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Las contribuciones de la fuerza laboral latina en este país son muchas y, sin duda, parte esencial de esta maquinaria de trabajo son los jornaleros- esos hombres y mujeres que cada mañana se apostan en las esquinas en busca del pan de cada día, los que generalmente realizan los trabajos más pesados, los que son a veces explotados y callan por miedo a su condición de inmigrantes. Desde hace siete años, el que viene levantando la voz en defensa de estos trabajadores es Pablo Alvarado: un salvadoreño de 42 años de edad y padre de dos hijos, quien al arribar a este país vivió en carne propia muchas de las experiencias que enfrentan los jornaleros y es actualmente uno de sus más grandes defensores y representantes. Nacido en el cantón "El Níspero", del departamento de Usulután, Alvarado empezó su activismo en su tierra natal dando clases de alfabetización y agricultura a campesinos durante la guerra civil de su país, que duró 12 años (1980-1992). Sin embargo, ya había sido testigo del trabajo comunitario de su padre, un líder de la población, y de su hermano, un alfabetizador de campesinos. Alvarado, quien de niño ayudaba a su hermano a dar clases, también fue de los predicadores más jóvenes en las Comunidades de Base cuando tenía 16 años. Estas experiencias, dice él, "me fue formando una idea de lo que es justo, lo que se vale y lo que no se vale". En 1989, Alvarado se vio forzado a abandonar su país luego de que su hermano menor recibiera una amenaza de muerte. Posteriormente, llegó a Estados Unidos "como todo el mundo, a la brava". "Tardamos un mes en llegar", cuenta Alvarado al hablar de la travesía que lo trajo por tren, aventones y a pie, por llanuras y ríos hasta ingresar al país en el baúl de un vehículo. A su arribo se encontró con una hermana y un hermano que ya residían en Los Ángeles. Pero también se topó con la soledad y tuvo un choque cultural que lo llevó a las borracheras y al descontrol personal. Al mismo tiempo, enfrentó la necesidad de trabajar para mantenerse a si mismo y ayudar a la familia que dejó atrás. Fue así que inició su etapa laboral de "mil usos", trabajando como jardinero y chofer, en construcción y ayudando a repartir sillas y mesas para fiestas. Los miércoles, que eran sus días de asueto, Alvarado se iba a las esquinas a buscar trabajo "de lo que cayera". Luego ingresó a trabajar a una fábrica donde hacían champú y un día escuchó ahí la oportunidad que lo pondría en el camino hacia el activismo comunitario y laboral. "Una vez, escuchando la radio, dieron un anuncio donde pedían voluntarios que enseñaran a leer y escribir en el Este de Los Ángeles", recuerda Alvarado. Apoyado en su experiencia en El Salvador, no dudó en responder al anuncio y así fue parte de lo que se llamó la Coalición de Educadores Populares del Sur de California. Eventualmente, ese grupo se convertiría en la agrupación IDEPSCA (Instituto de Educación Popular del Sur de California) entidad que tiene actualmente a su cargo varios centros jornaleros y otros programas comunitarios en Los Ángeles. Fue en esas clases donde volvió a tener contacto con los jornaleros, debido a que casi la mitad de los estudiantes realizaban esas labores. "Empezamos a escuchar las historias de estas gentes y a trabajar con ellos", comenta Alvarado. Ese trabajo lo llevó a que lo contrataran para coordinar el proyecto de jornaleros que tenía la Coalición para los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA) y luego a formar la Red Nacional de Jornaleros (NDLON), de la cual es el presidente y bajo la que están agrupadas 41 organizaciones a nivel nacional. Como líder de NDLON, Alvarado representa actualmente a los 120,000 jornaleros que se estiman salen todos los días a las esquinas del país, a buscar trabajo. En el 2005, Alvarado fue incluido en la lista de la revista Time, como uno de los 25 hispanos más influyentes en el país, catalogándolo como el "César Chávez" de su generación. Alvarado, a quien le gusta mantener un perfil bajo, rechaza esas comparaciones. "Yo me siento como un servidor, a veces como un vocero de los jornaleros... Yo nada más soy una voz, pero hay muchas voces", expresa Alvarado. "Lo principal es defender el derecho que la gente tiene para pararse en las esquina a pedir trabajo." Copyright © 2009, VIVELOHOY

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