El Taita.doc

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EL TAITA A las cuatro de la mañana, cuando el ajiseco se yergue y canta, presuroso el taita se levanta a emprender una nueva jornada. La mama prepara el fiambre, el Taita ensilla el piajeno, le ajusta la cincha, le acomoda el freno, antes de partir se santigua y se encomienda al Cielo. Ya se va el Taita rumbo a la chacra, a darle duro a la palana, hasta que la espalda cruja y el hambre agobie, hasta que llegue el patrón a medir la jornada. Pobre el Taita, pobre la mama, pobres, muy pobres, sus numerosos hijos, que sólo les queda arrancarle al suelo el pan diario que les niega el Cielo. Allá viene el Taita, a lo lejos se ve, su figura encorvada, bastante cansada, allá por el potrero, por la quebrada, con su alforja al hombre llega el Taita. Corren los niños, detrás lo hace el perro, todos se alegran cuando llega el taita, desensilla su asno y de reojo aguaita a la vieja abuela que ya se levanta. Como viene sediento pide un poco de claro, de ese rico claro que hace la mama, para darle al Taita, también a la guagua, para darle a ese hombre que no sabe de llantos. Y después de la merienda a pegar los ojos para emprender mañana una nueva jornada, todo es igual en el viejo pueblo, siempre los hombre pegados al suelo, Sólo el patrón tiene futuro, los pobres pobres ni siquiera escuela, sólo una choza, un candil, un burro, un hambre de días y la mirada al Cielo

Sólo una choza., un candil, un burro…

CONGRESO DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ PRESENTACIÓN DE LA OBRA “ANTOLOGÍA POÉTICA DEL PERÚ” 27 DE MAYO DE 2011 Manuel de la Cruz Ódar-Bejarano Email: [email protected]

EL VUELO DEL CÓNDOR Vuela el cóndor, altivo, recordando ayeres, añorando quenas, hoy silentes, evocando glorias, cual Ilíadas. Vuela y vuela y no alcanza a comprender qué ha pasado con los cerros, ayer verdes, con los ríos caudalosos, con los hombres, ayer fuertes, bravos y valientes. Vuele y vuela y no entiende qué ha pasado con ese imperio, portentoso, grande, justo, maravilloso. Vuela y vuela y se pregunta ¿qué ha pasado con los kechuas, los aymaras y los chancas, rebeldes como nadie, guerreros a pecho abierto? Vuela el cóndor, altivo, dibujando en los cielos señales de esperanza, reclamando en la tierra el devenir de nuevos tiempos. Vuela y vuela y de abajo quiere oír, de los auquis, de los runas, rebeldes gritos que se eleven a los aires, clamorosos, reclamando ¡Libertad!

AVENTU RA

Vuela el cóndor y bajo sus alas quiere ver puños encrespados, que se alcen cual espadas afiladas, dirigidas al que oprime, que esclaviza y que mata. Vuela el cóndor y se remonta por los suyos, pregonando a los cerros, a las cochas, a las punas; pregonando a las flores, a los peces, a las aves; pregonando a las pampas, a los ríos a los valles: ¡La hora va llegando! ¡Los tiempos ya son otros! ¡Qué se alisten ya las armas! ¡Y qué tiemblen los opresores! Vuela el cóndor, vuela, qué... Cuando el cóndor vuela ¡Nadie lo alcanza! ¡Nadie lo detiene! ¡Nada ni nadie lo derrota!

Caminando por tierras yermas con el pie descalzo, un día cuando el sol abrasaba, vi fantasmas en lontananza. La boca estaba reseca, alucinaba. En mi locura éramos tres: Mi alma, mi sombra, mi esqueleto, cada uno por su lado. Así cruzamos páramos, bosques, cerros, dunas, ríos y quebradas. Al atardecer llegamos, al precipicio de la vida. Nos juntamos nuevamente, partimos por la noche, en busca de un nuevo día, para empezar, otra vez, una nueva aventura. LÁGRIMAS ETERNAS

El ojo que llora, llorará lágrimas de siempre, de sangre, de dolor, de pena y olvido.

Llorará ayeres, sin recuerdos , sin palabras, sin sombras ni claridades. Llorará como niño solitario esperando nuevos amaneceres con aires puros, y voces en melodía, escuchando trinos lejanos de aves multicolores. Llorará llantos propios y ajenos, al atardecer, al amanecer, al anochecer; y su llanto se oirá en lejanas tierras, calcinadas de olvido y de silencio, confundido con el eterno alumbrar de soles, más potente que el grito de millones de hombres elevados en la cima de altas cumbres, vestidos de púrpura color. El ojo que llora, llora por mí, por ti y por todos, eternamente. Llorará lágrimas eternas hasta que se sequen solas

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