Módulo
del hombre trágico al hombre absurdo: una lectura de crimen y castigo profesor: maría fernanda palacios
EL ALMA RUSA FRAGMENTOS
Desde el cochero de la troika al poeta más grande, Todos, cantamos tristemente. Pushkin La música rusa saca a la luz, con una simplicidad conmovedora, el alma del mujik, del pueblo bajo. Nada habla más a mi corazón que las suaves melodías de esa música, todas las cuales son melodías tristes. Yo cambiaría la felicidad de Occidente entero por la fórmula rusa de estar triste. Nietzsche Hay en el pueblo bajo un dolor taciturno y muy sufrido: métese dentro y calla. Pero hay también un dolor que revienta: rompe a llorar y sale en forma de salmodia. La lamentación consuela únicamente porque cala y penetra hondo en el corazón. Tal dolor ni siquiera quiere consuelo: del sentimiento de su insaciabilidad se sustenta. La lamentación es sólo una necesidad de enconar continuamente la llaga. Dostoyevski Yo mi tristeza no la hubiera cambiado por la felicidad de nadie. Dostoyevski
Certificado en Estudios Liberales. Área: Temas y problemas de la cultura unitec/fundación valle de san francisco.caracas. marzo-mayo 2005
LA TROIKA RUSA
Si hay en el mundo un país desconocido para los demás países lejanos o vecinos suyos, ignoto, inexplorado, incomprendido e incomprensible, es, sin duda, Rusia con respecto a los países occidentales. Ni China ni Japon pueden encerrar tantos secretos para la curiosidad europea como Rusia antaño, en el presente instante, y puede que hasta por mucho tiempo aún, en lo futuro. [...] Para Europa, Rusia es uno de los enigmas de la esfinge. Antes se descubrirá el perpetuum mobile o el elixir de larga vida, que no que los hombres de Occidente lleguen a comprender la verdad rusa, el alma rusa, el carácter ruso y su tendencia. En tal sentido, hasta la Luna resulta ahora más detalladamente explorada que Rusia. Cuando menos, saben todos de un modo categórico que allí no vive nadie, mientras que de Rusia saben que en ella viven hombres y hasta rusos; pero ¿qué hombres? [...] Esto, hasta el presente, es un enigma, aunque, por lo demás, los europeos están convencidos de habernos comprendido hace ya tiempo [...]. [Pero] ¿cómo iban a comprendernos ellos a nosotros, que somos un enigma para nosotros mismos, o por lo menos, siempre nos estamos planteando mutuamente enigmas? ¿Es que los eslavófilos no representan un enigma para los occidentalistas y éstos otro para los eslavófilos? Pero, ¿cómo podrían comprendernos si una de nuestras peculiaridades es la de no ser del todo europeos y ellos no pueden medirnos por otro rasero que el europeo? y ¿cómo podrían hacerlo de otro modo si nos hemos venido presentando a ellos como europeos? Dostoyevski. Diario de un escritor.
¡Rusia!¡Rusia! Te veo desde esta maravillosa lejanía; veo tu pobreza, tu desorden y tu falta de comodidad; no alegran ni atemorizan la vista las audaces maravillas de la Naturaleza, coronadas por las ostensibles maravillas del arte; ni las ciudades, con sus altos palacios de numerosas ventanas, contruídos en las rocas; ni los árboles extraordinarios y las enredaderas, que trepan por las casas entre el ruido de las eternas cascadas; ni se alza la cabeza para contemplar una infinidad de picachos. No deslumbran los arcos que se suceden cubiertos de viñedos, hiedra y millones de rosas silvestres; no aparecen en lontananza, a través de los arcos, las interminables hileras de deslumbrantes montañas que se elevan hacia el cielo, plateado y diáfano. Todo es amplio y llano en ti; tus ciudades de casas bajas aparecen imperceptibles en medio de las llanuras, como unos puntos, como unas motitas; nada cautiva ni encanta la vista. ¿Qué fuerza incomprensible y misteriosa atrae hacia ti? ¿Por qué se oye y resuena siempre en los oídos tu melancólica canción, qué se extiende de un extremo a otro, de mar a mar? ¿Qué tiene esa canción? ¿Qué es lo que llama y solloza, penetrando en el corazón? ¿Qué sonidos acarician dolorosamente y tienden a penetrar en el alma, envolviendo el corazón? ¡Rusia! ¿Qué quieres de mí? ¿Qué incomprensible vínculo se oculta entre nosotros? Por qué me miras así y por qué todo lo que hay en ti ha puesto sobre mí sus ojos, llenos de esperanza? Aún permanezco inmóvil, lleno de vacilación, cuando ya se cierne por encima de mi cabeza una nube amenazadora, que presagia las lluvias futuras, y mi pensamiento se paraliza ante tu inmensidad. ¿Qué predice esa inabarcable inmensidad? ¿Es posible que no nazcan en ti pensamientos ilimitados, cuando tú misma no tienes límites? ¿Cómo es posible que no haya héroes, cuando hay espacio donde desarrollarse y expansionarse? Me rodea de un modo amenazador la poderosa extensión reflejándose con extraordinaria fuerza en el fondo de mí mismo; mis ojos se iluminan con un poder extraordinario. ¡Oh, qué lejanía tan resplandeciente, maravillosa y desconocida para la tierra! ¡Rusia!.. Gógol. Almas muertas. (Cap.XI) [...] Chichikov sonreía, dando ligeros saltos sobre su almohadón de cuero; le gustaba la velocidad.¿Cuál es el ruso que no es aficionado al rápido correr? Tal vez porque su alma tiende a expansionarse, a correr, y, algunas veces, le gusta decir: “¡Que el diablo se lo lleve todo!”
María Fernanda Palacios: El alma rusa: fragmentos. Material para uso docente.
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¿Cómo es posible que a su alma no le gustara la velocidad? ¿Cómo no le iba a gustar cuando se oye en ella algo magnífico? Parece que una fuerza desconocida levanta al viajero sobre sus alas, y éste siente que vuela; todo vuela en torno suyo, vuelan las verstas, vienen volando a su encuentro los mercaderes que viajan sobre las varas de sus carros; a ambos lados del camino vuela el bosque con sus oscuras hileras de abetos y pinos, con el ruido de las hachas, y el granzar de los cuervos; no se sabe hacia qué desconocida lontananza vuela todo el camino. Algo terrible se encierra en este rápido aparecer y desaparecer, en el que apenas le da tiempo a un objeto a precisar; sólo el cielo, las ligeras nubes y la luna parecen inmóviles por encima de la cabeza del viajero. ¡Troika ! ¡Pájaro troika! ¿Quién te ha inventado? No podías haber nacido sino en un pueblo audaz, en esa tierra donde todo es profundo y que extiende su llanura por medio mundo; en esta tierra, troika, corre a contar las verstas hasta que te canses. No es complicada tu construcción, no estás sujeta con tornillos, sino hecha de prisa con el hacha y el formón por algún vivo campesino de Yaroslav. Tu cochero no calza botas como los alemanes; tan sólo lleva barbas y guantes; no se sabe sobre qué va sentado; pero si se incorpora, agita el látigo y se pone a cantar una canción, los caballos se lanzan al vuelo y los radios de las ruedas forman un círculo lleno, el camino se estremece y tan sólo se oye el grito del peatón que se detiene asustado. ¡Y la troika corre, de prisa, de prisa, de prisa!... Y ya está lejos, hendiendo el aire y levantando una nube de polvo. ¿No eres así tú también, Rusia? ¿No corres lo mismo que la ligera troika inalcanzable? Levantas nubes de polvo, crujen los puentes y todo queda detrás de ti. El espectador se ha detenido asombrado al ver ese milagro divino: ¿no es un relámpado que ha caído del cielo? ¿Qué significa este movimiento que inspira terror? ¿Y qué fuerza desconocida se encierra en estos corceles para el mundo? ¡Ah, corceles, corceles! ¿Lleváis el torbellino en vuestras crines? ¿Acaso lleváis un oído sensible en cada nervio? En cuanto oís una canción conocida, llenáis de aire vuestros pechos de bronce, y casi sin rozar el suelo con los cascos os convertís en flechas veloces que vuelan por el aire, y la troika corre con una inspiración divina... ¡Rusia! ¿Hacia dónde vuelas? Contesta. Mas no responde. El cascabel suena maravillosamente; el aire retumba y se desgarra por el viento; todo lo que hay en la tierra pasa volando junto a ella, se aparta mirándola de soslayo, y le ceden el paso otros pueblos y otros Estados. Gógol: Almas muertas.
Gógol y otros escritores gustaban de imaginar a Rusia como la encarnación del sueño y del silencio. Pero ese sueño va a terminar. El silencio se ha convertido en un rumor lejano, cada vez más fuerte, que apenas se parece al ruido de nuestras grandes ciudades. Gógol representaba a Rusia como una troika rodando a toda velocidad : “¿ Rusia, hacia dónde te precipitas? Respóndeme.” Pero no hay respuesta y tan sólo “la campanilla tintinea con un sonido misterioso.” Este rumor lejano, se amplifica, y cada año lo escuchamos con mayor claridad, quizá ese rumor es aquel sonido misterioso. ¿Y si ahora esa troika alrededor de la cual “retumba el aire desgarrado y se convierte en huracán” se precipitara directamente sobre nosotros? [...]Y he aquí que, al “arrojarnos al pueblo”, nos lanzamos bajo esa troika desbocada, para nuestra segura perdición. [...] ¿Por qué conocemos tan bien estas dos sensaciones: la dicha total y la desesperanza total? ¡Pronto no habrá otra! ¿Será porque alrededor de nosotros ya reinan las tinieblas? En esas tinieblas uno se siente solo, uno ya no siente a nadie. Como en una pesadilla, tenemos la impresión de que por encima de nosotros ya está el pecho velludo del caballo fanguero y que sus pesados cascos están listos para patearnos." Alexander Blok. “Pueblo e inteligencia”. 1908
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RUSIA Y EUROPA En el pensamiento ruso se reconcilian los antagonismos (...) El ruso, será doblemente ruso, cuando sea más Europeo: es allí donde yace nuestra esencia nacional. Dostoyevski.
El destino y el objetivo de mi viaje eran muy vagos. La única cosa que sabía era que si partía, no era en absoluto para gozar del espectáculo de los países extranjeros, sino más bien para sufrir de una buena vez, como si presintiera que sólo reconocería el precio de Rusia, fuera de Rusia y no conseguiría amar a Rusia sino quedándome lejos de ella. Gógol. "Confesión de un autor"
¡Mi pobre Rusia, con su gobierno ridículo, sus intelectuales infantiles! Te habría despreciado profundamente si yo mismo no fuera ruso... Cada uno de nosotros tiene derecho, por un rato, a taparse los oídos, olvidar que es ruso, para conocer su segunda patria: Europa." Alexander Blok. Cartas a la madre.
[...] Sin duda,el cisma de la Iglesia nos separó del resto de Europa y no hemos participado en ninguno de los grandes acontecimientos que la han sacudido; pero hemos tenido nuestra propia misión. Ha sido Rusia, ha sido su extensión inmensa la que ha absorbido la conquista Mongol. Los tártaros no se han atrevido a franquear nuestras fronteras occidentales dejándonos a sus espaldas. Se han retirado a sus desiertos y la civilización cristiana se salvó. Para ello hemos tenido que sobrellevar una existencia completamente aparte, que, siendo cristianos, nos ha hecho, sin embargo, completamente extraños al mundo cristiano; de modo que nuestro martirio le evitó cualquier distracción al enérgico desarrollo de la Europa católica. Usted dice que la fuente en la que fuimos a buscar el cristianismo era impura, que Bizancio era despreciable y despreciada, etc. -¡Epa, amigo mío! ¿acaso Cristo no nació judío y no era Jerusalén la comidilla de las naciones? ¿ Acaso por ello el Evangelio es menos admirable? Nosotros tomamos de los griegos el Evangelio y las tradiciones, y no el espíritu pueril y las controversias. Las costumbres de Bizancio nunca fueron las de Kiev. [...] Aunque personalmente estoy ligado de corazón al Zar, estoy muy lejos de admirar todo lo que veo a mi alrededor; como hombre de letras, estoy amargado; como hombre con prejuicios, estoy escandalizado; pero, le juro por mi honor, que por nada en el mundo querría cambiar de patria, ni tener otra historia que la de nuestros ancestros, tal como Dios nos la dió. (...) Después de contradecirlo, debo decirle que muchas cosas en vuestra epístola son profundamente verdaderas. Hay que reconocer que nuestra existencia social es triste cosa. Que esta ausencia de opinión pública, esta indiferencia hacia todo lo que es deber, justicia y verdad, este desprecio cínico por el pensamiento y la dignidad del hombre son algo verdaderamente desolador. Usted hizo muy bien en decirlo en voz alta. Pero temo que vuestras opiniones históricas lo hagan equivocarse... Pushkin. Carta a Piotr Chaadayev (1836)
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SAN PETERSBURGO El lúgubre, asqueroso y hediondo verano de San Petersburgole viene bien a mi estado de ánimo y hasta podría darme una falsa inspiración para la novela. F.M. Dostoyevski ¿ Y si toda Rusia se disipara también? ¿Si el sol y el viento espantaran toda esta bruma e hicieran aparecer sobre millares de kilómetros el silencio, los pantanos, los bosques, los salvajes espacios ilimitados? Como su capital artificial, Rusia toda, como un fantasma, se desvanecerá… F.M. Dostoyevski Aterroriza pensar que nuestra vida es un cuento sin trama ni héroe, hecha de desolación y vidrio, del balbuceo febril de constantes digresiones, del delirio de la gripe de San Petersburgo. Ossip Mandelstam. Recuerdo bien los años sordos de Rusia, la década del noventa, su lento deslizamiento, su enfermiza quietud, su profundo provincianismo: agua estancada, último refugio del siglo que moría. Siempre tuve la impresión de que en Petersburgo habría de suceder algo forzosamente muy grande y solemne. Ossip Mandelstam.
No me gustan las ciudades que no se encuentran dominadas por algo: sin embargo, la vecindad de un río ancho como un lago y que se desliza a flor de tierra por una llanrura pantanosa, perdida entre la bruma del cielo y los vapores del mar es, de todos los lugares del mundo, el menos favorable a la fundación de una capital. Aquí el agua dará cuenta, tarde o temprano, del orgullo del hombre: el mismo granito no está asegurado contra la obra destructora del invierno en esta húmeda nevera, donde la ciudadela construida por Pedro el Grande ha visto desgastadas, ya por dos veces, sus murallas y sus bases rocosas. Se las ha reconstruido y se las volverá a reconstruir aún, para defender esta obra maestra del orgullo y de la voluntad que ni siquiera tiene ciento cuarenta años. ¡Qué lucha! ¡Aquí, hasta las piedras tienen que soportar la misma violencia que los hombres! " Marqués de Custine.Cartas de Rusia.
San Petersburgo, 2 de agosto de 1839, a medianoche. Acabo de echar una última ojeada a esta ciudad extraordinaria; acabo de decir adiós a San Petersburgo [...] ¿Por qué San Petersburgo no me ha parecido nunca tan maravilloso como esta noche? Precisamente porque lo veo por última vez... Era algo más de las diez de la noche: yo regresaba del paseo de las islas. En ese instante el aspecto de la ciudad producía un efecto singular muy difícil de describir, pues la belleza de este cuadro no reside en sus líneas, siendo, como es, el paraje completamente llano, sino en el incomparable hechizo de las vaporosas noches del Norte, noches llenas de luminosidad que es preciso contemplar si queremos llegar a comprender su poética majestad. Por el lado del poniente, la ciudad permanecía en la sombra; la línea temblorosa que dibujaba en el horizonte, era una breve silueta recortada en negro y aplicada sobre un fondo blanco: el cielo de Occidente, donde el crepúsculo brilla durante mucho tiempo aún después de desaparecer el sol. En cambio, y por un efecto contrario, el mismo resplandor ilumina a lo lejos los edificios del barrio opuesto, cuyas elegantes fachadas se destacan en claro sobre esta parte del cielo de Oriente, menos transparente y más profunda que aquella otra, donde brilla la luz del poniente. De esta oposición resulta que al oeste la ciudad es oscura y el cielo es claro, mientras que al este, lo que surge de la tierra está iluminado y se destaca en blanco sobre un cielo oscuro, contraste que produce a la vista tal efecto que las palabras no podrían expresar sino muy imperfectamente. La lenta degradación de las tonalidades del crepúsculo, qie parece querer perpetuar el día luchando contra la oscuridad siempre en aumento, comunica a toda la naturaleza un movimiento misterioso: las tierras bajas de la ciudad, con sus edificios poco elevados en la orilla del Neva, parecen oscilar entre el cielo y el agua hasta tal punto que uno espera, de un momento a otro, verlas desaparecer en el vacío... Marqués de Custine.Cartas de Rusia.
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EL SENTIMIENTO DE LA PATRIA
Mi país no tardó demasiado en mostrar su rostro divino y bestial... Me despierto al amanecer. Miro por la ventana; llueve. Campos pantanosos, flacos arbustos y sobre una yegua enclenque, un guardia de fronteras con el fusil al hombro. Siento muy bien dónde estoy: es ella, mi desgraciada Rusia, cubierta de salivazos de funcionarios, mi patria sucia, babosa, atontada, objeto de risa mundial... ¡Buenos días madrecita! Alexander Blok. Cartas,1913 El único lugar donde puedo vivir es Rusia; pero allí pasan cosas terribles, como en ninguna otra parte. ¿A dónde ir? A la entrada, te roban, y una vez dentro, te cuelgan. Y la censura me escamoteará todo lo que escriba... Alexander Blok. Cartas a la madre. Más que nunca veo que no podré aceptar nada de esta vida y que hasta la muerte no podré someterme. El regimen vergonzoso que reina me inspira asco y nada más que asco. No podemos cambiar nada, ninguna revolución cambia nada. Todos los hombres no son sino podredumbre. No amo sino el arte, los niños y la muerte. Para mí, Rusia nunca será sino un valor sentimental. En verdad, ella no existe, ella nunca existió, ella nunca será. Alexander Blok. Cartas a la madre. Hace tres semanas que estoy en casa sin salir. Esto me cuesta mucho. La único que me consuela es este espantoso terror que reina en todas partes. Todos los rusos corren hacia su pérdida y arrastran el país. Un "orden sólido" está establecido, eso está claro. Los pies y los puños de los rusos están amarrados, cada uno por separado, y todos juntos. Cada movimiento hace daño al vecino, amarrado, como yo. ¡He allí las condiciones de la vida social e individual! Y en todas partes, en toda Rusia, es la misma cosa. Por todas partes, hedor, suciedad, asfixia. Y siempre fue así: este país no tiene ni historia, ni arte, ni nada que pueda ser la base de una vida. Es por esto que no hay vida. Alexander Blok. Diarios.
Ana Ajmátova
La Tierra Natal No hay nadie en la tierra con menos lágrimas nadie más simple y más orgulloso que nosotros Ajmátova.1922
No la llevamos en oscuros amuletos, ni escribimos arrebatados suspiros sobre ella,
ella no perturba nuestro amargo sueño, ni nos parece el paraíso prometido. En nuestra alma no la convertimos en objeto que se compra y se vende. Enfermos, indigentes, errantes por ella, ni siquiera la recordamos. Sí, para nosotros es tierra en los zapatos, Sí, para nosotros es piedra entre los dientes.
Y molemos, arrancamos, aplastamos esa tierra que con nada se mezcla. Pero en ella yacemos y somos ella, Y por eso, alegremente, la llamamos nuestra. Anna Ajmátova. 1961. [Versión M.F.P.]
No podemos preverlo todo y adivinarlo todo. La sangre y el fuego pueden empezar a hablar cuando nadie lo espere. Hay una Rusia que, salida de una revolución, mira ávidamente en los ojos de otra que vendrá, y que será quizá todavía más terrible. Alexander Blok. Cartas,1913
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Josef Brodski: de la conferencia del Nobel
Si el arte enseña algo – al artista en primer término- es lo privado de la condición humana. Por ser la forma más antigua así como la más literal de empresa privada, el arte fomenta en el hombre, voluntaria o involuntariamente- el sentido de su ser único, de su individualidad y, por lo mismo, de su separación del animal social; hace de él un “yo” autónomo. Muchas cosas pueden compartirse: una cama, un pedazo de pan, convicciones, una amante, pero no un poema de, digamos, Rainer María Rilke. Una obra de arte, especialmente una obra literaria, y un poema en particular, se dirigen a un hombre particular, y entra en relación directa con él, libre de cualquier celestinaje. (…) Es por esa razón que el arte en general, la literatura especialmente y la poesía en particular, no es bien vista por los campeones del bien común, los amos de las masas y los heraldos de la necesidad histórica. Porque allí donde el arte ha dejado su huella, donde un poema ha sido leído, en lugar del anticipado consentimiento y la unanimidad, descubrirán indiferencia y polifonía (…) El gran Baratinski caracterizaba a su Musa como poseedora de un “rostro poco común”. Y parece que el sentido de la existencia radica en poder adquirir ese “rostro poco común”, como si estuvieramos genéticamente programados para esa singularidad. Independientemente de que uno sea escritor o lector, nuestra tarea consiste, primero que nada, en ser modeladores de una vida propia, en lugar de la que ha sido impuesta o prescrita desde afuera, por noble que ésta luzca exteriormente. Para cada uno de nosotros se editó una sola vida, y todos sabemos cómo termina. Sería lamentable malgastar la más mínima posibilidad que se nos brinda, por asumir la apariencia o la experiencia de otro. El mérito de una literatura está, precisamente, en que ayuda a que el tiempo de la existencia de una persona sea más específico, diferenciándolo de la masa de sus predecesores así como del conjunto de sus semejantes, evitando la tautología de ese destino conocido también con el título honorífico de “víctima de la historia”.
Virginia Woolf: el personaje principal de la literatura rusa es el alma En realidad el personaje principal de la literatura rusa es el alma. En Chejov, el alma es delicada y sutil, sujeta a infinitos cambios de humor y temple, y en Dostoyevski el alma es más grande y profunda, propensa a violentas dolencias y delirantes fiebres, pero no por ello deja de ser el tema predominante. Quizás a esto se deba el que los lectores ingleses tengan que realizar un gran esfuerzo para leer, por segunda vez, Los hermanos Karámazov o Los endemoniados. No conocen el “alma”. Incluso les es antipática. El alma [...] Carece de forma. Sus vínculos con el intelecto son escasos. El alma es confusa, difusa, tumultuosa, y parece incapaz de someterse al gobierno de la lógica [...] Las novelas de Dostoyevski son ardientes vorágines, giratorias tormentas de arena, trombas marinas que nos sumen en las profundidades. Están formadas única y exclusivamente por la materia que forma el alma. Contra nuestra voluntad nos sumergen en su torbellino, nos ciegan, nos ahogan y, al mismo tiempo, nos producen un éxtasis embriagador. Con la salvedad de Shakespeare no hay autor más excitante. [...] Es el alma lo que importa, su pasión, su tumulto, su pasmosa mezcla de belleza y fealdad. Y si nuestras voces se elevan bruscamente en agudas risas, y si los más violentos sollozos estremecen nuestro cuerpo, resulta perfectamente natural. Apenas es preciso hacerlo constar. La velocidad con que vivimos es tan tremenda que las ruedas sobre las que volamos echan chispas. Además, cuando la velocidad se incrementa y cuando vemos los elementos del alma –no de la manera en que nuestra lenta mentalidad británica los concibe-, separadamente, en escenas cómicas o de pasión, sino desnudos, en juego, inextricablemente mezclados-, ante nosotros se desvela un nuevo panorama de la mente humana. Las viejas líneas divisorias se mezclan unas con otras. Los hombres son santos y bellacos al mismo tiempo; sus acciones son hermosas y despreciables a la vez. Amamos y odiamos simultáneamente. No hay el más leve rastro
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de esa precisa división entre el bien y el mal a la que estamos acostumbrados. A menudo, aquellos hacia quienes más afecto sentimos son los peores delincuentes, y son los más abyectos pecadores los que en nosotros promueven la más alta admiración, y también el amor. Al lector inglés, proyectado a las más altas crestas de las olas, hundido hasta golpearse contra las piedras del fondo, le es difícil sentirse cómodo. El proceso al que su literatura le ha acostumbrado queda invertido. Si quisiéramos relatar la historia de los amoríos de un general (y, ante todo, nos resultaría muy difícil no reírnos de un general), comenzaríamos describiendo su casa, daríamos solidez a sus contornos. Y, únicamente cuando todo estuviera debidamente preparado, intentaríamos abordar al general. Además, en Inglaterra no manda el samovar, sino la tetera; el tiempo tiene sus fronteras; el espacio es limitado; la infuencia de los puntos de vista ajenos, de otros libros, incluso de otros tiempos, se hace sentir. La sociedad está dividida en la clase baja, la clase media y la clase alta, cada cual con sus tradiciones, sus maneras y, hasta cierto punto, su idioma. Tanto si quiere como si no, el escritor inglés está sometido a una constante presión que le obliga a reconocer esas barreras y, en consecuencia, queda sometido a un orden y a cierta clase de forma; es más propenso a la sátira que a la compasión, al análisis de la sociedad que a la comprensión de los individuos que la integran. Dostoyevski no tenía estas limitaciones. A él, igual le daba que uno fuera miembro de la nobleza o del vulgo, vagabundo o gran dama. Sea lo que fuere el individuo, será siempre el receptáculo de perplejo líquido, de esa nebulosa y preciosa materia, el alma. Y no hay barreras que limiten al alma. El alma rebosa, lo inunda todo, se mezcla con las otras almas. La sencilla historia de un empleado de banca que no tiene dinero para pagar una botella de vino rebosa de su cauce, y, antes de que nos demos cuenta de lo que ocurre, penetra en el territorio de la vida del suegro del empleado y de sus cinco mantes a las que tan abominable trato da, y en la vida del
empleado de correos, y en la de la mujer de la limpieza, y en la de la princesa que vive en el mismo bloque de viviendas. Sí, ya que nada cae fuera de la competencia de Dostoyevski. Y, cuando se cansa, no para, sino que sigue adelante. Es incapaz de refrenarse. Y sobre nosotros cae, ardiente, escaldándonos, mezclada, maravillosa, terrible y opresiva, el alma humana.” Virginia Woolf. “El punto de vista ruso” (1925)
REFERENCIAS Ajmátova, Ana. Poemas. Versión María Fernanda Palacios. Caracas; Universidad Metropolitana, Col. Luna Nueva, 2002. Berberova, Nina. Alexandre Blok et son temps. Paris: Actes Sud, 1991. Blok, Alexandr. Un pedante sobre un poeta y otros textos. Traducción Michael Faber- Kaiser. Barcelona: Barral, Biblioteca Breve, 1971. Brodsky, Joseph. On Grief and Reason: Essays. New York: Farrar Straus Giroux, 1995. Custine, Marqués de. Cartas de Rusia. Barcelona: Obras Maestras, 1953. Dostoyevski, F.M. Obras Completas.3 tomos.Tradución Rafael Cansinos Assens. Madrid: Aguilar, 1953. Gógol, N.V. Obras Completas. Traducción Irene Techernowa. Madrid: Aguilar, 1951 Madelstam, Ossip. El sello egipcio/El rumor del tiempo. Madrid: Alfaguara, 1981. Woolf, Virginia. La torre inclinada. Barcelona: Lumen, 1977.
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