Saludo de san Juan Eudes al Corazón de Jesús y de María Te saludamos, Corazón santo, Te saludamos, Corazón manso, Te saludamos, Corazón humilde, Te saludamos, Corazón puro, Te saludamos, Corazón sacerdotal, Te saludamos, Corazón sabio, Te saludamos, Corazón paciente, Te saludamos, Corazón obediente, Te saludamos, Corazón atento a la voluntad del Padre, Te saludamos, Corazón fiel, Te saludamos, Corazón fuente de felicidad, Te saludamos, Corazón misericordioso, Te saludamos, Corazón amante,
(14/11/1601 – 19/08/1680)
Te adoramos, Te alabamos, Te glorificamos, Te damos gracias, Te amamos, Con todo nuestro corazón, Con toda nuestra alma, Con todas nuestras fuerzas, Te ofrecemos nuestro corazón, Te lo damos, Te lo consagramos, Te lo ofrecemos, Recíbelo y poséelo totalmente, Purifícalo, Ilumínalo, Santifícalo, Y vive y reina en él, ahora y por siempre jamás. AMEN.
La Novena
La novena es una devoción de oración privada o pública de nueve días para obtener alguna gracia o intención especial. Hay novenas dedicadas a Nuestro Señor, al Espíritu Santo, como también a la Virgen María y a muchos santos. Del latín novem, es decir nueve. La sucesión de nueve puede referirse a días consecutivos (Ej.: nueve días previos a una fiesta) o a nueve días específicos de la semana o del mes (Ej.: nueve primeros viernes). Aunque las novenas no son parte de la liturgia, muchas tienen recomendación eclesiástica. Las novenas nos ayudan en nuestra oración cuando están adecuadamente valoradas en el contexto de una sólida doctrina. La costumbre de orar la novena no está en la Biblia, pero Jesucristo si nos enseñó a orar con insistencia y pidió a los Apóstoles que se prepararan en oración para la venida del Espíritu Santo (cf. Lc 18,1; 24,49). De aquí se inspira la novena de Pentecostés. Los judíos no tenían celebraciones religiosas de nueve días ni novenarios de difuntos. Para ellos, el número siete era el más sagrado. Pero la novena hora en la Sinagoga era una de las horas especiales de oración, como lo ha sido la hora nona en la Iglesia desde el principio. Esta es una de las horas de oración en la Liturgia de las Horas.1 San Agustín, escribiendo sobre las novenas, advierte a los cristianos el peligro de imitar las costumbres paganas. El peligro no está en la novena sino en como se entiende esa oración. El reto cristiano es purificar la cultura, fundamentando todas las costumbres en Cristo.2
1.- El que dirige: Por la señal de la Santa Cruz, Todos: de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios Nuestro. En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 2.- El que dirige: Señor mío Jesucristo yo me arrepiento… Todos: …de todos mis pecados y me pesa de todo corazón porque con ellos ofendí a un Dios muy bueno. Propongo firmemente, no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna, Amén. 3.- Oración para disponerse a la Novena El que dirige: Adoremos a Dios, reconozcamos ante El nuestra propia incapacidad para orar; entreguémosle nuestro corazón y nuestro espíritu con el deseo de hacer esta novena únicamente por su amor. Puesto que solo su Espíritu Santo es capaz de hacernos orar como conviene, entreguémonos a Nuestro Señor Jesucristo para que El nos de su Espíritu. Roguemos a la Virgen María, a los ángeles y a los Santos nos alcancen la gracia de hacer bien esta oración. Amén. 4.- Al finalizar la novena: El que dirige: Vive y reina Jesús y María… Todos: en nuestros corazones. Concluimos con las invocaciones a San Juan Eudes. (Pág. 14)
Oración diaria para invocar al Espíritu Santo Todos: Espíritu Santo, me doy a ti. Toma posesión de mí, condúceme en todo y haz que viva como hijo de Dios, como miembro de Jesucristo, y como quien, por haber nacido de ti, te pertenece, y debe estar animado, poseído y conducido por ti. Amén.
AL iniciar La novena 1
TERTULIANO, Acts, III, 1; X, 30; Tertullian, De jejuniis, c. x, P.L., II, 966; cf. De oratione, C. XXV, I, 1133. 2 SAN AGUSTÍN, P.L., XXXIV, 596.
Primer día: LA ENCARNACIÓN Lectura Bíblica (Jn 1, 11 – 14)
“Vino a su propia casa, los suyos no lo recibieron, pero a todos les dio la capacidad para ser hijos de Dios. Al creer en su Nombre han nacido, no de sangre alguna, ni por la ley de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que han nacido de Dios. Y la Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su Gloria; la Gloria que recibe del Padre el Hijo Único; en él todo era don amoroso y verdad”.
Todos: en nuestros corazones Padre Nuestro… Ave María… Gloria… Canto Concluimos con las invocaciones a San Juan Eudes. (Pág. 14)
Lectura espiritual ¡Oh! Jesús en el mismo instante que, apenas encarnado, te volviste a tu Padre, también te volviste a mí. Cuando empezaste a pensar en él y amarlo, pensaste igualmente en mí, te diste a mí y me amaste. En el mismo instante en que comenzaste a vivir para mí, a prepararme gracias señaladas y a formar grandes designios sobre mí. Porque, ya desde entonces, concebiste el designio de imprimir en mí una imagen del misterio de tu encarnación y te encarnaste, en cierta manera, dentro de mí, uniéndome a ti y uniéndote tú a mí, para vivir y reinar en mí perfectamente. (San Juan Eudes, 0bras Escogidas, 266) Reflexión San Juan Eudes, es un apasionado por la Encarnación del Hijo de Dios, por ver en este misterio, el amor de Dios Padre para con todo el mundo, amor gratuito. La Encarnación es una obra de amor. En un mundo donde el individualismo y el olvido del amor se hacían más fuerte, San Juan Eudes se hace un misionero de este amor de Dios, llamando a todos a formar, ejemplo, hacer que cristianos laicos y sacerdotes y religiosas, tomaran en serio el compromiso de ser testigos por todo el mundo y en todas las situaciones, del Amor de Dios Padre. Presente en Jesús, encarnado en María. Sigue siendo una invitación para todos nosotros, asumamos nuestro compromiso de ser testigos hoy de este amor hecho carne para la Salvación del Mundo. Continuemos esta obra de amor. Dirigente: Vive y reina Jesús y María…
Segundo día: EL BAUTISMO Lectura Bíblica (Mc 16,15 – 16)
“Y les dijo Jesús: vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer será condenado” Lectura espiritual Ser cristiano no es otra cosa que ser uno con Jesucristo, y consiguientemente hacer profesión de vivir de la vida de Jesucristo, porque como la vida del brazo es continuación y una extensión de la vida de la cabeza, así la vida cristiana es una continuación de la vida de Jesús en la tierra. De manera que quien ha sido injertado en el árbol divino e incorporado a esta adorable cabeza por el bautismo, debe vivir su vida y marchar por su mismo camino. (San Juan Eudes, Vivamos nuestro Bautismo, 43) Reflexión San Juan Eudes tomó plena conciencia de su papel de cooperador de Dios en la Iglesia por el bautismo y la ordenación. No desligó de su compromiso cristiano la exigencia de hacer del género humano la familia de Dios. Reconoció también que su vocación al apostolado era una gracia que recibió de Aquel que lo había elegido por pura bondad. Ejemplo claro para el cristiano de hoy. Descubrió que sus contemporáneos no sabían lo que significaba ser bautizado, no conocían las gracias que Dios les había hecho por el bautismo y los compromisos que habían asumido. Por esta ignorancia, dice el santo: “da ganas de llorar con lágrimas de sangre”. Movido por ello, se propone hacer conocer a sus contemporáneos la grandeza sublime del sacramento del bautismo. Dirigente: Vive y reina Jesús y María… Todos: En nuestros corazones Padre Nuestro… Ave María… Gloria… Canto. Concluimos con las invocaciones a San Juan Eudes. (Pág. 14) Tercer día: LA CARIDAD CRISTIANA Lectura Bíblica (1 Jn 4,7)
“Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.” Lectura Espiritual. La caridad cristiana consiste en amarnos mutuamente como Jesucristo nos ama. Y el nos ama de tal manera que su vida entera, su cuerpo, su alma, su tiempo, su eternidad, su divinidad y humanidad, todo lo que él es, todo cuanto tiene y puede lo pone a nuestra disposición, demostrando así su amor por nosotros. Mira, pues, a tu prójimo en Dios y a Dios en él. Mírale como quien ha salido del corazón y de la bondad de Dios, como una participación suya, creado para regresar a Dios, para alojarse un día en su regazo, para glorificarlo eternamente; como alguien en que Dios será eternamente glorificado, por vía de misericordia o de justicia. (San Juan Eudes, Obras Escogidas, 192 – 193) Reflexión San Juan Eudes unificó su vida, su pensamiento y su acción alrededor de la caridad más delicada. Buscó a Dios entre los enfermos y afligidos, entre los ignorantes y los pecadores, entre los sacerdotes y fieles. Para todos tuvo una palabra, un gesto bondadoso, una dedicación sincera. Cualidad insigne de toda su vida fue la disponibilidad al servicio del clero y del pueblo de Dios. Sin hacer distinción de buenos y malos, ricos y pobres, de grandes y pequeños a todos los quiso con su gran corazón, para llevarlos a todos al corazón divino de Jesús. Dirigente: Vive y reina Jesús y María… Todos: En nuestros corazones Padre Nuestro… Ave María… Gloria… Canto Concluimos con las invocaciones a San Juan Eudes. (Pág. 14)
Cuarto día: EL SACERDOCIO Lectura Bíblica (Heb 5,1 – 6)
“Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto a favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados; y puede sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados, por estar también él envuelto en flaqueza. Y a causa de esta misma flaqueza debe ofrecer por los pecados propios igual que por los del pueblo. Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón. De igual modo, tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec”. Lectura Espiritual Ustedes, sacerdotes, son la parte más noble del cuerpo místico del Hijo de Dios. Son los ojos, la boca, la lengua, el corazón de su Iglesia, más aún, del mismo Jesús. Son sus ojos: Mediante ustedes el Buen Pastor vela continuamente sobre su rebaño; por ustedes ilumina y conduce, por ustedes llora sobre las ovejas que se hallan entre las garras del lobo infernal. Son su boca y su lengua: Por ustedes Cristo habla a los hombres y continúa anunciando la misma palabra el mismo Evangelio que él proclamó en la tierra. Son su corazón: mediante ustedes comunica la vida verdadera, de la gracia en la tierra y de la gloria en el cielo, a todos los miembros de su cuerpo místico. Nuestro Señor Jesucristo nos asocia a su sacerdocio eterno y a sus cualidades con sus poderes y privilegios. Esto nos obliga a imitarlo en su santidad, a continuar su vida, sus ejercicios y las funciones sacerdotales. (Leccionario propio de la liturgia de las Horas, 101 – 102)
Reflexión En la época en que vivió San Juan Eudes los sacerdotes tenían poca formación. Eran muy escasos los
seminarios. El santo, convencido de que ésta era la mejor solución para la mayoría de los problemas del Pueblo de Dios, dedicó todos sus esfuerzos a fundar lo que él llamaba “Las Universidades de santidad”. Su fe en Cristo Sacerdote, su esperanza en la transformación espiritual del clero y su amor al Pueblo de Dios que reclamaba pastores idóneos, le hicieron vencer los numerosos obstáculos que se le opusieron y dejó a sus hijos el encargo de mantener encendida esa luz que garantiza la supervivencia de la Iglesia. Fuertes vendavales azotan hoy la institución de los Seminarios, pero también hay signos de una vitalidad creciente en la juventud que se prepara en esa “aventura de amor”, el sacerdocio, para realizar la misión que el mundo necesita hoy. No olvidemos que los pueblos deben merecerse sus pastores… Dirigente: Vive y reina Jesús y María… Todos: En nuestros corazones Padre Nuestro… Ave María… Gloria… Canto Concluimos con las invocaciones a San Juan Eudes. (Pág. 14)
Quinto día: EL CORAZÓN DE JESÚS Lectura Bíblica (Jn 19 31- 36)
“Como era el día de la Preparación de la Pascua, los judíos no querían que los cuerpos quedaran en la cruz durante el sábado, pues aquel sábado era un día muy solemne. Pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y retiraran sus cuerpos. Fueron pues, los soldados y quebraron las piernas de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a Jesús vieron que ya estaba muerto, y no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con la lanza, y al instante salió sangre y agua. El que vio da testimonio. Su testimonio es verdadero, y aquel sabe que dice la verdad. Y da este testimonio para que también ustedes crean”. Lectura Espiritual Cristo es mi cabeza y mi corazón. Los judíos atravesaron y perforaron no sólo las manos sino el también los pies y el costado de Jesús; la lanza de su furor horadó lo más íntimo de su corazón, de su Corazón santísimo, ya desde muy antes herido por la lanza del amor. Heriste mi corazón, dice el Esposo en el cantar, hermana y novia mía, heriste mi Corazón. Es tu esposa, tú amiga, tu hermana la que vulnera tu corazón, Señor Jesús. ¿Por qué fue necesario que fuera lastimado también por tus amigos? ¿Qué hacen, verdugos? Si ya está herido, precisamente porque está herido ¿Por qué añadir otra herida al Corazón dulcísimo de Jesús? ¿No saben que una vez lacerado, el corazón muere y se hace insensible? Murió el corazón de Jesús porque ha sido maltratado. Es su dueño la herida del amor; muerte de amor posee al corazón del Señor, de Jesús, el Esposo. ¿Cómo podrá sufrir otra muerte? Considera cómo es fuerte el amor cuando conquista el santuario del corazón y suavemente herido, es capaz de causar la muerte no sólo del Señor Jesús sino también a sus servidores. Pensemos en los mártires: son maltratados y se alegran, se les infiere la muerte y triunfan, ¿Por qué? Porque por muerte amorosa, de tiempo atrás, en el secreto del corazón, muriendo al pecado, muriendo al mundo y, como si se hubieran tornado insensibles, no temieron ni
amenazas, ni tormentos. Más como ya llegamos al dulcísimo Corazón de Jesús y lo mejor para nosotros es permanecer allí, no nos dejemos arrancar de él, pues está escrito: quienes se alejan de ti tienen su nombre escrito en la tierra. Lleguemos pues, a él y encontraremos gozo y exultación, recordándonos de su Corazón. (San Juan Eudes, Corazón de Jesús y María, Hoguera de Amor, 80 – 81) Reflexión En una época en que el jansenismo helaba las relaciones del hombre para con Dios, san Juan Eudes levantó el estandarte del amor de Cristo simbolizado en su corazón. Elocuentes sermones y doctos escritos, cartas familiares y conversaciones íntimas, ardientes súplicas y fervorosas oraciones lograron que él fuera el primero en rendir público homenaje a los Sagrados Corazones de Jesús y María, con misas y oficios para las festividades que se celebraron en octubre y febrero respectivamente. Esta manera de honrar el amor de Jesús, y de su Santísima Madre era el fruto normal del ardiente anhelo de hacer que todos los hombres comprendieran cuánto nos ama Dios y cuánto debemos amarnos los unos a los otros. Jesús en la Eucaristía, se hizo alimento, construye la fraternidad que vino a establecer el corazón de Cristo entre los hombres. Dirigente: Vive y reina Jesús y María… Todos: En nuestros corazones Padre Nuestro… Ave María… Gloria… Canto Concluimos con las invocaciones a San Juan Eudes. (Pág. 14)
Sexto día: LA ORACIÓN Lectura Bíblica (Col 3,16)
“Que la palabra de Cristo habite en ustedes y esté en su anchas. Tengan sabiduría, para que se puedan aconsejar unos a otros y se afirmen mutuamente con salmos, himnos y alabanzas espontáneas. Que la gracia pongan en sus corazones un cántico a Dios”. Lectura Espiritual El ejercicio de la oración es unos de los principales fundamentos de la vida y santidad cristianas, porque toda la vida de Jesucristo ha sido una perpetua oración que debemos continuar y reproducir en la nuestra. Es tan importante y necesaria, que la tierra que pisamos, el aire que respiramos, el pan que nos alimenta, el corazón que palpita en nuestro pecho, no son tan necesarios a nuestra vida humana como la oración para que un cristiano viva cristianamente. La oración es una participación de la vida de los ángeles y santos, de la vida de Jesucristo y de su santa Madre y de la misma de Dios. Porque los ángeles, los santos, María y Jesús viven en un continuo ejercicio de oración, de contemplación y de amor a Dios y de intercesión por nuestras necesidades. Y la vida de las tres personas divinas es una mutua contemplación glorificación y amor, lo cual es, precisamente la sustancia de toda oración. Finalmente, la oración es la ocupación más digna, noble y elevada, porque es la misma de los ángeles, los santos, la santa Virgen, Jesucristo y la Trinidad Bendita por toda la eternidad, como será la nuestra por siempre en el cielo. Esta es la genuina y propia función del hombre y del cristiano, puesto que el hombre ha sido creado por Dios, para vivir en familiaridad con él, y el cristiano está sobre la tierra únicamente para continuar en este mundo la ocupación de Jesucristo. (Leccionario propio de la liturgia de las Horas, 44 – 46) Reflexión San Juan Eudes fue un hombre convencido de que la intimidad con Cristo es la fuente de todo apostolado.
Siempre tuvo tiempo para orar y para hacer orar a cuantos lo rodeaban. Y tal fue el ejercicio que en este camino realizó que llegó a hacer de toda su vida una perenne oración: las acciones más ordinarias como comer y descansar eran para él medio de unión con el Señor. “Que cada latido de mi corazón y de mis venas sean otros tantos actos de amor” a Dios. Expresaba en su autobiografía: el respeto de los dones del Señor en su vida. En este tiempo en que la vida lleva un ritmo tan agitado no podemos olvidar que sin oración de nada servirá todo lo que hagamos, y con ella todo tendrá sentido y fecundidad. Dirigente: Vive y reina Jesús y María… Todos: En nuestros corazones Padre Nuestro… Ave María… Gloria… Canto Concluimos con las invocaciones a San Juan Eudes. (Pág. 14)
Séptimo día: EL MARTIRIO Lectura Bíblica (Mt 16, 24 - 25)
“Entonces dijo Jesús a sus discípulos: el que quiera seguirme, que renuncie a si mismo cargue su cruz y me siga. Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, pero el que sacrifique su vida por causa mía, la hallará”. Lectura Espiritual La perfección de la vida cristiana es el martirio. La gracia del martirio es el mayor prodigio que Dios obra en los cristianos, y lo más grande y maravilloso que los cristianos pueden hacer por Dios es sufrir el martirio por ÉL. El beneficio más señalado que hace Jesucristo a quienes ama especialmente es hacerlos semejantes a él en su vida y en su muerte, y hacerlos dignos de morir por Él, como él murió por su Padre y por ellos.
trabajos y pruebas a que los somete. Juan Eudes tuvo más de una cruz y bebió el cáliz del Señor hasta el fondo. Con heroísmo valor y paciencia soportó las incomprensiones, las calumnias y las oposiciones de propios y ajenos, con la alegría de ser encontrado digno de sufrir algo por Cristo y con gratitud que le hacía exclamar que sus mejores amigos eran aquellos que más lo perseguían. El mandamiento más difícil: “Amar a nuestros enemigos, es la piedra de toque del verdadero seguidor de Cristo.” Dirigente: Vive y reina Jesús y María… Todos: En nuestros corazones Padre Nuestro… Ave María… Gloria… Canto Concluimos con las invocaciones a San Juan Eudes. (Pág. 14)
Y para usar el lenguaje del Espíritu Santo, el martirio es el fin de toda la perfección y la consumación final y perfecta de toda santidad. Porque el hombre no puede hacer nada más grande por su Dios que sacrificarle lo más caro que tiene: su sangre y su vida, y morir por Él, que es el verdadero y perfecto martirio. Pero el verdadero y perfecto martirio, no consiste en sufrir, sino en morir. De ahí que la muerte es la esencia del martirio consumado. Para hacer, pues, verdaderamente y perfectamente mártir, en el sentido que da la iglesia a esta palabra, es necesario morir, y morir por Jesucristo. Morir por Jesucristo, es decir: o por su misma persona o para sostener el honor de algunos de sus misterios o sacramentos, o por la defensa de su iglesia, o para reafirmar alguna verdad enseñada por Él, o alguna virtud por Él practicada. (Leccionario propio de la liturgia de las Horas, 75 – 76) Reflexión Indiscutiblemente Dios es admirable en sus santos. No sólo por el bien que hace en ellos y por ellos, sino por los
Octavo día: INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
Lectura Bíblica (Lc 2,18- 19) “Todos los que escucharon a los pastores quedaron maravillados de lo que decían. Maria por su parte, guardaba todos estos acontecimientos y los volvía a meditar en su corazón”. Lectura Espiritual Lo que recomienda las diligencias de los pastores es la certidumbre del hallazgo del Niño cuyo elogio se fundamenta en tres motivos: porque fue comprobado con certeza, divulgado con prontitud y guardado cuidadosamente en el recuerdo. En primer lugar fue comprobado con certeza con señales convincentes y evidentes, por eso se dice: encontraron a María y a José y al niño, recostado en un pesebre. Encontraron porque buscaron con cuidado y sinceridad. Y ten en cuenta que encuentran a Jesús con María Virgen y con José varón justo en un pesebre. Porque quien desea encontrar a Cristo debe tener puro el corazón, respecto de si mismo, justo respecto del prójimo y humilde y lleno de acatamiento respecto de Dios. En segundo lugar, el nacimiento de Cristo no sólo fue establecido con certeza sino divulgado con prontitud, por eso añaden: y todos los que lo oyeron se admiraban, es decir, a causa del nacimiento del Niño, y por que les habían dicho los pastores, a saber, lo que el ángel les había comunicado. En tercer lugar, su recuerdo fue cuidadosamente conservado. De ahí que se añada: María por su parte conservaba todo el recuerdo de todo esto, meditándolo en su corazón. Porque era prudente y discreta según aquellas palabras: “que la misericordia y la verdad no te abandonen. Ponlas alrededor de tu cuello y grábalas en las tablas de tu corazón”. Y en el Eclesiástico: “quien las guarda en su corazón será siempre sabio”. En cambio del insensato se dice: “el corazón del insensato es como un vaso quebrado; no retendrá ninguna sabiduría”. De ahí que el corazón de María sea el arca que encierra los secretos de las divinas
palabras. (San Juan Eudes, Corazón de Jesús y María, hoguera de amor, 116) Reflexión San Juan Eudes contempló en María, siempre virgen, el ejemplar de la perfecta consagración al amor de Dios. La amaba entrañablemente, confiaba plenamente en ella. Meses antes de morir trabajaba afanosamente en la terminación de la obra de sus sueños: un libro titulado el corazón de la madre admirable. Gastó años en su confección y es el reflejo fiel de acendrada y varonil devoción a la madre de Dios. Quiso tener los mismos sentimientos de Jesús para con la bendita entre todas las mujeres. Y no pudiendo separar estos dos seres que vivieron el uno para el otro, San Juan Eudes honraba la vida de Jesús en Maria y la de María en Jesús; sus corazones santísimos se confunden en una unidad incendiada de amor. ¡OH! Dios, que has hecho vivir y reinar a tu Hijo Unigénito en el corazón de la Virgen Madre, Te rogamos nos concedas: proclamar esta santísima vida de Jesús y María en un solo corazón, vivir entre nosotros y con ellos en íntima unión de caridad, y cumplir en todo tu Voluntad, con generosidad y decisión, para llevar así en nosotros la semejanza de tú propio Corazón, por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Dirigente: Vive y reina Jesús y María… Todos: En nuestros corazones Padre Nuestro… Ave María… Gloria… Canto Concluimos con las invocaciones a San Juan Eudes. (Pág. 14)
Noveno día: LA MISERICORDIA
Lectura Bíblica (2 Cor 1, 3-4) “Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús Nuestro Señor, Padre lleno de ternura, Dios del que viene todo consuelo, Él nos conforta en toda prueba, para que también nosotros seamos capaces de confortar a los que están en cualquier dificultad, mediante el mismo consuelo que recibimos de Dios”. Lectura Espiritual Porque para librarnos del más profundo abismo de miseria y de maldición que pueda imaginarse, en el cual estábamos por desgracia sumergidos, y para elevarnos al más alto grado de felicidad y de grandeza que se pueda pensar, la divina misericordia ha querido que el Hijo de Dios se hiciera hombre como nosotros, mortal y pasible como nosotros; que viniera a la tierra, que viviera y conversara con nosotros; que nos enseñara con su propia boca una doctrina totalmente celestial y divina; que nos diera una ley santísima; que nos enseñara con su ejemplo la manera como debemos seguirle, que hiciera cosas grandes y sufriera cosas extrañas por nuestro amor, mientras estuviese en este mundo; que muriera en la cruz, que fuera puesto en un sepulcro y que resucitara al tercer día, que permaneciese todavía cuarenta días en la tierra, que estableciera y formara ahí una Iglesia; en esta Iglesia constituyera un sacerdocio maravilloso, un sacrificio admirable y varios dignos sacramentos, y que después de subir al cielo enviase a su Espíritu Santo para que estuviese siempre en su Iglesia. Tres cosas se requieren para hacer misericordia: la primera es tener compasión de la miseria del otro, porque es misericordioso el que lleva en su corazón, por compasión, las miserias de los miserables. La segunda, tener una gran voluntad de socorrer las miserias de los miserables. La tercera pasar del querer al hecho. (Equipo Interprovincial, Misioneros de la Misericordia, 8 – 9) Reflexión
San Juan Eudes, nos ayuda a descubrir a Jesús, encarnación de la misericordia de Dios. La divina misericordia es una perfección, que se fija en las miserias de la criatura para aliviar y aun para liberarla. Juan Eudes, como llevado de la mano fue tomando el camino pastoral de la divina misericordia. Al final de su vida, reflexionando sobre la obra realizada, describirá en su último libro “Misioneros de la divina misericordia” los pasos que hace dar el Dios de la misericordia a sus apóstoles. Es lo mismo que el realizó en los años que siguen como testigo de la divina misericordia. Juan Eudes, terminará recordándoles a sus hermanos que: “somos misioneros de la divina misericordia, enviados por el Padre de las misericordias para distribuir los tesoros de su misericordia a los míseros, esto es, a los pecadores y para llegarnos a ellos con espíritu de misericordia, de compasión y de bondad” Dirigente: Vive y reina Jesús y María… Todos: En nuestros corazones Padre Nuestro… Ave María… Gloria… Canto Concluimos con las invocaciones a San Juan Eudes. (Pág. 14)
Oración
Dirigente: Queridos hermanos, hemos contemplado cuánto amor ha tenido Dios por nosotros. Acerquémonos, pues, a Él en su infinita misericordia con toda confianza, pidiéndole sinceramente perdón por todos nuestros pecados y renovemos la entrega total de nuestra vida a Él recurriendo a la intercesión de San Juan Eudes. Invocaciones a San Juan Eudes San Juan Eudes, padre fundador, (Ruega por nosotros). San Juan Eudes, elegido de Dios, San Juan Eudes, Modelo de vida cristiana, ruega por nosotros, Fiel cumplidor de la voluntad divina, San Juan Eudes, penetrado de amor a Jesucristo, San Juan Eudes, delicado y tierno en el amor a María Virgen, San Juan Eudes, conocedor de los divinos misterios, San Juan Eudes, Padre, doctor y apóstol del culto de los Sagrados Corazones, San Juan Eudes, lleno del Espíritu Santo. Fiel obrero de la casa del Señor, San Juan Eudes, movido de especial amor a los pecadores, San Juan Eudes, hecho todo para todos, San Juan Eudes, predicador apostólico. San Juan Eudes, vehemente defensor de la fe, San Juan Eudes, enriquecido con el carisma de la contemplación, Honra y prez del sacerdocio, Formador de sacerdotes, San Juan Eudes, luz de la Iglesia. San Juan Eudes, adornado con el don de sabiduría, Prudente guía de los creyentes, San Juan Eudes, amante de la perfección evangélica, San Juan Eudes, fundador de seminarios, Fundador de la Congregación de Jesús y de María,
Fundador de las Hijas de Nuestra Señora de la Caridad, Fundador de la Sociedad del Corazón Admirable. Como Cristo, humilde de corazón, San Juan Eudes, deseoso de ser coronado con el martirio, Insomne apoyo de los pobres, Auxilio y consuelo de los enfermos, San Juan Eudes, Guía y protector nuestro. OREMOS Dios y Padre nuestro, que para acompañar a muchos por los caminos de la salvación, te dignaste escoger a san Juan Eudes, concédenos ser partícipes de su celo por tu gloria, y de su ardor en pregonar las bondades de los corazones de Jesús y de María, para que luego de imitar estos divinos modelos en la tierra encontremos en ellos refugio y esperanza en la hora de nuestra muerte. Amén.