on su larga y elegante cabellera roja enmarcando su faz de ardillita, unas coquetas gafas de pasta a juego y alguna que otra pícara broma, la doctora Louann Brizendine recuerda a algún personaje característico de las inteligentes películas de Woody Allen. Aunque quizá ocurra al revés y sea el cineasta quien encuentre en ella materia de guión. Porque Brizendine, que enseñó en Harvard antes de instalarse en San Francisco, donde es profesora de neuropsiquiatría en la Universidad de California, ha puesto a discutir a hombres y mujeres de su país con su polémico libro El cerebro femenino (RBA). En él defiende textualmente que "los cerebros masculino y femenino son diferentes por naturaleza". Esta tesis enerva a las feministas clásicas, partidarias de teorías más igualitaristas, pero también saca de quicio a los machistas porque la doctora sostiene q