El Hombre Viejo

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DEL HOMBRE VIEJO AL HOMBRE NUEVO OBJETIVO CATEQUETICO * Descubrir el proceso de conversión como un paso del hombre viejo al hombre nuevo. 1. En una relación nueva con respecto a Dios, a los demás, al mundo y a sí mismo CV/RELACION-NUEVA: El nuevo nacimiento y la consiguiente experiencia religiosa, que transforma al hombre de la carne en hombre del Espiritu (Rm 8,8-9), que reproduce la imagen de Jesús (Rm 8, 29), coloca al hombre en una relación nueva con respecto a Dios, a los demás, al mundo, e incluso, a sí mismo*. 2. Del hombre viejo al hombre nuevo en proceso de conversión Por ello dicho cambio es vivido en el cruce de dos coordenadas esenciales a toda antropología: a) la persona en relación con los otros; b), la persona en relación con el mundo. La primera coordenada (antropológico-existencial: ser con los otros) es principal, no exclusivamente interpersonal. El creyente es el hombre que se sabe en relación con Dios y sus hermanos. Es el hombre de la Alianza. En el cumplimiento de las exigencias de la misma, que realizó Cristo, consisten toda la Ley y los profetas. Dicho cumplimiento no es tanto una conquista por parte del hombre, cuanto su acogida a una dinámica de gracia que procede en último término del Padre. De hecho, nos encontramos en un régimen de gracia, que culmina en la presencia eficaz del Espíritu prometido por Cristo. Toda existencia humana se desenvuelve entre el rechazo de ese régimen de gracia, rechazo que configura al hombre, según la concepción bíblica, como hombre viejo, y la aceptación de la oferta del Padre que renueva, vivifica y salva lo que estaba perdido (hombre nuevo). CV/QUÉ-ES Este cambio profundo se llama conversión. Desde sus orígenes, la Iglesia distingue claramente entre conversión primera, conversión segunda y conversión continua. La conversión primera es propia de quien abraza la fe por primera vez (Cfr. Hch 2, 38). La conversión segunda es la de aquellos que por el pecado pierden la gracia bautismal y han de ser de nuevo justificados por el sacramento de la penitencia. A este sacramento, los Santos Padres le llamaron con propiedad «la segunda tabla después del naufragio que supone el perder la gracia» (Jn 20, 22-23; cfr. Concilio de Trento, DS 1542). La conversión continua es propia de los justos que frecuentemente han de orar con humildad y verdad: «Perdónanos nuestras ofensas» (Mt 6, 12; cfr. DS 1536). En definitiva, la vida del cristiano es todo un proceso de conversión en un hombre nuevo por la continua acogida al don del Espíritu. 3. El pecado, condición histórica del hombre ante Dios P/ACEPTACION: El pecado, en efecto, configura al hombre como hombre viejo. Sin embargo, el hombre no reconoce por sí mismo que es pecador. Es preciso que venga el Espíritu para que convenza al mundo de pecado

(/Jn/16/08) y el hombre pueda reconocer su pecado contra Dios (/Sal/050/06). Miradas las cosas desde Dios y su designio salvador, todo lo humano está bajo el signo del pecado o bajo el signo de la gracia. El pecado constituye, pues, una de las formas de estar y vivir históricamente ante Dios. El pecado lleva consigo caída, oscuridad y ceguera, y se manifiesta en la corrupción de órdenes fundamentales de la vida: familia, trabajo, política, religión. El pecado es la rebelión humana contra el orden de cosas configurado, según el designio original de Dios, como Alianza, por relaciones de fidelidad y de amor; y, consiguientemente, el pecado toma cuerpo en una determinada forma de desarrollo histórico a través del cual Dios ya en el presente condena al hombre (Rm 1, 18). 4. El pecado: no a Dios, serie de rupturas, callejón sin salida P/RUPTURA: Toda una serie de rupturas descoyunta y deshace la realidad tal como había proyectado Dios originalmente. El corte de la religación del hombre con Dios es la raíz que origina y mantiene cualquiera otra ruptura. «Al negarse con frecuencia a reconocer a Dios como su principio, rompe el hombre la debida subordinación a su fin último, y también toda su ordenación, tanto por lo que toca a su propia persona como a las relaciones con los demás y con el resto de la creación... El pecado rebaja al hombre, impidiéndole lograr su propia plenitud» (GS 13). Su pretensión fracasa; el pecado lo divide en sí mismo, lo empequeñece, desviándolo de la plenitud a la que estaba destinado y, además, lo coloca en una situación de la que no puede salir por sí mismo. Así, el pecado lleva consigo una negación frente a Dios, las consiguientes rupturas y una situación como de un callejón sin salida. La Biblia expresa este estado de cosas con diversas imágenes. 5. En proceso de conversión: de la sed al agua de la vida El pecado aparece como sequía y agostamiento de una tierra destinada por Dios a ser fértil y productiva: «Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas; cisternas agrietadas que el agua no retienen" (Jr 2, 13). El pecado deja al hombre con tal sed que nada ni nadie fuera de Dios puede apagarla. La llamada a la conversión lo es a apagar esa sed: «¡Oid, sedientos todos, acudid por agua!» (Is 55, 1). Es la llamada que hace Jesús a la Samaritana: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva...; el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (Jn 4, 10-14). 6. En proceso de conversión: de la ceguera a la luz P/CEGUERA: El pecado aparece también en la Sagrada Escritura como ceguera total que incapacita al hombre para ver la acción de Dios en medio de la naturaleza y de la historia. En este sentido, todos los hombres somos ciegos de nacimiento. Nuestra ceguera original debe ser curada lavándonos en la piscina del Enviado, es decir, en la piscina de Cristo,

que custodia celosamente la Iglesia: Bautismo y Penitencia. Y nuestros ojos inútiles se abrirán al horizonte de la fe: a Cristo, Luz del Mundo. Jesús concedió la vista al ciego de nacimiento. «Escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego, y le dijo: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé" (que significa Enviado). El fue, se lavó y volvió con vista" (/Jn/09/06-07). La llamada a la conversión es una llamada a la luz, Cristo nos ofrece la curación de nuestra ceguera. "Jesús añadió: 'Para un juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven queden ciegos"» (Jn 9, 39). 7. En proceso de conversión: de la muerte a la vida Como los pasajes evangélicos de la Samaritana y del ciego de nacimiento, el pasaje de la resurrección de Lázaro pertenece a la antigua liturgia catecumenal y, dentro de ella, a la de los domingos más antiguos de la Cuaresma (tercero, cuarto y quinto). Quien se encuentra en proceso de conversión es un hombre que está pasando de la muerte a la vida. Es un hombre que, como Lázaro, se encontraba muerto y ante cuya tumba dijo Jesús: «Quitad la losa». Marta, la hermana del muerto, le dijo: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días". Jesús le dijo: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?». Entonces quitaron la losa. Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera». El muerto salió, los pies y las manos atadas con vendas y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar» (Jn 11, 39-44). De forma semejante, el hombre que nace a la fe es un hombre a quien Dios ha hecho salir de su sepulcro y ha recuperado para la vida. Así se cumple la profecia de Ezequiel para los tiempos mesiánicos: «Esto dice el Señor: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y cuando abra vuestros sepulcros sabréis que soy el Señor; os infundiré mi espíritu y viviréis» (Ez 37, 12-14). 8. En proceso de conversión por la fuerza del Espíritu De la sed al agua viva. De la ceguera a la luz. De la muerte a la vida. El paso del hombre viejo al hombre nuevo, la conversión del corazón, es un nuevo nacimiento por la fuerza del Espíritu. Como dice Jesús a Nicodemo: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne es carne; lo nacido del Espíritu es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu» (Jn 3, 5-8). 9. EI Espíritu obra en el corazón COR/QUÉ-ES: El Espíritu obra en el interior del hombre, en su conciencia religiosa y moral. La Escritura, además del término conciencia (Rm 14, 5; 1 Co 10, 25-29), utiliza frecuentemente la palabra corazón y también la palabra espíritu. En nuestra manera de hablar, el corazón se considera ligado a la vida afectiva. Para el hebreo se trata de algo mucho más amplio. El corazón es lo más íntimo del hombre; ahora bien, en lo más íntimo se encuentran los sentimientos, pero también los recuerdos y los pensamientos, los razonamientos y los proyectos. El corazón del hombre

designa entonces toda su personalidad vista como un todo, desde el fondo de su ser. desde su centro viviente y osiginal. 10. El problema religioso se juzga en el corazón del hombre Así el problema religioso del hombre radica en el corazón. Israel fue comprendiendo cada vez mejor que no es suficiente una religión exterior. Para hallar a Dios hay que buscarlo «con todo el corazón» (Dt 4, 29). Israel comprendió, al fin, que debía fijar su corazón en Dios (1 S 7, 3) y amarle con todo el corazón (Dt 6, 5), viviendo con entera docilidad a su ley. 11. Un cambio de corazón, un cambio profundo. Un nuevo nacimiento COR/CAMBIO:«De dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Eso es lo que hace impuro al hombre» (Mt 15, 19-20). En esta situación resulta necesario un corazón nuevo, una conciencia nueva, una personalidad nueva. Los profetas anuncian para el futuro mesiánico un cambio radical, un cambio de corazón (Jr 31, 33; 32, 39; 24, 7; Ez 18, 31). Dios mismo reaíizará ese cambio: «Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne» (/Ez/36/26). 12. El problema religioso del hombre, problema de «oído» Para la Escritura, actitud primordial del hombre creyente es la actitud de escucha: ¡Escuchad la palabra de Dios! (Am 3, 1; Jr 7, 2; Dt 6, 4; Mc 12, 29; 4, 3.9). En el centro de las relaciones entre Dios y el hombre, tal como nos las presenta la Sagrada Escritura, está la palabra de Dios al hombre, que éste debe escuchar y acoger en su corazón y en el seno de la comunidad fraterna. Ahí está en juego la vida entera del creyente: escuchar la voz del Señor. Como dice el salmista: «Ojalá escuchéis hoy su voz" (/Sal/094/07), palabras que glosará ampliamente la Carta de los Hebreos (3, 7-11). 13. Rechazar la palabra del Señor es embotar el propio corazón y endurecer el oído_ Rechazar la palabra del Señor, endurecer el propio corazón y oscurecerse la conciencia son una misma cosa. Escuchar la voz del Señor y abrir el corazón a Dios es lo mismo que creer en el sentido pleno que esta palabra tiene de ordinario en la Biblia y es lo opuesto a la idolatría. La fe en Dios se opone al servicio de los ídolos, pues este servicio no deja oír la voz de Dios, endurece el corazón y oscurece la conciencia. Así se cumple una y otra vez la profecía de Isaías: «Oíd con vuestros oídos, sin entender; mirad con vuestros ojos, sin comprender. Embota el corazón de ese pueblo, endurece su oído, ciega sus ojos: que sus ojos no vean, que sus oídos no oigan, que su corazón no entienda, que no se convierta y sane" (Is 6, 9-l0, Mt 13, 14 15) (14) ........................................................................ TEMA 22

OBJETIVO: DESCUBRIR EL PROCESO DE CONVERSION COMO UN PASO DEL HOMBRE VIEJO AL HOMBRE NUEVO PLAN DE LA REUNION * Información: personas, problemas, acontecimientos... * Presentación del tema 22 en sus puntos clave. * Lectura de alguno de los pasajes bíblicos que presentan la necesidad de un cambio radical. * Lectura de Mt 5,1-48: la orientación del cambio. PISTA PARA LA REUNION PUNTOS CLAVE * Un cambio radical: de la sed al agua de la vida (Jn 4,1-42); de la ceguera a la luz (Jn 9,1-41); de la muerte a la vida (Jn 11,1-44). * Un nuevo nacimiento por la fuerza del Espiritu (Jn 3,5-8). * Un corazón nuevo (Ez 36,26). * Problemas de oído (Sal 95,7). CONVENCIDOS DE PECADO POR EL ESPÍRITU OBJETIVO CATEQUETICO * Descubrir que el pecado del hombre debe ser desenmascarado desde la experiencia de la fe. 14. Sólo delante de Dios el hombre adquiere conciencia del pecado P/RECONCILIACION:El creyente es el hombre que vive en relación con Dios. Sólo delante de Dios puede adquirir el hombre conciencia de pecado. En la medida en que creemos en Dios vamos reconociendo, a la vez, el propio pecado, el pecado de la humanidad y el pecado del mundo. Hay en el corazón humano como una profunda aversión a reconocerse pecador, aversión que sólo la presencia eficaz del Espíritu va lentamente dominando con una pedagogía inseparable de la pedagogía de la fe. Como bien se ha dicho, no puede uno verse pecador sino por comparación, no se ve uno pecador sino por gracia de Dios, no se conoce uno a sí mismo sino conociendo a Dios, no sabe uno lo que tendría que ser sino cuando conoce lo que Dios le propone ser, no sabe uno lo que le falta hasta que se lo dan. Dice el libro de los Proverbios: "Al hombre le parecen rectos todos sus caminos, pero es Yahvé quien pesa los corazones" (21, 2) (21). 15. Una personalidad de pecador, un cuerpo de pecado. Pasa desapercibida la raíz más profunda de la miseria humana PECADOR/CIEGO-SORDO: El pecado arraiga profundamente y se hace como connatural al hombre, estableciendo en él una personalidad

de pecador, un cuerpo de pecado (/Rm/06/06). El pecado endurece los oídos, cierra los ojos y embota el corazón (/Mt/13/15), y así pasa desapercibida la raíz más profunda de la miseria humana. Porque el pecado consiste también en no reconocer el propio pecado. Como dice San Juan: «Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos mentiroso y no poseemos su palabra» (/1Jn/01/08-10). La aversión a reconocer el propio pecado se manifiesta con especial sinuosidad en el caso de la hipocresía farisaica (Cfr. Mt 23, 23 ss) y llega a su extremo en la actitud demoníaca (22). 16. Padecemos los efectos, ¿pero vemos el pecado? El hombre padece sus propios crímenes y miserias; padece las guerras, que parecen brotar como por necesidad y como si nadie las quisiera; padece la acumulación de bienes económicos, con la ambición, la soberbia y las grandes fachadas de falsedad que hay detrás de ella; padece también el envenenamiento de la atmósfera social por la lucha de clases y una fe ciega en el recurso de la violencia; padece profundas contradicciones y equívocos: en el seno de una Europa que se decía culta y cristiana han muerto -no hace tanto tiempo- millones de personas en las cámaras de gas; padece el hombre una incapacidad profunda para romper el círculo del propio egoísmo y amar (23). 17. El incumplimiento del Decálogo señala e identifica al hombre viejo Frente a la ceguera del hombre para reconocer su propio pecado, la Palabra de Dios levanta acta de acusación por medio del Decálogo «para que toda boca enmudezca y el mundo entero se reconozca reo delante de Dios» (Rm 3, 19). El Decálogo señala al hombre como pecador, le identifica como hombre viejo. Todo aquello que, saliendo de dentro del corazón, supone una transgresión del Decálogo, mancha y desfigura al hombre. Como dice Jesús: «de dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Eso es lo que hace impuro al hombre» (Mt 15, 19-20; cfr. Ga 3, 19 ss) (24). 18. Todos somos pecadores Todos somos pecadores: «todos, judíos y gentiles, están bajo el dominio del pecado; así dice la Escritura: Ninguno es justo, ni uno solo, no hay ninguno sensato, nadie que busque a Dios. Todos se extraviaron, igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo. Su garganta es un sepulcro abierto, mientras halagan con la lengua, con veneno de víboras en sus labios. Su boca está llena de maldiciones y fraudes, sus pies tienen prisa para derramar sangre; destrozos y ruinas jalonan sus caminos, no han descubierto el camino de la paz. El temor de Dios no existe para ellos» (/Rm/03/23). Por la palabra de Dios y en la fe en Cristo llegamos a reconocernos pecadores. Alcanzar la verdad sobre uno mismo es don de Dios. Que el mundo sea convencido de pecado es señal de la acción del Espiritu (/Jn/16/08) (25).

19. Aceptar esperanzadamente el juicio de Dios sobre el propio pecado Sólo desde la fe que nos hace capaces de una nueva experiencia se puede aceptar la verdad sobre el pecado humano. Y además esperanzadamente, sin derrotismos; sabemos que "a los que aman a Dios todo les sirve para el bien" (/Rm/08/28). San Pablo subraya las seguridades de la fe cuando escribe: «Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros...? Dios es quien justifica, ¿quién condenará (Rm 8, 31.33). El mismo reconocimiento del propio pecado viene a ser signo evangélico, «buena noticia" (26). ........................................................................ TEMA 23-1 OBJETIVO: DESCUBRIR LAS RASGOS FUNDAMENTALES DEL HOMBRE VIEJO PLAN DE LA REUNION * Relato de acontecimientos más significativos ocurridos desde la última reunión. * Presentación del objetivo, plan y pista de la reuni6n . * Lluvia de ideas y confrontación. * Oraci6n comunitaria: desde la propia situaci6n. PISTA PARA LA REUNION * Lluvia de ideas: ¿Qué es lo que hace del hombre un hombre deshumanizado? O bien: ¿Qué es lo que hace de este mundo un mundo opresor? * Confrontar los resultados con el Decálogo (y con Gn 3). ........................................................................ TEMA 23-2 OBJETIVO: DESCUBRIR QUE SOLO DELANTE DE DIOS EL HOMBRE ADQUIERE CONCIENCIA DE PECADO PLAN DE LA REUNION * Información: personas, hechos, problemas... * Presentación del tema 23 en sus puntos clave. * Lectura de Rm 3,10-19 y Jn 16,1-15: comentario comunitario sobre lo más importante. * Oración comunitaria: desde la propia situaci6n. PISTA PARA LA REUNION PUNTOS CLAVE * El pecado pasa inadvertido: debe ser desenmascarado. * El Decálogo identifica al hombre como pecador, como hombre viejo (Rm 3,19; Mt 15,19-20). * Se requiere la experiencia del Espíritu para que el hombre reconozca su pecado (Jn 16,8). * Todos somos pecadores (Rm 3,10-18).

SIN AMAR CON AMOR AUTÉNTICO OBJETIVO CATEQUÉTICO * Descubrir que el pecado del hombre desfigura la relación personal de amor y que el amor verdadero es don de Dios. 36. La persona egoísta, básicamente incapaz de amar EGOISMO/A:Toda actitud humana que de alguna manera cierra al individuo sobre sí mismo, que no favorece a su apertura e integración, que fomenta el aislamiento o la soledad es un camino que no conduce hacia la propia identidad. Es una actitud egoísta. La persona egoísta sólo se interesa por sí misma, desea todo para sí misma, no siente satisfacción en dar, sino únicamente en tomar. Considera el mundo exterior sólo desde el punto de vista de lo que puede obtener de él. Carece de interés por las necesidades ajenas y de respeto por la dignidad e integridad de los demás. No ve más que a sí misma, juzga a todos según su utilidad; es básicamente incapaz de amar de verdad. Pero el egoísta no sólo es incapaz de amar a los demás; ni siquiera puede amarse de verdad a sí mismo (53). 37. Lo contrario del amor fraterno El excluir a alguien de nuestro amor se opone directamente al mandato del Señor, cuando dice: ama a tu prójimo como a ti mismo. El amor fraterno es el amor incondicional a todos los seres humanos: el amor al desvalido, al pobre, al desconocido, al enemigo es su signo distintivo. Amar a los de nuestra propia carne y sangre no es hazaña alguna. Los animales aman a sus vástagos y los protegen. El desvalido ama a su dueño, porque en el fondo depende de él; el niño ama a sus padres, pues los necesita. El amor fraterno sólo comienza a desarrollarse cuando amamos a quienes no necesitamos para nuestros fines personales. «Porque si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles?» (/Mt/05/46-48) (54). 38. Dios ama al frágil e inseguro ser humano. Sin acepción de personas En forma harto significativa, en el Antiguo Testamento el objeto central del amor del hombre es el pobre, el extranjero, la viuda y el huérfano y, eventualmente, el enemigo nacional, el egipcio y el edomita. Al tener compasión del desvalido el hombre comienza a desarrollar el amor a sus hermanos; y al amar a su hermano, se ama también a sí mismo y a todo el que necesita ayuda: amar al frágil e inseguro ser humano, a quien Dios ama: «No endurezcáis vuestra cerviz, que el Señor, vuestro Dios, es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, fuerte y terrible, no es parcial ni acepta soborno, hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al forastero, porque forasteros fuisteis en la tierra de Egipto» (Dt 10, 16-19). La carta de Santiago, en el Nuevo Testamento, insiste en estas ideas: «Hermanos, no juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso

con la aceptación de personas... Si mostráis favoritismos, cometéis un pecado» (2, 1.9) (55). 39. Amplitud del amor cristiano al prójimo El sermón de la montaña nos revela toda la amplitud del amor cristiano al prójimo: «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente. Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra. Al que quiera ponerte pleito para quitarse la túnica, dale también la capa; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado no le rehúyas. Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos» (Mt 5, 38-45) (56). 40. ¿Necedad, utopía o incapacidad no confesada? La razón humana, si se toma sólo a sí misma como punto de partida, viene a decir cosas como éstas: «Yo (y mi familia) tengo razón; yo no puedo prescindir de esto o de lo otro»; «la caridad bien entendida empieza por uno mismo» (en realidad, quiere decir que comienza, sigue y termina en uno mismo). O también: «El que me la hace, me la paga». «Perdono, pero no olvido». "Por ahí no paso". El mundo considera necedad y utopía la modalidad evangélica de amar. En ello se revela su incapacidad de amar así, aunque dicha incapacidad no sea confesada y reconocida. En realidad, todos somos principiantes en el amor. El egoísmo, la insinceridad, la incapacidad e inmadurez interiores hacen de nosotros inexpertos que tienen que ir aprendiendo siempre. El hombre, si se apoya sólo en sus propias fuerzas, es incapaz de amar al prójimo con los sentimientos de Cristo y según la ley del Espíritu (57). 41. Incomunicación y lucha en el ámbito del amor y de la familia Esta incapacidad de amar llega a ser tan honda en el hombre que penetra incluso en el ámbito más íntimo de la vida humana: el amor conyugal, la familia. Por el pecado la relación personal de amor queda desvirtuada en relaciones instintivas y ciegas, de deseo y dominio, de predominio y fuerza: "Tendrás ansia de tu marido y él te dominará" (/Gn/03/16). El pecado introduce la contradicción y la incomunicación en el orden de la familia y del amor humanos (58). 42. Un corazón de piedra El pecado destruye, disgrega. Introduce la división en medio de los hombres: en cada uno de ellos se oculta un corazón de piedra que debe ser quitado, sustituido por uno de carne: «Esto dice el Señor: Os reuniré de entre los pueblos, os recogeré de los países en los que estáis dispersos y os daré la tierra de Israel. Entrarán y quitarán de ella todos los ídolos y abominaciones. Les daré un corazón íntegro e infundiré en ellos un espíritu nuevo: les arrancaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne para que sigan mis leyes y pongan por obra mis mandatos; serán mi pueblo y yo seré su Dios» (Ez 11, 17-20) (59).

43. El amor es de Dios. La era del corazón nuevo, corazón de carne Tener un corazón de carne significa amar: amar a la manera evangélica, a la manera de Dios. «El amor es de Dios» (1 Jn 4, 7). El amor es, pues, don de Dios. «Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios» (id); conoce ya la nueva era que anunciaban los profetas: La era del corazón nuevo, corazón de carne (60). ........................................................................ TEMA 25 OBJETIVO: DESCUBRIR QUE SIN LA GRACIA NO PODEMOS AMAR CON AMOR AUTENTICO PLAN DE LA REUNION * Información: personas, hechos, problemas... * Oración inicial, canción. * Presentación de la pista adjunta: ¿con qué frase me identifico más?, ¿por qué? * Lectura de Ez 1 1,17-20 y de Mt 5,38-48: comentar los aspectos más importantes. * Oración comunitaria, canción. PISTA PARA LA REUNION 1 El que la hace, la paga. 2 Amar al desvalido, al pobre, al desconocido, al enemigo. 3 Necedad o utopía, la forma evangélica de a mar. 4 La relación personal de amor queda desvirtuada en relaciones de fuerza (Gn 3,16). 5 El amor es de Dios (1 Jn 4,7). EXPLOTACIÓN Y UTILIZACIÓN DEL HOMBRE OBJETIVO CATEQUETICO * Descubrir que, por el pecado del hombre, el trabajo se convierte en una realidad dura, esclavizante 44. Sociedad competitiva: el otro como rival El mundo del trabajo está presidido frecuentemente por la ley de la competitividad. Esta competitividad llega a ser lucha sin entrañas, en la que «el otro» es considerado como rival, sin más consideraciones. No importa el hombre por sí mismo, sino el dinero, el negocio, el capital, el éxito personal, el poder; como dice el libro de la Sabiduría: «Piensa que la existencia es un juego de niños y la vida un concurrido y lucrativo mercado. Ganar por todos los medios, dice, aun malos, es lo que importa" (Sb 15, 12) (62). 45. El poder del pecado en el mundo del trabajo

En la Sagrada Escritura, el trabajo es uno de los órdenes de la actividad humana en que más ampliamente despliega el pecado su poder. Arbitrariedad, violencia, injusticia, rapacidad hacen del trabajo no sólo un peso abrumador, sino objeto de odio y causa de divisiones y conflictos. Obreros privados de su salario (Is 58, 3; St 5, 4), poblaciones sometidas a prestaciones forzosas por un gobierno enemigo (2 S 12, 31), y también por el propio soberano (1 S 8, 10-18; 1 R 5, 27; 12, 1-4), esclavos condenados al trabajo y a los golpes (Si 33, 25-29). Este mundo del trabajo lo conoció Israel en la forma más inhumana en Egipto: trabajo forzado a un ritmo agotador, bajo la vigilancia despiadada en medio de una población hostil, en provecho de un gobierno enemigo, trabajo organizado sistemáticamente para aniquilar al pueblo y quitarle toda capacidad de resistencia (Ex 1, 8-14; 2, 11-15; 5, 6-18); se trata ya del mundo de los campos de concentración del campo de trabajo (63). 46. Relaciones laborales como relaciones de fuerza Pervertido el orden del trabajo, la humanidad deja de ser una fraternidad de trabajadores, ligada con vínculos de solidaridad. Los bienes económicos, acumulados en exceso por individuos, regiones y naciones, dividen y enfrentan a los hombres. De este modo, las relaciones sociales quedan configuradas en relaciones de dominio, opresión y violencia. «En un momento en que el desarrollo de la vida económica, orientada y ordenada de una manera racional y humana, podría permitir una atenuación de las desigualdades humanas, con demasiada frecuencia trae consigo un endurecimiento de ellas y, a veces, un retroceso en las condiciones de vida de los más débiles y el desprecio de los más pobres... y mientras un pequeño número de hombres dispone de muy grande poder de decisión, otros están privados de toda iniciativa y de toda responsabilidad, frecuentemente en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona humana... Entre las naciones económicamente más avanzadas y las otras naciones se va creando una oposición cada día más grave que puede poner en peligro la misma paz del mundo» (GS 63) (64). 47. Algunos desórdenes actuales en el mundo del trabajo Algunos desórdenes del mundo del trabajo en los que aparece actualmente el poder del pecado: incumplimiento de deberes profesionales; injusticias en los salarios y en el rendimiento laboral; discriminaciones sociales contra los más débiles; despido arbitrario de trabajadores; abusos de la competencia; limitación en el derecho de defensa de sus legítimos intereses a sectores del mundo del trabajo. Otros desórdenes sociales son la evasión de cargas fiscales o sociales o su desproporción; las nuevas formas de usura; abusos respecto al alojamiento; desinterés por las necesidades vitales de los más débiles; falta de acogida a los inmigrados; manipulación de los medios de comunicación social y exigir lo imposible a los dirigentes de la sociedad en todos los órdenes (65). 48. Participar en la acción transformadora de un mundo que Dios ha creado para todos

Estamos llamados a colaborar y a participar en la acción transformadora de un mundo que Dios ha creado para todos. El mundo es la casa de todos. Todos somos hermanos. Dios es nuestro Padre "Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa y bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad... Por tanto, el hombre no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a todos los demás» (GS 69). Desde este llamamiento podemos apreciar todo el alcance de la perversión del orden del trabajo y de las relaciones sociales fundadas sobre él. «Por eso, hay que seguir preguntándose sobre el sujeto del trabajo y las condiciones en las que vive. Para realizar la justicia social en las diversas partes del mundo, en los distintos países, y en las relaciones entre ellos, son siempre necesarios nuevos movimientos de solidaridad con los hombres del trabajo. Esta solidaridad debe estar siempre presente allí donde lo requiere la degradación social del sujeto del trabajo, la explotación de los trabajadores y las crecientes zonas de miseria e incluso de hambre. La Iglesia está vivamente comprometida en esta causa porque la considera como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente la «Iglesia de los pobres» (·JUAN-PABLO-II, LE 8) (66). ........................................................................ TEMA 26-1 OBJETIVO: DESCUBRIR QUE, POR EL PECADO DEL HOMBRE, EL TRABAJO SE CONVIERTE EN UNA REALIDAD DURA, ESCLAVIZANTE PLAN DE LA REUNION * Información: personas, hechos, problemas... * Presentación del objetivo, plan y pista de la reunión: algunas condiciones que hacen del mundo laboral un mundo opresor, indigno de la persona humana. Y también: ¿afrontamos problemas concretos? * Oración comunitaria: desde la propia situación. PISTA PARA LA REUNION 1. La vida es un mercado. 2. Ganar por todos los medios. 3. Incumplimiento profesional. 4. Injusticia salarial. 5. Discriminaciones contra los más débiles. 6. Despido arbitrario. 7. Limitación en el derecho de defensa de sus legítimos intereses a sectores del mundo del trabajo.

8. Paro (...). ........................................................................ TEMA 26-2 OBJETIVO: ABORDAR EL PROBLEMA DEL PARO: CAUSAS, CONSECUENCIAS, MEDIDAS DIVERSAS PLAN DE LA REUNION , * Presentación del objetivo, plan y documento de la reunión: «El paro obrero, problema de todos» (PC 1,6.2). * Lectura personal, o exposición; diálogo: implicaciones diversas. * Oración comunitaria PISTA PARA LA REUNION * Ultimos datos disponibles. * Uno de los más graves problemas. * Diferencias geográficas. * Diferencias de sexo y edad. * Consecuencias del paro. * Las causas del paro. * Medidas diversas (...). DOMINIO DEL HOMBRE SOBRE EL HOMBRE OBJETIVO CATEQUETICO * Descubrir que, por el pecado del hombre, la autoridad degenera en dominio del hombre sobre el hombre. 49. La autoridad como servicio, no como poder y mando en provecho propio AUTORIDAD/SERVICIO: El pecado corrompe también el concepto y ejercicio de la autoridad. Esta corrupción es de la mayor trascendencia en el orden individual y colectivo (social, político y religioso). La Escritura la denuncia, por ejemplo, en Sb 6, 1-6. Pero el trastorno de las relaciones sociales por la perversión de la autoridad y el poder aparece en toda su verdad, si lo apreciamos desde las exigencias del Evangelio. El Evangelio de Jesús (/Mc/10/35-45) nos coloca en el corazón del problema. El deseo de poder de los hijos del Zebedeo indigna al resto de los apóstoles que, a su vez, mantienen la misma aspiración. Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones las gobiernan como señores absolutos y los grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros será vuestro servidor y el que quiera ser el primero entre vosotros será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del Hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos». PODER/SERVICIO: Jesús señala la profunda contradicción existente

entre la actitud evangélica de servicio a los demás y una interpretación de la autoridad como poder y mando en provecho propio. En nuestro tiempo, la autoridad como servicio tiene en el orden social y político un nombre: la participación (GS31) (69). 50. El creyente ante el abuso de autoridad y la idolatría del poder político La corrupción del poder culmina cuando éste se ejerce contra los creyentes (los «santos»), los pobres de Yahvé (Jn 16, 2; Mt 10, 17 ss; Lc 6, 26). El capítulo 7 del libro de Daniel -esbozo de teología de la historia aplicable a cualquier tiempo- pone de manifiesto la dura condición histórica del creyente ante este forma de idolatría que hace del poder una bestia. En este relato, las bestias (que simbolizan reyes, naciones, imperios...) atacan a «los santos del Altísimo» (vv. 18-25); éstos resisten en todo tiempo a la idolatría de la bestia, expresada incomparablemente en Ap 13, 4: «¿Quién como la Bestia?». Pero, en tales circunstancias surgirá siempre un enviado de Dios que asuma y encarne la función de Miguel, que significa ¿Quién como Dios? Ambos gritos recorren la historia de los hombres de un extremo a otro del tiempo (70). 51. La Bestia y el Hijo del Hombre, frente a frente: «¡No serviré!» «¡Serviré!» La Bestia no sirve a nadie. Encarna históricamente el grito satánico: ¡No serviré! Es la suprema manifestación de poder («señores absolutos», Mc 10, 42), poder que termina oprimiendo al hombre, particularmente a los débiles y pequeños. El Hijo del Hombre ha venido, por lo contrario, a servir, y en este servicio al hombre que, en el fondo, es amor, el hombre recupera su verdadero rostro. La paradoja evangélica consiste en que el hombre se humaniza sirviendo, es decir, amando. Y así cumple la voluntad de Dios, se diviniza (71). 52. Cristo, sirviendo, revela al rostro más perfecto de lo humano En el mensaje simbólico del sueño de Daniel (cap. 7) las figuras del anciano y del Hijo del Hombre (figuras humanas) aparecen como contrapunto dialéctico de esas otras figuras no humanas o, mejor, inhumanas, bestiales: sólo lo divino es profundamente humano y el hombre, cuando se aparta de Dios, se degrada hasta la condición de bestia. La expresión semita «Hijo del Hombre» equivale ordinariamente a Hombre. Según ello, la definición propia del hombre no es la bestia, sino el Hijo del Hombre. Cristo, de una forma inconcebible para el mundo (¡sirviendo!), deja al descubierto el rostro más perfecto de lo humano: «Cristo revela plenamente el hombre al hombre» (GS 22). Desde ahí podemos rastrear lo hondo de la perversión en el modo de entender y ejercer los hombres el poder y la autoridad (72). ........................................................................ TEMA 27 OBJETIVO: DESCUBRIR QUE, POR EL PECADO DEL HOMBRE,

LA AUTORIDAD DEGENERA EN DOMINIO DEL HOMBRE SOBRE EL HOMBRE PLAN DE LA REUNION * Oración inicial. * Presentación de Dn 7. * Canción adecuada. * Presentación de Mc 10,35-45. * Comentario: ¿qué significa hoy? * Oración comunitaria. PISTA PARA LA REUNION * Presentación (y lectura) de Dn 7 y Mc 10,35-45, destacando la importancia y significado de los dos símbolos: la Bestia y el Hijo del Hombre. SIN ADORAR AL DIOS VERDADERO EN ESPIRITU Y EN VERDAD OBJETIVO CATEQUETICO * Descubrir que, por el pecado del hombre, la relación con Dios se desfigura y corrompe. 53. CULTO/ALIENACION: Se dan, a veces, en la sociedad, por el influjo del pecado, formas de vida religiosa centradas en un culto meramente exterior. Constituyen una religión y un culto separado de la vida, con olvido del Dios vivo y verdadero, del amor al prójimo, sin corazón y sin entrañas para el otro. Bajo la capa de un culto ofrecido al verdadero Dios, el hombre satisface superficialmente cierta necesidad de vida religiosa aunque el verdadero centro de interés de su vida vaya por otra parte, muy lejos del deseo auténtico de hacer la voluntad de Dios. Busca en el rito una seguridad que le tranquiliza y adormece. Y así puede acumular, incluso obsesivamente, prácticas religiosas vacías (75). 54. Dios no se deja engañar Antes del pecado las relaciones del hombre con Dios se muestran sencillas. Después del pecado, el hombre pretendía aplacar a Dios con sacrificios de animales, pero sin verdadera conversión del corazón. Sin embargo, Dios no se deja engañar: Dios no acepta cualquier culto. Y el mismo pueblo experimenta el vacío de un culto formalista y sin corazón. «-¿Para qué ayunar, si no haces caso? ¿Mortificarnos, si tú no te

fijas?" (/Is/58/03). A veces, el rito religioso corre el peligro de convertirse en simple práctica que pretende enmascarar y sustituir la conversión del corazón. Frente a tal desviación, los profetas recordaron siempre las condiciones de un culto auténtico (76). 55. «Buscabais vuestro negocio» AYUNO/HIPOCRESIA: La Escritura señala ese vacío religioso: «Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora, haciendo oír en el cielo vuestras voces. ¿Es ése el ayuno que el Señor desea para el día en que el hombre se mortifica? Mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor?» (/Is/58/03-05) (77). 56. Fidelidad del corazón, condición de un culto-auténtico El culto de Israel vendrá a ser espiritual en la medida en que él adquiera conciencia del carácter interior de las exigencias de la alianza: Esta es la insistente predicación de los profetas. Esta fidelidad del corazón es la condición de un culto auténtico y la prueba de que Israel no tiene más Dios que a Yahvé (Ex 20, 2 ss.). Por ello, continúa el profeta (Isaías) diciendo: «El ayuno que yo quiero es éste -oráculo del Señor-: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, enseguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá, gritarás, y te dirá: Aquí estoy...» (Is 58, 6-9) (78). 57. «Cuando extendéis las manos, cierro los ojos» En otro pasaje del profeta Isaías dice Dios algo semejante: «No me traigáis más dones vacíos, más incienso execrable. Novilunios, sábados, asambleas, no los aguanto. Vuestras solemnidades y fiestas las detesto; se me ha vuelto una carga que no soporto más. Cuando extendéis las

manos cierro los ojos; aunque multipliquéis las plegarias, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda» (/Is/01/13-17) (79). 58. La justicia ha sido olvidada CV/JUSTICIA: Durante el reinado de Jeroboam II (783-743), Dios habla por medio de Amós, el profeta de la amenaza. Todo estaba tranquilo, sereno, próspero. El lujo se extendía por la corte de Samaría, cuando llega el profeta venido del Sur. No tiene ningún título humano para hablar. No tiene más que una obligación apremiante: la de ser portavoz de Dios. Amós se alza contra el desarrollo solemne de las ceremonias cultuales que contrastan con las injusticias sociales y la opresión de los pobres. La justicia y el derecho no son observados. El profeta no les echa en cara el haber olvidado los ritos de arrepentimiento. Más bien parece indicar que los han practicado con exceso (Am 4, 4; 5, 5.21). Pero ¿eso es convertirse? La verdadera conversión exige un cambio de vida que ponga fin a la injusticia (Am 8, 4-8). Más aún, supone una interiorización que permita volver a encontrar a Dios (Am, 4, 4.6) (80). 59. Vanidad del culto por la corrupción de los corazones Los profetas no desechan los ritos, sino que piden que se les dé su verdadero sentido. Samuel afirma que Dios desecha el culto de los que desobedecen (1 S 15, 22). Amós e Isaías lo repiten fuertemente (Am 5, 21 -26; Is 1, 11 -20; 29, 13), y Jeremías proclama en pleno templo la vanidad del culto que se celebra en él, denunciando la corrupción de los corazones (Jr 7,4-15; 21 ss.). Ezequiel, el profeta sacerdote, anunciando incluso la ruina del templo, contaminado por la idolatría, describe el nuevo templo de la nueva alianza (E, 37, 26 ss.), que será el centro cultural del pueblo fiel (Ez 40-48). El profeta del retorno indica cómo aceptará Dios el culto de su pueblo; es preciso que sea una comunidad verdaderamente fraterna (Is 58, 6-13; 66,1 ss.). El libro de los Proverbios se manifiesta en términos semejantes: «Si uno cierra los oídos a la ley, hasta su oración será aborrecible» (Pr 28, 9) (81). 60. Religiosidad al servicio de los intereses políticos Los profetas, a la vez que el formalismo ritual, combaten la confusión del orden religioso en relación con el ámbito político. Este es otro

aspecto de la corrupción del orden religioso: uncirse al yugo de los intereses politicos. En el Nuevo Testamento el libro de Apocalipsis, usando un lenguaje simbólico, denuncia cómo lo religioso queda, a veces, al servicio de lo político. «Vi luego otra Bestia que surgía de la tierra y tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como una serpiente. Ejerce todo el poder de la primera Bestia en servicio de ésta, haciendo que la tierra y sus habitantes adoren a la primera Bestia...» (Ap 13, 11-12). Esta visión alegórica tiene su fuente de inspiración en el profeta Daniel. Las bestias de Daniel, subiendo del mar, representan los sucesivos imperios. Por su parte, las dos bestias del Apocalipsis simbolizan los dos componentes del imperio: el poder político y una falsa orientación del sentimiento religioso. La visión de San Juan es aguda. Tertuliano explicará como invención diabólica esa confusión entre la política y la religión que persigue a los cristianos por el crimen de lesa majestad (82). 61. «En sus días no fue zarandeado por príncipe...» POLÍTICA/RELIGIÓN: La conciencia del creyente bíblico es irreductible ante la confusión y absorción de lo religioso en aras de lo político. El libro del Eclesiástico, por ejemplo, presenta al profeta Eliseo del siguiente modo: «Cuando Elías en el torbellino quedó envuelto, Eliseo se llenó de su espíritu. En sus días no fue zarandeado por príncipe y no pudo dominarle nadie» (/Si/48/12). La libertad e independencia en el desempeño de su misión es signo y garantía de su autenticidad profética. Por su parte, el Salmo 74 lamenta la intrusión y avasallamiento de poderes políticos en el terreno de lo religioso, cuyo símbolo es el templo: «En el lugar de tus reuniones -reza el salmista- rugieron tus adversarios, pusieron sus enseñas, enseñas que no se habían conocido, en el frontón de la entrada» (Sal 73, 4) (83). 62. El dinero, peligro de corrupción del orden religioso Junto al poder, también el dinero es un peligro de corrupción del orden religioso. Así lo denuncia el profeta Miqueas: «Escuchadlo, jefes de Jacob, príncipes de Israel: vosotros que abomináis la justicia y defraudáis el derecho, edificáis con sangre a Sión, a Jerusalén con crímenes. Sus jueces juzgan por soborno, sus sacerdotes predican a sueldo, sus profetas adivinan por dinero. Y encima se apoyan en el Señor, diciendo: ¿No está el Señor en medio de nosotros? No puede sucedernos nada malo. Por vuestra culpa será arado Sión como un campo; Jerusalén será una ruina; el monte del Templo, un cerro de maleza» (Mi 3, 9-12; cfr. Is

1, 23) (84). 63. «No podéis servir a Dios y al dinero» Jesús denuncia de diversas maneras el poder corruptor del dinero. Así lo hace dirigiéndose a los escribas, cuando dice de ellos que «devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones» (Lc 20, 47). Lo hace increpando a los ricos: «Más fácil es a un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico entrar en el Reino de los Cielos» (Mt 19, 24). De una forma general y programática hace Jesús la denuncia del dinero en su discurso evangélico del Sermón de la Montaña: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6, 24) (85). 64. La levadura de los fariseos Para Jesús la corrupción del orden religioso se manifiesta de una manera especial en la «levadura de los fariseos» (Mc 8, 15). «Vosotros los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!» (Lc 11, 39-44) (86). 65. ¡Ay de vosotros, también, maestros de la ley...! «Un maestro de la ley intervino y le dijo: Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros. Jesús replicó: ¡Ay de vosotros también, maestros de la ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo! ¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron! Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron y vosotros les edificais sepulcros... ¡Ay de vosotros, maestros de la ley, que os habéis quedado con la llave del saber: vosotros, que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!» (Lc 11, 45-52) (87).

66. Incapacitados para adorar al Dios verdadero El hombre tiene necesidad de Dios. Pero cuando el hombre no adora al verdadero Dios, termina adorando ídolos. Esta es la experiencia bíblica. Por otra parte, la corrupción del orden religioso de la existencia revela una y otra vez hasta qué punto el hombre, abandonado a sí mismo ("la carne y la sangre"), se encuentra incapacitado para creer, para adorar al Dios verdadero en espíritu y en verdad (Jn 4, 21-24) (88). 67. Creer con fe viva CREER/QUÉ-ES El verdadero culto a Dios implica una fe viva. Esta fe incluye la actitud de apoyarse solamente en Dios, el Dios vivo y verdadero, la Roca inquebrantable. Creer lleva a ver más allá de la corteza opaca de los acontecimientos de la historia y llega hasta el Dios que los dirige; es ir resolviendo el problema fundamental de toda vida auténticamente religiosa: comporta reconocer los caminos de Dios y seguirlos. Creer implica vivir en actitud de oración, atención y vigilancia, como el salmista: «Indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti" (Sal 142, 8) (89). ........................................................................ TEMA 28 OBJETIVO: DESCUBRIR QUE, POR EL PECADO DEL HOMBRE, LA RELACION CON DIOS SE DESFIGURA Y CORROMPE PLAN DE LA REUNION * Oración inicial: Sal 74. * Presentación del tema 28 en sus puntos clave. * Lectura de Is 58,3-9. * Canción apropiada. * Lectura de Lc 11,39-52. * Diálogo: ¿qué significan hoy estas lecturas? * Oración comunitaria: Sal 142, canción apropiada. PISTA PARA LA REUNION PUNTOS CLAVE * Religiosidad vacía y exterior. * Dios no se deja engañar. * «El ayuno que yo quiero»... * Al servicio de intereses políticos y econ6micos. * «No podéis servir a Dios y al dinero.» * Papel de los fariseos y maestros de la ley. * Adorar al Dios verdadero en espíritu y en verdad.

SIN ESTABLECER UNA RELACIÓN ENTRE HOMBRE Y MUJER SEGÚN EL DESIGNIO DE DIOS OBJETIVO CATEQUETICO * Descubrir que, por el pecado humano, se corrompe la relación entre hombre y mujer. 68. El prójimo no es un instrumento al servicio del propio egoísmo Muchos llegan a confundir el deseo sexual con el amor, y piensan que se ama cuando se desea físicamente. Esta es la idea falsa del amor que aparece con frecuencia en publicidad, en la literatura erótica, en el cine, etc. Con ello se reduce la relación profunda del amor humano auténtico entre personas de distinto sexo a la esfera de la simple atracción instintiva y egoísta. Otros piensan que el modo de superar la separación es manifestar, sin ningún dominio de sí mismo, los propios impulsos agresivos, con exhibición de enojo, odios, etc. De este modo piensan dar pruebas de intimidad. No es auténtico un amor que hace del prójimo un simple instrumento del propio egoísmo o que no respeta en todo momento su dignidad como persona (95). 69. Amor erótico y amor fraterno. El eros, ser mortal EROS/AGAPE En realidad, si el deseo de unión física no está estimulado por el amor, si el amor erótico no es a la vez amor oblativo, libre de egoísmos posesivos, jamás conduce a la unión salvo en un sentido orgiástico y transitorio. La atracción sexual crea por un momento la ilusión de la unión, pero -sin amor auténtico- la unión deja a los desconocidos tan separados como antes. A veces los hace avergonzarse el uno del otro, y aun odiarse recíprocamente, porque -cuando la ilusión se desvanece- sienten su separación más agudamente que antes. El eros, separado del amor, se manifiesta al final como caduco: el eros es un ser mortal, se ha dicho acertadamente. El amor auténtico entre hombre y mujer no puede realizarse fuera del matrimonio. La unión física entre varón y mujer sólo es legítima y digna dentro del mismo (Cfr. Tema 39) (96). 70. Ruptura de la alianza entre hombre y mujer MA/RUPTURA MA/UNIÓN-REDIMIDA En el Génesis, la separación entre hombre y mujer se manifiesta ya en la acusación que el hombre hace: «La mujer...» (/Gn/03/12) es quien tiene la culpa. Esta acusación es el primer síntoma, la primera fisura que deja al descubierto una realidad profunda: la ruptura de la alianza entre hombre y mujer. El plan de Dios de hacer ambos «una sola carne» (2, 24) se deshace y resquebraja también por el pecado. El pecado introduce entre ellos la fuerza de la división y el deseo de la posesión egoísta». «Tendrás ansia de tu marido y él te dominará» (3, 16) (97). 71. La relación entre hombre y mujer necesita ser redimida En el clima paradisíaco, el encuentro entre el hombre y mujer tiene lugar en la simplicidad: «Los dos estaban desnudos, el hombre y su mujer, pero no sentían vergüenza uno de otro» (/Gn/02/25). Pero el

pecado, separación de Dios, introduce entre ellos la distancia y el miedo. Ahora la relación sexual es ya ambigua. No deja de ser fundamentalmente buena, pero ha caído bajo la influencia de la fuerza de división que es el pecado. En realidad, dicha relación necesita ser redimida (98). ........................................................................ TEMA 29 OBJETIVO: DESCUBRIR QUE, POR EL PECADO HUMANO, SE CORROMPE LA RELACION ENTRE HOMBRE Y MUJER PLAN DE LA REUNION PISTA PARA LA REUNION * Oración inicial. * Presentación del tema 29, en sus puntos clave. * Diálogo: sobre lo más importante y, si procede, sobre experiencias concretas. * Oración comunitaria: Sal 127, canción apropiada. PISTA PARA LA REUNION PUNTOS CLAVE * El prójimo no es un instrumento * Amor erótico y amor fraterno. * Ruptura de la alianza entre hombre y mujer (Gn 3,12.16). * La relación entre hombre y mujer necesita ser redimida. EN UNA SOCIEDAD DE CONSUMO OBJETIVO CATEQUETICO * Descubrir que la codicia de la sociedad de consumo constituye una herida al prójimo y una verdadera idolatría. 72. Sociedad de consumo: una relación inadecuada con las cosas TENER/SER:La sociedad de consumo es una forma de vida que no sólo supone una teoría concreta de las realidades económicas, sino que implica, al menos de hecho, una concepción de la totalidad de la existencia. No se define exclusivamente por el consumo de productos, sino también por un aumento en el grado de deshumanización: así da origen a un tipo de hombre desinteriorizado, materializado, cerrado en el círculo de la producción y del consumo. El «consumismo» comienza allí donde acaba la satisfacción de las necesidades para una vida digna. Se crean nuevas necesidades que son presentadas como imprescindibles, pero que son superfluas. Pasan a segundo plano las necesidades realmente importantes. La persona se convierte así en una máquina no sólo productora, sino además consumidora de los productos que fabrica. El mismo hombre acaba por

materializarse y convertirse en objeto, en cosa en una pieza más del engranaje frenético y esclavizante de la sociedad de consumo. Por tener más, el hombre prefiere ser menos: no acierta a establecer una relación adecuada con las cosas (bienes materiales, riqueza, dinero) (100). 73. La codicia, avidez violenta CODICIA/IDOLATRIA: La experiencia bíblica, desde un contexto distinto, ilumina, sin embargo, las raíces más profundas del consumismo de hoy. Más allá de los condicionamientos sociológicos, encontramos en el hombre la sed de poseer cada vez más sin ocuparse de los otros, e incluso muchas veces a sus expensas. Esto es lo que la Biblia entiende por codicia. La codicia coincide ampliamente con la avidez y la perversión del deseo, pero parece acentuar algunos de sus caracteres: es una avidez violenta y casi frenética (Ef 4, 19), especialmente contraria al amor del prójimo, sobre todo al amor de los pobres, y que, en primer lugar, va dirigida a los bienes materiales: la riqueza, el dinero... La codicia inflige una herida al prójimo y constituye una verdadera idolatría, ofendiendo, por tanto, al Dios de la Alianza (101). 74. La codicia, contraria al amor al prójimo La codicia aparece directamente opuesta al amor al prójimo, sobre todo de los pobres, a los que la Ley protege contra ella (Ex 20, 17; 22, 24; Dt 24, 10-22). Mientras que Yahvé prescribe: «No endurezcas el corazón» Dt 15, 7), el codicioso es un malvado con el alma desecada (Si 14, 9), que se muestra despiadado (27, 1). Profetas y sabios de Israel denuncian los atentados contra los derechos del prójimo inspirados por la codicia. Esta conduce al mercader, con frecuencia falto de conciencia (Si 26, 29-27, 2), a falsear las balanzas, a especular y hacer dinero de todo (Am 8,5 ss); al rico a hacer extorsiones (5, 12), a acaparar las propiedades (Is 5, 8; Mi 2, 2-9), a explotar a los pobres (Ne 5, 1 -5; Am 2, 6), incluso negando el salario merecido (Jr 22, 13); al jefe y al juez a proceder por cohecho (Mi 3, 11; Pr 28, 16) para violar el derecho (Is 1, 23; 5, 23; Mi 7, 3). Los jefes codiciosos, cautivados por su interés, como lobos que desgarran su presa, recurren incluso a la violencia para aumentar sus lucros (Jr 22, 17) y afirmar su voluntad de dominio (Ez 22, 27) (102). 75. La codicia, en el fondo, una idolatría El Antiguo Testamento presiente su carácter idolátrico y la tradición yahvista presenta con la fisonomía de la codicia (Gn 3, 6) el acto por el que Adán y Eva, queriendo ser como dioses (3, 5) negaron a Dios su confianza y su dependencia propias de criaturas. El Génesis sugiere así que la codicia es el origen de todo pecado. El pecador, queriendo poseer sólo para sí mismo lo que viene del amor de Dios para su servicio, pone un bien creado y, finalmente, se pone él mismo en lugar de Dios. Por esto, el comentario que la Biblia hace sobre el precepto de no codiciar (Ex 20, 17) identifica a los paganos, pecadores por excelencia, con «los que codician». Pablo, por su parte, pensando probablemente en el relato del Génesis, reduce al mismo precepto toda la Ley (Rm 7, 7) y resume

todos los pecados de la generación del desierto en la codicia (/1Co/10/06), expresión del repudio de la experiencia espiritual propuesta por Dios (Dt 8, 3; Mt 4, 4). El codicioso, que corre tras bienes precarios (Si 6, 2), siempre insatisfecho (Pr 27, 20; Qo 4, 8), será castigado por su desprecio de Dios y por las injusticias infligidas al prójimo. La codicia acaba por matar al que la tiene (Pr 1,19), mientras que el que aborrece la codicia prolongará sus días (28, 16) (103). 76. «Donde está tu tesoro, allí está tu corazón» En el Nuevo Testamento la codicia se presenta también como opuesta al amor: el codicioso sacrifica a los otros a sí mismo y, si es necesario, con violencia: «Codiciáis y no tenéis; matáis», dice Santiago (4. 2). La codicia aparece también como opuesta a la fe, como idolatría (Lc 16,13ss; Col 3,5); es ocupar totalmente con los bienes creados un corazón que sólo pertenece a Dios: «No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Amontonad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roan ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón" (/Mt/06/19-21) (104). 77. «Aunque uno ande sobrado, la vida no depende de sus bienes» «Dijo uno del público a Jesús: Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia. El le contestó: Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros? Y dijo a la gente: Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes. Y les propuso una parábola: Un hombre tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo dónde almacenar la cosecha. Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será? Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios» (/Lc/12/13-21) (105). 78. Muchedumbres enteras carecen de las cosas indispensables Como se ha dicho anteriormente, el pecado corrompe la relación del hombre con las cosas. En esa relación manifiesta también su corazón egoísta e insolidario. El Concilio Vaticano II se hace eco profético de un problema grave de nuestro mundo. Muchedumbres enteras carecen aún de las cosas indispensables. «Mientras una ingente multitud carece aún de las cosas indispensables, algunos, también en las regiones menos desarrolladas, viven opulentamente o malgastan sus bienes. El lujo y la miseria coexisten. Mientras unos pocos gozan de la máxima posibilidad de elegir, muchos carecen, casi por completo, de toda posibilidad de actuar con iniciativa y responsabilidad propias, encontrándose muchas veces en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona humana» (GS 63) ( 106).

79. Deben desaparecer las grandes desigualdades económicas Y frente a un mundo que lucha frenéticamente en la competición del confort y del lujo, denuncia las grandes desigualdades económicas como una situación que no satisface a las exigencias de la justicia y de la equidad. «Para satisfacer a las exigencias de la justicia y de la equidad se ha de intentar enérgicamente que, salvaguardados los derechos de las personas y la índole peculiar de cada pueblo, las ingentes desigualdades económicas que existen ahora y que muchas veces aumentan, acompañadas de discriminaciones individuales y sociales, desaparezcan lo antes posible» (GS 66) (107). 80. La codicia, subdesarrollo moral, colosal amenaza:AVARICIA/CODICIA: ·Pablo-VI decía en la Encíclica Populorum Progressio. «Así, pues, el tener más, lo mismo para los pueblos que para las personas, no es el fin último. Todo crecimiento es ambivalente. Necesario para permitir que el hombre sea más hombre, lo encierra como en una prisión desde el momento en que se convierte en el bien supremo, que impide mirar más allá. Entonces los corazones se endurecen y los espíritus se cierran; los hombres ya no se unen por amistad, sino por interés, que pronto les hace oponerse unos a otros y desunirse. La búsqueda exclusiva de poseer se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser y se opone a su verdadera grandeza; para las naciones, como para las personas, la avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo moral» (PP 19). Por la avaricia (idolátrica) del hombre el progreso, de suyo bueno, termina convirtiéndose en una colosal amenaza: «El hombre actual -dice Juan Pablo II- parece estar siempre amenazado por lo que produce, es decir, por el resultado del trabajo de sus manos y más aún por el trabajo de su entendimiento, de las tendencias de su voluntad... El hombre, por tanto, vive cada vez más en el miedo" (RH 15) (108). ........................................................................ TEMA 30-1 OBJETIVO: DESCUBRIR LA CODICIA DE LA SOCIEDAD DE CONSUMO COMO UNA IDOLATRIA QUE HIERE AL PROJIMO PLAN DE REUNION * Información: personas, hechos, problemas... * Oración inicial: Sal 73. * Presentaci6n del tema 30 en sus puntos clave. * Diálogo: ¿el proceso catecumenal influye en el estilo de vida? Experiencias de comunicación de bienes. * Oración comunitaria: desde la propia situación. PISTA PARA LA REUNION PUNTOS CLAVE * Relación inadecuada con las cosas. * La codicia, avidez violenta, contraria al amor, idolatría .

* «Donde está tu tesoro»... * «La vida no depende de los bienes»... * «Muchedumbres..., carecen de las cosas indispensables.» * Deben desaparecer las grandes desigualdades econ_micas. * La codicia, colosal amenaza. ........................................................................ TEMA 30-2 OBJETIVO: DESCUBRIR QUE, POR EL PECADO HUMANO, SE ESTABLECE UNA RELACION INADECUADA CON LAS COSAS PLAN DE LA REUNION * Presentación del objetivo y plan de la reunión. * Presentación del montaje "Salmo al Idolo Tener". * Diálogo: nuestra reacción ante el montaje. * Oración comunitaria: desde la propia situación. PISTA PARA LA REUNION * Presentación del montaje audiovisual "Salmo al Idolo Tener", de D. GONZALEZ CORDERO (Ed. Paulinas, Madrid): se evoca al ídolo Tener, entronizado en el templo de la Bolsa, y a los hombres jadeando en busca de dicho dios (ver AUCA 31/32; también, DEPARTAMENTO DE AUDIOVISUALES (SNC), Montajes audiovisuales. Fichas críticas (II, S-11) LA TENTACIÓN DE LA VIOLENCIA OBJETIVO CATEQUETICO * Abordar el problema de la violencia (y sus raíces), así como la respuesta evangélica. 81. El dominio de los otros, intento constante En la historia humana nos encontramos con este hecho: el intento constante del hombre por dominar a sus semejantes en provecho propio, incluso sin que ellos se den cuenta. El egoísmo, el deseo de dominio sobre los demás y, al mismo tiempo, el miedo a ser dominado por los otros, es muchas veces la raíz de la mentira, de la simulación, del fraude, de la coacción, de la violencia moral disimulada, de la manipulación egoísta y de las guerras (110). 82. Violencia e injusticia. La espiral de la violencia La violencia es fruto muchas veces de la injusticia, implantada en muchos rincones de la tierra; la rebelión contra esa situación injusta, y la represión por parte del orden establecido, como respuesta a la rebelión. La violencia del mantenimiento de una situación injusta engendra irremisiblemente la aparición de movimientos de resistencia violenta y éstos, a su vez, provocan una acción represiva cada vez más violenta. Este es el engranaje de la violencia, el círculo de la violencia. agresión, reacción vengadora, rencor y nueva agresión, odio y represalias de

nuevo, y así sucesivamente, inacabablemente (111). 83. Quien a espada mata, a espada muere El ejemplo y la palabra de Jesús nos apartan del camino de la violencia. «Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo: Envaina la espada: quien usa espada, a espada morirá» (Mt 26, 50-52). Jesús enuncia aquí una ley histórica: aquellos que empuñan la espada y desencadenan la violencia perecen por la agresión, ya que ésta se vuelve contra ellos mismos (112). 84. La violencia, destrucción de la vida social. El siervo de Yahvé La violencia se percibe también a través de su efecto mayor: la destrucción de la vida social. En este caso el término va asociado frecuentemente con otro que significa explotación, opresión, devastación, ruina. Los profetas se lamentan del estado de violencia en que se halla sumergido el pueblo (Am 3, 10; Jr 6, 7; 20, 8; Is 60,18). Y recurren a Yahvé, único que puede remediar este estado de injusticia. Así, constantemente, se oyen los gritos de los oprimidos que quieren ser liberados de los hombres violentos (2 S 22, 3; Sal 17, 49; 2-5). Estas víctimas ponen su esperanza en una réplica de la misma naturaleza: que el hombre violento sea presa del infortunio, que se le devuelva golpe por golpe (Sal 139, 12). Sin embargo, poco a poco, se irá imponiendo por su fuerza moral la figura única del Siervo de Yahvé, que ha renunciado definitivamente a la violencia: «Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca» (Is 53, 7) (113). 85. Dios condena progresivamente toda violencia injusta Indudablemente, Dios condena toda violencia injusta. Pero lo hace progresivamente, teniendo en cuenta las diferentes épocas en que vive su pueblo. Así se apropia la ley del Talión (Ex 21, 24), que representa un progreso considerable con respecto a los tiempos de Lamec, quien se venga sin medida (Gn 4, 23ss). El Dios del Antiguo Testamento no es un Dios cruel, es un Dios con entrañas. Se pone de parte del pueblo oprimido en Egipto (Ex 3, 9) y le exige un comportamiento semejante con el débil: «No vejarás al forastero: conocéis la suerte del forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto» (Ex 23, 9). Dios se constituye, pues, en defensor de las víctimas de la injusticia de los hombres, y más en particular del huérfano, de la viuda, del pobre (Dt 24,20). Pero surge una dificultad: ¿No aparece en el Antiguo Testamento la imagen terrible de un Dios guerrero, que extermina a los primogénitos de Egipto (Ex 12), se pone a la cabeza del combate (2 S 5, 24), aprueba la fuerza vengadora y destructora de Sansón (Jc 15, 16) y su celo va hasta el extremo de matar al transgresor de la Alianza? (114). 86. Progreso de la revelación y maduración religiosa del hombre En la lectura de la Escritura se ha de tener en cuenta que existe un progreso en toda la revelación, condicionado por el momento de

maduración religiosa del hombre y por su «dureza de corazón». Así sucede con otros problemas, como el del juramento (Mt 5, 33-37) o el del «acta de repudio» (Mt 19, 7-8): «Al principio no fue así». El corazón de Dios no cambia. Su verdadero rostro se manifiesta progresivamente a los hombres. Y se manifiesta en plenitud en el evangelio de Cristo. Sería ilegítimo servirse de un momento precedente del progreso de la Revelación para tomar posiciones veterotestamentarias en nombre del Nuevo Testamento (115). 87. «Hasta setenta veces siete» Frente a la violencia que reina en el mundo, Jesús se muestra más radical que el Antiguo Testamento. La Ley del Talión requería la equidad en la venganza, que restablece la justicia lesionada; Jesús exige el perdón (Mt 6, 12.14ss; Mc 11, 25) hasta setenta veces siete (Mt 18, 22). A todos les ordena: «Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen» (Mt 5, 44; Lc 6, 27). A sus discípulos les dice: «No hagáis frente al que os agravia» (Mt 5, 39). Jesús no formula un juicio sobre el acto de violencia, cuya causa pueda ser conforme a derecho, sino que señala un camino que trasciende todo derecho, el de quien -en orden de gracia- tiene la fuerza de actuar conforme al Evangelio. Quien no devuelve mal por mal, pone las cosas en un plano totalmente nuevo (116). 88. «Mi gente habría combatido.» El reino de Dios no se instaura por medios violentos Jesús fue por delante. Resiste a la tentación de instaurar el Reino de Dios por medios violentos: no quiere dominar a los hombres por la fuerza (Mt 4, 8ss), se niega a ser un político revolucionario (Jn 6, 15) y a obtener la gloria sin pasar por el sacrificio de la cruz (Mt 16,22 ss). En el huerto de los Olivos renuncia al derecho que tiene de ser defendido por la violencia: «¡Dejad! !Ya basta!» Va hasta el extremo de curar a su adversario (Lc 22,49ss). Y ante Pilatos declara la diferencia de procedimiento propia de su Reino: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que yo no cayera en manos de los judíos» (Jn 18, 36) (117). 89. La bienaventuranza de los perseguidos. El juicio, en las manos de Dios. Oferta presente de reconciliación ¿Por qué, pues, no resistir al malvado? No por ninguna técnica de no violencia, sino por el espíritu del amor, único medio de obtener la reconciliación entre el violento y su víctima. El Reino de Dios no se establece con la fuerza. Como anuncia el profeta Isaías: «Fundirán sus espadas para hacer rejas de arado y sus lanzas para hacer hoces» (Is 2, 4). A diferencia de los jefes de las naciones, que hacen pesar sobre ellas su poder y su dominio, el discípulo de Jesús debe hacerse el servidor de los otros (Mt 20, 25). Cuando Jesús se bate en retirada como el Siervo de Dios ante la maldad de sus enemigos (Mt 12, 15.18-21; 14, 13; 16, 4)

se remite a Dios y realiza la bienaventuranza de los perseguidos (Mt 5, 10 ss), profetizada en los cantos del Siervo (Is 50, 5; 53,9). Pero cuando perdona a los que lo crucifican injustamente (Lc 23, 34), cuando exige a su discípulo que ofrezca la otra mejilla, Jesús no sólo remite al juicio de Dios (1 P 2,23), sino que ofrece al violento una reconciliación que puede ser obtenida ya desde ahora (118). 90. La carrera de armamentos, gravísima plaga de la humanidad En relación con el problema de la violencia y de la guerra, el Concilio Vaticano II denuncia en el momento presente la «carrera de armamentos» como una «gravísima plaga de la humanidad», que, además, «perjudica intolerablemente a los pobres»: «Hay que declarar una vez más: La carrera de armamentos es una gravísima plaga de la humanidad y periudica intolerablemente a los pobres. Y es muy de temer que si continúa, termine por ocasionar todas las fatales catástrofes para las que ya prepara los medios... La divina Providencia requiere de nosotros con insistencia que nos liberemos de la antigua esclavitud de la guerra. Si no queremos hacer este esfuerzo, no sabemos a dónde iremos a parar por este mal camino en que nos hemos metido» (GS 81) (119). 91. ¡Todos contra la guerra! GUERRA/ARMAS: El Concilio convoca a todos a un esfuerzo común en contra de ese viejo azote que esclaviza a la humanidad, la guerra: «Es, pues, evidente que hemos de hacer un esfuerzo para preparar con todas las fuerzas los tiempos en que, con el consentimiento de las naciones, pueda ser proscrita totalmente toda clase de guerra» (GS 82). Sin embargo, se reconoce el servicio que prestan las fuerzas armadas a la seguridad y a la paz de las naciones, así como el derecho de la autoridad pública a mantener un eficaz dispositivo de defensa que garantice la necesaria protección de los ciudadanos contra agresiones exteriores. «Los que al servicio de la patria se hallan en el ejército, considérense instrumentos de la seguridad y libertad de los pueblos, pues desempeñando bien esta función contribuyen realmente a estabilizar la paz» (GS 79) (120). 92. La objeción de conciencia OBJECION-CONCIENCIA Pero dice también el Concilio sobre los objetores de conciencia: «Parece equitativo que las leyes provean humanitariamente al caso de quienes por objeciones de conciencia se niegan a emplear las armas, con tal que acepten otra forma de servir a la comunidad» (GS 79) (121). 93. No basta una paz impuesta, sino una paz fundada en la reconciliación de los animos PAZ/VIOLENCIA: El uso de la violencia por parte de las fuerzas armadas puede ser necesario en algunos casos para defensa y protección de los ciudadanos. Pero la verdadera paz no se construye con las armas. Como ha dicho Pablo VI: «No basta reprimir las guerras, suspender las luchas, imponer treguas y armisticios, definir confines y relaciones, crear fuentes de intereses comunes, paralizar las hipótesis de contiendas radicales

mediante el terror de inauditas destrucciones y sufrimientos; no basta una paz impuesta, una paz utilizada y provisoria; hay que tener una paz amada, libre, fraterna, es decir, fundada en la reconciliación de los ánimos» (Mensaje para la celebración de la Jornada de la Paz, 1 de enero de 1975) (122). ........................................................................ TEMA 31 OBJETIVO: ABORDAR EL PROBLEMA DE LA VIOLENCIA Y SUS RAICES, ASI COMO LA RESPUESTA EVANGELICA PLAN DE LA REUNION * Presentar en vídeo los acontecimientos más importantes transmitidos por TV: ¿Qué nos dicen? * Presentación del tema 31 en sus puntos clave. * Diálogo: implicaciones más importantes, a nivel personal, social o eclesial. * Oración comunitaria: desde la propia situación. PISTA PARA LA REUNION PUNTOS CLAVE * El dominio de los otros. * Injusticia, rebelión, represión: espiral de la violencia . * «Quien a espada mata»... * Destrucción de la vida social. * Progreso de la revelación. * El Reino de Dios no se instaura por la fuerza. * La carrera de armamentos. * Objeción de conciencia. * No basta una paz impuesta: reconciliación. DIGNIDAD Y DERECHOS DEL HOMBRE: ¿UNA UTOPÍA? OBJETIVO CATEQUÉTICO * Descubrir que el proceso de evangelización implica la defensa de la dignidad y derechos del hombre . 94. Los derechos humanos, ¿utopías? La preocupación por promover los derechos humanos debe estar presente en los medios informativos, en programas educativos, en planificaciones políticas, en planteamientos laborales y en la acción educativa y pastoral de la Iglesia. Sin embargo, los derechos humanos, no pocas veces y en la práctica, son rechazados como utopías. Y con ellos se rechaza la dignidad del hombre (124).

95. Signo de nuestro tiempo La promoción de los derechos humanos, no obstante, ha venido a ser un signo de nuestro tiempo, discernido y sancionado por el Magisterio de la Iglesia como acción del Espíritu en nuestro mundo (125). 96. La Iglesia detecta y discierne este signo de nuestro tiempo La Iglesia jerárquica, en el ejercicio de su ministerio profético, recoge las voces -en ocasiones concordes y firmes; a veces, más o menos aisladas o fluctuantes- de los espíritus más clarividentes y avisados que, en el curso de la historia, proclaman los derechos del hombre basados en la dignidad inalienable de su ser personal libre. La Iglesia, a la luz del Evangelio, discierne lo que hay de verdadero y noble en esas reivindicaciones y, después de someterlas a purificación y examen, las propone como orientaciones de la conducta auténticamente humana y cristiana e incluso las presenta como exigencias de un comportamiento que pretenda seguir las huellas trazadas por Jesús (126). 97. La Iglesia proclama con autoridad los derechos humanos La Iglesia no puede ser indiferente, en absoluto, a la proclamación de esos derechos por múltiples motivos: - Porque en esa proclamación subyace siempre, de modo más o menos explícito, una concepción de lo que es el hombre, y la Iglesia, aleccionada por la revelación divina, conoce el fundamento de la dignidad del hombre y posee la clave de su vocación auténtica: el hombre es imagen de Dios, llamado a ser hijo suyo y redimido por la sangre de Cristo. - Porque la Iglesia profesa que la redención tiene una específica eficacia en la instauración en Cristo de todos los ámbitos humanos (Cfr. entre otras muchas enseñanzas solemnes: GS 38; AA 5, y CPD 27). A partir de la convicción cristiana de que la sociedad ha de ser ordenada según la concepción del hombre que se inspira en el Evangelio, la Iglesia ha denunciado, por ejemplo, en los tiempos más recientes, las concepciones que intentan estructurar el orden social sobre determinismos materialistas, liberalismos capitalistas, estatismos totalitarios, sistemas todos ellos opuestos al desarrollo de la persona humana, llamada a la libertad de los hijos de Dios. - Porque la Iglesia, al profundizar los datos tradicionales sobre el pecado original, descubre la realidad del «pecado del mundo» (Jn 1, 29); comprende entonces que los pecados de unos hombres influyen en la conducta moral de otros; que las deslealtades de un pecador se contagian en torno suyo y que esas reacciones epidémicas "producen" estructuras pecaminosas, subversiones de valores morales en el ámbito de la familia, de las relaciones profesionales, de la sociedad, en suma. Por ello, ante la dimensión social del pecado, la Iglesia juzga con autoridad las circunstancias ambientales que cohíben los derechos fundamentales de la persona humana, señalando siempre que su origen más profundo y último radica en la soberbia y el egoísmo de los hombres

(Cfr. GS 25). - Porque «la evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre. Precisamente por esto la evangelización lleva consigo un mensaje explícito, adaptado a las diversas situaciones y constantemente actualizado, sobre los derechos y deberes de toda persona humana, sobre la vida familiar, sobre la vida comunitaria de la sociedad, sobre la vida internacional, la paz, la justicia, el desarrollo» (Pablo Vl, EN 29) (127). 98. ¿En qué momentos la Iglesia debe proclamar esos derechos? La Iglesia jerárquica, sin embargo, no puede en todo momento concreto puntual de la historia discriminar la validez o la nocividad de determinadas reivindicaciones que, en una encrucijada determinada, se proponen aquí y allá. En esas situaciones conflictivas, dependientes de multitud de factores y concausas contingentes, la Iglesia espera, antes de dar su juicio evangélico, para no arrancar precipitadamente el trigo bueno junto con la cizaña. El Concilio Vaticano II se refiere a esta actitud sobria y prudente de los Pastores en el siguiente texto: «A la conciencia bien formada de los seglares corresponde lograr que la ley divina se inscriba en la vida de la ciudad terrena. De los sacerdotes, los laicos esperen luz e impulso espiritual. Pero no piensen que sus Pastores están siempre en condiciones de poderles dar inmediatamente solución concreta en todas las cuestiones que surjan, aunque éstas sean graves. No es ésa su misión» (GS 43). Todos los miembros del pueblo cristiano, iluminados interiormente por el Espíritu de Dios y guiados por las orientaciones de los Pastores, deben discernir en cada caso las exigencias concretas del Evangelio (Cfr. Pablo VI, Octogesima adveniens, 5). A continuación se presentan algunos derechos humanos más importantes, confirmados por el Magisterio de la Iglesia (128). 99. Derecho de reunión y de asociación «Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacífica. Nadie puede ser obligado a pertenecer a una determinada asociación» (Declaración Universal de Derechos Humanos [DDH], 20, 12). 100. Derecho de participación política «Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos» (DDH 21, 1). -«La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente por sufragio universal e igual y por voto secreto que garantice la libertad del voto» (DDH 21, 3).

101. Derecho de participación laboral «Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses" (DDH 23, 4). - «De la intrínseca sociabilidad de los seres humanos surge el derecho de reunión y de asociacion, como también el derecho de dar a las asociaciones la estructura más conveniente para obtener sus objetivos y el derecho a moverse dentro de ellas por la propia iniciativa y responsabilidad para que las asociaciones alcancen la finalidad deseada» (Juan XXIII, PT 23; cfr. GS 73, b) (129). - «Es perfectamente concorde con la naturaleza humana que se constituyan estructuras político-jurídicas que ofrezcan a todos los ciudadanos, sin discriminación alguna y con perfección creciente, posibilidades efectivas de tomar parte libre y activamente en la fijación de los fundamentos jurídicos de la comunidad política, en el gobierno de la cosa pública, en la determinación de los campos de acción y de los límites de las diferentes instituciones y en la elección de los gobernantes. Recuerden, por tanto, todos los ciudadanos el derecho y el deber que tienen de votar con libertad para promover el bien común» (GS 75; cfr. PT 26) (130). - «Entre los derechos fundamentales de la persona humana debe contarse el derecho de los obreros a fundar libremente asociaciones que representen auténticamente al trabajador y puedan colaborar en la recta ordenación de la vida económica, así como también el derecho de participar libremente en las actividades de las asociaciones sin riesgos de represalias» (GS 68) (131). - «Hoy día es posible liberar a muchísimos hombres de la miseria de la ignorancia. Por ello uno de los deberes más propios de nuestra época, sobre todo de los cristianos, es el de trabajar con ahínco para que tanto en la economía como en la política, en el campo nacional como en el internacional se den las normas fundamentales para que se reconozca en todas partes y se haga efectivo el derecho de todos a la cultura, exigido por la dignidad de la persona sin distinción de raza, sexo, nacionalidad, religión o condición social» (GS 60) (132). 102. Derecho a la educación «Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos en función de los méritos respectivos» (DDH 26, 1). 103. El trabajo infantil, un problema Para muchos, en concreto preadolescentes y niños, su única escuela es todavía el trabajo físico, como dice el libro de Las Lamentaciones: «Han arrastrado la muela los muchachos, bajo la carga se han doblado

los niños» (/Lm/05/13). «El trabajo infantil sigue siendo un problema que se plantea tanto en los países desarrollados como en los que se encuentran en vías de desarrollo. Empleados en labores agrícolas, industriales, artesanas o de otra índole, multitud de niños se ven privados de la educación a que tienen derecho» (El Correo de la Unesco, octubre 1973, pp. 8-9). «El niño debe estar protegido contra toda forma de negligencia, de crueldad y de explotación. No debe estar sometido al tráfico, bajo cualquier forma que sea. El niño no debe ser admitido al empleo antes de tener una edad mínima apropiada; no debe, en ningún caso, estar sujeto o autorizado a tomar una ocupación o un empleo que perjudiquen su salud o su educación o que dificulten su desarrollo físico, mental o moral" (Declaración de los Derechos del Niño [DDN] 9) (133). 104. El respeto a los derechos humanos, objetivo educativo Tanto los individuos como las instituciones deben promover, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a los derechos humanos: «La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos; promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz» (DDH 26, 2; cfr. DDN 10) (134). 105. Derecho de expresión e información «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión» (DDH 19). 106. Derecho a no ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes «Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes>, (DDH 5). - Nadie será sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas (DDH 4). - «Todo ser humano tiene el derecho natural al debido respeto de su persona, a la buena reputación, a la libertad para buscar la verdad y, dentro de los límites del orden moral y del bien común, para manifestar y defender sus ideas... y... para tener una objetiva información de los sucesos públicos» (PT 12) (135). - «Cuanto ofende a la vida humana es en sí mismo infamante. Cuanto atenta contra la vida...; cuanto viola la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes o las condiciones laborales y

degradantes que reducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana; todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador" (GS 27, c) (136). 107. Derecho a una vida verdaderamente humana «Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad» (DDH 25, 1). 108. Derecho a la libertad religiosa «Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia» (DDG 18). - «Es, pues, necesario que se facilite al hombre todo lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a la libre elección de estado y a fundar una familia, a la educación, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a una adecuada información, a obrar de acuerdo con la norma recta de su conciencia, o la protección de la vida privada y a la justa libertad también en materia religiosa» (GS 26, b) (137). «Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de personas particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera, que en materia religiosa ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos. Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana...» (DH 2) (138). 109. El otro es respetado cuando se le ama El evangelio asume y defiende los derechos humanos, pero va más allá de lo que es simpiemente justo: el otro es respetado cuando se le ama. Como dice Juan Pablo II: «La experiencia del pasado y de nuestros tiempos demuestra que la justicia por sí sola no es suficiente y que, más aún, puede conducir a la negación y al aniquilamiento de sí misma si no se le permite a esa forma más profunda que es el amor plasmar la vida humana en sus diversas dimensiones» (DM 12) (139). ........................................................................

TEMA 32 OBJETIVO: DESCUBRIR QUE EL PROCESO DE EVANGELIZACION IMPLICA LA DEFENSA DE LA DIGNIDAD Y DERECHOS DEL HOMBRE PLAN DE LA REUNION * Información: personas hechos, problemas... * Presentación del tema 32 en sus puntos clave. * Información seria sobre el panorama internacional a este respecto (Amnistia Internacional, Justicia y Paz...). * Diálogo. * Oración comunitaria. PISTA PARA LA REUNION PUNTOS CLAVE * ¿Utopías? Signo de nuestro tiempo. * Derecho de reunión y asociación, de participación política, de participación laboral, de expresión e información, de libertad religiosa, de no ser sometido a torturas, de educación. * El otro es respetado cuando se le ama. MI SITUACIÓN PUEDE CAMBIAR: LA CONVERSIÓN OBJETIVO CATEQUETICO * Descubrir que la situación del hombre puede cambiar (por la fuerza del Espíritu). 110. Nicodemo: «Habría que nacer de nuevo.» Jesús: «Tenéis que nacer de lo alto.» Nicodemo es maestro en Israel. De todo lo que dice y hace Jesús, ha entendido solamente una cosa: que Dios está con él y que, por tanto, es todo un maestro. Pero le resultan las palabras de Jesús verdaderamente extrañas: ¡Nacer de lo alto! «¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? ¿Cómo puede suceder eso?" (/Jn/03/04/09). Nicodemo se asombra de que Jesús venga diciendo: Tenéis que nacer de lo alto. La buena nueva de un nacimiento del espíritu le resulta un lenguaje absolutamente desconocido: ¿le es posible al hombre cambiar? (142). 111. Dios quiere que el mundo se convierta y se salve El hombre, por sí solo, no puede cambiar hasta el punto de alcanzar la condición de hijo de Dios. Sin embargo, la respuesta que Cristo da a Nicodemo anuncia al hombre, metido en esa situación irredenta, la posibilidad de salir de ella: «Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él» (Jn 3, 17). El corazón de Dios no es el corazón del hombre, y el Santo no gusta de

destruir (Os 1 1, 8-9). Lejos de querer la muerte del pecador, quiere su conversión para poder prodigar su perdón, porque sus caminos no son nuestros caminos, y sus pensamientos rebasan nuestros pensamientos en toda la altura del cielo (Is 55, 7-9) (143). 112. La misión de Jesús frente a la dureza de corazón Cristo ha venido al mundo para llamar a los pecadores a la conversión (Lc 5, 32): este es el aspecto esencial del Evangelio. Por lo demás, el hombre, que toma conciencia de su estado de pecador, puede volverse a Jesús con confianza, pues «el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados» (Mt 9, 6 ss). Pero el mensaje de conversión tropieza con la dureza del corazón humano bajo todas sus formas: desde el apego a las riquezas (Mc 10, 21-25) hasta la soberia seguridad de los fariseos (Lc 18, 9) (144). 113. Bajo el signo de Jonás. Un plazo para la higuera estéril Jesús se alza como el «signo de Jonás" en medio de una generación mala, con disposiciones peores para con Dios que en otro tiempo Nínive (Lc 11,29-32). Así eleva contra ella una requisitoria llena de amenazas: los hombres de Nínive la condenarán el día del juicio (Lc 11, 32); Tiro y Sidón tendrán una suerte menos rigurosa que las ciudades del Lago (Lc 10,13 ss). La impenitencia actual de Israel es, en efecto, señal del endurecimiento del corazón (Mt 13,15 ss). Si los oyentes impenitentes de Jesús no cambian de conducta perecerán a semejanza de la higuera estéril: «Uno tenía una higuera plantada en su viña y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: Señor, déjala todavía este año, yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás» (/Lc/13/06-09) (145). 114. Convertirse: un corazón nuevo, un hombre nuevo Convertirse es romper con todo lo que separa de Dios, abandonar el mal camino que aleja de El, según la fórmula de Jeremías: «Volveos cada cual de su mal camino» (Jr 18, 11). Convertirse es cambiar profundamente, adquirir «un corazón nuevo y un espiritu nuevo", como anuncia Ezequiel (Ez 18, 31). Tal conversión supone una nueva creación, un hombre nuevo (Col 3, 10), algo que sólo puede venir de la iniciativa de Dios, aunque exige al mismo tiempo una decisión auténtica por parte del hombre, como dice el profeta Jeremías: «Hazme volver y volveré, pues tú, Yahvé, eres mi Dios» (Jr 31, 18) (146). 115. Desde Cristo, convertirse es convertirse a Cristo CV/CONTINUA Jesús comienza su predicación a la manera de los grandes profetas: «Convertíos porque está cerca el Reino de los Cielos» (/Mt/04/17). Sin embargo, a pesar de las apariencias, hay un hecho que supone una novedad decisiva: el Reino de Dios se encarna en su Persona. En adelante, pues, convertirse es convertirse a Cristo. Quien no cree en Cristo se está condenando a sí mismo: «El que cree en él no es

condenado; pero el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. Y la condenación está en que vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas» (Jn 3, 18-19) (147). 116. Jesús invita a la conversión y la suscita Jesús no sólo invita a la conversión a todos los que la necesitan (Lc 5,32), sino que suscita esta conversión (Zaqueo, Lc 19, 1-10), revelando que Dios es un Padre que tiene su gozo en perdonar (Lc 15) y cuya voluntad es que nada se pierda (Mt 18,12 ss.). Jesús no sólo anuncia ese perdón al que se abre a la fe con arrepentimiento y humildad (Lc 7,47-50 y 18,9- 14), sino que además lo ejerce y testimonia con sus obras. Dispone de este poder reservado a Dios de perdonar los pecados (Mc 2, 5- 11). Cristo ama como Dios, perdona como Dios y crea como Dios. Cuando Cristo concede al hombre el perdón de Dios, transforma realmente al hombre y, en cierto modo, lo crea de nuevo. Sólo el Espíritu de Dios -que es también Espíritu de Cristo- puede hacer que surja un hombre distinto: el hombre que se deja guiar por el Espíritu de Dios y que se convierte así en hijo de Dios (/Rm/08/14) y hermano de los hombres (Mt 18, 21 ss.; 22, 39-40) (148). 117. La fe y la conversión, don del Padre La fe y la conversión suponen un don que, en último término, procede del Padre. Jesús recuerda esto a quienes murmuran, se escandalizan y no creen. Esto es algo así como el abecedario evangélico: «Nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre» (/Jn/06/65). Es lo primero que hay que saber o, mejor, lo primero que hay que aceptar y reconocer. Quien no da ese paso se queda fuera. No se trata tanto de una conquista del hombre cuanto de la aceptación y acogida de un plan y de una historia de salvación que, en último término, procede del Padre (Jn 6, 37 ss.) (149). 118. La conversión, algo progresivo y dinámico La conversión se realiza en el contexto de una historia de salvación. Según ello, no aparece como algo puntual y estático, sino como algo progresivo y dinámico. Como dice San Pablo: «Todos nosotros nos vamos transformando conforme a la acción del Señor" (2 Co 3, 18). En el lenguaje parabólico del Evangelio, el Reino de los Cielos, que aparece en medio de nosotros inseparablemente de la conversión del hombre, es semejante a una semilla destinada a crecer (/Mt/13/31-32) (150). 119. Cambio progresivo de sentimientos y de costumbres El Concilio Vaticano II, habiando de evangelización y conversión, distingue entre una conversión inicial y un cambio progresivo de sentimientos y de costumbres que paulatinamente debe manifestarse después (durante el catecumenado): «Esta conversión hay que considerarla ciertamente inicial, pero suficiente para que el hombre perciba que, arrancado del pecado, es introducido en el misterio del amor de Dios, quien lo llama a iniciar una comunicación personal con El en Cristo, puesto que, por la acción de la gracia de Dios, el nuevo

convertido emprende un camino espiritual por el que, participando ya por la fe del misterio de la muerte y de la resurrección, pasa del hombre viejo al nuevo hombre perfecto en Cristo. Trayendo consigo este tránsito un cambio progresivo de sentimientos y de costumbres, debe manifestarse con sus consecuencias sociales y desarrollarse paulatinamente durante el catecumenado» (AG 13) (151). 120. La gracia nos transforma y hace capaces de amar Si la situación de cada uno puede cambiar por medio de una conversión es porque Cristo nos ha redimido con su pasión, muerte y resurrección. En virtud de su acción redentora Cristo nos ofrece la gracia del perdón de Dios y el don del Espíritu Santo. Cristo está presente en la Iglesia y actúa especialmente a través de la proclamación que la Iglesia hace de la palabra de Dios y particularmente de los sacramentos. Por la gracia de Cristo podemos superar nuestra incapacidad para amar a Dios por encima de todas las cosas, liberarnos de nuestros pecados, convertirnos, vivir como hijos de Dios. El Espíritu Santo, enviado por el Padre y por el Hijo, no sólo nos inclina a responder con generosidad a la llamada de Dios, sino que, si correspondemos a la gracia de Dios, nos transforma en lo más profundo de nuestro ser y nos hace verdaderamente partícipes de la vida de Dios, y Dios mismo se entrega a nosotros como un don (152). ........................................................................ TEMA 33 OBJETIVO: DESCUBRIR QUE LA SITUACION DEL HOMBRE PUEDE CAMBIAR (POR LA FUERZA DEL ESPIRITU) PLAN DE LA REUNION * Oración inicial: Sal 50. * Presentación del tema 33 en sus puntos clave. * Diálogo: ¿le es posible al hombre cambiar? Experiencias concretas. * Oración comunitaria: desde la propia situación PISTA PARA LA REUNION PUNTOS CLAVE * «Habría que nacer de nuevo.» * «Tenéis que nacer de lo alto.» * Un plazo para la higuera estéril. * Un corazón nuevo, un hombre nuevo. * Convertirse a Cristo. * Invitación de Cristo, don del Padre. * Algo progresivo y dinámico. * Cambio progresivo de sentimientos y costumbres.

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