Cuentos Breves del Norte de Chile 2018
Autora: Sol Ubeda Cortés Séptimo Año Colegio de Artes Marta Colvin- Copiapó
Javierito, el guanaco angelito Había una vez una niña que vivía en el norte de Chile, ella se llamaba carolina, tenía una familia numerosa y de escasos recursos, ella era ciega pero tenía un gran corazón y mucho amor para dar. Un día Carolina iba paseando por la calle con su bastón y se encontró con un alboroto de gente que comentaba acerca de algo que estaban leyendo en el diario. Ella extrañada pregunta a un transeúnte acerca de que era lo que comentaban, este le indica que salió en el diario una noticia acerca de un guanaco que nació en el desierto cerca de la ciudad, con pelaje de oro, ella sorprendida pregunto qué iba a pasar con el guanaco, él le respondió que el guanaco iba a estar en un lugar protegido en el desierto y el elegiría a quien le ofreciese lo que él quiere en su vida y se iría con esa persona.
Ella ansiosa por conocer al guanaco va a presentarse donde él elegiría a su nuevo amo, al llegar el guanaco todo el mundo estaba muy alterado, tratando de convencer al guanaco de irse con ellos. La niña trató de acercarse a él y le dijo: “hola, no tengo mucho que ofrecer, soy ciega, tengo pocos recursos, pero tengo u n hogar, una familia y mucho amor para dar”. El guanaco al oír algo tan lindo y conmovedor, elige irse con ella, todos sorprendidos, se van enojados. La niña muy feliz y sorprendida, lo abraza.
Había algo especial, además del pelaje de oro en el guanaco, él se le acercaba mucho a la cara, como tratando de hacerle cariño. Luego de ese momento de alegría, parten al hogar de la niña, quien iba acompañada de sus padres. Caminaron un largo trecho, mientras el guanaco, seguía cercanamente los pasos de Carolina. Toda la familia, incluyendo, su hermano que fue al encuentro de éstos, mientras iban hacia su casa, se sentían muy felices de lo que estaban viviendo, ya que pensaban que Carolina se sentiría mucho más contenta ahora. Al llegar a su hogar, le muestra, un lugar que ella había apartado para que el nuevo integrante de la familia, pudiera dormir y alimentarse. El Guanaco saltaba de la alegría. La niña le ofrece agua y plantas que había recolectado para él, con la ayuda de su hermano. Carolina pensó que era necesario bautizar con un nombre a su nuevo acompañante, y le puso Javierito, ya que ella encontraba que era un nombre muy especial, como de un ángel. Al siguiente día salieron a pasear por el desierto de Atacama, entonces el guanaco le dijo que también tenía saliva milagrosa y que solo iba a usar ese don con su ama, entonces le tira un escupo en los ojos, la niña impresionada grita de felicidad y le agradece. Desde entonces han sido inseparables y ella ha podido conocer los hermosos paisajes del desierto gracias a su nuevo amigo, Javierito el guanaco angelito. .