El viejo bailarín. Hebert Fayet
Lo conoció desde niño allá por el Barrio Reo y lo bailó desde mozo por los bailes de La Unión en noches inolvidables salpicadas de ilusión y en una cita de amor por todo Montevideo. Quien lo supo introducír fue el rengo del organito por los barrios suburbanos que adornan la capital y el tango con su presencia iluminó el arrabal con muchachas de percal por las calles del Cerrito. Cruzó el charco y bailó tangos… ¡bien al estilo Oriental! dando clase y conociendo otro estilo diferente y en ambiente fraternal se hizo querer por la gente en Villa Crespo, Palermo, Puente Alsina y Paternal. A pesar del tiempo ido su cariño no ha mermado él lleva un tango en el alma y con el se ha de morir y a pesar que le han cambiado su manera de vestir guarda su esencia y sentir aunque esté modernizado. languidece en una celda a la que han puesto cerrojos sus cachorros que lo adoran no lo dejan trasnochar esta enfermo… mira tele… y al ver un tango bailar sus hijos pueden notar que se humedecen sus ojos.