Emisaria Del Pasado

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Emisaria del pasado

Enero de 1980

EMISARIA DEL PASADO

Cuando a alguna mujer le podemos colgar el título de ex esposa, automáticamente la convertimos en un ser malévolo y horripilante que reboza terquedad y capacidad para aburrirnos. Curiosamente es exactamente el mismo ser que en otro momento y en otro lugar nos parecía lo más bello y sublime que habíamos visto, ¿dónde quedó la fascinación y el cariño de aquel entonces?, ¿qué fue del amor que pensamos se prolongaría más allá del infinito? Sencillamente desapareció, lo consumieron tanto el hombre como la mujer, no se preocuparon por tener las mismas atenciones y cuidados que tuvieron en la etapa de la conquista, amén de sorpresas e imprevistos que sumados a la no-

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consecución de las grandes ilusiones atesoradas en el fondo de ambos corazones. Y francamente en cuanto a decepciones un libro se puede escribir. ¿Pero cómo fue qué sucedió? Volvamos al pasado para encontrar a la emisaria de grato recuerdo. Primera visión Y la llamo visión porque eso fue, algo que creí ver y no existía: fue en al año en gracia de 1972, el primer día de clases en la Universidad, nos reunieron a todos los de nuevo ingreso y nos hablaron de las bondades y excelsitudes de nuestra carrera, nos fueron nombrando y pasamos al frente a recoger un diploma de color azul (que perdí o ella se quedó con él). Ahí, sobre la tarima la vi, pantalón color negro y un chaleco con un barquito tejido sobre el pecho, barquito que se veía tan sol en dos dimensiones ya que ella era plana cual tabla. Por supuesto pasé revista a las demás compañeras, y realmente como los cuerpos de Vicki y Patricia no encontré(ver “Club de golfos”) pero se veían bastante potables, busqué la marca del emputecimiento en la faz de las potables y no pude encontrarla bien a bien, en pocas palabras; de primera impresión nadie garantizaba diversión. Jorge Garcia

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Como de costumbre esperé a ver quién se “abarataba” primero, hubo algunas, ella no, generalmente no me perdía de vista pero tenía siempre el ceño fruncido, se solazaba haciendo imitaciones mías con bastante gracia pero tenía novio y le era fiel, era bastante guapa y fácil de convivencia, al menos entonces..., por esa época yo vivía uno de mis amores tormentosos, así que no pensaba mucho en ella, un día de toda intención, de la cual me dí cuenta se quedó con una pluma mía por un período de vacaciones, me pareció algo conmovedor, me miraba con expresión bobalicona pero nunca me dijo nada, ni yo a ella. Quién sabe que arreglo macabro hizo con Nonny y con la Negra, pero el hecho fue que la Negra y Lourdes, cada una por separado me preguntaron porqué no me hacía novio formal de la otra, en eso de escoger tomé a Lourdes y nos hicimos novios, todo salía maravilloso y la pasábamos muy bien, nos veíamos para comer y nos íbamos a la universidad, unos cuantos besos y nada más, esto la primera semana. Amarga recepción Los padres de Lourdes no aprobaban el que ella hubiera terminado con su novio, cuando pasé a conocerlos me dejaron con la mano extendida

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-“...pues que tiznen a su madre”- pensé En el ante comedor el padre y el abuelo jugaban dominó, y en el comedor tías y madre parloteaban, no se dignaban a verme, era un intruso -“...pues que también tiznen a su madre”- volví a pensar. La pequeña sala me pareció cómoda, con cinismo y soltura me acomodé, ella estaba sumamente nerviosa por la recepción que me otorgaron, uno de mis compañeros era novio de la hermana de Lourdes, así que al menos tenía con quién platicar, como no había qué beber, al menos para mí, l3e dije a Lourdes que fuéramos a otro lado, salimos a la calle y fuimos a tomar una copa. La relación nunca fue buena con los padres de Lourdes. Los Sábados después del club llegaba por ella y la misma escena se repetía, le expresé mi decisión de terminar, ya que además de ser mal recibido le causaba problemas -“lo más sensato es que vuelvas con Otto y te quites de problemas” La idea no par3eció agradarle, lagrimeó un poco y no quedamos en nada.

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Y en realidad me hubiera ido si no es porque me atrapa con la clásica zancadilla femenina(porque los hombres no podemos utilizarla) sexo-embarazo-matrimonio. Cuando uno no es un guerrero tan experimentado es fácil de atrapar, y cuando uno quiere caer es todavía más fácil de atrapar. La Venta Una noche de otoño llegué a casa y me dirigí a la recámara de mis padres, con firmeza y sin sutilezas les pregunté que si la casa de San Andrés pudiera desocuparse, con asombro me preguntaron el porqué y les contesté -“porque me voy a casar” Pocos días más tarde hubimos de pasar por el ridículo ritual de la petición de mano, ritual en el que ambas familias tratan de mostrar sus mejores aspectos, esconden las fotos de os niños oligofrénicos, mandan a estos a Apizaco, al hermano alcohólico le dan diez mil pesos y lo mandan al “Bombay” (donde siempre diversión hay), a la servidumbre le cambian el nombre, si una de las mucamas se llama Micaela le dicen "Michelle”, a Pablito el mozo lo llaman "Paul” y a “Firuláis” el dogo lo mandan al salón de belleza canina donde a base de gasolina le matan piojos y pulgas, le dan un baño de burbujas y la hacen “permanente”. Jorge Garcia

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En la sala colocan fotos y escudos, como “Michelle” no es muy versada en Heráldica, junto al escudo de Iturbide coloca un banderín del Atlante y junto a la foto del general Miramón colocan el de la bella otero dedicado al abuelo. Los abuelos, quienes ya están de canasto, son untados con engrudo para que se mantengan firmes en sus respectivas sillas, y a Diana “Lady Di”, mucama jalisquilla se le reconviene para que no utilice ese vestido que gusta tanto al señor y que provoca en el abuelo los últimos estertores de su virilidad. Ya para estas alturas mi madre nos había aleccionado para que no fuéramos a decir que jamás íbamos a misa, ni que teníamos una tía loca(en verdad que había varias), Ni que mi tío se había divorciado para casarse con la hermana de su ex esposa. La cena transcurrió sin más que comentar, todos hechos unos figurines y hablando sobre los temas más “elevados” que conocían. Se cerraba la venta...

La Función

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Cuando se fijó la fecha del evento comenzaron los preparativos para la boda, versión moderna del circo romano en la que el público va a ver a su gladiador favorito, lo vitorean a coro, beben con y por él y algunos hasta lloran de emoción, y eso que la verdadera lucha todavía no comienza. Tras no mucho deliberar se imprimen las invitaciones, se compra el vestido y el disfraz de pingüino para el novio, se alquila un salón y se calcula a cuántos no podemos invitar. Cuidadosamente se selecciona a los invitados, incluyendo en primer término a los que se pudieren ofender más si no los invitamos y que es ira nos afectara a nosotros. Hecho lo cual algún suicida (un hermano de la novia, o el novio de la hermana que quiere quedar bien) sale a repartirlas, y ahí va... de la Villa a Xotepingo, de las Lomas al pedregal, lleva y a cinco días con sus noches y no acaba, desesperado quiere convencer a la pareja que se fuguen o que vivan en concubinato, finalmente termina de repartirlas, ha atropellado a dos perros, chocado una vez, las cuatro llantas ponchadas, y todo para que solamente le den un boleto para la recepción... -“¡Que tiznen a su madre!”- piensa él.

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Al llegar el novio a la iglesia su hermano le señala un coche con el motor encendido -“Todavía es tiempo: ¡pélate!” El novio lo ve a los ojos y le dice -“¡la amo!”- y camina al paredón. La novia presa de los nervios quiere huir y unirse a una congregación religiosa (pero de hombres), llora y patalea, la mamá le dice que no piensa devolver los regalos y en todos los gastos que su papá ha hecho. Aparecen los dos en el Atrio y se escuchan comentarios subrepticios de ambas parentelas: -“¿Ya viste que cara de degenerado tiene el novio?, ¡qué suplicio va a ser para ella!” -“Con la fama de púnfira que tiene y se atreve a casarse de blanco..., ¡pobre tonto! Se lleva un teléfono (de moneda, aquellos a los que les mete el dedo para ver si no hay alguna moneda), ¡qué va!...¡una pila de agua bendita es lo que es... !(no necesita explicación). Al salir de la iglesia las víctimas son bañadas de arroz, se reparten múltiples abrazos y desaparecen múltiples carteras, los

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fotógrafos toman placas hasta de los coches estacionados, un perro confunde con un poste el velo de la novia y unos niños gritan -“¡bolo!, ¡bolo!” El novio “tortea” a las damas de compañía y a todos se les olvida el abuelo en la iglesia. ¡Chupando! Que es gerundio... La llegada al salón es triunfal, los novios reciben a los invitados y los dejan que se acomoden como Dios les de a entender, de un lado se van los parientes de ella, y del otro los de él, cuando las bebidas alcohólicas hacen efecto en los presentes no falta el clásico pleito de borrachos a causa de la muchacha con el escote más pronunciado, o porque uno se puso indispuesto y tiró a alguien sobre una mesa, etc. Para estas alturas los novios ya se encuentran en algún hotel en espera de su viaje de luna de miel, claro que mientras esperan se entretienen de la mejor manera posible. En la fiesta no falta el espontáneo que recite, llore y se caiga de la tarima, así como el jovencito que vomite sobre su pareja, escenas tan románticas como éstas son plasmadas en celuloide para recordarse por siempre.

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Tampoco falta la pareja que esa noche se pelea, la fémina llora y se seca las lágrimas con el mantel, lo cual no es tan trágico, ni siquiera cuando se suena la nariz con él. Ya no hay vino, ni nada con alcohol y mucha gente todavía no se va, ya para que “ahuequen el ala” se apagan las luces, hay gritos de protesta e insultos contra los anfitriones, alguien grita -“¡Vamos a Garibaldi!” Y todos entusiastas salen, no saben que fue el padre de la novia que lo hizo para librarse de todos.

Mundo sin sol Para los lunamieleros es de honor no salir en tres días del cuarto o hasta que sobrevenga la cistitis, cualquiera que llegue primero. Durante el encierro ocurren las más variadas situaciones, lágrimas de ella porque no quiere, lágrimas de él porque no puede, las carísimas cremas de belleza son usadas para otros fines, esto me recuerda el siguiente chiste: La primera noche de la pareja: llegan estos al hotel y comienzan a instalarse, acomodan sus maletas y ella se va al

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baño, sale con un hermoso negligé y se sorprende al ver a su marido completamente desnudo y recostado sobre la cama, baja su mirada hasta la pelvis del marido, se turba al percatarse de las dimensiones del marido y dice: -“Mi vida: espera un minuto, me voy a poner cremita” -“¿cremita?, ¡te vas a poner morada!” Mi luna de miel fue como todas, cenas a la luz de velas, buenos vinos, magníficos escenarios, pensé que la vida diaria iba a ser igual... y lo fue durante dos años, no puedo considerar que lo nuestro fuera un matrimonio, era un amasiato a todo lujo. Los atardeceres en la playa eran fantásticos, el caminar por la playa también, creo que en esos momentos cualquier idea de que algún día pudiéramos terminar era absurda, en fin... todos estos recuerdos, aunque vagos y difusos son agradables. Pudimos haber hecho más cosas, pero ¿a quién le interesaba hacerlas en ese momento?, nos bastaba con el hecho de estar juntos.

Los primeros días

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Al regresar a casa nos encontramos con que la nueva señora se ha posesionado de un papel ancestral: son las seis de la tarde y está en bata y con tubos, de esas batas clásicas que parecen cobertor, unas pantuflas por donde el dedo gordo se asoma haciendo funciones de barómetro e higrómetro, el barniz de las uñas descarapelado y sin ropa interior, ha preparado una cena con una receta que obtuvo de la revista femenina en boga, por supuesto la probamos, nos sabe a estopa, pero nos la comemos toda y además hacemos ruidos de exaltación al sabor del guiso, acto seguido nos da un café que sabe a melcocha porque se le cayó media azucarera dentro, en entonces cuando los hombres sugerimos la compra de un perro, para así poder arrojarle la comida por debajo de la mesa y no soportar este suplicio. Subimos a la recámara y encendemos el televisor, cuando el juego de fútbol está en un momento crucial arroja la bata y se planta desnuda frente a la pantalla esperando una reacción, ... la hay -“No te mueves tantito, van a tirar un penalty” Ella se frustra y comienza a llorar, pero no es hasta el medio tiempo que la consolamos.

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-“Lo que pasa es que prefieres a esos tontos que a mí, a ver: ¡que venga Cabinho a hacerte de cenar...” la idea de que Cabinho cocine no nos parece tan mala, así que esbozamos una sonrisa, al darse cuenta exclama -“tampoco mi comida te gusta,¡qué infeliz soy!”- y vuelve a llorar Como el segundo tiempo ha comenzado la ignoramos, llora más fuerte para llamar nuestra atención, cosa que remediamos subiéndole al volumen del televisor, finalmente se cansa de llorar y comienza a soplarnos en el oído, tras un largo rato logra su objetivo(ya que quedan 15 segundos del partido de fut) y dejamos de ver el juego. Por las mañanas comenzamos a prepararnos el desayuno, no porque no queramos despertarla sino porque estamos hartos de tener retortijones en la oficina, además es muy penoso que de las ocho horas de labores pasemos cuatro en el baño, hasta en pañales y calzón de hule hemos pensado. Como ya no soportamos los calambres sugerimos ya no dormir abrazados, cosa que nos acarrea una escena de proporciones dantescas, pero al final cada quién tiene su lado de

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la cama, lado que ella jamás respeta, y si además tiene los pies fríos nos hace saltar cuando nos toca y estamos dormidos. Así, suavemente transcurre la vida de estos dos seres que pensaron que se habían casado con el ser ideal.

Nido de víboras No podría faltar la comida semanal con la familia política, por lo general la cita es a la una de la tarde y se sirve la comida hasta que el hijo consentido aparece, ya para entonces traemos entre pecho y espalda cuatro jaiboles que nos embrutecen y nos hacen soportable a la arpía de la suegra. -“¿cuándo le compra su coche a mi hija?, porque mi niñita está acostumbrada a tener su coche propio” Como ya andamos imprudentes le contestamos –“si aquí siempre usó el de la familia, no le conocí ninguno propio, a menos que fuera suyo y se lo prestara a todos ustedes”. -“Ya necesita ropa, tenemos que ir a a San Antonio a que renueve su vestuario” (nótese el “tenemos”, un apunte en el que la suegra se incluye).

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Y aunque en su ropa solo hemos visto etiquetas de “el batracio de hierro” y “el puerco de Liverpool”, no nos explicamos como es que tienen sucursales en San Antonio estos almacenes. Por fin nos dan de comer, por supuesto hacemos que el perro de la casa pruebe primero lo que nos han servido, esperamos unos minutos y como sigue vivo nos lo comemos, aunque lo más seguro es que nos hayan escupido en la sopa. La cuñada eternamente embarazada sufre un vahído y vomita sobre el mantel tejido (nos recuerda al pastel de Navidad que hace la suegra), las várices en sus piernas nos recuerdan las cartas de Hidrografía que estudiamos en preparatoria, pese a todo esto la suegra insiste en que su hija bote las píldoras anticonceptivas porque el embarazo y la maternidad hacen a la mujer plena y hermosa. Recuerdo horas y horas con estos sustanciosos temas de conversación,

finalmente

todos

se

enojaban

porque

invariablemente yo salía borracho y con una sonrisa estúpida en la faz. Si él o la protagonista del drama posee una empresa propia, la familia política buscará endilgarle a algún pariente con deficiencias mentales para su departamento de Contabilidad, al Jorge Garcia

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hijo disléxico para interpretación y análisis de estados financieros, y al primo alcohólico para Relaciones Públicas. A la hermana emputecida como su secretaria personal, y al novio en turno de ésta, en Ventas. Por supuesto dejándose pedir, además del jugoso salario, coche, cuenta de gastos, oficina privada, secretaria trilingüe (aunque ellos solo hablen Español),y un office boy para que vaya por los periódicos y cigarros. Una negativa a tan deslumbrante oferta ocasionará una pataleta de dimensiones heroicas, la que traerá consigo la ley del hielo y la huelga de piernas cruzadas, lo cual nos dará tiempo para ver las repeticiones de los juegos y hasta de analizar y llenar varias formas de pronóstico deportivos. En esta esquina: de 52 kilos trescientos gramos... Las discusiones se originaban por cualquier babosada, que invariablemente conducía a un silencio sepulcral, como buen fanático de la puntualidad, mi hígado amenazaba con petrificarse después de hora y media de espera(y sin un bar a la mano), momento en el que juzgaba prudente no esperarla más, acción que conducía a un paro digestivo de ella en el organismo de ella, y como cada cual se “subía en su macho”: yo seguía siendo puntual Jorge Garcia

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y ella procuraba llegar lo más tarde posible para ya no encontrarme. Por equis causa llegó tarde una noche, cual corresponde a uno de mi sexo me encerré y la dejé a que durmiera en la sala, cuando llegó y se percató de mi encierro pataleó y gritó, mas fue inútil, no le abrí, lo cual también fue inútil pues siguió siendo impuntual. Para sentirse como el “Magazo” (¡qué grande eres!) tomaba buena parte de mi sueldo y lo repartía entre su familia, esto hasta que me harté y ya no tuvo a su cargo el manejo de las finanzas, acción que fue acremente criticada por el público mexicano, pero fue fútil, no fue reinstalada en su cargo. -“¿crees que te robo?” -“¡bruja!, ¡bruja!, ¿cómo adivinaste?” Después de una agonía más prolongada que la de un perro de periférico decidió emigrar en busca de nuevas tierras -“me voy mañana...” -“y dices que te vas mañana, para la falta que me haces, ¿porqué no te vas desde hoy?...”

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Al llegar a casa el siguiente día me encontré un paisaje desolador, actuó histórica... saqueó la casa cual Atila, hasta alfombras y cortinas se llevó, afortunadamente ninguno de su familia era de mi talla, que si no...hasta sin ropa me deja...

¡Victoria!, cantemos Victoria... Se fue mi mujer, volver a ver mis amigos Estar con mami otra vez... Cuando el “horroroso” ente biológico que nos atormentaba se ha marchado rescatamos de l diván de las telarañas aquella libreta de teléfonos tan socorrida en nuestra época de solteros. -“¿está Fulanita?”-preguntamos nerviosamente ¡Aquí no vive”, “ya se casó”, “se volvió lesbiana”, “mi mamá salió”, “tengo una úlcera en al vagina”, etc. Son las respuestas más comunes, ninguna de nuestras amigas está en circulación... solo aquella regordeta con acné, quien arrebatándonos la libreta escribiera ahí su nombre y teléfono en la fiesta de graduación de la universidad, y como no tenemos nada que hacer pasamos por ella, y ¡oh sorpresa!, ya no tiene acné y tampoco es regordeta,

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ahora tiene cráteres y es obesa, pero como no podemos echarnos para atrás la llevamos al bar más oscuro y solitario que conocemos, no por romance, sino para que no nos vean con ella. Al segundo jaibol nos aflojamos y comenzamos a divertirnos, con cada copa la vemos menos fea, ya no nos incomoda que ponga su mano en nuestra pierna y comenzamos a mirarla con languidez. -“¿porqué cuando íbamos en la universidad nunca me invitaste a tomar una copa?” -“porque no sabía que quería que te invitara una copa”soberbio pase torero, las dianas y aplausos se dejan escuchar. Finalmente estamos tan borrachos que ella tiene que manejar, nos lleva a casa y como quien no quiere la cosa alega que sola no puede regresar y que se tiene que quedar, nos da otra copa bien cargada y nos seduce vilmente, utilizando recursos de mujer brava. Doloroso despertar a día siguiente, nos prepara un desayuno para “crudos” y no nos levantamos hasta el siguiente día. “...si te vienen a contar cositas malas de mí...”

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Ya para estas alturas somos catalogados como unos seres rastreros y viles porque el pimpollito y su familia proclaman que su angelito vivía sometida por el “Landrú de petate”, y que solo debido a que sus principios no se lo habían permitido no nos había dejado antes. Tacaños,

ebrios,

homosexuales,

impotentes

y

con

enfermedades venéreas, todo esto y más somos... -“¡te dije que no te casaras con él!”-chilla la mamá “era un libertino, hasta yo me acosté con él”- alega la emputecida hermana -“Nunca se “discutió” con las “caguamas” o el kkrdi”. Grita el hermano alcohólico -“No ha pagado la última letra de mi coche”-gimotea el papá Como los acreedores los hostigan la luz los ilumina y deciden que nos dé

una segunda oportunidad, lo mal es que

cuando se lo comunican

se acaba de embarazar del primer

incauto que creyó su historia, para colmo de males no es u incauto boyante, pero de lo caído ...lo que aparezca... Epílogo

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Hace cinco años que vivo en feliz soltería, al principio la familia insistía en que volviera a casarme, pero al no haber valiente dejaron a un lado el tema. De cuando en cuando insisten en presentarme a la hemipléjica hija de una amiga, la prima frígida con delirio de persecución, o la tía cleptómana que sufre herpes, con hacerme el sordo la he librado.

25 de Marzo del 2005

Que veinte años no es nada En 1986 me volví a casar, fue el triunfo de la esperanza sobre la experiencia..., y más o menos las mismas cosas que apunto pasaron: mis ex suegros II se molestaron porque fui acusado y declarado culpable de “empobrecimiento inexplicable”, a partir de ese momento mis ex suegros II querían que nos divorciáramos, cosa que al final sucedió. Dos tías de la familia de mi ex II tenían dinero y sus padres les “bebían los alientos”, Jorge Garcia

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todavía no les dan nada, ojalá y les toque algo, ya que si no lo hacen les provocarían estreñimiento eterno. En el 2001 nos divorciamos, cumplimos el anhelo de mis suegros II. Me alegro de no haber tenido hijos con ninguna de las dos, no hubiera sido buena mezcla de sangre ni de educaciones, además de evitar el ver en mis hijos algún gesto o idea proveniente de ellos. “el amor y el interés se fueron al parque un día pudo más el interés que el amor que me tenía...” era una frase que mi ex II recitaba constantemente, no creo que se diera cuenta que también era su credo... Beso para todos

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