Orellana, Luis E

  • October 2019
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  • Words: 65,718
  • Pages: 182
L A EMPR ESA POPUL AR EC UA TORIAN A Re al id ade s, av ances y perspectivas

Luis E. Ore llana

PRESENTACIÓN Desmitificaciones “Según estimaciones de...” es manoseada frase que construye mitos sobre las prácticas populares y encabeza casi siempre “profundos estudios” cuya validez solamente tiene vigencia mientras se mantiene en las fronteras de los escritorios y en la magnificencia de algunos “intelectualizados” eventos académicos que conciben la historia en visión lineal, dejan de lado realidades nuevas y menoscaban la capacidad de las personas y los pueblos para actuar como verdaderos sujetos del desarrollo. Los mitos creados son muchos y varían en la misma medida que cambia el espectro ideológico- político y las motivaciones de quienes los promueven. Ellos contribuyen a que se denigre a los sectores populares, concibiéndolos como “pobrecitos olvidados” o como “grandes vagos”, como “marginados” incapaces de valerse por sí mismos o como “vivos sinvergüenzas” que no pierden la ocasión de adueñarse de lo ajeno, y con mil y tantas otras injustas generalizaciones sobre supuestas tipicidades de la gente de nuestro pueblo que subyacen en los programas redentores de buena voluntad o en los interesados por el rédito político. Extrapolar las acciones productivas de amplios grupos humanos y vestirlas con elaborados ropajes seudo científicos, que en realidad ocultan concepciones ideológicas pre-elaboradas o la implacable construcción de aparatos burocráticos públicos o privados que serán luego explotados en propósitos prosaicos constituye, cada vez en mayor medida, práctica que se difunde peligrosamente en nuestro país. Es imperioso por ello contribuir a desmitificar oportunamente la temática de la “informalidad” y de las realidades populares. El análisis de la empresa popular ecuatoriana debe ser siempre insertado en el contexto histórico-político global si se desea realmente justipreciar su contribución a la vida nacional pues no es posible llegar a entender su dinamia alejándola de los cambios profundos que se producen en todas las latitudes y campos de actividad humana, como tampoco es procedente reducir su compleja realidad a cuantificaciones económicas ya que si bien las herramientas académicas de análisis permiten acercamientos provisionales, la realidad no se agota en esas dudosas e insuficientes cuantificaciones –que por cierto deben ser tomadas con beneficio de inventario por la ausencia tradicional de mecanismos sistemáticos y objetivos de recolección de información-; por lo que los aspectos cualitativos de las actividades productivas populares constituyen sin dudas observaciones necesarias de aquello que siendo hoy potencia descubre anticipadamente su realización posible, porque en el interior del segmento teórico conocido como “informalidad”, junto a múltiples carencias y esporádicas y nostálgicas búsquedas de tranquilizadoras dependencias, emergen incontenibles miríadas de voluntades no de sumisión y desesperanza, sino de futuros promisorios para un país como el nuestro que quiere ser más.

Por ello, la edición de este libro escrito por nuestro Director Ejecutivo, quien destruye mitos a fuerza de experiencias, es no sólo el deber institucional de difundir una visión real de las actividades productivas populares, sino que se convierte además en un aspecto gratificante de nuestra tarea, puesto que en sus páginas se revela que trabajar con y para “los informales” no es pagar un precio para acallar el remordimiento, sino trabajar juntos en la construcción de hombres libres y solidarios. Y en ese fecundo contacto se da y se recibe, se recibe y se da, con dignidad y respeto, con integridad personal que impide enarbolar miserias a título de “cientistas” sociales, que exige formar y formarse en lo positivo, criticar con rigor el vano intento de sujetar los afanes de los hombres con cadenas ideológicas, y poner ideales allí donde por demagogia siempre se ha ofrecido sólo lo material. Fundación Guayaquil

Es una publicación de FUNDACION GUAYAQUIL Manuel Galecio 1509 y Los Ríos email: [email protected] Guayaquil. Ecuador Primera edición. Julio 1989 (c) Luis E. Orellana

Con amor para Cecilia, mi esposa: colega, colaboradora, crítica y compañera de viaje al infinito

INDICE Pág. PREFACIO

7

CAPITULO 1. OBJETIVOS Y PROPÓSITOS Construyamos una nación En Busca del objetivo nacional

9 12

CAPITULO 2. CRISIS Y DESARROLLO En el tiempo del paréntesis Reflexionando sobre las nuevas tendencias Tradicionalismo y anticipaciones en la teoría del desarrollo El impacto económico y social de la innovación Las estructuras de lo cotidiano y la crisis

17 20 23 26 28

CAPITULO 3. LOS FUTUROS POSIBLES Tecnología popular: una opción no reconocida hacia el futuro Nosotros, el pueblo... Hacia un reencuentro con los valores Participación y democracia Legislación económica y democracia Tiempo de reflexiones Temas gramaticales en la economía nacional ¡Cuidado! ... que nos hurtan el futuro

31 34 38 41 43 45 47 49

CAPITULO 4. LA EMPRESA POPULAR Y LOS FACTORES DEL MACROAMBIENTE El sistema nacional de apoyo a la microempresa Los costos ocultos de la informalidad Empresariado popular y Estado Microempresa y sindicalismo Desestatizaciones Cuando el Estado quiebra Acerca de las medidas del 3 de marzo Derecho laboral y realidad social ¿Programas masivos de empleo? Macro-visiones y realidades micro-empresariales Conflictividad laboral y microempresa popular La certidumbre en el derecho y en la economía Decisiones y asesorías Estimación objetiva global: nuevos mecanismos de la opresión estatal Embrión burocrático en estado de gestación... El triángulo de hierro y la inflación

52 61 64 71 74 77 82 84 87 90 94 96 98 100 102 105

¿Impuestos? Una mirada al fondo del asunto ¿Derecho a una relación de dependencia?

108 111

CAPITULO 5. EN EL INTERIOR DE LA EMPRESA POPULAR Talleres automotrices informales Metalmecánica informal: impulsora del desarrollo industrial moderno Un acercamiento a la realidad económica de la empresa popular Productividad y centros informales de servicio automotriz La empresa popular y las remuneraciones por rendimiento Crédito y microempresa: realidades de una expectativa Empresa informal y tasas de interés En la búsqueda del camino: Microempresa y Banca comparten esfuerzos Gerencia y microempresas Un extraordinario “poder” popular Más allá de la macroeconomía ... ¡La persona! Formación gerencial para el desarrollo Desarrollo micro-empresarial y asesoría personalizada

115 118 121 126 131 133 136 139 141 146 149 152 155

CAPITULO 6. LAS ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES Y EL DESARROLLO POPULAR Las ONG impulsoras del desarrollo Fundación Guayaquil, una institución al servicio del pueblo La Primera Conferencia Mundial de Microempresas La singular historia de Midesayuno y Milonche Solidaridad Nacional para el empleo

159 162 166 170 173

MAS ALLA DE LOS LIMITES ...

181

Prefacio

Cuando se solicitó mi colaboración para con Diario Expreso, invitándome a mantener una columna de opinión acerca de la Economía Informal, primero en la página económica y luego en el Informador Económico, acepté en función de las siguientes consideraciones: “Se trataba de colaborar con un Diario cuya característica había sido siempre la de permitir un amplio pluralismo ideológico, respetando el libre juego de las ideas y la integridad del pensamiento de quienes en él escriben. La Dirección del Diario era ejercida por un antiguo y muy considerado amigo de quien fuera mi padre. La colaboración que me era solicitada excluía cualquier tipo de retribución económica que pudiera otorgar carácter prosaico a la relación. Tendría, por cierto, la oportunidad de expresar mis ideas y experiencias acerca de uno de los más gravitantes fenómenos económicos latinoamericanos de la actualidad y del próximo futuro y de alertar a los académicos y profesionales de la Economía, de la imperiosa necesidad de revisar los parámetros con los que comúnmente se analiza la temática económica moderna y sus impactos sobre la sociedad”. Este conjunto de circunstancias hizo que valorara tal invitación como un singular privilegio al cual he procurado desde septiembre de 1987 entregar mi mejor esfuerzo y dedicación. No he podido –y no he deseado- evitar que en la medida de mis reflexiones provocadas por la percepción de las realidades descubiertas –o re-descubiertas-, en un trabajo continuado con los sectores productivos populares a propósito de mis funciones en la organización de desarrollo a la que estoy vinculado, se fuera integrando el conjunto de pensamientos que dan forma a la estructura que hoy tiene este volumen –que ciertamente inserta la fenomenología “informal” en el contexto de las transformaciones fundamentales que se están produciendo en el mundo de nuestro tiempo- y por ello debo reconocer que “La Empresa Popular Ecuatoriana” es consecuencia directa de esas entregas regulares para su publicación en el Diario Expreso y de mi relación con Fundación Guayaquil. No quisiera, sin embargo, dejar de mencionar, porque se trata de un hecho que, en retrospectiva más amplia, el presente libro se inició hace casi cuarenta años y fue forjándose a través de mis contactos directos con el primer empresario popular al cual conocí: mi padre. Lejanos ya los tiempos de aquellas largas conversaciones de sobremesa con él, y sin embargo siempre han estado presentes en mis reflexiones, porque así fue grabado en mi mente y mi corazón el valor profundo de las esforzadas actividades productivas de nuestro pueblo; porque fue a través de ellas –durante aquellos años de infancia, adolescencia y madurez- que fui descubriendo que somos libres y creadores y por ello responsables de lo que hacemos y de lo que dejamos de hacer, que vivimos en un mundo de luchas y competencias en el que debemos ser siempre mejores para encontrar lo Trascendente y estar en condiciones de aceptar el compromiso vital que cada hombre tiene que asumir para contribuir positivamente en la gran aventura humana universal; y, porque al fin y al cabo, los diversos aspectos de la cotidiana lucha de nuestra gente contenidos en estas páginas reflejan –en profundo- la realización de ese proyecto ontológico individual de cada persona humana que no se deja subsumir en la corriente facilista del igualitarismo y que reclama con derecho para sí su esencia de ser perfectible. Guayaquil, 28 de mayo de 1989.

Luis E. Orellana

CAPITULO 1 ________________________________________________________________________

OBJETIVOS Y PROPÓSITOS

“ La gente que tiene un profundo compromiso personal con una determinada visión del futuro está plenamente justificada en la lucha por sus objetivos, aunque hoy los resultados parezcan remotos e improbables. En la vida como en cualquier partida cuyo resultado depende tanto de la suerte como de la habilidad, la respuesta racional en caso de desventaja consiste en luchar con más vehemencia “ . Marvin Harris

CONSTRUYAMOS UNA NACIÓN

Libertad sin propósito Es un pequeño país, parte del mundo contemporáneo en el cual vivimos. Poblado actualmente por algo más de nueve millones de personas, ve transcurrir el paso vertiginoso de la historia confundido entre indefinidas expectativas y controvertidas realidades. Hace pensar, sin duda, en todos aquellos “buenos muchachos” de edad adolescente que reclaman libertad y son capaces de morir por ella, a la par que despilfarran tiempo en actividades intrascendentes y luego no llegan jamás a comprender por qué nunca la alcanzan. Así es nuestro tan querido Ecuador –grandes anhelos de libertad sin propósitossiempre enamorado de románticas y pasajeras utopías a las que no llega ni podrá llegar jamás mientras no clarifique su propia identidad nacional y las innegables virtudes de su gente sean orientadas en busca de un objetivo común que trascienda las grandes diferencias que signa a sus heterogéneas poblaciones, regiones, razas, músicas, culturas, economías, tradiciones, etc. La homogeneidad es un mito Permanentemente se ha tratado de evadir el reconocimiento de estas diferencias y tal vez por ello no se ha logrado construir sobre base firme y no ha germinado un objetivo en el cual estén vitalmente comprometidos todos su habitantes. Sobre esta evasión campean las demagogias que hablan de supuestas soberanías en un mundo donde los destinos de los pueblos aún se moldean en unos pocos centros de poder y decisión. Y estas soberanías supuestas, que no constituyen otra cosa que el libertinaje de los Estados que no han vislumbrado todavía la naturaleza planetaria de la gran aventura humana universal, son paradójicamente, obstáculo principal para la construcción de esa identidad nacional que debe ser participante activa en la nueva civilización que irrumpe en esta etapa de la historia. Nuestras raíces están en el futuro Las raíces de nuestra nacionalidad no deberían ser buscadas en un mítico pasado que no tenemos y que no existió jamás. Y que aunque hubiere existido ya no tiene ninguna importancia. Ello sólo nos llevaría de la mano a un folclorismo intrascendente, poco práctico y frustrante. Nuestras raíces deberán ser construidas y son por ello parte de un futuro posible que será realidad en la medida que los ecuatorianos en profundo acto de voluntad optemos por lograrlo. Mientras continuemos apegados a pretendidas homogeneidades que no existen, jamás comprenderemos la verdadera riqueza de nuestra situación. La gran diversidad que en todos los aspectos caracteriza a éste nuestro país es su gran ventaja comparativa. Porque en relativamente pocos kilómetros cuadrados de superficie están dispuestos múltiples elementos diferenciados sólo

en espera del factor cohesionante e integrador: un objetivo nacional que trascienda las diferencias. Las grandes diferencias Islas, costas, sierras, selvas. Agricultores, mineros, pescadores, comerciantes e industriales. Ponchos, guayaberas y taparrabos. Cholos, indios, chullas, chazos, negros, blancos e inmigrantes de lejanos países. Pasillos, albazos, sanjuanitos, salsas y rocks. Pueblos burocráticos, algunos emprendedores, también hay los soñadores y otros mil veces postergados. Economías modernas e informales: todas éstas y muchas más, segmentadas y vitales realidades de nuestra patria, con miles de intereses contrapuestos... esperando ser amalgamadas en un crisol que obviamente deberá ser encontrado más allá de las individualidades, pero reconociéndolas y respetándolas. Y sin embargo, se persiste en buscar una uniformidad ficticia que viste de poncho al montubio, que insta a tocar salsa con rondador y a bailar rock con ritmo de sanjuanito, que niega la diversidad en todas nuestras instituciones y por ello vacía de contenido vital a la palabra democracia. En la búsqueda de un desafío común Y todo podría ser tan distinto. Bastaría con un acto colectivo de voluntad. Sólo hace falta un desafío común a todos los ecuatorianos, en cuya realización se forje una nacionalidad que aún no existe. Un desafío propuesto para más allá de las materialidades. Metas que digan relación con el campo de los valores, que otorguen significado a las palabras libertad, justicia, bondad, excelencia, solidaridad, honradez, paz ... Ecuador podría ser el país de los hombres libres, de los hombres justos. El país de la paz, de la excelencia, de la solidaridad. Podría si quisiera, tener una identidad con prestancia, en un campo donde no importa la magnitud de los recursos materiales, ni el tamaño de los espacios físicos o el “garrote” nuclear, porque el verdadero poder emana de la fortaleza de las convicciones y de la autenticidad de los testimonios vitales. Sin embargo, aquellos valores tan fundamentales en la existencia humana solamente tienen sentido en la medida que se traducen en las realidades propias de las acciones. Saber a donde queremos ir es importante pero también cómo queremos llegar. Y no hay camino, tendremos que hacerlo al andar. Hacia un desarrollo humanizado Las circunstancias son propicias. Esta década ha demostrado la realidad de nuevos paradigmas tecnológicos y productivos, entre otros; y ha reafirmado tendencias innovadoras que antes permanecían en la incertidumbre. Nefasta persistencia sería entonces volver los ojos al pasado y reiterar caminos basados en recursos perecibles y en modelos fordistas de estructura industrial – como lo sería intentar reducir la economía solamente a economía- en una época en que las naciones desarrolladas –a pesar de los esfuerzos de quienes se empeñan en alcanzarlas repitiendo procesos ya recorridos por ellas- ponen distancias cada vez más pronunciadas, porque habiendo vislumbrado la

verdadera naturaleza del cambio integral que se ha producido, ya han volcado sus esfuerzos en el campo tecnológico hacia la microelectrónica, las biotecnologías y al desarrollo de nuevos materiales, aspectos que han pasado a constituirse en claves importantes del modelo organizativo económico que regirá las próximas décadas. Tenemos pues la obligación de girar nuestras acciones con cara al futuro. Debemos proponernos un gran desafío. Un desafío que nos articule con las nuevas realidades, que constituya el atajo hacia el desarrollo humanizado en el que quisiéramos participar como país y como personas individuales. Estamos frente a nuevas pautas civilizadoras. No se trata pues de una exótica e inejecutable posibilidad ajena a nuestras realidades sino de un asunto central al cual debemos acercarnos con creatividad e imaginación cuanto antes. Recordando siempre que no existe progreso sin desafío, ni resultados económicos sin motivaciones que trasciendan lo prosaico. Aportes para un cambio Por ello, desde esta columna de “Economía Informal” -oportunidad invalorable de formar opinión que me otorga la generosa y característica apertura pluralista de este Diario- reitero el singular potencial disponible en aquella inmensa gama de voluntades que constituye el empresariado popular de nuestro país, siempre en busca de nuevas oportunidades de progreso y de entrega incondicional en pos de las grandes causas. Ese será su gran aporte para cuando el país entero se decida a construir una gran nación. Guayaquil, a 30 de diciembre de 1987

EN BUSCA DEL OBJETIVO NACIONAL ¿Impotencia frente al abismo?

Para un país como el nuestro, la primera sensación que surge ante la profundidad de los cambios generados por las nuevas tecnologías es de impotencia, puesto que parecería que el abismo frente al desarrollo se acrecienta irremediablemente sin posibilidad alguna de superarlo. Y sin embargo esto no tiene necesariamente que se así... No hay destino escrito sino futuros posibles Como las monedas, aún las limitaciones y carencias tienen doble cara, ya que pueden representar un conjunto de nuevas oportunidades o quizás de graves peligros o amenazas. En todo caso ello dependerá en gran medida del enfoque con el cual el país entero encare la situación. Pues aún reconociendo la existencia objetiva de tales carencias, importa mucho más para el logro de una meta la voluntad de alcanzarla. La voluntad de ser Sin temor a equivocaciones se podría afirmar que los sectores populares ecuatorianos tradicionalmente han expresado de mil maneras su voluntad de lograr metas de identificación nacional y ello explica las idolatrías que se han forjado en algunos acampos de actividad, muy especialmente en el deportivo. Es que todas las “hazañas” aceptadas como tales constituyen el reclamo vital de un pueblo que no se resigna a ser el constante “perdedor”, “la última rueda del coche de la historia” y que quiere ser partícipe de un momento de gloria. No parecerá curioso entonces que un pueblo dividido por miles de diferencias, cante aún en Quito las victorias de Barcelona y vibre también en Guayaquil con Rolando Vera o Marta Tenorio. Es que las identidades se crean y recrean en la medida que surgen factores unificadores que nacen espontáneos de esencia popular, y logran superar así reales y objetivas diferencias geográficas, culturales o de cualquier otra naturaleza. Mas cuando los intentos unificadores surgen de voluntades minoritarias que intentan imponer a empellones su visión particular de una ecuatorianidad ficticia, cuando las instituciones responden a una juridicidad que no nace de la entraña popular sino de una falsa representatividad parlamentaria, cuando la retórica construye mitos fijados en un pasado que ha quedado irreversiblemente atrás y no propone desafíos para el presente y el próximo futuro; es entonces cuando la falta de cohesión nacional se hace más evidente. Más allá de los liderazgos Por ello, con líderes o sin ellos, una voluntad de progreso y fe en el futuro, expresada diariamente con esfuerzos, con trabajos, con aciertos y con errores, tendrá efectos decisivos en la realización de un proceso concertado para la búsqueda del objetivo nacional. Ahora que se ha convertido en lugar común una especie de incesante lloriqueo por los efectos de la “crisis” bien valdría reflexionar en el hecho cierto de que este período de transición –un momento de discontinuidad en el proceso evolutivo de

las tecnologías y en general de toda la base civilizadora- conlleva una etapa de “destrucción creadora” que afecta irremediablemente a todo el sector productivo, pues vuelve obsoletas las bases técnicas y organizativas en las que está fundamentado. Empero esta misma situación impulsa el establecimiento de un proceso masivo de creatividad social. La insuficiencia de las propuestas electorales De la manera como se impulse y articule este proceso dependerá lo que se obtenga. Se dice que cuando se siembra vientos se cosecha tempestades, y la sabiduría popular expresada en sus refranes una vez más constituye llamada de atención a todos aquellos dirigentes que empeñados en su particular objetivo de “llegar al poder” proponen y proponen ... Las soluciones siempre llegarán, según ellos, por un generoso donativo de su afán de servicio al país, por las capacidades, antecedentes, voluntades y modos de entendimiento de sus equipos de Gobierno. Bastará según algunos, inyectar torrentes de dinero hacia los sectores más empobrecidos. Otros entusiastas confunden sector informal con vendedores ambulantes e incluso hay quienes reclaman airados haber sido los iniciadores de programas para la salvación de “los marginados”. No mencionemos siquiera a quienes proponen abiertamente la dictadura del Estado o aquellos que retórica y cansinamente repiten que “solucionarán –no se sabe cómo- el problema del desempleo, del subempleo ... que asciende a equis por ciento de la PEA”, sin otro propósito que generar escándalo y notoriedad. En espera de una propuesta y un compromiso nacional Reflexionemos eso sí en que hasta ahora no se ha propuesto al pueblo ecuatoriano que se comprometa de un modo concreto en algún tipo de programa de cohesión nacional que proyecte al país hacia el futuro; que haga objetiva descripción de ventajas y desventajas comparativas, que plantee la urgente necesidad de construir una identidad nacional ante los peligros que encierra el no tenerla en un momento de la historia ñeque el mundo ve caer en pedazos sus tradicionales instituciones económicas, políticas y sociales; que reivindique la capacidad popular de participar directamente en sus instituciones políticas más allá del simple depósito del voto en procesos electorales que en la generalidad de las ocasiones solamente representa la alternativa de escoger entre lo malo y lo peor; que someta a la discusión un proyecto nacional capaz de movilizar toda la creatividad del pueblo en objetivos de trascendencia que no pueden ser simplemente reducidos a la realización de obras de infraestructura por parte del Estado o a la estéril discusión de ideologías nacidas en momentos y lugares tan distantes. Las limitaciones de los dirigentes Quizás el más grande obstáculo para el desarrollo de nuestro país lo constituya el hecho de la utilización por parte de los sectores dirigentes de marcos de referencia des-actualizados, pues muy pocos de estos sectores profundizan en los nuevos aspectos que afectan nuestra presencia política y económica en el marco

mundial y por ello formulan propuestas prosaicas viciadas del más puro “mesianismo” que son observadas ahora por el pueblo con gran indiferencia. El salto tecnológico, la gran opción Un análisis profundo de la situación necesariamente debe llevarnos a la urgencia de plantearnos como país un salto tecnológico que adquiera la característica de verdadera “cruzada nacional ”, con la participación masiva de todos los sectores nacionales tratando de encontrar modos sistemáticos de insertar los desarrollos tecnológicos en nuestras actividades productivas cotidianas, modernas o informales. Los mismos programas de desarrollo micro-empresarial, por ejemplo, aún persisten con insistencia en tratar de convertir a los empresarios populares en verdaderos “contadores” de sus sistemas simples de cuentas, cuando la introducción de servicios contables computarizados –de muy bajo costo- para la atención segmentada de miles de microempresas, podría fácilmente liberar a estos empresarios populares de tal engorrosa y muchas veces hasta inejecutable tarea y dotarlos de instrumentos adecuados para correctas decisiones propias de sus condiciones de administradores y para los análisis que las entidades financieras requieren antes de otorgarles un préstamo. Es así como aspectos de tanta trascendencia como lo son la microelectrónica, la biotecnología, la informática, y en general todas las tecnologías de punta, no pueden mantenerse alejadas de la vida diaria de nuestros pueblos y en el mejor de los casos ser solamente objetos de curiosidad intelectual o técnica de unos pocos elitarios, bajo el pretexto de que los desarrollos tecnológicos constituyen objetivos utópicos e inalcanzables para países o pueblos como el nuestro. Debe repararse en el hecho que curiosamente los servicios de mantenimiento y reparación de toda clase de bienes vinculados con las nuevas tecnologías está fundamentalmente en manos de talleres informales que han sido establecidos en los intersticios de mercado que los sectores modernos han desestimado. También se debe tomar conciencia de lo muy poco que nuestro país ha realizado en materia de investigación y desarrollo tecnológico, hecho que le ha dado en América Latina el carácter de país de menor productividad científica y tecnológica como puede apreciarse en el cuadro adjunto. Es claro que en estos datos no están considerados obviamente los desarrollos tecnológicos populares de los cuales hemos tratado en entregas anteriores de esta columna. Guayaquil, a 6 de enero de 1988

RECURSOS HUMANOS Y FINANCIEROS EN INVESTIGACIÓN DESARROLLO PARA ALGUNOS PAISES LATINOAMERICANOS Países

Año

Científicos e Gastos en I&D Proyectos Ingenieros en I&D en US$ Total por 100 mil millones P. Cap.

Grandes Argentina Brasil México

1982 18.429 1984 32.506 1982 18.247

64.92 25.62 23.68

Andinos Colombia Chile Ecuador Perú Venezuela

1982 1982 1979 1980 1980

4.769 4.530 766 4.858 4.568

17.71 39.46 9.70 28.09 27.86

42.97 98.45 11.63 64.23 252.58

Centroamérica Y el Caribe Costa Rica 1981 850 Cuba 1984 13.837 Dominicana 1981 100

36.29 138.84 1.80

5.19 195.42 3.80

683.70 24.21 1.231.24 9.28 442.71 6.05

Autores

11.243 8.030 13.689

1.529 2.394 1.089

1.60 8.57 1.47 3.71 16.81

1.771 3.111 556 4.367 3.400

112 1.083 14 90 428

2.22 19.61 0.67

737 1.393 351

60 142 12

Fuentes: Francisco R. Sagasti y Cecilia Cook, “Tiempos difíciles: Ciencia y Tecnología en el decenio de 1980”, GRADE. Lima, diciembre 1985

Y

CAPITULO 2

CRISIS Y DESARROLLO “ La primera civilización fue agrícola. La segunda, industrial y masificadora. La tercera está naciendo ante nuestros ojos. Es la civilización casi mágica de las tecnologías más refinadas. La “crisis” es el difícil paso de la segunda a la tercera. ¿Cómo facilitar este paso? Naturalmente, no tengo respuesta. ¿Quién la tiene? Pero me asombra amargamente que ningún discurso público plantee la cuestión en términos sencillos y vastos... Hoy más que nunca, si se dijera la verdad – que nuestras doctrinas económicas, políticas, sociales y sindicales no pueden aportar nada a este próximo futuro- habría una oportunidad de salir de las desvergonzadas promesas y las anacrónicas querellas. Se realzaría la opinión popular dándole idea de las fuerzas inteligentes que siguen forjando el mundo para la dificultad y la realización de los hombres “ Louis Pauwels

EN EL TIEMPO DEL PARÉNTESIS Dramatismo y realidades Nadie pondría en tela de duda los daños de incalculable magnitud que produjo el terremoto del año pasado a la economía nacional y a los pobladores de la zona del desastre directamente afectados por la violencia del fenómeno. Quizás ello se deba a que los efectos fueron dramáticamente evidentes: casas destruidas, vías de comunicación cerradas, el oleoducto interrumpido, etc., ... y la naturaleza humana tiene cierta tendencia a ser impactada por lo dramático. Sin embargo somos conmovidos por un terremoto aún de mayor envergadura y trascendencia, al cual relativamente poca atención se ha prestado, quizás porque aquel, aún resquebrajando los fundamentos mismos de la civilización del industrialismo que ha condicionado hasta hoy nuestras vidas, todavía no ha mostrado todo el dramatismo de su globalidad y efectos. Una conspiración de silencio Tal parecería que una conspiración de silencio frente a la crisis existe o que quizás la pretensión de no reconocerla abriga la ilusión de que ella se arreglará por sí sola. Se ha dicho que lo último que muere es la esperanza, y a ella se aferran generalmente aquellos que habiendo usufructuado de las recompensas sociales establecidas por la civilización que perece, se niegan a aceptar que los fenómenos económicos, sociales y políticos que se perciben en la actualidad surgen de ese terremoto que afecta la estructura misma del sistema y modela nuevos paradigmas. No basta un simple golpe de timón Es que resulta más fácil creer que un golpe de timón en el gobierno de las instituciones y organismos detentadores del poder político puede salvar la coyuntura, y así la crisis es transformada por efecto del pensamiento mágico en endilgada tarea para algún Mesías prometido y anhelado que pueda solucionarla en beneficio supuesto de las grandes mayorías y más realmente del particular interés que alienta a los defensores del sistema. Se enmascara así la esencia misma de la crisis alejando las miradas de las verdaderas causas y orientándolas hacia los síntomas. Se vuelven así inútiles todos los esfuerzos encaminados a establecer la preeminencia de controles con el ánimo que produzcan los ansiados equilibrios pregonados por obsoletos modelos económicos y políticos. La Economía y la Política no podrán ya jamás ser entendidas a través de modelos insuficientes que responden a realidades no vigentes. Ellas, como muchas otras disciplinas y cosas, tienen que ser reestructuradas en plena coherencia con las nuevas realidades, que al fin y al cabo son parte integrante de toda una civilización actualmente en un proceso de cambio que nos marca un tiempo de

paréntesis, en el cual las viejas instituciones aún perduran, aunque declinando aceleradamente, y las nuevas recién inician su proceso de construcción, a veces del modo más insospechado. Se debe superar el superficial pendularismo Y a menos que comprendamos perfectamente bien la situación en la que nos encontramos y busquemos auténticas vías de salida, seguiremos perdidos en el pendularismo de opciones que apenas rasguñan la superficialidad del asunto y que solamente conducen a la confusión del país y a un destino nada sobresaliente de la sociedad política ecuatoriana. Se nos seguirá planteando la falsa dicotomía entre capitalismo y socialismo, como si los países desarrollados portaestandartes de las referidas ideologías no padecieran de similares problemas y no estuvieran inútilmente ensayando –los capitalistas- recetas interventoras propias de la planificación central, y –los socialistas- programas de corte capitalista. Alguien dirá, por su parte, reduciendo el problema al ámbito nacional, que éste radica en la flotación o en la incautación de las divisas extranjeras y éstas flotarán o serán incautadas y el problema igualmente continuará. Se nos dirá también que el asunto es de política de precios y que el Estado tiene que intervenir e igualmente los precios seguirán subiendo, con o sin manifestaciones y huelgas organizadas para protestar por “el alto costo de la vida” . Y continuarán surgiendo los “salvadores del pueblo” que querrán elevar los salarios y lo que conseguirán es beneficiar momentáneamente a unos pocos, hasta que el poder adquisitivo de la moneda nuevamente descienda, paradójicamente impulsado en su descenso por el propio aumento salarial, mientras la brecha conflictiva entre asalariados e “informales” se incrementa. Se enfrentará a los exportadores con los importadores e industriales, y a éstos entre sí, sin lograr jamás un consenso sobre lo apropiado de tal o cual medida. Y los enfrentamientos entre las cada vez más fragmentadas minorías proliferará. El verdadero enfrentamiento Y así, poco a poco, a fuerza de fracasos y conflictividades, tal vez iremos comprendiendo la verdadera naturaleza de la confrontación y del tiempo en que vivimos y podremos entender por qué pese a la limitaciones, los “informales” proliferan, subsisten y crecen, sin subsidios estatales ni rigores administrativos. Entenderemos por qué los productores-exportadores de los productos del mar han podido contribuir a que la dureza de la crisis no golpee aún más al país, estimulados a pensar en el futuro, explorando desarrollos tecnológicos y liberando sus fuerzas productivas. Tal vez así, elevando el nivel de la perspectiva, podremos observar las verdaderas fuerzas en conflicto y no ser inducidos a optar por intrascendentes posiciones. Es que la exacta conflictividad radica en una contienda irreductible entre quienes facilitan el tránsito a una nueva institucionalidad nacida de los nuevos paradigmas y quienes a ella se oponen.

Por ello, medidas como las del 11 de agosto de 1986, más allá de las insuficiencias de las que pudieren haber adolecido, significaron la liberación de las fuerzas creativas de los particulares y un marco de avanzada para el cambio civilizador, y todas aquellas que las limitan, intentos vanos por detener el proceso histórico. Lo que sucede es que se ha hecho costumbre el exigir satisfacciones sin esfuerzos y son pocos los conductores de pueblos que tienen la entereza de plantear un futuro construido con la debida cuota de sacrificio presente. Se persiste por el contrario, desde las respectivas trincheras electorales, a magnificar la acción mesiánica del Estado, ignorando o a sabiendas, que las acciones encaminadas a consolidar el poder estatal solamente contribuirán a prolongar la agonía de un pasado que se extingue, en tanto que medidas que reduzcan la participación del gasto público en el producto interno bruto, por ejemplo, estimularán la acción de los particulares y harán posible la disminución del superproductor inflacionario, abriendo así nuevas oportunidades en la correcta perspectiva del cambio. Guayaquil, 7 de abril de 1988

Nuevas realidades transforman nuestra vida en sociedad

REFLEXIONANDO SOBRE LAS NUEVAS TENDENCIAS Situados entre lo antiguo y lo nuevo, atrapados entre dos épocas, sin embargo seguimos en movimiento

El sentir popular “ ¡No es que no quiera la tierra de mis mayores, es que la vida está en la ciudad...! ” “ Se pelean entre ellos: unos dicen que son buenas y otros que no valen para nada, sólo para beneficio de unos pocos, pero siempre son los unos o los otros los que toman las medidas, y nosotros pagamos al final los platos rotos... El pueblo debería conocer y decidir sobre lo que nos toca... “ “ Claro que nos afectan. Si sube el dólar nos aumentan los precios... Cuando el gobierno retira el circulante en bastante cantidad de los Bancos, entonces ellos nos restringen los préstamos... “ “ A mi que me dejen trabajar, eso es lo que yo quiero... Que no me vengan a pedir plata porque tengo que poner mis fierros aquí (afuera del taller) ... “ “ Ofrezcan lo que ofrezcan de todos modos nunca cumplen ... Ellos (los políticos) son unos mentirosos. “ “ Yo lo que quiero es que me den la ficha ... Mire mi amigo, es que con ella puedo reclamar mi plata después de la concentración. “ “ Yo quisiera tener más de donde escoger ... pero siempre son los mismos. “ Palabras espontáneas del sentir popular cuando en diálogo abierto hemos tratado sobre diferentes temas con empresarios de nuestro pueblo en busca de respuestas surgidas de la realidad que, nos clarifiquen las verdaderas y actuales motivaciones para la intensa migración campo-ciudad, nos indiquen la real incidencia en las actividades micro-empresariales de las medidas globales adoptadas por los gobiernos, nos permitan apreciar la perspectiva popular sobre la actividad electoral, y, en general nos proporcionen el punto de vista del pueblo en relación con las nuevas tendencias que afirman su vigencia cada vez con mayor fuerza en el concierto mundial. Creemos que las expresiones vertidas confirman ciertas tendencias que trataremos de precisar. Del campo a la ciudad Porcentaje de urbanización 1970

1975

1980

1985

1990

1995

39.54

41.79

47.09

51.39

54.74

58.04

La tendencia migratoria campo-ciudad es inevitable. Es consecuencia de la vigencia de una mentalidad “urbanista” creadas por las crecientes expectativas

fomentadas por un consumismo que identifica capacidad de compra, tener y gozar, con felicidad y vida. Por ello el sentir popular de que “la vida está en la ciudad” golpea y golpea en incesante repiquetear sobre todo en la mentalidad de una juventud campesina que siempre dejará la tierra de sus mayores no solamente en busca de las escuelas, colegios, hospitales o trabajos de los que carece, sino y fundamentalmente para un encuentro con “la vida” concebida como disfrute, goce y sensaciones. No existirán entonces mecanismos aptos para invertir la tendencia simplemente mejorando las condiciones de vida en el campo, pues para lograrlo habría que cambiar la esencia misma de ese campo hasta convertirlo en ciudad. Otra tendría que ser la perspectiva con la que se analice la situación y tiene que ver más con la adopción de un nuevo “modelo civilizador” que con la vigencia de tal o cual “modelo económico”. De la representación a la participación Los tiempos de “dame tu voto que yo te lo devolveré en obras” cada vez más rápidamente se pierden entre los recuerdos de un pasado que debe superarse. Al menos así piensan nuestros empresarios populares. Existe plena conciencia entre ellos de que solamente el trabajo diario y continuado es fuente de progreso y desarrollo y que poco o nada puede esperar de las ofertas políticas mientras no existan mecanismos apropiados que permitan que las decisiones que los afectan sean ampliamente conocidas y discutidas por todos antes de ser puestas en vigencia. Por ello su preferencia a que “los dejen trabajar” más que a confiar en la ayuda estatal. Una profunda falta de fe en la actividad política se refleja en sus pensamientos y palabras. Eso es lo que los impulsa actualmente a medir su presencia en los actos preelectorales con criterio mercantil. Es que no es posible “vestir la camiseta” cuando la camiseta carece de credibilidad. Además, que importancia tendría una elección que los distancia de sus candidatos. Al fin y al cabo cuando todavía lo son, ponen en juego sus mejores esfuerzos para defender los derechos populares, alzan su voz con vehemencia y no escatiman promesas de redención. Todo ello cambia muy rápidamente a poco de elegidos y las esperanzas se convierten en frustraciones. Por ello si el empresariado popular puede hacer negocio con el acto electoral, fabricando y vendiendo afiches, banderas, etc. O incluso alquilando presencia, ello se inserta en el derecho a su legítima defensa y necesidad de supervivencia. Es necesario entonces volcar los esfuerzos hacia la búsqueda de nuevos mecanismo válidos para la toma de decisiones macro-sociales si se desea que la tendencia a ejercer el derecho de participación se concrete de modo no violento. Las macro-tendencias en un mundo turbulento

La magnitud de los cambios tecnológicos, económicos, políticos, sociales, culturales, etc. Que se están produciendo de modo continuado a todo lo largo y ancho de nuestro planeta no pueden menos que ejercer definitiva influencia al interior de nuestros sectores populares. Y sin entrar en las profundidades del análisis de fondo sobre la verdadera naturaleza de la crisis, no pasa sin embargo desapercibido para esos sectores, por ejemplo, que el país líder de la planificación central busca ahora liberar sus fuerzas productivas con algunos mecanismos muy propios de una economía de mercado. Y así la Perestroika puesta en vigencia en la lejana Rusia tiene entonces en ellos mayor peso que los cantos de sirenas de las cercanas estatizaciones latinoamericanas. Tampoco el violento desplazamiento de la civilización industrialista hacia una sociedad de la información debe estar tan distante de la conciencia de nuestro pueblo, cuando en no pocas ocasiones es posible encontrar en la estrechez de las habitaciones populares la Tandy o cualquier “clon” encargado al amigo o al pariente radicado en Norteamérica para poner en contacto con el futuro computarizado a los hijos “para los que se desea algo mejor”. La perspectiva cierta de un posible “crack” del sistema monetario internacional que es concebido por los sectores populares de manera difusa pero brutal al recibir el impacto del creciente costo de la vida, combinado con la dolarización de la economía, con las variantes de los precios del petróleo y los apuros de Wall Street, sin duda estimula aún más su tradicional tendencia a las visiones comerciales de corto plazo. Ejemplos citados éstos, muestran la realidad de una sociedad transformada en la que no existen sectores aislados de las nuevas tendencias, y que más bien late en ellos –los aparentemente “marginados”- la intención de seguir el nuevo curso de la historia. Guayaquil, a 24 de mayo de 1988

TRADICIONALISMO Y ANTICIPACIONES EN LA TEORIA DEL DESARROLLO Cuando las preguntas importan más que las respuestas No deja de llamar la atención, cuando se intenta profundizar en el análisis de la teoría económica, el hecho que exista un marcado desequilibrio en los círculos académicos y profesionales acerca de la trascendencia que se le concede a Keynes y de la escasa notoriedad otorgada a las formulaciones schumpenterianas. Quizás ello se deba a una cierta propensión de los académicos a ser deslumbrados por la brillantez y la habilidad manifiesta que en no pocas oportunidades torna irresistible a los sofistas y oculta momentáneamente a la verdadera sabiduría que siempre perdura. Esta particularidad no constituye solamente una curiosidad académica, sino que tiene indudablemente implicaciones prácticas, puesto que cada vez es más notorio el hecho de que algunas formulaciones fundamentales de Schumpeter orientarán las interrogantes necesarias para un adecuado planteamiento de los problemas y consecuentemente para la búsqueda de respuestas apropiadas relativas a la crisi económica del momento presente y a las expectativas del desarrollo económico en las próximas décadas. Para la comprensión cabal de los fenómenos económicos del mundo actual se torna imprescindible dilucidar con claridad cuales son los factores fundamentales y cual es la naturaleza misma de la realidad económica. Para Keynes esa realidad estuvo referida a un sistema estático y consecuentemente su interrogante fundamental fue la misma que plantearon los economistas del siglo 19: ¿Cómo lograr mantener la economía en equilibrio y estabilidad? Y así, aún cuando las respuestas que dio a esta pregunta fueron totalmente diferentes a las de sus predecesores, Keynes jamás se apartó del enfoque estructural elaborado por ellos, en el cual existe una economía de bienes y servicios y una economía de dinero y crédito, economías que se interrelacionan y provocan variaciones en la oferta y la demanda que son las que dan impulso a la economía general. La especificidad de Keynes consistió en los roles omnicomprensivos que le otorgó a la economía de la Nación-Estado por lo que los individuos y empresas no tendrían capacidad para influir y menos para dirigir u oponerse a las fuerzas macro-económicas –obviamente controladas por los órganos del poder público-, y, a la función de la demanda en los fenómenos económicos, la productividad, el empleo, etc. Sin embargo, salvo en situaciones muy especiales que ya pertenecen al pasado, sus respuestas cuando han sido confrontadas con la realidad, han demostrado no ser válidas. Por ejemplo, su formulación teórica de que los hechos monetarios determinan las condiciones económicas al modificar los niveles de la demanda implica, como él mismo lo aceptó alguna vez, que la velocidad de circulación del dinero es constante y por tanto no susceptible de ser influida y modificada a corto plazo por la acción de los individuos y de las empresas.

Esta formulación evidentemente es falsa y tal hecho ha sido demostrado en muchas ocasiones a través de las últimas décadas en economías desarrolladas y subdesarrolladas. Más cercanamente, en nuestro país, hemos podido observar sin duda alguna como la acción de individuos, empresas y sectores económicos, reteniendo o acelerando la circulación en períodos muy cortos, ha influido incluso en la modificación de los modelos establecidos por el poder público. Las limitaciones de las respuestas keynesianas devienen de una circunstancia que Schumpeter vio con gran claridad, esto es que la pregunta a la que se deben supone un hecho falso: que una economía es “normal” y “sana” si se encuentra en equilibrio estático. Para Schumpeter la economía moderna siempre está en dinámico desequilibrio por lo que el problema central de la economía no es el equilibrio sino el cambio estructural. El verdadero motor del desarrollo Obviamente esta consideración lo llevó a destacar el papel del innovador , del promotor, del creador, del hombre que reconoce y pone en práctica las mejoras tecnológicas, y por tanto a considerarlo como el verdadero sujeto de la economía. Las proposiciones de este economista austriaco –en quien lamentablemente no se ha reparado lo suficiente- están revestidas de una profética intuición sociológica cada vez demostrada en mayor grado y que dota de logicidad a algunos de los más importantes fenómenos económicos, políticos y sociales de nuestro tiempo. El fenómeno de la informalidad y su contribución a la economía, por ejemplo, adquiere un cariz diferente y optimista desde la perspectiva schumpeteriana. Es innegable que un enfoque de este tipo restituye verdadero valor económico a la capacidad creativa del empresariado popular que si bien puede tener limitaciones en el desarrollo de tecnologías –que por lo demás es una limitante generalizada en casi todos los sectores productivos del país- no es menos cierto que demuestra una agresiva capacidad de adecuación de las tecnologías foráneas a las necesidades propias de nuestro medio, modificando los procesos, estableciendo heterodoxas líneas de producción –cuya lógica solamente puede ser apreciada cuando se escapa a las ataduras de los escritorios y se penetra en el interior de la unidad productiva informal- y provocando innovaciones ahorradoras de capital que permiten un mejor aprovechamiento del recurso humano abundante. Es obvio que una crisis tan global y universal como la de nuestro tiempo requiere nuevas y profundas reflexiones que faciliten respuestas válidas para superarla, y quizás sea por estas consideraciones que la pregunta típicamente formulada por las dirigencias realmente progresistas de las economía desarrolladas sea hoy y lo seguirá siendo por largo rato: ¿Cómo lograr mantener o incrementar el nivel de formación de capital y la productividad para obtener el beneficio requerido que permita el mantenimiento y la generación de nuevos empleos? Pues bien, cuando logramos superar el mito creado por la concepción de una economía inmutable y cerrada, que no explica y que más bien condena el “beneficio” como plusvalía perversa y explotadora, y nos adentramos en los conceptos de una economía dinámica, cambiante y vital, como la propuesta por Schumpeter, encontramos que dicho beneficio se justifica como un costo genuino que permite la formación de

capital y estimula la productividad necesaria para continuar con la producción, el mantenimiento y la creación de empleos, dotando así de una base moral y de responsabilidad social a la tarea emprendedora. Anticipaciones y realidades Schumpeter parece haber tenido razón no solamente en aspectos fundamentales de la teoría económica sino también –y en estos casos muy lamentablemente- en algunos aspectos proféticos esbozados una vez que vislumbró el creciente poder del Estado moderno para desviar los rumbos del ingreso, entre los cuales destaca su anticipada visión del nacimiento de una nueva clase intelectualoide y burocrática, consumista y beneficiaria de los resultados empresariales, pero negadora de la ética de la producción de riqueza y del ahorro para la reinversión en la productividad económica. En tal circunstancia mayor valor aún adquiere la tarea emprendedora surgida en nuestros sectores populares donde quizás se encuentre el último reducto del verdadero espíritu empresarial motor del desarrollo económico. Guayaquil, a 12 de julio de 1988

EL IMPACTO ECONOMICO Y SOCIAL DE LA INNOVACIÓN Para los estudiantes de la Universidad Estatal de Moscú, el 31 de mayo pasado fue el día muy especial en el que tuvieron la oportunidad de escuchar un formidable enfoque sobre los nuevos rumbos que el nacimiento de una nueva civilización impone a la economía y a la libertad misma. La disertación del Presidente norteamericano entre muchos otros aspectos de indiscutible trascendencia, destacó el papel del empresariado innovador y su influencia sobre la economía moderna al más puro estilo schumpeteriano, es decir, introduciéndolo como centro mismo de la dinámica del cambio y rescatándolo de aquel limbo “meta-económico” al cual había sido recluido por el tradicionalismo. “ En la nueva economía, la inventiva humana de manera creciente convierte los recursos físicos en obsoletos... está abriéndonos paso a través de las condiciones materiales de la existencia hacia un mundo en el que el hombre creará su propio destino ... (y en esa búsqueda) los exploradores actuales son los empresarios, hombres con visión, con el coraje para tomar riesgos y suficiente fe para desafiar lo desconocido. Estos empresarios y sus pequeñas empresas son los responsables de casi todo el crecimiento económico de los Estados Unidos”. Y la aseveración reaganiana estaba respaldada por la prueba incontrovertible de las cifras que nos muestran que en las dos últimas décadas más de 4º millones de empleos fueron creados por la iniciativa de actividades empresariales de muy pequeña escala más que por la acción de las nuevas tecnologías, cuya trascendencia como generadora de empleos es sumamente importante en una perspectiva orientada hacia el futuro más que como vigencia del hoy día. Sin embargo, son los innovadores también –precisó aquel día en Moscú- “los autores principales de la revolución tecnológica. En realidad, una de las más importantes firmas de computadoras personales en los Estados Unidos fue iniciada por dos jóvenes estudiantes universitarios, en el garaje detrás de su hogar...” Es así como cada día la realidad confirma aquello que fue expuesto ya hace tantos años por el perspicaz y relegado economista austriaco en torno al rol de los innovadores. Y esa realidad es tan evidente que el poder político más poderoso del mundo reconoce los límites de sí mismo, condena al burocratismo como “beso de ángel puesto en salva sea la parte”, y destaca los efectos de la libertad y de la creatividad en el desarrollo económico. La ausencia de innovaciones obviamente estancaría a una sociedad moderna y con seguridad la enviaría al despeñadero de los rendimientos decrecientes como efecto directo de la acumulación de capital y de la competencia. Este efecto representado en la gráfica siguiente, demuestra con claridad que en la ausencia de cambios técnicos, “al añadir una mayor cantidad y variedad de bienes de capital a una misma cantidad de trabajo o mano de obra, aumenta la producción total en cantidades cada vez menores y desciende el beneficio a lo largo de “dd” desde B hasta E que es el punto de equilibrio ricardiano en el que

dejará de haber ahorro. Este descenso hace que suba el salario real que se puede obtener gracias a la mayor productividad del trabajo”.

Fuente: Samuelson. Economía. Mc Graw Hill En la misma gráfica podemos sin embargo observar un desplazamiento de la curva “dd” hacia arriba y hacia fuera de los respectivos planos. Este desplazamiento es periódico y se produce en la medida que se efectúen innovaciones técnicas manteniendo a la economía en constante dinamia y progreso. Se podría pensar que las innovaciones técnicas constituirían barrera infranqueable para países como el nuestro caracterizados por limitaciones profundas en la asignación de recursos destinados a la investigación tecnológica, mas sin desconocer dichas limitaciones, es necesario tener en consideración que en materia económica la innovación no está restringida exclusivamente a la infraestructura tecnológica o como dirían los iniciados en computación, al hardware. Los procesos, las metodologías, la aplicación diferente, el software, son importantes y constituyen innovaciones de repercusiones insospechadas. Es en este campo donde las aportaciones de la economía informal adquieren significación porque mantienen vibrando la “cuerda de violín” del desarrollo, o dicho en términos más económicos, desplazando intermitentemente la curva de los rendimientos. Este hecho, de alguna manera es también admitido cuando se introduce el concepto de “modelos de utilidad” para hacer frente a la dependencia tecnológica y lograr promover la investigación en la región. Se trata de una modalidad que contempla innovaciones caracterizadas por tener una actividad “inventiva” menor que la de las patentes consistiendo generalmente en alteraciones o variaciones que implican mejoras funcionales y que responden por tanto a la estructura tecnológica de la microempresa y de la pequeña empresa. Guayaquil, 20 de julio de 1988

LAS ESTRUCTURAS DE LO COTIDIANO Y LA CRISIS Uno de los más graves problemas actuales radica en que se les da valor desmesurado a los modelos económicos convencionales, presuponiendo erradamente que es posible encontrar en ellos una expresión matemática para todas las propiedades del sistema real, e inclusive para sus capacidades de adaptación y por ello se alimenta la esperanza de que con tales o cuales medidas y tal o cual planificación, dirigidas a modificar los “indicadores”, los objetivos del desarrollo serán logrados, o más modestamente, que así será posible enfrentar con éxito la crisis. Sin embargo, toda concepción lineal de la historia, fundamentada en una supuesta secuencia de trazos prefijados por la acción de las fuerzas productivas, constituye una vulgaridad indefendible que reduce las leyes del desarrollo a un conjunto de innumerables ejercicios econométricos que deja de lado aspectos fundamentales de la vida misma y que, aún tratándose exclusivamente del propio orden económico, no contempla la totalidad de los factores que inciden en las estructuras de lo cotidiano. La crisis actual afecta profundamente esas estructuras porque ella provoca, especialmente a niveles populares, respuestas muy variadas que es preciso conocer antes de proponer estrategias anti-crisis que posean la doble característica de ser realistas y eficaces, pues esas respuestas ocupan un amplio espectro que va desde los múltiples casos de la creatividad cultural, social y técnica, hasta las más ingeniosas formas de crimen organizado. Y aunque no sería prudente caer en el folclorismo de considerar que solamente en “lo popular” existen respuestas imaginativas y moralmente permitidas para superar necesidades de supervivencia, es indiscutible que en los sectores populares se da una forma de “especialización” a este respecto. Pero veamos cuales son esas estructuras de lo cotidiano. El consumo, en el sentido amplio del término, consiste en el conjunto de bienes y servicios adquiridos a través del mercado, sumados a los servicios prestados por el Estado, pero también integran este conjunto los bienes y servicios autoproducidos en el marco de la economía doméstica o de la economía social. La posibilidad de acceder a los bienes y servicios proporcionados por el mercado depende, de todos modos, de regulaciones monetarias producidas por el Estado y por lo tanto está directamente vinculada al mercado de trabajo formal. El derecho a recibir las prestaciones de servicios del Estado también está reglamentado, y de forma muy variada según los diferentes casos. La producción de bienes y servicios para el propio consumo en el sector doméstico y en la economía social se hace mediante la participación directa y la ocupación de una parte del tiempo de trabajo de los interesados. De hecho, en todo tipo de sociedad, esta parte representa casi la mitad del tiempo de trabajo de ella, pero curiosamente es omitida en los modelos económicos convencionales, sin lugar a dudas porque escapa a la cuantificación monetaria. Debe reconocerse

sin embargo que al menos parte de ese tiempo o “trabajo fantasma” está “colonizado” por la economía mercantil, pero la auto-producción también contempla actividades autónomas libremente escogidas que de ningún modo son cuantificadas y valoradas. Como hasta el momento los expertos se han contentado tan sólo con analizar el consumo de los bienes y servicios mercantiles y de los servicios prestados por el Estado, aún no se dispone de descripciones de funcionamiento de las economías reales según el esquema antes propuesto. Es necesario, entonces, que se de un primer paso para analizar de que manera todas las estructuras de lo cotidiano, incluyendo las no convencionales, ejercen impacto en la inflación, en el desempleo, etc., y a partir de ese análisis, proceder a estudiar las estrategias anticrisis puestas en práctica naturalmente por los diversos sectores. Detectar los comportamientos a nivel familiar parece ser la vía más expedita para un estudio serio que pretenda poner en evidencia las modificaciones ocurridas en las localizaciones tanto de recursos monetarios como de tiempo disponible por parte de los sectores populares. En una fase posterior se abordaría una propuesta de políticas a ser seguidas, por ejemplo, en materia de empleo, promoción de la economía social y de la economía doméstica. Una visión de conjunto obtenida a través de la investigación recomendada permitiría superar el cuadro restringido de políticas sectoriales y llegar a propuestas de medidas integradas que contemplen, al mismo tiempo, diversos campos y posibiliten el aprovechamiento de intercambios entre diferentes formas de satisfacer las necesidades fundamentales de la sociedad. Guayaquil, 6 de septiembre de 1988

CAPITULO 3

LOS FUTUROS POSIBLES

“Todos los cambios, guerras y avances, y los triunfos y tragedias de la Historia, han sido realizados por personas, incluyendo gente corriente, que adoptan decisiones, hacen elecciones... podría decir que incluso cuando la intervención humana no es efectiva, debemos portarnos como si lo fuera. No podemos vivir felizmente como seres humanos, en la creencia de que nuestras acciones no cuentan para nada” Alvin Toffler

TECNOLOGÍA POPULAR: UNA OPCION NO RECONOCIDA HACIA EL FUTURO Cuando la innovación trasciende la supervivencia Es posible que la estrategia de supervivencia sea la inicial y generalizada respuesta popular frente a las carencias del medio adverso que le tocó vivir cuando “quemó sus naves” campesinas y se adentró en el competitivo mundo urbano. Sin embargo la respuesta no concluye aún, continúa ... Una puerta de garaje “automatizada” por los efectos de un sistema de balancines y contrapesos abriéndose y cerrándose en cualquiera de nuestros barrios “ricos”, diseñada e instalada por un “maestro” informal; el patio interior de una vivienda, perdida entre las muchas de nuestros barrios suburbanos, convertido en industria de innovaciones con particulares líneas de producción en las que los “inventos” se suceden uno a uno: trasportadores miniaturizados, estiradores de alambrón “a la medida”, soldadoras eléctricas de punto “mejoradas” con la incorporación de un ventilador desechado, que evita la aspiración de los gases del fundente ya quemado, en criolla aplicación de principios de seguridad industrial; cientos de cerrajerías en las que la mayor inversión está en diseños y moldes –activos intangibles no contabilizados- de las mil y una filigranas que componen las rejas, balcones y balaustres de las edificaciones guayaquileñas; innumerables dobladoras de tubos, dobladoras de planchas metálicas, sierras-cintas, sierras circulares, soldadoras eléctricas o sistemas oxiacetilénicos y toda gama de maquinarias construidas por gente de nuestro pueblo para específicos e individualizados propósitos, a costos entre diez o quince veces menores a similares y estandarizadas opciones extranjeras. Hornos de fundición enclavados en la tierra de un solar suburbano en productiva utilización de antiguos restos de ferrocarril y de fábricas abandonadas ... Ejemplificadoras observaciones recogidas en el rápido andar de una labor de contacto con las realidades de nuestro pueblo que refuerzan una perspectiva personal que se niega a concebirlo como conjunto de “pobrecitos” o “minusválidos del desarrollo”. La esencia de la tarea empresarial es crear Administrar no basta. He allí que agoniza la empresa “moderna” que concentra sus esfuerzos sólo para lograr estructuras internas, estabilidades y controles operacionales que impidan un cambio del statu quo que le es actualmente favorable, ya que la única y verdadera seguridad frente a los constantes cambios del entorno reside en la capacidad de respuesta ante lo imprevisto, ante la incertidumbre; en aquella especial predisposición a esperar lo inesperado o en – como diría Drucker refiriéndose a la función básica de innovación empresarial- “la proporción en que se produce gente con imaginación ... ya que en una organización cualquiera que ésta sea, empresa o país, esa proporción es factor básico del desarrollo, pues las decisiones relativas al futuro siempre seguirán siendo anticipaciones y por tanto en última instancia siempre se vuelve al

elemento humano, no importa cuan bien fundada esté la economía, cuan cuidadoso sea el análisis, cuan buenas sean las herramientas”. Más allá del “tiempo coyuntural” Usualmente cuando se reflexiona en materia económica y social es común colocarse en parámetros de corto término. Cuando se analiza “la crisis” inmediatamente se percibe una noción sectorial y temporalizada sin conexión alguna con el pasado o con los futuros posibles. De esta manera la perspectiva y el análisis de los acontecimientos se limitan a los estrechos horizontes del “hoy día” en el que tanta importancia tienen los diferenciales inflacionarios, la inflexión del poder adquisitivo, el comparativo trimestral o anual del producto interno bruto o cualquier otro dato “importante” que pretende medir la realidad en fórmulas cuantificables y de corta duración. Pero la realidad es mucho más rica y profunda y puede también ser parametrada en términos de largo plazo sin que la contraposición aparente de los dos enfoques niegue la validez del tiempo “estratégico” de los actores del devenir histórico y desatienda por ello la real importancia de “las potencialidades”. Solamente así podremos superar falsas alternativas en el entendimiento de las evoluciones de la economía universal y sus repercusiones en el particular análisis de nuestras realidades ecuatorianas. Las potencialidades y los futuros posibles La existencia de una crisis de alcance mayor al tiempo coyuntural es innegable. Ni siquiera es tan sólo “nuestra crisis”. La universalidad de ella es evidente. Su globalidad es obvia, trasciende los factores tecnológicos y macroeconómicos y entran también en juego otros factores como aquellos que dicen relación con los valores y perfiles caracterológicos de las personas y de las sociedades. Es entonces cuando “las potencialidades” cobran su verdadera y real importancia en la construcción de los futuros posibles. Porque no es lógico soslayar la existencia de una economía “informal” que acrecienta permanentemente su volumen y porcentaje de participación en la PEA urbana, y que configura el perfil de un carácter que trasciende la supervivencia y encuentra respuestas innovadoras mediante el uso de la imaginación y la adaptabilidad frente al hecho no previsto. SECTOR INFORMAL Y PEA (AMERICA LATINA) AÑO PORCENTAJE

1950

1960

1970

1980

8.8

10.6

11.5

13.6

Allí, en las puertas “automáticas”, en los diseños de enrejados, en las líneas de producción popularmente “mejoradas”, en toda esa tecnología “informal” popular

podrían vislumbrarse sólidas potencialidades para la construcción de un futuro posible que nos haga evadir los determinismos pesimistas que condenan al país a vivir en la retaguardia de la historia. El desarrollo puede pasar por el eje de la informalidad No está escrito de modo indeleble que el desarrollo de los países deba pasar exclusivamente por el eje del sector moderno de la economía. Ese tan vez podría ser uno de los futuros posibles. Y si ello fuera así, quizás cada vez estaríamos más y más lejos de la vanguardia. Sin embargo, existen otras muchas opciones a las que bien valdría prestar atención, porque ... ¿Qué impide estimular el carácter innovador de nuestro pueblo propiciando su contacto con tecnologías de punta? ¿Es que acaso los “chips” solamente están reservados para pueblos supuestamente “superiores” y deben des-estimularse las pretensiones tecnológicas de nuestros innovadores, para situárselos como siempre en el folclorismo artesanal que le reservan sospechosas posturas intelectuales? Guayaquil, 20 de septiembre de 1987

NOSOTROS, EL PUEBLO ... Economía y Política Existe una tendencia muy acentuada a diferenciar los campos señalados, quizás producto del academicismo que segmenta y especializa áreas del conocimiento humano, y tal vez por ello hasta podría parecer extraño un comentario “político” en un espacio “económico”. Empero una vez más la realidad de los hechos se sobrepone a los academicismos –retengo entre mis notas una reseña del primero de febrero inserta en las páginas de este prestigioso Diario-, y es así como se expresa en el sentir popular la íntima relación entre Economía y Política. “Señora, ¿Ya votó usted? No señor ... ¿Por qué no, doña Clotilde? Porque la venta está mala ... Mire, son las dos y media y recién llevo vendidos cuatrocientos sucres ... ¿Es poco ...? Es nada si se considera el valor del plátano, del maíz, de la manteca, del aceite y de lo que hay que darle por debajo y por arriba a los inspectores municipales. ¿Y por qué no vota usted contra ese régimen municipal? Porque cualquiera que llegue arriba le dará empleo a otros inspectores que vendrán con tanta hambre como los actuales y como los de ayer ... Nada cambia nuestra suerte señor ... ¿Me compra un paquetito de chifles ... ? ¿Si ...? Bueno, ¿Cuánto vale ... ? Treinta ... Púchica ... ¿Subió el dólar...? ¡Las elecciones señor, las elecciones ... ! Me sea permitido, entonces, traspasar las irreales “fronteras” y adentrarme en los hechos. Entre la insania y la esperanza En este momento de la historia en el que muchos acusan al mundo de haberse extraviado en la insania, existen también quienes afirmamos que bajo el abrumante conjunto de circunstancias aparentemente sin sentido hay una pauta potencialmente esperanzadora de un cambio civilizador positivo que abarca todos los aspectos del convivir humano y remueve los cimientos de todas las instituciones, entre ellas las políticas. Quizás en este instante particular de la vida política ecuatoriana sea –más que nunca- pertinente, tratar de encontrar esa pauta, y en ese propósito haré uso de la licencia otorgada por su autor, a todos aquellos quienes en torno al futuro y en distintas latitudes abrigamos sentimientos similares, para transcribir algunos fragmentos de su carta imaginaria ... Fragmentos de una carta imaginaria “A los Padres Fundadores:

Vosotros sois los revolucionarios puros. Vosotros sois los hombres y mujeres, los labradores, mercaderes, artesanos, abogados, impresores, folletistas, tenderos y soldados que creasteis una nueva nación en las lejanas costas de América. Figuran entre vosotros los 55 que se reunieron en 1787 para forjar, durante un tórrido verano en Filadelfia, ese asombroso documento denominado Constitución de los Estados Unidos. Vosotros sois los inventores de un futuro que se ha convertido en mi presente. Ese trozo de papel, con la carta de Derechos añadida en 1791, es, evidentemente, uno de los más pasmosos logros de la historia humana. Yo, como muchos otros, me veo continuamente obligado a preguntarme cómo pudisteis – cómo fuisteis capaces, en medio de tumultuosas agitaciones sociales y políticas y bajo la acción de inmediatas y fuertes presiones- reunir una tan extraordinaria percepción del emergente futuro. Escuchando los sonidos del mañana, os disteis cuenta de que estaba muriendo una civilización y otra nueva estaba naciendo. Rara vez ha sido realizada una obra tan excelsa por hombres de temperamentos tan acusadamente divergentes, apasionadamente entregados a tan diversos intereses regionales y económicos, pero tan turbados e indignados por las terribles “ineficiencias” de los gobiernos de vuestra época, como para reuniros y proponer uno radicalmente nuevo basado en principios sorprendentes. Quiero agradeceros a vosotros, los revolucionarios puros, por haberme hecho posible vivir medio siglo como ciudadano americano bajo un gobierno de leyes, no de hombres, y especialmente por esa inestimable Carta de Derechos que me ha hecho posible pensar, expresar mis opiniones, por necias o equivocadas que fuesen a veces..., de hecho, escribir lo que sigue sin miedo a la censura. Pues lo que ahora debo escribir puede fácilmente ser mal interpretado por mis contemporáneos. Algunos lo considerarán, sin duda, sedicioso. Sin embargo, es una dolorosa verdad que yo creo que vosotros habríais comprendido enseguida. Pues el sistema de gobierno que vosotros creasteis, incluidos los principios mismos en que os basasteis, se están tornando crecientemente anticuados y, por ello, crecientemente, aunque inadvertidamente, opresivos y peligrosos para nuestro bienestar. Es preciso cambiarlos radicalmente e inventar un nuevo sistema de gobierno, unos nuevos principios ..., una democracia para el siglo 21. Vosotros sabíais mejor que nosotros, que ningún gobierno, ningún sistema político, ninguna Constitución, ninguna Carta o Estado es permanente, ni pueden tampoco las decisiones del pasado vincular para siempre al futuro. Ni puede un Gobierno diseñado para una civilización, habérselas adecuadamente con la siguiente. En consecuencia, habríais comprendido por qué hasta la Constitución de los Estados Unidos necesita ser reconsiderada, y alterada, no para reducir el presupuesto federal o incorporar éste o aquel angosto principio, sino para ampliar su Carta de Derechos, teniendo en cuenta amenazas a la libertad in-imaginadas en el pasado, y crear toda una nueva estructura de gobierno capaz de tomar

decisiones inteligentes y democráticas necesarias para nuestra supervivencia en un nuevo mundo. No vengo con ningún fácil borrador de la Constitución de mañana. Desconfío de los que creen tener ya las respuestas cuando aún estamos tratando de formular las preguntas. Pero ha llegado el momento de que imaginemos alternativas completamente nuevas, de que revisemos, discrepemos, discutamos y diseñemos desde su misma base, la arquitectura democrática del mañana. No con espíritu de ira o dogmatismo, no en un súbito e impulsivo espasmo, sino mediante las más amplias consultas y la pacífica participación del público, necesitamos aunar nuestros esfuerzos para reconstituir América ... “ Alvin Toffler Washington, Connecticut, 1980 Escuchando los sonidos del mañana Parece evidente, pues, que aún las formidables instituciones políticas de un pueblo visionario como el norteamericano que puso en vigencia, con la debida antelación, los nuevos principios fundamentales que regirían en una nueva época, le resultan ahora insuficientes, quizás porque nuevamente, ese pueblo está escuchando ya los sonidos del mañana. Y tal vez porque siempre he pensado que nuestro pueblo no es menos que ningún otro, y porque para muchos los resultados electorales han sido “sorprendentes” -no para quienes mantenemos diario contacto con los barrios populares- no puedo evitar pensar que más allá de la superficialidad de tales resultados electorales que parecerían consolidar el sistema “democrático” vigente, subyace el reclamo profundo de nuestro pueblo que sufre la insuficiencia del sistema político en su totalidad y plantea con su voto –limitado y esporádico instrumento que le ha sido otorgado por las actuales instituciones políticas ecuatorianas- su disconformidad con ideologías obsoletas y procedimientos artificiosos que siente vacíos porque lo condenan a ser eternamente “representado”, negándole el derecho a construir su destino por sí mismo. Ausentismo, nulidades y populismos Quepa quizás entonces reparar en el elevado nivel de ausentismo a pesar de la penalización legal; en los votos nulos y en blanco; y, en la “sorprendente” y siempre reiterada vigencia de los populismos, para reflexionar en la singular situación que la decisión popular configura con aquellos votos entregados y también con aquellos que no lo fueron porque se mantuvieron retenidos en la gaveta del quemeimportismo. No se debe olvidar que en materia de supervivencia económica ese mismo pueblo “informaliza” sus acciones y construye sus propias respuestas. No se trataría en consecuencia de un pueblo equivocado o engañado, como algunos piensan, sino más bien de un pueblo visionario, tremendamente lúcido,

que también escucha los sonidos del mañana y con sus acciones y omisiones convergentes con sus más profundos sentimientos y esperanzas, intuitivamente perturba el sistema político insuficiente y obsoleto, introduciendo los factores desequilibrantes que propiciarán la inevitable reestructuración del mismo. ¿Permite el sistema un Presidente para todos los ecuatorianos? Un análisis más profundo de la expresión popular electoral sólo podrá ratificar aquello que es evidente, a lo cual no siempre se le otorga la debida importancia, esto es, la imposibilidad e inutilidad de intentar consolidar una significativa mayoría –en especial en una temática de tanta trascendencia como lo es elegir un Presidente de la República- puesto que el pretendido cincuenta y uno por ciento no se logra jamás y aunque se lograra tampoco legitimaría el ejercicio “democrático” del poder, porque la realidad social cada vez más se muestra menos homogenizable, menos uniforme, por tanto menos estratificada y, por el contrario, más diversificada en la búsqueda de sus integradores. De este modo, no importará, en fin de cuentas, quienes, cómo –en base a qué alianzas-, y cuándo accederán a la cúspide de gobierno, pues siempre en el comprometido papel de “salvadores”, les faltará el respaldo de más del setenta por ciento de un pueblo siempre expectante, que no puede ser diaria y “formalmente” participativo, por la ausencia de instituciones políticas adecuadas. Representaciones sin representados Es que la falla de fondo es el mismo concepto de la “representatividad política” concebida como un algo inmutable y permanente, cuando todos sabemos que los representantes dejan de serlo al día siguiente de elegidos, porque las miles de minorías coaligadas que los eligieron retornan al ejercicio de sus vitales intereses diarios y dejan de existir como mayoría representada. ¿Quién podría extrañarse entonces de la volatilidad de las preferencias en la política criolla? ¿No es normal acaso, en ese contexto, que quienes gozaron del fervor “mayoritario” hace cuatro años –postulados por el pueblo para opositores o para gobernantes- ahora sean relegados sin importar la eficiencia o no con la que desempeñaron sus roles históricos? Difíciles etapas habrá pues que enfrentar en el inmediato futuro ... –tanto en política como en economía-, ya que si se pretendiera constreñir las fuerzas creativas del pueblo más tarde o más temprano los diques saltarán y las aguas en la búsqueda de sus cauces naturales, arrasarán ... Guayaquil, 3 de febrero de 1988

HACIA UN REENCUENTRO CON LOS VALORES Las palabras traicionadas A veces son consideradas incluso con vergüenza como simples y vagas abstracciones que es preferible no tan siquiera pronunciar, pero lo usual es que se las utilice convertidas en vacíos enunciados ausentes de todo contenido real. Libertad, Justicia, Solidaridad, Verdad, Bondad, Belleza, y tantas otras palabras que implican un contenido profundo y una visión global acerca de la naturaleza del hombre, del mundo, de la sociedad, de sus por qué y para qué –palabras que se mueven en el mundo de los valores- son irresponsablemente manoseadas en la euforia de nuestro tiempo, traicionándolas hasta convertirlas en huecas vocinglerías de algún evento electorero. Es que quizás la dinamia de un tiempo aceleradamente cambiante ha permitido pensar en relativismos de todo orden que imponen ficticias necesidades de modificar aún lo que por naturaleza es y debe ser inmutable, construyendo de este modo un lenguaje que nada trascendente comunica, salvo equívocos enfoques demagógicos envueltos en superficialidades. Cambios y valores trascendentes No somos ajenos a la necesidad de cambios pues, como ya hemos expresado en anteriores oportunidades, somos muy conscientes de vivir en un tiempo de paréntesis en el que paradigmas sociales y económicos antiguos perecen y se construyen nuevos. No nos atemoriza el cambio, por el contrario, lo estimulamos y creemos que la búsqueda permanente de una sociedad mejor impone un pensamiento abierto a las nuevas realidades. Sin embargo, existen valores inmutables, trascendentes, emanados de la propia naturaleza de la persona, que deben ser respetados y acatados con fidelidad indiscutida, a riesgo de trastocar todo el sentido de lo humano en caso de no hacerlo. El valor humano fundamental La libertad impone al hombre el terrible peso de la responsabilidad porque aquella lleva implícita su capacidad como ser humano para ser por si mismo el autor de su propia perfección y plenitud y, socialmente considerado como “pueblo”, para constituirse en protagonista del progreso, del desarrollo y de los cambios o como se desee, en definitiva, denominar a la búsqueda de un objetivo superior. Sin la participación del hombre en la construcción de su propio desarrollo, no solamente que éste no será posible, sino que cualquier aparente logro sólo constituirá violencia que despoja a lo obtenido de toda autenticidad.

Sin la participación real del pueblo –no ese remedo de democracia puesta de manifiesto luego de campañas degradantes que apelan a supuestas emotividades e irracionalidades populares- tampoco será posible libertad social alguna, pues el hombre no es “objeto” del desarrollo y todo esfuerzo por restringir su capacidad de “sujeto”, más allá de la aparente genialidad con la que sean presentadas las concepciones para su anhelado progreso y de los consabidos diagnósticos y recuentos estadísticos de las necesidades y miserias populares, solamente se convertirá en actividad dictatorial tratando de imponer camisas de fuerza a la naturaleza de las cosas. Aún cuando las “recetas” sociales puedan ser definidas teóricamente como apropiadas por su aparente funcionalidad, jamás podrán tener auténtico valor social sino surgen de la gestión libre, espontánea y autónoma de los individuos llamados a practicarlas. En toda ocasión que se ha intentado imponer esquemas funcionales surgidos “desde arriba”, aún cuando hayan sido claros y racionalmente establecidos sus lineamientos, su artificialidad los ha conducido al fracaso. Cuando la libertad no deseada es percibida como totalitarismo Tal vez entonces encontremos aquí la razón de las dificultades surgidas en la aplicación de un modelo económico que intentó situar la responsabilidad del desarrollo en manos de los particulares, cuando esos mismos particulares, permanentemente y desde muy antiguo, han venido intentando evadir tal responsabilidad y han preferido hipotecar su libertad a cambio de la comodidad representada por un Estado “mesiánico”. Cabe sí señalar que amplios sectores populares –los informales- repudian en lo profundo de sí todo tipo de intervensionismo estatizante que limite sus afanes de progreso. No debemos olvidar, además, que estos sectores son justamente los que adquieren la calidad de “objetos” en las campañas electorales y luego sufren frustraciones. Es lógico que solamente crean en sí mismos. Y en hora buena. Pueblos, liderazgos y valores Podríamos especular muy profusamente sobre razones y circunstancias de la intrascendencia de ciertos pueblos en la aventura humana universal. Pero más allá de las superficialidades, encontraríamos que sólo aquellos pueblos que han logrado aprovechar las más grandes energías y talentos de su gente han podido establecer una presencia firme y poderosa en el concierto internacional, incluso superando grandes limitaciones de todo orden. Son pueblos que han establecido una causa común válida para todos los que los forman. Causa u objetivo que perdura más allá de los cambios porque se ha introducido en la misma “entraña” popular, constituyéndose en parte integrante de un sistema de creencias que otorga sentido a las acciones de esos pueblos. El rol de la dirigencia en aquellos pueblos es ante todo un continuado esfuerzo por promover y proteger valores fundamentales que, trascendiendo el verbalismo

irreflexivo, los consoliden en base a sus acciones en las que tienen que estar inmersos por el particular y testimonial modo como esos líderes orientan a sus pueblos. Tal vez quepa en este instante preguntarse si las dirigencia de nuestro país –y no solamente las políticas- ¿Han asumido el papel que les corresponde como formadores y estimuladores de la vigencia de los valores fundamentales? Evidentemente es un buen momento para la pregunta formulada, pues parecería innegable que existen, por ejemplo, empresarios “exitosos” que no han logrado sobreponerse a la idolatría por los rendimientos y han carecido de la fuerza moral para dar significado en términos de valores espirituales a sus actividades productivas, y que los aspirantes al poder yacen todavía atrapados en las movedizas arenas de sus insultantes verdades. Cerremos esta nota con la esperanza de que en nuestros barrios populares, en las individualidades de nuestros hombres y mujeres sencillos, profundamente trabajadores, creativos, independientes, con irreductible confianza en el futuro, se encuentre el potencial humano necesario para un imprescindible reencuentro con los valores inmutables que nos permita lograr un desarrollo humanizado. Guayaquil, 14 de abril de 1988

PARTICIPACION Y DEMOCRACIA Es probable que para cuando estas líneas sean publicadas se conozca ya quien ha logrado reunir los requisitos exigidos por nuestro marco jurídico nacional para ejercer el gobierno del país a partir del próximo diez de agosto. Tomando en consideración las presentes circunstancias del marco institucional vigente, más que una elección habrá existido una designación, decidida ésta por el porcentaje minoritario de la población ecuatoriana que nuestro sistema legal reconoce como suficiente para sustentar la representatividad del nuevo gobernante. Un gran número de ecuatorianos habrá podido expresar a través del acto electoral su frontal desacuerdo con lo exhibido por las dos candidaturas, ya sea anulando su voto, votando en blanco o simplemente no concurriendo a las urnas. Otros no habrán siquiera logrado expresarse a través del acto electoral, porque el sistema legal no lo permite. Y así, apenas alrededor de un 15 por ciento de la población del país habrá tomado una decisión que afectará a más de diez millones de ecuatorianos. Esta situación traerá como consecuencia una debilidad consustancial al origen del nuevo gobierno, sea cual sea la candidatura designada, especialmente porque las dos en sus discursos ideológicos hipertrofian la acción del Estado y desestiman o relegan a un segundo plano la acción de los particulares en la conducción del país. Significará esto que aproximadamente un 85 por ciento de ecuatorianos estará obvia y consecuentemente a la expectativa de las acciones de esos nuevos gobernantes que no creen importante la participación popular en la toma de decisiones que afectan el convivir nacional, que constriñen la acción participativa del pueblo al limitado acto de elegirlos y que en breve estará en pleno uso del poder estatal. Y esta actitud de simple expectativa lleva implícita la esperanza de que los ofrecimientos de la campaña electoral se vayan a cumplir. Será necesario entonces que los nuevos gobernantes empiecen a demostrar que serán capaces, como han venido anunciando, de solucionar la crisis del país cuya causa –en superficial e injusto análisis- ha sido endilgada al gobierno actual. Es lógico pensar que las decisiones que se adoptarán sin la participación popular, al menos tratarán de contar con su adhesión pues de otro modo indiscutiblemente mostrará su fragilidad este sistema representativo al cual eufemísticamente denominamos “democracia”. Con tal propósito se tornaría indispensable que una vez que haya concluido el acto electoral, y ya que los improperios tendrían que cesar al haber perdido la razón “estratégica” de su existencia, el binomio designado deba profundizar ahora sí en los detalles de sus planes de gobierno de manera que los sectores privados pudieran tener una clara conciencia de las nuevas reglas de juego, con lo cual

obviamente se podría contribuir a que la incertidumbre disminuya; incertidumbre que tiene fundamentadas razones para producirse. Debe tomarse en consideración que no ha sido ajena a la realidad nacional la circunstancia de que algunos sectores políticos del país ocasionalmente vuelvan sus miradas a las experiencias de nuestro vecino del sur. Así, cuando irrumpió en nuestra vida política el gobierno “nacionalista y revolucionario” del General Rodríguez Lara fueron importadas algunas concepciones del gobierno del General Velasco Alvarado. En la actual coyuntura, en la que los sectores en disputa se autodefinieron como de la misma tendencia ideológica de los actuales gobernantes peruanos, nada raro sería que la importación de concepciones, ideas, programas, proyectos, etc., se intente efectuar sin mayor análisis de conveniencia. Es imprescindible, en consecuencia, la consolidación de una conciencia nacional que exija el derecho de los particulares a estar informados de las acciones y proyectos de los nuevos gobernantes. La lucha por éste y otros derechos en nuestro país no será una lucha fácil, como no la ha sido en el Perú para los empresarios privados modernos y populares, y como una demostración de esta aseveración considero indispensable reproducir los siguientes documentos públicos que permiten comprender mejor la realidad peruana actual y los resultados producidos por concepciones que solamente al Estado le otorgan rol protagónico en la lucha contra el subdesarrollo. Guayaquil, 4 de mayo de 1988

LEGISLACION ECONOMICA Y DEMOCRACIA “Estoy seguro de que el poder de los intereses creados se exagera mucho comparado con el gradual avance de las ideas … Tarde o temprano, son las ideas, y no los intereses creados, las que entrañan peligro para bien o para mal” Cuando Keynes concluía con afirmaciones de esta naturaleza su Teoría General, pensaba sin duda que conceptos como los de competencia, cooperación, libertad, planificación, beneficios, bienestar, eficiencia, amor al trabajo, economía, inversión, distribución equitativa de la riqueza, productividad, democracia, pluralismo, etc., significan mucho para una población y poco para otra. Reflexionaba quizás también en el significado enteramente diferente de los conceptos cuando son transplantados de una región a otra, o en las distintas posturas de los grupos políticos y sociales dependiendo de su ubicación respecto a la posibilidad de accesos a los centros del poder o de la oposición. Es probable que también pensara en lo que su colega Schumpeter preconizara acerca del rol que desempeñarían cada vez en mayor medida profesionales beneficiarios del sistema productivista –cuyos intereses de grupo deberían impulsarlos a defenderlo- que sin embargo lo condenan impulsados por efecto de las ideas estructuradas por diversas causas en sus sistemas mentales de referencia. En determinadas sociedades la preocupación sentimental –no racional- por el bienestar común es implícita, tanto que puede penetrar por una puerta trasera cuando se formulan medidas económicas. Otras sociedades pueden considerar que tales o cuales medidas económicas son trascendentales y súper humanas cuando son tomadas para beneficiar a los estratos superiores solamente. En un caso el “pobrecito marginado” es quizás considerado sentimentalmente como el foco real de las reformas, aunque en la realidad no lo sea; en otro caso es simplemente olvidado, o bien desdeñado por su aparente y mítico fracaso económico. En realidad, la significación de “los hechos” acaecidos en un momento dado es captada de modo muy diferente y genera actitudes positivas o negativas dependiendo del sistema de creencia imperante en el grupo social que analiza tales hechos. Es decir, aquellas ideas que constituyen la estructura orgánica de percepciones y cogniciones acerca de los diversos aspectos del mundo del individuo, que incluye conocimientos, opiniones y fe, condicionan la respuesta del grupo social. Aún los grupos sociales o intelectuales íntegros pueden tener obstrucciones mentales que surgen de sus limitaciones de percepción; limitaciones que pueden fomentar pensamientos o racionalizaciones ilusorios, impulsados, por ejemplo, por el deseo subyacente de alimentar una esperanza de cambios positivos para el desarrollo del país. ¿De qué otro modo se explicaría que grupos sociales, entre ellos algunos medios de comunicación, que llamaron fuertemente la atención sobre los procesos “autoritarios”, sobre la necesidad del “diálogo”, sobre la participación de los sectores involucrados para la real vigencia de la democracia, etc., ahora no ejerzan “opinión” en forma igualmente vehemente, cuando similares procedimientos vuelven a ser empleados? Un paquete de reformas legislativas con efectos económicos y sociales es sometido a “turbo” proceso legislativo y el análisis “responsable” de tales medidas

es reducido a los mentalizadores del paquete. Cae entonces por su peso la inconsistencia de la postura política de quienes cuando eran oposición censuraban el mecanismo empleado para legislar y hoy cuando son gobierno lo elevan a categoría de valor al emplearlo. En todo caso ello revela el poder de las ideas enraizadas en la estructura mental o en el sistema mismo de creencias de nuestros grupos políticos, entre ellas la percepción de que en política “todo se vale” para lograr el objetivo propuesto. Cabe entonces preguntarse ¿En dónde quedaron los afanes democráticos? ¿O es acaso la democracia un don impuesto desde arriba para mejorar la situación de “los de abajo”? ¿Debemos volver entonces a la antigua y absurda dicotomía entre los fines y los medios? Es obvio que para que exista verdadera democracia, el concepto de ella debe ser extendido y sus virtudes no pueden ser constreñidas simplemente al proceso eleccionario de autoridades. Los procesos para la gestión productora de leyes de tanto impacto económico y social deben garantizar la efectiva participación de todos los sectores sociales involucrados. Y esa participación que debería comenzar por la publicación oportuna de las reformas propuestas para la discusión y el análisis nacional de su rentabilidad económica y social, no debería estar reducida al “minimalismo” tripartito que concibe a la sociedad compuesta exclusivamente por el Estado y por los gremios de empleadores y trabajadores “formales”. ¡Los sectores empresariales populares también son pueblo! participar? Guayaquil, 15 de septiembre de 1988

¿Les tocará ahora

TIEMPO DE REFLEXIONES Adormilados por mucho tiempo entre las mullidas expectativas de un compromiso implícito, de naturaleza socialdemócrata, las fuerzas deliberantes de nuestra sociedad que siempre pretendieron lograr un equilibrio entre el crecimiento económico y los cambios pausados y sin tensiones sociales que evitaran el riesgo de modificar la estabilidad institucional, despiertan ahora de golpe frente a la realidad de un crecimiento que no se da, unas instituciones a todas luces insuficientes y las sombría perspectivas que avizoran para el futuro. Y quizás esas mismas “fuerzas” no puedan dejar de pensar ahora en cómo persistieron –siguiendo una misma pauta de conducta que se ha repetido inexplicablemente a lo largo y ancho de Latinoamérica-, a pesar de los ya evidenciados fracasos producidos en los diversos países donde la socialdemocracia ha triunfado electoralmente, en confiar la solución de los problemas, esquivándolos de este modo, en manos de un enfoque ideológico que otorga el protagonismo del desarrollo al ente estatal y que niega por principio la participación de las micro-realidades en la vida de los pueblos, en abierta contradicción con las trayectorias históricas y sociales del mundo actual. Y también quizás reflexionen en que ninguna sociedad puede desarrollarse a base de esquivar sus problemas. Es menester para conseguir cambios verdaderos que germinen nuevas instituciones, se flexibilicen las regulaciones y se multiplique la participación efectiva de los actores sociales. Con todo rigor deberán admitir que hoy mucho más trascendente es la des-regularización social que la regulación económica. Meditarán entonces en que la capacidad de ahorro y de acumulación de las microeconomías domésticas, por ejemplo, ha dependido en los últimos años, mucho menos de los incrementos de los salarios por las decisiones estatales, que de las propias inventivas populares que se traducen en los cientos de millones de sucres depositados por las unidades productivas “informales” en el sistema financiero nacional. Es que el incremento salarial con diferencia de unos pocos decimales sigue en el mejor de los casos el ritmo de los precios y, por otra parte, los mecanismos de participación del sistema social –representado exclusivamente por las dirigencias patronales y sindicales- se convierten rápidamente en una ilusión pues las decisiones corresponden en la práctica casi exclusivamente al Estado. Y sin embargo , tales decisiones han sido acolitadas, según el caso y el momento, por los grupos sociales que consideraron al gobernante en turno, interlocutor válido para obtener réditos o disminuciones en las cargas, como contrapartidas a las dificultades surgidas por efecto de la contracción económica. Se reparará además en que el poder público también ha venido actuando cada vez más en el ámbito de la conflictividad social y que se torna muy raro ya que una huelga no concluya en una mesa de negociación presidida por un funcionario “mediador”; incluso ello es enarbolado como mérito de actuación gubernamental por una supuesta virtud de apaciguamiento de los extremismos de los actores, por parte del funcionario público.

Estamos entonces ante la evidencia de una curiosa y reiterada admisión y elevación a categoría de valor de la falta de madurez creciente por parte de los actores sociales tradicionalmente reconocidos como tales. Y sino, una rápida mirada a los conflictos laborales aún sin solución, como el del Correo, nos demostrará que la presencia estatal obligada para la resolución de los problemas no constituye ciertamente un progreso sino más bien un evidente símbolo de una muy generalizada des-responsabilidad colectiva que en este caso particular trae consigo efectos económicos y sociales negativos de incalculable magnitud. Mas, a despecho de todo esto, existen otras fuerzas. La sociedad se dinamiza en la interioridad misma de las micro-realidades populares… y tal dinamia se produce alejada del ente estatal, inepto, lento para la captación del cambio social: surgen miles y miles de actividades productivas “informales” reclamando su espacio en el mercado y requiriendo una multiplicidad de estructuras descentralizadas estimuladoras de su desarrollo. Y como la sociedad no puede resignarse a encontrar sus respuestas aunque estas surjan de entre los intersticios no ocupados por los grupos tradicionales y los grupos sociales emergentes no pueden evadir su presencia en el poder, las instituciones sociales requieren la participación de las nuevas fuerzas, de los nuevos poderes. El desarrollo de la democracia exige el incremento de los derechos de estos poderes emergentes ya que progreso no podrá consistir jamás en maquillar y cosmetizar la vida social relegando las participaciones productivas populares a una caricatura de democracia parlamentaria, sino en incrementar los actores autónomos y en no negarles una legitimidad que no encuentran entre los intersticios de la sociedad. Estando como estamos en época de reflexiones, debemos meditar en que el tiempo de los compromisos implícitos que durante tantos años ha estado en vigencia está llegando a su fin, aún a despecho de esta última entronización en el poder –y quizás incluso por ese mismo hecho- y que el futuro está en manos del desorden creador. Si es cierto como parece, que el futuro pertenece a las micro-realidades, entonces el desorden creador constituirá el único pensamiento integrador y ese será el fin de la actual modelística socialdemócrata sustentada en los grandes conceptos unificadores que buscaron una mayor identidad de los individuos, de las empresas y de las colectividades, bajo el efecto igualador de una prosperidad final que nunca llegó. Guayaquil, a 29 de diciembre de 1988

TEMAS GRAMATICALES EN LA ECONOMIA NACIONAL Juan nos ha dicho por cerca de dos mil años que el Verbo es la Sabiduría de Dios y que en consecuencia todo fue creado por El, pero no me referiré en este caso a un concepto teológico sino a aquel elemento que probablemente es el de mayor importancia en el lenguaje de los humanos: el verbo, palabra que nos indica lo que hace el sujeto del que se habla. La correcta conjugación del mismo, por su relación y concordancia con el sujeto, tiene especial significación, y sino observemos a través de los tiempos cuantos funcionarios han caído –en el decir popular- por exceso o por defecto al “conjugar el verbo”. Pero no solamente en aquel malhadado aspecto radica su importancia. El modo y el tiempo del verbo también son instrumentos apropiados para definir ciertas características de los gobiernos, por ejemplo: aquel que dice permanentemente –y sin lograrlo- frenaremos la inflación, disminuiremos el gasto público, otorgaremos créditos, fomentaremos la producción, impediremos la paralización de los servicios básicos, combatiremos la especulación, controlaremos los precios, eliminaremos el desempleo y el subempleo ...etc., podría ser definido como un gobierno que de modo “indicativo” nos conduce hacia un “futuro imperfecto”, mientras se lamenta cotidianamente de un “pretérito pluscuamperfecto” que no logra olvidar. La voz, que es el accidente gramatical que expresa si la acción es producida o recibida por el sujeto, permite por su parte detectar a través de las manifestaciones de sus funcionarios, si el gobierno evade las responsabilidades que le corresponden o está incapacitado para asumirlas, pues al escucharles decir que la inflación será frenada, que los créditos serán otorgados, que el desempleo será eliminado, que la especulación será controlada ... etc., siempre cabe preguntarse: ¿Por quién) ¿Cómo? y ¿Cuándo? Y la respuesta es evidente: por cualquiera, menos por el gobierno; se trata pues de un “sujeto paciente”. El impaciente en este caso es el pueblo. Existen verbos muy apreciados por cierto tipo de gobiernos. Dialogar, concertar, unificar, coordinar e integrar son verbos profusamente publicitados que elevan a categoría de valor social los procesos de lento desenvolvimiento, al aparentar que recaban los criterios de los distintos sectores sociales del país para integrarlos posteriormente en equilibrios de poder y en participaciones equitativas de regiones, instituciones, sectores e individuos. Y sin embargo esas acciones más bien constituyen medidas dilatorias de primera instancia, mientras se prepara el lanzamiento de “soluciones” en paquetes sucesivos que culminan con el establecimiento de estructuras definitivamente consolidadoras del proyecto hegemónico que siempre estuvo subyaciendo en el fondo de su propuesta política, y que solamente concluirá cuando los verbos centralizar e intervenir se conjuguen a toda fuerza por los partidos entronizados en el ente estatal. Redistribuir, es verbo con el que se trabaja en las expectativas reprimidas de los pueblos. Se plantea así como solución a los problemas el reparto igualitario de la

riqueza –no importa que el sueño del crecimiento ilimitado se haya desvanecido en las realidades de la crisis- y se termina redistribuyendo la pobreza, matando la producción y alentando las respuestas políticas desesperadas que invalidarían la ya de por sí endeble y ficticia democracia parlamentaria. Gastar es otro verbo que se suma al lenguaje global utilizado por ese tipo de gobiernos. Se puede así elevar con suma facilidad el presupuesto estatal aún cuando se repita cansinamente que habrá una política de austeridad, se conjuga así el verbo que hace crecer la nariz a los muñecos de madera y existirán entonces 703.000 millones de razones para que los sectores populares duden de la sinceridad del gobierno. “Sincerar” se convierte también en curiosa y anecdótica palabra de indeseadas repercusiones económicas, y así los precios de los productos vitales adquieren una “sinceridad” que el pueblo sufre en carne viva y que no la entiende concordante con las represiones policiales. Es entonces como, en una sumatoria de verbos conjugados políticamente, las “significaciones” que maneja y motivan la conducta de nuestro gobierno, van descubriendo, poco a poco, un lenguaje total que ya ha sido expresado –y lo sigue siendo- en otras realidades cercanas, con efectos de desastre nacional. Quizás sea la oportunidad de que los sectores políticos de gobierno conjuguen el verbo meditar y reflexionen sobre la trascendencia del momento histórico que les ha correspondido vivir y traten de hablar un lenguaje total más plural y práctico, aquel que otorga contenido relevante a las palabras “trabajar”, “producir”, “desburocratizar”, “estimular”, para que podamos construir una verdadera y solidaria democracia. Guayaquil, 12 de enero de 1989

¡CUIDADO ... QUE NOS HURTAN EL FUTURO! El discurso que una nación construye sobre su propio futuro es factor fundamental, porque su realidad no se reduce solamente a los imperativos del hoy día sino que integra posibilidades, objetivos y esperanzas que actúan como horizontes que le permiten conocerse y estructurar por sí mismo su lugar en el tiempo y en el espacio. Es por eso que el imperativo de la búsqueda de soluciones que resuélvanlos problemas económicos que en la actualidad padecemos, pese a su importancia, no puede constituirse en la justificación de toda acción nacional, ni en la aparente lógica que explique todo tipo de intervención estatal en la dinamia social, a pretexto de “poner la casa en orden”, porque la vida de una nación trasciende lo estrictamente económico –aunque valoremos en alto grado este aspecto de la realidad-; de otro modo, podríamos admitir sin reparos las soluciones dictatoriales que han transformado en lo económico, a países de distintas latitudes. Los valores fundamentales de un pueblo, su cosmovisión, sus utopías, sus perspectivas sobre el rol que debe cumplir en la gran aventura humana universal, deben ser consolidados o construidos sino existe; y para ello la publicidad falseada de una supuesta “inserción” en el club de los subdesarrollados no basta, y más bien se impone la necesidad de que el país se articule con fundamentos de verdad en la historia nueva que hoy se escribe en el mundo bajo nuevos conceptos de participación que dejan a las ideología igualadoras relegadas en las amarillentas páginas del pasado. Y es que aún en lo económico, “el mundo de los años noventa será un reflejo de las dinámicas de cambio que pueden percibirse hoy día. Las principales economías del mundo van reajustándose a medida que se empeñan en aumentar su eficiencia. El Japón estimula nuevos progresos en materia de productividad. También en Europa los gerentes sienten la necesidad del aumento de la productividad y de la habilidad para comercializar. Los exportadores tratan de aumentar su eficiencia para evitar la pérdida de sus exportaciones en los mercados mundiales. El plazo de 1992, fijado por el Mercado Común Europeo para completar su integración, constituye otro acicate para el logro de competitividad. Canadá con su acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos constituye quizás el ejemplo más característico del impulso actual que busca mayor competitividad dentro de un mundo cada vez más Inter.-relacionado. Este es el “leitmotiv” de la economía contemporánea: un vigoroso golpe de timón hacia una mayor competitividad. Lo deseen o no, los países de América Latina y el Caribe, también participan en esta carrera. Sustraerse a esa participación sería ignorar la opción reconocida como necesaria por la gran mayoría de los países del mundo, de intensificar el crecimiento mediante la modernización ... Para que la región participe de la competencia internacional por los mercados y los ahorros se requiere un esfuerzo considerable y cambios de actitud dictados por una visión de largo plazo. En efecto, la participación activa en el sistema económico mundial, supondrá el robustecimiento de los ahorros de los sectores público y privado, la eliminación de

los métodos y subsidios antiguos y el abatimiento de las barreras comerciales y de las trabas en los procedimientos. Una concepción hacia el mundo exterior debe reorientar significativamente los patrones tradicionales”. Conceptos éstos que sirven de base para preparar al Banco Interamericano de Desarrollo para la década de los noventa. El Comité de Alto Nivel que formula este análisis profundo no escatima tampoco palabras para reconocer la actual capacidad del sector privado para contribuir al crecimiento económico de la región y destaca el valor del sector informal “constituido por pequeños empresarios que muestran el espíritu y la iniciativa necesarios para emprender actividades comerciales pese a la omnipresencia de la burocracia estatal que desalienta a todos excepto a los más resolutos”. Tenemos así prueba plena de que los enfoques intervencionistas constituyen actualmente un des-encuadre con las tendencias históricas mundiales y persistir en ellos –aún en la hipótesis no admitida de que se obtendrán resultados positivos más adelante si nos revestimos de presidencial paciencia- es prepotencia aunque ésta se disfrace de mil maneras. Y sin embargo la intervención continúa ... con suavidad de modo, con tozudez de fondo, manifestándose así en cada acto de poder, como el que busca ahora ejercer la potestad pública en el área del turismo creando un nuevo monstruo burocrático al que hay que alimentar de impuestos brutalizando una vez más la sociedad civil a la manera de los países totalitarios ... y todo ello mientras se habla de promover el turismo receptivo. Es decir, actuando según la costumbre de las misas negras, dando la vuelta a los conceptos, leyéndolos al revés e invirtiendo los criterios mismos de la verdad. Es tarea propia de los conductores de una nación trasponer las barreras del inmediatismo y fundamentar sus acciones sobre las bases de la verdad, pero no es menos cierto que cuando aquellos no están a la altura de su deber, el destino de los pueblos en última instancia dependerá de los pueblos mismos. Por ahora la mejor barrera para detener los equívocos es confrontarlos contra los parámetros de la verdad, por ello, obligados como estamos a convivir con la mentira, se torna entonces imprescindible que no aceptemos como valor las proposiciones falsas y que mantengamos claridad sobre las realidades del tiempo y del espacio en el que desenvolveremos nuestras acciones como país. Los tiempos del borrascoso anclaje en el pasado se superarán, entretanto tengamos conciencia de que nos está hurtando, y a raudales, nuestro futuro. Guayaquil, 21 de febrero de 1989

CAPITULO 4

LA EMPRESA POPULAR Y LOS FACTORES DEL MACROAMBIENTE Según la visión tradicional de las cosas, la economía informal es sencillamente la parte “ilegal” de la economía. Pero ¿Qué significa el término “ilegal” cuando las leyes y las reglamentaciones se revelan inadaptadas a las nuevas realidades y también desde que los individuos y grupos sociales tienen la capacidad material e intelectual para efectuar directamente actividades controladas hasta entonces por los intermediarios? ¿Puede esta famosa legitimidad que el Estado se atribuye en bloque justificar cualquier reglamento, cualquier intervención en un universo que es cada vez más el de las cosas hechas a la medida y la conexión directa? Albert Bressand/ Catherine Distler

EL SISTEMA NACIONAL MICROEMPRESA

DE

APOYO

A

LA

La opción política que se había autodefinido con “vocación por los marginados”, había perdido su oportunidad histórica. No había logrado descubrir en pleno ejercicio del poder político –o tal vez no quisiera hacerlo-, que nuestros barrios populares no están plagados de “pobladores” en el sentido tan tradicional que le otorgan algunos “cientistas sociales” y sociólogos “snobs”, y que más bien en dichos barrios existen reales y potenciales empresarios populares, creadores de progreso y con la inventiva necesaria para la superación de la crisis.

Muchas ilusiones ... Tres hijos y una compañera. Esperanzas y necesidades por cinco multiplicadas. Treinta y dos años cumple hoy ... Seis han transcurrido desde que se “abrió” de su compadre el “maestro” José. En los largos años de “oficial”, con él aprendió del oficio casi todo. Hubiera podido seguir así, por largo tiempo. Pero un día...! Es que siempre la necesidad aprieta, el hambre empuja, la mente inventa, los sueños ponen alas y el espíritu dicta progresar. Cuatro o cinco herramientas, un poco de ahorro y un préstamo familiar. El deseo de ser “el maestro”. Un poco más de plata para gastar. Los clientes ya lo conocían ... ellos no le iban a fallar. Y sobre todo, sería libre. De patrones ya no quería ni hablar. Una ramada, propia o alquilada, la empresa se iniciaría, voluntad sobraba, la pelea ya estaba ganada... Es la historia de la constante lucha de nuestro pueblo, de aquel que los “entendidos” piensan que en él no hay motivación empresarial. Según ellos no hay espíritu, no hay voluntad de progresar. Sólo por el estómago baila el perro, dicen. Se trata de actividades de supervivencia y nada más, ofréceles un empleo y ya verás... Pero se olvidan que son personas y además, gente de nuestro pueblo! Por ellos –por las personas, por nuestra gente, por nuestro pueblo- las reflexiones que siguen ...!

PARTE 1 El marco conceptual y un poco de historia La primacía de la realidad

Quisiera iniciar este conjunto de reflexiones haciendo una advertencia de orden general en torno a la perspectiva a la que supuestamente debería conducirme mi formación profesional de abogado; esto es, a un enfoque legalista del modelo micro- empresarial. Sin embargo, siempre he creído que las realidades ejercen primacía sobre la letra muerta de la ley. He estimado que por sobre los códigos

dictados por la brillante capacidad del legislador está la vigencia de las instituciones nacidas de la entraña misma del pueblo. En este contexto adquieren singular trascendencia aquellos hechos orientados a establecer “valores”, parámetros conceptuales referenciales para el juicio y comprensión de la realidad, para su modificación y desarrollo; y, son colocados en una perspectiva justa y más limitada, los esfuerzos legislativos de la autoridad que los realiza. Es posible que en un ambiente relativamente estático, aquel conjunto de leyes, reglamentos o medidas de orden más discreto al que son sometidas determinadas actividades por la autoridad competente, constituya un poder de importante consideración. Pero, en un entorno cada vez más caracterizado por la flexibilización y rapidez con que las categorías de referencia varían, en un entorno en que los requerimientos indispensables para el proceso reglamentario – esto es, las actividades de definir, distinguir y separar- se convierten en procesos de delicada y hasta imposible ejecución, el poder emanado de la capacidad reglamentaria va perdiendo su importancia habitual. Los afanes coordinadores

La lógica tentación de los detentadores del poder reglamentario es entonces encontrar nuevas formas e instancias de “coordinación”, sin embargo ello lo único que logra es aumentar la confusión que necesariamente tiene que producirse cuando se trata de poner camisas de fuerza a la realidad, con mayor razón aún, cuando el poder reglamentario trata de ser ejercido en base a supuestos que tienen como parámetros referenciales antiguos marcos institucionales. La actitud de los reglamentadores corre entonces el riesgo de convertirse en apretado mercado de pulgas donde todo tipo de objetos –actos, hechos y voluntarismos- se niegan a encontrar lugar apropiado en la cuadrícula matriz con la que se intenta modelar la realidad. Es entonces imprescindible una redefinición de los campos de competencia y de las formas de intervención. Se torna pues esencial una distinción entre el inevitable retroceso del poder reglamentario, y, la necesaria búsqueda de las reglas que hagan posible la existencia de una organización coherente y eficaz. Estado y Desarrollo

El asunto se centra de este modo no en el hecho de que existan o no unas reglas, sino más bien en el proceso de elaboración de ellas. Entonces el debate verdadero radica en la determinación del rol que juega el Estado y el que le corresponde a los actores como ejes fundamentales de un proceso descentralizado muy cercano a la autorregulación. Desde esta perspectiva, se modifica la tradicional visión de las cosas sobre lo que es la economía informal, pues ¿Qué significado tendría entonces “lo ilegal” cuando leyes, reglamentaciones, acuerdos, etc., constituyen evidentes inadaptaciones a la nueva realidad?

¿Puede acaso el Estado legitimar, amparado en un tradicional poder reglamentario, su intervención en bloque, en paquete, en un mundo que incluso comienza a dudar del propio concepto de Estado Nacional como forma política adecuada para mantener la coherencia de la estructura social? En este mundo cada vez más fragmentado y a la vez cada instante más planetario, en el cual los grupos sociales y sobre todo los individuos, tienen la capacidad de ejecutar actividades que tradicionalmente han sido controladas por los intermediarios, ¿Puede el Estado reservarse el derecho y el privilegio de ser él exclusivamente quien elabore las respuestas frente a las grandes expectativas del desarrollo? El Modelo Micro-empresarial Ecuatoriano Por todos estos antecedentes e interrogantes quisiera referirme a una serie concatenada de situaciones que son las que en rigor dan forma al “modelo”, y no sólo y exclusivamente a las disposiciones contenidas en acuerdos y reglamentos expedidos sobre la temática micro-empresarial; que al fin y al cabo un “modelo” es fundamentalmente la selección de un conjunto de variables y la especificación de sus relaciones mutuas, con el objeto de representar algún sistema o proceso real; y, además, microempresa no es lo que un más o menos acertado, más o menos discutible, proceso descriptivo contenido en una disposición jurídica expresa, sino el conjunto de hechos que dan vigor a una realidad productiva de nuestro tiempo, en un sector económico denominado informal, aplicación instrumental teórica para lograr homogenizar heterogeneidades reales. Lo s oríg en es 31 de ju li o de 1984

Concluía el proceso de ejecución de un convenio firmado el 8 de octubre de 1980 entre el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Gobierno ecuatoriano de la época. La entidad ejecutora era un organismo internacional de conocida trayectoria, la Organización Internacional del Trabajo, OIT. Era propósito inicial del convenio encontrar un mecanismo viable en la lucha contra la pobreza que aflige a grandes porciones de la población urbana. Quizás porque más allá de los enunciados retóricos y del clientelismo político, no existía en verdad la firme voluntad de la dirigencia gubernamental de adentrarse en la realidad popular, a la fecha señalada los propósitos iniciales no se había cumplido; empero –y esto es mérito indiscutido de los ejecutores internacionales- en la búsqueda del camino se había encontrado una realidad que superaba las “reglamentaciones” establecidas por el convenio: la presencia de unidades productivas informales como un hecho vigente y de trascendencia, que desvirtuaba, tal vez con pesar para algunos, cualquier enfoque conceptual proclive a endilgar supuestas pasividades sociales y económicas a los pobladores de la áreas suburbanas. Terrible descubrimiento para muchos, especialmente para todos aquellos que hacen usufructo de una supuesta “marginalidad” de tales grupos humanos. Entran pues en juego, los actores más importantes del “modelo”; los empresarios informales, hombres y mujeres de raigambre netamente popular que oponiendo

imaginación, creatividad y tenacidad frente a las carencias, han logrado estructurar las pequeñas unidades productivas informales, microempresas de características variadas sobre las cuales aún hoy los teóricos no logran ponerse de acuerdo, pero que nadie puede dudar, canalizan las más grandes energía populares, sus esfuerzos, sus anhelos y expectativas de superación personal hacia fines productivos de valoración social. Y sin embargo, las autoridades nacionales de la época habían sido indiferentes. Es que hay un largo trecho entre el dicho y el hecho. Habían preferido ver pasar el tren de la historia.

PARTE 2 Construyendo el Sistema Un nu evo gobi er no: una nu eva me ntalid ad 10 de Agosto de 1984

Entran en juego otros actores del modelo: los “valores” implícitos en el marco socio-económico global que orientaba al nuevo gobierno. Porque ... ¿Puede acaso prosperar y tener importancia una estrategia impulsora del desarrollo empresarial, característica indiscutida del ámbito privado, en un enfoque diferente al de la libre iniciativa, al de la competencia económica, al reconocimiento social y material de la prestación personal y del trabajo productivo? ¿Podrían ser estimuladas las actividades individuales de miles de empresarios populares en busca del éxito económico en un contexto macro-político que reservara al Estado un rol paternalista y centralizante? ¿No habían sido ya situadas en la administración anterior actividades orientables al desarrollo de los sectores menos favorecidos, como es el caso de la Promoción Popular, bajo la conducción de estructuras gubernativas expresamente signadas con enfoques asistencialistas? 21 de diciembre de 1984

No por casualidad se convenía en la suscripción de la Revisión Sustantiva que daba nueva vida al Convenio de Cooperación Técnica Internacional antedicho. Y mucho menos por casualidad se ubicaba la contraparte nacional en un Ministerio cuyo campo de gestión es el del empleo productivo y no el del abre y tapa huecos de Keynes. Tampoco era obra del azar que el Ministerio de Trabajo reservara para sí la gestión de crear el marco institucional que iniciaría actividades integrales de promoción empresarial en el sector informal, ya que era necesario asegurar el establecimiento de una situación jurídica que no fuese contradictoria con los postulados sustentados por el Gobierno Nacional. Promoviendo la participación del sector privado 12 de abril de 1985

El Registro Oficial publicaba el Decreto Ejecutivo 658 que daba vida jurídica a la Fundación Guayaquil. Entraban en escena de esta manera otros actores del modelo micro-empresarial: las Organizaciones no Gubernamentales –en rigor todas aquellas entidades privadas sin fines de lucro cuyos propósitos estuvieren dirigidos a promocionar el desarrollo de los sectores populares productivos-. “Debe repararse en el hecho significativo de la creación por parte del Gobierno de una entidad privada sin fines de lucro, no gubernamental, con plena autonomía financiera y operacional para sus propósitos, porque tras de sí lleva implícita la intención siempre manifiesta de estimular a los sectores privados, modernos e informales, para que participen en la tarea global del desarrollo del país y para que con alto sentido de responsabilidad social y practicismo, hagan posible mediante su participación, una creciente limitación del Estado en esferas de la vida nacional que requieren la liberación de las fuerzas creativas de los individuos” Una vía pluralista y democrática para la Microempresa Es que el propósito gubernamental era específico. No se trataba de crear el super monstruo burocrático que con mesiánica actitud irrumpiera en la vida nacional e interrumpiera la voluntad de progreso de un empresariado popular que se había establecido y actuaba ya en la economía nacional sin más impulso que su voluntad de crecer y progresar. Era más bien un llamado a la conciencia de todos los ecuatorianos con vocación realmente democrática. Era una propuesta con énfasis en el estímulo más que en el control. Debían ser creadas, en consecuencia, en todas las regiones del país, organizaciones privadas que estimularan acciones de desarrollo basadas en el propio esfuerzo. Conocimiento de gestión empresarial era necesario trasmitir a ese empresariado potencialmente rico pero limitado por sus carencias. Igualdad de oportunidades para que acceda libremente al crédito normal era un objetivo a lograr. Valorar explícitamente su contribución a la vida nacional constituiría factor importante en la tarea. Mientras más de estas organizaciones existieran menos riesgos habría de que los sectores populares fueran instrumentalizados políticamente, permitiría además la real vigencia de un pluralismo metodológico e ideológico en la ejecución de sus programas, y garantizaría una fundamentación eminentemente técnica de las acciones que se efectuarían en torno a la temática. En el Ecuador existían ya, especialmente en Guayaquil y Quito, algunas entidades precedentes creadas con diversos propósitos y que habían incorporado al rol de sus actividades programas de apoyo a grupos sociales de extracción popular, generalmente pobladores de las áreas suburbanas o miembros de organizaciones de tipo gremial. Pero, en rigor, no había en el país ninguna entidad cuya razón de existencia fuese el desarrollo empresarial del sector informal urbano. En estas circunstancias y por obvias razones, entre ellas la pluralidad de enfoques existentes en un tema de relativa novedad, las acciones de apoyo de las distintas organizaciones no gubernamentales y en general sus programas tendían a individualizarse y como, lamentablemente, aún vivimos en el mundo una etapa histórica en la que la individualización es atacada injustamente como un antivalor, como “fragmentación”, como “balcanización”, la sugerencia inmediata fue la

búsqueda de la “coordinación”. Justo es decir que la “sugerencia” cabalgaba rauda sobre el manifiesto deseo de las autoridades de llegar lo más prontamente a atender las necesidades de las miles de unidades productivas informales existentes en el país, aún a riesgo de quemar etapas, matar la riqueza de la diversidad y desvirtuar el modelo inicial. Se desplaza el eje decisional 17 de enero de 1986

Se da así paso a la sugerencia “coordinadora” y se otorga vigor jurídico a la Unidad Ejecutora del Programa de Microempresas, ente adscrito al Ministerio de Trabajo, con la finalidad declarada de “promover y desarrollar el sector microempresarial del país, circunscribiéndose a supervisar y orientar a las instituciones ejecutoras públicas y privadas (de los programas) y a la promoción de la cooperación de organismos nacionales e internacionales para el logro de sus objetivos”. Una vez más entra en escena otro actor dentro del “modelo”: la entidad gubernamental “coordinadora” que “ejecutaría” un Programa de Microempresas a través de entidades especializadas públicas y privadas. Y así, a pesar de la declaración expresa, se inicia un desplazamiento del eje decisional del sistema. Surge el FODEME 8 de abril de 1986

El Fondo de Desarrollo del Sector Micro-empresarial FODEME es creado en la UNEPROM para “la canalización de recursos financieros al sector informal de la economía ecuatoriana, mediante el otorgamiento de créditos destinados a la producción de bienes y servicios por parte de las microempresas. Las disponibilidades del Fondo se canalizarían por intermedio de entidades públicas o privadas, financieras o no, que ejecuten programas de desarrollo para el sector micro-empresarial”. Más allá de las declaraciones, ingentes cantidades de dinero son asignadas para solventar los programas de apoyo micro-empresarial de entidades calificadas por la UNEPROM. Se introduce así un factor desequilibrante que puede estimular o controlar el sistema, de conformidad con la voluntad estatal. Banca y Microempresa: una luz de esperanza 27 de abril de 1986

El Ministerio de Trabajo suscribe sendos convenios con la Fundación Guayaquil y el Banco La Previsora con el propósito de capacitar y financiar a 90 microempresas de La Libertad, población costera y centro económico de la Península de Santa Elena. Se introduce así otro actor del escenario microempresarial: La Banca, ente fundamental del Sistema Financiero Nacional Ecuatoriano. Gestión apropiada dentro de un contexto de estímulo a la participación del sector financiero en la temática. Consolidando el control estatal

5 de junio de 1986

Aniversario de la Revolución Liberal Ecuatoriana. Paradójicamente día de expedición de las normas reglamentarias que regirán el FODEME. Se define entre otros conceptos los de Sector Informal y de Microempresa. Las “reglamentaciones” una vez más tratan de prevalecer sobre las “realidades”. 25 de septiembre de 1986

Se expide el Reglamento para la aprobación de las Corporaciones y Fundaciones del sector micro-empresarial. Por este medio se fija la competencia del Ministerio de Trabajo para el otorgamiento de personalidad jurídica a los agentes privados de desarrollo del sector. En este Reglamento se desliza una peligrosa disposición jurídica que facultaría al Ministerio para requerir en cualquier tiempo a las entidades no gubernamentales para que presenten a su consideración las actas de las asambleas, los haberes y memorias aprobadas y toda clase de informes que se refieran a sus actividades. 6 de noviembre de 1986

El Ministerio de Trabajo celebra un convenio de cooperación interinstitucional con el SECAP a fin de “proporcionar soporte técnico a las actividades de capacitación y asesoría técnica para los microempresarios”. Un nuevo factor se introduce así en el modelo: una considerable infraestructura física distribuida en todas las zonas del país que fue establecida por Ley para la capacitación de los sectores productivos modernos, ahora destinada también a atender a los sectores informales bajo la “coordinación” de la Unidad Ejecutora del Programa de Microempresas. 21 de julio de 1987

Se publica el Registro Oficial 733. En él consta la aprobación de estatutos y la concesión de personería jurídica a dos organizaciones no gubernamentales cuyas actividades serían realizadas en el sector micro-empresarial. Ejemplarización de situaciones que clarifica la forma en que puede funcionar el “modelo”: se puede constituir una Fundación para la promoción empresarial del sector informal con un patrimonio de cinco mil sucres, o con características jurídicas sui generis, si se cuenta con la calificación de la UNEPROM. Esta circunstancia obliga a recordar el desplazamiento del eje de desarrollo industrial que se produjo en el país en los años iniciales de aplicación de la Ley de Fomento Industrial. Hemos descrito hasta aquí la irrupción histórica del conjunto de variables que conforman y constituyen el “modelo” micro-empresarial ecuatoriano, sin embargo, nos restaría especificar las relaciones entre las variables para representar el proceso real en su totalidad. Es evidente que en el análisis del proceso histórico que ha seguido la construcción del sistema micro-empresarial ecuatoriano ha sido detectado un instante de desplazamiento del eje decisional en el modelo, puesto que, fundamentado inicialmente en la voluntad ideológica de un Gobierno que promueve en todos los frentes la liberación de las fuerzas creativas de los individuos y de los grupos sociales, en un momento dado, inexplicablemente inicia un proceso de concentración de poder en un organismo estatal, que aún

careciendo por ahora de personería jurídica, centraliza elementos decisorios para el establecimiento de políticas, estrategias y actividades que mal utilizadas – especialmente en momentos en que las autoridades nacionales no participen ya de las filosofías descentralizantes y des-reguladoras propugnadas por el actual Gobierno- pueden convertir al sector micro-empresarial en un sector politizado y participante en la vida nacional en esferas de acción alejadas de su naturaleza, tal cual hoy sucede con ciertas organizaciones gremiales y sindicales que ejercen presiones reivindicativas de tipo político y no de contenido laboral.

PARTE 3 Enfoques de Desarrollo para la Microempresa en América Latina Para completar y concluir la visión global del proceso de construcción del Sistema Nacional de Apoyo a la Microempresa, el cual se ha tratado de describir en las partes 1 y 2 del presente análisis, es pertinente comentar las diferentes formas que han asumido las acciones para el desarrollo de la microempresa en América Latina. El marco general y el modelo micro-empresarial

En general las actividades relacionadas con la promoción y desarrollo de la microempresa en América Latina se han desenvuelto de conformidad con el marco socio-económico predominante y que ha caracterizado a cada país, en determinadas etapas de su historia. Para nadie puede constituir un secreto que los modelos económicos que se establecen en los países latinoamericanos están insertos en el contexto de las perspectivas de los países industrializados, capitalistas y socialistas. Por tanto, los enfoques de desarrollo de la microempresa, hasta ahora, en mayor o menor grado responden por asimilación o por reacción a dichas perspectivas. El enfoque remedial

Esta circunstancia –porque ciertamente las etapas históricas y políticas de los países no siempre han permitido que éstos mantengan una misma vertiente para el modelo- ha contribuido a que los enfoques hayan seguido una ruta errática. Sin embargo, evaluaciones más o menos recientes indican que el más común es el enfoque “remedial” que trata al sector micro-empresarial como un “paciente”. Estas mismas evaluaciones señalan, empero, que existen algunos enfoques diferentes como sería el caso de los denominados “estratégicos”, por los cuales se estima que el sector micro-empresarial es parte intrínseca del proceso de desarrollo. Variantes de este enfoque serían aquellos programas orientados al empleo bajo la consideración de que la escasez de recursos debe situar las asignaciones para el desarrollo en la actividad económica que más empleo produce. Otra variante serían aquellos programas orientados al fortalecimiento del empresariado como principal agente de cambio y de nuevas iniciativas en el proceso de desarrollo nacional.

Por supuesto que todos estos enfoques constituyen intentos de respuesta a una crisis interna y externa de la región en distintos órdenes, económicos, políticos, etc. Lo lamentable es que no siempre se valora adecuadamente la magnitud y la naturaleza de la crisis, y por tanto los enfoques son limitados a contextos históricos linealmente conceptualizados, que no se articulan con los nuevos paradigmas. Por tal razón, una respuesta orientada al empleo puede constituir una base muy deleznable si el empleo es conceptualizado bajo los tradicionales parámetros masificadores; o un enfoque orientado hacia el empresariado puede volverse un factor de retraso si con él se pretende mantener simples formas de administración de recursos y no estimular la iniciativa y la creatividad como única garantía de un país para dominar su futuro. El “modelo” ecuatoriano debe ser reorientado En fin, dentro de todo este campo de interrogaciones y de transiciones, se desenvuelven los actores que integran el modelo micro-empresarial ecuatoriano, en un instante que es crucial, porque aún hay tiempo de reorientar su tendencia, y restituir el enfoque que estuvo –sin espacios indefinidos para las dudassustentado en principios fundamentales que han inspirado las acciones de este Gobierno: el progreso permanente del pueblo ecuatoriano, más allá del momento presente, con perspectiva de futuro, construido por el esfuerzo personal, por el trabajo productivo, por la iniciativa privada, por el reconocimiento de la prestación personal y del éxito en la competencia económica, por la liberación de las fuerzas creativas de todos los ecuatorianos. La opción de los “informales” Por ello, en este momento crucial, resuenan en mi mente muy especialmente, las palabras de Vargas Llosa: “La opción de los informales –la de los pobres- no es el refuerzo y magnificación del Estado sino su radical recorte y disminución; no es en el colectivismo planificado y reglamentado, sino en el individuo, en la iniciativa y en la empresa privadas, donde debe radicarse la responsabilidad de dirigir la batalla contra el atraso y la pobreza... La opción de la libertad no fue jamás aplicada seriamente en nuestros países ni en todas sus implicaciones. Sólo ahora, de la manera menos previsible, por acción espontánea de los pobres en su lucha por sobrevivir, ella comienza a ganar terreno, imponiéndose como una opción más sensata y eficiente que las aplicadas secularmente por los conservadores y los progresistas para vencer el subdesarrollo. Estos, pese a sus aparentes diferencias ideológicas, coincidieron siempre en reforzar el Estado y sus prácticas intervencionistas, que son el caldo de cultivo de ese sistema de corrupción, incompetencia y favoritismo que se repite, como una pesadilla, a lo ancho de todo el tercer mundo”. Guayaquil, 9 de octubre de 1987

Lecturas de referencia: El Mundo del Mañana. A. Bressand y C. Distler. Editorial Planeta. 1985. España. Avances y Premisas. A. Toffler. Plaza & Janes. 1980. España La Tercera Ola. A.Toffler. Plaza & Janes. 1983 . España El Mundo Tras La Era del Petróleo. B. Nussbaum. Editorial Planeta. 1984. España El Otro Sendero. H. De Soto. Editorial Oveja Negra. 1987. Colombia El Desarrollo de la Micro y Pequeña Empresa en América Latina. G.R. Leal, Rui Belo y J.C. Lorin. ACDI. Servicios Industriales. 1985 El empresario crea, da trabajo y financia servicio público. León Febres Cordero R. Discurso en Coloquio de Empresarios de América y Europa. ANDE. Oct. 1986. Quito. Hacia la promoción de un Empresariado Popular. Luis E. Orellana. Fundación Guayaquil. 1987 Programa Nacional de Microempresas. Cuadernos Micro-empresariales. UNEPROM. 1986. Quito

LOS COSTOS OCULTOS DE LA INFORMALIDAD Cuando los “Inspectores” visitan Aquel día se había negado a recibir el letrero que le ofrecía el promotor empresarial para que lo colocara en el frente de su establecimiento y también a participar en el programa de apoyo a su pequeña empresa. “No lo necesito, la gente me busca porque mi trabajo es garantizado”, había dicho como argumento, mientras recordaba todavía no resignado el episodio de la semana anterior: “¿Su permiso, maestro?” reclamó el Inspector –con la misma voz que el maestro ya conocía porque no era la primera vez- al tiempo que sonreía y se introducía en el desordenado taller. Parsimonioso caminó hasta el fondo. Venga mi “jefe”, aquí está le dijo, al tiempo que le entregaba dos “rumiñahuis”. Varios Inspectores habían llegado el mes anterior. Todos querían diferentes “permisos” que él entregaba en forma de “gambas”, “pericos”, “lucas” o “rumiñahuis” , para poder seguir trabajando y permitir que otros trabajen en su taller. En realidad la negativa a aceptar el letrero propuesto y que habría deseado orgullosamente leer “Taller El Chévere”, para que todos lo reconocieran, se debía a que estaba seguro aumentaría la visita de los inspectores –verdaderos o falsos… ¿Cómo distinguirlos?- y definitivamente así no hay negocio que aguante. Se perdió así la oportunidad de tener un letrero, podría decir el análisis simplista del relato. Y sin embargo… Siempre hay algo más bajo la superficie Dirigir una unidad productiva con criterio empresarial requiere siempre una ruptura ideológica por parte del propietario de la misma y dice relación directa con el reconocimiento que él debe tener de su condición de empresario, de la individualización de su empresa y de los recursos de diverso orden que le son propios a ella. Sin embargo, en el caso que hemos relatado, ¿Cómo podría el taller publicitar sus productos o sus servicios en escalas que permitan un nivel aceptable de crecimiento empresarial si sus clientes que buscan a la empresa por su reputación ganada legítimamente con el esfuerzo de todos sus integrantes, no la encuentran porque ella tiene que encubrir su presencia al extremo que no desea ser identificada? Es así como la aparentemente inofensiva falta del letrero priva a la empresa informal de la identificación de su establecimiento. Es como si una persona natural fuese por la vida sin nombre sin saber como llamarse o como deben llamarla. Pero existe algo más, las visitas continuas de los inspectores destruyen la fe del empresario en el sistema legal formal y lo predisponen a mirar con desconfianza cualquier propósito de organización empresarial y de registro contable de sus

transacciones. ¿Para qué tenerlo si al fin y al cabo ello sólo ayudaría a facilitar el trabajo del funcionario encargado de la recaudación de impuestos? Todo promotor empresarial del sector informal conoce que una de las más grandes barreras con las que se encuentra cuando trata de inducir al empresario informal para que lleve sus registros contables radica en la desconfianza que éste tiene de que el promotor trabaje en alguna dependencia recaudadora de impuestos y ello le signifique agravar aún más su situación. El costo de la legalización Quizás alguien podría pensar que el pagar impuestos es una obligación cívica que debe ser asumida con sana resignación, pero el hecho real es que el costo de la legalización es sumamente onerosos para las empresas informales –una investigación sobre el tema, efectuada en Colombia en 1985, reveló que las utilidades logradas en dos años disminuyeron en un 85 por ciento por efecto de la legalización de las pequeñas empresas- ; pero es que, además, nadie puede en realidad dejar de admitir que existe una duda razonable acerca del buen uso de los valores recaudados, puesto que cuando éstos efectivamente llegan a las tesorería locales, regionales o nacionales, regularmente se traducen no en obras de interés común, sino en incrementos burocráticos que son diseñados para el control de las actividades privadas y no para el estímulo de las mismas. En todo caso no se trata de justificar una eventual resistencia al pago de imposiciones, sino más bien de advertir sobre la necesidad de encontrar fórmulas adecuadas que permitan el acceso de las empresas informales a la legalidad de un sistema, con lo cual se evite su sometimiento a prácticas inescrupulosas y se estimule verdaderamente su crecimiento e integración al esfuerzo global que debe efectuar el país en búsqueda de su desarrollo. Acerca del papel del Estado Debería esta misma reflexión conducirnos a tomar conciencia de la necesidad de modificar el enfoque con el que regularmente se analiza el papel del Estado –en sus manifestaciones locales, regionales y nacionales- en relación con los particulares. Porque normalmente, más allá de los enunciados, la perspectiva con la que éste ejerce su gestión es siempre una perspectiva intervencionista, en el mejor de los casos, con el aparentemente sano propósito de lograr un efecto re-distributivo de la riqueza del país. Ello obviamente condiciona su gestión a poner énfasis en el control más que en el estímulo. Y vivimos una época de características universales en la que no se trata simplemente de “administrar” una crisis, sino de “emprender” en el desarrollo, y ello sólo es posible cuando se liberan las fuerzas creativas de los individuos y de los pueblos. El financiamiento de las actividades estatales solamente proviene de los esfuerzos de los individuos –de los de hoy o de los del mañana- y bien valdría preguntarse si es que acaso, los empresarios informales han reparado ya tal vez, o empiezan a hacerlo, en que ellos mismos, solos o en colaboración con otros como ellos, pero

privadamente pueden lograr lo que el Estado no puede hacer, y quizás lo hacen con un sentido de justicia aún mayor. Si tal fuese el caso, ¿Cuál será en breve la reacción de un sector económico que cada vez más aumenta su participación en el esfuerzo productivo del país? Guayaquil, 20 de octubre de 1987

EMPRESARIADO POPULAR Y ESTADO Los caminos de la libertad “Caminante no hay camino…, se hace camino al andar”. Parecería que la canción relata la diaria historia de nuestro pueblo en su constante lucha por encontrar una vida de dignidad y de progreso, que no es otra cosa que su intento por construir un camino inédito forjado sobre la marcha, sin otro estímulo que la voluntad de oponer imaginación y esfuerzo creadores a las limitaciones económicas. En tal propósito, curiosamente el Estado –cuya razón de existir radica en ser instrumento idóneo para la búsqueda del bien común- se ha convertido en piedra de camino que no impulsa sino que limita los intensos esfuerzos del pueblo por fundamentar su bienestar, progreso y desarrollo en base a su capacidad creadora, a su fuerza innovadora y a su trabajo personal. Quizás tal paradoja se da porque existen razones inherentes a la naturaleza misma del Estado que promueven tal situación; quizás porque existe una perspectiva burocrática solamente imputable a quienes en una determinada coyuntura les corresponde la conducción del mismo; quizás porque los caminos de la libertad han desestabilizado las instituciones políticas mediante el inevitable proceso de obsolescencia frente a las cambiantes circunstancias de la realidad; o, tal vez porque las alternativas mencionadas confluyen y se reafirman entre sí. Expuestas en los tres segmentos mencionados a continuación, este conjunto de reflexiones sobre las paradójicas relaciones Pueblo-Estado, intentan contribuir a modificar los tradicionales enfoques sobre la economía informal y su futuro posible. El Mesianismo (La tendencia re-distributiva) Hay algo extraño en el libro. Las páginas están en blanco. Basta con abrirlo y se encuentra lo que se busca. Es una especie de libro mágico –un Manual del Mesías- que proporciona el método apropiado para lograr los propósitos deseados. En su portada está escrito el título: EL PODER. Su editor es desde luego EL PUEBLO, pero lo escribe EL ESTADO. Y aunque debieran preocuparnos las páginas en blanco que pueden ser llenadas de la manera más inverosímil, el libro es un best seller. Goza pues de amplia aceptación, porque alienta la esperanza de hacer posible aquella utopía de resolver los problemas sin esfuerzo, de tener beneficios sin trabajar. El escritor de él –el Estado- además, por razones obvias, no escatima medios para promover tal actitud y ofrece… y ofrece: “Se construirán todas las obras de infraestructura necesarias para el desarrollo económico, se destinarán grandes recursos para la educación del pueblo, se incrementarán las organizaciones indispensables para garantizar el bienestar de la sociedad, … en fin, ciudadanos no deben preocuparse que el Estado resolverá todos sus problemas”. Claro está, todo tiene un precio, una contrapartida. Hay que sujetarse a ciertas reglas. Solamente hay que aceptar la capacidad reglamentaria del Estado, su capacidad impositiva, su función “coordinadora”, su expansivo crecimiento, las

luchas intestinas de sus “Funciones” por espacios de decisión, sus burócratas… ¿Pero, qué es todo ello frente a la posibilidad de despreocuparse de los problemas? En la vida de nuestro país aquella esperanza ha sido alentada, por ejemplo políticamente, traducida en la búsqueda del caudillo o del líder que asuma el poder para instaurar un régimen de “justicia que obviamente es entendido como la entrega indiscriminada de beneficios, aun en manos de aquellos que nada han realizado para producirlos. Sin embargo, las expectativas siempre han fracasado y fracasarán porque son fundamentadas sobre la destrucción de algo que es inherente a la existencia humana, su necesidad individualizada de desarrollo, progreso y superación personal que se manifiesta en tan diversas formas como individuos existen, y ello hará infructuosa cualquier tendencia re-distributiva. El “Mesianismo” es un cheque en blanco girado al Estado por los ciudadanos de un país, y corre el riesgo de ser llenado por cantidades mayores a las previstas. Hay que reparar en el hecho cierto de que un Estado solamente puede actuar en función de los recursos que percibe de los particulares, sean éstos obtenidos por vía de las imposiciones o por la apropiación de los bienes naturales de su geografía. Cuando estos recursos no bastan el Estado tiene que endeudarse. La deuda pública no es sin embargo otra cosa que imposiciones anticipadas. De este modo, la disyuntiva estatal siempre fluctúa entre el incremento de las imposiciones presentes o el endeudamiento con cargo a las imposiciones futuras. Pero lo cierto es que siempre tiene que pagar el pueblo. Para el Estado la necesidad de recursos es insaciable y se incrementa porque es el único modo que tiene de autoafirmar su existencia. No puede sin embargo plantear la necesidad de imposiciones bajo un enfoque que grave la renta negativa, por los riesgos de la rebelión de las mayorías que ello acarrearía, debe en consecuencia estimular la tendencia re-distributiva, debe gravar a quienes producen para privilegiar a quienes no lo hacen, disfrazando así el hecho mismo de su intervención. Nuestra legislación, en especial la denominada social, está llena de disposiciones re-distributivas que deben ser luego controladas en su aplicación por los órganos del poder público reafirmando de este modo su existencia. Lo paradójico es que esas mismas disposiciones terminan limitando a los sectores populares que dicen proteger. Quizás por ello el pueblo, que es intuitivo, ha comenzado a actuar a espaldas del gran protector. Bastaría un recorrido por los caminos de libertad abiertos por la iniciativa popular para comprender la magnitud del rechazo a las diversas formas de intervención estatal. Los juegos del poder ya no interesan a la orientación productiva de nuestro pueblo. La economía “informal” no constituye una marginalidad en la vida nacional ni es tan solamente una vía de supervivencia, Constituye un cambio de dirección en la mirada de un pueblo que cada día está más claro de que el futuro depende de su propio esfuerzo.

Se modificará así la tradicional visión sobre lo que es la “informalidad” y entonces ¿Cómo podrá legitimar el Estado la reserva que hace para sí del derecho y el privilegio de ser él exclusivamente quien elabore las respuestas frente a las grandes expectativas del desarrollo? “Funcionariado” versus empresariado Son insufribles, pero en realidad nadie podría calificarlos de ilógicos en su permanente actitud de pretender que el mundo no gira si ellos no le otorgan su permiso para hacerlo. Los funcionarios (o empleados) públicos, que obviamente es a quienes nos referimos, simplemente se apropian de su rol y de su parcela particular de decisión para generar los mecanismos que les permitan cumplir con su “responsabilidad”. Descartamos de estas reflexiones cualquier referencia a los inescrupulosos quienes desde luego tienen como móvil de sus acciones propósitos evidentemente sancho pancistas. Nos referimos solamente a aquellos que desarrollan sus actividades dentro del más puro deseo de servicio a la ciudadanía. La actitud burocraticéntrica de estas personas es solamente una exacerbación de la concepción general del Estado “moderno” como supuesto “responsable” de que el orden de las cosas en el mundo real se desarrolle del modo más adecuado. Como la dinámica general de la sociedad cada vez con mayor rigor y por diversas causas tiende a generar un proceso de fragmentación y contraposición de intereses de todo orden entre los particulares, la respuesta es por supuesto un mayor grado de intervención estatal con el ánimo “coordinador” que tratará de dar una solución coherente a las contraposiciones. La respuesta naturalmente no es individual, es colectiva y tiende a estructurar un sistema. Este sistema constituye una especie de funcionariado, que se manifiesta de muchas maneras, pero cuyas características fundamentales son su tendencia a la permanencia, a la expansión y a la concentración de poder. La estabilidad del funcionario es puesta sobre el servicio al ciudadano

Las características señaladas tienen inevitables consecuencias. Por ejemplo, este funcionariado trata de crear mecanismos que consoliden su estabilidad en el desempeño de sus funciones, con prescindencia de la voluntad de los particulares y del grado real de servicio que estos funcionarios puedan otorgar a la ciudadanía. La manifestación clásica de esta tendencia está constituida por las leyes y reglamentaciones relativas a la carrera administrativa. Mediante estas leyes la lógica del servicio a la ciudadanía se desplaza hacia la lógica de la permanencia y estabilidad del funcionario. Por supuesto que tal manifestación puede ser cohonestada por la vigencia de ciertas concepciones elevadas a categorías de valor que nos hablan de la necesidad de mantener funcionarios estables que garanticen la marcha normal del Estado más allá de las veleidades de la política, y de la conveniencia, por igual motivo, de que se produzcan ascensos y reclasificaciones especialmente por la vía de la antigüedad. La cadena expansiva del funcionariado

Y todo esto nos lleva directamente a la característica expansiva del funcionariado, porque es evidente que la organización estatal no puede escapar a la presión interna constituida por el deseo de progreso de los funcionarios y tiene que ceder mediante la ampliación del abanico ocupacional creando nuevas funciones que generarán en lo posterior nuevas presiones, y así sucesivamente. Lo grave del asunto claro está, radica en que la cadena expansiva se produce inevitablemente fuera de todo control externo y en no pocos casos es inclusive aplaudida por una ciudadanía que considera tales incrementos como una expresión de triunfo local o regional, ya sea porque se trata de ciudades o regiones de características burocráticas comprometidas con el expansionismo estatal en abierto perjuicio para otras regiones del país o porque en éstas impera el facilismo provocado por la tendencia re-distributiva a la que aludimos en la primera parte de estas reflexiones sobre el Estado y el empresariado popular. La manifestación típica de la tendencia a la concentración del poder está reflejada en el ansia de control que se descubre a través de la proliferación de reglamentaciones. Estas reglamentaciones como es lógico están concebidas no con el propósito de facilitar y estimular la acción de los particulares sino con la obsesión del control que auto-afirma la existencia del funcionariado. Sin embargo, en un entorno que se caracteriza en mayor grado cada vez por la flexibilización y rapidez con que las categorías de referencia varían, poco a poco la capacidad reglamentaria del funcionariado va perdiendo importancia habitual. Muy especialmente porque a diferencia de lo que ha venido ocurriendo tradicionalmente por parte de la sociedad civil “moderna” que ha cedido sus opciones frente a las consolidaciones del funcionariado, ha iniciado su irrupción en la escena económica, social, política, cultural, etc., un empresariado popular que no está dispuesto a ceder espacios y que también tiene a su favor su tendencia expansiva, pero ésta, al contrario que la del funcionariado, sí está fundamentada sobre bases productivas y actúa con el control del mercado, y por ello es más real y permanente. El lenguaje del Ecuador Profundo

El empresariado popular realiza sus actividades productivas en abierta oposición a las tendencias burocraticéntricas del funcionariado porque encuentra que los límites reglamentarios constituyen camisas de fuerza en las que se trata de enfundar a sus realidades cotidianas. Por esa razón es que las promesas electorales de otorgamiento de trabajo, alimentación y vivienda son entendidas por ese empresariado popular, en el contexto del lenguaje empresarial, como facilitación de condiciones para obtenerlos, es decir, como la liberación de sus fuerzas creativas de los rigores del tutelaje estatal. Es ese el lenguaje que habla ese Ecuador Profundo que vive más allá de las formalidades y reglamentaciones artificiosas, tratando arduamente de construir por sí su propio destino. En la medida en que los dirigentes del país que acceden a la difícil y contradictoria situación de representar al pueblo, realizar sus expectativas y presidir al funcionariado, no olviden la transitoriedad de la situación y sus esfuerzos se encaminen a crear las condiciones internas desde y dentro del propio Estado para

limitar sus atribuciones y reestructurarlo como “facilitador” de las opciones creativas del pueblo, siempre, y más allá de las oposiciones interesadas, esos dirigentes gozarán del favor popular y transitarán con paso firme por los caminos de la Historia, pues habrán hollado junto a ese pueblo empresario, territorios vedados, en uno de aquellos países en “donde el Derecho se puede comprar, donde tanto los partidos de izquierda como los de derecha aceptan que es prerrogativa del Estado reglamentar y legislar al detalle y donde la falsa ética de la justicia distributiva ha soslayado y ha hecho olvidar la ética de la justicia productiva”. La opción de los hombres libres Lo que dicen los titulares

La noticias en los medios de comunicación no dejan pasar desapercibida la marcha de los acontecimientos: “Se elevará en 125% el impuesto catastral” –por el delito de tener propiedad inmobiliaria-. “Se negocia nuevo contrato colectivo entre la Municipalidad y sus trabajadores quienes amenazan con una huelga general”. Dos hechos y una única relación: a la ciudadanía le cuesta el manejo burocrático del sector público local. Y uno piensa en los huecos en las calles, en las basuras acumuladas, en los trámites interminables, en los cortes de agua potable, en las alcantarillas tapadas en invierno, en las visitas de los “inspectores” a los talles populares... “Existe una coincidencia absoluta de (los sectores políticos) para defender el sistema...” “La actividad electoral evidentemente denota una gran apatía, una desilusión generalizada que puede ser en el propio sistema electoral o en el propio régimen constitucional”. Dos declaraciones recientes de una elevada autoridad pública sobre la temática política presente. Dos hechos, dos verdades y una única relación: el sentir popular no es coincidente con el sentir de los aspirantes a convertirse en sectores públicos. Y uno piensa en los derechos conculcados de los independientes, en el sistema representativo que no representa a nadie, en los insultos entre los bandos parlamentarios, en los vacíos constitucionales, en los actos inescrupulosos de ayer, de hoy y de siempre en el manejo de la cosa pública... Y es inevitable pensar como contraste en los actos productivos permanentes de nuestro pueblo, en los miles de empleos creados por la iniciativa popular, en los miles de “oficiales” capacitados en sus talleres por los “maestros” empresarios populares... “Voceros gubernamentales han destacado la bondad de los proyectos sobre el Trabajo Compartido y sobre el Fomento de Puestos de Trabajo y Democratización del Capital”, “La iniciativa recibido el apoyo del sector empresarial y la oposición de los congresistas y de los pequeños industriales”. “El diputado ... precisó que el proyecto viola la intangibilidad de los derechos del trabajador”, -se refiere a aquel trabajador que en relación de dependencia goza de los derechos “intangibles” contemplados en el Código del Trabajo-.

Puntos de vista diversos, apreciaciones diferentes sobre un mismo aspecto de la realidad. Y uno piensa si es pertinente la fervorosa adoración que algunos sectores políticos rinden a los derechos “intangibles” de seiscientos mil ecuatorianos y el relegamiento al quemeimportismo que esos mismos sectores hacen de las necesidades de otros dos millones de ecuatorianos que no tienen tales beneficios y que no pueden ni quieren sindicalizarse porque su fuerza radica en su individualidad productiva y en su voluntad de trascender a la “masa”. Piensa uno también en los paros políticos que paralizan las actividades de las unidades productivas populares, en fin..., piensa en como se contraponen y contraponen intereses y posiciones de sectores y sectores... El nivel profundo de las contraposiciones

Y cuando uno piensa en todas estas contraposiciones entre ciudadanía y sectores públicos, entre ecuatorianos poseedores de derechos “intangibles” y ecuatorianos con el derecho de crear sus propios mecanismos e instituciones que les permitan solucionar sus necesidades de desarrollo y progreso, no puede menos que concluir que existen en realidad dos niveles de contraposiciones: uno de carácter superficial donde las discrepancias se presentan por la ubicación preponderante que diferentes sectores quisieran lograr dentro del actual orden de cosas, y, otro, de carácter profundo en el cual se busca dilucidar los fundamentos de una nueva sociedad. Es entonces cuando el verdadero enfrentamiento comienza a mostrar los cambios fundamentales producidos a través de la dinamia popular. Se torna cada vez más evidente el incremento de la diversidad y de la heterogénea respuesta productiva popular y consecuentemente se vuelve absurda la pretensión de encontrar en nuestra estructura productiva nacional la sola presencia de una inmensa y uniforme “masa” gris de trabajadores manuales considerados más o menos ignorantes y empleados dependientes instalados en los sectores suburbanos. El colapso de la mayoría

Obviamente también se vuelve evidente el colapso del concepto “democrático” de la mayoría, porque esa mítica mayoría deja de existir ante la presencia de centenares de miles de minorías actuantes, operantes, con sus propios requerimientos de solución a sus particulares necesidades, ya cada vez en mayor grado, el proceso desmasificador que en nuestra sociedad está operando, hará necesario que prescindamos del lujo de delegar el poder total de nuestras opciones individuales a favor de sistemas políticos fundamentados en supuestas representaciones mayoritarias que permiten que minúsculas minorías adopten decisiones globales que tiranizan a todas las demás minorías. Crear unidad en la diversidad es nuestra tarea

Podemos, en consecuencia, oponer encarnizada resistencia al imperio de la diversidad para que de este modo nos sintamos defensores de un último baluarte

de las sacrosantas y obsoletas instituciones políticas, económicas, sociales, o podemos tomar conciencia de los cambios trascendentes operantes en nuestra sociedad y en nuestro tiempo para permitir el paso a nuevas instituciones que se fundamenten en las nuevas realidades cotidianas imperantes. En todo caso es cada vez más evidente que no podremos resolver nuestros problemas basados en modelos o estructuras residuales de un pasado que se extingue. Existen generaciones nacidas para conservar y otras cuyo destino es crear

Ubicados como estamos entre dos fuerzas civilizadoras –una que se extingue basada en conceptos masificadores, otra cuya construcción se inicia sobre fundamentos de valoración a la persona en su individualidad-, nuestra tarea es contribuir a la creación de nuevas instituciones forjadas en la individualidad colectiva de nuestro pueblo, aunque ello signifique “luchar contra los asesinos de ideas que se apresuran a matar cualquier nueva sugerencia sobre la base de su inviabilidad, al tiempo que defienden como viable todo lo que ahora existe, por absurdo, opresivo o estéril que pueda ser”. Creemos pues en la opción de los hombres libres. Guayaquil, 28 de octubre de 1987

MICROEMPRESA Y SINDICALISMO La insuficiencia del Tripartismo La mesa de negociaciones parecería ser amplia y sin embargo no basta. Estado, Sector Moderno y Dirigencia Sindical conforman un Tripartismo, representativo de un pasado que se extingue y que se muestra insuficiente como mecanismo idóneo para solucionar las contraposiciones emergentes entre antiguos y nuevos grupos sociales. El Consejo Nacional de Salarios y las Comisiones Sectoriales de Salarios por ejemplo –organismos tripartitos típicos- son verdaderos campos de batalla o mesas de negociaciones –según las circunstancias- que anualmente se estructuran para decidir elevaciones saláriales o una mayor amplitud del abanico ocupacional en las distintas ramas de actividad económica. Y el mecanismo parecería idóneo porque se parte de la presunción de que todos los sectores involucrados están representados. Pero, ¿Quién representa al pueblo empresario, propietarios y dependientes de las miles de microempresas que actúan en la vida nacional? Es así como, en una materia de fundamental importancia, un sector de enorme gravitación económica recibe los embates de los grupos representados que actúan coaligados en defensa de sus particulares intereses sectoriales, generalmente sin reflexionar sobre la estrecha relación existente entre salarios y costo de vida popular. Esta situación es demostrativa de la permanente crisis que se incrementa en virtud de la continua fragmentación social y la aparición de nuevos grupos económicos-sociales. El código secreto ha entrado en crisis Decir que vivimos una etapa histórica signada por la crisis podría constituir sin embargo una forma de viaje hacia un lugar común, pues difícilmente alguien aventuraría expresiones en contrario de esta evidencia. La discrepancia se centraría entonces acerca de la naturaleza de ella. Existen quienes piensan linealmente acerca del proceso histórico y por eso la crisis siempre será para ellos limitada en su amplitud y trascendencia. Pero la historia es un conjunto de procesos y en los últimos años éstos han iniciado ya el desborde de su punto de inflexión, produciendo enormes cambios cualitativos universales y en todos los aspectos del convivir social, que sin lugar a dudas podríamos decir que se trata de la crisis provocada por el “parto” de una nueva civilización. Los últimos trescientos años han sido orientados por un conjunto de principios que subyacen en todas las acciones cotidianas en nuestras sociedades. Son esos principios los que han sido puestos en el banquillo de la obsolescencia por efectos de la dinamia social. Los principios de uniformización, especialización, sincronización, concentración, maximización y centralización que conforman el

“programa” o “código secreto” del industrialismo fundamentado en una visión mecánica de la realidad social, son los que han entrado en crisis. Desmasificación y desconcentración social Por ejemplo, la producción y el consumo en masa característicos del industrialismo están siendo desplazados por un proceso desmasificador que hace posible las producciones en series cortas e incluso individualizadas o la segmentación de los mercados en forma creciente y con alta dosis de transitoriedad que contribuye a trastocar los tradicionales sistemas de distribución. Esta situación se da por igual tanto en los países de gran desarrollo tecnológico como en nuestros países, a quienes con gran sentido del humor calificamos de “en vías de desarrollo”. La necesidad de encontrar formas de cohesionar y dar coherencia a la estructura social que se fragmenta por efectos del proceso desmasificador al que aludimos, explica en gran medida el creciente desarrollo de la Informática, la misma que dicho sea de paso relega a los viejos archivos “sin uso” a teorías económicas desactualizadas y desvinculadas de la realidad, que consideran únicos a los tradicionales factores de la producción –capital, tierra y trabajo- que hoy son desbordados por la trascendencia de la “información” en los procesos económicos. La realidad cotidiana nos muestra también el inicio de un desplazamiento desconcentrador del tradicional centro de trabajo, la fábrica o la oficina, hacia lugares diferentes. Los hogares en nuestros sectores populares –por ejemplo- se convierten muy rápidamente en centros de actividad fabril o comercial, para los que no cuentan las tradicionales jornadas del nueve a cinco o de lunes a viernes. Avances y estancamientos Las situaciones antes descritas a manera de muestrario de unos pocos de entre miles de ejemplos posibles, tienen profundas implicaciones en cuanto se refiere a la tipología del trabajo futuro y consecuentemente a diversos aspectos relacionados con el mismo. El sindicalismo es uno de esos aspectos. Es evidente que el trabajo concebido como actividad repetitiva, rutinaria y sin sentido con respecto a la totalidad de la obra, sin capacidad para la creatividad, tiende a desaparecer. Lo que podría quizás llamar la atención es que las organizaciones clasistas o sindicales se lamentan de esta situación e insisten en la necesidad de crear empleos de esta naturaleza. Sin embargo esta actitud no debería llamar la atención porque el ideal sindical siempre ha estado fundamentado en conceptos masificadores e igualitarios, de unidad, de tratamiento uniforme para todos los ámbitos de su actividad. Este ideal no es otra cosa que la vigencia de los principios contenidos en el código subyacente del industrialismo. Pero, los cambios globales que se están produciendo están generando un nuevo tipo de trabajador, innovador, creativo, menos proclive a estandarizarse o a pertenecer a las “masas obreras”.

El embrión de este nuevo tipo de trabajador se encuentra en gran medida entre los dependientes de las miles de microempresas populares que conforman el mundo de la informalidad económica, para quienes en rigor su dependencia sólo constituye una etapa transitoria y necesaria para la obtención de su independencia empresarial, ya que en todo “oficial” subyace un próximo “maestro” propietario de una nueva unidad productiva informal. Y sin embargo las dirigencias sindicales adormiladas en las glorias del pasado se muestran incapaces de entender las crecientes necesidades de desarrollo de estos importantes grupos humanos. De allí que el papel del sindicalismo debería ser replanteado porque su deseo de “congelar” la Historia tal como trata de “congelar” los precios, los cánones, el Código del Trabajo, etc. Lo está colocando en la lastimosa situación de obstáculo de una civilización que emerge y defensor de una civilización que perece. Guayaquil, 16 de noviembre de 1987

DESESTATIZACIONES Nuevas respuestas para antiguas preguntas Durante muchos años hemos venido viviendo, al menos de modo implícito, una especie de consenso por el cual las fuerzas sociales han cedido sus espacios de responsabilidad en beneficio del superorganismo institucional denominado Estado. Esta actitud ha sido posible bajo el supuesto del crecimiento económico ilimitado. En las actuales circunstancias históricas, en las que el supuesto no se cumple, resurgen naturalmente las antiguas inquietudes acerca de las relaciones entre ese superorganismo y la sociedad civil, puesto que aquel es completamente desbordado por ésta, cuya dinámica supera ampliamente cualquier tipo de regulaciones limitantes a su desarrollo. La sociedad nos muestra ahora una eclosión de nuevas respuestas fundamentadas en la proliferación de micro-equilibrios económicos –cuyas mejores ejemplificaciones las obtenemos del sector informal, sin que dejen también de expresarse, aunque en menor proporción, iguales manifestaciones en el sector moderno- que dejan de lado ignorándolo o evadiéndolo a un Estado inepto para la dinámica de los tiempos, lento y torpe en los cambios. Sin embargo, es imprescindible que estas respuestas constituidas en nuevas realidades no se conviertan en simples transitorias formas de introducirse entre los intersticios del poder estatal. El desarrollo de una verdadera democracia económica y política exige la consolidación e institucionalización de los derechos de los individuos y la limitación progresiva de la acción estatal. El progreso de una sociedad, en consecuencia, no debería ser medido por la progresiva reducción de la vida social a una caricatura de democracia parlamentaria, sino por la magnitud en que se produzca el pleno ejercicio de los derechos de los individuos como consecuencia del reconocimiento legal a su condición de actores autónomos. Mecanismos desestatizantes Algunos países, en la búsqueda de mecanismos apropiados para acelerar los cambios de perspectiva exigidos por la realidad histórica, ensayan alternativas... Uno de estos mecanismos está constituido por los programas de desburocratización estatal cuyos alcances pueden variar desde la simple eliminación del papeleo innecesario en la tramitación cotidiana hasta aspectos realmente profundos de desconcentración de los poderes decisionales reglamentarios trasladándolos hacia la base institucional o geográfica que es afectada. Existen también otras variantes ... La respuesta costarricense

“Queremos que el futuro de la economía esté cada vez más en manos del sector privado. Esto no significa fortalecer la situación de los que tienen mucho, sino crear las condiciones propicias para que muchos tengan ... Necesitamos un Estado eficiente, con responsabilidades claramente definidas y con una magnitud limitada a nuestras posibilidades financieras. Los ajustes necesarios se harán partiendo del imperativo de mantener la democracia y la paz social. Para esto trataremos de ofrecer opciones productivas de ocupación a los trabajadores que abandonen el sector público; nos proponemos crear nuevos empresarios mediante estímulos crediticios y fiscales para que, como dueños, presten el servicio que antes brindaban como asalariados.” Interesantes palabras del presidente actual de ese fraterno país latinoamericano que, en diversos e importantes aspectos, ya ha dado demostraciones de iniciativas inéditas y funcionales. Sin embargo, el marco conceptual de lo expuesto se inscribe dentro de un contexto de estímulo –cual debería ser siempre el rol estatal- y por lo tanto nos sitúa ineludiblemente ante la posibilidad cierta de eventuales dificultades que el propio Estado puede enfrentar en su intento de constreñirse, si no encuentra una positiva inclinación de los servidores públicos para optar por la vía del empresariado. Por tal evidente razón un mecanismo de esta naturaleza no puede constituirse en términos cuantitativos en fundamental vía de transferencia de recursos humanos del sector público al privado. En términos cualitativos tiene en cambio el especial significado de elevar a categoría de valor los esfuerzos de una dirigencia estatal que, coincidente con las necesidades y tendencias históricas, trata de propiciar un proceso desestatizador de la sociedad. Esta categorización tendrá un efecto trascendente en la medida que sea admitida por los particulares como un valor social. Los límites de los esfuerzos políticos El ejemplo que nos plantea entonces una situación de mayor profundidad cual es que las decisiones “políticas” y los cambios buscados mediante la determinación impuesta “desde arriba”, por muy extraordinarios que pudieren ser, siempre llegan a un nivel de incompetencia y su influencia en la sociedad se torna marginal a menos que sean incorporados en la práctica cotidiana de los individuos. Confiamos más, por ello, en la imaginación colectiva, en el desarrollo de las microrealidades, siempre reticentes y desafiantes a las propuestas globalizadoras e igualitarias que niegan la diversidad de la respuesta popular desestatizante. La creatividad espontánea del pueblo ha forjado unidades productivas funcionales y propios mecanismos re-distributivos de la riqueza, es ella por tanto la que debe ser estimulada de modo preferente, como alternativa válida para fortalecer el proceso de limitación del Estado. Hacia una moral basada en principios inmutables

Tenemos, sin embargo, conciencia de que el fragor subyacente en la sociedad profunda puede generar en lo político respuestas igualmente orientadas hacia lo bueno o hacia lo malo, pero la distinción requerida no se puede fundamentar en intervensionismo alguno sino en la búsqueda de un sistema de valores que sirva como parámetro de referencias éticas, única barrera contra el fascismo, la anarquía o cualquiera otra desviación. Si admitimos que la conducta política de nuestro pueblo está fundamentada en un inequívoco sistema de valores no debería haber lugar para la preocupación de eventuales equívocos populares –o de sus dirigencias- puesto que aquellos, referidos a la perennidad de los principios morales, será fácilmente descubiertos por ese mismo pueblo ante la evidencia de su desviación. ¿O es que no admitimos tal circunstancia y solamente lo consideramos intuitivo y virtuoso cuando se pronuncia por nuestras particulares preferencias? No cabe entonces el “pataleo sin mudar de sitio” o el “rasgarse las vestiduras” ante la eventualidad del ejercicio del poder político por quien escogido por el pueblo no satisface nuestras aspiraciones, y sin embargo permanecer impasibles sin cuestionar el sistema “representativo” en su totalidad como ineficiente e incapaz de adecuarse a las nuevas realidades sociales, económicas y culturales de nuestro país y de nuestra época. Más allá de los condicionamientos ... lo individual Estamos plenamente seguros de que la correcta opción de los hombres libres no radicará jamás exclusivamente en un obligado pronunciamiento entre alternativas insuficientes, que al fin y al cabo la “prudente” elección por el mal menor solamente constituiría evasión ante la obligación moral que individualmente todos tenemos de buscar nuevas respuestas ante la crisis, por inéditas, incómodas, peligrosas o heterodoxas que éstas parezcan. No olvidemos que cada individuo es en último término factor del devenir histórico y constructor de los futuros posibles. Guayaquil, 16 de febrero de 1988

CUANDO EL ESTADO QUIEBRA En la actualidad nuestro país vive una nueva y particular crisis. Esta vez se añade al superlativamente preocupante panorama global, la desconfianza paralizante y generalizada de los sectores productivos “modernos” frente al inmediato futuro. Con respecto a los sectores productivos “informales”, otras son las reglas del juego como se ha mencionado en anteriores entregas de esta columna y ellas se articulan más bien con un intenso deseo de “continuar adelante” más allá y a pesar de las circunstancias del presente. El tópico de análisis en el ámbito “moderno” se concentra entonces, fundamentalmente, en las ventajas y desventajas de la incautación de divisas, en la conveniencia o no de volver a esquemas de conducción económica que fueron transformados por las medidas de agosto de 1986, y en último término –cuando el análisis tiende a profundizarse- en el rol que al Estado le compete en sus relaciones con la sociedad civil, en especial en materia económica. Hemos venido sosteniendo que el Estado Nacional es una institución política nacida al amparo de unos principios sustentados por la civilización del industrialismo, y que en su concepción actual supuestamente representativa de los intereses del pueblo no pasa de ser un eufemismo sin ninguna fundamentación real, por lo cual deberían buscarse nuevas formas de institucionalizar las nuevas realidades que se producen al interior de la sociedad. Sin embargo, la participación creciente del Estado en la vida nacional satisface el deseo de evasión de las responsabilidades que los particulares han intentado permanentemente trasladar a la esfera de acción de dicha entidad política. Por este deseo se ha llegado incluso a considerar al Estado por definición como el Cuerpo Político de la sociedad, es decir, el ejecutor de la política, de las acciones en busca del “bien común”. Así pues, conceptualmente se ha delegado la responsabilidad de cada individuo a favor del ente estatal, en abierto abandono del deber moral que cada quien tiene de participar activamente en la construcción de ese bien común. Su participación, en consecuencia, ha sido valorada como positiva, y por tanto a nadie debe extrañar su hipertrofia. En materia económica ha sido usual que la participación del Estado, se la observe en términos de los ingresos, sin embargo ella siempre debe ser medida bajo la perspectiva del gasto ya que esto nos permite cuantificar su real grado de influencia e incorporar al análisis la parte referente al endeudamiento público que como todos sabemos se trata de impuestos que más tarde o más temprano los particulares terminaremos pagando. El profesor de Economía Política Adolfo Wagner formuló ya hace muchos años la “ley del gasto público creciente” la cual es inevitable consecuencia de la característica monopólica del ejercicio de poder por parte del ente estatal y de la natural tendencia del funcionariado a aumentar su importancia relativa para acelerar sus propias expectativas de desarrollo.

Un breve vistazo a la situación en varios países confirma la ley de Wagner; así, la participación del gasto estatal en ellos, en relación con su respectivo Producto Interno Bruto (PIB), se ha incrementado de la siguiente forma; País

Participación en 1950

Alemania Francia Gran Bretaña Italia Noruega Austria Suiza Japón Estados Unidos Canadá

Participación en 1982

39% 37 39 29 30 30 22 18 27 28

53% 59 57 55 67 55 31 31 42 57

Cabe señalar que la crisis de principios de los 80 ha estimulado la participación estatal en la gran mayoría de los países, excepción hecha de aquellos que han intentado constreñir a un “Estado Desmesurado” (Estados Unidos), o cuya población no sostiene el endeudamiento estatal (Suiza), o que todavía logran elevadas tasas de crecimiento (Japón). Y bien vale mencionar también que, si volvemos nuestras miradas al Sudeste Asiático (Taiwán, Corea, etc.), surgiría obvia una relación inversamente proporcional entre la participación estatal en el producto social y los índices de crecimiento. En el ámbito nacional, y pese a los esfuerzos del presente gobierno que por definición ideológica estaba orientado a reducir la participación estatal y propiciar la participación privada, la ley de Wagner también se confirmaría, como se puede apreciar en el cuadro siguiente: INGRESOS Y GASTOS DEL GOBIERNO GENERAL (*) (Porcentajes del PIB) 1970

1980

1985

1986

INGRESOS CORRIENTES

4,5

23,6

25,3

28,5

GASTOS TOTALES

9,4

26,4

26,5

28,0

(*) Tómese nota que no están considerados en estos porcentajes los ingresos y gastos de los Gobiernos Seccionales. Así pues, si medimos su participación desde la perspectiva de los ingresos o de los gastos, el Estado crece y continuará creciendo. Las preguntas surgen espontáneas, entonces: ¿Hasta cuándo podrá continuar ese crecimiento? Y, ¿Cuáles serán las consecuencias?

Intentando encontrar las respuestas accedimos a un detalle de las fases que el autor alemán Paul C. Martín prevé como el inevitable camino hacia la quiebra del Estado, el cual reproducimos aquí por considerarlo de interés dada la coyuntura actual y la necesidad de encuadrar dicha coyuntura en un marco de análisis más global. (ver cuadro) LA QUIEBRA DEL ESTADO Detalle de las distintas fases Clave de ¿Qué hacen ¿Qué pasa con Participación del Economía Características Identificación los políticos? Los impuestos?Estado en el nacional y sociales Producto social deuda y tasas de crecimiento Se descubre Se declaran Tipos tributarios Bruscos incre- Financiación Críticas contra La “actuación capaces de límites muy altos mentos de la de los progra- el capitalismo. Del Estado “orientar la en razón de la participación mas estatales Pobres contra Sobre la economía” “coyuntura” estatal. Primera con la máquina ricos Economía”; reactivación y de imprimir Política tasas elevadas billetes o con Coyuntural de crecimiento. el apoyo del Programas de Banco Central Creación de (reducir los Empleo y Obras tipos de interés) Públicas al . margen del control del Mercado (Carreteras) El Estado Afirman Se alcanza el La participación Rápido incre- Máximo es el gran que el gasto tipo máximo del Estado mento de prestigio Director. Público favo- de gravamen. Alcanza el 50%; los gastos de los Regula cada rece el cre- Aumenta la tasas de creciestatales; políticos. vez más cimiento.y resistencia miento cada debe elimiSe prueba ámbitos el deseo de contra los vez más narse la po- la resistenseguridad impuestos. Bajas breza visible; cia de la para todos (trabajo negro) ampliación economía del sistema educativo. Autonomía Se declaran Se aumentan Se estanca el Elevados Salida de del gasto prisioneros cada vez más crecimiento déficits es capitales. público. Los de su siste- sin que se sin que varíe lo normal. Poder de políticos van ma; es pre- aumente la el gasto público: Endeudalos a la zaga de ciso seguir recaudación acelerado incremiento neSindicatos. sus programas para evitar (sobre el tabaco mento de la cesario para Tribunales perder las y bebidas alcoparticipación “no perder a favor de

conquistas

hólicas)

del Estado.

lo

alcanzado”

trabajadores. sociales Intento de Primeros Se intenta limitar el planes de acorralar a gasto públi- austeridad. los de “renta co desbor- Enfrentamás alta”. dado. mientos por “reducciones”

Crecimiento Renovación Desánimo cero. Tasas del endeuda- general. decrecientes miento. Pesimismo. Impuestos no Empresas alcanzan para “tiran la servicio de la toalla”. deuda. Efecto del Llamamiento Búsquedas 60-70% de Sólo es Mercado de “Aprendiz de al sacrificio finales de participación posible pagar capitales Brujo”. Ya no que deberá fuentes de del Estado intereses con arruinado. se puede repartirse recaudación. al mantenerse nuevas Ahorros hacer nada. equitativa(impuestos el gasto fijo deudas. disminuyen Se espera un mente. en el origen) por Ley, sin rápidamente milagro. crecimiento. Actitud de Perspectiva Retroceden Gastos espera. Se perdida. los tipos improductivos pierde la Enfrentados impositivos. matan en capacidad por germen el de decisión. Nimiedades crecimiento.

Explosión Cinismo: el de la deuda. Estado se Quiebra del acaba, Estado por pronto no aumento de podrá intereses. Pagar.

Quizás quepa hacer una acotación al cuadro de P.Martín, y ésta es que los porcentajes señalados del 50 al 70 por ciento para identificar ciertas fases del proceso, son aplicables a los países desarrollados, y que en el caso de los países latinoamericanos por ejemplo existen analistas como C. Rangel que aseguran que el momento desencadenante o punto de no retorno del proceso se produce cuando el gasto estatal supera el 30% del Producto Interno Bruto. Sin embargo, hay quienes expresan que “el Estado no puede quebrar” y tal vez tengan razón, puesto que quienes en realidad “quiebran” son los ciudadanos, ya que las deudas de un Estado no son otra cosa que títulos de los particulares contra sí mismos. Mas por encima de la discusión semántica subyace el hecho de que el fondo del problema radica en el engaño permanente de quienes tratan de hacer creer a los pueblos que pueden recibir beneficios otorgados por el Estado sin ceder nada a cambio, en el ámbito de su libertad o disminuyendo la posibilidad de su progreso, por ejemplo. El sector informal ecuatoriano cada vez en mayor grado constituye una singular resistencia popular ante la hipertrofia del Estado. ¿Bastará el esfuerzo de un solo sector para detener tan negativo proceso...? Guayaquil, a 3 de marzo de 1988

ACERCA DE LAS MEDIDAS ECONOMICAS DEL 3 DE MARZO DE 1988 Quisiera iniciar mi intervención agradeciendo a ustedes la oportunidad de este diálogo y decir que en realidad me siento un poco como “un yankee en la Corte del Rey Arturo”. Ustedes son prestigiosos profesionales en Economía, yo un abogado. Quiero, además, formular mis comentarios desde una perspectiva diferente, no sin antes expresar cual es el marco conceptual en que los emito. Este marco está signado en gran medida por dos hechos: uno, mi formación profesional que me condiciona a creer que la Economía no puede explicarse solamente desde una perspectiva “económica”; y, el otro hecho que signa mi marco conceptual está dado por un contacto personal permanente con el llamado sector informal, en razón de mis actividades, que no me permite perder de vista la circunstancia de que la vida económica nacional no está simplemente constituida por un sector “moderno”. Para mi es una realidad la existencia de un sector informal como parte vital y actuante. Estas dos vertientes de pensamiento pueden explicar mi punto de vista en relación con las medidas adoptadas por la Junta Monetaria el pasado tres de marzo. Creo que ellas, además, tienen que ser analizadas también en un contexto de coyuntura y en uno de largo plazo. En el aspecto coyuntural las medidas reflejan una sensibilidad gubernamental – como ya lo ha señalado Fernando González- frente a una petición generalizada de que el poder estatal intervenga para regularizar una situación de dolarización de la economía nacional. Quiero hacer énfasis, sin embargo, en que la petición generalizada de intervención ha provenido del sector “moderno” de la economía y no del sector “informal”, el cual se rige por otras reglas de juego. Y debe destacarse el hecho de que ese sector informal tiene una magnitud tan importante que ha superado ya la participación porcentual que el sector moderno tiene en la PEA urbana. Pues bien, ese sector no participa del deseo de intervención y por el contrario se opone a ello. En el largo plazo es necesario que las medidas económicas sean referidas a un parámetro de política económica y no simplemente a situaciones de coyuntura. Es más, creo que deben ser referidas también a otros parámetros como el político, el internacional e incluso el histórico, pues estamos viviendo cambios profundos en la realidad social que rebasan lo tecnológico, cambios civilizadores que remueven las bases mismas del industrialismo. Desde ese punto de vista para mi es realmente intrascendente adoptar medidas para resolver problemas de coyuntura, en tanto en cuanto el país mismo no haya procedido a la fijación de un gran objetivo nacional. Las medidas del 11 de agosto de 1986 –que ahora de algún modo son limitadas y cambiadas- significaron una apertura hacia un proceso más dinámico que trataba de liberar las fuerzas creativas de la sociedad, y aunque no fueron una panacea constituían un camino de apertura hacia una nueva realidad social. Esas medidas de agosto tenían, sin embargo, para lograr efectos positivos, que estar fundamentadas no precisamente en el poder estatal que las emitió, sino en el

respaldo de la participación activa de las fuerzas civiles de la sociedad. Lastimosamente, primó la falta de respuesta de algunos sectores productivos dedicados a la especulación, desperdiciando así la oportunidad de sumarse a un esfuerzo nacional realmente productivo. Por todos estos antecedentes pienso que las medidas del 3 de marzo tienen – frente a un discutible efecto positivo coyuntural- el alto costo de haber retrocedido en los límites que el poder estatal se puso a sí mismo en agosto de 1986 y ciertamente se ha vuelto a admitir en muchos ámbitos de la vida nacional que es necesaria la intervención estatal para resolver los problemas, y eso a mi juicio, consolida una evasión de responsabilidades de los particulares frente al rol que les corresponde dentro de la sociedad. Además, la petición interventora tiene implicaciones no solamente en lo económico, sino también en otros aspectos, por ejemplo en lo político. No debería llamar más tarde la atención que los mismos sectores que piden la intervención en lo económico luego encuentren asidero para una intervención política. Pienso que la realidad no puede segmentarse y que debe existir coherencia y consistencia ideológica y en tal sentido estimo que la gran discusión debería centrase en dilucidar los niveles y grados de responsabilidad y participación del Estado y de la sociedad civil en la gestión del desarrollo. Guayaquil, 10 de marzo de 1988

DERECHO LABORAL Y REALIDAD SOCIAL Cuantificaciones Son diversas las explicaciones que se han formulado acerca de los orígenes del fenómeno socio-económico “informal”, algunas de ellas evidentemente contrapuestas. Sin embargo, algo que no ha entrado jamás en el terreno de la discusión, por lo evidente, es que se trata de un fenómeno aceleradamente creciente, actualmente de magnitudes significativas, que deja fuera del sistema de relaciones laborales tradicionales a un sector muy importante de la PEA urbana, por lo que la realidad muestra, cada vez en mayor grado, que dicho sistema y sus actores estarían perdiendo fuerza relativa en la sociedad globalmente considerada. En el ánimo de apreciar cuantitativamente dichas magnitudes presentamos el cuadro anexo representativo de la estructura de la PEA urbana al concluir el año 1987, proyectado a partir de los datos proporcionados a través de diversos documentos por el CONADE, INEC y el CELADE. POBLACIÓN TOTAL 9.910.397 PEA TOTAL 2.973.119 PEA URBANA 1.605.484 100% SECTOR MODERNO

DESEMPLEADOS

SERVICIO DOMESTICO

SECTOR INFORMAL

642.194

192.658

96.329

674.303

40%

12%

6%

42%

La realidad conmociona al sistema Quisiéramos insistir que en la actualidad la participación del sector informal en la PEA urbana ha superado la del sector moderno. Este solo hecho debería bastar para provocar una fuerte conmoción en los fundamentos de la estructura tripartita con la que se ha buscado el anhelado equilibrio en el sistema de relaciones laborales, puesto que el tripartismo se estaría tornando insuficiente para englobar a todos los sectores sociales involucrados. Sin embargo, existen también otras situaciones que están contribuyendo a plantear nuevas respuestas en torno a las relaciones laborales que surgen al interior del mercado del trabajo, una de ellas la

nueva tendencia a establecer un enfoque autonomista que enfrente al sistema actual. Es indudable que uno de los caracteres permanentes en el sistema de relaciones laborales vigente en nuestra región latinoamericana es el predominio de un modelo que privilegia la intervención estatal con un enfoque de tipo “reglamentarista”. Es conocido que sobre la dicotomía intervencionismo–autonomismo ha girado gran parte de la discusión teórica para establecer una tipología de las relaciones laborales dentro de un análisis científico del Derecho del Trabajo. El Sistema “Reglamentarista” El sistema intervensionista o “reglamentarista” otorga un papel protagónico al Estado, disminuyendo de modo significativo el rol de los otros actores sociales que son constreñidos a la función que el ente estatal le reserve, delegue o permita. Es así como en virtud de este modelo, el Estado actúa como legislador en materia laboral y como autoridad aplicadora de la legislación e incluso –en no pocas ocasiones- directamente imponiendo medios de terminación de divergencias relativas a situaciones sindicales, conflictos y negociaciones colectivas y fijaciones salariales. El fundamento de esta gestión interventora se remonta a los orígenes del Derecho Latinoamericano del Trabajo y se basa en una percepción niveladora de supuestas debilidades del trabajador individualmente considerado frente a su empleador, en campos tan diversos donde el establecimiento de mínimos parecería indispensable, por ejemplo, en cuanto a salarios, límites a la jornada, descansos, etc. Pero como bien dice la sabiduría popular, “se les da la mano y se toman el brazo”, pues de hecho el Estado rebasa el ámbito de la protección legal al trabajador individual e incursiona intensivamente en las relaciones colectivas de trabajo, que obviamente deberían estar regidas por los principios de autonomía de las partes y de libertad sindical. Recientemente, del 14 al 18 de marzo, durante las deliberaciones del Seminario Regional para las organizaciones de empleadores de América Latina, organizado en Quito por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), el Consejero Regional en Derecho del Trabajo y Relaciones Laborales, Dr. Oscar Ermida, expresaba que el predominio del sistema intervensionista en América Latina y la importancia de la legislación reglamentarista “estaría favorecida por la tradición jurídica romanista que, a diferencia del “common law” de los países anglosajones, se orienta a sistemas jurídicos cerrados y de ley escrita, lo mismo que los sistemas español y portugués, vigentes durante la época colonial, y reforzada por la muy clara tendencia codificadora proveniente de la influencia jurídica francesa experimentada durante el siglo XIX y la primera mitad del actual. Paralelamente el intervensionismo estatal coincide con un relativamente importante intervensionismo del Estado en materia económico-social experimentado por muchos países latinoamericanos durante este siglo respondiendo a las preocupaciones protectoras originadas con el planteamiento de la “cuestión social”

a comienzos de siglo. Por otra parte, da la impresión de que el intervensionismo estatal en las relaciones colectivas de trabajo también responde, al menos parcialmente, a cierta voluntad de control político la que se alimentaría tanto de un autoritarismo político recurrente, como de la conflictividad social por lo menos latente y de las tendencias generalmente opositoras al gobierno, ostentada por los movimientos sindicales. Paralelamente, el sistema intervensionista parece ser retro-alimentado por la propia debilidad, inmadurez o atomización del sector sindical, que en muchos de nuestros países carece del poder o desarrollo necesarios para ejercer por sí solo la auto-tutela o auto-regulación de los intereses y derechos de los trabajadores.” Nuestro Derecho Laboral no surge de la entraña popular Es evidente entonces que nuestro derecho laboral, al igual que el resto de nuestra legislación, no surge de la entraña popular sino de la elucubración del legislador cuya fuente de motivación puede ser de muy variada naturaleza. Esto que es profundamente inconveniente en algunas instituciones jurídicas, reviste características de gravedad en materia de Derecho Social cuya naturaleza es de ámbito colectivo y siempre bordea situaciones de latente explosividad social. En los últimos tiempos, sin embargo, comienza a crecer una fuerte corriente que postula la necesidad de abrir el régimen hacia un proceso de autonomía en materia de relaciones laborales colectivas e incluso se ha llegado a sostener que ese proceso ya se ha iniciado evidenciando un cierto grado de comportamiento autónomo. Una inevitable confrontación se avizora Aún cuando los nuevos postulados provienen de instancias académicas que tratan de encontrar coherencia entre los principios que reclamen una efectiva participación de los actores sociales involucrados, el hecho cierto es que “la crisis de autenticidad” de la legislación reglamentarista que alimenta una brecha creciente entre Derecho del Trabajo y realidad social, permite avizorar una nueva y explosiva confrontación entre los principales privilegiados del sistema (Estado y dirigencias sindicales) con los marginados del mismo (los informales), porque paralelamente a las inquietudes académicas la informalidad económica crece, supera las magnitudes “modernas” y establece sus propias institucionalidades fácticas, y los intervensionismos por su parte, tampoco han sido capaces de dar solución a conflictividades laborales recurrentes y también crecientes en el sector moderno. Guayaquil, 30 de marzo de 1986

¿PROGRAMAS MASIVOS DE EMPLEO? Cuando llega la hora del examen el que no sabe copia Efecto de fortuitas circunstancias, hace muy pocos días, tuve acceso de fuente directa a información que evidencia los esfuerzos que, sectores políticos con expectativa de acceder próximamente al ejercicio gubernamental, están desplegando con el propósito de importar y aplicar en nuestro país –si las meras expectativas se convierten en hechos- programas y proyectos diseñados para otras realidades. Es evidente que, actitudes de esta naturaleza, explicarán más tarde o más temprano, el que muchos obsesivos enunciados de campañas electorales sólo en enunciados queden, si llegara el momento de tener que ejecutarse. Es que quienes aspiran a gobernar este país no tienen al parecer respuestas nacionales concretas preparadas para el eventual caso de acceder al poder y se ven precisados en los últimos instantes a recorrer afanosamente los caminos del mundo para intentar copiar, transplantar e imponer proyectos y programas elaborados para países cuyos gobiernos enarbolan banderas ideológicas de similares perspectivas. ¿Liderazgo nacional o tecnocracia internacional? Pero entonces, ¿En dónde quedaron los discursos cargados de nacionalismo? ¿En qué recodo del camino se perdieron los reclamos contra la dependencia cultural y tecnológica? ¿A dónde fueron las manifestaciones de suficiencia técnica para resolver los problemas nacionales, si al fin y al cabo sus acciones pasarían a depender de los consultores y expertos internacionales –que también tendrían que ser importados- autores de aquellos proyectos y programas que se intentarían copiar y así los verdaderos gobernantes elegidos serían quienes tendrían la capacidad de sugerir decisiones que afectarían la vida nacional en profundidad? ¿Es qué acaso no existen entre los aspirantes al poder profesionales nacionales capaces de adentrase en la problemática nacional y encontrar respuestas específicas y valederas? Entonces, ¿Para qué desean gobernar sino tienen nada serio que ofrecer y tienen que andar petardeando respuestas fallidas cuyo impacto incluso es cuestionado en su sociedad de origen, país vecino con problemáticas económicas y sociales más agudas que las nuestras? Pero veamos qué es lo que se intenta copiar... La historia se repite... Bien vale recordar en este momento las antiguas disquisiciones de corte académico que algunos consultores y expertos latinoamericanos seguidores del keynesianismo habían planteado varios años atrás cuando, desde una perspectiva

desoladora y pesimista de la “informalidad”, abrumados por la tendencia creciente del sector, buscaban afanosamente una respuesta para “el problema”. En no pocas ocasiones ellos habían resucitado, como justificativo válido para implantar programas masivos de empleo improductivo, planteamientos de Keynes que implicaban la aceptación de programas en los que aún si los individuos tendrían que cavar hoyos y cuando terminaran de hacerlo tendrían esos hoyos que volver a ser tapados, eso sería mejor que nada porque supuestamente “ello generaría empleo, generaría ingreso, generaría demanda agregada y esa demanda agregada generaría producción”. Aquellos discurrentes académicos tendrían en su oportunidad la ocasión de poner a prueba frente a la realidad cotidiana de un país los enfoques mantenidos en la teoría, por circunstancias de haber accedido en calidad de consultores y expertos extranjeros a los centros de decisión del gobierno actualmente en ejercicio en el vecino país del sur. Obviamente su actitud de colaboración era plenamente coherente y concordante con los enunciados de aquel gobierno que, destacaba el rol protagónico del Estado en la tarea del desarrollo, concebía la posibilidad de la reactivación económica por la vía del incremento de la demanda –quizás porque al inicio de su gestión aquel país contrariamente a lo que sucede en el Ecuador, reflejaba porcentajes muy bajos de utilización de la capacidad instalada moderna del orden de apenas el 25 por ciento-, y gozaba además del privilegio de contar con una mayoría parlamentaria que le permitía “viabilizar” rápidamente cualquier tipo de programa “social”. El Programa de Apoyo al Ingreso Temporal, PAIT Y así, en septiembre de 1985 era creado el Programa de Apoyo al Ingreso Temporal (PAIT), como un proyecto especial a cargo de la Oficina de Cooperación Popular del Ministerio de Trabajo y Promoción Social del Perú, con el objeto de generar empleo masivo de modo temporal. El PAIT ofrecía empleo por tres meses a remuneraciones equivalentes al salario mínimo, consistiendo en la institucionalización y ampliación de la práctica que sin denominación específica venían ejecutando los anteriores gobiernos de contratar mano de obra eventual para realizar obras comunales por parte del Estado, como limpieza y pintura de asentamientos humanos marginales, atención a trabajadores, madres y niños, limpieza de playas, etc. En la actualidad el PAIT está desactivado y se presume que será transferido durante el presente año al control de oficinas departamentales de la Cooperación Popular, localizadas en las distintas regiones del país y denominadas Corporaciones de Desarrollo (CORDES), incorporándose de este modo en forma permanente al aparto burocrático estatal. El presupuesto del programa representó en 1987 un 2 por ciento del Presupuesto General del Perú y contribuyó con el 10 por ciento del déficit del período. El costo de cada trabajador temporal del PAIT para los contribuyentes es de 250 dólares anuales. Hasta el momento se ha invertido en el programa el equivalente a doce

mil millones de sucres, de los cuales el 36.4 por ciento corresponde a gastos administrativos y su impacto sobre el mercado es notoriamente insuficiente y costoso si se considera que apenas constituye un 5.3 por ciento del total de desempleados y subempleados a quienes solamente se les provee de un ingreso mínimo por tres meses. La percepción que la opinión pública peruana tiene del programa es claramente expresada en los siguientes comentarios: “La planificación poco eficiente y la creciente burocratización producen dos elementos negativos en el programa. En primer término una concentración de las obras del PAIT en servicios de mantenimiento siendo nula la ejecución de obras de infraestructura productiva. En segundo término, una ineficiente asignación de recursos y restricciones técnicas que generan un alto costo en las obras desarrolladas por el programa”. “Al parecer el PAIT se habría convertido en objeto de manipulación con fines políticos, de ahí que en la campaña de septiembre-diciembre de 1986, justo en el período en que se realizaron elecciones municipales, la inversión fue dos veces mayor a todas las campañas anteriores en su conjunto”. No nos corresponde a nosotros juzgar las bondades o debilidades del programa en el contexto peruano pues a cada país y a sus respectivos pueblos les toca decidir sobre la conveniencia o no de las acciones políticas, sociales, económicas, etc., sin embargo y justamente porque creemos que las realidades nacionales son diversas nos pronunciamos opuestos a todo intento de estandarizar los caminos del desarrollo y de internacionalizar propuestas originariamente surgidas de modelísticas economicistas y no de las sentidas necesidades de los pueblos. Estamos seguros que cualquier pueblo latinoamericano, y muy especialmente el ecuatoriano, no anhela dadivosas oportunidades de empleos improductivos de naturaleza temporal financiados con recursos estatales que a la postre se originan exclusivamente en el esfuerzo de los particulares, porque ello sería abandonar su siempre manifiesta actitud de dignidad en su lucha cotidiana por la sobre vivencia y el progreso. Nuestro pueblo no es un proletariado frustrado en sus propósitos. Es, por el contrario, un pueblo empresario, inteligente, pundonoroso, trabajador y creativo que si algo anhela es la oportunidad de poder trabajar y progresar sin trabas que limiten sus esfuerzos. Guayaquil, 28 de abril de 1988

MACRO-VISIONES Y REALIDADES MICRO-EMPRESARIALES Las macro-visiones intentan homogenizar la diversidad Generalmente, cuando se aborda el tema del desarrollo micro-empresarial, se concluye rápidamente que los factores limitantes para este desarrollo están dados por la dificultad del acceso al crédito y por la falta de capacitación suficiente en materia de gestión. Evidentemente esta conclusión es simplista y probablemente es consecuencia de que los hechos relativos a la microempresa o a la “informalidad”, regularmente son tratados con enfoques sociológicos o macro-económicos, más que con una perspectiva empresarial que atienda la problemática interna de cada micro unidad productiva. Teoría y Praxis El tema mismo de la “informalidad” surgió ya hace muchos años, posiblemente en 1970 con el primer trabajo del economista inglés Chris Hart, desde una perspectiva exclusivamente macro-económica. Después de un relativamente corto período de efervescencia –provocado por el avance de Hart- en el interior de organismos internacionales relacionados con el tema del empleo, se produce una larga etapa de somnolencia acerca de la realidad del fenómeno de la informalidad, que sin embargo cada vez en mayor grado crecía en las diversas ciudades latinoamericanas. Quizás este abandono de los sectores académicos se produjo porque el tema dominante de la época pasó a ser la ilusión generalizada del progreso ilimitado. Más, la crisis que se inicia en el 81 sirve para despertar a los macro-economistas y cientistas sociales, y lentamente se produce un renacimiento del interés sobre la temática. Lamentablemente desde sus orígenes el enfoque no ha pasado, salvo por muy contadas excepciones, de constituir exclusivamente una visión macro, olvidando que las unidades productivas que conforman el fenómeno de la “informalidad” tienen sus propias realidades internas y necesitan instrumentos de análisis propios e individualizados, si se pretende realmente trascender el nivel de las teoría y penetrar en el mundo de la “praxis”. El mundo micro-empresarial es básicamente un mundo heterogéneo La empresa informal es fundamentalmente una unidad productiva individualizada, cuya denominación de “informal” la obtiene del hecho de ser incluida en un determinado segmento del mercado de trabajo. Esta segmentación no indica otra cosa que existen muchas otras unidades productivas en las cuales la inversión por puesto de trabajo es de bajo nivel, pero no le añade ni le quita ningún otro elemento común. Tal vez y como paradoja, el elemento característico adicional sea justamente la gran heterogeneidad que existe en ese segmento o sector “informal”.

Esta característica de las empresas informales es la que demanda respuestas múltiples a los diversos tipos de problemas que pueden presentarse en el interior de las microempresas. No es conveniente, por tanto, preestablecer tipos de soluciones “clisés”, impulsados por la tendencia al igualitarismo con el que se ha construido la historia humana durante los últimos trescientos años. Lo correcto es recordar que los niveles en torno a las circunstancias micro-empresariales son diversos y actuar en consecuencia. Los factores limitantes del macro-ambiente Como en el caso de cualquier empresa, hay un macro-ambiente, en el que ella desenvuelve sus actividades, que está integrado por las fuerzas emanadas de instituciones que afectan las transacciones que ella efectúa con su mercado. Fundamentalmente los aspectos económicos, tecnológicos, de legislación y de cultura son preponderantes en la conformación de este macro-ambiente. Es en este nivel donde las concepciones globales acerca de la microempresa desempeñan un rol que puede favorecer o perjudicar el desarrollo de cada una de las unidades productivas individualizadas según los principios generales que en esas concepciones subyacen. Por ejemplo, si las concepciones macro-económicas globales priorizan la producción para el consumo del mercado interno, es obvio que el impulso que darán a las actividades micro-empresariales será en el mejor de los casos para que se desarrollen en ese sentido y no para que mejoren su capacidad productiva y tecnológica y puedan competir en mercados externos. Como consecuencia se reservaría para ellas un espacio de desempeño que no privilegiaría el salto tecnológico de las microempresas. Las empresas populares con creatividad e iniciativas tecnológicas no serían las prioritarias en tal modelo, sino aquellas capaces de insertarse en los intersticios de un mercado interno dominado por el sector “moderno”. Una situación muy parecida, en otro orden de cosas, al destino que aparentemente los países desarrollados reservarían para el futuro de América Latina en lo que respecta a la división internacional del trabajo. Es también en este nivel donde las concepciones estimuladoras del incremento de la demanda privilegian las actividades de los comerciantes intermediarios antes que la de los productores, por una multiplicidad de argumentaciones concordantes con dicho modelo, pero básicamente porque el número de transacciones es mayor en el caso de los primeros que en el de los otros; así los vendedores ambulantes obviamente serían mejor apreciados que las micro-industrias a las que se relegaría a un segundo plano. Igualmente como consecuencia de una modelística de esta naturaleza –factor integrante del macro-ambiente- los programas de créditos micro-empresariales podrían fácilmente constituirse en una forma encubierta de establecer subvenciones merced a los bajos intereses que se concederían bajo el concepto de “intereses de desarrollo”; no importaría claro está que los créditos otorgados no

sean utilizados en actividades productivas o que se reinviertan en forma de péstamos “chulqueros” a otras microempresas más necesitadas, ya que al fin y al cabo lo que importaría sería que haya circulación monetaria que produzca imagen de bonanza... al menos por un tiempo, y desde luego seguir estimulando la demanda interna. Los ejemplos antes descritos pueden servir para reflexionar sobre la tremenda importancia de los factores del macro-ambiente en el destino de cada una de las microempresas. La diversidad de los factores internos Sin embargo, es muy claro que las actividades de una microempresa no solamente reciben afectación de los factores macro-ambientales. Existen otros – muy importantes- que corresponden al interior de sí misma y que como en cualquier empresa, dicen relación con sus estructuras organizacionales, financieras, de costos, de personal, etc. La barrera de acceso al crédito y la falta de capacidad de gestión no siempre son limitaciones vigentes o fundamentales en las empresas informales. En algunos casos, por ejemplo, el acceso al crédito subvencionado es precisamente el factor desequilibrante que impide que la microempresa se estructure sobre bases sólidas para cumplir lo que fue su objetivo fundamental al establecerse. Es el caso de micro-industrias que merced a créditos “de desarrollo”, sin ninguna supervisión u orientación, se reconvierten en compradoras de materias primas y materiales que luego no transforman sino que revenden marginándose utilidades producidas simplemente por haberlos conservado: una forma de intermediación especulativa que da frutos de corto plazo en tiempos inflacionarios y especulativos, pero que lesiona el concepto mismo de estructura empresarial. En otros casos la capacidad de gestión del empresario informal es adecuada para la realidad de su negocio, pero si su problema es básicamente la comercialización por agotamiento de su mercado interno, obviamente por más gestiones que realice, al no existir un mecanismo institucional que aúne sus esfuerzos productivos con el de otras microempresas y promueva la búsqueda sistemática de mercados foráneos, no logrará sino resultados infructuosos. Podría seguir listando una serie interminable de casos de problemas particularizados que confirman la necesidad de abordar la temática del desarrollo empresarial del sector informal desde perspectivas más amplias que integralicen la situación en determinado nivel de análisis, pero que reserven para otro nivel más práctico, de característica heterogénea, la posibilidad de soluciones diversas para situaciones limitantes igualmente diversas. Las organizaciones privadas no gubernamentales establecidas para el desarrollo micro-empresarial son las entidades apropiadas para atender este nivel de individualización de las microempresas, por ello es menester un esfuerzo serio de parte de los sectores privados “modernos” para organizar más entidades de esta

naturaleza que sean capaces de trasmitir de modo práctico al interior de las microempresas informales un verdadero “mensaje empresarial”. Es evidente que el Estado no puede trasmitir lo que no tiene, esto es, un “espíritu empresarial” y más bien lo lógico es que trasmita un concepto burocrático de planificación centralizada, en el que las microempresas solamente serían unidades productivas orquestadas para la obtención de logros macro-económicos –y también eventualmente un objeto de atención partidista por parte del gobernante de turno y no un sujeto del desarrollo nacional-. Las Cámaras de la Producción deberían ser, entre otras por obvias razones, las más interesadas en el establecimiento de entidades que fortalezcan las actividades micro-empresariales en su perspectiva de libre empresa. ¿Aguardarán acaso que sea el Estado el que estructure una red nacional de Fundaciones micro-empresariales, con las consecuentes y graves implicaciones que ello tendría? Guayaquil, 16 de mayo de 1988

CONFLICTIVIDAD LABORAL Y MICROEMPRESA POPULAR La conflictividad laboral de las últimas semanas ha constituido temática de interés noticioso especialmente por su renovada efervescencia e inusitado direccionamiento hacia el sector público que incluso envolvió al propio Ministerio encargado de precautelar la paz social en el país. Es probable que tales circunstancias sean actualmente consecuencia de una estrategia inmersa en el juego político de los partidismos e ideologías; sin embargo la conflictividad laboral ha tenido permanente vigencia a través de los tiempos en nuestro país y se ha desarrollado fundamentalmente en el ámbito del sector moderno de la economía, cada vez en mayor grado y en proporción directa al incremento de las organizaciones sindicales constituidas siempre y sin excepciones en pretendidas reivindicadoras de derechos supuestamente conculcados a los trabajadores en relación de dependencia. La explicación de esta conflictividad ha sido encontrada en diversas causas según la tendencia ideológica que la analiza, empero de uno u otro modo se ha llegado a aceptar sin reparos que en ella subyace una lucha inevitable entre los detentadores del capital y aquellos que aportan su trabajo a la función productora planteándose así una falsa dicotomía social entre capital y trabajo que intenta ser resuelta con la toma en propiedad de los medios de producción por parte de quienes trabajan con ellos, o con algunas otras “soluciones” que van desde la cogestión empresarial hasta el comunitarismo utópico. Y sin embargo una vez más la realidad social caracterizada por la dinamia desborda las teorizaciones y presenta situaciones de magnitudes importantes sobre las cuales es necesario reflexionar. Comúnmente se ha menospreciado el aporte económico de la actividad desarrollada por las unidades productivas informales y de igual manera se ha desestimado la contribución de ellas al mantenimiento de la paz social, pero los hechos demuestran precisamente todo lo contrario a estos negativos enfoques. En anteriores ocasiones en esta misma columna se han puesto de manifiesto múltiples situaciones de acercamiento a las realidades de la empresa popular que han permitido valorar el importante aporte de las microempresas informales a la vida económica de nuestro país. Es pertinente ahora destacar el rol que ellas cumplen en la generación de puestos de trabajo que contribuyen a alejar a la gente de nuestro pueblo de las alternativas de la delincuencia o la violencia, y aquello constituye una aportación significativa de orden cualitativo. Adicionalmente es necesario considerar que curiosamente, aún cuando con mucha soltura se le endilga a la empresa popular un marco de desprotección a los derechos de sus trabajadores, no existen indicios de conflictividad laboral alguna en ella y por el contrario, es posible señalar la existencia de continuas muestras de solidaridad entre “maestros” y “oficiales”. Posiblemente influya en este hecho la circunstancia de que el propietario de la microempresa es generalmente el hombre de la producción más capacitado y ello

configura su particular liderazgo en el grupo humano micro-empresarial, lo que impide cualquier brote de conflictividad. Por otra parte, ese liderazgo se fundamenta en una comprensión real de las necesidades del trabajador informal, pues al fin y al cabo es probable que el propietario previamente haya sido también un trabajador informal que requirió en su momento la solidaridad de su “maestro” cuando enfermó y no tenía una afiliación al Seguro Social de la cual hacer uso, que sintió las necesidades de flexibilizar su asistencia al trabajo permitiéndose ciertas escapadas en las horas de labores o que completó la jornada del sábado con el partido de “indoor” en la calle vecina haciendo equipo con el “jefe”, en criolla aplicación de los derechos de vacaciones intermitentes institucionalizados en los talleres populares. Quizás se deba también dicho liderazgo a la estabilidad laboral propiciada por una institucionalidad popular que privilegia el rendimiento y rechaza al vago, que concediendo poco margen al capricho del dueño sin embargo no sujeta a los rigores de las reglamentaciones laborales que maniatan, las decisiones dictadas por la ley de la supervivencia del negocio; y que bajo este mismo esquema de valores retribuye al trabajador con remuneraciones por sobre el mínimo vital, basadas en el rendimiento, que tienden a ser generosas en las épocas de bonanza y limitadas en las crisis, moviéndose así al compás de las realidades. Todo esto nos lleva a pensar que la posición antagónica entre capital y trabajo no es inevitable y que ella se produce generalmente en la empresa moderna más que por razones estrictamente económicas por otro tipo de motivaciones que tienen que ver con la ausencia de verdaderos liderazgos empresariales que neutralicen los esfuerzos interesados de quienes han consolidado representatividades laborales fundamentándose en supuestas posiciones de luchas compartidas con los trabajadores en la defensa de sus derechos. Guayaquil, 2 de agosto de 1988

LA CERTIDUMBRE EN EL DERECHO Y EN LA ECONOMIA La vida social es de naturaleza dinámica y por tanto inestable y cambiante. Aún las estructuras básicas de una sociedad con el transcurso del tiempo son modificadas y ajustadas a las nuevas realidades y ello es positivo sin duda pues ha sido precisamente esta noción de cambio la que ha posibilitado el avance de las sociedades y el progreso de los países. Existen sin embargo aspectos, relativos a los principios ideales que sirven de referencia a los miembros de una colectividad para basar sus juicios y fijar su conducta, cuya naturaleza es permanecer y mantenerse por sobre los cambios y dotar a dicha sociedad de característica humana que la distingue de cualquier organización nacida del instinto de las bestias. Así, los principios de justicia, de verdad, de belleza, de bondad y tantos otros que constituyen el mundo de los valores perdurarán como guías orientadoras de la vida personal y de relación mientras exista humanidad. Mas como las realidades cotidianas no se desenvuelven en el mundo de los valores, éstos tienen que ser alcanzados a través de instituciones ordenadoras de esas realidades; y es así como, por ejemplo, los principios orientadores de justicia tratan de ser plasmados mediante el imperio del Derecho al que debe subordinarse la voluntad de los hombres. Las principales instituciones jurídicas son demostración fehaciente de esa intencionalidad última del Derecho: subordinar la prepotencia del poder bajo el mandato de la Ley en procura de la justicia y dotar a la sociedad de parámetros permanentes que garanticen la tranquilidad social. Es así como encuentra sustentación la inalterabilidad o inmutabilidad de ciertos actos que declaran la existencia de derechos subjetivos perfectos o absolutos, ya que si tal inalterabilidad no se admitiera en rigor no existirían derechos, puesto que siempre estarían inciertos y sujetos a impugnación y a las veleidades de las autoridades de turno. Ese principio de seguridad o certidumbre que otorga la norma jurídica constituye la fundamentación última de la “cosa juzgada” en materia judicial o de la resolución administrativa que “causa estado”. Incluso el propósito fundamental de la “prescripción” radica en la dotación de certeza y firmeza al reconocimiento de un derecho o a la extinción de una obligación. Es por este principio que tampoco la existencia de las personas jurídicas, a partir del reconocimiento por parte del ente público de su personalidad jurídica y de su vida institucional autónoma, podría jamás estar sujeta a los cambiantes criterios de un funcionario público, por muy elevado que sea su rango. Se podría decir, pues, que el Derecho establece un justo equilibrio en la sociedad y se convierte en elemento esencialmente pacificador por la seguridad que otorga al marco de relación, impidiendo que el arrebato e impulsos groseros se impongan en el hacer social.

Lastimosamente, no siempre es suficientemente comprendida la trascendencia del apego a la ley por parte del poder público transitorio y es entonces que el impulso grosero se torna en pauta de conducta. La abrogación indebida por parte del funcionario, de supuestas facultades que en rigor no posee, trastoca el ordenamiento legal vigente y ello evidentemente introduce un gravísimo factor de incertidumbre jurídica que corroe desde su base a la fundamentación misma de la vida civilizada. En materia económica, también la certidumbre constituye un bien inapreciable que debe ser precautelado. Una de las características básicas del subdesarrollo está dada por la falta de objetivos de largo plazo, carencia que estimula las respuestas económicas coyunturales, la gestión del día a día, sin lugar para la planificación y el ordenamiento de las acciones con perspectiva de futuro. Pero, ¿Cómo podría haber visión de largo plazo, objetivos y planificación en un marco de permanente inestabilidad? Se ha expresado que la inflación constituye el principal azote de los pueblos y ella también es alimentada en gran medida por el desencadenamiento de procesos altamente especulativos generados por la incertidumbre de los actores sociales respecto al marco referencial de la economía, y es obvio que las actividades especulativas ocupan lugar preferente entre los mecanismos económicos eminentemente concentradores de riqueza, por lo que lo más alejado de la justicia social sería justamente el mantenimiento de situaciones inestables que desprotegen a los sectores más pobres de la colectividad. El acaparamiento de los productos y en general todo tipo de actividades ilícitas encuentra su mejor acicate en la falta de reglas de juego claramente definidas en materia económica, con sus secuelas negativas para el desarrollo económico; pero el daño fundamental es de naturaleza moral, porque es la sociedad toda la que admite en último término como “legítima defensa” la pertinencia de la actividad especulativa o ilegal. El contrabando deja de ser en este caso un mal social para convertirse en un proveedor barato y en general todo tipo de viveza criolla es permitida. La vida social de un país no puede en consecuencia desenvolverse de manera aislada respecto de los valores y percepciones que a los principios ideales les conceden los ciudadanos y sus autoridades. Por ello, si algún consenso es necesario en nuestro país, el fundamental debería buscarse, no precisamente en el contenido de las ideologías político-partidistas, sino en el reconocimiento y respeto al valor de la certidumbre de los marcos jurídicos, económicos, sociales y políticos que sirven de referencia para la acción cotidiana del ciudadano y sus dirigentes. Guayaquil, 23 de agosto de 1988

DECISIONES Y ASESORIAS El sábado 17 de septiembre, las principales agencias noticiosas del hemisferio reportaron la cuasi huida del principal asesor del presidente peruano Alan García, el economista argentino Daniel Carbonetto, quien luego de tres años de haber ejercido tras bastidores el poder real en ese país, con su participación “en lo bueno y en lo malo” contribuyó a conducirlo a “una de las más graves crisis económicas de su historia, caracterizada por déficit en su balanza de pagos, escasez de divisas y una inflación que se estima superará el 1000 por ciento para fin de año, producto de una política de consumo subsidiado, lo cual provocó un crecimiento económico artificial y drenó las reservas del país”. Aún cuando siempre consideré inevitable que ello ocurriera –más tarde o más temprano- como consecuencia de sus postulados económicos, al conocer la noticia, desde un punto de vista humano, lamenté la situación de Carbonetto a quien conocí originalmente en su condición de experto de las Naciones Unidas y posteriormente ya como asesor presidencial, y con quien en el transcurso de esos contactos más allá de las profundas diferencias ideológicas, de algún modo se estableció el natural acercamiento que se crea entre personas que discrepan sobre una determinada materia de interés común, en este caso el sector informal. Para Carbonetto como para sus adjuntos, el sector informal en último término siempre constituyó una curiosidad “académica” explicada por fallas estructurales del sector moderno y sus “respuestas al problema” estuvieron salpicadas de sociologismo “distributivo”. Las consecuencias de su enfoque en este campo –así como en el económico general- no podían ser otras que el asistencialismo a los grupos “marginales” y de pasada a los “expertos” encargados de ejecutar los programas, cuyo mayor logro siempre sería elaborar estructuras teóricas y mostrar grandes cifras de supuestos “beneficiados”, aún cuando no pudieran cambiar nada en el interior de las unidades productivas informales. En no pocas ocasiones sus exposiciones, y las de algunos de sus adjuntos, en seminarios y reuniones de variada y sofisticada denominación, fueron deslumbrantes y su retórica cientista alcanzó niveles de aclamación. Pero el sector requiere bastante más que formulaciones teóricas y retórica abundante. Había que poner a prueba las disquisiciones académicas, enfrentarlas con el entorno y valorar lo actuado en orden a la eficacia y la eficiencia. Y es en ese preciso momento cuando comenzaron a crujir las articulaciones de la estructura burocrática que montaron. Al fin y al cabo los pueblos no desean dadivosas acciones sino la oportunidad de trabajar con libertad y dignidad. En todo caso traigo a consideración la situación porque ella refleja de alguna manera una práctica cada vez más generalizada en nuestros países, en relación con la presencia de asesores de todo tipo en el seno de los centros de decisión política. Tal práctica produce un desplazamiento del poder decisional, transfiriéndolo desde quien debe ejercerlo, al influyente asesor que pasa a ser quien realmente decide.

Y los pueblos que confiaron en sus gobernantes para conducirlos en la denodada lucha contra el subdesarrollo, se ven sorpresivamente guiados por quienes al cabo de cierto tiempo, si fracasan, pueden empacar sus maletas y abandonar el país que contribuyeron a degradar y con el cual jamás se comprometieron. Por supuesto que existen funcionarios extranjeros de distintos organismos a quienes la suerte del país les duele en carne viva, ora porque al cabo de los años llegaron a “vestir su camiseta”, ora porque lo convirtieron en la patria de sus hijos, pero esas excepciones solamente confirman la regla. La cooperación internacional puede ser un buen mecanismo de solidaridad entre los pueblos del mundo, en la medida en que se respeten principios fundamentales que evitan prostituirlo y en tanto que los dirigentes actúen con responsabilidad y no cedan sus capacidades de decisión a los asesores. La cooperación es importante, ella muestra posibles vías de atención a las acuciantes necesidades de nuestros pueblos, pero ella no puede sustituir jamás la responsabilidad de quienes tienen que tomar decisiones y optar libremente para construir su propio destino. No cabe aceptar condicionamientos a determinados lineamientos a menos que éstos respondan a los mismos principios profesados por quienes tienen la responsabilidad de decidir. Jamás la obtención de fuentes de financiamiento puede justificar el montaje de estructuras paralelas en el interior de las instituciones nacionales. Por ello las acciones de entidades como el Banco Interamericano de Desarrollo y la Fundación Interamericana, y las de sus personeros, que explicitan y promueven la necesidad de salvaguardar el ámbito decisional de las instituciones nacionales, son meritorias. Ellas constituyen claros ejemplos de organizaciones internacionales para el desarrollo respetuosas de la autonomías nacionales e institucionales, que contrastan con las intromisiones interesadas de grupos tecnocráticos sin bandera que deambulan por las tierras de Latinoamérica buscando enquistarse en los centros de decisión política y usufructuar de las angustias populares, revestidos de posturas supuestamente reivindicativas pero en realidad burocráticas y consumistas. Guayaquil, 20 de septiembre de 1988

ESTIMACIÓN OBJETIVA GLOBAL: NUEVOS MECANISMOS DE LA OPRESIÓN ESTATAL Quizás porque en época de grandes crisis las mentes se predisponen más que nunca hacia la búsqueda de esa trascendencia que transforma la desesperación en esperanza, mi memoria jugueteaba libremente con aquellas frases tomadas de acá y allá: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con ropaje de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. ¿Y que hacéis con el árbol que no da buenos frutos? Lo derribáis y lo arrojáis al fuego. Las promesas de los falsos profetas, ya sean hombres de la fe o de la política, no bastan: recordadlo. Por sus frutos los conoceréis.” “La más hábil de las astucias del Diablo consiste en convencernos de que no existe.” “Lo que es propiamente diabólico es, más que hacer el mal, bautizarlo con el nombre de bien cuando se hace... es invertir y destruir desde adentro los criterios mismos de la verdad.” “El hombre es un animal social que construye alegremente sociedades humanas sin trabas, para que después otros hombres perversos se entreguen a la voluptuosidad de anquilosarlas con leyes y sanciones supersticiosas que luego dignifican en nombre del Estado.” “El Estado es en realidad una cosa muy sencilla: los políticos que toman decisiones y los funcionarios que se encargan de ponerlas en práctica.” ... Y así, mi mente hubiera podido continuar articulando frases, hilvanando pensamientos... pero debía volver sobre estas cuartillas pues tenía algo que decir sobre la reglamentación expedida recientemente sobre el Sistema de Estimación Objetiva Global de la Ley de Control Tributario y Financiero. Así, en primer término, que la Constitución de la República dispone que solamente por acto legislativo de órgano competente se pueden establecer, modificar o extinguir tributos; y que sin embargo, la referida Ley y el Acuerdo Ministerial reglamentario respectivo, al otorgar a favor de las Juntas Mixtas la potestad de determinar las bases gravables para los impuestos sobre la renta y las transacciones mercantiles de personas que ejerzan actividades empresariales o profesionales, en la práctica les otorgan capacidad de fijar tributos, en clara violación del precepto constitucional. Quería expresar también que solamente de modo aparente, el Sistema de Estimación Objetiva Global constituye una alternativa realmente potestativa para el contribuyente, ya que al haber sido establecida como presunción legal la aceptación del sistema por parte del sujeto pasivo, se le impone la tarea de producir la prueba de un hecho negativo si él no desea acogerse al sistema, y

aquello además de constituir un atentado contra los derechos individuales, lo es también contra la lógica jurídica, pues en el proceso intelectual de formulación de cualquier presunción, el legislador no puede actuar con arbitrariedad sino fundamentado en antecedentes e indicios claros que lo determinen a concluir en el hecho presumible. No podría así en puro rigor lógico concluir, por ejemplo, en que todos los habitantes de una población son de determinada religión a menos que renuncien ante tal o cual autoridad gubernamental a dicha religión y expresen las razones que tienen para hacerlo. Ello sería un absurdo jurídico... ¿Qué indujo al legislador a establecer la presunción de que el contribuyente acepta acogerse al Sistema de Estimación Objetiva Global? Evidentemente no es una deducción lógica lo que lo lleva a tal supuesto, sino la voluntad de integrarlo de todos modos a un sistema que puede ser controlado de muchas maneras por el poder estatal, y que además puede ser cohonestado fácilmente por la participación figurativa de organismos “representativos” de los contribuyentes, tanto en las Juntas Mixtas como en la Comisión Tributaria. Todos sabemos que cuando existe igual número de representantes del sector privado y del sector público quien dirime decide, y en el caso señalado la dirimencia corresponde en último término a funcionarios gubernamentales quienes tendrán en sus manos la capacidad para fijar las bases gravables –y por tanto los tributos- de empresarios y profesionales. Claro que siempre habrá lugar para “negociar” los niveles de dichas “bases gravables”, y ya podemos suponer a donde conduce una estructura de determinación tributaria “negociable”. Habría que poner atención además a la voluntad subyacente en la ley, de masificar -¿O se debería decir “democratizar?- la percepción del tributo puesto que establece un sistema que disminuye la capacidad de respuesta individual y “gremializa” a los interlocutores sociales. En varias ocasiones, y por algunos observadores de la vida nacional, se ha expresado que no existe un rumbo determinado en la conducción de la política gubernamental. No concuerdo con tal apreciación y pienso que subyace más bien en algún sector del gobierno una coherencia rigurosa que trasluce la voluntad de imponer un proyecto hegemónico de largo plazo a través del cual se intenta controlar la sociedad civil por parte del ente estatal –al cual se ha llegado y se pretende permanecer en él como en la antigua ambición hitleriana del reich de los mil años- y para tal propósito se lo está dotando de los mecanismos apropiados. Quizás lo que sucede es que existe un esfuerzo deliberado para ejercer “la más hábil de las astucias: convencernos de que no existe”; y, de este modo se nos obliga a leer las cosas al revés, “invirtiendo y destruyendo desde dentro los criterios mismos de la verdad”. Toman entonces más sentido cada vez las antiguas prevenciones de guardarse de “los falsos profetas, que vienen a nosotros con ropajes de oveja pero por dentro son lobos rapaces”, y el útil consejo para descubrirlos: “Por sus frutos los conoceréis...” Guayaquil, febrero 1 de 1989

EMBRIÓN BUROCRATICO EN ESTADO DE GESTACIÓN: Se alimentará de nuevos impuestos Usualmente la temática de nuestros análisis se ha constreñido al ámbito de la economía informal y sus derivaciones directas; sin embargo, en esta ocasión nos vemos precisados a comentar un hecho –que dice relación con el sector turísticosin aparente conexión con la “informalidad”, pero que forma parte de esta “nueva” realidad que es construida pausadamente, con precisión matemática, y sin desviación alguna, para lograr la instauración “legal” de una oligarquía de Estado reforzada, sin precedentes, y con pretensiones de permanencia “hasta el fin de los tiempos...” El que la sociedad civil asfixiada por el intervensionismo estatal paralizante busque permanentemente escapar a tales rigores, mediante el establecimiento de ese mundo productivo paralelo que constituye en último término la “informalidad” , es inevitable; y quizás en este sentido –y sólo en éste- encuentre cierto grado de sustentación la afirmación de quienes conciben a la “informalidad” como un fenómeno estructural inmerso exclusivamente en un devenir histórico lineal, puesto que lo estructural devendría como consecuencia de la hipertrofia del Estado y de su efecto inmediato, esto es, la incapacidad del aparato productivo “moderno” para absorber la oferta de trabajo disponible y creciente. ¿Podría superar la situación descrita un sector “moderno” maniatado en sus afanes por una maquinaria diseñada exclusivamente para el control y no para el estímulo y que de paso pretexta sus acciones limitadoras bajo el imperio de unas leyes que no nacen de la entraña popular sino de la voluntad de legisladores afanosos por la obtención de réditos electorales? Evidentemente que no, y es por eso que el crecimiento permanente de la “informalidad” hasta niveles de escándalo no puede continuar como un fenómeno de análisis sectorial y debe pasar a integrarse necesariamente en el panorama global de la economía –desde luego en lugar preferente por su magnitud y consecuencias generales en la vida del país- y con mayor razón debe preocuparse de los intentos reguladores exacerbados del ente estatal. Por estos antecedentes, es pertinente que tratemos de este nuevo embrión burocrático que se está gestando al interior del Congreso Nacional y que refuerza la pretensión –como en los casos de la Ley de Control Financiero y Tributario, del Proyecto de Ley del Consumidor, del Proyecto de Corporación de Apoyo a la Microempresa, etc.- de situar todo tipo de poderes omnímodos al arbitrio de los pocos usufructuarios del instrumento estatal, en desmedro de las crecientes fragmentadas mayorías civiles. Una vez más, pues, las verdaderas fuerzas en conflicto se enfrentan: por una parte quienes correctamente conciben al Estado como el órgano político de la sociedad civil al servicio de los ciudadanos y quienes, por el contrario, tratan de consolidar un sistema político en el que las personas esté al servicio del Estado y por supuesto de los pocos que lo controlan. La nueva parcela de poder que despierta el apetito estatal es ahora el turismo. Y así, mediante oficio 0122-SCN-88 el 31 de agosto de 1988 fue enviado a una

Comisión integrada por los legisladores Carlos Vallejo, Carlos García, Jaime Aspiazu, Antonio Ruiz, Alcides Mosquera, Facundo Flores y José Ugarte, un Proyecto de Ley de Turismo que fue analizado y modificado por ella y remitido posteriormente el 20 de enero de 1989, para la consideración del Plenario del Congreso Nacional, donde se ha iniciado ya el correspondiente debate. Sin detenernos en el análisis de su estructura, que ya de por sí revela en su elaboración mediocridad de técnica jurídica, diremos que el Proyecto de Ley en discusión contiene 38 artículos y 4 Disposiciones Transitorias, de los cuales 29 de ellos y la totalidad de las Transitorias se refieren al ejercicio de las potestades públicas por parte del ente que se crearía para el efecto: la Corporación Ecuatoriana de Turismo, CETUR. Quizás la creación de este nuevo ente burocrático podría ser admitido con resignación si se tratara de un simple cambio de nombre –y tal vez de status- para una Dirección Nacional de Turismo que nunca ha funcionado debidamente y que ha persistido de modo permanente en un regionalismo conceptual que se manifiesta de mil maneras, incluso en lo más elemental que es el contenido de sus propagandas, pero hay bastante más ... y de fondo. Por ejemplo, se crearían nuevos impuestos, situación que desmentiría negativas públicamente expresadas por el Presidente de la República, con graves implicaciones en especial para algunos sectores populares. Una imposición adicional del 2 por ciento sobre el valor de los pasajes aéreos, obviamente implica una concepción equivocada sobre las motivaciones para viajar al exterior, pues no siempre la razón es el turismo. Vivimos una etapa histórica en la que los contactos directos son exigidos para hacer fructífera la participación del país en el mercado internacional; no entender este hecho revela la limitación existente en la compresión de las realidades históricas y un provincianismo mental que en nada beneficia el futuro de los ecuatorianos. Además, aunque se tratara de turismo simple y puro, no habría razón en grabarlo para financiar las operaciones del ente burocrático. El gravamen a imponerse, adicionalmente estimulará la propensión del viajero a comprar fuera de nuestro país el boleto de viaje al destino final. Esto disminuirá el mercado de compradores y con ello se perjudicará a las agencias de viajes, especialmente a las de nuestra ciudad que no cuentan con el mercado cautivo de la burocracia estatal. Y por si se les ocurriera protestar, uno de los artículos del Proyecto dispone que solamente con la autorización de CETUR un establecimiento o empresa podrá utilizar en su denominación o razón social el término “turismo” o sus derivaciones. Alrededor de 50 empresas guayaquileñas tendrían para subsistir que bajar la cerviz e inclinarse ante la prepotencia. Establecer un 5 por ciento del salario mínimo vital general como tasa de circulación turística, que debe ser pagada por los extranjeros que ingresen a nuestro país, con el propósito de “promover el turismo receptivo” constituye además de una barbaridad inaceptable una tomadura de pelo y una burla a la sana lógica.

Pero quizás uno de los mayores despropósitos de este Proyecto radique en establecer un impuesto del 5 por ciento del salario mínimo vital general, a la emisión o renovación anual de cada tarjeta de crédito o documento que sirva para similares propósitos. Esto significaría gravar a las tradicionales tarjetas Diners, Visa, American Express, Cash, Filancard, etc., en sus versiones internacionales, nacionales, y adicionales, y también a las tarjetas de crédito otorgadas por muchos establecimientos comerciales en el país, como por ejemplo, los supermercados y comisariatos, Casa Tosi, De Prati, etc. Probablemente algunos de los documentos mencionados constituyan parte de las satisfacciones que los grupos de élite pueden disponer y quizás animados por esa tendencia re-distributiva de la que hacen gala los demagogos es que se busque efectuar tal imposición; pero, muchos de estos documentos constituyen elementos fundamentales de crédito en beneficio de sectores populares de nivel medio que pueden así postergar los rigores de una crisis sin precedentes en el país. Pueden así sus usuarios disponer de un instrumento crediticio que les permite diferir sus compras de alimentos, de vestuario y tal vez alcanzar algún tipo de diversión. Estas consideraciones nos permiten pensar que quizás también a través de este Proyecto, se pretenda establecer un nuevo mecanismo de restricción del circulante o sacar del mercado de tarjetas de crédito a identificados “opositores” que las comercializan para segmentos de alcance popular. Las imposiciones previstas, cuyos niveles cuantitativos de afectación podrían parecer que por sí solos no constituirían montos por los que valiera la pena disputar, son sin embargo un abre-puerta que intenta por ahora exclusivamente establecer la procedencia y legitimidad conceptual de la imposición, luego será materia fácil disponer la elevación porcentual de los mismos para alimentar al creciente monstruo burocrático. Existen en el Proyecto otros ingresos previstos para el ente burocrático, como las multas y el 5 por ciento de las exoneraciones que se otorgarían a las empresa turísticas “convenientes para el desarrollo económico y social del país” que el Directorio de CETUR califique como tales y las ubique en alguna de las categorías establecidas. Tal situación convierte a la CETUR en juez que participa del beneficio de su decisión y daría lugar a arbitrariedades de toda naturaleza. Frente a todos estos absurdos, y si la intención de promover al sector turístico fuese real, ¿Por qué no tratar de volver eficiente y desprovista de todo tipo de regionalismo a la Dirección Nacional de Turismo para que formule la política turística nacional y facilite la ejecución de la misma a las empresas turísticas privadas? ¿Por qué no promover que se constituya una Corporación Privada Nacional integrada exclusivamente por las empresas turísticas del país que deseen participar?; y, ¿Por qué no estimular el establecimiento de un Fondo de Desarrollo Turístico alimentado por los propios participantes y por las fuentes externas derivadas de los convenios internacionales que una entidad de este tipo podría celebrar? Guayaquil, 5 de marzo de 1989

EL TRIANGULO DE HIERRO Y LA INFLACIÓN La Declaración de Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica revela que desde la época de su formulación existía ya una categórica condena de la sociedad civil a la persistente exacerbación de la burocracia: “El (el rey Jorge) ha erigido una multitud de nuevas oficinas, y ha enviado enjambres de funcionarios para acosar a nuestro pueblo y absorber su esencia”. En la actualidad la creación de “las nuevas oficinas” y de “los enjambres de funcionarios” públicos ha pasado a ser efectuada por un triángulo conformado por los intereses concertados de tres vertientes diversas. La primera vertiente deviene de todos aquellos que en su momento ejercen algún tipo de dirigencia en el Estado, y con mayor frecuencia si su enfoque ideológico destaca el papel del ente estatal concediéndole el protagonismo del desarrollo social. Es que estos políticos, por definición, tratan de lograr el crecimiento del sector a través del cual pretenden ejercer el poder. Tal actitud obviamente refuerza la tendencia natural a multiplicarse que tienen los burócratas –segunda vertiente del triángulo- como forma apropiada de lograr justificar sus motivaciones personales –lícitas o no-, mediante el simple mecanismo de ampliar el ámbito de la ya gigantesca estructura administrativa en la que está insertos. Debe considerarse que quizás la única manera que el funcionario público tiene de probar su éxito es ascendiendo dentro de una estructura piramidal que si permaneciera invariable en su tamaño condenaría indefectiblemente a la desesperanza a los otros funcionarios que no pueden lograrlo. Esta situación que es plenamente comprensible desde la perspectiva personal de los burócratas, explica la facilidad con la que en todos los gobiernos, con frecuencia desde los mandos medios “técnicos” se produce la incitación a “coordinar” mejor la ejecución de las actividades en todos los ámbitos de la vida nacional y desde luego a que se señale una supuesta e imperiosa “necesidad” de establecer tal o cual nueva oficina pública. Para cerrar el triángulo están los pocos beneficiarios del sistema impuesto por los políticos y administrado por los burócratas, que obviamente pugnan por su inicial establecimiento y por su posterior mantenimiento y ampliación. Los sistemas de subsidios o exoneraciones constituyen ejemplos típicos de riqueza privada creada por medidas públicas que perjudican a las mayorías. La creación de corporaciones públicas que manejan ingentes recursos promueven igualmente la aparición de una selecta corte de beneficiarios de los programas desarrollados. La existencia de este triángulo de hierro permite comprender la gran dificultad que se presenta si se trata de emprender en la tarea no sólo de impedir el crecimiento del enorme aparato estatal que estrangula el futuro del país sino también de reducirlo. Y sin embargo es de enorme importancia para enfrentar la gravedad de la crisis que nos asola, que a pesar de la poderosa fuerza del triángulo descrito, la sociedad ecuatoriana toda tome conciencia de la urgencia de la tarea y ejerza la presión necesaria para ejecutarla con éxito, ya que , en gran medida, de ello depende que se pueda atacar con posibilidades una de las manifestaciones más evidentes de nuestra crisis: la escalada inflacionaria que no ha podido ser

detenida a despecho de las optimistas declaraciones formuladas por quienes han intentado tener en sus manos todas las variables de gestión económica del país mediante el arbitrio de una concentración total de poderes. Este estruendoso fracaso no se quiere aceptar porque la prepotencia de la “inteligencia” gubernamental en materia económica olvida que su primer deber es para con el país antes que para con el futuro político partidista y evita enfrentar la verdad de la gravitación de la exacerbada burocracia estatal en la crisis económica nacional.. Persistir, por tanto, en manejar la situación con una política monetaria contractiva y una política fiscal expoliadora y nada más, solamente está conduciendo al país al desempleo creciente y al estancamiento, a la vez que a una inflación que se desplaza aceleradamente a convertirse en una hiperinflación. Se instaura así tozudamente, sin atender los señalamientos de diversos sectores productivos y de opinión, el imperio de la estanflación, fenómeno sobre el cual eminentes tratadistas de nivel mundial, reconocen los límites de la ciencia económica actual para controlarlo y expresan que “ningún jurado de economistas expertos puede estar de acuerdo en una solución satisfactoria de la enfermedad moderna de la “estanflación”: puede que muchos de los remedios propuestos sean tan malos como la enfermedad misma”. ¿Por qué, entonces, las autoridades respectivas continúan sin variantes desplazándose por el camino que nos conduce a una situación irreversible e incontrolable? ¿Por qué no reparan en el hecho de que nuestro actual desafío es cómo provocar una situación macro-económica lo suficientemente expansiva para estimular en el país el empleo productivo y la reactivación económica sin impulsar la inflación de precios y salarios? ¿Por qué no aceptan el hecho innegable de que es en la acción y orientación productiva de los gestores económicos privados, modernos e informales, donde tiene que centrarse el protagonismo de la lucha contra la crisis? La razón es evidente: los intereses concertados del triángulo de hierro prevalecen sobre el bien común nacional. La institucionalización de un sistema concentrador de poderes “coordinadores” en el sector público adquiere así, visos de cruzada legislativa y los proyectos de leyes inexorablemente se aprueban en uso y abuso de la prepotente mayoría. Entretanto, la burocracia centralista observa con beneplácito la ampliación de su poder y los beneficiarios del sistema desestiman la capacidad de respuesta de los amplios sectores populares sacrificados con la estrategia. Sin embargo, los límites de la tolerancia popular empiezan a llegar a su punto de inflexión y se perciben por eso continuas manifestaciones de violencia cada vez menos aisladas. Un fermento de ira profunda crece como levadura en los barrios populares en la misma medida en que la desesperanza se presenta como una certidumbre y el hambre popular deja de ser una expectativa para convertirse en realidad lacerante. El país se enfrenta así a un nuevo e inminente peligro: la ruptura de ese bien inapreciable que siempre ha constituido en el Ecuador la paz social. Se juega pues con fuego... ¿Será acaso que faltan ojos para ver y oídos para escuchar los

clamores de un pueblo que desespera y en su angustia se puede precipitar definitivamente por senderos de violencia? Ojalá que la prudencia y la sensatez venzan a la ceguera y sordera políticas para el bien de nuestro pueblo. Guayaquil, 3 de abril de 1989

¿IMPUESTOS? UNA MIRADA HACIA EL FONDO DEL ASUNTO ... Han proliferado en las últimas semanas artículos diversos publicados en los diferentes diarios nacionales en los cuales se expresa claramente una profunda preocupación por el alto nivel de los nuevos gravámenes e imposiciones que tornan aún más dura la situación económica del ciudadano ecuatoriano común. Se ha hecho especial referencia a las desmesuradas cifras de los impuestos a la matriculación de los vehículos, pero también se han censurado otros tipos de imposiciones creadas para financiar actividades burocráticas. No se han dejado pues de considerar y criticar en su oportunidad, una a una las diferentes nuevas regulaciones surgidas desde el poder y que desde luego siempre fueron cohonestadas con algún propósito aparentemente atractivo como “poner la casa en orden”, “reactivar la economía”, “pagar la deuda social”, etc. Sin embargo, fragmentado el análisis, la perspectiva se ha tornado muy puntual – no por ello menos dramática-, pero inevitablemente se ha perdido de vista la globalidad de lo que está ocurriendo. Por ello, es conveniente que orientemos nuestra perspectiva hacia el fondo mismo del asunto y superemos aquella barrera mental que desde hace tiempo los políticos, tanto de “la izquierda” como de “la derecha”, han construido para ocultarnos el asunto de fondo que subyace en todas las acciones interventoras. La renta nacional es el fruto del trabajo productivo de los ciudadanos y no del Estado. Este, en abuso del amplio poder que desafortunadamente los ciudadanos le hemos permitido –con el pretexto de re-distribuir la riqueza generada por quienes trabajan- puede gastar mucho dinero, incluso más del que posee –y de allí los presupuestos deficitarios y los endeudamientos externos- pero, hay algo que no puede hacer, esto es, producir riqueza. Y sin embargo, por la convergencia de igual tipo de intereses en la búsqueda del poder, la apetencia de los profesionales de la política –en toda la gama del espectro- ha contribuido a instaurar un gigantesco aparato administrativo que succiona el esfuerzo productivo de varios millones de ecuatorianos. Esta convergencia forma parte y promueve la consolidación de una arrogante oligarquía aprovechadora y gozadora de la energía nacional, que tiene el privilegio de no rendir jamás cuentas por los resultados de sus acciones y para la cual el empresario, su unidad productiva, sus actividades, y en general las virtudes emprendedoras del sector privado, constituyen un mundo extraño, incomprensible e incomprendido, condenado de antemano, delictivo y que debe ser sometido mediante una intervención cada vez más amplia por parte del Estado, es decir por parte de esa misma oligarquía a la que supuestamente el nombramiento o la popularidad electoral la transforma en inteligente, patriota, virtuosa, preocupada por “los más grandes objetivos nacionales”. Así, poco a poco, hemos sido convertidos en Trabajadores-para-el-Estado cuyo patriotismo se mide en términos de nuestras contribuciones al aparato estatal. Por

ello la “Reforma Tributaria” se torna en un logro. Por ello las “variables macroeconómicas” cuyo control “han retornado al Estado” importan sobremanera aún cuando la generalidad de la economía ciudadana se degrade a niveles de miseria. Por ello la ambigüedad y la aparente incoherencia en la gestión económica en la que el neo-keynesianismo juega papel predominante, aunque no se descarte del todo acciones puntuales “neo-liberales”, porque más allá de las ideologías aparentemente divergentes, impera el “practicismo” de lograr que la estructura estatal superviva y se sobredimensiones. El bien común ha sido de este modo asimilado al bien del Estado y al de sus usufructuarios. Consecuentemente, de forma inexorable, a todas las múltiples diferencias existentes en el ámbito nacional, se le ha añadido una nueva: la antinomia entre dos clases de ecuatorianos. Una, conformada por aquellos para quienes la vida misma constituye un desafío, una oportunidad de diferenciación, crecimiento y desarrollo, conseguidos en virtud de tener la voluntad de asumir los riesgos, caer y levantarse, perseverar y triunfar. Otra, en cambio, cuyo ideal los moviliza hacia la construcción de una sociedad igualitaria en la que no hay lugar moral para el esfuerzo de nadie, bajo la garantía y el control de un Estado-Providencia que “satisface las envidias y justificando con ello los abandonos en la seguridad y la igualdad, nivela los espíritus, los caracteres y los destinos en la torpeza de una mediocridad generalizada”. Creo que en esta antinomia es donde radica la esencia misma del debate de fondo sobre la sociedad actual y sobre el momento presente. Porque es innegable que a fuerza de repetirse una y mil veces el discurso mesiánico-estatal, el nivel de confusión aumenta y prolifera entre la gente la idea de que la fuente principal de la prosperidad no es el trabajo y que todo ciudadano debe tener el “derecho” a gozar de la “justicia distributiva” aplicada por el ente gubernamental; se piensa entonces que la riqueza pública es inagotable, que éste es un país que cuenta con recursos inmensos y que pueden ser aprovechados sin esfuerzo, con sólo tomarlos, sin considerar en absoluto la relación inevitable entre recursos materiales y la capacidad del recurso humano para la producción de la riqueza; y finalmente, y del modo más ingenuo, se ha llegado a creer que es posible introducir el principio físico de los vasos comunicantes en la dinámica económica del país delirando con la expectativa irreal de que cuando el nivel de los ricos baja, el de los pobres sube. Es por toda esta confusión que no basta simplemente con contradecir los métodos empleados por el poder estatal sin cuestionar los principios que fundamentan dichos métodos. Con mayor razón aún, ahora cuando el espíritu funcionario vive su memento de gloria. Es por toda esta creciente confusión que desespero ante la ausencia de un nuevo discurso nacional que plantee abiertamente la disminución radical de los impuestos, de las cargas sociales y de los gastos del Estado; la supresión de los muchos organismos, entes, empresas, o como se quiera llamar a las distintas oficinas públicas, aparatosas y pesadas que sirven de amparo a la frondosa e ineficiente burocracia; y la anulación del mayor número posible de controles sobre la actividad económica de los ciudadanos... Y todo ello por razones de principios y no de métodos.

Aguardo con impaciencia ese discurso que permita la construcción de una sociedad como la anhelada por Walter Lippmann: una sociedad libre, en la que el Estado no dirige los asuntos de los hombres, sino que administra justicia entre hombres que dirigen sus propios asuntos. Y mientras aguardo se, lastimosamente, que continuará el cansino discurso cuyo objetivo es “hacer creer a las ovejas que las llevan al peluquero para que les hagan la permanente, mientras las conducen al esquilador para que las desnude”. Guayaquil, 25 de abril de 1989

¿DERECHO A UNA RELACION DE DEPENDENCIA? Desagradables hechos han ultrajado la encantadora ilusión que permitió a algunos celebrar un pacto con la esperanza. Vaya, vaya, ¡Insólito! Menos de un año después de la apoteosis y tener ya que saborear lo amargo de la frustración, pues quien podría hoy negar que el camino por donde nos están conduciendo nuestros gobernantes es el de la confrontación y la violencia y no precisamente el del desarrollo y la paz social. Tal es el nivel de expectativas fallidas y “deslealtades históricas” que me siento poco predispuesto a permitir que las palabras surjan, pues al fin y al cabo el “lo dije con mucha anticipación” podría sonar presuntuoso. Pienso, por tanto, que habría que dejar que los acontecimientos militen y no repetir –aunque las similitudes obliguen- aquello que Monsieur Miterrand expresó en su país alguna vez: “El actual gobierno concentra en sus manos los tres poderes tradicionales, ejecutivo, legislativo y judicial, así como el moderno poder de la información. Borra las instituciones, tira de todas las cuerdas, crea un régimen de hecho que no tiene equivalente en parte alguna, un régimen del nodicho en el que la democracia formal recubre una mercancía importada del revoltijo de las dictaduras, dulzaina en apariencia e implacable en realidad”. Tampoco habría que volver a señalar aquello que desde el primer momento fue tan evidente: que se trataría de socializar nuestro país, pues ello es cumplido por el régimen con rigorosa precisión, más allá del desconcierto que se puede observar en algunos de aquellos ingenuos creyentes de esta religiosidad política que aún se debaten entre las herejías y las dudas. Mucho menos habría que referirse a aquello de que “quien siembra vientos, cosecha tempestades” o de que “a quien da demasiada piola, se le escapa la cometa”, porque podría parecer un decir “sin querer queriendo” en relación con la ola de delitos, violencias, paros, “crucifixiones”, corrupción administrativa y judicial, etc., cuya proliferación desborda los límites de lo previsible en un régimen que se supone de “concertación” y paz social. Y sin embargo, aunque los hechos hablen, sus palabras pueden ser acalladas por las deformaciones que introducen en el esquema de valores –valores humanos trascendentes- precisamente quienes deberían ser los llamados a preservarlos. Un ejemplo quizás sea suficiente para apreciar la situación: es probable que demasiados clérigos hayan perdido la perspectiva de lo esencial y que veamos poco a poco proliferar aquel sacerdocio “en onda” que piensa que Dios llora ante la injusticia con su ojo izquierdo, pero eso no debe preusarnos porque todos pueden obviamente distinguir entre una postura vacía y una existencia auténtica. Debe sí, en cambio, llamarnos a reflexión las confusiones de aquel sacerdocio fuertemente comprometido con la construcción de un mundo menos imperfecto, que quizás en su lucha bienintencionada camina por aquella zona fronteriza en la que fácilmente se puede perder la propia identidad concediendo títulos de nobleza cristiana al fracaso de un socialismo materialista que reduce el trabajo a “relación

de dependencia”, a una especie de “cosa común” que debe repartirse igualitariamente entre los miembros de una sociedad y todo ello bajo el pretexto de humanitarismo. No puede entonces relegarse a segundo plano el deber de apreciar los hechos, porque en la violencia ejercida en los últimos días –incluso de manera tragicómica- contra el derecho de la libre contratación, están en juego aspectos subyacentes de suma importancia para la concepción misma del “trabajo” como valor humano y social. El ser humano está ante todo obligado a realizar su vida. Su destino es crecer y desarrollarse como persona y por tanto, su proyecto –valga la redundancia- es “personal” y no está supeditado de ninguna manera a las acciones de otros seres humanos. La imposibilidad de que tal proyecto personal se lleve a cabo por otra vía que no sea la de la orientación productiva es lo que le impone la obligación moral de trabajar, pues es el medio para satisfacer sus necesidades vitales naturales. Pero esta orientación productiva no puede, ni debe, ser constreñida exclusivamente al campo de lo económico y mucho menos a la actividad dependiente. Si tal perspectiva fuese la correcta podríamos decir, con toda lógica, que no trabajan los miles de empresarios populares que administran sus negocios en los distintos barrios de nuestra urbe… y tal aseveración sería un absurdo. ¿Es que acaso tampoco trabajan quienes ejercen funciones de dirección en las centenares de empresas del sector moderno? ¿Qué es pues su actividad productiva? Entonces, ¿Por qué tanto lloriqueo por unos puestos de trabajo dependientes que no deberían ser deseados si las supuestas condiciones de explotación constituyesen una realidad en el interior de la empresa que los ha segregado de sus propósitos productivos? ¿Por qué, cuanto más que las indemnizaciones constituyen la oportunidad deseada por cualquier hombre de nuestro pueblo, verdaderamente trabajador, para al fin poder ser dueño de su propio negocio? Es que, sin duda, demasiado tiempo los socialismos han predicado que la existencia debe ser una seguridad social, olvidando que ella tiene que implicar riesgos, sacrificios y conflictos si se la admite como la oportunidad ontológica de realización personal. Una vez más creo que los bienintencionados deben meditar mucho más en la finalidad última de las personas antes que en las materialidades sustentadas por las siempre efímeras coyunturalidades de los regímenes que pasan. Pues solamente la lucha por una transformación personal del hombre tiene algún sentido, ya que ningún cambio social o político tendrá validez alguna –aunque transite por los caminos de una discutible “justicia social”- sin apego a los valores trascendentes que conforman la identidad profunda de la persona humana.

Un sacerdocio comprometido no debe tornar a nadie en “pastores” de un puñado. No existe una “Iglesia de izquierdas” como no existe un “pueblo de izquierdas”. No puede lograrse que una comunidad se mantenga con resentimientos y odios de clase. La tarea trascendente para la construcción de una comunidad, cuya riqueza más grande sea su moralidad productiva integral orientada a una finalidad que no se agota en este espacio-tiempo, no puede adaptarse a las pugnas generadas por unas “clases” artificiosamente construidas por la política. No he deseado ser ríspido. Solamente siento tristeza y como tantos otros todavía confío en la oración personal como una vía idónea para que se encuentre la luz entre las tinieblas. Guayaquil, 10 de mayo de 1989

CAPITULO 5

EN EL INTERIOR DE LA EMPRESA POPULAR “Una evolución importante y promisoria de los últimos años ha sido el auge del “sector informal”, constituido por pequeños empresarios, especialmente de zonas urbanas y suburbanas, que muestran el espíritu y la iniciativa necesarios para emprender actividades comerciales pese a la omnipresencia de la burocracia estatal que desalienta a todos excepto a los más resolutos”. John R. Petty

TALLERES AUTOMOTRICES INFORMALES: Contribuciones populares a la vida nacional Cuando la máquina se “funde” Estamos acostumbrados a pensar casi siempre en los resultados y muy pocas ocasiones en cómo se logran éstos. Tal vez por esta característica de la naturaleza humana es que no reparamos con mucha frecuencia –salvo el día que nos vemos sometidos al problema de echar a andar el automóvil al que se le fundió la máquina, torció la barra de la dirección p destrozó los engranajes de la caja de cambios, o quizás si nos es imprescindible una buena enderezada y pintada, porque no alcanza el presupuesto para comprar el carro nuevo- en cuanta importancia tiene el desordenado taller del maestro “fulanito”. Y vaya que si la tiene... Podría ser Frank Pilay, quizás Juanito Peña. Tal vez se trate del “maestro” Guale, del Taller del Negro o de Raúl Soria. En todo caso se trataría de lo mismo: de la lucha diaria de gente de nuestro pueblo por ganarse la vida. Y sin embargo, se trata de algo más... Más de 400.000 vehículos en el 2.000 El parque vehicular de Guayaquil y su zona de influencia aumenta en una media de aproximadamente 17.000 unidades anuales, con una tendencia naturalmente creciente. Un estudio efectuado por una misión de la Agencia Japonesa de Cooperación Técnica Internacional, concluido en el año 1983, proyectó un aumento en el índice de propietarios de vehículos por habitante, del 82 por mil vigente en 1982 a 150 por mil en el año 2.000. En términos de volumen, esto significa pasar de 104.753 a 412.498 vehículos en apenas 18 años, de los cuales ya han transcurrido cinco desde la época del estudio. Los Talleres “Autorizados” son menos del 1% La magnitud de estas cifras podría hacernos pensar que existe en nuestra ciudad una gran cantidad de Centros de Servicios Automotrices, pertenecientes al denominado sector “moderno” de la economía, constituidos legalmente como compañías, gerenciados profesionalmente por Administradores y Técnicos ampliamente capacitados en sus labores por los distintos fabricantes de vehículos, bien dotados de los equipos y herramientas necesarios para permitir una prolongada y eficiente vida del automotor. Sin embargo, menos del uno por ciento de los talleres de servicio automotriz pertenecen a este sector económico “moderno” y casi en su totalidad se trata de Talleres Autorizados para la atención de una sola marca y dependientes de las Firmas Distribuidoras, que están compelidas contractualmente a establecerlos para lograr “garantizar” un buen servicio de post-venta al cliente. Circunstancia obligatoria que no siempre logra el resultado esperado porque generalmente son entendidos por las representaciones

aludidas como centros de costos más que como centros generadores de utilidad y por tanto adolecen de los defectos propios de los departamentos subsidiados y no competitivos dentro de las empresas modernas. Tal vez por esta razón es práctica común que el propietario del vehículo “del año” espere anhelante el paso del período de garantía para poner su automotor en manos del “taller informal”. Existen más de 5.000 Talleres Automotrices Informales Los talleres automotrices informales en Guayaquil y su zona de influencia fácilmente superan la cifra de 5.000 establecimientos y son los que con su trabajo diario , con usualmente pocas herramientas y equipos, pero dotados de gran ingenio, inventiva y creatividad, hacen posible que se mantenga en estado de funcionamiento el actual parque vehicular, el cual está constituido en más del 60 por ciento por unidades de más de cinco años de vida y en buen porcentaje por unidades que bordean los veinte años. Debe tomarse en consideración que las actividades de estos talleres informales de servicio automotriz proporcionan soluciones de variado tipo, puesto que no solamente se trata de reparar el motor del vehículo. Hay que dar mantenimiento o reparar la tapicería, el sistema eléctrico, las “latas”, la pintura, las llantas, el sistema de escape, etc... Es evidente que la contribución de estos talleres informales a la vida económica nacional es de singular importancia no solamente porque al prolongar la vida del parque vehicular evitan la salida de divisas hacia el exterior –y en este sentido deberían merecer el reconocimiento social que se les otorga a quienes construyen o reconstruyen bienes de capital para un país- sino que, además, proporcionan empleo productivo aproximadamente a 25.000 personas en nuestra ciudad. Los “Maestros” Informales y la Capacitación Técnica Por otra parte, al igual que en otros talleres informales los “maestros”, propietarios o no, transfieren conocimientos técnicos a los aprendices u “oficiales” en quienes –a diferencia de lo que normalmente sucede en centros tradicionales de capacitación que ponen énfasis en los conocimientos especializados para la comprensión parcial de la técnicas determinadas de modo exógeno al paísestimulan más que nada por necesidad práctica de atender siempre lo nuevo aunque no se lo conozca lo suficiente “porque no hay que dejar escapar al cliente”. La comprensión de los procesos mecánicos, eléctricos, hidráulicos, y en general de los procesos mentales del joven “oficial”. Este aporte a la vida nacional también debería ser valorado por lo que significa en cuanto a participación de un sector privado popular en la educación técnica, pero también por lo que es más importante: porque al estimular el entendimiento de los procesos y la utilización de la iniciativa, preparan a jóvenes de nuestro pueblo para activar en un mundo en el cual esas actitudes serán fundamentales. Reconstructoras populares de bienes de capital Habría que meditar, como consecuencia de estos hechos, en que bien podría constituirse en una alternativa viable el establecimiento de mecanismos de

estímulo a estos talleres informales para que pudieran desarrollar una labor integradora que permita rescatar para el país bienes de capital constituidos por vehículos que han sido descartados o semidescartados de su uso normal, básicamente por accidentes, maltrato o falta de mantenimiento. Líneas de crédito establecidas para programas de este tipo impulsarían proyectos de inversión coordinados por las entidades de apoyo al sector informal con la activa participación de los talleres informales de servicio automotriz. Vehículos reconstruidos, puestos a “cero kilómetros” y con garantías de funcionamiento por lapsos mínimos de un año permitirían a personas de menores ingresos acceder a la propiedad de un vehículo en excelentes condiciones, “recién salido de fábrica”, a precio seis o siete veces menor que el de un vehículo del año. De esta manera se estaría fomentando el mantenimiento y la creación de centenares de plazas de empleo productivo, sin subsidios, con mecanismos de libre competencia y entonces si se atendería a segmentos poblacionales de ingresos limitados, con lo cual se complementaría la siempre importante intención de que exista un carro al alcance del pueblo. Guayaquil, 6 de septiembre de 1987

METALMECÁNICA INFORMAL: IMPULSORA DEL DESARROLLO INDUSTRIAL MODERNO Sector Informal y Sector Moderno, segmentos teóricos de una sola realidad La segmentación de mercados es un instrumento teórico de relativamente reciente formulación por parte de quienes se vieron precisados a determinar grupos, metas o sectores vinculados por alguna característica homogenizadora frente a un todo caracterizado por la heterogeneidad de sus elementos. Es así como, por ejemplo, la población total de una ciudad podría ser “segmentada” en grupos de “jóvenes”, “viejos”, “solteros”, “casados”, “hombres”, “mujeres”, etc., a efectos de ejecutar una acción determinada. La aplicación de este mecanismo teórico de la segmentación al mercado del trabajo, y la investigación empírica del mismo, ha dado lugar al encuentro de “segmentos” de unidades productivas actuantes en la realidad económica global del país, cuya característica homogenizadora está definida por la menor o mayor relación existente entre los activos totales de la unidad productiva y el número de personas que laboran en dicha unidad. Cuando la relación es baja –una franja que en la actualidad no supera los 600.000 sucres- convencionalmente se denomina al conjunto de unidades productivas situadas en dicha franja como “sector informal”. Cuando la relación es alta –una franja cuyo promedio actual oscila alrededor de los 4 millones de sucres- las unidades productivas inmersas en ella son consideradas “modernas”. No existen los “mundos superpuestos” Es importante destacar que la segmentación define teóricamente características homogéneas reales, pero ello no implica que los segmentos no interactúen. Solamente concepciones obsoletas y ya superadas en la formulación de una teoría del subdesarrollo, postulan aparentes “marginalidades” y “superposiciones de mundos que no se tocan”. En la realidad económica estos segmentos si interactúan. Es más, sus elementos se complementan en algunos casos. En otros compiten y prevalecen aquellos que son más aptos para subsistir en las cambiantes realidades del entorno, cumpliéndose la inexorable ley de la selección natural. Los talleres metal-mecánicos informales Este tipo de talleres constituye un innegable ejemplo de complementariedad de los dos segmentos, “informal” y “moderno”. Sus interacciones permiten por una parte la consolidación comercial de los talleres y por otra, la existencia misma de algunas industrias “modernas” fundamentales en la vida nacional. Algunos realizan actividades de fabricación de productos, como en los casos de los tableros para los medidores de consumo de energía eléctrica y de control de circuitos, o de puertas metálicas y rejas. Otros, proporcionan servicios orientados a permitir el mantenimiento y buen funcionamiento de maquinarias y en general de bienes de capital.

¿Qué pasaría si... (un día desaparecieran los talleres metal-mecánicos informales)? Cualquiera que fuere la actividad de estos talleres, si aplicáramos el ¿Qué pasaría si...? característico de algunos métodos de análisis prospectivos, seguramente nos encontraríamos con sorprendentes situaciones. Podríamos descubrir ese hipotético día que en el país, un gran porcentaje de los grupos electrógenos utilizados en la agroindustria o en edificaciones multihabitacionales, fueron ensamblados por talleres metal-mecánicos informales quienes, además, fabricaron las “juntas cardánicas” , las “bases”, las poleas, etc., necesarias para tal propósito. Tal vez descubriríamos que igualmente en gran porcentaje, los motores y bombas hidráulicas para grupos de bombeo usados por las camaroneras también fueron ensamblados por talleres metal-mecánicos informales; y que las cajas metálicas recolectoras utilizadas en las piscinas camaroneras son un producto nacional “informal”. Quizás nos encontraríamos con que sería imposible la inmediata solución que siempre lograban la compañía constructora o el ingeniero responsable del movimiento de tierras a través de la intervención de un taller mecánico informal, cuando la excavadora, la pala mecánica, el tractor o la traílla requerían el “relleno” de la punta de un eje fundamental de la máquina para no paralizar la obra con todos los costos que ello conllevaría. A lo mejor muchas de las “muelas” de las chancadoras en la industria trituradora de piedra no podrían repararse y paralizarían por prolongado tiempo el trabajo, con los consiguientes problemas para la industria de la construcción. Quizás todas estas hipotéticas dificultades podrían superarse recurriendo al drenaje de divisas vía importación de repuestos que deberían ser mantenidos en stock previniendo la situación emergente. Siempre sería posible que en cada pequeña, mediana y gran industria se instalara un bien dotado Centro de Mantenimiento, con gente y equipos apropiados ... Claro, esas industrias tendrían que trasladar sus nuevos costos a sus clientes y desde luego no podrían dar empleo a todos los desempleados de los talleres desaparecidos. Pero cientos de talleres metal-mecánicos informales están allí Sin embargo –“y felizmente” ... completaría la frase cualquier Jefe de Mantenimiento o Gerente de Producción de una industria moderna- los talleres están allí y actuando con tremenda importancia en el desenvolvimiento diario de la actividad industrial. Con sus soldadoras autógenas o eléctricas, efectuando soldaduras críticas, de acero inoxidable, de aluminio, de magnesio, de hierro dulce o fundido, de alto impacto, etc. Fabricando estructuras metálicas para la construcción de galpones, soportes para equipos de refrigeración, rejas para ventanas de las miles de soluciones habitacionales producidas por los sectores público o privado, etc.

Con sus tornos y fresadoras diseñando y produciendo ejes, engranajes, bujes y mil piezas de variado tipo para que igual número de máquinas industriales puedan seguir trabajando y produciendo. Está allí, inmersos en la economía nacional, con sus limitaciones y carencias, con sus deseos de superación, con sus anhelos de encontrar demostraciones concretas de reconocimiento a su prestación personal, a la espera de medidas que permitan hacer realidad la igualdad de oportunidades para aquellos que – como ellos- desean crecer exclusivamente en base a su propio esfuerzo. Guayaquil, 13 de septiembre de 1987

UN ACERCAMIENTO A LA REALIDAD ECONOMICA DE LA EMPRESA POPULAR Muy frecuentemente se ha venido insistiendo por parte de quienes han formulado hipótesis de funcionamiento de la empresa informal, que es característica inherente a su existencia, su baja productividad y por ende su limitada capacidad de acumulación como consecuencia de sus exiguos excedentes. Algunos otros supuestos aspectos característicos de la empresa informal han pasado a adquirir categoría de “indiscutidos” a fuerza de repetidos, contribuyendo de este modo a estructurar una especie de mitología que fundamentaría ciertas perspectivas asistencialistas con respecto a los programas de apoyo a la gestión de dichas unidades productivas. Muchas de estas hipótesis han tenido sin embargo, en su momento, la virtud de hacer volcar la mirada inquisitiva de distintos sectores nacionales sobre la economía informal, más allá del enfoque asistencial que pudieren contener, y ello hay que valorarlo. Mas como la realidad suele tornarse en eficiente destructora de los mitos, hemos tratado de realizar un acercamiento a la realidad económica de un centenar de unidades productivas informales que realizan actividades en variadas ramas productivas de bienes y servicios –como podrá observarse en el cuadro 1- con el ánimo de confrontar paulatinamente algunos de estos mitos con el despiadado y objetivo juicio de la realidad. Cuadro 1 Ebanistería Confecciones Chapistería Automotriz Cerrajería Muebles metálicos Zapatería Imprenta Otros Total

19 16 15 11 11 6 6 4 12 100

Estas empresas fueron tomadas al azar del banco de datos del cual dispone Fundación Guayaquil, el mismo que contiene información sobre levantamientos efectuados a más de 1.000 empresas beneficiarias de sus programas de desarrollo empresarial del sector informal de esta ciudad. La observación, tabulación y análisis de dichos datos nos han proporcionado cifras que sirven para hacer meditar sobre el impacto económico y social de este tipo de empresas informales en la vida nacional. Debe considerarse en esta reflexión que, según las proyecciones de un estudio efectuado en 1986 por el Centro de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica de Guayaquil, habrían al menos 18.000 empresas micro-productoras de bienes y servicios en esta ciudad, por lo que bien

podrían multiplicarse por 180 los datos que expondremos en el siguiente cuadro para acercarse a la magnitud de ese impacto. Datos de estructura, operacionales y de rendimiento de 100 empresas microproductoras informales (año 1987) Concepto Vendieron bienes y servicios Produjeron utilidades Pagaron remuneraciones a personal estable Pagaron remuneraciones a personal ocasional o a destajo Sus activos Sus pasivos Sus patrimonios Dinero depositado en el sistema financiero nacional Proporcionaron puestos estables de trabajo

Millones de Sucres 383 115 60 24 82.7 9.5 73.2 1,9 297 puestos

Un análisis significativo de cualquier unidad productiva depende, entre otros aspectos, del estudio de las relaciones entre varios conceptos expresados en los estados financieros de dicha unidad y por ello –y no dejando de prevenir sobre los eventuales riesgos de una homogenización y de la siempre relativa certeza sobre los documentos de respaldo de las empresas informales- hemos formulado un Estado de Situación y un Estado de Resultados, promediando los estados financieros de las 100 empresas analizadas, lo que nos permitirá dar un vistazo a la interioridad económica “típica” del mundo micro-productor informal. ESTADO DE SITUACION (Promedio de 100 empresas micro-productoras informales 1987) En sucres ACTIVO Efectivo Bancos y Financieras Cuentas por Cobrar Materiales de Oficina Materiales y Materia Prima Productos por terminar Productos terminados TOTAL ACTIVOS CORRIENTES Mobiliario Herramientas Maquinaria y Equipos TOTAL ACTIVOS FIJOS TOTAL DE ACTIVOS PASIVO Deuda a Proveedores

7.805 30.597 48.557 3.726 101.900 79.861 50.299 322.745 34.656 70.815 398.448 503.919 826.664 59.711

Deudas a Bancos o Financieras Otras deudas TOTAL DE PASIVOS PATRIMONIO

11.992 23.120 94.823 731.841

ESTADO DE RESULTADOS (Promedio Mensual de 100 empresas micro-productoras informales 1987) En sucres VENTAS

319.485

COSTOS FIJOS Remuneración Propietarios Remuneración Trabajadores Estables Renta de Local Gastos Administrativos Gastos financieros y otros fijos

65.078 34.180 15.844 11.695 2.163 1.196

COSTOS VARIABLES Materia prima y materiales Remuneraciones ocasionales Gastos de Transporte Otros gastos variables

158.783 135.878 19.703 2.980 222

TOTAL DE COSTOS

223.861

UTILIDAD NETA

95.624

En base a los datos aportados por estos estados financieros “típicos” podremos establecer algunas consecuencias relacionadas con la capacidad productiva, con la solvencia y con la inversión económica necesaria para la creación de un puesto de trabajo en la empresa micro-productora informal. Estas consecuencias se pueden expresar mediante la aplicación de algunas fórmulas o razones comunes, como veremos a continuación: K/L = Activos Totales/ Trabajadores Estables = Inversión por puesto de trabajo Es decir S/. 82.666.400 / 297 = S/. 278.338 Solamente se requieren 278.338 Sucres para financiar un puesto estable en la Micro-productora informal

Utilidad / Activos Totales = S/. 114.748.800 / S/.82.666.400 = 1.39 Los Activos Totales producen utilidades anuales equivalentes al 139 por ciento de su valor, muy por encima de la inflación o del interés de mercado. Utilidad / Patrimonio = S/.114.748.800 / S/. 73.184.100 = 1.57 Es decir, 12 meses divididos para 1.57 es igual a 7,64 meses Por tanto, se requieren tan solamente siete meses y 20 días para recuperar la inversión propia. Pasivos / Activos = S/. 9.482.300 / S/.82.666.400 = 0.11 Es decir, solamente el 11 por ciento de los activos empresariales son financiados por los acreedores El 89 por ciento de la empresa “es” de los propietarios. Capital Propio / Capital Prestado = S/.73.184.100 / S/.9.482.300 = 7.72 Esta relación mide la autonomía financiera de la unidad productiva. La teoría económica otorga algunos parámetros referenciales sobre este aspecto, tal como sigue: ESTRUCTURA TEORICA DEL COEFICIENTE DE AUTONOMIA FINANCIERA CON RESPECTO A LOS ACREEDORES Ef Ea Cn E 0.0 ------------------- 0.33 --------- 0.55 -------------- 0.66 ------------- 1.00 Ef: Ea: Cn: E:

Estructura frágil Exige atención Condición normal Expansión (posibilidades reales de)

Fácilmente podrá observarse que la empresa micro-productora informal supera ampliamente los coeficientes determinados como normales por la estructura teórica. Como consecuencia deberá admitirse la capacidad real de estas empresas informales para entrar en un proceso de expansión. Capital Neto de Trabajo = Activo Circulante menos Pasivo a Corto Plazo CNT = 319.019 - 94.823 = S/. 224.196 El capital Neto de Trabajo, sin embargo, apenas cubre el costo mensual de las ventas. Esto frena el proceso de expansión comercial y pone en situación de vulnerabilidad a la empresa micro-productora informal frente a los imponderables. También han llegado a nuestro alcance datos de evaluación financiera de compañías del sector “moderno” operativas en 1986 que nos han permitido una aproximación comparativa de las realidades empresariales “modernas” e

“informales” cuya difusión consideramos de interés. Este comparativo podrá observarse en el cuadro siguiente: COMPARATIVO DE EMPRESAS “MODERNAS” E “INFORMALES” A

B

C

D

E

21 23 106

2.15 2.51 2.21

0.21 0.17 0.11

0.54 0.60 0.55

9.648

2.97

0.08

0.66

1.13

1.57

0.11

1986 (1) más de 2.000 millones 1.000 a 2.000 millones 200 a 1.000 millones (2) Sistema “moderno” (3) Sistema “informal”

1987 100

Fuentes: (1) Análisis Semanal (2) Superintendencia de Compañías (3) Fundación Guayaquil Explicación: A: Compañías por activos B: Número de Compañías encuestadas C: Activo /Patrimonio D: Rentabilidad Bruta /Patrimonio E: Pasivos /Activos Pensamos que un proceso permanente de confrontación con la realidad es una práctica necesaria para evitar que las hipótesis teóricamente formuladas, por muy brillantemente que hayan sido sustentadas, puedan convertirse en factores distorsionadores que impidan apreciar en su verdadera dimensión, exitosos esfuerzos empresariales de nuestro pueblo. Guayaquil, 12 de enero de 1988

PRODUCTIVIDAD Y CENTROS INFORMALES DE SERVICIO AUTOMOTRIZ Cuando los “rumores” crecen los precios suben En julio de 1987 en cualquiera de los talleres mecánicos automotrices “informales” de nuestra ciudad, la mano de obra por la reparación completa del motor de un automóvil japonés de los de uso corriente en nuestro medio era valorada en diez mil sucres. Hoy esta misma tarea significa para el propietario del vehículo un desembolso de quince mil sucres. Seis meses fue el tiempo necesario para que la nueva tarifa entre totalmente en vigencia en el medio. La disposición del aumento no se produjo – y en buena hora – como consecuencia de regulación alguna emitida por algún organismo “oficial”, público o privado, sino por un mecanismo de mercado consistente en la decisión emanada desde el interior de algunos talleres “líderes” y trasmitida por uno de los mejores medios de promulgación popular, el “rumor”: “Pepe cobra 15, el “Colorado” igual ... nosotros también cobraremos lo mismo desde hoy”. Y la decisión se multiplicó. La justificación o exposición de motivos del incremento se la expresó de viva voz al escaso número de clientes reclamantes que pudieron surgir y consistió en “la inflación”, “el alto costo de la vida” o el simplemente “así es la cosa ñaño... paga, que lo bueno cuesta”, en demostración popular plena de la capacidad del propietario del taller o de cualquiera de sus “oficiales” para negociar ... cuando los dejan. Un mecanismo popular para re-distribuir la riqueza El incremento de precios así logrado, al haber superado la inflación producida en el período transcurrido bien puede ser entendido además como un eficiente mecanismo re-distributivo de la riqueza creado por la intuición popular y ello probaría que existen algunas “instituciones” inventadas por el pueblo en sus prácticas cotidianas que logran resultados más eficaces que los conseguidos por la pretendida voluntad distributiva de los legisladores. Estos incrementos se producen periódicamente y en cada tipo de servicio o tarea que los talleres informales de mecánica automotriz brindan a su clientela. Y por ello su impacto en la vida socio-económica es de gran importancia, con mayor razón si se considera además la magnitud del parque automotor también cada vez en incremento y, el efecto de “derrame” que tiene en otro tipo de actividades el costo de mantenimiento de los vehículos. Hemos considerado apropiado, en consecuencia, analizar algunos aspectos relacionados con la productividad de los talleres automotrices informales. Quizás ello nos permita encontrar el debido equilibrio entre el derecho de los talleres a mejorar su rentabilidad y el de los consumidores a pagar, en estos casos, un precio justo por un buen servicio, todo ello sin la necesidad de intervención de organismos “reguladores”.

El taller informal automotriz “típico” La “tipicidad” la hemos encontrado explorando los datos obtenidos en la investigación que sirvió de soporte para nuestra anterior entrega de esta columna, y ella nos presenta la siguiente estructura de costos en el taller informal: VENTAS MENSUALES REMUNERACIONES Del propietario De trabajadores estables De trabajadores a destajo GASTOS GENERALES UTILIDADES

S/. 119.800 55.280 S/. 30.000 6.000 19.280 33.020 31.500

El taller cuyos costos han sido señalados está integrado por su propietario –quien administra el negocio y también efectúa trabajos de reparación-, otro “maestro” y un “oficial”. Normalmente, sus ventas mensuales están constituidas por la contraprestación a cuatro “tumbadas de máquina”, diez reparaciones del sistema de frenos, cinco ABC, siete reparaciones de la dirección y alguno que otro “cachuelo”. El margen de tiempo empleado en la ejecución de estos trabajos es de alrededor de ciento cincuenta ( 150) horas. La venta del tiempo productivo En este momento cabe un paréntesis para dejar en claro una circunstancia fundamental, ésta es, que el taller dispone de un limitado número de horas productivas, siendo real en consecuencia aquella consideración de que lo que en efecto un taller vende es “tiempo”. Veamos, entonces, cual es el tiempo productivo disponible de este taller “típico”. Días productivos anuales disponibles para la venta: Total días del año Menos domingos Menos ½ sábados Menos feriados Menos vacaciones anuales Menos ausencias legales

365 - 52 - 26 - 17 - 15 - 18

Total días disponibles para trabajo productivo Menos ½ hora de descanso diario Menos tiempo no utilizado por atrasos, limpieza, etc.

237 - 12 - 36

Tiempo productivo disponible para cada personal mecánico durante un año (días) 189 Este tiempo convertido a horas mensuales es igual a 189 días divididos para 12 meses por 10 horas de jornada “informal” diaria que da un total de 157 horas

mensuales por mecánico “completo”, por número de mecánicos “completos” ( 1 maestro y 0.5 oficial) es igual a 235 horas más las horas del propietario (157 horas menos supervisión a dos mecánicos –20% de su tiempo-, menos 20% adicional por administración del taller) 94 horas, en consecuencia el total de horas presenta la siguiente distribución: Total de horas mensuales disponibles Total de horas trabajadas Total de horas no trabajadas

329 150 179

Con este primer dato podemos concluir que el taller informal “típico” que hemos descrito no llega a ocupar siquiera el cincuenta por ciento de sus horas productivas disponibles. Quizás esa es la razón por la que a pesar de que siempre encontramos “llenos” de vehículos a los talleres, igualmente nos quedamos con la sensación de que hay en ellos, lentitud y un ir y venir improductivo. Los costos reales del taller Pasemos ahora a examinar los costos de mano de obra y los gastos generales, por hora productiva, a fin de establecer un parámetro del costo total de la hora productiva para el taller. Así tendremos que: Costo total de la M/O Dividido para las horas disponibles Costo de la M/O por hora productiva

S/. 55.280 329 S/. 168

Veamos ahora el gasto general del taller por hora productiva y tendremos que: Gasto general total Dividido para las horas disponibles Gasto general por hora productiva

S/. 33.020 329 S/. 100

De este modo el costo total de la hora productiva del taller será la suma de los costos de la mano de obra y del gasto general por hora productiva, es decir: Costo de M/O Gasto general Total

S/. 168 S/. 100 S/. 268

Tarifas y sobre utilidad un asunto para meditar Revisemos ahora, en el siguiente cuadro algunas situaciones relativas a varios tipos de servicios de reparación: tarifas actualmente cobradas, tiempo usualmente empleado en la tarea, tiempo recomendado para la tarea por los fabricantes de vehículos, el costo real del tiempo empleado y porcentaje de utilidad logrado sobre el costo real. Obra

Tarifa Usual

Tiempo usual

Tiempo sugerido

Costo real a

% Utilidad sobre costo

Motor Frenos Cambios Embrague ABC Dirección

M/O

(horas)

(horas)

S/268 cada hora

real

15.000 4.000 6.000 4.000 1.500 6.000

24 4 4 4 2 6

16 2 3 2 1 3

4.288 1.072 1.072 1.072 524 1.608

250 273 460 273 186 273

Es innegable la alta rentabilidad obtenida por el taller informal, sin embargo, en este caso, ella se produce por la imposición de los precios y no como consecuencia de un buen rendimiento. Incrementos de esta naturaleza obviamente limitan la posibilidad de expansión comercial del taller y por tanto no son beneficiosos a largo plazo para la consolidación y crecimiento sostenido del negocio. Decisiones gerenciales para el largo plazo La adopción de unas cuantas decisiones de “gerencia” podrían modificar la situación del taller informal “típico” que hemos revisado. Esas decisiones podrían ser: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

Bajar los tiempos de reparación a los recomendados por los fabricantes. Incrementar en el 100% el número de trabajos a realizar. Duplicar la remuneración fija del “oficial”. Elevar en S/ 18.000 la remuneración del propietario por aumento de trabajo. Duplicar el ingreso del mecánico por incremento de las “obras”. Rebajar las tarifas de servicio y obtener solamente el 100% aproximado de utilidad sobre el costo. Incrementar los gastos generales en un 10%. Publicitar por medio de los propios clientes la rebaja de las tarifas de mano de obra.

Precios justos producen beneficios compartidos Las consecuencias que podrían derivarse de la adopción de estas medidas gerenciales se observan en los datos siguientes: REMUNERACIONES: Del propietario Del oficial Del mecánico Total de remuneraciones GASTOS GENERALES TOTAL DE COSTOS

S/. 48.000 S/. 12.000 S/. 38.560 S/. 98.560 S/. 36.322 S/. 134.882

Los nuevos costos implican un aumento del costo total por hora productiva. Así, 134.882 sucres divididos para 329 horas disponibles significará un costo total por hora productiva equivalente a 410 sucres. Las cifras se modificarían entonces en esta forma: Obra

Número Tareas

Tiempo unitario usado (horas)

Costo unitario a S/410 la hora

Precio unitario nuevo

Venta total

Motor Frenos ABC Dirección

8 20 10 14

16 2 1 3

6.560 810 410 1.230

13.000 1.600 800 2.500

104.000 32.000 8.000 35.000

El tiempo total empleado por la duplicación de las tareas ascendería a 220 horas de las 329 disponibles, por lo que tan solamente se habría ocupado el 67 por ciento del tiempo de venta del taller. El resultado mensual de ventas, costos y utilidades sería el siguiente: Ventas Costos Utilidades

S/. 179.000 134.882 44.118

Decisiones de este tipo podrían marcar la diferencia entre un taller que aplica sus precios exclusivamente en función de factores externos y uno que “gobierna” su operatividad en base a los elementos de su propia realidad individualizada, con beneficios indudables para sus trabajadores, su propietario y la colectividad. Este sencillo ejemplo sobre decisiones gerenciales al interior de las empresas informales –en este caso un taller mecánico automotriz- da la pauta sobre el tipo de tareas de nivel asesor que deben ser ejecutadas por las entidades de desarrollo del sector, puesto que a pesar de su gran contribución a la vida económica nacional, los negocios informales no dejan de tener carencias que pueden ser superadas con la debida orientación, y una de ellas, tal como también ocurre en innumerables empresas del sector moderno, es la generalizada ausencia de decisiones gerenciales orientadas al largo plazo y la reiterada costumbre a decidir para la coyuntura. Guayaquil, 19 de enero de 1988

LA EMPRESA POPULAR Y LAS RENDIMIENTO

REMUNERACIONES POR

Siempre el tema salarial ha motivado preocupación y ardorosos debates, con mayor razón en etapas inflacionarias que restringen la capacidad adquisitiva de los ingresos. Es así como se produce una constante presión a favor de la expedición de disposiciones legales que regulen los denominados mínimos vitales, puesto que ellos sirven de parámetro de referencia para la fijación de los salarios, al menos en el ámbito del sector moderno. En el sector informal no es raro, sin embargo, encontrar –al requerir opiniones de los administradores de las microempresas populares en relación con las alzas saláriales- descarnadas respuestas como la de quien expresaba: “No les hago caso, ... si me sujetara a lo que dice el Registro Oficial tendría que bajarles los sueldos ya que todos los trabajadores de mi taller ganan por encima de lo que se ha fijado”. En todo caso, y a pesar de las respuestas populares, es generalizada la creencia de que en el sector informal los niveles saláriales son exiguos y que ni siquiera alcanzan el mínimo establecido por la ley. Con el propósito de contribuir a desmitificar el sector hemos recurrido una vez más al análisis de los datos proporcionados por las mismas microempresas informales. La investigación se realizó antes del alza salarial que entró en vigencia en julio de este año, por lo que el comparativo se referirá a los mínimos que regían en el mes de mayo, esto es: Trabajadores en general Trabajadores de la pequeña industria Artesanos

S/. 14.500 S/. 12.000 S/. 10.400

Se accedió a treinta y cinco empresas informales de doce distintas actividades productivas en las ramas de confecciones, imprenta, ebanistería, fabricación de calzado, carpintería de aluminio, sastrería, chapistería, radiotécnica, panificación, técnica dental, mecánica automotriz y electromecánica. Ello permitió recabar datos sobre la situación salarial de 100 trabajadores de estas unidades productivas, los mismos que se expresan a continuación. Categoría Trabajador

Salarios mensuales (Sucres)

Propietario

1.796.000

Familiar No familiar TOTAL

Número trabajadores

Promedio Salarial (Sucres)

Tareas que realiza

36

49.889

291.000

16

18.187

988.000

48

20.583

Administra y Produce Auxilia Producción Produce

3.075.000

100

30.750

Si comparamos el promedio salarial de la totalidad de los trabajadores, esto es, 30.750 Sucres, podremos comprobar que es mayor que los mínimos vitales del sector moderno, en las siguientes proporciones: 2,12 veces más que el salario mínimo de los trabajadores en general; 2,56 veces más que el salario mínimo de los trabajadores de la pequeña industria; y, 2,96 veces más que el salario mínimo de los artesanos. El salario promedio más bajo de la estructura micro-empresarial informal corresponde a los trabajadores familiares, sin considerar en este promedio, otros beneficios otorgados precisamente por su calidad de familiares, como lo es la vivienda, la alimentación y eventualmente la vestimenta y educación. Su monto es de 18.187 Sucres que sin embargo es mayor que los mínimos del sector moderno en las siguientes proporciones: 1,25 veces más que el salario mínimo de los trabajadores en general; 1,52 veces más que el salario mínimo de los trabajadores de la pequeña industria; y, 1,74 veces más que el salario mínimo de los artesanos Luego de estas observaciones en el terreno de las realidades es inevitable concluir que la respuesta popular antes mencionada tiene amplio fundamento. Un interesante aspecto a considerar está constituido por la manera como se estructura el salario en la empresa informal, mecanismo que se encuentra en plena concordancia con sistemas de remuneración por rendimiento propiciados por la tecnología moderna. En el cuadro siguiente podremos observar esa estructura: Categoría Propietarios No familiares Familiares

Salario en miles de Sucres Parte fija Parte variable Total 100% 1.255 (70%) 541 (30%) 1.796 581 (59%) 407 (41%) 988 145 (50%) 146 (50%) 291

Este hecho nos explica una vez más que la actitud que prevalece en el interior de la microempresa popular está orientada a destacar como valor el rendimiento, pues es notorio el alto porcentaje percibido como componente variable dependiente de la producción lograda. Las cifras han sido obtenidas en una época caracterizada como de “crisis”, por lo que es posible inferir que en épocas de bonanza las remuneraciones alcanzan niveles evidentemente superiores. Quizás la prudencia demande que antes de formular definitivas conclusiones sobre el tema salarial en el sector informal se aguarde a que se multipliquen las investigaciones, sin embargo no es menos cierto que la percepción optimista de las realidades populares tiene este matiz cuando ella nace de un contacto directo con el pueblo y no cuando constituyen ajustes teóricos a previas posturas ideológicas. Guayaquil, 9 de agosto de 1988

CREDITO Y EXPECTATIVA

MICROEMPRESA:

REALIDADES

DE

UNA

El crédito no es un bien en sí mismo Generalmente todos los análisis sobre el financiamiento de las actividades microempresariales se inician con un reiterado diagnóstico sobre las dificultades del acceso de las microempresas a las fuentes crediticias del sector moderno y la necesidad de superar dichas dificultades, con lo cual aparentemente se solucionarían todos los problemas y las microempresas se lanzarían de inmediato a una etapa de crecimiento y generación de plazas de trabajo para los desempleados. Este enfoque lleva implícitos algunos conceptos sobre los cuales bien valdría discurrir. Uno de esos conceptos es la consideración del crédito como un fin bueno en sí mismo. Sin embargo es evidente que tal consideración es errónea, porque el crédito no es un fin en sí mismo, sino uno de los medios para el logro de unos objetivos deseados, que en el caso de las microempresas informales podrían ser requerimientos para su supervivencia, consolidación o crecimiento, y cuya satisfacción no exige necesariamente un aumento de liquidez puesto que podría tratarse de otros aspectos, por ejemplo atinentes al mercado, a la mezcla de productos, a los canales de distribución, a los precios, etc. El crédito tampoco es necesariamente un bien, ya que, por ejemplo, si fue obtenido por sobre la capacidad de pago, ineludiblemente provocará desajustes que pueden “quebrar” a la microempresa. Existen además otros implícitos que deben ser analizados. La cuestión de los objetivos A la pregunta de Alicia “¿Qué dirección debo tomar desde aquí?” –curiosamente ella caminaba en un País como el nuestro “de las Maravillas”- el gatito del cuento respondió: “Eso depende de adonde quieras ir”. Quizás debería añadirse: “y de la fortaleza interior que tengas para llegar...” Es que el enfoque apropiado corresponde a la naturaleza de los objetivos planteados, y a la capacidad (conocimiento y persistencia) que se tenga para no desviar el rumbo. Si de lo que se trata es de facilitar el acceso de las unidades productivas informales a fuentes financieras estables para que puedan lograr su crecimiento responsablemente, sin caer en tentaciones aventureras, es necesario estar muy claros sobre el propósito del crédito, sobre el monto adecuado y ciertamente sobre la correcta utilización del mismo. Claro, existen otras posibilidades, por ejemplo que el objetivo deseado sea –como ha ocurrido en algún país vecino con altos niveles de inutilización de la capacidad instalada en su sector moderno- estimular el incremento de la demanda de los

productos modernos aumentando la capacidad de compra de los sectores informales mediante donaciones, disfrazadas de crédito, que no importa en realidad que sean reembolsadas o no. Por supuesto que esta opción niega el derecho de las unidades productivas informales para construir un futuro mejor, de largo plazo, gracias a su propio esfuerzo. Determinar el monto adecuado es fundamental Por un momento imaginemos una microempresa en la que el valor de sus activos totales es de medio millón de sucres, y –como sucede en la gran mayoría de las microempresas informales- el Patrimonio es por lo menos equivalente al noventa por ciento. El pasivo en este caso será de cincuenta mil sucres. El otorgamiento de un crédito por un valor igual al monto actual de los activos totales, de inmediato produciría una variante que se traduciría en que la microempresa habría dejado de “pertenecer” exclusivamente al empresario informal para dar cabida a un “socio” nuevo: la entidad financiera, que habría obtenido una participación del 50 por ciento en el financiamiento de todos los recursos (un millón, incluyendo el nuevo ingreso) que hacen posible el funcionamiento de la microempresa; el acreedor inicial tendría el 5%, y el restante 45% estaría representado por el patrimonio, que en este caso correspondería al empresario informal. Si el préstamo fuese mayor es lógico que el porcentaje del patrimonio como fuente financiera de la microempresa disminuiría. En las hipótesis anteriormente planteadas el acreedor mayoritario podría obtener el control de la microempresa por el correspondiente desplazamiento del eje decisional en su favor, si éste fuese su deseo. EL EJE DECISIONAL SE DESPLAZA ANTES DEL CREDITO

DESPUÉS DEL CREDITO

La Empresa “es” de los dueños acreedores

La

Empresa

Activos

100%

100%

Pasivos

10%

55%

Patrimonio

90%

45%

“es”

de

los

El peligro de “quebrar” microempresas Quizás por el contrario, y sería lo más común, si el ente crediticio está decidido a recuperar el valor otorgado en el caso que la unidad productiva no hubiese podido sufragar los costos financieros de un crédito desmedido, las situaciones que podrían darse serían diversas puesto que los mecanismos de recuperación del

préstamo podrían ir desde el apremio personal al empresario informal, hasta el despojo de los activos empresariales –dependiendo de quien sea la fuente financiera- y el resultado final de la aventura crediticia bien podría ser la desaparición de la unidad productiva. Existen sin embargo “empresarios”, especialmente en el sector moderno, que consideraron que una relación de endeudamiento /patrimonio de 3 a 1 era la gran viveza, para montados sobre caballo ajeno galopar fieramente en busca del crecimiento. Gran cantidad de ellos –y muy lamentablemente todos los relacionados con sus empresas- han pagado muy altos precios por sus aventuras. Bastaría recordar el cierre de más de 5.000 empresas “modernas” durante la crisis de 1983 para tener conciencia clara sobre los riesgos del sobre endeudamiento. Este tipo de situaciones deben evitarse para el sector informal. La capacitación es imprescindible Por todo aquello ya mencionado, la capacitación del empresario informal para que efectúe una adecuada determinación del monto requerido y un eficiente manejo del crédito otorgado se vuelve imprescindible. Con mayor razón, porque cuando se trata de una empresa informal, ya de por sí ella tiene que cargar con el prejuicio negativo a sus espaldas –injusto por tratarse de una apreciación inexacta en condiciones normales- de que se trata de un crédito de gran riesgo y de difícil recuperación; y es necesario vencer dicho prejuicio en aras de lograr interesar al sistema financiero formal en el financiamiento regular de las actividades microempresariales, evitando que se cumplan malos pronósticos por el desconocimiento del empresario informal de algunos principios básicos de gestión empresarial que podrían ser trasmitidos mediante programas de capacitación a cargo de los agentes de desarrollo empresarial del sector informal. Guayaquil, 27 de septiembre de 1987

EMPRESA INFORMAL Y TASAS DE INTERES El costo del dinero “informal” Como un sarcasmo, los mercados se convierten en excelentes lugares para encontrar respuesta acerca del “valor de mercado” del dinero. Podríamos encontrar allí en su puesto, un comerciante que recibe en una fría madrugada veinte mil sucres para comprar el pescado que venderá las próximas horas. A las diez de la mañana deberá devolver veinticuatro mil. El “valor de mercado” del dinero, en este caso, será del 20% por 6 u 8 horas. Y después todos nos quejamos del costo de los artículos de primera necesidad y de la espiral inflacionaria de los precios, sin tomar en cuenta que todos estos costos financieros tienen necesariamente trasladados a los consumidores… Los porcentajes de interés varían según las situaciones. Tal vez la media del interés que el chulquero obtiene por “su ayuda”, a comerciantes o productores de bienes y servicios informales sea del 20% mensual, es decir, del 240% anual, con lo cual resulta muy claro que la articulación de los micro negocios con el sistema financiero nacional significaría una considerable rebaja a sus gastos financieros y probablemente al costo de la vida en el país. La democratización del crédito Frase usada para muchos propósitos. Es casi milagrosa porque tiene la virtud de poner de acuerdo, al menos como enunciado, a casi todas las gamas del espectro político. No han faltado incluso militantes de derechas e izquierdas que a ella se han referido como una panacea. En el país ya hace algunos años fue utilizada como un buen recurso publicitario que colaboró con alguna entidad bancaria en su proceso de crecimiento, sin desconocer por cierto el cambio cualitativo que el uso de tal recurso significó en el enfoque bancario del país y de la época. Últimamente ha estado muy en boga, puesto que incluso el Presidente de una nación vecina la ha utilizado para cohonestar su decisión política de estatizar la Banca de su país. También sobre ella han fundamentado sus malhadadas acciones, algunas cooperativas que habilidosamente presentadas como “la Banca del pueblo”, no por eso han dejado de provocar, sin embargo, graves daños a las limitadas economías de confiados sectores populares. Por supuesto, la “democratización del crédito”, no ha perdido su atractivo, quizás porque “las democratizaciones” son capaces de despertar las más grandes expectativas y porque ésta es una buena alternativa de solución al problema del chulquero que en el mundo de la informalidad es lacerante. Pero ¿Cómo lograr que la democratización del crédito llegue al mundo de las empresas informales? Chulqueros ya no… ¡Banca sí…!

Existen algunos requisitos previos. El asunto de encuadrar el crédito en el contexto de la productividad es insoslayable. La necesidad de capacitación para la fijación del monto adecuado y para el buen manejo del crédito obtenido por parte de la unidad productiva informal es evidente. Pero existe algo más… Es necesario que la empresa informal acceda de modo regular a las operaciones del sistema bancario, pues solamente de esta manera logrará eliminar a los “intermediarios” y podrá insertarse en el mundo de la libre competencia. Insertada en el sistema, la empresa informal podrá desenvolverse no solamente con sus “debilidades”, sino que podrá ejercer también sus “fortalezas”. PUNTOS “FUERTES” DE LAS EMPRESAS INFORMALES PAGAN BIEN: Menos del 0,5% de morosidad LOS MONTOS CREDITICIOS NO CONSTITUYEN UN RIESGO DE GRAN ESCALA: Son créditos menores al medio millón de sucres CONFORMAN UN SEGMENTO IMPORTANTE DEL MERCADO DE CAPITALES: Hay más de 100.000 empresas informales en el país PUEDEN PAGAR INTERESES DE MERCADO: Actualmente pagan intereses extra bancarios 10 veces más altos El poder de competir Podrá, por ejemplo, demostrar su excelente y reiterada puntualidad en el pago de las obligaciones a una Banca que acostumbrada a préstamos individuales voluminosos por esa misma razón en repetidas ocasiones ha perdido el mango del sartén y le han impuesto condiciones para recuperarlos. Podrá ofrecer como prueba, por ejemplo, el esmero que todo beneficiario de los programas de apoyo a la microempresa pone para cuidar estas fuentes de financiamiento cumpliendo con sus compromisos con prontitud al extremo que las moras jamás llegan a superar el 0,5%. Igualmente, podrá ofrecer “su pequeñez” individual como seguro de riesgos ante un improbable pero eventual no pago, que al fin y al cabo los montos de los créditos siempre serán pequeños, y no tendrán los riesgos de los créditos a los grandes negocios, cuyo no pago en algunas ocasiones ha creado grandes problemas a las entidades bancarias. Y sin embargo ya sabemos que muchos pocos hacen uno grande, y ésta será otra de las ventajas que pueden ofrecer en conjunto las empresas informales a una Banca que cada vez más tendrá que disputar entre sus iguales por nuevos segmentos del mercado de capitales.

Subsidios no…! La inserción en un mundo de libre competencia tiene sin embargo un requisito adicional. Para que pueda funcionar de modo estable, por largo tiempo, para que sea permanente, debe ajustarse a las reglas, no debe ser una inserción subsidiada. Los actores, empresas y Banca deben por igual compartir beneficios. Las primeras, el beneficio del acceso a una fuente crediticia normal; la segunda, los beneficios de la rentabilidad que no se lograría si los créditos para las empresas informales constituyen “carga” obligatoria. Conocemos las limitaciones de los subsidios. Ellos plantean una situación de irrealidad. Establecen un tiempo laxo donde las realidades no operan –como en los largos años de vigencia de un cambio monetario artificialmente mantenido por debajo del nivel real- y, luego, el inevitable shock. Este ha sido el proceso que han seguido bienintencionados programas bancarios de “créditos artesanales” que se desmoronan en la primera situación de iliquidez, puesto que no son rentables sino programas de imagen. Pero hay algo más, la empresa informal no debe acostumbrarse a situaciones artificiales, puesto que éstas matan irreversiblemente su creatividad e iniciativa que son sus potenciales más importantes para su desarrollo y promueven una perspectiva de sí mismos como los “pobrecitos” desprotegidos que deben ser siempre “asistidos” por todas las instituciones nacionales. La paradoja del crédito barato Reglamentos con nobles propósitos o políticamente motivados –muy en especial para programas sectoriales de “desarrollo”- con la intención de mantener las tasas de interés fijas y por debajo del nivel del mercado libre, han provocado esta paradoja: el crédito barato obligado no se da y ello obliga a los supuestos beneficiados a buscar fuentes de financiamiento extra bancarias, explotadoras y de alto riesgo. Con tasas de interés inferiores a las del mercado, la demanda del crédito es superior al monto del financiamiento que los banqueros desean y encuentran lucrativo ofrecer. Ellos deben entonces racionar el crédito. Cuando esto se produce es inevitable que el pequeño prestatario vea limitado su acceso al crédito. Los préstamos se otorgan en cambio a los “mejores” clientes. El pronunciamiento ha sido categórico por parte de los investigadores del Banco Mundial y de otras instituciones de desarrollo: “… en realidad, cuanto más baja sea la tasa de interés, más concentrados estarán los préstamos en manos de relativamente pocos prestatarios”. Guayaquil, 4 de octubre de 1987

EN LA BÚSQUEDA DEL CAMINO: MICROEMPRESA Y BANCA COMPARTEN ESFUERZOS

Las instituciones se unen La Previsora es una entidad bancaria privada, aún cuando todo su capital actualmente de propiedad del Estado por razones circunstanciales que son dominio público en el país. Actuando en la vida nacional desde 1920, con oficinas ubicadas en 13 ciudades del Ecuador, su patrimonio al 30 de junio 1987 lo sitúa como uno de los grandes Bancos del Ecuador.

es de 25 de

La Fundación Guayaquil, entidad privada sin fines de lucro, creada específicamente para el desarrollo empresarial del sector informal urbano de Guayaquil y su área de influencia, define como característica particular de sus acciones la democratización de la vía empresarial como instrumento de desarrollo nacional, y sus actividades como un proceso educativo integral, en el cual aún el crédito es concebido como un elemento de tal proceso. En abril de 1986 el Banco La Previsora y la Fundación Guayaquil, con el auspicio del Ministerio de Trabajo, iniciaron un programa conjunto de desarrollo microempresarial en la Península de Santa Elena, en el cual una sucursal del Banco, situada en la población costera de La Libertad, centro comercial y financiero de la zona, ha venido actuando como institución crediticia y la Fundación Guayaquil como entidad capacitadora para la correcta administración del crédito otorgado. Cada quien da lo suyo Durante el proceso la Fundación Guayaquil capacitó y realizó un informe de evaluación económica del negocio de cada uno de los inscritos y proporcionó asesoría personalizada a cada microempresa para un eficiente gestión empresarial. Se inscribieron 132 participantes, 60 comerciantes y 72 ebanistas. La Fundación a petición expresa del Banco promovió la conformación de grupos solidarios de hasta 6 personas: uno solicita el crédito y los restantes lo garantizan solidariamente. Constituidos los grupos, la sucursal bancaria procedió con el informe económico presentado por la Fundación a tramitar los créditos y a ejecutar las entregas respectivas sin más requisitos que los documentos de identificación del solicitante, la firma del pagaré correspondiente y la apertura de una libreta de ahorro. El interés que se fijó para las operaciones crediticias del Programa fue el veintiséis por ciento anual, esto es aproximadamente 4 puntos menos que aquel que el Banco paga en promedio para la captación de recursos del público por el mecanismo de las denominadas pólizas de acumulación. Esto fue posible por la integración de un fondo en cuya constitución participaron por partes iguales el Banco y el Ministerio de Trabajo. Es evidente que este subsidio sólo puede entenderse en el contexto de un programa piloto, de “prueba” y no como una regla general que produciría la “paradoja del crédito barato” que –lo hemos comentado en otra oportunidad- aleja a los prestatarios de montos menores de la fuente crediticia. Los primeros créditos

Los primeros créditos fueron concedidos en septiembre del año pasado por montos fluctuantes entre veinte mil y cincuenta mil sucres, por períodos cortos de hasta noventa días, montos y plazos que fueron paulatinamente incrementándose hasta llegar a los actuales doscientos cincuenta mil sucres y 180 días de plazo, en la medida que la institución bancaria evaluaba el cumplimiento en el pago y la correcta utilización del crédito por parte del empresario informal. Cabe destacar que si bien la obligación se cancelaba al finalizar el plazo, era exigencia del Programa el depósito semanal en la libreta de ahorro de un valor equivalente a una alícuota de amortización. Este depósito genera un interés de mercado para el empresario, y la idea de obligatoriedad radica en formar el hábito de responsabilidad en el cumplimiento de sus compromisos, evitar el riesgo de distracción del capital de trabajo en gastos innecesarios y estimular la relación personal permanente del empresario con la institución bancaria. Una valiosa experiencia de apoyo crediticio En el lapso de un año, el Programa ha permitido que sean otorgados doscientos sesenta y cinco créditos para el funcionamiento de las microempresas peninsulares, por un monto global superior a los dieciséis millones de sucres; sin embargo, más allá de los resultados cuantitativos que tienen su importancia, adquiere singular valor el esfuerzo y la intención manifiesta de las instituciones involucradas en el Programa y de los empresarios informales, de buscar el camino que permita lograr una respuesta idónea y permanente para el acceso de las microempresas al sistema financiero nacional. Este Programa, sin lugar a dudas constituye un singular aporte metodológico, pues presenta en acción y con resultados positivos, una vía que permitiría extender los programas de crédito micro-empresarial a nivel de país y obtener la plena participación del Sistema Financiero Nacional. Capitalización popular Sin embargo nuevos planes, más ambiciosos aún, se fraguan en los centros de decisión de la entidad bancaria participante en el Programa descrito. Se canalizaría la venta de un porcentaje de las acciones del Banco que van a ser orientadas al sector privado, hacia el sector micro-empresarial, de modo tal que la capacidad de ahorro de los sectores productivos populares sea capitalizada y por este mecanismo acceda no solamente al crédito sino eventualmente a participar en los órganos de dirección de la fuente crediticia. Ideas frescas, reconfortantes, se empieza a pensar ya con diferente perspectiva en el país sobre la contribución de los empresarios populares a la vida nacional. Guayaquil, 12 de octubre de 1987

GERENCIA Y MICROEMPRESAS

El estigma empresarial En nuestro país, producto de la demagogia, ha sido costumbre estigmatizar injustamente al hombre de empresa –por el solo hecho de serlo- como sinónimo de explotador inmisericorde del esfuerzo productivo de quienes “verdaderamente” trabajan. Este tipo de criterios ha impedido que, un eficiente instrumento de desarrollo como lo es la empresa, sea concebido como una vía “democratizable”, y por tanto se ha llegado a admitir sin cuestionamiento alguno que pertenece solamente a un pequeño segmento del sector productivo moderno del país. Mas, como lo hemos expresado en anteriores oportunidades, la realidad se encarga de destruir los mitos y ella nos convierte en testigos de la acción de innumerables unidades productivas populares en las que subyacen verdaderas empresas creadas por la iniciativa popular que ha sabido sobreponer voluntad a las carencias y ha optado por una vía de dignificante trabajo y realizaciones personales. Bastaría con recordar que solamente en Guayaquil existen alrededor de cuarenta mil unidades productivas populares para medir la magnitud del impacto de la realidad sobre los eufemismos y los injustificados tapujos, de quienes prefieren considerar a sus propietarios como “maestros”, “artesanos”, etc. y no como empresarios. La ruptura ideológica es necesaria Lamentablemente, también algunos de esos empresarios populares que diariamente contribuyen con su esfuerzo a crear fuentes de trabajo para sí y para otros, que canalizan los afanes de miles de jóvenes de nuestro pueblo hacia el trabajo productivo, que generan riquezas, bienes y servicios y ponen fe y optimismo donde solamente había desesperanza, en ocasiones no logran todavía en su mente la ruptura ideológica necesaria para reconocerse como lo que son: auténticos empresarios, forjados y surgidos de la entraña misma de nuestro pueblo. Pero, ¿Quién podría culparlos, pues qué hombre del pueblo se sentiría predispuesto a cargar con el estigma mencionado y por tanto a ser llamado “oligarca”, “trinquero” o miembro activo de la “derecha económica”? Es necesario en consecuencia reiterar el proceso desmitificador que sobre esta temática se impone, para que al igual que a sus colegas empresarios del sector moderno, la sociedad ecuatoriana en su totalidad les otorgue el reconocimiento que la actitud de emprender merece. Lo que es una empresa Al fin y al cabo una empresa no es otra cosa que una organización de negocios en la que se integran recursos humanos y materiales para la producción de bienes y servicios que son puestos a disposición de los consumidores para satisfacer necesidades de diverso orden, actividades por las que dicha organización como contraprestación obtiene un beneficio económico que se reinvierte o es utilizado por los propietarios de la misma en otros fines. Veamos en el siguiente esquema cuales son los elementos fundamentales constitutivos de una unidad productiva empresarial:

ESTRUCTURA CONCEPTUAL DE LA EMPRESA -------------------------------------------------------------------------------I I I I I I I RECURSOS RECURSOS I HUMANOS ---------------------------------- MATERIALES I I I I I I I ORGANIZACIÓN I I I I I I I PRODUCTO I (bienes o servicios) I I I I I I i CONSUMIDORES I I I I I I i BENEFICIOS I I I I I -----------------------------------------------------I I I I I I ---------- < REINVERSION OTROS FINES ----------

En consecuencia, una conceptuación técnicamente formulada acerca de la realidad intrínseca de cualquier empresa nos lleva a situaciones inequívocas de identificación entre la pequeña microempresa popular y la gran empresa moderna. Sus diferencias fundamentales, estructuralmente hablando, son cuantitativas y no cualitativas. El papel de la Gerencia Probablemente uno de los aspectos en el cual con mayor profundidad se manifestaría la diferencia entre uno y otro tipo de empresa –moderna y popularsea el relativo a la organización empresarial, y más específicamente al nivel de la gerencia. Por lo menos a primera vista así parece... Mas, para lograr un grado apropiado de objetividad en el análisis, revisemos entonces el papel de la gerencia de conformidad con los conceptos emitidos por

un experto de enorme relieve académico y práctico como lo es Roderick F. O ´Conor, ampliamente conocido en nuestro medio a través de sus publicaciones y asesorías a empresas de nuestro país. “Hay dos tipos de factores con los cuales tiene que habérselas un gerente –dice O ´Connor- : los factores sujetos a su control y aquellos sobre los cuales no tiene control directo, pero que, no obstante, afectan el destino de la empresa. Sujetos al control de la gerencia están principalmente los aspectos internos de la empresa: los costos de operación directos, los gastos generales, las normas de producción, las condiciones físicas, la calidad de los productos y de los servicios, los sistemas y técnicas de trabajo, la conducta observable de las personas y así por el estilo. Factores fuera del control del gerente son principalmente los externos: desarrollo del mercado, innovaciones tecnológicas en la industria, modificaciones de la política del gobierno, los altibajos de la economía, la transformación del mercado de capitales, las alteraciones estéticas, sociales y culturales, y otras incertidumbres exteriores que si no se tratan eficazmente, tienen el poder de debilitar, de hacer que la empresa se vuelva anticuada e ineficaz, y aún de destruirla”. Confluyen así dos aspectos indisolubles en la tarea gerencial, la gestión netamente empresarial y la gestión administrativa. Esta última no es sino el importante pero vano intento de imponer a la cambiante realidad del entorno la placentera comodidad de lo establecido, en tanto que la esencia misma de la actividad empresarial es crear para, en continuo proceso de adaptación, permitir que aflore “la única seguridad real, la que está dentro de nosotros mismos, que reside en nuestra firmeza más íntima, en nuestra flexibilidad, en nuestra capacidad de habérnosla con lo no previsto y con los retos difíciles, en nuestra habilidad para cuidar de nosotros mismos en un mundo que se hace más y más incierto cada día”. Tratando de distinguir los elementos de las gestiones empresarial y administrativa, el autor de “La Gerencia Humanizada” nos ofrece las siguientes caracterizaciones propias de estos aspectos: ASP ECT O E MP RE SARIAL

Orientación y actividades gerenciales para el desarrollo de la organización El futuro Pensar, anticiparse a las amenazas, evitar problemas, planear, proyectar, imaginar, buscar opciones

Fines Hacer lo correcto, definir la misión organizacional, medir los resultados

Cambios Organizar, reorganizar, adquirir conocimientos y habilidades nuevas, crear recursos, innovar, mejorar

Riesgos Buscar lo incierto, asumir la inseguridad

Medio externo Explotar oportunidades del mercado y del medio exterior al mercado. Estudio y reacción ante cambios económicos, tecnológicos, políticos, sociales y culturales

Organización abierta Crear beneficios en la sociedad(salidas). Generar beneficios para la organización (entradas)

Globalismo Integrar, sintetizar, generalizar ASPECTO ADMINISTRATIVO

Orientación y actividades gerenciales para el mantenimiento de la organización El presente Actuar, resolver problemas, realizar planes, decidir entre opciones

Medios Hacer las cosas correctamente, aplicar métodos, técnicas

Estabilidad Conservar recursos. Práctica de los conocimientos y habilidades existentes. Mantener la estructura, afirmar rutinas, fortalecer sistemas

Seguridad Eliminar la incertidumbre. Buscar seguridad

Medio interno Operar sistemas, almacenar y transformar materiales

Organización cerrada Concentración en actividades para la propia perpetuación

Atomismo Dividir, analizar, especializar

Parecería al confrontar los hechos con las teorías que en efecto existirían diferencias en el grado de énfasis que un gerente “moderno” tradicional otorga a la gestión administrativa –pues para él ésta es prioritaria ya que tiene que tratar de desenvolverse en un medio de estabilidad- y el relativamente poco interés que en esta gestión pone el “gerente” de una empresa popular, para quien en cambio sus prioridades están en algunos aspectos de la gestión empresarial pues significan la implacable diferencia entre la supervivencia de su unidad productiva y la desaparición de su único medio de vida. Es evidente que una tarea promotora del desarrollo empresarial de los sectores populares, si bien debe orientarse a difundir algunos tipos de instrumentos de control administrativo entre los “gerentes” populares, no debería tratar de matar la extraordinaria riqueza que existe en la respuesta creativa que esta especial clase de empresarios da a la permanente incertidumbre del medio en la cual se desenvuelve. Para quienes aún puedan sentir algún tipo de dudas sobre el papel gerencial que el conocido “maestro” desempeña en su taller, debería bastar una rápida revisión de las tareas que éste cumple y confrontarlas con la descripción establecida en un enfoque sistémico del proceso gerencial, para encontrar que, en mayor o menor grado, con mayor o menor énfasis, siempre y en su totalidad se cumple tal proceso.

Guayaquil, 26 de enero de 1988

UN EXTRAORDINARIO “PODER” POPULAR

Las fronteras psicológicas de la economía Aspectos muy propios de la actividad económica como son los conceptos de probabilidad, incertidumbre, riesgo, etc., tienen alcances y significados diversos en un contexto en que es el entorno socio-político el factor central de decisión y no las interiores y particulares realidades de las unidades productivas. Es tradicional, por ejemplo, que en etapas eleccionarias aminore el ritmo de las iniciativas empresariales y las actitudes se tornen en mayor grado de corte administrativo y con tendencia a la espera de los acontecimientos. No es normal, sin embargo, que el sector económico “moderno” de un país casi se paralice, que el sistema financiero nacional constriña sus operaciones hasta minimizarlas y que toda iniciativa empresarial sea postergada “hasta que se defina la situación”. Lamentablemente, la realidad es que tal situación tiende a consolidarse rápidamente y el flujo de los acontecimientos con toda lógica nos estaría conduciendo a un estado de parálisis de iniciativas de todo orden, en especial en lo económico. Es que existe una muy ligera línea de frontera entre aspectos económicos y psicológicos, ya que no se trata de dos compartimentos estancos sino partes integrantes de una misma realidad: el hombre. Y es evidente que existe un aspecto inobjetablemente compartido por los dos segmentos, la motivación humana. Apología del intervencionismo económico-político Y si consideramos el alto grado de incertidumbre y de justificadas dudas provocadas por la reiterada apología que las corrientes políticas triunfantes, implícita o explícitamente, han efectuado de la intervención estatal como único y apropiado mecanismo para la re-distribución de la riqueza en este país –sumada ahora a la casi ninguna explicación sobre el grado de intervención que en la práctica existiría, en el respectivo caso, al ser gobierno- dicho estado de cosas obviamente no puede llamar la atención, puesto que el ambiente no es precisamente estimulante de motivación alguna para la acción. En rigor, entonces, nadie podría dejar de comprender las actitudes empresariales “modernas”, puesto que como ya lo hemos afirmado en anteriores análisis, las dirigencias económicas empresariales tienden más al fortalecimiento de lo administrativo, a la consolidación de la certidumbre que a asumir las oportunidades y desafíos naturalmente implícitos en las situaciones críticas. No debemos olvidar que, una vez transcurrido totalmente el período pre y post eleccionario, las “certidumbres” políticas ya establecidas, independientemente de la corriente partidista que acceda al ejercicio del poder, son “administradas” mediante distintos tipos de acciones por quienes siempre de un modo u otro tienen acceso a los centros de decisión del país. Se impondría al empresariado moderno entonces, como consecuencia lógica, la “prudente” actitud del “compás de espera”.

La incertidumbre como parte del entorno “informal” Sin embargo, existe en la vida económica nacional un conjunto de empresarios para quienes las incertidumbres coyunturales del momento político presente no constituyen sino “pan de cada día” ya que desde hace mucho tiempo ellas son parte integrante de su entorno. Para estos empresarios no existe posibilidad alguna de llegar a los antedichos centros de decisión y por tanto también de “administrar” las circunstancias externas a su empresa. Su única certidumbre es que siempre existirá un funcionario estatal -local, seccional o nacional- tratando de intervenir en su negocio, con ánimo no precisamente estimulante. Siendo ellos regularmente concebidos como objetos por las instituciones “formales” establecidas por el Estado, la única opción escogida por estos empresarios populares para recobrar su calidad de sujetos es “informalizar” su acción y abrir la puerta a su creatividad criolla. De este modo, las etapas pre y post eleccionarias, momentos en que la exigencia de control del intervensionismo estatal se vuelve laxa, son concebidas por los informales -productores y comerciantes- por esa causa y por el torrente circulatorio del gasto electoral, como estupendas oportunidades para hacer negocios. Cuando el entorno es incierto la confianza solamente puede provenir del interior Posteriormente la situación tiende a normalizarse es decir a volver al mismo alto nivel de incertidumbres, de carencias, de limitaciones. Es en ese medio donde el espíritu de lucha se consolida y fortalece, y donde la capacidad de respuesta ante lo no previsto se exacerba. Es allí, en ese instante donde se forja el “generador” interno capaz de motivar realmente al individuo en la búsqueda de su meta de superación personal. Por ello, una vez consolidado así el perfil psicológico del informal ya no tiene importancia quien pudiere acceder al ejercicio del poder que en fin de cuentas no tendría sentido para él, disputar por el eufemismo de sumarse a cualquier partidismo cuya dirigencia reitera un sistema institucional que no le permite su participación en la toma de decisiones que le afectan. La fuerza que emana del interior del individuo en su convicción de que es capaz de superar cualquier clase de obstáculo que le presente dicho entorno es un elemento real que existe muy fuertemente arraigado en la dirigencia de las unidades productivas populares y ello constituye un valor intangible que explica en gran medida el que pese a una reiterada manifestación de rechazo “al alto costo de la vida”, “a lo poco que los gobiernos hacen por los pobres”, y a mil y una quejas, justificadas o no, acerca de la inatención a sensibles necesidades cotidianas, el empresariado popular valora en el más alto grado el “que dejen trabajar, pues yo vivo sólo de mi trabajo”. Esa fuerza también explica que las unidades productivas sobrevivan y crezcan.

Un extraordinario “poder” popular: la capacidad de esperar lo inesperado Ese intangible e invencible espíritu de lucha popular frente a la adversidad, su capacidad de respuesta ante lo no previsto y el dejar de lado a una organización estatal que no puede ni podrá cumplir jamás un rol “mesiánico” es fundamental para un país que se enfrenta a la dureza de una crisis que trasciende lo económico y lo político. Mucho se ha comentado ya acerca de la promesa del capital humano, siempre con referencia, sin embargo, a la capacitación del individuo concebida como la suma de unos conocimientos relativos a la técnica de producción o gestión. Y ello es insuficiente, pues el entorno cambia a cada instante y no existe posibilidad alguna de prever para lo eterno. Solamente el desarrollo de personalidades preparadas para lo incierto constituirá una sólida garantía de supervivencia en el futuro. En los sectores populares de nuestra ciudad existen no menos de cuarenta mil empresarios probadamente capaces de generar respuestas inéditas frente a cotidianas y prolongadas crisis... ¿Tendrá también nuestra dirigencia empresarial “moderna” la fuerza de “empuje” para integrarse a la respuesta popular? Guayaquil, 10 de febrero de 1988

MAS ALLA DE LA MACROECONOMÍA ... LA PERSONA

Aspectos olvidados Las circunstancias de mi vinculación permanente con las actividades productivas de sectores populares de nuestra ciudad me otorga la oportunidad de reflexionar sobre algunos elementos comúnmente olvidados en los diferentes análisis macroeconómicos que se formulan en torno al sector informal. Uno de estos elementos está constituido por lo “humano” dentro de la unidad productiva informal, pero no reducido y dimensionado a escala estadística para que pueda ser relacionado con el monto de los activos totales o con cualquiera de los índices relativos al rendimiento, etc. Sino considerado precisamente y aunque pueda parecer tautológico, a escala “humana”. La tendencia generalizada a encontrar respuestas de carácter masivo frente a situaciones criticas, impulsa casi siempre a la búsqueda de soluciones “promédiales”, en las que simplemente no se consideran las realidades de la interioridad de la unidad productiva informal, e incluso se deja de lado los componentes puramente económicos de esa unidad y con mayor razón aún los intangibles constituidos por los principios inmutables que sustentan en último término la acción de los hombres que la integran, sus motivaciones, sus conocimientos, sus perspectivas, etc. Algo más que Economía No deberíamos olvidar que el hombre es mucho más que Economía, Historia o Biología. Sus acciones trascienden siempre los compartimentos académicos limitantes y se proyectan como opciones individuales que conforman su autodeterminación y creatividad. En este proceso personalizante, justamente, el que constituye la esencia de la originalidad humana, pues es el ejercicio de la libertad lo que hace posible la creatividad expresada en las opciones seleccionadas. No cabe pues creatividad sin libertad, como no cabe libertad sin compromiso y mucho menos compromiso sin una conciencia referida a unos valores inmutables, que no son precisamente económicos. Evitando trabajar por la mediocridad Y sin embargo..., ya ha sido expresado que “so pretexto de aliviar la pobreza, no se trabaja equipando específicamente a la persona que en ella vive con los instrumentos necesarios para que pueda competir, sino que en vez de ello, y en clara preferencia por la mediocridad, por lo general, sencillamente se intenta redistribuir la riqueza. No obstante todos sabemos en lo más profundo de nuestro Yo, que la solución a largo plazo para la clase de pobreza con la cual nos tropezamos con mayor frecuencia en nuestra sociedad contemporánea, no puede encontrarse en el texto de cualquier libro sobre macroeconomía. La solución es de naturaleza micro; debe iniciarse en el interior del individuo afectado, abriéndose camino hacia el exterior”.

En este contexto, iniciativas orientadas a volver la mirada sobre la existencia de perfiles de conductas que inciden en la obtención de logros económicos y desarrollos humanos, adquieren relieve especial. Buscando el perfil del éxito Por ello, recojo en esta oportunidad expresiones formuladas por un equipo de prestigiosos profesionales que, actuando bajo la denominación de ASESOR, plantean recursos metodológicos para el análisis de tales perfiles. En el año 1984, una entidad internacional de desarrollo, patrocinó un estudio transcultural –en el cual participó el grupo- acerca de las motivaciones y patrones de conducta que caracterizan a los dirigentes de las pequeñas empresas de éxito dentro de la economía formal. Este estudio, fue realizado en Malawi, India, Ecuador, Suecia y Estados Unidos de Norteamérica y produjo interesantes resultados. Motivaciones, conductas y logros Basada en las teorías motivacionales del profesor David McClelland, de la Universidad de Harvard, la investigación de tipo cualitativo buscó sistematizar los patrones de conducta presentes en aquellos empresarios que, a juicio de sus otros colegas empresarios, eran individuos que habían logrado el éxito en su gestión empresarial. El profesor McClelland, considerado por muchos como el principal exponente de la Sicología Social Aplicada de nuestra época, había observado a lo largo de un proceso sistemático de seguimiento de las actividades empresariales, que empresas de características similares enfrentadas a un mismo mercado y contando con iguales recursos financieros, etc., producían diferentes resultados de gestión. En efecto, mientras unas empresas podían considerarse “exitosas”, en función de sus rendimientos, tanto económicos como de perdurabilidad y desarrollo, otras no lo eran. La pregunta planteada como consecuencia fue entonces: “¿Qué factores son los que determinan el éxito o el fracaso de una empresa? Hipótesis y conclusiones Surgió así la hipótesis de investigación que sugería la posibilidad de que fueran los aspectos motivacionales y conductuales del empresario responsable del manejo de la compañía, los que determinan el éxito de la misma. Se procedió entonces a comprobar la hipótesis formulada a través de un modelo metodológico que utilizó como base fundamental el recurso de la entrevista de incidentes críticos. Los resultados de la investigación fueron concluyentes. De manera sistemática y en los cinco países donde se efectuó la investigación, se pudo comprobar que existen efectivamente ciertos patrones de conducta los cuales se presentan de manera persistente y regular entre aquellos empresarios considerados “exitosos”,

mientras que esos mismo patrones conductuales no están presentes en aquellos empresarios considerados “no exitosos”. Los valores y las conductas pueden ser desarrollados Conforme a investigaciones previas en el marco de la Sicología Social, se ha determinado que los patrones conductuales del comportamiento social del ser humano son susceptibles de ser aprendidos a través de procesos especiales. Frente a este hecho, el descubrimiento de la presencia de “conductas de éxito” en ciertos empresarios, permite establecer la posibilidad de que tales patrones conductuales puedan ser adquiridos por otros empresarios que no los poseen. Esta sugerente posibilidad de desarrollo de la eficiencia de la pequeña empresa, es perfectamente extrapolable a otros sectores de la economía. Sería necesario, sin embargo, que en cada sector de interés se logre codificar y sistematizar los patrones de conducta que determinan el éxito, medido en los términos específicos del sector respectivo. Informalidad y desarrollo integral La hipótesis ha sido comprobada en los sectores formales de la pequeña empresa ecuatoriana –y de otros países- , hace falta, sin embargo, su comprobación en los sectores informales. Si se logra una adecuada sistematización de los patrones de conducta del éxito del empresario informal local, se habrá dado un paso enorme hacia el diseño y aplicación de sistemas y metodologías educativas que estimulen mecanismos y recursos válidos para su desarrollo. Evidentemente, la posibilidad abierta tiene un particular interés para el caso del micro empresariado ecuatoriano cuya incidencia en el proceso económico y social general es innegable. Ningún esfuerzo realizado en este sector estará completo si no se cuenta con el componente conductual que, integrado con otros recursos empresariales -tecnológicos, financieros, infraestructurales, etc.- explique y permita un enfoque integral y acciones de desarrollo trascendentes y duraderas en el sector informal. Guayaquil, 24 de febrero de 1988

FORMACIÓN GERENCIAL PARA EL DESARROLLO Esencia y apariencia

En ocasiones, con el mismo espíritu burocrático con el que algún funcionario estatal insiste que el hombre allí presente no ha nacido porque no dispone de partida de nacimiento, profesionales bien intencionados, pero acostumbrados a reconocer los estudios de prefactibilidad y factibilidad económicas por su forma de presentación tradicional, han negado que se haya formulado previsión alguna por parte del “maestrito” que ha emprendido en la instalación de su taller. Olvidan aquellos profesionales que el “maestrito” decidió el sitio para establecerlo, la mezcla de productos que ofertaría, las máquinas y herramientas que tendría que adquirir, las fuentes de recursos de las que haría uso, el personal del que dispondría, los mecanismos que usaría para incorporarlos, los sistemas de remuneraciones que utilizaría, los precios que cobraría por los bienes o servicios producidos, los costos de su producción, los competidores con los que se enfrentaría, y mil y otras opciones que no surgen espontáneas y cuya decisión implica un proceso analítico y evaluativo, independiente del hecho de que no sea plasmado en papel de 90 gramos, membreteado y encuadernado. Del mismo modo, en no pocas ocasiones, el proceso gerencial no es reconocido como actividad específica del propietario del taller popular por el solo hecho de no ser ejecutado en la forma tradicionalmente prevista, de conformidad con ciertos principios tan caros a la administración “moderna” como la “división del trabajo” o “la unidad de dirección”, por ejemplo, que no se cumplen en la empresa “informal” por tratarse de una unidad productiva altamente flexible que cuenta con personal multifuncional. El enfoque sistémico del proceso gerencial Cuando semanas atrás intentaba precisar la participación del empresario popular en el siempre discutido rol de la Gerencia, imponderables del momento relegaron al archivo de lo no publicado la figura representativa del proceso gerencial en su enfoque sistémico, la cual ahora retomo para despejar cualquier tipo de dudas que pudiere flotar en el ambiente acerca del papel gerencial que desempeña el conocido “maestro de taller” al cual lastimosamente solamente justipreciamos –y muy eventualmente- por sus habilidades técnicas. Lo cierto es que a veces, por efecto de la costumbre, se repara más bien en las formas y en las superficialidades y se pierde por tanto la oportunidad de observar las situaciones y los hechos en su esencia. El Gerente de la empresa popular El empresario informal planifica, organiza, integra, dirige y controla, cumpliendo así plenamente las funciones secuenciales del proceso gerencial. Y en este proceso desarrolla ideas generalmente innovadoras, administra recursos materiales tradicionalmente escasos, lidera personas cuya especial característica es ser altamente participativas en las actividades empresariales y obtiene resultados positivos, cuyo principal logro es mantener vigente la unidad productiva y los puestos de trabajo. El es, en consecuencia, y sin duda alguna, un gerente.

He sostenido que el rol de la Gerencia es de doble naturaleza, que un aspecto está orientado a lo administrativo y otro a lo estrictamente empresarial, y que el empresario informal espontáneamente se desenvuelve en mejor forma en ciertos elementos de “lo estrictamente empresarial”, en aquello que dice relación con la creatividad, con la respuesta imaginativa ante lo inesperado, con el descubrimiento de las oportunidades constituidas por las necesidades insatisfechas de un mercado que siempre presenta intersticios en los cuales situarse; sin embargo, no por ello, el empresario informal deja de cumplir también un rol en “lo administrativo”, rol que evidentemente debe ser perfeccionado. “Círculos de productividad” y sector informal Empero, a guisa de búsqueda de perfeccionamiento, no deberíamos tratar de transplantar los manejos administrativos de la empresa moderna a la empresa informal, y ello por varias razones. Debemos estar claros, por ejemplo, de las diferencias de dimensionamiento que impiden a una empresa de cuatro personas establecer diversos niveles, sobre todo cuando el jefe-propietario destina una parte importante de su tiempo a tareas tan variadas como producir directamente y dirigir el proceso productivo de otros, comprar insumos, entregar productos terminados y, a otras actividades que lo mantienen alejado del local y que estimulan la participación de sus trabajadores en acciones con amplio margen de decisión “como si fueran los dueños”. No cabe en estos casos otro tipo de organización que no sea el de una empresa de estructura extremadamente flexible e integrada por elementos volitivos y emotivos más cercanos a los “círculos de productividad” de la administración empresarial japonesa que a la organización vertical sustentada por Fayol. La especial armonía de “lo pequeño” Intentar la aplicación de algunas prácticas establecidas por la ciencia administrativa como apropiada respuesta a las necesidades de unidades empresariales fundamentadas en el principio de que “lo grande” es lo mejor, puede tornarse frustrante y nada provechoso en unidades productivas “micro”, cuyo fundamento principal, en la búsqueda de la democratización de la vía empresarial como instrumento de desarrollo popular, debería ser el relieve de la singularidad y la armonía que puede existir en cada micro unidad apropiadamente organizada y de modo altamente participativo, solidariamente estructurada en la distribución de los beneficios y comprometida en la oferta de bienes y servicios de primera calidad. Una base confiable para el análisis y las decisiones Sin embargo, para que estos propósitos sean posibles, será necesario establecer bases cuantificables imprescindibles para el análisis de las actividades empresariales. Estas bases radican obligatoriamente en un disciplinado registro de las transacciones. El registro requerido podría ser efectuado de modo muy simple pero plenamente profesional, utilizando las facilidades que otorgaría un servicio contable computarizado proporcionado por las entidades de desarrollo del sector informal,

a costos muy reducidos en función del volumen de usuarios que pueden ser atendidos. De otra manera el reconocimiento del valor del registro contable jamás se convertirá en una realidad vital de la empresa popular pues, si la tarea es ejecutada por él mismo, se limitaría el tiempo de producción del gerente-operario al tratar de transformarlo en un “Contador” preocupado de la corrección de los asientos, ajustes y codificaciones, en desmedro de los imprescindibles ingresos, y así no se llegaría a convencerlo de lo altamente provechosos que es para quien tiene que adoptar decisiones tener marcos de referencia reales sobre costos, ventas, capacidades de producción, etc. Mecanismos apropiados de formación gerencial Por ello, eficientes mecanismos de formación gerencial en la empresa popular estarían dados por la labor de consultoría que los agentes promotores del desarrollo empresarial popular puedan desplegar al interior de las micro unidades productivas estimulando una visión sistémica de la microempresa; y, por los rápidos resultados que los gerentes-operarios puedan percibir de la correcta utilización de reportes gerenciales específicamente diseñados para la adopción de sus decisiones diarias. Estados de Resultados mensuales computarizados que permitan analizar rentabilidades por líneas de productos y Proyecciones de Caja que permitan adecuados controles de la liquidez, por ejemplo, se convierten en instrumentos de gestión que provocan efectos perceptibles a muy corto plazo. Ello evidentemente constituye un excelente medio de formación gerencial y convence al empresario popular de la necesidad de organizarse mejor cuanto antes. Bien dice el refrán popular que quien ve ... fácilmente cree. Guayaquil, 23 de marzo de 1988

DESARROLLO MICROEMPRESARIAL Y ASESORIA PERSONALIZADA

En uno de los análisis anteriores habíamos expresado que una empresa en si misma constituye la particular manera como se integran determinados recursos humano y materiales en una organización operativa que produce bienes o servicios para la satisfacción de las necesidades del mercado. Es de lógica consecuencia, esperar entonces que a cada empresa le corresponda una específica individualidad no solamente por los diversos tipos de recursos que existen sino también por la manera como ellos son combinados. Por otra parte, la particularidad de cada una de ellas es reflejada también por su forma específica de inserción en el mercado y obviamente por la naturaleza de los bienes o servicios que pone a disposición de aquel. El mundo de las micro-realidades Necesariamente debemos concluir que más allá de la uniformidad estructural contenida en el concepto de empresa, existe un extenso mundo de realidades diversas constituido por la multiplicidad de unidades empresariales que activan en los mercados de bienes y servicios. Evidentemente existen miles de circunstancias que diferencian a empresas aparentemente similares, cuando el análisis se efectúa en relación a sus operatividades. Bastaría con listar aspectos relativos a los productos, a los precios, a los canales de distribución, a los objetivos, a la estructura financiera, al personal, al tamaño, etc. Para comprender la extensa gama de posibilidades de combinaciones que se producen y que configuran cada específica situación. Una empresa podría estar en mejores condiciones que otra para optar, por ejemplo, por una estrategia de crecimiento intensivo fundamentada en el desarrollo del producto. Quizás una de ellas si tenga la posibilidad de acceder a mercados nuevos y otra no. Tal vez a la segunda, que ha logrado crear nuevos e interesantes productos para sus mercados actuales, le corresponda una estrategia de desarrollo del mercado. Un mismo tipo de producto servicio puede ser comercializado buscando acceder a un segmento de mercado de naturaleza diferente. Los productores de trajes, por ejemplo, conocen perfectamente que no constituye la misma situación producir teniendo como objetivo penetrar en el mercado de los jóvenes que si la meta es acceder al segmento de personas mayores. Si tomáramos la estructura financiera como parámetro de referencia, fácilmente podríamos colegir que incluso en la distribución de esos recursos existe una amplia gama de posibilidades de diferenciación. Una empresa puede ser más rentable que otra y sin embargo podría tener problemas de liquidez que la otra no tiene. La destinación de ingentes sumas para la obtención de maquinarias y equipos o de cualquier otro tipo de activos fijos podría ser la solución para una empresa con capacidad instalada insuficiente, pero para otra podría significar un golpe mortal

por el sobredimensionamiento de la capacidad de producción frente a la realidad de un mercado constreñido, por ejemplo. La obtención de nuevos préstamos en algunos casos otorgaría la posibilidad de expansionar la empresa sin mayores riesgos, en otros la afectación de la relación activo /pasivo podría modificar sustancialmente la estructura patrimonial de la unidad. Las “recetas” empresariales no funcionan Por todo ello la pretensión de establecer modelos matriciales o formulaciones teóricas preestablecidas para la resolución de los problemas empresariales no constituye otra cosa que un vano intento por estandarizar las respuestas. No existe un sustituto eficaz para la decisión que le corresponde adoptar a cada gerente de empresa frente a su específica situación. Es así que, si el propósito es lograr una mejor gestión empresarial, la respuesta adecuada está en la mayor capacidad que pueda adquirir el gerente para analizar las variables que inciden en el desarrollo de su empresa y obviamente para la adopción de la apropiada decisión. Absurdo sería que, con el propósito de incrementar determinado sector productivo se pretendiera, por ejemplo, establecer recetas empresariales que supuestamente permitirían a todas las unidades de dicho sector mejorar por igual su posición relativa en el mercado, y que al gerente de cada empresa solamente se le reserve un rol ejecutor no deliberante de la planificación prevista. Formación gerencial individualizada para la empresa informal La formación gerencial individualizada es entonces inherente a la naturaleza diferenciada de cada empresa, muy especialmente si se prevé que la función gerencial estará por mucho tiempo ejercida por quien es el propietario de la empresa, tal cual ocurre casi sin excepciones en el caso de la unidad productiva informal. La unidad productiva informal es una empresa en la plenitud del concepto y se enfrenta a problemas similares a los de la empresa moderna, los cuales no por similares dejan de ser diferenciados. Estas unidades productivas informales en el transcurso de sus cotidianas labores se ven forzadas a adoptar decisiones que requieren la capacidad de una formulación rápida, flexible e imaginativa. No por ello estas decisiones deben estar alejadas de un plan general de operaciones para el logro de los objetivos previstos para el largo plazo, que es una de las grandes debilidades de la microempresa informal. La capacitación del responsable de la conducción de la empresa informal debe ser dirigida, en consecuencia, a dotarlo de instrumentos conceptuales que le faciliten la toma de decisiones en el contexto que hemos señalado.

Por todo ello, cualquier programa creado para mejorar las condiciones del desarrollo micro empresarial no puede ser orientado masivamente en base a procedimientos capacitadores estándares, ya que de ese modo se desconocerían las particularidades de cada microempresa y lo que sería más grave, se colocaría en permanente situación de dependencia a los “beneficiarios” de los programas frente a los formuladores teóricos de las “recetas” de crecimiento. El incremento de la Fundaciones Privadas es necesario Si se busca un efecto masivo, éste debería estar fundamentado en programas que prevean el incremento de las entidades privadas de desarrollo en nuestro país – que son las que podrían aportar una perspectiva empresarial- para que cada una de ellas pueda garantizar la capacitación en profundidad de un limitado número de gerentes micro empresariales, mediante un proceso de asesoría empresarial personalizada. En no pocas oportunidades se ha podido comprobar la inutilidad e intrascendencia de programas capacitadores masivos que lo único que logran es entusiasmar a los observadores por las gigantescas cifras manejadas: más de cuarenta mil capacitados en el año... Ciento cincuenta mil personas capacitadas en tal o cual período... Y cuando se reflexiona sobre ello no se puede menos que preguntar si el objetivo real fue capacitar o proyectar simplemente de modo masivo la imagen de quienes tienen la responsabilidad de la conducción de los programas. Deberían ser estimulados programas de capacitación que orienten al empresario informal en la comprensión de todas la variables involucradas en la toma de decisiones empresariales. Esos mismos programas tendrían que estar concebidos de tal modo que no establezcan dependencia del empresario frente a su instructor, el cual debe conservar su calidad de guía y no tratar de suplantar la responsabilidad que le corresponde a la gerencia micro empresarial. Solamente así se podría garantizar que en el futuro el empresario popular será capaz de desenvolverse sin limitaciones en el competitivo mundo del mercado. Solamente así, crecerán las microempresas desde el interior de sí mismas y sus proyectos de desarrollo fructificarán. No debemos olvidar que un proceso de motivación siempre significa que existe frente a quien motiva un “sujeto” que debe “prender su motor interno” y al actuar de otro modo no existiría realmente motivación sino autoritarismo y violencia frente a las conciencias, por otra parte, sin ningún efecto duradero y positivo. Los programas de capacitación gerencial para la microempresa deben en consecuencia constituir un esfuerzo educativo serio que respete la individualidad y por tanto la identidad específica de cada microempresa y de su gente. Guayaquil, 12 de mayo de 1988

CAPITULO 6 LAS ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES Y EL DESARROLLO POPULAR “Cuanto más cerca de la base trabaja una ONG, más sospechosa se torna para los poderosos y le es por tanto más difícil consolidarse en su entorno político y económico... Fundamentalmente distinta, está firmemente enraizada en la base y concibe al ser humano y a la cultura como una unidad. Se opone a las recetas tecnocráticas para la solución de los problemas. Está conciente de los riesgos y las deficiencias de la política de desarrollo tradicional, que contribuye a profundizar las dependencias y ha llegado a la conclusión que sólo los propios afectados pueden encontrar la solución a sus problemas. No trata de “instruir” a la población sino de poner a su disposición los medios para que transite su propio camino de desarrollo. En mi opinión, sólo este tipo de ONG puede sacar tanto a los dadores como a los destinatarios del callejón sin salida en que se encuentra actualmente la política de desarrollo” Majid Rahnema

ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES Impulsoras del desarrollo

Recorriendo la Universidad de la Vida Siete jóvenes recién graduados de las diversas Universidades de nuestra ciudad bajaron del vehículo que los transportó a una de las concurridas calles de nuestros tradicionales sectores populares. Rápidamente se dirigieron hacia sus rumbos prefijados en la hoja de ruta, iniciando así su tarea cotidiana de tocar puertas, informar sobre el programa, inscribir interesados, levantar datos del desenvolvimiento de las pequeñas unidades productivas, sus recursos humanos y materiales, su inserción en el mercado, sus proyecciones, sus logros y limitaciones, su pasado, su presente y su futuro. Cuatro horas más tarde se reunieron en el punto convenido, un par de bromas, una queja por los cinco minutos de retraso del vehículo que volvía a recogerlos y el retorno bullicioso al “cuartel general” de la institución para ajustar la información. En el transcurso de su tarea habían iniciado amistades nuevas, descubierto realidades, duras y decepcionantes algunas, positivas y estimulantes otras. Drucker, Taylor, Keynes, Kotler y otros tantos autores de reconocida trascendencia en el mundo macro y micro económico moderno parecían un tanto superficiales frente a esas realidades, tal vez porque aquellos maestros no habían tenido la oportunidad como estos jóvenes de caminar por los suburbios guayaquileños cuando escribieron sus conocidas obras. Desmitificando Los mitos tradicionales –auspiciados muchas veces por pretendidos cientistassobre supuestas vagancias, baja productividad y predisposición a la delincuencia caían en mil pedazos, retorcidos por la laboriosidad, retornos ágiles de las inversiones realizadas y cariñosa acogida de la gente de los innumerables talleres populares visitados. Las jóvenes del grupo, simpáticas por cierto, jamás fueron irrespetadas. Ninguno de ellos –hombres y mujeres- fue asaltado o injuriado. Es que había una natural percepción entre la gente de nuestro pueblo sobre la naturaleza de la tarea que los jóvenes promotores empresariales desarrollan para favorecer el crecimiento de sus micro unidades productivas. No se trataba de políticos que solamente recorren las calles populares en tiempo de campaña, ni de persistentes “religiosos” vendiendo el cielo del mañana en un más allá que parece tan distante. Son solamente jóvenes universitarios de nuestro pueblo pertenecientes a una organización privada no gubernamental que proponen en lenguaje sencillo, honesto, soluciones prácticas para enfrentar las limitaciones y para prosperar en base al propio esfuerzo. No tratan de regalar nada pues son respetuosos de la dignidad popular que se rebela ante la dádiva sin contraprestación que los categoriza como marginados e incapaces; sin embargo están dispuestos a orientar a los empresarios populares en la puesta a punto de un inventario, un estado de ganancias y pérdidas o a analizar conjuntamente la mejor alternativa de un proyecto de inversión, o cualquier otra actividad que los impulse al crecimiento empresarial. Hasta pueden gestionarles un crédito para capital de trabajo concedido por su propia organización o un crédito de mayor monto en uno de los Bancos de la localidad incluidos en el programa, y con ello ayudarles a escapar de los terribles “chulqueros”

Impulsando el desarrollo empresarial Cursos de capacitación en gestión empresarial; consultoría para el desarrollo de las unidades productivas –efectuadas periódicamente en el lugar mismo de la microempresa-; sesiones de trabajo para preparar proyectos de inversión; redescubrimiento de su condición de empresarios populares, de la importancia del manejo responsable de los compromisos que adquieren con sus clientes en cuanto a materiales empleados, a tiempos de entrega, a la calidad de la obra; el rol de trascendencia que cumplen en la vida económica naciona, son solamente unos de los tantos aspectos que este tipo de organizaciones no gubernamentales y los miembros de su personal cubren en sus programas y en sus diarias actividades. Por ello es que la tarea que realizan constituye un formidable impulso al desarrollo nacional. Despolitizando y desestatizando la temática Debe destacarse sin embargo que es imprescindible mantener a estas organizaciones alejadas de la influencia política partidista que puede desnaturalizar su tarea y pretender instrumentalizar sus acciones incluso a favor de banderías o ideologías foráneas. La intervención estatal tan proclive a concentrar poderes y actividades de control más que de estímulo constituyen barreras a la acción promotora de desarrollo ejecutada por las organizaciones no gubernamentales. Para nadie es extraño – especialmente cuando se trata de acciones a ejecutarse en la Región Litoral- que inclusive si el funcionariado estatal actúa de buena fe, sus intervenciones constituyen dilatorias que impiden el avance de las actividades programadas. Por ello, pese a la relativa facilidad con la que podrían obtenerse recursos provenientes del sector público es preferible que estas organizaciones promuevan acciones con criterio de búsqueda de la autosuficiencia financiera, que al fin y al cabo “no se puede dar aquello que no se tiene” y la manera adecuada de predicar es con el ejemplo, y de lo que se trata es de apoyar actividades productivas con criterio empresarial, es decir, de rentabilidad, de eficiencia, de libre competencia, de agilidad en la toma de decisiones... y esas son características típicas del sector privado. La economía informal es un tema muy serio para entregarlo en manos del Estado y de los profesionales de la política. Y una forma de hacerlo es cediendo espacios por una actitud indolente o quemeimportista en torno a la temática. Es destacable por ello, la cada vez mayor disposición de los sectores empresariales privados, entidades bancarias y financieras en general para emprender en la conformación de organizaciones no gubernamentales de este tipo o para apoyar programas ya existentes. Debemos estar conscientes de que es en el sector informal de la economía donde se concentran grandes potencialidades para el desarrollo de nuestro país y donde están en juego los más grandes valores de nuestro país: sus anhelos de libertad, justicia, superación por el propio esfuerzo y paz social.

Guayaquil, 25 de noviembre de 1987

FUNDACION GUAYAQUIL UNA INSTITUCIÓN AL SERVICIO DEL PUEBLO

En el principio... Las alternativas eran plenamente diferenciadas. Había que optar entre un enfoque concentrador muy propio de ideologías que reservan para el Estado el rol de protagonista principal del desarrollo o adoptar un mecanismo coherente con enfoques desconcentradores que estimulan la gestión de los sectores privados como única y verdadera manera de crear una democracia participativa. La decisión fue tomada. El 12 de abril de 1985 nacía la nueva institución creada con el impulso gubernamental que ratificaba de este modo su fe en las bondades de la vía empresarial como eficaz instrumento de desarrollo de los pueblos. La entidad había sido creada como persona jurídica sin fines de lucro, autónoma, sujeta a las regulaciones de sus propios organismos internos y a las leyes del país. Su nombre, “Fundación Guayaquil”, libérrima e independiente como la ciudad misma y, con la misma vocación de servicio de “Guayaquil por la Patria”. Su gran objetivo fue establecido: lograr el desarrollo empresarial del sector informal. Para ello, debía actuar con enfoques empresariales precisamente en el interior de su propia operatividad, pues... ¿De qué otro modo se podrían trasmitir tales conceptos como no fuere con el ejemplo mismo? Tendría que propiciar una toma de conciencia nacional sobre las realidades y magnitudes de la informalidad económica, por tanto sus acciones serían de corte eminentemente técnico y alejadas de todo tipo de partidismo político. Tendría que trabajar profesionalmente, pero no sólo profesionalmente, pues sus acciones, además, debían ser motivadas por la más profunda mística de servicio a los sectores populares. Tendría que convencer a los sectores privados “modernos” del país de la necesidad de involucrarse en la temática y asumir la responsabilidad que le compete cuando el Estado se auto limita, para que entidades similares, no gubernamentales, sin fines de lucro, surgieran en las diversas ciudades del país, producto de esa toma de conciencia. Pero, lo que es aún de mayor trascendencia, el pueblo empresario debía entender a la entidad como una organización privada que había sido creada para brindarle el impulso necesario para que sus esfuerzos de superación personal obtengan prontamente frutos positivos. Y la tarea comenzó... Han transcurrido casi tres años desde entonces y son miles de personas de nuestro pueblo las que han recibido directa o indirectamente los beneficios de sus programas. Un proceso educativo integral Más de diez mil pequeños negocios de nuestros barrios populares han sido visitados por los promotores empresariales de la Fundación en acciones de levantamiento orientadas a captar potencialidades de desarrollo en la interioridad de esas unidades productivas informales. El acercamiento mismo constituye ya un elemento educativo que respeta en último término la voluntad del empresario popular de aceptar o rechazar la inscripción en el programa. En todo caso siempre experimenta la ruptura

conceptual que le significa reconocerse a sí mismo como un empresario popular que contribuye con su esfuerzo al progreso del país. Quien expresa su voluntad de inscribirse inicia de inmediato un proceso educativo integral que le permite: estructurar sus estados financieros, conocer la realidad de su empresa, recibir conocimientos instrumentales elementales para la gestión empresarial mediante cursos realizados en los locales de la Fundación , contar con asesoría especial e individualizada en el propio negocio, acceder a una línea de crédito para capital de trabajo, adaptarse a una situación de administración disciplinada del crédito obtenido, y, posteriormente optar por una línea de crédito de monto mayor –para transformaciones estructurales de la microempresarespaldada por un proyecto de inversión debidamente formulado con la colaboración de profesionales de la Fundación, que además lo vincula a una de las entidades bancarias del sistema financiero nacional. Alrededor de un millar de microempresas han sido beneficiarias de este proceso, excepción hecha de la última etapa, para la cual cerca de cien de ellas se aprestan a iniciarla a partir de los próximos días. Para la aplicación total del proceso la Fundación ha elaborado un instrumental metodológico propio, que permite juicios objetivos acerca de las potencialidades de desarrollo de la microempresa analizada. Por vez primera las unidades productivas pueden conocer de modo fehaciente sus activos y pasivos empresariales, la estructura de costos de sus operaciones, sus márgenes de utilidad, sus líneas de productos rentables y aquellas que son subsidiadas, y proyectar sus flujos de efectivo pasando de una economía diaria de “bolsillo” a proyecciones de caja trimestrales. En este proceso los propietarios de esas micro industrias descubren lo que ya intuyen, que no son los “pobrecitos” marginados, sino hombres y mujeres productivos de nuestro pueblo que crean para sí y para muchos otros como ellos plazas de trabajo y riqueza para el país. Una nueva perspectiva para la “informalidad” La primera perspectiva con la que se observa las realidades de la informalidad ha llevado generalmente a estigmatizarla con un enfoque ciertamente derrotista y de este modo ha sido tradicional, dentro de la novedad de la temática, insistir en su “problemática”. Fundación Guayaquil desde sus iniciales acciones optó por un enfoque operativo antes que por fijar juicios conceptuales que luego tuviera que defender a ultranza. Sus elaboraciones teóricas han sido siempre formuladas partiendo de observaciones efectuadas sobre la realidad de los hechos. Por ello, siempre ha puesto especial relieve en las potencialidades que ofrece el sector informal para enfrentar las tareas del desarrollo, ya que a través de sus investigaciones ha logrado establecer la trascendencia de los innumerables aportes del sector a la vida nacional. Esto en gran medida ha motivado que decenas de estudiantes y egresados de diversas universidades del país concurran a la Fundación en busca de orientación para sus investigaciones profesionales en torno a la economía informal y que algunas instituciones estructuradas para objetivos similares a los de la Fundación soliciten asesoría y acceso a las metodologías empleadas por ella.

La búsqueda de mecanismos multiplicadores de una justa valoración de la economía informal han estimulado diversas acciones de la Fundación. Por ejemplo, que organice o tenga participación en eventos académicos sobre la materia como el Seminario Internacional sobre el Sector Informal y el apoyo a la Microempresa y el Seminario Internacional de Economía Informal, realizados con el auspicio académico de las Universidades Católicas de Guayaquil y Quito, respectivamente. La edición y publicación del libro “Microempresa, Presente y Futuro” de amplia difusión nacional e internacional; el lanzamiento de un mensaje testimonial discográfico expresado en un sencillo de 45 r.p.m., conteniendo las dos canciones-testimonios de las realidades, esperanzas y necesidades de los sectores empresariales populares “Chulqueros, ya no...” y “Somos empresarios” de amplia acogida en los barrios populares, constituyen clara reafirmación de esta actitud institucional. Un periódico del pueblo, para el pueblo y por el pueblo Recientemente la Fundación inició la publicación del periódico mensual “Empresarios”, el mismo que destaca de modo permanente situaciones, sentimientos, comentarios, desarrollos tecnológicos y en general, variados aspectos relacionados directamente con el mundo de la “informalidad”, constituyéndose en un excelente medio de expresión del empresariado popular de nuestro país. El primer número de este medio de comunicación fue lanzado a mediados de febrero. El segundo número circulará en los próximos días. Funcionalidad y dinamia para la acción Se podría pensar que las acciones de Fundación Guayaquil está fundamentadas en el respaldo de una estructura institucional de gran volumen, sin embargo sucede todo lo contrario, puesto que la dinamia demostrada responde a la existencia de una estructura ligera, multidisciplinaria y multifuncional, constituida por algo más de veinte personas, casi todos con formación profesional en áreas macro y micro económicas, psicológicas, jurídicas y filosóficas, amalgamadas en un solo propósito de servicio al pueblo. Aún cuando la institución otorga singular valor a su “Manual de Políticas y Procedimientos”, cabe destacar que éste es formulado con la participación de los departamentos operacionales involucrados, por lo cual la capacidad de flexibilizar las respuestas frente a lo inesperado no es adormecida por el burocratismo que en muchas oportunidades ha restado eficacia a los organismos promotores del desarrollo. La Fundación ocupa dos locales convenientemente situados en el Barrio Orellana de nuestra ciudad, punto geográfico apropiado para la atención administrativa de sus programas y para la realización de los cursos de gestión empresarial básica; sin embargo el fuerte del trabajo institucional es realizado en las propias microempresas y en los barrios populares donde está ubicadas, muy especialmente en las parroquias Febres Cordero, Urdaneta, Letamendi y García Moreno que concentran a gran cantidad de micro productores “informales” de bienes y servicios.

Cooperación Internacional En la actualidad los programas de la Fundación están impulsados por convenios celebrados el año pasado con dos prestigiosas instituciones internacionales, el Banco Interamericano de Desarrollo, BID y la Fundación Interamericana, IAF. El BID le ha otorgado un crédito para la concesión de préstamos para capital de trabajo y para la adquisición de activos indispensables para el incremento de la producción popular. Un aporte no reembolsable le fue concedido también para optimizar algunos aspectos institucionales y efectuar algunas investigaciones sobre el sector. La IAF complementa el financiamiento de los programas cubriendo mediante aportes no reembolsables los costos de capacitación de los empresarios durante los próximos dos años. Computadoras para el pueblo y el desafío tecnológico De modo reiterado la Fundación ha insistido en la necesidad de poner atención a las potencialidades del sector informal para insertarse en acciones de avanzada hacia el desarrollo tecnológico nacional como única garantía de competir con éxito en un futuro signado por transformaciones profundas. Ha tratado por ello de redescubrir las peculiaridades de la “tecnología popular”, ha estimulado a los “inventores” populares y trata de aplicar programas que liberen la imaginación colectiva popular y acerque al pueblo a la denominada tecnología “de punta” o a los procesos de informatización de la sociedad. En esta perspectiva se inscribe el esfuerzo institucional constituido por su programa “Computadoras para el pueblo”, el mismo que pondrá a disposición de sus beneficiarios un mecanismo gratuito de otorgamiento de servicios contables computarizados que permitirá a los empresarios dejar de lado las tediosas actividades de los registros contables y retomar con mayor dedicación su doble tarea de productores y gerentes de sus unidades productivas. El programa iniciará la inscripción desde el mes de abril y se aplicará desde principios de mayo del presente año. A manera de corolario “De buenas intenciones está pavimentada la antesala del Infierno” sentencia el refrán popular, y la mencionada antesala es el lugar donde todavía reposan muchos enunciados que no fueron cumplidos porque sólo eran eso ... enunciados. El de Fundación Guayaquil es sin embargo un caso de propósitos que si se cumplen, porque sus objetivos son claros y sus programas concretos; porque la gente que los ejecuta cree en ellos; porque responden a esperanzas y esfuerzos que vibran en el alma del pueblo; y, porque entre ejecutores y pueblo existe una íntima relación que convierte al pueblo en Institución y a la Institución en pueblo. Guayaquil, 10 de marzo de 1988

LA PRIMERA CONFERENCIA MUNDIAL DE APOYO A LA MICROEMPRESA La gran inversión en los pobres

se ha iniciado Objetivos y propósitos Por iniciativa de 21 prestigiosas agencias promocionales del desarrollo, quienes establecieron un Comité Especial para la organización del evento constituido por las tres entidades con sede en Washington D.C.: El Banco Interamericano de Desarrollo, BID, el Banco Mundial y la Agencia Norteamericana para el Desarrollo, USAID, durante cuatro días se llevaría a efecto una Primera Conferencia Mundial de Apoyo a la Microempresa con objetivos previsibles de gran alcance como los señalados en la agenda respectiva: 1. Obtener una perspectiva mundial del sector micro-empresarial, y comprender sus problemas y necesidades de asistencia; 2. Evaluar el impacto de las políticas gubernamentales y de las regulaciones en orden a determinar su beneficio o perjuicio para el desarrollo del sector micro-empresarial; 3. Revisar las experiencias de las varias organizaciones que desarrollan actividades en el sector a fin de determinar las metodologías apropiadas para un enfoque de desarrollo correcto; 4. Generar un intercambio de ideas entre los participantes en el propósito de determinar el rol más adecuado que las agencias de desarrollo microempresarial pueden desempeñar. Este histórico evento, de importancia indiscutible para los sectores populares del mundo no desarrollado, inició sus deliberaciones el pasado seis de junio, en Washington D.C., con la participación de representaciones de Latinoamérica, Asia, África y de instituciones o sectores académicos del mundo desarrollado con relevante experiencia en el sector informal. Y así la feliz iniciativa se había convertido en realidad. Tuve el singular privilegio de ser el único ecuatoriano invitado a participar en dicha primera Conferencia, quizás en generoso reconocimiento a la tarea desarrollada como Director del equipo profesional ecuatoriano que integra Fundación Guayaquil y cuyos aportes a la temática trascienden ya nuestras fronteras o tal vez por los esfuerzos desplegados a través de esta columna para lograr desmitificar realidades populares que generalmente son mal comprendidas y estigmatizadas y por los estímulos permanentes a los sectores privados modernos para que se involucren en la tarea promotora del desarrollo empresarial del sector informal. En todo caso tales eventuales circunstancias permitieron que el nombre de Ecuador esté presente con una definida posición en un hecho histórico cuya trascendencia solamente podrá ser evaluada en toda su profundidad con el transcurso del tiempo. Las grandes tendencias Es previsible, por ejemplo, que a partir de este evento se consideren a muy corto plazo nuevas formas de estructurar la Cooperación Internacional para el Desarrollo.

No sin fundamento el H. Benjamín A. Gilman, en representación del Congreso de los Estados Unidos sostenía en su intervención que “Microempresa no es sólo la más reciente palabra de moda en la Asistencia para el Desarrollo. Es una masiva fiebre que ahora abrasa a cientos de instituciones a través del mundo. El hecho que esta Conferencia Mundial haya sido convocada es en sí mismo un testimonio de su creciente importancia… En un tiempo en que la inseguridad del mercado financiero se ha incrementado, uno de los secretos mejor guardados del Desarrollo es ahora de público conocimiento: invertir en y para los pobres es una buena política… ellos pueden constituir una de las más seguras y productivas inversiones sobre el planeta. Una vez que esto sea ampliamente comprendido, veremos miles de millones de dólares de capitales no gubernamentales, fluyendo para invertir en las naciones en desarrollo, así pues, el futuro se muestra promisorio”. Variados fueron los temas analizados durante la Conferencia, pero cabe destacar de modo indiscutido como predominante la tendencia a considerar que las organizaciones no gubernamentales locales son los agentes más eficientes en la tarea del desarrollo micro empresarial y que al Estado le corresponde más un rol de estímulo que de control. Sobre este hecho deberán ser sensibilizados los gobiernos. La integralidad de los servicios otorgados a la microempresa parecería constituir el concepto generalizado que rompe la fútil dicotomía entre el crédito y la capacitación y, más allá de lo cuantitativo –siempre importante- se apreció el tremendo valor de lo cualitativo por lo que es pertinente el análisis del contenido humano y orgánico de los proyectos de desarrollo en forma tan rigurosa como ahora se analiza su contenido económico; ello no debe impedir que se multipliquen los programas en gran escala, por lo que las ONG locales deben también multiplicarse. A pesar de sutiles enfoques unificadores, parecería que América Latina adopta claramente una respuesta empresarial en su lucha contra el subdesarrollo, en tanto que otros continentes del denominado “Tercer Mundo” optarían por un enfoque de alivio a la pobreza. Estas significativas diferencias no impiden -y por el contrario estimulan- los necesarios intercambios de las singulares experiencias aportadas por instituciones de los dos sectores. Antecedentes y expectativas Un particular interés de conocimiento relacionado con la nueva dirigencia del Banco Interamericano de Desarrollo, entidad de gran trascendencia para los programas de desarrollo en nuestro país, habría de ser satisfecho como consecuencia del evento. Había leído expresiones del Dr. Enrique Iglesias vertidas a una revista uruguaya a propósito del papel de ese pequeño país de tres millones de habitantes, en la escena internacional: “A veces ser chicos significa tener más margen de maniobra que siendo grandes… hablar de independencia en el sentido de no tener ningún grado de interconexión con el mundo es una utopía y un anacronismo. Lo que importa es trabajar la interdependencia, tener margen de maniobra como para decidir su propio destino”, y pensé que quien valora lo cualitativo por sobre lo cuantitativo en la identidad propia para su país, con suma facilidad tendría la adecuada comprensión de las verdaderas contribuciones que las microempresas informales, las Organizaciones No Gubernamentales y la Unidad de Pequeños

Proyectos aportan al desarrollo de los sectores populares latinoamericanos. Pero eso estaría por verse … Debo confesar que para quien por diversas circunstancias ha tenido la frustrante oportunidad de observar en relevantes personajes políticos y empresariales latinoamericanos absolutas inconsecuencias entre sus indiscutibles méritos académicos y su falta de comprensión de la cotidianidad, no resulta fácil admitir capacidades de liderazgo sin el beneficio de la duda. La construcción de un liderazgo Sin embargo, la circunstancia de la Conferencia y su personal invitación me otorgó la ocasión de mantener un diálogo privado de gran valor para mi propia comprensión sobre el pensamiento y el carácter de quien ahora dirige al BID, más allá de los resúmenes biográficos y de las semblanzas oficiales. Y fue realmente satisfactorio comprobar el alto grado de entendimiento que sobre las realidades populares latinoamericanas tiene el nuevo Presidente del BID y su férrea decisión de estimular todas las potencialidades del sector informal para la tarea del desarrollo destacando la participación eficiente de las ONG en la capacitación de las necesidades populares y en la búsqueda de mecanismo que le permitan la liberación de sus fuerzas creativas. Tal parece que su visión de las cosas no proviene solamente de la vertiente teórica y académica que obviamente domina, sino de un estrecho contacto vital con las realidades populares, por lo que no me extrañaría alguna vez verlo en activo diálogo con los beneficiarios de alguno de los Pequeños Proyectos de desarrollo micro empresarial en nuestro país. Creo también, como consecuencia, que los conceptos expuestos por él en la sesión inaugural de la Conferencia serán a corto plazo hechos categóricos, de correspondencia plena entre voluntad de ser y realidades logradas: El BID aspira a ser el Banco Latinoamericano del Sector Informal, esto implica apreciar verdaderamente el importante rol que el Sector Informal tiene en la Región y tomar en consideración los mayores esfuerzos que este sector puede demandar del Banco. Frente a este hecho –expresa-, la institución debe construir las nuevas iniciativas en baso a las experiencias ganadas a través de los diez años de actividades del Programa de Pequeños Proyectos. Deberá efectuar sus operaciones más estrechamente integradas con las instituciones no gubernamentales cuyo rol ha sido fundamental en la ejecución de los pequeños proyectos -estas organizaciones intermediarias son quienes han administrado los programas- que en todos los casos han financiado actividades productivas viables con buenas posibilidades de expansión porque el Banco no invierte fondos orientados a reproducir la pobreza, por ello deberá incluir estos tópicos en las discusiones políticas que el Banco debe sostener con los gobiernos de la Región … Y –continúa- Podría ser un error histórico, político y social no promover actividades que capitalizan las energías que están en la raíz de la sociedad y sobre las cuales deben ser construidas las políticas para el desarrollo futuro. Mientras el sector moderno de las economías de la Región han crecido un escaso 2% en el período 1980-1985, el sector informal urbano muestra un crecimiento anual del 6,8% durante ese mismo período. Por el no reconocimiento de su indiscutible importancia, el sector informal ha recibido relativamente limitado soporte para incrementar su productividad y su contribución a las economías

nacionales, pero los pioneros esfuerzos que han sido realizados demuestran cuanto esas pequeñas unidades productivas pueden alcanzar si se les permite acceder a lo que ellas más necesitan, capacitación y crédito. En realidad, pues, un futuro promisorio se vislumbra para el desarrollo micro empresarial latinoamericano. Guayaquil, 21 de junio de 1988

CUANDO LOS TRABAJADORES ACCEDEN AL CAPITAL SOCIAL DE SU EMPRESA: La singular historia de

Mi Desayuno y Mi Lonche Un proceso iniciado con clara intencionalidad política en el primer semestre de 1984 –por fuerza de las circunstancias no previstas en el cálculo de sus mentalizadores- fue posteriormente situado bajo la responsabilidad de ejecución de una entidad técnica, privada y sin fines de lucro, que irrumpió en la vida nacional para confirmar la eficiencia de la vía empresarial como instrumento de desarrollo de los sectores populares. Esta entidad, alejada de posiciones partidistas y de retóricas intrascendentes, con trabajo cotidiano fue sometiendo las dificultades surgidas en el desenvolvimiento del proceso, y con sus orientaciones empresariales logró que hombres y mujeres de nuestro pueblo hicieran realidad sus expectativas de ser dueños de la empresa a la que hicieron próspera. He aquí la historia... •





Durante el primer semestre de 1984, consultores nacionales e internacionales contratados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD establecieron de hecho dos unidades productivas a las que denominaron Mi Desayuno y Mi Lonche, procediendo a la contratación de los trabajadores y de los respectivos locales y a colocarse al mando de ellas. De conformidad con los compromisos adquiridos en virtud de estipulaciones contractuales de más amplitud, en julio de 1985, el PNUD transfirió a Fundación Guayaquil derechos como acreedor por un valor cercano a los nueve millones de sucres equivalente a las inversiones en activos fijos y capital de operaciones que había efectuado a través de sus consultores en las dos unidades productivas. Fundación Guayaquil recobraría ese valor como contribución del PNUD para el desarrollo de sus programas institucionales; promovería además un mecanismo que permitiera la consolidación de esas unidades y el acceso libre de sus trabajadores a la totalidad del capital social. Fundación Guayaquil con tal propósito promovió la regularización dentro del marco jurídico ecuatoriano de las dos unidades establecidas de hecho por el PNUD. Para el efecto realizaría aportaciones al capital social, recobraría el valor de la acreencia transferida sin afectar la liquidez necesaria para las operaciones normales y paulatinamente cedería sus participaciones a los trabajadores en la medida del desarrollo económico de las empresas jurídicamente regularizadas. Se inició entonces el trámite de constitución de las dos compañías, pero al determinarse que la pérdida neta de Mi Lonche -producida mientras estuvo dirigida en sus operaciones por los consultores contratados por el PNUDsuperaba los dos millones de sucres y se descapitalizaba a razón de 160.000 sucres mensuales, el proceso de constitución legal de la respectiva compañía se suspendió indefinidamente hasta que la situación económica se consolidara. La buena disposición existente en Mi Desayuno para aplicar adecuados mecanismos de gestión empresarial, permitió consolidarla e iniciar el pago de las inversiones efectuadas. Y así, en julio de 1986, se constituyó legalmente Industrial Midesayuno C. Ltda.. con un capital social de 150.000 sucres integrado por los aportes de Fundación Guayaquil y de dieciséis trabajadores de la unidad de hecho. En enero de





1987 se acordó asumir los activos y pasivos de la unidad de hecho denominada Mi Desayuno y elevar el capital social a ochocientos mil sucres quedando en tal virtud integrado el capital de Industrial Midesayuno C. Ltda. Con aportaciones por un valor de 408.000 sucres por Fundación Guayaquil y 392.000 sucres por los dieciséis trabajadores socios. Entretanto, la situación financiera y patrimonial de la unidad Mi Lonche continuó agravándose y obligó ante la precaria situación y el grave riesgo para los trabajadores de Mi Lonche de que se cerraran sus plazas de trabajo, a que en agosto de 1987, Industrial Midesayuno C. Ltda.. adquiriera los activos e incorporara luego al personal que laboraba en mi Lonche al rol regular de sus trabajadores e iniciara una nueva gestión productiva, integrando así bajo el soporte legal de Industrial Midesayuno C. Ltda.. a las dos unidades productivas. En julio de 1988, Industrial Midesayuno C. Ltda.. terminó de pagar su deuda a Fundación Guayaquil. Además en el lapso de un año la situación económica de Mi Lonche como parte de las operaciones productivas de Industrial Midesayuno C. Ltda.., había demostrado una apreciable recuperación. Todo esto hacía posible ejecutar la transferencia del resto del capital social de Industrial Midesayuno C.Ltda. a sus trabajadores. Fundación Guayaquil convocó entonces a una reunión que se llevó a cabo el 16 de agosto de 1988 con todos los trabajadores. En la reunión se nalaizaron diversos planteamientos hasta concluir en la conveniencia de que la transferencia se hiciera en concordancia con los siguientes principios:

a. Industrial Midesayuno C. Ltda.., pagaría a Fundación Guayaquil el valor nominal de las participaciones a transferirse. El valor pagado se registraría en la contabilidad de Industrial Midesayuno C.Ltda.. como un valor por liquidar a cargo de las utilidades de los trabajadores adquirentes de las participaciones y a prorrata de sus adquisiciones; b. El criterio utilizado para fijar el monto de las participaciones que se transferiría a cada uno de los trabajadores adquirentes sería la proporcionalidad en función de la fecha de ingreso real como trabajador a una de las unidades productivas, su tiempo de servicio y que estuviera trabajando en la actualidad; c. Una vez resuelta y ejecutada la transferencia de participaciones, debido a que el número de las personas que integrarían el capital social excedería el máximo permitido por la ley para compañías de responsabilidad limitada, Industrial Midesayuno C. Ltda. se transformaría en compañía anónima. Con esos antecedentes, el 20 de septiembre se adoptaron las siguientes resoluciones: •

Se reconoció que el valor real de las participaciones que Fundación Guayaquil transfería era aproximadamente 10 veces superior al valor nominal por lo que la transferencia se efectuó en el entendimiento de que constituyó un acto sin propósito de lucro, ejecutado en el contexto de sus actividades promotoras del desarrollo empresarial de los sectores populares de Guayaquil.



Se reconoció que las unidades productivas que integran Industrial Midesayuno C. Ltda. constituyen en la actualidad operaciones económicas de alta rentabilidad anual, lo que permitió que con las utilidades producidas los trabajadores adquieran sus participaciones en el capital social y que tengan capacidad para emprender en nuevas etapas de crecimiento y, consecuentemente, para generar nuevas oportunidades de empleo en un próximo futuro. Se transfirió la propiedad de una compañía con un patrimonio cercano a 10 millones de sucres y cuyas ventas anuales superan los 45 millones de sucres.







Se reconoció que la transferencia del capital social se efectuaba por parte de Fundación Guayaquil con especial responsabilidad y cuidado, precautelando los principios de equidad, respeto a la libre determinación de las personas y las expectativas de los trabajadores que fueron convocados al proyecto desde su inicio en el primer semestre de 1984, esto es, incluso antes de la existencia de Fundación Guayaquil. Se reconoció que a partir de la transferencia que se efectuaba los derechos sobre las unidades productivas Mi Desayuno y Mi Lonche, integradas bajo la razón social de Industrial Midesayuno C. Ltda.., o cualquiera otra forma de asociación que se estableciere o reconociere, quedaban estructurados de conformidad con los principios fijados por los propios trabajadores, sobre un capital social de ochocientos mil sucres, beneficiando así a treinta y tres trabajadores con participaciones cuyos montos fluctúan entre tres mil y cincuenta mil sucres. Se reconoció que con la transferencia efectuada quedaba extinguida cualquier relación con efectos jurídicos que hubiere podido existir entre Fundación Guayaquil y las unidades productivas Mi Desayuno o Mi Lonche y con Industrial Midesayuno C .Ltda.. o con cualquiera de sus trabajadores.

Para constancia, una declaración conteniendo los antecedentes y las resoluciones adoptadas -que fue elevada a escritura pública- emitida “en perfecto conocimiento de los antecedentes y consecuencias de lo expresado, en pleno uso de la capacidad de libre determinación y con la satisfacción de haber contribuido con esfuerzos cotidianos a que se realice totalmente el propósito previsto de que quienes trabajan en la unidades productivas Mi Desayuno y Mi Lonche tengan la oportunidad de acceder a la propiedad total de su capital social”, fue firmada por quien representa a Fundación Guayaquil, y por los hombres y mujeres de nuestro pueblo, que fueron los actores de esta historia de propósitos cumplidos. Guayaquil, 27 de septiembre de 1988

SOLIDARIDAD NACIONAL PARA EL EMPLEO

INTRODUCCIÓN Para evitar equívocos comenzaré diciendo que una noción relativa al “desempleo” que lo conciba simplemente como un preocupante problema social, por su significación cuantitativa expresada en términos porcentuales de la PEA, resultaría insuficiente y evidenciaría que no incorpora a sí misma aspectos cualitativos muy significativos de la realidad social actual. Tratar de englobar bajo un membrete único denominado “desempleo” , situaciones sociales provocadas por distintas causas, puede equivocar la perspectiva y conducir a gravísimos errores como querer remediar una infección con un antibiótico de amplio espectro, sin determinar de que infección se trata, en qué órgano está ella localizada, y que clase de reacciones alérgicas pueden afectar al doliente, o quizás como el confundir las manifestaciones de la existencia de un embrión humano con la presencia de un tumor maligno al cual habría que extirpar. Las fuentes productoras del “desempleo” son variadas, algunas tienen carácter coyuntural y una es estructural -la más importante por cierto, ya que deviene de la crisis global del sistema de economía de masas que puso en vigencia la revolución industrial- Y sin embargo, para enfrentarlo, los esfuerzos desplegados hasta ha poco por las distintas vertientes ideológicas, han sido dirigidos con visión coyunturalista y por tanto el plano estructural ha permanecido intocado volviendo infructuosos tales esfuerzos; es así que, incluso en los países desarrollados, las “soluciones” tradicionales que han sido aplicadas no han podido erradicarlo. ¿Cómo se explicaría sino qué los Estados Unidos de Norteamérica a pesar de obtener constantemente elevados niveles de crecimiento anual no han logrado desaparecer de su sociedad el desempleo? Y, ¿Por qué razón la Unión Soviética no ha podido evitar que miles y miles de sus funcionarios gubernamentales tengan que procurarse para satisfacer sus necesidades otras fuentes de ingresos complementarios, si supuestamente el pleno empleo y la sociedad de pleno bienestar era una realidad en ese país? La razón de estos hechos es evidente, existe una transformación global acelerada de los valores que han servido de fundamento a la sociedad del industrialismo. Esta transformación obviamente tiene consecuencias que ninguno de los países líderes en sus respectivos enfoques ideológicos han podido dejar de percibir, y es por ello que destacados investigadores insisten reiterativamente en la vigencia de nuevas tendencias y radicales cambios en el estilo de vida norteamericano, y probablemente es por la misma causa también que el máximo líder soviético trata desesperadamente de establecer modificaciones sustanciales en la política económica de su país. Los países desarrollados capitalistas y socialistas por tanto han iniciado ya un cambio sustancial en su economías, cambio que está orientado a establecer mecanismos de transición apropiados para el nuevo tipo de sociedad que se está construyendo. Europa, por ejemplo, no es ajena a un enorme esfuerzo orientado a lograr que un conjunto de sus industrias otrora “modernas”, innovadoras, hoy obsoletas por efecto de los cambios tecnológicos y sus aplicaciones, puedan ser

reconvertidas o re-localizadas en busca de importantes posicionamientos en el mercado internacional de productos. Claro que esto puede solucionar aspectos de sobre vivencia industrial, pero queda la duda de si dejará a mucha gente en posición de retiro forzoso porque obviamente las empresas pueden reconvertirse, pero no siempre las personas pueden hacerlo. El sudeste asiático es también un caso notorio de países de poco desarrollo que han volcado oportunamente sus miradas al futuro tratando aceleradamente de lograr una transformación importante de sus economías y de sus instituciones sociales. Debemos estar claros pues, que caminamos hacia una nueva forma de sociedad y, consecuentemente, de economía -y no me refiero a los cambios efectuados en los últimos meses que después de todo están inmersos en los mismos paradigmas y en la misma pretensión de lograr una economía de equilibrio que ha venido sustentando la política económica ecuatoriana desde que recuerdo-, por lo cual cuando me refiero a una fuente estructural del desempleo lo hago en referencia a aspectos cualitativos producidos a nivel mundial que dicen relación, por ejemplo, con el vacío que dejará la necesaria eliminación de aquellas unidades productivas anacrónicas e incapaces de competir con éxito en el mercado internacional re-estructurado, y que no podrán definitivamente ser reconvertidas. Me refiero en general a un problema que está más allá del número de empleos y que está íntimamente relacionado con la clase de empleos que tendrá vigencia en un muy próximo futuro. La creación de plazas de trabajo al más puro estilo burocrático, es decir, pagando por no hacer nada productivo, o aquella que se aguarda esperanzadoramente ante la expectativa del crecimiento económico que nunca llega, no terminará jamás con la existencia de personas desempleadas –en la connotación que se otorga al término, esto es, relación de dependencia formal, pagada dentro del sector económico de intercambio de bienes o servicios- pues tal creación no enfrenta varias situaciones de fondo como el des-encuadre de las actuales habilidades y actitudes, que fueron propiciadas en los individuos por los valores puestos en vigencia por la sociedad que está feneciendo, con los requerimientos de esta nueva sociedad cada vez más fragmentada y que por ello exige condiciones especiales en los individuos para lograr la necesaria cohesión del medio social, que demanda además altos niveles de iniciativa y creatividad, de flexibilidad y capacidad de adaptación, y que cada vez en mayor grado estimula la tendencia a ejecutar actividades productivas fuera del sector de intercambio. Por todo esto es fundamental que los programas orientados a enfrentar el desempleo en sus variadas formas, sean concebidos con perspectiva de largo plazo más que como paliativos para enfrentar la dureza de la crisis, que al fin y al cabo los paliativos normalmente terminan por consolidar aquello que tratan de solucionar. La informalidad no es solamente un fenómeno económico y social de magnitudes sumamente elevadas y crecientes que puede tornar ineficiente cualquier esfuerzo dirigido a evitarlo; es fundamentalmente una fuerza popular emergente que no debe ser combatida sino canalizada y reconvertida en un eficaz instrumento de la sociedad toda, en su lucha por lograr un desarrollo humanizado.

En consecuencia cualquier programa de generación de empleo debería ser prioritariamente dirigido a estimular las potencialidades del sector informal para que, contribuyendo de modo relativo a reducir la complicación coyuntural, ponga énfasis principalmente en las ventajas comparativas del sector, esto es, su iniciativa y creatividad, su actitud competitiva, sus condiciones de flexibilidad y posibilidades de reconversión, su des apego a la conservación de grandes recursos infraestructurales que no posee. Esto permitirá tender un puente que sirva de atajo hacia el desarrollo y que posibilite alcanzar al fin a aquellos países que nos han aventajado ya en el camino hacia una nueva sociedad. Es evidente que la transferencia de recursos hacia el sector informal es una necesidad en nuestro país, pero realizada en términos de una inversión nacional productiva económica y social cuyos réditos deberán ser buscados no en las urnas electorales para el beneficio de tal o cual corriente partidista, sino en el futuro y para beneficio de las nuevas generaciones de ecuatorianos. PRINCIPIOS GENERALES Y CONSIDERANDOS Lo expuesto me impulsa a presentar a la opinión pública una propuesta de Ley de Solidaridad Nacional para el Empleo, estructurada en dicho contexto y que por consecuencia cumple con ciertos principios generales y toma en cuenta considerandos que ahora señalo: •



La transferencia de recursos canalizada hacia un Fondo de Solidaridad Nacional para el Empleo debe provenir de los sectores productivos mayormente protegidos (empleadores y trabajadores del sector “formal”) ya que solamente así se tratará de una verdadera inversión nacional y no de un aporte estatal que incrementaría el déficit fiscal y que luego tendría que ser financiado generalizadamente por los particulares por cualquiera de las vías que incrementan el costo de la vida y afectan por razones obvias con mayor incidencia a los sectores populares. Aportes de organizaciones internacionales de desarrollo se añadirían al Fondo apoyando la transferencia nacional de recursos pero se garantizaría, por ser solamente complementaria en este caso, que tal cooperación internacional, no “orientará” tal o cual tipo de “desarrollo” para el país. Las unidades productivas informales, por la casi total ausencia de endeudamiento que revela el análisis de sus estructuras financieras, están en condiciones apropiadas para iniciar procesos de expansión. Estos procesos demandarán la generación de nuevas plazas de empleo contribuyendo de modo inmediato a aliviar aspectos críticos del desempleo, muy especialmente si el Fondo creado estimula tales contrataciones compartiendo costos fijos del incremento de modo inicial hasta que la nueva contratación se torne productiva; consecuentemente, habría que establecer programas de estímulo para nuevas contrataciones dentro de esta perspectiva. Las principales limitantes para la expansión están determinadas, sin embargo, por la necesidad de garantizar nuevos mercados estables y suficientes para colocar la nueva producción lograda por el proceso de expansión; además del incremento del capital de trabajo indispensable para el impulso inicial; y, del mejoramiento de la capacidad de gestión empresarial.











La búsqueda de nuevos mercados debería ser realizada fundamentalmente en los sectores internacionales de intercambio de los productos y servicios, y solamente de modo subsidiario en el mercado interno, cuya capacidad de compra está deprimida. De este modo se promovería no solamente la consecución de las divisas tan necesarias para el país, sino que se consolidaría una visión internacional de los procesos económicos entre los sectores productivos populares y se propiciaría que en el país se abandone una mentalidad de “compradores” para adoptar la de “vendedores”, actitud notoriamente positiva, con cuyos réditos se podría construir una sociedad más solidaria. Sería por tanto de gran importancia la ejecución de programas específicos para el fomento de las exportaciones del sector informal. El desarrollo empresarial integrado de las unidades productivas informales tendría que ser promovido dejando de lado enfoques parciales que ponen énfasis, ora en la capacitación en gestión, ora en el crédito o en la estructura tecnológica, pero que no perciben que el desarrollo de una unidad productiva no puede ser dado por parcialidades, sino que está constituido por todo el conjunto de variables, entre las que destaca nítidamente la necesidad de una vivencia efectiva de una verdadera cultura empresarial. Por ello los programas de desarrollo empresarial deberían integrar todos estos componentes en un proceso educativo y productivo y despojarse de cualquier enfoque asistencial que solamente tendría impactos negativos en las normas de conducta popular y en la propia economía. Estimular el acercamiento de nuestros sectores populares a las nuevas y modernas tecnologías es imprescindible si se trata de trabajar con una perspectiva de futuro, muy especialmente cuando éste se encuentra ya a la vuelta de la esquina. Una capacitación mínima de los productores informales en el uso y aplicaciones de los procesos computarizados para el control de la gestión administrativa y de la producción es fundamental si se quiere realmente democratizar la vía empresarial y no continuar poblando las calles con ambulantes y subsistentes y si, además, tal objetivo se desea lograr con abaratamiento de los costos y se busca tender un puente, entre la macro y micro economías con la ciencia y la tecnología, que nos permita competir con algún grado de éxito en el mercado internacional. La investigación de los valores, actitudes y comportamientos de nuestros sectores populares empresariales debe continuar e incrementarse de tal modo que se perfeccionen metodologías de apoyo al sector informal sobre bases ciertas y no sobre hipótesis teóricas que comúnmente son formuladas desde los escritorios y sin contacto con las realidades populares. Dadas las condiciones actuales de nuestra institucionalidad política, tendría que corresponder a la función ejecutiva del Estado la administración global de los programas, sin embargo su ejecución, para que se efectúe dentro de un marco de eficiencia y alejado de ulteriores intereses políticos, debería ser canalizada vía organizaciones privadas no gubernamentales, sin fines de lucro, que actúen con claros y definidos conceptos de rentabilidad empresarial y social.

ESQUEMA OPERATIVO DEL FONDO Los principios y considerandos generales expresados anteriormente configuran lo que podría ser la base para el establecimiento de un Fondo de Solidaridad Nacional para el Empleo cuyo esquema operativo es como sigue: Constitución del Fondo: Mediante Ley se dispondría la creación de un Fondo Nacional de Solidaridad para el Empleo, cuya integración se haría en base a los aportes mensuales que por un período de cinco años consecutivos efectuarían: a. Los trabajadores públicos o privados afiliados al IESS, en un monto equivalente al 1,5% del salario mínimo establecido por Ley para la categoría de trabajadores en general; y, b. Los empleadores públicos o privados, en un monto equivalente al 1,5% del salario mínimo establecido por Ley para la categoría de trabajadores en general, por cada uno de los trabajadores de su nómina afiliados al IESS. Los aportes, dado su escaso monto individual, no afectarían de modo sustancial a las economía personales, pero de modo global generarían la constitución de un Fondo acumulado de contribuciones por un valor cercano a los 50.000 millones de sucres en los cinco años, es decir, aproximadamente 10.000 millones anuales, tomando en consideración que los aportantes serían algo más de 1.200.000 asalariados públicos y privados y sus respectivos empleadores. Programas que financiaría: El Fondo financiaría los siguientes programas en las proporciones anotadas: A. Para estimular nuevas contrataciones para puestos de trabajo permanentes en el sector informal, 40% B. Para programas de desarrollo empresarial del sector informal, 20% C. Para programas de estímulo a las exportaciones del sector informal, con especial énfasis en sectores no tradicionales, 20% D. Para programas de difusión tecnológica no tradicional, en especial para estimular la incorporación de computadoras en las actividades administrativas y productivas en el sector informal, 10% E. Para programas de investigación sobre actitudes, comportamiento, características y tipología del sector informal, 10% Administración del Fondo: La administración general le correspondería al Ministerio de Trabajo, Recursos Humanos y Empleo, que para el efecto tendría que ajustar los aspectos funcionales necesarios. La recaudación de las contribuciones de empleadores y trabajadores se efectuaría mediante un mecanismo de retención a través de las planillas de aportes al IESS. Este organismo depositaría mensualmente los valores recaudados en una cuenta especial que el Ministerio de Trabajo abriría en

el Banco Central bajo la denominación de “Fondo Nacional de Solidaridad para el Empleo”. Ejecución de los Programas: Le correspondería a personas jurídicas de derecho privado no gubernamentales y sin fines de lucro. Ello permitiría además la consolidación financiera e institucional de este tipo de entidades de desarrollo. La selección de tales entidades tendría que ser efectuada por el Ministerio de Trabajo mediante convocatoria pública en orden a determinar un registro de entidades con capacidad profesional para garantizar servicios de ejecución de alto nivel técnico. Las entidades registradas tendrían la capacidad de concurrir a los llamamientos públicos que el Ministerio de Trabajo hiciera para la ejecución de determinados proyectos y podría plantear por su propia iniciativa proyectos específicos debidamente sustentados, dentro del marco de los lineamientos de los programas generales establecidos por el Fondo. En las dos circunstancias descritas, la modalidad utilizada sería la de contratación pública de servicios particulares. Alcance de los programas: Para los efectos previstos en los programas del Fondo, se entenderá como sector informal el constituido por unidades empresariales en las que la relación (K/L) proveniente de la división de los activos totales para el número de los trabajadores estables de la empresa no supere el valor en sucres, equivalente a tres mil dólares norteamericanos, calculados a la máxima paridad oficial. El Programa A prevé la emisión por parte del Ministerio de Trabajo de bonos con cargo a la cuenta abierta en el Banco Central, hasta por el monto de los valores recaudados, por el valor unitario de seis mil sucres, para ser otorgados mensualmente y por el lapso de un año a empleadores del sector informal que se acojan a este beneficio efectuando nuevas contrataciones de trabajadores para puestos permanentes en sus empresas informales. El valor nominal de los bonos corresponde aproximadamente al 45% del componente fijo (en las empresas informales es usual que el 60% del salario sea fijo y el 40% variable conforme al rendimiento) del salario mínimo que pagaría el empleador informal por la nueva contratación. Los bonos serían libremente negociables en el mercado de valores y podrían ser utilizados en el pago de cualquier tipo de obligaciones fiscales por parte de los tenedores legítimos. Ninguna empresa podría contratar con cargo a los beneficios del Programa A más de cinco nuevos trabajadores. En objetivo directo del Programa A sería estimular el establecimiento de 278.000 nuevas plazas de trabajo en el período de cinco años. Los recursos económicos de los que dispondría este Programa serían 20.000 millones de sucres durante los cinco años.

El Programa B está concebido para la ejecución de actividades orientadas a estimular el desarrollo empresarial del sector informal, de modo que se logre difundir y consolidar en el país una cultura empresarial popular dirigida a promover la productividad como concepto estructural y, a generar coyunturalmente un proceso de expansión de las unidades productivas informales por la dotación de crédito para capital de trabajo e inversiones de activos productivos, así como de capacitación gerencial para la búsqueda de mercados estables y el mejoramiento administrativo. El Programa B prevé la ejecución de procesos integrados de desarrollo empresarial que beneficien a 100.000 unidades productivas informales durante el período de cinco años, y consecuentemente a 400.000 personas que laboran en dichas unidades. Para este propósito el Programa dispondrá de recursos económicos por un valor de 10.000 millones de sucres. El Programa C prevé el estímulo de las exportaciones del sector informal con especial énfasis en las no tradicionales, para el efecto deberá alentarse, la conformación de compañías exportadoras integradas por productores del sector informal, la incorporación de prácticas normalizadoras del control de la calidad entre los productores informales, sistemas de información sobre requerimientos de productos en el mercado internacional y mecanismos de ofertas de la producción informal nacional para su consumo en los mercados internacionales. 10.000 millones de sucres sería el recurso financiero disponible para la ejecución del Programa C. El Programa D tiene como objetivo general lograr la inserción de componentes tecnológicos avanzados (Informática, biotecnología, telecomunicaciones, robótica, etc.) en las actividades productivas convencionales y tradicionales del sector informal, a fin de aumentar su productividad y mejorar su desempeño pero, además, con el propósito de introducir las capacidades creativas del sector informal en la masa social primigenia generadora del desarrollo tecnológico. El Programa D dispondrá de recursos financieros por un valor de 5.000 millones de sucres en los cinco años, que serán invertidos en la ejecución de proyectos específicos que deberán ser juzgados por sus méritos de sustentación. El Programa E prevé financiar actividades de investigación sobre características, actitudes, comportamientos, valores, tipología, etc. Del sector informal. Se espera con ello contribuir a definir metodologías adecuadas para lograr el desarrollo integral del sector. Permitirá el programa, además, cuantificar diversas situaciones relativas a potencialidades, carencias, capacidades, logros, etc. De amplios sectores populares. El Programa E dispondrá de recursos económicos por un valor de 5.000 millones de sucres. Como medida de justicia regional la utilización de los recursos deberá efectuarse con apego a principios de equidad, función precautelatoria que corresponderá

tanto al Ministerio de Trabajo como a las propias organizaciones privadas no gubernamentales sin fines de lucro. Guayaquil, 8 de noviembre de 1988

MAS ALLA DE LOS LIMITES

¿Puede realmente una persona influir en la orientación y en el desarrollo de las transformaciones que están modificando el mundo de hoy? Esta es una pregunta que en no pocas ocasiones me he formulado desesperanzado ante la inmensidad de los cambios necesarios y de lo poco que parece avanzar nuestro país en la construcción de un posicionamiento relevante frente a la Historia. La desatención que la gran mayoría de sus más notorios y conspicuos personajes prestan a las nuevas corrientes civilizadoras es innegable. Viven el hoy día... y aún los más avisados exclusivamente conciben el futuro ligado a sus expectativas de acceder al ejercicio del poder político o económico unos pocos años más tarde, sin llegar siquiera a reflexionar en profundidad sobre los procesos sociales en nuestro país y mucho menos a traspasar los límites de un obsoleto pensamiento histórico lineal que solamente conduce a poner en grave riesgo el destino de nuestra patria. Y sin embargo, vez a vez, la respuesta a mi pregunta siempre se torna positiva, porque allá en los recuentos objetivos de las realidades, surgen con frecuencia las voluntades férreas y la acción individual del hombre que construye, modifica o destruye instituciones, por sobre la perniciosa tendencia que el statu quo tiene a perpetuarse. Una y otra vez se refuerza en mi mente la convicción de que no hay límites a la voluntad de ser que motiva la acción humana, con mayor razón cuando esa voluntad se manifiesta de mil y una maneras, aquí en nuestra patria -entre los reiterados esfuerzos de anónimos empresarios populares-, allá en un garaje donde dos jóvenes norteamericanos irrumpen para acelerar el desarrollo tecnológico e incluso en las lejanas tierras del Este donde la tiranía del igualitarismo es sacudida en cenáculos, calles y plazas públicas por las voces y acciones de protesta de conjunto, de hombres en búsqueda de libertad y presencia histórica, cansados de la opresión de instituciones políticas caducas y sus personajes rutilantes. Es entonces cuando la tarea de escribir adquiere un sentido que traspone el simple propósito de lograr disciplina y establecer orden en los propios pensamientos acerca de una temática más o menos novedosa -indiscutiblemente importante- para adentrarse en los terrenos del reiterativo llamado a una militancia comprometida con los conceptos de libertad individual y orientación productiva para intentar, con humildad pero con esperanza, salvaguardar aquello que es deber y derecho intrínseco de los fugaces habitantes de este planeta en todos los campos de su acción: la oportunidad individual de realizar sus potencias de seres perfectibles, sin renunciar jamás al enorme desafío de lograrlo estrechamente vinculados a otros “cuarenta mil millones de humanos que lloran con la misma facilidad que ríen, que engañan igual que son engañados, que viven inquebrantablemente unidos a una pequeña masa de agua y polvo que gira interminablemente alrededor de una estrella enana, y que se atreven, sin embargo, a soñar con Dios”.

(CONTRA-TAPA)

Los aspectos cualitativos de la empresa popular ecuatoriana y su contexto histórico-político global son observaciones indispensables que trascienden las insuficientes cuantificaciones económicas y descubren los futuros posibles, porque en el interior del segmento teórico conocido como informalidad –junto a múltiples carencias y esporádicas y nostálgicas búsquedas de tranquilizadoras dependencias- emergen incontenibles miríadas de voluntades, no de sumisión y desesperanza, sino de alternativas promisorias para un país como el nuestro que quiere ser más.

Luis E. Orellana, nacido en Guayaquil el 29 de julio de 1944, graduado de Licenciado en Ciencias Sociales y Políticas y Abogado, trasciende sin embargo las nociones profesionales unidimensionales. Sus actividades académicas como Catedrático de Planificación Social, Prosecretario General y Secretario del Cuerpo de Gobierno de la Universidad Católica de Guayaquil y sus contribuciones al país en funciones de Coordinador General del Ministerio de Trabajo, Director General de Hogares de Protección de Menores, Director Regional de Cooperativas del Litoral, Abogado-Asistente de la Secretaría General de la Administración Pública, Subsecretario General del Ministerio de Trabajo y Recursos Humanos, Presidente del Consejo Nacional de Salarios, Presidente del Directorio del SECAP y Ministro de Trabajo y Recursos Humanos Encargado, han alternado con responsabilidades gerenciales y de dirección en los períodos en los que estuvo vinculado a empresas multinacionales y nacionales en nuestro país y en el exterior(19671985) que le permitieron obtener amplia experiencia y formación técnica en procesos metalmécanicos, industriales, servicios automotrices, soldaduras metálicas y desarrollo de procesos urbanos. Estas experiencias multidisciplinarias han facilitado su tarea planificadora y ejecutora de programas de desarrollo empresarial de los sectores populares como Director Ejecutivo de Fundación Guayaquil y le proporcionan apropiados antecedentes para sustentar los puntos de vista que nos trasmite en este libro y en la columna de opinión que tiene a su cargo en el Diario Expreso desde 1987, acerca de diversas realidades de los sectores público y privado -moderno e informal- de nuestra época.

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