Satélite boliviano: ¿propósito desorbitado? o ¿soberanía tecnológica?. Jorge Antonio Nava Amador Durante las últimas semanas, las declaraciones realizadas por el Presidente Evo Morales, sobre la pretensión de contar con un satélite boliviano, han suscitado diversas críticas. Éstas ocuparon espacios de opinión, entrevistas y notas de prensa, que van desde las absolutamente contrarias ante tal aparente “despropósito”, hasta aquellas que se constituyen en fundamento que pretende justificar una posición del Gobierno. Se llegó incluso a calificarla de un simple argumento electoralista. Lo cierto es que referirse a un satélite, involucra diversos aspectos, entre técnicos, conceptuales, económicos, sociales y otros, que resultaría insuficiente emitir juicios de valor en una breve columna de opinión o entrevista, para que a partir de ello se pueda concluir sobre una línea política, que se ocupa con interés de las necesidades del país, más aún en el entendido de que como ciudadanos de estas nobles tierras, somos neófitos en materia de investigación y desarrollo aeroespacial. Es muy probable que priorizar la “obtención” de un satélite frente a otras múltiples necesidades que tiene una sociedad como la nuestra, pareciera un despropósito, no obstante, tenemos que ser objetivos y no incursionar en un simple afán de desvirtuar por desvirtuar las acciones de gobierno. El enfoque debe partir desde evaluar la inmediata realidad de nuestro país en materia de estrategia de desarrollo integral, que debiera ser insumo para determinar las especificaciones funcionales con las que debe contar un sistema de esta naturaleza para nuestra realidad, hasta llegar a la valoración de detalles del sistema satelital, como los costos de fabricación, lanzamiento, equipamiento
de tierra, así como mantenimiento y operación. No somos el único país que pretende incursionar en la implementación y operación de sistemas satelitales; en los últimos tres años, países como Perú, Venezuela, Chile y Colombia, por citar algunos, ya dieron sus primeros pasos. Siendo que sus realidades son un tanto semejantes a la nuestra, y no por ello se ha calificado a sus gobernantes de “desorbitados”. Gran parte de los satélites que se encuentran en operación (según la Red de Vigilancia Espacial de EEUU existen alrededor de 20.000 en órbita de los cuales un 10% están en operación), tienen una gran importancia en nuestras vidas. Es así que se puede señalar que los satélites parecen por ahora un mal necesario, al que se puede acceder por disposición de uno propio o por arrendamiento de capacidad de alguno comercial. Lo cierto es que para determinar si debe ser propio o su capacidad parcialmente arrendada, se debe evaluar las necesidades de la sociedad y del país, mismas que pudieran resolverse por la aplicación de un satélite. Por ejemplo, Bolivia por sus condiciones geopolíticas, sus características geográficas, su tamaño y su poca infraestructura en comunicación caminera, férrea, lacustre, postal, y de tecnología de las comunicaciones entre las distintas regiones, inclina a pensar en optar por vías alternativas de solución rápida, frente a otras que pudieran ser gravosas inversiones en tiempo y costo, entre otros recursos. Esa vía de solución rápida puede ser un sistema satelital, en el que se determine su
funcionalidad en atención de las necesidades que potencialmente se pueden cubrir con su implementación, tanto en el corto, mediano y largo plazo, para de ese modo lograr un desarrollo sostenible en el tiempo. Por ejemplo, entre las aplicaciones para nuestra realidad, están: i) La evaluación de los recursos naturales, así como el seguimiento de su adecuada explotación considerando programas de monitoreo ambiental. ii) El acceso a información oportuna respecto al seguimiento a fenómenos naturales a los que el país en sus diversas regiones se encuentra permanentemente expuesto, con el fin de planificar acciones inmediatas, así como lograr la prevención. iii) Su condición geopolítica obliga a tener una fuente de información confiable, detallada y accesible para contar con la información estratégica de todo el vasto territorio en el momento oportuno. iv) Atender las demandas de educación y servicios de la administración pública que se requiere en todos los rincones del país. v) Finalmente entre otras comunicarnos con mayor rapidez y tener acceso a más información, para construir una verdadera sociedad de la información y del conocimiento. Consiguientemente, las intenciones y manifestaciones del gobierno son uno de los tantos pasos que Bolivia está obligada a dar para sentar soberanía; en concreto soberanía tecnológica. La discusión en cuanto a la inversión, el costo o el fabricante son detalles que emergerán de la funcionalidad que se quiera para el sistema satelital boliviano; funcionalidad, que determinará el conjunto de sistemas con los que debe contar, el tamaño, el peso y otros, que pueden incrementar o minimizar la inversión, a la que obviamente hay que adicionar los costos de lanzamiento o puesta en órbita, así como los que surgen del número de estaciones en tierra que canalicen servicios del satélite o realicen el seguimiento a su navegación y operación. Costos e
inversión, que serán recuperados de sobremanera en el devenir del tiempo, con el pago que hagan por el uso de las distintas prestaciones que ofrezca un sistema satelital boliviano, las instituciones, empresas y usuarios nacionales y extranjeros.