Patada Smith.docx

-¡Maldita escoria!- las tinieblas ocultaban su rostro -¡Respóndeme!- gritó a las aguas. Un gigantesco monte abría sus acerradas fauces, unas cuevas enormes de oscuridad infinita; adentrándose en ellas, un camino llevaba hasta el otro lado de la montaña, al afuera opuesto, donde un risco se elevaba puntiagudo sobre el gran océano… allí estaba. Bajo una lluvia torrencial sus improperios sonaban por encima de los incontables truenos que trazaban las siluetas de las dentadas fauces de las grutas; el gran mar estaba enfurecido y se arremolinaba impetuoso, golpeaba los riscos con bravura y las aguas mostraban los colmillos de la sierra al retroceder -¡Muéstrate! ¡Te conjuro!- De las demenciales aguas emergió una colosal figura tan verde como el fondo del mar que alcanzó los cielos con su cabeza tentaculada, sus alas producían huracanes al agitarse -¡Cthulhu! ¡¿Dónde está?!- le dijo amenazante, y en idioma impronunciable la monstruosa figura rindió homenaje a su interlocutor y manifestó ignorancia. Aun con el rostro devorado de tinieblas el aire expresó su furia; montó nuevamente su corcel de acero y se fue estrepitoso -¡Urizen!- conjuró a las nubes de tormenta y las columnas de humo que se formaron a su diestra mientras avanzaba raudo -¡¿Dónde está?!- dijo sin mirarlo, y en la lengua de los truenos le confesó temeroso su ignorancia; detuvo súbitamente su andar, bajó de su montura, escupió en tierra tres veces, la tierra abrió su boca y emergieron de ella el Dios del metal, el Dios del trueno y el rey del infierno. Preguntó respetuoso al primero, y éste tomándolo de su mano alzó sus alas plateadas y lo llevó hasta el espacio, desde donde vio cómo un inconmensurable brazo de metal golpeaba a un planeta; el Dios del metal le dio la cruztridente del ángel caído por las tristes alas del destino –Allí no está– le dijo el Dios del metal devolviéndolo a la tierra. El Dios del trueno abrió su boca y lo devoró, llegó a las entrañas del hades donde estaban los destructores, creaturas de la noche vestidos para matar pero vio que allí no estaba; el Dios del trueno lo escupió bañado en sangre y le confió su gran hacha que estremecía la tierra al ser blandida. Finalmente el rey del infierno lo miró, estaba sentado en su trono mientras bebía whisky y fumaba un puro; su sombrero cubría sus ojos y señalándolo con el dedo le dijo que debía ir Seattle para buscar a los cuatro jinetes, que ellos lo ayudarían a encontrarla. Él, con el hacha del Dios del trueno a su espalda, la cruz-tridente colgada en el cuello y el sombrero del rey del infierno conducía enloquecido su corcel de hierro Llegado ya, desmontó y vio una montaña que temblaba y humeaba con fuego en su pico, en la falda de aquel monte había una multitud incontable que rendía homenaje; preguntó a uno y le contestó que en el pico estaban los cuatro jinetes en fiesta inmortal, por lo tanto subió apresurado. Al llegar vio a Conquista de serena faz, Guerra con semblanza como del rey del infierno, Hambre de mirada desquiciada y Muerte de castaña melena y sienes rapadas, cada uno sentado en su propio trono; él se acercó hincando rodilla ante Guerra y dijo: -He venido enviado por el rey del infierno- palabras que agradaron a los cuatro –Me ha indicado que me pueden ayudar a encontrarla– dijo él y Hambre le preguntó por su nombre –Patada Smith– respondió provocando que Muerte levantara una ceja en señal de asombro y recordándole su origen legendario mientras Patada asentía –Patada es el nombre de mi linaje y Smith mi nombre terrenal–. Los cuatro jinetes dijeron sus nombres terrenales –Kirk, James, Lars y Jason– y le preguntaron qué buscaba –Busco a Margarita– fue su respuesta, e intempestivos cayeron a la tierra como truenos; Hambre le dijo que enterrara su hacha en el suelo, y al hacerlo fracturó la montaña de los cuatro en dos con un terremoto que estremeció

al mundo entero y detuvo la rotación de la tierra; Conquista le dijo que enterrara la cruztridente en el agujero y esto hizo que la tierra rotara de norte a sur; lentamente la montaña se abrió en dos y de ella salieron el Dios del metal, el Dios del trueno y el rey del infierno con una lata de cerveza en la mano, al verlos James la Guerra dijo –Señores míos, Rob, Gene y Lemmy– el rey del infierno llamó a Patada Smith para que se acercara y le entregó la cerveza, Patada la tomó con su mano bebió de ella, invocó a Cthulhu y Urizen y todos en círculo, Rob Dios del metal, Gene Dios del trueno, Lemmy rey del infierno, Kirk la Conquista, James la Guerra, Lars el Hambre, Jason la Muerte, Smith la Patada, Cthulhu y Urizen, arrancaron la cabeza a un murciélago, Patada derramó un poco de cerveza e invocaron al Señor soberano Ozzy; de en medio de la sangre y la cerveza se abrió un agujero del cual salió extendiendo la mano espectral y diciendo entre las tinieblas –Aquí está, Patada, ella espera, mi nombre es Lucifer, por favor toma mi mano–