La Verdad Sobre El Caso Savolta

LITERATURA I

Patricia Martín Aguilera

FICHA DE LECTURA LA VERDAD SOBRE EL CASO SAVOLTA EDUARDO MENDOZA

Bibliografía
Eduardo Mendoza (1987): La verdad sobre el caso Savolta, Barcelona, Seix Barral Tiempo y perspectiva: jugando con el horizonte de expectativas

Cuando me acerqué a la lectura de La verdad sobre el caso Savolta esperaba otro libro humorístico del autor de Sin noticias de Gurb, sin embargo, ya desde el título, me encontré con otra cosa. Un caso a esclarecer, artículos de un periódico independiente en la Barcelona de preguerra y las declaraciones de un leguyelo, diez años después, a un juez de Nueva York que nos sumergen automáticamente en de los cánones del misterio. ¿Quién es Javier Miranda y qué relación tiene con el caso? ¿por qué ha pasado tanto tiempo? ¿por qué Nueva York ?... La avalancha de información inicial, combinada con el relato de los acontecimientos en primera persona y un narrador omnisciente que nos descubre los cuadros ocultos al protagonista sitúan al lector en una aparente posición de poder. Es un misterio sin misterio, en el que sólo quedar observar a los personajes lanzándose al vacío en una sucesión de acontecimientos para los que, al contrario que nosotros, no están preparados. Pero la realidad es bien distinta, ni las pesquisas del comisario Vázquez ni las investigaciones sobre la empresa Savolta de Domingo Pajarito de Soto nos acercan a la verdad. Recorremos Barcelona con ellos pero no sabemos cuándo ni hacia donde. Mendoza consigue crear una ilusión de conocimiento dosificando la información en pequeñas cápsulas temporales que, al adelantar acontecimientos futuros y múltiples perspectivas, provocan la sensación de vivir la narración a posteriori. Esta superioridad intelectual

se desinfla a medida que la historia avanza y, con el orgullo herido,

comprendemos que, como Javier Miranda, no tenemos ni idea de lo que está pasando. 02/09/2008

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LITERATURA I

Patricia Martín Aguilera

La clave la da el protagonista en una reflexión aplicable al lector:

A medida que rememoro acontecimientos del pasado, experimento las sensaciones que otrora experimentara, con tal verismo que mi cuerpo reproduce movimientos, estados y trastornos de otro tiempo. Lloro y río como si los motivos que hace años provocaron aquella risa y aquel llanto volvieran a existir con la misma intensidad. Y nada más lejos de lo cierto, pues soy tristemente consciente de que casi todos los que antaño me hicieron sufrir y gozar han quedado atrás, lejos por el tiempo y la distancia. […] Esta depresión nerviosa que me aqueja […] no es sino la reproducción fotográfica (mimética, podríamos decir) de aquellos tristes meses de 1918.

Cada nueva pista es un paso en falso y el siguiente da al anterior nuevos sentidos. De este modo las interpretaciones se van acumulando y superponiendo y no es hasta el final del libro cuando nos damos cuenta de que el misterio sí estaba resuelto desde un principio. Como en los laberintos del museo Guggenheim1, nos dejamos seducir por la premisa de que el camino tiene por fuerza una salida al otro lado y no es hasta llegar a su centro cuando, obligados a retornar sobre nuestros pasos, miramos con otros ojos esos recodos que nos daban todas las respuestas. Estafados, volvemos al punto de partida y, ahora sí, desde las alturas, vemos la obviedad del engaño y nos preguntamos como no nos dimos cuenta antes.

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Imagen:

http://www.guggenheim-bilbao.es/secciones/area_de_prensa/imagenes_videos_exposiciones_ampliar_imagen.php?idioma=es&id_imagen=361

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