Leyendas Y Mitos.docx

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La Calavera del Padre Higuera Cuentan los ancianos que cierta vez, allá por los años de 1850 a 1860, hubo un sacerdote cuyo apellido era Higuera; que, en ese entonces, oficiaba en el Exconvento de San Bernardino. Se dice que éste párroco, seguramente no conforme con su decisión, se dedicaba con frecuencia a la vida mundana, violando así los sagrados principios del "Sacerdocio", cuentan que en las noches acostumbraba recorrer varias calles visitando diferentes antros de vicio. Según se cree, este recorrido principiaba en las calles de las Estacadas, continuando por Becerra y Tanco. Seguía por la actual "Carretera Nacional" subiendo después por la calle de Santa Anna; así como si no fuera largo el trecho que seguía por la calle del Exconvento, volviendo a tomar Becerra y Tanco, por último, subía a la Calle de las Estacadas llegando entonces al convento. Cierta vez recibió la visita de algunos fieles cuyo objetivo era informar al Padre de un extraño fenómeno, que tenía alarmada a la población. Le narraron que, por las noches, en la ya mencionada calle de Becerra y Tanco rondaba cuesta arriba una calavera. El párroco, intrigado por la noticia; les recomendó que no se asustaran, que él más tarde iría al supuesto lugar de los hechos a comprobar si era verdad. Diciendo y haciendo, esa misma noche se dirigió a dicha calle y esperó pacientemente que sucediera el raro fenómeno sobrenatural. Pasado ya algún rato, presentándose la aparición, el Padre temeroso le dijo: Espíritu, seas por el bien o seas por el mal, este no es tu lugar. Decidme ¿qué buscáis en estas calles que son del domino de Dios?", a lo que la calavera le contestó con las siguientes palabras: "Soy la calavera del Padre Higuera y ando purgando condena". Tras este acontecimiento desapareció el espanto y el Padre Higuera asustado, abandonó por completo la vida mundana que llevaba. Dedicándose entonces a la oración y a duras penitencias como eran de vivir a pan y agua y castigarse la espalda con un látigo de ocho tiras que él mismo se hizo. Un día salió del convento y montó un asno, echándolo a caminar sin rumbo fijo; se cuenta que tanto el Padre, como el animal, desaparecieron sin dejar huellas y sin volver a saberse nada de ambos.

El Cristo del Santo Entierro del Ex-convento

El Ex-convento de San Bernardino de Siena fué fundado al cuidado de Fray francisco de Torantos y tomó su patronato Antonio Verru Bravo, quien no pudo terminarlo por falta de dinero, lo que se logró con limosnas que para el efecto recolectaron Fray Diego de San Pedro, Fray Francisco de Virello y Fray Francisco de Torantos, el cual era el padre prior de dicho Convento y en cuyo priorato se suscitó el hecho tan extraño de la misteriosa llegada de la imagen del Cristo del Santo Entierro a ese Convento. Dice la leyenda que en una noche clara y cálida de la estación primaveral, cuando los Frailes dormían tranquilamente después de un día de árduas labores, interrumpió de repente la quietud de la noche una serie de golpes dados con suma desesperación en la puerta del Convento, al punto levantándose presurosos los Frailes creyendo que se trataba de un caso de importancia, como que algún fiel necesitara de ellos; pero cual sería su sorpresa al abrir la puerta cuando no encontraron persona alguna y sólo estaba una mula que cargaba un voluminoso bulto. Trataron de encontrar al dueño creyéndolo en las cercanías, pero al no encontrarlo, decidieron albergar por esa noche a la mula de tan extraña procedencia. Después de introducir a la mula al patio del Convento (hoy escuela Juan Ruiz de Alarcón.) Se retiraron nuevamente a su tranquilo reposo en espera que al día siguiente se presentara el dueño a reclamar su animal y su pesado bulto. A la mañana siguiente, el hermano portero decidió llevar un poco de alfalfa y agua a la mula, pero mayor fue su asombro al encontrarse con que el animal había desaparecido, al instante corrió a dar aviso al padre superior, mismo que fue a verificar si el bulto tambien hubiese desaparecido, pero ante la expectación de todos, el bulto ahí estaba. Al pasar algunos días, ninguna persona se presentaba a buscarlo y los Frailes impacientes decidieron abrirlo para invetisgar su contenido, cuidadosamente fue abierto, una gran sorpresa se llevaron al ver que el empaque guardaba un crucifijo, una bella escultura con goznes que le permitían mover los brazos, hombros, rodillas y cuello. Otro aspecto milagroso de este acontecimiento fue que sólo faltaban siete días para la celebración de la Semana Santa, y esta imagen sirvió a los Frailes para la celebración de la Crucificción y Santo Entierro. Se hizo una investigación para saber si alguna caravana había pasado por ese lugar, y que la mula con esta escultura se hubiera desviado, pero no se encontró ninguna cerca, por lo que la procedencia del animal, aún esta en él misterio.

Esta imagen es actualmente muy venerada por el pueblo taxqueño, y se encuentra en el sitio en donde llegó: el Convento de San Bernardino. Y en nuestros días, al morir la tarde de los tristes Viernes Santos, esta preciosa imagen de Cristo es sacada en Procesión por el pueblo devoto y creyente de Taxco. Esta procesión del Santo Entierro, es una de las más impresionantes de las que se efectúan en las torcidas calles del Taxco colonial. El Cristo del Santo Entierro es colocado en una hermosa urna que donó la anciana devota Doña Félix Ramos (viuda de Gutiérrez) y va en hombros de doce personas vestidas de negro y descalzas, pertenecientes a su cofradía. Por el decir de estos cargadores del Santo Entierro, terminan cansadísimos y muy fatigados por el peso. Este convento desempeñó durante el periodo de la independencia de México una gran misión histórica, ya que en el interior de su recinto se celebraron las juntas preliminares tendientes a obtener la Independencia de Nuestra Patria, tomando parte muy activa el guardián del mismo Convento, fray Agustín de León de Leal y los demas frailes que estaban bajo su custodia. Estando en este convento, el general realista don agustín de Iturbide y fray Agustín de León de Leal quien persuadió al general a deponer su actitud ante la causa de la Independencia de la Nueva España; ante la lucha que sostenía el general Vicente Guerrero Saldaña dando por resultado el famoso Abrazo de Acatempan entre ambos generales. Este pacto fué el 10 de enero de 1821. Con este hecho se dió por terminada la lucha bélica, dando a México un gobierno independiente. En uno de los muros exteriores del templo existe grabada una placa relativa a este hecho y que el H. Ayuntamiento de 1921 mandó colocar. El lugar y la construcción del Convento es de estilo colonial y fué fundado por los padres Dieguinos quienes llegaron a México en 1580.

Leyenda de la "Calle de la Muerte” En el lado norte de la Parroquia de Santa Prisca nos muestra una interesante portada de Jambas y Dintel almohadillado, capeto ornamentado, frontón cortado en voluptas, y como remate de todo, el símbolo de la muerte, a quien el tiempo ya dejó sin brazos ni guadaña. Narra la leyenda de esta calle, que en tiempos de la Colonia, un hombre que vivía por esta calle, temeroso de que la muerte lo molestara optó por destruirle los brazos. La portada de ese lado de la parroquia es una fantasía en ebullición, nos produce a la vez dos impresiones distintas: la de las cosas burlescas y la de las cosas trágicas. La composición del lugar resultó completa. Pues el nicho que está en el ángulo saliente del rincón y el ojo de buey que en el mismo saliente luce estupendo trabajo de hierro. Estilización la Cruz de Calatrave. Viene a completar el ambiente de angustia de ahí reina. Una especie de eco, un Soliloquis Shakespeariano. El lugar en que se encuentra, que es seguramente el punto en que el artífice refugió toda su fantasía. Es un rincón doliente, vago y delicado a la vez, en donde el sol, por la orientación del muro, jamás baja sus rayos a dar vida y color , por lo que en manchas negruscas y en húmedos jarrados, se mira la huella de las lágrimas de las lluvias que ahí han azotado largos años. Hace muchos años, a fines del siglo XVIII, cuando la Iglesia estaba flamante, por esa puerta salían con pasos sigilosos y rostros recatados, los viernes de cada mes los hermanos de la "Cofradía de la buena Muerte". Entonando cánticos penitenciarios que en el silencio de la noche se oían como rumor de apagado llegado de otro mundo y en cuyas estrofas se pedía paz y gloria para el alma de los deudos muertos en pecado. Poco tiempo después de la Independencia Mexicana, esta hermandad desapareció y con ella la piadosa costumbre de llevar esperanza hasta más allá de la vida. Ahora abre de cuando en cuando para que pase algún restaurador de edificios o algún curioso de las alturas que muestran las torres; pero como ya no pasan bajo del Dintel los hermanos de la Cofradía de la Buena Muerte, llevando sus haces de Flores, de esperanzas nunca marchitas, la puerta perdió su carácter, pues ya no es como antes la salida de un cementerio de almas. En el año de 1914, en la tenebrosa "Calle de la Muerte", ocurrió un voraz incendió, se vió en llamas la tienda de abarrotes del rico taxqueño: Don Mateo Flores, que era en ese tiempo, la mayor y mejor tienda surtida de Taxco. La incendiaron los revolucionarios y el individuo que inició el fuego murió al salir, cuando accidentalmente cayó y su arma se disparó contra su pecho. La Calle de la Muerte franquea la parroquia del lado norte, se llama así por el esqueleto que existe esculpido sobre la puerta que dá acceso a la escalera que sube a las bóvedas y torres de la Iglesia, esta calle tuerce a la derecha para reunirse con la Calle del Arco.

MITO: Taxco amenazado por el Cerro del Atachi

Sin duda alguna al conquistar los españoles la gran Tenochtitlán, creó sucesos notables no tan solo en la capital, sino también en algunos pueblecillos humildes, como lo era en aquel tiempo Tlachco, actualmente Taxco el Viejo, Cortés se dió cuenta que en el famoso mercado de Tlatelolco, uno de los elementos que usaban los indios como moneda, tejos de estaño. Indago sobre su procedencia, pues le interesaba el estaño para alearlo con el cobre y obtener el bronce, con el que fabricaba sus cañones para reafirmar la conquista, supo que el estaño procedida de Tlachco, motivo por el cual, los españoles fundaron el actual centro de población, habiendo encontrado además, yacimientos de oro y plata, por lo que se trasladaron la población del antiguo Tlachco al actual, ocurriendo la primera bonanza en 1542-1748 a 1757, periodo en que se hizo su fabulosa fortuna el dinámico minero Don José de la Borda, quien construyera una de las mas famosas Joyas de que se enorgullece Taxco, la Iglesia de Santa Prisca. Este es un breve resumen de datos importantes de la Historia de Taxco. Tal es el Incidente que a través de Generaciones se ha venido convirtiendo en una de las más enigmáticas Leyendas de nuestro México, y en especial de Taxco Colonial. Cuentan nuestros antepasados que Taxco siempre ha sido uno de los pueblos más religiosos, pero nunca faltan individuos, que tal vez por falta de moral o por ignorar los principios religiosos, ofenden a nuestro creador, quizás inducidos por el demonio, quien les promete bienestar y riquezas en abundancia, y cuenta nuestra leyenda, que en un templo los taxqueños fueron víctimas de esas tentaciones, dejándose arrastrar a tal grado, que dios, en castigo y para desaparecerlos de este mundo, formó una gran tempestad en forma de nubarrones en forma de una gran "culebra de agua", que amenazaba con estruendosa furia. Al sentir el peligro, arrepentidos los habitantes se postraban, en la tierra haciendo cruces con los brazos y dedos, pidiendo clemencia del cielo, mientras que un anciano cura, a petición de los fieles, hacia uso de toda clase de reliquias para conjuntar tan escalofriante amenaza y cuéntese que postrado en tierra, al igual que todos los habitantes, rezando pedía ha dios misericordia, tomando unas tijeras cortó a la culebra en dos partes y que de inmediato se dejo de ver lo azul claro del cielo mientras los extremos, entre nubes borrosas y aire huracanado, caían las dos partes, de la mencionada culebra, habiendo caído la parte que comprende la cabeza en el centro del cerro de Atachi, y que como todos saben, se encuentra en la parte

noroeste de la ciudad, dejando escapar a su vez, fuertes torrentes de agua que arrasaban todo a su paso convirtiéndolo en escombros. Al darse cuenta el anciano sacerdote de lo que había hecho la anterior proeza, vuelve a hacer un acto de fé para enmendarla: de la pendiente de una roca brotaba el agua por un pequeño hoyo, y no sin antes bendecir el lugar, cogió una para de metate que se encontraba en un lugar mal puesta, para taparlo haciendo prometer a sus habitantes no volver a ofender a dios impunemente y en caso de hacerlo, que la misma agua quitara dicho tapón para arrasar la ciudad, con todas sus riquezas y habitantes. La otra parte que comprende la cola, fue arrastrada y sepultada a su vez en el misterioso cerro del gigante, ubicado frente a la cascada de Cacalotenango, (lugar donde nos cuenta la leyenda, mora el diablo), localizándose en dicho cerro la roca en forma de silla, y que se denomina la silla del diablo, y digo misterioso porque nos cuenta la tradición que nadie ha podido romper su encanto y quien ha intentado profanarlo, ha sido víctima de su furor y, como en el caso de "los gigantes enamorados", mujer y hombre respectivamente, que a petición de la mujer, el hombre transportaría dicho cerro al lugar donde se encuentra la actualmente conocida "piedra chifladora" habiendo llegado hasta el pie del Cerro que ahora lleva su nombre para cargárselo y llevarlo al sitio mencionado, se dice que fue tentado en su fé por el diablo, quien lo hizo víctima del encanto. Desde la carretera Taxco-Ixcateopan, se puede ver el gigante al pie del cerro tratando de cargárselo, y en la parte alta de dicho cerro, se nota claramente colocada la famosa silla del diablo, así mismo cuenta la leyenda, que por las noches llora el gigante, dejándose escuchar unos silbidos como de ultratumba, que le son contestados por su amada que también se encuentra encantada en "la piedra chifladora" y que dichos chiflidos, no son mas que los lamentos, o tal vez, alguna forma de comunicarse mutuamente. En la actualidad, en la punta del cerro, un poco arriba de la "silla del diablo", los pobladores y gente piadosa, colocaron una cruz efecto de protegerse y no ser víctimas del encanto, o que algún día se lleguen a unir las dos partes de la antes referida culebra provocando la inundación de Taxco. Al parecer la población olvidó aquel incidente de antaño y volvió a cometer actos por los cuales la naturaleza tuviese que responder, el 17 de septiembre de 1995 los vecinos del barrio del Cerro del Atache sufrieron daños materiales con motivo de un gran deslizamiento de tierra

provocado por las interesas lluvias teniendo que intervenir autoridades municipales, estatales y del centro nacional de desastres. Con apoyo del Ejército Mexicano, los vecinos y personal de "Obras Públicas" se retiraron escombros y volúmenes de tierra que pudieran ocasionar daños a mas vecinos. Podemos concluir que "no hay quien al cielo escupa y en la cara no le caiga" mucho cuidado al hablar, queridos lectores ya que Dios y la naturaleza siempre aguardan por nosotros.

La Flor de Cuetlaxochitl (Flor de Noche Buena)

Flor de Pascua

Cuenta la leyenda que en la época en que los aztecas dominaban la mayor parte del país, en el pueblo de Tlachco hubo una gran sublevación por parte de la tribu de los chontales, que no estaban dispuestos a pagar tributos al rey Moctezuma.

El monarca al enterarse de la respuesta de los chontales, mandó un poderoso ejército que puso fin ala rebelión, dejando a su paso muertos en lo que hoy es Taxco, en donde quedaron las huellas de sangre de los mencionados chontales crecieron unas hermosas flores de color sangre que significaban el espíritu de los derrotados chontales.

Cuando el rey de los aztecas: Moctezuma tomaba un descanso por el pueblo de Tlachco (ahora Taxco) que tenia fama entre los nombres aztecas por su clima único (hasta la fecha), el emperador azteca encontró entre los cerros a esta hermosa flor que crecía como planta silvestre, este la llevo a sus jardines botánicos de Huaxtepec (cerro de guajes hoy centro vacacional de Oaxtepec entre Cuernavaca y Cuautla) donde se dedico a su cultivo.

MITO: De los Pajaritos Las tradiciones ancestrales siempre han sido una fuente inagotable de hechos que a través de los tiempos han venido sucediéndose y que las más de las veces la pluma de los historiadores ha dejado en el marco oscuro del olvido a pesar de la importancia callada de los pueblos. Cuenta la tradición que desde antes que surgiera en la mente de Don José de la Borda la construcción de un templo dedicado a su adorada Santa Prisca, por esos días venturosos vivía por las laderas de lo que hoy es la calle de los pajaritos, frente a la tienda del ISSSTE, una virtuosa señora a quien todos los vecinos del lugar llamaban Tía Chonita que construyó como Dios le dió a entender su humilde casita junto a un gran árbol que se encontraba en medio de la exhuberante vegetación casi virgen en esos años. Curiosamente nadie sabía cuál era el origen de esta señora, pues no tenía familia. Estaba encorvada por los años de su edad, vivía siempre sola, su mirada era serena, su hablar apacible. Toda ella inspiraba confianza para quienes tenían la dicha de tratarla muy de cerca, poseía una atracción magnética desconocida. Todos los días salía a su patio que siempre estaba bien barrido y limpio, cubierta su cabeza con un lienzo de color rojo púrpura y sus enaguas eran blancas como la nieve de sus canas. Sentada junto al majestuoso árbol esperaba diariamente el primer beso del alba ya que a esas horas una inmensa parvada de hermosos pajarillos se posaba en las verdes frondas del gigantesco árbol, entonando todos ellos una estruendosa serenata al compás del céfiro que los mecía. Terminadas sus canciones, unos pajaritos se posaban en la cabeza de la anciana, otros revoloteaban en torno a ella y los demás le picaban los pies y las manos, ya que siempre los esperaba con maíz picado, agua y otros alimentos más. Los acariciaba y les decía: "coman, coman sin temor amiguitos míos". Todos obedecían y terminando volaban en diferentes direcciones para volver a la caída de la tarde a entonar su acostumbrada serenata. Todo esto extasiaba a tía Chonita, y le hacía pasar momentos de inagotable alegría. Volvían a comer y luego se acurrucaban en las frondosas ramas del árbol disponiéndose a dormir. Esto se repetía día con día, hasta que en uno de tantos, volvieron las avecillas para entonar sus melodiosos trinos, pero de improviso callaron las canciones, se enmudeció el ambiente, cerraron sus piquitos y su plumaje se crispó del cruel dolor. La ancianita había muerto, y su cuerpo yacía inerte en el patio de su casa. Todos los pajarillos rápidos bajaron cubriendo con sus alas el cadáver tratando de reanimarlo con el calor de sus tiernos cuerpecitos, pero el caso

era difícil. Tía Chonita estaba muerta. Muchos de ellos quedaron inmóviles sobre el cuerpo ya sin vida. De otros rodaban lágrimas a torrentes y los demás con la tristeza reflejada en su mirada, revoloteaban de un lugar a otro, torciendo sus lindos pezcuecitos en señal del sentimiento que los embargaba. Después de largo rato, se formaron en lúgubre cortejo llevándose a tía Chonita sobre sus alitas de múltiples colores y volaron, volaron a través de infinito azul para nunca más volver. De ahí el nombre de los pajaritos.

Leyenda de "La Bermeja" Después del descubrimiento de América, una mujer descendiente de la Casa Real de España, prima hermana de Felipe II, se lanza también a la aventura viniéndose a instalar en la parte éste de la ciudad de Taxco. Construye un lujoso Palacete, tapizando las paredes de oro y plata, y los regios ventanales, con cortinas rojo púrpura, haciendo un bello contraste con las alfombras de azul turquesa. Era un palacio de ensoñación. Todo era vida, alegría y vanidad. La bermeja, que así se nombraba a esta exquisita mujer de cuerpo escultural, de facciones atractivas, verdes esmeralda sus ojos y ondulante cabellera. Se cuenta que su servidumbre debía tenderle barras de oro al trasladarse de un lugar a otro, principalmente cuando asistía a ejercicios religiosos. Las exquisiteces de sus pies dejaban impregnadas sus huellas, que en la actualidad contemplamos al transitar por el cerro de bermeja. Un día de alegre primavera, se presenta un pordiosero solicitando caridad al mayordomo, éste se la niega arrojándolo a empujones, vuelve a insistir suplicándo, ya que tenía días que no tomaba alimento. A la discusión de éstos aparece ella con un enorme perro azuzándolo para que se abalanzase sobre el mendigo. En medio de aquella espantosa lucha, con los ojos arrasados en lágrimas el pordiosero pide auxilio y en vez de ayudarle, prorrumpe en burlezcas carcajadas, corriendo hacia uno de los rincones de la terraza para contemplar mejor la escena. El limosnero, antes de ser devorado enorme perro pronuncia estas palabras: "tu orgullo y vanidad serán castigadas", y exhaló el último aliento. La Bermeja reacciona y estupefacta contempla el cuerpo inerte de su víctima, surge de pronto un temblor, la tierra se abre y comienza a hundirse aquel Palacio de cristal, oro y plata; orgullo de la mujer. Ésta comienza a correr de un lado a otro, con las manos levantadas al cielo, en actitud de pedir clemencia a Dios, pero la sentencia se ha cumplido, el Palacio se ha hundido y a la Bermeja la

encontramos convertida en piedra. En uno de los rincones de lo que antes fuera orgullo de la vanidosa mujer.

La Imagen de "Padre Jesús" de Tecalpulco

Durante la conquista los españoles impusieron la religión católica a los pueblos indígenas correspondiendo a los frailes dominicos catequizar a los naturales de Tlaltizapan, Telpancingo, y Tecalpulco, que pertenecía al señorío de Zumpahuacán. Después de vencer los obstáculos por la resistencia de los naturales, fueron bautizados con nombres de los miles de santos que registra el calendario romano. Pero no sucedió así con los pobladores de Zumpahuacán, cabecera del señorío y residencia de los pobladores indígenas de la región, que se resistieron a aceptar la religión española y permanecieron fieles a sus dioses. Al enterarse de que los demás pueblos habían cambiado de religión, los sentenciaron a muerte. Un mes antes de esta determinación los naturales de Tecalpulco recibieron la estatua del padre Jesús, del tamaño de un hombre.

En eso, un indígena de Zumpahuacán, arriesgando su vida, avisó a sus hermanos de raza el peligro que corrían; los indígenas católicos se postraron ante la estatua pidiéndole que los alejara del peligro. No faltó quien dijera que fue el padre Jesús, que vestido de indígena les avisó del peligro. Tras una penosa travesía, llegaron al pueblo que hoy es Taxco el Viejo, el cual por carecer de agua, abandonaron. Fue así como en el año de 1545, fundaron el nuevo Tecalpulco, hoy municipio de Taxco.

Don Juan Ruíz de Alarcón y Mendoza

Juan Ruiz de Alarcón nacido en la ciudad de Taxco, Guerrero, el año de 1581, Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza fue descendiente de una ilustre familia española, radicada en la Nueva España. Sus padres fueron Pedro Ruiz de Alarcón, oriundo de la nobleza de Cuenca, y Leonor de Mendoza, emparentada con la poderosa familia de los Mendoza. Realizó sus estudios de jurisprudencia en la Real y Pontificia Universidad de la ciudad de México, y en 1600 viajó a España para graduarse dos años después como bachiller de cánones, en la Universidad de Salamanca. Cursó estudios de abogacía en la Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de México y a comienzos del siglo XVII viajó a España donde obtuvo el título de bachiller de cánones en la Universidad de Salamanca. Trabajó un tiempo como abogado en Sevilla (1606) y regresó a México a terminar sus estudios de leyes en 1608, en el mismo barco en que iba Mateo Alemán. Se graduó en México y opositó sin fruto a varias cátedras. En 1614 volvió de nuevo a España donde trabajó como relator interino del Consejo de Indias y se dedicó a la producción literaria. Fue amigo, y tal vez colaborador, de Tirso de Molina. Era una persona deforme: contrahecho, jorobado de pecho y espalda; pelirrojo y barbitaheño (lo que era un baldón en una época en que se suponía que Judas lo había sido), aparte de ser de muy baja estatura, lo cual le hizo blanco de numerosas burlas y críticas de escritores contemporáneos como Francisco de Quevedo (quien le llamó "Corcovilla"), Félix Lope de Vega y Pedro Calderón de la Barca. Al morir gozaba de una posición económica desahogada.

Ejerció su profesión en la ciudad española de Sevilla y en 1608 regresó a la Nueva España donde retomó sus truncos estudios para graduarse como licenciado en leyes. Años después, en 1614, se estableció de nuevo en España, en la ciudad de Madrid, donde se dedicó a la actividad literaria. Durante algún tiempo se desempeñó como relator interino del Consejo de Indias y en 1633 alcanzó la propiedad del puesto.

La Casa Roja ó la Casa del Verdugo

El constante y engañoso devenir del tiempo marcaba en su tormentosa carrera el día fatídico 19 de enero de 1984 sonando la tétrica campana que pusiera fin a la existencia de la señora Margarita Made viuda de Wolbretch de Juan Eduardo y Elizabeth de los mismos apellidos de 73, 47 y 37 años respectivamente pactaron conjuntamente el triple y diabólico suicidio familiar que se llevo a efecto en esta bella y colonial ciudad de Taxco de Alarcón en la céntrica "Casa del Verdugo", marcada con el número 3 de la hoy Calle Real de Cuauhtémoc, crecía día a día, hora tras hora y minuto tras minuto la ebullición fantasmal de esas mentes embrutecidas y enloquecidas al llegar al mas allá. La erupción de ese desquiciado volcán pletórico de demencia abrió su cráter cubriendo de sombras y cenizas a un hogar aparentemente feliz cobijado bajo el manto de una opulencia pasajera y quimérica encubada en la trastornada mente de Juan Eduardo. Finalmente estalló la tormenta cerrándose le circulo rojo del suicidio, dejando un triste recuerdo enmarcando en el cerebro de sanas mentalidades. Los barbitúricos, gas, carbónico y revolver calibre 38 fueron los elementos que se confabularon para cumplir lo que tanto ansiaban los multicitados suicidas de pasar los umbrales de ultratumba dejando su fabulosa fortuna a Emmy, única hija y hermana que se libro de tan horrenda decisión. Hubo otras personas agraciadas por la diosa fortuna, sus fieles servidores y al médico familiar le entregaron una carta póstuma que se encontró debajo de la cama de Juan Eduardo, cuentan las gentes de lengua sin hueso, que en las noches obscuras se ven en el fondo de esa casa macabra dos siluetas humanas abrazadas al cuerpo de un anciana y bella mujer con los ojos alzados al cielo en actitud beatifica para alcanzar el perdón de su acto suicida. ¿Quieren pasar ustedes por ese espantoso lugar en las noches sin luz? quizá sea una de las afortunadas en ver ese triste y triple suicidio que perdurará en la mente del que lea este relato,

su cuerpo se crispara de terror y pueda quedar en el mismo lugar, la única herencia del médico familiar es la siguiente carta póstuma.

MITO DE LA ZARZAMORA Todos dicen que era hermosa. El sol de la mañana iluminaba su cuerpo, cuando desde el cerro del Atachi bajaba por el agua cristalina hasta la fuente de la Plaza de Acayotla. Era quizá la elegida por los Dioses para sus servicios, tal vez. Siempre que se le veía contenta, fragante y plena de alegría, la maldad no había entrado a su corazón, todos se admiraban de que siendo tan moza y bonita no hubiera aceptado el cariño de los que la cortejaban. El pueblo de Taxco, que siempre ha tenido una temperatura de privilegio, por las montañas que lo circundan propias para el amor y la acaecida, una noche en que la tormenta se desató furiosa; un rayo fulminó corpulentos árboles y desgajó los peñascos del Huixteco. El agua arrojada por las nubes y por la suprema voluntad del Dios Tlaloc. Inundaba las cañadas de Chacoalco. La mulata y Casallas, caían por las cortaduras de las peñas, cascadas de agua que llenaban de pavor al pueblo que clamaba misericordia. ¿Qué había sido de la "Doncella"? que vivía en aquella casita risueña del Atachi, en medio de la noche, en medio del estruendo del agua y del rayo, cuando el Teponaxtli y el Huehuetl sonaban pronunciando el peligro, pidiendo clemencia a esta furia. Las gentes reunidas en el Teocalli hacían oración, conjurando aquella tromba. De las chozas salían lamentos y lágrimas de terror, que se fundían con el agua, que de los cielos caía en interminables cataratas. Un rayo tronó en las montañas y desgajo gran parte de ellas, espacialmente de Chacoalco, donde brota el agua potable que hoy súrte a la población. El eco se repitió por muchos momentos; el cielo se tiñó como de sangre, calmó como encanto el viento, y poco a poco la tranquilidad y el silencio invadió montañas y poblado. Sólo en la casita de la princesa "Cuayautital" esperaban inútilmente su regreso , ya que había partido de ahí, antes de principiar la tormenta, y al fin no regresó. A la mañana siguiente salieron en su busca, hasta llegar a los veneros de Chacoalco; una nueva maleza no conocida, ocultaba el agua cristalina, los peñascos habían cambiado de forma y al agua antes clara, era color de sangre. ¿Quién había hecho aquella transformación? En el fondo de la cueva. Donde brota el agua clara. Estaba el cuerpo de la princesa Cuayautital, cubierta de preciosas flores y helechos silvestres, que perfumaban el ambiente como hálito de Dioses, ella estaba muerta, pero más parecía que estaba dormida.

Su cuerpo no pudieron llevarlo de aquel lugar, porque de él brotaba la extraña planta que había nacido de la noche a la mañana, y de sus tallos salían agudas espinas. Hicieron fiestas con danzas rituales, se ofrendaron flores y frutos, pero a la mañana siguiente aquel cuerpo hermoso había desaparecido, quedando solamente la planta que de él brotaba llevando por savia su sangre, esta se extendía por entre los barrancos ofreciendo sus frutos color de granate y que hoy conocemos con el nombre de la "Zarzamora". Todos dicen que era hermosa. El sol de la mañana besaba orgulloso su cuerpo, era quizá la elegida de los Dioses que en medio de una tormenta, la arrebataron para llevarla a sus servicios en los infinitos cielos. Quizá sólo dejó como recuerdo de su paso por la Tierra, una planta que lleva en su fruto su sangre y la tomamos como vino. Si quieres comprender su hermosura, busca en las fragosidades de las montañas de Taxco, una planta de zarzamora, pruébala y con su sabor y hermosura y toda ella llena de gracia y que el sol la besaba con orgullo. ¿Será cierto? Tal vez. ¿Por qué no podría serlo?

Leyenda de Las Estacadas

La piedra de ese tormento se mantiene como fiel testigo en el Museo de Arte Virreinal de Taxco.

La leyenda narra que desde tiempos inmemoriales, las aguas bulliciosas, las aves vocingleras y la fresca brisa que ofrecían las verdes frondas de los árboles que crecían en los bordes de la "barranca Montesinos" (después tiro de San Lorenzo) sé conjuntaba todo eso en un cielo de amor, tranquilidad y belleza. Invitando a sus poquísimos moradores a disfrutar de un rinconcito paradisíaco, ya que con sus altos árboles, hierbas sensitivas con olor a retama, ofrecían paz y sosiego en el alma de quienes tenían la dicha de vivir en esos lugares de ensueño, si en medio de la vida de tranquilidad de esos lugares. La esposa era perseguida por determinado hombre para cometer el vil acto de infidelidad al esposo, este vigilaba a su cónyuge, hasta no rayar en el desengaño si el hecho era confirmado, esta infiel esposa era conducida por el esposo, autoridades y pocos vecinos hasta un lugar preparado exprofeso donde estaba colocada una piedra en forma rectangular y con un hueco en el centro y parte superior de dicha piedra.

La esposa infiel antes de salir de su casa era vestida con sus mejores galas y vestidos de la época, llevando el corazón destrozado por la angustia de la muerte que le esperaba, llegados al lugar del sufrimiento oraban a sus dioses, se colocaba una estaca en el hueco de la piedra, la mujer con el terror sembrado en su semblante, era despojada de sus vestiduras, porque tenia enfrente el instrumento de su muerte, era subida a la piedra por las pocas mujeres que la acompañaban en ese trance. Desnuda y ya enloquecida por lo que le esperaba, era colocada de asentaderas en la punta de la estaca y en un movimiento continuo iban siendo perforadas las partes mas intimas y nobles de la victima hasta sucumbir estas en medio de las más atroces y terribles convulsiones de la muerte. En esa forma era vengado ese acto de infidelidad en presencia de las demás mujeres estando presente le esposo ofendido que se conmovía ante tal tormento, pero que debía cumplirse porque era una ley barbarie. Concluido el tormento, la víctima era conducida a una fosa, sin gloria ni pompas de la época, porque la enfrenta la infidelidad, así tenia que ser cobrada, quedaban esposo e hijos solos, el tiempo lo borraba todo y el tiempo seguía su veloz carrera el hallazgo de varias osamentas confirmaban este hecho. Infidelidad: arma mortífera, instrumento de muerte, afrenta conyugal en esos tiempos hoy divorcio, bigamia, disolución conyugal, y no ha pasado nada. La piedra de ese tormento se mantiene como fiel testigo en el Museo de Arte Sacro Virreinal de Taxco. Esta es la leyenda de las estacadas y la piedra del mismo nombre se conserva como un instrumento de suplicio de aquella época y no como joya de gratos recuerdos.

Mito: La Cruz de la Calle del Arco Cruz de Madera (Calle del Arco) Cuentan las viejas tradiciones, que allá en los tiempos de la colonia, en lo que hoy es la Calle del Arco en Taxco, vivía una elegantísima dama española. Su ondulante cabellera caía sobre su espalda cual torrente de Azabaches acariciando su alabastrino talle adornado con el ropaje de los nardos del tabor, sus grandes pestañas que simulaban lo erizado de las montañas agrestes de Taxco. Sus manos tenían el delicado acopio de las blancas muñequitas traídas del oriente. Sus pies diminutos eran tenuemente acariciados por las sandalias rojo púrpura. Orladas con el pelaje del armiño. Toda ella era llena de gracia. Su mirar y su caminar seducían al que tenía la suerte de contemplarla, pero en ese corazón de ángel hecha mujer, latía a cada instante un grande amor. Rodrigo era su única ilusión; apuesto caballero español, dotado por el capricho de la naturaleza, de todas las cualidades varoniles: valiente, joven, atractivo y educado a la alta estirpe de su origen. Todo era ensueño y felicidad en aquella pareja de enamorados. Pero no se hizo esperar más tiempo esa dicha engañosa, y no tardó en aparecer en la pantalla polícroma de ese amor: la tormenta borrascosa, final de una loca pasión nacida por primera vez en aquel lugar de embrujo. Rodrigo, cada vez que se entrevistaba con aquella fascinante mujer, se hacía acompañar de Víctor Manuel (su amigo muy íntimo), no menos poseedor de los atractivos de Rodrigo. Ella, Beatriz, amaba a Rodrigo locamente, bosquejando su figura aún en las noches de insomnio. Pero la fatal casualidad quiso que una noche de plenilunio, tranquila y serena en que Víctor Manuel acompañaba a Rodrigo en sus citas amorosas, la dama tendió su electrizante mirada en el joven acompañante. Esa mirada zigzagueante envolvió el ambiente, se cruzaron las miradas, y surgió el romance, traicionando así, ese amor jurado para Rodrigo, truncado en ese momento por el falso corazón de Beatriz. Rodrigo a pesar de todo, siguió sosteniendo relaciones con ella, pero no dejaba de notar cierta indiferencia en todo, y en una de tantas citas, llegó el instante fatal del desengaño, envolviéndolo la borrasca de la desilusión la cruel traición de ambos. Decepcionado y triste aprovechó el momento en que juntos platicaban, se acercó a ellos y en su presencia lanzó un suspiro largo y profundo como los inmensos mares, tendió su mirada por última vez a su amigo y a Beatriz, sacó su espada del cinto, la blandió en el aire hundiéndola después en su angustiado corazón pronunciando en medio de las convulsiones de la muerte el nombre de Beatriz. Calle del Arco hace más de 60 años Enseguida expiró en el mismo sitio en que naciera un grande amor. En recuerdo de esta fatídica traición de Víctor Manuel y Beatriz, se colocó en ese mismo sitio una humilde cruz de madera, que al correr el tiempo ha caído en el olvido, pero que hoy se conoce como "La Cruz de la Calle del Arco". La creencia católica le ha dado otros comentarios muy divergentes a su primitivo origen, pero lo más acertado es la relatado en esta leyenda, porque antes de que los callejones de Taxco

fueran trazados, se encontró bajo los frondosos árboles de ese lugar, acariada por las verdes sensitivas y abrazada por los bejucos, una cruz de madera, carcomida y apolillada por el transcurso de los años. La cruz de Rodrigo. La Calle del Arco franquea la Parroquia de Santa Prisca del lado sur, se llamaba así por el arco que forma nuestra Parroquia (justo arriba de donde se localiza la Cruz de cantera rosa), esta calle tuerce a la izquierda para reunirse con la Calle Celso Muñoz (antes: Calle de la Muerte).

Mito del Diablo Bebito Cuenta una leyenda del Estado de Guerrero, que en algún pueblo perdido en la montaña donde los hombres campesinos tienen la fiel costumbre de que después de todo un largo día de faena es necesario refrescarse la garganta en alguna cantina con un buen mezcal o un pulque antes de llegar a descansar a casa ocurrió lo que enseguida les voy a relatar: Eso sucedió con don José, quien un día después de haber trabajado largas horas en su cosecha de maíz se llegó el momento en que el sol se empezaba a perder tras esemontón de montañas donde las nubes casi las tocan, así que decidió guardar toda su herramienta en su viejo y sucio morral para tomar el caminito que le llevaría hasta supueblo instalado kilómetros más abajo del cerro donde se encontraban sus sembradíos. Así tomo el camino hasta llegar a su pueblo, antes decidió tomar un mezcal en la cantina de don Javier donde se reunían todos los hombres del pueblo, se dijo - "un mezcalito pequeño antes de ir a dormir no le hace daño a nadie"... así que don José entró a la cantina topándose a don Genaro y don Joaquín viejos amigos campesinos quienes en ese momento se encontraban hablando de la leyenda que andaba en boca de todos los del pueblo acerca de que después de las 12 de la noche el diablo rondaba el pueblo puesto que una mujer lo había visto en forma de perro negro, otro señor lo había visto en forma de toro, y así sucesivamente narraron muchas anécdotas don José sólo se echó a reír y soltando la carcajada dijo a sus ebrios paisanos " A mi el diablo me pela los dientes"...("dicho"mexicano que significa algo así como: "el diablo me tiene miedo"), además agregó: - esos son puros chismes de las viejas que ya no quieren que venga uno a distraerse con nuestros mezcalitos, nos quieren tener temprano en las casas, no hagan caso de esas tonterías . Acto seguido don José después de echarse su mezcal decidió salir del lugar, atravesando parte del pueblo que por cierto carecía un poco o un mucho de alumbrado público, así que solo veía lo empedrado de la calle por el reflejo de la luna que aún se puede contemplar en todo su esplendor en el cielo despejado de muchos de los pueblos del Estado de Guerrero. De pronto escuchó un ruido como un leve quejido, pensó que tal vez se trataba de una gata en celo, y no hizo mucho caso así que continuó su camino, a solo unos pasos volvió a escuchar ahora más nitidamente el mismo ruido pero está vez pudo escuchar claramente un llanto como de un bebé... prestó atención para observar de donde provenía el llanto hasta que descubrió que a un lado de una vieja casa abandonada se encontraba un bulto que se movía... se acercó cautelosamente hasta que descubrió que en el interior de una cobija se encontraba un bebé llorando. - Desgraciada y mil veces maldita la mujer que te abandonó chamaco, tu que culpa tienes dijo don José maldiciendo a la mujer que él pensaba había abandonado a la criatura.

Decidió tomarlo entre sus brazos y llevarlo a su casa en lo que resolvía el misterio de los progenitores del bebé que no paraba de llorar, de tal modo emprendió el camino rumbo a su casa, poco a poco el bebé fue controlando su llanto, pero mientras don José avanzaba sentía mas y mas pesado el bulto del bebé que llevaba en sus brazos. Llegó un momento en que decidió detener su paso pues el bulto del bebé era demasiado pesado, así que abriendo la cobija del bebé que llevaba en sus brazos para ver su carita antes de que él pudiera decir algo, el bebé exclamó: "PAPI, MIRA MIS DIENTITOS"... don José horrorizado al ver esos ojos rojos como carbones encendidos y esos largos colmillos que salían de la boca del bebé, aventó al niño y corrió sin rumbo fijo.. muchos dicen que don José se quedó loco y perdió la cordura para siempre.. otros dicen que llegó asustado a su casa contándole lo anterior a su mujer, después de eso permaneció con fiebres altisimas durante tres días seguidos hasta que murió... nadie sabe lo que paso.. solo que efectivamente se cumplió lo que Don José le dijo a sus amigos en la cantina que a él "El diablo le pelaba los dientes"...

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