UNIDAD IV. GESTIÓN PARA LA VIDA Unidad IV resumen temático: La humanidad debe promover e investigar soluciones del orden sistémico, para desarrollar acciones que van desde la minimización en la producción de residuos, el uso eficiente de los recursos naturales con la reutilización y el reciclaje y el uso de tecnologías limpias que sean amigables con el medio ambiente. Acciones que deben ser propiciadas y reglamentadas desde las políticas de Estado, reflejadas en el diario vivir de los ciudadanos y las empresas para que se incentive la construcción de sistemas de producción industrial y agropecuaria sostenible. El objetivo: el desarrollo de ciudades saludables que contribuyan a un desarrollo humano integral. 1. ¿Qué podemos hacer? Objetivos · Reconocer la educación ambiental como un proceso que implica la formación del individuo para el cuidado integral de la vida. · Conocer las diferentes maneras de contribuir al mejoramiento del medio ambiente a partir de nuestra cotidianidad, como seres individuales y como seres sociales. · Identificar las diferentes formas de gestión ambiental para prevenir la contaminación y mejorar el medio ambiente como sistema integral. · Reconocer los avances técnicos, tecnológicos y administrativos desarrollados para implementar una gestión ambiental que propende por la prevención y mitigación de la problemática ambiental.
2. Ética y ambiente. 2.1 Ética y ambiente. “El desarrollo que cubre las necesidades actuales sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Definición de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.
Durante la segunda mitad del siglo XX, el desarrollo tecnológico y muchas de las consecuencias que éste desencadenó en diferentes ámbitos condujeron a que se hiciera una reflexión ética sobre nuestro mundo natural. Surge así la ética ambiental, cuyo crecimiento y expansión es en nuestros días incuestionable. La aparición de nuevos problemas y amenazas en la naturaleza provocados por la acción del hombre ha terminado convirtiendo a esta rama de la ética en una de las que más atención acapara, tanto por la actualidad de los problemas que aborda, como por la urgencia de encontrar soluciones teóricas y prácticas a los retos planteados. Veamos a continuación algunos de los rasgos característicos de la ética ambiental.
Podríamos definir la ética ambiental como la reflexión racional y práctica sobre los problemas derivados de la relación del hombre con la naturaleza. Se debe subrayar que la ética ambiental implica claramente una redefinición de la ética. Pensar que más allá de la exclusiva relación entre los seres humanos, centro de cualquier discusión en este tema, existe una relación ética entre el ser humano y la naturaleza, establece la posibilidad de definir valores morales o de establecer normas en la relación entre el hombre y el resto de seres vivos. Esto en sí mismo redefine el concepto de la ética, su objeto y muchos de los planteamientos primigenios que la rodean. ¿Cuáles son los problemas específicos de la ética ambiental? 2.2 Derechos ambientales y educación Los denominados nuevos derechos, entre los que se encuentra el derecho al medio ambiente, surgieron a raíz de las reivindicaciones vinculadas con los movimientos sociales y la sociedad civil. La preocupación por el medio ambiente es relativamente reciente, apenas 25 años, y su proceso para ser reconocido como derecho humano todavía no ha concluido. La doctrina especializada más relevante hace ya algún tiempo viene señalando que es un derecho humano y propone su reconocimiento formal o positivización tanto en el ámbito internacional como en el nacional. Son derechos que exigen de los estados una acción positiva en su actuación, es decir, implica la voluntad económica y política del país y su compromiso por actuar en la misma línea con otros estados. Los derechos ambientales, hacen parte de la tercera generación de los derechos humanos, reconocidos en la Declaración Universal. Se sustentan en los principios de la solidaridad, fraternidad y en la generación ce conciencia de todos los pueblos y naciones para que mediante la adhesión o asociación se busquen los mecanismos necesarios para elevar el nivel de vida, se promueva el desarrollo social y se fomente el desarrollo sostenible más acorde con el medio ambiente de las naciones en vía de desarrollo. Se les suele llamar “Derechos de los pueblos” o “derecho al desarrollo sostenible”. Por su complejidad y desarrollo actual, requieren de una mayor cooperación internacional, ya que no dependen de la voluntad de un pueblo, sino de las acciones que se consensuen para dar cumplimiento a los acuerdos internacionales. Al ser parte integral de la persona estos derechos tienen las misma características de interdependencia e indivisibilidad, y requiere que se desarrollen en la medida que los políticos e individuales y los económicos y sociales. Ello implica que sean integrados a los modelos educativos de todo índole, para así articular las acciones de desarrollo integral y cumplir a cabalidad uno de los postulados que alude al derecho a un ambiente saludable para nuestra generación y las venideras.
La educación ambiental, según la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), es un proceso que consiste en reconocer valores y aclarar conceptos con el objeto de fomentar las aptitudes y actitudes necesarias para comprender las interrelaciones entre el hombre, su cultura y su medio físico. Esta definición tiene más de 30 años, pero aún mantiene su vigencia porque los problemas ambientales y la necesidad de buscar soluciones viables en conjunto es cada vez más urgente. Analizados y practicados en su integralidad los objetivos de la Educación Ambiental pueden generar cambios reales en el entorno inmediato de cada uno; cambios que sumados trascienden y se hacen realidad en el ambiente local, regional y global.
2.3 Una ética de mínimos Este tipo de ética es el que une a las personas en tanto que ciudadanas, aceptando la distinción que viene haciéndose desde la Modernidad entre "la persona" y "el ciudadano". Las personas tienden a una vida feliz y plena, pero, como ciudadanas, aspiran a desarrollar una convivencia justa. La ética de los ciudadanos, la ética cívica, contiene aquellos valores y principios de justicia que comparten las distintas éticas de máximos de una sociedad pluralista, mínimos por debajo de los cuales no se puede caer sin caer en inhumanidad. Cual sería entonces un punto de partida que pueda dar orientaciones para una ética cívica donde el ambiente sea incluido. Tal vez el punto de vista teleológico ‐ del griego 'teleos, forma final es el más acertado. Afirma que "hay un propósito y una lógica que se debe encontrar en la naturaleza", y el estudio de esta teoría puede aportar importantes puntos de vista aplicables a la conducta humana. “La diferencia con los puntos de vista es que, mientras todavía usamos la naturaleza y la cambiamos, la finalidad no debe ser subyugarla ni vivir de ella. El sistema ético derivado de esta teoría establece que los seres humanos deben crear sus propias normas éticas, pero la naturaleza debe proporcionarles las guías para desarrollar una buena vida moral con y sin ella. De ello se trata el denominado "desarrollo sostenible", que no se trata de un desarrollo que no toque o no transforme la naturaleza, sino un tipo de desarrollo que no la degrade o no la erosione en sus propias bases ambientales de producción y habitabilidad. Es éste un concepto a la vez filosófico y natural, un camino ético hacia la calidad de vida, en el que la manipulación de la estructura y función de los ecosistemas no entra en colisión con ellos, minimizando el conflicto de intereses y maximizando los beneficios a obtener. Es decir un adecuado balance de la ecuación costo‐beneficio, tan cara a la reflexión ética en los problemas del ambiente y el hombre…. La crisis ecológica muestra cómo la naturaleza ha pasado de ser "medio" de producción a ser "objeto" universal del conocimiento y fin fundamental del ser humano”. La degradación ambiental no es sólo un problema que exige soluciones científico técnicas, también requiere del hombre una toma de conciencia y un cambio de actitud. La pregunta de la ética es entonces ¿cómo debemos vivir?, al menos para sobrevivir, pero conciliando el imperativo de supervivencia con el de dignidad humana y con el de libertad. Adaptando un principio ético de Kant podríamos decir: "Actúa de tal manera que las consecuencias de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida genuina en la tierra".
Debemos llegar, en definitiva a una ética de la naturaleza, que promocione una relación armónica de equilibrio entre las necesidades, los deseos y las actividades humanas.
3. ¿A qué se refiere la Gestión de conductas ecológicas responsables? 3.1 ¿A qué se refiere la Gestión de conductas ecológicas responsables? ¿Cómo puedo iniciar mi proceso para mejorar el medio ambiente? Pasos para una gestión de conductas ecológicas responsables: El primer paso para trabajar alrededor de la gestión ambiental es entender que la contaminación ambiental afecta a todos, ya sea al entorno natural, construido o psicológico y que todo proceso de cambio conductual respecto al medio ambiente comienza por uno mismo. Ser conscientes de nuestra influencia en la construcción de nuestro entorno, implica revisar y modificar comportamientos negativos que contaminan el ambiente, así como, reflexionar en ¿cómo éstos comportamientos afectan a todos los seres que comparten mi espacio físico y psicológico? La gestión de conductas ecológicas responsables debe ser una estrategia planificada, coordinada e implementada para construir ambientes saludables. Las pautas de comportamiento para construir entornos saludables son las siguientes:
3.2 Sentirse parte del sistema: Las interdependencias en los grupos sociales humanos son el punto central de cualquier organización. Los actos individuales por más insignificantes que nos parezcan afectan todo lo que nos rodea. Reconocer que los demás dependen de nuestro desempeño para realizar eficientemente su trabajo incide en que hagamos las cosas bien y cada vez mejor. Generemos redes de interdependencia evitando la contaminación y cuidando nuestro entorno; mejoramos nuestra calidad de vida y la de los demás seres de la tierra, empezando por los más cercanos a nosotros (familiares, compañeros, amigos, vecinos, etc.)
3.3 Ser el primer eslabón: En la definición de una política de vida clara y viable es importante incluir valores éticos como respeto, solidaridad, probidad, responsabilidad y equidad que conduzcan al desarrollo de las actividades diarias con espíritu de trabajo en equipo y vocación de servicio. Cuando definimos dentro de nuestros principios de vida la responsabilidad del bienestar de nuestro entorno, hemos iniciado la construcción de una sociedad más justa y, sobre todo, más
feliz. Debemos ser proactivos y trabajar primero en las áreas deficientes de nuestra personalidad. El cambio comienza por uno mismo. Convirtamos en política de vida que: “El mundo sonríe cuando sonrío yo”. ¡Empecemos hoy! 3.4 Reconocer las opciones de mejora: Identificar y conocer los comportamientos psicosociales negativos que contaminan el ambiente del grupo al que se pertenece (hogar, oficina, club) es vital para la construcción de un clima organizacional proactivo y productivo. Ponerse en los zapatos del otro es un principio de entendimiento del entorno, “No hagamos a los demás lo que no queremos para nosotros”. Antes de cuestionar algún defecto de su compañero, mídase, es posible que el suyo sea más crítico. Acciones simples como usar por las dos páginas el papel de oficina, prescindir del uso de vasos desechables, cuidar las plantas y mantener limpio nuestro entorno, entre otros, contribuyen a generar ambientes saludables. 3.5 Determinar objetivos y metas: Definir los resultados y el tiempo requerido para lograr un clima organizacional óptimo es importante para planificar los procedimientos adecuados. Identificadas las deficiencias, haga una lista de los cambios que requiere, empiece por las acciones más sencillas, trace unos parámetros básicos, especule sobre el tiempo que necesita y empiece a realizar las tareas. Inicie con la buena administración de su tiempo y el mejoramiento de las relaciones interpersonales. Trabajar para ser mejores es fácil... Sólo hay que quererlo y empezar, “el mejor día es hoy”. 3.6 Dar ejemplo: Asumir responsablemente un cambio de ambiente es ser “testimonio vivo”, no hay nada peor que un buen discurso precedido de un mal ejemplo. Después de identificar los aspectos ambientales relacionados con las conductas individuales que contaminan, lo siguiente es planificar los cambios conductuales necesarios para mejorar la calidad del ambiente, ya sea en el hogar, en la escuela o en el trabajo. Si puede realizarse como proceso de grupo, mucho mejor. 3.7 Revisar y mejorar procesos: Hacer seguimiento a los resultados obtenidos y establecer las medidas correctivas es la mejor forma de evaluar y mejorar un proceso. Fomente el cuidado integral en la construcción de un ambiente saludable. Proponerse metas y no revisarlas ni ajustar los procesos conduce a que nunca logremos cambios reales y nos quedemos en las simples ganas de hacer las cosas, si es necesario vuelva a empezar. Recuerde “La consistencia es la medida de los resultados. Cualquiera puede tener un gran día. La consistencia requiere concentración, determinación y repetición” George Allen 3.8 Participar en las decisiones que puedan afectarlo:
En Colombia, desde la Constitución Política en adelante existe reglamentación para garantizar a los ciudadanos su participación en la administración del ambiente. Es muy frecuente la indiferencia ante las decisiones que toman los particulares o el Estado frente a recursos naturales, como las fuentes hídricas o los escasos resquicios naturales que existen en las ciudades, como los humedales o los bosques. El medio ambiente como “propiedad de todos” termina siendo de nadie, ya que la responsabilidad de su cuidado se diluye en el colectivo y se generan escasas acciones individuales y colectivas para su conservación, al grado de que ni siquiera tenemos conocimiento de los instrumentos que ofrece el estado para intervenir en su administración. Conocer los mecanismos de participación comunitaria permite a los ciudadanos ser partícipes en la construcción de zonas rurales sostenibles y ciudades más armónicas, saludables y productivas para propios y visitantes El cuidado de nuestro ambiente nos permitirá seguir avanzando en la construcción de un mundo posible, donde haya oportunidades de desarrollo para todos, sin distinción de credos, razas o filiaciones políticas. La tarea es de todos y la debemos hacer todos. El cuidado del ambiente integral debe empezar por cuidar nuestra salud mental y social. ¿Cómo implementar un manejo adecuado de residuos en mi entorno?
4 Mejores prácticas desde diferentes roles 4.1 Gestión ambiental desde el hogar Es el proceso mediante el cual el ser humano como individuo familiar y social asume un conjunto de comportamientos que contribuyen al buen uso de los recursos naturales y al cuidado del entorno. Se evidencia en conductas como la separación de residuos desde la fuente, ahorro y eficiencia del agua y la energía, así como, la reducción de la contaminación atmosférica, auditiva y visual. Estas acciones se pueden desarrollar en todos los contextos donde realizamos nuestras actividades cotidianas (oficina, empresa, iglesia, escuela). Entre las acciones más significativas están:
4.2 Gestión industrial y empresarial Esta gestión consiste en generar bienes y servicios dentro del parámetro de calidad, tanto de producto como ambiental. Inicialmente el término “gestión ambiental” se usaba para las actividades desarrolladas por la industria o la empresa, hoy se ha replanteado el concepto y se aborda desde la cotidianidad de los seres humanos. En términos generales este tipo de gestión contiene acciones como: Integración de áreas relacionadas: Aún cuando no están obligatoriamente enlazados con los parámetros ambientales al integrarlas con éstos generan mayores beneficios para la empresa u organización. Las áreas relacionadas son:
Lamentablemente en algunos países como Colombia, manejamos el concepto de gestión ambiental con liberalidad, las empresas lo asumen con la implementación de medidas ilusorias, como la compra de nueva tecnología para el control de los procesos productivos, aún cuando se siga contaminando, y el Estado por su parte exige el pago de multas por contaminar o incrementa el costo en los servicios de agua y alcantarillado (pequeños porcentajes que son asignados al control ambiental), los dos, sin asumir actitudes serias que contribuyan a que los usuarios entendamos el problema y seamos parte de la solución. 4.3 Productividad y sostenibilidad La productividad sostenible es la relación entre producción final y los factores productivos (tierra, capital y trabajo) utilizados en la producción de bienes y servicios. Esta relación debe sostenerse en el tiempo y permitir un desarrollo económico sin afectaciones graves al entorno. El conjunto de estas prácticas es denominado permacultura, inicialmente se desarrolló desde el sector agropecuario y ha migrado a los demás sectores productivos de la economía. La productividad sostenible se puede aplicar en: · Producción agropecuaria limpia: Entre las actividades agrícolas se destacan la rotación de cultivos, que disminuye el agotamiento del suelo, el uso de fertilizantes orgánicos (humus) que reduce la contaminación por eutrofización y el control biológico de plagas, utilizando sustancias de origen vegetal o animal. Entre las prácticas pecuarias está la ganadería estabulada y diversificada que permite utilizar todos los subproductos y residuos de su producción a través de la cadena alimentaria. El estiércol sirve de abono para el pasto y el pasto de alimento para el mismo ganado. En Bogotá existe un modelo de permacultura incipiente que es “Bogotá sin hambre”. Aún cuando está orientada a mitigar una situación alimentaría deficitaria, contribuye a generar una cultura de sostenibilidad que fomenta la autogestión de alimentos en los patios de las casas, materas y terrazas, así como también el desarrollo de trabajo en equipo y la cohesión de las comunidades. · Elaboración de productos sostenibles: Por ejemplo las pilas o baterías recargables, los bombillos fluorescentes, los electrodomésticos y vehículos que utilizan como energético el gas natural, la plantas de energía solar, los muebles hechos a partir de residuos de cartón y madera, las bolsas de papel, los biocombustibles como el bioetanol y el biodiesel, entre otros. Esta área no está muy desarrollada debido a que no se ha generado conciencia de la importancia de invertir en tecnología apropiada. Por ejemplo, sin contar los beneficios ambientales, el costo de un bombillo fluorescente es mayor que el de uno corriente, al momento de la compra parece que se gasta más en su adquisición, pero si se establece relación costo / beneficio, el usuario está ahorrando hasta un 30% debido a la durabilidad del producto. · Bienes y servicios ecológicos: Estos servicios están orientados a ofrecer la posibilidad de satisfacer alguna necesidad de educación, recreación o atención en salud. dentro de un
concepto de no contaminación o de prevención de la misma, utilizando como mediación las bondades y sabiduría de la naturaleza. Dentro de este rango se habla de medicina ecológica (alternativa), turismo ecológico, transporte ecológico (vehículos a gas y biocombustibles), construcción ecológica y bioconstrucción, entorno ecológico, entre otros. En Colombia está regulado por la Lamentablemente lo ecológico, en el imaginario colectivo, se confunde con relacionar cualquier producto o servicio con la naturaleza, por ejemplo se le llama “turismo ecológico” porque incluye paseo por algún entorno natural, sin importar que en el proceso se contamine con residuos inorgánicos (latas de gaseosas, botellas, bolsas) o cuando se enuncia la venta de un producto como “carro ecológico”, sólo porque no trae en su paquete el encendedor de cigarrillos; en fin, las posibilidades de ser utilizado como concepto especulativo para lograr beneficios egoístas es infinito.
4.5 Certificaciones ambientales Desde 1.996 cuando la Organización Internacional de Normalización (ISO) aprobó la implementación de la ISO 14.001 como un Sistema de Gestión Medioambiental en las empresas, se ha venido incrementando su cumplimiento debido a las presiones de los mercados internacionales que día a día son más exigentes en sus requerimientos con el cuidado del medio ambiente e impiden el ingreso al mercado de productos que no tengan “sellos ecológicos”. Sin embargo, no se puede desconocer el esfuerzo del Estado y la empresa privada, en el desarrollo de modelos que están construyendo camino hacia la sostenibilidad en el país como: las granjas autosostenibles del eje cafetero, famosas a nivel mundial; los parques ecológicos, Laguna Cruz Verde, en la zona rural (Sumapaz) al sur de Bogotá, Chicaque en Soacha; y el Programa de ECOETIQUETADO del Ministerio de Ambiente, que establece parámetros de calidad ambiental de bienes y servicios. Las ecoetiquetas y las declaraciones ambientales son herramientas que manifiestan el tipo de interacción con el medio ambiente de un producto o servicio. Las ecoetiquetas son otorgadas por una entidad u organización competente, que garantiza el cumplimiento de unos criterios ambientales por parte del producto, así el consumidor puede reconocer en un producto ecoetiquetado, que éste cumple unas rigurosas especificaciones ambientales exigidas por el organismo otorgador. También informan al usuario sobre las ventajas de un determinado artículo, en materia ambiental, sobre otros de una misma categoría; es decir, que son ambientalmente preferibles a otros con una función equivalente. Se distinguen por símbolos gráficos que poco a poco han sido reconocidos por diferentes países y culturas. Existen de dos tipos las llamadas reglamentadas y las no reglamentadas. Las bases fundamentales para evaluar los productos y asignar las ecoetiquetas, son tomadas de las normas de referencia otorgadas por la ISO, la cual ha diseñado tres normas para definir diferentes tipos de etiquetas ecológicas o ecoetiquetas, a saber:
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Las ecoetiquetas ISO tipo I, creadas por un organismo independiente que no interviene en el mercado, se rigen por la norma ISO 14024. Las ISO tipo II, según la norma ISO 14021, son autodeclaraciones que hacen los propios fabricantes. La norma ISO 14025 define las ecoetiquetas Las ISO tipo III como declaraciones ambientales que dan información cuantitativa muy detallada basada en indicadores.
Los objetivos principales de este sistema, son promover el diseño, la producción, la comercialización, el uso y el consumo de aquellos productos y servicios que favorezcan la minimización de residuos o la recuperación y reutilización de los subproductos, las materias y las sustancias que contienen. También los que conllevan un ahorro de recursos, especialmente de energía y de agua, así como, proporcionar a los usuarios y a los consumidores una información más fiable sobre la calidad ambiental de determinados productos y servicios que les oriente en sus decisiones de uso o de compra. Etiquetas reglamentadas Dentro de las etiquetas reglamentadas podemos distinguir entre las de tipo I y las de tipo III. Ambas ofrecen serias garantías ya que para este tipo de distintivo es necesaria la existencia de un organismo competente que valide el cumplimiento de una serie de requisitos preestablecidos. En este sentido, tanto a nivel internacional como europeo, se está elaborando normativa al respecto.
Etiquetas ecológicas y declaraciones ambientales. Tipo I Son aquellas etiquetas que cumplen con los criterios definidos por la norma ISO 14024:1999. Responden a un programa específico en el que una tercera parte define los requisitos a cumplir para diferentes categorías de productos (pinturas, aislantes, grifería, adhesivos, mobiliario, etc.). Estos requisitos los verifica el organismo que otorga la licencia y la autorización a un fabricante o distribuidor para usar una determinada etiqueta ecológica que garantiza al usuario que, desde el punto de vista ambiental, un producto es preferible a otro de su misma categoría. Ejemplos de ecoetiquetas en turismo. Ejemplos de ecoetiquetas en el área de construcción
Etiquetas no reglamentadas
Forman parte de este grupo las etiquetas de tipo II (ISO 14021:1999) y suelen caracterizarse por tener poca fiabilidad debido a que no están sometidas a la verificación por una tercera parte u organismo reconocido. En definitiva, dependen exclusivamente de los beneficiarios de dichas declaraciones (fabricante, distribuidor, importador, etc.) y generalmente se colocan como un argumento de venta, aprovechando que en nuestro entorno se tienen en consideración, cada vez más, la ecología y el medio ambiente. A pesar de que la ISO 14021:1999 especifica los requisitos relativos a las autodeclaraciones ambientales, en ella no se definen símbolos concretos para cada uno de los aspectos ambientales que se pretenden destacar, con lo que la proliferación de diferentes distintivos, en muchas ocasiones muy similares entre sí, rara vez son interpretados con precisión por parte del usuario debido a una ambigüedad que suele confundirnos y, en ocasiones, hacer que usemos productos que no ofrecen ningún tipo de garantía desde el punto de vista ambiental.