker, H.: A contribution to the problem of counter transference. The International Journal of Psychoanalysis, Vol 34, 1953, 313-324. 9 Vainer, A.: Contratransferencia y subjetividad del analista. Cien años después. Revista Topia. Internet. 10 Lacan, J.: Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanalisis. Barral Editores, Barcelona…. 11 Lacan, J.: La dirección de la cura y los principios de su poder. Escritos I. Siglo XXI, México, 197…

que lo estoy yo mismo, para observar que está tanto menos seguro de su acción cuanto que en ella está más interesado en su ser”12.

Para concluir, si nos cabe alguna duda respecto de las dudas que el joven Lacan se plantea sobre el papel del psicoanalista con esta afirmación: “En cuanto al manejo de la transferencia, mi libertad en ella se encuentra por el contrario enajenada por el desdoblamiento que sufre allí mi persona, y nadie ignora que es, allí donde hay que buscar el secreto del análisis”13.

No obstante, si bien la teoría lacaniana había apuntado de modo brillante hacia el descentramiento del sujeto, como continuación lógica del trabajo emprendido por Freud al desalojar la conciencia del centro del psiquismo, posteriormente su conceptualización del Otro, tan lastrada por su dependencia de la figura paterna, impidió que ese trabajo de descentramiento pudiera culminarse. La concepción de la alteridad por parte de Lacan se aleja del intersubjetivismo y de la fenomenología de Husserl para radicarse en su análisis del discurso bajo la primacía del significante. Diríamos que abandona el campo de la comunicación para centrarse en la significación. Este viraje se puede deducir con claridad de sus palabras en el seminario 4 “Las relaciones de objeto”: A lo largo de los años me han visto ustedes…. En los años 70 Kohut contribuirá también a recuperar la subjetividad del terapeuta en el marco de la relación analítica, sus planteamientos sobre la necesidad del otro y la crítica del modelo evolutivo imperante en EE. UU. son decisivas en ese cambio de rumbo norteamericano que posibilita la psicología del self. Kohut recupera la necesidad del otro como fundamental en la concepción de la subjetividad y, a través del concepto de empatía redefine la relación terapéutica de un modo en el cual el paciente adquiere una consideración distinta. Como explica acertadamente Sassenfeld: “Según Kohut (1984), el terapeuta debe tomar nota del retiro del paciente en la relación, buscar cualquier error que pueda haber cometido en la interacción, reconocer su error de manera no defensiva al paciente y, a continuación, ofrecer una interpretación explicativa y no censurante de la dinámica relacional que condujo al retiro y a la frustración del paciente. Esto le exige al analista tacto y comprensión empática respecto de cómo el paciente

12 Id. 13 Ibidem.

vivenció la interrupción de la relación selfobjeto armónica. Más allá, esta comunicación incluye la manera en la cual el psicoterapeuta experimentó los eventos”14.

Sin embargo, el límite para la teoría kohutiana parece marcarlo la consideración del otro como objeto. Kohut no parece plantearse la diferencia entre la concepción del otro como objeto o como sujeto. Si bien capta la necesidad del otro como un rasgo estructural y no como una etapa evolutiva, no es capaz de otorgarle al paciente una categoría de sujeto. Lo cual pasa por alto un posicionamiento básico de la teoría intersubjetiva.

Desde que W. Heysenberg formulara en el año 1927 el principio de incertidumbre o la relación de incertidumbre, con el que mostraba que la función del observador influía en el hecho observado, como destaca Hornstein, han pasado 50 años, a este propósito, dice Hornstein: “La ciencia clásica obraba con la ilusión de que el observador podía ser eliminado. El sujeto era, o bien perturbación, o bien espejo … llegado a un punto, el observador se convierte en una intervención perturbadora, en física, sí, pero mucho más en el proceso analítico. Actualmente el compromiso vivencial del "observador" si le quita "asepsia", no le quita respetabilidad científica al psicoanálisis”.

A finales de los años 80 la cuestión de la subjetividad del analista se encuentra reintroducida en el debate psicoanalítico. Algunos piensan que es efecto de los excesos del estructuralismo lacaniano, como Luis Hornstein15, otros como Benjamin sostienen que se trata de la crisis de un modelo objetivista basado en la polarización de los géneros16. Tampoco podemos descartar el hecho de que el psicoanálisis se ha ido desplazando y ha ido expandiendo su campo de acción, tanto en lo que se refiere a su participación en instituciones, principalmente de salud mental, como en lo que se refiere a las patologías que trata. Pero probablemente sea la concepción de la relación terapéutica como una relación intersubjetiva la que ha influido de modo más determinante para que el terapeuta sea considerado no solamente como un observador, un exégeta o un demiurgo. 14 El concepto del selfobjeto y el proceso psicoterapéutico desde la perspectiva de la psicología psicoanalítica del self .André Sassenfeld J. 15 Luis Hornstein. No sin Lacan, ni sólo Lacan. Historizar el Psicoanálisis. Zona Erógena. Nº 23. 1995. 16 Benjamin, J.: sujetos iguales, objetos de amor. Paidós. Buenos Aires, ….

La intersubjetividad es un concepto de la filosofía europea que tiene más de 200 años de historia, probablemente desde que Husserl se propuso estudiar la experiencia subjetiva del sujeto. Ahora bien, su aparición en el campo de la psicología y más específicamente del psicoanálisis es relativamente reciente, diríamos, los últimos 25 años. La intersubjetividad aparece en el campo psicoanalítico a finales de los 80, principios de los 90 de la mano de diferentes autores. Para Jessica Benjamin por ejemplo, el concepto de intersubjetividad proviene de la teoría social de Habermas, pero su incorporación al campo del psicoanálisis provendría de una parte de los trabajos de Trevarthen sobre el niño, por otra parte se apoyaría en las tesis de Daniel Stern. Para Trevarthen el neonato nace ya con una disposición para el encuentro con el otro: “Infants, it appears, are born with motives and emotions for actions that sustain human intersubjectivity”17. “They perform actions that are adapted to motivate, and invest emotions in, an imaginative cultural learning”18.

Para Stern esta disposición temprana intersubjetiva se expresa en el entonamiento afectivo: “performance

of behaviors that express the quality of feeling

of a shared affect state without imitating the exact behavioral expression of the inner state”.19

Y cobrará forma en su conocida formulación de las maneras de estar

con: …..

Otros autores como Stolorow, Orange o Atwood sin embargo buscan la legitimidad filosófica en Gadamer, precisamente aquel que ha sostenido el debate más encendido de la hermanéutica con Habermas. “The person with understanding does not know and judge as one who stands apart and unaffected; but rather, as one united by a specific bond with the other, he thinks with the other and undergoes the situation with him.”—Hans-Georg Gadamer

17

Trevarthen, C. Intrinsic motives for companionship in understanding: Their origin, development and significance for infant mental health. Infant Mental Health Journal, 22 (1-2), 95-131. 2007 18 Trevarthen, C. Intrinsic motives for companionship in understanding: Their origin,development and significance for infant mental health. Infant Mental Health Journal, 22 (1-2), 95-131. 2001. 19 Stern, Daniel. The Interpersonal World of the Infant: A view from psychoanalysis and developmental psychology. Basic Books, 2000.

Citado por Orange en Emotional understanding.

Además en ellos queda claro que la intersubjetividad no es solo un elemento del edificio teórico, más bien es su piedra angular: “Intersubjectivity theory is a metatheory of psychoanalysis. It examines the field – two subjectivities in the system they create and from which they emerge – in any form of psychoanalytic treatment”.

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