All our young lifes we search for someone to love. Someone who makes us complete. We choose partners and change partners. We dance to a song of heartbreak and hope. All the while wondering if somewhere, somehow, there's someone perfect who might be searching for us. Kevin Arnold – The Wonder Years (1988)
Capitulo 1 El sol resplandecía en un cálido día de verano, cuando el chirrido del timbre alerto a los niños que era hora de receso, poco a poco las aulas se fueron vaciando mientras los campos se llenaban de risas y murmullos, muchos de ellos jugaban a “las correteadas” y “fútbol” mientras que la mayoría se juntaban en grupos grandes. Debajo de un alto árbol de eucalipto, separados de los grandes grupos, se encontraban un niño y una niña su edad no seria mas de 8 años. El niño era delgaducho y algo pálido parecía como si estuviera a punto de enfermar, tenia el cabello negro y peinado de lado, aunque algo brillante por el exceso de gel que tenia aplicado, sus ojos eran negros y llenos de vida como es debido en un chico tan joven, vestía el uniforme escolar como “lo dictaban las reglas” pantalón azul muy bien planchado camisa blanca impecable y fajada correctamente, un cinturón negro delgado sin textura y zapatos negros y lustrosos que reflejaban el ardiente sol sobre su superficie. En cambio la niña era completamente lo contrario a el y a las otras niñas, su cabello castaño era corto hasta la parte mas baja de sus orejas algo ondulado, en su frente justo arriba de su ceja izquierda tenia una bandita blanca con estrellas amarillas con un pequeño punto rojo donde se encuentra la parte esponjosa, sus ojos, color miel obscuro eran brillantes, sus facciones eran finas y tenían un cierto aire oriental, llevaba la camisa mitad desfajada mitad fajada y en lugar de llevar la falda llevaba un pantalón corto color negro, en sus piernas tenia varios raspones y banditas, sus zapatos si bien nuevos se veían opacos. El estaba sentado sobre sus propias piernas trazando algo con una ramita de árbol en la árida tierra mientras ella observaba, al cavo de unos trazos el niño paso la ramita a la niña, que estaba sentada con sus piernas cruzadas, ella comenzó a trazar algo también al cavo de unos trazos la niña dio un gran salto para ponerse de pie y extendió sus manos hacia el cielo en forma triunfal. – ¡Gane! – el chico sonrió amablemente – ¡Gane te lo dije Darío soy la reina de este juego! ¡Soy la reina del gato! – Darío seguía sonriendo parecía que era mas feliz que su amiga ganara que si el hubiera sido el ganador, pero de un momento a otro la felicidad de Darío desapareció, agacho su cabeza y dejo de sonreír mientras la niña continuaba un ridículo baile de la victoria, una pequeña lagrima recorrió el rostro de Darío hasta su barbilla donde colgó por unos instantes y callo en la seca tierra – Sa-Sarah – Dijo con voz entrecortada, Sarah detuvo su baile de la victoria por un momento – mi-mis padres... ellos... nos vamos a mudar a otra ciudad cuando termine este año – Sarah por un momento quedo sin palabras, observándolo con una expresión incrédula, pero justo antes de que Darío pudiera decir otra palabra ella se hinco ante el y lo abrazo por lo que parecieron varios minutos – no estés triste – Sarah soltó a Darío y se quito de su mano derecha un brazalete de nylon color rosa con lineas moradas como los que se pueden comprar a los vendedores ambulantes, Sarah tomo la mano de Darío por la muñeca y puso en su mano el brazalete – Siempre seremos amigos – esta vez fue Darío quien abrazo a Sarah – El timbre que anunciaba el final del recreo sonó y Sarah se levanto tan rápido como pudo – ¡unas carreras hasta el salón! – Sarah comenzó a correr hacia uno de los edificios Darío se levanto con calma y se sacudió la tierra que tenia en sus pantalones – De todos modos nunca te gano – Dijo mientras sonreía y en voz
baja, mientras Sarah se encontraba ya a varios metros de el. Tomo su tiempo para ponerse el brazalete rosa en la muñeca derecha y comenzó a correr para tratar de alcanzar a su amiga. No había ni dado tres pasos cuando alguien lo jalo del cuello de la camisa haciéndolo caer de espaldas, al tratar de ver quien lo había tumbado solo pudo ver una figura robusta ya que el sol lo cegaba. – Oye Taradio ¿por que te juntas con esa chica rara? – Darío se incorporo – ¡Ella no es rara! es muy buena persona y además ¡es mi amiga! – ja ja ja parece que Taradio ya tiene novia – Darío se puso de pie y pudo ver mejor al chico era robusto y algo alto para su edad vestía el mismo uniforme que Darío pero su cabello estaba desordenado aunque con rasgos de que habían usado algún tipo de producto para peinarlo hacia pocas horas. – Pues yo escuche que su padre era un delincuente – Dijo un chico alto y delgado que Darío no había notado – Anda en Motocicleta y viste siempre ropa muy extraña y creo que no tiene mama. – Si, tal vez deberíamos llamar a la policía para que se lo lleven a la cárcel – ¡NO! – Grito Darío cerrando sus puños, sus piernas temblaban sin que el pudiera controlarlas – ¿Uh? Y que, ¿piensas pegarnos? – El niño robusto miro los puños de Darío de reojo y noto la pulsera rosa que Sarah le había regalado, este tomo su mano y comenzó a retorcerla, Mientras que Darío solo podía lloriquear – ¡Me estas lastimando! – ¿Que tenemos aquí?, ¡Mira! Un brazalete de niña a lo mejor el y Sarah son mejores Amigas – Comenzó a tratar de quitárselo con la mano que tenia libre mientras Darío forcejeaba pero de pronto Darío estaba libre y no le dolía la mano, Sarah había tacleado a el chico robusto y ambos habían ido a parar al piso, Sarah levanto su puño para golpear el rostro del muchacho gordo pero una mano cálida y suave detuvo el puño de Sarah tomándola por la muñeca – no – Darío parecía mas asustado que el chico tirado – Déjalo por favor, no quiero que te metas en problemas por mi culpa – Sarah se levanto sacudiéndose el polvo que tenia en su camisa (tratando de tirarle la mayor cantidad posible al gordinflón tirado en el piso) – Mira Marco no quiero saber que molestas Darío nunca mas me entendiste! – Sarah no se había percatado que estaban rodeados por mas de la mitad de los alumnos de la escuela – El... El es... El es mi amigo! – la risa se soltó entre todos los alumnos que los rodeaban y en ese mismo momento Sarah se dio cuenta de que tenían publico – “Sarah y Darío se besan se aman” – comenzaron a cantar los niños – Tanto Sarah como Darío se pusieron rojos, no soportando mas el bochorno cada uno corrió hacia un lado diferente chocando con algunos de los chicos que los rodeaban, para Sarah fue mas fácil ya que el bulto de gente le abrió camino para que pasara. Sarah se encontraba sentada frente a un gran escritorio de madera de pino muy brillante con muchos papeles que parecían importantes regados por toda la superficie, justo frente a ella se encontraba un pequeño letrero de plástico que decía: DIRECTOR Lic. José Martínez Córdoba Del otro lado se encontraba un hombre corpulento con aspecto amable aunque la expresión de su cara era algo furiosa. – Muy bien Sarah, ¿tienes algo que explicarme? ¿Por que has armado todo este alborto? – Sarah puso sus manos en su regazo y agacho la cabeza, para ocultar que se había sonrojado – no .. no señor... yo, yo solo quería – Sarah – La interrumpió el director, y con una voz calmada dijo – siempre tenemos estos problemas contigo no me ha quedado mas remedio que llamar a tu padre para tener una larga charla con el – el corazón de Sarah dio un salto... si su padre se enteraba que había estado causando problemas se enojaría con ella, ademas no podía olvidar lo que Darío le había dicho así que te pediré
que esperes aquí tu padre ya viene en camino. Esos fueron los 20 minutos mas largos que Sarah jamas hubiera recordado, entonces alguien toco la puerta – adelante – dijo el director – su padre era un hombre delgado, alto y moreno sus facciones eran rudas y tenia una cicatriz justo debajo de su ojo derecho, llevaba un sombrero de pescador y un saco de vestir negro pero con una camisa blanca con un logo que el saco solo dejaba ver las letras “he Doo”, tenia un pantalón negro también de vestir – Señor director mucho gusto en conocerlo – estrechando la mano del director – ¿cual ha sido el problema que le ha causado mi hija? – Vera al parecer sin ninguna razón o provocación – en ese momento Sarah abrió la boca para decir algo pero su padre le puso la mano en su hombro de forma tranquilizante, como si supiera lo que iba a decir, Sarah guardo silencio – ataco a un chico de sexto grado – Sarah volteo a ver a su padre quien la miro de reojo y por un pequeño instante le dio una sonrisa cómplice, Sarah estaba completamente confundida. – Quiere que crea que esta linda y pequeña niña – era cierto Sarah era mas pequeña que la mayoría de sus compañeras – de quinto año ha derribado a un Niño de un año superior – dijo el padre de Sarah con un tono irónico mientras el director se quedo con la boca abierta por unos momentos observándolo como si fuera la cosa mas rara que jamas hubiera visto en toda su carrera – ¡Señor Leal! El niño en cuestión se encuentra en nuestra enfermería en este momento y sus padres vienen en camino creo que esto es bastan– yo creo que usted se esta ahogando en un baso de agua señor le diré por que: Yo se la razón por la cual mi hija derribo a Marco – Sarah volteo a ver a su padre Sonrojada y sorprendida – y ya he arreglado este asunto con sus padres, es curioso como su padre y yo somos amigos, le aseguro señor – su padre vio de reojo el letrerito plástico en el escritorio – José, sus padres no presentaran ningún tipo de denuncia ni a la escuela ni a mi – la boca del director volvió a quedar abierta por unos momentos pero pronto recupero su compostura – bueno... creo.. creo que me alegro por eso, supongo, pero aun así tratare de aprovechar esta oportunidad para hablar sobre la conducta de su hija... – el padre de Sarah alzo una ceja – vera su hija no tiene... – El director miro a Sarah por unos instantes y dijo – Sarah puedes salir por favor? – Sarah comenzó a levantarse cuando su padre, de nuevo, le puso la mano en el hombro – no, ella se queda, no creo que sea justo esconderle cualquier cosa que hablemos. – el director abrió la boca para decir algo pero se arrepintió – muy bien, he estado observando el caso de Sarah desde que me convertí en director hace dos años... vera su hija al parecer tiene problemas para tener amigas – Sarah interrumpió – ¡No! ¡No es cierto! ¡Yo si tengo un amigo! – Sarah se llevo las manos a la boca como tratando de regresar las palabras para que no fueran oídas, su padre sonrió, el director arqueo las cejas – si, Sarah ese chico Darío no dudo que sean buenos amigos pero me refiero a niñas... creo que es mucho mas normal que una niña se junte con niñas – Sarah guardo silencio, el director continuo – creo que seria bueno que también la madre de Sarah se encontrara aquí – Lo siento pero ella murió hace 11 años – interrumpió el padre de Sarah con un dejo de amargura muy sutil que trato de esconder aclarándose la garganta, el director lo vio fijamente por unos momentos – ¿tiene Sarah alguna figura materna en casa? – no – dijo el padre – ¡yo jamas me volvería a casar! – me refiero a una hermana o tía... – el director uso un tono irónico – ... ah su.. supongo que no, en nuestra casa solo somos Sarah, Gabriel, Héctor y yo... – el padre de Sarah estaba sonrojado – – Ya veo, supongo que eso lo explica todo... vera su hija actúa de una forma muy diferente a las niñas de su edad ella– Yo se a donde lleva todo esto – interrumpió el padre de Sarah – Señor director, la forma en la que Sarah se comporte o los amigos que ella decida tener o no, creo que no son de su incumbencia y viendo que el asunto al que venia a tratar ya estaba resuelto antes de que entrara a esta sala, supongo que no tenemos mas asuntos de que tratar así que me llevare a mi hija por el día de hoy – el padre de Sarah se levanto y antes de que el director pudiera objetar, Sarah y el ya estaban fuera de la oficina y en camino hacia la puerta de salida, Sarah volteo hacia atrás para ver que el director los seguía, su padre en cambio parecía no darse cuenta o no importarle.
Sarah y su padre salieron del edificio caminaron hacia el estacionamiento y fue allí donde el director vio algo que le puso los pelos de punta, el padre de Sarah se subía a una Motocicleta de esas que usan los “mal vivientes” Una Harley Davidson con un esqueleto, como el de una bandera pirata, pintado en aerosol en el tanque de la gasolina, y se ponía un casco negro con el mismo esqueleto que el del tanque, Sarah se subió detrás de su padre, pero su casco era mas pequeño y de color rosa con el numero cuarenta y dos pintando en azul, lo cual alarmo al director ya que supuso que Sarah subía normalmente a esa motocicleta. El padre de Sarah volteo a ver al director pero sus ojos se escondían detrás de unas gafas negras le hizo una seña de “Hasta Luego” con su dedo índice y medio sobre la frente y encendió la máquina acelerando a gran velocidad, saliendo del estacionamiento y alejándose por la calle principal. Sarah estaba sentada en una silla plegable frente a una mesa redonda, su padre estaba haciendo fila para comprar unas bebidas, este era un pequeño café que su padre y ella solían visitar muy a menudo, unos minutos después se sentó frente a ella y puso en la mesa una taza con café negro y una botella de refresco sabor cereza, Sarah no sabia que era lo que su padre pretendía, si estaba enojado o no por lo que había pasado, pensó que lo mejor seria que el empezara la conversación así que tomo la taza de café y le añadió dos cucharadas de azúcar, la revolvió un poco y le dio un gran sorbo y añadió otra cucharada de azúcar, su padre sin embargo bebió su refresco sabor cereza sin decir una sola palabra, aparentemente hija y padre pensaban de la misma forma. – ¿papa? – ¿si? – dijo su padre mientras se echaba un gran trago de su bebida – ¿como supiste lo de Darío? – Pues me encontré con tu amigo, Darío, en el estacionamiento – su padre se detuvo un momento y miro a un punto indefinido en el cielo – fue casi como si me hubiera estado esperando, me contó todo lo que paso y como lo ayudaste. Creo que se siente un poco responsable por haberte metido en problemas, veras me parece que es un chico mas valiente de lo que el mismo se da cuenta – su padre sonrió y le dio un trago a su bebida, Sarah no se había dado cuenta pero se había sonrojado y esbozaba una sonrisa – Resulta que el padre de Marco es mi amigo Miguel – Miguel era el mejor amigo de su padre, Sarah lo recordaba por que todos los fines de semana el y su padre iban al club de motocicletas al que pertenecían – cuando Darío me dijo que Marco había estado molestándolo hable por teléfono a Miguel y le conté todo... no le sorprendió mucho así que a sido Marco quien se ha metido en problemas – la sonrisa de Sarah era muy evidente y su padre lo noto claramente – no creas que vas a salir limpia de esto – Sarah dejo de sonreír de inmediato – Estarás castigada un mes – ¡un mes Sin salir! no podría despedirse de Darío cuando se fuera – sin ver televisión – termino su padre, y casi como si pudiera leer su mente dijo – así podrás despedirte de tu amigo, sabes me agrada ese chico, pero pienso que aun eres muy pequeña para pensar en tener novio ¿no crees? – Sarah se sonrojo tanto que no se le ocurrió ninguna forma de ocultarlo – n-no papa... no... el no es mi... ¡solo somos amigos! – su padre alzo una ceja y luego sonrió – ya veo. Hoy era el día en el que Darío se marchaba de la ciudad, las clases habían terminado hace una semana, Hoy seria el ultimo día que Sarah vería a su único amigo, el sol quemaba la nuca de Sarah lo cual le hacia mas difícil subir la colina que llevaba a la casa de Darío. Al fin Sarah se encontraba frente a la reja de una enorme casa que ocupaba todo el ancho de la cuadra y al menos un cuarto de su largo. En la pared había un intercomunicador, Sarah se paro de puntillas para alcanzar el micrófono y presiono un botón rojo, unos diez segundos después se escucho la voz de una mujer – ¿Si diga? – Buenas tardes soy Sarah... se encuentra Darío?
– ¡Sarah! Llegas justo a tiempo el joven Darío esta punto de salir, pasa por favor – un sonido electrónico sonó y una puerta que era parte de la reja se abrió Sarah se encontraba en la sala principal de la casa de Darío había una mesa para el te en el centro rodeada de sillones, el piso era de madera, la casa de Darío parecía una de esas mansiones que aparecen en las novelas – ¡Sarah! Que bueno que has venido pensé que no podría verte otra vez – Darío bajaba por las escaleras casi corriendo y saltándose algunos escalones corrió hacia Sarah y salto para abrazarla, Darío no se dio cuenta pero Sarah estaba a punto de llorar – no digas eso, regresaras en las vacaciones ¿no? –tienes razón – dijo Darío mientras dejaba de abrazarla con una sonrisa que parecía un poco forzada – pero mira tengo algo para ti, ya que tu me regalaste esta pulsera – Darío se llevo la mano a la bolsa y saco una pequeña cajita plateada– ¡Darío! – rápidamente Darío guardo la cajita en su bolsa, era la voz de su madre – ¿Si Mama? – mas vale que te apures y no pierdas tu tiempo nos vamos en diez minutos – Sarah nunca le había agradado a la madre de Darío – Si... mama... – Darío volteo a ver a Sarah con una expresión suplicante y volvió a meter su mano en la bolsa del pantalón mientras le hacia una seña con la cabeza para salir de la casa, ya afuera, en el jardín y sin aviso previo Darío tomo a Sarah por la muñeca y puso en su mano la cajita de cartón – Toma Ábrela. aquí – Sarah abrió la caja y dentro encontro un dije en forma de rosa completamente plateado y con una cadena delgada, Sarah miro a los ojos a Darío con una expresion confundida – pa.. para ¿para mi? – claro – respondió Darío con una sonrisa en su cara – tu me diste esta pulsera es normal que te de algo para que me recuerdes ¿no? – Sarah titubeo unos momentos pero después abrió la boca para decir algo, pero en el siguiente momento Darío se encontraba dentro del carro de su madre, miraba a Sarah por la ventana cerrada, el seguía con la misma sonrisa se despedia de Sarah agitando su mano y sus labios pudieron haber dicho – Nos veremos en las vacaciones, no te preocupes – Sarah grito con todas sus fuerzas y lagrimas en sus ojos – NO! Yo no estare aquí para entonces! – de pronto la temperatura bajo unos cuantos grados hacia frío y era de noche, Sarah estaba muy confundida pero algo la distrajo, los sollozos de un niño, y allí estaba Darío sentado en las escaleras que llevaban a la puerta principal, sus manos cubrían su cara, Sarah lo miro y sintió un alivio se acerco a el y trato de acariciar su cabello pero en lugar de sentir el cabello de Darío sitio como si atravesara aire, como si el no estuviera allí, de pronto Darío levanto su cabeza hacia donde Sarah estaba pero no la miraba a ella sino a algún punto detrás de Sarah, atravez de ella. Sarah pudo ver la cara de Darío, de sus ojos emanaban lagrimas y entonces el silencio de la fría noche se rompió cuando Darío grito con toda la fuerza que tenia – TE ODIO! – El rostro de Darío mostraba una mueca de furia, Sarah no pudo hacer otra cosa que dar unos pasos atrás cuando se detuvo trato de alcanzar a Darío con su mano, extendiéndola hacia el, pero Darío ya no estaba allí su lugar había sido ocupado por una pared con un foco apagado o mas bien un techo, el techo de su nueva casa.