La Conciencia De Judas

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La conciencia del Judas. El nombre de Judas genera en los cristianos tanto un cierto pavor, como una singular incógnita sobre su destino. Aunque en los últimos años, tanto el hallazgo de su supuesto evangelio, como algunas interpretaciones benévolas, han querido redimir su figura. Durante más de mil años, la tradición de la Iglesia lo consideró un condenado a causa de su deleznable traición. Por ello, Dante lo coloca en el noveno círculo del infierno, en donde se encuentran los traidores. Éste es el peor de los círculos y el más tenebroso. En él se describe al demonio con medio cuerpo fuera de la superficie congelada y masticando a Judas. Allí Dante junto a Virgilio se topan con Lucifer, a quien perciben como terriblemente deforme. “Con los dientes de cada boca, a modo de agramadera, trituraba a un pecador, de suerte que hacía tres desgracias a un tiempo. Los mordiscos que sufría el de adelante no eran nada en comparación de los rasguños que le causaban las garras de Lucifer, dejándole a veces las espaldas enteramente desolladas. - El alma que está sufriendo la mayor pena allá arriba – dijo el Maestro – es la de Judas Iscariote, que tiene la cabeza dentro de la boca de Lucifer y agita fuera de ella las piernas”1. En nuestros días, algunos han intentado eximirlo de su infamia. Es así que Jorge Luis Borges, pone en boca del herético teólogo Niels Runeberg, la siguiente afirmación: “La traición de Judas no fue casual; fue un hecho prefijado que tiene su lugar misterioso en la economía de la redención… Era necesario que un hombre, en representación de todos los hombres, hiciera un sacrificio condigno. Judas Iscariote fue ese hombre… El Verbo se había rebajado a mortal; Judas discípulo del Verbo, podía rebajarse a delator y a ser huésped del fuego que no se apaga... El asceta para mayor gloria de Dios, envilece y mortifica su carne; Judas hizo lo propio con el espíritu” 2. Aunque finalmente el enajenado teólogo borgeano, llega a concluir que el verdadero Mesías no es Cristo sino Judas, quien se rebajó a un miserable destino. Por otra parte, el recientemente encontrado “Evangelio de Judas” escrito por la secta gnóstica de los cainitas, lo muestra como el discípulo favorito. Este texto apócrifo fue escrito cien años después de las últimas cartas de san Pablo, por lo cual es imposible que haya sido escrito por el traidor. Así lo sostiene san Ireneo de Lyon, cuando lo menciona en su obra “Contra las herejías”. Por lo tanto, no tiene nada que ver con los evangelios, sino que es más bien un relato literario desarrollado por los gnósticos. El texto sostiene que Judas, entrega a su maestro a las autoridades, ante su pedido insistente. Asegura que por medio de este engaño, logró cumplir su misión, permitiendo la salvación de la humanidad. Pero lo cierto es que Judas no lo entregó por amor, sino por un rechazo a su misericordia y como fruto de su caída ante las tentaciones. Si bien se tienen dudas acerca de su condenación o salvación, suponemos que el centro de su destino está oculto en su conciencia personal y en la voluntad Divina. Sabemos que Dios es justo como también misericordioso, por lo cual la incógnita del destino de Judas ha quedado oculta en la sabiduría Divina. Algunos pasajes muestran que la traición era algo inevitable, diciendo: “aquel que le traicionaba”. Esto se observa con claridad durante la última cena, cuando Jesús le enuncia que lo entregaría3. La remuneración ya había sido pactada, en treinta monedas de plata, que era el precio de un esclavo. Luego de la última cena le había dicho: “Realiza lo que pronto tienes que hacer”. Entonces cuando “Jesús estaba hablando todavía, se presentó Judas, uno de los doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, Dante Alighieri, La Divina Comedia, Infierno, Canto 34. Jorge Luis Borges, Tres versiones de Judas, en Ficciones, Emecé, Buenos Aires, 1944. 3 Mt 26, 25: “Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: < ¿Seré yo Maestro? >. < Tú lo haz dicho >, le respondió Jesús”. 1 2

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los escribas y los ancianos. El traidor les había dado esta señal: < Es aquél a quien voy a besar. Deténgalo y llévenlo bien custodiado >. Apenas llegó, se le acercó y le dijo: < Maestro > y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron” 4. Sin duda, Judas le habría sugerido al grupo, que tuviese cuidado de no dejarlo escapar, ya que muchas veces Jesús se había vuelto casi invisible, escapando de quienes quisieron matarlo. Al parecer Judas era una persona avara y egoísta. Había sido elegido para predicar la esperanza en el reino de los cielos, para sanar a los enfermos, expulsar a los demonios y resucitar a los muertos5. Pero no pudo ser fiel a su vocación. Según el evangelio de Juan, era el tesorero y solía robar el dinero destinado a los pobres. Por ello remarca con dolor, su reproche a María Magdalena, cuando unge a Jesús en Betania. “¿Por qué no se vendió esté perfume en trescientos denarios para dárselo a los pobres? Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella”6. Tal como lo sostienen algunos místicos, no fue capaz de comprender la misión de Jesús. Estaba cansado de la vida errante y rigurosa de los apóstoles. Judas esperaba un rey capaz de someter a todas las naciones, con una inmensa ostentación de poder material. Esperaba gozar de un lugar privilegiado, cuado sometiera bajo su poder a todas las naciones. Soñaba con un reino temporal, que le brindara un trabajo ilustre y lucrativo. Pero el Salvador no proponía un reino de este mundo, ni distribuía riquezas terrenales. Esto decepcionó a Judas, cuando vio que Jesús no era el poderoso emperador que esperaba. Los textos evangélicos, consideran que la causa de la traición de Judas, tiene una razón más compleja, que sus simples expectativas terrenales. Juan dice que “el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, el propósito de entregarle”7. Así Lucas escribe: “Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los doce”8. De este modo, explica lo sucedido, basándose en la responsabilidad personal de Judas, quien cedió ante las tentaciones del maligno. En todo caso, la traición de Judas sigue siendo un misterio. Jesús lo trató como a un amigo, pero no forzó su voluntad ni le impidió caer en las tentaciones, respetando su libertad humana. Cristo lo permitió porque así debía ser; porque alguien lo debía traicionar. Si Judas no lo hubiera entregado, otra persona lo hubiera hecho. Pues nuestro Señor debía morir, para redimirnos de nuestros pecados. Este misterio es todavía más profundo, si se piensa en su suerte eterna, sabiendo que Judas “fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: < Pequé entregando sangre inocente >”9. Si bien él se alejó después para ahorcarse, a nosotros no nos corresponde juzgar su gesto, poniéndonos en lugar de Dios. El mismo Pedro, quien quería oponerse a la entrega de Jesús en la cruz, recibió una fortísima reprensión: “¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”10. Tras su caída, Pedro se arrepintió y encontró el Mc 14, 43-46. Mt 10, 1-8: “Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia… Proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente”. 6 Jn 12, 5-6. 7 Jn 13, 2. 8 Lc 22, 3. 9 Mt 27, 3-4. 10 Mc 8, 32-33. 4 5

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perdón y la reconciliación. También Judas se arrepintió, pero su arrepentimiento degeneró en desesperación y se convirtió en autodestrucción. Por ello la única clave de su destino, está en su conciencia y en el encuentro de ella frete a Dios. Suponemos que la misericordia infinita pudo haberlo perdonado, pero su justicia tal vez no. Su debilidad, nos invita a confiar en lo que nos dice san Benito en su Regla: “no desesperar nunca de la misericordia de Dios”. Con cierto asombro, debo afirmar que desde hace un par de días en que medito este tema; me levanto atormentado por horribles pesadillas. En la oscuridad de la noche, presiento horribles presencias demoníacas, veo puertas cerrase sin sentido y me siento invadido por una oscuridad tenebrosa. Dicen que cuando uno sueña con una habitación, está analizando otros aspectos o posibilidades. Cuando las puertas de esa habitación se mueven, estas representan oportunidades nuevas. Cuando esa casa está vacía representa cierta inseguridad y supongo que si está habitada por espíritus impuros una mayor incertidumbre. Entonces recordé la pequeña narración de Sartre titulada “A puerta cerrada” en donde el infierno no era más que una oscura habitación de la que nunca se podía salir y donde no había posibilidad de dialogo entre quienes allí entraban. Esta obra es la expresión perfecta de su famosa frase, “el infierno son los otros”. En ella se destaca la importancia de la mirada de los otros, que interpelan nuestras conciencias. La mirada es aquello que me despoja y me muestra al otro en la realidad de mi ser. Si bien esta oscura habitación demoníaca, me indica que la traición de Judas es reprobable y deleznable, tal vez Dios el haya dejado una puerta abierta a su reconciliación. La única prueba que debe atravesar, está en la mirada de los demonios a los que ha servido y que desean su condena. En esa oscura habitación, la terrible presencia de los demonios me atormentaba, como tal vez lo atormenten a Judas. Pero sólo la omnipotencia Divina, es capaz de abrir una puerta de salida a ese infierno. María Valtrota sostiene que si Judas, se hubiera acercado con su remordimiento a la madre del Señor, se hubiera salvado11. Aunque la elección de Judas por parte de Jesús, así como su suerte eterna, permanecen para nosotros como un misterio. Sin duda, Cristo fue tomando conciencia de su misión a medida que leía la palabra Divina. Tal vez Judas haya leído el texto del Salmo 41 que dice: “Hasta mi amigo más íntimo, en quien yo confiaba, el que comió mi pan, se puso contra mí”. No nos corresponde a nosotros juzgarlo. El papel perverso que Judas ha desempeñado en la historia, se inserta en el misterioso proyecto salvífico de Dios. Corresponde tanto a Dios como a la conciencia de Judas; definir este misterio. Horacio Hernández. http://horaciohernandez.blogspot.com/

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“Si Judas se hubiera arrojado a los pies de María, Ella, la Piadosa, lo habría recogido como un herido y sobre sus heridas satánicas habría derramado su llanto que salva y lo habría llevado a los pies de la cruz, teniéndolo de la mano, para que Satanás no pudiese asaltarlo ni los discípulos golpearlo; lo habría llevado para que la Sangre de su hijo cayera en primer lugar sobre él, el más grande de los pecadores... Pero Judas no quiso...” Poema, vol. IX, p. 303-304. 3

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