En la mitología griega, Calipso (en griego Καλυψώ, ‘la que oculta’) era, según la Odisea, una hija del titán Atlas que reinaba en la hermosa isla de Ogigia. En la Titanomaquia, cuando los titanes perdieron la guerra, los Olímpicos castigaron a Calipso, por ser hija de Atlas, enviándola a Ogigia. Cuando Odiseo, que se hallaba a la deriva tras naufragar su barco, llegó a esta isla, Calipso lo hospedó en su cueva, y le agasajó con manjares, bebida y su propio lecho. Lo retuvo así durante mucho tiempo (siete años según Homero,1 cinco según Apolodoro,2 o uno según Higino3) y tuvo de él dos hijos: Nausítoo y Nausínoo.4 Calipso intentó que Odiseo olvidara su vida anterior, y le ofreció la inmortalidad y la juventud eterna si se quedaba con ella en Ogigia. Pero el héroe se cansó pronto de sus agasajos, y empezó a añorar a su mujer: Penélope. Viendo esta situación, Atenea intervino y pidió a Zeus que mandase a Calipso que dejara marchar a Odiseo. Zeus envió a su mensajero Hermes, y Calipso, viendo que no tenía más opción que obedecer, dio a Odiseo materiales y víveres para que se construyera una balsa y continuara su viaje. Odiseo se despidió de ella, no sin cierto recelo por si se tratara de una trampa, y zarpó. Algunas leyendas cuentan que Calipso terminó muriendo de pena. Existen leyendas posteriores a la Odisea donde se atribuye a Odiseo y a Calipso un hijo llamado Latino, quien por lo general se considera más bien hijo de Circe. Otras tradiciones hablan de Nausítoo y Nausínoo como hijos de Calipso y Odiseo. También se cuenta que fue hijo de la pareja Ausón, quien daría origen a Ausonia. Se le atribuye un amorío con el dio