Abuso Sexual Y Malos Tratos Contra Niños, Niñas Y Adolescentes - Perspectiva Psicológica Y Social.pdf

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Abuso sexual y malos tratos contra niños, niñas y adolescentes Perspectiva psicológica y social

Colección CIENCIAS SOCIALES NOVEDADES Las técnicas de actuación profesional del Trabajo Social Graciela Tonon (compiladora) Gerencia social. Un análisis crítico desde el Trabajo Social Freddy Esquivel Corella La Sociedad de Beneficencia. Lo oculto en la bondad de una época Alejandra Facciuto Políticas y problemas sociales en la sociedad neoliberal. La otra década infame (I) Estela Grassi Política y cultura en la sociedad neoliberal. La otra década infame (II) Estela Grassi La cuestión social y la formación profesional en Trabajo Social en el contexto de las nuevas relaciones de poder y la diversidad latinoamericana XVIII Seminario Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social El Trabajo Social y la Cuestión Social. Crisis, movimientos sociales y ciudadanía Silvia Fernández Soto (coordinadora) Búsquedas del Trabajo Social latinoamericano. Urgencias, propuestas y posibilidades Ana Ruiz (coordinadora) Trabajo Social latinoamericano. A 40 años de la Reconceptualización Norberto Alayón (organizador) La profesión de Trabajo Social. ¿Cosa de mujeres? Estudio sobre el campo profesional desde la perspectiva de los trabajadores sociales Alicia Genolet (directora) Trabajadores sociales en la historia. Una perspectiva transformadora Carina Berta Moljo Abuso sexual y malos tratos contra niños, niñas y adolescentes. Perspectiva psicológica y social Eva Giberti (compiladora)

Abuso sexual y malos tratos contra niños, niñas y adolescentes Perspectiva psicológica y social Eva Giberti (Compiladora) Prof. María Elena Naddeo; Dra. Daniela Arias; Dra. Virginia Berlinerblau; Lic. Cora Bertini; Dra. María Inés Bringiotti; Dra. Angeles Burundarena; Lic. Sandra De Luca; Lic. Cristina Erbaro y equipo; Lic. Nicolás Fariña; Lic. Carmen Frías; Lic. Alicia H. Ganduglia; Lic. Jorge Garaventa Lic. M. Federica Otero; Dra. Liliana Peluso; Dr. Carlos Rozanski; Lic. Nélida Sisini; Dra. Cecilia Sosa; Dr. Fernando Valsechi; Dra. Gabriela Vázquez.

CURSO DESTINADO A DOCENTES Y PROFESIONALES Organizado por el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires. 2003-2004 Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

Abuso sexual y malos tratos contra niños, niñas y adolescentes : perspectiva psicológica y social / compilado por Eva Giberti 1a ed. - Buenos Aires : Espacio Editorial, 2005. 288 p. ; 23x16 cm. (Ciencias Sociales) ISBN 950-802-211-6 1. Abuso Sexual-Niños, Niñas y Adolescentes. 2. Maltrato Infantil y Juvenil I. I. Giberti, Eva, comp. CDD 362.76

ESPACIO EDITORIAL editora - distribuidora importadora - exportadora Simón Bolívar 547, 3º p. Of. 1 (C 1066 AAK) Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tel.: (011) 4331-1945 E-mail: [email protected] www.espacioeditorial.com.ar

Corrección: Diseño de Tapa: Composición y armado tipográfico: Coordinación y Producción Editorial:

Ernesto Gutiérrez DONAGH | MATULICH DONAGH | MATULICH Osvaldo Dubini

La reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, idéntica o modificada, escrita a máquina, por el sistema “multigraph”, mimeógrafo, impreso por fotocopia, fotoduplicación, etc., no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.

1a edición, 2005. Impreso en la Argentina - Printed in Argentina. Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 © 2005 Espacio Editorial ISBN: 950-802-211-6

LA FOTOCOPIA MATA AL LIBRO Y ES UN DELITO

Prólogo

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, desde la sanción de su Constitución en 1996 y la puesta en vigencia de su nueva legislación, en particular de la Ley Nº 114 y otras normas de igual trascendencia, ha construido un circuito de protección integral basado en los principios más importantes de la Convención Internacional de los Derechos del Niño: la inclusión de los niños en las políticas universales de educación, de salud; el apoyo integral a sus familias evitando expresamente la intervención judicial en las problemáticas sociales, y el ejercicio del patrocinio de los chicos ante la Justicia cuando son víctimas de delito. Las nuevas realidades sociales, las consecuencias devastadoras de la crisis estructural de nuestro país, agudizada en los últimos años, y los viejos patrones culturales que todavía perviven, tienen a los niños, niñas y adolescentes como principales víctimas, siendo imprescindible reflexionar y revisar las prácticas habituales en la búsqueda de nuevas y más eficaces respuestas para su protección integral. Aunque desde la aprobación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño en 1989 muchas son las transformaciones legislativas e institucionales que se han llevado a la práctica, como las señaladas para la Ciudad de Buenos Aires y otras reformas similares en las provincias de La Pampa, Chubut y Neuquén, en el ámbito nacional sigue pendiente la aprobación de la ley de protección integral de la infancia destinada a derogar de una vez por todas el viejo sistema tutelar del patronato. Las intervenciones destinadas a la protección integral de los derechos de la infancia, en el marco del paradigma de los tratados internacionales de derechos humanos, requieren, además, de un nuevo abordaje interdis5

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

ciplinario, de políticas públicas sostenidas por un Estado que intervenga activamente en la economía, promoviendo una más justa distribución del ingreso, la solidaridad y el acceso de los chicos y sus familias al ejercicio de sus derechos. También requiere un cambio cultural profundo para reconocer a los chicos como sujetos plenos de derecho y por lo tanto escucharlos y asegurar su acceso a las políticas públicas. Las distintas formas de violencia que sufren los chicos son motivo de particular preocupación para el Gobierno de la Ciudad. El maltrato en el ámbito familiar a los niños y niñas, fenómeno multicausal que obedece a esterotipos culturales autoritarios, a diversas situaciones sociales y familiares, y que con diferentes características atraviesa todos los sectores sociales, requiere ser visibilizado y atendido. A esto se suman otras formas de violencia y explotación, prácticas todas que dejan en los niños huellas psíquicas y físicas profundas, y que llegan a provocar la muerte. Desde los diversos ámbitos de gobierno se generan iniciativas para capacitar a los profesionales y equipos técnicos involucrados en la atención de la infancia para la detección y asistencia de los chicos víctimas de maltrato; asimismo, buscamos erradicar y/o sancionar cualquier situación de violencia institucional que pueda generarse desde los propios ámbitos gubernamentales. El rol del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes en la realización de cursos y jornadas de capacitación con destacados especialistas en la temática, su continuidad y sistematización a través de esta publicación, constituye un aporte fundamental en la formación y actualización de quienes tienen a su cargo la educación y la atención de la infancia.

Dr. Aníbal Ibarra Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Bs. As.

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Resumen histórico

Este volumen incluye las conferencias que forman parte del ciclo “Los cursos del Consejo”, organizados por el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes desde el año 2001, algunos de ellos con el auspicio de la Escuela de Capacitación de la Secretaria de Educación. La finalidad de los mismos, en cumplimiento de lo previsto por la Ley 114 de la Constitución de la Ciudad de Bs. As., reside en ofrecer capacitación gratuita a docentes y profesionales. Razón por la cual se han elegido temas vinculados con la situación actual de la niñez y la adolescencia en nuestro país, específicamente en la Ciudad Autónoma de Bs. As. Si bien debemos reconocer que entre el público contamos con asistentes provenientes de provincias. Cuando se realizaron los cursos referidos a Niñez y los que se ocuparon de Adolescencia, los asistentes solicitaron, como uno de los temas para tener en cuenta, el maltrato y el abuso sexual. Con ese motivo el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes abrió un espacio destinado a la actualización del tema. El curso que dio origen a la actual publicación, que edita las conferencias llevadas a cabo durante septiembre, octubre y noviembre de 2003, fue el segundo que referido a abuso sexual y maltrato organizó el CDNNyA. La solicitud de reiteración de estos temas se convirtió en una constante que condujo a la decisión de continuar manteniendo este aporte que advierte la gravedad del problema. Los conferencistas invitados llegaron a sus encuentros con nosotros aportando el máximo de sus competencias y de su dedicación al tema. Cada uno expuso sobre el tema previsto, respondió preguntas del público y 7

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

además puso a disposición de quien lo solicitara su dirección de correo electrónico para responder a quien lo precisara. O sea, además de la generosidad de sus aportes presenciales —ad honorem— mantuvieron relación con las personas interesadas y también leyeron y corrigieron las desgrabaciones de sus textos. En algunos de éstos se mantuvo el estilo coloquial propio de la desgrabación. El CDNNyA agradece la permanente y desinteresada colaboración de quienes dictaron las conferencias, produjeron los textos y mantienen su generosa colaboración con este Consejo.

Quiero agradecer la generosa y eficaz colaboración de la Lic. Federica Otero quien revisó cuidadosamente el texto final y encaminó la edición del mismo. Eva Giberti

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Los cursos del Consejo

Los Cursos del Consejo se han convertido en una tradición de cumplimiento y realización esperada y avalada por la ciudadanía porteña. Han sido dedicados a docentes y profesionales y cuentan con un público que oscila entre los doscientos cincuenta y los seiscientos asistentes —cuando la capacidad de la sala del Centro Cultural San Martín lo permite—. Como se desprende de la lectura de sus programas, los conferencistas convocados, que aportan generosamente su tiempo, constituyen una garantía de rigor en cuanto a contenidos, y en lo que respecta a la calidad expositiva de sus palabras, y se permite un diálogo fluido con los participantes a posteriori de sus intervenciones. Se iniciaron durante el año 2001 con un primer enfoque: La niñez y la adolescencia ya no son las mismas; sus integrantes fueron Silvia Bleichman, psicoanalista, cuyo tema fue: ¿Qué se conserva hoy de la Infancia que conocimos? Continuó con la intervención de Ricardo Cicerchia, doctor en Historia, quien habló acerca de Pequeños Ciudadanos. Historias de chicos, chicas y ciudades. Por su parte, Nora Elichiri, doctora en Psicopedagogía, abordó el tema: Aprendizaje de niños y niñas hoy: acerca de las potencialidades y necesidades del sujeto educativo. El escritor Nicolás Casullo continuó, refiriéndose a Juventud: mito estético moderno y paisaje cultural. María Elena Naddeo, presidenta del Consejo, presentó el curso y expuso la historia del organismo que dirige, su relación con la Ley 114 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, y las responsabiliadaes e intervenciones de dicho organismo en la defensa de los derechos de niñas, niños y adolescentes de la Ciudad. 9

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

En el año 2002 se repitió el mismo curso y se incorporaron conferencistas. La doctora en Filosofía y Pedagogía María Teresa Sirvent, propuso un tema que en ese momento formaba parte de la compleja actualidad sociopolítica y económica del país: La sal no sala y el azúcar no endulza: educación, pobreza y participación social en el neoconservadurismo. La doctora Gladis Kochen, a partir de su experiencia desde un programa que se ocupaba de alumnos en zonas carecientes, desarrolló el tema Educación y pobreza: algunas cuestiones para pensar. La licenciada Eva Giberti disertó acerca de Las éticas en educación: aplicación en niveles escolares. Durante el segundo cuatrimestre se llevó a cabo el primer curso destinado a Abuso Sexual, la demanda por parte de quienes no habían logrado inscribirse en este curso fue tan intensa que fue necesario repetirlo en noviembre y diciembre. En el año 2003 se abrió un espacio dedicado exclusivamente a la adolescencia y se contó con la colaboración del doctor Rubén Effron, psicoanalista: Los adolescentes y la responsabilidad. Los jóvenes infractores de la Ley y otros. La doctora Eugenia Trumper, médica ginecóloga, centró su exposición en los Derechos reproductivos. Dificultades y realidades en la adolescencia. Desde la experiencia y práctica proveniente de la Secretaría de Salud, en el área especializada en la prevención de VIH, participó el sociólogo Agustín Rojo: El sentido común como obstáculo para la prevención del SIDA. Por su parte, el sociólogo doctor Alberto Calabrese incluyó su práctica docente y su producción intelectual referente al tema refiriéndose a Lo que no se dijo en adicción. Rebeldía o adaptación. Y la licenciada Giselle Tenembaum, psicóloga, responsable por el primer programa que se ocupó de la escolaridad de las madres adolescentes en la Secretaría de Educación, expuso acerca de Maternidad adolescente en la escuela. Entre la transgresión y las posibilidades de inclusión. El Dr. Gustavo Gallo, abogado y asesor del CDNNyA, quien cuenta con una sólida experiencia en la defensa de niños y niñas en situación de conflicto con la ley, expuso acerca de Los adolescentes en el fuero civil y penal. El ámbito federal cuando se trata de drogas. Por su parte Norberto Ianni, psicólogo, y Miguel González, profesor de Historia, rector de la EMEM N° 5, D.E. 15, se refirieron a La convivencia en la escuela; los adolescentes y el ejercicio cotidiano de los derechos humanos: reflexiones sobre las prácticas. La presidenta del Consejo tuvo a su cargo una conferencia en la cual planteó la gravedad de la explotación sexual infanto-juvenil asociada con las intervenciones de ese organismo. 10

Los Cursos del Consejo

Durante el segundo cuatrimestre de ese mismo año se llevó a cabo el curso cuyos contenidos se publican en este volumen. En el año 2004, durante el primer cuatrimestre el curso de denominó La adolescencia, ¿cómo vivir con ella? Se inició con una conferencia: Derecho al salud de los adolescentes: entre la autonomía y la patria potestad, que desarrolló la Dra. Diana Mafia, doctora en Filosofía y en Ética, y continuó con la exposición del profesor Tavarone, docente cuya experiencia constituyó una importante novedad, quien se preguntó: El sujeto adolescente sustituyó al alumno del secundario: la escuela media ¿qué le ofrece? Las profesoras Haydée Baghino y la Lic. Alicia Pelliza abrieron un espacio para describir sus prácticas y sus conceptualizaciones mediante su texto: Una escuela posible: una convivencia que se construye. La doctora Silvia Duschatzky introdujo el tema La experiencia juvenil en la velocidad y el Lic. Agustín Rojo en su conferencia aportó un interrogante específico: ¿Qué destinatario construyen los mensajes de prevención del VIH? La Dra. Nora Elichiry, cuya calidad como investigadora le permitió introducir nuevas problemáticas, se ocupó de Las relaciones familia-escuela en los aprendizajes cotidianos, y la profesora María Elena Naddeo se refirió a las intervenciones del Consejo en conflictos con la famila, fugas del hogar y victimización sexual de la adolescencia. El Dr. Alberto Calabrese volvió a centrar su exposición en el consumo de sustancias, si bien aportando una nueva perspectiva: Drogas: miradas hacia la adultez y papel de la adolescencia; y el Dr. Gustavo Gallo reiteró los conceptos que había avanzado en el curso anterior, en esta oportunidad ejemplificando con nuevas experiencias. El año 2004 cerró con un nuevo curso referido a abuso sexual y maltrato contra niños y niñas, en el cual intervinieron algunos conferencistas que ya habían participado en reuniones anteriores: Virginia Berlinerblau, Angeles Burundarena, y se incorporaron el Lic. Jorge Garaventa, psicólogo, cuya conferencia se incluye en este volumen; el doctor Norberto Garrote, médico psiquiatra, quien abordó un tema escasamente analizado en los estudios dedicados al tema: Maltrato, abuso y discapacidad; también los profesionales miembros de la Defensoría de Flores, Dra. Gabriela Foncuberta, Lic. Marisa Villaruel y Dr. Martiniano Terragni, quienes expusieron el tema: La defensa de los derechos del niño víctima en la sede penal, incorporando una nueva variable en la temática que nos ocupa. Los profesores Lic. Perla Selmanovich, psicóloga, y Carlos Prado expusieron sus pensamientos y experiencias acerca de los medios de comunicación y las escuelas ante el cuidado de la infancia, recurriendo tam11

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

bién ellos al aporte de una nueva perspectiva para el análisis del abuso sexual y maltrato contra niños y niñas. El material que se obtuvo de la desgrabación de las conferencias se mantiene en espera, para diseñar nuevos volúmenes que permitan ofrecer a la comunidad los contenidos de la experiencia, y el rigor y la originalidad de sus autores.

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Una pregunta engañosa acerca del maltrato y del abuso sexual contra niños y niñas

Lic. Eva Giberti

Coordinadora del Curso. Lic. en Psicología (UBA). Asistente Social (UBA). Docente en la Especialización en Violencia Familiar (UBA) y en la Especialización en Derecho de Familia (UBA). Idem Maestría en Problemas y Patologías del Desvalimiento (UCES). Co-dirigió la Maestría en Ciencias de la Familia (Univ. Nac. Gral. San Martín). Asesora del Area Adopción del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. Entre sus libros están: Politicas y Niñez (en colaboración), Incesto paterno filial (Con S. Lamberti et alter), La Mujer y la violencia invisible (con Ana Fernández), Hijos del rock, y La familia, a pesar de todo.

La decisión que se tomó en el Consejo de los Derechos, cuando se eligió desarrollar este tema, es el producto no sólo del conocimiento del cual la institución dispone debido a la experiencia de las profesionales que la integran, sino también de los datos que el Equipo de Investigación aporta al sistematizar la información que proviene de las Defensorías Zonales y de la atención telefónica de la Línea 102. Por otra parte, las permanentes denuncias que el periodismo pone en evidencia, así como la tarea interinstitucional que se realiza con los hospitales de la Ciudad a los cuales concurren las víctimas, incorporan datos que corroboran la persistencia de estos delitos y agravios contra niños y contra niñas. La pregunta habitual: “¿Ahora se producen más abusos, o lo que sucede es que los medios de comunicación los difunden cada vez que ocurren?”, 13

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

que podría admitirse como curiosidad preocupada por parte de los adultos, también puede interpretarse como intento no consciente de derivar la atención ciudadana hacia una evaluación de índole histórica. La pregunta interroga dirigiendo (y esperando) la respuesta hacia una contestación convivencial: “En realidad estas cosas siempre ocurrieron. Ahora se habla más, la gente se atreve a denunciar, los chicos en general están advertidos…”; respuesta que tiende a tranquilizar a quien pregunta. “Si siempre ocurrió, entonces no es tan grave; si no fuera por los medios de comunicación no se sabría…” O sea, estamos frente a la tendencia que conduce a encubrir la gravedad de lo que sucede, neutralizándolo mediante la generalización “siempre ocurrió”. Se recurre a la frase consagrada por el imaginario social que omite la responsabilidad social aquí y ahora. Conviene discernir entre maltrato, por una parte, y por otra abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes. El maltrato constituye una dimensión abarcativa que incluye los abusos sexuales y los incestos como forma específica de maltrato explicitado mediante prácticas sexuales impuestas por los adultos, en detrimento de los derechos de niños y niñas. Dichas prácticas están reguladas por el abuso de poder. Otras formas de maltrato consisten en amenazas, castigos fisicos, negligencias, etc., y se instituyen también como abuso de poder sin que el niño o la niña sean demandados como acompañantes sexuales. Si revisamos la historia de la niñez y la historia de las civilizaciones encontraremos, detallada, la enunciación de las ferocidades cometidas contra niños y contra niñas. Lo cual no autoriza a aliviarse ni a desentenderse de los padecimientos actuales de nuestras niñas y niños. No hay razón alguna para tranquilizarse, por el contrario, es preciso registrar que determinados adultos pueden ser —y eligen ser—peligrosos para cualquiera de ellos. La parentalidad no garantiza trato considerado hacia los/as más pequeños/as: las familias son capaces de instituirse como núcleos de violencia contra ellos/as. Las instituciones escolares pueden incorporar malos tratos físicos y psicológicos, y la experiencia pone de manifiesto, que el abuso sexual contra niños y contra niñas encontró en el ámbito escolar un territorio que excepcional y coyunturalmente permitió disponer de criaturas según las preferencias del abusador. Frente a esta sistematización de delitos y agravios, los datos históricos nos interesan debido a la investigación y análisis de las situaciones en épocas diversas, según las geografías y las características de las organizaciones sociales de las distintas comunidades. Pero actualmente nos atañe el 14

Una pregunta engañosa

análisis, el estudio, las reflexiones y el entrenamiento para proceder según las demandas en nuestro pais. Estos motivos: 1) disponer de datos rigurosamente formalizados, 2) así como de las experiencias múltiples que el Consejo asume (prevención, docencia, divulgación, actualización, capacitación e intercambios institucionales), contribuyeron en la compaginación de un Curso cuyos contenidos, inicialmente editados en un CD en el cual se reprodujeron los textos de las conferencias, adviene ahora al ámbito de la palabra escrita.

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Palabras inaugurales

Prof. María Elena Naddeo

Profesora de Historia (UBA). Actual Presidenta del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes del GCABA. Fue Legisladora de la CABA (2000-1997). Concejala de la CABA (1997-1993). Delegada gremial docente en la CTERA (1992-1983). Miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Docentes de Enseñanza Media y Superior. Coautora e impulsora de importantes iniciativas legislativas en materia de derechos de la infancia y género (Ley 114: Protección integral de los derechos de niños, niñas y adolescentes; Ley 269: Creación del Registro de deudores alimentarios; Ley 474: Creación del Plan de igualdad de posibilidades y de trato entre varones y mujeres; Ley 418: Salud sexual y reproductiva, entre otras).

Este Curso está destinado a desarrollar planes y encuentros de actualización y capacitación del más alto nivel para los y las profesionales, operadores, docentes y todos los que de alguna manera estamos involucrados con la infancia y la adolescencia en esta ciudad y en este país. Se inscribe dentro de los objetivos que la Ley 114 —que es la Ley de protección integral de derechos de niños, niñas y adolescentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires—, la cual plantea diversas responsabilidades para quienes somos autoridad de aplicación, es decir, para el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. La Ley 114 aplica la Convención Internacional de los Derechos del Niño en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires; es una ley que se votó en la primera Legislatura porteña en diciembre de 1998. Esta ley reglamenta el funcionamiento del Consejo, organismo que estaba previsto ya en la Constitución de la Ciudad. Uds. conocerán que en 1996 se sanciona en la Convención Constituyente de la Ciudad de Buenos Aires la Constitución de la Ciudad Autónoma; una Constitución que es modelo en América Latina respecto del intento de un Estado moderno 17

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

por incorporar y hacer cumplir los Tratados Internacionales de Derechos Humanos. En el capítulo de Niñez, la Constitución de la Ciudad propone varios temas muy importantes relacionados con la ideología de los derechos humanos de los niños, y crea por ley un organismo especializado en infancia, que es este Consejo. Esos conceptos que están en la Convención Internacional, que se encuentran en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires y que desarrolla la Ley 114, tienen que ver con el paradigma de la protección integral. El paradigma de la protección integral nos plantea sostener una nueva concepción de la infancia; pensar a los chicos, a las chicas, a los adolescentes, como sujetos plenos de derechos, y definir que la responsabilidad de los adultos todos, del Estado, de las familias, de las instituciones tanto estatales como de la sociedad civil, es asegurar y garantizar el cumplimiento de esos derechos. Esta concepción modifica profundamente el viejo paradigma, que planteaba que los adultos y el Estado debíamos tutelar a los niños, a personas, que por su condición de “menores de edad” eran incapaces de tener su propia opinión, de manejarse por sí mismos. Esta vieja concepción tutelar, también conocida como doctrina de la situación irregular o patronato, es profundamente asimétrica y autoritaria. Se relaciona con la visión de identificar la minoría de edad con la incapacidad, asociada también con lo inferior y lo distinto, de manera estigmatizante, ajena a la normalidad planteada por la ideología dominante. La doctrina de la “minoridad” es una ideología profundamente discriminatoria que rigió las políticas institucionales de infancia durante todo el siglo XX, hasta la sanción de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Esa visión tutelar de la infancia todavía anida en determinadas culturas, en determinados patrones ideológicos, por eso aplicar los derechos de los chicos sigue siendo un espacio de debate, de confrontación, y todavía pesa en la legislación nacional, en la legislación del Patronato, la ley nacional 10.903 que es la vieja Ley Agote de principios del siglo XX y de la cual todos reclamamos su derogación. Para la Ciudad de Buenos Aires, de acuerdo con la Ley 114, la antigua ley de 1903 no es aplicable, no se considera legislación vigente en el ámbito de la Ciudad porque justamente contamos con la Convención Internacional y la nueva legislación propia de la Constitución porteña. Sin embargo, esto continúa siendo un tema de discusión, de diferencias y de desacuerdos en algunos ámbitos judiciales y en algunos ámbitos administrativos. 18

Palabras inaugurales

El Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes se propone velar por el cumplimiento de los derechos de los chicos. Es un organismo que cuenta con un Plenario muy importante que articula las políticas de infancia en la Ciudad de Buenos Aires con Salud, Educación, Desarrollo Social, Cultura, el Ministerio Público de la Ciudad, representantes votados por la Legislatura, uno de los cuales es Eva Giberti, que integra el Plenario del Consejo a propuesta de la Legislatura, junto con otros y otras Vocales, representantes de la sociedad civil, de Organizaciones No Gubernamentales que han elegido representantes para el Plenario del Consejo y representantes de las Defensorías Zonales. Las Defensorías de Niños que tiene el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que dependen del Consejo, son equipos interdisciplinarios que están en los distintos barrios de la ciudad. Equipos mixtos formados por abogados, psicólogos, asistentes sociales, que trabajan en las distintas temáticas que tienen que ver con reparar cualquier situación de vulneración de derechos que viva un niño y su familia. Además disponemos de una serie de circuitos para la atención de situaciones de emergencia; en la página web del Consejo de los Derechos, que es www.infanciayderechos.gov.ar, se encuentra el desarrollo de los programas y de los circuitos específicos de protección especial. El tema que se aborda hoy es uno de los más graves, es uno de los que merecen y reclaman nuestra mayor atención. El Consejo de la Ciudad de Buenos Aires aborda la temática de la asistencia a víctimas de las distintas formas de violencia que se ejercen contra los chicos. Estamos trabajando cada vez más articuladamente con los equipos de la Secretaría de Educación en todos los niveles educativos, con los servicios de salud, que en distintos hospitales públicos tienen excelentes equipos de asistencia a víctimas de maltrato y abuso, y también actuamos conectados con los equipos de la Dirección de la Mujer, de la Secretaría de Desarrollo Social. Necesitamos repensar, sistematizar, volver a formular nuevas estrategias en el tema de las intervenciones, del abordaje de nuestros equipos profesionales. Hay todavía distintas maneras de interpretar y de evaluar la temática, la intervención jurídica, la intervención profesional en el tema asistencial y en el seguimiento de las víctimas. Respecto de esto, me parece que hoy tenemos una conciencia más desarrollada en la valoración del papel fundamental de la denuncia, de la importancia de escuchar la voz de los chicos, y en la valoración del acompañamiento y la formación de los equipos profesionales en esa tarea; sin embargo, todavía hay sectores que resisten reconocer el problema y aceptar esta práctica, y muchas veces es costoso, en los estrados judiciales, querellar y lograr la condena de los abusadores, explotadores y maltratadores. 19

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

En este sentido, este Curso que hoy se inicia, con la coordinación de Eva Giberti y la presencia de los panelistas invitados que con desinterés y generosidad aportan su impresionante trayectoria y compromiso en esta temática, seguramente será un nuevo momento en el que podamos revisar y encontrar nuevas estrategias en temas que los chicos de la Ciudad de Buenos Aires y de todo nuestro país están demandando, y que es ni más ni menos que hacer justicia y reparar tanto daño y tanto sufrimiento. Este es uno de los mandatos y una de las obligaciones que tenemos por la Constitución de la Ciudad y por la Ley 114. Vuelvo a darles la bienvenida y a decirles que estamos a disposición de ustedes con relación a estos y otros temas que en el futuro podamos seguir abordando.

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1 Abuso sexual y malos tratos: respuestas institucionales en el marco de un circuito de protección integral de derechos.

Lic. Cristina Erbaro y equipo

Cristina Erbaro: Licenciada en Sociología; Carrera de Especialización en “Problemáticas sociales infantojuveniles”; Docente e Investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Coordinadora de la Unidad Técnica de Políticas, Investigación y Capacitación del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. Equipo de Trabajo: Patricia Aschieri, Mariana García, Natalia Llorca, Karina Mouzo, Beatriz Rego, Mercedes Romera, Delia Surra, Carla Villalta, Carmela Vives.

Introducción En primer lugar quiero agradecer, en nombre de todas mis compañeras, este espacio de participación. En segundo lugar quiero remarcar que esta presentación es producto de la elaboración colectiva de dos equipos integrados por profesionales de distintas disciplinas, como antropología, sociología y ciencias de la educación. Por último me interesa decirles que esta presentación está conformada por una primera parte conceptual que enmarca al resto del trabajo y que incluye algunas reflexiones sobre las respuestas institucionales a la problemática de abuso sexual y malos tratos en la Ciudad de 21

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Buenos Aires. Una segunda parte contiene una breve descripción de los servicios y programas de las distintas áreas de gobierno y de las organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la atención de la problemática que nos ocupa, y finalmente incluimos datos estadísticos de los servicios del Consejo.

Los derechos de los niños y las políticas públicas Es conocido por todos que no podemos hablar de la efectivización de los derechos de niñas, niños y adolescentes en nuestro país. El Estado argentino ha tomado posición de forma tal que la Convención Internacional Sobre los Derechos del Niño tiene desde el año 1994 rango constitucional. En este sentido, es importante señalar que cuando nos referimos a los derechos de los niños estamos hablando de la Constitución Nacional. En la Ciudad de Buenos Aires podemos decir que la situación es prácticamente la misma. En el año 1998 la Legislatura porteña sanciona la Ley 114 cuyo objeto, según el Art. 1, es la protección integral de los derechos de niñas, niños y adolescentes, y cuya autoridad de aplicación es el Consejo de los Derechos de la Ciudad, creado por la misma ley en el Capítulo 1°, Art. 45. Contamos entonces con un organismo especializado que tiene a su cargo las funciones que le incumben en materia de promoción y protección integral de derechos. Pero la Ciudad logra avanzar aún más en relación a la Nación, ya que en su Segunda Cláusula Transitoria la Ley 114 determina que en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires la Ley 10.903 no es aplicable, en todo cuanto se opone a la CIDN. Además en su Art. 8 establece la garantía de prioridad para niñas, niños y adolescentes, incluso en la asignación de recursos públicos. Basándonos en lo que Emilio García Méndez denomina “paradigma de la ambigüedad”, para aludir a la convivencia de nuevos discursos y viejas prácticas, esta breve introducción nos ha permitido mostrar que, a la fecha, uno de los obstáculos no es la falta de normativa, sino que se lo ubica en el terreno de las prácticas. 22

1 . Cristina Erbaro y equipo

En relación con este tema, aún hoy, casi 6 años después de su sanción, la Ley 114 sigue siendo para muchos, y también para algunos organismos del Estado, “la ley del Consejo”; esto coloca al “organismo especializado” en el lugar del único responsable de su cumplimiento y vigencia. Este es el segundo año que lo venimos planteando, ya que nos parece otro de los obstáculos a vencer. Entonces, una primera pregunta es hasta qué punto las prácticas institucionales y sociales se han adecuado a la normativa. Partimos de la idea de que todavía falta un largo trecho por andar. Por lo tanto, una de las tareas más importantes, todavía pendientes, consiste en instalar un debate crítico constructivo, tendiente a incorporar en las prácticas cotidianas el paradigma de la protección integral. La normativa vigente modifica la relación Estado-sociedad-familia que planteaba el modelo de la situación irregular o patronato del Estado. Podríamos decir que es el Estado el último en intervenir directamente sobre niñas, niños y adolescentes, pero es el primer obligado en garantizar políticas públicas que posibiliten a las familias cumplir con su rol en la crianza de sus hijos como sujetos de derechos. Esto se desprende de la lectura de la Ley 114. En su Art. 6, al referirse a la efectivización de derechos, dice que “la familia, la sociedad y el Gobierno de la Ciudad tienen el deber de asegurar la efectivización de sus derechos y procurar su desarrollo integral”. El Art. 18, al referirse al derecho a la dignidad, reitera el mismo orden: “es deber de la familia, la sociedad y el Gobierno de la Ciudad proteger la dignidad de niños, niñas y adolescentes impidiendo que sean sometidos a trato violento, discriminatorio, vejatorio, humillante, intimidatorio, a prostitución, explotación sexual o a cualquier otra condición inhumana o degradante”, fortaleciendo las relaciones familiares como ámbito privilegiado para el niño. El Art. 25 establece que “los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a ser criados por sus padres y a permanecer en su grupo familiar de origen, en una convivencia sustentada en vínculos y relaciones afectivas y comunitarias”. En este marco, podemos preguntarnos: ¿qué situaciones deben presentarse para que los padres o uno de ellos vean restringida o suprimida su patria potestad respecto del hijo? ¿Qué habilita al Estado a intervenir en la vida familiar? ¿De qué manera? Nos interesa enfatizar en la última pregunta, porque en su respuesta se definen cuestiones esenciales para la vida de un sujeto. El tema que nos convoca es una de las cuestiones en las que el Estado debe intervenir. Para quien fue abusado, maltratado, víctima de incesto pa23

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

terno-filial, las respuestas deben provenir desde el ámbito de las políticas públicas de infancia y adolescencia. Justicia para las niñas, los niños y los adolescentes agredidos quiere decir acceso a políticas adecuadas. Es el agresor quien merece la sanción por ser el responsable de los hechos cometidos y el destinatario de la acción penal o civil. El acceso a la justicia para el agredido consiste en garantizarle sus derechos, implementando, en caso de ser necesario, medidas de protección especial de derechos, establecidas en el Capítulo 2° de la Ley 114. Esto quiere decir que “judicializar” debe traducirse en solicitar una guarda, en impedir el contacto con el agresor/a, solicitar el ingreso a un hogar donde se preserve la vida en familia, entre otras cosas. También, en la posibilidad de que los niños, niñas y adolescentes puedan iniciar acciones en defensa de sus propios intereses en los ámbitos judiciales correspondientes. El año pasado, en este mismo ámbito dijimos que ésta era una de las cuestiones no logradas todavía. Sin embargo, como ustedes ya saben a partir de la exposición de los profesionales de la Defensoría de Flores, estamos hoy en condiciones de señalar que este caso constituye un importantísimo punto de partida para avanzar en el terreno de las prácticas institucionales. Es válido mencionar, en este contexto, el trabajo desarrollado por el equipo de investigación en relación con la existencia, todavía, de la figura de Protección de Persona (los resultados de la misma saldrán próximamente en una publicación), el cual devela que se siguen “gestionando” estrategias de intervención que implican, para los chicos, situaciones que nada tienen que ver con la vida familiar, ni con la restitución de derechos vulnerados. Así se los dispone, se realiza su seguimiento o se define su salida del grupo familiar y el ingreso a institutos. Estas intervenciones derivan en acciones que no hacen otra cosa que “castigar” a quien ha sido abusado o maltratado. Cabe aquí otra pregunta. ¿Por qué en presencia de dispositivos nuevos, pensados a partir de toda la legislación disponible en esta ciudad, se continúa con viejas prácticas y, debemos reconocerlo, no sólo desde el Poder Judicial sino también desde otros ámbitos del Estado? Estamos de nuevo de cara a la necesidad de alterar, transformar, conmover prácticas culturales, fuertemente arraigadas.

24

1 . Cristina Erbaro y equipo

¿Qué prácticas nuevas posibilita la legislación vigente? De acuerdo a la misma, el Estado local debe definir procedimientos y circuitos administrativos que garanticen derechos, para hacer efectivos los reconocidos por las normas jurídicas. El Consejo, en cumplimiento de sus funciones de promoción y protección, es el organismo competente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para tomar intervención en situaciones de “maltrato en todas sus formas”. La Ley 114 en su Art. 39 establece: “Toda persona que tomare conocimiento de la existencia de abuso físico, psíquico, sexual, trato negligente, malos tratos o explotación de niños, niñas y adolescentes debe comunicarlos inmediatamente a los organismos competentes y a las Defensorías Zonales creadas por la presente ley. Si fuere funcionario su incumplimiento lo hará pasible de sanción”. Aquí la legislación brinda una herramienta que permite que la denuncia no sea realizada directamente ante la Justicia, sino en el Consejo de los Derechos, que a través de sus servicios centralizados y descentralizados, y en forma articulada con otras áreas de gobierno, implementará la estrategia adecuada para cada caso particular, teniendo en cuenta el interés superior del niño, principio que permite dirimir posibles antagonismos y que guía las intervenciones que se pueden pensar y realizar sobre la vida del niño. En los casos en los que sea necesaria la intervención de la Justicia, la misma deberá siempre ser acompañada por las propuestas formuladas por los equipos técnicos del Consejo. En este sentido, se continúa avanzando en la tarea comenzada el año pasado, en forma conjunta con la Secretaría de Salud y la Secretaría de Educación, con el objetivo de establecer el marco legal operativo de aplicación de la Ley Nacional 24.417 (Protección contra la violencia familiar) para regular las acciones de todos los empleados y funcionarios públicos de las distintas áreas y organismos del GCBA. De esta manera, las acciones legales que correspondan serán iniciadas por el Defensor de Guardia o la Defensoría Zonal, ante la autoridad competente. Las Defensorías Zonales acompañarán las acciones legales con todos los antecedentes, el diagnóstico presuntivo, las propuestas de tratamiento previstas y la solicitud de las medidas jurisdiccionales pertinentes para el resguardo de los derechos consagrados en la Ley 114. Con la Secretaría de Educación se continúa trabajando en el Reglamento Escolar. 25

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Aquí cabe hacerse otra pregunta: ¿qué podemos hacer en el tema que nos convoca desde la promoción de derechos? Si bien en los últimos años la problemática de los malos tratos ha alcanzado mayor visibilidad, es necesario trabajar aún más en la perspectiva de la incorporación del paradigma de la protección integral en todos los ámbitos por los que el niño atraviesa. La Ley 114 “obliga” a todos los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires. Obliga, entre otras cosas, a establecer formas diferentes de vinculación con las niñas, los niños y los adolescentes. Los derechos de los chicos deben tener su correlato en las obligaciones de las instituciones públicas o privadas por las cuales transitan durante su crecimiento. Debemos entonces preguntarnos por el lugar que se le asigna a la palabra del niño en cada una de ellas. Un niño que realiza el aprendizaje cotidiano de ser escuchado y que se desarrolla en el marco de relaciones democráticas dentro de las instituciones, tiene mayores posibilidades de contrastar su realidad familiar y no instaurarla como el único modelo de relación que existe y al que debe someterse. En este mismo sentido, los profesionales que trabajan en instituciones que garantizan espacios de escucha, tienen mayores posibilidades de “darse cuenta” para “ver” que algo está pasando. Un Estado que toma posición es un Estado que se obliga. Se obliga a que su posición no se vea reducida a una mera declaración de principios, sino a contar con las políticas públicas adecuadas y necesarias, a darles prioridad en la asignación de los recursos. Se obliga también a no desarrollar propuestas, acciones que vulneren derechos o puedan llegar a violarlos; léase seguimientos, disposiciones, pericias, declaraciones, interrupciones en los vínculos significativos de su vida cotidiana, con familiares y amigos, para las víctimas de malos tratos o abuso sexual.

26

1 . Cristina Erbaro y equipo

Relevamiento de programas, servicios y organizaciones de la sociedad civil A partir del relevamiento llevado a cabo el año pasado por el Equipo de Formulación y Evaluación de Políticas Públicas se confeccionó una Guía de programas, servicios y organizaciones de la sociedad civil que abordan la problemática del maltrato y el abuso infantil. De este relevamiento surge que existe una oferta diversificada de servicios en relación con la dependencia y jurisdicción, el tipo de servicio, el tipo de abordaje y la especificidad de la prestación. Sin embargo, un análisis pormenorizado, realizado desde la protección integral de esta oferta diversificada de servicios y programas, plantea algunas cuestiones sustantivas. Si partimos de considerar a los chicos como sujetos de derecho, estamos obligados a revisar la caracterización diagnóstica de esta población desde una perspectiva de protección de derechos. Esto supone identificar los obstáculos existentes en la ciudad para la efectivización de los mismos y las medidas que el gobierno local adopta para removerlos. Requiere poner el acento no sólo en la oferta de políticas sociales y servicios, sino también en las condiciones y posibilidades que éstos ofrecen para garantizar un acceso seguro y universal, y en los mecanismos que los mismos ponen en marcha para asegurar la no discriminación, la participación, la provisión efectiva de los recursos y la adecuación de la normativa a lo establecido por la Ley 114. Más allá de los distintos enfoques disciplinarios (médico, psicológico, social, jurídico) de los servicios relevados, se observa cierta intencionalidad explícita de asumir la complejidad de la problemática del maltrato y el abuso. Esta intencionalidad se traduce en la conformación de equipos multidisciplinarios, integrados por profesionales formados en pediatría, psiquiatría, psicología, trabajo social, abogacía, educación, psicopedagogía y promoción de derechos, con el fin de lograr abordajes interdisciplinarios. Por otra parte, algunas experiencias de trabajo en red (por ej.: RIAVI, Red de Violencia de los Servicios de Salud) han permitido avanzar en el establecimiento de algunos acuerdos interinstitucionales de trabajo articulado para la instalación de un circuito de abordaje integral de esta problemática. Sin dudas, estos avances representan logros importantes en la posibilidad de intervención y reparación de daños frente a situaciones de maltrato y abuso infantil. 27

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Sin embargo, resulta fundamental consolidar un sistema de protección específico para niños y adolescentes que sufren esta problemática, estableciendo una coordinación entre los distintos sectores que despliegan acciones en la ciudad, y articulando estrategias para evitar la superposición de servicios y de esfuerzos. La detección activa debe constituir el primer paso de cualquier programa de intervención. La formación y capacitación de agentes de detección (educadores, trabajadores sociales, operadores comunitarios y adultos en general, que interactúan con niños), el conocimiento y la familiarización de éstos con la normativa vigente, así como el conocimiento del conjunto de servicios y recursos que la Ciudad ofrece para el abordaje de esta problemática, pueden contribuir a la detección del maltrato y abuso y a fomentar una rápida intervención. Asimismo, toda política de prevención requiere la implementación de acciones de sensibilización dirigidas a toda la comunidad.

Descripción de los servicios del CDNNyA e información estadística En el ámbito del Consejo de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes funcionan cuatro servicios: la Red de Defensorías, la Línea 102, la Guardia Permanente de Abogados y el Centro de Atención Transitoria, además del programa de Fortalecimiento de los circuitos de protección de derechos contra toda forma de explotación visible o no, remunerada o no, de niños y niñas, y dentro del mismo, el de explotación sexual comercial. Servicios del CDNNyA

Descripción

Tipo de acceso

Defensorías Zonales

Asesoramiento, seguimiento y patrocinio jurídico.

Servicio de acceso voluntario

Línea 102

Atención telefónica las 24 hs. Recepción Servicio de acceso voluntario de denuncias de la población en general, asesoramiento y derivación.

Guardia Permanente de Abogados

Atención las 24 hs. Recepción de Servicio de acceso institucional denuncias institucionales, asesoramiento y derivación.

Centro de Atención Transitoria

Centro de alojamiento para niños de 6 a 21 años en situaciones de emergencia. 28

Servicio de acceso por derivación

1 . Cristina Erbaro y equipo

Seguramente la mayoría de ustedes conocen las Defensorías Zonales (Servicios Descentralizados de Protección y Promoción de Derechos); en la actualidad funcionan 14 servicios descentralizados del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y 1 ONG. A cargo de las mismas están equipos de profesionales integrados por psicólogos, trabajadores sociales y abogados. Entre sus objetivos se encuentra la promoción y protección de derechos de las niñas, niños y adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires y el fortalecimiento de las capacidades institucionales y comunitarias para la instalación de una Política de Protección Integral, descentralizada, intersectorial y participativa. Sus destinatarios son niños/as y adolescentes, y sus familias. Sus tareas, entre otras, son: brindar orientación, asesoramiento y patrocinio jurídico gratuito, realizar el seguimiento de casos y su eventual derivación a partir del trabajo en red con instituciones de áreas gubernamentales y con organizaciones no gubernamentales. La Línea 102 es un servicio de atención telefónica que funciona las 24 hs del día durante todo el año. Recibe consultas de la población en general con relación a cualquier situación que involucre a niños/as y adolescentes. Su tarea principal consiste en el asesoramiento y derivación de la demanda telefónica a los diferentes servicios del Consejo o a las áreas de gobierno que correspondan. Cabe destacar que es un servicio de fácil acceso; se puede llamar desde cualquier teléfono y siempre hay una escucha que orienta y asesora. La Guardia Permanente de Abogados está integrada por abogados que atienden las 24 horas, durante todo el año. Tiene a su cargo la recepción de consultas y denuncias institucionales vinculadas con situaciones de amenaza o de violación de derechos, así como la atención de niñas, niños y adolescentes involucrados en situaciones contravencionales. Interviene realizando asesoramiento, patrocinio y derivación. Es importante señalar que el acceso a este servicio se realiza a través de las instituciones, no es un servicio abierto al público en general. El Centro de Atención Transitoria (CAT) es un centro para el alojamiento de chicos que, por distintas razones, se encuentran alejados de sus familias y/o en conflicto con ellas. La derivación a este centro es realizada por la Guardia Permanente de Abogados ante situaciones de emergencia. El CAT es de régimen abierto para chicos de 6 a 21 años de edad. El equipo de profesionales está formado por trabajadores sociales, psicólogos, abogados y operadores sociales. Todos estos servicios proponen intervenciones en consonancia con la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (CIDN). El abordaje, 29

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

de carácter interdisciplinario, articula acciones descentralizadas que tienen como meta intervenciones mínimas, garantistas y desjudicializadoras de situaciones sociales. A continuación presentamos los datos estadísticos del año 2003, elaborados para cada uno de los servicios del Consejo. Antes de dar cuenta de los datos estadísticos, creemos interesante describir el proceso de construcción de las categorías que utilizamos para sistematizar y analizar la demanda. En el año 1996, dentro del programa de Asistencia Jurídica dependiente de la Secretaría de Promoción Social, hoy Desarrollo Social, se crea el área de investigación de la Red de Defensorías de la Ciudad de Buenos Aires. Una de sus primeras tareas fue la de conocer la población usuaria de la Red y la demanda que llegaba a este servicio. En la medida en que la tarea estaba enmarcada dentro del paradigma de la protección integral, y dado que las categorías existentes, hasta ese momento, reflejaban una visión de la infancia y la adolescencia entendida como objeto de protección y control, que sólo permitía abordar la realidad de los chicos desde una perspectiva adultocéntrica, entendimos que nuestro primer desafío era construir categorías que dieran cuenta de la demanda de los niños y adolescentes como sujetos de derechos. Así nuestro enfoque ha consistido, y consiste aún, en analizar los motivos de consulta recibidos por los distintos servicios, desde la perspectiva de los derechos incluidos en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Los datos no son neutros; y toda construcción implica una toma de posición. Creemos que un abordaje que considera a los chicos como sujetos, posibilita caracterizarlos como ciudadanos capaces de cuestionar, reflexionar y ser partícipes en las decisiones sobre su vida. Asimismo, constituye un valioso insumo que contribuye al diseño y redireccionamiento de políticas dirigidas a este sector de la población. Si bien la demanda recibida por los servicios dependientes del Consejo es analizada en el marco de la protección integral de derechos, hemos considerado necesario construir categorías diferenciadas en función de las particularidades de cada uno de ellos. En este sentido, los hemos agrupado en servicios de acceso voluntario (Defensorías Zonales, Línea 102) y servicios de acceso por derivación (Centro de Atención Transitoria y Guardia Permanente de Abogados). Dicha distinción se basa en la posición que ocupan los sujetos en el momento de realizar la consulta. Así, en el caso de los servicios cuya demanda tiene origen en una derivación, el motivo de la consulta 30

1 . Cristina Erbaro y equipo

ha sido tamizado previamente por la intervención de una institución; es por ello que las categorías son descriptivas. En el caso de los servicios de acceso voluntario, las categorías de análisis han sido construidas como derechos. Para todos los servicios se han elaborado instrumentos específicos de recolección de información. Es válido aclarar que un motivo de consulta puede estar relacionado con varios derechos a la vez; en estos casos el criterio seguido para la conversión del motivo al derecho, es pensar en términos de derechos y ubicar la problemática en el más específico. Como hemos dicho, esta reducción permite visualizar los derechos reclamados por los niños y adolescentes usuarios del servicio y analizar sus problemáticas desde esta perspectiva. Los derechos utilizados para agrupar la demanda de los servicios de acceso voluntario son: • • • • • • • • • •

Derecho Derecho Derecho Derecho Derecho Derecho Derecho Derecho Derecho Derecho

a la convivencia familiar a la familia/cuota alimentaria al desarrollo humano/autonomía a un nivel de vida adecuado a la identidad a no ser discriminado a la defensa a medidas de protección especial de derechos a ser informado a medidas de protección contra situaciones de violencia

Las categorías de los servicios de acceso por derivación son: • • • • • • • • • •

Detención policial arbitraria Nivel de vida adecuado Niños extraviados Fugas Problemas de convivencia Autorizaciones y pedidos Asesoramiento Medidas para la definición de la situación familiar Defensa Medidas de protección contra situaciones de violencia

31

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Seguidamente desarrollaremos el derecho y la categoría “Medidas de protección contra situaciones de violencia”. Cabe señalar que tanto en los servicios de “acceso voluntario” como en los de “acceso por derivación” aparece como derecho y como categoría “Medidas de protección contra situaciones de violencia”. Esta equivalencia se debe a la especificidad de este tipo de situaciones, en las cuales los niños son víctimas de delitos. En este sentido no se advierten diferencias entre las consultas realizadas por particulares o por una institución. Esta dimensión de análisis se basa en la obligación que tiene el Estado de proporcionar a los niños la protección y el cuidado necesario para su bienestar y de implementar las medidas adecuadas teniendo en cuenta los derechos y las obligaciones de sus padres u otros responsables. Los artículos de la CIDN que hacen referencia a esta categoría son: 3.2, 19.1, 20, 32, 34, 35, 36 y 39. Dada la cantidad y diversidad de la demanda, hemos considerado necesario distinguir, al interior de “Medidas de protección contra situaciones de violencia”, grupos que permitan describir más específicamente los diferentes tipos de motivos que la integran. Estos grupos son: • Protección de derechos de víctimas de delitos c/ la integridad sexual: Incluye los siguientes motivos: “violación”; “abuso sexual” (por parte de padre, pareja de la madre, conocido, etc.); “presunción de abuso deshonesto”; “se presume que son manoseados y son testigos de relaciones sexuales”. • Protección c/ la explotación sexual y comercial: se incluye “ejercicio de la prostitución”; “utilización de chicos en pornografía infantil por Internet”. • Protección de derechos de víctimas de negligencia y maltrato: los motivos que se consignan son: “maltrato”; “abandono”; “niño/a víctima de amenazas”; “la chica es amenazada por el novio”; “protección por abandono”; “maltrato de un vecino hacia el chico”; “hijo abandonado por la mamá”. • Protección de derechos de víctimas de violencia familiar: hace referencia a todo tipo de violencia (física y psíquica) dentro de las relaciones familiares. Motivos: “violencia familiar”; “violencia por par32

1 . Cristina Erbaro y equipo

te de uno de los padres”; “marido ebrio las golpea”; “la mamá consume drogas y dice que se va a suicidar y matar a la hija”. • Protección de derechos de víctimas de delito c/ la propiedad, c/ las personas y c/ la libertad: “víctima de robo”; “lesiones”; “lo amenazaron de muerte”; “niño robado en la calle”; “un hombre se llevó al hijo a Paraguay sin su consentimiento”; “privación ilegítima de la libertad”. • Protección de derechos c/ las peores formas de explotación: los subgrupos que se han construido son: - Reducción a la servidumbre - Tráfico de estupefacientes - Otras • Otros. Cabe destacar que la distinción entre Protección de derechos de víctimas de negligencia y maltrato y Protección de derechos de víctimas de violencia familiar es de índole metodológica, ya que nos permite visualizar en forma diferenciada la diversidad de situaciones por las cuales se consulta. De este modo, en la primera categoría (víctimas de negligencia y maltrato) se incluyen las consultas en las que se explicita claramente que los malos tratos tienen por objeto al niño/a o adolescente; es decir, se trata de acciones —ya sea de maltrato, descuido o negligencia— ejercidas sobre los niños. En la otra categoría (víctimas de violencia familiar) se incluyen aquellos motivos en donde las situaciones de violencia involucran a todo el grupo familiar, con lo cual la violencia es ejercida ya sea sobre los niños, o sobre los adultos integrantes de esa familia. De esta manera se distingue entre la situación de maltrato ejercida ex profeso sobre el niño y la situación de maltrato en la que el niño es víctima de una situación de violencia que se vive en el hogar.

33

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Red de Defensorías Zonales de Niñas, Niños y Adolescentes Durante el año 2003, en las Defensorías Zonales se registraron un total de 9.896 motivos de consulta que involucraron a 8.150 niños, niñas y adolescentes. Cabe aclarar que el total de consultas no es el mismo que el total de niños usuarios del servicio, ya que un niño y/o adolescente en una misma entrevista puede realizar más de una consulta.1 Los tres derechos más solicitados fueron: • Derecho a la convivencia familiar, con el 29,61% (2.930 motivos). • Derecho a un nivel de vida adecuado con el 21,20% (2.098 motivos). • Derecho a medidas de protección c/ situaciones de violencia, con el 17,05% (con 1.687 consultas). DERECHOS

Consultas

%

A NO SER DISCRIMINADO

41

0,41

A SER INFORMADO

132

1,33

DEFENSA

95

0,96

DESARROLLO HUMANO/AUTONOMIA

380

3,84

2.930

29,61

FAMILIA/CUOTA ALIMENTARIA

917

9,27

IDENTIDAD

862

8,71

MEDIDAS DE PROTECCION C/ SITUACIONES DE VIOLENCIA

1687

17,05

MEDIDAS DE PROTECCION ESPECIAL DE DERECHOS

208

2,10

2.098

21,20

OTROS

234

2,36

S/I

312

3,15

9.896

100

CONVIVENCIA FAMILIAR

NIVEL DE VIDA ADECUADO

TOTALES

1 Por ejemplo, en las Defensorías una mujer puede consultar por una situación de violencia familiar y requerir también la tramitación de la documentación de los hijos. En este caso, se considera que los motivos de consulta son dos, uno referido a alimentos y otro a documentación. Estos dos motivos son luego convertidos en derechos, es decir, agrupados en categorías. 34

1 . Cristina Erbaro y equipo

Del total de consultas, el 54% fueron realizadas por mujeres y el 45% por varones.

Derecho a medidas de protección contra situaciones de violencia

17 %

Otros derechos 83 %

Hasta los 12 años se concentra el 74% del total de consultas, disminuyendo la cantidad a medida que aumenta la edad. La distribución al interior de este derecho, es la siguiente: GRUPOS DEL DERECHO: MEDIDAS DE PROTECCION CONTRA SITUACIONES DE VIOLENCIA

TOTAL

%

VICTIMAS DEXPLOTACION COMERCIAL SEXUAL

10

0,5

VICTIMAS DE LAS PEORES FORMAS DE EXPLOTACION

4

0,2

VICTIMAS DE DELITO C/ PROPIEDAD, LIBERTAD Y PERSONAS

51

3

VICTIMAS DE DELITO C/ LA INTEGRIDAD SEXUAL

218

13

VICTIMAS DE NEGLIGENCIA Y MALTRATO

546

32,3

VICTIMAS DE VIOLENCIA FAMILIAR

858

50,85

1.687

100

TOTAL

Al interior del grupo víctimas de negligencia y maltrato se observa que 399 consultas se relacionan a maltrato y 147 a negligencia. Con relación a la variable sexo, han consultado por igual varones y mujeres.

35

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Negligencia

27 %

Maltrato

73 %

En relación con el grupo de víctimas de delitos contra la integridad sexual se observa que el 85% corresponde a abuso, con 185 consultas, y el 15% a violación, con 33 consultas. Con relación a la variable sexo, el 75,21% de las consultas las efectuaron mujeres.

Violación

15 %

Abuso

85 %

36

1 . Cristina Erbaro y equipo

Línea 102 Durante el año 2003, en la Línea 102 se registraron un total de 9.567 consultas. Los derechos más solicitados fueron: • Derecho a un nivel de vida adecuado, con el 38,72% (3.705 consultas). • Derecho a medidas de protección contra situaciones de violencia, con el 30,58% (2.926 consultas). • Derecho a la convivencia familiar, con el 14,46% (1.384 consultas).

Cantidad de motivos de consulta.

31 %

Medidas de protección contra situaciones de violencia.

69 %

En lo que respecta al derecho a medidas de protección contra situaciones de violencia, el 47% de las consultas las realizan mujeres y el 51% varones. Podemos decir que la mayor cantidad de consultas se concentran hasta los 12 años (76,5%). La distribución al interior de este derecho, es la siguiente: GRUPOS DEL DERECHO: MEDIDAS DE PROTECCION CONTRA SITUACIONES DE VIOLENCIA

Niñas/os y adolescentes

%

VICTIMAS DE EXPLOTACION SEXUAL COMERCIAL

38

1,3

VICTIMAS DE DELITOS C/ LA INTEGRIDAD SEXUAL

241

8,2

VICTIMAS DE DELITOS C/ PROPIEDAD, LIBERTAD Y PERSONAS

13

0,4

1.647

56,1

987

34

2.926

100

VICTIMAS DE NEGLIGENCIA Y MALTRATO VICTIMAS DE VIOLENCIA FAMILIAR TOTAL 37

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Para visualizar en forma más desagregada los motivos que se incluyen en estas categorías presentamos el siguiente gráfico. En él se observa que el 27% de las consultas se relacionan con situaciones de negligencia y el 73% con maltrato; consultaron más varones (54,5%) que mujeres.

Negligencia

27 %

Maltrato

73 %

En relación con el grupo de víctimas de delitos contra la integridad sexual, se observa que la mayoría de las consultas están relacionadas con situaciones de abuso y sólo el 6% de violación. El 63,3% de las consultas fueron realizadas por mujeres.

Violación

6%

Abuso

94 %

38

1 . Cristina Erbaro y equipo

Servicios de acceso por derivación Guardia Permanente de Abogados Durante el año 2003, en la Guardia Permanente de Abogados se recibieron 2.526 consultas. Las categorías que reúnen más consultas han sido: • Autorizaciones y pedidos, con el 24,9% (628 consultas). • Nivel de vida adecuado, con el 14,3% (361 consultas). • Detención policial arbitraria, con el 13,61% (344 consultas).

Medidas de protección con situaciones de violencia

10 %

Otros motivos de consulta 90 %

Podemos decir que la categoría Medidas de protección contra situaciones de violencia ocupa el 6° lugar, con el 10,5% del total. En relación con la distribución por sexo en esta categoría, se observa que el 49% corresponde a consultas que involucran a mujeres, y el 44,5% a varones. A diferencia de los otros servicios, la franja etaria que concentra la mayor frecuencia es la de 16 a 18 años, que representa el 23,4%, y le sigue en importancia la de 10 a 12 años, con el 16,6%. Esto se puede relacionar con la mayor cantidad de consultas relativas a víctimas de explotación sexual comercial que son realizadas por la Policía y/o la Justicia Contravencional de la Ciudad, en base al artículo 71 del Código de Convivencia Urbana (oferta y demanda de sexo en la vía pública). 39

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

La distribución al interior de esta categoría, es la siguiente: GRUPOS DE LA CATEGORIA MEDIDAS DE PROTECCION CONTRA SITUACIONES DE VIOLENCIA

Niñas/os y adolescentes

%

VICTIMAS DE DELITOS C/ LA INTEGRIDAD SEXUAL

43

16,3

VICTIMAS DE NEGLIGENCIA Y MALTRATO

81

30,5

VICTIMAS DE VIOLENCIA FAMILIAR

86

32,4

VICTIMAS DE EXPLOTACION SEXUAL COMERCIAL

48

18,2

VICTIMAS DE DELITO C/ PROPIEDAD, LIBERTAD Y PERSONAS

7

2,2

265

100

TOTALES

El grupo Protección de derechos de víctimas de negligencia y maltrato, suma un total de 81 consultas, que se subdivide en 17 de Negligencia y 64 de Maltrato. Cabe destacar que para Negligencia, las consultas realizadas por mujeres son 10 y las realizadas por varones 7. Con relación a la variable edad, la mayor frecuencia se concentra en la franja etaria de 0 a 3, con el 47% de las consultas. Para Maltrato, podemos decir que de las 64 consultas, el 51,7% están relacionadas a varones y el 48,3% a mujeres. Con relación a la variable edad, hasta los 15 años se concentra el 87,5% de las consultas. El grupo Protección de derechos de víctimas de delitos contra la integridad sexual, suma un total de 43 consultas, que se sudidive en 35 de abuso sexual y 8 de violación. Cabe destacar que para Abuso, el mayor porcentaje de las consultas están relacionadas con mujeres. Con respecto a la edad, se observa que en la franja etaria de 10 a 12 años se concentra la mayor frecuencia, con 9 consultas. Cabe destacar que a diferencia de los otros tipos de consulta que generalmente son resueltos directamente por la Guardia Permanente, la mayor parte de las relativas a violencia familiar, víctimas de negligencia y maltrato y víctimas de delitos c/ la integridad sexual, han sido derivadas por la Guardia Permanente de Abogados, ya sea a Defensorías zonales, Defensorías Públicas de Menores, Poder Judicial, o al Centro de Atención Transitoria.

40

1 . Cristina Erbaro y equipo

Centro de Atención Transitoria Durante el año 2003, en el Centro de Atención Transitoria hubo 673 de niños/as y adolescentes ingresados. Las categorías de motivos de ingreso que reúnen mayor cantidad de frecuencias son: • • • •

Nivel de vida adecuado, con el 25% (167 ingresos). Detención policial arbitraria, con el 23,2% (156 ingresos). Niños extraviados, con el 16,2% (109 ingresos). Medidas de protección contra situaciones de violencia, con el 14,3% (96 ingresos).

14 %

Medidas de protección contra situaciones de violencia Otros motivos de ingreso

86 %

En la categoría Medidas de protección contra situaciones de violencia, encontramos un 27% de mujeres y un 73% de varones. La franja etaria que concentra la mayor frecuencia es la de 13 a 15 años, que representa el 26%, y le sigue en importancia la de 16 a 18 años, con el 18,7%. La distribución al interior de esta categoría, es la siguiente: GRUPOS: PROTECCION CONTRA SITUACIONES DE VIOLENCIA

Niñas/os y adolescentes

%

VICTIMAS DE DELITOS C/ INTEGRIDAD SEXUAL

6

6,25

VICTIMAS DE NEGLIGENCIA Y MALTRATO

55

57,3

VICTIMAS DE VIOLENCIA FAMILIAR

24

25

VICTIMAS DE EXPLOTACION SEXUAL COMERCIAL

11

11,4

TOTALES

96

100

41

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

El grupo Protección de derechos de víctimas de negligencia y maltrato representa el 57,29% del total de la categoría. Para este grupo, podemos decir que el 29% de los ingresos están relacionados con Negligencia y el 71% con Maltrato. Cabe destacar que en ambas problemáticas se constata una mayor cantidad de ingresos de varones (76,4%) que de mujeres (23,6%). El grupo Protección de derechos de víctimas de delitos c/ la integridad sexual representa el 6,25%. Es importante señalar que todos los ingresos relacionados con este grupo corresponden a mujeres. Se registró un solo caso de violación, mientras que el resto fue de abuso. La franja etaria donde se concentra la mayor cantidad de ingresos por este tema es la de 13 a 15 años.

Consideraciones finales Todos, cada uno en el lugar y desde el objetivo que su práctica tiene, estamos obligados a superar el paradigma de la ambigüedad, porque la posibilidad de ir generando nuevas prácticas es un proceso social que debe ser construido en forma colectiva, interpelando conceptos, intervenciones, asumiendo la responsabilidad de que con nuestras modalidades de relación y las actuaciones que llevemos a cabo con niñas, niños y adolescentes, ellos escriben una parte de su historia.

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Un espacio de escucha y visibilización de situaciones de vulneración de derechos de chicos y chicas: la Línea 102

Lic. María Federica Otero

Licenciada en Psicología. Master en Psicología Clínica (UNB, Brasil). Integrante del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (GCBA). Docente 1ª regular, Carrera Psicología, e investigadora de la Universidad de Buenos Aires. Coordinadora del libro Infancia, Vulneración de Derechos e Intervenciones en la Urgencia. Editorial Espacio, 2004.

“Somos los niños y niñas cuyas voces no se oyen: es hora de que nos tomen en cuenta.”1 Las voces de todos los niños deben ser escuchadas y tomadas en cuentas, y particularmente aquellas que denuncian desgarradoras situaciones de vulneración y/o violación de derechos. Con el objeto de escuchar esas voces, tomarlas en cuenta e intervenir con y junto a ellas es que se crea dentro del ámbito del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, una línea telefónica gratuita para todos los chicos, chicas y adultos de la Ciudad de Buenos Ai-

1 Declaración del Foro de la Infancia (UNICEF), Nueva York, mayo de 2002. 43

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res que deseen consultar, asesorarse, denunciar y/o solicitar intervención profesional frente a cualquier y toda situación en la que se presuma que se están violando derechos de niños. Comprometidos con los derechos de la infancia y la juventud, consideramos fundamental implementar políticas publicas universales, esto es: herramientas que se ofrezcan a todos los chicos de la ciudad sin distinciones de clases sociales, ni religiosas, ni económicas, ni cualquier otro intento de discriminación. Por ello es que promovimos un espacio de escucha con acceso fácil, ágil y permanente; removiendo así obstáculos burocráticos que impiden o entorpecen el pleno ejercicio de sus derechos. Un espacio donde los chicos/as y jóvenes se sientan escuchados, donde esa escucha sea tomada, tenida en cuenta y encauzada. El cauce puede conformarse en contención emocional, asesoramiento, implementación de medidas de protección especial, medidas de resolución alternativa de conflictos, etc. El desafío mayor del servicio es romper con el incesante silencio e invisibilidad típica operante en la gran mayoría de las situaciones de violación de derechos (abusos sexuales, malos tratos y tantas otras prácticas abusivas en los niños desde diferentes sujetos y sectores de la sociedad) y hacer así palabra aquello que se silencia. La tarea es compleja y comprende varios posibles niveles de intervención: a. Asesoramiento y derivación de la demanda telefónica a los diferentes servicios propios o de las áreas de gobierno que correspondan. Entre los principales servicios podemos mencionar: en primer lugar la red de Defensorías del propio organismo, el Programa de Erradicación del Trabajo Infantil, el equipo de monitoreo del organismo de atención a la infancia, el área legal y técnica, el Programa Buenos Aires Presente, el Programa Chicos de la Calle de la Dirección del Infancia del GCABA, hospitales, SESACS, etc. b. Recepción y derivación de denuncias a los organismos o servicios correspondientes. c. Seguimiento de la derivación. d. Recepción, derivación, seguimiento y evaluación de denuncias sobre calidad institucional. La Línea 102 recepciona las denuncias contra violaciones de derechos (sean en ámbito privado, público, familiar y/o institucional), en un amplio 44

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abanico de situaciones dentro de las cuales podemos mencionar las siguientes, a modo de ejemplo: • Consultas por niños/as en situación de calle. • Consultas de índole informativo sobre diferentes servicios locales, nacionales, sociales y judiciales de atención a la infancia. • Consultas por niños/as extraviados/encontrados. • Consultas por detención policial de niños/as y adolescentes. • Consultas por dificultades de acceso a diferentes servicios de atención. • Consultas por asesoramiento para la resolución de alguna conflictiva familiar. • Denuncias explícitas de violación de derechos en niños/as y adolescentes; entre las cuales se encuentran situaciones de explotación comercial, sexual, abuso sexual. • Chicos y chicas perdidos (para estas situaciones la Línea 102 distribuye carteles por la ciudad de Buenos Aires con las fotos de los chicos perdidos). Es prioridad de la Línea 102, además, motivar a los chicos a que sean ellos mismos quienes puedan buscar ayuda cuando la necesiten, denunciar o encontrar una “oreja siempre disponible” a escucharlos y contenerlos, o asesorarse por cualquier tema que responda a la inquietud del ejercicio de sus propios derechos relacionados con su salud, educación, información en general, y todo aquello que favorezca su desarrollo pleno (convivencia, salud, representante legal, accesibilidad a información sobre HIV, ejercicio de su sexualidad, etc.). El acceso directo de los jóvenes al servicio 102, permite en muchos casos el nacimiento de un movimiento subjetivo particular, respondiendo a las primeras experiencias de toma de decisiones por sí mismos y de pedir ayuda; poniendo en práctica la condición de sujetos de derechos y no de objetos de decisiones verticalistas y a veces hasta dictatoriales por parte de algunos adultos. En este sentido, es importante destacar que aún es necesario continuar el largo camino de trabajo con los adultos en cuanto a dos ejes principales: 1. Proceso de reconstrucción social de una sociedad adaptada a todos y no sólo a los “incluidos”. Sociedad donde todos y cada uno podamos tener nuestro lugar, implicancia y nivel de decisiones.

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En este sentido, los niños/as y adolescentes muchas veces forman parte de los “excluidos de la sociedad”. 2. Proceso de concientización ciudadana, con relación a la implicancia de la responsabilidad de cada ciudadano en la problemática actual de la infancia. El “no te metas”, tan arraigado en algunas prácticas, debe comenzar a transformarse en interés y responsabilidad sobre las problemáticas de los demás ciudadanos. Y es aquí donde el Estado debe responder a las demandas de los ciudadanos, sin repetir las prácticas verticalistas, sino trabajando junto y con ellos.

Algunas situaciones ejemplificadoras de intervención de la Línea 102 El interés superior del niño, la desjudicialización de las situaciones de pobreza, el compromiso de que ningún niño se encuentre en situación de explotación, abuso y/o maltrato, discriminados, etc., son los ejes que sustentan todas las intervenciones de la Línea 102 de la Ciudad de Buenos Aires. Si nos detenemos en el ya mencionado proceso de concientización de la ciudadanía en relación con la problemática infanto-juvenil, no podemos dejar de nombrar el avance de las organizaciones de la sociedad civil en este tema. Las llamadas ONGs, tal vez representen uno de los mejores ejemplos de avance en cuanto al interés y responsabilidad civil. La situación que a continuación relataremos es un ejemplo fiel de esto. Laura es una joven de 16 años perteneciente a una familia compuesta por la madre, el esposo de la madre y siete hermanos. Laura es de clase baja, con acceso a educación, actualmente cursando estudios en un programa de la Secretaría de Educación. Asimismo, asiste a las actividades barriales de una organización civil de su barrio, con cuyos integrantes mantiene un fuerte vínculo afectivo. Laura y su familia venían sido asistidas por un equipo de violencia familiar, sin mucho éxito. 46

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Un día, la joven se acerca a una profesional de la organización civil y le dice que se fue de su casa luego de una discusión con el esposo de su madre, situación que había culminado con un golpe de la madre hacia su marido, realizado con un fierro. La organización civil se conecta con la Línea 102 para solicitar asesoramiento. A través de la “Línea”, interviene un equipo del CDNNyA, el cual evalúa la situación y decide —en la emergencia— junto con Laura y su referente afectivo de la organización civil, el ingreso de la joven al Centro de Atención Transitoria, para su resguardo, una evaluación más profunda de la situación y resolución de la misma. Ya estando en el Centro de Atención Transitoria, las entrevistas mantenidas con la madre demuestran una estructura muy rígida, con marcado autoritarismo; actitudes que no le permiten por el momento comprender la situación de violencia que están padeciendo su hija y ella misma. Además, la joven no gozaba de otros derechos fundamentales en cualquier adolescente, como salir con amigos y tener tiempo para los estudios, ya que debía hacerse cargo del cuidado de sus hermanos, entre ellos uno discapacitado. Desde lo estratégico profesional se intentó encontrar un familiar o referente afectivo con el cual pudiese ir a convivir la joven, pero no se logró. Por lo tanto, Laura pasó a vivir en un pequeño hogar convivencial donde puede, en principio, continuar con sus actividades y desarrollarse en armonía. En la actualidad se está trabajando en la revinculación familiar, con importantes avances. Como se puede observar en esta situación ejemplificadora, la Línea 102 permite que situaciones que ameritan intervenciones en la urgencia sean atendidas a través de lo que hemos denominado “Circuito de Emergencia del CDNNyA”. Este circuito interno de emergencia está conformado en la articulación de diferentes programas interdisciplinarios del propio organismo, como ser: Centro de Atención Transitoria (centro de alojamiento transitorio para niños, niñas y/o adolescentes que realiza contención, evaluación y resolución alternativa de conflictos en la urgencia), Programa de Fortalecimiento del Circuito de Protección Integral contra toda forma de explotación infantil, Guardia Permanente Jurídica, Registro de Chicos Perdidos y otros programas del GCABA, como Chicos de la Calle, Bs. As. Presente, entre otros. La articulación en la emergencia permite la restitución inmediata del derecho vulnerado que haya causado mayor daño físico y psíquico, di47

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bujando y preparando el campo para un proceso mayor y más profundo —a mediano plazo— donde se restituyan los demás derechos y se trabaje para sostener esta nueva realidad y prevenir futuras situaciones similares de violación de derechos. Otra situación ejemplificadora es el caso de los hermanos “Q”. Esta segunda situación representa el interés y acceso a la Línea 102 por parte de los ciudadanos. Un vecino —de identidad reservada— llama a la Línea 102 denunciando que en un sótano de un restaurant ubicado en pleno centro de la ciudad mantenían cautiva a una niña de 8 años, en condiciones infrahumanas. A través de la Línea 102, interviene la Guardia Permanente de Abogados del organismo, quienes articulan la estrategia intervencional con la Justicia para verificar la denuncia. Efectivamente, se comprueba que una niña era dejada gran parte del día sola en el sótano de un comercio en, condiciones deplorables. No sólo ella era víctima de maltrato por parte de sus padres, sino también sus hermanos, aunque en menor cantidad de tiempo. Gracias al llamado de ese ciudadano a la Línea 102 se logró la libertad de la niña y sus hermanos. Otras situaciones que caben mencionar se refieren al uso de la “Línea 102” por parte de los chicos que se encuentran en situación de calle. Al ser una línea telefónica gratuita que funciona las veinticuatro horas del día, permite que los chicos puedan comunicarse con “los operadores de calle” frente a cualquier situación de peligro. Todas estas intervenciones se hacen posible no sólo por la articulación del circuito interno del Consejo frente a las emergencias y toda la red de Defensorías Zonales, sino también por la participación de los equipos de salud, educación y de asistencia a las víctimas. Claro que, como ya se ha dicho, todavía necesitamos repensar, sistematizar y volver a reformular continuamente nuestras propias prácticas, y crecer en las herramientas eficaces que vamos creando. Para que esto pueda lograrse es necesario un repensar constante de las prácticas a la luz de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, garantizando a todos los chicos el respeto de sus individualidades y sus derechos. En otro plano, la sistematización de los datos obtenidos a partir de las intervenciones de la Línea 102, sirve principalmente para intervenir con el ob48

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jetivo de la restitución de los derechos, pero también para conocer las prioridades de necesidades actuales en la población infanto-juvenil de la CABA. Se promueven así, a través de estudios, relevamientos, diagnósticos e investigaciones, propuestas de políticas publicas de la infancia, diseños de programas específicos con el fin de hacer cumplir los derechos de los chicos y chicas, canalizando sus propias inquietudes. Asimismo, creemos que la Línea 102 es un avance importantísimo en cuanto a la concientización, la viabilidad de las denuncias contra violaciones de derechos de los chicos, la escucha de la voz de los chicos, la visibilización de situaciones de malos tratos; a la luz de la Ley 114 y no de la revictimización. La demanda en la Línea 102 aumenta constantemente. Esto no sólo se debe al aumento de situaciones de vulneración de derechos, sino también, felizmente, al conocimiento del servicio por parte de la población. Resta todavía mucho trabajo desde los equipos profesionales para sobrepasar obstáculos que tienen que ver con la práctica profesional. En este sentido continuamos trabajando.

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Evaluación psiquiátrica forense de niños y niñas ante denuncias de abuso sexual

Dra. Virginia Berlinerblau

Médica, especialista en Psiquiatría Infanto-Juvenil y en Medicina Legal; Médica Forense de la Justicia Nacional. Autora de “Maltrato Infantil: El testimonio del niño que alega maltrato” (con el Dr. Daniel Pantin), revista La Prensa Médica Argentina, Vol. 83, N° 4, 1996. Coautora del libro Violencia Familiar y Abuso Sexual, compilación de Viar y Lamberti, Ed. Universidad. 1998. “El ‘Backlash’ y el abuso sexual infantil”, revista Electrónica de la Asociación Argentina de Psiquiatría Infantil. Premio bienal “Aniceto López” otorgado por la Asociación Médica Argentina al mejor trabajo sobre: “Abuso Sexual Infantil: examen del menor en la práctica forense” (con la Dra. Estela Palomero), 1994. Premio anual “Cátedra de medicina legal”, 1995; título del trabajo: “El silencio de los inocentes: mitos y realidades del abuso sexual infantil”.

Introducción El objetivo principal de estos lineamientos es promover la calidad de la atención provista a los niños, niñas y adolescentes cuando son evaluados por posible abuso sexual. La mejor manera de mejorar las entrevistas es asegurarse de que los entrevistadores reciban un entrenamiento que integre la investigación y la práctica clínica. Estas recomendaciones están diseñadas para evaluaciones de niños y niñas que buscan: 51

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a. obtener declaraciones confiables sobre posible abuso sexual b. maximizar el monto de la información obtenida del niño, dada su edad, circunstancias y predisposición a hablar. Y aunque estos lineamientos están focalizados en abuso sexual infantil, los principios son aplicables en niños que han sufrido abuso físico, así como niños expuestos a cualquier tipo de riesgo, incluyendo violencia física, padres alcohólicos y adictos a drogas, negligencia, o el ser testigos de un delito. Estos lineamientos representan ideas que contemplan la mejor práctica, pero dado que no son una práctica única estandarizada, no están sustentadas por alguna entidad legal o profesional. Fueron desarrollados a través de la revisión de la literatura y de la experiencia clínica y deben ser periódicamente actualizados a medida que se expande el conocimiento científico acerca de cómo entrevistar niños. Dado que el entrevistar niños es en parte arte y en parte ciencia, no hay una clara definición de una entrevista ‘perfecta’. Es esencial que los evaluadores tengan la libertad de ejercer su juicio clínico en casos individuales. Los entrevistadores de niños deberían estar familiarizados en la literatura sobre entrevistas con niños y deberían estar preparados para justificar sus decisiones en casos individuales. Pocas cosas causan tanta preocupación en la Justicia como el caso que requiere que un niño, niña o adolescente tome el lugar del testigo para dar testimonio. Esta preocupación aumenta cuando el niño testigo es requerido para hablar acerca de eventos traumáticos que pueden haberle ocurrido, particularmente en los casos de abuso sexual. El sistema judicial ha batallado al respecto con preguntas tales como: • ¿Los niños son mentalmente competentes para testificar? • ¿Pueden brindar testimonio preciso acerca de hechos que han experimentado? • ¿Pueden ser llevados a dar testimonios inexactos? • ¿Mentirán acerca de cosas serias? • Si los niños mienten, ¿pueden esas mentiras ser detectadas por cualquier persona o se requieren técnicas especiales? • ¿Cómo valorar el grado de veracidad del testimonio de un niño? Estas preguntas no son nuevas, tanto para la ciencia como para la ley. La investigación científica acerca de estas preguntas se remonta a más de cien años atrás. Pero en los últimos años el número creciente de denuncias 52

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de abuso de niños tuvo como resultado un incremento notorio de los niños llamados a testificar acerca de estos eventos traumáticos. Por ello, encontrar y comprender las respuestas a las preguntas mencionadas anteriormente toma una importancia crítica en la Justicia, dado que pesan en la balanza tanto el bienestar de los niños como la libertad de los adultos acusados. Típicamente, son hechos donde no suele haber testigos oculares ni evidencia física útil. Por lo tanto, el veredicto, la convalidación del relato del niño, la aceptación por parte de sus cuidadores y hasta la supervivencia emocional de la presunta víctima dependen del conocimiento, comprensión y habilidad del profesional que lo asista. También de su capacidad para transmitir, como es esperable, las explicaciones y los razonamientos por los cuales ha discernido la posibilidad de abuso sexual.

Estado actual del problema Las denuncias de abuso sexual infantil y/o de incesto paterno-filial plantean particularidades con relación al sistema legal que hacen que sean delitos especialmente difíciles de adjudicar: • La naturaleza de estos delitos los convierte en un evento privado. • Raramente hay testigos más allá del acusado y del niño o niña víctima. • Frecuentemente involucra a niños y niñas pequeños, con habilidades verbales limitadas. • No hay un conjunto de criterios diagnósticos y/o algún síndrome de Abuso Sexual Infantil específico y formalmente reconocido. En la mayoría de los casos, no hay evidencia física útil de abuso sexual, ya sea por el retraso en la denuncia o porque no hay penetración (el manoseo, el exhibicionismo y el sexo oral son las conductas más comunes). Los raros casos en que se encuentran anormalidades genitales o anales, pueden también en ocasiones darse en niños no abusados. Y como si los problemas con la falta de evidencia médica no fueran suficientes, parece no haber un perfil psicológico único que haga diagnóstico de abuso de niños. Aunque hay un número de síntomas asociados con abuso sexual de niños, resulta que muchos de estos síntomas son problemas comunes de la 53

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infancia (por ejemplo, conducta regresiva en los hábitos higiénicos, ansiedad de separación, agresividad, terrores nocturnos) o son problemas de conducta de común ocurrencia en psicopatología infantil.

El niño como testigo Debemos resaltar que gran cantidad de investigación científica, basada en evidencia empírica, sustenta la habilidad de los niños para brindar testimonio de manera certera. Los estudios de investigación en niños que no han sido abusados muestran consistentemente que las respuestas de los niños a preguntas de final abierto son certeras en alto grado. Es decir que, si se les permite contar su propia historia con sus propias palabras y sus propios términos, los niños pueden dar testimonios altamente precisos de cosas que han presenciado o experimentado, especialmente si para ellos son personalmente significativas o emocionalmente remarcables. Los niños pueden recordar acertadamente hechos rutinarios que ellos han experimentado, tales como ir a un restaurant, darse una vacuna, o tener un cumpleaños, como así también algo reciente y hechos únicos. Por supuesto, los hechos complejos (o relaciones complejas con altos niveles de abstracción o inferencias) presentan dificultad para los niños. Si los hechos complejos pueden dividirse en hechos simples, en unidades más manejables, los relatos de los niños suelen mejorar significativamente. Como sucede con los adultos, aun el recuerdo de hechos que son personalmente significativos para los niños puede volverse menos detallista con el paso del tiempo. Los niños pueden tener dificultad en especificar el tiempo de los sucesos y ciertas características de las personas, tales como su edad, altura o peso. También pueden ser llevados a dar un falso testimonio de abuso ya que, como los adultos, pueden ser confundidos por el uso de preguntas sugestivas o tendenciosas (especialmente los más pequeños). Algunas veces son más sugestionables cuando son interrogados por figuras de autoridad. Los niños pequeños, especialmente los preescolares, parecen menos capaces que los niños mayores de soportar las demandas sociales de la entrevista. El uso de preguntas dirigidas puede llevar a errores en los relatos de los niños, pero es más fácil conducir erróneamente a los niños acerca de cier54

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tos tipos de información que acerca de otros. Por ejemplo, puede ser relativamente fácil desviar a un niño de 4 años en los detalles tales como el color de los zapatos u ojos de alguien, pero es mucho más dificil desviar al mismo niño acerca de hechos que le son personalmente significativos, tales como si fue golpeado o desvestido. Habrá que captar el lenguaje del niño y adaptarse a él según su nivel de maduración y desarrollo cognitivo para facilitar su comunicación. Por ejemplo, los niños pequeños pueden responder solamente aquella parte de la pregunta que ellos entienden, ignorando las otras partes que pueden ser cruciales para el interés del adulto. Por lo tanto es conveniente usar frases cortas, palabras cortas, y especificar la significación de las palabras empleadas. Es importante detenerse en la descripción de los detalles y, si es posible, obtener la historia más de una vez, ya que el relato puede variar o puede emerger nueva información. Los entrevistadores también necesitan tener en cuenta que a veces la información que los niños intentan aportar es certera, pero su relato acerca de esto puede parecer no sólo erróneo, sino extraño para un adulto. Por ejemplo, un niño puede decir que “un perro volaba” sin aclarar al entrevistador que era un muñeco con el que jugaba a que podía volar. Aunque los debates acerca de las habilidades de los niños en esta área probablemente continúen por años, los profesionales de la salud mental pueden hacer contribuciones sustanciales a la Justicia al explorar técnicas que ayuden a los niños a comunicar sus experiencias de manera precisa y completa. Las consideraciones evolutivas son cruciales en la determinación de la competencia de un niño para testificar. La edad cronológica, el nivel de funcionamiento psicosocial, el estado mental y emocional, así como también la naturaleza y cualidad de la dinámica y el compromiso familiar, tienen una influencia decisiva en la capacidad del niño testigo para satisfacer los elementos estándar. El contexto mismo de la entrevista puede ser determinante. La intimidación no sólo conduce a los niños a encerrarse y responder cada vez menos a las preguntas; también puede incrementar su subjetividad.

Capacidad de la memoria de los niños La habilidad de un niño para proveer información certera durante las entrevistas depende de su capacidad para recordar. Los científicos 55

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todavía tienen que descifrar los secretos de la memoria. Hay un consenso general, sin embargo, acerca de que la memoria no es como un video tape que simplemente repite. Los recuerdos de eventos específicos son reconstruidos a través de complicados procesos cognitivos que maduran con la edad. Existe un extenso cuerpo de investigación psicológica acerca de la memoria de los niños. En general, la investigación establece que los niños, incluidos los de edad preescolar, tienen una buena capacidad de memoria. Los niños tienen buenas memorias. Aun niños tan pequeños como de dos o tres años de edad pueden recordar con certeza información acerca de eventos experimentados personalmente a través de largos períodos de tiempo. Generalmente, a medida que los niños crecen, pueden proveer más información acerca de eventos que ellos experimentaron. Teniendo en cuenta la capacidad general de la memoria de los niños, es claro que las víctimas pequeñas son capaces de proveer relatos confiables y certeros de eventos que ellos han experimentado o de los que han sido testigos. La investigación a través de la última década ha demostrado ampliamente la capacidad de recordar a largo plazo de los niños de edad preescolar en experiencias personales que han desafiado visiones tempranas acerca de que dichas capacidades eran muy restringidas. Como resumen podemos decir que la memoria no es perfecta en niños o adultos. En el análisis final, cuando la pregunta es si los niños son creíbles, la capacidad de la memoria no es la cuestión. Los niños aun tan pequeños como de dos o tres años de edad recuerdan eventos que ellos han experimentado. Si la capacidad de la memoria no es la cuestión, ¿cuál es?: la sugestibilidad, es decir, la posibilidad de que la memoria sea distorsionada por preguntas sugestivas. Pero antes de entrar en dicha posibilidad, sin embargo, es conveniente describir cinco tipos de recuerdos: • • • • •

Recuerdo libre Recuerdo asistido Reconocimiento Recuerdo guionado Recuerdo reprimido o recuperado

Entender estos tipos de memoria son útiles para entender los obstáculos prácticos que enfrentan los entrevistadores.

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Recuerdo libre Un niño recuerda libremente cuando rememora un evento sin asistencia de pistas externas ni de estímulos para “gatillar” la memoria. Cuando recuerda libremente, el niño se apoya en las estrategias internas de la memoria para recordar. El recuerdo libre es la forma más compleja del recuerdo, requiere que los eventos previamente observados sean recuperados de la memoria con pocos estímulos o ninguno. Uno de los hallazgos más consistentes en la investigación de la memoria de los niños es que los niños pequeños no son tan adeptos a la rememoración libre como los niños mayores, los adolescentes y los adultos. Spencer y Flin (1993) concluyeron: “A la fecha, la investigación ha demostrado claramente que la diferencia de edad más saliente y consistente al testificar es encontrada cuando el testeo de la memoria es a través del recuerdo libre. Esto significa que el sujeto (niño) es preguntado para que relate todo lo que recuerde sin ayuda, tal como ‘Describe todo lo que viste’. En respuesta a este tipo de preguntas, los niños más pequeños relatan típicamente menos información que los niños mayores y los adultos, pero más significativo aun es que la información que ellos recuerdan es generalmente certera”. Cuando a los niños pequeños se les hacen preguntas de final abierto tales como: “¿Qué pasó?” —que requieren recordar libremente— ellos espontáneamente recuerdan y comunican menos información que los niños mayores y los adultos. Las respuestas de los niños pequeños a preguntas que apuntan al recuerdo libre son frecuentemente muy cortas, del orden de las tres o cuatro palabras. Tienen dificultad en recuperar recuerdos episódicos detallados por sí mismos. Las respuestas de recuerdo libre de los niños pequeños son típicamente incompletas y breves. El dilema causado por las breves respuestas de los niños pequeños a preguntas de final abierto para obtener el recuerdo libre es particularmente pronunciado en el caso de algunos niños tímidos de dos o tres años de edad. No es inusual para un niño muy pequeño responder “Nada” a la pregunta “¿Qué pasó?”, aun cuando el niño recuerde el incidente. Por lo tanto, puede ser muy dificultoso determinar, solamente sobre la base de las respuestas de un niño pequeño a preguntas de final abierto, qué pasó, si algo pasó. Aunque los niños pequeños frecuentemente proveen respuestas frustrantemente cortas a preguntas de final abierto, la información que brindan en respuesta a tales preguntas es generalmente certera. Por supuesto que el recuerdo libre no está libre de error. En particular, el recuerdo libre puede ser contaminado por preguntas sugestivas. 57

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Dado que los niños pequeños no son prolíficos al recordar libremente, no son adeptos a responder preguntas de final abierto tales como “¿Qué puedes contarme acerca de eso?”. El recuerdo libre solo, es por ello rara vez una base satisfactoria para obtener el testimonio infantil. Consecuentemente, los entrevistadores frecuentemente encuentran necesario realizar preguntas moderadamente directivas para disparar sus recuerdos. Los niños pequeños descansan en las preguntas de los adultos para disparar información adicional o recuperar información. Aun los investigadores más entrenados usan preguntas directas cuando entrevistan niños pequeños, y la inclusión de tales preguntas no invalida el testimonio, entendiendo que hay pasos que se toman para limitar el daño potencial, al enmarcar las preguntas focalizadas cuidadosamente, evitando la repetición coercitiva, y al emparejar preguntas directas o directivas (leading questions) con estímulos de final abierto para retornar al niño al recuerdo libre.

Recuerdo asistido Un niño usa pistas cuando algún estímulo lo lleva a evocar algo del pasado. El estímulo “trae de vuelta el recuerdo”. Algo dispara una asociación mental en la mente del niño entre el estímulo y la cosa —persona, lugar, o evento— que es almacenada en la memoria. Entonces, un niño puede ver un auto que le recuerda el auto conducido por el secuestrador. En muchos casos, la pista que dispara la memoria es una pregunta. Como los niños pequeños tienen un déficit relativo en el recuerdo libre al ser comparados con niños mayores y con adultos, los entrevistadores frecuentemente descansan en pistas a fin de asistir a la memoria para aprehender lo que los niños recuerdan. Un niño que dice muy poco en respuesta a preguntas de final abierto puede aportar información vital cuando las preguntas golpean pistas para recordar. Lamb y colaboradores (1995) describen algunas de las dificultades que enfrentan los entrevistadores: “frecuentemente es necesario comenzar a preguntar preguntas más focalizadas bien temprano en las entrevistas con niños pequeños. ...Las expresiones sugestivas deberían ser evitadas siempre que sea posible. Cuando un niño no se dirige a ciertos puntos en respuesta a preguntas de final abierto y apuntes directivos, sin embargo, puede ser necesario para los investigadores preguntar preguntas dirigidas o sugestivas”. El recuerdo asistido se desarrolla tempranamente en la vida. A la edad de 4 años, los niños generalmente son eficientes en el recuerdo asistido.

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Reconocimiento Con el recuerdo asistido, la memoria del niño es empujada por un estímulo que es diferente de la cosa recordada. Con la memoria de reconocimiento, en contraste, al niño que experimentó algo u observó algo en el pasado, cuando se le presenta la misma cosa o persona otra vez, dicha presentación dispara su recuerdo. Un ejemplo clásico de esto es la redada de reconocimiento policial. Es la forma más básica de recuperación. La memoria de reconocimiento se desarrolla temprano en la vida, y niños de tres y cuatro años son buenos en reconocer.

Recuerdo guionado Es común en adultos y en niños. Los eventos que se repiten un número significativo de veces forman un libreto en la memoria. Muchos niños, por ejemplo, tienen un libreto de una salida al McDonald’s. El niño puede no recordar qué pasó en una visita específica al McDonald’s, pero tiene un libreto para lo que generalmente ocurre cuando va. La memoria guionada toma relevancia legal cuando el niño es interrogado para que describa un episodio específico de un evento que pasó numerosas veces. Al tratar de recordar una instancia específica de un evento que ha sido experimentado muchas veces, tanto los niños como los adultos tienen dificultad para distinguir un episodio de los demás. El recuerdo de un evento específico puede confundirse en un guión general del evento repetido.

Recuerdos recuperados o reprimidos La gente adulta ocasionalmente recuerda eventos que habían sido olvidados largo tiempo atrás. Algunas veces dichos recuerdos son certeros, otras no. Los adultos ocasionalmente “recuperan” memorias de abuso en la infancia dormidos durante mucho tiempo. Existe una controversia acerca de la confiabilidad del recuerdo recuperado o reprimido del adulto acerca de abuso sexual infantil, que no es directamente relevante para el recuerdo de los niños. Algunos adultos alegan recordar haber sido abusados de bebés o cuando eran niños muy pequeños. El fenómeno de la amnesia infantil genera dudas acerca de tales recuerdos. La investigación empírica del recuerdo de eventos de la infancia ha sugerido que los recuerdos más tempranos no van más atrás que los tres o cuatro años. 59

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Olvido El recuerdo puede debilitarse. Olvidar es normal en niños y en adultos. Alguna investigación sugiere que los niños pequeños olvidan ciertos eventos más rápido que los adultos. Más aún, es importante agregar que los eventos traumáticos y estresantes pueden ser retenidos a través de significativos períodos de tiempo por niños pequeños. Cualquiera sea la resolución de la investigación acerca del olvido, hay un consenso general de que es una buena idea entrevistar a los niños (y a los adultos) lo antes posible. Sin embargo, los niños son capaces de recordar con certeza eventos salientes meses y años más tarde. Niños tan pequeños como de dos años y medio de edad son capaces de recordar detalles certeros de sus experiencias pasadas, y pueden retener dichos recuerdos aun por un período de uno a dos años.

Amnesia infantil Los eventos que ocurren antes del segundo o tercer cumpleaños frecuentemente se pierden en la memoria posterior. El término “amnesia infantil” es usado para describir este fenómeno normal del desarrollo. El hecho de que los adultos raramente recuerden eventos de la muy temprana infancia no significa que los niños de dos y de tres años de edad carecen de la habilidad para recordar eventos recientes. Bauer (1994) describe una investigación psicológica de la memoria en niños muy pequeños, escribiendo que “niños tan pequeños como de tres años de edad ya tiene representaciones bien organizadas de eventos familiares... Niños tan pequeños como de dos años y medio de edad pueden brindar relatos verbales de hechos pasados”. El efecto de la amnesia infantil justifica el escepticismo cuando los niños mayores y los adultos describen “recuerdos” de abuso durante la infancia o la niñez muy temprana.

Estrés y recuerdo El abuso es estresante. Por lo tanto es importante describir el impacto del estrés en la memoria. En un tiempo el pensamiento dominante en los círculos psicológicos era que el estrés tenía un efecto debilitante del recuerdo, y algunos investigadores permanecen adheridos a esta visión. La investigación reciente sugiere, sin embargo, que las características centrales de eventos estresantes pueden ser retenidas de manera durable por la memoria, mientras que los detalles periféricos pueden ser bien recordados o no. 60

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También encontraron que el distrés estaba asociado con un recuerdo más completo y mayor resistencia a la sugestión. En resumen: Los niños tienen buena capacidad de memoria. Los niños tan pequeños como de dos y tres años recuerdan con suficiente precisión y son relatores creíbles de eventos.

Sugestibilidad La sugestión es el proceso psíquico por el que se acepta algo con cierto grado de automatismo por parte de las actividades inferiores y de mayor o menor inconciencia de las superiores, o sea de la razón y el libre albedrío (Diccionario Básico Espasa, 3ª edición, Espasa Calpe, 1984). La sugestibilidad se refiere a la susceptibilidad de la memoria a ser distorsionada o al error. La sugestibilidad de los niños ha preocupado a los profesionales por años. Este tema está asociado a la larga tradición de descreimiento de mujeres y niños que alegan ser víctimas de abuso sexual, con sus ciclos de reconocimiento y de denegación.

No hay una relación simple entre edad y sugestibilidad Los niños no son invariablemente más sugestionables que los adultos. La sugestibilidad depende de la interacción de factores cognitivos, de desarrollo, emocionales, y situacionales, incluyendo el interés del niño en el evento. A pesar de la complejidad del tema, la investigación moderna sustenta las siguientes conclusiones. Niños mayores. A la edad en que los niños alcanzan la edad de 9, 10 u 11 años, se aproximan a los niveles adultos de sugestibilidad (Cole y Loftus, 1987). Esto no significa, por supuesto, que los niños de esta edad no son sugestionables. Dadas determinadas circunstancias, cualquiera es sugestionable (niños y adultos). El punto es que la sugestibilidad en niños mayores no es significativamente mayor que en los adultos. Niños pequeños, particularmente preescolares. Los niños pequeños, particularmente aquellos de 5 años o menos, parecen ser más sugestionables que los niños mayores y los adultos. Aunque los adultos son vulnerables a las preguntas sugestivas o tendenciosas, los niños muy pequeños son desproporcio61

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

nadamente vulnerables a las preguntas sugestivas post evento, al compararlos con niños mayores y con adultos. Sin embargo, si son interrogados apropiadamente, pueden brindar información forense certera y extensa. Los niños de 6 a 9 ó 10 años, como los niños mayores y los adultos, pueden ser sugestionables, y la preocupación se justifica cuando se les hacen preguntas directivas a tales niños. La investigación también descubre, sin embargo, que los niños más allá de la edad preescolar, son capaces en muchos casos de resistir sugerencias tendenciosas (Berliner, 1997). En la mayoría de los estudios de laboratorio, la mayor parte de los niños pequeños resisten con éxito los esfuerzos intencionales de desviarlos, especialmente acerca de aspectos salientes de experiencias personales y eventos emocionalmente relevantes. Los errores acerca de detalles irrelevantes o periféricos son comunes tanto en niños como en adultos. Al principio de los ‘90 hubo un resurgimiento del escepticismo respecto de la credibilidad de los niños, y en particular por su sugestibilidad. Los estudios de los ‘90 hicieron hincapié en cómo no entrevistar niños. Sin embargo los estudios que se focalizan desproporcionadamente en las debilidades de los niños y que ignoran sus potenciales al exagerar la sugestibilidad, minan injustamente su credibilidad. La sugestionabilidad está multideterminada y en un momento particular depende de factores situacionales del desarrollo y de la personalidad, incluyendo el tipo de encuentro, el tipo de información pensada por el entrevistador (ejemplo: detalles centrales versus detalles periféricos), la manera en que se conduce la entrevista, si el entrevistador intimida al niño, y un complejo de otras influencias antes y durante la entrevista.

Construyendo reportajes con preguntas de final abierto Cuando entrevistamos niños, debemos prepararlos para las preguntas, por los presupuestos propios del psiquismo infantil: a. debo contestar todas las preguntas, aunque no las haya comprendido; b. toda pregunta tiene una respuesta correcta o incorrecta; c. el entrevistador ya sabe qué pasó, entonces si dice algo distinto de lo que yo recuerdo, yo estoy equivocado; y d. no tengo permitido decir “no sé” o preguntarle al entrevistador para que me aclare la pregunta. 62

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Los niños mejoran notablemente su rendimiento como testigos al ser informados acerca de lo que se espera de ellos y del propósito de la entrevista.

Testeando hipótesis alternativas No entrevistamos niños recién abusados sexualmente sino niños que pueden haber sido abusados sexualmente.

Dificultad de los niños en develar abuso sexual El asesoramiento psiquiátrico forense en denuncias de abuso sexual infantil se basa fuertemente en la interacción verbal. Por lo tanto, depende de la habilidad del entrevistador el facilitar la comunicación del niño, ya que en general es reacio a hablar de la situación abusiva por varias razones: • • • • •

• •

• •

dependencia económica o emocional respecto del abusador; el abusador amenazó al niño o niña o a la madre; la familia no le ha brindado continencia, no le cree y/o lo culpabiliza; el niño/a se culpa a sí mismo o tiene vergüenza por lo que ocurrió; el niño/a tiene miedo de no ser creído, tanto porque el abusador es un adulto familiar y/o respetable y creíble como porque no tiene lesiones físicas; al niño/a se le dio el mensaje de que los temas sexuales nunca se discuten; el niño/a no tiene palabras para explicar lo que pasó (“él siempre me está molestando”), y los adultos del entorno no son capaces de interpretar lo que está diciendo; el niño/a presenta amnesia del incidente o de algunos aspectos del mismo, al operar la represión por efecto del trauma del abuso; el niño/a se niega a evocar y/o a comunicar el presunto abuso, para evitar el trauma de la reviviscencia.

El niño puede callar información para protegerse él mismo o a aquellos que lo rodean Para facilitar entonces su comunicación es conveniente tener en cuenta algunas consideraciones, dado que el niño/a en estos casos plantea, desde el ángulo emocional, particularidades y necesidades únicas: 63

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

1. Es conveniente evitar entrevistas prolongadas y/o con entrevistadores múltiples. 2. El niño requiere un encuadre imparcial, objetivo y que le facilite el sentirse confortable. 3. Requiere privacidad, evitando las interrupciones y distracciones innecesarias. 4. Entrevistar al niño solo, si es posible. 5. Cuando un adulto continente está presente, debe abstenerse de participar; haga que le diga al niño o niña que está bien hablar abierta y libremente con el entrevistador. 6. Evitar que el niño presencie la descripción del adulto acerca de lo que ocurrió. 7. Evitar confrontar al niño con el supuesto perpetrador. 8. Los cuidadores deberían ser desalentados acerca de hablar del presunto abuso con el niño previo a la evaluación.

Formación del entrevistador Los entrevistadores de niños que alegan abuso deberían tener varios años de experiencia en el trabajo con niños y formación en salud mental, protección infantil y el sistema legal. La formación del entrevistador debería contemplar un entrenamiento previo que incluye como elementos cruciales: a. revisión de la literatura sobre el desarrollo emocional, cognitivo y lingüístico de los niños; b. entrenamiento en técnicas para asesorar sobre la competencia legal y lingüística y para obtener declaraciones de los niños usando preguntas no dirigidas y técnicas de entrevistas adecuadas; c. antecedentes de formación sobre la dinámica del abuso de niños y su impacto emocional en el niño y su entorno; d. son esenciales la educación continua bajo la forma de consultas a colegas, la actualización de la literatura y de cuestiones legales; e. el proceso de entrenamiento es de por vida, los principiantes de hoy devienen en los expertos de mañana.

Entrevistador único versus múltiples El número de personas que interrogan al niño acerca de posible abuso debería ser el mínimo posible. Toda vez que se pueda, el profesional 64

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entrevistador deberá obtener toda la información relevante por parte del niño, realizando entrevistas múltiples en casos complejos o cuando emerja nueva información.

Acercamiento amigable y neutral a los niños La conducta del entrevistador con el niño y con los cuidadores del niño debería ser calma, cálida y acogedora. El entrevistador debe asumir el rol de un obtenedor de información neutral y debería trabajar para evitar preconcepciones acerca de si el niño fue o no abusado. Este acercamiento fortalecerá la entrevista al poner al niño y su familiar a gusto, y estimulará su confianza en el entrevistador.

Reuniendo y documentando antecedentes El tipo de información reunida dependerá de los objetivos de la evaluación. La información relevante para cualquier entrevistador de niños probablemente incluya la descripción de entrevistas previas, fuentes del conocimiento sexual y experiencia corriente respecto de tocamientos genitales no abusivos (por ej. el bañarse, la higienización, y exámenes genitales en el consultorio pediátrico).

El vocabulario de las entrevistas investigativas Los profesionales usan varias palabras para describir tipos de preguntas, incluyendo: de final abierto, focalizadas, específicas, sugestivas y directivas, para nombrar las más comunes. No hay un consenso universal acerca del significado de estas palabras. La determinación de si una pregunta es sugestiva o no, depende de cómo es hecha, por quién, y dónde encaja en la totalidad del contexto socio-psico-lingüístico. Una pregunta de final abierto es una invitación a hablar; por ejemplo ¿sabés por qué estás aquí?, ¿pasó algo?, ¿podés contarme qué pasó? Las preguntas focalizadas son aquellas que centran la atención del niño en un tópico, lugar o persona particular sin proveer información acerca del objeto de la pregunta; por ejemplo: hablemos del jardín, sin sugerir el tipo de información que se quiere obtener acerca del jardín. Cuándo, cómo, dónde, quién, son preguntas focalizadas. Deben evitarse las preguntas “por qué”, ya que los niños suelen vivenciarlas con culpa. No hay una línea clara entre preguntas focalizadas y específicas. En muchos casos una pregunta específica es simplemente una pregunta que ex65

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

plora mayores detalles siguiendo una respuesta del niño a una pregunta de final abierto o focalizada. Las preguntas específicas algunas veces llevan a respuestas cortas: ¿de qué color era su remera?, es una pregunta específica. Preguntas tales como ¿la remera era roja? requieren respuestas por sí o por no, por ello no son aconsejables. Si esas preguntas son directivas o sugestivas puede depender del contexto en que la pregunta es hecha (por ejemplo, el niño mencionó antes o no que alguien vestía remera). Una pregunta dirigida, sesgada, sugestiva y/o tendenciosa es una pregunta que sugiere que el entrevistador está buscando una respuesta en particular; es aquella que sugiere al testigo la respuesta que el interrogador desea. Por supuesto, las preguntas dirigidas vienen en blanco y negro y en innumerables tonos de grises. Pocos negarían que la pregunta “¿te tocó la cola, no es cierto?” no solamente es dirigida, sino en alto grado, ya que es esencialmente una declaración de hecho seguida por un pedido de consentimiento. Un ejemplo adicional de una pregunta dirigida es “Él te llevó allí tres veces, ¿no es cierto?”. Si la pregunta del entrevistador introduce información que el niño no había mencionado previamente, se incrementan las posibilidades de error en la información obtenida. Un análisis certero requiere la consideración de cada pregunta en su turno, juntamente con el análisis de la pregunta que la precedió. Cada pregunta es una puntada del tapiz; para ver el patrón, es necesario pararse y mirar el conjunto. Las preguntas de opciones múltiples deberían ser usadas sólo para clarificar el develamiento. El entrevistador no debería efectuar preguntas directas que incluyan a una persona específica o una acción específica, salvo para clarificar información ya brindada. Una vez que el niño provee una respuesta a una pregunta de opciones múltiples o a una pregunta directa, el entrevistador debería retornar a preguntas más abiertas. También deberemos tener en cuenta que diferentes culturas tienen modelos narrativos diferentes.

Prácticas de entrevista apropiadas Cada niño es único. No hay una única manera correcta de entrevistar niños, no hay un protocolo que los profesionales deban seguir siempre. Los entrevistadores improvisan a medida que la entrevista se va desplegando, y la flexibilidad es la orden del día, acorde a las necesidades del niño. También debemos tener en cuenta que no es probable que una sola pregunta inapropiada provoque un reporte falso de abuso.

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Examen psiquiátrico forense El examen psiquiátrico forense del niño en estos casos es diferente de la evaluación psiquiátrica usual. En primer lugar porque el examinador es interrogado acerca de la posibilidad de ocurrencia de cierto hecho, y segundo porque se le pide que asesore acerca de la credibilidad de un niño. El entrevistador de niños habilidoso tiene la oportunidad de facilitar la comunicación del niño.

La entrevista investigativa forense Es definida como una entrevista entre un entrevistador forense con la técnica forense y un niño o niña, con el único objetivo de obtener datos no contaminados que den base o no a un presunto evento, a un abusador, en un sitio y tiempo determinados. Objetivos de la recolección de la información: • dilucidar la probabilidad del abuso, • informar al juez, • derivar a un centro especializado.

Entrevista de evaluación forense versus evaluación psiquiátrica E. PSIQUIATRICA

E. FORENSE

Principios

Basada en conceptos y pautas teóricas Con confidencialidad

Basada en la evidencia y pautas legales Sin confidencialidad

Objetivos

Diagnóstico/ Tratamiento

Obtener información no contaminada del evento

Métodos

No dirigido No estructurado Obtener información subjetiva

Dirigido Estructurado Obtener información objetiva

Técnicas

Interacción verbal Uso de juegos/ juguetes

Interacción verbal Uso de muñecos

Contenidos

Subjetivo/ Emocional Fantasías/ Conflictos

Recuerdo del evento: lugar, tiempo, hora, etc. Conducta del abusador Conducta de la víctima 67

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

La entrevista investigativa forense es un componente del examen psiquiátrico cuyo objetivo es obtener información objetiva y no contaminada del o los eventos, por medio de la interacción verbal. Se investiga el recuerdo del evento, lugar, tiempo, hora, conducta del abusador y conducta de la víctima. Para ello es esencial mantenerse neutral emocionalmente, con una mentalidad abierta, adoptando una actitud no enjuiciadora e intentando obtener las particularidades de cada caso. Es conveniente una actitud relajada y sin apuros, que exprese interés en el bienestar del niño. Los niños reconocen fácilmente la ansiedad, incomodidad y/o el apuro de los adultos y son consecuentemente afectados. Hay que evitar juzgar la información suministrada por el niño (cuidando inclusive los gestos y el tono de voz empleados) o el proyectar implícita o explícitamente los propios sentimientos o percepciones acerca de la situación en el niño (por ej.: reproche acerca de por qué no habló antes). No presuponer culpabilidad o angustia, ambas pueden estar ausentes. No presuponer que el niño encuentre desagradable el contacto sexual. El tiempo es fundamental para establecer un “raport” adecuado. Se puede comenzar conversando con el niño tópicos comunes no sexuales, para facilitar al niño el sentirse cómodo en la situación, disminuir su ansiedad y determinar el nivel general de su funcionamiento mental. Conviene evitar el tema del abuso antes de establecer una adecuada relación.

Pueden necesitarse múltiples sesiones para establecer empatía con un niño o una niña Al mismo tiempo determinaremos el nivel de comprensión y la terminología que el niño utiliza en general. Debemos estar preparados para usar la terminología propia del niño. Es útil decirle al niño que su trabajo es hablar con niños y que usted ha conversado con muchos niños con anterioridad. Son fundamentales los datos autobiográficos, los antecedentes personales y heredofamiliares, la entrevista clínica individual, el relato y vivencias de los hechos que se investigan, la observación de la conducta, del estado emocional y del lenguaje corporal y gestual. En niños pequeños puede emplearse la ‘Hora de Juego Diagnóstica’, donde eventualmente podrán surgir indicadores de trauma. La entrevista investigativa forense está diseñada para maximizar el monto de información precisa obtenida del niño, por medio de la rememoración libre y sin inducirlo. Se comienza con preguntas de final abierto y a medida que la entrevista progresa, y sobre la base de la información que el ni68

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ño va aportando, se pueden efectuar preguntas focalizadas para expandir o clarificar ciertas áreas si lo consideramos necesario. La entrevista puede ser dividida en tres partes, cada una con sus objetivos particulares y trampas esperables. La parte central se focaliza en un interrogatorio mientras que la fase final permite al niño buscar resoluciones. Cuando comienza la entrevista, el niño y el entrevistador están forjando una relación, y el niño posiblemente está tomando una decisión acerca de confiar o no en este entrevistador con información sensible. El entrevistador necesita crear una atmósfera de aceptación y comprensión, mientras simultáneamente subraya la importancia de la tarea. El entrevistador puede también querer asesorar adquisiciones por parte del niño o niña de conceptos relevantes forénsicamente (tales como contar, el concepto del tiempo o su habilidad para entender la obligación para decir la verdad) y su habilidad oral. El entrevistador también familiarizará al niño con un formato de pregunta-respuesta y estará construyendo la expectativa de que él está escuchando cuidadosamente las respuestas del niño y está tomando en serio sus palabras. Los objetivos de la fase inicial entonces incluyen la construcción de rapport o confianza, determinar su nivel de desarrollo y la definición de la tarea. Una vez que se supera la primera fase, el entrevistador puede llevar al niño a la fase del interrogatorio sobre abuso. El foco durante esta parte de la entrevista está en plantear de manera cuidadosa preguntas no dirigidas, y en obtener del niño un relato completo acerca de algún evento abusivo. El entrevistador debería usar la información ganada en la parte inicial de la entrevista para estimar la complejidad del lenguaje empleado y el tipo de preguntas que va a hacer (por ej., no preguntar acerca del número de incidentes si el niño no puede contar o manejar números). El entrevistador también puede querer usar esta parte para chequear la exposición a factores de riesgo tales como uso de drogas, violencia doméstica y material pornográfico. Aunque esta porción de la entrevista está muy focalizada en el propósito del estudio, es recomendable que el entrevistador permanezca sensible a las necesidades emocionales del niño y esté predispuesto a desviarse de la tarea si es necesario. El entrevistador estará apoyándose en el rapport desarrollado en la fase inicial como un ancla emocional para el niño y como guía clínica al calibrar cuándo presionar sobre alguna cuestión y cuándo permitir al niño evitar o distraerse del interrogatorio. Entonces, la fase del interrogatorio requiere tanto de un alto nivel de perspicacia clínica como de un completo entendimiento de cuestiones forenses. 69

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Una vez que el entrevistador decide finalizar la entrevista (tanto porque se ha obtenido toda la información disponible como porque ha decidido continuar otro día), es importante permitir al niño lograr el cierre y, al menos, una resolución emocional temporaria. Durante la fase de cierre, el entrevistador puede elogiar al niño por su cooperación y debería darle a éste la oportunidad de hacer preguntas sobre el proceso al entrevistador. Esta parte final está enfocada más en las necesidades emocionales del niño que en obtener información, aunque el entrevistador debe seguir evitando hacer declaraciones o conductas que puedan contaminar declaraciones futuras del niño. Finalmente, el entrevistador debería llevar al niño a la discusión de tópicos más livianos, para facilitar la transición a la salida del recinto de la evaluación.

Continuum de preguntas usadas para asesorar presunto abuso sexual (adaptado de Kathleen Faller, Ph.D.) TIPO DE PREGUNTAS Preguntas abiertas, rememoración libre, más confiables que preguntas cerradas, altamente sesgadas, menos confiables

EJEMPLOS

1. Preguntas Investigativas Grales.

¿Sabés por qué te trajeron a verme?

2. Preguntas Focalizadas Gente Partes del cuerpo Circunstancias Develamiento anterior 3. Preguntas de Seguimiento Pistas narrativas Confirmación del develamiento Clarificación Detalles del abuso Detalles contextuales

¿Qué tipo de persona es tu papá? ¿Qué es esto? (señalando una parte de un muñeco) ¿Quién cuida de vos? ¿Qué pasó en la casa de Fulano? ¿Le contaste a tu mamá acerca de algo que pasó? ¿Qué pasó después? ¿Dijiste que tu abuelo te tocó? ¿Dónde te tocó? ¿Cómo se sintió eso? ¿Le salió algo de sus partes privadas? ¿Dónde sucedió esto?

4. Preguntas de Múltiples Opciones

¿Pasó durante el día, la noche o ambos?

5. Preguntas Directas por Sí/No

¿Papá te tocó la cola?

6. Preguntas Dirigidas

¿Tu mamá te hizo chuparle los senos, no es cierto?

7. Coerción

No te podés ir hasta que me digas lo que pasó.

Preguntas de final cerrado, altamente sesgadas, menor confiabilidad 70

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Puntos específicos de la entrevista de niños víctimas de abuso Se debe determinar la competencia del niño. La competencia del niño es la habilidad para brindar testimonio de manera confiable y significativa. a. Si comprende la diferencia entre la verdad y la mentira y la apreciación de la obligación de decir la verdad. b. Suficiente capacidad mental —inteligencia— durante el evento para poder describir certeramente el acontecimiento. c. Capacidad para comunicar basada en el conocimiento personal de los hechos, y de entender preguntas simples de su ocurrencia. Deberemos tener en cuenta que la actitud y conducta del primer entrevistador puede traumatizar aún más al niño o niña. Los niños pueden temerles a los adultos. Si el entrevistador es dominante o sugestivo el niño o niña puede tratar de complacer al entrevistador diciéndole lo que él quiere oír. Si se muestra demasiada simpatía se puede estimular al niño o niña o exagerar la victimización para así conseguir mayor atencion y simpatía. Algunos niños son sugestionables y pueden fácilmente ser persuadidos de complacer y ayudar al entrevistador, otros no lo son y se mantienen dentro de los hechos.

Valoración de la credibilidad del niño/a Es frecuente que en los casos de abuso sexual infantil, se solicite al perito que sea asesorada la credibilidad y la competencia del niño/a durante las entrevistas. La credibilidad se refiere a la veracidad y precisión del niño. Los factores que influencian favorablemente la credibilidad en el niño/a incluyen: • • • • • • •

Conocimiento sexual inapropiado para la edad. Relato espontáneo. Lenguaje propio de los niños/as y desde el punto de vista infantil. Descripción detallada. Relato consistente y mantenido básicamente en el tiempo. Relato de la historia por partes, más que toda de una vez. Relato verosímil: la historia es plausible y físicamente posible. 71

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

• Estado afectivo congruente con lo explicitado (aunque puede haber muchos motivos por los que un niño/a esté enojado, triste o manifieste aislamiento del afecto. • Estilo cándido, tal como el hacer correcciones espontáneas, admitiendo que hay detalles que no puede recordar. • Comparación de la historia de los síntomas y conducta del niño/a favorable con el contenido de la entrevista. • Descripción de circunstancias típicas y características de una situación de abuso sexual (amenaza, presión, seducción, coerción). • Descripción de la experiencia subjetiva. Habrá también que considerar la posibilidad de influencia para fabricación (creación imaginaria). En los casos en que el relato está ausente o es pobre, debemos tener en cuenta varias posibilidades tales como:

Examen insuficiente o técnicamente mal conducido Limitaciones emocionales y/o cognitivas del niño/a: por características del niño o de la situación. Por ej., niño muy pequeño, y/o con retraso mental o lenguaje precario, o amenazado, inhibido emocionalmente o sin adecuada continencia familiar, retractación, etc. La posibilidad de falsas denuncias: debe tenerse en cuenta que la revisión de la literatura revela gran confusión en las definiciones de lo que se considera falsa denuncia. Algunos autores no distinguen entre denuncias insustanciadas y denuncias falsas. Las denuncias pueden ser divididas en 3 tipos a los cuales se le han dado una variedad de nombres: 1. sustanciado/ fundado/ verdadero/ confirmado/ probado; 2. insustanciado/ infundado/ no probado/ insuficiente información; 3. falso/ ficticio/ erróneo. Los casos insustanciados/ infundados incluyen aquellos donde la evidencia es insuficiente para clasificar el caso en la categoría positiva; sin embargo, estos casos no necesariamente reflejan “denuncias falsas” porque muchas de ellas pueden incluir reclamos válidos de abuso que simplemente no alcanzan el nivel de prueba requerido para iniciar una investigación o para llevar el caso a la Justicia. La “falsa denuncia” también puede ser considerada como una queja que se juzga como no ocurrida. Numerosas condiciones, sin embargo, pueden llevar a una falsa queja de abuso sexual. Estas condiciones incluyen: 72

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• falta de conocimiento de la sexualidad normal; • en niños pequeños, la inmadurez social y limitación de sus habilidades comunicacionales; • la confusión respecto de la ansiedad de separación en niños pequeños; • un niño muy ansioso con un padre ansioso; • una percepción errónea, por ej., de situaciones “fronterizas” tales como dormir o bañarse con el niño; • presencia de otros tipos de violencia familiar; • el abuso atribuido a la persona errónea; • el niño que miente, por ej., para encontrar un destino alternativo; • psicopatología en el niño o en el padre; • el adiestramiento por uno de los padres; • técnicas de entrevista coercitivas y dirigidas; • entrevistas excesivas; • y la pobre documentación del caso. Sumadas las dificultades con las definiciones, hay alguna confusión semántica acerca de la palabra “falso”, que puede ser tomada para significar tanto mendaz, engañoso así como erróneo o equivocado. Por ello, el número de denuncias falsas a veces es erróneamente confundido con el número de denuncias no sustanciadas o infundadas. Eventualmente algunas de estas denuncias podrán ser validadas con el seguimiento del caso. Por lo tanto el número de falsas denuncias es probablemente considerablemente menor que el número de casos infundados o no sustanciados. Algunos investigadores reservan la designación de “denuncias falsas” a aquellos casos donde hay intención deliberada y maliciosa de producir una denuncia falsa. Por ello, debe tenerse especial cuidado al considerarse la posibilidad de falsas denuncias, revisar las fuentes de las denuncias, particularmente si proviene de uno de los padres, no hay relato del niño ni otros indicadores y es realizada en el contexto de una disputa por la tenencia del niño/a o por el régimen de visitas. También debemos considerar que pueden haber interpretaciones erróneas de dichos o actitudes del niño por parte de los adultos que los cuidan, que el conflicto entre los padres es habitual en los casos de ASI intrafamiliar y ello no debería cegarnos al investigar el caso en particular. Como se expresara más arriba, las “falsas denuncias” surgen por una variedad de razones y la palabra “falsa” puede implicar tanto actividades erróneas como engañosas. Esta ambigüedad, junto con prejuicios de género, puede conducir al descreimiento y la inculpación de las 73

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

madres que denuncian abuso sexual en el contexto de una disputa acerca del régimen de visitas o de la tenencia. Por esto es necesario resaltar que: • es fundamental considerar la producciones del niño por sí mismas y también si particularmente hay una historia previa de abuso sexual, para aclarar los diferentes casos; • el evaluador necesita estar al tanto del desarrollo cognitivo y estado emocional del niño y cómo pueden afectar la interpretación y el recuerdo de todo el evento; • no hay que ignorar la información colaboradora, incluyendo informes médicos o escolares, evaluaciones psiquiátricas y psicológicas previas u otros elementos que surjan de las personas involucradas en el cuidado del niño.

Uso de muñecos anatómicamente correctos y otras herramientas Los muñecos anatómicamente correctos (MAC) y los dibujos, así como los dibujos de figuras simples, son herramientas útiles para entrevistar niños que puedan haber experimentado abuso sexual. Tales facilitadores son muy útiles cuando son usados como modelos anatómicos y para fines demostrativos. Su uso como pistas para facilitar el recuerdo es más controversial. Los muñecos anatómicos, los muñecos no anatómicos, los dibujos anatómicos, los dibujos libres (incluyendo pero no limitándose a dibujos de simples figuras; dibujos de la familia kinética; dibujos de lugares y/o instrumentos relevantes para el abuso), y ciertos juguetes que se usan en el ámbito terapéutico, tales como muñecas y teléfonos, son comúnmente usados en el contexto de la entrevista, especialmente con niños muy pequeños. En general, es recomendable que el entrevistador evite usar la caja de juego como facilitador de la comunicación del niño, por la importancia de mantener la distinción entre fantasía y realidad en el contexto de la entrevista. El uso de los muñecos “anatómicamente correctos” es ciertamente un tema controvertido y es necesario saber que no es necesario usarlos en estos casos ni son un test para detectar abuso sexual. Podrían ser útiles para facilitar el obtener información, descubrir terminología de partes anatómicas y permitir al niño que no puede hablar o dibujar qué pasó, mostrarnos lo que sucedió. Es importante evitar utilizar los muñecos como modo de entrenar, dirigir o instruir al niño, y tampoco los muñecos deben ser usados como un 74

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atajo para una evaluación más comprensiva del niño y de la familia del niño. Además los hallazgos no deben ser analizados aisladamente, ya que por sí mismos no proveen respuestas confiables o prueban definitivamente si ocurrió o no el abuso. Los lineamientos de la Sociedad Profesional Americana sobre el Abuso de Niños (APSAC) que fueron publicados en 1995 señalan que: • no son un test diagnóstico p/ ASI; • no es apropiado hacer conclusiones definitivas acerca de probabilidad de abuso basados solamente en la interpretación de la conducta del niño con dichos muñecos; • no existe una conducta conocida con los muñecos, que pueda ser considerada un marcador definitivo de abuso sexual en ausencia de otros factores, tales como el relato verbal del niño o la evidencia física médica. La investigación generalmente indica que los niños no abusados raramente se involucran en comportamientos sexuales explícitos con muñecos anatómicos. Cuando un niño sitúa a los muñecos anatómicos en lo que parecen ser posiciones sexuales, se justifica investigar más. La evidencia de conocimiento sexual explícito en un niño pequeño justifica una cuidada evaluación acerca de la fuente de tal conocimiento (Boat y Everson, 1993). Claramente además, los MAC pueden ser mal usados. En manos de entrevistadores objetivos y entrenados, los MAC pueden ser útiles: a. para estimular la memoria; b. para permitir a los niños demostrar lo que no pueden poner en palabras; c. para confirmar que el entrevistador entiende correctamente el vocabulario y significación para varios términos. Hay consenso general acerca del cuidado que hay que tener al usar los MAC con niños menores de 5 años.

Uso de los dibujos de los niños Los dibujos de los niños pueden ser muy útiles al asesorar sobre ASI, con dibujos espontáneos, así como el proponerles dibujar un hombre o una mujer, la familia kinética o autorretratos, pedirles que dibujen qué pasó, o dónde. Los niños son capaces de dibujar y describir dónde está el imputa75

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

do. Lo útil de la asociación de los dibujos radica en los efectos que genera la información que ponen al descubierto. Hay algunos hallazgos en los dibujos que son sugerentes de abuso sexual en general: el dibujo de los genitales o la alternativa de evitar cualquier carácter sexual en conjunto. Nuevamente es necesario aclarar que estos dibujos son usados como una herramienta, como parte de la evaluación, no pueden ser juzgados aisladamente para decidir si el abuso ha ocurrido o no.

Conclusiones Es imprescindible tener en cuenta la importancia de tomar todo el proceso en su totalidad a la hora de asesorar y discernir sobre probabilidad de que haya ocurrido abuso. Raramente un hallazgo solo sea el que hace diagnóstico, sino que debe ser interpretado en el contexto global de la evaluación. A pesar de los problemas asociados con las revelaciones de los niños, los expertos en el campo del maltrato infantil están de acuerdo en que la historia obtenida del niño es la evidencia más importante —y la única en la mayoría de los casos—. Muchos casos son ambiguos y en ellos un diagnóstico concluyente no siempre es posible. Sin embargo, un capacitado equipo interdisciplinario significa siempre la óptima aproximación al diagnóstico de abuso sexual.

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3 . Virginia Berlinerblau

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Obstáculos institucionales de la intervención en casos de abuso sexual infantil. Algunas respuestas

Dr. Carlos Rozanski

Juez de Cámara —por concurso— del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata, Provincia de Buenos Aires. Miembro de la Asociación Internacional de Derecho Penal. Miembro Fundador de la Asociación Argentina de Prevención del Maltrato Infanto-Juvenil (ASAMPI). Miembro del Foro para la Justicia Democrática (FOJUDE). Autor de artículos publicados sobre abuso infantil y coautor de los libros Abuso sexual en la infancia (2002) y Maltrato Infantil. Riesgos del compromiso profesional (2003). Autor del libro Abuso sexual infantil. ¿Denunciar o Silenciar? (2003). Docente del Curso de Posgrado: Abordaje Interdisciplinario del Abuso Sexual Infanto-Juvenil; Facultad de Psicología, UBA (2004).

Antes de entrar de lleno en lo institucional, y a modo de introducción, teniendo en cuenta lo heterogéneo del grupo —sé que hay abogados, trabajadores sociales, psicólogos—, me parece adecuado hablar primero un poco del abuso sexual infantil, sobre todo de aquellas cosas más esenciales y que permiten entender mejor cómo interfieren los obstáculos institucionales en la intervención. El abuso sexual infantil es muy distinto que el resto de los delitos. Tener clara, en primer lugar, la diferencia conceptual que hay entre el abuso sexual infantil como delito y el resto de los hechos que el Derecho Penal atien79

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de, es fundamental, y ahora vamos a ver por qué, comenzando por las características del fenómeno. En primer lugar, el secreto. En el abuso sexual infantil impera la ley del silencio, hay una cifra negra enorme. En realidad la cantidad exacta de hechos que integran la cifra negra nunca se puede saber, ni del abuso infantil ni de los demás delitos, por eso se llama precisamente así. No hay en la Argentina estadísticas serias sobre el tema. Hay algunos estudios muy aislados que no tienen significación, pese al esfuerzo que puedan haber hecho los autores, por no ser sistemáticos y sostenidos en el tiempo. En los últimos años, y aunque no sea posible cuantificar la aludida cifra negra, es evidente que se ha hecho más visible la existencia del fenómeno como tal, han aumentado las denuncias y la trascendencia mediática de los casos que se investigan en la Justicia. Eso sí es apreciable, porque aunque no haya comenzado un trabajo serio de cuantificación, se empezó a hablar mucho más de este fenómeno del que a lo largo de la historia casi nada se decía. Hay que aclarar que por más que se hable más del tema y se vayan difundiendo más las características del fenómeno, el secreto va a seguir existiendo siempre en el acto individual concreto del abusador y su relación con la víctima. Lo que va a ser distinto es lo que pase en el entorno, tanto de uno como de otro, y a su vez, muchas veces, de lo que pase en el entorno va a depender la propia vida o el futuro de la víctima. En segundo lugar hay que señalar la confusión. La confusión que se genera en las víctimas es otra de las características importantes porque éstas viven una mezcla de sentimientos de culpa, de auto recriminación, de ira, de terror. En los casos en que hay un conocimiento previo o algún tipo de vínculo familiar o de convivencia, a todo eso se agrega el afecto. Tener en cuenta el estado de confusión —después vamos a volver también sobre esto— es fundamental para poder apreciar la diferencia con el resto de los delitos. La tercera característica es la violencia. La violencia siempre está presente en el abuso sexual infantil, en todos los casos, sin excepción; no hay abuso sexual infantil sin violencia, y cuando estamos hablando de violencia, incluimos tanto la violencia física como la psicológica. El reconocimiento de la violencia física no trae mayores inconvenientes, por ser en general fácilmente verificable, y no hay mayor resistencia a aceptarla, aunque pueda haber dificultades a la hora de interpretar su origen, especialmente en casos de maltrato o abuso sexual tanto infantil como de adultos. Pero, donde se producen las mayores dificultades es en la violencia psicológica. En los últimos años hubo una gran evolución en el recono80

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cimiento de la existencia de esa violencia, siendo receptada incluso en la legislación tanto nacional como supra nacional, en Convenciones suscriptas por la República Argentina como es el caso de Belén do Pará, que nuestro país ratificó en 1996. Esta Convención contempla específicamente la violencia psicológica, lo cual significa un avance sumamente importante en esta materia. Otra característica, son las amenazas. Acá hay que hacer una disquisición en cuanto al momento de la vida de la víctima en que se produce el abuso. Cuanto más chicos son los niños, menos necesario es recurrir a amenazas. Eso tiene que ver con otras características que vamos a ver después. A medida que el chico es un poco más grande, el abusador recurre a las amenazas, que con frecuencia son de que va a matar a la criatura, a su madre, o que la familia, se va a destruir. En general, esas amenazas se cumplen cuando la víctima no respeta esa norma de silencio. Es decir, si por alguna razón se conoce el hecho, sea que el chico de alguna manera lo explicita con su cuerpo o con sus palabras. En esos casos, o cuando por accidente se entera alguien, la crisis que se va a generar, necesariamente va a llevar a que esas amenazas se cumplan. Por ejemplo, si el abusador intrafamiliar termina preso, la familia se destruye. En el Derecho Penal la amenaza tiene mucho que ver con las características de la víctima. La amenaza tiene que ser idónea. No es lo mismo decirle a una criatura, con la cual hay una relación de familia de docente o de convivencia, que le va a pasar algo, que decírselo a un adulto que es un “par”, porque el efecto va a ser totalmente distinto. En el caso de los niños en general la amenaza surte efecto en una etapa en la cual la víctima mantiene su silencio, y en otra, deja de ser efectiva porque el hecho de algún modo se dio a conocer. En cuanto a la responsabilidad del abuso, siempre es del abusador. No hay excepción, ni posibilidad alguna de derivar esa responsabilidad a la víctima. Los intentos son frecuentes porque es lógico y es natural que el victimario, una vez denunciado o hecho saber el episodio, trate de derivar esa responsabilidad, lo cual no puede llamar la atención. Tampoco debe sorprender que muchas veces dentro de la propia familia —en los casos de abuso intrafamiliar—, y por las características del fenómeno, acompañen al abusador en la descalificación de las criaturas. Pero lo que en cambio muchas veces sorprende es que, en algunas instancias de las propias instituciones que intervienen, algunos operadores lleguen a utilizar argumentos que o bien eliminen o bien atenúen la responsabilidad del abusador. 81

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Esto tiene que ver, en el caso de las adolescentes, con la recurrente argumentación de que “provocaron” al acusado. Es el conocido mito de Lolita. Respecto del mito de Lolita, mucha gente cree que, por el hecho de estar hoy difundido y que se han hecho varias películas se ha modificado la importancia de plantearlo en la práctica, y ello no es así. Todos los días, muchos operadores recurren a esas argumentaciones para disminuir la responsabilidad de los abusadores en el marco de denuncias que con frecuencia finalizan en impunidad. Otro de los aspectos vinculados a la responsabilidad es el que tiene que ver con los facilitadores, que son las circunstancias que posibilitaron el abuso. En ese sentido, tanto el aludido mito de Lolita como otras situaciones específicas en las que se produjo el abuso, son argumentadas para dividir responsabilidad. Los facilitadores no tienen absolutamente nada que ver con la responsabilidad. Pueden haber existido, de hecho siempre existen, si no hubiera facilitadores seguramente no existiría el hecho en sí mismo. Es decir, si el chico no fuera chico, no estaríamos hablando de abuso sexual infantil; si no hubiera una relación de poder y un espacio para que ese poder en manos de una persona que abusa se traduzca en hecho concreto, tampoco estaríamos hablando del fenómeno. En síntesis, los facilitadores siempre existen, lo que no se debe tolerar es que sean utilizados como atenuantes de algún tipo de conducta abusiva. La normalización del fenómeno. Es muy frecuente que a la víctima se le diga que lo que están haciendo es natural. En general esto sucede con las víctimas más pequeñas, con los niños más chicos. Es en esas etapas en donde se acostumbra explicar permanentemente que ese tipo de actos son normales, son naturales, los hacen todos los padres con los hijos, o los padrastros que los quieren como hijos. En mi actuación profesional, en todos los casos en que se comprobaron ese tipo de argumentaciones, apliqué la figura de la corrupción en lugar de la figura de la violación porque siempre entendí que cuando el abusador reitera a la víctima ese tipo de argumentos de manera sostenida en el tiempo, incurre necesariamente en lo que en Derecho Penal se llama corrupción. Es decir, altera el normal desarrollo sexual de una criatura. Aquí cabe aclarar que si bien cualquier abuso provoca una alteración de ese devenir normal, no todo abuso es corrupción. Pero específicamente aquellos casos en los cuales la argumentación central en los primeros abusos es la calidad de “normal” o “natural”, se está ante la figura de la corrupción. La última característica importante que quería mencionar es la asimetría. La relación entre el adulto y el niño es una relación desigual, eso es obvio y sabido. Ahora, aun siendo desigual esa relación entre el adulto y el 82

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niño, puede llegar a ser igualitaria, siempre que se respeten las necesidades de esa criatura. Deja de serlo, en cambio, cuando no se respetan esas necesidades, y es cuando el abusador aprovecha esa asimetría y la va a transformar en un elemento a su favor, lo cual le va a permitir a su vez, hacer todo lo que en adelante quiera con su víctima. En ese sentido, tener en cuenta la asimetría es un requisito indispensable para una intervención respetuosa y protectora. A veces parecería que hace falta poner un cartelito en muchos tribunales o en otras dependencias donde se interviene en casos de maltrato y abuso, para que se tenga presente esa asimetría. Lo que acabo de decir es una breve síntesis sobre las características principales del fenómeno. Vamos a ver ahora las principales consecuencias del abuso. En primer lugar hay que citar los daños físicos. No me voy a extender en la cuestión, por razones de tiempo y porque están enumerados en toda la bibliografía especializada. Sólo voy a decir que se trata de aquellos daños que presenta la criatura en su cuerpo y que tienen que ver con trastornos específicos del abuso. Existen además aquellos que son inespecíficos y que solamente como síntesis menciono: algunos trastornos psicosomáticos, dolores, alteraciones alimentarias, algunos casos de bulimia y anorexia, enuresis y encopresis. Esto no quiere decir que cuando hay anorexia y bulimia o encopresis hay abuso, lo que estoy diciendo es que son inespecíficos, y que hay que tenerlos en cuenta en el contexto adecuado. Les doy un ejemplo de esto. En Bariloche, donde yo integraba la Cámara del Crimen, hubo un caso que juzgamos, que vale la pena contar. Una señora muy humilde había llevado a su criatura, una nena, a revisarla por una lastimadura en el mentón. La médica que la estaba atendiendo sintió olor a materia fecal. Como no encajaba la edad de la criatura con la incontinencia de esfínteres, la revisó íntegramente, y ahí entonces descubrió que había síntomas muy concretos de abuso sexual. Eso fue denunciado por la médica y terminó en un juicio donde fue condenado fue el hermano biológico de la criatura, que abusaba de ella hacía tiempo, y después se comenzó a investigar lo sucedido con una hermanita menor, en hechos que probablemente la tenían también como víctima. Esto lo menciono por la encopresis en sí como indicador inespecífico de abuso, y además por la importancia que tiene que distintos profesionales que interactúan con chicos presten atención. En este caso, una médica que estaba atendiendo una lesión en el rostro de una criatura, prestó atención al olor a materia fecal, la examinó, denunció, 83

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y el responsable de los abusos terminó preso. Lo más importante es que cesaron los abusos. Trastornos psicológicos. No hay posibilidad de medir los daños psicológicos que causa el abuso sexual infantil en las víctimas. Las consecuencias psicológicas en las criaturas son enormes: los sentimientos de culpa, la baja autoestima, la depresión, el miedo, la vergüenza, las pesadillas, la claustrofobia, las tentativas de suicidio, la dependencia, la prostitución. Nombro solamente algunas de las tantas consecuencias que puede haber como trastornos derivados del abuso. Aunque como dije no vamos a desarrollar estos temas que estoy mencionando, sino solamente como introducción, me interesa recordar lo que desarrolló Sumit sobre el punto y que denominó en 1983 “síndrome de acomodación al abuso”. Allí, describe las distintas etapas por las que suele atravesar una criatura abusada sistemáticamente. Habla del secreto, de la desprotección, de la etapa de atrapamiento, de acomodación, una revelación tardía y poco convincente y finalmente la retractación. En este punto es también importante tener en cuenta los trastornos disociativos. Son mecanismos de defensa que desarrollan muchas personas que han atravesado situaciones de alto contenido traumático, y en este caso las víctimas infantiles de abuso sexual continuado. En un principio estos mecanismos actúan como algo ventajoso, es decir, como un mecanismo que le permite seguir adelante. Para graficarlo, una criatura que está siendo abusada en su casa todas las noches, cuando recibe la visita en su cama de su padre o de su padrastro o de algún otro allegado, se disocia. Se dispara este mecanismo de disociación y eso le permite ir a la mañana al colegio. Entiendo que si no se pusiera en marcha el mecanismo que sintéticamente describí, la mente de la criatura no podría resistir. Como dije antes, estos mecanismos de disociación se ponen en marcha a partir de situaciones altamente traumáticas. En el caso específico del abuso, ante el comienzo de cada acto de agresión. La cuestión se hace más compleja aun cuando al volverse crónico el abuso, el mecanismo se dispara no sólo frente a las circunstancias que le dieron origen como mecanismo de defensa, sino ante otras situaciones también traumáticas. Por ejemplo ante actitudes inadecuadas de diversos operadores de la intervención policial-judicial que pretenden muchas veces que las criaturas abusadas efectúen relatos que no están en condiciones de hacer, poniéndolos en situaciones también de alto impacto traumático que les disparan el mecanismo de disociación descripto. 84

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Así, por ejemplo, la criatura que tantas veces se obliga a entrar en una sala de audiencias, con desconocidos de traje y corbata, situación de por sí bastante traumática y que con frecuencia actúa como disparador de ese mecanismo disociativo. En esas condiciones, lo lógico, lo normal, lo humano y lo inequívoco es que esa criatura no pueda responder a aquellas inquietudes que tengan quienes pretendan interrogarla. De ese modo, si no se tienen en cuenta las características del fenómeno así como de los mecanismos aludidos, las interpretaciones que se hagan de los “silencios” de las víctimas pueden ser lamentables. De hecho, si los responsables de esas audiencias conocieran algo del fenómeno, no obligarían a las criaturas a entrar a esa sala. Entonces, queda claro que no es lo mismo interpretar el silencio de alguien que no quiere hablar, que el de alguien que no tiene posibilidad alguna de hacerlo. Esa diferencia es fundamental y yo la quería remarcar. Lo dicho vale también para el síndrome descripto por Sumit, que es un poco más complejo porque él enuncia distintas etapas. Recuerden que las últimas dos etapas que señala son la revelación tardía —que es en general poco convincente— y finalmente la retractación. Imaginen ustedes la diferencia que hay entre interpretar una retractación en el contexto de cualquier delito normal, que hacerlo en el del abuso sexual infantil con las características y consecuencias que tiene en las víctimas. Lamentablemente, muchos tribunales continúan efectuando interpretaciones lineales sin diferenciar unos de otros, con lo que ello implica. Finalmente, me parece adecuado mencionar la descripción que hace Perrone sobre este aspecto del fenómeno. El autor citado llama “hechizo” a la preparación que efectúa el abusador y que paraliza psicológicamente a la víctima, para luego facilitar lo que va a hacer. Les cuento sobre este punto un caso real que me pareció sumamente impresionante, y que permite entender rápidamente el efecto que tiene el abuso en algunas criaturas. Estaba juzgando un caso de una niña que durante mucho tiempo había sido abusada por el compañero de la madre. La criatura no había hecho conocer esto hasta que, cuando ya era un poco más grande, preadolescente, hizo algún tipo de relato a una docente del colegio al que asistía. La directora del establecimiento intervino y, a raíz de la denuncia respectiva, se comenzó la investigación. Esa investigación se hizo solamente en base a los dichos iniciales de la niña, es decir respecto de “tocamientos” de que habría sido víctima y que en esa época en el Código se llamaban abuso deshonesto y era un delito excarcelable. Por esa razón, el sospechado estaba en libertad. 85

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Pero a medida que la causa avanzaba se iban conociendo más cosas a partir del relato de la criatura, y esas cosas lo iban involucrando cada vez en hechos más graves. Cuando finalmente se cambió la carátula, el hombre ya había desaparecido de la ciudad junto con la madre biológica y una niña pequeña hija de ambos. La víctima en cuestión, quedó con una tía, que resultó muy protectora y que se ocupó de ella. La causa quedó inmóvil hasta que a raíz de un programa televisivo en el que participó la hermanita de la víctima, una empleada judicial anotició al juez de instrucción, quien solicitó se allane la vivienda en Buenos Aires —a 1.600 kms. de distancia—, de quien a esa fecha estaba prófugo de la Justicia. El hombre terminó preso, y en el juicio declaró la víctima, que a esa fecha era adolescente. Cuando relató los abusos que había padecido, contó que al principio el acusado, antes de hacerle toda clase de aberraciones, abría la canilla y le sumergía la cabeza hasta casi ahogarla. Aclaró que eso lo hacía las primeras veces, porque después, como los perritos, lo único que hacía el hombre era abrir la canilla y ella ya hacía todo lo que él decía... El caso es un triste ejemplo del enorme poder que ejercen los abusadores sobre sus víctimas, así como de la importancia de contenerlas adecuadamente, en este caso desde la intervención de un familiar protector y docentes responsables y sensibles. El abuso generalmente se da a conocer por distintas vías. En esta ocasión no va a haber tiempo para desarrollarlas, pero lo importante es tener en cuenta que a partir del momento del develamiento, se genera una crisis. En la familia de la víctima, porque en ese ámbito juegan factores como el temor a sanciones judiciales, a la vergüenza y a las separaciones. Todas esas situaciones necesariamente van a desembocar en una crisis, que es inevitable. Pero no es sólo en la familia donde se produce una crisis. También se genera en los operadores que están en contacto con el fenómeno de abuso sexual infantil, así como con cualquier fenómeno que implique un alto grado de violencia. Están expuestos a sensaciones muy particulares y muy profundas. En el caso del abuso sexual infantil muchas veces se siente repugnancia, inhibición, y otras sensaciones características de la crisis que genera el fenómeno. Entra en juego la propia historia de los operadores, incluidas sus propias experiencias sexuales. Tener en cuenta estos factores de crisis, permite igualmente entender muchos de los conflictos institucionales que se presentan durante la intervención y a los que me voy a referir a continuación. 86

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Esa crisis en los operadores deriva con frecuencia en un fenómeno que se conoce como “burn out”, del que después voy a mencionar algunas características ya que tiene una incidencia notable como obstáculo institucional para una intervención respetuosa. En síntesis, aceptar la existencia de esta crisis es fundamental, para actuar adecuadamente en los casos de abuso. Actuar correctamente, significa proteger integralmente a las víctimas, cosa que en la mayoría de los casos no sucede. Después del develamiento, hay una necesidad de actuar, y esa etapa del fenómeno que es la intervención, y los principales obstáculos que se deben enfrentar es el centro de esta exposición. El que debe actuar en primer lugar es el Estado y debe hacerlo porque el abuso sexual infantil es una cuestión pública. Durante muchos siglos, se trató el tema como una cuestión privada. Hoy no puede desconocerse que esa forma de actuar se debía a una visión de género, en el caso, androcéntrica. Tampoco puede dejar de aceptarse que los que hicieron las normativas eran los hombres, no las mujeres. Esa visión androcéntrica los impulsaba a mantener lo vinculado a esta temática como una cuestión privada, porque en tanto y en cuanto la sociedad en general lo vea como cuestión privada, menos se va a intervenir. De hecho, hasta el día de hoy se sigue considerando en muchos ámbitos una cuestión privada, y no dejan de sorprender los argumentos que se continúan esgrimiendo todos los días, en distintos puntos del país, para justificar por qué este tipo de cuestiones son privadas y en consecuencia no corresponde intervenir. Yo, sintéticamente les digo que de ninguna manera es así, que es una cuestión absolutamente pública, que tiene que ver con los derechos de los niños, que en ningún caso son privados. Son públicos, y el Estado tiene la obligación de prevenir su violación, pero cuando ésta se produce, inmediatamente debe intervenir porque se comprometió a ello a través de toda la normativa constitucional que suscribió y ratificó. Por lo tanto, sobre este punto no puede haber discusión. Respecto de las áreas de intervención, hay una cuestión que quiero dejar planteada, y que tiene que ver con la división histórica que desde la teoría se efectuó siempre entre un área denominada asistencial y otra judicial. Se separó lo asistencial de lo judicial y se le atribuyó lo primero a todo lo que tenía que ver con el cuidado de la salud, tanto física como mental, y el trabajo social. Todo esto se encuadraba en un área que era la asistencial y se la diferenciaba de la judicial. Esto obedeció a muchas razones, una de ellas es la diferencia notable que hubo en la evo87

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lución de las diferentes disciplinas que integran una y otra área. En las ciencias sociales no jurídicas la evolución en los últimos veinte años ha sido geométrica. En el caso concreto del abuso sexual infantil, el avance en el conocimiento de las características del fenómeno y en sus consecuencias, se produjo de una manera vertiginosa en comparación con los siglos de ignorancia e impunidad que caracterizaron la historia del maltrato y abuso de niñas y niños. En cuanto al ámbito del Derecho, hay que hacer una diferenciación. Se receptó este tipo de avances en todo lo que tiene que ver con la normativa, por eso tenemos una Convención sobre los Derechos del Niño que integra la Constitución Nacional, así como todas las leyes que se dictaron en consonancia con ella. En ese sentido, el Estado argentino no tiene ningún problema en firmar este tipo de Convenciones, el problema es cómo hacemos después para bajarlas a la práctica cotidiana. Lo cierto es que se ha producido un enorme avance en el ámbito jurídico desde lo normativo, al reconocer estos derechos, comprometiéndose el Estado a que sean respetados. La otra cara de esto es que en la práctica cotidiana del Poder Judicial no se han receptado estos avances. Esto tiene importancia trascendental y ahora vamos a ver por qué. Tradicionalmente, para el Derecho Penal el objetivo primario de la intervención era el esclarecimiento de los hechos y la eventual sanción de algún responsable. Esto fue así durante muchísimos siglos. Hoy, la normativa constitucional que yo planteaba, y el conocimiento al cual se llegó en el resto de las áreas de ciencias sociales, indican que las cosas han cambiado. La prioridad hoy en la intervención judicial, según la Constitución Nacional, es la protección integral de los niños; en el tema que nos ocupa, de los niños víctimas. En segundo lugar, como objetivo secundario, está el esclarecimiento del hecho y la virtual sanción del responsable. Esto significa que si aceptamos esta inversión de que en primer lugar va a estar la protección y en segundo lugar el esclarecimiento, vamos a intervenir de una manera distinta. Y, si esa intervención es la adecuada y se respetan los derechos tal cual dicen las normas, se facilita el objetivo secundario, que es el esclarecimiento del hecho y la eventual sanción del responsable. Intervenir mal, sin proteger, silenciando, sin tener en cuenta las características que yo estaba describiendo antes, lo que hace precisamente es alejar la posibilidad del esclarecimiento de los hechos. Porque cuando a una criatura abusada que se le hacen infinidad de pericias y se le pregunta de todas las maneras posibles, qué le pasó, lo va a decir también de numerosas maneras distintas, y eso, como vamos a ver después, casi siempre lleva a la impunidad. 88

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Hoy ya no tiene sentido la diferenciación entre un área asistencial y otra judicial. Hoy lo que hay es un área social-terapéutica que abarca efectivamente aquellas ciencias sociales no jurídicas que tienden a la protección del niño desde esas disciplinas y la intervención policial-judicial que también atiende como objetivo primario la protección de la criatura, pero desde otra incumbencia. Todas tienen una labor protectora, todas son o deberían ser una intervención protectora, y esto hay que tenerlo muy presente, porque es fundamental. Lamentablemente, en la práctica cotidiana actual, no se considera esto como yo lo estoy planteando. Hoy la intervención es desarticulada y esa desarticulación, en primer lugar viola la normativa vigente, está violando todas las normas que dicen cuáles son los derechos que los niños tienen. Esos derechos no son una concesión que le ha hecho el Estado, ya que son inherentes a los niños y están siempre. Lo que hizo el Estado es reconocerlos. Esos reconocidos derechos son violados cuando las intervenciones para tratar de esclarecer un hecho que tiene como víctima a una criatura no respetan las características del fenómeno del cual puede estar siendo víctima. Las consecuencias directas de la intervención desarticulada son en primer lugar el aumento del riesgo para la víctima. No hay que olvidar que cuando un juez de menores, un juez de familia, o un juez penal tiene que decidir la exclusión de una persona sospechada de un hogar violento o abusivo, o por el contrario si al que va a excluir es la criatura, al momento de tener que tomar esa decisión, va a jugar un papel fundamental el conocimiento que tenga del fenómeno y sobre todo el criterio con que considere las prioridades. Aquí cabe señalar que hay muchos funcionarios que se niegan a ubicar a la criatura en un lugar mejor que aquel donde se encuentra en riesgo, argumentando el carácter de “privado” de este tipo de historias familiares y con la supuesta intención de “preservar” el núcleo familiar. Sobre esta cuestión se han generado muchas confusiones, ya que se suele criticar duramente la institucionalización de las víctimas de abuso sin tener en cuenta que muchas veces el riesgo de que la víctima permanezca en un hogar donde es maltratada o abusada, es mayor que el de internarla en una institución. Esto no quiere decir que yo considere adecuadas las instituciones existentes. Por el contrario, creo que es imprescindible generar espacios más sanos que esas opciones, en especial ubicar hogares sustitutos. Dejo planteado que si la intervención sigue siendo desarticulada y si la toma de decisiones acerca de alejar al abusador o dejar a la criatura 89

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en un núcleo violento que trasciende la mera figura del abusador se produce, sin investigar adecuadamente si su madre ha sido entregadora, se va a desproteger a la criatura. La segunda consecuencia de la intervención desarticulada es la revictimización de las niñas y niños abusados. Se trata de los nuevos sufrimientos que se ocasiona a las víctimas por prácticas inadecuadas. En ese sentido, la mayoría de esas prácticas violan las normas protectoras vigentes y vuelven a dañar a las criaturas, con consecuencias diversas que van desde contribuir a aumentar el riesgo hasta poner en peligro la vida misma de la víctima. Finalmente, aumenta, como ya mencioné, la posibilidad de impunidad. Eso porque no se protegen las pruebas adecuadamente, en especial la posibilidad de preservar la palabra de la criatura, y con eso me estoy refiriendo no sólo a la palabra literalmente, sino que incluyo la posibilidad de otro tipo de expresión. Es decir, de todos aquellos espacios en los cuales se deba preservar a la criatura para que de alguna manera nos haga saber qué le pasó. Como en la práctica de la intervención policial-judicial esos espacios en lugar de abrirse se cierran, eso necesariamente tiene una relación directa con la impunidad. En otras palabras, cuando menos se preserven los espacios de expresión de las víctimas, mayor impunidad habrá. Con esas aclaraciones vamos a entrar, ahora sí, en el objeto específico de las reflexiones de hoy. La reforma de nuestra Constitución Nacional en 1994, incorporó con la máxima jerarquía legal las convenciones sobre derechos humanos. De una lectura armónica de las mismas, se desprende sin dificultad que en Argentina, hoy la única intervención posible en materia de derechos del niño, es la que los respete integralmente. Sin embargo, desde aquella reforma hasta hoy, la realidad indica que eso no sucede. Todos los días en el propio seno de las instituciones del Estado se producen, como se dijo, intervenciones desarticuladas que terminan dañando una vez más a las criaturas. Es evidente que variados y poderosos obstáculos se interponen para evitar que el Estado cumpla su rol protector de los derechos de los niños, en este caso, de los que resultan víctimas de graves abusos. Esos obstáculos es posible diferenciarlos en dos grandes grupos: los personales y los institucionales, que por supuesto están muy vinculados entre sí; pero yo, para una mejor comprensión del punto de vista, voy a hablar primero de los personales y después de los institucionales. El obstáculo personal por excelencia, y que más estragos causa, es la ideología. Se trata del más fácil de reconocer y el más difícil de superar. Al decir ideología en estas reflexiones, me estoy refiriendo a la suma 90

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de todas aquellas cosas que tenemos en nuestra cabeza y que nos hacen ver las cosas de una manera o de otra. A la suma de las experiencias que hemos tenido, de lo que aprendimos, de lo que leímos, de lo que escuchamos, de lo que vivenciamos. Todo eso junto, se traduce en un cristal desde el que percibimos la realidad de una manera determinada, eso es lo que en esta ocasión vamos a llamar ideología. En síntesis, la suma de toda nuestra cultura. Esa ideología que en este tema específico está construida de una manera, yo diría, alarmantemente generalizada, está solventada en mitos, estereotipos y prejuicios. Esto es algo que no podemos dejar de tener en cuenta porque esos mitos, estereotipos y prejuicios son los que nos van a hacer ver las cosas de una manera o de otra, y en consecuencia actuar de una manera o de otra. Cuando en la Justicia tomamos decisiones, la decisión es el resultado de una evaluación previa; y la evaluación va a ser hecha en función de lo que estamos percibiendo y la percepción, a su vez, va a estar condicionada precisamente por nuestra ideología. Ejemplo de algo que pasa muy frecuentemente y no está demasiado estudiado, pero que se puede advertir a diario, es el doble estándar, que consiste en la aplicación de normas distintas a un mismo grupo de personas. En el caso concreto del abuso sexual infantil, y yo diría de los delitos sexuales en general, es muy sencillo percibir el doble estándar en relación con los delitos contra la propiedad. En los juicios de uno y otro delito es posible observar la distinta actitud que con frecuencia se tiene en la Justicia frente a un delito u otro. Ustedes nunca van a ver que en un tribunal a la víctima de un robo, por ejemplo a la que despojaron del auto, le pregunten si lo exhibió de alguna manera provocadora para el ladrón, lo mismo con un reloj o cualquier otro objeto. Pero en los juicios por delitos sexuales, el tenor y el tono de las preguntas es notablemente distinto. Este es un fenómeno que debe advertirse y hacerse notar para que los juzgadores que actúan de esa manera tomen conciencia de esa actitud y la modifiquen. Hay un caso en el que intervine que es útil para graficar lo dicho. Se trataba de una chica de 18 años que fue violada al finalizar un baile. Dos jóvenes que habían estado en el lugar, escucharon sus gritos y la auxiliaron, deteniendo al agresor y llamando a la policía. Los dos testigos declararon luego en la seccional policial sobre el episodio, siendo ambos preguntados literalmente: “Para que diga el testigo si la chica bailaba provocativamente...”. Lo que trato de significar con esto es que la presencia de esos estereotipos es posible advertirla sin dificultad. 91

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Otra característica del obstáculo personal es el razonamiento inverso. Se trata de un fenómeno igualmente frecuente que tiene que ver con la influencia de los prejuicios en las decisiones judiciales. El sistema prevé que el juzgador, luego de analizar las pruebas con que cuenta, tome la decisión del caso. El aquí llamado razonamiento inverso abarca a aquellos funcionarios que, influenciados por sus prejuicios en esta materia, discriminan las pruebas que se producen, valorando aquellas que son funcionales a la decisión que ya tienen tomada de antemano y descartando aquellas otras que podrían poner en crisis esa valoración. Por supuesto, esto no es lo deseado por el legislador, pero, sin embargo, se advierte con frecuencia especialmente en casos de delitos sexuales, aunque no es exclusivo de ellos. Tanto el razonamiento inverso como la aplicación de doble estándar, tienen en realidad más vinculación con los prejuicios en general, y deben incluirse también aquellos casos de otros delitos en los que se deben analizar las conductas de quienes pertenecen a los sectores más vulnerables de la sociedad. Hay otro caso en el que intervine y que me parece bastante ejemplificador de lo que se viene diciendo hasta aquí. Se trataba de un juicio a dos hombres acusados de violar a una señorita. La joven había tomado alcohol en un baile, luego se descompuso y le pidió a un hombre que había conocido esa noche, si la podía acompañar a la casa. Esta persona le dijo que sí. Fue con su primo en un auto y en el trayecto se desviaron y según relató la joven, los dos la violaron. La víctima tenía todas las lesiones que describen los libros tradicionales, en los muslos, y en otros lugares del cuerpo. Además, tenía en su cuello la marca de dedos, como de estrangulamiento. Precisamente la víctima relataba que uno de los dos hombres la sostenía del cuello mientras el otro la violaba. Cuando se juzgó este caso, el fiscal, al pedir la absolución de los dos acusados, ensayó una explicación de cada una de las lesiones que tenía la joven y explicó por qué era creíble la versión de uno de los dos imputados de que habían tenido relaciones de mutuo consentimiento, y que su acompañante había quedado fuera del auto. El fiscal, al intentar explicar las marcas en el cuello, se preguntó textualmente: ¿Cómo saber que las marcas en el cuello no son el producto de tener una relación dentro de un auto? En ese alegato, se hizo mención incluso a una cita de Don Quijote de la Mancha. Se refería a que cuando Sancho Panza era gobernador de la isla de Barataria, tuvo que resolver una denuncia de una doncella de haber sido violada por el propietario de la tierra. Sancho hizo traer al hombre y le ordenó entregar a la joven una bolsita con monedas de oro. Le dijo luego a 92

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la mujer que se fuera con las monedas. Al hombre le dijo que la siguiera y le sacara la bolsa. Al rato, el hombre volvió agitado diciendo que alcanzó a la joven pero no pudo sacarle la bolsita porque la tenía agarrada muy fuerte. Sancho hizo traer nuevamente a la mujer y le hizo devolver las monedas diciéndole que si hubiera protegido su virtud como lo hizo con las monedas, nada le habría pasado. Esta cita es un ejemplo más de los recursos a los que se suele apelar cuando se actúa influenciado por mitos, estereotipos y prejuicios como los que rodean los delitos sexuales. En el caso, es claro que el alegato fiscal violó los derechos de la víctima a tener un juicio justo, porque el debido proceso no es solamente para los imputados, sino que además se les debe a las víctimas. El segundo grupo de obstáculos, es el de los institucionales. La mayoría de nosotros pertenecemos a instituciones. En el seno de las instituciones se producen diversos fenómenos que actúan como obstáculos para intervenciones respetuosas. Hay por ejemplo ganancias y pérdidas. Esto fue descripto hace mucho tiempo por Freud, quien decía que el hombre cambió una parte de su felicidad por una parte de seguridad. Este es un concepto muy importante para entender el origen mismo de las instituciones, y en especial por qué los hombres se juntan fundándolas y en última instancia por qué no podríamos sobrevivir sin ellas. El problema se presenta cuando nos damos cuenta de que muchas veces las instituciones no son exactamente lo que creíamos, que no están hechas a nuestra medida. Cuando percibimos que dentro de ellas hay sufrimiento, que la ilusión que uno tiene cuando entra a la institución se va perdiendo, esa pérdida de ilusión es importantísima porque causa estragos. Es muy difícil afrontar el costo de esa desilusión. Entre otros muchos fenómenos, en las instituciones hay también violencia, dependencia, miedo a los cambios, ambivalencia y mitos como el de los fundadores. En ese sentido, es muy duro igualmente el descubrimiento de que los fundadores no eran como nos dijeron que eran y nosotros tampoco somos ni vamos a ser como lo que se supone que eran ellos. Los ejemplos citados de fenómenos que se producen en el interior de muchas instituciones, tienen que ver con los factores que van a influir para que se intervenga de una manera o de otra en todos los casos judiciales y en especial de delitos sexuales. Antes mencioné el burn out, y quería hacer algunas precisiones. Se trata de un fenómeno que literalmente significa incinerarse, quemarse, achicharrarse dentro de una actividad específica. En este caso vinculado a la violencia y al trabajo con víctimas de violencia y también con 93

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victimarios. Hay una crisis muy grande que sufren quienes a diario trabajan en esos ámbitos. Esto incluye por supuesto a los jueces, que trabajan tanto con la víctima como con el victimario. Este fenómeno que se puede producir en la actividad profesional de quienes están en contacto con violencia o con víctimas de violencia, se diferencia del estrés fundamentalmente en que el burn out afecta la identidad profesional, mientras que el estrés no. La importancia de tener en cuenta esta clase de fenómenos radica en que, quien dentro de una institución tiene afectada su identidad profesional por trabajar en la problemática en sí misma y no recibir la contención institucional adecuada, no está en condiciones de proteger adecuadamente a las víctimas. En nuestro país, aún no se ha tomado la debida conciencia de la dimensión del problema y de sus consecuencias para los profesionales que lo padecen, y en el tema que nos ocupa, para las víctimas a quienes se desprotege. En otras palabras, no tomar conciencia adecuada de esto y no procurar los niveles aceptables de capacitación, tiene como consecuencia que el espectro de gente que está trabajando mal sea muy grande y que por momentos el panorama sea desalentador. Lo único que ayuda a tener esperanzas es que estemos hoy hablando de esto y que haya tanta gente interesada en discutir este fenómeno. Si bien no es posible en esta ocasión dar respuesta a todos los interrogantes que plantea un tema como el abuso infantil, se puede en cambio ensayar algunos conceptos que creo se imponen para superar las trabas que venimos señalando. A mi entender, el primer paso para empezar a remover estos obstáculos es el conocimiento serio de las características y consecuencias del fenómeno. En segundo lugar, es imprescindible que se cuestionen las prácticas actuales, y debe hacerse desde todos los ámbitos posibles. Es importante que desde las distintas disciplinas y con el punto de vista de la incumbencia que tengan, el trabajador social desde el Trabajo Social, el psicólogo desde la Psicología, el médico desde la Medicina, pero cada uno desde su disciplina, cuestionen las prácticas que dañan a las víctimas. Para eso, el mejor camino es el mencionado conocimiento de las características del fenómeno teniendo muy en cuenta los obstáculos, tanto los institucionales como los personales. Esa precaución nos permitirá cuestionar sin inmolarnos en el intento, ya que es sabido que quienes osan plantear cambios institucionales de esta clase, suelen ser a su vez víctimas de persecuciones en muchos casos insoportables. En ese sentido, uno de los riesgos también muy importante es que si un 94

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profesional, por simple percepción, indignación o dolor frente a una práctica inadecuada y sin el conocimiento suficiente se lanza a cuestionar esto, seguramente le va a ir mal. La intervención actual no da esa clase de espacios. Creo que hace falta generarlos, para que esa sugerencia que van a hacer, ese cuestionamiento que yo estoy planteando, no tenga como costo la propia salud o el trabajo mismo de la persona que decide actuar de una manera determinada. Se impone impulsar reformas de procedimiento para evitar que las criaturas víctimas vuelvan a ser victimizadas por una intervención inadecuada. En cuarto lugar, hay que trabajar para la capacitación real. Se trata de un trabajo interdisciplinario no declamado. Es muy importante el posicionamiento del propio capacitador. Si se pretende capacitar desde la reiteración de los estereotipos que durante siglos venimos reproduciendo, vamos a seguir haciendo la capacitación tradicional, que en fenómenos como el abuso infantil, significa más impunidad Por lo tanto, cuando hablamos de capacitación nos estamos refiriendo a la superación de los estereotipos en los que fuimos formados, y ese es un desafío bastante serio. En quinto lugar, trabajar para recuperar algo de la sensibilidad que fuimos perdiendo en las últimas décadas. Hubo en el país una creciente insensibilización respecto de la injusticia. Ese fenómeno afectó nuestra capacidad de percibir adecuadamente y en consecuencia de actuar correctamente ante casos de maltrato y abuso infantil. Entonces, en ese punto específico yo creo que hay que tener en cuenta, cuando se desarrolla esta temática y otras parecidas que tengan que ver con derechos esenciales, la necesidad de recuperar esa sensibilidad que es la que nos va a permitir encarar con más naturalidad y eficiencia la intervención. Así, lo vamos a hacer de una manera menos forzada y va a ser natural respetar esos derechos, porque habremos recuperado aquello que perdimos; yo creo que aún estamos a tiempo de hacerlo. Por último, impulsar desde todas las disciplinas, intervenciones éticas. Y eso debe hacerse, a mi entender, distinguiendo como lo hizo Eric Fromm en su libro Etica y Psicoanálisis entre la ética autoritaria y la ética humanista. La ética autoritaria en la intervención, es la que inspira a los operadores a tomar decisiones en función de lo que es bueno para su comodidad emocional, para su bienestar material, o para su posicionamiento de poder; en síntesis, de lo que es bueno para ellos. Por el contrario, quienes actúan movidos por una ética humanista en materia de maltrato y abuso infantil, deciden siempre teniendo en cuenta los derechos esenciales de esas criaturas, y en función de lo que es bueno para los niños. 95

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Preguntas 1. Los profesionales de la salud necesitamos una norma que nos proteja de acciones, daños y perjuicios cuando se denuncia abuso y/o maltrato y no se condena al abusador y hay hospitales que tienen juicios en contra. Por el otro lado se dice: ¿Cómo pueden protegerse los obligados a denunciar, de las consecuencias que podría generar una posible falsa denuncia cuando efectúan la misma en sede civil? Esto es un problema que aqueja a muchísima gente: médicos, psicólogos, gente de distintas áreas de hospitales de todo el país, y como llevaría mucho tiempo aclararlo en profundidad, los dejo con una idea: toda la normativa a la cual yo me refería, obliga a denunciar, hoy no es opción denunciar, hoy es obligación denunciar. Esto más allá de que haya gente que todavía no ha leído estas normas y que se equivoque aún desde la propia Justicia. Hoy es obligatorio denunciar, lo dice expresamente, por ejemplo, la Ley 24.417 de Violencia Familiar. Pero, sin esa ley es exactamente igual, porque es lo que surge de las Convenciones, entre ellas la de los Derechos de los Niños, sobre la Discriminación contra la Mujer y Belem Do Pará, contenidas en el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional, que es la ley suprema de la nación. Esto no quiere decir que no sea riesgoso, y por eso dije que hay que hacerlo de manera inmolarse en el intento. En ese sentido, el propio Código Civil hace muchísimos años dice que el cumplimiento de una obligación legal no puede traer consecuencia alguna disvaliosa para la persona que está cumpliendo con esa obligación. Lo que pasa es que en este aspecto del tema, muchas veces hay interpretaciones de las normas que no tienen en cuenta lo contenido en la Constitución Nacional, como pasa por ejemplo con el artículo 72 del Código Penal y que tiene que ver con quiénes están habilitados para hacer las denuncias de delitos sexuales contra niños. Dice el Código que se procederá de oficio cuando el menor no tuviere padres, tutor ni guardador o que el delito fuera cometido por alguno de ellos. La última frase de ese artículo habilita expresamente al fiscal a actuar de oficio cuando existieran “intereses gravemente contrapuestos” entre alguna de esas personas y el menor. 96

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Esto, a mi entender, resuelve toda la cuestión. La existencia de esos intereses contrapuestos, siempre debe ser resuelta en favor del interés superior del niño, como dice la Convención y el propio Código Penal en ese mismo artículo. De ese modo, cuando un operador tome conocimiento de un caso de abuso, lo debe poner en conocimiento del fiscal, o la policía o un juez de turno, y el Estado tiene la obligación de investigar y proteger al niño. Volviendo a la pregunta inicial, ningún profesional de la salud o de cualquier otra área de intervención puede tener problemas por denunciar de buena fe casos de abuso, y, por el contrario, puede tenerlos si no lo hace. Con esto no estoy desconociendo que haya juicios por daños y perjuicios, pero esos juicios que puede haber no son otra cosa que más de lo mismo. Son juicios que se están haciendo de mala fe por aquellas personas que se sienten perjudicadas por la denuncia, por haber sido imputados de algún delito. Sobre ese tema, la única forma de que el profesional u operador de salud que efectuó la denuncia tenga problemas, es si lo hizo de mala fe, sólo en esos casos, que por otra parte son bastante infrecuentes. Lo que también hay que tener en cuenta es que frente a los avances que hubo en la materia en los últimos años, hubo también reacciones contrarias que pretenden neutralizarlos y detener las denuncias de abuso. Evidentemente, dejar de denunciar no es el camino correcto, porque significaría un enorme retroceso que una vez más perjudicaría a los niños. 2. ¿Funciona igual en Capital y en Provincia de Buenos Aires? Sí. Más allá de que hay dos códigos de procedimientos distintos, los fenómenos que se dan en uno y otro ámbito son idénticos porque es una cuestión ideológica, y eso atraviesa el Código. Ustedes van a observar lo mismo en todos lados. Si ustedes van a Salta, van a ver que si una mujer destrozada por los golpes va a hacer una denuncia, muchas veces le van a tomar una exposición. Ahí uno puede preguntarse: ¿pero cómo, el policía de Salta se comunicó con el de Río Negro?, ¿cómo sabe el de allá que el de acá también la toma como exposición y no como denuncia? Lo que pasa es que esto es algo que trasciende la frontera de una provincia, tiene que ver con una actitud, con un estereotipo, con una ideología. 97

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En ese sentido, repito, es lo mismo en un lugar que en otro, salvo unas modificaciones de procedimiento que hasta ahora no han cambiado lo esencial. Por eso es frecuente también que cuando alguien va a denunciar ante un fiscal le dicen que vaya a la Policía, y si va a la Policía le dicen que vaya al juez, y de allí lo mandan a la Fiscalía. Esto es parte del desaliento que se va produciendo sobre los denunciantes y contra lo que hay que luchar. 3. ¿Qué hacemos cuando un niño que está en situación de calle nos manifiesta que fue abusado?, ¿cómo procedemos, si eso ocurre en provincia o en Capital Federal? En esos casos, hay que tener en cuenta que uno no se puede hacer cargo de ese chico, porque no es la tarea del que se acaba de enterar hacerse cargo de esa criatura. Lo que sí tiene que hacerse cargo es de la necesidad de hacer conocer el hecho, es decir, de llevar a esa criatura a alguno de los lugares habilitados. Tanto en Capital Federal como en la provincia de Buenos Aires, como en todo el resto del país, hay una cantidad enorme de instituciones, empezando por la Policía y pasando por las fiscalías o por los juzgados penales de turno. En todas esas instituciones tienen la obligación de hacerse cargo por lo menos en lo inmediato, después harán las derivaciones del caso. Lo primero que se debe hacer es llevar a esa criatura a un lugar de los que yo estoy mencionando, y sobre todo exigir que se intervenga inmediatamente. 4. ¿En qué consiste el “mito de Lolita”? El “mito de Lolita”, entendido en el contexto en el que yo lo estaba planteando, tiene que ver con una franja que es la adolescente femenina, que es utilizada por su edad, por sus características, por su vestimenta, etc., como un elemento provocador que genera una reacción casi inevitable por parte de quien luego es acusado de algún delito contra esa persona. Lo que se busca con ese tipo de argumentaciones es convencer al juzgador de que quien sucumbió a ese tipo de estímulo no podría haber hecho otra cosa, porque en las mismas condiciones, eso le pasaría a cualquiera, incluso al juzgador; esa es la idea. 98

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En un caso que intervine, se acusaba a un señor de haber manoseado a una beba de poco más de un año que usaba pañales. Esto lo vio una vecina que abrió la puerta y se dio cuenta de que la criatura estaba sobre la falda del acusado, que tenía la mano debajo de los pañales, en la entrepierna. Durante el juicio, el defensor en su alegato dijo textualmente, dirigiéndose al tribunal: “Señores jueces, ¿quién no jugó al doctor alguna vez?, ¿Uds. no han jugado al doctor?” Luego agregó: ¿Quién no nos dice que le haya estado sacando una mosca? Más allá de que el argumento es una tontería y el hombre fue condenado, lo que hay que destacar es que algo habilitó al abogado a hacer ese tipo de preguntas. Es decir, frente a un hecho de abuso de una beba, preguntarle a los jueces si no jugaron alguna vez al doctor muestra una cultura que es la que le da el espacio para plantearlo. 5. ¿Podría aclarar lo del proyecto de ley, y si es un proyecto de ley a nivel nacional o de la Ciudad Autónoma? El proyecto de ley está en la Cámara de Diputados de la Nación y también en Río Negro, adaptado al Código de esa provincia. La finalidad concreta es la prohibición absoluta de que las criaturas abusadas hasta los 14 años digamos en forma absoluta y de los 14 a los 16 años en forma relativa, vayan a declarar a cualquier instancia policial o judicial. La propuesta es que solamente se interactúe con esas víctimas a partir de aquella tecnología que los especialistas consideren adecuada, fundamentalmente en cámaras Gesell. Eso, no porque yo haya considerado que era la única posibilidad o la mejor, sino porque es la única tecnología, junto a la televisación en directo (por circuito cerrado), que nos permitiría responder al requerimiento de no perjudicar el debido proceso ni afectar el derecho de defensa. En ese sentido, la cámara Gesell lo que permite es que la persona especializada interactúe con la víctima como mejor crea conveniente y su ciencia le indique. El Tribunal lo que hace es: el presidente le va a transmitir al experto las inquietudes de las partes y el experto decidirá si tiene en cuenta y de qué manera lo que le plantean. La cámara permite que se vea y escuche lo que está pasando, pero no que las partes ni los jueces interfieran de manera alguna con el acto. Esa es, 99

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a mi entender, la única forma en que a una criatura se le preserva la posibilidad de expresarse. Por el contrario, el ámbito policial y judicial tradicional es absolutamente inapropiado para que se exprese respecto de hechos como éste, y en todo caso tiende más a silenciar a las víctimas. Fíjense ustedes un detalle vinculado a esta cuestión. El cuestionamiento que muchas veces se hace a los trabajadores sociales, a los psicólogos, a los psicoanalistas y a los médicos respecto de este tema, no se les hace a los operadores de las llamadas ciencias duras. Yo nunca escuché cuestionamientos de este nivel a ingenieros o arquitectos. Tampoco he visto que los jueces hayan hecho ellos mismos los cálculos de si un edificio se tiene que caer o no se tiene que caer; sin embargo, sin dificultad vienen a cuestionarle a un psicólogo especializado que la valoración que está haciendo no es correcta. Evidentemente, algo les hizo creer que pueden hacerlo sobre una ciencia y no sobre la otra, y probablemente sea que ni siquiera le deben otorgar la categoría de ciencia a las ciencias sociales no jurídicas. 6. ¿Qué rol le cabe al resto de las ONGs para cambiar estos últimos puntos que se señalaron? Yo creo que el rol de las ONGs es muy importante, siempre con una salvedad que me parece que tendría que tenerse en cuenta, y es que el Estado se ha acostumbrado en las últimas décadas a que las ONGs vayan haciendo cosas que él no hace, y eso es un tema muy delicado. Yo creo que tienen que hacer cosas distintas de las del Estado. El Estado tiene que cumplir su obligación, y las ONGs tienen también un rol importante, con relación a la difusión, a la concientización respecto de determinadas problemáticas. De lo que se trata es de generar conciencia, fundamentalmente en temas tan graves como el abuso infantil, de que si se interviene mal la criatura se puede morir o puede ver frustrada por completo su posibilidad de tener alguna esperanza en la vida. Esa es la conciencia que hay que tener, y fundamentalmente las ONGs tienen que arrinconar en ese sentido al Estado para que, si firmó una Convención, se banque esa Convención. Bancarse esa Convención significa bajarla, y bajarla significa respetar a los niños y hacer y 100

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obligar a que las intervenciones sean como dice la Convención. Esto lo pueden hacer los querellantes, esto lo pueden hacer —y lo deben hacer— los fiscales, y cuando no lo hacen, que lo hagan entonces las ONGs, que se presenten y hagan el planteo. Después, los jueces, que hagan lo que tienen que hacer. Desde ese aspecto me parece muy valioso y muy rico el aporte de las ONGs.

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Los malos tratos y los abusos sexuales contra niñas, niños y adolescentes

Lic. Jorge Garaventa

Lic. en Psicología (UBA). Psicólogo Clínico. Ex docente de la UBA y la Univ. del Salvador. Especialista en Maltrato y Abuso Sexual Infantil. Fundador y ex Director del Centro de Psicología y Psicopedagogía Clínica, Mar del Plata. Ex Coordinador de Psicólogos y de la Casa de Reinserción Social de Isla Silvia, CONNAF (Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia). En la actualidad es Fundador y Moderador de los foros electrónicos “Etica y Psicología”, “Psicología y Niñez”, “Clínica y Psicopatología Hoy” y “Pensar Cromanón”. Co-autor del libro Adopción- La caída del prejuicio, y diversos artículos en distintas revistas de la especialidad.

La buena gente agradece. Me empeño en serlo. Trabajo seriamente para eso. Al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que pese a la oposición sistemática que he ejercido y ejerzo contra algunas de sus políticas me brinda este espacio sin ningún tipo de condicionamiento. A María Elena Naddeo, Presidenta del Consejo por los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. A mi querida Eva Giberti, maestra y amiga, luchadora incansable de tantos años, acreedora constante del afecto de tantas niñas, madres y padres, beneficiarios de sus prácticas esclarecedoras. 103

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Voy a dividir esta presentación en dos partes. Por un lado me referiré a algunas cuestiones generales sobre abuso y maltrato que creo que no han sido abordadas por otras disertantes, para cerrar haciendo una breve reseña de qué son los foros y las listas, cómo se pueden implementar como herramienta de denuncia, formación e información, y tratar de contarles, si da el tiempo, qué fue esa serie de acciones que nació en Internet y tuvo su desarrollo concreto en lo que denominé en su momento la movida santiagueña. Cuando empezó la primera edición de este curso que se dicta este año por tercera vez y tiene ya anunciada la cuarta implementación para abril de 2005, manifesté que era uno de los emprendimientos más serios en la materia de que yo tuviera conocimiento. Lejos estaba de imaginarme que con el paso del tiempo me convertiría en uno de los disertantes, por lo que puedo afirmar que este hecho hace para mí un poco de Cafetín de Buenos Aires, ya que de chiquilín lo miraba de afuera. Y aquí terminan las analogías poéticas, porque a partir de que comprendí que gran parte de mi actividad profesional estaba signada vocacionalmente por aportar algo en la pelea por mitigar el sufrimiento de la niñez, la poesía se volvió turbia ante una cotidianeidad que desgarra. Ya es harto sabido que la historia del maltrato y el abuso sexual hacia la niñez nace con la historia misma de la humanidad, pero, como bien señaló Eva Giberti en la apertura de este mismo curso el año pasado: “...La pregunta habitual ‘¿ahora se producen mas abusos o lo que sucede es que los medios de comunicación los difunden cada vez que ocurren?’ que podría admitirse como curiosidad preocupada por parte de los adultos, también puede interpretarse como intento no consciente de derivar la atención ciudadana hacia una evaluación de indole histórica. La pregunta interroga dirigiendo (y esperando) la respuesta hacia una contestación convivencial: ‘En realidad estas cosas siempre ocurrieron. Ahora se habla más, la gente se atreve a denunciar, las chicas en general estan advertidas…’ respuesta que tiende a tranquilizar a quien pregunta. ‘Si siempre ocurrió, entonces no es tan grave; si no fuera por los medios de comunicación no se sabría…’. O sea, estamos frente a la tendencia que conduce a encubrir la gravedad de lo que sucede, neutralizándolo mediante la generalización ‘siempre ocurrió’. Se recurre a la frase consagrada por el imaginario social que neutraliza la responsabilidad social aquí y ahora. La parentalidad no garantiza trato considerado hacia las más pequeñas: las familias son capaces de instituirse en núcleos de violencia contra 104

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ellas. Las instituciones escolares pueden incorporar malos tratos físicos y psicológicos; y la experiencia pone de manifiesto, cotidianamente, que el abuso sexual contra niños y contra niñas encontró en el ámbito escolar un territorio privilegiado para disponer de criaturas según las preferencias del abusador.” Eduardo Fernández, en su prolijo trabajo De los malos tratos en la niñez y otras crueldades, da cuenta no sólo de estos hechos a lo largo de los siglos sino de la persistencia del flagelo en la actualidad, en las civilizaciones mas modernas y democráticas. Se puede decir, dolorosamente, y para utilizar un término en boga, que si hay algo que ha logrado transversalidad más allá de estructuras y clases sociales es el sistemático maltrato hacia niñas, niños y adolescentes. Utilizo no casualmente la palabra sistemático, de la cual la Real Academia Española da la siguiente concepción: sistemático, ca. (Del lat. systematicus). 1. adj. Que sigue o se ajusta a un sistema. 2. adj. Dicho de una persona: Que procede por principios, y con rigidez en su tenor de vida o en sus escritos, opiniones, etc. No es posible imaginar que prácticas tan frecuentes y generalizadas puedan pensarse independientemente de la organización social. Tampoco es correcto pretender que quienes incurren en tales prácticas son prisioneros de la cultura, ya que hay un momento de definición subjetiva donde, con dolor o sin él, se escoje un camino. Parto de la base, entonces, que los individuos no son barriletes al viento sino que van diseñando un itinerario para sus vidas. Esto no implica desdeñar el efecto de las situaciones de exclusión social y privación que puedan afectar a cada uno. Implica en todo caso destronarlas del lugar de justificación. Una concepción errónea, casi cómplice, hace decir a Freud que hay un sujeto descentrado que actúa más allá de su voluntad; reforzada con una lectura caprichosa de Lacan que disculparía actitudes y conductas porque en realidad el o la sujeto estarían sujetados por la palabra de otro alojado en su inconsciente y que por ende sería el verdadero responsable de su accionar. Hemos criticado, y lo seguiremos haciendo cada vez que sea necesario, tanto al psicoanálisis como a sus teóricos, pero no en este aspecto. Ni 105

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Freud ni Lacan han escrito una sola linea para desresponsabilizar al sujeto por sus actos. Es más, conocidas son algunas anécdotas donde el maestro vienés reprendía severamente a sus pacientes por algunas descortesías o desprecios de origen inconsciente pero que a su entender no los libraba de tener que asumir la autoría en los hechos e intelectual. Entonces, para ir mostrando el horizonte ideológico del que parto, el maltrato y abuso sexual hacia la niñez son eso, maltrato y abuso. Estamos hablando del efecto de una situación desigual donde el poderoso utiliza su superioridad para el placer que le proporciona su víctima aniquilada y sometida. Hay cosas en las que ya no podemos plantearnos ninguna ambigüedad. No se puede seguir pensando el maltrato como una herramienta correctiva equivocada pero bien intencionada, ni el abuso sexual infantil como una compulsión sin freno. Ni el maltrato tiene por objeto una niñez sana, ni el abuso responde a una necesidad sexual. Cuando hace unas semanas veíamos los restos de lo que alguna vez fue Diego Maradona, era difícil sustraerse a su discurso: “Mi padre me pegaba, mucho, pero tenía razón, claro que tenía razón, quería lo mejor para mí, sólo que yo no lo entendía”, para agregar minutos después: “Jamás le podría pegar a mis hijas, no me lo perdonaría jamás con todo lo que las amo. Una vez la empujé a Dalma, no le pegué, me saqué y de impotencia la empujé apenas. Me quería cortar las manos. Le pedí perdón de rodillas. Nunca podría pegarles. Sería monstruoso... imperdonable”. La disociación entre lo vivido en su niñez y este presente es el ingrediente necesario para no contactarse con la soledad y el desasosiego que el maltrato ocasiona. La culpa cierra el círculo de sumisión. Diego es la rama torcida. El padre le pega porque es mal hijo. Él empuja a su hija porque es mal padre. Se droga porque es mala persona. Sólo un nuevo castigo, la internación compulsiva por su interés superior, lo redimirá de su naturaleza maligna. Pero será un mal paciente... Carmen Frías, actual Directora de Niñez del Gobierno de la Ciudad, nos decía el año pasado en este mismo curso: “Yo creo que si no se hubiera empezado a trabajar la temática de género profundamente y no se hubieran, valga la redundancia, profundizado los estudios sobre mujer, no se habría podido dar cuenta de las desigualdades existentes que impone la cultura del patriarcado, motivo por el cual no habrían salido a la luz ni se habrían develado las situaciones que quedaban encerradas dentro del ámbito doméstico, ám106

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bito que por esta misma cultura patriarcal era imposible que se abriera a otras miradas; con lo cual las peores de las situaciones podían continuar sucediendo, encerradas tras los muros de una casa y disimulados en lo que supuestamente son los modelos ideales de familia. La familia es una organización, y es una organización que por la misma interacción de sus miembros tiende a ser generadora de conflictos; no siempre los conflictos que se desarrollan en el ámbito familiar devienen situaciones de maltrato infantil o situaciones de abuso sexual infantil pero algunas veces sí, y me parece que esto, partir de que muchas de estas situaciones se dan dentro de las familias, implica el primer reconocimiento para hacer un abordaje adecuado. La impronta del patriarcado hace que las familias se organicen de acuerdo a las jerarquías de poder, que son absolutamente desiguales y a partir de las cuales en muchas ocasiones se naturalizan las situaciones de violencia, dominación, la creencia de que los hijos son propiedad privada de los padres, lo cual implica que cada uno hace con esa propiedad privada lo que cree que puede y tiene ganas de hacer.” En estos tiempos se han agudizado algunas contradicciones que han traído como consecuencia que algunas cuestiones que pertenecían al ámbito de lo privado, por ende de lo individual, de lo solitario, hoy sean materia de interés y derecho público. El final del siglo trajo aparejado la caída de algunos estandartes propios, permitiendo ver, al correr el cortinado, las más diversas vejaciones a la niñez que se alojaban y aún se alojan en la familia, la cultura y la sociedad toda. Agudizadas hoy hasta extremos indecibles, la pobreza, la niñez abandonada y golpeada, la prostitución infantil-juvenil, eran invariantes obligadas. Cada una era difícilmente posible sin las otras. Era suficiente entonces, encarar a fondo una solución a la injusticia social para que los males cesaran y la infancia volviera a ser la isla de la fantasía. Por supuesto que dicha solución nunca fue encarada, pero algunos velos empiezan a correrse, de la mano de los estudios sobre sistema familiar violento, estilo de familia, de maltrato, de sometimiento a la niñez, que, sabemos hoy, no es patrimonio de los pobres. El noble y el villano comenzaron a asomar al mundo como sujetos del execrable delito de convertir en un infierno la vida de las niñas. Como bien lo describe Eduardo Fernández, en el libro antes citado, la práctica del maltrato infantil es tan antigua como la humanidad misma. Agrega que la violencia estuvo siempre encubierta de fines altruistas. En la antigüedad el sacrificio propiciatorio buscaba mejorar el bienestar de la progenie. 107

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Otro ejemplo aberrante es el de los niños con síndrome de Down, a quienes, con el fin de ahorrarles el sufrimiento de una vida discapacitada se los sometía a una horrible muerte al ser arrojados desde lo alto de la montaña. Queda a la vista que estos hechos no incluían realmente al niño/a sino a los adultos que luego deberían “cargar” con la vida de ese niño/a. Y por supuesto, la educación no ha sido ajena a este tipo de excesos. ¿Quién no recuerda los golpes del puntero sobre la cabeza o los dedos, el tirón de orejas, mantenerse parado durante horas o arrodillarse sobre maíz? Y si de humillaciones se trata, los gritos desaforados ante una travesura, o las orejas de burro ante un fracaso escolar, no son precisamente fantasías de bruja mala sino precisamente realidades cotidianas en nuestros colegios de hace algunos años. Bueno es recordar también que este tipo de prácticas contaba con el beneplácito de la comunidad educativa y de los padres en general, o al menos con su mansedumbre cómplice. Felizmente, no sólo desde quienes luchamos por los derechos de la infancia sino desde el sistema educativo mismo surgieron los anticuerpos que permitieron erradicar estas prácticas en general, pese a que no se puede negar la persistencia de bolsones autoritarios. Y ¿qué decir del “ya vas a ver cuando venga papá”. “Voy a hablar con mi mujer”, decía un padre en una entrevista hace un tiempo. “No me gusta mucho esto de llegar y tener que empezar a repartir palos por lo que hicieron los chicos cuando yo no estaba. Me resulta muy frío. Le voy a decir que empiece a pegarles ella un poco también, si no el malo soy siempre yo.” Más allá de lo que produzca este relato, creo que coincidiremos en que no se trata de una situación atípica. Sobre la reversión de estas prácticas en las escuelas, el especialista en educación Jaime Barilko reivindicaba hace un tiempo la violencia física y psicológica hacia la niñez como uno de los pilares de la educación: “hoy los maestros no hacen nada”, decía, “en mis épocas, cuando un chico se mandaba una macana se llamaba a los padres, y ahí nomás, delante del maestro le encajaban un coscorrón” (humillación y violencia). Dar un coscorrón es uno de los legados de la cultura cotidiana al maltrato infantil, sinónimo de “un cachetazo dado a tiempo, o de ese golpe que madres y padres dicen jamás dar, sólo un chirlo, sólo eso” (reportaje en diario La Nación). Las estadísticas en los hospitales, sobre todo de niños, muestran el horror en donde suele finalizar aquello que empieza como un chirlo... Los hospitales psiquiátricos también. 108

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En un programa de Magdalena Ruiz Guiñazú, decía hace unos años el columnista Carlos Burone: “Siempre recuerdo como un ejemplo de lo que debe ser la educación cuando había que formar fila en silencio para salir de la escuela. A veces se escuchaba una risita y enseguida el ruido seco de un cachetazo. Cuando salíamos, los dedos marcados en la cara señalaban al indisciplinado. Era duro, pero no hay dudas de que no lo volvía a hacer, no como hoy que se le ríen en la cara a los maestros”. “La letra con sangre entra” es finalmente otro de los símbolos de esta violencia consensuada socialmente. Locos, locas y niños-problema a su vez eran la expresión del grupo minoritario de adultos y niños que se rebelaban y rebelan frente a este “natural” trato. Mucho de esto ha cambiado sólo en las formas y constituye prácticas secretas, no dichas, vergonzantes, de la cultura educativa y social. Pero si hay algo que está más en relación con el sufrimiento y la niñez del siglo XXI es el develamiento del abuso sexual y el incesto contra la hija niña. No hay instituciones que no estén alcanzadas por la evidencia o la sospecha (hablo de instituciones en sentido general, no particularizando en nombres propios); públicas y privadas, laicas y religiosas, jardines de infantes, escuelas, hospicios, hospitales, institutos, a diario recrean este tipo de episodios, mayoritariamente perpetrado contra niñas. Hay entonces una necesaria perspectiva de género para abordar el tema. Viene en nuestro auxilio Isabel Monzón: “En mi experiencia clínica se confirma lo ya conocido: habitualmente el abuso se comete dentro del ámbito familiar: tíos, abuelos, padres, hermanos, un amigo de la familia. Tal vez sea por este hecho que, aunque es un delito, por temor o por desmentido con demasiada frecuencia no se denuncia. Las estadísticas del abuso nos hablan de altos porcentajes, mayores en el caso de las niñas. Los abusadores, en general, son varones. Provienen de cualquier clase social, religión, raza, profesión, y muchos de ellos son casados. Se vuelve imprescindible entonces descifrar qué sucede en el psiquismo de las criaturas que son abusadas en la infancia, qué consecuencias psíquicas se producen en la adultez, qué sucede en el aparato psíquico de los testigos del abuso y qué pasa en la mente de los abusadores. Descifrar estas incógnitas nos lleva directamente al tema de la violencia de la desmentida en el abuso sexual contra menores. Cuando digo desmentida me refiero a un mecanismo psíquico a través del cual desconocemos algún aspec109

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to de la realidad con el que no queremos o no podemos enfrentarnos. En su Diccionario de Psicoanálisis, Laplanche y Pontalis definen a la renegación o desmentida como un mecanismo de defensa consistente en que el sujeto rehúsa reconocer la realidad de una percepción traumatizante. Se trata de un mecanismo psíquico útil en algunos casos. Todas las defensas lo son, según el grado, el momento y la frecuencia con que las usemos en las diferentes etapas de nuestras vidas, en tanto nos ayudan a enfrentar ansiedades y conflictos cotidianos. Pero, si alguno de esos mecanismos se utiliza en demasía, el psiquismo se daña.” Cuando un delito-abuso es perpetrado hay toda una maquinaria de complicidades y silencios que se pone en marcha para evitar que la víctima hable o sea escuchada. Un ejemplo fresquito lo tenemos hoy con el caso Grassi, donde cuatro estudios de abogados, de los más poderosos del país, enfrentan y denostan impiadosamente en los medios y en los tribunales a dos menores casi indigentes, o al menos pauperizados, y sin asistencia legal. Detengámonos aquí: el abuso sexual en cualquier grado, produce daño psicológico severo. Cuando digo cualquier grado, me refiero también a la tentativa. De cómo el niño haya reaccionado depende también la reestructuración psíquica. Estos acontecimientos producen siempre desestructuración psíquica. Si el niño cree haber experimentado placer, o haber sido partícipe activo del abuso, la sensación de culpa potenciará infinitamente el sufrimiento. He dejado para el final el más oculto y negado de los delitos contra la niñez, cuya frecuencia y extensión es bastante mayor que los bien intencionados pueden suponer. Me refiero al incesto ocurrido entre un padre y su hija niña, que como bien dice Eva Giberti, que ha dedicado un estudio muy meticuloso al tema, “constituye la violación de una menor a la que su progenitor victimiza y a la que una calificación técnica nomina abuso sexual incestuoso”. Agrega la autora: “al haberlo incluido en el rubro abuso sexual, se omite el reconocimiento de lo incestuoso como categoría autónoma en la cual existe un victimario cuyo perfil se define por haber concebido a la víctima, y de hecho, por tener la obligación social, civil y psicológica de tutelarlo. Datos que abren un espacio con significación propia...”; “...el incesto que describimos se caracteriza porque el padre que viola a su hija instala un 110

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vínculo sexual genital con ella que persiste en el tiempo y porque le exige a la niña guardar silencio acerca de dicha relación, circunstancias que tipifican el hecho con características propias.”

Algunos testimonios “No podía hablar. Por eso me desahogo ahora; por el daño tan enorme que me hizo ese silencio.” “Estoy encontrando ese grito. Pero para encontrarlo tuve que empezar a buscarlo y el camino ha sido muy doloroso. Buscando el grito me encontré con la culpa. O botaba la culpa o no encontraba el grito. Decidí botarla, por eso sé que ese grito lo voy a encontrar. Era la culpa la que no me dejaba ver el camino.” “Con Neusa los contactos sexuales del padre comenzaron cuando ella tenía 8 ó 9 años, habiendo durado de dos a tres años. No hubo, no obstante, penetración vaginal, ella tenía apenas once años y el padre preparaba el camino, esperaba el momento adecuado. El padre era muy cuidadoso tanto en el plano emocional como en el nivel físico. Usaba cremas para no herirla y la preparaba psicológicamente para el siguiente paso. La convenció para que lo masturbara, siempre que ella estuviera menstruando y, por lo tanto, imposibilitada según él, de mantener relaciones sexuales.” “Controlaba todos sus pasos, poniéndose furioso cuando ella tenía un enamoradizo. Jamás permitió que ella ni su hermana durmiesen en casa de amigas, alegando que estarían sujetas a abuso sexual. Según Gissela, él juzgaba que todos los hombres eran igual que él.” “Cuando niña, experimenté una relación incestuosa progresiva, que me pareció de naturaleza benéfica, había amor y una saludable auto-realización en aquello que yo concebía como un ambiente protegido; me acuerdo de estos tiempos como, tal vez, el período más feliz de mi vida; cierto día, de repente, a partir de una conversación en el patio de recreo de la escuela, lancé la hipótesis de que todo aquello pudiera ser ‘malo’. Los traumáticos incidentes que surgieron aquel día inauguraron un período de 30 años de disfunciones psicológicas y físicas.” “Por muchos años viví con tantos miedos, con tal de no enfrentar el más grande de todos: el recordar que mi papá era el monstruo 111

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nocturno del que nadie me iba a proteger. Le tenía miedo a la noche, a la oscuridad, al debajo de la cama, al baño, a darle la espalda a la puerta. Miedo a no ver todos los rincones del cuarto. Miedo a que un día se me saliera y le contara a alguien. Miedo a que si lo hacía me creyeran loca. Miedo a estar loca. Miedo a verme en el espejo y ver su cara reflejada en la mía.” Quiero aclarar que la afirmación que circula acerca de que los abusadores han sido niños abusados no se corresponde con lo que se encuentra en la clínica. Los adultos que han sido niños abusados desarrollan en general patologías absolutamente distantes de la agresión hacia los otros. Más bien, desde sus eternas sensaciones de vacío, desvalorización, cosificación y desamparo pueden tender a repetir situaciones de sumisión y abuso en todas sus formas aún de adultos. Traduzcamos, por un momento, todos estos horrores en sufrimiento de los niños y las niñas y preguntémonos, a partir de allí, cómo se construye, con esta niñez, una sociedad feliz y esperanzada en el futuro. Para terminar esta parte quiero leerles fragmentos de una carta de un paciente a un familiar. Si bien cuento con la autorización de él para su difusión, he alterado los datos de forma que no pueda ser identificado. “Queridos Jack y John, soy Adrián, su primo. Es una alegría escribirles después de tantos años y a pesar de que casi no nos conocemos. Pero no es una alegría estúpida como mucha de la estupidez de mi familia sino que para mí finalmente y después de muchos años de laburo las cosas se están enderezando. Supongo que ustedes ya sabrán y si no yo les cuento que me encontré con su vieja. Fue para mí una verdadera bendición y una ayuda enorme, y yo creo que a ella y a ustedes les va aservir para aclarar algunas cosas de la oscura historia de mis padres y de su viejo. Todo lo que escribo aquí ya lo hablé con ella. Primero lo primero. Fue para mí una tristeza enorme enterarme de la muerte del tío y a la vez una alegría saber que había podido escapar de la mierda de nuestros abuelos paternos y de la mierda de mi padre. Pueden estar orgullosos de su padre y yo por mi parte quisiera agarrarme un cachito del cariño que él ofrecía. Las cosas que voy a contar ahora son tristes y duras pero me parece que sirven para entender y los van a ayudar a tranquilizarse, a afirmarse en sus convicciones y tal vez a crecer un poco… 112

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Su vieja, mi tía, me llamó un miércoles a la noche y me dejó un mensaje en el contestador diciéndome que estaba en Buenos Aires. Para mí fue un sacudón que alguien de la otra parte de los xxx me llamara. Esa noche casi no dormí por la incertidumbre. Al otro día me comuniqué con ella y enseguida me di cuenta de sus buenas intenciones, de su cariño hacia mí y de sus dudas acerca de si llamar a mi papá o no. Y no era para menos, cualquiera que se acerque desprevenido a ese hijo de puta se arriesga a ser herido por una de las peores personas que yo tuve la desgracia de conocer y además la desdicha de que fuera mi padre. COMO SE IMAGINARÁN, YO ESTUVE ABSOLUTAMENTE DE ACUERDO CON USTEDES EN QUE NO LO LLAMARA. Ahora les voy a contar un poco de mi historia, de la de mis hermanos, la de xxx y la de xxx, y creo que también un poco de la de su viejo y sus abuelos. Lo que vamos a hacer primero es arrancar de un tirón el pelotudo misterio y el hijo de puta secreto de ellos. El secreto se llama ABUSO SEXUAL. Yo fui abusado sexualmente por mi MADRE Y MI PADRE, sí, por los DOS. Tengo la seguridad de que mis dos hermanos también lo fueron. Pero acá no termina la aberración. EL ABUSO SEXUAL ES SOLO UNA DE LAS FORMAS DE LA VIOLENCIA, EL SADISMO Y LA TORTURA QUE MIS PADRES EJERCIERON SOBRE NOSOTROS. Golpes, amenazas, castigos, abandono, son otras de las formas de maltrato a las que fuimos sometidos. Voy a explicarles ahora un poco cómo funcionan esas relaciones perversas. Hasta donde yo sé, por lo que he trabajado en mi terapia y por las cosas que he estudiado, se conjugan dos procesos. De un lado los agresores para ejercer la violencia necesitan quebrar la resistencia de los niños, avasallar su personalidad, destruir su voluntad para poder someterlos a sus deseos criminales. Esto se logra de tres maneras. Por un lado se ejerce la violencia directa a través de golpes y amenazas. En segundo término los adultos se aprovechan de la dependencia de los niños, de la necesidad de afecto que los chiquitos tienen para sobrevivir. En tercer lugar hay un trabajo consciente de negación y mentiras que confunden y anulan a los niños y los hacen dudar de sus propios sentimientos hasta convencerlos de que lo que recuerdan no es la 113

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realidad de lo que han vivido. De una manera tan profunda que provoca el OLVIDO (recuerden esto). Por otro lado, de parte de los chicos hay un mecanismo de disociación que se pone en juego para poder soportar esas situaciones de una violencia indescriptible. Los chicos agredidos separan de su memoria y esconden en un lugar oscuro de su alma los recuerdos de lo que han vivido. Finalmente la agresión sexual de los adultos que deberían cuidarlos provoca en los niños una emoción tan fuerte, que si se expresara en el momento no podrían soportarla y yo creo que morirían en ese proceso. Como una tristeza y una conmoción tan grandes que acabaría por matarlos. De manera que la solución es encapsular en un lugar escondido de la memoria las situaciones de abuso. Esto trae dos consecuencias. La primera es que produce un adulto absolutamente frío y desconectado de sus sentimientos (es el caso de mi hermano xxx) y la otra es que el adulto que fue un niño abusado, al guardar esa emoción dentro suyo vive eternamente aquella situación como presente y sobrevive en un mundo donde el miedo es lo que regula todas sus decisiones (es el caso de mi otro hermano). Recuerden que el adulto que fue un niño abusado ya NO RECUERDA LO QUE HA VIVIDO, por las amenazas de sus padres y por la disociación de que antes hablé. Bueno, disculpen todo este discurso pero me parece que es necesario para entender lo que ha pasado conmigo y con mis hermanos. Bien, como dije antes, yo debería haber olvidado toda la violencia y el abuso que sufrí y entonces habría sido un adulto triste, frustrado, aburrido, asustado pero “normal”. Pero el plan de mis padres salió mal. Yo RECORDÉ. Yo recordé y no sólo eso, sino que tuve la fuerza para crecer y para buscar el cariño que me diera la polenta para destruir y mandar al carajo todo ese edificio de mentiras que ellos construyeron. La historia de estos 10 últimos años es para mí la historia de la recuperación de mis recuerdos, de un entrenamiento tremendo para lograr expresar la tristeza y la violencia que llevaba dentro, de abrirme finalmente para que el cariño empiece a entrar y mi vida empiece, después de 37 años, a ser una vida para disfrutar de la buena vida. Les cuento rápidamente mi historia. A los 26 años me fui de la casa de ellos. Inmediatamente se me secó el pelo y se me empezó a caer. Yo sentí dentro mío una señal de alarma y de violencia. 114

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A los 27 años yo estaba estudiando música, tocando en una banda de rock, trabajando en televisión y casi conviviendo con una chica. Lo que uno diría una vida feliz. Mentira. Dentro mío sólo había tristeza, angustia, pánico y soledad. En ese mismo año empecé a tener flash-backs, como pensamientos que pasaban a la velocidad de la luz por mi cabeza y dejaban una marca extraña, como si vinieran de otro planeta. Pero eso no fue lo peor, lo peor fue que empecé a tener compulsiones físicas, obligaciones en el cuerpo, más allá de mi voluntad, DISOCIADAS DE MÍ. Estas compulsiones eran, por ejemplo, ir en el colectivo y que se me parara un tipo delante y sentir como si alguien me girara la cabeza y me obligara a chuparle la pija, o ir caminando con un amigo y sentir que me agarraban en brazo y me lo ponían en los genitales de la otra persona. Por suerte nunca llegué a hacer nada y la tortura no pasó de estas ideas obsesivas que yo refrenaba en el momento justo. Yo creí que me estaba volviendo puto. Tuve una serie de crisis, me separé y por suerte un amigo me mandó a ver a un terapeuta que resultó ser una excelente persona y además un tipo recapo en violencia familiar. Claro, cuando el tipo me vio entrar se dio cuenta enseguida de lo que pasaba. Me tranquilizó y tuvimos el siguiente diálogo: —Mire, vengo acá porque me parece que soy puto. —Pero, ¿vos querés coger con tipos? —No, no quiero. —Entonces no sos puto. Este diálogo cambió mi vida, el terapeuta me puso en otra dirección y ahí empezó un viaje lento, oscuro, espeso y sufrido por las tinieblas más negras que una persona puede imaginar. Bueno, no les voy a contar todo lo que he vivido en estos años, La cosa es que luego de él trabajé con una mina y finalmente hace un año con otro en donde encontré todo el apoyo y el cariño que necesitaba para supera la situación. Apenas empecé el trabajo terapéutico dejé de ver a mis padres, y apenas comencé a recordar situaciones del abuso se las conté a mis hermanos y ellos hicieron una alianza de muerte con sus padres. En diciembre del año pasado arranqué de mi alma y de mi vida a esas personas de mierda que son mis padres y a la bosta en que se han convertido mis hermanos. 115

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Fui a la casa de ellos y les dije que yo sabía que habían abusado de mí, que no los iba a ver nunca más y que se iban a ahogar en su propia mierda. Lo mismo hice con mis hermanos. Con respecto a ellos dos, lo único que les importa es que esta situación no salga a la luz. Y yo puedo tolerar muchas cosas de muchas personas, pero lo que no tolero es a los hijos de puta que para cuidarse ellos no tienen ningún escrúpulo, ninguna duda en desear que su propio hermano se muera viviendo una vida de mierda y enloqueciendo. Bien, ahora las cosas se dieron vuelta, yo resulte mejor y más fuerte, he hecho un laburo bestial y ahora los que se van a joder son ellos, pero YA NO SON MI PROBLEMA. YO ME SAQUÉ LA MIERDA DE ADENTRO Y AHORA POQUITO A POCO Y CON MUCHÍSIMO ESFUERZO ME ESTOY LIMPIANDO LA MIERDA QUE ME QUEDÓ PEGADA. AL FIN PUEDO DISFRUTAR DE MIS AMIGOS, DE LAS MUJERES, DE TOMAR VINO, DE TOMAR SOL, DE LA CARRERA DE HISTORIA QUE ESTOY TERMINANDO, DE LA CARRERA DE FILOSOFÍA QUE ESTOY EMPEZANDO Y DE LA MÚSICA QUE HE EMPEZADO A RECUPERAR… Mi padre tuvo cáncer de prostata, estuvo 6 meses sin poder ir a mear y sin decir nada. Cuando se lo detectaron le había tomado los pulmones y los huesos. La única manera de salvarlo (el hijo de puta sobrevivió) fue CASTRARLO. Le sacaron los testículos (la vida a veces hace justicia). Así vivió 10 años más, absolutamente enloquecido y humillado. Nadie lo quiere, es una persona que no recibe cariño de ningún lado. Mi madre lo odia y lo único que hace es manejarlo como un forro. Al día de hoy no sé si aún vive o no, y no es mi problema, para mí ya está muerto, igual que ella. Lo último que supe es que el cáncer había retornado y que estaba muy avanzado y se iba a morir pronto. Yo sé que lo que escribí es durísimo, pero creo que la verdad trae consigo el cariño y el cariño cura a las personas, y eso es por lo que vale la pena encontrarnos. Les mando un abrazo enorme desde Buenos Aires, el 17 de octubre.” Entramos entonces ahora en la segunda parte de esta charla.

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Listas de correo Cuando Internet revoluciona las comunicaciones en el mundo hace siete u ocho años, y en nuestra América subdesarrollada hace poco más de dos, lo hizo a través de dos componentes fundamentales de su universo, el chat y el mail. Efectivamente, como harto se ha dicho ya por ahí, de golpe las distancias y los tiempos se achicaron o desaparecieron dando lugar a la inmediatez; pero además se reabrieron canales de intercambio defectuosos, clausurados o impedidos, y la proximidad fue mediatizada por la red de redes. Dado que no es la informática el tema que hoy nos convoca sino la utilidad de determinadas aplicaciones a nuestra ciencia, aclaro, me atajo, que la descripción es de trazos gruesos, lo que garantiza la delineación, tal vez desprolija y simplista, de un perfil, además no necesariamente el único ni el más importante. Dicen los románticos que el chat vino a reemplazar el encuentro de dos a conocerse en la calle, el café o en aquellas revistas que publicaban avisos de amistad, y que el mail rememora la casi enterrada costumbre del carteo que desempolva las siempre vigentes ganas de decirle algo significativo a otro o a otra. Pero no sólo de amor. Si bien es fácil imaginar a Freud escribiéndole un mail diario a Marta Bernais, no es nada difícil imaginarlo chateando apasionadamente con Fliess, polemizando vía electrónicamente con Einstein sobre la guerra, mandando mails con copia oculta a algunos analistas de lo que le dice a otros, e increpar desde su computadora inocente y enérgicamente a Hitler, que se negaba a comprender que aunque no lo respetara como judío debía respetarlo como científico. Eso sí, ya nos hubiera resuelto una cuestión ética: todos sus pacientes tendrían su dirección de mail, mandaría cadenas haciendo una colecta para el hombre de los lobos y finalmente tendría firma digital para poder seguir rigiendo con mail de hierro, y sin temor a equívocos, los destinos de la IPA. Volvamos a la lista de correo. Es un grupo de direcciones de mail, voluntariamente alojadas en un servidor o computadora central, con uno o más moderadores o administradores que generalmente han sido los creadores de la lista. Pueden ser abiertas, o cerradas (no pueden ingresar más miembros), públicas o privadas y finalmente moderadas o no. Que una lista sea moderada implica que el administrador recibe cada pedido de ingreso y cada mensaje y tiene atribuciones para aprobar al nuevo miembro o la circulación de los mensajes. Pero la división principal es: a) lista de distribución; b) foro de discusión por mail. 117

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Foro por mail sobre Ética y Psicología Hacía ya bastante tiempo que pensaba que había que plantearse otro debate profundo en la profesión que fuera más allá de nuevas o viejas corrientes teóricas, independiente de técnicas de abordaje; un debate que abarcara el corazón de la profesión. Me imaginaba, imagino, un preguntarse que infiltre el corazón de la praxis. En grande hay un modelo, aquel setentino que deviene en la ruptura de APA y termina soltando las amarras del demonio del psicoanálisis para permitir su definitiva llegada a sectores más amplios de la profesión en particular y de la población en general. Esa me la contaron, la leí, la estudié, llegué a la profesión 10 años después, me formé e intercambié con sus protagonistas. Tiene que ver con este hoy. El segundo modelo, más modesto, no menos importante, con tremendas tareas aún en realización o pendientes, tiene lugar en los primeros años de los ‘80, con una Argentina devastada (¡vaya coincidencia!), una guerra perdida, otra más, que en un amanecer, nublado, pero amanecer al fin, empezaba a iluminar sus contornos: 30.000 desaparecidos, hambre, desocupación, un ejército derrotado, pero soberbio y autoritario (¡un ejército, bah!) que pretendía entregar una primavera democrática sólo por un ratito. Sostengo, y eso se ve muy claro hoy, retomando un concepto de Guillermo Martín, hoy desaparecido, en su intervención como panelista de las Jornadas sobre Derechos Humanos de la APDH en 1984 en el Teatro San Martín, que la culpa fue por ese entonces el motor de la masiva conciencia popular sobre las violaciones a los derechos humanos. Hoy podríamos decir que es también el combustible que alimenta al antimenemismo generalizado. Pero volvamos al modelo al que iba a referirme: sostengo que a partir de 1982 aproximadamente se da un cuestionamiento masivo al carozo de la teoría y la práctica. Entre las muchas secuelas que la dictadura militar nos deja, la sistemática violación a los derechos humanos a la que habíamos sido expuestos lleva necesariamente a la confrontación de los instrumentos con los que trabajamos. Difícilmente se podía enfrentar entonces la realidad nueva con nuestros viejos instrumentos. Teníamos por dónde empezar; como en todo desafío, ya había adelantados: colegas, psicólogos, psiquiatras, y otros trabajadores de salud mental que durante el gobierno de facto habían trabajado con afectados directos y comenzaban a teorizar sus experiencias con más fuerza. A nivel institucional se me ocurre, por ejemplo, el equipo terapéutico de Madres de Plaza de Mayo. 118

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Fue un arduo trabajo que tuvo dos puntos de sistematización importantes, que actuaron como puntapié inicial de un movimiento que luego se fue desarrollando más natural y ampliamente: la ya nombrada Jornada de la APDH, y la Jornada de Psicología y Derechos Humanos que organizara la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires en 1984 y que culminara con la publicación de una RAP temática en 1985. Cabe hacer una aclaración en este momento: no soy un historiador, sino un decidor de experiencias que me marcaron. Probablemente los puntos de ruptura que señalo no coincidan con lo que podría señalar una historia oficial de la Psicología argentina. Intento, modestamente, señalar que mi quehacer de hoy tiene este recorrido y que sin él, y sin una mirada gremial-profesional que me llevó a tener una determinada concepción de la profesión y sus momentos históricos, difícilmente hubiera llegado a sumarme al movimiento en el que hoy transito. Dicho sea de paso, en diálogo con jóvenes psicólogos o estudiantes avanzados me encuentro con una cuestión bastante generalizada que creo deberíamos abocarnos a transformar: el desconocimiento acerca de la historia de la Psicología y sus hacedores en los últimos 30 años. Para evitar descompensaciones narcisistas no haré nombres, pero me sorprendió la ignorancia acerca de hechos y colegas que cambiaron con su paso la teoría y la práctica. Toda una tarea pendiente. En el título del presente trabajo hablo de la lista Ética y Psicología como una iniciativa personal que desemboca en un movimiento colectivo. Obviamente estoy hablando de que cuando abrí este canal supuse que probablemente desembocara en un riacho, tal vez en un río; no estaba al tanto de que iba camino a un movimiento oceánico de revisión y cuestionamiento con epicentro en las Cátedras de Deontología y Ética y en las asociaciones profesionales. Hoy, “las listas”, como se las conoce de boca en boca, son un conglomerado de espacios de discusión, producción e información que cubre cada una de las provincias argentinas, todos los países de Latinoamérica y los más remotos e impensables rincones del mundo, por ejemplo China. Aquella madrugada del 5 de mayo de 2001, cuando en el libre deambular sabatino por la red caí en la página www.eListas.net, no sabía que estaba inaugurando algo muy importante para mí y para al menos un grupo interesante de profesionales. Sabía de las listas, sólo estaba suscripto a alguna de distribución pero ignoraba su funcionamiento de fondo. Un cartel me guió: “Si la lista que Ud. busca no está aquí, créela Ud. mismo”. Busqué Ética y Psicología; no estaba; tímidamente fui completando los formularios, hasta que otro cartel me adula: ¡Felicitaciones! La lista Ética y Psicología ha sido creada. Ud. es el administrador, su clave es...”, etc, etc. 119

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Cierro la página, ya casi con las luces del día amenazando llegar. Voy a chequear mi correo antes de apagar la PC. Un mail me informa: “Sr. administrador: la dirección [email protected] ha sido suscripta a la lista. Con esta suman 1 (uno), los integrantes”. Mandé convocatoria a toda mi lista de direcciones. Sonreí y apagué. Ocho horas después el último correo rezaba: con esta suman 39 los integrantes. Varios otros saludaban la iniciativa. La pequeña aventura se había puesto en marcha. Han transcurrido 42 meses desde entonces; más de 5.000 personas, en su mayoría profesionales, han circulado por ella intercambiando cerca de 20.000 mensajes en los más encendidos debates, y en el fichero se encuentran alojados casi 300 trabajos, muchos inéditos, muchos de los integrantes de la lista. Lo que parecía una demanda personal no era otra cosa que un eslabón más de un movimiento colectivo que buscaba un cauce para transitar, segados los canales clásicos. Algo del narcisismo se fortalece y se resiente en todo esto. Ya no podría disponer libremente de la lista. Hoy sus integrantes, socios por legitimidad, no lo permitirían. Decía que la lista cumple con un doble requisito; es decir, por un lado es lista de distribución, lo que implica que los integrantes reciben toda la información que instituciones y particulares envían al moderador, y por otro lado foro de discusión por e-mail, donde hemos elegido la modalidad de que los mensajes de todos llegan a todos. De esta forma el debate se va ramificando de forma intensiva. A veces, como una metáfora imperfecta, me gusta pensar la lista como un Club Social, de esos de barrio o de pueblo. Hay parroquianos que están todo el tiempo, otros que van de vez en cuando, los que están en la luna, los querellantes, los conciliadores y el barman moderador, que paulatinamente va conociendo el gusto de todos porque además de las tertulias, casi todos tienen una comunicación personal con él. También están los socios que sólo pagan la cuota y no aparecen nunca, y, ¿por qué no?, los socios de honor.

De esto sí se habla El panorama ha sido extenso, sólo citaré algunos de los muchos temas que se fueron desgranando. Uno de los interrogantes era, es, ¿de qué se habla cuando se habla de las éticas? 120

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Otro, ¿quién habla de las éticas? La conformación de la lista es de psicólogas/os, médicas/os, abogadas/os, trabajadoras/es sociales, docentes, etc Me vi confrontado a preguntarme si las éticas tenían dueño a partir de una primera reacción de algunos miembros de algún colegio, asociación o tribunal que sintieron que se les filtraban inorgánicamente en un terreno que hasta ese momento consideraban propio y cuasi privado. Ni hablar de la incomodidad producida cuando un integrante de la lista desde el supuesto lugar de paciente interpeló a los profesionales. Hubo dos consecuencias: un miembro de un tribunal de ética se retira de la lista porque no le parece ético discutir con pacientes cuestiones de la profesión. Nace el primer mito: en esta lista se propicia la discusión entre psicólogos y pacientes sobre cuestiones de la ética. Mito de corto vuelo, pues fue transcendiendo en el medio la intensidad de los debates centrales. Los intercambios que se fueron dando reflejan a menudo luchas de poder, intentos de copamiento, de colocar un discurso hegemónico, es decir, nada demasiado distinto a las cuestiones generales de la dinámica grupal. Hay cuestiones insoslayables. La lista también funciona como un reflejo de la sociedad, y se discute con intensidad sobre los mismos temas; discriminación, homosexualidad, abuso de menores, ocuparon páginas y días. Para no defraudar a la sociología también se establecieron espacios formales: el público, general; e informales: sublistas paralelas, encuentros personales, y, por qué no, romances. El cuestionamiento ético aparece generalmente hacia el otro, muy pocas veces como una pregunta por su actuar, pues, como dice Eva Giberti en Introducción a la Deontología: “Dado el escaso entrenamiento en este tema es habitual que los egresados de las carreras de Psicología estén convencidos que su proceder profesional es correcto y acorde con los principios de la ética, debido a que ellos ‘se sienten éticos’ y porque no están informados acerca de la multiplicidad de éticas que es posible tener en cuenta. Lo mismo puede suceder con otros profesionales.” También la lista ha aparecido claramente como un lugar de disputas de poder con intentos de copamiento a través de discursos hegemónicos, etc. Todo esto, enriquecedor en sí mismo, da cuenta de un fenómeno tan contradictorio como llamativo: la necesidad de los colegas de hablar del tema junto a la confusión metodológica y teórica y la falta de formación sistemática sobre el mismo. 121

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¿Cuándo hablo de cualquier cosa, estoy hablando de Éticas? De esto, y del dato ineludible de que esto se desarrolla en Internet y gracias a ella, da cuenta esta intervención. Bien, este fue sólo un esbozo que apenas describe la realidad de listas y foros. A quien tenga interés ya sea en saber más o inscribirse, puede ingresar a mi página, www.jorgegaraventa.com.ar, y allí encontrará la forma de llegar a estos espacios. Una mañana, chequeando mensajes, recibo uno que interpreté como una cadena en la que se denunciaba una situación de injusticia y persecución en Santiago del Estero. Como una de las normas de la lista es que no se aceptan cadenas, ni aún las solidarias, desestimé el mensaje. Una actitud de precaución que siempre tengo es la de guardar los mensajes rechazados para volver a leerlos en el consultorio y confirmar la validez o no de la medida. Ignoraba que la relectura de ese mensaje no sólo iba a cambiar totalmente la dinámica del foro sino que también iba a marcar claramente la subjetividad de cada uno de los que participamos en todo lo que vendría. Una decisión previa fue difícil, pues implicaba dar datos que permitían con bastante certeza saber quien era la niña de la que se hablaba en esa denuncia. Las familiares no tuvieron más remedio que hacerlo. Comprendí y seguí el ejemplo. Una niña había sido incestuada sistemáticamente por su padre y pese a las evidencias y comprobables la Justicia insistía no sólo en la revinculación sino en restablecer la normalidad de las visitas a la casa del padre, aunque los peritos oficiales habían señalado el alto grado de probabilidad de que el abuso hubiera continuado en las visitas luego de la separación de los cónyuges. Este es el momento de aclarar que el padre biológico de la niña era un miembro encumbrado del poder entonces gobernante en Santiago del Estero. En un momento el juez decide levantar la medida cautelar y autorizar al padre a retirar a la niña. El padre, en días previos había golpeado a su ex mujer y a su ex suegra y había amenazado violentamente a una trabajadora social del juzgado interviniente. Enterada de esta actitud, la madre decide huir con sus hijas a Jujuy; el juez la declara prófuga y ordena su captura. Las fuerzas policiales que iniciaron la cacería eran conducidas, de hecho, por el abusador. Una infidencia permite enterarse a los familiares de la niña que el plan era asesinar a la madre con el pretexto de la resistencia y puesta en peligro de las niñas, y es ahí donde se decide hacer una conferencia de prensa denunciado la situación, responsabilizando al juez y a las autoridades por la vida de las niñas y su madre, y se lanza la cadena de mensajes por Internet. Mediante nuestra intervención, Clarín y Página/12 toman la noticia, 122

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que también publicó El Liberal de aquella provincia, lo cual, ante tanto movimiento público, obligó al juez a dar marcha atrás en las medidas. Las niñas y su madre volvieron a Santiago, la medida cautelar siguió vigente pero el expediente quedó paralizado. Era una espada de Damocles sobre la cabeza de la niña y una evidente privación de justicia. Nace entonces la red Vida Digna en Santiago del Estero, con la que organizamos una primera actividad: una conferencia de prensa y una charla para profesionales en la provincia. La conferencia de prensa tuvo mucha repercusión. Una frase penosamente acertada que dije en ese momento fue el eslabón para la movida siguiente: “...esperemos que no sea necesaria una María Soledad en Santiago del Estero para ponernos de pie contra el abuso y la corrupción...” Dos meses después eran asesinadas las adolescentes de la Dársena. Junto a la red decidimos una serie de actividades que incluían cuestiones políticas, profesionales-formativas, de género y de denuncia que culminarían en conferencia de prensa, participación en la marcha de familiares de las jóvenes asesinadas y un psicodrama público. La repercusión en los medios, en la Justicia y en la población en general fue tal que no pocos santiagueños sostienen que fue un grano más para la caída del poder de entonces. De hecho, nuestras denuncias fueron incluidas tanto en el pedido como en las fundamentaciones de la intervención a la provincia. Lo que iba ocurriendo fue transmitido a diario al Foro, lo cual permitió que muchos integrantes se sintieran partícipes de esas actividades. Este es un ejemplo extremo, pero el mensaje que pretendo trasmitir es que Internet es mucho más que un divertimento: es un instrumento que utilizado con racionalidad demuestra una utilidad no totalmente explorada. No se necesitan instrumentos sofisticados ni conocimientos avanzados. Voluntad, metas claras y disciplina de trabajo suelen ser suficientes. Recorro el mundo a diario desde la web con una computadora adquirida hace 6 años y sin haber realizado jamás un curso de computación. Finalizo entonces con algunos fragmentos de las Crónicas de la Movida:

La movida santiagueña. La pre tarea Fueron 17 hs manejando, en familia, pero con mucho tiempo también para meditar y para seguir tomando conciencia sobre la importancia del 123

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paso dado. Los correos llegados en los últimos dias proponiéndonos tareas similares en otros lados son un estímulo para el camino elegido. Veremos qué se puede hacer y qué propuesta se mantiene en el tiempo cuando ya esta reunión sea parte de nuestra historia. La idea no es armar un circo andante sino difundir claramente un mensaje que nos permita replantear algunas actitudes profesionales y personales, nuestras y de los otros. No hay una cruzada moral sino una reivindicación de los derechos de las niñas, de los niños, los enfermos mentales, y de una praxis profesional en función social. Para ello hay que estudiar y trabajar. Es una ardua tarea de deconstrucción conceptual que no siempre se está con ganas de emprender y sostener. La llegada a Santiago nos enfrentó de inmediato con la prepotencia policial: en la avenida principal un colectivo, en franca infracción nos embiste rayando el coche de punta a punta pero sin daños en lo personal. Para nuestra sorpresa, un policía desciende del micro a increparnos pese a la evidencia de que habíamos sido embestidos de atrás y de costado, a la vista de los efectos en el coche y la mirada de los testigos. Ante nuestra firmeza y la gente que empezaba murmurar alrededor el agente desiste de su actitud y nos dice que en realidad se va a limitar a orientarnos los pasos a dar. No terminaba allí la sorpresa: la principal línea de colectivos de la capital santiagueña no tiene seguro... Lo cierto es que ha sido un incidente menor que no ha empañado las ganas de estar y de hacer. No será fácil, hay mucho movimiento en muchos sectores de la sociedad pero el patriarcado se mantiene intacto, sólo un poco replegado, sólo eso. Si no se tiene en claro esta cuestión la ilusión y el amargo choque con la realidad puede jugarnos una mala pasada. Me voy, en un ratito Liliana Pauluzzi abre el juego en la Universidad de Santiago del Estero hablando de anticoncepción de emergencia ante grupos de investigación y profesionales de organismos públicos. Nos seguimos leyendo. ¡Un abrazo!

Mujeres son las nuestras El aplauso cerrado de un auditorio que había colmado la sala, y más, fue una señal importante de la expectativa generada. Liliana Pauluzzi, luego de la generosa presentación de Patricia Canevari, nos había deleitado con dos horas de una conceptuosa 124

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charla donde se empezaba a instalar en Santiago del Estero el tema de salud reproductiva en general y anticoncepción de emergencia en particular. Docentes y alumnos de las carreras de Obstetricia, Enfermería y Educación para la Salud no habían dejado un solo centímetro libre en la sala de la Universidad de Santiago del Estero. Liliana contó los orígenes de la Casa de la Mujer, una ONG de Rosario que creó en 1986 y que dirige. Habló de los derechos sexuales y reproductivos, del atraso argentino y latinoamericano, de la siempre presente confusión entre genitalidad y sexualidad. Puso énfasis en que la anticoncepción no es, no debería ser un problema de la mujer, pero en general lo sigue siendo. Pero la sorpresa fue que el método de anticoncepción de emergencia que a duras penas empieza a difundirse en nuestro país tiene... 30 años. Este método, que la reacción quiere presentar como abortivo, es exclusivamente de prevención, a tal punto que si hay un embarazo lo fija. La posibilidad de que el tema empiece a andar está en relación con que en mayo de 2003 se crea el Consorcio Argentino de Anticoncepción de emergencia, que ella coordina. Es una herramienta para prevenir el embarazo no deseado luego de una relación sexual no protegida. Fundamental para las violaciones, aseveró Liliana. Para todo ello, una vez más se habló de uno de los principios de nuestros foros: la capacitación de los efectores de salud en estos temas. Salimos contentos, la gente agradecida por una charla meticulosa, pensada y con profundo contenido. Nuestro foro daba un paso más. En un rato empezaremos en el Colegio de Psicólogos. Tal vez mañana nos leamos, aunque la actividad será sumamente intensa. ¡Un abrazo! ¡Gracias!

La reunión de Etica No puedo negar que la emoción me estrujó el corazón, y que los santiagueños me tienen con un nudo en la garganta todo el tiempo. La charla de anoche era en el Colegio de Psicólogos, y era la reunión mensual de Etica, que por primera vez salía de los consultorios. El salón estaba en el primer piso. 125

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Cuando llegamos alguna gente en planta baja me hizo pensar que algún interés efectivamente había. Nos fuimos abriendo paso en las escaleras con gente que suponíamos iba subiendo y llegamos al salón... ¡totalmente repleto! Respiré hondo y dije: a hacerse cargo, además no estaba solo, y de a muchos somos más guapos. Cuando anunciaron la presencia del padre de una de las niñas asesinadas en la Dársena el aplauso doloroso nos invadió. Esa presencia agudizaba el compromiso, y cualquier temor ante el dolor de ese hombre era pequeño. A la hora señalada Mingo Schiavoni, prestigioso periodista local y colistero, arrancó con las presentaciones; Ada, en nombre de la Red por una Cultura de la No Violencia, agradeció las presencias, y un ratito después Enrique Stola se puso de pie y con su acostumbrada claridad cautivó al público. Desfilaron por su exposición las relaciones de poder y las políticas de la infancia, la ideología blanca, el poder judeo-cristiano en la Justicia y la impronta de la religión en los velos con los que se intenta invisibilizar los abusos a los niños. Liliana Pauluzzi, que se definió como militante, hizo una prolija exposición técnica y un minucioso análisis entre abuso y mujer, arrancando con su experiencia en la Casa de la Mujer en 1986 y arribando a la necesidad de implementar tareas de prevención, en general inexistentes. Luego habló el padre Mario Tenti, un sacerdote probadamente jugado en esta provincia por la causa de los pobres y de los niños dando una reseña más que interesante sobre las características fundamentales de la cultura santiagueña que propician esta realidad que se está intentando modificar. A mi turno, luego de contar de qué se tratan los foros y las listas me ocupé de hablar de incesto paterno-filial. Los fundamentos teóricos, casi en su totalidad fueron extraídos del texto de Eva Giberti, que recomendé como de lectura ineludible, junto al del juez Rozansky, entre quienes pretendan hablar con propiedad del tema. Abordé el análisis de un caso de Santiago del Estero, que pese a las contundentes pruebas sigue paralizado por la única razón de que el presunto incestuador es familiar directo de la gobernadora provincial. La angustia de los familiares, sentados en primera fila, no tardó en ser la mía. Y así fuimos cerrando. No sé si decir que nos fuimos felices, porque hubo mucho dolor en el medio. 126

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El prolongado aplauso de la gente, los abrazos, las charlas de pasillo, interminables, nos dieron un nuevo aval, y otra vez... más compromiso. Bien merecido nos tuvimos esta vez, creo, el vino y las empanadas con que nos regalamos para cerrar la noche. Caí como apaleado en la cama. Fue mucho para un solo día... Hoy a la mañana tuvimos el consultorio abierto, pero de eso hablaremos en otro mail... ¡Un abrazo!

Un silencio que se empieza a romper La mañana de ayer no iba a ser tampoco mezquina en sorpresas, emociones y satisfacciones. La imponente construcción de la Universidad de Santiago del Estero nos volvía a abrir sus puertas para el anunciado Consultorio Abierto sobre abuso, incesto y maltrato infantil en general. La primera sorpresa: una delegación de estudiantes de Medicina que supusieron que el título era simbólico y que se trataba de un curso que querían tomar... tuvieron su curso, nos turnamos y fuimos contándoles nuestros pareceres. Les obsequiamos un CD con decenas de artículos sobre el tema (que pronto estará a disposición de las listas). Se fueron contentos, nos quedamos contentos. El consultorio donde se narran intimidades fue una muestra de lo que no se habla, o en todo caso como se habla en Santiago sobre estos temas. De las muchas situaciones que escuchamos hubo una sola madre trayendo un relato, ningún padre, algunas niñas, acompañados por psicólogas, trabajadoras sociales o integrantes de la red con autorizaciones firmadas y muchos colegas ávidos de información y orientación. ¡¡¡Que no queden dudas!!! Si no hay información ni formación no es por una cuestión de distancia sino de consecuencias del dominio patriarcal. Las más modernas tribus spicoanalíticas ya han desembarcado sin problemas en esta zona y también... cuándo no, la fundación que promueve la revinculación a ultranza de los retoños con sus abusadores. Pero pudimos, estoy seguro, reavivar la braza que había encendido Eva Giberti hace unos años en su paso por aquí. De los relatos... del horror al asombro; desde una hija abusada por un padre familiar directo del poder, perseguida, amenazada y con privación de justicia, hasta niños deficientes encadenados en 127

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un galpón destinado a gallinero, y la niña de 14 años que, seducida por su abusador de casi 50, burló la consigna de quien la acompañó para una vez a solas plantearme que necesitaba que le muestre la forma de llegar a la Justicia para que autoricen la relación prohibida por su familia. Sabemos que a la red le queda un paquete importante; sabemos que es un desafío y que no los asusta, o al menos no los paraliza. Nada, sólo un pequeño gesto. El abuso, el incesto, la paliza a los niños santiagueños es un natural proceder por estas zonas... y por muchas otras. Me quedo con la frase resignada de una niña de 6 años con la mirada vacía por tanto dolor recibido en tan corta vida: Dios sabrá por qué nos manda todo esto... Dios sabrá cuándo termina. ¡Un abrazo!

La basura debajo de la alfombra Habíamos sido invitados a una mateada por la juventud del Pacará, el barrio más humilde y marginal de Santiago del Estero. Empezaron las advertencias: que no vayamos, que era peligroso, que no llevemos nada de valor, que se entra pero no se sale, que con sólo arrimarse la vida corría peligro, y que como mínimo te desnudan y te desvalijan. Obcecados hasta la médula, ahí llegamos, escoltados por Ada Albanesi y Fernando Graray. En la entrada de una modesta vivienda, con los pasillos y el patio de tierra recién regado para recibir las vivitas nos espera Gladis, la dueña de casa. Dios los bendiga, gracias por venir, nos dijo en una natural humildad. Pasen, en el patio de atrás están mis hijos. Alrededor de una mesa grande, con varios mates, azucarera y yerbera estaban sus hijos, es decir muchos jóvenes del barrio que tenían ganas de contarnos como ya lo habían hecho con la hermana del presidente, con la CIDH y con Duhalde y Lanusse. Percibimos que con nosotros era distinto, veníamos con Ada, una mujer que pese a ser una blanca ya es parte de ellos por todo lo que les ha venido demostrando. El mate empezó a correr, una pila de chipacos recién amasados y horneados allí hizo las delicias que no obstante no lograron suavizar la laceración que producía el relato. Nos dimos vuelta porque el murmullo de niñas a nuestras espaldas era cada vez más invasivo. Ahí estaba Gladis y las madres humildes del 128

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Pacará dando la merienda a los 100 niños que asisten al comedor que han armado. Sólo para 100, se lamenta Gladis; necesitamos para 200 pero no conseguimos. Es el castigo por no ser juaristas, agrega. El otro comedor del barrio, solventado por la Iglesia, sólo acepta dos miembros por familia en un barrio de proles numerosas. El Pacará ha sido declarado por el gobierno responsable de los delitos que en general comete la policía o sus protegidos. La humildad hace creíble este mito creado para una provincia prejuiciosa, patriarcal y con insalvables distancias de clase social. Hasta la llegada de los enviados por el Gobierno nacional, la policía custodiaba el barrio y no dejaba salir de allí a los jóvenes... ¿El pecado?: todos trabajaban en el Mercado de Abasto, hasta que el año pasado se privatizó y los nuevos dueños decidieron que no querían a los delincuentes de ese barrio, y a los delincuentes se les antojó pedir explicaciones, creerse por un momento que tenían derecho. 20 jóvenes del barrio están alojados en el penal, la mayoría con causas armadas, según constató la CIDH; en realidad, 19: uno no toleró la espera del despertar santiagueño y se suicidó la semana pasada. No obstante, el cerco sigue porque está en la cabeza de los santiagueños, de muchos, y ellos, por ende, no tienen derecho a circular. Palizas y torturas son parte de la cotidianeidad. Ahora han cesado. parece que tuvieran miedo, dicen, algo está pasando en la provincia. La otra tortura sigue... ¿cómo llenar el día, qué hacer?; ¿el futuro? ¿qué es eso? De la cocina nos traen, ahora con confianza, a un niñito desnutrido que están recuperando. Es por él que se armó el lío el año pasado, el que salió en todos los diarios. Lo tenemos escondido porque, como no se puede hablar de desnutrición, vienen de Salud Pública y se lo llevan y no nos dejan verlo. Ya ha pasado con otros. Los secuestran. Allí estábamos, en una provincia que oficialmente no tiene desnutridos estábamos frente a uno de ellos. Tampoco hay analfabetismo. Somos la basura, la lacra bajo la alfombra. Si conseguimos trabajo nos echan cuando saben que somos de acá. Dicen que nos drogamos... a veces podemos, ni para eso tenemos. No hay peor tortura que esperar que pase el día para que llegue otro igual. Ahora parece que algo está cambiando pero... nosotros somos del Pacará. Un abrazo y un beso emocionado a cada uno fue la despedida. Habíamos pasado la prueba de saborear el mate sin asco a la bom129

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billa compartida. Nosotros salíamos con nuestro dolor en el corazón. Ellos en la piel y el alma... tuvieron tiempo y ánimo de una ironía de consciente a inconsciente, por si algo se había colado: alguien los va a acompañar hasta la salida del barrio para que no los desnuden. Sólo conté una parte de una experiencia muy fuerte. Por la noche nos volvimos a abrazar en la marcha. Están en la lucha desde el principio, y allí van con sus banderas, cuando pueden, porque a la noche tienen que volver solos y la verdadera delincuencia, la policía santiagueña, los asedia, como la noche siguiente a las visitas oficiales, que decenas de camionetas rodearon el barrio con armas largas en una actitud amenazante y después se fueron cuando se garantizaron el insomnio y la intranquilidad del barrio; como cada vez que un blanco visita el barrio... tal vez como esta noche. ¡Un abrazo!

La marcha, la palabra, el compromiso De pronto estaba allí, en un lugar no buscado pero encontrado; los santiagueños me daban un premio, compartir el dolor de tanta muerte injusta. Los reflectores de la televisión ardían en mi cara, los grabadores del periodismo amenazaban, los flashes semejaban un macabro juego de artificio. Parecía que el corazón se iba a escapar por la garganta, el silencio y la mirada de las 5.000 personas esperaban algo de lo que por un momento me sentí incapaz. La mirada de Marty y su hija que esperan justicia por el incesto sufrido me empezó a dar fuerza. Los padres de las niñas asesinadas me escoltaban espectantes. Si ellos estaban allí, si ellos pudieron, ¿cómo no iba a poder yo? Buenas noches, dije... yo sólo soy un militante de la vida. Santiago pegó el grito y aquí estamos, por las niñas asesinadas y por otras muertes, por esa muerte cotidiana, en cuotas, que es el maltrato a las niñas, el abuso sexual infantil, y el más aberrante de los delitos que es el incesto paterno-filial, aquello de lo que los poderes, el patriarcado, no quieren que se hable. Santiago parece querer empezar a hablar, Santiago está en movimiento. Esta marcha es parte del árbol de la vida, este es uno de sus brotes que quiere ser flor. Y como leí en un paredón en Buenos Aires: se podrá arrancar una flor, dos flores, muchas flores... pero ya no 130

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podrán detener la primavera. Ya no escuchaba nada, apenas podía ver... los padres de Leyla y Patricia me abrazaban emocionados agradeciéndome por estar allí. No comprendía. Desde su dolor me regalaban una experiencia luego de la cual muchas cosas ya no serán iguales para mí. Me dejé abrazar y abracé, a muchos, ya no sé a quiénes porque ya no veía nada; ahora sí mis estrategias para eludir el llanto necesario habían sido derrotadas. Atrás habían quedado las cuadras y cuadras recorridas de la mano con Pilar y sus asombrados ojos de poco menos de cinco años. Adelante... el compromiso. ¡Un abrazo!

El psicodrama en la plaza y un hasta pronto esperando Hoy a la mañana, frío y sol. Casi en el mismo lugar donde anoche cerramos la marcha número 28 por la Verdad y la Justicia, con la Catedral, la Jefatura de Policía y la Casa de Gobierno como límite. Mucha, mucha gente deambulando por el paseo público. Allí estábamos nosotros, coordinados esta vez por Enrique Stola, para intentar la versión santiagueña del Psicodrama de los Pueblos. Y la gente dijo presente desde una asombrosa transversalidad, desde el rector de la Universidad de Santiago del Estero hasta aquella campesina o el joven ex adicto que quería decir lo suyo. La consigna no dejaba lugar a muchas fintas... ¿Por qué estoy mal y por qué estoy bien en Santiago del Estero? No hubo que esperar demasiado, la gente empezó a hablar y no hubo distingos entre quienes llegaron convocados y los muchos que espontáneamente se plegaron. Estoy mal por... pero ahora tengo esperanzas, ahora tengo esperanzas, AHORA TENGO ESPERANZAS... Enrique tomó una escena del antes y el ahora, la cabeza gacha del antes y el pecho erguido del ahora... Y no había militantes, era la gente común que mostraba el corazón indisciplinado por el cansancio ante tanta arbitrariedad, tanta corruptela... tanta sumisión. Hubo un final esperanzador no por consigna psicodramática sino porque Santiago hay esperanza y es esperanza. Los medios, la televisión, los diarios, la radio nos requerían a cada momento. Todavía con la inocencia de que esta movida es nuestra, cuando en realidad se mueven allí, en cada uno de ellos, las ganas de una vida digna, al menos en los muchos que no la tienen. 131

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Hasta aquí la movida santiagueña. Gracias a ustedes por seguir estas crónicas, por soportar los mensajes repetidos, porque por unos días se frenó otra información. Les puedo asegurar que valió la pena, que los foros valen la pena, que ustedes lo valen y que cuando se tiene un sueño, con trabajo, con ganas, con amor, ese sueño es posible. Gracias Ada, Fernando, Mingo y toda la Red por una Cultura por la No Violencia en Santiago del Estero; gracias Enrique, gracias Liliana. Nos leemos mañana en Bs. As. ¡Un fuerte abrazo!

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Bibliografía

Curso: “Los malos tratos y los abusos contra niñas, niños y adolescentes” -CD-. Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. 2003. FERNANDEZ, Eduardo. De los malos tratos en la niñez y otras crueldades. Editorial Lumen. 2002. GARAVENTA, Jorge. Niñez y sufrimiento en la sociedad del siglo XXI. 2003. ——. Ética y psicología. De una iniciativa individual a un movimiento colectivo. 2001. GIBERTI, Eva; LAMBERTI, Silvio; VIAR, Juan; YANTORNO, Noemí. Incesto paterno-filiar. Una visión multidisciplinaria. Editorial Universidad. 1998. MONZON, Isabel. La violencia de la desmentida. ROZANSKY, Carlos. Abuso sexual infantil, ¿denunciar o silenciar? Ediciones B Argentina. 2003. Distintos trabajos y crónicas: www.jorgegaraventa.com.ar

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El abuso sexual infantil: abordaje desde el Trabajo Social

Lic. Carmen Frías

Licenciada en Servicio Social, con especialización en Trabajo Social psiquiátrico. Psicóloga Social. Ex docente de la UBA en la Carrera de Trabajo Social. Docente de la Capacitación en el Fuero de Familia en temas de familia, infancia y problemática sobre maltrato y ASI en la Unión de Empleados de la Justicia Nacional. Asistente Social durante 16 años en Defensoría Pública de Menores e Incapaces, con especificidad en problemática de violencia familiar y maltrato infantil. Ex-coordinadora de la Unidad de Intervenciones Especiales en el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, GCABA. Autora de artículos sobre infancia y exclusión en la Revista de Ciencias Sociales de la UBA; así como en la revista del Consejo Profesional de Servicio Social Colaboradora en el libro Infancia, vulneración de derechos e intervención en la urgencia. Actualmente Directora general de Infancia y Adolescencia de la Secretaría de Desarrollo Social del GCABA.

Uno de los temas importantes cuando uno habla del abordaje desde el Trabajo Social sobre la problemática del abuso sexual infantil es la necesidad de la interdisciplina en los equipos. Personalmente, hace muchos años que ejerzo mi muy querida profesión de trabajadora social, y creo que realmente no se puede abordar ninguna temática sin la presencia de la interdisciplina, pero, me parece que específicamente cuando estamos trabajando con temáticas concernientes a maltrato infantil y abuso sexual infantil, la interdisciplina es uno de los pilares absolutamente fundamentales para que el trabajo sea correcto, para que el abor135

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daje sea un abordaje que contemple muchas miradas y no la de una sola profesión, porque en casi todos los abordajes una sola mirada termina dogmatizando las intervenciones profesionales. Diferentes miradas lo que pueden permitir es la posibilidad de un consenso en los abordajes profesionales y una intervención que contemple las diferentes aristas que las situaciones que se presentan a lo largo de la vida, y sobre todo en estas situaciones profundamente dolorosas, implican; por eso me parece que como trabajadora social la primera apuesta es el abordaje interdisciplinario. Por otro lado, la temática del abuso sexual infantil y del maltrato infantil, digamos, no es que se haya convertido en una de mis especialidades porque es una temática profundamente dolorosa y que tiene un impacto también muy doloroso en los profesionales que lo trabajamos, sino porque realmente en los lugares donde yo me he desempeñado como trabajadora social fueron lugares donde se empezó a abrir esta temática, y no siempre de una manera que fuera de contención y de una clara escucha hacia las víctimas. Eso hizo que yo personalmente me repensara, y varios colegas también, en función de cómo teníamos que estar dispuestos a trabajar con esta temática y nos reuniéramos con la gente que ya había empezado a trabajar, psicólogos, psiquiatras; y yo quiero agradecer porque siempre tuve realmente un muy buen recibimiento, una muy buena contención y una socialización del conocimiento sin ningún tipo de egoísmo de aquellas personas que estaban empezando a despuntar esta temática en los servicios hospitalarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en los centros de atención integral de la mujer, y me parece que este es un reconocimiento válido y me complace hacerlo. Pero también el reconocimiento fundamental para los que trabajamos esta temática y que me parece que es fundante para que podamos hablar de esto, es el reconocimiento a los trabajos sobre género y a los estudios de la mujer. Yo creo que si no se hubiera empezado a trabajar la temática de género profundamente y no se hubieran, valga la redundancia, profundizado los estudios sobre mujer, no se habría podido dar cuenta de las desigualdades existentes que impone la cultura del patriarcado, motivo por el cual no habrían salido a la luz ni se habrían develado las situaciones que quedaban encerradas dentro del ámbito doméstico, ámbito que por esta misma cultura patriarcal era imposible que se abriera a otras miradas; con lo cual las peores de las situaciones podían continuar sucediendo, encerradas tras los muros de una casa y disimuladas en lo que supuestamente son los modelos ideales de familia. Si realmente los estudios sobre género no nos hubieran abierto un camino que ya no tiene re136

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torno, pese a los contraataques que cada tanto tenemos los que trabajamos la temática de maltrato y abuso sexual. Por eso me parece que esta posibilidad de que todo aquello que fue invisibilizado por siglos de dominación pudiera abrirse a partir de los estudios y las investigaciones sobre género, a los que trabajamos la temática de abuso sexual nos permitió tener andariveles más seguros por los cuales caminar y por los cuales poder implementar distintas estrategias de abordaje de esas situaciones. Yo creo que uno de los problemas por los cuales esta posibilidad de acercarnos a la temática del abuso sexual y del maltrato tuvo un costo muy importante y significativo. Aún hoy lo es, porque este acercamiento deja al desnudo que uno de los grandes mitos occidentales y cristianos, esto es, la familia, no siempre es un lugar privilegiado de paz, bienestar y afecto. Esta imagen idílica, sumamente idílica y mentirosa, quizás muchas veces retardó... es más, yo creo que aún hoy con diversos movimientos impide un acercamiento y tratamiento adecuado a las víctimas, sobre todo, y esto lo digo con un estricto conocimiento de causa (valga la palabra), en ámbitos judiciales. La familia es una organización, y es una organización que por la misma interacción de sus miembros tiende a ser generadora de conflictos; no siempre los conflictos que se desarrollan en el ámbito familiar devienen en situaciones de maltrato infantil o en situaciones de abuso sexual infantil, pero algunas veces sí, y me parece que esto, partir de que muchas de estas situaciones se dan dentro de las familias, implica el primer reconocimiento para hacer un abordaje adecuado. La impronta del patriarcado hace que las familias se organicen de acuerdo a las jerarquías de poder que son absolutamente desiguales y a partir de las cuales en muchas ocasiones se naturalizan las situaciones de violencia, dominación, la creencia de que los hijos son propiedad privada de los padres, lo cual implica que cada uno hace con la propiedad privada lo que cree que puede y tiene ganas de hacer. No todas las familias asumen este modelo familiar; o sea, yo no estoy acá “tirando abajo la institución familiar” y diciendo que todas las familias son perturbadoras y que la interacción en todas las familias es a partir de vínculos perversos; de ninguna manera; pero hay familias que sí tienen este tipo de interacción vincular entre sus miembros. Hay muchas familias que creen que éste es el único modelo de familia, y es un modelo que cierra y se cierra permanentemente al afuera y que es profundamente patriarcal y autoritario. Como el tema de mi charla con ustedes es el abordaje de estas situacio137

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nes de abuso sexual infantil desde el Trabajo Social, me parece que resulta necesario echar una mirada, aunque sea cortita, sobre esta disciplina. En este salón me he encontrado con varias colegas, con lo cual me parece que se impone una reflexión acerca del Trabajo Social. Es una carrera apasionante, pero yo, que personalmente volvería a elegirla, sostengo que ha tenido varios defectos de nacimiento en nuestro país y en varios países de nuestra América Latina que, sin embargo, se pudieron embarcar antes que nosotros en una profunda reconceptualización de lo que la carrera significó. Digo, esta profesión ha sido heredera directa y muchas veces entusiasta de determinadas actitudes y accionares de las damas de beneficencia. Aparte, ha sido una carrera marcadamente femenina, pero femenina en lo que los estereotipos de la femineidad consideran. Una, para ser trabajadora social tenía que ser buena, tenía que tener una vocación de servicio permanente, tenía que ser amante de los niños, tenía que ser una profunda defensora de la familia... y yo acá quiero hacer hincapié: una profunda defensora de la familia, pero de la familia como célula básica de la sociedad y con una tendencia a que se estereotipara en ese modelo que era un único modelo que surgía de las clases dominantes y que no se podía cuestionar. Esta actitud de defensa de la familia implicaba que las trabajadoras sociales —ya que hasta ese momento era una carrera con marcada mayoría femenina en sus aulas— fueran defensoras de un modelo de familia, no de los diferentes modelos de familia que existen, porque por ejemplo, y con la impronta que marcaban las características heredadas de ciertas actitudes benéficas y absolutamente salvíficas, en todo caso, con una actitud sumamente mesiánica cuando había modelos familiares, que generalmente se daban en clases sociales desfavorecidas, que contradecían el modelo social imperante; las trabajadoras sociales o las asistentes sociales, según las denominaciones de las épocas, corrían a salvar a esos niños o niñas que estaban inmersos en esas familias que no les resultaban favorecedoras. Por eso me parece que hay como una marca de nacimiento, pese a que este ejercicio benéfico de la profesión giró en un momento a un tecnicismo muy imbuido de paradigmas desarrollistas y con una importación de determinados modelos de intervención, como en tantas otras profesiones en determinada época histórica nuestra. Yo estaba releyendo algunos autores y, por ejemplo, uno que los trabajadores sociales han conocido, porque históricamente, sobre todo a los de mi generación, se les imponía como lectura obligatoria para aprobar algunas materias, un trabajador social yanqui, Hamilton, planteaba que el Trabajo Social como método, en todo caso, lo que 138

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tenía que hacer era no modificar las situaciones del contexto social en el cual se desarrollaban los seres humanos y en todo caso promocionar, si se podía, a los seres humanos sufrientes; pero lo que sí era una opción clara del Trabajo Social era que, aquellas personas que tenían alguna molestia o que tenían algún problema con el entorno se pudieran adaptar a este entorno. Me parece que éste es uno de los karmas, permítanme la palabra, que nuestra profesión aún continúa arrastrando en algunos terrenos, y por esto traigo a colación esta breve reseña histórica de los costados más nefastos de esta profesión, que inciden profundamente en los abordajes desde el Trabajo Social en las situaciones de abuso sexual infantil. A pesar de estas falencias que he contado respecto del Trabajo Social, se ha transitado un largo camino en la profesión y ha crecido de una manera muy importante y muy intensa la rigurosidad académica. Tenemos nuevas generaciones de trabajadores sociales que tienen una currícula mucho más amplia que la que teníamos nosotros, que tienen una mirada mucho más desprejuiciada que la que tuvimos nosotros, y que están menos marcados por estas herencias. Pero en el tema que a nosotros nos convoca, incluso con los profesionales que se han recibido, que se han formado hace poco, me parece que las situaciones de abuso sexual infantil por la densidad que poseen, despiertan en todos nosotros algo que tiene que ver con el orden del horror, de tener ante nosotros, en estas instituciones en las cuales se supone que todo tiene que ser armonioso, maravilloso, como la familia, como la escuela, como los lugares donde los chicos y las chicas tienen que estar cuidados, la aparición de lo siniestro, que es aquello que cotidianamente no nos asombra pero que de repente en algún momento se termina convirtiendo en algo muy horroroso; a veces produce situaciones de paralización y entonces uno, para no estar paralizado, recurre a aquellas viejas y habituales conductas que lo sostenían y que medianamente lo defendían, y eso a veces produce intervenciones nefastas desde el punto de vista del Trabajo Social en el abordaje de las situaciones de abuso sexual infantil. Me parece que la aparición de estas situaciones que paralizan lo que produce es que no se pueda interpelar correctamente a estas familias o situaciones familiares o no familiares, situaciones con conocidos de la familia digamos; como que no se puede interpelar de manera correcta todo aquello que implican las situaciones de desigualdad o las situaciones de vulnerabilidad en las que se encuentran los niños y las niñas que se ven inmersos en situaciones abusivas, porque no se pueden realmente poner en juego los mecanismos profesionales para que las intervenciones sean correctas, ya que no se puede interpelar al horror. 139

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Por eso insisto, y en ese sentido soy un poco monotemática, en que se necesita y se tendría incluso que exigir que todos aquellos profesionales que trabajan con la temática del abuso sexual infantil (y acá amplío el campo, no únicamente los profesionales de Trabajo Social), tienen que estar capacitados. Es una temática con la cual no todo el mundo puede trabajar o no todo el mundo puede poner en juego su fortaleza psíquica, y me parece que eso se tiene que tener en cuenta, porque intervenciones desacertadas vulneran a los chicos y las chicas que están en esta situación. Las consecuencias del abuso sexual infantil, emocional y físicamente, son absolutamente dañinas y uno las puede encontrar y los psicoanalistas las encuentran en sus consultorios 20 ó 30 años después de los hechos, en las terapias de las personas que han sido abusadas. Entonces me parece que también —y esto forma parte de un abordaje crítico de la profesión que uno decide ejercer— tiene que haber un profundo reconocimiento de hasta dónde uno puede enfrentarse con esta temática y si uno puede y piensa que puede darle para adelante. Lo que hay que hacer en forma inmediata es capacitarse. El abuso sexual de un niño y de una niña no suele ser un hecho aislado, necesita un proceso de participación entre la víctima y el victimario, donde el niño y la niña, por su condición de vulnerabilidad frente a un adulto, siempre pierde, sufre intensos sentimientos de aniquilación, sentimientos de culpa, sensación de un daño corporal muy grande, ya que su cuerpo es usado permanentemente en contra de sus propios deseos. Comienza con síntomas de retraimiento, con un bajo rendimiento en la escuela o, por el contrario, con una especie de disposición nada más que a la tarea escolar como una manera de defenderse y crear barreras que lo aíslen de ese dolor persistente que está sufriendo por ser abusado y humillado, y presentando en algunas ocasiones conductas hipersexualizadas para su edad. Esta somera descripción de la devastación que el abuso sexual infantil produce en los niños yo querría completarla con una de las definiciones de Schechter sobre el abuso sexual infantil: “Se define al abuso sexual infantil como la participación de niños dependientes o de desarrollo inmaduro y adolescentes en actividades sexuales que no son capaces de comprender ni de prestar consentimiento o que violan los tabúes sociales de los roles familiares”. Asimismo, en el libro Abuso sexual de niños de Glaser y Frosh se relata que “es evidente que el abuso sexual en los chicos y chicas, sobre todo en las chicas norteamericanas, es tan común, que para muchas niñas es parte normal de su crecimiento”. Esta aseveración, basada en las investigaciones sobre las niñas norteamericanas, me permite atreverme a trazar 140

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la hipótesis de que si nosotros realizáramos una investigación con nuestras niñas y nuestras adolescentes, obtendríamos resultados similares. No hay investigaciones aún, con toda la seriedad que este tema reclama, en la Argentina; no contamos con datos estadísticos fehacientes para que podamos observar la magnitud del problema que los que trabajamos cara a cara con este problema intuimos. Me parece que es una problemática que tiene una incidencia mucho mayor de la que nosotros suponemos, porque los mecanismos de negación cuidan nuestro aparato psíquico, por lo cual uno tiende a pensar que no son tantas las situaciones de abuso sexual infantil, pero en realidad sí son muchas. Me parece que un arma fundamental para que se puedan armar políticas sociales frente a esto que es tan devastador para la psiquis y el cuerpo de un niño o niña, implica también tener los elementos con los cuales demostrar que el problema es éste, el problema está acá, ésta es la cantidad con la que nosotros estamos trabajando, esta es la cantidad de situaciones abusivas que se pueden prevenir y considero que esto merece realmente una seria investigación sobre el tema. Pienso que es importante decir lo que los autores nombrados manifiestan sobre la vulnerabilidad e indefensión que las experiencias abusivas en la infancia producen en las mujeres adultas, lo que lleva a éstas a ser más vulnerables ante hombres sexualmente explotadores y a poseer poca capacidad de proteger a sus hijos en situaciones abusivas; o sea que estas situaciones de abuso sexual infantil se siguen perpetuando, es como algo infinito en donde no termina de producirse un corte para poder dar con la reparación adecuada. Esta también es una situación de suma preocupación para los que trabajamos en el tema. Volviendo a esta confluencia del abuso sexual infantil, que es lo que nos convoca, con el rol de trabajador social, yo creo que el trabajador social en sus intervenciones posee un encuadre institucional que remite a la institución en la cual se desempeña, y que generalmente es el encuadre institucional que pauta horarios de atención, modalidad de intervención, si se realizan entrevistas de admisión, si se realizan en forma conjunta con el resto del equipo, cómo se hacen las derivaciones de casos, etc. Todos los trabajadores sociales que ejercemos en instituciones sabemos lo que significa el encuadre institucional. Pero también debemos tener, en mi opinión, un modelo de encuadre incorporado para las intervenciones. Este encuadre “mental”, por así llamarlo, que en rigor de verdad, para mí, tiene que ver con la aptitud psicológica que el trabajador social debe tener, implica las siguientes condiciones:

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• tener la posibilidad concreta de desembarazarse de ideas preconcebidas, • tener interés en investigar, • tener la posibilidad de escuchar y de esperar a que el otro hable y no avasallarlo con preguntas y con una indagatoria, • tomar en serio lo que escucha (esto en el tema del abuso sexual infantil es absolutamente importante, y ya que estamos trabajando la temática de niños y adolescentes, tomar en serio lo que se escucha es nada más y nada menos que poner en acción el artículo 12 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño), • sentir como necesario el trabajo interdisciplinario (y con esto vuelvo a lo que les decía al comienzo de mi intervención, el trabajo interdisciplinario es algo fundamental en el abordaje del abuso sexual infantil), y • tener en claro que el encuadre mental de un trabajador social debe ser la realización de diagnósticos sociales y no psicológicos, para los cuales no está habilitado. Con relación a esto, ustedes dirán, sobre todo los que no son trabajadores sociales, que parece una verdad de Perogrullo, pero yo les aseguro que no es así, que esto es un deslizamiento que fácilmente se produce en los trabajadores sociales, sobre todo desde que cundió en el gremio la posibilidad de convertirse casi mágicamente, diría yo, con un estilo de “cursos Ilvem” —y perdónenme la ironía, porque son ironías dolorosas porque implican la autocrítica y la crítica a la profesión que uno ha elegido—, en terapeutas familiares, y produjeron situaciones absolutamente iatrogénicas con sus intervenciones, realizando diagnósticos que no eran diagnósticos sociales. Algo que recuerdo porque lo trabajé muchísimo con un grupo de trabajadores sociales con los cuales tuve un curso de capacitación, es que el trabajador social a veces ignora, y a veces no, el poder que tiene un informe social y el diagnóstico que emana de ese informe social sobre todo en los ámbitos de la Justicia donde hay trabajadores sociales. Yo voy a hablar de un fuero que conozco muchísimo, que el es fuero civil de familia; allí el informe del trabajador social es el que de alguna manera direcciona bastante las resoluciones que luego toman los jueces, no sólo en la temática del abuso sexual infantil o en la temática del maltrato infantil, sino también en la de la adopción, en la de los problemas de tenencia, los regímenes de visita; con lo cual es un arma de muchísimo poder. Esto implica que uno tiene que tener un concepto absoluta142

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mente teñido de ética respecto de lo que está informando y lo que está diagnosticando, por eso les digo que no es una verdad de Perogrullo lo que estoy planteando: que los trabajadores sociales cuando hacen diagnóstico tienen que hacer un diagnóstico social y no un diagnóstico psicológico o dar indicaciones terapéuticas acerca del tratamiento familiar correspondiente o no. Es real que cuando el/la trabajadora social se enfrentan, por el lugar de trabajo en el cual desarrollan su profesión, a las situaciones devastadoras de abuso sexual infantil y no cuentan con la capacitación adecuada, como decíamos anteriormente, pueden reaccionar, como salvaguarda ante el horror que se despliega ante ellos, con una negación a lo que escuchan, con una descalificación de lo que los niños están contando, con un “no creer”; y acá tengo un concepto de Eva Giberti cuando ella habla de la “indiferencia resistencial”, que realmente salvaguarda a los profesionales del Trabajo Social que están interviniendo allí, pero que deja librados a lo que pueda pasar a los sujetos de la intervención profesional. Pienso que esto remite a lo difícil que resulta aceptar estas situaciones abusivas y que ellas además se develen, y al develarse dejen expuestas lo que, parafraseando a una amiga mía, Irene Intebi, que le puso este título muy acertado a su libro sobre abuso sexual infantil, “Sucede en las mejores familias”. Para nosotros que siempre hablamos de políticas transversales cuando nos referimos a las políticas que atraviesan todos los actores de la política pública, yo diría, analogando, que el abuso sexual infantil una de las características que tiene es la transversalidad, porque no elige grupos sociales, no discrimina al respecto y se da en todas las clases socioeconómicas y en todos los niveles educativos. Otro aspecto, que a mí en mi rol profesional de trabajadora social me preocupa muchísimo y que me resulta ineludible plantear cuando hablo del tema relacionado con el abuso sexual infantil, es el retroceso que el tratamiento de las situaciones de abuso sexual infantil ha sufrido en los ámbitos de la Justicia. Desde la publicación de un malhadado artículo en septiembre de 2000 en el diario La Ley, se han minimizado las denuncias sobre abuso sexual infantil, se ha desconfiado implacablemente de los relatos de las víctimas; al no creer en el relato de las víctimas, nuevamente, y van infinita cantidad de veces, se vulnera la Convención Internacional de los Derechos del Niño, porque los chicos y las chicas son las víctimas que están relatando, a un inmenso costo emocional, las situaciones abusivas que han sufrido. Obviamente, se ha intentado estigmatizar a los profesionales que trabajamos la temática. Yo creo que esto es ni más ni menos que un contraata143

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que del patriarcado, ya que la reacción, y esto lo tenemos que tener en cuenta, siempre contraataca desde varios frentes, y esto ha causado una reacción en cadena, y lo digo nuevamente con una dolorosa ironía: mis colegas trabajadores sociales del ámbito de la Justicia han asumido, casi sin excepciones o salvo maravillosas excepciones, un rol de “cruzadas” frente a esta situación de descalificar los relatos de las víctimas y de sospechar de los profesionales que trabajamos en esta temática. En el ámbito judicial en estos momentos, pareciera que los niños víctimas del abuso sexual infantil manifestaran ante los profesionales del Trabajo Social que los escuchan, relatos fantasiosos, que generalmente, en la opinión de mis colegas, están inducidos por sus madres, que intentan por esto mismo evitar que los chicos tengan padre, con lo cual lo que se intenta en realidad es destruir la familia occidental y cristiana... y así continua la seguidilla de argumentos que de última lo que hacen es obturar la posibilidad de que un niño o una niña que es abusado/a sexualmente pueda tener el tratamiento que le corresponde, pueda volver a usufructuar los derechos que le corresponden y que le han sido vulnerados. Por lo cual, e ignorando la importancia que tiene el informe social en los expedientes, al minimizar los relatos de las víctimas, lo que hacen es banalizar el mal, ni más ni menos; y arman un puente de plata para lo que pareciera ser la panacea, para que la familia “tradicional” vuelva a ser feliz, pese a los abusos, las violencias domésticas, etc. Y esto es la teoría de la revinculación a ultranza. Yo no quería dejar de referirme a esto porque me parece que es una avanzada que no podemos dejar pasar por alto; en estos momentos se está teorizando en base a situaciones absolutamente dogmáticas, en base a bibliografía que los profesionales serios y los investigadores y estudiosos serios ya han tenido posibilidad de desmitificar, pero se sigue insistiendo con el tema de la revinculación. Lamentablemente muchos de mis colegas trabajadores sociales parecen expertos revinculadores. Aunque el niño/a víctima verbalice su negativa, ya que si lo dice es absolutamente probable, según los “revinculadores”, que sea por influencia de la mamá, con lo cual llegamos a la conclusión de que los chicos son todos tontos o que los chicos son “programables” como video caseteras, que realmente no pueden expresarse por sí mismos, lo cual de última lo que hace es desbaratar todo aquello que en otras ocasiones esos mismos profesionales plantean, con respecto al respeto a ultranza también de las Convenciones Internacionales, etc., etc. No es únicamente que no crean en lo que los chicos dicen porque están influidos por las mamás, sino que, aunque los psicodiagnósticos indi144

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quen lo negativo de la revinculación, muchos de los informes sociales sostienen, con argumentos falaces basados en la necesidad de la permanencia de un modelo familiar único, en que la revinculación es necesaria y beneficiosa. La pregunta que no se responde es ¿para quién es necesaria la revinculación? y ¿para quién es beneficiosa la revinculación? Es así como un instrumento diagnóstico fundamental, que acompaña la intervención profesional del Trabajo Social, termina resultando funcional a intereses ajenos a los intereses de los niños involucrados en terribles situaciones de sufrimiento por haber sido víctimas de abuso sexual. Me gustaría, al margen del intercambio que podamos tener, contar dos situaciones en las que tuve intervención directa como trabajadora social, dos situaciones ligadas a la temática que estamos trabajando en el día de hoy. Una de las cosas que yo creo es parte fundamental de las situaciones de aprendizaje es que uno no tiene por qué contar sólo aquellos casos en los cuales ha intervenido y que han contado con un broche final; me parece que se aprende también de aquellas situaciones profesionales en las cuales uno ha cometido equivocaciones, para poder plantearse cómo no volver a cometerlas. En los dos casos que compartiré con ustedes las víctimas son dos niñas, y esto es un dato estadístico importante: la mayor parte de las víctimas del abuso sexual infantil son niñas. Estas dos niñas fueron víctimas de abuso sexual; yo tuve intervención directa como trabajadora social y de los muchos casos en los cuales una interviene, en los cuales hay una variación importante entre situaciones más o menos comprometedoras de abuso sexual, más o menos comprometedoras de maltrato infantil, en realidad, estos fueron los que más me resonaron; podemos hablar de infinidad de casos y podemos hacerlo si ustedes quieren, si estos casos no satisfacen la expectativa de lo que estamos trabajando, pero éstos me resonaron porque fueron dos casos... yo diría paradigmáticos, ya que se pueden desarrollar dos modelos de intervención absolutamente diferentes. En uno de los casos el modelo de intervención no tuvo en cuenta de ninguna manera los intereses de la niña involucrada, y en la otra situación sí se tuvieron en cuenta y, lo que es importante y me parece fundamental recalcar, se pudieron utilizar los instrumentos legales: la Convención Internacional de los Derechos del Niño y la Ley 114, que dan un encuadre absolutamente garantista. El primer caso pone de manifiesto cómo los prejuicios y ciertos mitos sobre las familias impiden la adecuada protección de los niños; y el segundo, cómo la posibilidad de una escucha atenta y la indagación acerca de los referentes comunitarios cercanos a la niña, así como la in145

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tervención de una defensoría zonal que conocía a la comunidad y sus recursos y que se movilizó ante la situación, evitó que se produjeran situaciones de revictimización. Les cuento suscintamente el primer caso. En este primer caso hay una mamá cuya inicial es M, 35 años, profesional, separada y en pleno trámite de divorcio del señor T, con el que tiene una hija de 5 años. La hija, G, de 5 años, concurre a un jardín de infantes privado para niños con dificultades auditivas. Vive con su mamá, la Sra. M, y visita a su papá todos los fines de semana. El papá, el señor T, 40 años, médico, separado de M, acepta de mala gana el trámite de divorcio ya que en su familia, la familia paterna, “nadie se separa”. A lo largo de un divorcio muy peleado, muy controvertido, surge el tema de alimentos. El Sr. T considera que su ex mujer gana mucho con su profesión y que él en todo caso no ha pedido el divorcio porque lo que desea para su hija “pobrecita”, dice él, que ya tiene “una discapacidad” (la chiquita tiene un problema de hipoacusia)... lo que él desea para esa “pobrecita” hija que ya tiene una discapacidad es una “familia como todas”, una familia normal. Se abre entonces un nuevo expediente judicial por alimentos, con ingredientes de suma litigiosidad. Continúa, pese a la situación de litigio, el régimen de visitas. En una de las ocasiones en que G vuelve de la visita con su papá; un domingo a la noche al ayudarla su mamá a bañarse, la niña le comenta que se había lastimado “la cola”, que era como la niña nombraba su vulva, y que el papá la había curado. Cabe recordar que el Sr. es médico. La mamá le pregunta cómo se había lastimado, contándole la niña que jugaba en el tobogán y que se había caído y que se había golpeado el brazo; que entonces el papá le dijo que él era médico y que tenía que revisarla y que para que no le doliera cuando la revisara, porque le tenía que revisar todo el cuerpo, le iba a hacer cosquillas en “la cola”, agregando que todos los papás médicos revisaban a sus nenas. Aparentemente, según el relato que uno rescata de los expedientes, la niña no manifestaba angustia al relatar la situación, sólo la molestia por un dolor que suponía producido por haberse lastimado. La mamá la lleva al día siguiente a la pediatra, la que no encuentra signos compatibles con una situación de abuso sexual infantil. Cabe aclarar que no era una pediatra especializada en el tema, era la pediatra de la medicina prepaga que tenía la mamá de la chiquita. La pediatra le sugiere a la mamá que no “dramatice la situación”. La mamá, que no dramatizaba pero que sí se preocupaba, lo planteó en el expediente judicial. Como el régimen de visitas lo habían pactado de común acuerdo, no existía expedien146

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te sobre régimen de visitas, se había pactado de común acuerdo previo al momento en que el Sr. dejara de pasar alimentos, por lo cual la presentación sobre la situación del presunto abuso se hizo en el expediente de alimentos junto con el pedido de suspensión de visitas hasta que, según pedido de la abogada de la Sra. M, se desechara la presunción de abuso. Obviamente la petición fue denegada porque se había presentado en un expediente que no era el que correspondía. Tras un largo peregrinar judicial, con un régimen de visitas que continuó; con una niñita a la que su papá seguía “revisando” cuando en realidad la masturbaba; el desenlace fue que la mamá desobedeció a la Justicia, porque la Justicia, cuando ella, para proteger a su hija dejó de cumplir con las visitas y desistió del juicio de alimentos para no tener nada que ver ya con el Sr., definió que la niña debía revincularse con su padre, sin ninguna interferencia de la madre. Para evitar las interferencias maternas y cuidar a la niña de un ambiente desconocido que podía amedrentarla, la revinculación con el papá se debía realizar en la casa de los abuelos paternos. Los abuelos paternos, cabe señalar, habían testificado en contra de su ex nuera, acusándola de descuido hacia la niña; ya que ante la falta de pago de la cuota alimentaria la niña había dejado de concurrir al colegio de educación especial al cual iba. Este caso, que no es de ciencia ficción, es un caso real, tiene expediente, carátula, número de expediente, juzgado interviniente, etc., no es sino uno más en la cotidianeidad de nuestros tribunales. Hasta que la mamá encontró una abogada que entendía del tema; se dio curso a las apelaciones, etc., etc., todo esto fue un largo transcurrir porque durante cuatro años se devastó la vida de esta niña; años en los cuales no fue escuchada la niña, no fue escuchada su mamá; y sí fueron escuchados su papá y los abuelos paternos, que supuestamente, en el imaginario del servicio de justicia, representaban a una familia muy normal. El segundo caso se trata de una niña de 11 años de un grupo familiar con dos hermanos mayores que tienen causa judicial, uno de ellos institucionalizado en un instituto penal, cuatro hermanos más chicos a los cuales la niña cuida, en realidad cumpliendo funciones de maternaje con esos niñitos más chicos. Una mamá con historia de institucionalización desde los seis años, edad en la que su madre, o sea la abuela de la niña en cuestión, la deja en el instituto para que le den de comer. Casada esta mamá con un señor golpeador; pero en la entrevista que le toma la asistente social interviniente, que era yo, la mamá aclara: “pero me pega nada más que a mí, a los chicos no les pega”; esta es la reflexión de esta mamá al ser entrevistada. Este señor es alcohólico, realiza changas para su propia subsistencia y real147

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mente no aporta a su familia. El señor también pasó por institutos de menores en su infancia debido a situaciones de extrema pobreza. La escuela donde concurre la niña se conecta con la defensoría zonal planteando el relato que la niña le había hecho a la maestra con la cual tenía más confianza, que era la maestra del grado. Un amigo de su padre que se emborracha con él, se le tiró encima y quiso abusar de ella: ése es el primer relato de la niña, posteriormente se comprueba que realmente la chiquita había sido abusada por el amigo del padre. La defensoría zonal se conecta inmediatamente con los referentes del comedor comunitario al que concurren estos niños y su mamá, delineando una estrategia para que la niña se encuentre protegida y no esté cerca del abusador; ya que el padre defiende a su amigo y descree de lo que su hija dice. La mamá no encuentra fuerzas, por la historia vital que ha sobrellevado, para oponerse a su marido. Por intermedio de la defensoría zonal y en función de lo que plantea la Ley 114, se otorga la guarda de la niña a la responsable del comedor comunitario, que conoce a la niña, conoce a sus hermanitos y conoce a la familia porque todos ellos se alimentaban en ese comedor comunitario. Había un pedido recurrente de esta chiquita, que era no estar separada de sus hermanos y seguir concurriendo a la misma escuela; un pedido que me parece válido de alguien que ya ha sido víctima y no debe continuar siendo victimizada al ser separada de las cosas y las personas que le son queridas. Ante una firme intervención de los abogados de la defensoría zonal, que hablando en criollo “aprietan” al papá, esto es, lo presionan jurídicamente, éste concurre a realizar la denuncia sobre su amigo. Este señor, el amigo del papá, nunca pudo ser localizado, pero dejó de frecuentar la zona cercana al domicilio de la niña. Son dos casos diferentes, y digamos, me parece que es importante destacar que en este último caso se pudo proteger a esta chiquita sin revictimizarla; con los referentes comunitarios que la conocían a ella y a su familia. No fue alejada de su lugar, donde tenía arraigo, y no repitió la historia que ya había signado la vida de sus padres, que fue la institucionalización, que podemos evaluar por lo que estos papás tuvieron como posibilidades para proteger a sus hijos y el poco registro para el cuidado de los mismos, así como la imposibilidad de salir de situaciones de extrema vulnerabilidad; una mamá que no pudo tener una capacidad psíquica importante como para defenderse o para no acercarse a un marido golpeador. Nosotros no quisimos indagar mayormente la historia de la mamá, pero pudo haber también situaciones abusivas hacia ella en el ámbito de la institucionalización. Esto también refuerza este 148

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concepto que con muchos de ustedes compartimos, de que realmente hay institucionalizaciones que no sirven para nada y que en realidad lo que hacen no sólo es devastar el aparato psíquico de los que están institucionalizados, sino realmente herirlos en lo más profundo. Pero creo que el haber elegido estos dos casos implicó esto que yo les hablaba de la transversalidad de las situaciones de abuso sexual infantil. Los dos casos que les planteé, sobre los cuales podemos seguir conversando en el momento de las preguntas, responden a diferentes clases sociales, a diferentes niveles educativos; en uno de los casos tenemos papás universitarios, en el otro tenemos papás que apenas habían terminado su escuela primaria, que vivían en situación de extrema indigencia, y ambas situaciones fueron atravesadas por la devastación del abuso sexual en los niños de esas familias. Me parece que las resoluciones fueron diferentes: una capacidad, una posibilidad de protección en uno, y en otro no. Antes de contestar a las preguntas que ustedes enviaron me parece importante clarificar algunos conceptos dados por obvios en la charla, debido a la frecuencia con que yo he chocado con ellos en el trabajo cotidiano; por ejemplo, el concepto de revinculación. Cuando hablo de revinculación lo que estoy planteando es, por ejemplo: ante una situación como la descripta en el primer caso que conté, ante una chiquita que era abusada por su papá, cuya mamá planteaba, por ahí sin el correcto asesoramiento de la abogada o del abogado sobre en qué expediente tenía que presentarlo, una suspensión del régimen de visita hasta que realmente se comprobara esa situación de presunto abuso; ante la mamá que por protección a su hija suspende de hecho el régimen de visita, el juez interviniente lo que decide es dar curso a la revinculación, o sea, cree que la mamá “corta” ese vínculo (si es que ese vínculo se puede cortar) y la Justicia lo “revincula”. Por eso es que yo creo que los jueces cuando hablan de revinculación están utilizando un concepto del cual me parece que desconocen algo. Lo que hacen, esta mamá y muchas otras mamás (o muchos papás, porque también en una mínima proporción, hay mamás que producen situaciones de abuso sexual con sus hijos), es tratar de evitar que esta niñita, en este caso, sea una víctima propiciatoria permanente, por lo cual suspende el acercamiento con la persona que la victimiza. Como muchos jueces o muchos operadores del servicio de justicia desconocen, o se cierran ante la posibilidad de conocer realmente cuáles son los daños que se producen en el psiquismo y en el cuerpo de los chicos que son abusados; plantean esto que ellos llaman la revinculación. No puede ser, en ese esquema de pensamiento, que un niñito o una niñita no 149

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esté vinculada con el papá o con la mamá, aunque éstos hayan producido daños terribles y devastadores. Entonces empieza a circular la teoría de la revinculación, que de última es la teoría que avala la impunidad. No sólo la avala sino que además es terriblemente torturante, porque enfrenta a la víctima con su victimario cuando la víctima no sólo tiene la vulnerabilidad propia de las víctimas sino que se le suma la vulnerabilidad de sus pocos años y de su condición de niño, niña o adolescente, sumado esto a la situación terrible y dramática que se da en los casos de abuso sexual intrafamiliar, en donde conviven en el niño o en la niña abusados la sensación de profundo odio hacia quien lo abusa y al mismo tiempo de profundo amor, porque es su papá o es su mamá. Poner en juego todo esto al momento en que, livianamente, mediante un auto judicial se indica la revinculación, es una situación absolutamente torturante para los chicos y para las chicas. No sé si les quedó claro a qué me refería cuando hablaba de revinculación, pero en todo caso lo seguimos en otro momento.

Preguntas 1. ¿Se pueden definir brevemente algunos lineamientos del diagnóstico social o dónde remitirse bibliográficamente para no caer en el error que se mencionó en la charla? Hay bibliografía: un libro escrito por Ruth Teubal y sus colaboradoras en el que se dan lineamientos sobre cómo abordar un diagnóstico social en estas situaciones de abuso sexual infantil, de violencia, de maltrato, y hay un trabajo publicado hace muy poco tiempo por la licenciada María del Carmen Podestá, que es trabajadora social en un tribunal de la Provincia de Buenos Aires, donde también habla de un abordaje desde el Trabajo Social del tema de las situaciones de maltrato infantil, violencia familiar y abuso sexual infantil. Yo defino brevemente esto: me parece que un diagnóstico social tiene que trabajar con lo que es absolutamente manifiesto, que no puede más que hacer algunas inferencias, pero no se tiene que meter con lo subyacente, que es tarea de otros profesionales; por eso la insistencia en el trabajo interdisciplinario, porque no es que 150

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yo no me pueda dar cuenta, digamos que sí, yo me puedo dar cuenta, pero lo que tengo que hacer es compartir ese darme cuenta con el profesional que está habilitado para hacer el diagnóstico psicológico, y compartir miradas. Me parece que uno de los lineamientos para hacer un diagnóstico social es no producir situaciones que “linden” con una situación terapéutica de consultorio, porque el trabajador social no está habilitado ni preparado para eso, y si además de trabajador social es psicólogo tendría que deslindar cuál es el rol que está cumpliendo en el momento en que aborda el caso sobre el cual está trabajando: o lo aborda en su consultorio, o en el hospital, o en el servicio psicológico en el que trabaja, o lo aborda desde su rol de trabajador social en el tribunal. Yo creo que estos deslizamientos se producen, y esta es una opinión absolutamente personal: estos deslizamientos se producen porque creo que muchos colegas trabajadores sociales continúan teniendo un problema de inferioridad respecto de nuestra carrera; y nuestra carrera no es inferior a ninguna otra, tiene sus instrumentos para recabar información, tiene sus instrumentos diagnósticos, tenemos con esos instrumentos las posibilidades de hacer el diagnóstico social. 2. Coincido respecto de la capacitación para trabajar en abuso infantil y violencia familiar, el problema son los costos que implican estas capacitaciones con relación a los sueldos que ganamos. Bueno, esta es una capacitación absolutamente gratuita; como sugerencia me parece que hay que informarse acerca de las capacitaciones que son gratuitas; no todas las capacitaciones en esta temática, como en otras, son de costos altísimos. Respecto de la bibliografía sobre el tema de abuso sexual y sobre el tema de maltrato infantil recomiendo toda la bibliografía, no única y específicamente la bibliografía de los trabajadores sociales; creo que hay que tener una amplia mirada sobre esto. 3. Si la Constitución Nacional incluye los derechos de los niños, niñas y adolescentes ¿por qué seguimos con la Ley de Patronato? Seguimos con la Ley de Patronato porque no ha existido aún una decisión política para derogarla.

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4. ¿No deberíamos insistir en su inconstitucionalidad? Por supuesto que sí, yo creo que ante cada presentación que los abogados hagan, hay que plantear la inconstitucionalidad de la Ley de Patronato; me parece que esa es la única manera, la persistencia y el no rendirse, pero también planteando la inconstitucionalidad; hay que trabajar en forma conjunta desde los organismos de derechos humanos y desde toda la sociedad para que realmente se convierta en un clamor la derogación de la Ley de Patronato. 5. Con referencia a los casos que usted comentó en los que había intervenido: ¿qué pasó con el primer caso relatado?, ¿está todavía en trámite? Supongo que el expediente seguirá con el trámite, pero la mamá, en una actitud absolutamente sabia, se mudó de provincia, está viviendo en una provincia del sur con la nena; no luchó más por los alimentos, con lo cual se mantiene y mantiene a su hija; así está la cosa. Lo cual es terrible, porque lo paradójico es que para poder proteger a su hija tiene que privarla de uno de los derechos fundamentales que tiene un niño o una niña, que es el recibir la cuota alimentaria de parte de uno de sus progenitores. 6. ¿No cree que merece una redefinición el modelo de intervención judicial no sólo desde la trabajadora social sino fundamentalmente desde el juez responsable del futuro del niño y de la familia original o sustituta? Sí, creo que merece una redefinición, pero me parece que la redefinición de estos modelos de intervención tiene que ver con la derogación de la Ley de Patronato. La Ley de Patronato lo que hace es confirmar el patriarcado. Con respecto a nuestros jueces y nuestras juezas, acá no hay distinción de género, no es que las juezas sean más sensibles que los jueces, a veces las juezas por emular la actitud de los jueces son en algunos momentos mucho más rígidas y menos permeables a estas situaciones que aquéllos. Me parece que ellos tienen una mirada muy rígida con respecto a las situaciones familiares, que no pueden correrse de esa verticalidad y ese poder omnímodo que a veces sienten que tienen los que ejercen en la Justicia. No sé si quedó realmente contestada la pregunta; yo 152

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creo que hay que redefinir las intervenciones de los trabajadores sociales y de los otros operadores del servicio de justicia, porque los jueces son también operadores del servicio de justicia, pero me parece que la gran redefinición es poder derogar la ley de patronato, que es un resabio de nuestra cultura patriarcal. Poder discutir en un mano a mano y con fundamentación teórica artículos como los que se publicaron en el diario La Ley y plantear investigaciones teóricamente fundamentadas desde nuestros lugares para que se pueda reconceptualizar acerca de todo esto. 7. ¿Qué opinión tiene acerca del modelo de abordaje sistémico con enfoque transdisciplinario para los casos de abuso? Personalmente no estoy de acuerdo con el modelo de abordaje sistémico, tengo una postura tomada frente a los abordajes sistémicos: mi opinión profesional es que en realidad en líneas generales se produce un cambio de sintomatología pero no se indaga con profundidad en las causas reales de las situaciones dolorosas que suceden en la vida del niño o la niña, un adulto o una familia; yo creo en otro tipo de abordajes, por supuesto, siempre de manera interdisciplinaria. 8. ¿Qué estrategia se dan frente al poder de grupos como APADESHI? No sé si todos acá en la sala saben lo que es APADESHI. APADESHI es una asociación de padres separados de sus hijos, esas son las siglas que conforman el nombre APADESHI. Yo he tenido que trabajar, cuando aún trabajaba en la Justicia, supervisando tres regímenes de visita cuyos papás por supuesto no pasaban alimento; en uno de ellos se había producido una situación abusiva respecto a una de sus hijas, y esos tres papás a los cuales tuve que supervisar en el régimen de visitas, por orden del juzgado interviniente, pertenecían a APADESHI. Respecto de las estrategias que se dan frente al poder de estos grupos, yo diría que no hay que darles cámara, no hay que darles espacio televisivo, hay que discutir con ellos con fundamentos teóricos; ellos no tienen fundamentos teóricos, ellos tienen un poder mediático del que por ahí que carecemos otros trabajadores de este tema; pero me parece que no hay que darles cabida en los medios, y fundamentalmente creo que a estos grupos se los combate fundamentando teóricamente, con mucho sostén teórico, lo que nosotros 153

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estamos planteando. Lo que pasa es que, claro, en el mientras tanto siguen avanzando, con lo cual me declaro ignorante... Tienen mucho poder, realmente tienen mucho poder. Creo que esto no es ingenuo, pensar que la gente de APADESHI tiene mucha mejor llegada a los estrados judiciales que por ahí otras asociaciones que tienen una postura mucho más flexible frente a los diferentes modelos familiares, bueno... se cae de maduro: la gente de APADESHI defiende estructuras patriarcales donde los papás son los dueños, como si los chicos y las chicas no fueran sujetos de derechos sino moneda de intercambio y propiedad privada de ellos. Me parece que ese es el hilo conductor que hace que tengan un acceso mucho más directo que otros profesionales que están planteando abordajes diferentes y fundamentalmente un respeto profundo por lo que les está pasando a los chicos y a las chicas; eso es lo que no puede sostener APADESHI, porque cuando yo, un poco en la exposición anterior planteaba el tema de la pregunta: ¿a quién beneficia la revinculación?; cuando se coacciona a una mamá y se revincula de prepo a un chiquito o una chiquita, ¿a quién beneficia?... Bueno, yo diría que muchas de las revinculaciones a las que se da curso en los tribunales nuestros benefician a los señores que acompañan a APADESHI. 9. Con referencia al primer caso que usted relató, ¿la mamá de la chiquita, está fugitiva? Lo sabio sería poder enfrentar la situación y revisar la causa. Coincido, sí, creo que habría que revisar la causa, pero creo que en esta mamá se debe haber producido algo que también se ha producido en muchos de nosotros como ciudadanos, que es una desconfianza profunda y un hastío frente a la inactividad de la Justicia. No creo que esté en calidad de fugitiva, me parece que este papá, el señor T. digamos, ya dejó de interesarse en su chiquita; lo grave es que, primero, el señor T está suelto, y puede volver a tener otra hijita, que será la próxima en la lista de situaciones abusivas. 10. En mi trabajo como psicoterapeuta hace unos años, en el Consejo Nacional del Menor y la Familia, hice el planteo, sin demasiado éxito, de que la revinculación y la reincidencia en el consumo (era un problema de adicciones) estaba en directa relación con el intento 154

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de revinculación con la familia de origen y el silencio acerca de la existencia de frecuentes situaciones de abuso sexual infantil intrafamiliar. ¿Podría conocer tu opinión? Yo no sé realmente; yo cuando no sé, lo digo: no sé si realmente la reincidencia en el consumo de sustancias psicoadictivas, supongo que a eso se referirá la pregunta, está en estricta relación con los intentos de revinculación o con la existencia de situaciones de abuso sexual intrafamiliar. Una de las cosas que hacen muy difícil el trabajo en la temática del abuso sexual infantil intrafamiliar es que realmente no hay un perfil claro de los abusadores; yo realmente he trabajado con abusadores que eran el pilar de la comunidad educativa, por ejemplo; cuando hubo una requisitoria judicial respecto de este señor vinieron todos los padres cooperadores a pedir que por favor no fuéramos injustos con el señor que había armado la cooperativa, el patio, qué sé yo. O sea que no hay un perfil que defina, porque si no resultaría mucho más fácil el trabajo; les digo: no hay un perfil que defina específicamente, que podamos decir ése que está allá es abusador porque tiene la pinta típica de abusador. Son otras las situaciones. Pero aparte, no sé, realmente, me declaro ignorante frente a la pregunta, no puedo dar respuesta a esto. A lo mejor otra gente lo ha estudiado con mayor profundidad y puede dar una respuesta. 11. ¿La revictimización en los casos de abuso sexual infantil abordados por el sistema judicial tiene el mismo efecto psicológico que el ocasionado por una situación de incesto? ¿A qué bibliografía me puedo remitir? La bibliografía a la que se pueden remitir está en la última hoja del material que se les ha entregado [Ver pág. 281 de la presente edición]. Creo que el estallido psíquico que producen las situaciones incestuosas no es comparable absolutamente con nada, creo que sólo los que han pasado por esa situación de estallido psíquico pueden dar cuenta del horror que han sufrido, que quizás no se pueda reparar. Lo que como trabajadora social puedo dar cuenta es que si a ese estallido psíquico y a ese profundísimo dolor se le suma la revictimización, realmente estamos haciendo las cosas mal. Yo creo que la revictimización en las situaciones de abuso sexual infantil lo que hace es consolidar las situaciones de dolor profundo y devastación psíquica de los chicos que son abusados. 155

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12. ¿Puede conocerse cuál es el fallo, expediente, artículo que cita del año 2000? Bueno, sí, lo cito con todas las palabras: es un artículo del Dr. Eduardo Cárdenas que salió a principios o la primera quincena del mes de septiembre en el periódico La Ley, el título del artículo creo que era “El abuso de las denuncias sobre abuso”, y es un artículo en el cual no sólo se descalifica el accionar de las instituciones públicas de nuestra ciudad, que fueron las primeras que salieron a la palestra a trabajar en los consultorios de nuestros hospitales y de los centros de salud sobre este tema, desde la política pública; aparte carga contra profesionales con nombre y apellido, los trata de dogmáticos y de talibanes, más o menos, y se produce un profundo retroceso en todo lo que se había avanzado en el abordaje de las situaciones de abuso sexual infantil. Ese profundo retroceso tiene que ver con que se produce un terrible envión de situaciones de muchísima reacción en el ámbito judicial. Se trata del ex juez de familia Dr. Eduardo Cárdenas. 13. La mamá del primer caso ¿dónde tendría que haber realizado la denuncia? La mamá del primer caso en realidad estaba tramitando su divorcio con una abogada o un abogado particular, no recuerdo en estos momentos, con lo cual, cuando yo planteaba las circunstancias por las que fue pasando lo que estaba tratando era de pintar de alguna manera lo que significa la burocracia judicial que, ante una situación tan urgente y riesgosa como la que cuenta la chiquita, opone la burocracia de: “este escrito en este expediente no, en realidad tiene que entrar en el otro expediente, bla, bla, bla,”; con lo cual la denuncia queda como sobrevolando en la nada. Por ahí quizás la mamá podría haber realizado la denuncia en un servicio público de nuestros hospitales que trabajara la temática del abuso o del maltrato, no sé; creo que la mamá hizo lo que pudo, digamos, porque a veces uno juzga con demasiada crueldad y con demasiado desapego a estas mamás que ante esta noticia terrible hacen lo que pueden; la llevó a la chiquita a la pediatra y después se ocupó en plantear ante el juzgado lo que estaba pasando, y acá empezó a obturar la posibilidad de una resolución adecuada la burocracia judicial y el creer que una chiquita miente, que eso no pasa, que un señor si 156

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es profesional, bla, bla, bla, no puede hacer esas cosas porque eso lo hace otra clase de gente. 14. ¿Cuál es la función de las defensorías que dependen de los juzgados? Las defensorías no dependen de los juzgados, las defensorías públicas de menores e incapaces dependen desde el año 1996, si no me confundo, del Ministerio Público. Existe desde la Constitución del ‘94, pero se implementó a fines de 1995, principios de 1996, la Ley de Ministerio Público, por lo cual se creó el Ministerio Público fiscal del cual dependen las fiscalías y el Ministerio Público, de cuya defensa dependen las defensorías públicas de menores e incapaces del fuero civil, las defensorías de pobres y ausentes que también dependen del fuero civil, y las defensorías del fuero penal. La función de las de fuero civil, de acuerdo al artículo 59 del Código Civil, el contralor de todas aquellas actuaciones judiciales en las cuales estén involucradas o involucrados chicos, chicas, discapacitados y dementes según la declaración de demencia; lo que pasa es que si esa función la ejercen en forma promiscua con todos los niños y niñas y adolescentes y discapacitados y dementes de la ciudad de Buenos Aires, hace que en realidad no la puedan ejercer en forma eficaz con ninguno específicamente. Reconozco también que están como muy sobrepasados de trabajo, que tienen nada más que dos trabajadoras sociales en cada defensoría, pero también lo que reconozco es que no aceptan la posibilidad de trabajar en una forma entramada y garantista, respetando la ley local de la Ciudad de Buenos Aires, que es la Ley 114. Cuando hablo de las Defensorías Zonales que son las que intervienen en el segundo caso que les relato, les estoy hablando de las Defensorías Zonales que no son las que dependen del Poder Judicial, en realidad del Ministerio Público, sino de las que dependen de nuestro Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes; nuestro Consejo tiene en estos momentos quince defensorías en casi todos los barrios de la ciudad de Buenos Aires, algunas de ellas funcionan en Centros de Gestión y Participación, otras funcionan en otros locales y dependen de nuestro Consejo. Tienen un equipo interdisciplinario: abogado, trabajador social y psicólogo; en algunas de ellas se están creando los Consejos Consultivos y, por lo emanado de la Ley 114, trabajan específicamente defendiendo a los chicos, chicas y adolescentes de la ciudad de Buenos Aires. 157

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15. ¿En qué se basa la idea de la revinculación a ultranza?, ¿solamente en salvaguardar el orden familiar? ¿Los mismos profesionales que atienden a la víctima trabajan con el victimario? No sé en qué se basa la revinculación a ultranza porque estoy absolutamente en la vereda opuesta de la revinculación a ultranza. Me parece que la revinculación a ultranza se basa, pero esta es mi hipótesis de trabajo con el tema de la revinculación, en una necesidad de mirar para otro lado cuando hay severas disfunciones y severas situaciones traumáticas en aquel modelo de familia del cual determinados funcionarios judiciales no se pueden correr. Me parece, es otra hipótesis de trabajo mía, que la revinculación a ultranza lo que plantea es volver a invisibilizar lo que se había visibilizado a través de las denuncias efectuadas. ¿Los mismos profesionales que atienden a la víctima trabajan con el victimario? Yo hablo desde la función que desempeñaba como trabajadora social en el momento en que estaba en Tribunales, que tenía contactos mucho más directo, con víctimas y con victimarios; cuando nosotros teníamos una situación con algún chico o alguna chica que habían tenido situaciones de abuso sexual y ya estaban trabajados por otros profesionales, ya fueran del área de salud, o del cuerpo médico forense, o de algunos de los centros integrales, o de la escuela, del equipo de orientación escolar, yo no volvía a hacer una entrevista con ese niñito o niñita porque me parecía realmente absolutamente iatrogénico; en ese momento lo que sí hacía desde la función judicial era entrevistarme con el victimario para poder tener un armado más completo de la situación y así poder trabajar en forma conjunta con los profesionales que habían entrevistado o trabajado con el niñito o la niñita. Me parece que esto también tiene que ver con una actitud de respeto basada en la interdisciplina. Es absolutamente absurdo volver a hacer un cuestionario cuando ya se ha trabajado y hay profesionales que pueden presentar informes sobre lo que esos chiquitos han planteado. Me parece que es una cosa redundante que en todo caso podrá satisfacer al profesional por lo bien que realiza la entrevista, pero no le hace bien al niño. 16. ¿Puede explayarse con referencia a los casos de madres viudas con niños varones?, ¿es posible que en esos casos se dé un abuso moral de avasallamiento mental? Yo vuelvo a lo mismo: digamos, si tuviéramos una guía o un índice donde nos dijeran tal cosa pasa en tal situación, sería muchísimo 158

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más tranquilizador y sería mucho más fácil, pero realmente no hay patrones para esto. 17. ¿La integración en un equipo interdisciplinario implica un procedimiento protocolizado de intervención o sólo un marco de contención para los profesionales intervinientes? Bueno, no, si el trabajo en un equipo interdisciplinario va a ser simplemente un marco de contención para los profesionales intervinientes, no es trabajo interdisciplinario. Los profesionales intervinientes tienen que crearse y armarse un espacio de contención que no es la intervención concreta en el abordaje interdisciplinario. Y en realidad no se trata de un procedimiento protocolizado; o sea, hay que trabajar en forma interdisciplinaria y eso lo tenemos que imponer los mismos profesionales en nuestros lugares de trabajo. Con las situaciones que estamos abordando no hay otra posibilidad de trabajo que la interdisciplinaria. 18. ¿Cuál es el seguimiento en el tiempo de los niños y niñas victimizados que ofrece la sociedad? Yo creo que tampoco acá se puede generalizar, no hay un tiempo específico, no hay recetas para este tipo de intervenciones, no hay un tiempo pautado para todos los niños, no se puede decir: de cero a cinco años el seguimiento del niño victimizado tiene que ser 6 meses; me parece que el seguimiento tiene que apuntar a que no se produzcan nuevas victimizaciones y que realmente esté encaminado un abordaje terapéutico y de contención y que no se vuelvan a vulnerar fundamentalmente los derechos de los chicos y de las chicas que habían sido vulnerados. 19. ¿Cómo se trabajaron estos casos desde la perspectiva interdisciplinaria y cómo continuaron? ¿Hubo un seguimiento de los mismos? En el primero de los casos que relaté no hubo posibilidades de hacer un enfoque interdisciplinario. Se trabajó desde la perspectiva jurídica y hubo una intervención muy acotada desde el Servicio Social, lo cual de ninguna manera implica un enfoque interdisciplinario. Trabajaron en forma absolutamente descolgada dos profesiones, confluyeron porque los informes terminaron integrando el mismo cuerpo de expedientes. Es 159

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decir, los escritos de los abogados, así como los dictámenes del defensor de menores, engrosaron aún más el expediente judicial. Los informes de otra de los profesionales, la trabajadora social, confluyeron en un mismo cuerpo de expediente; ese no es trabajo interdisciplinario ni es trabajo en equipo. El segundo caso sí se trabajó en forma interdisciplinaria desde el inicio, dentro del equipo de orientación escolar que detecta la situación de esta niñita, posteriormente en la defensoría zonal que toma el caso... o sea que ahí sí hubo un trabajo interdisciplinario. En el primero de los casos no hubo posibilidad de seguimiento porque la mamá, con una actitud que de última perjudicó a ella y a la chiquita, porque no pudieron percibir la cuota alimentaria, pero que realmente se curaron en salud, como hubiera dicho mi abuelita, no hubo posibilidades de realizar seguimiento. En la otra situación sí se realizó un seguimiento, aunque yo ya no estoy más en el lugar de trabajo donde había intervenido en estos casos, o sea, no sé en estos momentos como continúa el caso.

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Derechos del niño, violencia, institución. Redefinición del contexto

Dra. Angeles Baliero de Burundarena

Asesora General Adjunta de Menores del Ministerio Público del Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Miembro Pleno del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires. Profesora de la carrera de Especialización en Derecho de Familia, Facultad de Derecho, UBA. Profesora Asociada de Derecho Civil I, Univ. de Flores, Bs. As. Profesora Titular y Coordinadora de la Maestría Interdisciplinaria en Familia-Salud-Derecho- Educación, Universidad del Salvador, Facultad de Psicología y Psicopedagogía.

Me defino como una trabajadora jurídica de campo. Desde que ingresé a la Justicia Nacional en lo civil en 1974 las tareas que se me encomendaron en el Juzgado estuvieron relacionadas directamente con los niños, sus derechos, sus personas, sus intereses familiares. A partir de esa tarea encomendada comencé a formarme tratando de incorporar a mi rígida estructura, una mirada interdisciplinaria. La lógica jurídica resultaba insuficiente para comprender y hacer eficaz una decisión judicial en materia de familia. Entonces, traté de pensar para el momento de opinar y pedir el dictado de una decisión judicial, cuáles serían los efectos futuros de ésta en las personas de los niños, en sus sentimientos, en su vida cotidiana, en sus costumbres, y cuál de sus padres los conocía mejor en estos aspectos como para responsabilizarse por su crianza. La lógica jurídica, por el contrario, me llevaba al análisis de elementos de prueba existen161

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tes, que ventilaban las conductas de los padres en un pasado lejano, y haciendo mérito de ellas se debería decidir sobre el futuro de los chicos “retribuyendo el pasado a los padres” y en más de una ocasión funcionando este método como una sanción para los niños. De haberme mantenido aferrada a dicha lógica, lo que se habría obtenido en múltiples ocasiones son decisiones vacías de contenido actual para los niños y por ende sin utilidad alguna para el crecimiento familiar. En materia de familia, imaginemos un juicio de tenencia donde hay un conflicto entre dos padres que se pelean por el ejercicio de la patria potestad sobre sus hijos. Hasta el año 1986 me atrevo a decir, primero que no había ningún profesional de la interdisciplina caminando por los pasillos de Tribunales, porque el psicólogo no tenía nada que hacer allí, porque era otra la incumbencia que tenía. Por otra parte se evaluaba el futuro de los chicos en función de pruebas producidas tres o cuatro años atrás y evaluadas por el juez para disponer o atribuir la tenencia de los hijos en función de la conducta del padre o la madre en el pasado, con lo cual la sentencia que finalmente se dictaba operaba a veces como una sanción para ellos. Es decir, al momento de la sentencia tal vez los niños convivían con aquél de sus padres que, según las pruebas atrasadas y evaluadas, había fallado al otro cónyuge, y el cambio de tenencia reparaba al inocente, pero podía sancionar a los hijos a futuro al punto de modificarse todo su sistema de vida. Hay un caso que fue increíble. Una madre fue demandada por su ex marido —quien había formado una nueva familia y había tenido un hijo de su nueva unión— por cambio de tenencia de las hijas en función de la conducta desplegada por ella en ocasión de un viaje al exterior. Se le achacaba a esta madre una vida ligera, frívola y de descuido hacia sus hijas. Para ello se acompañaba como prueba fundamental una foto publicada años atrás en una revista que la mostraba en algún lugar del mundo bailando con Philippe Junot, calificado de play boy internacional. Aún no se había sancionado la ley de divorcio. Ese hecho se presentaba como prueba basal para demostrarle al juez la mala conducta materna y en consecuencia el descuido que ello significaba para la vida de las hijas. En ese entonces, ese hecho era presentado como causal para intentar un cambio de tenencia. De habernos atado a los cánones de la lógica jurídica, bien podía decidirse el futuro de las niñas en base a un hecho del pasado, y modificarse para adelante toda su cotidianeidad de vida. En primera instancia se ordenó un cambio de tenencia a favor del padre, ya que la madre no era lo suficientemente madura para sostener la educación de las hijas. En la apelación, y merced a un trabajo enorme de equipo, que consistió en escuchar a las chicas, dejarlas expresar 162

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sus necesidades, sus deseos y puntos de vista, y en particular de las destinatarias directas de la sentencia, amplificando la actualidad de las vidas de cada uno, se obtuvo el reintegro de las hijas a la madre. Se privilegió el interés de los niños por encima del de los adultos. Esto que hoy parece una obviedad, hacia principios de los noventa era tan novedoso que debíamos extremar muchísimos recaudos de fundamentación para que los jueces pudieran realizar el salto epistemológico que “cada caso requería”. Como cualquier decisión en materia de padres en conflicto involucra a los hijos directamente, sea que se trate de juzgar o de establecer un culpable en el divorcio de los padres, o atribuir la tenencia legal, porque los hijos van a tener que cambiar de vida o no, o cambiar de casa o no, lo que hay que pensar siempre son las consecuencias que va a tener para el futuro la decisión que tome el juez para con los padres, y esa lógica no es la que nos enseñaron en la Facultad. Como defensora de los derechos de los niños no me puedo circunscribir a las pruebas que involucren a los padres. Me importa para peticionar, cuál de los padres conoce mejor las aptitudes de sus hijos, las amistades de sus hijos, los deseos de sus hijos, y ese padre va a ser el que va a estar más apto para ejercer la tenencia de ellos. Se haya demostrado o no la conducta imputada por el otro cónyuge. Todo este cambio de mentalidad se operó en la Justicia a partir de los años ’87 y ’88 con dificultades y reticencias de todos nosotros en modificar los cánones conocidos, rehacer estructuras, y convencernos al fin de que para lograr intervenciones eficaces para la familia confrontada en un pleito, la interdisciplina debía ser parte fundamental. De tal manera que la propuesta mía de hoy, tal vez pasados ya los 10 años de la Convención, sea reflexionar con ustedes y plantearles como propuesta, si están de acuerdo, la necesidad de establecer o de implementar acciones que tiendan, que generen una convergencia entre el ordenamiento legal vigente, me refiero a la Convención de los Derechos del Niño —nuestro bloque constitucional—, al Código Civil y a la ley local 114. Acciones que reflejen la concomitante operatividad del sistema legal para el ejercicio efectivo de los derechos de los niños. ¿Y por qué digo la necesidad de implementar acciones que generen una convergencia? Porque creo que aún no la hay. No percibo del todo un acoplamiento entre el mandato legal constitucional y las acciones que desplegamos los operadores que trabajamos con familias. No hay un acoplamiento total. Esto lo digo desde mi experiencia de trabajo. Es que, todo lo que se dice en los libros, lo que decimos en las 163

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Jornadas, en los Congresos, es importantísimo porque buscamos jerarquizar, promover y valorar todas estas leyes a las que me referí. Pero de hecho lo que se sigue viendo, sobre todo en materia de abuso sexual infantil, es que el cambio, el salto epistemológico que tenemos que hacer necesariamente no se está logrando. Aún hoy, invocando el interés superior del niño, invocando la Convención, seguimos adoptando para el menor o para los niños medidas de protección; estamos cosificando las necesidades de los chicos, y me incluyo, porque el fenómeno del abuso sexual es tan brutal y hay tanta denuncia nueva, que cuando uno tiene cuatro expedientes arriba del escritorio donde hay chicos abusados, lo que se produce internamente es: “Este hecho no pudo suceder...”. Como no sucedió... y el hecho no pudo haber ocurrido... empezamos a proponer medidas que nos alejan de las necesidades de las víctimas. En materia de maltrato familiar, el art. 2 de la Ley 24.417 permite al propio niño denunciar a miembros de su entorno familiar ante el Defensor de Menores. Este mandato legal de avanzada, tiene que tener concordancia con las acciones positivas que los operadores despleguemos para poder evitarle al niño una revictimización en el propio ámbito del proceso judicial. El proceso judicial es un espacio donde se generan, en muchas oportunidades, nuevas victimizaciones al niño que ha ido a denunciar su propia aflicción y su propio sufrimiento. En general, en materia de violencia, cuando es el propio niño o el adolescente qiuen llega a la Asesoría para denunciar verbalmente y en persona el maltrato que le profieren sus padres o algún familiar conviviente, actuamos con celeridad. Allí no hay pérdida de tiempo; el operador adulto se enfrenta con la realidad como un balde de agua helada y ese shock nos dispara para realizar un buen trabajo... ¿Por qué? Creo que es tan bestial enfrentarnos con el dolor de un chico, observarlo en el gesto inesperado de sacarse la camisa y mostrar la espalda inflamada por golpes y cinturonazos, que uno enseguida pone de sí todo y le aparecen en la cabeza todas las Convenciones, todos los Derechos y uno lo hace. En cambio si la denuncia de maltrato contra un niño —tan grave como la anterior— la realiza la madre contra el padre, o viceversa, pero con firma de abogado, el operador tiende a tranquilizarse. ¿Por qué nos pasa esto? Y me incluyo en esa diferenciación de tratamiento... Creo que merecen celeridad, apuro y acciones positivas tanto un caso como el otro. Por eso digo que, lamentablemente, en los últimos tiempos he empezado a advertir que hay como una vuelta atrás en los resultados de las intervenciones. Por un lado, el discurso y los fundamentos de las re164

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soluciones son mejores que los de antes. ¿Por qué? Creo que hoy todos conocemos el ordenamiento legal vigente constitucional e infraconstitucional de los niños. Por el otro, observo que los resultados se alejan de la eficacia que pregonan sus fundamentos. ¿Por qué? No lo sé, y me lo pregunto muchísimo. Tal vez debamos volver a las fuentes y trabajar con la Convención en la mano. Toda pretensión o toda petición que se haga por parte de los padres en favor de sus hijos con o sin letrado o por parte de un niño en persona, está en el catálogo de derechos que regula la Convención, que es Constitución Nacional. En consecuencia, cuando uno no sepa qué hacer... porque la complejidad de las historias de vida se ha patentizado en la actualidad... tomemos con nuestra mano la Convención. Es que de lo contrario, pediremos atávicas medidas de protección sobre el niño y lo seguiremos tratando como objeto de amparo, pensando las medidas de acuerdo a nuestra creencia o prejuicio, tratando de “normalizarlo” restringiéndole su carácter de sujeto de sus derechos. Como consecuencia de ello, las atribuciones conferidas a los encargados legales de los niños, no pueden constituirse en un elemento que permita afectar o suprimir, a través de su ejercicio, los derechos humanos de los niños. En tanto repasemos el mandato constitucional para los niños, nos convenceremos de que el curso evolutivo de ellos con relación a sus competencias está contemplado en el art. 5. Para generar esa coincidencia entre el mandato legal, el discurso y la acción, debo, Convención mediante, convencerme de que el niño es competente para ejercer sus derechos personalísimos. Esta competencia no se alcanza en un momento preciso, se va formando, requiere una evolución, no se adquiere o pierde en un día o en una semana. Bajo esta denominación, se analiza si el sujeto puede, o no, entender acabadamente aquello que se le dice, cuáles son los alcances de la comprensión, si puede comunicarse, si puede razonar sobre las alternativas — que se han pensado para él— y si tiene valores para poder juzgar, al decir de Aída Kemelmajer de Carlucci. En la actualidad observamos que el trabajo de los Juzgados de Familia se encuentra interferido en muchos casos por cuestiones burocráticas, de mero trámite, proveídos inoficiosos, que se imponen con tal fuerza que los hace irreplicables. Alejan la convergencia, disocian el mundo real del mundo jurídico, y en definitiva porque “no lo vemos”, estas circunstancias formales perjudican a los sujetos a quienes les reconocemos derechos, pero cuyo reclamo es sobrepasado por las voces de quienes los debemos escuchar. 165

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Cuando empezamos a trabajar en esto (1989) estábamos todos con más pasión para pedir la medida apropiada previamente evaluada y perseguirla hasta el final, hasta obtener su dictado. Lamentablemente ahora veo que no es tan así, que se anteponen en muchas ocasiones la sobrecarga de trabajo, la complejidad de los casos, la falta de recursos, etc., etc. Pero no debo caer en mi propia justificación. Debo echar mano a otras miradas, a la Convención, por decirlo nuevamente, si es que la mía ha declinado en su agudeza. La otra dificultad que advierto desde los operadores jurídicos es que pensamos en los techos, los techos legales que son las normas. En nuestra materia que es el Derecho de Familia, el Código Civil no es nuestro techo; la Ley de Protección contra la Violencia, tampoco es nuestro techo. Es la Convención, que es norma constitucional, la que está por encima de todos los techos de todos los Códigos, de todas las leyes de violencia, del Código Civil, del Código Penal. Entonces, aun cuando se pida una medida y se conteste que no se puede por imposibilidad procesal, por ejemplo, que no se admita porque acá está en juego un derecho constitucional que no puede ser postergado en su restablecimiento o en su reconocimiento. Entre este público está presente una querida amiga que preside una OGN dedicada a la búsqueda de chicos perdidos. Cuando padres desesperados se acercan a ella para pedir ayuda porque su niño desapareció, la ley infraconstitucional le advierte que no se puede difundir la imagen de menores de edad sin autorización judicial. Esa ley ubicada debajo de la Constitución, no puede ser un obstáculo para la realización de la búsqueda urgente, porque la Convención que es Constitución dice otra cosa. En oportunidades he prestado autorización para la difusión de fotografías, porque instalando la búsqueda con la fotografía le estoy sumando derechos al niño desaparecido y la burocracia de la tramitación en la publicación de la imagen le está restando derechos al mismo niño. Circunstancia ésta que choca fuerte con el postulado de la Convención. Estas cosas no deberían suceder porque nadie le puede cuestionar a una organización que se dedica a la búsqueda de niños, su urgente actuación en las primeras horas de la desaparición, que sabemos son las más importantes. No se les puede exigir la búsqueda de un juez como paso previo a la búsqueda del niño, a resultas de un permiso, porque la Convención dice otra cosa. La Convención dice que el Estado deberá dar apoyo a los padres en todas las medidas que se adopten cuando un niño sea separado de ellos por la fuerza o ilegalmente, con lo cual esa normativa sería suficiente para que se adoptara la medida con urgencia. 166

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Entonces, volvamos a las dificultades... todas estas observaciones que efectúo sobre el trabajo con niños, y me incluyo haciendo autocrítica, es que todavía consideramos a los chicos como objetos de protección y no como sujetos de los derechos que tienen, como tantas veces lo expresamos en nuestras ideas y discursos, pero no en las acciones. Esta es una frase, que por tan oída creemos que ha sido internalizada por todos, pero es un principio que al ponerlo en práctica, provoca escozores de todo tipo. Un ejemplo es la vigencia de la Ley 418 de Salud Reproductiva y Procreación Responsable. Allí se dice que la ley se dirige a la población en edad fértil en tanto la posibilidad de los adolescentes de acudir al hospital a informarse por su salud y por su sexualidad, por prevención a enfermedades como el HIV. Esta ley ha dado motivo a planteos de inconstitucionalidad, en tanto no sólo la ley básica de salud sustenta la ley cuestionada, sino la propia Convención, que admite el ejercicio de los derechos en materia de salud (art. 5 de la CDN). Es una realidad que los problemas se van complejizando; las cuestiones no son de libro y la capacitación de los operadores es imprescindible y debe ser continua. Estamos imbuidos de teoría, pero no se nos dice cómo operativizar el ejercicio de un derecho. Cada juez tiene una quinta y no es fácil traerles semillas para cultivos especiales. Si uno trabajara con la Constitución y sus nuevos postulados el aire se refrescaría, pero eso depende de nosotros los operadores. Debemos comunicarnos entre nosotros y utilizar las nuevas herramientas que existen. En Río Negro, en agosto de 2003 se reglamentó la Ley de Violencia Familiar que tienen ha establecido un Protocolo estandarizado para la intervención en los casos de abuso sexual infantil. Estas nuevas implementaciones que vienen desde otros órdenes, como acá se trata de implementar medidas de acción para el futuro y en beneficio exclusivo de los chicos, tomémoslas y hagamos de ellas un uso diario. Parte de los que trabajamos para defender los derechos de los niños caemos en nuestra propia trampa. Creemos interpretar y clasificar la realidad de un niño, pero ¿lo hacemos desde su mirada o desde la nuestra? Al momento de definir si un niño se encuentra o no en situación de riesgo es indispensable tener presente a la realidad como construcción humana compleja, para no caer en tipificaciones estigmatizantes y rígidas. Es fundamental la capacitación y la retroalimentación entre teoría y práctica, enriqueciendo ambas con el aporte de una visión reflexiva y crítica. Entonces, el planteo mío para que exista convergencia entre la acción, el discurso, la palabra y el ordenamiento jurídico, es una propuesta y una reflexión conjunta: entiendo que lo más beneficioso para todos, para poder 167

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alejarnos de nuestra propia percepción y observación, es tomar la Convención, ver cuál es el derecho que tenemos que restablecer y a partir de ahí armar la acción, y por supuesto munirnos de todas las miradas de los profesionales de la interdisciplina y no de la multidisciplina. No caigamos en este defecto profesional tan común. En oportunidades a los jueces no les resulta la opinión de un perito psicólogo, ya que no dice lo que se quiere oír, y piden otro. El segundo dice exactamente lo contrario que el primero y allá va la consulta a un tercero para que desempate. Caemos con demasiada frecuencia en reiterar nuestras propias cosmovisiones, en descalificar a priori el trabajo previo realizado por otros, en dudar sobre la ocurrencia del hecho aberrante, en basarnos en el no puede ser, la defensiva negación de la situación, solicitando nuevas investigaciones y medidas urgentes, buscando verificar la confirmación a nuestras dudas en un proceso errático. ¿No nos olvidamos así de los niños víctimas de abuso o maltrato, focalizando nuestra atención en los abusadores? ¿Qué pasa en nuestra cabeza ante estas historias de vida, que nos impiden aferrarnos al abundante caudal normativo en materia de protección de derechos para los niños? ¿Por qué a partir de nuestras creencias demoramos tanto en admitir que los niños son sujetos de derecho y no objetos de protecciones diversas para normalizarlos y transformarlos en “lo socialmente esperado”? ¿Cuánto está instalado todavía en estas creencias el tabú sobre la prohibición de tocar la intimidad de la familia? Y también sobre la sexualidad de los niños... Hay un tabú en la educación privada en materia de abuso sexual; yo digo que están mucho más desprotegidos hoy en día la clase media y alta que las poblaciones vulnerables, porque éstos tienen un conocimiento de la denuncia y un ejercicio ante la autoridad y sus vecinos que no tienen aquellos que concurren a los colegios privados y los que van a las clínicas privadas. Lo que les puedo decir es que denuncias de abuso sexual del hospital público he recibido muchísimas; denuncias de abuso sexual infantil de clínicas privadas o de instituciones privadas, sólo una. Pero, como les digo, no hay protección, están desprotegidos el sector de niños de clase media o de colegios privados porque ahí no se admite la intervención del Estado para que se haga algún tipo de prevención en materia de abuso sexual, de la propia sexualidad de los chicos. Aún hoy, hablar de estos temas es imposible, el tabú es muy grande, porque se dice que “la sexualidad de los chicos hace a la intimidad de la familia”. Está en nosotros los operadores ir diciendo bueno, si hoy en 168

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la primera página de un diario salió que cada 38 horas se denuncia una violación, es porque esta aberrante agresión les pasa a todos sin distinción de clases sociales. Les voy a comentar una sentencia muy sólida de una jueza de Instrucción, que procesa al padre de una niña por abuso deshonesto en concurso real con corrupción agravada por el vínculo. Es importante rescatar los elementos de prueba por los que la jueza llega a la convicción de que debe procesarlo por esos delitos. Los abuelos Roberto y Elsa, pidiendo un régimen de visitas a favor de sus nietos, Ana y Fede, de cinco y tres años, respectivamente, porque su ex nuera, María, había cortado intempestivamente los vínculos familiares y las visitas entre los niños y los abuelos. Lo que ocurría era que María se había presentado como querellante en un Juzgado Penal denunciando abuso sexual en perjuicio de Ana de cinco años —su hija—, por parte de Juan, el padre, de quien estaba divorciada, habiéndose producido los hechos en el contexto del post divorcio y pendiente el régimen de visitas en la casa de los abuelos. El régimen de visitas se cumplía dos veces por semana y un sábado y domingo alternado. Y de repente los abuelos se presentan y dicen: no sabemos por qué nuestra ex nuera nos dejó sin los nietos que tanto queremos. ¿Qué es lo que ocurre acá? A partir de esto se empiezan a tramitar en paralelo el juicio penal y el juicio civil por régimen de visitas. Cuando los abuelos demandan a su ex nuera y dicen que quieren ver a sus nietos, la madre dice: no, existe un juicio penal en donde se le atribuye al padre de Ana este delito. Se le reprocha al nombrado haber introducido su pene en la boca de su hija de cinco años, como así también haber apoyado su órgano sexual en la vagina y la cola de la niña, realizando sobre el cuerpo de ella tocamientos inverecundos, todo ello con la finalidad de satisfacer deseos sexuales propios, revistiendo estas acciones entidad suficiente como para causar la desviación del normal desarrollo psico-sexual de la niña, episodios acaecidos en oportunidad de que se llevaba a cabo el régimen de visitas acordado en relación a sus dos hijos con su padre, entre tal fecha y tal fecha, en la casa de los abuelos de la niña, sita en tal lugar de esta ciudad de Buenos Aires. El problema cuando se me corre vista en la causa civil, es que los abuelos negaban absolutamente la posibilidad... no sólo negaban el hecho; decían que la Sra. María estaba loca, que su hijo era incapaz de hacer semejante daño a su hija y que todo era producto de una confabulación de la familia materna y de la ex nuera en contra de su hijo. El hijo era arquitecto, no podía ser más bueno, y de ninguna manera habría sido capaz de hacer eso. 169

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Ante semejante denuncia, el juez dice: “urgente, hay que hacerle psicodiagnóstico al padre”. El señor va al Cuerpo Médico Forense y la pericia le sale perfecta, todo está bien dentro... El juez dice: “pericia psiquiátrica al padre”. Le hacen la pericia psiquiátrica; el señor estaba encuadrado dentro de los términos de la normalidad. Entonces, los abuelos acompañan el informe de una psicóloga que dice que urgente debe restablecerse el contacto porque por la edad de los abuelos, el afecto, el cariño, la ruptura intempestiva del vínculo con los nietos les estaba afectando la salud. La madre impugna ese informe y dice: no, cómo los van a ver por más que la psicóloga lo diga, si en el fuero penal está este otro proceso en trámite. Entonces, el juez civil dice: vayan al Cuerpo Médico Forense para que diga el Cuerpo Médico Forense cómo están los abuelos, cómo están los chicos y que diga la psicóloga forense si se puede restablecer urgente el régimen de visitas. La psicóloga forense dice: no se puede restablecer el régimen de visitas porque la angustia que advirtió en Ana, de cinco años, es tan grande que no es bueno en este momento favorecer ningún contacto. Entonces el juez dice: “Una perito aconseja el restablecimiento del vínculo con urgencia porque la salud de los abuelos se está afectando por la falta de sus nietos..., la profesional del Cuerpo Médico dice que no al restablecimiento del vínculo, porque ello afecta la salud psicológica de la niña Ana...”, entonces el juez designa una tercer profesional de la salud. Es la tercera perito quien propone: como en realidad la niña está angustiada, y los abuelos también, entonces con la presencia de la madre, deberían favorecerse las visitas con los abuelos. No se tuvo en cuenta que los abuelos convivían con el padre de Ana, procesado por abuso y corrupción agravada. Tampoco que era la madre (ex-nuera y ex-esposa) la denunciante. Se iba a provocar una situación de choque insostenible, ante la presencia de la niña en el domicilio de sus abuelos. Bueno, ya íbamos por tres pericias; por suerte el contacto estaba interrumpido, porque si no la cosa hubiera sido peor. Cuando me corren vista yo lo primero que propongo, pido, es hablar con la terapeuta de la chiquita, su psicóloga individual, en el intento de conocer la actualidad de su estado. El informe que me hizo fue determinante para pedirle al juez que mantuviera el impedimento de contacto entre Ana y su grupo familiar paterno, ¿por qué? porque la perito asistente social designada había dicho que en tanto los abuelos pidieran perdón a los nietos... entonces podían verlos. Trae el tema de todo el ritual del perdón, lo quiere aplicar a este caso, pero se los pide a los abuelos. Cuando vi eso ha170

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blé con la psicóloga individual. El tema del perdón no tiene nada que ver acá. ¿Cómo los abuelos tienen que pedir perdón por algo que no hicieron? Además ¿cómo podrían actuar de ese modo si ni siquiera reconocieron el hecho o la posibilidad de que hubiera sucedido? Además yo me opuse, en defensa de mi representada Ana, de 5 años, a que las visitas se realizaran en otro lugar como se había propuesto. Yo entiendo que no se trata de un cambio de ambiente, no se trata de la plaza o de la casa ni se trata del perdón o no que a nadie corresponde; se trata de que los abuelos no consideran ni siquiera la posibilidad de que la niña —su nieta— pudo haber sido afectada por un agravio fortísimo por parte de su padre, hijo de ellos. ¿Cómo iban a tratar a esa nieta que era víctima de su propio hijo, frente a lo cual ellos negaban cualquier tipo de posibilidad de abuso? Era un daño mayor el que se le producía; más bien lo que aconsejé es que los abuelos fueran a un grupo de familiares no abusadores de chicos abusados, porque con todo el respeto por los abuelos, que siempre es importante traerlos a los procesos de familia, porque pueden dar muchísimo, creo que acá lo que tenemos que preservar es el derecho de Ana a su intimidad, a no ser agraviada, a su salud. A cualquier precio. Aun con la sentencia penal de la jueza, que tuvo en cuenta las pruebas para poder procesar por corrupción agravada por el vínculo y abuso deshonesto a ese señor, consideré para dictaminar, no sólo el relato de la chica sino todos los síntomas físicos que se sucedieron después del abuso reiterado del que era víctima cada vez que iba a la casa de los abuelos y el padre a solas la llevaba a su dormitorio. La niña estaba al borde de psicotizarse. Estaba con crisis asmáticas, con una angustia fortísima, no comía, dormía con la luz prendida, estaba con pánico; los síntomas médicos, el informe del Hospital Pedro de Elizalde, el doctor Garrote y su equipo fueron los que hicieron el informe y lo sostuvieron desde que empezó el expediente. Tanto en sede penal como en sede civil, porque en estos casos lo que se trata desde el abusador, es de tirar abajo el basamento científico del informe diciendo que no citan la bibliografía en que lo sustentan... que no se sabe de qué cita científica es la sugerencia del punto 3, punto 4, porque el Código dice que los informes deben estar realizados de tal forma y nó como surge del informe, etc., etc. En general los imputados por estos delitos amenazan a los profesionales intervinientes con demandarlos por mala praxis. Los testigos que ofrece el abusador decían: “es imposible, lo conozco desde que era chiquito, jugaba con mis hijos, era del barrio, se recibió de arquitecto, es tranquilo”. 171

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Sin embargo este padre fue capaz de colocar a su hija en una situación tremenda. La otra cuestión que decantaba del peritaje se refería a la relación de Fede con su papá. Se decía: “puede no ver a Ana, pero a Fede sí”. El hermanito era menor que Ana. Entiendo que hay que apoyar a la madre, cuya soledad en esta situación era puntual. Creo que no en vano era una jueza mujer, que fue muy valiente en dictar esa sentencia. El señor procesado luego empezó a merodear el colegio, el Jardín de Infantes, con lo cual la madre vino a pedir auxilio y pedía al juez que le impidiera acercarse a cinco cuadras a la redonda de la escuela, porque le producía un daño enorme a su hija. Así se resolvió, luego de pelear mucho, estas medidas. ¿Con esto qué les quiero mostrar?, ¿con esto qué les estuve relatando? Que todas las acciones que se tomaron en el expediente civil (no así en el penal, el penal fue como un relojito que caminó rápido, se buscó todas las pruebas que se pudo y finalmente elevó a juicio el expediente). En el juicio civil todas las medidas que se pedían costaba mucho sacarlas, ¿por qué? porque todo era tamizado en función de que la madre le llenó la cabeza a la hija, de que en la familia de la madre estaban enojados porque el otro señor no les pagaba la cuota alimentaria, etc., etc. ¿Cómo la madre va a utilizar el cuerpo de la niña, causándole más daño? Es loca esa forma de plantearse las cuestiones frente a un abuso sexual infantil. Pero los operadores del sistema judicial en el que estoy comprometida hace muchos años decían en la práctica, fuera del expediente: Pero si el señor no mata una mosca, ¿vos le viste la cara?, ¿vos viste? Bueno, pero no importa lo que uno ve, importa lo que dice el Dr. Garrote, del Hospital Elizalde; importa lo que dicen el resto de los profesionales que decían que no había fabulación; miren que para que una pericia diga: “es imposible que haya fabulación por la edad de la niña y porque pudo sostener su relato siempre”. No fabula la niña, los dibujos que hizo no podían ser aprendidos por la edad que tenía, o sea que lo que dibujó es lo que vio, no había otra cosa, los síntomas clínicos, el propio relato; la niña le dijo al Dr. Garrote: “cuando vuelvo de la casa de papá tengo gusto a pelo en la boca”. La Sra. jueza fue prudente, porque recolectó muchas más pruebas que el solo dicho de la niña. Frente a eso, la reticencia del operador, y del operador mujer, porque las mujeres muchas veces son “pro hombres”, no sé qué es lo que pasa; dicen: “no, porque es el padre, y del todo no está acreditado”. A mí me llegó a decir el juez de la causa civil: “que lo hayan procesado por corrupción agravada por el vínculo no significa que sea una condena, eso es como un em172

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bargo preventivo”. Y le digo: “dejémonos de jorobar, ¡mirá lo que es la sentencia penal!” Finalmente suspendió el contacto, y la madre se fortaleció tanto a partir de esa sentencia, que después se animó a pedir que se impidiera el acercamiento del padre a la escuela; bueno, una cantidad de cosas que se sucedieron después. Y este señor fue condenado y este señor está en prisión, con lo cual, no sé cuanto durará, pero digamos que creo que en este supuesto se cumplieron todas las expectativas de todo lo que aprendemos en los libros en beneficio o a partir del cuidado de la defensa de los derechos de la víctima. Entiendo que sostener la defensa de la familia como entelequia, y como tal reconocerle derechos por encima de cada uno de sus miembros, es absurdo. Me refiero a la suspensión de los vínculos en ocasiones de sospecha de abuso sexual infantil. Cada historia de vida que se nos pone a consideración en el trabajo es única y requiere de peticiones y decisiones únicas. Yo estoy a favor de los derechos de cada uno de sus miembros, y si son los derechos de los niños, más aún. Creo que es mayor el daño que se puede causar... forzando una situación de vinculación contra los deseos del niño, porque el chico está dañado exactamente igual, en tanto como víctima se lo sometió como objeto de estudio a raíz de la denuncia por abuso sexual ante el Tribunal. Entonces, sea que hubo abuso o que no se lo pueda demostrar, el solo hecho de llevarlo al estrado judicial, a realizarle las pericias que se le realizan, le causa daño, lo rotula. Aun cuando el Cuerpo Médico Forense tenga profesionales brillantes para estos casos y desplieguen todo tipo de cuidados al practicar las pericias. Pero ¿cómo quedaron las cabezas de dos niños que conocí, luego de veintitrés pericias que se les efectuaron a lo largo del pleito entre civil y penal? Todas ellas para intentar demostrar la inocencia del padre abusador. Yo les digo que conocí y observé la evolución de las expresiones y las miradas de estos chicos cuando comenzó el juicio y después de las 23 pericias psiquiátricas, psicológicas y médicas. Luego el padre famoso fue condenado y cumplió prisión. En Casación fue anulada la sentencia “por un defecto formal”. Es decir, no se lo absolvió o se dijo que era inocente. Se la anuló, es decir que había que comenzar el juicio de nuevo. Allí la madre y los niños se fueron del país. Entonces el tema es evitarle al niño mayores daños que los que ya hubo, sea porque la madre confabuló o sea porque el padre abusó, pero el chiquito, los derechos de ese niño no se los puede sostener a partir de la entelequia de la familia sino de los que necesita él. Si lo que requiere es cortar el vínculo con ese padre por el tiempo que sea nece173

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sario, o para siempre, yo pienso que debe ser así, y que las medidas en este caso estuvieron bien tomadas. Podrá revincularse en tanto él lo pida y esté de acuerdo. A partir de este caso me planteo la dificultad de internalizar los postulados de la Convención en el tema del abuso sexual infantil; pensemos que el artículo 19 es expreso sobre esta situación. La dificultad de internalizar los postulados de la Convención nos lleva a priorizar la medida de protección al niño y no a reclamar el ejercicio efectivo del derecho que él o ella tienen para resguardar su intimidad, su dignidad y su natural proceso de crecimiento. Es mucho más complicado reclamar el ejercicio efectivo del derecho a no ser explotado sexualmente o a que no existan injerencias en la intimidad de cada uno, que pedir nuevas pericias, que pedir que nos traigan la prueba de otro lado, es mucho más fácil lo segundo que lo primero, pero a nuestro sujeto de protección lo que le conviene es que lo acompañemos para el ejercicio efectivo de sus derechos. Ahora voy a presentar otro caso. El sábado me llamó de un Tribunal del interior del país un juez, para hacerme una consulta por este problema. En realidad la consulta era por una cuestión más de criterio, para sopesar la autoridad de él con el organismo administrativo del lugar; pero lo que me relató, en base a una secuencia de decisiones “en favor del niño”, a mí me hizo replantear todo lo que iba a decir hoy, y es lo que estoy diciendo: que hay como una divergencia, disociación, entre lo que dice la ley y lo que se hace. Fíjense esta situación: el padre de Wilson, de 9 años, está preso por homicidio; tiene 39 años; la madre tiene 38 años, es una mujer golpeada y vive con su hija de 17, con Wilson, y tiene otra hija de 19 que vive en pareja con su novio y tiene una chiquita de 1 año. Resulta que Wilson, que está insertado en el contexto de esta familia, de 9 años, llega a la escuela el día lunes pasado y amenaza a un compañero con un arma de juguete; se arma un revuelo en la escuela y la directora lo expulsa y dan intervención, por la Ley de Violencia, al juez del lugar. El juez del lugar inmediatamente dispone sacarlo del hogar y ordena un allanamiento en la casa familiar en búsqueda de otras armas, porque dice que esa familia es de alto riesgo, una familia de malas costumbres y que probablemente deben tener armas en la casa. Entonces, concomitante a la exclusión del niño de la escuela y del hogar, realizan un allanamiento en el hogar familiar y no encuentran ningún arma. Al niño lo envían a un Hogar de Admisión que hay en el lugar, una especie de hogar de tránsito, a la espera de qué hacer con esta situa174

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ción, porque ya es una familia que tiene problemas, porque el padre está preso y la hermana de 17 fue golpeada por el padre, y la madre es golpeada y no sabe que hacer con los hijos; la de 17 anda por malos caminos; entonces, mejor sacarlo a Wilson y ponerlo en el Hogar de Admisión a la espera de qué hacer. Hacen el martes una reunión con los encargados del Hogar de Admisión, que deciden, a mi criterio correctamente, que acá lo que hay que hacer es fortalecer el vínculo con la madre y colaborar con ella en la educación de Wilson, pero por ahora que se quede en el Hogar de Admisión, hasta ver cómo responde la madre a esta situación. El niño quedó sin escolaridad, porque a su vez en la escuela lo expulsaron pues antes ya había llevado una especie de cuchillo que no era cuchillo y ahora llevó un arma de juguete; es un elemento de disociación y de perturbación para el resto del alumnado, por lo cual hay que aislarlo. En consecuencia, deciden que había que fortalecer el vínculo materno, y el juez ordena régimen de visitas a favor de la madre los fines de semana que se lo podía llevar. La madre cuando recibe la notificación, fue todo junto: se enteró de que al chico lo habían sacado de la escuela, se enteró de que lo habían echado, se enteró de que estaba en un Hogar de Admisión y se enteró de que iba a tener obligaciones para con la Justicia a partir de la mala conducta del hijo. Entonces, la madre se presenta en el Juzgado, según relató el juez, y le dice: mire, el fin de semana que viene hay una procesión de la Virgen, y nosotros somos muy devotos de ella así que yo lo quiero llevar a la procesión. En consecuencia se le dice que sí. Que está bien. Pero ¿qué pasó? El viernes el chico rompió dos vidrios del Hogar de Admisión, se peleó con un compañero y le tiró una naranja y entonces como medida educativa lo castigaron y lo mandaron al cuarto de arriba. Cuando va la madre a buscarlo para la procesión, le dicen: no, no puede salir porque está con una medida de prevención, porque rompió dos vidrios, imagínese que eso no lo podemos pasar por alto, así que no lo va a poder llevar. La mujer se fue. El niño se escapó, se escapó porque él quería ir a la procesión también, miren ustedes qué elemento valioso se perdió el Equipo de Intervención, porque ante una creencia profunda en una religiosidad popular tan enraizada, había que trabajar sobre eso y no sobre el vidrio de una institución que, bueno, después vemos cómo se puede colocar el vidrio o quién pone la masilla y quién pone el material; pero se perdió, se perdió la víctima, lo están tratando de proteger y lo castigan. ¿Dónde está la Convención? Esto pasó la semana pasada, y es un juez que todo lo funda en la Convención. ¿Qué nos pasa que la Convención la 175

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tenemos probablemente en el cajón? De haberla leído o haberla repasado, esto no habría sucedido. El chico se escapó. Entonces, como todo es causa-efecto, se dio aviso a la Policía, entonces la Policía lo salió a buscar, y la hicieron venir a la madre a que levantara un acta, que su hijo se había escapado y que ella no lo había llevado. No sé cómo va a terminar la historia de Wilson, pero esto de constatar la disociación entre el mundo real y el mundo jurídico es socavante. Reflexionemos, ya que no podemos admitir que pasen estas cosas. ¿Por qué? Hay que hablar de cuál es el lenguaje del chiquito Wilson. Pensemos que su papá está preso por homicidio; su mamá es mujer golpeada. La forma de comunicación de él es agrediendo, amenazando con armas de juguete. Si lo rescatable en la familia es la devoción a la Virgen, pues tomemos ese afán. Si lo observado como sublimante para ellos hubiera sido un ícono de la religiosidad popular, o la superstición misma, pues tendremos que trabajar con tales elementos. Es necesario conocer el contexto que rodea al niño, sus creencias, si tiene valores, y tomarlos, resignificarlos. Trabajando con ellos podremos hacer una intervención útil, con un resultado cierto; no de otra forma. Y cuando nuestras acciones muchas veces expulsan a la víctima, Wilson, de su natural territorio, promoviendo aquello que buscamos evitar... ¿Cuál es el natural territorio? Para mí, los derechos reconocidos en la Convención, ese es el territorio de los chicos, pero como mencioné antes, en la práctica cotidiana no se observa todavía un acoplamiento sincero y total entre la palabra y la acción. En este sentido creo que es necesaria una interpretación de la ley contextualizada y adaptada al caso particular; la ley se debe adaptar al caso, dado que cada situación familiar es única e irrepetible. Todo fenómeno o situación debería ser percibido, comprendido, como inseparable del contexto del cual forma parte y de cada una de las partes que lo integran. Esto presupone una lectura del múltiples niveles de observación, en tanto somos sujetos observadores que intentamos escuchar, describir, explicar, comprender, la complejidad de las relaciones humanas, aunque es imposible captarla totalmente. Las decisiones que tomamos en cada caso no deben obviar las posibles consecuencias derivadas de ellas. Es nuestra responsabilidad no excluir a la prevención de los efectos de estas decisiones. No podemos olvidar que la aplicación de la ley muchas veces también puede generar violencia; por eso es importantísimo en esta materia hacerse cargo de las consecuencias de la orden; en los conflictos familiares especialmen176

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te, es necesario que la ley se adecue y se inyecte en cada situación y no que cada situación reciba la fría autoridad de la ley sin tomar en cuenta la humanidad de cada conflicto. Otra historia de vida. Padre y madre estaban separados pero vivían en el mismo edificio, el padre en el tercer piso y la madre y la hija María, en el primero; y se presentaron al Tribunal de Familia las dos abuelas, la paterna y la materna, pidiendo régimen de visitas a favor de su nieta María, porque en la convivencia con su mamá, a criterio de las abuelas, María estaba en una situación de riesgo enorme. Decían que la madre era una persona que le hacía mucho daño a su hija. A todo esto, María tenía buena relación con el marido de la abuela paterna, buena relación con su papá y buena relación con sus primas, hijas de una hermana de la madre. Cuando se presentan las abuelas y piden que urgente se disponga un régimen de visitas porque María no quería ir a visitarlas y no sabían por qué, pero decían que era la madre que le llenaba la cabeza, el juez ordena un psicodiagnóstico para evaluar las condiciones psicofísicas de María y de su mamá, y entonces remite el expediente al Cuerpo Médico Forense. El Cuerpo Médico Forense les manda un telegrama, como se hace normalmente: los forenses se dirigen a sus pacientes o a las personas que tienen que entrevistar a través de la Policía. Se le manda un telegrama por Policía a esta familia, para que se presente tal día y a tal hora; y ellas no se presentaron. El juez ordena una nueva pericia con la disposición de que ambas mujeres, madre e hija, fueran llevadas por la fuerza pública al Cuerpo Médico Forense. Ahora les voy a leer lo que sucedió y lo que María me pidió. María era alumna del Colegio Nacional Buenos Aires, estaba en 2º año, tenía 15 años, casi 16, y sucedió lo que sucedió. Por eso les digo que a veces la violencia se genera dentro mismo del Poder Judicial por no saber medir las consecuencias que puede tener una medida como la que se impuso. María “...pide ser escuchada en los términos del artículo 12 de la Convención sobre los Derechos del Niño y pide que se tenga debidamente en cuenta su opinión en atención a su edad, a su madurez y a que se considera capaz de haberse formado un juicio propio sobre las cuestiones familiares que la afectan profundamente y acredita su identidad con documentos, domiciliada en la calle Perú de esta Capital, es argentina, soltera, y me manifiesta que comenzará su 3° año de bachillerato en el Colegio Nacional Buenos Aires de esta ciudad, el próximo viernes, porque en esa fecha comenzarán las clases para los alumnos de dicho establecimiento. Me manifiesta que el año anterior dentro de su División 177

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resultó ser el 2º mejor promedio y que en la actualidad su promedio general es superior a ocho”. “También es becada por el mismo colegio en la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, para realizar cursos de Historia del Arte. El año anterior completó tres cursos: Barroco, Renacimiento y Alto Renacimiento. Para este año todavía desconoce cuál realizará, ya que obtuvo tres becas para cursar. Me afirma que por ahora y en el año anterior practicó como actividad deportiva natación con una amiga de ella; ella era la encargada de transportar los útiles y el material, dirigir los partidos de handball y a veces tomar lista.” “En este estado me manifiesta que la pasó pésimo el último viernes cuando la Policía Federal, en cumplimiento de la orden del juez para traerlas al Tribunal, al Servicio de Psicología del Cuerpo Médico Forense, las esposó a ella y a su mamá y así como estaban en camisón y cambiándose porque eran las 8:15 de la mañana, se las llevaron.” “Los policías la amenazaron, le pusieron su cabeza entre las piernas de uno de ellos y la golpearon porque ella se opuso, porque trataba de defender a su mamá.” La joven me decía que la madre estaba con un camisón que era muy transparente, que le daba vergüenza que saliera así a la calle, y que la madre estaba muy mal; ella quería ponerle un batón y los policías no querían que fuera al cuarto a buscarlo. Increíble. “Llegaron en un estado de angustia, desesperación y nervios al Cuerpo Médico Forense y por suerte se encontraron con una licenciada que las trató como seres humanos.” “Dice María que la licenciada en psicología la contuvo, la tranquilizó, e hizo más de lo que pudo para que esa situación horrible se terminara.” “María me pide con absoluta claridad que se concluyan estas actuaciones para protegerla, porque no quiere este tipo de protección.” Claro, porque como las abuelas dijeron que había una situación de riesgo puntual derivada de la convivencia de María y su madre, el juez enseguida cambió la carátula y puso “Protección de persona”. Entonces María dice: no quiero que me protejan. No quiero que nadie me proteja.

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“María me pide con absoluta claridad que se concluyan estas actuaciones para protegerla, porque no quiere este tipo de protección.” “Dice convencida que ella dejó de ver a sus abuelas por propia decisión; con relación a su abuela materna me explica que cuando iba de visita, la abuela tenía que irse a cuidar a sus otros primos y la dejaba al cuidado de su bisabuela Teresa, muy viejita, y siempre tenía miedo de que le pasara algo en su presencia, por lo que no quiso ir más. Con respecto a su abuela paterna, Mercedes, dejó de verla porque no le gustaba la forma en que ella trataba a su marido, es decir a su abuelastro, entonces como no soportaba esa situación no fue más. Me aclara que fue una decisión propia y personal y que en nada la afectó el dejar de frecuentar a sus dos abuelas.” “María, en cambio, extraña a sus primos, a ellos sí quisiera verlos, pero lamentablemente, con toda esta causa en el medio, que me quieren proteger, la relación ya no es igual a la de antes.” “Me afirma que no corre ningún riesgo por encontrarse viviendo con su mamá; al contrario, se llevan bien y recibe de ella cariño, afecto y absolutamente todo lo que pueda recibir un hijo de parte de una mamá que se ocupa. También me afirma que frecuenta a su papá y que tiene muy buena relación con él. A su vez, que se fue de vacaciones a Santa Teresita con su abuelo paterno y con la señora de él y un nieto de ella de 11 años de edad.” “Me expresa que gracias a la vida que su madre le ha brindado puede dedicarse al estudio, a ser alumna del Buenos Aires, a tener amigas y a compartir con ellas los gustos que tienen. Cuando cumplió 15 años recibió de todos sus compañeros un regalo especial, una pulsera y una cadena de plata haciendo juego, con bombones y con tarjetas; aclara que está bien integrada a su grupo y que no tiene problemas con sus compañeros.” “María pide expresamente que no se la moleste más, que no se repita nunca más el episodio de la Policía. Que eso sí la lastimó mucho, la marcó mucho, y de sólo pensar en el hecho ocurrido se angustia y pone muy mal. No está de acuerdo con realizar ningún psicodiagnóstico con sus abuelas, porque no las quiere ver; es más, pide la niña y lo reitera que se concluya esta causa porque le produce un agravio profundo.” “María pide en este acto a la Sra. Defensora que la comprenda y que busque ella los medios para cerrar este procedimiento, porque está muy bien con su madre y quiere empezar el colegio sin temores. Ma179

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ría pide que no se tomen más medidas de coerción contra ella. Con lo que terminó el acto, previa lectura, etc., etc., etc.” La causa tardó en cerrarse ocho meses más, casi un año. María entró en una depresión profunda, porque el padre, que era un débil, el que vivía en el mismo domicilio, cortó la vinculación. Porque ella le fue a pedir ayuda al padre, para que se pusiera firme delante de su propia madre, y el padre le dijo no. A las primas no se las dejaron ver más. Tuvo un intento de suicidio, en el Nacional Buenos Aires, por lo cual no la expulsaron sino que le pusieron una medida que le justificaba las faltas hasta tanto se recuperara; y bueno, el expediente se cerró finalmente, pero costó muchísimo. Yo hice las denuncias de mi parte, y eso jorobó mucho y promovió en la gente del Juzgado una alianza en contra de la madre y en contra de la hija. La protección de la persona de María fue cualquier cosa menos protección, porque las posiciones a partir de este hecho de violencia general dentro del Poder Judicial, porque no se tuvo en cuenta que no se puede llevar a una chica por la Policía a ningún psicodiagnóstico, porque no se tuvo en cuenta eso, las posiciones se rigidizaron, fue imposible trabajar, porque el sistema dejó de ser creíble para María, para su mamá, para las abuelas, para el Juzgado, o sea que empezamos todos a pelearnos por escritos y fue una lucha campal; pero, María tuvo un intento de suicidio. Entonces, ¿cómo lograr que la Convención los Derechos del Niño y las acciones, que el discurso y las acciones coincidan?; es una responsabilidad nuestra, es una responsabilidad de volver a la fuente. Hay que buscar la guía de la intervención que es la Convención, no queda otra, porque estamos expuestos por la cantidad de trabajo que hay, por la complejidad de situaciones que se nos plantean, a decir bueno, está bien, que venga el informe. Y hay que pensar cómo se hace un informe, hay que pensar cómo se notifica una audiencia en un juicio de abuso, hay que pensar cómo se notifica a los padres que se le ha promovido un juicio de insanía a sus hijos. Estos mínimos detalles que causan un agravio profundo en la familia, es lo que hay que tratar de evitar; si no lo hacemos es inútil la intervención, es iatrogenia para la persona y nuestra intervención es inútil en vez de útil, y el resultado no es lo que esperábamos. A mi criterio el juzgador no puede decidir una situación bajo apercibimiento de la fuerza pública para obtener una prueba indicativa del estado psicológico de la niña y su madre sin tener en cuenta las consecuencias y los daños que dicha acción provoca. Pero la necesidad de co180

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hesión en el equipo de trabajo cuando se trata de estos problemas, tiene que ser puntual, no pueden existir fisuras, y si las hay, buscar las herramientas para tener reuniones, para decir: yo no puedo trabajar con vos de esta manera; pero la gente no puede ser el fusible de nuestras propias problemáticas o de nuestro cansancio, porque es cierto que nos cansamos todos en esto. A partir de la situación descripta se sucedieron una concatenación de eventos que amplificaron el conflicto relacionado. María hizo un planteo ante la Defensoría de Menores para la efectivización de su derechos, pidiendo sanciones para la Policía y para el juzgado. En otro nivel de análisis, con respecto al proceso de la causa, es interesante destacar que la alianza inicial entre las dos abuelas contra la madre por el régimen de visitas hacia su nieta, promovió en el Juzgado una coalición de sus operadores contra la menor y su madre, consideradas como culpables y calificadas como pacientes psiquiátricas sin sustento de ningún diagnóstico. Desde una lectura causalista como ha sido la del Derecho, el rol de víctima se complementa con el de victimario, llevando a pensar a la persona independientemente del contexto del cual forma parte, sea éste familiar, el contexto institucional, el contexto judicial u otros. Para poder salir de este dualismo que también se inserta en la Justicia es necesario percibir las múltiples y complejas relaciones que se configuran en cada circunstancia. En la medida en que el operador jurídico continúe aislando el fenómeno de los contextos en los que éste está inserto, pensando en términos de causa-efecto, sus peticiones, decisiones, para la resolución de los conflictos familiares, no promoverán los resultados deseados. Y por último voy a presentar un caso esperanzador. El expediente básicamente es un juicio por tenencia entre un matrimonio que estaba divorciado, José y Alicia, ambos de la comunidad, de la colectividad judía. Alicia y José se habían casado en Israel y los dos eran hippies. Estuvieron viviendo allá un tiempo y después vinieron a vivir a la Argentina; tienen dos hijos. Alicia lo denuncia a José por abuso sexual en perjuicio de su hija Sara. Esa denuncia quedó en la nebulosa porque Alicia, para proteger a su hija, se escapa al Uruguay, a la casa paterna. La Justicia vuelve a traer los chicos a la Argentina y ahí José arremete contra Alicia pidiéndole la tenencia porque la considera incapaz. Alicia era mujer golpeada, está comprobada la violencia de él. Él tiene informes... no sólo informes: actuaba la violencia en los Tribunales 181

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de una forma espantosa, porque llegaba, pateaba la puerta, abría la puerta, se instalaba... bueno, una cosa es que era muy difícil ponerle un límite a este individuo. Y Jorge, el chiquito, a esta altura del pleito, cuando todo indicaba que iba a irse con el papá, empieza a tener una úlcera sangrante, a los siete años, y había tenido dos internaciones en el hospital público; no sabían por qué, no se sabía por qué tenía la úlcera, pero bueno, estábamos en esa situación. El trabajo con la familia fue muy infructuoso, porque los padres de ella del Uruguay no quisieron venir y eran gente de escasos recursos y decían que ya los habían dejado de ver y que no querían saber nada. La madre de José se había casado con un segundo marido que era jamaiquino, bailarín de salsa y mucho menor que ella, así que la señora estaba en su mundo. Y Bety, la hermana de José a quien yo quería citar para que colabore, era bailarina de danzas, estaba en un ballet, y no tenía tiempo. Total que estábamos en orfandad de entorno y José le sustrajo los hijos a Alicia “manu militari”, no se los devolvía. Alicia venía a hacer la denuncia, mandábamos a buscar los chicos... bueno, yo ya no sabía que hacer con este asunto. Yo trabajaba con un equipo de profesionales para supervisar. La Lic. Jutoran me sugirió que llamara al rabino. Entonces, yo dije: pero ¿al rabino?, ¿cómo lo llamo? Y me contestó: yo te voy a hacer el contacto. Tuvimos como dos reuniones para ver qué hacer y ella me dijo: vamos por el entorno de ella, porque va a ser muy útil, porque en estos casos los rabinos tienen total efectividad. La palabra del rabino es valiosísima. En este caso esa palabra tendrá más fuerza que la del Tribunal. En este caso las partes no obedecían al juez, lo boicoteaban y a mí no les cuento. Llamo al rabino, pero antes lo que yo pude observar y convencerme era de que había que apoyar a esa madre Alicia y fortalecerla, porque era buena madre; lo que pasa es que el ex marido le había cortado hasta el último centavo, no tenía plata para nada, porque le habían cortado la luz, le habían cortado el gas, no le daba plata para los alimentos, y entonces le decía que era una madre que no servía para nada, y bueno... a esta mujer, que era mujer golpeada, había que ayudarla. Entonces la hipótesis de trabajo fue lograr desde la comunidad de Jabad que le pusieran a la madre una suerte de tutor en el domicilio, para que la apoyara, la organizara como madre, y a su vez hice una lista de toda la ayuda imprescindible para la subsistencia. La comunidad les dio todo . ¿Qué pasó acá? Acá están los abuelos, Alicia, José, el jamaiquino y la tía. José tenía trabajo, estos son los hijos y Alicia tenía un vínculo muy fuerte con la comunidad. Hicimos una reunión en el Juzgado donde fue 182

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increíble, había que prepararlo al juez para recibir al rabino. Se les dio a los chicos tratamiento psicológico, se les puso el departamento en condiciones de habitabilidad, se les dio apoyo domiciliario educativo, todo ello desde la comunidad. Esto fue muy importante, el haber aceptado el consejo de un profesional de la salud como para cambiar y hacer una pequeña modificación tomando del entorno algo significativo para ellos y poder lograr una satisfacción a los derechos de los niños que debíamos proteger. Para terminar, les quiero decir que las historias de los niños que he traído para compartir con ustedes pretenden reflejar la difícil experiencia de nuestra tarea diaria y los múltiples elementos que configuran el sistema familiar, el sistema judicial, otros sistemas involucrados y sus interacciones, lo que a veces amplifica las dificultades, limitando las posibilidades de operatividad. Por otra parte tenemos pruebas fehacientes, como hemos visto en este último caso, sobre la importancia del trabajo interdisciplinario tanto en los Juzgados de Familia como en las Defensorías de Menores. Es mi deseo que se logre la convergencia de pensamiento y acción para generar la ocupación del territorio natural de los niños que por derecho les corresponde. Es mi deseo que más allá de las instituciones que se han creado para defender a los niños y sus leyes, se instale definitivamente en el pensamiento de los profesionales involucrados la necesidad de aunar acciones para pensarlos como protagonistas y actores de sus derechos así como la Constitución los ha definido.

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Las Defensorías Zonales de Niñas, Niños y Adolescentes

El rol de la querella en el marco de un proceso penal que tiene a los niños y adolescentes como víctimas de los delitos contra la integridad sexual Dra. Cecilia Sosa

Abogada, egresada del Posgrado interdisciplinario de problemáticas infanto-juveniles del CEA, UBA. Ex Coordinadora General de las Defensorías de Niñas, Niños y Adolescentes dependientes del CDNNyA de la CABA. Actual Vocal de la Legislatura al CDNNyA.

Mi objetivo en esta mesa, que voy a compartir con los colegas profesionales abogados de los equipos técnicos de las Defensorías Zonales de Niñas, Niños y Adolescentes de Palermo y Plaza Lavalle, en el marco del curso sobre “Malos Tratos y Abusos” que coordina la Lic. Eva Giberti, es presentar el abordaje institucional y jurídico que desarrollan las Defensorías Zonales del Consejo de Derechos de la Ciudad de Buenos Aires. 185

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Antes me gustaría aclarar que para estas exposiciones hemos hecho un recorte en el abordaje de intervención —interdisciplinario— para enmarcar el tema en la práctica penal desde una perspectiva jurídica. El recorte que elegimos tiene como fundamento una especificidad propia de las Defensorías Zonales —como servicios de protección de derechos— y es que son de los pocos servicios que desde el Estado brindan patrocinio jurídico gratuito a la población infantil y adolescente cuando es víctima de delitos. Es importante agregar que más allá de este recorte, los profesionales de las otras disciplinas que forman parte de los equipos de atención, diseñaron en forma conjunta la estrategia de intervención para garantizar el restablecimiento de los derechos de los niños en cuestión. Luego se presentarán dos casos donde los abogados de estas dos Defensorías fueron patrocinantes de la parte querellante, dentro de un proceso penal que tiene a los niños como víctimas de los delitos de abuso sexual y de violación agravada por el vínculo. Las Defensorías Zonales son órganos descentralizados del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires según lo establece el art. 60 del capítulo segundo de la Ley 114 y como tales son parte de la política pública de protección integral de derechos a niños, niñas y adolescentes en el marco jurídico de la Ley 114 y la Constitución de la Ciudad, que ha incorporado el plexo normativo de derechos humanos contenido en la Constitución Nacional en el art. 75 inc. 22. Definimos política pública como el conjunto de acciones u omisiones que manifiestan una determinada modalidad de intervención del Estado en relación con una cuestión que concita la atención, interés o movilización de otros actores de la sociedad civil. De dicha intervención puede inferirse una cierta direccionalidad, una determinada orientación normativa que previsiblemente afectará el futuro curso del proceso social hasta entonces desarrollado en torno a la cuestión1. Definimos la protección integral de derechos como la protección de todos y cada uno de los derechos que componen el plexo normativo de derechos humanos, los derechos de primera, de segunda y de tercera generación, que tiene el niño desde la concepción y hasta los 18 años, abarcando cada una de las situaciones en las que se encuentran durante toda esta etapa de crecimiento y desarrollo como sujeto de derechos. Este paradigma no protege personas ni cuerpos sino derechos, derechos que tiene el niño y el adolescente por su sola condición de ser humano. 1 OSZLAK, Oscar; O‘DONNELL, Guillermo. Estado y políticas estatales en América Latina. 186

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Según el art. 61 de la Ley 114 las Defensorías Zonales tienen por objeto diseñar y desarrollar un sistema articulado de efectivización, defensa y resguardo de los derechos de las niñas, niños y adolescentes. Dentro de los objetivos específicos se encuentra la defensa de los derechos de niños, niñas y adolescentes cuando los mismos se encuentren vulnerados o sea posible su vulneración. Cuando se habla de la defensa nos referimos a la exigibilidad de su efectivización a través de una política pública, como son las Defensorías Zonales. Es interesante conocer los distintos motivos que llegan a la consulta de los equipos (ver anexo I, Pág. 208). Durante el año 2002 se han atendido 8.208 motivos de consultas; luego estos motivos de consulta son traducidos a derechos contenidos en la CDN reclamados. Los derechos más solicitados son: • • • •

Derecho a la familia Medidas de protección contra situaciones de violencia Derecho a un nivel de vida adecuado Derecho a la identidad

Este trabajo de traducción a derechos de los motivos de consultas realizados por los niños lo realiza el equipo de Formulación y Evaluación de Políticas del Consejo de los derechos. Ahora, siguiendo el tema que nos convoca en esta mesa, es importante señalar que del total de motivos de consulta del año 2002 el 19,5% (1.593) corresponde a medidas de protección contra situaciones de violencia, y dentro de éstos el 12% (182) son delitos contra la integridad sexual. 2%

Otros

12 %

Violación Abuso 86 %

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El total es de todas las consultas de Defensorías, referidas a cualquier vulneración de derechos.

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Otro dato importante es que 71% de los consultante por este delito son mujeres. El comportamiento en relación con la edad, es que bajan las consultas a medida que aumenta la edad. Con relación a nuestro modelo de abordaje, en el marco de la protección integral de derechos, la intervención de nuestros servicios se realiza a través de las tres profesiones que los integran: abogados, trabajadores sociales y psicólogos. Principios que guían nuestro trabajo; • El niño como sujeto de derechos, único, singular, y como tal se debe respetar y proteger su dignidad individual, sus necesidades particulares, sus intereses, su privacidad y sus tiempos. • El derecho a ser oído que incluye el de formarse un juicio propio, el de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que lo afecten y el derecho a ser escuchado en todo procedimiento administrativo o judicial. • Nuestra intervención debe garantizar el interés superior del niño, esto es, garantizar la mayor cantidad de derechos, evitando producir más daño, y si es necesario priorizar un derecho sobre otro, debe estar absolutamente justificada esa decisión. • Nuestra intervención no puede restringir derechos, desde este punto de vista una medida de protección de derechos no puede significar una injerencia arbitraria en la vida de los niños. • Principio de no discriminación por cualquier razón, incluso condición de los padres del niño. Como hemos dicho nuestras intervenciones tienen como primer objetivo a partir de escuchar al niño, niña y adolescente, garantizar el interés superior del niño2, esto es, la satisfacción de la totalidad de derechos o la mayor cantidad de los mismos. El derecho a ser oído, comprendido en el art. 17 de la Ley 114, implica la creación de un espacio donde por un lado el niño pueda expresarse, sea escuchado, y fundamentalmente tenga una participación activa como sujeto titular de derechos, dentro del proceso penal. En este sentido se les brinda a los niños y/o adolescentes y a sus familias la información técnica profesional que el caso amerita a los fines que ellos también puedan tomar decisiones con el 2 “El interés superior del niño supone la vigencia y satisfacción simultánea de todos sus derechos...”, “es la plena satisfacción de sus derechos”. Según Miguel Cillero Bruñol en Infancia, Ley y Democracia en América Latina, Emilio García MéndezMary Beloff, Compiladores. 188

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mayor conocimiento de lo que en la materia se puede realizar. Esto implica un acompañamiento por parte del equipo técnico. El derecho a ser escuchado no sólo tiene que ver con la palabra del niño sino con el conjunto de informes propios y de otras instituciones que se encuentran relacionadas con el caso. Cuando el niño, niña o adolescente es víctima de delitos contra la integridad sexual como pueden ser el abuso sexual o la violación, entre otros, lo primero que se le garantizan son medidas de protección especial de derechos3 en el ámbito que se encuentre el niño, de tal modo que cese la situación de vulneración a la que se encuentra sometido. A los fines de poder definir la estrategia a desplegar por parte del equipo técnico de la Defensoría es necesario tener en cuenta en qué momento llega la consulta, si se ha realizado una denuncia y en qué ámbito, la situación en la que se encuentra el niño, o si es la Defensoría el primer espacio de denuncia. El equipo interdisciplinario de cada Defensoría Zonal, en cada caso evalúa la necesidad de derivar al niño a un servicio de salud para obtener un diagnóstico y tratamiento o solicitarlos a los ámbitos institucionales que ya se encuentran interviniendo. La situación por la que atraviesa el niño puede estar originada en el ámbito familiar o extrafamiliar, en cualquiera de los casos, el equipo interdisciplinario desarrollará las acciones posibles tendientes a acompañar los procesos ya iniciados o a iniciarse cuando lo considere pertinente, teniendo en cuenta el deseo, el derecho a ser oído y a una asistencia letrada del niño y de los adultos familiares acompañantes. ¿Quiénes pueden ser titulares para iniciar la acción? La acción penal es dependiente de instancia privada, debe ser instada por el agraviado y, en el caso de ser un niño, por su tutor, guardador o representante legal. También es necesario agregar que en los casos siguientes la acción se convierte en pública y se procede de oficio: 1. Cuando el delito fuere cometido contra un menor que no tenga padres, tutor ni guardador. 2. O que lo fuera por uno de sus ascendientes, tutor o guardador. A partir de la modificación que se hiciera al Código Penal por Ley 25.087 en el año 1999, se incorpora el art. 132 del Código Penal, donde “la víctima 3 Art. 36 de la Ley 114. 189

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

podrá instar el ejercicio de la acción penal pública, con el asesoramiento o representación de instituciones oficiales o privadas sin fines de lucro de protección o ayuda a las víctimas. Para terminar, un abordaje institucional y jurídico acorde a la doctrina de la protección integral de derechos nos ha permitido generar espacios cuidados y respetuosos de los derechos de los niños en torno a su palabra, su intimidad, su deseos y sus tiempos, obligándonos como servicio de protección de derechos a garantizar el interés superior del niño, en su singularidad. Nos ha permitido trabajar articuladamente con otros servicios públicos que tienen otras especificidades diferentes a las nuestras, como son los ámbitos de salud y educación, y finalmente hemos podido constituirnos como letrados patrocinantes de la parte querellante cuando la misma es menor de edad, generando jurisprudencia fundamental para los casos en que los niños y adolescentes son víctimas de delitos en los que se encuentran involucrados sus padres.4

4 Resolución de la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional N° 22475. Denegatoria de ser tenida por parte querellante. 18 de marzo de 2004. 190

El rol de la querella en los casos de abuso sexual infantil. Defensoría Palermo Dra. Gabriela Vázquez • Fernando Valsechi

Gabriela Vázquez: Abogada de la Defensoría para Niñas, Niños y Adolescentes, Zona Palermo, Ciudad de Buenos Aires. Fernando Valsechi: Abogado de la Defensoría para Niñas, Niños y Adolescentes, Zona Palermo, desde 1997 hasta 2004. Actualmente Defensor adjunto de la III Circunscripción Judicial de la Provincia de Neuquén.

En este artículo se presenta una experiencia de intervención de la Defensoría para Niños, Niñas y Adolescentes ubicada en Palermo, perteneciente al Consejo de los Derechos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en la que trabajamos un equipo de profesionales compuesto por abogados, psicólogos y trabajadores sociales. En la Defensoría, el abordaje se realiza desde una perspectiva integral e interdisciplinaria, en el marco de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) y la Ley 114 del GCBA. El objetivo es la restitución de derechos vulnerados a las niñas, niños y adolescentes. En este marco, uno de los motivos de consulta que recibimos es el abuso sexual. A continuación se desarrollará cómo se intervino en un caso de estas características.

Reseña del Caso A Una adolescente, a la que denominamos A, que en ese momento tenía 14 años, se presentó a la Defensoría junto a su madre. El equipo mantuvo una entrevista en la que A manifestó haber sido víctima de abuso por parte de su padre biológico. El relato de los hechos fue claro, A se angustiaba al contar lo sucedido como si lo volviera a vivir. Empleaba un vocabulario que expresaba con claridad lo sucedido. Su demanda la expresaba así: “Que su padre pagara por lo que 191

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le había hecho”. Señaló también que convivía con su madre y su hermano, ya que sus padres se encontraban separados desde hacía varios años. Como dato se puede agregar que la primera vez que A manifestó haber sido víctima de abusos por su padre fue en ocasión de estar haciendo terapia familiar debido a la separación de sus padres.

Estrategia de intervención Luego de esa primera entrevista se decidió ver el expediente judicial y presentarnos como parte querellante para defender los derechos de A, por una parte, y por la otra, como en ese momento la joven ya estaba haciendo terapia y como se sentía contenida en ese espacio, el equipo de la Defensoría evaluó que no era necesario tener en esa instancia más entrevistas. Los factores que se tuvieron en cuenta en la estrategia de intervención fueron: los relacionados con la víctima, la relación víctima-victimario, la edad de la víctima, el relato de la víctima, quién presenta la demanda, la contención necesaria para sostener un proceso judicial —último aspecto que cobra importancia, ya que en la práctica se evidenció que es un delito de muy difícil comprobación, por lo que a veces ni siquiera se abre un proceso judicial.

Proceso judicial Cuando el equipo toma conocimiento del hecho de abuso en la entrevista judicial, el proceso judicial ya había comenzado y se estaba esperando la elevación a juicio oral; es decir, se había realizado la denuncia de abuso por parte de la madre de la niña, se había tomado declaración al padre de la adolescente, se agregaron las pruebas periciales, y el juez, con la carga probatoria, decreta el procesamiento del imputado; cierra el período de instrucción y da comienzo a la segunda etapa del proceso. En este caso, la denuncia en sede penal prosperó, pero no se había abierto un expediente tutelar. Esto implicó que la intervención del Sistema Judicial sólo se aplicó al adulto y no al adolescente.1 1 Aquí cabe una aclaración: cuando un niño es víctima de un delito imputado a un adulto, se abren dos expedientes, uno en sede penal (Juzgado Criminal) por ser el autor mayor de edad, y otro tutelar, en un Juzgado de Menores, para proteger los intereses de la víctima (menor de edad). En ocasiones, debido al nivel socioeconómico de la víctima y/o a la situación familiar, este expediente tutelar no se abre. Cabe destacar que en este caso el nivel socioeconómico de la familia es de clase media, lo que hace suponer que tiene la posibilidad de realizar tratamientos, de que su familia acompañe a la víctima, que asista al colegio. Esto demuestra la selectividad del sistema judicial. 192

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En la estrategia de intervención, diseñada e implementada por el equipo, tanto en el proceso judicial como por fuera de éste, se priorizó el derecho a ser oído (Art. 12 CDN), el derecho a la intimidad (Art. 16 CDN), el derecho a la integridad física y personal (Art. 19 CDN) y el derecho a la defensa (Art. 37 CDN) y sus correspondientes de la Ley 114. En principio nos detendremos en el derecho a la integridad física y personal. Se trata de proteger al niño de toda clase de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras se encuentra bajo la custodia de sus padres. Por otro lado, confluye el derecho a la intimidad, que se refiere a la no injerencia del otro en la vida y/o en el cuerpo de un niño o niña. Esto se refiere a la libertad sexual, la libertad en el cuidado del propio cuerpo. Respecto a la tipificación del abuso sexual, nuestra legislación ha sufrido modificaciones. Antes de la reforma que realizó la Ley 25.087 en el Código Penal, este tipo penal se encontraba incluido en el título: delitos contra las personas; el delito de abuso deshonesto —el bien jurídico protegido era la honestidad— para el tipo penal decía: “al que abusara deshonestamente de una persona de uno u otro sexo…” y tenía como agravante la edad de la víctima —menos de 12 años al momento del hecho— y la relación de parentesco, es decir su ascendente en línea recta. La reforma al Código Penal modificó el bien jurídico protegido, ahora es la integridad sexual. Lo cierto es que en ninguna de las dos legislaciones la descripción del tipo es claro, ya que actualmente dice: “al que abusare sexualmente”, y ese es un concepto indeterminado, la palabra abuso no describe ninguna conducta que pueda ser percibida objetivamente como abusiva. Se trata de abarcar cualquier acto que pueda valorarse a posteriori por el juzgador. Por otro lado, el calificativo sexual describe modalidades de comisión, que aumentan la indeterminación de la figura. En realidad esta dificultad tanto del primero como del segundo código, es decir antes y después de la reforma, hace difícil su aplicación en el caso particular, por lo que la arbitrariedad es un elemento presente al momento de aplicar la norma. De todas formas, la jurisprudencia ha acotado las interpretaciones y por ejemplo señala que “en los delitos dependientes de instancia privada como el abuso deshonesto es casi imposible la obtención de testigos del hecho directo debiendo basarse el jugador en las declaraciones de las víctimas, de las personas que tomaron conocimiento de lo acontecido a través de sus dichos y de las conclusiones a las que arriban y los expertos en las respectivas pericias”2. 2 C.N. Crim., sala V (int).- Filozof, Navarro, González Palazzo, causa 6.425, “R.S”, resuelta el 13/5/1.997, Revista Doctrina Judicial del 27 de enero de 1999, página 164; ver Boletín de Jurisprudencia Nº 2/97 Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional. 193

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Los especialistas en el tema reconocen los siguientes indicadores de abuso sexual: a. Los niños muy raramente mienten o se imaginan que están siendo abusados sexualmente. b. En el 98% de los casos sus declaraciones son verdaderas. c. A menudo el ofensor es una persona de confianza que fácilmente puede arreglar estar a solas con el niño o la niña, y es común que el abuso se repita y se continúe por algunos años. d. En el abuso sexual de los niños casi nunca hay violencia física, puesto que los agresores son conocidos, pero usan promesas, amenazas, sobornos. Se establece una relación jerárquica de poder con el niño. Los hechos de abuso sexual implican una situación de poder entre víctima y victimario. El poder es la probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de una relación social, contra toda resistencia y cualquiera que fuera el fundamento de esa posibilidad. Ese poder le otorga al victimario inmunidad; la víctima es quien soporta a quien atenta el poder. En la víctima se entrena quien utiliza el poder para dominar, a quien convertirá en objeto; la víctima es el territorio necesario para fundar el lugar real y simbólico de la dominación.3 Por otra parte afirma que, para juzgar desviación futura el comportamiento sexual de la víctima, es esencial tener en cuenta su grado de madurez, para estimar el alcance del daño sufrido y, por ende, también para la mensuración de la pena aplicable. Así el bien jurídico protegido es la libertad sexual, entendida como la libre disposición del cuerpo y respeto del pudor sexual. Se protege el candor, la inocencia o la ineptitud por falta de madurez mental para entender el significado fisiológico del acto4. También se ha dicho que con tan solo la firme imputación del/a damnificado/a por abuso deshonesto, sostenida por una precisa identificación del acuso y apoyada por realización de actos similares en el mismo contexto de actuación desarrollado por el enjuiciado, se puede comenzar un proceso penal, aunque el imputado niegue haber cometido estos hechos.5 3 En la revista de victiminología, N° 19, Ed. Centro de Asistencia a la Víctima, Gob. de la Pcia. de Córdoba. Cap. La víctima: generalidades introductorias, Lic. Eva Giberti. 4 C.N. Criminal Sala V (Int), Navarro, González Palazzo, Filozof.- C.14.998 Alapi, Leonardo R. 21/11/00. 5 C.N. Criminal Sala III, Loumagagne en disidencia. Ocampo, Bonorino Peró, en disidencia c.26055 González, Luis. Boletín de jurisprudencia, año 1989 N4. 194

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Asimismo, en la investigación de actos abusivos, por las circunstancias en que los mismos tienen lugar y por ser de índole privada, no se cuenta habitualmente con prueba incriminatoria directa. Corresponde entonces analizar tan sólo indicios e intentar en base a éstos reconstruir lo acontecido y en su caso, efectuar la atribución de responsabilidad penal que corresponda.6 Ninguna relevancia discriminatoria tiene que la menor haya actuado con torpeza al no resistirse en el momento de desarrollarse la conducta típica: la intimidación en la víctima provocada por el anuncio de un mal consiste en un daño que infunde miedo y doblega su resistencia.7 Otro de los tema es el referido a los besos. La jurisprudencia existente dice que el beso, como cualquier otro acto corporal, puede tener múltiples significados que deben determinarse en cada acto particular, según los elementos circunstanciales que le dan sentido y traducen la realidad de su contenido intencional. El beso en sí no es conceptualmente impúdico, pero puede llegar a serlo y lo es en concreto cuando responde al móvil de la apetencia sexual.8 Con respecto a que los jueces escuchen a un testigo impúber y valoren sus afirmaciones/negaciones, no existe norma jurídica que se los impida o les quite a los mismos la condición de testigos. De ahí que, lejos de estar impedidos, pueden decir y manifestar en base a su memoria lo que han visto, oído y sentido, lo que concierne a sus preferencias o rechazos, de manera tal que sus experiencias expositivas se comprendan con la objetividad aprehendida, sin que esa realidad objetiva se distorsione y transforme a título de verdad, en una realidad subjetiva, tan sólo porque tengan poca edad biológica. De ninguna manera los niños son testigos absolutamente ineptos, pues de lo contrario se dejaría impune el delito cometido en contra de ellos.9 Finalmente, está claro que a pesar de la inespecificidad del tipo penal, y del amplio margen que tiene el juez al momento de determinar si existió o no una conducta delictiva, la jurisprudencia, acota este vacío legal.

6 Conforme Núñez, Derecho Penal Argentino, T IV, pp. 262/263 7 C.N. Criminal Sala I Def. Tozzoni, Rivarola, Donna. Sent. M sec 13 c 37.536 Retamozo, Hector. Boletín de jurisprudencia, año 1990 Nº 4. 8 C.N. Criminal y Correccional, Sala I, Julio 7-981- Vera Carlos. Rep.la Ley XLI A-I 15 sum.1 9 C.P. Criminal Córdoba, 1/8/94. V., A E.LL Córdoba 1994, pág. 907. Dr. Masi Obligado, Código Procesal Penal de la Nación, pág. 304/305 Arts. 3,4,12 ley 23.849 CIDN Art. 75 inc. 22/23. 195

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Pericias Las pericias son, junto a la jurisprudencia, los parámetros que los jueces toman al momento de dictar sentencia. Es fundamental el papel que juegan estas pruebas tanto en la institución como en el momento del debate, ya que en este tipo de delitos la palabra de los expertos es la que permite a los jueces el poder formarse una idea clara de los hechos y poder aplicar el derecho. En el caso de A, durante el período de instrucción se tomaron declaraciones testimoniales a la víctima, a su madre, a su abuela materna, a la psicóloga de A, y declaración indagatoria al acusado. Además, antes de llegar a la etapa del debate se realizaron pericias psicológicas y psiquiátricas a la joven y a su padre en el Cuerpo Forense. También se solicitaron informes a los profesionales que tuvieron contacto con A., luego de denunciados los hechos que se investigaban. Todo este cuerpo de pruebas fue suficiente para que el juez de instrucción clausurara esta etapa de proceso y elevara las actuaciones al Tribunal Oral. Es interesante analizar cuáles fueron los puntos de pericia que se pidieron evaluar respecto de A: 1. Si presentaba signos de estrés postraumático compatible con abuso sexual. 2. Si presentaba personalidad fabuladora. 3. La verosimilitud o credibilidad de su relato. 4. Si los hechos a los que habría sido sometida tienen, para la ciencia psiquiátrica, entidad suficiente para desviar el normal desarrollo sexual de un menor de edad. 5. Si los mismos pudieron haber sido efectuados como consecuencia de maniobras de tipo inductivas. Las pruebas eran concluyentes con respecto a la personalidad de la adolescente, señalando que era una niña de buen nivel intelectual, conectada con lo que estaba viviendo y con las emociones que esto desencadenaba. Con respecto a las pericias realizadas al abusador, se tomaron entrevistas diagnósticas, test de Bender, test de sí mismo, pareja kinética, familia Cinética, psicodiagnóstico de Roschard. Las conclusiones de las pericias realizadas mostraban al agresor como una persona impulsiva, demandante, con una tendencia a la seducción como mecanismo de aproximación, con subyacente carga de agresión en su graficación de lo humano, lo que condice con aspectos indiscriminados a nivel psicose196

8 . Gabriela Vázquez • Fernando Valsechi

xual en vinculación con inmadurez. Pero no se determinó ninguna patología de tipo estructural.

Debate oral El debate oral comenzó con la declaración del imputado, el padre de la adolescente, quien negó los hechos que se le imputaron; desvió el foco de análisis y minimizó las acusaciones, como si éstas fueran un invento de su hija en complicidad con su ex pareja. Luego se preguntó a la adolescente si quería declarar, y si así lo decidía, si prefería que su padre se ausentara del recinto. La joven A decidió declarar frente al Tribunal, a su padre, al defensor, al fiscal y a sus abogados. Lo hizo durante casi una hora. Se angustió con lo relatado, demostró dolor, rabia, pero también firmeza al responder a las preguntas que se le formularon. Durante su declaración en el debate manifestó: “…me tapaba la boca, me bajaba la bombacha, me daba besos en el cuello, me tocaba la cola cuando subía a una silla, me decía qué linda colita que tenés (...) relata que fue a… a partir de los 5 ó 6 años, “él me cuidaba, mi mamá trabajaba desde las 6 de la mañana hasta la noche…”. Dice que su padre… “me manoseaba, una persona se da cuenta cuando una persona le da afecto o no, me daba asco… me abrazaba, me tocaba los pechos, la cola”. El manoseo y el maltrato fue siempre hasta que se fue de casa. “Yo sentía más allá de un beso de padre a hija, no era ese el objetivo… Siempre cuando estábamos solos… me tocó una vez cuando estaba mi mamá… yo me subí a una banqueta, me tocó la cola y me dijo qué linda cola que tenés… nueve años… la psicóloga forense me hizo hacer unos dibujos y escribir una carta… Nunca le voy a perdonar lo que me está haciendo pasar, lo que pasé, me hizo un daño psicológico grande, tengo que estar ocultando porque me da vergüenza, nadie sabe lo que pasaba… me tocaba la cola a la noche, con la luz apagada, me decía que no diga nada que no me iban a creer. Me tocaba los pechos y abajo, trataba de moverme y acercarme a la pared, él tenía más fuerza y me tapaba la boca… Me duele verlo acá, no quiero verlo más, no lo quiero como tal, él es mi papá biológico pero me da asco…” Frente a la pregunta de la defensa si le había tocado los pechos la joven contesta: “sí, me ha tocado… rompe mi intimidad, son mis lugares privados, sí, me tocaba los pechos y la vagina, lo hacía… a los 12 años, mi padre me defraudó más a mí violando mi intimidad” (sic). Es importante considerar la carga emotiva y la tensión en el momento del debate oral. En el equipo técnico se consideraron los efectos que le ocasionaría a la víctima prestar declaración, por lo que se la acompañó, se la 197

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

contuvo. Fue llamativo que los integrantes del Tribunal se ocuparon de la adolescente luego de su declaración y hablaron con ella en privado. También su madre declaró en el debate, reafirmado los dichos de su hija y aclarando que se enteró de ello durante una terapia familiar y que a partir de ese momento comenzó a investigar y a sostener a su hija, aunque la situación era muy difícil y ella a veces quería que eso no fuese real por ser esta situación muy dolorosa. En el mismo sentido declaró su abuela materna, quien tenía un vínculo muy estrecho con A desde que era muy chiquita, ya que la cuidaba cuando sus padres iban a trabajar. Respecto a los profesionales, tanto los que refirieron a la joven como los que evaluaron al padre, no fueron categóricos en sus conclusiones, en el sentido de que ninguno de ellos podía afirmar la existencia del abuso. Sí lo fueron, sin embargo, al afirmar la presencia de los indicadores y las consecuencias comprobables que estos hechos le produjeran a la joven. Se discutió durante el debate qué se entiende por abuso y se evaluó la personalidad de la víctima. La profesional del Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez dijo: “se evaluó a la niña muy conectada con la realidad, es una chica con buena conexión emocional… no se encontraron indicadores precisos sobre la existencia del abuso. Es de destacar que se mantuvieron sólo cinco entrevistas conjuntas con la niña y su madre”. Su psicóloga particular manifestó: “surge algo que puede ser considerado abuso sexual, le baja la ropa para pegarle, le costaba muchísimo hablar de esto… no me pareció mentira ni imaginación… como indicadores: el miedo, el rechazo al padre, bronca, vergüenza, no sólo angustia, bronca… a veces hablaba de ser coaccionada…” Frente a la pregunta de si había indicios o síntomas de abuso, respondió afirmativamente: “es posible que haya vivido esta situación”. Las profesionales del Cuerpo Médico Forense señalaron que se realizaron pericias tanto a la víctima como al victimario. Durante el debate oral podemos resaltar que sólo una profesional, médica psiquiatra que realizó pericias a la víctima, afirmó categóricamente la existencia del abuso. Finalmente, en el momento de los alegatos, paso anterior al dictado de la sentencia, nuestro rol como abogados de la parte querellante, que defiende los derechos de la adolescente, fue primordial. Se dio comienzo al mismo haciendo hincapié en algunos puntos: 1. Declaración de la víctima. 2. Circunstancias en que se daban los hechos de abuso. 198

8 . Gabriela Vázquez • Fernando Valsechi

3. Pericias psicológicas y psiquiátricas donde se señalaron los indicadores de abuso. 4. El daño que le causó a la víctima. 5. La necesidad de una justa administración de justicia como reparadora para la adolescente. Se solicitó al Excelentísimo Tribunal la pena de ocho años de prisión. Por su parte, el fiscal basó su pedido de absolución en el principio de la duda, artículo 3 del Código Procesal Penal de la Nación. El señor fiscal sostuvo que no le quedaba claro si en verdad existieron los hechos abusivos… Destacó que si había algo que tenía en común la prueba pericial volcada a lo largo del debate era que la vida de esta joven con su padre fue marcada por el abuso físico y sexual… “algunos profesionales ponen de manifiesto el maltrato físico… y … mayor hincapié en la situación de abuso sexual…” Sin perjuicio de ello, sostuvo que el concepto de abuso entendido a partir del punto de vista psicológico es mucho más amplio que el establecido en el marco de la normativa legal… Entendió que podía haber sido una interpretación de la joven, quien pudo haber asignado un carácter de abuso sexual a los besos en el cuello, pellizcos, etc. Es decir, se preguntó cuánto había de interpretación en el contexto de maltrato sistemático… Se preguntó entonces sobre si era posible discernir la verdad, y refirió que lo que saltaba a la vista es que de la totalidad de los terapeutas que asistieron a la familia, ninguno mencionó el abuso sino que apareció en forma concreta después de la intervención de los profesionales del Cuerpo Forense. El Tribunal en la sentencia retomó las pericias del Cuerpo Médico Forense, respecto de la personalidad de la adolescente, su relato lógico, coherente, detallado, que fue acompañado de expresiones gestuales acordes con el contenido del mismo y en un tono ajustado a lo que narraba… Se descartó que haya sido indicado o inventado en función de la edad. Además, por la forma en que lo transmitió, con vergüenza, desgarro, asco, tristeza… considera la existencia de un daño psíquico. Con estas consideraciones el Tribunal determinó que en primer término esta joven fue víctima de abuso deshonesto —figura previa a la reforma— y en segundo término, que su padre era penalmente responsable del mismo, por lo que resolvió condenar al imputado a tres años de prisión de cumplimiento en suspenso y sujetar el carácter de suspendido de la pena al cumplimiento por parte del imputado a cuatro años de las siguientes obligaciones:10

10 Sentencia. 199

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

a. fijar residencia y someterse al cuidado de un patronato; b. realizar un tratamiento médico acorde a las patologías detectadas tanto en la pericia psicológica como psiquiátrica. De todas maneras la sentencia fue apelada. Esto significa que aún no está firme, pero se rompió absolutamente el contacto tanto de A como de su hermano con el padre de ambos. Para terminar, consideramos que esta sentencia fue reparatoria en algún sentido para la adolescente. Le dio la respuesta a su demanda inicial, cuando llegó a la Defensoría y dijo: “…quiero que mi papá pague por lo que hizo…”.

Conclusiones El estudio del caso nos lleva a los profesionales que trabajamos en el tema a reflexionar sobre las siguientes cuestiones. En primer lugar, la legislación y jurisprudencia resultan difusas, por lo que la aplicación del derecho contiene una significativa carga de arbitrariedad. Futuras reformas legislativas en la temática deberían contener algunas consideraciones verditas en este texto. En segundo lugar, resulta fundamental garantizar los derechos explicitados en la CDN, apoyando desde las políticas públicas la creación de espacios en donde las víctimas de este tipo de delitos (en especial las niñas, niños y adolescentes) puedan ejercer su derecho a ser oídos y de alguna manera se restituyan sus derechos vulnerados y se repare el daño del que han sido objeto. En tercer término, se rescata la importancia del trabajo interdisciplinario en el abordaje de la temática del abuso sexual infantil. En cuarto lugar, creemos que resulta necesario continuar investigando y estudiando algunas cuestiones, tales como la valoración de la prueba en los procesos de abuso sexual. Finalmente, es importante señalar que, como profesionales que trabajamos con niños, niñas y adolescentes, resulta primordial escuchar sus demandas, pensarlas desde los derechos vulnerados y evaluar cuál es el momento oportuno para realizar una denuncia, a fin de evitar las consecuencias negativas que ésta pueda ocasionarles.

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Caso de abuso sexual y violación agravada. Defensoría Plaza Lavalle Dra. Liliana Peluso • Dra. Daniela Arias

Liliana Peluso: Abogada, integrante del equipo técnico de Defensorías de Niños, Niñas y Adolescentes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Daniela Arias: Abogada. Se desempeña en el ámbito privado en los fueros civil, laboral, comercial y familia. Fue asesora en la Legislatura porteña. Actualmente es integrante del equipo técnico de Defensorías de Niños, Niñas y Adolescentes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Con fecha 18/4/01 concurre a esta Defensoría una señora conjuntamente con su hija de 12 años de edad, derivadas por la delegada tutelar de un Juzgado de menores. Ambas se domiciliaban en Pilar, Pcia. de Bs. As. La Sra. relató que su hija había sido violada por su padre biológico mientras vivían en un barrio de la zona sur de la ciudad de Buenos Aires, entre los meses de abril y noviembre del año 2000, cuando la niña contaba con 11 años de edad. Informó asimismo que el padre de la niña se encontraba detenido desde mediados de diciembre del año 2000 y que temía que saliera en libertad. Atento a la gravedad del caso y la existencia de derechos vulnerados (arts. 10-15-17-18-19-22-23, etc., Ley 114) respecto de la niña en cuestión, el equipo técnico decidió tomar el caso. La causa se había iniciado en el mes de diciembre de 2000 debido a la denuncia realizada ante la Comisaría 36ª por la madre de la niña con intervención de la guardia médica del Hospital Piñero, donde la Sra. había concurrido en busca de ayuda. La causa quedó inicialmente radicada en un juzgado de menores que luego se declaró incompetente por ser el imputado mayor de edad, pasando a tramitar ante un Juzgado Criminal de Instrucción (mayores) donde nos presentamos, autorizadas por la madre de la víctima para ver el expediente y luego, como parte querellante, para impulsar por la víctima la tramitación del juicio. 201

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Se aclara que al realizar la primera consulta se nos informó que la niña había iniciado tratamiento psicológico en el Htal. Piñero y que lo había abandonado, aconsejando y derivando a través de la Defensoría la continuación del tratamiento psicológico tanto a la madre como a la niña en el Htal. de Pilar, donde ahora vivían. Se presentó requerimiento de elevación a juicio, calificando el delito como abuso sexual de menor de 13 años y violación agravada por el vínculo, ambos delitos cometidos en un número indeterminado de veces (arts. 119 inc. 1, 3, 4 inc. b 55 y 45 del CP). En alguna oportunidad la mamá de la víctima manifestó su voluntad de desistir de la querella, por haber recibido amenazas por parte de la familia de su esposo, desde su país de origen, instándola esta Defensoría a continuar con el juicio, lo cual fue aceptado por la madre de la niña. Encontrándose en Pilar, la niña se mostró renuente a continuar el tratamiento por dificultades transferenciales en el vínculo terapéutico, manifestando su deseo de volver a tratarse con su primera terapeuta, por lo que esta Defensoría gestionó la posibilidad de retomar el tratamiento con su primera psicóloga; la profesional convocada accedió a atenderla nuevamente a pesar de la distancia, costeando esta Defensoría los viáticos de la niña y su madre para que se pudiera continuar el tratamiento. A fin de aportar nuevas pruebas al expediente ofrecimos como testigo a la psicóloga del Htal. Piñero y ubicamos el paradero de un testigo importante que no había podido ser hallado por la Justicia, a través de un trabajo en red con la Defensoría de Flores. En el mes de abril/02 la madre de la niña y su familia deciden irse a vivir a Paraguay por no contar con medios económicos para seguir subsistiendo en nuestro país. La Defensoría gestionó ante el Consulado y la oficina de legales de Migraciones la repatriación de la familia, sin necesidad de venia judicial supletoria. La querellante se hizo presente en nuestro país cuando le fue requerido para comparecer en el juicio, hasta que obtuvimos un poder extendido ante el Actuario por el Tribunal actuante, lo que relevó a la madre de la niña de concurrir hasta el momento en que la niña tuvo que comparecer en el juicio a pedido de la defensa de su padre y por orden del Tribunal (no obstante encontrarse el testimonio de la niña incorporado por lectura a pedido de la querella). Los gastos de pasajes estuvieron a cargo del Consejo de los Derechos de Niños/as y Adolescentes a instancias del equipo de atención. El debate se extendió por el término de aproximadamente dos meses, tiempo en el cual las letradas patrocinantes de la querellante concurrieron 202

8 . Liliana Peluso • Daniela Arias

a sucesivas audiencias en las que se interrogó a los testigos propuestos, a los peritos intervinientes, a los médicos, a la directora de la escuela de la niña y a un amigo de la víctima que se presentó espontáneamente. Se alegó sobre la prueba producida, cerrándose luego la etapa de debate. Con fecha 19/12/02 se dictó sentencia en la causa condenándose al padre de la niña a la pena de 10 años de prisión, con accesorias legales y costas, por considerarlo autor penalmente responsable de los delitos de abuso sexual doblemente agravado, en concurso real con violación agravada, reiterada (arts. 12, 29 inc 3, 45 y 119 parr. 2, 3, 4 b del CP y 403 y 531 del CPPN). Se aclara que a la fecha la sentencia se encuentra firme, pues no obstante la reserva de casación, no han instado dicho recurso en el plazo legal. La niña estuvo dispuesta por el Juzgado de Menores, desde el inicio de la causa hasta su salida del país, momento en que cesó la disposición. La disposición es la “tutela estatal”, es decir, una forma de control social a través de la cual los niños que por algún motivo sean víctimas o victimarios, entran en el sistema judicial, quedan bajo la tutela del Estado, restringiéndose absolutamente sus derechos y quedando supeditados a que sus vidas sean controladas por el juez de menores, quien tiene poderes omnímodos e ilimitados y plena injerencia en la vida social del niño y su familia. Ahora bien, fuera de lo que es el raconto de la historia particular de este caso, podemos destacar a continuación algunas cuestiones relevantes. En primer lugar, la actitud de la niña que quiso salir de aquella situación a través de la fuga y que pudo contar lo que le pasaba y pedir ayuda, nos permitió pensar en la posibilidad de querellar, pues era la forma no sólo de respetar el derecho de la niña de ser oída (art. 12 CDN), sino también de poner en marcha lo que era su pretensión… es decir, que su papá pagara por lo que hizo, que sus hermanos fueran protegidos de él y que nadie más viviera su horrible experiencia. Este deseo de la niña era claro para nosotros, que además consideramos que era adecuado apoyar a su mamá en el trámite del juicio pues, más allá de la tarea específicamente técnico-legal, ella necesitaba una adecuada contención ya que la situación vivida, y la detención de su compañero, la habían dejado con la responsabilidad de mantener sola a sus 5 hijos, seguir adelante con el juicio contra su esposo y contener a la niña; todo esto en un país ajeno y sin sus familiares cercanos. 203

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Creemos que nuestra participación fue decisiva para que el caso tuviera una resolución como la que tuvo, por el trabajo de red que se realizó, para la obtención de nuevos testigos que aportaran datos, o bien para ubicar al supuesto novio de la niña a quien su padre acusaba de haber sido quien tuvo relaciones con ella, o el testimonio de su psicóloga, con quien nosotros la revinculamos a través del hospital público; esta última fue nuestro permanente canal de comunicación con la niña, ya que siempre se evitó revictimizarla volviendo a someterla a contar en distintos ámbitos lo que le había pasado. Por otra parte, fue el testimonio de su psicóloga el que en el juicio dejó claramente expresado cuál era el real daño que la niña había sufrido y la gran dificultad de que pudiera esto superarse totalmente. En cuanto a la prueba, corresponde primeramente mencionar que existe cierta complejidad en este tipo de casos a la hora de probar la comisión de delitos contra la integridad sexual; en este sentido podemos referir una cita jurisprudencial de la sala 5ª, causa 6425 Radaelli S. De fecha 13/5/97 J.A. 1998 T III 1210, que al respecto dijo: “...que en este tipo de delitos contra la honestidad es casi imposible la obtención de testigos directos del hecho, debiendo basarse el juzgador en las declaraciones de la víctima, de las personas que tomaron conocimiento de lo acontecido a través de sus dichos y en las conclusiones a las que arriban los expertos en las respectivas pericias”. Por su parte la doctrina ha dicho: “los delitos de abuso sexual se consuman en un marco de privacidad que conspira habitualmente para la incorporación de elementos probatorios, por ello el testimonio de la víctima adquiere plena prueba al no advertir interés u odio tendiente a perjudicar al imputado” (C.N. Crim. y Correc. Sala IV, Barbarosh Gerome, causa 17.531, Rodas Jaras Domingo, C. 0 8/ 11/01). En cuanto a la intervención de esta Defensoría en la etapa probatoria del juicio, el principal aporte que esta parte realizó (aunque luego fuera desvirtuado por el pedido de la defensa del imputado aceptado por el Tribunal) fue evitar la presentación de la niña frente al Tribunal tratando de que su testimonio se incorporara por lectura, y que se tomara como válido lo que ella había declarado en la etapa de instrucción; sin embargo, el hecho de existir fallos jurisprudenciales que modifican condenas por considerar que el imputado no pudo ejercer cabalmente su derecho de defensa, al no haber podido controlar en su momento en testimonio inicial de la víctima, hizo que la niña fuera traída nuevamente a la Argentina y sometida nuevamente a contar lo que le había sucedido ante muchas personas (entre las cuales no estaba su padre pero sí los abogados 204

8 . Liliana Peluso • Daniela Arias

de ambas partes, los tres jueces, la defensora de menores —obligatorio por ley—, la fiscal, el secretario y algún asistente). Sin embargo, fue su angustia y claridad al ratificar lo vivido lo que entiendo definió al Tribunal acerca de la veracidad de su relato, pues así quedó plasmado en la sentencia (claridad y simpleza del relato). Cabe aclarar también que tratándose de un equipo interdisciplinario, se le ofreció a la niña una charla previa a su declaración con la psicóloga del equipo, como para prepararla y contenerla respecto del difícil momento por el que tenía que pasar al declarar. Las restantes pruebas aportadas por esta parte, distintas a las que ofreció la fiscalía y que surgían de la instrucción, fueron: el testimonio del tío de su compañero (a quien la niña le contó lo sucedido y que no tenía amistad con la niña ni con su familia), el testimonio claro de su compañero de escuela (amigo y confidente, quien desde siempre supo lo que había sucedido, quien contenía a la niña y quien fuera incriminado por el imputado), el testimonio de la directora de la escuela, quien aportó datos sobre la sintomatología de la joven en el colegio (desmayos, problemas de presión, actitud callada y triste) y el de su psicóloga, que relató con claridad lo que la niña le había contado, destacando que era absolutamente creíble por el hecho de ser algo que ella contaba como vivido, pero que a la vez no entendía cabalmente. Además describió los sentimientos encontrados de la niña, que quería a su papá, que quería evitar que su familia se destruyera tras una separación y la ausencia de su padre, y que a la vez quería proteger a sus hermanos para que no les pasara lo mismo. En cuanto a la prueba médica y psicológica, la misma puede analizarse del siguiente modo. Nuestra prueba médica era bastante débil, ya que no había existido desfloración; la niña sólo presentaba una lesión en hora 7, que es compatible con una introducción incompleta; no se le había realizado un hisopado, que estaba ordenado al inicio de las actuaciones, previo a nuestra intervención, por negligencia en la tramitación inicial del expediente; contaba con un himen conservado de acuerdo con un informe pericial, aunque la lesión referida implicaba la pérdida de sustancia himeneal. Los informes médico legales no eran lo suficientemente comprometidos y la entrada de la joven en su período menstrual en plena etapa de peritación había complicado aún más las cosas. De todos modos, y más allá de no contar con pruebas absolutas se entendió que en el caso había existido acceso carnal, cometiéndose en con205

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

secuencia el delito de violación, sustentando nuestra postura en lo dicho por la doctrina y la jurisprudencia respecto del “acceso carnal”: “Podemos definir al acceso carnal, como la penetración del órgano masculino en el cuerpo de la víctima, con el propósito de practicar coito, siendo indiferente que la penetración sea total o parcial, que se produzca o no desfloración, que se llegue o no a la eyaculación” (Conf. Delitos contra la integridad sexual. Edgardo Alberto Donna. Pág. 56). Cabe agregar que para la doctrina “La violación se consuma con el acceso carnal, para lo cual no es necesario que el acto alcance su perfección fisiológica, ni que la penetración sea completa” (Conf. Carlos Fontán Balestra. Derecho Penal Parte Especial. Ed. Abeledo Perrot, 14° ed. Pág. 217). En lo psicológico la prueba era más categórica, ya que los informes de uno y otro eran plenamente amalgamables, en tanto el informe del imputado hablaba de su anormalidad psicosexual y de sus desviaciones en esa área, mientras el de la víctima hablaba de un psiquismo perturbado por vivencias dañosas compatibles con intrusión sexual. En este sentido también debemos mencionar que la víctima de delitos de este tipo se encuentra en un lugar difícil en el contexto familiar, pues quien comete actos incestuosos no busca sólo el intercambio corporal sino ocupar todos los lugares a la vez, ser esposo, padre y amante de la hija, desvirtuando en forma traumática la percepción que la niña tiene de su propio lugar en la familia. Pierre Legendre dice: el deseo incestuoso es un deseo de ser todopoderoso porque ante todo se trata de una relación de poder; quien comete incesto conoce a su víctima y por eso sabe que aceptará sumisa y penosamente la situación. En cuanto a la fuga que fuera el acto generador de la causa de la niña, es característico de este tipo de casos, y por lo tanto un indicador altamente específico y compatible con la violación y el abuso intrafamiliar, esto considerado por los autores tanto nacionales como extranjeros especialistas en la materia. Tanto en este como en la mayoría de los casos, la víctima de estos delitos en una etapa inicial calla acerca de lo sucedido pensando que de ese modo preservan la unión familiar, y además por las amenazas intimidatorias que generalmente reciben de sus victimarios. Existe en las víctimas un temor a sentirse responsables de la destrucción familiar, de que no les crean, o bien ser culpabilizados por los hechos; es por ello que a través de la fuga logran liberarse. El momento de la fuga coincide con aquel en que develan el secreto a algún tercero. 206

8 . Liliana Peluso • Daniela Arias

También es típico el hecho de que el imputado busque formas de justificar un “complot” de la familia contra él, que obedezca a odios o intenciones concretas; por ejemplo, una mala relación con la esposa, que quiere perjudicarlo. En este caso el “móvil” era el supuesto deseo de la niña y su familia de volver a su país natal, a lo cual el padre se oponía. Indudablemente, quedó reflejado en la sentencia que esta justificación argüida por la defensa del imputado carecía de todo sustento, ya que en el caso la denuncia y detención del imputado había implicado un gran deterioro económico para la familia, la madre quedó al cuidado de sus hijos sin que nadie les proveyera sustento, sin sus familiares y sin el padre de los niños. Para los casos en los que no se produce una fuga, no puede dejarse de considerar algo que recalcan los psicólogos, que es el hecho de que el relato de las experiencias vividas difícilmente pueda ser conocido por los niños sino desde su propia experiencia, que además es contada como algo que si bien les pasó a ellos mismos, en sus propios cuerpos, no es del todo comprendido en sus significancias al transmitirlo a terceros.

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208

7A9

10 A 12

13 A 15

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2 6 12 24 8 12 12 22 39 14 16 26

6

M

19 A 21 V

7

2 13 4 26 84 16 18 75

S/I

102

71

7

180

S/I TOTAL 2 35 13 207 4 96 26 396 84 2.400 16 915 18 775 75 1.593

TOTALES V M 19 14 105 89 84 8 143 227 1.154 1.162 478 421 401 356 710 808

158 115 113 83 136 97 107 75 100 80 88 89 33 36 60 735 575 60 1370 14 9 8 10 16 5 7 6 10 8 10 5 4 8 69 43 8 120 12 9 9 10 10 5 9 6 8 8 9 2 1 3 20 58 43 20 121 976 873 728 687 682 554 571 493 518 578 467 470 116 162 333 4.058 3.817 333 8.208

15

M 2 22

4A6 V 3 19

V M V M V M V M 4 2 4 6 5 4 3 34 29 12 6 7 7 17 10 14 9 2 3 11 1 62 7 7 13 11 7 14 10 20 16 41 81 38 78 301 293 245 237 201 190 149 157 131 146 103 100 136 134 102 81 76 67 69 43 56 46 31 36 129 114 67 71 73 41 63 50 32 40 25 24 170 148 132 149 123 122 117 115 91 142 65 106

M

0A3

V

Cuadro N° 1. Derechos según edad y sexo

• La Defensoría de Constitución comenzó sus actividades en noviembre de 2002. • La Defensoría de Don Bosco cesó sus actividades en el cuarto trimestre de 2002.

• Se han registrado 10 consultas realizadas por GRUPOS de niñas/os y adolescentes referidas al Derecho al Desarrollo Humano / Autonomía (2), Nivel de vida adecuado (6) y Medidas de protección c/ situaciones de violencia (2). • Se han registrado 8 consultas realizadas por mujeres embarazadas referidas al Derecho a la familia (1), a la Identidad (5), la Familia/Cuota alimentaria (1) y Medidas de protección especial de derechos (1).

A no ser discriminados A ser informados Defensa Desarrollo humano/autonomía Familia Familia/Cuota alimentaria Identidad Medidas de protección c/ situaciones de violencia Medidas de protección especial de derechos Nivel de vida adecuado Otros S/I Totales

DERECHOS

RED DE DEFENSORÍAS DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Anexo 1

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Maltrato físico infantil: qué nos dicen las investigaciones en Argentina

Dra. María Inés Bringiotti

Dra. en Filosofía y Letras, UBA. Directora del Programa de Investigación en Infancia Maltratada, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Docente de la Carrera de Posgrado de Especialización en Violencia Familiar, Facultad de Psicología, UBA. Libros: Maltrato Infantil, 1999, Ed. Miño y Dávila, Madrid; La escuela ante los niños maltratados, 2000, Paidós, Bs. As.; Los límites de la objetividad en los casos de abuso sexual infantil, 2003, Editorial Universidad, Bs. As.; La crisis estructural argentina y su impacto en la infancia, 2004, Madrid.

Cuando estuvimos combinando con Eva (Giberti) el tema de esta exposición, más que nada estuvimos fijándonos en cuáles serían los temas que tratarían los otros profesionales que venían, y nos pusimos de acuerdo en que podíamos hablar de la problemática del maltrato físico, que es una manera específica de maltrato infantil, con la idea de profundizar en un subtipo de maltrato e irnos con algunas cosas más específicas que si empezamos a hablar en general de todas las formas de malos tratos. Lo que voy a presentarles es una síntesis de resultados obtenidos en diferentes investigaciones, o sea, no me voy a referir a una investigación en particular que uno podría tomar en profundidad, sino que voy a mostrarles de distintas investigaciones qué se pudo extraer respecto de la problemáti209

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ca del maltrato físico en la población infantil de Capital y Gran Buenos Aires. Aclaro de Capital y Gran Buenos Aires, porque es demasiado pretencioso decir población argentina; nuestro país es muy grande y muy diferente, yo no tengo la menor idea y lo digo directamente, aunque pueda suponer algunas cuestiones, cómo es el tema de la educación, el tema del castigo, por ejemplo en la zona del Litoral, o en la zona de La Quiaca. Faltarían, y esto sí es una especie de vacío que tenemos, investigaciones en distintos lugares, en distintas regiones, para poder armar un panorama de lo que está ocurriendo en nuestro país. O sea que me estoy refiriendo a población de Capital Federal y del Gran Buenos Aires, específicamente de Avellaneda y aledaños, y zona de San Martín, Villa Ballester, Del Viso. En primer lugar, soy investigadora y metodóloga, por eso me parecen importantes las cuestiones del orden y de cómo hay que encarar las cosas. Me permito entonces poner una primera transparencia en la cual señalo de qué manera hay que abordar cualquiera de las formas de malos tratos, no solamente el maltrato físico. Les quiero decir que desde el Programa de Investigación, y desde el Posgrado, y desde los distintos lugares en que abordamos la problemática, ya hace bastante tiempo que venimos trabajando con un esquema en el cual esté articulado lo familiar con lo institucional y con lo social. No tiene sentido hablar de maltrato intrafamiliar exclusivamente, es decir, caeríamos en el riesgo del psicologismo y de culpabilizar o señalar cuestiones que, si bien tienen que ver con la familia, ya que hay problemas psicológicos, psicopatología y demás (no estoy diciendo lo contrario), creo que a partir de lo que ocurrió en nuestro país en diciembre de 2001, el impacto fue tan fuerte que en este momento se está hablando de cambios estructurales. Cuando hablamos de cambios estructurales nos estamos refiriendo a cambios macro que están llevando consecuencias hacia los sujetos que están dentro. Quiero decir que lo que se está modificando en este momento son las formas que asume lo que uno llamaba tradicionalmente familia, es decir, hay nuevas formas que responderían a familia. Después en todo caso vamos a ver esto. Pero hay un fuerte impacto de lo estructural, de lo social, sobre las instituciones, sobre el funcionamiento de las instituciones y por ende sobre los sujetos y las familias. No es conveniente tomar una problemática específica, algunos de los tipos de malos tratos, para referirnos sólo a lo familiar, sino ver qué aspectos pueden estar influidos en este momento por la crisis. Tampoco esto es para justificar todo por la crisis, o sea: como hay una crisis todo lo que ha210

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ce la familia es consecuencia. No, no estoy diciendo eso tampoco. Estoy diciendo que hay un juego delicado en el cual hay familias en las que si las condiciones que las rodean fueran más favorables, de repente no aparecería el castigo como explosión, en el sentido de descarga emotiva, de estrés por todas las cosas que están pasando. Entonces, la idea es ver desde el punto de vista individual del niño, del padre, de la madre, de la familia, de las instituciones (que sé que acá las han trabajado) que tienen que abordar el tema; según cómo respondan estas instituciones a la detección, el diagnóstico, la toma de decisiones, el seguimiento de casos y demás, vamos a hablar de instituciones que están cumpliendo bien o mal el rol para el cual están organizadas. En este caso, si a una problemática familiar le sumamos un mal manejo institucional, se produce lo que conocemos como segunda victimización o revictimización, o sea, seguimos sumando impactos sobre los sujetos perjudicados. Y cuando nos referimos a lo social, nos estamos refiriendo a todas aquellas situaciones o variables que tienen que ver con la estructura y lo cotidiano en lo cual estamos inmersos. El hecho mismo de hablar de un aumento en la violencia, como se dice en este momento, la inseguridad urbana y demás, está mostrando una forma cotidiana de convivir con la violencia que tiene impacto, por ejemplo, en la constitución de la subjetividad de los niños con respecto a la tolerancia o no de la violencia o la naturalización de ciertas cuestiones. Vemos que el análisis tiene que ser más amplio. Y como me voy a referir a maltrato físico, no quería dejar de mencionarles que cuando trabajamos en investigación y, les diría también, cuando uno tiene que hacer una presentación frente a un caso, en el cual hay algo más que maltrato físico o no hay una sola forma de malos tratos, la idea es que conviene presentar todas las formas de malos tratos bajo las cuales el niño es víctima. Si yo tengo que hacer un diagnóstico ajustado, no es lo mismo que al chico le peguen, y algunas veces le peguen con alguna particular saña, a que le peguen y además lo manden a pedir o lo dejen en la calle una noche o pase alguna otra cuestión. La situación de riesgo del niño va a ser diferente. Y eso es lo que nos va a determinar las decisiones que tomemos frente al caso. En general nos manejamos con todas estas formas de malos tratos; no voy a repetir cosas que ya saben. El maltrato físico aparece recién en 1964 con Kempe, o sea que, ustedes piensen que antes de esa época, al no tener un nombre y una categorización, no se podía intervenir como correspondía. Recién a partir de 1964 aparece maltrato físico, unos años después se tipifica, o sea, se le da una definición a la negligencia y el abando211

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no. Paralelamente aparece lo que tiene que ver con el maltrato emocional y, casualmente o no, en la década del ’70 recién se tipifica el abuso sexual infantil, que ustedes saben que tiene una larga data; pero el hecho de que no le pongan un nombre, unos indicadores y una tipología específica hasta 1970 está mostrando algunas cuestiones. Las cinco formas básicas del maltrato son: el maltrato físico, el maltrato emocional y el abuso sexual infantil, que serían las activas, no sólo maltrato con los golpes, las palizas, las torceduras, sino con humillaciones, golpes, sobrenombres, insultos. Y por el lado del abandono, de lo pasivo, tenemos el abandono físico y el abandono emocional. Tampoco quiero dejar de mencionar que en este momento, los que trabajamos en estos temas tenemos que tener sumo cuidado al tipificar el abandono físico. En este momento, especialmente, cuando la crisis es tan fuerte, uno tiene que buscar elementos o indicadores que le permitan estar lo más seguros posible frente a esa familia, si esa familia realmente es abandonadora física de sus hijos o la familia está en una situación tan extrema que no puede hacer algo más por los hijos. La famosa frase de no judicialicemos la pobreza ya está como hasta gastada, porque queda bárbaro decirla pero en realidad estamos apuntando a eso. Hay familias con muchas carencias que sin embargo se las rebuscan o tienen un cuidado mínimo del hijo, entonces si el chico no está como debe estar atendido, probablemente la responsabilidad no sea de la familia sino del Estado; entonces sería muy inadecuado llamarlo abandono físico intrafamiliar, hablemos mejor de abandono físico social o estatal, y nos vamos a encontrar con una cantidad de chicos impresionante, muchos más que los que son abandonados por las familias. Y si la familia realmente está haciendo todo lo que puede, no debe ser considerada como una familia abandonadora física; aunque el chico esté abandonado físicamente, el responsable está en otro lado. Son esas cinco formas, maltrato físico, maltrato emocional, abandono físico, abandono emocional y abuso sexual, las formas básicas del maltrato infantil. Y también cuando se habla de formas de malos tratos en las cuales los niños son víctimas, se han incluido también formas que tienen que ver más con las cuestiones sociales como el trabajo del menor, la mendicidad, la corrupción, o sea, cuando hay un descuido o una incitación directa al niño, por ejemplo por parte de los adultos responsables, a beber, fumar, consumir drogas, iniciación a la prostitución, e incluso valores como: “si te pegaron mañana vas y se lo devolvés, porque si no lo reventás vos a golpes te reviento yo cuando venís de la escuela”. Estas frases que, dichas todos los días y sistemáticamente, van construyendo una idea de cómo hay que relacionarse con los demás. 212

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El Síndrome de Munchäussen, supongo que lo conocen, es algo a lo que tienen que estar específicamente atentos los médicos; es algo inventado, fabulado, armado o creado por la madre en general, que es de muy alto riesgo y que puede llevar al niño a la muerte. Cuando hablamos de incapacidad educativa parental nos estamos refiriendo a aquellos padres que no tienen las mínimas habilidades para ejercer la función de tales. Esto ha llevado muchas veces a que los padres se desentiendan: “yo ya hice todo lo que pude”, “yo ya no sé”, “yo ya tiré la toalla”, “no me va a decir a mí”. Como esto parece que es un problema que a nivel mundial tiene un aumento sostenido, la Justicia ha decidido que hasta tanto sea mayor de edad la víctima, los padres tienen la responsabilidad de poder responder o funcionar adecuadamente en la educación. Si el chico se les va de las manos o es muy difícil, en este caso debería pedir ayuda a algún equipo de atención, al hospital, al cura con el que habla, a la maestra o al que fuera; de lo que se trata es de que pida ayuda pero no que abandone al chico a su suerte o que considere que ya no se puede ocupar. Además este abandono, esta incapacidad educativa parental, la observamos tanto en los chicos de clase baja como de clase alta, no hay diferencia. El chico de clase baja porque está pidiendo, porque está en la calle, porque se va dos o tres días, pero vuelve. Pero nos encontramos con otro perfil, muy similar, con otro barniz, en clase alta; “se fue a dormir a la casa de fulana”, no sabe ni quién es fulana, ni quién es la familia, la dejó; “me falta algo en la casa y no registro por qué me roba o qué puede estar pasando”, entonces un buen día se da cuenta de que está fumando o está en algo “raro”. A esto se refiere con el tema de la función parental dentro de la medida de lo posible. Se incluye también el maltrato prenatal. No se menciona el tema del aborto por el problema de que distintos países tienen distintas legislaciones y distintas posturas al respecto; entonces, se pretende que estas definiciones tengan un consenso a nivel internacional para ser compartidas por la mayoría de los países. En función de que hay países que tienen legalizado el aborto y otros que no, no es que se dice que el aborto es un maltrato prenatal; es un delito en los países en que es delito, en los que no, no. Cuando se habla de maltrato prenatal, se habla de consumo de sustancias, alcohol, medicamentos prohibidos que ponen en riesgo al bebé o que hacer que pueda nacer con algún tipo de deficiencia; y viene muy bien para incluir todas aquellas situaciones de violencia conyugal, o sea, golpes que ponen en riesgo al bebé; hay muchos abortos supuestamente espontá213

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neos que son producidos por los golpes de la pareja, entonces uno está acá claramente frente a un caso de violencia conyugal y maltrato prenatal. La adopción inadecuada es una manera de definir la adopción cuando tiene alguna falla que no pasa justamente por lo legal; a lo que apunta esto es que yo puedo hacer una adopción legal con todo en regla y demás, y que sea una mala adopción. O sea, por los motivos por los cuales adopto, por la manera en que me manejo con el adoptado, por la manera en que le oculto información. Y puede haber algún caso en que una persona no puede ocuparse de su hijo y no hace una adopción legal, se lo da a una persona que sabe que se va a ocupar, que lo quiere, y efectivamente el chico (ojo que no estoy fomentando que hagan esto, estoy dando un ejemplo) es educado, atendido, y aparte se le dice la verdad de su origen. Entonces, hay una diferencia entre una cosa y otra que excede la cuestión meramente legal. Secuestro y sustitución de identidad se había puesto como forma de maltrato, pero institucional y social; lo había incluido David Finkelhor, que es un especialista en abuso sexual infantil, americano; yo creo que en el año 1987 escribe un artículo sobre el estado del arte, las formas de malos tratos que se conocían hasta el momento, e incluye en esto lo de secuestro y sustitución de identidad y pone como ejemplo lo que había ocurrido en Argentina y Guatemala. O sea que antes de que acá lo consideráramos como tal o se empezara a considerar así, de afuera queda tipificado de esta manera. El Síndrome de Munchäussen lleva ese nombre por el Barón de Munchäussen, un personaje sobre el que hace unos años hicieron una película; transcurre en la Edad Moderna, él va de pueblo en pueblo contando historias que en realidad son fabulaciones, historias fantásticas como las de Julio Verne, y con eso se gana la vida, le dan para comer, le dan dinero, y él va contando, entonces cuenta cosas irreales. A raíz del Barón de Munchäussen y de sus cuentos fabulados se le pone ese nombre a un síndrome que implica inventar o crear una enfermedad o signos de enfermedad a un chico, de manera que el cuerpo médico, el equipo médico, intervenga de alguna manera, y entonces así, en vez de ser la madre la que actúa sobre el niño, la que afecta al niño, es el médico. Hago una aclaración, porque no es que los médicos sean idiotas, lo que ocurre es que las personas que cometen el Síndrome de Munchäussen, hasta ahora en un 90% han sido madres, pero no se sabe si es porque es una característica asociada al ejercicio de la maternidad de la madre o porque es la madre la que está generalmente con los chicos. Ha aparecido algún Munchäussen de padres también, pero en general las madres son madres 214

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solas, o sea viudas, separadas, divorciadas, que arman un vínculo bastante especial y retorcido con el hijo, varón o mujer. Y en vez de ser directamente yo la que lo afecto, por ejemplo le doy un medicamento que le hace mal; voy rotando de servicios de manera que no me pueden detectar, porque digamos, la madre que permanece con un médico, con un pediatra, y vuelve al mismo, en este caso el pediatra conoce al chico y conoce a la madre; sabe si la madre es muy apresurada, acelerada o si es una madre que se deja estar y que hay que apurarla. Entonces justamente ellas no tienen un médico de cabecera, cambian constantemente de médico y van en general de noche, los fines de semana, a las guardias donde no hay ni un consultorio externo de seguimiento ni un momento para estar atendiendo al caso, que hay una urgencia y una madre que además tiene la característica de ser madre como nosotras, de nivel socio-económico y educativo de medio para arriba; una mamá de clase baja no puede hacer un Munchäussen, le resulta muy difícil. Estas mamás son madres que aparecen como muy ocupadas y preocupadas por el hijo, conocen claramente muchas enfermedades y entonces se presentan diciendo que su hijo tiene la enfermedad tal con todo el nombre preciso, que lo atiende el equipo del médico tal que efectivamente es el equipo que está en el Hospital Fernández, por decir una cosa, y que ella ese fin de semana estaba en la casa de los padres y el chico se descompensó. Y el chico aparece en la sala realmente con algo, porque si el chico está bailando y cantando los médicos no van a intervenir. Entonces si realmente es una enfermedad claramente diagnosticada que viene con un tratamiento específico y el chico se descompensa, es muy probable que se compense con lo que se supone que se espera para esa enfermedad, que en realidad es inventada o creada por la madre. Responden además a psicopatologías, no es una mamá normal a la que se le va la mano y le pega alguna vez: hay una cuestión psicopatológica; en general cuando se detecta o se confirma un Munchäussen, hay que separar inmediatamente a la madre del chico, en general las que cometen Munchäussen ya han enfermado o matado a algún otro hijo previamente. El porcentaje de haber matado a otro hijo es bastante alto. Y la otra posibilidad es: o invento la enfermedad o la creo de alguna manera. Justamente veníamos de una clase del posgrado, tocó justo hoy el Síndrome de Munchäussen y estuvieron exponiendo la clase y trajeron una película que habían dado hace unos años en cable: una médica que empieza a ver, entra a dudar de qué pasa en la atención de un chico, y no conoce el Munchäussen. La película es muy didáctica; no es una buena película, es una película para entender lo que es el Mun215

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chäussen. Y entonces empiezan todas las dudas de la médica, y en este caso la madre, cuando no la veían, a escondidas, porque son madres solícitas que colaboran con las enfermeras en la sala, y piensen en un país como el nuestro donde hay tanta carencia de personal... una madre educada, con nivel, preocupada, que quiere colaborar, uno aceptaría que lo haga. Entonces la madre le produce una infección, le estaban pasando algo endovenoso, con saliva, aparece algo en el análisis. Posteriormente aparece Esqueriquia Coli —parásitos normales de la materia fecal—, le produce entonces otra infección, o sea que el chico termina teniendo una enfermedad. Esto en algunos casos ha llevado a operaciones o a intervenciones o a lavados de estómago o lo que fuera, y en realidad el chico no tenía nada más que lo que inventó la mamá. Los que no somos médicos es muy difícil que podamos hacer algo o tengamos oportunidad, lo que sí, uno puede estar atento y sospechar, ya sea como docentes, o como trabajadores sociales o psicólogos, que sospechen cuando aparezcan situaciones de internaciones a repetición, o este tipo de cuestiones. El médico de guardia y sobre todo los pediatras, lo tendrían que registrar como: “bueno, por las dudas voy a ver qué puede haber detrás”. Están apareciendo cada vez más casos, es decir que en realidad no es que aparezcan más casos sino que parece que la detección es mejor, o sea que tampoco es una cosa rarísima; yo tenía, entre unos informes del Hospital de Niños Sor María Ludovica de La Plata, un informe de un ateneo de tres casos de hace doce años, o sea que esto viene de hace rato, no es algo que aparece ahora. Vamos ahora a detenernos en los datos de maltrato físico. La primera investigación que tenemos, dice: Relevamiento epidemiológico del maltrato infantil en la población escolarizada de Capital y Gran Buenos Aires. Esta fue una investigación que replicó investigaciones hechas en otros países, porque en realidad si uno quiere conocer, se supone que se hace una investigación y esto tengo que decirlo para que se use la información de alguna manera: habitualmente no se utiliza. En realidad la investigación es como una de las tres patas del abordaje de problemáticas de todo tipo, en este caso maltrato infantil: investigación, prevención y asistencia, son tres ejes. Si uno va a hacer un programa de prevención sería muy interesante que tuviera alguna idea de lo que está ocurriendo en ese lugar, comunidad o lo que fuera para armar un programa acorde a eso; lo mismo si tuviera que hacer asistencia de lo que está ocurriendo. 216

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En este sentido nos interesaba tener algunos datos cuantitativos, algo, porque todo el mundo habla de los casos de malos tratos pero la verdad es que no hay estadísticas para la Argentina. Las estadísticas que hay son las de los casos que llegan a consulta. Yo le puedo preguntar al Dr. Garrote, en Casa Cuna, cuántos casos tiene, él me informa: el año pasado tuve tanto, el anteaño tanto, este año tanto; discriminados por maltrato, esos son los casos que le llegaron a Casa Cuna. Uno puede preguntar lo mismo en el Pena, en el Garrahan, pero uno lo que hace es juntar o sumar los casos que fueron recibidos por distintas instituciones. Esa cifra dista bastante de los casos reales, porque muchos casos no se registran, al no ser tan graves u ocultarse; por ejemplo, una fractura que no es tratada, queda mal soldada, no llega al Servicio Médico ni llega a Justicia. Y cuando uno habla de relevamiento epidemiológico para cualquier enfermedad está hablando de los casos que ocurren, sean o no detectados, estén o no dentro del sistema de detección. Ustedes se imaginan que es difícil saber cuántos casos hay, porque por más que uno haga un diseño metodológico y sortee barrios y cuadras y manzanas y cumpla las agujas del reloj para un lado y para el otro, uno no puede tocar timbres y preguntar a la gente: “¿Dígame, acá maltratan a los chicos? ¿A cuántos chicos maltratan? ¿Cómo lo maltratan a cada uno?”. Entonces, el único recurso metodológico que se usó en varios países fue tomar la población escolarizada, sabiendo que hay chicos que se te escapan, pero teniendo las cifras de la deserción escolar uno sabe cuánto es más o menos el porcentaje que se escapa, y la realidad es que los chicos pueden faltar mucho al colegio, los chicos pueden no aprender, los chicos pueden estar mal alimentados, pero ya sea por el comedor o por lo que sea o salteado, a la escuela van, tenemos un número grande de concurrencia. Entonces, lo que se hizo en este trabajo fue tomar las guarderías maternales, el nivel inicial —o sea los jardines—, las escuelas primarias y las escuelas especiales; se trata de una investigación muy larga que está publicada, y no voy a detenerme en ésta sino decirles que de esta investigación saqué la parte que tiene que ver con la problemática de maltrato físico. En la muestra representativa que cubría la mitad de los distritos escolares y dentro de cada distrito escolar cuatro escuelas sorteadas, se detectaron 1.243 casos sufriendo maltrato. Como acá me interesaba detenerme en el maltrato físico, hay mucha más información que no estoy poniendo; por ejemplo, de los casos detectados el 18% tenían maltrato físico como única forma de maltrato, el resto tenía uno, dos o tres maltratos juntos co-ocurriendo en el mismo momento. 217

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Las cifras de prevalencia son muy altas. Hagamos la diferencia, que no sé si la tienen clara, entre incidencia y prevalencia. Cuando uno habla de incidencia es porque tiene los datos de un período anterior; por ejemplo: hice un relevamiento de este tipo un año atrás, dos, cinco años atrás, en ese momento tenía tantos casos; vuelvo a medir ahora y entonces veo la diferencia... y uno ahí habla de incidencia, cuántos casos nuevos aparecieron. Como acá no tenemos datos anteriores, yo no puedo comparar con nada. Cuando uno hace un corte en el tiempo y mide cualquier enfermedad o trastorno físico, psíquico, el que fuera, en un momento, está haciendo prevalencia, o sea cuántos casos hay hoy, al momento de medirlos. Eso significa que están todos mezclados, los casos que ocurrieron hace una hora, hace cinco meses, hace tres años, hace cinco. En realidad lo interesante es la incidencia. Cuando uno hace un programa de intervención lo que busca es reducir la incidencia, o sea que en cada período que uno mida aparezcan menos casos. En el caso de maltrato infantil en realidad supongo que durante bastante tiempo vamos a esperar que aparezcan más, porque no es que aparecen casos nuevos: sabemos con mucha seguridad que hay un montón de casos que no están, si fueron detectados no fueron derivados; entonces al no estar dentro del sistema, es esperable que durante mucho tiempo tengamos más casos y que si todo estuviera realmente trabajado, en algún momento deberían bajar; de hecho, en otros países baja el número por año. Pero ¿por qué baja? Porque se toman a tiempo los casos incipientes, no es porque el país esté tan bárbaro que empezaron a bajar los casos. Acá no estamos hablando de ningún mejoramiento mágico de las condiciones de nada, estamos diciendo que si hacemos buena prevención, algunos casos no van a entrar para asistencia sino que los vamos a parar antes. Y en asistencia, si actuamos en etapa temprana, recuperamos más rápido que si actuamos en etapas posteriores; eso es lo que va reduciendo el número de casos graves. Y las cifras de prevalencia detectadas son de un 7,5 por mil en guarderías maternales y nivel inicial, un 15 por mil en nivel primario —de maltrato físico— y un 35 por mil en escuelas para niños con discapacidades. Acá tengo que hacer una aclaración: hay estudios hechos afuera, en varios lugares, que mencionan la discapacidad como un factor de riesgo para el maltrato y el abandono, esto es porque la atención de un niño con discapacidad requiere tiempo, dedicación, tolerancia a la frustración, dinero, un montón de cosas, y si no hay un programa de apoyo a padres, cuando ya saben que tienen un embarazo problemático o cuando nace el niño y necesita toda una estimulación especial, una se218

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rie de cuidados especiales, no hay un acompañamiento de la familia, la situación es de extrema exigencia y estrés. Como habíamos visto esto, decidimos tomar las escuelas especiales aparte, o sea guarderías, nivel inicial, primario y especiales, y realmente la proporción en las escuelas especiales fue de uno a cinco o seis, quiero decir por cada niño normal maltratado teníamos cinco o seis con algún tipo de discapacidad de cualquier tipo, maltratado. Eso era medición de maltrato intrafamiliar. El otro detalle que quería comentar es que entre Capital Federal y Gran Bs. As. se detectaron casi tres mil casos; aproximadamente el 50% estaba bajo alguna forma de atención, el resto no. Se nos ocurrió preguntar en la segunda toma, en la primera no se nos había ocurrido... cuando vimos que había tal número sin atención, se nos ocurrió preguntarle a la docente si el chico manifestaba algún tipo de trastorno de aprendizaje o conducta, no queriendo decir que el maltrato era la causa de esto, sino para ver si siendo maltratados, manifestaban algún problema. Sí, un 60% manifestaba problemas. ¿Está bajo alguna forma de atención? De ese 60% que manifestaba problemas, una parte —20%— recibía atención; 25% no, y el resto no se sabía. Esto fue algo presentado específicamente en la Secretaría de Educación, porque llamaba la atención cómo si yo tengo un chico con problemas de aprendizaje y conducta que además sospecho que es maltratado, o tengo evidencia de que es maltratado la respuesta es: no sé. Que no sé si sigue un tratamiento es una cosa, pero ¿fue derivado? ¿intervino alguien? Esta era la situación hace unos años. La segunda fue un estudio sobre Factores de riesgo de las familias maltratadoras físicas de sus hijos, también en población escolarizada; o sea, se tomó una muestra de escuelas, representativa de acuerdo a la matrícula que había para ese año en todos los niveles. La muestra tenía que ser representativa en número y en características, por grupo etario, por barrios, por todo esto, de manera que se pudieran extrapolar los resultados. Y para revisar factores de riesgo tomamos en un primer estudio todos aquellos que veíamos dando vuelta en la bibliografía sobre el tema; porque como era la primera vez que se medía, decíamos, tomamos todo a ver qué pasa acá, entonces vamos a encontrar que algunos se cumplieron y otros no. Cuando medimos factores de riesgo, se van a encontrar que muchas de las variables no son novedosas para ustedes que están en el tema, ni para mí; el tema es confirmar si efectivamente estos factores de riesgo se daban o no, en función de lo que la bibliografía señalaba. 219

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Lo voy a leer rapidito, pero necesito hacer una aclaración: donde dice clase social más baja, no estamos diciendo que porque es clase baja hay más maltrato o una cuestión de diferenciación en este sentido; lo que ocurre, cuando uno indaga distintos estratos sociales, es que los que pertenecen a una clase desfavorecida están continuamente, sostenidamente, día a día, bajo el impacto de una serie de factores de riesgo mucho mayores que los que podemos tener los que no pertenecemos a ese grupo, y acá estamos hablando de factores de riesgo, no de causa. Y ahí otra diferencia metodológica: si alguien dice que algo es un factor de riesgo no hay que considerar de ninguna manera que eso es la causa. Voy a dar un ejemplo más didáctico: si uno tuviera que tomar la decisión de fumar o no fumar o dejar de fumar, creo que lo conveniente es que uno dijera: “no fumo, porque el cigarrillo es un factor de riesgo alto para el cáncer de pulmón”. Decir que es factor de riesgo alto para cáncer de pulmón es una cosa que no tiene nada que ver con decir que es la causa. Hay personas que fumaron toda la vida y no tienen cáncer de pulmón, y gente que no ha fumado nunca y tiene cáncer de pulmón por otro motivo. Cuando uno habla de causa está hablando de una causa que produce un efecto; como para explicar el problema de cáncer de pulmón, hay una multicausalidad, en la cual el cigarrillo es un factor alto; de la misma manera estamos hablando acá de los factores de riesgo. No estamos diciendo que pertenecer a una clase social baja, ser desempleado, subocupado o tener menor nivel educativo o familia monoparental es la causa del maltrato físico. Estamos diciendo que son factores de riesgo que están afectando a los sujetos que pertenecen a ese grupo. Si yo tengo muchos factores de riesgo presentes y pocos factores de protección, estoy en una situación más desfavorable; así tiene que ser interpretado, nada más. Porque vamos a continuar con esto y vamos a ver que hay familias monoparentales con problemas de hacinamiento y una serie de cosas, y sin embargo no hay maltrato; si ésta fuera la causa, debería haber maltrato. Insisto porque a veces se interpreta mal. Esto tiene que ver con las características socioeconómicas, estos factores de riesgo suelen estar presentes cuando hay maltrato físico. Y dentro de las características psicológicas, encontramos en los sujetos que maltratan mayor ansiedad, depresión, mayores problemas de pareja cuando hay pareja, mayor potencial de maltrato, menor apoyo social —el tema de las redes de apoyo, aparece como muy lábil en este caso—, y algo muy importante es cómo fue la crianza en su propia infancia, si esos padres fueron abandonados o maltratados en la infancia: es bastante probable que, de no haber intervenido algo para cortar ese 220

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circuito, se pueda volver a repetir con los hijos, porque no apareció un modelo alternativo a esta situación. Repito, factores de riesgo y no causalidad. La tercera es la Adaptación y validación de un cuestionario que se llama Child Abuse Potential Inventory —CAP— que sirve para detectar justamente potencial de maltrato físico. La indicación es que no voy a tomar sólo el CAP y determinar: éste maltrata, éste no maltrata; es un elemento más en el diagnóstico. En otros países está incorporado en el cuerpo médico forense como elemento obligatorio y en los gabinetes psicopedagógicos. Sirve junto con otros elementos para detectar población de riesgo, y no sólo para eso, sino que muchas veces se utiliza cuando hay una pareja en una situación confusa en la cual se acusan mutuamente los dos de pegar, o de castigar y demás. Se puede detectar muy bien con entrevistas y con una serie de elementos, y con el CAP ver qué es lo que ocurre en un miembro y otro; o sea, uno puntea muy alto y el otro no; acá se usó en varios juzgados para evaluar parejas de padres, de padre y madre, y realmente discrimina bien. En cuarto lugar tenemos Desarrollo y evaluación de un programa de recuperación de familias maltratadoras y negligentes con sus hijos. Éste fue un trabajo que implicó tomar algunas de las familias detectadas en las escuelas como maltratadoras y negligentes y aplicar un programa de recuperación que tenía que ver con habilidades parentales; se trabajó durante 9 meses con una reunión de dos horas todos los lunes con los padres, y paralelamente se trabajaba con los chicos, de manera que se articulara el problema del maltrato en los dos niveles, los padres y los chicos. Cuando hablé de las familias que se incorporaron a este programa que duró casi todo un año, de recuperación de padres con maltrato físico y negligencia, la idea era probar alguna de las modalidades que también son bastante efectivas de trabajo grupal, o sea grupo de padres, no trabajo individual. Obviamente para hacer un trabajo grupal necesitamos que cumplan ciertas características; no pueden ser formas de maltrato físico muy graves, o donde hay algún tipo de problema particular que ameritaría una terapia individual. Estamos hablando en general de padres que tienen dificultades en el vínculo con los hijos y en la educación, o sea que son excesivamente light o son excesivamente coercitivos pero no encuentran una manera de transmitir pautas que impliquen obediencia en el buen sentido: obediencia, no sometimiento; o que se cumpla con ciertas cuestiones de convivencia, o que se acaten ciertas normas de la familia. Entonces, como no se sabe bien 221

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de qué forma transmitir esto, en este caso aparecía el castigo físico como práctica educativa correctiva, y como ustedes saben, el castigo físico como práctica correctiva es algo que tiene una buena tradición —años atrás era algo que no sólo hacía la familia sino que hacía la escuela—, entonces muchos de estos padres decían: “bueno, pero a mí me molían a palos y yo y mis hermanos salimos todos bárbaros”, o sea, funcionó; o padres que le dieron una paliza a la hija porque vino tarde y en el barrio hay inseguridad o mataron alguna chica o la violaron y le dijo “no vengas a tal hora” y la chica no obedeció, entonces le dio una paliza: “después de esta paliza no va a salir más”. En realidad hay una intencionalidad de cuidado mal llevada a cabo, que no es lo mismo que el que descarga agresión o frustración en un chico y le pega. Cuando uno habla de maltrato físico, es importante que discrimine en esa familia que tiene delante, cuál sería la motivación por la cual aparece el maltrato físico, es decir, no hay un paquete unificado. Lo que se ha podido detectar es: situaciones en las cuales hay una intencionalidad correcta de cuidado y de protección, pero como no se sabe cómo hacer, aparece el castigo como forma de poner normas. Estos son padres recuperables a través de cierto trabajo específico que les permita entender que pueden poner límites en su hogar y en sus hijos de otra manera que no sea matándolos a golpes; hay otras maneras de poner límites, porque la respuesta de los padres inmediatamente es: “ah, bueno, entonces dejo que haga lo que quiera”. O sea, cuando uno critica el maltrato físico, el riesgo que se corre es que muchas veces los padres lo interpretan como que yo estoy diciendo que hagan lo que quieran, y así después tenemos otro tipo de problemas. La idea es enseñarles que hay otras maneras de educar y de poner límites que no son con el castigo físico, que de ninguna manera estamos diciendo que permitimos que hagan lo que quieran, estamos también totalmente en contra. Hay otro grupo de padres que habitualmente no suelen pegar pero en determinadas situaciones de mucho estrés, de presiones de todo tipo, de dificultades de pareja, de empleo, de dinero, están con un nivel de irritabilidad muy alta, están muy ansiosos, están preocupados, están... bueno, como decimos nosotros, con todos los pájaros volados; el chico les dijo algo y la ligó en ese momento, y si la situación no es accidental sino que se mantiene en el tiempo aparece el castigo como una forma de descarga de esa carga psíquica que tiene en ese momento el padre o la madre. Y después nos queda un grupo que es por suerte, estadísticamente, el menos significativo: es el que efectivamente pega por una cuestión de sa222

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dismo, o por una cuestión de que no le importa, que no hay ningún desarrollo de empatía ni nada y desarrolla formas muy sutiles de castigo, que en realidad uno no diría que son formas de castigo educativas, sino que ya hablaría de algunas situaciones que tienen que ver con torturas o con situaciones que exceden lo que uno llama el maltrato físico. Y por último tenemos un Estudio retrospectivo del castigo físico en la niñez y adolescencia y las actitudes actuales acerca del mismo en alumnos universitarios. Concretamente, tomábamos alumnos universitarios de distintas disciplinas y se indagaba retrospectivamente sobre cómo se aplicaban las prácticas de castigo en la infancia, si se aplicaban o no y cuál era su actitud actual frente al castigo en la educación. Se entrevistó a alumnos universitarios de distintos países, porque es un trabajo transcultural, con la idea de ver cómo eran las pautas educativas en distintos contextos. Es un tema que se está estudiando bastante ahora, porque se ve que muchas formas de malos tratos en realidad aparecen por la falla en el ejercicio de la función parental, de la puesta de límites o de normas, o de lograr que el chico progrese, y en realidad eso se podría abordar de otra manera; entonces se está trabajando mucho el tema de estilos parentales. Estilo parental, estilo docente, estilo de cómo uno se relaciona con el otro para hacer algo juntos. En Argentina se midió en Capital y Córdoba, Sevilla en España, Temple en Estados Unidos, que fueron los que compartimos información, y después había toda una cantidad de países de los que todavía no tenemos el procesamiento de los datos —países europeos, americanos, africanos, latinos —. En Capital Federal, que fue donde nos tocó trabajar a nosotros, relevamos a 450 alumnos universitarios de Biología, Ingeniería, Psicología y Bibliotecología. Se trató de tomar alguna carrera de ciencias duras y alguna carrera de humanidades para que no fuera todo en un solo lugar. El 70% resultó ser de sexo femenino; no es que fuimos a buscar las mujeres, se tomó al azar en lugares o en clases que nos permitían entrevistarlos. La media de edad era de 25 años, les digo esto para que se ubiquen con respecto a quiénes estaban respondiendo. Esto se hizo, se empezó el anteaño, se terminó el año pasado, o sea que son personas cuya media es 25 años, había de 22, de 23 y había otros de más edad. Estaban en la primera parte de la carrera, lo que sería el primer ciclo; nos pusimos de acuerdo en que fuera el primer ciclo para que fuera comparable. Hay cuestiones que les van a sonar raras, pero como se medía en varias partes del mundo, se preguntaba la etnia y la religión para después agruparlos y discriminar los resultados. En el caso nuestro, ob223

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viamente, el 89% puso etnia latina; algunos no entendían a qué se refería, ponían todos etnia latina. Se preguntaba por la religión y acá aparece algo importante: no sé si se acuerdan de haber leído, cuando estudiaban el famoso trabajo sobre el suicidio, de Durkheim, que fue como el antecedente de lo que es la investigación cuantitativa social, en la cual él empieza a registrar en un determinado momento histórico una tasa alta de suicidios en Europa Central y entonces intenta buscar todas las variables que están dando vuelta para ver si encuentra alguna posible explicación de esto. Todo lo que encuentra en los registros, lo registra; la religión, la edad, el sexo, el estado civil, el nivel educativo, yo ya no me acuerdo la cantidad, es como el estudio modelo que se toma siempre para decir: acá empieza la investigación en este sentido. Hay algunas conclusiones interesantes en el trabajo de Durkheim, que tienen que ver con el estado civil, que en realidad no se refiere al estado civil de la libreta, el tema es estar solo o acompañado, la familia monoparental o la familia de dos miembros; tener otra persona al lado ayuda, digamos, en algunos casos no, no me digan: es mejor estar solo que mal acompañado, pero en general en una pareja que funcione medianamente bien entre dos para repartir problemas, ocupación de los hijos y demás, es mejor. Tener hijos previene el suicidio más que no tener hijos, por la responsabilidad, por tener que ocuparse y demás. Toma varias variables, una de ellas es la religión, y hay un trabajo muy interesante que toma específicamente religión y compara el suicidio en la religión católica, protestante y judía, y las cifras se ubican de la siguiente manera: la mayor tasa de suicidio ocurre en la religión protestante o los que practican la religión protestante, continúa con los judíos, y sigue con la religión católica. Y él busca explicaciones a esto que tienen que ver con la forma en que estas comunidades se conectan entre sí. O sea, ustedes saben, supongo que entre los presentes de acá habrá algunos cuantos que pertenecen a la religión judía; podrán estar de acuerdo o no con la modalidad, pero el tema es que muchas veces la comunidad da apoyo a sus miembros, soluciona o no determinados problemas, y él observa menor tasa de suicidio. Hay un buen nivel de colaboración en los que practican la religión católica, y en los protestantes, poca. Yo no sé si se acuerdan ustedes de la película de Bergman Fanny y Alexander; la pueden rever algún fin de semana que estén aburridos. Aparecen las tres religiones: la madre con todos sus hijos y toda la familia, que son de religión católica; el novio de la madre que es un viejito muy simpático, de la religión judía, y creo que algún pariente que por ahí se casa o se la llevan es de religión protestante, a la que pertenecía 224

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Bergman y es donde está el tema del castigo físico en la educación, la flagelación y toda la prohibición de cualquier tipo de placer, que en la película se ve con las habitaciones vacías sin adornos, sin muebles, sin cuadros, las ventanas con rejas, es decir toda una situación cotidiana de vida en que la persona está atrapada. Esto aparece como asociado con el tema de las redes de apoyo social. Hoy en día yo puedo no pertenecer a ninguna religión y tener mis redes de apoyo puestas en otro lado. Pero lo que se está rescatando acá es el tema de contar con redes de apoyo. Entonces, como este estudio el que lo planificó lo había pensado para diferentes países muy distintos entre sí, por eso se pregunta lo de religión. Lo interesante es que se preguntaba cuál era la religión de origen del papá y la mamá, se preguntaba separado, entonces encontrabas el caso que te decía: “mi mamá era judía, mi papá católico” o “mi mamá era atea y mi papá protestante”, todas las combinaciones posibles. ¿En qué religión fuiste formado? En una, otra, las dos o ninguna. Y la otra pregunta es: “¿practicás alguna religión hoy en día?”, o primero era “¿a qué religión considerás que pertenecés hoy?” y luego era si la practicaba. Si ustedes vieran la cantidad alta —está el sesgo de que son estudiantes universitarios— de agnósticos... Cuando se dice en los censos y demás: éste es un país católico apostólico romano, lo que pasa es que nunca se da la opción de discriminar tan bien. Porque si yo tengo que decir cómo fui formada digo una cosa, ahora puedo ser otra, pero nunca preguntan hasta tal punto para que se tenga la cantidad exacta; y era impresionante la cantidad de agnósticos. La mayoría dijo pertenecer o venir de familia católica apostólica romana, el 80% se había criado con ambos padres biológicos; o sea que el cuadro era bastante alentador, digo, a la hora de lo que vamos a ver a continuación. La edad media de los padres era 53 años, aproximadamente. Y respecto de la educación de los padres, en el 30% de los casos, de los 450, tenían estudios terciarios y/o universitarios, o sea que también estamos hablando de un nivel de gente con un cierto perfil. A estos jóvenes se les pregunta por el castigo en la educación, o sea toda una serie de preguntas: si alguna vez hicieron algo por lo cual los padres se enojaron, si los castigaron, el 55% dice que recibió castigos físicos en la infancia, estamos hablando de, dijimos la media 25 años o sea que nos podemos ubicar entre 20 y 30 años hacia atrás, que recibió castigos físicos en la infancia; el período de mayor castigo físico fue el que iba entre los 6 y los 11 años, esto también es bastante normal en todos los países, porque es cuando empiezan como a ir separándose, el colegio, más in225

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dependencia y demás, entonces hay más autonomía y suele aparecer enfrentamiento y empieza el castigo. Pasada esa edad empieza también la defensa, o sea, en una de esas si es un adolescente muy grandote te lo puede devolver, o se va de la casa, entonces aparece que empieza a bajar en la adolescencia. El 35% dice que recibió castigo físico antes de los 6 años, el 5% con una frecuencia semanal; porque había cuadros que decían: ¿qué formas de castigo?, ¿con qué frecuencia? Y aparte se hablaba de qué tipo de castigo, si fue una cachetada, fue una palmada en la cola, fue pegar con un objeto; se va graduando el castigo, porque no es lo mismo una cachetada una vez y nada más o una palmada en la cola a un chico que tiene pañales y le hicieron suavecito para decirle a algo que no, no es lo mismo que otro tipo de castigo. El 25% dice que recibió golpes en la cola, en la cara, en la cabeza, en las orejas, en manos y brazos, o sea, no era de lo más leve el listado. El 12% dice haber recibido tirones de pelos, patadas, sacudidas, pellizcones y golpes a repetición y un 5% dice latigazos, puñetazos, amenazas con cuchillos y armas, ya aquí estamos hablando de algo bastante más fuerte. Fue interesante ver cómo justificaban ese castigo. Nosotros hacíamos la investigación, no estábamos para hacer otro tipo de interpretaciones, pero es interesante porque uno también le daba la opción de cómo había ocurrido, si había sido justo o había sido injusto, una serie de opciones, y el 55% dice “fue después de un mal comportamiento”. La pregunta que uno se hace frente a un dato retrospectivo es: ¿habrá sido un mal comportamiento realmente?, ¿le habrán dicho de tal manera que él internalizó que era un mal comportamiento? Eso no lo podemos saber. El 25% dice que después de haber intentado otros métodos vino el castigo físico. El 12% dice que mientras ocurría el mal comportamiento, en el momento en que lo pescan viene el castigo. Y el 5% dice “sin relación al comportamiento”, o sea que acá serían más los casos que por lo menos ellos recuerdan como no asociados a lo que habían hecho. Lo interesante es, frente a esta experiencia, que está relativizada por ser un dato retrospectivo, ya lo sabemos, cuál es la actitud actual que tienen los estudiantes de nuestras universidades a los cuales les preguntamos el año pasado: ¿cuál es la actitud actual que tiene acerca de los castigos físicos a los niños? El 90% está entre total y moderadamente de acuerdo en que, ya que el castigo físico puede tener consecuencias negativas, se debe detener esta práctica. Hasta ahí todo bien; pero hay un 10% que considera que no. El 88% dice que si no pegás a los niños salen mal criados, el 88% está en desacuerdo, pero siempre hay que pensar lo otro, el 12% está 226

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de acuerdo. El 12% de los estudiantes universitarios dice que si no les pegan salen mal criados. El 85% dice que el castigo físico no debería estar permitido; y hay un 15% que considera que el castigo físico debería estar permitido. El castigo físico en la casa está justificado: esa es la otra discusión, los chicos lo tienen internalizado; cuando trabajábamos con las familias en la escuela, muchas veces en los juegos y dibujos comentaban si la maestra esto o lo otro y los chicos decían entre ellos: “no, la maestra no te puede pegar, el único que te puede pegar es tu mamá o tu papá”, entonces estaba internalizado que la mamá y el papá sí, la maestra no. Aparece el tema de si fuera de la casa o en la casa: el 81% está en desacuerdo, pero tenemos un 19% que dice que en la casa está justificado el castigo físico. El castigo físico es necesario como método de disciplina: el 80% está en desacuerdo pero el 20% está de acuerdo. Ya que el castigo físico no elimina los problemas de disciplina, la sociedad debería abolirlo. El 74% está en acuerdo, o sea que se tiene que abolir, pero hay un 16% que considera que no, o sea, eso es lo que uno tiene en la población por lo cual el tema del maltrato físico o el castigo físico en la educación se perpetúa. Asustar a un niño de vez en cuando con la amenaza de castigo físico no lo daña emocionalmente. Miren cómo bajó: 65% está en desacuerdo, o sea que hay un 35% de estudiantes universitarios que considera que efectivamente no lo daña emocionalmente amenazarlo con castigo físico. También lo que encontramos es que había bastante desconocimiento de la problemática de violencia familiar, violencia conyugal, maltrato infantil, maltrato en tercera edad; les digo más: de los estudiantes de Psicología. Una cosa que nos llamó la atención, no sólo por la investigación, sino por los alumnos que vienen a la carrera de Especialización en Violencia Familiar a cursar, que es interdisciplinaria, la mayoría son psicólogos y trabajadores sociales, hay algunos médicos, algunos abogados, algunos pedagogos, alguna vez alguna socióloga o sociólogo; es que no vieron la problemática en ninguna materia de grado, y esto es grave. En Trabajo Social hay ahora una materia optativa desde hace unos años, los estudiantes tiene la opción de tomar esa materia en el grado. En Medicina, por distintos motivos, hemos indagado y además una de las alumnas de la carrera está haciendo su tesina sobre un estudio sobre la currícula formativa de la carrera de Medicina en todo el país, en universidades públicas y privadas, donde se encontró con que salvo en algunos casos aislados, en la formación de grado del médico no se menciona la pro227

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blemática del maltrato infantil, maltrato físico, abuso sexual, nada. Uno se enoja con un médico; pero si el médico terminó y los que le tienen que transmitir esto no lo hacen, la falla va por otro lado. En Derecho tienen una serie de reglas, normativas; pero algo que tome la Ley de Violencia Familiar específicamente, el problema del maltrato infantil en la formación de grado, es escaso. Entonces, esto lo vamos viendo como una problemática que venimos arrastrando en la formación que se les da a los distintos profesionales que de repente se ven enfrentados al tema y tienen que ver cómo hacen para poder dar una respuesta. Si tenemos que hacer una síntesis de la situación de maltrato físico, uno encuentra en casi todas las familias, cuando el maltrato físico ocurre, la presencia de estas dos grandes situaciones que se articulan entre sí: alto nivel de estrés, que puede significar muchas cosas, o sea problemas de pareja, desempleo, situaciones del medio y acá estaría la influencia de todo lo que tiene que ver con lo contextual, amén de las características individuales que llevan a manejar mejor o peor la situación de estrés; y en un número muy alto encontramos esto que les decía: inhabilidades parentales en el manejo y educación de los hijos. Porque me parece que ese subgrupo que maltrata a un chico por una cuestión de una psicopatología diagnosticable grave, por una cuestión de perversión o de sadismo, entra en un ámbito aparte, porque yo no puedo ahí hacer campañas de prevención ni puedo tomarlo como si fuera un papá o mamá común. Estamos hablando de la gran mayoría que utiliza el maltrato físico como práctica educativa o como descarga de las situaciones que no puede manejar. Aparecen estas dos cosas muy asociadas, y a su vez estas dos cuestiones están bastante relacionadas con lo que figura en los relevamientos: haber tenido experiencias negativas en la crianza en la propia infancia, o sea la utilización del castigo corporal como práctica educativa; lo que yo les decía antes: “Me pegaron a mí, les pegaron a mis hermanos”. En general lo que ocurre es que de no intervenir alguna persona o alguna situación para cortar este circuito, la persona no tiene opción para ver otra forma de educar que no sea pegando, por eso aparece esta cuestión de la repitencia, que uno dice: ni que fuera genético. Genético no es, por suerte. Pero no hay modelos alternativos, no hay formas de manejar estos conflictos de otra forma que no sea violenta, entonces estas experiencias negativas en el caso de que no haya algo que corte esto, tienen un peso bastante fuerte. Nos hemos encontrado con falta de conocimiento sobre las características del desarrollo evolutivo del niño y las necesidades en cada etapa. Uno parte 228

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de la idea de que, como es papá o mamá, debe saber lo que tiene que hacer, y cuesta bastante que nosotros mismos nos demos cuenta de que muchos no tienen la menor idea de lo que tienen que hacer, ¿por qué? porque su mamá no la tenía, porque no tuvo donde mirarlo, y muchas veces manejos inadecuados tienen que ver con ignorancia acerca de algunas cuestiones. Por supuesto que hay algo más que eso, pero muchas veces se le exige mal o se castiga al chico por pedirle que haga determinadas cosas para las cuales no está preparado, porque no está maduramente preparado o porque no le corresponde a su ciclo vital. O sea, por ejemplo, pretender que controle los pañales al año porque ya tengo otro chico. Y alguna que mató al hijo a golpes lo logró; si te matan así seguramente alguno va a controlar, entonces si alguno controló el argumento es: “Ah, bueno, pero fulanita logró que controlara o sea que puede controlar”, entonces a veces los padres te miran medio torcido cuando les decís: a los dos o dos años, y medio por el desarrollo evolutivo, como que uno estuviera hablando de cosas que les parecen medio traídas de los pelos. Los problemas socioeconómicos estructurales producen claramente el problema del estrés y dificultan las habilidades parentales; si yo llego a cualquier hora de la noche, harto, no me pagaron, no hay para comer, tengo esto y lo otro, es difícil que pueda relajarme, calmarme y ver cómo manejo el problema del chico que no hizo el deber para mañana. Por otro lado está el tema del aumento de esta violencia que nosotros vemos cotidianamente en la calle, que también va impactando digamos en la tolerancia a la violencia; es como que se va viendo como naturalizado. “Bueno, no es para tanto, te empujó contra la pared, no fuiste al hospital, no te rompió nada, la sacaste barata”. Entonces uno va acostumbrándose y tolerando cada vez un poquito más esta situación violenta. Lo mismo pasa en las instituciones. De todas maneras, están todas estas cuestiones que cualquier persona, tiene, o sea, yo tuve mi propia experiencia de crianza, sé qué me pasó en mi infancia, cómo me criaron, puedo saber o no saber lo que necesita el niño, puedo tener determinados problemas estructurales, todo esto está y es cierto, el tema es por qué ocurre la conducta violenta física. Y acá me permití traer algo que es bastante nuevo: no sé si será esto lo que finalmente explicará, con lo que nos quedaremos, pero pareciera explicar bastante bien, porque si uno toma en cuenta el maltrato físico o las otras formas de maltrato hacia los niños, hay diferentes intentos de explicación de la violencia hacia los niños. En un primer momento aparecieron, no sé si esto lo vieron en el curso o no, lo que uno llamaba las explicaciones únicas, unicausales. O sea, ve229

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nía alguien y ponía en el tapete todas las variables sociológicas, por ejemplo: “que el desempleo, que el barrio que era peligroso, que la migración”, todo desde lo social. Después venía la otra línea, que era la que hablaba desde la Psicología o desde la Psiquiatría, y decía: “bueno, pero los padres que tienen ansiedad, que tienen depresión, que tienen problemas en la pareja, que tienen esto y lo otro”. Llegó un momento en que aparecieron otros que dijeron: “ojo, porque además cuando hay chicos maltratados no todos los hijos de una familia son maltratados y de la misma manera; pareciera que hay ciertas características de los chicos, que no es que los chicos tengan la culpa ni nada por el estilo, ciertas características que movilizan a los padres y entonces descargan sobre ese chico”. Entonces vinieron desde la Neonatología y plantearon: “Bueno, cuando es un embarazo de alto riesgo, cuando es un parto difícil, cuando es un chico con cardiopatías congénitas, un chico con discapacidad, un chico con atraso mental, un chico que tiene características de la familia del otro cónyuge que no lo quiere, un chico que se intentó abortar” —podemos seguir enumerando— “estos chicos es más factible que sean víctimas que otros”. Se dan cuenta de que estas explicaciones sueltas no servían demasiado, porque estaba el área social por un lado, la psicológica por el otro, el chico por el otro. Viene luego el modelo que está en todos los libros y repiten en todos lados, que es el Ecológico Eco-sistémico de Belsky; alguien tenía que pensar en articular todas esas variables. Me quedé sin empleo, vengo a mi casa, tengo un problema con mi mujer, me la agarro con el chico, es decir, todo está conectado. Pero en realidad la mayoría se quedó con el modelo de Belsky, seguimos repitiendo el modelo de Belsky, y lo que se notó ya en la década del ’90 es que en realidad el modelo de Belsky lo que hace es articular un conjunto de variables, que en realidad son descriptivas, o sea, son factores de riesgo, no está diciendo que eso es lo que produce la violencia. Durante mucho tiempo, en los servicios hospitalarios, en los gabinetes psicopedagógicos, en distintas instituciones, tenían un hermoso cuadernillo con los factores de riesgo; entonces venía una familia, la entrevistaban y marcaban: familia monoparental, una crucecita; muchos hijos, una crucecita; desempleo, una crucecita; entonces, la familia López tiene 24 factores de riesgo presente y la Pérez tiene 5, o sea que la familia López es alto riesgo y la de Pérez es bajo riesgo. A nadie se le había ocurrido pensar: bueno, tiene 24 factores de riesgo una y 5 la otra, ¿qué pasa con los factores compensatorios que tiene cada una?, porque si la familia que tiene 25 de riesgo tiene 25 de compensación, capaz que equilibra y no está tan mal. Y si Pérez tiene 5 de riesgo y ninguna compensación, en una pura matemática estaría peor. 230

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Bueno, yo quiero aclarar esto porque es algo que se sigue utilizando. Hace unos años hubo un congreso en España donde había un andaluz, que ustedes saben que son muy graciosos para contar las cosas; éste había presentado un trabajo sobre “El riesgo de los factores de riesgo”, entonces había hecho toda su presentación y después termina mostrando unas filminas: en la primera aparece el pesebre de Belén, el pesebre, la casita de madera con el techito de paja y el niñito Jesús en la cunita esa, María, José, el buey, el burro y algunos pastores adorándolo; creo que no me olvido de nada, el primer cuadro aparece eso. “¿Pues qué veis ahí todos vosotros?” y todos mirando el pesebre. Segunda filmina: la misma escena un poquitito más alejadita nomás, para que en el primer plano apareciera claramente parada una señorita con un cartel y una flecha que decía “Trabajadora Social”, para que no quedara duda. La trabajadora social tenía un anotador con espiral e iba marcando: vivienda precaria, madre adolescente, animales sueltos, etc., etc. En la otra filmina aparecen los Reyes Magos bajando, y entonces pone: “personajes extraños, uno de ellos negro, que se acercan al niño”. En la última filmina a María se le cae una lágrima, se agarra la cabeza y le dice: “¡José, José, que nos quitan al niño!”. Entonces, esto es el tema de los factores de riesgo; por eso yo insistía con la otra investigación no por causalidad: una persona puede estar sin trabajo, tener diez hijos, tener una enfermedad, tener de todo y no maltratar y otro puede no tener nada de eso y maltratar. Con eso no estoy diciendo que los factores de riesgo no sirvan, porque si uno tiene que hacer programas de prevención, lamentablemente tiene que seleccionar población de riesgo y no va a sentarse a esperar si tal persona tiene el problema o no para actuar. Si hace prevención la hace para todos los que van a tener o no el problema. El tema es tipificar por factores de riesgo. Entonces en el ’90 aparece Milner, un investigador de la Universidad de Chicago que trata de profundizar esta cuestión y dice: bueno, yo tengo todos estos factores de riesgo dando vueltas, pero ¿por qué algunos maltratan a los chicos y otros con los mismos factores de riesgo, no? Entonces él elabora este modelo que por eso digo, es lo que hay, es lo que tenemos, me parece que aclara algunas cosas más hacia dentro del proceso del castigo, probablemente aparezcan otras cosas después. Él lo llama el Modelo de Procesamiento de la Información, que tiene que ver con los modelos cognitivos/ explicativos de la psicología cognitiva, y dice que en todo esto que estuvimos viendo hay una fase de procesamiento de la información, o sea, ustedes y yo, tenemos esquemas cognitivos preexistentes, eso es inevitable, to231

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dos los que estamos sentados acá los tenemos, porque nos lo dijeron en la casa, en la escuela, en los medios de comunicación, en todo lo que Uds. quieran: “Y, si se queda cuando le pegan es porque le gusta”, que uno dice es un mito, es un estereotipo esto..., bueno eso es un esquema cognitivo preexistente, se tiene en funcionamiento todo el tiempo y le tiñe el abordaje del tema; es más que un mito, es más grave. La persona tiene esa idea con lo cual, desde justicia, desde salud, desde donde sea, piensa que realmente o provoca la situación o le agrada. Decir que uno tiene un esquema significa que ese esquema cognitivo no suele ser muy consciente, yo no soy consciente de los esquemas cognitivos y por algún lado se me deslizan en la tarea. Tener esquemas cognitivos preexistentes puede querer decir que tengo esquemas cognitivos buenos, malos, adecuados o inadecuados. Si yo tengo un esquema cognitivo que dice que si se queda es porque le gusta, paso al punto dos, voy a tener una alteración perceptiva, porque quiere decir que cuando veo a la señora ahí que no se va considero que se queda porque le gusta, y a lo mejor una cada tanto se queda porque le gusta, porque, digamos, no descartemos la relación sadomasoquista, pero no nos pasemos del otro lado, es una cada tanto. Entonces tengo una alteración perceptiva. Si yo tengo una alteración perceptiva, acá estamos hablando del niño, y yo puse el ejemplo de mujer, las expectativas que tengo respecto al niño, las interpretaciones y las evaluaciones de la conducta del niño van a estar determinadas por estas alteraciones derivadas de los esquemas cognitivos; por lo tanto, cuando el chico hace algo, el nene volcó el vaso de agua en la mesa, yo integro toda esta información que tengo y selecciono la respuesta, que no es consciente, es un mecanismo de un segundo y casualmente cada vez que el chico tira algo yo le pego. O sea: estímulo-respuesta, ¿por qué? porque yo siempre interpreto que el vaso lo tiró a propósito, me lo hizo a mí, está molestando, es un mal chico; o sea, ese esquema está bien instalado y además, por la propia experiencia por todo lo que tuve anteriormente, he internalizado que la respuesta es esta respuesta de castigo. Por lo tanto, cuando selecciono la respuesta implemento esa, que es en este caso la de castigo. Milner señala que hay factores que son mediadores del procesamiento de información, o sea factores que pueden hacer modificar esta respuesta o factores que la pueden confirmar. Obviamente, si hay estrés ambiental, real, o estrés percibido, subjetivo, es un factor que ya no se discute, por el cual yo tengo alguna alteración en la manera en que veo las cosas; no es lo mismo estar estresado que no estar estresado, puedo tener alteraciones neuropsicológicas... sabemos que hay algunas enfermedades, algunas 232

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cuestiones que producen algún tipo de problema y esa persona no ve y no percibe adecuadamente. Hiperreactividad fisiológica para esas personas que tienen alguna situación de irritabilidad neurológica, cortical o lo que sea, que las hay y que tienen poca tolerancia a determinados estímulos. Alteraciones emocionales, estoy ansioso, estoy deprimido, estoy preocupado, estoy mal, estoy angustiado. Baja autoestima. Bajo apoyo social. Abuso de drogas o alcohol. En todos estos casos, ellos consideran que hay una alteración en todo este proceso, pero digamos que son situaciones muy puntuales. Lo que hace el modelo inicialmente es intentar desmembrar en pequeñas acciones esto que uno ve actuado de una sola vez para siempre, o sea: la madre va a buscar al chico al colegio, el chico sale corriendo, va a ver a la madre, la madre le pregunta si le dieron el boletín, el chico le dijo sí, tengo insuficiente; pum, el bife contra la pared; entonces, ahí hay una cuestión real, tenía el insuficiente, pero ¿qué le movió a ella el insuficiente, para que la respuesta sea el castigo?. Entonces, de lo que se trata es de analizar qué es lo que nos ocurre, como si uno lo pusiera en cámara lenta cuando actuamos de determinada manera. Esto que parece así un poco teórico, les comento que en general en los programas de recuperación que se hacen con padres maltratadores, con este esquema funciona bastante bien. O sea, uno parte de la idea de aceptar que los padres tienen un esquema aprendido, inadecuado, pero lo tienen aprendido y no es cuestión de que yo simplemente les diga que está mal para que ellos automáticamente lo puedan modificar. Yo quisiera saber si nosotros tenemos algo “no bien aprendido” en alguna otra área, por ejemplo en la casa: dejamos siempre tirada tal cosa, y porque nos digan simplemente “no lo dejes tirado” de un día para otro no lo podemos modificar, tan rápidamente; entonces se parte de aceptar, el esquema está, la idea está, tiene internalizado el estímulo-respuesta de tal manera, lo que uno trata de hacer es detenerse en lo que hizo el niño y trabajar, esto toma varios meses, distintas interpretaciones de la conducta del niño. Les puedo decir que hay un montón de padres que se niegan a aceptar cualquier otra interpretación que no sea la que ellos han realizado. Se trabaja entonces con ellos analizando conductas de los hijos y buscando más de una interpretación. Y así empiezan a decir algunas cosas después de un tiempo de trabajo, donde hay confianza, puede haber estado el mantel fruncido y el vaso cuando lo apoyó cayó, el vaso puede tener una muesca, estar roto abajo y se cayó, el chico lo tiró porque quería que el papá o la mamá lo mirara por tal motivo... Esto toma meses. 233

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Cuando empiezan a pensar que para cada conducta hay una serie de posibles explicaciones, de ahí uno puede enganchar la situación de que si hay distintas interpretaciones de la conducta, debe haber también distintas repuestas a lo que el chico hace. Y ahí es donde uno empieza a trabajar muy despacito el tema de alternativas al castigo físico. Qué podemos hacer para que el chico haga los deberes, porque no partimos de la base de que los deberes no los hace porque no tiene ganas. Y ahí encontramos algo interesante, porque los padres en general pasan del castigo físico, como yo les decía, a la negligencia. Y nos ha pasado que más de un padre nos ha dicho... cuando le sugerimos por qué no pone una sanción, o sea si el chico va a jugar al fútbol los sábados, es algo que al chico le gusta, uno le explica previamente que tiene que hacer la tarea, esto y lo otro, si no la hace, el castigo va a ser que no va a jugar al fútbol, y el chico lo sabe de antemano, o sea que no es arbitrario. Más de un padre me ha dicho: “pero, ¿usted qué se cree, cómo le voy a hacer eso?, pobre chico, cómo le voy a hacer eso, pobre chico...”, pero la paliza sí. Entonces la idea es ¿qué castigo puedo implementar que yo sepa que voy a ser capaz de poner en práctica?, porque si yo amenazo con algo que después no cumplo, el chico piensa “ah, bueno, dejalo que diga lo que quiera porque total yo sé que después no lo cumple”. “No vas a ir al cumpleaños”; llega el fin de semana, tiene el regalito comprado, todo comprado: “Y... me dio cosa”, entonces, fue. Entonces, no propongan algo que no puedan cumplir, parece lógico que no dejarlo ir al cumpleaños a lo mejor es muy fuerte, entonces piensen algo más pequeñito que puedan cumplir. Esto que parece tan estúpido les aseguro que cuesta mucho trabajo, porque es más fácil darle el “bife” rápidamente, es lo habitual, y queda ahí la cuestión.

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Preguntas 1. Los tratamientos, ¿dónde se hacen? Aclaro que no soy terapeuta, lo que hicimos desde el programa de investigación, fue revisar los programas que se hacen en otros contextos y adaptarles un programa para este contexto, ponerlo en práctica en todas sus partes; o sea, se empieza, se cumple tantos meses, y se evaluaba el programa al principio, a la mitad y al final. Eso fue un programa que hicimos desde nuestro equipo para llevar a cabo este trabajo que tomó dos años. Ha sido difundido; ahora, si ya otra gente no lo hace o no lo pone en práctica, pasa por otro lado; está publicado. O sea que se hace el trabajo y se hace la difusión, y es algo que se puede implementar con pocos recursos. 2. ¿Podría explicar qué es el CAP? Es un cuestionario que está validado y se usa en EE.UU., en España, se está validando en Chile, y nosotros teóricamente suponíamos que habíamos terminado la validación el anteaño; lo estamos usando, de hecho nos lo han pedido en algunos juzgados para aplicar a parejas, matrimonios, con respecto a sus conductas hacia los chicos. Lo que nos preocupa son todos los cambios que hubo a partir del 2001 en nuestro país, y la idea nuestra para el año que viene en otra investigación que vamos a hacer, es volver a tomar una muestra para ver si se mantienen los puntajes de corte que nosotros habíamos puesto hasta el año pasado. Existe, se puede usar, lo que pasa es que no lo publicamos como manual de uso porque queremos revisarlo de nuevo. Ustedes verán desde la práctica de trabajo, nosotros lo vemos desde la investigación, que se han modificado y cambiado muchas situaciones y datos de la realidad, entonces el proyecto para el año que viene, que va a durar dos años, va a ser justamente tomar de distintas investigaciones que yo mencioné, partes para replicar, y ver siete u ocho años después de haberlas tomado qué es lo que pasa, porque hay muchísimos cambios. Por ejemplo, en la familia que yo les decía, en la estructura, las familias monoparentales, en las prácticas que se suponen de cuidado o no cuidado que no son tan taxativas. 235

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El puntaje en cuanto a depresión, ansiedad, estrés, que nosotros lo medimos con cuestionarios estandarizados, ha subido de una manera impresionante, y uno esto lo coteja con los equipos de psicopatología que dicen que sí, efectivamente, la gente está ansiosa, deprimida, estresada. Entonces la pregunta que nos hacemos es: bueno, pero, entonces, si todo el mundo está con estrés, ansiedad, depresión, todos los chicos tendrían que estar maltratados, y no lo están; entonces hay que empezar a hilar más fino. Estrés era una variable muy fuerte hace unos años y poquito a poco empezó a no discriminar. Hace unos años se medía el estrés subjetivo y el objetivo. Objetivo eran las cuestiones que le habían ocurrido en el último año y el subjetivo eran las mismas cuestiones, pero si tenía miedo que le ocurrieran. Hasta hace 8 años perfectamente discriminaban los maltratadores de los no maltratadores, tanto en estrés objetivo como en subjetivo. Cinco años atrás empezó a discriminar sólo el objetivo, o sea, me pasó o no me pasó tal cosa; el subjetivo no discriminaba, porque todo el mundo estaba preocupado de que le pasaran cosas que después le pasaban o no. En este momento no discrimina ninguno de los dos, porque está todo el mundo estresado por lo que le pasa y por lo que teme que le pase. La medición de familias de riesgo, de factores de riesgo, con estas cuestiones hace tambalear todo, por eso la idea es revisar todo de nuevo. 3. ¿Puede considerarse el no poner límites como una forma de maltrato? Si no ponés ningún límite y dejás al libre albedrío, sí, se tipifica como una forma de negligencia o una forma de incapacidad parental. Una cosa es no pegar para poner límites y otra cosa es no poner ningún límite. Eso de que soy tan amiga de mi hija, nos contamos todo, está todo bárbaro, se considera como algo que tampoco es adecuado. 4. ¿Se puede controlar la ira? Con respecto al control de la ira, hay ejercicios. Yo soy muy respetuosa de todas las líneas en cuanto sean serias, me parece que pueden abordar diferentes cuestiones; me refiero a que el psicoanálisis aporta muchísimo de marco teórico y muchísimo para entender, a 236

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fondo cuestiones antes de entrar a actuar; quizás no dan los tiempos para hacer una intervención rápida cuando corre riesgo la vida de la persona. Lo sistémico tiene lo suyo, en algunos casos también pueden irse para el otro lado. Hay algunos ejercicios que acá no están muy valorizados, porque son estas cuestiones de las terapias breves, de las fobias, pero sirven si la persona tiene miedo a volar y tiene que hacerlo a cada rato porque da cursos, o se va como biólogo al Amazonas y le tiene fobia a las víboras. En el tratamiento de las fobias, hay ejercicios pautados de unos cuantos meses y nosotros trabajamos con los padres estas cuestiones de modificar conductas. Cosas que a mí me parecieron que eran imposibles de hacer, como hacer relajación con los padres. Una de las personas del equipo trabajaba, una noche, porque hacían guardias rotativas, en el Hogar Félix Lora, donde están personas que están en la calle, los indigentes, y había días en que estaban todos muy tranquilos y días en que había un nivel de exaltación. Entonces ellos habían implementado una música suave y un juego y unos ejercicios; y yo no le creía demasiado, hasta que ella me invitó a verla y yo les juro que ver a todos los indigentes en el piso, no todos pero la gran mayoría, haciendo estos intentos de relajación... Entonces dije: bueno, probemos con los padres y si se trabaja de a poquito en cada una de las reuniones algunas cuestiones de relajación suave, un masajito suave, una apretadita en la cabeza. Y después hay ejercicios que toman mucho tiempo, toman meses, pero lo primero que se trata de hacer es desplazar la ira, porque no podés de entrada controlarla... Había a veces cosas cómicas o tragicómicas, que si le iba a pegar al chico se diera vuelta y pateara un mueble..., me podrían decir a mí: bueno, pero ahí no solucioné el problema, estoy de acuerdo con ustedes, pero evitamos que le pegara al chico. Entonces, lo del famoso tiempo afuera, o sea empezar a trabajar durante prácticamente un mes o más, el reconocimiento de las propias señales que uno tiene de cuando está por explotar. Yo siento que... no sé, “me pongo la vena así”, o la frase “tengo la vena así”, otros que no, que sienten palpitaciones, sudoración. Reconocer cuáles son los síntomas frente a los cuales voy a explotar; cuando veo que aparecen esos síntomas, hacer un esfuerzo sobrehumano, porque ahí está la cuestión, en ese momento de abrir la puerta y salir para el patio por ejemplo y patear algo, una maceta o lo que sea. Si le dan fuerte a una maceta y se lastiman el pie puede venir bien, porque viene todavía más refuerzo nega237

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tivo de que duele y demás y no pegan. Se puede controlar la ira, se puede, no es cierto que no se puede controlar; que uno tenga ganas es una cosa. Y hay otras técnicas para hacerlo, las hay, será cuestión de que busquen por ese lado si es necesario. Todos los programas de recuperación de padres violentos con maltrato físico trabajan con estas técnicas, lo que pasa es que uno está muy acostumbrada como se trabaja acá, lo que se hace acá con ciertas líneas, pero, lo que yo he visto aún en América Latina, en Perú, en Chile, en Guatemala, en España, en todos los demás países, son estos tipos de abordajes, con un muy buen resultado.

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El maltrato hacia los niños

Cora Bertini • Sandra De Luca • Nicolás Fariña Alicia H. Ganduglia • Nélida Sisini Programa de Asistencia al Maltrato Infantil, Dirección General de la Mujer Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Cora Bertini: Lic. en Psicología, UBA. Especialización en Sexualidad Humana. Especialización en Terapia Familiar y de Pareja. Especialización en Maltrato Infantil y Abuso Sexual Infantil. Terapeuta de la Fundación PROSAM-OSDE. Terapeuta del Centro Elvira Rawson. Programa de Asistencia al Maltrato Infantil. Terapeuta del Centro de Asistencia a la Niñez y Adolescencia de Vicente López. Asistencia al Maltrato Infantil. Coordinación de “Grupos de familiares no ofensores y de víctimas niños y adolescentes”. Sandra De Luca: Lic. en Psicología, UBA. Pasante del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, 1996. Profesional en la Casa Refugio para mujeres golpeadas y sus hijos, “Mariquita Sánchez de Thompson”, Dir. Gral. de la Mujer (GCABA), 1997-1999. Participó en el Programa de Asistencia al Maltrato Infantil, Centro Elvira Rawson, Dir. Gral. de la Mujer (GCABA), 1998-2002. Realiza Asistencia Psicológica Integral, Mutual del Hospital Garrahan, 2001-2004. Nicolás Fariña: Licenciado en Psicología, UBA. Psicólogo Social. Director Técnico y Responsable del Hogar de Tránsito “Buenos Aires” (perteneciente a Pronat’s). Psicoterapeuta del Programa de Asistencia al Maltrato Infantil y del Programa Noviazgos Violentos, de la Dirección de la Mujer del GCABA. Ex Coordinador Psicológico del EDNA (Equipo de Maltrato y Abuso Infantil de la Diócesis de San Isidro). Prosecretario de ASAPMI (Asociación para la Prevención del Maltrato Infanto-Juvenil). Co-autor de artículos referidos a la especialidad leídos en el 13º Congreso de la Asociación Internacional de Prevención del Maltrato y la Negligencia; Durban, Sudáfrica, septiembre 2000. 239

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Alicia H. Ganduglia: Lic. en Psicología UBA. Residencia en Psicología Clínica Infanto-Juvenil. Profesional del Programa de Asistencia al Maltrato Infantil, Dir. Grl. de la Mujer, GCABA. Miembro fundador de ASAPMI: Asociación para la prevención del maltrato infanto juvenil. Secretaria de Redacción de la revista “Temas de maltrato infantil”, autora de distintos artículos. Colaboradora en los libros Violencia familiar y abuso sexual e infantil, Edit., Universidad, y Abuso sexual en la Infancia, Ed. Lumen. Nélida Sisini: Lic. en Ciencias Biológicas, UBA. Lic. en Trabajo Social, UBA. Coordinadora de Talleres de Prevención en Violencia en el Consejo Municipal de la Mujer, GCABA. A cargo de la Línea ”T.E. Ayudo”, línea de emergencia y contención para víctimas de maltrato y abuso sexual infanto-juvenil. Dir. Grl. Mujer, GCABA. (1995-1998). Trabajo con madres adolescentes, Villa 31, Retiro, 1998. Integrante del equipo profesional de Asistencia al Maltrato Infantil del GCABA, 1998 hasta marzo de 2000. Coordinadora del Programa de Asistencia al Maltrato Infantil del GCABA, 1998-2003.

“...Cada adulto lleva en sí una experiencia personal que lo acerca a la niñez.” J. Barudy (2002) Un reciente estudio de la OMS señala que cuarenta millones de niños de todo el mundo, entre 0 y 14 años, están siendo sometidos a violencia o abandono, y las proyecciones de estos datos que prevén un notable aumento de la violencia interpersonal para la próxima década, no dejan dudas respecto de la responsabilidad que deberían asumir los distintos actores sociales en el cuidado integral de niños, niñas y adolescentes, acompañando las tareas de sus familias o cuidadores. La protección de la infancia se convierte así en una responsabilidad de la comunidad en su conjunto, ya que los daños sufridos por sus miembros más jóvenes provienen de “la vigencia de un modelo familiar y social que al convalidar la violencia como procedimiento aceptable para la resolución de conflictos” no hace más que transmitirlo transgeneracionalmente minimizando y naturalizando los vínculos abusivos. Internacionalmente, los profesionales dedicados a esta problemática muestran consenso respecto de dos puntos: • La importancia decisiva de una respuesta preventiva que busque reducir la magnitud de los “factores familiares de riesgo” o “potenciadores”, y por otra parte, promover los “factores protectores” o “compensadores”. • La necesidad de una respuesta asistencial frente al impacto de las secuelas a menudo irreversibles del maltrato crónico, tales como: en240

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fermedades físicas, problemas del desarrollo y psicosociales, discapacidades, enfermedades mentales, abuso de drogas, conductas hetero y autoagresivas; es decir, una larga lista de daños que afectan la salud psicofísica y acarrean problemas psicosociales.

El programa de asistencia al maltrato infantil... ...desarrolla sus actividades en esta Dirección hace ya diez años y está dedicado al abordaje de todas aquellas situaciones en las que niños y adolescentes han sido o podrían llegar a ser dañados física, psíquica o sexualmente en el seno de vínculos de los que depende su cuidado y protección, tal como se detallará en los párrafos siguientes. Si bien todo adulto en contacto con un niño o adolescente, se constituye, por su solo status social, en un agente de detección de posibles situaciones de maltrato, para que las interacciones violentas no lleguen a cronificarse es necesaria la orientación de profesionales de distintas disciplinas que con una mirada especializada puedan detectar e intervenir en la evaluación y el tratamiento, de modo que el abuso y sus consecuencias cesen lo antes posible. La falta de información respecto del maltrato a los niños lleva a: • no poder detectarlo, • no saber qué hacer, aun cuando se intuye o presume que existe, • sentir impotencia ante la complejidad del problema, • revictimizar a los niños. “Desgraciadamente es penoso ver cómo las víctimas de abuso sexual son revictimizadas en todo el mundo por un sistema que no pone cuidado en que quienes les entrevisten sean profesionales con conocimiento sobre el efecto de las situaciones traumáticas en la memoria, sobre la expresión de las emociones de los niños, sobre psicología evolutiva y, lo más importante, sobre los abusos sexuales” (Joaquín de Paúl).

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¿Qué es el maltrato infanto-juvenil? Alude a toda conducta de un adulto hacia un niño dentro de un vínculo de confianza y poder, y por lo tanto de responsabilidad, que resulta o puede resultar en un daño real o potencial en la esfera física, emocional, sexual o cognitiva. La negligencia, el abandono o cualquier tipo de explotación comercial son otras formas de conductas abusivas que, como las anteriores, no sólo afectan el desarrollo psicofísico de los niños sino también su dignidad como personas (OMS, 1999). Cabe destacar que la posición de responsabilidad a la que se alude comprende el vínculo con el niño de cualquier persona encargada de su cuidado y control, desde los mismos padres pasando por la familia ampliada, maestros, cuidadores, etc. La asunción de una mirada protectora hacia la infancia ubica de este modo al maltrato infanto-juvenil en la intersección del campo de los derechos de niños y adolescentes y el ámbito de la salud, mostrando que la violencia que implica, sea intrafamiliar, institucional o social, llega también a lesionar el desarrollo de la dignidad personal. (Así, la lucha contra el maltrato hacia los niños se enmarca en el respeto de los derechos establecidos por la Convención sobre los Derechos del Niño.)

“Si un niño • • • • • • • •

...muestra temor aparentemente injustificado hacia las personas adultas, ...desconfía firmemente de las promesas o actitudes positivas del adulto, ...muestra una tendencia llamativa a la soledad y el asilamiento, ...tiene reacciones de agresividad verbal o física desmesuradas desde las edades más precoces, ...muestra inquietud desmedida por el llanto de los lactantes, ...tiene, paradojalmente, conductas extremadamente adaptativas, incluso respecto de personas desconocidas, ...participa en acciones delictivas, ...tiene o tuvo intentos de suicidio,

probablemente está sufriendo alguna forma de maltrato.” (Intebi-Osnajanski)

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Algunas creencias erróneas... que obstaculizan la detección del maltrato a los niños: • Se atribuye a los niños la “causa” de su propio maltrato. • Se justifica el castigo físico como método para disciplinar a los niños. • Se sobredimensiona o se considera como causa exclusiva de los malos tratos a los factores socioeconómicos (marginalidad) con la consecuente falta de valoración de otros factores intervinientes. • Se considera que la indagación de una sospecha de maltrato viola la intimidad de las personas o de la familia, y consecuentemente: • Se piensa que toda consulta sobre una sospecha de maltrato termina separando al niño de su familia. • Se aborda de entrada el tema del abuso sexual intrafamiliar como sospecha de falsa denuncia o producto de conflictos de la pareja parental. • Se piensa que los padres maltratadores padecen enfermedades mentales o adicción a las drogas o al alcohol. Cuando decimos que “un niño esta en riesgo” hablamos de... ...factores de riesgo y factores de protección. Entendemos por factores de riesgo a todas aquellas características, hechos o situaciones propias del niño/niña o adolescente, o de su entorno, que aumentan la posibilidad de producir desajustes bio-psico-sociales de graves consecuencias. Por esta razón se constituyen en un factor clave en la evaluación del tipo de vínculo abusivo, ya que dicha valoración determinará la intervención y posterior toma de decisiones por parte de los profesionales que intervienen en la detección y tratamiento del maltrato infantil. Es necesario aclarar que ninguna variable potenciadora de un daño es en sí misma ni de forma unívoca la causa del maltrato, ya que el maltrato infanto-juvenil como problema psicosocial responde a una multiplicidad de factores personales, familiares y sociales. La intervención tiene como objetivo reducir la posibilidad de que el niño/a sufra un daño severo tratando de elevar el valor de los factores de compensación o protectores a partir de la valoración de lo que ha sucedido en el pasado y/o pueda estar sucediendo en el presente.

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Para evaluar el grado de riesgo psicosocial de los vínculos que conforman el contexto de vida de un niño se deberían tener en cuenta factores pertenecientes a 5 áreas: • • • • •

Características del incidente. Factores de vulnerabilidad infantil. Características del cuidador. Características del entorno familiar. Respuesta ante la intervención.

Así, cuando un niño o adolescente se encuentra, por razones psicosociales, en una situación de desprotección y alta vulnerabilidad tal que comprometa su crecimiento y desarrollo, podremos evaluar su contexto vincular a través de alguna variable perteneciente a dichas áreas, tales como las que sólo a modo de ejemplo se detallan a continuación. • Cronicidad del maltrato y tipo de lesiones. (El abuso sexual es SIEMPRE considerado de alto riesgo.) • Edad inferior a cinco años y poca socialización del niño (escuela, guardería, vecinos). Cuanto menor es la edad del niño menor es la capacidad para defenderse. • Acceso libre del abusador al niño y falta de figura adulta protectora. • Presencia en los niños de trastornos emocionales y/o retrasos intelectuales. • La inseguridad producida por graves desestructuraciones familiares: drogadicción, alcoholismo, incapacidad física o psíquica de los padres, violencia conyugal, entre otros. • Desconocimiento por parte del cuidador de los períodos evolutivos que atraviesan los niños, como así también de sus necesidades emocionales y cognitivas. Límites muy rigurosos, inexistentes o inconsistentes. • Uso de la fuerza física, mensajes descalificadores, amenazas, aislamientos, ataques verbales como métodos disciplinarios y de castigo. • Historia personal de maltrato y abandono en la vida del cuidador. • Ausencia total de fuentes de apoyo y relaciones sociales positivas para la familia. Por otra parte los FACTORES DE PROTECCION… …Son aquellos que pueden modificar y mejorar las condiciones familiares y psicosociales, que evitan la posibilidad de dañar a los niños. 244

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Se constituyen también en un elemento importante en el momento de la evaluación de la situación de riesgo ya que brindan información que permite predecir la posibilidad de mejoras significativas en un tiempo razonable, en la capacidad cuidadora de los adultos responsables. Son algunos ejemplos de los mismos: • Habilidades interpersonales y/o cognitivas adecuadas (tanto del niño como de su familia). • Capacidad para predecir situaciones peligrosas y evitar el daño o protegerse. • Intensidad del vínculo de apego del niño con al menos uno de sus padres o guardadores. • Existencia de familia ampliada y amigos contenedores. • Disponibilidad y posibilidad de acceso a servicios y ayudas comunitarias. Las situaciones descriptas más arriba no se producen de forma aislada, sino que dada la dinámica de los factores de riesgo y de protección las circunstancias personales y familiares pueden cambiar positivamente, como también y por el contrario, conformar un patrón de conducta, y una modalidad de respuesta hasta constituirse en un estilo de vida que se prolonga en el tiempo y que al reforzarse se hace más difícil de modificar.

Detectar estas situaciones y actuar sobre ellas de manera adecuada es de vital importancia antes de que se produzca un daño psíquico, físico o emocional irreparable.

Para ello se requiere de distintos niveles de intervención que suponen: • DESARROLLAR ACCIONES PREVENTIVAS EN SALUD Y PROMOCION DE LOS DERECHOS DE LA INFANCIA. • INTERVENIR A TRAVES DE CENTROS Y PROGRAMAS ESPECIALIZADOS. • GARANTIZAR A TRAVES DE LAS INSTITUCIONES SOCIALES LA SEGURIDAD Y PROTECCION DE LOS NIÑOS.

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Para no olvidar... Los niños tienen derecho a crecer saludablemente y vivir su tiempo de infancia jugando y ejercitando su futura inserción social como adultos, es decir: • A disfrutar de su niñez. • A ser considerados importantes, tomados en serio, ser escuchados y a que les crean. • A decir no a caricias y a afectos no deseados. • A rechazar el maltrato, el castigo físico, los ataques verbales. • A confiar en sí mismos, sus sentimientos y sus percepciones. • A la privacidad. • A ser tratados con respeto y dignidad igual que cualquier adulto. • A pedir y recibir ayuda.

Para tener en cuenta… Todo adulto en contacto con un niño o adolescente, se constituye en un agente de detección de posibles situaciones de maltrato. No hay dudas respecto de la responsabilidad que deberían asumir los distintos actores sociales en el cuidado integral de niños y adolescentes, acompañando y enriqueciendo las tareas de sus familias. También quienes trabajan con niños, ya sea en ámbitos educativos, de salud, o que tienen acceso a éstos dentro de la comunidad y de las familias, se encuentran en una posición privilegiada para la detección, prevención e intervención en situaciones de vulnerabilidad de la infancia. Por otro lado, una mirada desde las distintas prácticas profesionales, lejos de desdibujar sus funciones específicas, las enriquece, facilitando el cumplimiento de la tarea de detección y protección de la infancia en situación de riesgo. • Agentes de salud: pediatras, enfermeras, y en general trabajadores de centros de salud y hospitales cuando evalúan el crecimiento y desarrollo, en las consultas espontáneas, en los controles anuales en la etapa preescolar y escolar, en el inicio de la etapa puberal, etc.

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• Trabajadores sociales: en la incorporación a los programas materno-infantiles, al administrar un recurso, ante la necesidad de implementar un programa alimentario, en cada acción de promoción social, etc. • Escuela: maestros y profesores. Ante la detección de dificultades en el aprendizaje o perturbaciones en la conducta. • Personas cercanas al niño: familia nuclear, familia ampliada, etc.

Tipos y formas de maltrato Maltrato físico Se trata de cualquier conducta no accidental de ambos o uno de los progenitores o de alguna persona en posición de responsabilidad, confianza o poder, que provoque daño físico real o potencial, enfermedad, incluso la muerte del niño, o lo coloque en situación de grave riesgo de padecerla. Educar, poner límites, castigar Aunque se los use como términos intercambiables no implican lo mismo. La “puesta de límites” busca desarrollar la capacidad de autocontrol del niño, su autonomía, su sentido de eficacia y la elaboración de juicios propios. Es un aspecto de la función de contención del adulto que se brinda al niño para que desarrolle sus potencialidades. El castigo físico suele ser una forma de resolver el enojo del adulto frente a la falta de reacción del niño, que no contribuye a una estrategia reflexiva capaz de modificar la conducta del mismo y que escapa al área de su comprensión. Sólo impone el poder y el dominio provocando humillación, irritabilidad, sentimientos de culpabilidad y reacciones de furia que estimulan la persistencia de las reacciones agresivas. Muchos consideran que un chirlo, una cachetada, una palmada, un “sopapo” son inevitables y los justifican con diversos argumentos. Sin embargo, la experiencia demuestra que EL LIMITE ES NECESARIO, EL CASTIGO FISICO NO.

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Indicadores de maltrato físico Lesiones cutáneas (hematomas, moretones, quemaduras, excoriaciones, heridas cortantes, etc.), fracturas, luxaciones, traumatismos internos, entre otros. Es importante observar la actitud de los padres o cuidadores frente a la información que brindan acerca del incidente. Frecuentemente suele existir discrepancia entre las lesiones observadas y el relato de la causa que las originó: ejemplificada comúnmente por la expresión “fue un accidente”. SI UN NIÑO • Frecuentemente tiene lastimaduras o marcas y no puede dar cuenta de cómo se produjeron. • Intenta ocultar sus lastimaduras. • No tuvo atención médica adecuada. • Es temeroso frente a personas adultas. • Se encuentra nervioso, agresivo o retraído. • Pide afecto pero al mismo tiempo es desconfiado. PROBABLEMENTE ESTÉ SUFRIENDO MALTRATO FISICO.

Maltrato emocional Implica la ausencia de un entorno adecuado y contenedor de alguna figura de apego primario que favorezca en el niño el desarrollo de capacidades emocionales y sociales estables. Comprende aquellas interacciones que tienen una alta probabilidad de originar daños en el desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social de un niño debido a que son inadecuadas para un determinado período evolutivo, o bien insuficientes o incoherentes. Comprende tanto acciones como omisiones, por lo tanto abarcaría el MALTRATO y LA NEGLIGENCIA EMOCIONAL. Constituye una de las formas de maltrato infantil más difícil de diagnosticar debido a su “invisibilidad” y naturalización a pesar de que ocurre a la vista de los demás. Sin embargo, es posible confirmar ciertas sospechas a partir de determinados trastornos emocionales o estilos de comportamiento en los niños, que es necesario investigar.

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Formas que adopta el maltrato emocional: Rechazar, ignorar, aterrorizar, aislar o implicar a un niño en actividades antisociales; no responder a sus necesidades afectivas. Indicadores de conductas en el maltrato emocional: Vínculos de apego disfuncionales entre el niño y el cuidador; dificultades para establecer vínculos con pares; conductas disruptivas, antisociales, dirigidas a llamar la atención; tristeza; depresión; baja autoestima; temores; en niños pequeños: falta de progreso en su crecimiento, pérdida de apetito, enuresis.

Abuso sexual infantil Se considera abuso sexual infantil el involucrar a un niño o adolescente en actividades sexuales que no llega a comprender totalmente, ya que por su condición de tal, carece del desarrollo madurativo, emocional y cognitivo para dar un consentimiento informado acerca del o los actos en cuestión. El abuso sexual infantil se manifiesta en actividades entre un niño y un adulto o entre un niño y otro (al menos 5 años de diferencia) que, por su edad o por su desarrollo, se encuentra en posición de responsabilidad, confianza o poder. Estas conductas comprenden desde un manoseo hasta la implicación de los niños y adolescentes en cualquier tipo de intercambio sexual ilegal, tales como la explotación de niños a través de la prostitución o la producción de materiales y exhibiciones pornográficas. Autoridad, poder y confianza son fundamentalmente los factores que, aprovechando la vulnerabilidad y dependencia del niño, permiten al agresor lograr su implicación en un vínculo sexualizado. El abuso sexual infantil engloba una amplia gama de actividades sexuales, con y sin contacto físico: • Exhibicionismo. • Voyeurismo. • Estimulación de genitales. • Sexo oral. • Masturbación del adulto y/o del niño. • Penetración genital con el dedo y/u objeto.

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Para tener en cuenta... El abuso sexual no es sinónimo de violación. Porque raramente el agresor utiliza la fuerza física para un asalto sexual que no ocurre de manera impredecible ni repentina, sino que generalmente se trata de un vínculo abusivo que se va construyendo en el tiempo en base al manejo de la confianza, la autoridad o el poder. El abuso sexual no es sinónimo de incesto. Porque puede ser ejercido por miembros de la familia (intrafamiliares) y también por personas ajenas a la familia (extrafamiliares).

Para no olvidar... Lo primero que tendríamos que hacer los adultos cuando un niño revela que estaría siendo víctima de abuso sexual es: • Creerle, tratarlo con respeto y dignidad. • Brindarle confianza y seguridad manteniendo la calma. Escucharlo sin corregirlo, ni confrontarlo y sin hacer intentos de cambiar lo que dice. • No expresar desaprobación por el supuesto agresor. Es posible que el niño lo quiera y lo proteja a pesar de haber sido victimizado. • Desculpabilizarlo. Decirle que los hechos ocurridos no fueron su culpa. • No obligar al niño a comentar sentimientos que aún no está preparado para compartir. • Valorar su valentía de haberlo contado. • No aceptar mantener el secreto de lo develado, pero aclararle que lo contará a personas que puedan ayudarlo. • Recurrir a profesionales especializados que lo orientarán.

Indicadores de abuso sexual infantil Físicos, altamente específicos • Lesiones en zona genital y/o anal. • Sangrado por vagina y /o ano. • Infecciones genitales o de transmisión sexual. • Embarazos. 250

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Raramente la confirmación del abuso sexual se basa tan sólo en el hallazgo de signos físicos directos, ya que como ya se señaló el abuso sexual involucra una amplia gama de conductas. Es por esto que su validación no debe basarse exclusivamente en signos físicos. Aún en caso de que hubiesen sido lastimados, muchos de estos niños pueden ser revisados semanas, meses o años después de ocurrido el incidente. Este retraso en la consulta médica permite que el semen u otros residuos desaparezcan y que la mayor parte de las lesiones cicatricen. Indicadores físicos inespecíficos • • • •

Dolores abdominales recurrentes. Dolores de cabeza sin causa orgánica. Trastornos de la alimentación (bulimia y anorexia nerviosa). Fenómenos regresivos como la enuresis (incontinencia de orina) y encopresis (incontinencia de materia fecal), en niños que ya habían logrado el control esfinteriano. • Infecciones urinarias a repetición sin causa orgánica o externa identificable. Estos indicadores no tienen relación causal con el abuso sexual, pero su presencia puede ser indicadora de sospecha. Indicadores psicológicos según nivel evolutivo • En niños menores de 3 años - Conductas hipersexualizadas, que implican un conocimiento inhabitual del niño acerca de los comportamientos sexuales de adultos y que revelan erotización precoz. (Altamente específico.) - Retraimiento social. - Conductas agresivas o regresivas. - Temores inexplicables ante personas o situaciones determinadas. - Dificultades en el ritmo del sueño. • En preescolares - El relato del niño acerca del abuso sexual es uno de los indicadores más específicos (en todos los ciclos evolutivos). - Signos de estrés post-traumático. - Sexualización precoz, acompañada de un grado de curiosidad sexual no acorde para la edad. 251

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

- Masturbación compulsiva. (Siempre que se convierta en la actividad que más interés despierta en el niño o que ocupa la mayor parte de su tiempo y que no puede evitarla aún en presencia de una figura que podría censurarlo.) - Introducción de elementos en los orificios anales o vaginales. - Juegos con representaciones o actividades concretas de sexo oral, coito anal o vaginal. - Acercamientos peculiares a los adultos (tocar u oler genitales del adulto, solicitar o introducir la lengua cuando besa). - Hiperactividad. - Enuresis y/o encopresis. - Pesadillas, terrores nocturnos. - Temores intensos. - Conductas compulsivas de distinto tipo. - Fenómenos disociativos. • En niños en edad escolar y pre-adolescentes - Cualquiera de los indicadores observables en las etapas anteriores. - Dificultades de aprendizaje de aparición brusca e inexplicable, sin desencadenante evidente, como por ejemplo el nacimiento de un hermano, viajes, enfermedades, separación de los padres, etc. - Coerción sexual hacia niños más pequeños o retraídos. - Fugas del hogar. - Aislamiento o por el contrario hostilidad y agresividad exacerbada en el hogar o con el grupo de pares. - Sobreadaptación o pseudomadurez. - Marcada desconfianza hacia adultos significativos. - Robos. - Mentiras reiteradas. - Sentimientos de tristeza. - Necesidad de permanecer en la escuela fuera del horario. • En adolescentes - Conductas riesgosas y violentas. - Retraimiento. Sobreadaptación. - Coerción sexual hacia otros niños. - Promiscuidad sexual. Prostitución. - Fugas del hogar. - Consumo de drogas. - Conductas delictivas. 252

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Automutilaciones y conductas autoagresivas. Intentos de suicidio. Excesiva inhibición sexual. Trastornos de la alimentación.

Como dijimos al comienzo, el relato espontáneo del niño es uno de los indicadores más específicos de abuso sexual.

Pero... Alrededor de los abusos sexuales infantiles giran preconceptos y falsas creencias que obstaculizan notoriamente cualquier intervención. Algunos ejemplos: • Porque es muy pequeño fantasea y no diferencia realidad de fantasía. • Construyen historias producto de la imaginación. • Son fácilmente sugestionables e inducibles por adultos maliciosos. • Algunos suelen ser muy mentirosos.

Para no olvidar Es excepcional que • un niño fantasee o imagine sobre algo que está fuera de su campo de experiencia; • las mentiras infantiles incluyan experiencias de victimización sexual y menos aún que aporten detalles concretos que remiten a la sexualidad adulta.

Negligencia Es la omisión por parte de padres o cuidadores de proveer al niño de aquello que necesita para su desarrollo en las áreas de: salud, educación, alimentación, vivienda, desarrollo emocional y condiciones de seguridad; omisión que implique una posibilidad de producir daños en la salud o en el desarrollo psicofísico, mental, espiritual, moral o social del niño. Es necesario aclarar que la satisfacción de las necesidades del niño debe estar dentro de los recursos disponibles de sus cuidadores, de tal modo 253

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

que no se consideran negligentes conductas motivadas por condiciones de pobreza o discapacidades psicofísicas. Por último, y a modo de síntesis, se debe subrayar que son formas de conducta negligente cualquier tipo de falta de supervisión y protección adecuadas de un niño o adolescente. La negligencia, que es el tipo de maltrato que reúne los porcentajes más altos en todo el mundo, tiene consecuencias tan graves como el maltrato físico y el abuso sexual; no es identificable mediante un episodio específico sino que constituye una situación de características de crónicas en las condiciones de vida de un niño. Comienza desde fases muy tempranas y es limitante del desarrollo de las potencialidades, en todas las áreas, pudiendo implicar retrasos irreversibles en el desarrollo.

Formas que adopta la negligencia • Falta de supervisión apropiada por parte del cuidador que expone a los niños a daños físicos y psicológicos, pudiendo facilitar abusos sexuales. • Negligencia física, educativa, emocional y/o médica, que ponga al niño en riesgo psicofísico. • Inducción del niño a realizar conductas delictivas. • Abandono parcial. • Exponer al niño a episodios de violencia conyugal, trastornos psicopatológicos y/o adicciones de los padres o cuidadores. Importante Los cuidadores tienen la obligación de proveer al niño de todo aquello que éstos no pueden proveerse por sí mismos para promover su crecimiento saludable y su desarrollo, así como la protección frente a todo tipo de peligros. De modo tal que los niños deberían tener asegurada su: alimentación / vestimenta / vivienda / escolaridad / atención médica.

Para destacar... También constituye negligencia la falta de contención afectiva, que aporta al niño la seguridad emocional favoreciendo el desarrollo individual de sus potencialidades y la interacción social. Por otra parte, las expectativas de los padres y cuidadores deben estar acordes con las posibilidades de los niños de acuerdo a los distintos períodos evolutivos. También constituye negligencia la falta de supervisión: los niños necesitan ser supervisados por su limitada capacidad para anticipar, reconocer 254

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o reaccionar frente al peligro, según su edad. Una supervisión adecuada previene que el niño padezca daños evitables y, en caso de que esto ya haya ocurrido, asegura una intervención rápida.

Para no olvidar... Dado que hay una fuerte relación entre la pobreza y la posibilidad de satisfacción de necesidades básicas de un niño, no debe descuidarse la interrelación de ambas variables al momento de la evaluación de la sospecha de trato negligente de una familia para con sus hijos.

Indicadores de conductas negligentes • Cuadros de desnutrición de I y II grado. • Accidentes frecuentes por falta de atención del cuidador frente a peligros. • Deshidratación por falta de aporte de líquidos. • Trastornos graves del desarrollo evolutivo. • Padres con expectativas exageradas en relación con las capacidades de autoprotección de sus hijos. • Falta de vacunación. • Falta de atención a indicaciones médicas, odontológicas, salud mental, etc. • Falta de escolaridad. • Ausencias reiteradas a clases.

Para tener en cuenta... Ante niños y/o adolescentes que muestren las siguientes conductas: • Socialmente retraídos, evitativos en el contacto con pares, agresivos, disruptivos, poco colaboradores con los demás, angustiados, depresivos. • Trastornos de aprendizaje persistentes, fugas del hogar, prostitución, delincuencia, conductas violentas. Debería emprenderse una exhaustiva evaluación para detectar la incurrencia de los cuidadores en tratos negligentes. Finalmente, se han descrito otras formas de maltrato y abandono de niños y adolescentes que no se detallan aquí dado que de una u otra for255

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

ma los daños reales o potenciales siempre se evidenciarán a nivel físico, emocional o sexual.

Servicios que brinda el Programa de Asistencia al Maltrato Infantil Algunos principios que orientan nuestra práctica... • El respeto por la subjetividad infantil y sus momentos constitutivos. • La consideración de los vínculos familiares como el contexto privilegiado para el crecimiento y desarrollo de un niño. • La necesidad del trabajo interdisciplinario. • La atención a la articulación de la salud mental con los derechos del niño tal como los pone de relieve la Convención. “La intervención tiene como objetivo fundamental reducir la probabilidad de que el niño sufra un daño severo. En esto consiste el reducir el nivel de riesgo, manteniendo la unidad familiar siempre que sea posible” (Intebi-Osnajanski).

Algunos de los servicios que ofrece el Programa • Atención y orientación psicológica. • Asesoramiento legal. • Evaluación de situaciones de riesgo. • Asesoramiento a Juzgados y Defensorías de Menores (Ministerio Público). • Asesoramiento a instituciones de salud, escolares, pequeños hogares, etc. • Asistencia y orientación psicosocial. • Capacitación y supervisión a profesionales y equipos.

Tipos de abordajes e intervenciones • Entrevistas individuales de admisión y orientación. • Grupos para niños víctimas de abuso sexual para:

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varones, niñas en edad preescolar, niñas en edad escolar, adolescentes.

• Grupos mixtos para niños víctima de maltrato físico o y/o emocional. • Grupos para padres con dificultades en la crianza (maltrato físico, emocional y negligencia). • Grupos para padres o guardadores no ofensores de niños víctimas de abuso sexual intra o extrafamiliar. • Tratamiento individual para ofensores sexuales juveniles y/o adultos. • Entrevistas de evaluación familiar. • Tratamiento vincular de díadas padres-niños pequeños. • Entrevistas individuales de evaluación y seguimiento del nivel de riesgo.

Para concluir Cuando se está frente a una sospecha fundada de que se produjo una situación abusiva de lo que se trata es de “valorar si la salud y la seguridad básicas del niño se encuentran en peligro”. Dicha valoración debe realizarse de modo urgente e inmediato para que cese el abuso y sus consecuencias. En ese momento, “no se trata de realizar un examen detallado y en profundidad del estado físico, psicológico y cognitivo del niño”, lo que se llevará a cabo posteriormente en la etapa diagnóstica y cuando haya tiempo suficiente. “En el momento inicial el único objetivo de la valoración consiste en determinar si el niño necesita ser protegido de manera urgente porque se encuentra en serio peligro” (de Paúl-Arruabarena, 1999).

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Bibliografía

BARUDY, J. “El dolor invisible de la infancia”. Ed. Paidós. 1998/2003. España. CHEJTER, S.; PAGGI, P.; VIAR, J. P. “Violencia hacia niñas, niños y adolescentes. Elementos básicos para su atención en el sector salud”. Ministerio de Salud. 2000. Argentina. DE PAÚL OCHOTORENA, J.; ARRUABARENA, M. I. Manual de protección Infantil. Masson. 1996. España. INTEBI, I.; OSNAJANSKI, N. “Maltrato de Niños, niñas y adolescentes”, Cuadernos de Capacitación. Familias del Nuevo Siglo. ISPCAN. 2003. Argentina. Programa de Asistencia al Maltrato Infantil. Presentación en la Facultad de Derecho. 1998. Argentina. Revista de la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto-juvenil. Vol. 3, Nº 3. Diciembre 1996. Argentina.

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Explotación sexual infanto-juvenil. “La naturalización de todos los abusos”

Prof. María Elena Naddeo

Profesora de Historia (UBA). Actual Presidenta del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes del GCABA. Fue Legisladora de la CABA (2000-1997) y Concejala (1997-1993). Delegada gremial docente en la CTERA (1992-1983). Miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Docentes de Enseñanza Media y Superior. Coautora e impulsora de importantes iniciativas legislativas en materia de derechos de la infancia y género (Ley 114: Protección integral de los derechos de niños, niñas y adolescentes; Ley 269: Creación del Registro de deudores alimentarios; Ley 474: Creación del Plan de igualdad de posibilidades y de trato entre varones y mujeres; Ley 418: Salud sexual y reproductiva, entre otras).

Cuando hablamos de prostitución infantil (o utilizando el término más moderno, que es explotación sexual y comercial), estamos hablando de cómo concibe la sociedad la vida de los niños y niñas, de las adolescentes, de las jóvenes y de las mujeres en el tema sexual. Todos los autores y autoras coinciden en que la prostitución es un tema oculto, invisibilizado por la literatura y la prensa, salvo cuando hay una situación espectacular: una denuncia o una investigación que sacuden a la opinión pública y al medio periodístico, pero después se silencia, se aquietan las aguas y el tema desaparece. Sin embargo, en los registros de las escasas investigaciones con las que contamos, el relato de los operadores sociales, de los profesionales que trabajan en prevención del de259

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lito, de los equipos técnicos de nuestro Organismo y de muchos chicos y chicas, aparece como muy fuerte la presencia de niños y niñas que ejercen la prostitución en determinados barrios de la ciudad de Buenos Aires. La pregunta es: así como hay una mirada más atenta en otros fenómenos, ¿por qué éste es un tema que no está puesto en la agenda pública y en las políticas públicas con mayor insistencia, ni es parte del debate cotidiano? ¿Por qué este tema aparece casi negado o invisibilizado? Esto tiene que ver con una dimensión cultural o ideológica. Entre sus causas podemos señalar: a. Aceptación acrítica de pautas culturales: por ejemplo la creencia de que la prostitución es la profesión más antigua del mundo. Aquí vamos a hacer una diferencia: hacer que un chico ejerza la prostitución es considerado abuso, hasta los dieciocho años. Y el Código Penal la considera delito. A partir de los dieciocho años, la prostitución no está penalizada en el Código Penal, la única referencia que puede ser colindante o no es el tema de exhibiciones obscenas, pero este es otro tema que está en otro apartado. En nuestra legislación la prostitución de las personas mayores de edad no es considerada un delito. Para las personas adultas se abre otra discusión vinculada a si tenemos que considerar la prostitución como un trabajo, si es necesario reglamentarla o si al hacerlo estaríamos aceptando la legalización de un trabajo que denigra y esclaviza a quien lo hace, tema al que luego nos vamos a referir. Pero de todas maneras esta línea que trazamos en los dieciocho años de edad no es tenida en cuenta, en la realidad cotidiana, por los que demandan sexo en los bares, en las plazas y en otros lugares donde la prostitución se ejerce. Entonces allí este concepto de que la prostitución es algo antiguo como nuestra civilización es una impronta que pesa mucho en la conciencia social. b. Desconocimiento de las relaciones de poder entre varones, mujeres, niños y niñas. El genero femenino ha sido históricamente conceptualizado en el lugar de proveedor de placer, objeto sexual u objeto de reproducción fundamental para la transmisión hereditaria, la constitución de las redes sociales. Esta característica subordinó a las mujeres a la esfera de lo privado. Lo público fue hegemonizado por los varones. c. La justificación de las supuestas “necesidades sexuales” de la población masculina. Y en este punto, vamos a ver que hasta hace po260

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co el hecho de que los varones llevaran a sus hijos con mujeres en ejercicio de la prostitución para que debutaran sexualmente era visto como una actitud coherente y que en el “imaginario social” está bastante aceptada, al igual que incluso señores casados que tienen alguna limitación en su relación sexual conyugal puedan desarrollar sus energías de otro tipo en ámbitos extramatrimoniales.

Tratados internacionales A lo largo del siglo XX ha habido una serie de intentos por pautar, normatizar el ejercicio de la prostitución con el objeto de mitigarlo, reprimirlo, contrarrestarlo. He anotado los primeros acuerdos internacionales. La primera acta-acuerdo internacional es de 1904. Después una “Convención sobre la represión de la trata de blancas” de 1910; una “Convención para la represión de la Trata de mujeres y niñas” de 1921 y, la más importante por la cantidad de Estados firmantes, la “Convención para la represión del tráfico de personas y de la explotación de la prostitución ajena” de 1949 (un año después de la “Declaración de los Derechos Humanos”). Este es el primer acuerdo internacional firmado por la mayoría de los Estados que integran las Naciones Unidas para poner límite a la explotación de la prostitución ajena. (Fíjense como van cambiando los nombres: “trata de blancas”, “trata de mujeres y niñas”, etc.). También he registrado algunos acuerdos internacionales importantes con respecto al tema: En 1966 fueron suscriptos los tratados internacionales sobre Derechos Civiles, Políticos, Económicos, Sociales y Culturales. (Este es el segundo grupo de Derechos Humanos.) En 1980, la Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación de la Mujer. Esta Convención Internacional que se aprobó en una sesión mundial de las Naciones Unidas en Copenhague (1979-1980), es quizá el hito fundamental en todo lo que hace al tema de la mujer (incluso algunos de sus artículos dieron la base jurídica para las leyes de salud sexual y reproductiva, para el ejercicio de derechos civiles, políticos, etc.). El marco jurídico que hace a nuestro tema de hoy está basado en la “Convención Internacional de los Derechos del Niño” (1989), de la cual leeremos el artículo 34: 261

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“Los Estados parte se comprometen a proteger al niño contra todas las formas de explotación sexual y abusos sexuales. Con este fin los Estados parte tomarán en forma particular todas las medidas apropiadas para impedir: a. la incitación o la coacción para que un niño se dedique a cualquier actividad sexual ilegal; b. la explotación del niño en la prostitución u otras prácticas sexuales ilegales; c. la explotación del niño en espectáculos o material pornográfico.” Este artículo, como ven, es muy general. Aunque precisa bastante sobre el tema, allí se une el concepto de abuso sexual con el de explotación. Pero comparado con otros artículos de la Convención Internacional referidos a Educación, Identidad, Salud, éste está muy poco elaborado en cuanto a su contenido. Por esta razón, se firmó en el año 2000 un Protocolo Facultativo de la Convención de los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en pornografía. Este Protocolo complementa lo que señalaba la Convención Internacional en el artículo 34. Quiero hacer una mención especial con respecto a la Declaración y Agenda de Acción del Congreso Mundial contra la explotación sexual comercial de niños que se firmó en Estocolmo en 1996. En este Congreso Internacional, participaron todos los Estados que pertenecen a la ONU junto con especialistas invitados y ONGs. Hay una red de estas organizaciones no gubernamentales que trabajan activamente en la lucha contra la prostitución infantil y juvenil. En esta Declaración y Agenda de Acción se acuerda una definición: “La explotación sexual comercial de los niños es una violación fundamental de los Derechos del Niño. Implica abuso sexual de parte del adulto y la remuneración en ‘metálico’ o en ‘especie’ al niño o niña y a una tercera persona o varias. El niño es tratado como un objeto sexual y una mercancía. La explotación sexual comercial de los niños constituye una forma de coerción y violencia contra los niños que puede implicar el trabajo forzoso y formas contemporáneas de esclavitud.” A partir de esta definición del Congreso Internacional de Estocolmo, se empezó a abandonar el término “prostitución infantil”. Aunque para mí si262

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gue teniendo más fuerza hablar de “prostitución infantil” porque tiene una carga condenatoria en sí mismo, los especialistas en el tema y el Movimiento de mujeres cuestionan la utilización del termino “prostituta” porque sólo hace referencia a quien ejerce esta actividad (se pone la carga en quien vende su cuerpo y no en quien está detrás de esa relación de opresión o este intercambio comercial). Por esto se eligió el término “explotación sexual”, que pone la carga en quien utiliza, abusa, explota el cuerpo de niños, niñas, jóvenes y mujeres. Observen cómo el lenguaje tiene que ver con el contexto y el contenido que le vamos dando. A pesar de todo lo anterior, les aclaro que a veces yo sigo usando el término “prostitución”. Para quienes quieran profundizar sobre el tema pueden obtener en la sede del Consejo, solicitándolas con la suficiente anticipación, copias de la Declaración del Congreso Internacional de Estocolmo en forma completa; también se encuentra el Plan de Acción suscripto por los Estados parte y un excelente trabajo de Silvia Chejter, publicado por UNICEF, cuyo título es “La niñez prostituida”. En este trabajo, la palabra “prostituida” del título invierte la carga y señala cómo la niñez es el objeto de esta manipulación. Después de la Declaración de Estocolmo y antes del Protocolo Aclaratorio de la Convención Internacional sobre Explotación sexual y pornografía infantil, la OIT suscribió un Convenio donde definió las “peores formas del trabajo infantil”. Allí se plantean una cantidad de sanciones y recomendaciones a los Estados parte para evitar y erradicar estas “peores formas de trabajo”. En el artículo tercero dice: “A los efectos del presente Convenio, la expresión ‘peores formas de trabajo infantil’ abarca: a. (Aquí se mencionan otras tareas.) b. la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución, la producción de pornografía o actuaciones pornográficas; c. el trabajo que por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo es probable que dañe la salud, seguridad o la moralidad de los niños.” ¿Por qué cité este texto? En primer lugar, porque me parece que es bueno que se conozca, porque este es un tema que está en discusión en el mundo. De hecho los Ministerios de Trabajo de muchos países tienen a su cargo programas relacionados con esta temática. 263

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En otro aspecto, porque esto plantea un fuerte debate entre las organizaciones que trabajan en el tema de la infancia y los especialistas, ya que la mayoría de éstos no aceptan que se considere que la “prostitución infantil” sea un trabajo. Personalmente, considero, sin lugar a dudas, que no se lo puede calificar como un trabajo sino como una de las formas de explotación y abuso sexual que se establecen a partir de una relación de poder. Cuando este tema se aborda en el universo de los adultos, de las mujeres que ejercen la prostitución, también se genera el debate acerca de si se puede considerar que esta actividad sea un trabajo. En realidad, para las mujeres que ejercen la prostitución es un modo de subsistencia, una de las únicas maneras que han conocido en su vida para poder sustentarse y sustentar a sus hijos. Pero la palabra “trabajo” aplicada a la prostitución sigue siendo muy cuestionada por organizaciones de mujeres, aunque aclaro que muchas personas sostienen que hay que abordar el tema desde una mirada que incluya a la prostitución como una forma de trabajo. Lo que ocurre es que esta conceptualización implica una serie de consecuencias. Por ejemplo, si la prostitución de adultos es un trabajo, esto implica que debe ser reglamentado, tener regulaciones por parte del Estado con respecto a la salud y a la vida de las mujeres que la ejercen. Durante los años ‘90, en la ciudad de Buenos Aires, este tema fue muy discutido cuando se sancionó el Código Contravencional o Código de Convivencia Urbana. La polémica se instaló en los medios de comunicación de modo negativo, ya que había una fuerte presión de parte de la Policía porque al derogarse los “edictos policiales” se acababa una fuente de ingreso para quienes “controlaban” clandestinamente las “paradas”, los lugares, etc.; una caja generada a partir de una contribución económica semanal, diaria, mensual, de las mujeres. En el momento en el que estaba en discusión, se planteaban diversas opiniones denominadas “reglamentaristas”, como la de los que querían poner “zonas rojas”, libreta sanitaria, etc. Como legisladora, junto con muchas representantes del movimiento de mujeres y organismos de derechos humanos pensamos que reglamentar esto era, de algún modo, ponerle reglas a un trabajo que asociamos con alguna forma de esclavitud, con formas denigratorias de subordinación de la mujer. La corriente “abolicionista” sostiene que la prostitución es una actividad que denigra, perjudica y traumatiza la vida de quien la ejerce; por esto señala que hay que luchar por una sociedad donde el cuerpo de una mujer o de una joven o de una niña no sean una mercancía que se compra y se vende. Esta discusión está en la bibliografía sugerida para esta clase y también es parte de los debates actuales sobre el tema. 264

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En síntesis, la prostitución en niños y niñas menores de dieciocho años es concebida como un delito para quien explota, y es abuso sexual tanto del cliente como del proxeneta. Por esta razón la incorporación de parte de la OIT de la prostitución como una de las “peores formas de trabajo” reavivó la discusión. Les menciono todo esto para que observen qué complejo es este tema.

Código Penal En la Argentina, el Código Penal fue reformado en 1999. Se modificó todo el capítulo de lo que se llamaban “Delitos contra la honestidad” que ahora se llaman “Delitos contra la integridad sexual”. En el artículo 27, se reprime al proxenetismo: “Será reprimido con prisión de tres a seis años el que explotare económicamente el ejercicio de la prostitución de una persona mediante engaño, abuso coactivo o intimidatorio de una relación de dependencia, de autoridad, de poder, violencia, amenaza o cualquier otro medio de intimidación o coerción”. Hago un comentario respecto de una denuncia penal que promovimos desde el Consejo en el año 2000: una mujer (en el típico movimiento de proxenetismo y trata de niños y niñas) había convencido a una jovencita cordobesa de ir a su casa para trabajar en el servicio doméstico. En la casa de esta mujer, la joven encontró que allí vivían otras tres chicas un poquito mayores que ella (que en ese momento tenía quince años) ejerciendo la prostitución en la calle. Luego ella fue conminada a acompañar a las otras chicas para buscar clientes en la zona de Flores y conseguir así su sustento. Tres días después esta chica fue encontrada por un patrullero de la policía, quien la derivó a nuestro Consejo. (Aclaración: como los menores de dieciocho años no son punibles en el tema contravencional, cuando se encuentra a chicos o chicas vinculados a una situación contravencional, éstos deben ser remitidos al organismo que la Constitución prevé para tal fin que es el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. Esto se hizo para evitar que estos chicos o chicas ingresen al sistema judicial. Por este motivo, la policía no puede tomar decisiones con respecto a los chicos y chicas menores y nos tienen que derivar aquellos que fueron encontrados en situaciones contravencionales: una patota que provoca ruidos molestos, etc.) Cuando nuestro equipo profesional en el CAT y la guardia de abogados escuchó el relato de la joven cordobesa, se pudo formular una denuncia penal, paso en general difícil de lograr, ya que para realizar una denuncia hay que asegurarse de que la víctima de la situación de abuso 265

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sexual se anime a presentarse como testigo y parte acusadora. Finalmente la proxeneta estuvo presa durante un año y ocho meses. En la sentencia, el Tribunal Oral que intervino utilizó el artículo 27 para darle a la mujer la pena mínima de tres años, porque en el juicio se logró probar que la chica tenía la obligación de pasarle la mitad de lo que recaudaba en la calle. Es decir que se la condenó por “explotación económica”, y no por corrupción o abuso. Por lo tanto, con buena conducta salió en libertad en un año y ocho meses. A mi entender, con esta sentencia quedó desdibujado el tema del abuso porque todo el eje estuvo puesto en el tema de la explotación sexual comercial. A pesar de todo esto, podemos decir que ésta es una de las pocas sentencias con condena relacionadas con este tema que tenemos en la Ciudad de Buenos Aires. Un tema que se infiere de todo lo anterior es por qué se denuncia poco y por qué es tan difícil constituir pruebas.

Explotación sexual Causas Vamos a hablar de las causas de la explotación sexual. La Declaración de Estocolmo habla de tres grandes grupos de causas: a. El primer grupo es el que tiene que ver con la pobreza, las desigualdades económicas y las migraciones rurales hacia los grandes centro urbanos. c. El segundo grupo es el que tiene que ver con la “disfuncionalidad familiar” (tal como lo nombra la Declaración de Estocolmo). A veces nosotros preferimos el término “desestructuración familiar” o “situaciones de conflictividad familiar”. d. El tercer grupo de causas tiene que ver con la discriminación de género, el comportamiento sexual masculino irresponsable (esto es textual). En la bibliografía sobre el tema, en las investigaciones más recientes hay algo coincidente con lo que se decía en esa Declaración de Estocolmo; es el tema de que la pobreza es una condición habitual en el mundo de los chicos y chicas que son prostituidos, pero no es la única causa o condición,ya que son chicos y chicas que han vivido además, en su historia, situaciones de maltrato o violencia familiar. 266

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Yo me voy a detener, en esta charla, en el segundo y tercer grupos de causas. La Declaración de Estocolmo se hizo en 1996 y hoy en día notamos que la pobreza y las desigualdades económicas se han acentuado enormemente; de este tema creo que tenemos numerosos elementos. Con respecto al tema de la conflictividad familiar, que es una de las causas que llevan a chicos y chicas a la prostitución o a situaciones de vulnerabilidad, Silvia Chejter en su trabajo La niñez prostituida basa su investigación en 326 entrevistas a chicos, chicas, mujeres jóvenes, funcionarios, clientes. Allí se hace referencia a los distintos tipos de familia. Aquí yo tomé simplemente una síntesis que coincide con la afirmación anterior de que la pobreza no es la única causa que lleva a chicos y chicas a la prostitución sino que hay un conjunto de situaciones familiares que son constantes en el relato de los chicos: rechazo al modo de vida y a los valores que la familia les propone, abandono, maltrato, expulsión de la familia por incesto o abuso sexual, alta conflictividad familiar, autoritarismo familiar exacerbado. Sobre este tema hay una investigación anterior de 1992. Está sintetizada en Políticas y Niñez, de Eva Giberti, 1997. El trabajo al que me estoy refiriendo es de Lucía Labruna de Andra y se llama “Prostitución en la niñez: una realidad soslayada”. Esta investigación parte de cuarenta y cinco entrevistas en las que se reiteran los factores generadores de conflictos familiares: violencia, maltrato, abandono, negligencia, abuso sexual, y también confirma la existencia de historias de vida caracterizadas por situaciones de violencia familiar. Con respecto a la discriminación de género, si bien creo que ustedes, por ser profesionales y docentes, han recorrido ya bibliografía sobre el tema, me pareció importante dedicar un tiempo en este seminario a algunos conceptos sobre los que hoy se habla mucho, pero se profundiza poco. Yo tomé la definición de género de Gerda Lerner, una historiadora autora de un libro maravilloso llamado El origen del patriarcado, en el cual se pregunta cuándo empezó la subordinación de la mujer, cuándo el cuerpo de la mujer fue utilizado como mercancía. Entonces se puso a investigar las fuentes del Tercer Milenio antes de Cristo: fuentes de los sumerios, de los egipcios, de los hititas; y llega a conclusiones muy interesantes. Gerda Lerner define al género como “La definición cultural del comportamiento que se asigna como apropiado a cada sexo dentro de una sociedad determinada y en un momento determinado. El género es un conjunto de papeles sociales, es un disfraz, una máscara, una camisa de fuerza dentro de la cual hombres y mujeres bailan una danza desigual”. 267

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

Obviamente, hay en esta definición una parte más literaria y otra más conceptual. En principio se distingue al género de lo biológico, ya que el género es una construcción cultural que es distinta según la época, el lugar geográfico, etc. Ana María Fernández, en su Teoría de los Géneros, separa las cualidades que históricamente se pensaban como atributos inherentes a la condición de ser mujer o a la condición de ser varón. Si recorremos la historia con una mirada crítica nos damos cuenta de que hay características que tienen que ver con una cultura, con una visión crítica, con una sociedad en un determinado momento. Al varón se le atribuyó el mundo de la cultura, de la creación cultural; a la mujer, el mundo de la naturaleza. Nuestra capacidad reproductiva quizá haya sido la virtud que funcionó como trampa inicial. Al varón se le atribuyó el mundo de la abstracción, del razonamiento; a la mujer, el mundo de la intuición, de lo sensitivo. (Aquello de que las mujeres somos más sensibles, nos emocionamos más. Las mujeres lloramos; los varones, no. Esto lo hemos escuchado hasta el cansancio.) El varón tuvo el lugar del sujeto; la mujer, del objeto. El varón constituyó un individuo; la mujer, constituyó el género femenino. Al varón se le atribuyó la metáfora; a la Mujer, la metonimia. (La metáfora es la representación abstracta de algo que se quiere nombrar. La metonimia es una representación parcial de algo.) Por esto históricamente ha parecido que el hombre fuera el todo; la mujer, solamente una parte. Es a partir de la nueva visión de las relaciones entre los géneros que se ha construido un lenguaje “no sexista”. Los y las especialistas insisten en decir “niños y niñas”, “todos y todas”, con el objetivo de dejar de nombrar con el sustantivo masculino a la “voz de la otra mitad de la humanidad”. Como consecuencia de los anteriores atributos, al varón se le atribuyó la esfera de lo público; a la mujer, la esfera de lo privado. Quizá hoy esto parezca exagerado, pero pensemos que las mujeres fuimos consideradas incapaces jurídica y políticamente hasta la primera mitad del siglo XX. En Argentina, hasta 1947 no podíamos votar ni ser votadas. Además hubo que esperar hasta 1986-1987 para equiparar derechos civiles con nuestros compañeros varones (como la patria potestad compartida). Nuestras madres y abuelas durante gran parte de sus vidas no pudieron ejercer sus derechos políticos porque no eran consideradas ciudadanas. En este sentido, durante el siglo XX se avanzó en un conjunto de equiparaciones. Hay un texto de Diana Maffía, filósofa, pionera en el tema del feminismo y actualmente Defensora adjunta del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, cuyo título es “Capacitación política para mujeres”. Allí hay un artículo que se llama “De los Derechos Humanos a los Derechos de las Humanas”. La autora re268

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lata una situación poco conocida de las sesiones de la Asamblea Nacional en Francia en el contexto de la Revolución de 1789: Olimpya de Gouches, una asambleísta, promovió una Declaración de los Derechos de las Mujeres y Ciudadanas (así como se había aprobado una Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano). Su moción fue rechazada por amplia mayoría. Después vinieron los años del terror, en los que fueron ejecutados miles de activistas franceses de distintas líneas. En ese entonces, Olimpya de Gouches, que estaba en una línea más moderada, fue sentenciada a muerte. Entre las razones de su sentencia se mencionó el hecho de haber opinado en temas no propios de la condición femenina. Desde 1789 llegamos hasta 1947 para que se produzcan cambios en el ámbito de los derechos políticos. Y todavía podemos decir que hay un retraso muy fuerte en temas sociales y económicos. Hay otro concepto que quiero incorporar: si hablamos de género, hablamos de patriarcado. Por patriarcado entendemos, según definición de Gerda Lerner: “la manifestación y la institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y los niños de la familia y la ampliación de ese dominio masculino a la sociedad en general”. El patriarcado, entonces, sería el sistema en general, y la perspectiva de los géneros sería la construcción cultural que hace cada sociedad en particular sobre la conceptualización del varón o de la mujer. ¿Por qué quise incorporar el término patriarcado? Porque, en realidad, ese sistema que controló, que disciplinó, que reguló, que puso a los varones en el espacio de lo público, en el espacio de lo racional, en el espacio del sujeto activo, también puso a la mujer en el ámbito de la naturaleza, de lo reproductivo y del objeto sexual. Así como durante generaciones el sistema patriarcal aseguró determinadas conductas que eran las “normales” y moralmente aceptadas, también se ocupó de aceptar que “era necesario que hubiese mujeres cuyo sexo se utilizara para satisfacer las demandas masculinas que en la vida del matrimonio tradicional eran difíciles de satisfacer”. Por eso, incluí esta opinión: “En su origen, el patriarcado tuvo como objetivo central dominar, utilizar el cuerpo de las mujeres como objeto sexual y reproductivo”. El control del cuerpo de las mujeres recorre la historia de la humanidad. Por esta razón, asistimos durante décadas y seguimos asistiendo a interminables debates sobre si brindar a las mujeres anticonceptivos en forma gratuita en los hospitales públicos y asegurarles el 269

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

derecho de elegir cuántos hijos tener y cuándo hacerlo. Recién en 1998 tuvimos una ley sobre salud reproductiva en la Ciudad de Buenos Aires y sólo más tarde, en el año 2003, fue una ley nacional. El cuerpo de la mujer siempre trató de ser controlado por el patriarcado y las instituciones que lo representan. Todo lo que dijimos fue aceptado, tolerado y sacralizado durante siglos; tiene un sustrato ideológico muy profundo. Por esta razón el tema de la utilización del cuerpo de las mujeres o jovencitas como mercancía no produce una indignación generalizada. Estoy segura de que en algunos ámbitos, cuando aparece un caso de prostitución juvenil no se produce el mismo rechazo que ante un caso de incesto. Volviendo al tema de la explotación sexual comercial, hay un nivel de captación. Por ejemplo, hace muy poquito detectamos en Misiones a una pareja de la zona de Avellaneda que viajaba a esa provincia para “captar” jovencitas para el servicio doméstico. Cuando las chicas llegaban a Buenos Aires se veían obligadas a ejercer la prostitución. Esta forma de reclutamiento que aparecía en antiguas historias hoy sigue existiendo y quizá haya recrudecido. Hay en la actualidad varias denuncias vinculadas al tráfico internacional de mujeres. Ustedes habrán observado que durante un período hubo mucha afluencia de mujeres dominicanas a nuestro país y a otros lugares del mundo. El dinero que estas mujeres envían a su país de origen es uno de los ingresos más importantes del PBI local. En el trabajo de Silvia Chejter aparecen amigos, novios, agencias de espectáculos y hasta el propio padre o la madre como agentes de captación. Otro nivel es el de la explotación. En este aspecto, hablamos de proxenetas, intermediarios, intermediarias. Una de las operadoras del Consejo con mayor experiencia relata que en la zona de Constitución, desde hace un año, aparecen mujeres grandes que fueron prostitutas, pero que ahora no tienen clientes y han encontrado como forma de subsistencia el captar jovencitas e intermediar entre otro proxeneta y las chicas. El tercer nivel del circuito es la demanda. En todos los trabajos de los últimos años con respecto al tema, se hace poco hincapié en los clientes. Pero si no hubiera quienes demandan, no existiría la prostitución infantil y juvenil. Elegí tres fragmentos pequeños de las entrevistas de Silvia Chejter que tienen que ver con la descripción que hacen los mismos chicos y chicas de los clientes. “En general son hombres casados. Hay gente que viene exclusivamente y te hablan, te hablan” (Carolina, 25 años). Corcho, un poco 270

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mayor, dice: “Son abogados, policías, gente que trabaja. No va ninguno en bicicleta ni en un carro a levantar. Todos van en coche”. Sharon, de 17 años: “Yo no sabía que a los tipos les gustaban así, pibitas. Pero les gustan porque no les pagan nada. Se las llevan y les dan unas monedas, lo mismo que para abrir la puerta o para comprarles una pavadita a los tipos que venden comida. Se aprovechan y se llevan a los pibitos y a las nenitas”. Yo entrevisté muchas veces a mujeres de AMMAR, la Asociación de Meretrices que lucha por los derechos de las mujeres (están adheridas a la CTA y tienen una cantidad de programas vinculados a la prevención del HIV). La descripción que ellas hacen de los clientes es coincidente: varones de distintos sectores sociales, la mayoría casados, muchos “acomodados” económicamente. El año pasado organizamos desde el Consejo un Programa vinculado al acompañamiento y asistencia de las víctimas de explotación sexual. Mencionaremos ahora alguna de las estadísticas registradas en nuestras Defensorías, la Guardia Permanente y el CAT (centro de atención transitoria) sobre el tema de violencia, abuso sexual, etc. Son datos del 2002. El total de casos es de 1.575, agrupados en: violencia familiar (967), víctimas de negligencia y maltrato (381), víctimas de delitos contra la integridad sexual (178), víctimas de explotación comercial sexual (solamente 13). Por eso les decía que nos preocupa mucho la dificultad para detectar, para denunciar y prevenir la explotación sexual. Así como se ha avanzado mucho en la denuncia de las situaciones de abuso sexual y de violencia familiar, nos falta mucho camino para la detección, apoyo de las víctimas y denuncias contra proxenetas y clientes sistem áticos. En el CAT la policía, las escuelas, etc. derivan a los chicos y chicas que están viviendo una situación de emergencia o que carezcan de protección familiar. Allí se alojan durante unos días o unas horas (lo que sea necesario). El CAT tiene registradas, en el 2002, 16 situaciones de abuso y explotación sexual. La Guardia Permanente, que es el equipo de abogados que funciona las veinticuatro horas de todos los días del año, tiene registradas en ese mismo año 23 víctimas contra la integridad sexual, 33 víctimas por negligencia y maltrato, 83 víctimas de violencia familiar, 28 víctimas de explotación sexual comercial. Es decir que la relación vuelve a ser muy baja, pero no es porque no existan casos. Si nos quedáramos con estas cifras, diríamos que hay más delitos de abuso sexual y violencia, pero no es así, por271

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

que el trabajo de calle indica lo contrario. En el grupo de chicas y chicos asistidos hay un numero significativo de chicas “travestis”: adolescentes que asumen una identidad femenina y que encuentran todo tipo de dificultades para su desarrollo educativo social o laboral. El Programa de prevención y acompañamiento a víctimas de explotación sexual que lanzamos desde el Consejo el año pasado se propone: a. Efectuar un relevamiento de los ámbitos de concentración de la prostitución. Para lo cual tomamos tres zonas (Palermo, Constitución y Flores). b. Tomar contacto con niñas, niños y adolescentes a fin de darles asistencia y orientación. c. Articular acciones con otras áreas del Gobierno: Dirección de Prevención del Delito, Procuración Nacional. Es interesante notar que Dirección de Prevención del Delito del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires puso en este programa sus coordinadores de los barrios de Flores, Constitución y Palermo porque veían con mucha preocupación el tema de la violencia contra las chicas y los chicos, el tema de la prostitución. Observaban que el tema no era tomado con fuerza y por lo tanto no se debatía en los CGP ni en las Asambleas Vecinales. En este momento, estos coordinadores de Prevención del Delito están recorriendo estas zonas con nuestros operadores, tomando muchos recaudos porque detrás del jovencito o la jovencita está el proxeneta y también puede haber inplicada alguna autoridad de la zona; por esto a veces las chicas y los chicos no quieren hablar, por temor a las represalias. También estamos articulando acciones con las ONGs, como las Hermanas Adoratrices y las Hermanas Oblatas, que son dos congregaciones religiosas que desde hace décadas están trabajando en el tema de acompañar a mujeres y chicas víctimas de la prostitución. Estas religiosas tienen una visión del tema de los géneros, de los derechos de las mujeres y los chicos realmente coincidente con todos los tratados que mencionamos antes. d. Implementar acciones de concientización y difusión sobre los derechos vulnerados. e. Capacitar a profesionales y operadores de los Servicios de Infancia y Adolescencia en prevención y orientación. Algunas de las denuncias que llegan a nuestras Defensorías a través de la Guardia Permanente vienen a través de las escuelas secundarias. Hay 272

11 . María Elena Naddeo

chicas que se han animado a contar su historia a una profesora o a una preceptora. Por este motivo, me parece un espacio importante el que se ha abierto en las escuelas a partir de talleres participativos realizados en los últimos años. Estos espacios permiten a los chicos saber que hay profesionales a los que pueden recurrir si necesitan ayuda.

SIN DEMANDA NO HAY PROSTITUCION INFANTIL EXPLOTAR SEXUALMENTE A NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES ES UN DELITO Comuníquese Línea 102

gobBsAs

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Malos tratos contra niños y contra niñas*

Lic. Eva Giberti

En el Congreso Europeo acerca de la Salud Mental del Niño que se realizó en 1952, se mencionó el castigo corporal como un estímulo y una autorizacion para que los adultos violentaran a los más pequeños. Posteriormente se editó la recopilación de los trabajos que se habían presentado en dicho encuentro, y fue Piaget quien tuvo a su cargo el prólogo del texto; él decía: “Si el empleo del castigo corporal debe ser condenado en la familia y en la escuela, no es esencialmente porque pueda perjudicar a ciertos individuos más o menos desequilibrados —niños, adolescentes, adultos—, lo que sería grave para ellos y para la sociedad, sino porque estimula la agresividad en su aspecto brutal y desmiente el respeto a la persona humana, sancionando un comportamiento que va en sentido contrario a tal respeto”. La ideología que reinaba en ese entonces acerca de “la niñez”, sin discernir todavía la diferencia entre niños y niñas, remitía a una visión de la niñez como período etario necesitado de ser dirigido, corregido y orientado por los adultos, desde una perspectiva tutelar, salvacionista, sin consideración alguna acerca de sus derechos. Recién en 1959 se redactó, por deci(*) Este artículo se incluye como complemento de los textos anteriores. No corresponde a una conferencia. 1987. 275

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

sión de Naciones Unidas, una Declaración a favor de “la niñez”, ahora apoyándose en la Declaración Internacional de Derechos Humanos. Hasta ese momento se trataba de declaraciones, afirmaciones retóricas y buenas intenciones; pero en 1953 el radiólogo Silverman advirtió extrañas fracturas de los huesos que presentaban algunos niños. Fue el antecedente de los trabajos de Kempe, creador de la expresión síndrome del niño golpeado. En un primer momento se adjudicó la frecuencia del maltrato a psicopatologías de los padres, hasta que los estudios permitieron reconocer que el maltrato no estaba obligatoriamente ligado a psicopatologías sino a otras razones habituales en la dinámica de la vida familiar. En la década del ‘60 llevamos a cabo una encuesta que se inició en el Hospital de Niños, donde se interrogaba a madres de clases populares, e incluyó dos consultorios privados (clases altas y medias), intentando sondear las respuestas de las madres acerca de los castigos mediante los cuales sancionaban a sus hijos. Supusimos que ellas deformarían sus respuestas y que nos negarían sus prácticas violentas. No sucedió de ese modo. El 98 por ciento de las madres admitió castigar a sus hijos de diversas maneras, aun sabiendo, según consta en las respuestas, que el castigo no educa y que además ellas pegaban cuando “se ponían nerviosas” (Giberti, E.: 1965, 2002). Esas contestaciones maternas nos autorizaron a registrar una realidad constitutiva de organizaciones familiares que, en aquella época, no recurrían al simulacro; por el contrario, se afirmaba: a los chicos y a las chicas se les pega porque una adulta (madre) “se pone nerviosa”. A sabiendas que esa práctica no educará positivamente a los hijos, aliviaba en tanto y cuanto generaba la satisfacción que el ejercicio del poder suscita. La apelación a la racionalidad materna cuando se posicionaba a la madre como sujeto de encuesta, nos conducía a respuestas que, si bien podemos consignar como ceñidas a las pautas educacionales de la época, por ese mismo motivo demostró el beneplácito racional ante los castigos. El pacto quedaba consagrado entre quienes precisaban pegar “para aliviarse”, o sea, por su propio bien (según la frase con destino inverso: se castiga a los chicos por el bienestar de la adulta), y las prácticas sociales que garantizan la impunidad del sopapo “a tiempo” omitiendo las restricciones morales que derivan del trato con quienes son vulnerables de toda vulnerabilidad (Giberti, E.: “Los malos tratos contra niños y niñas”, en Actualidad Pscicológica, noviembre 2002). La comparación, 40 años después, cuando la Convención intentó reconocer a los niños como sujetos con derechos, focalizó un tiempo cualitati276

12 . Eva Giberti

vamente diferenciador respecto de lo que encontrábamos en la década del ‘60. Lo cual no modifica la matriz del sujeto humano: el estado que Freud (1895, Proyecto de Psicología Científica, Ed. Amorrortu) nombró “desvalimiento o estado de desamparo” no dispone de los mecanismos psíquicos y físicos ni del reconocimiento social para ser comprendido y respetado. El incremento de cursos, conferencias y encuentros acerca de los malos tratos y abusos que padecen niñas y niños nos advierte acerca de la necesidad de profundizar el conocimiento del tema; si bien es notorio el déficit que encontramos en el ámbito de la prevención. La presencia de padres que regresan a sus hogares sobrellevando la saturación que sus actividades les producen, sumada a las tensiones propias del temor que el riesgo de perder la estabilidad laboral significa, nos enfrenta con familias que sólo pueden responder a las demandas infantiles mediante el grito o el golpe. Acumulando violencias al mismo tiempo que gestan una atmósfera que impregna la vida de innumerables niños y niñas durante meses y años. La intoxicación emocional y mental que tal atmósfera genera no siempre se reconoce como maltrato; sin embargo se instala como una constante que define lo que podríamos llamar el estado de ánimo de los niños y niñas que la sobrellevan. Ya sea mediante respuestas agresivamente descontroladas o incorporando un entristecimiento general en sus experiencias cotidianas. La investigación realizada por Fonagy (Psicoanálisis, focos y aperturas, Ed. Agora, Uruguay, 2002) en la Clínica Menninger, con niños entre 5 y 8 años, evidenció que aquellos que habían sido maltratados padecían déficits específicos en las tareas que requerían mentalización, en particular aquellas criaturas que habían sufrido abusos sexuales. Las conclusiones obtenidas le permiten sugerir que el maltrato podría conducir a que estos niños se “retirasen del mundo de la mente”. Entre las conclusiones, la necesidad de proximidad de estas criaturas persiste y tal vez aumente como consecuencia del sufrimiento causado por el abuso. La proximidad mental se vuelve “insoportablemente dolorosa” y la necesidad de acercamiento se expresa a nivel físico. Lo que conduce, paradojalmente, a que el niño o la niña se sienta empujado a mantener una cercanía fisica con el abusador. La conclusión más significativa quizá sea: “La contradicción entre la búsqueda de proximidad en los niveles físico y mental está en la raíz del apego desorganizado que tan consistentemente se encuentra en los niños que han sufrido abuso”. La hipótesis inicial propuesta por estas investigaciones sostuvo lo que habría de concluirse: Es posible suponer que los estados mentales de organizaciones familiares violentas tendrán características peligrosas para 277

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

los niños al reconocer el odio o los deseos asesinos involucrados en las conductas de maltrato que fuerzan a la criatura a verse a sí misma como poco valiosa y poco merecedora de amor.

Perspectivas maltratantes que no se analizan como tales Los estudios privilegian el análisis de los padecimientos durante la edad del deambulador, el niñito o la niñita que concurren al jardín de infantes y la niñez propia de los primeros años de vida hasta la pubertad. Pero se ignoran los malos tratos hacia los recién nacidos y lactantes que recién suelen repertorizarse a partir de la muerte de bebés por golpiza o por ser sacudidos contra una pared; la posterior intervención policial queda a cargo del hecho. Esta índole de maltrato se incorpora jurídicamente en la categoría de violencia física productora de muerte, pero desconocemos el destino de hermanas o hermanos de ese bebé. Se advierte la escasa importancia que se otorga a las maniobras con los recién nacidos, responsabilidad de aquellos pediatras, nurses, enfermeras que pueden maltratar por exacerbación técnica; o bien la existencia de maniobras psicosociales y jurídicas que en algunas oportunidades están destinadas a separarlos de sus madres “negras y pobres, para que estén mejor con una buena familia”. Hechos que pueden ser verificados por jueces que han debido intervenir en busca de la restitución de bebés tramitados según lo expuesto. Estos malos tratos posibles no han sido repertorizados, si bien existen documentos que internacionalmente se refieren al tema. Por otra parte, la tendencia a generalizar los efectos del maltrato contra niños y niñas, como si las consecuencias sobre ambos fuesen equivalentes o iguales, visibiliza la desmentida, la negación y/o el sexismo encubierto de quienes así proceden. Mecanismos que impiden conectarse con informaciones internacionales y epidemiológicas. Reproduzco el último informe (1998) de Save the Children: “Las niñas sufren de una y media a tres veces más abusos sexuales que los niños. Se dan en todas las edades, pero más frecuentemente entre los 10 y los 13 años. En el 46% de los casos, se repiten más de una vez sobre la misma víctima.” Se refiere a España.

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12 . Eva Giberti

“Los abusos tienen efectos diferentes para niños y niñas. Los niños varones que han sido agredidos es más probable que abusen de otros menores y suelen mostrarse agresivos, mientras que las niñas suelen sentir depresión y ansiedad. El hecho de ser niña es, indudablemente, uno de los factores que hace mucho más probable llegar a ser víctima de abusos sexuales. Los resultados de los estudios coinciden en que las mujeres sufren el abuso sexual infantil de una y media a tres veces más que los hombres. Un sondeo nacional del Gobierno Federal de Estados Unidos mostró, por ejemplo, que, en este país, las niñas sufren tres veces más abusos que los niños.” Tanto el desconocimiento cuanto la negación de estos dos últimas perspectivas: el maltrato contra los bebés y el intento de globalizar los efectos de las violencias y abusos contra niñas y niños sin diferenciar las caracteristicas por género, autorizan a comparar las modalidades de aquellas madres de los años ‘60 que parecían no reconocer la gravedad de sus conductas, con el estilo silenciador e invisibilizador de la realidad por parte de quienes dicen de sí mismos que investigan en este tema. Cabe preguntarse: ¿cuáles serán las lógicas que regulan los pensamientos de quienes no advierten las diferencias entre niños y niñas y se desentienden de los malos tratos contra los bebés, justamente aquellos que carecen de lenguaje para denunciar a padres y profesionales maltratantes? Quizá sea posible organizar una duda que contenga estos interrogantes junto con aquellos que nos conducen a preguntarnos acerca de la ausencia de técnicas y modalidades en prevención del maltrato y del abuso sexual, como si se descontara que será una tarea improba, dada la necesidad de ejercer poder que ponen en práctica los adultos maltratadores. Sin cejar en las permanentes enseñanzas que, desde la responsabilidad, debemos producir.

279

Selección bibliográfica de textos acerca de maltrato y abuso sexual contra niños y niñas que pueden encontrarse en Buenos Aires

BARUDY, J.: El dolor invisible de la infancia. Una lectura ecosistémica del maltrato infantil. Paidós. Barcelona. 1998. BRINGIOTTI, M. Inés: Maltrato infantil. Paidós. Bs. As. 2001. BRINGIOTTI, M. Inés: La escuela ante los niños maltratados. Paidós. Bs. As. CANTON DUARTE, J.; CORTES, A.: Malos tratos y abuso sexual infantil. Siglo XXI. Madrid, 1997. CIRILLO, S.; DI BLASIO, P. (1991): Niños Maltratados. Paidós. Buenos Aires. CHEJTER, S.: La voz tutelada. Ed. Gráficos y servicios. Bs. As. 1996. CHEJTER, S.; PAGGI, P.; VIAR, J. P. (2000): Violencia hacia niñas, niños y adolescentes. Elementos básicos para su atención en el sector salud. Ministerio de Salud. Bs. As. 2000. DE MAUSE, L. l.: Historia de la infancia. Alianza. Madrid. 1994. FERNANDEZ, E. D.: De los malos tratos en la niñez y otras crueldades. Ed. Lumen Humanitas. Bs. As. 2003. GIBERTI E.; LAMBERTI, S. y otros: Incesto paterno filial contra la hija-niña. Ed. Universidad, Bs. As. 1998. GIL, E.: Tratamiento sistémico de la familia que abusa. Granica, Bs. As. 1997. GLASER, D.; FROSH, S. Abuso sexual de niños. Paidós. Buenos Aires, 1997. Colección Psicología, Psiquiatría y Psicoterapia. 281

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

GROSMAN, C.; MESTERMAN, S.: Maltrato al menor. Ed. Universidad. Bs. As. INTEBI, I.: Abuso sexual infantil. Granica. Bs. As. 1998. INTEBI, I.; OSNAJANSKI, N. (2003): “Maltrato de Niños, Niñas y Adolescentes”, Cuadernos de Capacitación Familias del Nuevo Siglo. ISPCAN. LAMBERTI, Silvio; SÁNCHEZ, Aurora (compiladores): Violencia familiar y abuso sexual. Ed. Universidad. Bs. As. 1998. LAMBERTI, S. (compilador): Maltrato infantil (Riesgos del compromiso profesional). Ed. Universidad. Bs. As. 2003. LOUREIRO, R.: Lo que pasa en casa; de la violencia que no se habla. Ed. Psicolibros. Montevideo, Uruguay. 2003. MEDEM, José Manuel Martín. La Guerra contra los niños. La impunidad de la violencia en la miseria, El Viejo Topo, Barcelona, 1998. MARCHIORI H.: “Asistencia victimológica”, en Criminología. Marcos Lerner, Cordoba, 1999. OTERO, M. Federica (coord.): Infancia: vulneración de derechos e intervenciones en la urgencia. Espacio Editorial. Buenos Aires. PERRONE, R. y NANNINI, M.: Violencia y abuso sexual en la familia. Paidós. Bs. As. 1997. PODESTA, M.; ROVEA, O.: Abuso sexual infantil intrafamiliar. Abordaje desde el Trabajo Social. Espacio Editorial. Buenos Aires. ROZANSKI, C. A.: Abuso sexual infantil. Ed. B. Argentina. Bs. As., 2003. SANZ, D. y MOLINA, A.: Violencia y abuso en la familia. Lumen/Humanitas, Buenos Aires, 1999. TONON, Graciela: Maltrato infantil intrafamiliar. Propuestas de intervención. Espacio Editorial. Buenos Aires. VOLNOVICH, Jorge: Abuso sexual en la infancia. Ed. Lumen, Bs. As. 2002.

282

Indice

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Dr. Aníbal Ibarra [Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires]

5

Resumen histórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

7

Los Cursos del Consejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

9

Una pregunta engañosa acerca del maltrato y el abuso sexual contra niños y niñas . . . . . . . . . . . . . . . . . . Lic. Eva Giberti

13

Palabras inaugurales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Prof. María Elena Naddeo 1. Abuso sexual y malos tratos: respuestas institucionales en el marco de un circuito de protección integral de derechos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Lic. Cristina Erbaro y equipo 2. Un espacio de escucha y visibilización de situaciones de vulneración de derechos de chicas y chicos: “la línea 102” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Lic. María Federica Otero

17

21

43

3. Evaluación psiquiátrica forense de niños y niñas ante denuncias de abuso sexual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Dra. Virginia Berlinerblau

51

4. Obstáculos institucionales de la intervención en casos de abuso sexual infantil. Algunas respuestas . . . . . . . . . . . . . Dr. Carlos Rozanski

79

5. Los malos tratos y los abusos sexuales contra niños, niñas y adolescentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Lic. Jorge Garaventa

Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes

6. El abuso sexual infantil: abordaje desde el Trabajo Social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135 Lic. Carmen Frías 7. Derechos del niño, violencia, institución. Redefinición del contexto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 Dra. Angeles Baliero de Burundarena 8. Las Defensorías Zonales de Niños, Niñas y Adolescentes El rol de la querella en el marco de un proceso penal que tiene a los niños y adolescentes como víctimas de los delitos contra la integridad sexual . . . . . . . . . . . . . . . . 185 Dra. Cecilia Sosa El rol de la querella en los casos de abuso sexual infantil. Defensoría Palermo . . . . . . . . . . . . . 191 Dra. Gabriela Vázquez • Fernando Valsechi Caso de abuso sexual y violación agravada. Defensoría Plaza Lavalle . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201 Dra. Liliana Peluso • Dra. Daniela Arias 9. Maltrato físico infantil: qué nos dicen las investigaciones en la Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209 Dra. María Inés Bringiotti 10. El maltrato hacia los niños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239 Cora Bertini • Sandra De Luca • Nicolás Fariña Alicia H. Ganduglia • Nélida Sisini 11. Explotación sexual infanto-jjuvenil. “La naturalización de todos los abusos” . . . . . . . . . . . . . . . . 259 Prof. María Elena Naddeo 12. Malos tratos contra niños y niñas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275 Lic. Eva Giberti Selección bibliográfica de textos acerca de maltrato y abuso sexual contra niños y niñas que pueden encontrarse en Buenos Aires . . . . . . . . . . . . . . 281

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