La Chica De La Curva

  • November 2019
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La chica de la curva.

En 1988 una revista del corazón, Diez minutos, publicó una serie de reportajes sobre el mundo de los enigmas. El responsable de aquella sección era un veterano y no muy crítico periodista del misterio que hoy en día ya está retirado de estas lides. En aquellas páginas contaba una historia en la cual dos testigos aseguraban haber vivido una experiencia asombrosa al atravesar su coche en la sierra de Guadarrama. En una curva vieron una chica hacer autostop. Decidieron recogerla. Vestía de blanco. Era una mujer bella. Se sentó en el asiento trasero del vehiculo. Al llegar a una curva la muchacha dijo al conductor que tuviera precaución. Era una curva peligrosa. El muchacho que iba al volante hizo caso. Instantes después comprobó que la autostopista había desapercibo. Con el tiempo averiguó que una joven de similares características físicas había fallecido poco antes en aquella curva y a consecuencia de un trágico accidente automovilístico. Es como si hubiera llegado desde el más allá para advertir a los conductores.

Aunque en aquella ocasión se dio por cierta la historia podemos afirmar con rotundidad que este relato es falso. Se trata de la más universal y conocida de todas las leyendas urbanas. La chiva de la curva. Un relato que aquí hemos hecho alusión en varias ocasiones pero hoy vamos a buscar el origen de esta fantasmal historia que, dicho sea de paso, tiene varias versiones. Pero esas distintas versiones también nos ayudarán a conocer su origen. Nos situamos en una localidad extremeña. Según la leyenda allí tuvo una historia singular. La de un joven motorista que acudía a una discoteca un sábado por la noche. Al llevar vio una muchacha vestía de blanco, siempre de blanco, mojada por la intensa lluvia. El joven estremecido, decidió prestarle su cazadora de motorista. Al rato se prestó a llevarla a su casa y así lo hizo. Pero el chico decidió pedirle una cita a aquella joven. Ella aceptó. Además, le devolvería su cazadora. Al día siguiente quedó en ir a buscarla allí mismo, a la puerta de su propia casa. Lo hizo, lógicamente, pero cuando abrieron la puerta ocurrió lo impensable. Abrió la madre. Hasta ahí todo normal. Pero la mujer se enojó con el joven. Creía que estaba de broma. Era la madre de la chica y aseguró que su hija había muerto el año anterior en un accidente de moto. Él se mostró incrédulo. Pensó que era una trampa. Que le habían robado su cazadora. Pero a indicación de la madre fue al cementerio donde estaba enterrada. Efectivamente ahí estaba la lapida con su nombre y una foto de la joven. Era ella. Pero lo más sorprendente es que sobre su tumba reposaba su

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cazadora. La cazadora que había prestado a aquella chica calada hasta los pies que se había encontrado la noche anterior.

Pues bien, esta segunda versión hispana de la historia de la chica de la curva junto a la primera citada presenta una serie de elementos que nos servirán para buscar el origen de la leyenda. Pero dicho origen no está en España. Es de suponer que llegó aquí en tiempos relativamente recientes. Quizás en los años setenta u ochenta y que entonces se adaptó al lugar geográfico en el que se extendería gracias al boca a boca. Pero por lo que sabemos esta historia pudo haber tomado forma en la década de los años treinta en Estados Unidos. Es decir, tendría más de ochenta años de antigüedad. En un libro sobre folclore americano se glosa una historia ocurrida en 1939 en Illinois. Vamos a ver como la leyenda ya introduce elementos que ya encontramos en las versiones antes citadas. El relato habla de dos chicos que iban a un baile. Allí había una joven que vestía de blanco. Era hermosa y uno de ellos le invitó a bailar. Tras la velada los muchachos ofrecieron a llevarla en coche a su casa. Ella aceptó pero en un momento del trayecto pidió bajarse. Necesitaba hacer un recado pero volvería en unos minutos. Pasó el tiempo. Y ella no regresó. Entonces los dos chicos de Illinois decidieron ir en su busca. Al otro lado de la carretera descubrieron algo que les inquietó. La muchacha había desaparecido en dirección al cementerio de Oak Raich. Entonces acudieron a su domicilio pues ella les había dicho la dirección de su casa. Al llegar les abrió la puerta una señora. Preguntaron por la chica que acababan de conocer en el baile. Ella quedó muy extrañada y les mostró una fotografía. Era ella y vestía exactamente igual. La mujer entonces les dijo: “Es mi hija pero murió hace dos años. Y cuando murió llevaba esta ropa”. Los muchachos se quedaron de piedra. Uno de ellos incluso acabó ingresado en el psiquiátrico. La experiencia le había traumatizado. No había más que recordar sus frías manos mientras bailaba con ella.

Como decimos esta historia circuló por las localidades próximas a Chicago en 1939. Cincuenta años después la leyenda, muy similar, y con distintas versiones, llegaría a España. Pero entre las dos fechas la narración sufrió modificaciones. En 1940, un año después, encontramos la primera en Nueva York. Nos habla de un matrimonio que circulaba en coche. Los faros iluminaron la cuneta. Ahí había una chica con una maleta. La recogieron. Tras media hora el conductor se dio cuenta que la muchacha había desaparecido pero había dejado la maleta. Tenía escrita su dirección. El matrimonio, lógicamente, se dirigió hacia allí. En la casa les abrió la puerta una señora. Era la décima vez que alguien le traía una maleta idéntica. Todos

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los visitantes anteriores contaban lo mismo: una joven había subido en el coche y se había dejado la maleta con la dirección. La señora les contó que esa chica era su hija y que murió en un accidente de coche. Había salido de viaje con una maleta de ese estilo. Nunca volvió.

Pero hemos encontrado una versión todavía anterior. No sabemos si es el origen de esta leyenda pero es la fuente más antigua que tenemos. Data de 1890 y no inclucye el coche, lógicamente, pues entonces no estaban popularizados por lo que pensamos que este y otros elementos se cambiaron después. Y no es anglosajona puesta que la historia la publicó un periódico ruso de San Petersburgo. Allí habrían ocurrido los hechos. Y estos se parecen bastantes a los relatos posteriores. Es la historia de un sacerdote que se presentó en una dirección que una mujer le entregó en la iglesia. Que la visitara para recibir los sacramentos. Un joven abrió la puesta de la casa. Le dijo al cura que debía ser un error. Pero cuando el sacerdote vio un cuadro colgado en el recibidor de la casa dijo que esa era la señora que le había visitado en la parroquia. El joven encones le dijo que era imposible. Que ese retrato pertenecía a su madre. A su madre muerta años atrás.

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