El Secretario De La Verdad

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El secretario de la verdad. Cuando el joven Luis se casó con su amada Yolanda, no tuvo idea del espantoso destino que le esperaba. Como no podía tener hijos, pidió ayuda a una vidente de Barracas, para poder destrabar ese sombrío presente que lo aquejaba. Pero la mujer, le aseguró que tendría un hijo que lo mataría y se casaría con su esposa. Atravesado por la angustia y el dolor, regresó a Saavedra, en donde se encontró con su mujer embarazada. Ante semejante noticia; decidió matar a su hijo. Pues el cumplimiento de esta premonición lo espantaba. Semejante parricidio, acompañado de incesto, debía ser evitado antes de nacer. Durante los nueve meses de embarazo de su mujer, no se animó a llevar a cabo semejante aberración. Pero cuando su hijo Guillermo nació; lo abandonó en unos cañaverales del río de La Plata. Por milagro, unos menesterosos que vagaban por allí, lo rescataron de una muerte casi segura. Entonces, una familia indigente de la zona de Retiro, decide adoptarlo, sin saber nada de su verdadero padre. Allí crece y se fortalece, hasta que cuando adquiere la adultez, decide seguir su propio camino. Guillermo sintió que su rumbo era movido por una rara fuerza, que no podía controlar. Pensaba que los dioses lo conducían hacia un lugar que no quería transitar. Entonces recurrió a una pitonisa, quien le revela que mataría a su padre y se casaría con su propia madre. No había forma de evitar semejante destino. La adivina le confesó que aterrado por el dolor y en medio de una locura sin límites; se arrancaría sus ojos. Pero había una sola posibilidad de escapar a ese infame destino. Para ello, Guillermo debería acumular poder y arrancarle los ojos a siete empresarios. Aunque esta extirpación debía ser equilibrada. Sus víctimas debían pertenecer a distintas ramas del comercio. No podían ser todos empresarios de la alimentación o de la siderurgia. La eliminación de la visión de los empresarios, debía ser equitativa e imparcial. Durante el reinado de Pierrot, Guillermo consiguió un puesto como secretario de comercio. Entonces pudo comenzar a pergeñar su plan de extirpación ocular en masa. Con un hábil manejo de su política, acumuló un gran poder y manipuló algunos mecanismos de gobierno. Los ricos le temían, por su inusitada violencia y la ostentación de su armamento. Con una dureza inusitada y pésimos modales, acumuló poder hostigando a sus opositores. Creó un grupo de seguidores que comenzaron a ejercer ciertos actos de violencia sobre algunos empresarios. Con sus fornidos guardaespaldas generaba miedo y pavor entre sus rivales. Ellos eran capaces de disolver cualquier oposición, eliminar cualquier manifestación oponente y partirle los miembros a cuanto adversario se le presentara. Al parecer eran expertos en partir columnas y hacerle saltar los ojos a sus opositores. Según Guillermo no había poder, sin demostraciones de violencia. Su primera batalla callejera en defensa de los intereses de Pierrot, le permitió obtener su cargo político. Como fruto de este combate, hubo varios heridos y hasta fracturas de cráneo. Allí no fue Guillermo, quien vio sus ojos arrancados, sino un de joven llamado Miguel Molina. Aquel despojo de su globo ocular, no fue más que un signo de un reinado que buscaba ocultar la luz. Pero al secretario de comercio y sus fuerzas de choque, se les dio otra tarea no menos importante. No sólo debían intimidar y disolver las manifestaciones opositoras, sino también disimular la realidad. La eliminación de la visión no debía consistir en arrancarle los ojos a los opositores, sino también en ocultar la verdad. De este modo, poco a poco las tinieblas y las cortinas de humo, taparon la mirada del ciudadano común. Sus ojos fueron perdiendo su visión, a causa de una sagaz manipulación de la opinión pública y de los índices económicos. Así parecía, que la economía caminaba

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por una senda de perfección y prosperidad. La ausencia de inversiones se debía a un boicot de Alemania y Austria. La inflación era un invento de la prensa ingrata y la pobreza una invención de algún obispo rebelde. La caída del apoyo popular, se debía a una serie de mentirosos desestabilizadores. Y todos los males, eran consecuencia de una conspiración destituyente, organizada por los terratenientes. Pero quien miente, sabe cómo es la verdad, aunque lo sepa de una manera difusa. Conoce la evidencia, pero quiere convencer a los demás de lo opuesto. Entonces, cuando las palabras no alcanzaban para persuadir, Guillermo sembraba el pánico en la población. Si bien nadie esperaba un estallido social, sus secuaces diseminaban un clima de temor. Los empresarios recibían amenazas, los gobernadores eran vigilados y los intendentes tenían miedo de hablar. Las presiones se hacían insoportables y los periodistas, no se animaban a comunicar con objetividad. Una serie de matones, salían a repartir golpes por la calle y soñaban con arrancarle los ojos a algún empresario. Nadie podía hablar, reunirse, ni oponerse al rey. Quien aumentaba los precios era fusilado y quien se manifestaba contra el rey colgado en la plaza pública. Los secuaces de Guillermo idearon el incendio de la Cámara de Diputados, esperando eliminar cualquier oposición. Con una reservada mesura, les sugirieron a los diputados fieles al rey, que no acudieran ese día al recinto. Entonces cuando todos los opositores estaban dentro, llevaron adelante su descabellada idea. Las llamas consumieron a todos los opositores, mientras los guardaespaldas del secretario bloqueaban las puertas. Con una artera adulteración de los hechos, se culpó a un pobre desempleado anarquista. Se trataba de un aprendiz de albañil, que vivía de una pensión, que había obtenido a causa de un accidente que había dañado sus ojos. El pobre Mario van der Waals, quien estaba haciendo un estudio sobre la atracción y repulsión de la moléculas, nada sabía de lo acontecido. Era un excéntrico que tenía una apariencia de mendigo. Ese aspecto y su ideología, permitieron que fuera acusado de conspirar contra el rey. El mismo Guillermo le arrancó sus ojos y entregó su cuerpo a la guillotina. Fue juzgado en Villa Lugano, durante el toque de queda establecido por el gobierno, junto a tres ciudadanos bolivianos, acusados de complot. Los falsos conspiradores fueron absueltos, pero el pobre Mario condenado a muerte y enterrado en una tumba sin nombre. Este falso proceso, le dio a Guillermo la posibilidad de emprender detenciones masivas de periodistas y empresarios. Es decir, de todos los posibles opositores. Ante este supuesto ataque golpista al legítimo reinado de Pierrot, se disolvió el parlamento y se suspendió por tiempo indefinido el sueño democrático del pueblo. Su objetivo fue abolir toda posibilidad de crear una democracia semejante a la de los pueblos vecinos. Los “superpoderes” de Pierrot se hicieron ilimitados y se creó una ley habilitante que lo perpetuaría hasta el día de su muerte. Esta norma, permitía trasformar los decretos en ley, sin necesidad de la intervención del parlamento. Y así, se dio el puntapié inicial, para que su particular estilo dictatorial, se adueñara de un poder absoluto. La muerte de Mario, fue el origen de la condenación de varios chivos expiatorios que perderán sus vidas y sus ojos. El inicio de esto gobierno del terror, debilitó a los opositores y destrozó las instituciones. Pero el secretario de comercio se entusiasmó con su poder y su soberbia nubló su prudencia. En un corto período le arrancó los ojos a más de quince empresarios. Algunos pedían piedad al ver sus empresas en quiebra. Pero el despiadado secretario, sostenía que se merecían ese estado miserable, a causa de su estupidez. Con un desparpajo inusitado les solía decir: “Aquí trazamos una línea. De un lado estamos nosotros y a todos los que están del otro lado le vamos a cortar la cabeza”. Sin embargo, una gran parte del pueblo, se resistió a que le arranquen la mirada de sus ojos. Aunque en el colmo de su enajenación, Guillermo se olvidó de ser equitativo con la cantidad de víctimas.

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Al poco tiempo, dicha profecía se cumplirá, sin que Guillermo tuviera conciencia de ello. En medio de una terrible sequía que asolaba Buenos Aires, se siente en la necesidad de consultar al ciego Iglesias, acerca de la causa de dicha desgracia. El anciano vidente, le dice que los dioses estaban enojados con el asesino del empresario Luis Moreno, a quien se le habían arrancado sus ojos. Y ante su impaciencia por castigar al criminal, el adivino le confiesa la verdad. Fue el mismo Guillermo, quien había asesinado a Luis, sin darse cuenta que era su propio padre. Dicen que en una momento de ira le habría dicho al empresario: “La próxima vez, venga con su esposa. Porque ya estoy cansado de abusar de usted”. En el colmo de su soberbia, le arrancó los ojos y colgó su cadáver de un puente. Luego se acercó a la viuda y se casó con la mujer del empresario, quien era su propia madre. Con ella había tenido un par de hijos, sin reparar en su relación incestuosa. Pero cuando la evidencia surge a la luz, Yolanda se ahorca, atándose a una viga del techo del dormitorio real. Trastornado frente a los hechos, Guillermo toma dos broches de la ropa de su madre y se los calva en los ojos hasta quedar ciego. No pudo soportar la triste verdad de reconocerse como parricida e incestuoso. Horacio Hernández. http://horaciohernandez.blogspot.com

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